Professional Documents
Culture Documents
La Sierra al Sol:
Nocturno:
"La luna risueña brilla
sin sombra de nube alguna.
Cercedilla
duerme a la luz de la luna..."
"...Aquella primavera, como tantas otras, trajeron orla de luto las brisas del
Guadarrama. Marzo y abril, siempre ventosos en sus idus, suelen declinar cierzos y
nieves sobre la Corte de España. Los azules filos serranos, en estas lunas, se llevan del
mundo a muchos viejos de catarro y asma. Así, de un aire, acabó sus empresas políticas,
y sus bravatas de jácaro, el Excelentísimo Señor Don Ramón María Narváez.
¡Guadarrama de azules lejos, fríos y claros como el alma de los criminales insignes,
por tu culpa lloran los azules ojos de la Reina de España! ¡Tus colados filos segaron la
flor de la canela para entregarla a pasto de gusanos!..."
"...Se durmió con entrecortados suspiros, que, lentamente, fueron cambiando hasta
tornarse en plácido roncar ¡Guadarrama de azules lejos, ya cansados de llorar, los
azules ojos se han dormido! ¡La boca sonríe libre del pucherete que la apenaba! Sueña
la graciosa Soberana. ¡Ole! ¡Ole! Don Luis González Bravo, terciada la capa, templa el
guitarrillo, cantando las boleras antiguas de la salvación de España. ¡Ole! ¡Ole!..."
fragmentos forman parte del artículo "Pedagogía del Paisaje", publicado por Ortega y
Gasset en El Imparcial el 17 septiembre de 1906. Y que mejor forma de intentar
conocer esa mitad de Ortega, que leyendo las siguientes líneas que encontramos en el
mismo artículo:
Infatigable viajero (en algunos de ellos pensionado por la JAE), se movió con
frecuencia por España y fuera de ella. En 1914 publica "Meditaciones del Quijote",
donde nos revela sus pensamientos en torno al paisaje, como una parte de su yo:
"...Mi salida natural hacia el universo se abre por los puertos del Guadarrama o el
campo de Ontígola. Este sector de realidad circunstante forma la otra mitad de mi
persona: sólo al través de él puedo integrarme y ser plenamente yo mismo...Preparados
los ojos en el mapamundi, conviene que los volvamos al Guadarrama. Tal vez nada
profundo encontremos. Pero estemos seguros de que el defecto y la esterilidad
provienen de nuestra mirada..."
"...EL monasterio del Escorial se levanta sobre un collado. La ladera meridional de este
collado desciende bajo la cobertura de un boscaje, que es a un tiempo robledo y
fresneda. El sitio se llama «La Herrería». La cárdena mole ejemplar del edificio
modifica, según la estación, su carácter merced a este manto de espesura tendido a sus
plantas, que es en invierno cobrizo, áureo en otoño y de un verde oscuro en estío. La
primavera pasa por aquí rauda, instantánea y excesiva—como una imagen erótica por el
alma acerada de un cenobiarca. Los árboles se cubren rápidamente con frondas
opulentas de un verde claro y nuevo; el suelo desaparece bajo una hierba de esmeralda
que, a su vez, se viste un día con el amarillo de las margaritas, otro con el morado de los
cantuesos. Hay lugares de excelente silencio—el cual no es nunca un silencio absoluto.
Cuando callan por completo las cosas en torno, el vacío de rumor que dejan, exige ser
ocupado por algo, y entonces oímos el martilleo de nuestro corazón, los latigazos de la
sangre en nuestras sienes, el hervor del aire que invade nuestros pulmones y que luego
huye afanoso. Todo esto es inquietante porque tiene una significación demasiado
concreta. Cada latido de nuestro corazón parece que va a ser el último. El nuevo latido
salvador que llega parece siempre una casualidad y no garantiza el subsecuente. Por esto
es preferible un silencio donde suenen sones puramente decorativos, de referencias
inconcretas. Así en este lugar. Hay aguas claras corrientes que van rumoreando a lo
largo y hay dentro de lo verde avecillas que cantan, verderones, jilgueros, oropéndolas y
algún sublime ruiseñor..."
En el poemario "Los Labios del Monte", publicado en 1924, Basterra vuelve a mirar al
Guadarrama, dejándonos los siguientes versos en Los Ritmos del Pirineo:
III
"Fueron los Carlos reyes del Pirineo. Lejos
al Sur, el Guadarrama, brillaba los reflejos
de las armas, en torno de una madre y su niña,
de dulce nota, sobre la titánica riña.
¡Cristina e Isabel!..."
IV
"...Al fin, murió, rindiéndose sobre su haz la mirada
Con la visión final de que su cordillera
Como un gran paquidermo, cercano a la mar, era
Herido por la mano de Bilbao, en los flancos,
Por Bilbao, fiel al regio Guadarrama..."
Antonio Andión,
n 1912 publica el primer libro de poemas "Nieve, sol y tomillo (versos de la Sierra)", y
en el poema Bucólica , de la serie Vida Humilde leemos:
Para todo poeta la luna es protagonista de sus versos, y en Luna de la tarde Andión mira
a la luz plateada de la noche: