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ISSN: 2221-0369

Año 7- número 13 Lima - febrero 2018


Director y editor
Rodolfo Monteverde Sotil
Comité editorial
José Merrick / Alvaro Monteverde Sotil / Roberto Jordán / Jean Valdez / Alexis Nagy

Difusión
Mayra Delgado Valqui

Diseño y diagramación
Ernesto Monteverde P. A. / Isabel Mansilla

Fotografía de la carátula
Niños jugando. Foto tomada por Rodolfo Monteverde Sotil en 2017, Cuzcudén, Cajamarca
Fotografías del índice en español, editorial e índice en inglés:
Escolares del colegio de primaria / Ollero / Anciana dirigiéndose a su cocina. Fotos tomadas por
Rodolfo Monteverde Sotil en 2017, Cuzcudén, Cajamarca.
Lámina de la relación de colaboradores: Chacarero, 1921, Manuel Pantigoso

Las opiniones vertidas en los artículos publicados en esta revista son de entera responsabilidad de cada autor.
La revista no se hace responsable por el contenido de los mismos.
© Prohibida la reproducción total o parcial de la revista sin el permiso expreso de su director

Revista Haucaypata, investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo


Año 7. Número 13, febrero 2018
Publicación cuatrimestral
ISSN: 2221-0369
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2011-00350
LATINDEX: 22532
Hecho por computadora
Jr. La Libertad 119 Santa Patricia, La Molina. Lima-Perú
https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/

revistahaucaypata@gmail.com
Todos los derechos reservados
Dedicatoria
A la memoria de
Erik Maquera
Beverley Meddens
REVISTA HAUCAYPATA
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Índice

Editorial 4

Relación de colaboradores 5

La ocupación Inca del valle de Acarí


Lidio M. Valdez 6

Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e Inca. Cuenca alta del rio
Acarí, Ayacucho
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 16

Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu


José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 34

Una aproximación bibliográfica a la zona arqueológica de Choquequirao, Cuzco


Gori-Tumi Echevarría López y Eulogio Alccacontor Pumayalli 60

Los caminos incas de Pampa Carachi, nuevos hallazgos. Salta, Argentina


Christian Vitry 85

Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de
Cerdeña
María Constanza Ceruti 95

Normas editoriales 112


REVISTA HAUCAYPATA 4
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Editorial

La revista peruana Haucaypata, investigaciones


arqueológicas del Tahuantinsuyo se enfoca en los
estudios arqueológicos e interdisciplinarios del incanato,
realizados en el Perú y Suramérica. La revista nació
con la intención de cumplir tres objetivos que todo
arqueólogo y profesional debe proponerse en su carrera:
investigación, difusión y protección de su patrimonio
cultural. Objetivos que hemos mantenido desde el 2011
cuando publicamos el primer número de la revista. Con
motivo de nuestro sétimo aniversario les presentamos el
número 13, que contiene seis artículos.

La expansión y asentamiento inca han sido tratados,


respectivamente, por el reconocido arqueólogo Lidio
Valdez y por los jóvenes Marco Taquiri y Apu Pariona.
El primero de ellos estudia las diversas aristas y
peculiaridades de la conquista cuzqueña del valle
iqueño de Acarí. Mientras que los nóveles arqueólogos
peruanos analizan las características arquitectónicas de
Ñaupallacta, localizado en la cuenca alta del río Acarí en
Ayacucho. De Cuzco, otrora capital del Tahuantinsuyo,
nos ha llegado dos importantes artículos. Uno de ellos,
escrito por José Bastante y Alicia Fernández, nos relata
los recientes trabajos arqueológicos efectuados en
Machupicchu. El otro, cuya autoría corresponde a Gori-
Tumi Echevarría y Eulogio Alccacontor, expone una
resaltante y contundente referencia bibliográfica sobre
Choquequirao. De Argentina también hemos recibido dos
artículos, escritos por Christian Vitry y Constanza Ceruti.
El primero comenta sobre las evidencias arqueológicas
de un tramo de camino inca descubierto en Pampa
Carachi, Salta. Mientras que la autora propone análisis
comparativos sobre sacrificios de niños en épocas
incas, estudiando el caso de los tofet, localizados en las
montañas de Cerdeña.

Como dijimos la revista ha cumplido siete años, tiempo


en el cual hemos publicado 13 números. Tenemos planeado
editar para fines de este año el número 14. De esta manera
pronto habremos divulgado, de manera gratuita,
casi 100 artículos de temática inca. Esperamos seguir
contando con nuestros críticos lectores y con los autores
que hacen posible la revista. Asimismo, agradecemos
a quienes nos apoyan, de una u otra manera, con la
edición. No queremos despedirnos sin antes invitarlos
a participar con sus textos académicos para el próximo
número y otros que vendrán con el tiempo. Convocatoria
abierta para estudiantes y profesionales de arqueología
y carreras afines, nacionales e internacionales. Gracias,
con aprecio

Rodolfo Monteverde Sotil


Editor y director
REVISTA HAUCAYPATA 5
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Colaboradores

Eulogio Alccacontor Pumayalli


Arqueólogo, Universidad Nacional San
Antonio Abad del Cusco

José Bastante Abuhadba


Director del Programa de Investigaciones
Arqueológicas e Interdisciplinarias en el
Santuario Histórico de Machupicchu de la
DDC-Cusco

Constanza Ceruti
Licenciada en Antropología. Doctora en
Historia. Investigadora del CONICET.
Profesora titular en la Universidad Católica
de Salta, Argentina

Gori-Tumi Echevarría López


Arqueólogo, Universidad Nacional Mayor de
San Marcos (UNMSM)/ Asociación Peruana
de Arte Rupestre (APAR)

Alicia Fernández Flórez


Arqueóloga del Programa de Investigaciones
Arqueológicas e Interdisciplinarias en el
Santuario Histórico de Machupicchu de la
DDC-Cusco

Apu Mendoza Pariona


Bachiller en Arqueología. Universidad
Nacional San Luis Gonzaga

Marco Taquiri González


Bachiller en Arqueología. Universidad
Nacional San Luis Gonzaga

Lidio M. Valdez
Arqueólogo, PhD. Department of
Anthropology, Economics and Political
Science, MacEwan University, Canada.
Proyecto Arqueológico Acarí

Christian Vitry
Arqueólogo. Universidad Nacional de
Salta. Facultad de Humanidades. Proyecto
CIUNSa Nro. 2108/0. Director del
Programa Qhapaq Ñan–Salta. Dirección
General de Patrimonio Cultural
REVISTA HAUCAYPATA 6
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

La ocupación Inca del valle de Acarí

Lidio M. Valdez
lidio9@yahoo.es

Resumen
¿Cómo fue que el estado Inca logró instituir una amalgama de diversidades al establecer el
Tahuantinsuyo? En esta breve exposición discuto el caso de la diversidad del estado Inca teniendo
como punto de referencia al valle de Acarí de la costa sur del Perú. La respuesta a la interrogante
parece ser, primero, la situación que los incas encontraron en una determinada región, y, segundo,
la particular respuesta que implementaron para un caso específico. Más allá de la corta duración
del estado Inca, que no permitió una asimilación satisfactoria de los pueblos conquistados, el
Tahuantinsuyo parece haber sido diseñado para mantener la diversidad cultural de estos pueblos.

Palabras claves: Tahuantinsuyo, costa sur, valle de Acarí, diversidad y flexibilidad.

Abstract
How did the Inca state establish a great amalgam of diversity? In this brief discussion, I address
the issue of diversity within the Inca state taking the case of the Acarí Valley as an example. The
answer to the above question appears to be, first, the particular situation encountered by the Inca
state in a conquered region, and second, the specific measures implemented by the Inca state for a
particular situation. Beyond the short period of duration of the Inca state, which did not allow the
successful assimilation of the conquered peoples, the Inca state appears to have been designed to
maintain diversity.

Keywords: Tahuantinsuyo, South Coast, Acarí Valley, diversity and flexibility.

Introducción establecer Tambo Viejo para cumplir funciones


El valle de Acarí de la costa sur del Perú, al tanto administrativas como la de tambo, consi-
igual que otros valles de la región, fue incor- derando que el camino real Inca que atravesó la
porado al dominio Inca de forma pacífica. La región costera pasó por el valle de Acarí.
fecha exacta de esta incorporación permanece En este reporte mi objetivo central es discutir el
incierta. De acuerdo a los cronistas españo- impacto Inca en el valle de Acarí. Partiendo del
les citados por Menzel (1959: 126) en su obra supuesto, por un lado, que las poblaciones que
maestra de 1959, el valle de Chincha habría ofrecieron fuerte resistencia a la expansión Inca
sido incorporado al dominio Inca en 1476. Para una vez conquistadas sufrieron drásticas conse-
el caso de la conquista del valle alto de Cañete cuencias, como fue el caso de los Guarco y, por
ocupado por los Lunahuaná, se sostiene que se otro lado, que las poblaciones que aceptaron la
dio en 1450 (Marcus 2017: 177), mientras que diplomacia como mecanismo de incorporación al
los Guarco del valle bajo de Cañete habrían control Inca por lo general lograron mantenerse
sido finalmente sometidos por las fuerzas del sin sufrir cambios drásticos, discuto el caso espe-
estado Inca en 1470 (Marcus 2017: 179). Te- cífico de Acarí sobre la base de las evidencias que
niendo como puntos de referencia estas tres se disponen por el momento. En la medida que
fechas y considerando que la incorporación de nuevas evidencias salgan a la luz es posible que al-
Acarí se dio durante la ocupación cuzqueña de gunas ideas consideradas aquí sean modificadas.
la costa sur, es posible que este importante pro-
ceso se realizó aproximadamente entre 1450 y El estado Inca y la costa sur del Perú
1470. En Acarí, la administración Inca llegó a Si las fechas arriba consideradas son correctas,
VALDEZ, Lidio M., 2018. La ocupación Inca del valle de Acarí. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueoló-
gicas del Tahuantinsuyo, Nro. 13: 6-15. Lima.
Lidio M. Valdez 7
La ocupación Inca del valle de Acarí

Figura 1. Mapa de ubicación de los sitios del periodo Inca del valle de Acarí. Preparado por Lidio Valdez 2004.
REVISTA HAUCAYPATA 8
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

y considerando que en 1534 toda forma de tener en consideración la forma como la llegada
gobierno establecido por la administración Inca fue recibida en una determinada región.
Inca habría llegado a su fin con la llegada de Desde nuestra perspectiva actual, parece que
los españoles, la ocupación Inca de Acarí fue para el estado Inca fue relativamente más fácil
muy corta, apenas algo de 50 años. En efecto, imponer cambios drásticos sobre una población
pobladores de Acarí que fueron testigos de la que se aferró a mantener su autonomía y sobera-
llegada Inca posiblemente también llegaron nía (D’Altroy 2003: 207), como fue el caso de los
a ver como toda forma de autoridad estable- Guarco de Cañete (Hyslop 1985). Mientras tanto,
cida por los cuzqueños llegó a desintegrarse. imponer cambios similares a una población que
En otras palabras, la ocupación Inca no fue acepto la vía pacífica, y en consecuencia aliada,
lo suficientemente larga como para asimilar no fue tan simple. En muchos casos las poblacio-
de manera satisfactoria a una población que nes que fueron incorporadas al control Inca sin
había aceptado el control Inca sin resisten- resistencia alguna habrían sido dejadas intactas
cia alguna. Por su puesto, durante un tiempo y generalmente bajo el comando de autoridades
similar, el estado Inca si logró modificar por también locales. En situaciones como ésta, po-
completo la situación que halló en el valle de blaciones “conquistadas” al parecer no tuvieron
Cañete (Hyslop 1985 y Marcus 2017). Por lo otra alternativa sino continuar funcionando en la
tanto, para comprender las variaciones exis- forma como lo vinieron haciendo antes de la con-
tentes entre un caso y otro se hace necesario quista. De lo mencionado hasta aquí, estas serían

Figura 2. Sitio arqueológico de Otapara. Fotografía de Lidio Valdez 2014.


Lidio M. Valdez 9
La ocupación Inca del valle de Acarí

las principales razones por las que los diversos satisfactoria al ejercito cuzqueño (figura 1). La
pueblos que en última instancia formaron par- mayoría de la población local posiblemente esta-
te del Tahuantinsuyo fueron afectados de ma- ba concentrada en Sahuacarí (Menzel 1959: 130),
nera diversa por la administración Inca. asentamiento establecido en la pendiente de un
Sin embargo, es preciso anotar que no todos cerro, pero manteniendo acceso directo hacia la
los pueblos incorporados al control Inca vía sección agrícola más fértil del valle, el valle me-
mecanismos diplomáticos fueron tratados de dio. Aproximadamente 10 Km valle arriba estaba
la misma forma. Al analizar la ocupación Inca el asentamiento de Otapara, pero de tamaño mu-
de la costa sur, Menzel (1959) demostró la exis- cho menor que Sahuacarí. Entre estos dos asen-
tencia de diferencias significativas entre todos tamientos estaba un tercero, Lucasi, que parece
los valles de dicha región, no obstante que la haber sido el más pequeño. Es posible que otros
costa sur en conjunto habría sido conquistada asentamientos más pequeños hayan existido en
de forma pacífica. Por ejemplo, en el valle de otras secciones del valle, pero la población total
Chincha, la administración Inca aprovechó la presente en todo el valle parece no haber sido ex-
existencia de un gobierno centralizado y de su tensa.
centro de administración (La Centinela) para La ubicación de Sahuacarí y de Otapara, sin em-
ejercer su gobierno (Morris y Santillana 2007: bargo, merece especial atención. Otapara (figura
135-136 y Menzel 1959: 129); mientras tanto, 2) fue construido sobre una plataforma natural,
en el valle de Acarí, donde no había un gobier- próxima al valle, pero a su vez en un lugar des-
no comparable al de Chincha, la administra- de donde se podría ofrecer alguna resistencia de
ción Inca se vio en la necesidad de establecer orden militar. Por su parte, Sahuacarí (figura 3)
un nuevo centro, en este caso Tambo Viejo fue establecida en la pendiente de un cerro que
(Menzel y Riddell 1986). da hacia el valle. El material de construcción fue
De lo comentado resalta que, además de la canteado del mismo cerro, de tal modo que el si-
forma como se dio la incorporación de una po- tio no es necesariamente visible, especialmente
blación, situaciones específicas encontradas desde la distancia es difícil distinguir sus estruc-
por los Inca en cada una de las regiones con- turas. Además, el contorno del asentamiento está
quistadas también fueron tomadas en consi- protegido por varios muros y todo parece sugerir
deración, posiblemente en un esfuerzo por es- que Sahuacarí fue establecido para una posible
tablecer una forma de gobierno eficiente. Esto resistencia a alguna invasión foránea. Es viable
implica que la administración Inca prestó aten- que la población de Acarí se mantuvo informada
ción a los mínimos detalles, incluido al tamaño de lo que venía sucediendo en los valles vecinos,
de la población local, forma de gobierno exis- especialmente al norte con los Guarcos; una po-
tente, recursos disponibles, entre otros. Puesto blación que desconocía la capacidad del ejercito
en conjunto estas consideraciones, el impac- Inca tal vez tuvo en consideración dar resistencia
to Inca sobre las poblaciones incorporadas al al avance Inca en un intento de mantener su au-
control del estado Inca tenía que ser variado. tonomía. Siguiendo este razonamiento, se puede
A mi juicio, el Tahuantinsuyo, que fue “la gran sostener que la eventual toma del valle de Nazca
amalgama de unidades que se diferenciaron por el ejército Inca posiblemente trajo abajo toda
en tamaño, costumbres, estructura política y posibilidad de resistencia.
a menudo en lenguaje” (Morris y Thompson Considerando que la población local fue reduci-
1985: 24), fue la suma de estas variables, consi- da, Menzel (1959) sostiene que emplear la termi-
deradas hasta aquí en forma resumida. nología ‘conquista’ no es la correcta, puesto que
Acarí posiblemente nunca fue conquistado. Lo
El estado Inca en el valle de Acarí que se dio en este valle parece que fue una situa-
Así como anoté en la sección anterior, la con- ción donde la población local no tuvo otra alter-
quista Inca del valle de Acarí resultó en el es- nativa que dar la bienvenida a los diplomáticos
tablecimiento de Tambo Viejo (Menzel, Riddell Inca y aceptar sus condiciones, que al parecer no
y Valdez 2012). Al tiempo de la llegada Inca, fueron tan drásticas ya que el impacto cuzqueño
el tamaño de la población local de Acarí pa- sobre la población local fue muy superficial. Esto
rece haber sido bastante modesta y como tal es lo que se percibe en la cultura material.
insuficiente como para ofrecer una resistencia Tal como se discute en otro trabajo (Menzel,
REVISTA HAUCAYPATA 10
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 3. Sitio arqueológico de Sahuacarí. Fotografía de Lidio Valdez 2014.

Figura 4. Plano del centro administrativo Inca de Tambo Viejo. Preparado por Benjamín Guerrero 2017.
Lidio M. Valdez 11
La ocupación Inca del valle de Acarí

Riddell y Valdez 2012), el estado Inca ordenó la (Menzel 1959: 131), tal vez con el objetivo de pro-
construcción de Tambo Viejo en Acarí (figura veer apoyo al centro Inca. Por su puesto, las ta-
4). Si bien el centro fue erigido siguiendo un di- reas de administración ejecutadas desde Tambo
seño Inca, no cabe duda que sus constructores Viejo muy posiblemente fueron llevadas adelante
fueron los mismos pobladores locales de Acarí. por personal local, quienes habrían sido conver-
La forma como las estructuras fueron construi- tidos en funcionarios del incanato. De ser así, las
das, generalmente de pirca (figura 5) y sin los familias reubicadas a las inmediaciones de Tam-
detalles resaltantes de las estructuras propia- bo Viejo posiblemente fueron familiares de los
mente Inca, como son las puertas y nichos tra- funcionarios locales quienes venían trabajando
pezoidales, indica que los constructores locales para el estado Inca.
tuvieron la libertad de llevar adelante el pro-
yecto de una forma que ellos conocían. En otras La influencia Inca en el valle de Acarí
palabras, Tambo Viejo es un excelente ejemplo Aparte de la reubicación de un número reduci-
donde se observa, por un lado, el poder del es- do de la población local hacia las inmediaciones
tado Inca para ordenar a la población local rea- de Tambo Viejo, el impacto Inca sobre la pobla-
lizar el ambicioso proyecto, y, por otro lado, la ción local fue limitado. Esto es lo que se puede
libertad de la población local para ejecutar la advertir teniendo en consideración la cultura
orden siguiendo sus propias formas construc- material. No obstante que el volumen de material
tivas. Inca, como la cerámica, que llegó al valle de Acarí
Una vez que Tambo Viejo fue establecido fue muy limitado, los artesanos locales lograron
y puesto en funcionamiento, parece que los acceder a una variación de motivos decorativos
asentamientos encontrados en el valle por los que una vez modificados fueron plasmados en la
Incas siguieron siendo ocupados. Sin embargo, cerámica producida en el valle durante el tiem-
el estado Inca fue capaz de reubicar a algunas po de la ocupación cuzqueña. Previa a la llega-
familias en las inmediaciones de Tambo Viejo da Inca, los motivos decorativos fueron menos

Figura 5. Estructuras de pirca de Tambo Viejo. Fotografía de Lidio Valdez 2017.


REVISTA HAUCAYPATA 12
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 6. Cerámica del periodo Inca proveniente de Tambo Viejo. Fotografía de Lidio Valdez 2017.

diversos. Por lo tanto, lo que se observa en Aca- oportuno recordar que la ocupación Inca tuvo
rí es un enriquecimiento de la alfarería local, corta duración. Es posible, a su vez, que el estado
que obviamente continuó siendo manufactura- Inca no priorizó la asimilación de las poblaciones
da, siguiendo los mismos parámetros locales. que aceptaron ser aliados Inca. Mientras la po-
Es decir, la pasta y el acabado de la cerámica blación local funcionó a satisfacción del estado
fue la misma; los cambios se aprecian solo en Inca, no habría la necesidad de efectuar cambios
los diseños (Menzel y Riddell 1986). inmediatos, que de otro modo pudo tal vez alterar
Aparte de los motivos, los alfareros locales el funcionamiento local.
también empezaron a imitar algunas formas de Lo aquí sostenido no implica que el estado Inca
las vasijas Inca (figura 6). Otras formas, como dejó a la población local libre de todo. El incanato
es el caso específico del kero, de lo que se cono- mantenía control sobre ella, sea cual fuese la for-
ce, no fueron imitados. Las razones son desco- ma como esta fue incorporada. En efecto, el esta-
nocidas, pero podría ser el caso que los keros do Inca parece que invirtió considerable esfuerzo
Inca tal vez no llegaron a este valle. Estando en implantar su ideología en la población local.
las tareas administrativas locales en manos de En Acarí la presencia de un centro de la magni-
personal local tal vez no fue necesario disponer tud de Tambo Viejo, incomparable a cualquier
de materiales de servicio foráneos, y esta sería establecimiento local, implicó de inmediato el po-
una posible razón. De ser así, los alfareros lo- der de quienes llegaron desde afuera. Dicho po-
cales tal vez nunca llegaron a ver un kero Inca; der se expresó, además, en las actividades que se
si la población local hubiera llegado a verlos, efectuaron en Tambo Viejo. Por ejemplo, contaba
es posible que éstos también hayan sido imita- con espacios amplios (plazas) establecidos para
dos, pero parece que esto nunca se dio. Aquí es congregar una numerosa población y a quienes
Lidio M. Valdez 13
La ocupación Inca del valle de Acarí

Figura 7. Posible ushnu Inca asociado a una plaza. Fotografía de Lidio Valdez 2017.

se les podía hacer llegar mensajes de manera la tercera en piedra (figura 8), y habían sido colo-
directa. Al mismo tiempo, Tambo Viejo dispo- cadas juntas cerca a una roca. Se conoce que las
nía de estructuras del todo desconocidas a la illas fueron artefactos asociados con los rituales
población local. Este es el caso de un largo mon- de los camélidos y al parecer era una práctica
tículo establecido al lado este de la plaza más vinculada a los incas. La presencia de las illas en
extensa de Tambo Viejo, la misma que posible- Otapara es otra instancia que sugiere el interés
mente fue un ushnu Inca (figura 7). Dicha es- del estado Inca en transmitir sus conceptos e
tructura, en asociación a la plaza, posiblemente ideales hacia la población local.
fue establecida con la finalidad de transmitir la
ideología Inca a la población local. A su vez, el Comentario final
posible ushnu y la plaza estaban asociados al De lo discutido hasta aquí, son varias las razones
camino Inca que conectó Tambo Viejo con el por las que el Tahuantinsuyo terminó siendo lo
valle de Jaquí por el sur y el valle de Nazca por que fue: una unidad compuesta por una diversi-
el norte (Von Hagen 1955). Con esto, la pobla- dad (Malpass 1993: 2 y Malpass y Alconini 2010:
ción del valle de Acarí, que si bien ya mantenía 3). La diversidad fue resultado de las diversas
contacto con los valles vecinos, especialmente circunstancias locales encontradas por el estado
con los del norte, ingresó a una red más am- Inca y las variadas respuestas implementadas por
plia de interacción tal vez nunca vista hasta el estado Inca. Tal como se aprecia en el caso de
entonces en la región. Aunque por el momento la costa sur, incluso una región que aceptó una
es difícil percibir el grado de influencia Inca, incorporación pacífica terminó siendo afectada
existe la posibilidad que la población local fue de manera diversa. Lejos de establecer el mismo
expuesta a nuevas ideas y conceptos foráneos. tipo de gobierno, lo que caracterizó a los incas fue
Durante mi reciente visita al sitio de Otapara su flexibilidad, en algunas circunstancias incluso
encontré cerca a la cima de la plataforma na- adaptándose a condiciones locales particulares.
tural un grupo de tres illas (también conocidas Por último, el empleo de conceptos como Impe-
como conopas) que representan camélidos. rio y Estado, que para muchos implica homoge-
Dos de ellas habían sido talladas en madera y neidad, hace difícil apreciar en su real dimensión
REVISTA HAUCAYPATA 14
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 8. Illas provenientes de Otapara. La primera en piedra y las otras dos talladas en madera.
Fotografía de Lidio Valdez 2014.

a formaciones socio-políticas del pasado. En Cuzco, Cañete, Lunahuaná, Perú. British Ar-
la medida que se viene aprendiendo más de chaeological Reports, International Series 234.
dichas antiguas culturas, como el estado Inca, Oxford.
nuestra perspectiva va cambiando, a tal punto
que para el caso del Tahuantinsuyo ya existe MALPASS, Michael, 1993. Variability in the Inca
state: embracing a wider perspective. In Pro-
cierto consenso que éste fue heterogéneo. vincial Inca: Archaeological and Ethnohistori-
cal Assessment of the Impact of the Inca State:
Agradecimientos 234-244. Michael Malpass (Editor). University of
Los trabajos de investigación arqueológica en Iowa Press. Iowa City.
Tambo Viejo se efectúan con el apoyo de una
beca otorgada al autor por la Social Sciences MALPASS, Michael y Sonia ALCONINI, 2010.
and Humanities Research Council of Canada. Provincial Inca studies in the twenty-first cen-
El plano del sitio fue elaborado por Gerson Ca- tury. In Distant Provinces in the Inca Empire:
bello y el dibujo final por Benjamín Guerrero. toward a deeper understanding of Inca impe-
En el campo se contó con la asistencia de Mar- rialism: 1-13. Michael Malpass y Sonia Alconini
(Editors). University of Iowa Press. Iowa City.
tín Roque, Sarita Romero, Katherinne Aylas,
Miguel Ángel Liza y Willy Alarcón. MARCUS, Joyce, 2017. The Inca conquest of Ce-
rro Azul. Ñawpa Pacha 37 (2):175-196.
Bibliografía
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Lidio M. Valdez 15
La ocupación Inca del valle de Acarí

Archaeological Investigations at Tambo Viejo,


Acari Valley, Peru 1954. California Institute for
Peruvian Studies. Sacramento.

MENZEL, Dorothy; RIDDELL, Francis y Lidio


VALDEZ, 2012. El centro administrativo Inca de
Tambo Viejo. Arqueología y Sociedad 24: 403-
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MORRIS, Craig y Donald THOMPSON, 1985.


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VON HAGEN, Victor, 1955. Highway of the Sun.


Duel. Sloan and Pearce. New York.
REVISTA HAUCAYPATA 16
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e inca. Cuenca


alta del rio Acarí, Ayacucho
Marco Taquiri González
marco.takiri@gmail.com
Apu Mendoza Pariona
apumendozapariona@gmail.

Resumen
Se presentan datos obtenidos en trabajos de exploración arqueológicos efectuados en Ñaupallacta,
un poblado con arquitectura prehispánica tardía, ubicado en la cuenca alta del rio Acarí,
departamento de Ayacucho. Se hicieron estudios sobre la distribución espacial de la arquitectura,
que condujeron a plantear la hipótesis de la existencia de un poblado con rasgos arquitectónicos
inca, siguiendo los conceptos básicos de la época anterior, posiblemente rukana. Este sitio muestra
en su planeamiento una forma singular de ordenamiento espacial, caracterizado por la adaptación
de la arquitectura al relieve accidentado del lugar.

Palabras claves: Ayacucho, Ñaupallacta, rukana, Inca.

Abstract
We present data obtained in archaeological exploration works carried out at the site of
Ñaupallacta, a town that has late prehispanic architecture, located in the upper basin of the Acarí
River, department of Ayacucho. Studies were made on the spatial distribution of architecture,
which led to the hypothesis of the existence of a village with Inca architectural features, following
the basic concepts of the previous era (possibly rukana). This site shows in its planning a singular
form of spatial ordering, characterized by the adaptation of the architecture to the rugged relief of
the place.

Keywords: Ayacucho, Ñaupallacta, rukana, Inca.

Introducción resultados iniciales de nuestra investigación so-


Las fuentes documentales, entre ellas las cró- bre la planificación prehispánica en Ñaupallacta.
nicas y principalmente los estudios etnohistó- Los datos que se presentan provienen de los tra-
ricos, nos informan sobre la presencia inca en bajos arqueológicos de campo realizados en este
el territorio de la macroetnia rukana. Según sitio; en los cuales se ejecutó una prospección in-
Luis de Monzón (1881 [1586]), corregidor de tensiva en Ñaupallacta y sus alrededores con el
los antiguos territorios rukana-soras, este es- objetivo de identificar la arquitectura y los rasgos
pacio comprende las altas planicies de la actual culturales prehispánicos. Los resultados iniciales
provincia de Lucanas y las lomas de la vertiente nos confirman la existencia de un poblado pre-
occidental de los Andes, y corresponde a distin- hispánico con arquitectura rukana e inca.
tos pisos ecológicos, claramente zonas de fácil
transición y comunicación natural, favorable Ñaupallacta
para una complementariedad ecológica (Murra Geográficamente se ubica en la margen derecha
2002). Recientes estudios arqueológicos han del rio Ñaupallacta, en la cuenca alta del rio Aca-
confirmado la ocupación inca de esta región rí. Políticamente está dentro de la jurisdicción
(Cavero 2010 y Meddens y Schreiber 2010). del distrito de San Pedro, provincia de Lucanas,
El objetivo de este artículo es presentar los departamento de Ayacucho. El sitio se emplaza
TAQUIRI GONZÁLEZ, Marco y Apu MENDOZA PARIONA, 2018. Ñaupallacta, un poblado prehispánico de
patrón local e Inca. Cuenca alta del rio Acarí, Ayacucho. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas
del Tahuantinsuyo, Nro. 13: 16-33. Lima.
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 17
Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e Inca. Cuenca alta del rio Acarí, Ayacucho

sobre una cadena de promontorios y colinas iba, a causa de que no le tomase algunos pasos
que se extienden en una planicie aluvial de- y le aguardase en ellos; también por desechar
limitada por los tributarios del rio Acarí, ríos dos ríos grandes que se llaman Abancay y Apo-
Ñaupallaqta y San Pedro, cuya geomorfología rima; estos ríos van a la Mar del Norte”1.
está compuesta por rocas graníticas de origen *Cristóbal de Albornoz (en Duviols 1967 [1584]).
ígneo que afloran en la superficie. Ñaupallacta Entre los años 1570-1577 efectuó una visita a los
se ubica a 3409 msnm, que corresponde a la antiguos repartimientos de los Rukanas y Soras
eco-zona definida como Bosque Seco Montano en el proceso de “extirpación de idolatrías”.
Bajo (Tossi 1960) o región Quechua (Pulgar *Luis de Monzón (1881b: 204 [1586]). Jiménez
Vidal 1967). Asimismo, se asienta en el límite de la Espada publicó la visita realiza por Luis de
superior de la región quechua, un “geosistema Monzón, quien por instrucciones del Rey Felipe
de transición” (Dollfus 1981), es decir entre el II de España efectuó la “Descripción de la tierra
frío de las punas y el templado de la quebradas. del repartimiento de los Rucanas Antamarcas”.
En ella describe el área geográfica y las tradicio-
Antecedentes de Investigación nes culturales de los rukana. Monzón pone de
Información etnohistórica manifiesto la función que tuvieron los rukanas
*Pedro Cieza de León (1880: 178 [1553: Cap. de ser cargadores de la litera del inca: “Los indios
XLVII]). Relata cronológicamente la incursión de este repartimiento con los de Atunrukana, se
de Inca Yupanqui (Pachacutec) en territorio ocupan en traer al inga y llevarle por toda esta
chanca y la guerra que tuvo contra los soras, así tierra donde él quería ir, en unas andas, y así lo
como el inicio de la ocupación inca de la zona: llamaban pies del inga”. Gracias a esta función
“El rey salió de allí y anduvo hasta la provincia lograron distinción y privilegio: “y respecto des-
de Andaguaylas, a donde le fue hecho solemne to los quiso mucho [el inca] y les dio la más ga-
recebimiento y estuvo allí algunos días, deter- lana guaraca por señal, que traen en la cabeza,
minando si iría a conquistar a los naturales de que es blanca y colorada”.
Guamanga, o Xauxa, o los Soras y Rucanas; *José de Acosta (2003: 395 [1590]). Indica que
mas después de haber pensádolo, con acuerdo los rukana fueron cargadores del inca: “De cada
de los suyos determinó de ir a los Soras. Y sa- provincia le traían lo que en ella había escogido:
liendo de allí, anduvo por un despoblado que de los lucanas, con anderos para llevar su litera
iba a salir a los Soras, los cuales supieron su […]”
venida y se juntaron para se defender. Había *Garcilaso de la Vega (1945: 13 y 169 [1609]).
enviado Inga Yupangue capitanes con gente Informa el número de la población rukana y la
por otras partes muchas a que allegasen las función de ser anderos del inca: “quinze mil vezi-
gentes a su servicio con la más blandura que nos, gente ganada y bien dispuesta. Los cuales,
pudiesen y a los soras envió mensajeros sobre en llegando a edad de veinte años, se ensayaban
que no tomasen armas contra él, prometien- a traer las andas [del inca] a sesgas”. Agrega que
do de los tener en mucho sin les hacer agravio la provincia de los rukana estaba dividida en dos
ni daño; mas no quisieron paz con servidum- parcialidades: Rucana y Hatun - Rucana (Rucana
bre sino guerrear por no perder la libertad. Y la grande), y estaba poblada por: “gente hermosa
así, juntos unos con otros tuvieron la batalla, y bien dispuesta, las cuales redujo [Inca Roca]
la cual, dicen los que tienen de ello memoria, con mucho aplauso de los naturales”.
que fue muy reñida y que murieron muchos de *Santa Cruz Pachacuti (1993: 221 y 265 [1613]).
ambas partes, mas quedando el campo por los Según el cronista el inca Pachacutec incursionó
del Cuzco […]”. en el territorio de los chancas conquistando las
*Pedro Pizarro (2013: 160 [1571]). Describe el etnias que formaban parte de la Confederación
camino de “unión a los llanos” como una vía Chanka: “y en el entretanto el dicho Pachacuti
importante que comunica la región de Nazca Ynga Yupangui les conquista a toda la provin-
con las altas planicies de Lucanas: “Subido pues ciade los Angaraes y Lucanas y Soras […]”.
Hernando Pizarro, como digo, por la Nazca a
una provincia que se llama Soraz [Soras], de 1 El cronista y soldado Pedro Pizarro, relata el desplaza-
aquí fue por muchos despoblados y exquisitos miento de Hernando Pizarro, que seguía a las tropas al-
caminos, por que Almagro no supiese donde magristas por esta ruta, previa a la guerra de Las Salinas.
REVISTA HAUCAYPATA 18
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Durante el episodio de la guerra entre Huás-


car y Atahualpa, Santa Cruz Pachacuti detalla
la función especial de los rukana de ser car-
gadores de la litera del inca Huascar: “y assi
quando estaban todos los orejones turbados
entra Quisquis y Rumi Ñahui y Ocumari. Al
fin los derriban a los camauatas y Lucanas,
cargadores del ynga, y assi los prende y gana
el cuerpo del Guascar Ynga Inti Cussi Guallpa
[Huascar], llevándoles presso a Sallcantay”.
*Guaman Poma de Ayala (1980: 304 [1615]).
Describe la geografía y los pueblos que forma-
ban parte de la macro etnia rukana. Además,
describe una serie de tambos y caminos que
existieron en la región de Ayacucho, también
se refiere a los puentes de criznejas de Soras y
Aucará. Guaman Poma escribe sobre un episo-
dio de la conquista de Huayna Cápac a la re-
gión de Quito y algunas provincias del norte del
imperio: “Como el ynga pelea con su enemigo
de encima de las andas. Tira con piedras de oro
fino de su pillco ranpa [andas de color rojo] a
su contrario […] y conquista la provincia de
Quito, Cayanbi, Cicho, Lataconga, Guanca Bil-
ca, Canari, Chachapoya, Chupaycho y le sugeta
Guayna Capac Ynga”. Este episodio está repre-
sentado en una ilustración, donde aparecen los
soras y rukanas cargando las literas del inca2
(figura 1).
*Bernabé Cobo (1892: 273 [1653]). Se refiere Figura 1. Dibujo de Guaman Poma. El Inca Huayna
a los rukana como cargadores del inca:“ […] en Capac es llevado en su litera por los indios de los gru-
la provincia de los Lucanas, que por ser gente pos étnicos de Andamarca, Soras, Lucanas y Parina-
acomodada para cargar las andas del Inca, por cochas (Guaman Poma 1980: fig. 335 [1615]).
tener el paso según ellos dicen llano, todos los
anderos del Inca eran de la dicha provincia” sur del Perú (Burger y Glascock 1999). Meddens
Como hemos visto las crónicas hacen refe- y Schreiber (2010) enfatizaron la importancia
rencia al rol de los rukanas como cargadores
de la litera del inca, por esta razón gozaban de 2 El rótulo de la ilustración señala: ANDAS DEL INGA
privilegio. Si tomamos como referencia el ini- PILLCO RANPA [andas de color rojo]. Guayna Capac
cio de la incursión de Pachacutec en territorio Ynga ua a la conquista de los Cayanbis, Guanca Bilca,
rukana en el primer tercio del siglo XV (Rost- Canari, Ciccho, Chachapoya, Quito, Lataconga. Llevan
worowski et al. 2011), los rukana cumplieron el los indios Andamarcas y Soras, Lucanas, Parinaco-
rol de anderos del inca más de un siglo aproxi- chas a la guerra y batalla, de priesa lo lleuan. (Guaman
madamente3. ¿Cuál fue la razón de esta distin- Poma 1980: fig. 335 [1615]).
ción? Las informaciones históricas no brindan 3 Se ha tomado la referencia de Rostworowski (2011:
suficiente información al respecto, pero las re- 123) sobre la posible fecha del principio del mandato
del inca Pachacutec. Al respecto indica: “Sarmiento de
cientes investigaciones arqueológicas resaltan
Gamboa y Betanzos señalan la edad del príncipe Cusi
la importancia económica que tuvo esta área. Yupanqui [Pachacutec], cuando el ataque chanka al
Por ejemplo, Contreras et al. (2012) explo- Cuzco, como de veinte a veintitrés años”. Consideran-
ró las canteras de obsidiana en las punas de do el advenimiento de Pachacutec en 1400, se puede
Huancasancos, vidrio volcánico perteneciente afirmar que su gobierno se inició en los primeros años
al tipo Quispisisa hallado en la costa central y del siglo XV.
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 19
Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e Inca. Cuenca alta del rio Acarí, Ayacucho

de la agricultura en tiempos inca en los valles nuevas aldeas en una parte más restringida del
de Sondondo y Chicha- Soras, lo cual se refleja valle y la mayoría de ellas estaban fortificadas.
en la gran inversión y construcción de terrazas No está claro si se trató de facciones beligeran-
productivas en estos valles. Además se cuenta tes dentro del valle, o si su objetivo era la defen-
con la existencia de ushnus o santuarios de al- sa de invasores provenientes de otras zonas. Lo
tura en las punas de Lucanas y Huancasancos4. que sí está claro es que hubo un gran incremento
Cavero (2010) resalta la importancia de esta en el conflicto, lo que aparentemente comenzó al
zona como área pastoril de vicuñas; cuyo pelo momento del colapso de wari”.
fue apreciado por los incas. Además, las inves- Lo interesante es que un hecho similar se ob-
tigaciones comentadas resaltan la importancia serva en un amplio territorio que constituyó el
agropastoral y mineral de esta zona, en la cual centro de desarrollo del estado wari. Schreiber
los incas desarrollaron diferentes estrategias (1991) comenta que Jincamocco fue despoblado
de conquista para consolidar su anexión al Ta- al final de la época 2B del Horizonte Medio. Isbell
huantinsuyo. (1978) indica que al final del Horizonte Medio
2B los asentamientos post-wari del valle de San
Estudios arqueológicos de la zona Miguel fueron edificados en las cumbres más al-
Estos resaltan la presencia wari en la cuenca de tas. Valdez y Vivanco (1994) mencionan cambios
los ríos más importantes del sur de Ayacucho, en los patrones asentamientos de los poblados
entre ellos la cuenca de los rios Caracha, Son- chanka de la cuenca del río Caracha, ubicándo-
dondo y Chicha-Soras; además de la ocupación se estos poblados en lugares estratégicos de ca-
inca en las zonas alto andinas de las provincias rácter defensivo y de amplia visibilidad. Vivanco
de Lucanas y Huancasancos. Frank Meddens (1998 y 2003) identificó, en la cuenca de los ríos
(1991) exploró la zona de Pampachiri, en el va- Pampas y Caracha, sitios fortificados con muros
lle del río Chicha-Soras, documentando siete defensivos con estructuras de planta circular sin
yacimientos arqueológicos del horizonte me- aparente planificación, uno de los factores que
dio, el más grande fue Chiqna Jota. Meddens no permitió la planificación parece haber sido
(1991: 19) concluye: “No cabe duda alguna la accidentada topografía. Al respecto Vivanco
de que para el Horizonte Medio 2, el valle de (1998: 179) indica: “La ocupación de las cimas
Chicha-Soras se encontraba bien adentro de de la cadena de montañas asegura el control,
la zona de dominio wari”. Katherine Schreiber defensa y preparación para contestar cualquier
(1987 y 1991) prospectó el valle de Sondondo, ataque que pudiera sufrir de los enemigos, luego
identificando cambios en el patrón de asenta- del ocaso wari los incidentes de los movimientos
miento. En la época 1B del Horizonte Medio se sociales por dominio de control territorial pudo
fundó Jincamocco, como centro administrativo haber dado el origen de un nuevo modelo de
wari, y se construyó masivamente terrazas a lo asentamiento humano y patrón arquitectónico
largo del valle. Casi toda el área ocupada en el expresadas en el cambio brusco y violento en ca-
Horizonte medio fue abandonada al final de la lidad de producción alfarera”. Este patrón cons-
época 2B del Horizonte Medio, se dieron cam- tructivo es similar a lo observado por Lumbreras
bios notorios en el patrón de asentamiento, se (1959) en otras partes de esta región.
establecieron nuevos sitios en la cresta de los Como vemos la evidencia arqueológica sugiere
cerros y la mayoría de ellas fueron fortificadas. que en el periodo Intermedio Tardío los asenta-
Al respecto Scheriber (1991: 21) informa: “La mientos fueron construidos en lugares defensi-
correlación más notable con la caída de wari vos en la cima de los cerros y collados, y dentro
en esta región es un cambio repentino en los de un espacio territorial estratégico que permitió
patrones de asentamiento. Se establecieron la actividad agro-pastoral. Una de las investiga-
ciones más recientes en la zona estuvo a cargo de
Yuri Cavero (2010), quien efectuó prospecciones
4 Gabriel Ramón (2015) ha resaltado la relación de
los ushnos con la divinidad Illapa, dios atmosférico y excavaciones arqueológicas restringidas en el
relacionado con la lluvia, el rayo y el trueno. Este es un sitio arqueológico de Osqonta, las cuales fueron
punto importante de análisis ya que, según Baulenas las primeras excavaciones que se realizaron en
(2016), esta divinidad estaba relacionada con grupos un ushnu inca ubicado en la eco-zona puna de la
pastoriles desde antes de la aparición de los incas. provincia de Lucanas.
REVISTA HAUCAYPATA 20
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 2. Relieve de la cuenca alta del río Acarí, imagen tomada de la cima de Ñaupallacta en dirección oeste.
Foto de Marco Taquiri.

Los trabajos realizados en el área de investi- anexaron a las diferentes etnias que formaban la
gación, así como la información de los cronis- denominada confederación chanca, utilizando
tas (Cieza 1880 [1553]; Garcilaso 1945[1609]; diferentes estrategias de dominación. Las cró-
Monzón 1965[1881]), hacen referencia a la nicas informan la anexión violenta de los soras
ocupación del área por la macro etnia rukana, quienes ante la invasión inca, huyeron y se refu-
que formó parte de la Confederación Chanka giaron en “un peñol fuerte, questa cerca al río
(Gonzales Carré 1992 y Lumbreras 1974). La de Vilcas” (Cieza 1880: 179 [1553: Cap. XLVII]).
ubicación geográfica y estratégica, los tipos de Cieza posiblemente hace referencia al sitio Puka-
construcciones arquitectónicas, la distribu- rá, que se configura como un peñol o fortaleza
ción espacial y la cultura material sugieren que natural, y está en la actual provincia de Huanca-
Ñaupallacta corresponde a un poblado ocupa- sancos (Vivanco 2003). Por otro lado, los incas
do durante dos periodos: rukana e inca. Cavero para asegurarse el control de los recursos de las
(2010: 27) comenta sobre las características y áreas fueron anexando de manera pacífica a los
el uso del espacio de los poblados del Interme- curacas rukana, a través de la mecánica recípro-
dio Tardío en el área rukana: “Después de la ca: “y a este obedecían [al curaca] y este estaba
caída del Imperio Wari, la región de Ayacu- puesto por el Inga, y que por orden del Inga les
cho entra en una etapa caracterizada por la daba mujeres y que heredaban sus cacicazgos y
presencia de una variedad de grupos étnicos; señoríos sus hijos mayores o de mas habilidad”
cuyas áreas de desarrollo se encuentran vin- (Monzón 1881a: 188 [1586]).
culadas a pequeñas cuencas hidrográficas De esta forma se dieron anexiones violentas y
y/o valles […]. Cada uno de estos grupos ét- pacíficas, estableciéndose un control territorial a
nicos tenían su propia identidad y en las par- través de una compleja y jerarquizada red de ca-
tes finales del intermedio tardío formaban minos. A lo largo de estas vías ubicaron una serie
parte de la llamada confederación chanka”. de sitios administrativos cuya función principal
La consolidación del estado inca se inició con fue controlar los recursos existentes en cada re-
la expansión de su territorio luego de la derro- gión. Luis de Monzón, describe el camino inca de
ta de los chancas, posteriormente en su avance Los Llanos, el cual unía paredones (en Nazca),
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 21
Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e Inca. Cuenca alta del rio Acarí, Ayacucho

Figura 3. Vista del montículo principal (Sector A-urbano). Foto de Marco Taquiri.

Hatun Rukana, Aucará y Soras: “El camino real de una cadena de cerros ondulantes, que se ex-
que viene de Lima al Cuzco, el que dicen de Los tienden en una ligera planicie por la margen de-
Llanos, pasa por la plaza deste dicho pueblo recha del rio homónimo. Está delimitado al sur
de Guayllapampa [Aucará], y va al pueblo de por este rio, afluente del Acarí, que recorre el
San Pedro de Queca y de allí pasa adelante territorio de noreste a suroeste5 (figura 2). Ñau-
al pueblo de los Soras” (Monzón 1881b: 201 pallacta está conformado por tres montículos na-
[1586]). Entre estos caminos existían tambos y turales o colinas de mediana elevación, las cuales
poblados, los cuales cumplieron diversas fun- presentan arquitectura prehispánica tardía. El
ciones, como posada temporal y centro urbano montículo principal tiene forma cónica al estar
de carácter local. Cavero (2010: 24) identificó conformado por terrazas y plataformas de gran
poblados y sitios asociados al camino de Los dimensión. Sobre la cima del montículo resal-
Llanos, entre ellos Pulapuco de Lucanas. Con- ta un afloramiento rocoso, característica que la
siderando la relativa cercanía de Ñaupallac- hace fácil de reconocer desde lejos. Presenta tres
ta con el camino inca descrito, posiblemente sectores: Sector A (urbano), Sector B (funerario)
existieron ramales de esta importante vía, que y Sector C (cantera).
conectaban centros poblados, como es el caso *Sector A - Área urbana. Se localiza al sur
de Ñaupallacta, donde el camino principal, del conjunto arquitectónico de Ñaupallacta. Es el
que ingresa a este sitio, proviene del lado norte más imponente y de mayor extensión. Es consi-
en dirección a Lucanas. Los estudios sobre la derado como el área urbana de la época local e
presencia inca en la sierra sur nos muestran la inca. Está rodeado por terrazas que rematan en
variedad de estrategias utilizadas por los cuz- una plataforma superior de carácter ceremonial,
queños. Como parte de ella, construyeron esta- ubicada en la cima del montículo y en el eje cen-
blecimientos locales para su control, el sitio Ar- tral del sitio. Se trata de una plaza ovalada, a la
queológico Ñaupallacta no parece formar parte que se accede desde el norte por una escalinata
de la planificación original inca del sitio, sino de graderías construidas con lajas y piedras pla-
que corresponde a un poblado de característi- nas. El acceso se pierde a medida que se avanza
cas locales, con edificios de rasgos arquitectó- a la parte superior, el cual remata en una entrada
nicos inca. Probablemente la influencia inca en que comunica a la cima de la colina. A un lado
Ñaupallacta se originó en las primeras épocas de la plaza hay un afloramiento rocoso, rodeado
de la expansión inca, considerando la informa- por un muro bajo que delimita y encierra a esta
ción de los cronistas sobre la primera incursión piedra. Por su configuración parece conformar
del inca Pachacutec en el área ocupado por la
macro-etnia rukana. 5 El río Ñaupallacta es la fuente de agua más cercana
del sitio arqueológico. Está ubicado a 300 metros en
Características y emplazamiento de pendiente desde la planicie hasta el fondo de su cauce
Ñaupallacta y ha cortado un profundo cañón por donde discurre
Ñaupallacta se ubica sobre una colina a lo largo hasta confluir con el rio Acarí.
REVISTA HAUCAYPATA 22
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

un adoratorio. En el centro de la plaza se en- por pasajes y accesos muy estrechos, uno de ellos
contró una piedra con un orificio en la parte su- asciende a la parte superior (cima). Algunos se
perior, este rasgo indica el uso ritual a manera construyeron sobre la ladera escarpada, ade-
de repositorio de líquidos u ofrendas. La plaza cuando las estructuras a las restricciones topo-
funcionaba como un espacio de carácter cere- gráficas, en algunos casos con una ligera prepa-
monial y la estructura fue un santuario de la ración del terreno, en otros, adosando los muros
época rukana y fue una huaca importante en la a las salientes o rocas naturales.
época inca. La propensión incaica a incorporar -Flanco oeste. El lado occidental del Sector A está
santuarios preexistentes a su imperio, a medi- conformado por un conjunto de unidades arqui-
da que se expandían a lo largo de los Andes, ha tectónicas de planta circular, identificado como
sido bien documentada (Bauer et al. 2013: 127). el área del poblado local o rukana. Las estructu-
La mitad oriental del montículo (flanco oeste) ras principales son recintos circulares erigidos
contiene varias concentraciones de edificios sobre andenes obtenidos mediante la confor-
incaicos, erigidos sobre terrazas acondiciona- mación de terrazas. Están dispersas o formando
das a la escarpada ladera. La mitad occidental grupos arquitectónicos alrededor de patios o te-
(flanco este) presenta restos mal conservados rrazas interconectados por pasajes y accesos muy
de un poblado rukana (figura 3). estrechos. Por lo general la entrada se orienta al
-Flanco este. El lado oriental del Sector A está sur, probablemente en sentido contrario a la di-
conformado por un grupo arquitectónico de re- rección del viento, que corre de oeste a este, si-
cintos de planta circular, identificado como el guiendo el curso de la cuenca alta del rio Acarí.
sector inca. Este lado del montículo contiene Los edificios cumplieron función de vivienda, en
las terrazas, edificios y plazas más grandes, con algunos casos se encuentras de dos a tres grupos
mayor altura y, posiblemente, los más impor- de viviendas con entradas independientes. Esto
tantes del sitio. Los muros de las terrazas están respondió a la necesidad de tener ambientes dis-
orientados de norte a sur y siguen el desnivel tintos ya que cada unidad podría cumplir funcio-
del terreno logrando una forma sinuosa para nes distintas, entre ellas ambientes de cocina o
adaptarse a la topografía. Estos muros presen- reposo. La presencia de restos de artefactos líti-
tan revestimiento de pirca y sostienen un re- cos y cerámica utilitaria cercanos a los recintos
lleno de material. Por su configuración forman así lo da a entender.
terrazas, sobre las cuales se erigen las vivien- *Sector B - Área funeraria: Está configura-
das. Estas son unidades de planta circular, con da por una colina natural ubicada al noroeste del
el sello distintivo de la arquitectura inca, se en- Sector A, lugar próximo al acceso principal que
cuentran dispersas o formando grupos arqui- se prolonga desde el norte. El Sector B está con-
tectónicos alrededor de patios compuestos por formado por dos tipos de estructuras funerarias:
terrazas. Los recintos están interconectados chullpas y cavidades funerarias. Las estructuras

Figura 4. Izquierda: Muestra de roca Nro. 01 proveniente del Sector C - Cantera. Derecha: Descripción micros-
cópica: Fragmentos de fenocristales y cristales de plagioclasas y vidrio volcánico. Denominación: Roca ígnea
volcánica, tufo lapillitico de composición andesítica.
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 23
Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e Inca. Cuenca alta del rio Acarí, Ayacucho

Figura 5. Izquierda: Muestra de roca Nro. 02, fragmento proveniente de la sillería de un recinto inca. Derecha:
Descripción microscópica: Fragmentos de fenocristales y plagioclasa sobre matriz vítrea. Denominación: Roca
ígnea volcánica, tufo lapillitico de composición andesítica.

están ubicadas en el flanco oriental, fueron edi- de 5 a 6 m. Los vanos de acceso rectangulares
ficadas con una ligera preparación del terreno presentan lajas y piedras angulosas con juntas
y otras adaptándose a las afloraciones rocosas rusticas, la cubierta posiblemente fue cónica con
y la mayoría tiene su acceso orientado al este. armadura de viguetas entrelazadas de ramas
Al pie de la colina se han identificado restos de de árbol apoyada sobre el remate de los muros,
una escalinata que conectaba al camino princi- luego protegidas con paja o ichu (Stipa ichu), tal
pal con el área funeraria. como aparece en las cubiertas modernas de los
*Sector C - Cantera. Se ubica al norte del pastones de altura (figura 6).
montículo principal y se extiende en un despe- *Tipo B: viviendas inca. Fueron elaboradas
ñadero de gran elevación que abarca un área con cantería fina, cuya distribución espacial in-
de 1.60041 ha. Se trata de un espolón erosiona- dican un uso integral del espacio logrando una
do con afloramiento de rocas ígneas. Este lugar magnifica adaptación de la arquitectura a la to-
forma el túmulo de andesita más grande del pografía. Claramente la forma deriva de la vi-
área investigada y contiene material apropiado vienda rural de la época local, si bien el tamaño
para el desbastado y tallado de la sillería de los y la técnica son de la época inca. Es una varian-
edificios. El análisis petrográfico ha confirma- te formal de los recintos del periodo tardío con
do la similitud en la composición de la sillería planta circular. Por lo general las viviendas in-
inca con la roca andesita, lo cual indica que caicas fueron erigidas sobre terrazas y fueron
este material proviene del Sector C. Asimismo, adaptadas a la topografía del lugar. La base y
ha demostrado que el material de los recintos parte de los muros se sostienen sobre bloques
inca y el material pétreo de la Cantera (sector de roca, adaptándose el edificio perfectamente
C) pertenecen al mismo grupo geoquímico6. al relieve natural. Dichas viviendas presentan
planta circular. Fueron construidas con lajas y
Tipos y categorías arquitectónicas en piedras labradas en doble hilada con aparejo del
Ñaupallacta tipo celular y rustico unidos con mortero de ba-
Arquitectura habitacional rro. Los muros tienen una altura de 2.10 m (re-
*Tipo A: vivienda local o rukana. Las vi- cinto mejor conservado), un diámetro de ocho
viendas del periodo local presentan planta cir- a diez metros y presentan una ligera inclina-
cular, fueron edificadas con lajas y cantos natu- ción hacia el interior, característica de la técnica
rales unidos con mortero de barro. Los muros
presentan una hilada de técnica rustica con las 6 El análisis petrográfico fue realizado en el laborato-
piedras, que dan la apariencia de haber sido rio de Mineralogía de la Universidad Nacional de In-
labradas toscamente en los ángulos, colocadas geniería. Se tomaron dos fragmentos de roca para las
de modo horizontal respecto al eje del para- muestras: la primera proveniente del Sector Cantera
mento. Los muros tienen una altura de 1.60 (figura 4) y la segunda de un recinto de la época inca
m (recinto mejor conservado) y un diámetro (figura 5).
REVISTA HAUCAYPATA 24
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 6. Izquierda: recinto del periodo rukana. Derecha: dibujo isométrico del recinto. Ñaupallacta,
Sector A - Urbano/Flanco oeste. Foto y dibujo de Marco Taquiri y Apu Mendoza.

Figura 7. Izquierda: recinto del periodo inca. Derecha: Dibujo isométrico del recinto. Ñaupallacta,
Sector A - Urbano/Flanco este. Foto y dibujo de Marco Taquiri y Apu Mendoza.

inca. Algunos recintos poseen hornacinas pe- de piedras ligeramente labradas de tamaños me-
queñas en el paramento interno, los vanos de dianos de formas irregulares, colocadas en su lado
acceso trapezoidales exponen piedras labradas
con engaste del tipo almohadillado, en algunos
7 Porras Barrenechea (1948: 24)) siguiendo las des-
casos una gran piedra labrada de más de 1 me- cripciones de Guaman Poma indica las características
tro de largo fue colocado como dintel, la sillería de los poblados rukana: “vivían en casas bajas y pe-
que formaban las jambas del vano se encuentra queñas de piedra y de adobes, enlucidas con tierra, y
dispersa cerca de la entrada7 (figura 7). cubiertas de paja. Las casas de los caciques o de in-
Respecto a la técnica constructiva de estas dios principales eran algo mayores que la de los indios
viviendas, podemos distinguir tres: (1) Almo- ordinarios, denunciando los instintos jerárquicos que
hadillado: las piedras han sido labradas en revelara en su obra el cronista Lucana”. En esta des-
formas rectangulares y de poliedros muy bien cripción se distingue claramente las diferencias de las
encajadas. En Ñaupallacta el rasgo principal unidades habitacionales. En Ñaupallacta, durante la
de la técnica inca es el engaste de las piedras época inca, el uso de las formas arquitectónicas, por
parte de la elite, probablemente es el reflejo de la na-
labradas y el desbastado en sus aristas, lo cual ciente relación política local con el imperio inca.
da como resultado la técnica del almohadillado 8 Protzen (2014: 373) indica la técnica del almohadilla-
de juntas hundidas. Los paramentos presentan do inca: “Las juntas hundidas son, al menos en parte,
mejor acabado como resultado de esta técnica. el resultado de una técnica usada para cortar las aris-
Todos los accesos de los recintos incas poseen tas de las piedras, técnica que deja un ángulo diedro
esta técnica8. (2) Celular: está formado a base entre dos caras adyacentes que excede los 90 grados”.
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 25
Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e Inca. Cuenca alta del rio Acarí, Ayacucho

Figura 8. Tipos de mampostería inca en Ñaupallacta, Sector A - Urbano/Flanco este. Dibujos de Marco
Taquiri y Apu Mendoza.

más plano, seguidas de un relleno de piedras restos de entierros humanos disturbados9 (figu-
pequeñas asentadas con mortero de barro y ra 10).
(3) Rustico: se caracteriza por la utilización de *Cavidades Funerarias. Están conformadas
piedras alargadas. Los muros presentan doble por un bloque de roca de gran dimensión y un
hilada de piedras colocadas horizontalmente muro simple que conforma la entrada a donde se
y unidas con mortero de barro. El paramento colocaron los entierros. Al interior hay fragmen-
de los muros son circulares (figura 8), salvo los tos de cerámica, lascas de obsidiana y minúsculos
accesos formados por piedras labradas de en- fragmentos de material óseo humano (figura 11).
gaste almohadillado (figura 9).
El material cultural: cerámica
Arquitectura funeraria El material cerámico en Ñaupallacta está com-
*Chullpas. Presentan planta circular. Han puesto por dos grupos, cada uno corresponde a
sido edificadas con lajas y cantos naturales uni-
dos con mortero de barro e inclusiones de pa- 9 Guaman Poma (1980: 271 [1615]) describe las cos-
chillas. El muro presenta doble hilada de téc- tumbres funerarias que tenían los Condesuyos de en-
nica rustica con las piedras colocadas de modo terrar a los muertos en torres funerarias o pucullos: “y
horizontal, en algunos casos solo presentan luego para sepultarle edifican una bobedas como hor-
una hilada. Los muros tienen una altura pro- no de piedra y los blanquean y los pintan de cobres y
medio de 1 a 1.70 m y un diámetro promedio de llaman ayap llactan [pueblo de los muertos] y otros
1.50 a 2 m. El techado es a base de falsa bóveda entierran en peñascos y en los serros los guesos [hue-
con lajas de piedra que sobresalen unas de las sos] questan en quebradas grandes, guesos grandes”.
Las investigaciones arqueológicas han identificado una
otras creando un techo al unirse todas en un
variante de esta torre funeraria denominada común-
mismo centro. Algunas chullpas tienen solo un mente chullpa, este fue un patrón de entierro a lo largo
acceso pequeño y, en algunos casos, se puede del territorio Chanka; además, de las cavidades fune-
observar un acondicionamiento de la abertura rarias. Según Bertonio (2008: 92 [1612]) chullpa sig-
con lajas planas que sobresalen de las paredes. nifica un “entierro o serón donde metían sus difuntos”
En el interior de estas estructuras se aprecian o un “serón como isagna donde ponían el difunto”.
REVISTA HAUCAYPATA 26
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 9. Dibujo arquitectónico de acceso con engaste almohadillado. Ñaupallacta, Sector A - Urbano/Flanco
este. Dibujos de Marco Taquiri y Apu Mendoza.

Figura 10. Izquierda: Chullpa funeraria. Derecha: dibujo arquitectónico de la chullpa. Ñaupallacta,
Sector B - Funerario. Foto y dibujo de Marco Taquiri y Apu Mendoza.

distintos momentos de ocupación del sitio. El Arqalla, publicado por Vivanco (1998: 203). En
más antiguo pertenece al periodo Intermedio nuestro caso el fragmento con incisión en el go-
Tardío y se halla disperso en el flanco oeste del llete, guarda semejanza con el cántaro de gollete
Sector A (Urbano) y en mínima cantidad en la inciso perteneciente al estilo Arqalla, identifica-
superficie del Sector B (Funerario). El otro co- do por Vivanco (figura 13). Probablemente este
rresponde al Horizonte Tardío y se encuentra en tipo de cantaros con ligeras incisiones estaban
mínima cantidad en el flanco este del Sector A. en uso al momento de la llegada de los incas a
La cerámica correspondiente al Intermedio Ñaupallacta, considerando que el estilo Arqalla
Tardío está constituida por fragmentos corres- fue difundido en el área de Ayacucho por los po-
pondientes al estilo Arqalla (figura 12). Las blados del periodo chanca (Vivanco 1998: 180).
características de este estilo han sido descri- Esta opinión se refuerza con la información de
tas por Gonzales Carré (1992: 59). Al respecto Valdez (2002: 406): “El estilo Arqalla está pre-
menciona: “Se trata de una cerámica tosca y sente en sitios fortificados, donde hay ausencia
rudimentaria con una superficie alisada irre- de elementos incas. Al mismo tiempo, la cerámi-
gularmente. Presenta un color rojizo oscuro ca Arqalla aparece en sitios con alfarería de la
y decoración con aplicaciones plásticas, inci- época inca”.
siones y líneas en el borde de los objetos. Sus La cerámica correspondiente al Horizonte Tar-
formas son: platos, ollas, cantaros, cuencos y dío está constituida por fragmentos de pasta oxi-
tazas cuya función fue de uso doméstico”. dante con poca inclusión de aditivos y con engobe
Se hizo una comparación entre un fragmento de color rojizo de buen acabado en la superficie.
de gollete encontrado en el flanco oeste del sec- La forma predominante de vasija que se ha lo-
tor A (Fragmento 01), con un tiesto del estilo grado definir es el cántaro, de clara filiación inca.
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 27
Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e Inca. Cuenca alta del rio Acarí, Ayacucho

Figura 11. Izquierda: Cavidad funeraria. Derecha: Dibujo arquitectónico de la cavidad funeraria. Ñaupallacta,
Sector B - Funerario. Foto y dibujo de Marco Taquiri y Apu Mendoza.

Figura 12. Fragmento 01, cántaro de gollete inciso del estilo arqalla. Ñaupallacta: Sector A/Flanco oeste. Foto
de Marco Taquiri.
REVISTA HAUCAYPATA 28
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

La cerámica local de la época inca en Ñaupa- pragmático y axiomático (Makowski 2012: 10).
llacta tiene formas en común con la cerámica Cada uno de ellos presenta una interpretación
inca. Probablemente en esta época, los cera- distinta acerca de la aparición de los centros ur-
mistas de Ñaupallacta ya estaban plenamente banos en los Andes de los cuales, el pragmático,
influenciados con los estilos cusqueños10 (figu- desarrollado por Rowe (1963), posee mejores
ra 14) . criterios formales acerca de los sistemas urbanos
andinos. Según este enfoque una ciudad es un si-
Discusión tio habitacional permanente de administradores,
El fenómeno urbano en los Andes centrales- artesanos y militares. Además, esta propuesta
presenta tres enfoques teóricos: comparativo, teórica establece una categoría y distinción entre
los asentamientos prehispánicos, así tenemos:
10 Sobre la presencia del estilo inca en la cuenca ciudad, centro ceremonial y centro administra-
alta del rio Acarí se tiene la información de Cavero tivo.
(2010: 60) con base en los trabajos efectuados en Sobre la base de lo comentado, Ñaupallacta per-
Osqonta: “La pasta se caracteriza por ser de color tenece a la categoría de poblado. Según la refe-
rojo, rosado y anaranjado de acabado fino […]. rencia de los distintos estudiosos del urbanismo
Presentan diseños geométricos pintados; los mis-
mos que consisten generalmente en líneas y bandas
andino se define a un poblado como un núcleo
de color marrón oscuro dispuestos en forma hori- urbano de concentración de refugios artificiales
zontal y vertical”. El autor también reporta el ha- hechos por el hombre y depende de su densidad
llazgo de fragmentos de cántaros en buena cantidad, e importancia para recibir el nombre adecuado,
que sería una de las formas comunes de cerámica teniendo en cuenta el patrón urbano y arquitec-
fabricada en los sitios locales de ocupación inca. tónico del sitio (villa, pueblo, ciudad). D’altroy

Figura 13. Comparación entre el fragmento de gollete inciso proveniente de Ñaupallacta (Fragmento 01) y un
cántaro del estilo arqalla. a) Cántaro del estilo arqalla, proveniente del Sector A/Flanco oeste (Ñaupallacta). b)
Cántaro del estilo arqalla del periodo Chanka (Vivanco 1998: fig. 07) y C) cántaro del estilo arqalla del periodo
Chanka (Valdez y Vivanco 1994: fig. 07). Elaborado por Marco Taquiri.
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 29
Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e Inca. Cuenca alta del rio Acarí, Ayacucho

Figura 14. Fragmento 02 y fragmento 03. Cántaros del estilo inca local. Ñaupallacta, Sector A - Urbano/Flanco
este. Dibujos de Marco Taquiri y Apu Mendoza.

(2015: 109) indica una tipología de asenta- (2000: 427) considera como aldeas a pequeños
mientos realizada por el Proyecto Umarp grupos de tres o cuatro casas dispuestos en el
(Proyecto de Investigación arqueológica del área del sitio. Las Villas corresponden a asenta-
Valle del Mantaro). La tipología utilizada por mientos agregados, con varias casas, ubicados
D’altroy para describir un poblado o pueblo se juntos y construidos en terrazas artificiales con
puede resumir así: pueblo, asentamiento habi- una o cuatro casas por terraza, constituyendo
tado por una población estimada entre 2000 grupos de 15 a 40 casas. Por su parte, los pueblos
y 7500 personas. El asentamiento de este tipo son sitios de mayor tamaño con 50 a 100 vivien-
presenta una división en un área residencial de das mayormente domesticas con las mismas ca-
alta calidad y otra de baja calidad, además de racterísticas constructivas de las villas. Bauer et
contar con arquitectura pública o arquitectura al. (2013: 40) basados en el tamaño de los sitios y
cívico-ceremonial definida. en la densidad del material de superficie estable-
El urbanismo andino ha tenido diferentes ti- cieron una tipología de yacimientos usada en el
pos y clasificaciones de yacimientos y/o asenta- Proyecto Arqueológico Andahuaylas. Dentro de
mientos arqueológicos. Por ejemplo, Schreiber su tipología el Tipo 4 (aldeas medianas) guarda
REVISTA HAUCAYPATA 30
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

relación con Ñaupallacta. Este presenta las si- arquitectura tomó la forma de montículos bajos
guientes características: Dispersiones media- y de plataformas y terrazas en las faldas de las
nas a densas de cerámica (15 + fragmentos por colinas”.
cada 2 x 2 m) entre 5 y 10 ha. Estos yacimientos El poblado de Ñaupallacta en la época rukana
representan aldeas y, dependiendo del perio- tiene como composición arquitectónica recintos
do, podrían ser centros regionales. La mayoría circulares que se adaptan a la topografía. Algu-
de estos sitios contienen arquitectura intacta. nos de estos están construidos sobre terrazas con
Considerando el tamaño del núcleo urbano muros de contención de piedra, con revestimien-
de Ñaupallacta, 11.8184 has, este sitio estaría to de pirca al exterior. La distribución espacial
dentro del tipo 4 propuesto por Bauer y com- de la arquitectura ha sido aplicada en la ladera
pañía. occidental de la colina tomando en cuenta el des-
D’altroy (2015) ha planteado una serie adicio- nivel del terreno existente, que va desde los 3388
nal de tipos de asentamiento inca. Dentro de a 3419 msnm, teniendo un desnivel total de 31
esta tipología indica lo siguiente: (1) pequeño m de altura y un área total de construcción ar-
asentamiento inca (estatal), con menos de 500 quitectónica de 3.46703 has. El planeamiento y
personas y con frecuencia menos de 100. Ubi- construcción de este poblado estuvo acondicio-
cado generalmente a la vera del sistema cami- nado a las restricciones del lugar, de modo que
nero inka. No existe arquitectura cívico-cere- los recintos construidos sobre laderas y terrazas
monial, o es de poca importancia y (2) capital se adaptan y explotan al máximo las irregulari-
provincial inca, capaz de dar cabida permanen- dades del terreno. La arquitectura de la época es
te a 1000 personas y de alojar temporalmen- análoga a los sitios chanca identificados en la re-
te a decenas de miles. Se caracterizaba por la gión sur de Ayacucho.
arquitectura inca, una proporción significativa En la época inca el poblado de Ñaupallacta tuvo
de la cual consistía en edificios para activida- grandes edificios circulares construidos sobre
des públicas. Considerando el tamaño del nú- andenes, algunos de ellos adosados a los bloques
cleo urbano de Ñaupallacta y la presencia de de roca que afloran en superficie. Las unidades
estructuras residenciales y espacios público- de vivienda individuales están constituidas por
ceremoniales, según la tipología de D’altroy recintos circulares de fina mampostería inca, la
(2015), este sitio estaría dentro de la categoría mayoría de ellos presentan de 8 a 9 metros de
de capital provincial inca. diámetro, aunque algunos pueden llegar hasta 10
metros, con una ligera inclinación de 15° al in-
Colofón terior. Los andenes para vivienda se agrupan en
En la arqueología de los Andes centrales se ha conjuntos, que podrían indicar la existencia de
llamado periodo intermedio Tardío a la época grupos de poder local o grupos familiares. Estos
en la que hubo una variedad de grupos étnicos andenes tiene muros de contención revestidos de
cuyas áreas de desarrollo se encuentran vincu- pirca externa, la cimentación presenta una incli-
ladas a pequeñas cuencas hidrográficas y valles nación de 30°, característica de la técnica inca en
(Bauer et al. 2013: 91). Ñaupallacta fue ocu- sitios provinciales (Kendall 2008: 11). La distri-
pado por la entidad local rukana, anterior a la bución espacial de la arquitectura ha sido aplica-
llegada de los incas a la región. Las fuentes et- da en la ladera oriental de la colina tomando en
nohistóricas señalan la existencia de la macro cuenta el desnivel del terreno existente, que va
etnia rukana, que ocupaban el área compren- desde los 3392 a 3419 msnm, teniendo un des-
dida entre la actual provincia de Lucanas y las nivel total de 27 m de altura y un área total de
cabeceras de los valles costeros. Los poblados construcción arquitectónica de 4.43460 has (fi-
de este periodo ocupaban la cresta de los cerros gura 15).
y las colinas, el diseño de las aldeas y la planifi- La arquitectura en la época inca conservó la
cación urbana están integrados al entorno geo- forma estructural de la época anterior (edificios
gráfico. Al respecto Williams (1981: 528) infor- circulares) introduciendo nuevas técnicas de
ma “La arquitectura del Periodo Intermedio tradición cuzqueña. La influencia inca en el si-
Tardío conformada por viviendas pequeñas, tio presenta innovación en la técnica construc-
circulares y sub-circulares, agrupadas alre- tiva así como en el tratamiento de los materia-
dedor de espacios comunales irregulares. La les, los recintos presentan fina cantería y solidez
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 31
Ñaupallacta, un poblado prehispánico de patrón local e Inca. Cuenca alta del rio Acarí, Ayacucho

Figura 15. Plano de sectorización y distribución arquitectónica de Ñaupallacta. Elaborado por Apu Mendoza.

estructural en armonía con el espacio geográ- cercanía con el litoral.


fico. El poblado tal vez adquirió mayor área, El planeamiento inca en Ñaupallacta es muy
ya que vemos que existe una distribución es- diferente al patrón urbano incaico, esto se pue-
pacial de los nuevos tipos de recintos hacia el de afirmar por la ausencia de formas arquitec-
flanco este de la colina asociados a andenería, tónicas típicas de los patrones incaicos como
espacios vinculados al culto y edificaciones de canchas y callancas distribuidas alrededor de un
cantería pulida. El planeamiento de Ñaupallac- eje central o plaza, la distribución espacial de las
ta en esta época debió obedecer a los factores estructuras presenta viviendas circulares erigi-
climáticos, el control territorial y la ubicación das sobre andenes de uso habitacional, algunas
estratégica del sitio, considerando que repre- construidas sobre el relieve natural, adaptando la
senta un punto importante de comunicación arquitectura a la topografía del lugar. Este tipo
entre la cuenca alta del rio Acarí y su relativa de estructuras no se asemeja al tipo de planta
REVISTA HAUCAYPATA 32
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

rectangular inca con sus calles estrechas y rec- CIEZA DE LEÓN, Pedro, 1880 [1553]. Crónica
tas que separan las canchas o unidades de vi- del Perú. Segunda Parte. Marcos Jiménez de la
vienda. La arquitectura de la época inca no es espada (editor). Biblioteca Hispano-Ultramari-
muy diferente al patrón arquitectónico local, y na. Madrid.
al parecer las elites locales supieron respetar
el patrón urbano y arquitectónico tradicional, COBO, Bernabé, 1892 [1653]. Historia del Nuevo
Mundo. Marcos Jiménez de la espada (editor).
adoptando rasgos de la arquitectura imperial. Sociedad de Bibliófilos Andaluces. Sevilla
La adopción de las formas arquitectónicas inca
podría haber significado la naciente relación CONTRERAS, Daniel; TRIPCEVICH, Nicholas y
política de la elite rukana con el estado cuzque- Yuri CAVERO, 2012. Investigaciones en la fuente
ño. Las crónicas inciden en el rol de los rukana de la obsidiana tipo Quispisisa, Huancasancos -
de ser los cargadores de las andas reales, una Ayacucho. Investigaciones Sociales 16: 185-195.
situación de privilegio que mantuvieron, du-
rante la ocupación inca de esta región. D’ALTROY, Terence, 2015. El poder provincial
en el imperio inka. Instituto de Estudios Perua-
Agradecimientos nos. Lima.
Al doctor Daniel Llanos Jacinto, al magister DOLLFUS, Olivier, 1981. El reto del espacio An-
Omar Bendezú y al licenciado Rubén García, dino. Instituto de Estudios Peruanos. Lima.
por revisar y criticar esta investigación. Al in-
geniero Cesar Mendoza Tarazona por el aná- DUVIOLS, Pierre, 1967. Un inédit de Cristóbal
lisis petrográfico del material de las canteras de Albornoz: La instrucción para descubrir todas
de Ñaupallacta, al ingeniero civil Halley Santa las guacas del Pirú y sus camayos y haziendas.
Cruz Zamudio por el levantamiento topográfi- Journal de la Société des Américanistes. Tomo
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REVISTA HAUCAYPATA 34
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu


José Bastante Abuhadba
jose.bastante@gmail.com
Alicia Fernández Flórez
icfernandezflorez@gmail.com

Resumen
Este artículo se enfoca en la Temporada 2016 del Programa de Investigaciones Arqueológicas
e Interdisciplinarias en el Santuario Histórico de Machupicchu (PIAISHM). Luego de un breve
resumen sobre tres monumentos arqueológicos intervenidos y su relación con la llaqta de
Machupicchu, la discusión se centra en esta última. En función a su arquitectura y a las evidencias
halladas en las excavaciones arqueológicas se ha logrado definir dos momentos constructivos,
además de la presencia pre-Inca en la zona, los productos cultivados en el Sector Agrícola, el tipo
de ofrendas y algunas consideraciones respecto a la producción metalúrgica.

Palabras claves: Investigación, Machupicchu, arqueología, historia.

Abstract
This article focuses on the 2016 season of the Archaeological and Interdisciplinary Research
Program in the Historic Sanctuary of Machupicchu (PIAISHM). After a brief summary of the work
perform in three archaeological monuments and their relationship with the Llaqta of Machupicchu,
the discussion focuses on the latter. Based on its architecture and the evidences found in the
archaeological excavations, it has been possible to define two constructive moments, in addition to
the pre-Inka presence in the area, crops grown in the Agricultural Sector, the kind of offerings and
some considerations regarding metallurgical production.

Keywords: Research, Machupicchu, archeology, history.

Investigaciones durante la Temporada paisaje natural por parte del estado Inca en la
2016 del PIAISHM zona del actual SHM-PANM significó la inversión
El Santuario Histórico - Parque Arqueológico de una masiva cantidad de mano de obra para la
Nacional de Machupicchu (SHM-PANM) com- construcción y el mantenimiento permanente de
prende un área que supera los 370 km2 y cuen- emplazamientos, caminos, sistemas de andene-
ta con más de 60 monumentos arqueológicos ría e irrigación; además de la canalización del río
(MA) (figura 1), y si bien la mayor parte de es- Vilcanota hasta, por lo menos, su confluencia con
tos se adscriben a la época Inca, en algunos se el río Ahobamba. De esta manera, resulta eviden-
evidencia una secuencia de ocupación humana te que un proyecto de tal envergadura, diseñado
desde el Periodo Formativo Tardío, como es el y ejecutado desde el inicio del gobierno del Inca
caso de los MA Salapunku y Wilkaraqay. Di- Pachakuti, fue solamente posible mediante una
chos monumentos se interconectan a través de intervención estatal.
una compleja red de caminos consistente en 40 Las excavaciones arqueológicas de la Tempora-
tramos con una extensión aproximada de 300 da 2016 del Programa de Investigaciones Arqueo-
kilómetros. lógicas e Interdisciplinarias en el SHM-PANM
Sobre la base de referencias etnohistóricas1 y
observaciones actuales, la transformación del 1 Sarmiento (1572), Murúa (1590), Cobo (1653).

BASTANTE ABUHADBA, José y Alicia FERNÁNDEZ FLÓREZ, 2018. Avances de las investigaciones interdis-
ciplinarias en Machupicchu. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 13:
34-59. Lima.
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 35
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

Figura 1. Mapa del Santuario Histórico - Parque Arqueológico Nacional de Machupicchu.


REVISTA HAUCAYPATA 36
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 2. Llaqta de Machupicchu. Unidades de excavación del PIAISHM - Temporada 2016 (en rojo).
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 37
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

(PIAISHM) se iniciaron durante la primera Tardío. El contexto geográfico en el que se ubica,


quincena de abril, llegándose a ejecutar 25 uni- ocupando una posición intermedia de la cordi-
dades de excavación en la llaqta de Machupic- llera oriental del sur del Perú y resguardada por
chu2 (figura 2). Paralelamente se excavaron 14 la cadena sureña de nevados del Salkantay (6271
unidades en Choqesuysuy (figura 3) y 7 unida- msnm) y de la Verónica-Waqaywillke (5760
des tanto en Chachabamba (figura 4) como en msnm), al este, ambos deidades de suma impor-
el Sector Isla Chico de Salapunku (figura 5). tancia en los Andes, así como la cantidad de ca-
Los análisis palinológicos, metalográficos, de minos que confluyen en ella, le atribuyen una im-
sedimento, de micro-restos vegetales, entre portancia y significado trascendental (figura 6).
otros, han brindado información valiosa que
contribuye a un acercamiento al conocimiento 2 Nos referimos como llaqta a lo que los europeos ca-
de los grupos humanos que habitaron los mo- tegorizaron, durante los siglos XVI y XVII, como aldea
numentos intervenidos y la interrelación entre o pueblo (Santo Tomas 1560; Anónimo 1586; González
estos. Por su parte, las prospecciones y explo- Olguín 1608; Torres Rubio 1603; Aguilar 1690), pero
raciones que se vienen ejecutando continúan que ostentaba características y funciones diametral-
acrecentando las evidencias arqueológicas en mente opuestas a los emplazamientos urbanos euro-
el SHM-PANM. peos, además de ser propiedad estatal (Espinoza 2011:
330-41). El significado primario del término quechua
Sobre la base de su emplazamiento, diseño y “llaqta” se refiere a una huaca local con el territorio
distribución espacial, la llaqta de Machupicchu sobre el que ejerce influencia y el grupo humano favo-
fue un centro administrativo, político y religioso recido por ella (Taylor 1987 [1999]: XVII-XVIII; Salo-
de suma importancia durante el Horizonte mon y Urioste 1991: 23-24; Bastante 2016: 268).

Figura 3. Monumento Arqueológico Choqesuysuy. Plano de las unidades de excavación del PIAISHM.
Temporada 2016 (en rojo).
REVISTA HAUCAYPATA 38
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 4. Monumento Arqueológico Chachabamba. Plano de las unidades de excavación del PIAISHM.
Temporada 2016 (en rojo).

Asimismo, al ser un espacio neurálgico de in- además con una significación religiosa de primer
teracción entre los dominios andino y amazó- orden, al ser el valle del Vilcanota considerado
nico, la llaqta de Machupicchu fue un núcleo como una extensión del valle del Cuzco.
integrador que mantuvo un vínculo económico, Al igual que la llaqta de Machupicchu, Choqe-
político y religioso con los asentamientos em- suysuy, Chachabamba y Salapunku están ubica-
plazados en el área que abarca el SHM-PANM y dos en lugares estratégicos que potencian su rela-
con otros establecidos en Vilcabamba, Ollanta- ción con las montañas (apus), presentando cada
ytambo, Apurímac, Ocobamba y Amaybamba. uno su propia geografía sagrada en relación a su
Para el caso de Chachabamba y Choqesuy- entorno geográfico. Para el caso de Choqesuysuy
suy, éstos funcionaban dentro de un área (figura 7), su orientación y ubicación permiten el
de influencia directa de la llaqta de Machu- óptimo desarrollo de los cultivos y el control del
picchu. Ambos lugares presentan caracterís- acceso por los caminos de piso de valle a la llaqta
ticas geográficas similares como su relación de Machupicchu, respectivamente.
con el encuentro de dos ríos (tinkuy) e inclu- Por su parte, la orientación del Sector Cere-
so analogías con la llaqta de Machupicchu en monial de Chachabamba guarda relación con el
relación a su planificación, arquitectura, di- nevado Salkantay (figura 8), mientras que Sala-
visión de espacios y dos momentos construc- punku se ubica en las faldas del nevado Verónica
tivos definidos. Estos tres monumentos y Sa- (Waqyawillke), en un lugar estratégico para el
lapunku responden a una política expansiva control de acceso a la quebrada de Picchu y al va-
y de control de áreas productivas, contando lle de Amaybamba (figura 9). La producción de
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 39
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

Figura 5. Sector Isla Chico (Monumento Arqueológico Salapunku). Plano de las unidades de excavación del
PIAISHM. Temporada 2016 (en rojo).
REVISTA HAUCAYPATA 40
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

los MA Chachabamba y Choqesuysuy habría respectivamente. Las evidencias establecen la


sido directamente supervisada por los fun- existencia de dos momentos constructivos: el
cionarios administrativos de la llaqta y em- primero relacionado a la planificación primige-
pleada como productos de consumo-ofrendas. nia y el segundo a modificaciones estructurales
La llaqta de Machupicchu se halla delimi- y cambios en la función de recintos y espacios
tada por una primera muralla que circun- abiertos. Estos dos momentos estarían relacio-
da toda el área construida (figuras 10 y 11), nados con los gobiernos de los incas Pachacutec y
orientándose hacia el flanco este y siguiendo Túpac Yupanqui. Asimismo, se habrían planeado
la formación rocosa y el contorno del despe- futuras modificaciones y adiciones, entre otros,
ñadero, acogiendo en su interior a seis sis- debido a que algunas construcciones nunca fue-
temas de andenería que se emplazan en el ron concluidas o lo fueron con premura (Bastan-
flanco oriental de la montaña. Sin embargo, te 2016: 270).
dicha delimitación responde exclusivamente Por su parte, si bien la Expedición Peruana de
a división de espacios y no a fines defensivos. Yale (EPY) de 1912 registró dos grupos de pin-
Las evidencias arqueológicas recuperadas por turas rupestres (quilcas - qhelqas) en la llaqta
el PIAISHM, su comparación con las obtenidas de Machupicchu (Bingham 1913 y 1922); el
en proyectos de investigación anteriores y sus PIAISHM ha logrado ampliar el registro del in-
aspectos arquitectónicos nos han permitido ventario de este tipo de evidencias (Astete et al.
definir que la llaqta de Machupicchu sufrió mo- 2016). De esta manera, en la roca de la serpien-
dificaciones (como lo evidenciado en las UE21 te ubicada en el Sector Caos Granítico de la lla-
y UE22) en su planificación primigenia como qta se ha evidenciado que una gran cantidad de
respuesta a fenómenos naturales así como para cúpulas (t’oqos) cubren la totalidad del bloque
contrarrestar posibles problemas estructurales, granítico (figura 12), además de petroglifos en

Figura 6: Nevado Salkantay (6271 msnm) en relación con la llaqta de Machupicchu (parte inferior derecha).
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 41
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

Figura 7. Vista general del MA Choqesuysuy.

Figura 8. Vista parcial del MA Chachabamba.


REVISTA HAUCAYPATA 42
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 9. Vista general del MA Salapunku.

Figura 10. Vista del flanco este de la llaqta con la proyección de la muralla cuyo trazo sigue la línea roja.
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 43
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

algunos elementos líticos ubicados a la vera del Por su parte, las excavaciones de las UE14 y
camino Intipunku - Portada Principal (Astete UE15 en el Sector Pachamama (figuras 16 y 17)
et al. 2016). Para el caso de los sitios Parawa- han permitido clarificar que durante las primeras
chayoq e Incaterra (figuras 13 y 14), ubicados labores a cargo del Patronato Departamental de
en el área de influencia directa de la llaqta, el Arqueología del Cuzco, se rellenaron y nivelaron
registro realizado determinó la existencia de ambas plataformas con elementos líticos de re-
gran número de quilcas y superposición entre gular tamaño, lo que alteró en gran medida los
ellas, permitiendo establecer una secuencia contextos de donde la Expedición Peruana de
prolongada de ocupación humana en la zona Yale de 1912 exhumó 4 tumbas de personajes de
(Astete et al. 2016). Si bien la arquitectura de la alto estatus social (Eaton 1916: 23-25).
llaqta de Machupicchu y toda la evidencia ar- Sobre la base de los análisis palinológicos reali-
queológica recuperada en los distintos proyec- zados en la llaqta de Machupicchu desde la déca-
tos de investigación se adscriben al Horizonte da de 1990, los experimentos de producción eje-
Tardío, estos hallazgos, sumados al registro de cutados por el PIAISHM y a que las condiciones
una quilca en el Sector Pachamama de la llaqta medioambientales no han variado drásticamente
que no guarda relación con patrones iconográ- entre la época Inca y la actual (Thompson et al.
ficos Inca (figura 15), nos permite inferir que 1985), los cultivos durante el Horizonte Tardío
antes del Horizonte Tardío, la zona fue un lu- fueron principalmente maíz, zapallo, ají, papa,
gar de importancia ceremonial y de tránsito coca y plantas con propiedades medicinales
para el intercambio de productos entre grupos (Bastante 2016: 270). Asimismo, los análisis rea-
amazónicos y serranos. lizados a los restos óseos humanos recuperados

Figura 11. Detalle de una sección de la muralla asociada a un vano de acceso tapiado, ubicado hacia la parte
inferior de las qolqas del Sector Agrícola Bajo de la llaqta.
REVISTA HAUCAYPATA 44
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

por la Expedición Peruana de Yale en la lla- en las UE20 (figura 23), UE23, UE24 (qolqas),
qta de Machupicchu sugieren que el maíz fue UE18, UE19, UE11 y UE12 del Sector Urbano y
el alimento básico de la población (Burger et en general en toda la llaqta, donde la estabiliza-
al. 2003: 125), constituyendo un aproximado ción del terreno, en una zona con alto índice plu-
de 65% de su dieta (Burger 2004: 89), situa- viométrico anual, se logró a través de un efectivo
ción corroborada con los análisis palinoló- sistema de aterrazamiento y drenajes. Cabe re-
gicos realizados por el PIAISHM durante la saltar que en la UE12 se registró una ofrenda no
Temporada 2016, donde de veintiún mues- disturbada asociada a la waka (figuras 24, 25 y
tras de sedimento procedentes de unidades 26), lo cual corrobora que las excavaciones clan-
de excavación en el Sector Agrícola (UE01 - destinas en la llaqta generalmente se enfocaron
UE09, UE16), diecisiete evidencian la presen- en recintos y no en espacios abiertos.
cia de palinomorfos de Zea mays (figura 18). Por su parte, la UE25 consideró la parte cen-
Además de haberse identificado gran canti- tral de la Plaza Principal con la finalidad de de-
dad de almidones de esta especie en cerámi- finir la razón de la presencia del monolito en su
ca procedente de la UE22 (figuras 19 y 20). parte central (figura 27). Si bien se realizó un
Para el caso de la UE10 (figuras 21 y 22), que análisis exhaustivo del registro fotográfico reali-
consideró la totalidad de la qolqa superior del zado por las Expediciones Peruanas de Yale, en
Sector Agrícola, se estableció que los muros de un intento de establecer la posición original en
este recinto registran cimientos superficiales, la que se hallaba la wanka durante 1911-12, no
lo que permitió definir que la qolqa se asentó se logró mayor avance debido, en gran medida,
sobre la plataforma de andén durante una se- a la limitada cantidad de fotografías que dispo-
gunda etapa del primer momento del proceso nemos. Sin embargo, en fotografías captadas por
constructivo, situación que también se presenta Martín Chambi en 1928 y por Luis E. Valcárcel

Figura 12. Roca de la serpiente. Nótese la presencia de tallas y cúpulas.


José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 45
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

durante la década de 1930 (figura 28) se ob-


serva que la wanka se encuentra inclinada. Por
su parte, fotografías del viajero checo Eduard
Ingris, en 1950, evidencian la wanka incli-
nada con una gran excavación, posiblemen-
te clandestina, en su lado oeste. Mientras que
sus fotografías del año 1954 muestran el área
nivelada. El hecho de la que wanka se encon-
trase inclinada reforzaría la propuesta de que
su posición original fue vertical. Tal como se
presenta la wanka de menores dimensiones en
el cerro San Miguel (Wiskachani) (figura 29).
Durante la restauración realizada por la Corpo-
ración de Reconstrucción y Fomento del Cuzco
(CRIF), en 1958, la wanka se colocó en posición
vertical3 (figura 30). Una imagen tomada por In-
gris en 1961 permite apreciar que sus dimensio-
nes eran mucho mayores que en la actualidad y
que registraba claras evidencias de talla (figura
31). En octubre de 1978, con el fin de contar con
un espacio adecuado para el aterrizaje del heli-
cóptero que trasladaba a los reyes de España, la
wanka se tumbó en dirección este-oeste, donde

3 CABADA, Eulogio, 1958. Informe de los trabajos


realizados en las ruinas de Machu Picchu durante el
Figura 13. Quilcas del Sitio Parawachayoq. primer semestre de 1958. Cusco.

Figura 14. Quilcas del Sitio Inkaterra.


REVISTA HAUCAYPATA 46
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 15. Quilca en el Sector Pachamana de la llaqta de Machupicchu.

Figura 16. Vista aérea del Sector Pachamama y las unidades de excavación UE14 y UE15.
Nótese las tres plataformas inkas en proceso de construcción.
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 47
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

se registra la base, según su posición actual. corresponde mayormente a fragmentos de es-


Por su parte, el registro de gran cantidad de cudillas relacionadas con el culto al agua. Es
fragmentaría cerámica en la UE13 y su ubica- importante notar que la función principal de los
ción a un extremo de la Plaza Principal refuer- grandes espacios abiertos en las llaqtas durante
za la hipótesis de Mormontoy (2002 y 2005) el Horizonte Inca, estuvo enfocada a la realiza-
de que esta fue un espacio destinado a activi- ción de actividades rituales, festines y libaciones,
dades ceremoniales. Si bien el área excavada entre otros, que involucraban un considerable
correspondiente a la UE25 se encontraba dis- número de participantes.
turbada, la gran cantidad de elementos líticos La UE17 correspondió al interior de una estruc-
presentes alrededor la wanka (único monolito tura acondicionada en un afloramiento rocoso,
de gran tamaño al centro de la Plaza Princi- en la parte inferior de la waka (figura 34). Si bien
pal), así como la existencia de un segmento y el material cultural fue escaso y resulta evidente
esquina de muro ha permitido definir que ori- la alteración debido a anteriores restauraciones,
ginalmente la wanka estaba en posición ver- es probable que la ventana este de la estructura
tical y circundada por una estructura rústica se encuentre relacionada con el solsticio de in-
rectangular (figuras 32 y 33). La función de vierno, situación que será comprobada o descar-
este importante elemento lítico se encuentra tada durante las siguientes temporadas de inves-
estrechamente relacionada a actividades ce- tigación.
remoniales realizadas en torno suyo, conside- Se ha definido que el área que comprendió la
rando asimismo que el material cultural halla- UE20 (figuras 35 y 36) estuvo destinada a activi-
do y analizado durante la presente temporada dades relacionadas a la producción metalúrgica.

Figura 17. Evidencia del material de relleno utilizado durante las intervenciones restaurativas a cargo del
Patronato Departamental de Arqueología.
REVISTA HAUCAYPATA 48
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 18. Vista general del Sector Agrícola de donde se obtuvieron 21 muestras para los análisis palinológicos,
identificándose la presencia de pólenes de Zea mays en 17 de ellas.

Figura 19. Vista aérea del Sector Tres Portadas con la ubicación de la ofrenda en la UE22 (flecha roja).
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 49
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

Figura 20. Detalle de la ofrenda: una olla apedestalada con tapa que contenía almidones de maíz.

Figura 21. Vista lateral del recinto 01-UE10 asentado sobre la plataforma.
REVISTA HAUCAYPATA 50
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 22. Vista interna del recinto 01-UE10.

Figura 23. Vista general de la UE20, donde se observa una modificación estructural que corresponde a una
segunda etapa del proceso constructivo.
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 51
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

Durante las investigaciones de Torres (1999) se


halló una porra de bronce en proceso de fun-
dición asociada a una escoria de cobre (recinto
3-B1 - adyacente a la UE20). En la Temporada
PIAISHM 2015 se recuperó una escoria de cobre
con trazas de estaño en la UE19-2015 (unidad que
abarcó el 50% del extremo sur de la plataforma)
y abundantes restos de carbón. Por otro lado, en
las excavaciones arqueológicas PIAISHM 2016
se halló otro objeto metálico amorfo (escoria)
hacia el extremo norte de la misma plataforma
(UE20). Los análisis por florescencia de rayos X
indican que el objeto está conformado por cobre
(88.6%) y estaño (9.08%), entre otros elemen-
tos en menores porcentajes. Asimismo, en aso-
ciación a esta última evidencia se presentaron
terrones de arcilla que habían sido sometidos a
altas temperaturas y que podrían corresponder a
crisoles, además de restos dispersos de carbón.
Aunque los vestigios hallados responden sola-
mente a una parte del proceso metalúrgico y si
bien no existe la presencia de hornos de fundi-
ción; resulta sumamente probable que se hayan
empleados hornos móviles conocidos como wa-
Figura 24. Vista general de la UE12, con la yras y que el metal ya beneficiado (principalmen-
ubicación de la ofrenda (círculo rojo). te cobre y estaño) haya sido traído a la llaqta para

Figura 25. Piso horadado para la colocación de una ofrenda Inca.


REVISTA HAUCAYPATA 52
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 26. Ofrenda compuesta por tres tupus elaborados en aleación de plata/cobre.
Se encontraron restos de textiles elaborados con fibra de alpaca y vicuña, adheridos al cuerpo y
manubrio de los objetos.

para la elaboración de objetos empleando cri- Epílogo


soles y mediante moldes o la técnica del va- Los avances de las investigaciones interdiscipli-
ciado. En función a sus características, estos narias en el ámbito del SHM-PANM están per-
objetos habrían sido manufacturados para uso mitiendo reevaluar los procesos socio-culturales
exclusivo local. Por su parte, los recintos 03 y que se dieron en el área y entender los motivos por
04, asociados directamente a la plataforma, se los cuales el estado Inca invirtió una considerable
encuentran orientados hacia el este, presentan cantidad de mano de obra en la transformación
dos niveles y pudieron tener funciones, entre del paisaje natural. Durante su corta vida acti-
otras, relacionadas al almacenaje y a la produc- va, la llaqta de Machupicchu fungió como centro
ción metalúrgica (figura 37). político-religioso, administrativo y productivo
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 53
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

Figura 27. Vista aérea de la Plaza Principal con la ubicación de la wanka - UE25 (círculo negro).

Figura 28. Vista de la Plaza Principal, con la wanka que se halla inclinada. Fotografía: Luis E. Valcárcel.
REVISTA HAUCAYPATA 54
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 29. Wanka en el cerro San Miguel (Wiskachani). Al fondo se aprecia el nevado Salkantay.

Figura 30. Vista de la Plaza Principal, con la wanka en posición vertical. Fotografía: Luis E. Valcárcel.
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 55
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

del Tahuantinsuyo (Bastante 2016: 274), ejer-


ciendo control directo sobre los espacios de
Picchu y Vilcabamba. La invasión europea
y consiguiente alteración del orden andino,
generó cambios en el sistema de tenencia de
tierras y el acceso a recursos. Esta situación,
sumada a una creciente inestabilidad política,
fue determinante para el abandono total de la
llaqta durante la segunda mitad del siglo XVI.
Para finalizar podemos comentar que durante
la temporada PIAISHM 2017 se vienen reali-
zando investigaciones arqueológicas con exca-
vaciones en los mismos MA que en la tempo-
rada anterior y también en el MA denominado
“Muralla Mandor”, ubicado a unos 2 km hacia
al noreste de la llaqta de Machupicchu (figura
38). Preliminarmente se considera que éste es
un camino ritual en dirección a la montaña Ya-
nantin y que las construcciones de planta circu-
lar y rectangular presentes en sus alrededores
corresponden a viviendas que fueron habitadas
por individuos a cargo del mantenimiento de
caminos, sistemas de andenería y de la produc-
ción agrícola en la llaqta.

Bibliografía

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Figura 32. Vista aérea del monolito/wanka, asociado a gran cantidad de elementos líticos - UE25.
REVISTA HAUCAYPATA 56
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 33. Detalle de UE25 y la posición actual de la wanka.

Figura 34. Vista de la puerta de ingreso al recinto (UE17) señalada por la flecha. Se ubica en un nivel inferior a
la waka demarcada por la circunferencia.
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 57
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Figura 35. Vista del flanco oriental de la llaqta con la ubicación de la plataforma materia de estudio (flecha).
REVISTA HAUCAYPATA 58
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 36. Extremo norte de la plataforma en la que se recuperó escorias de metal.

Figura 37. Los recintos sobre la plataforma fueron empleados como vivienda, almacén y talleres de
producción metalúrgica.
José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 59
Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu

Figura 38. Ubicación del Monumento Arqueológico Mandor en relación con la llaqta de Machupicchu.

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REVISTA HAUCAYPATA 60
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Una aproximación bibliográfica a la zona arqueológica de


Choquequirao, Cuzco
Gori-Tumi Echevarría López
goritumi@gmail.com
Eulogio Alccacontor Pumayalli
EALCCACONTORP@hotmail.com

Resumen
El artículo expone una bibliografía general sobre la zona arqueológica de Choquequirao.
Presenta referencias sobre material publicado, así como informes y estudios inéditos con énfasis
en la documentación arqueológica. Se incluye una breve reseña de las principales contribuciones
académicas sobre el sitio, que abarcan del siglo XVIII hasta el presente.

Palabras claves: Choquequirao, bibliografía, arqueología, historia, geografía.

Abstract
The article presents a general bibliography about the archaeological zone of Choquequirao.
Includes references to published material, as well as unpublished reports and studies with emphasis
on archaeological documentation. A brief overview of the main academic contributions on the site,
which span from the 18th century to the present, is included.

Keywords: Choquequirao, bibliography, archeology, history, geography.

Introducción convertir sus reportes en información, científica


La zona arqueológica de Choquequirao es una o no, sobre el sitio arqueológico; lo cual se ve cla-
de las más importantes de la región del Cuzco, ramente reflejado en la bibliografía que publica-
y a la vez una de las menos conocidas acadé- mos en esta ocasión.
micamente. Aunque en las últimas décadas ha No obstante que el panorama académico recien-
habido una constante intervención científica y te no parece aún favorecer a los investigadores,
profesional por parte de instituciones estata- es posible destacar en la actualidad las publica-
les, como COPESCO o el Ministerio de Cultu- ciones de varios proyectos nacionales auspicia-
ra (ex-INC), son muy pocas las publicaciones dos por COPESCO ejecutados más de una década
derivadas de estas intervenciones, o de inves- atrás, como los del “Proyecto de Restauración y
tigaciones particulares, que hallan proveído Puesta en Valor del Conjunto Arqueológico de
nuevos datos sobre el monumento, por lo que Choquequirao” de 1986, los del “Proyecto de In-
todavía tenemos una imagen muy fragmentada vestigación Histórica Arqueológica ‘Las Llamas’
de Choquequirao, que es necesaria de ampliar de Choquequirao” del 2005; y los del “Proyec-
y difundir. to de Investigación Histórico Arqueológica del
Consideramos que una de las razones por las complejo arqueológico de Choquequirao, Sector
cuales la información sobre Choquequirao es IX”, también del 2005; los que vienen cediendo
poca, no obstante la larga estadía de interven- importantes conocimientos sobre este sitio Ta-
ciones estatales en el sitio, es la escaza difusión huantinsuyo. Asimismo, no queremos pasar por
de los trabajos de investigación realizados en alto la reedición de antiguos reportes como los de
el monumento, originada en la increíble res- Fidel Ramos Condori al Patronato Departamen-
tricción impuesta a los investigadores de usar tal de Arqueología del Cusco de 1968 (publicado
sus datos en publicaciones especializadas. Esto en 1998) e informes particulares como el de Gus-
ha prevenido y desalentado a los estudiosos a tavo Alencastre de 1966, reeditado en 2006.
ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori-Tumi y Eulogio ALCCACONTOR PUMAYALLI, 2018. Una aproximación biblio-
gráfica a la zona arqueológica de Choquequirao, Cuzco. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas
del Tahuantinsuyo, Nro. 13: 60-84. Lima.
Gori-Tumi Echevarría López y Eulogio Alccacontor Pumayalli 61
Una aproximación bibliográfica a la zona arqueológica de Choquequirao, Cuzco

Evidentemente, esta información no confor- Algunos trabajos importantes


ma todo el conocimiento que se ha producido Como hemos dicho, la zona arqueológica de
sobre Choquequirao, existiendo mucho mate- Choquequirao es mencionada en documentos
rial disperso proveniente de documentos histó- desde el siglo XVI, y los reportes de primera
ricos y virreinales (visitas, memoriales, actas, mano (observaciones directas) sobre su existen-
cabildos, legajos, tasas, etc.), viajes de explora- cia se destacan desde mediados del siglo XIX. A
ción, información geográfica (planos y mapas partir de estas referencias se infiere que el sitio ha
antiguos), estudios geológicos, botánicos, in- sido conocido por muchos años de manera tradi-
formes periodísticos, entre otros, no accesibles cional, por lo que no se trata de un sitio “nuevo”
a la mayoría de investigadores; material que en la historiografía peruana. Muchos explorado-
conforma el grueso de la bibliografía que pre- res, viajeros ilustrados o intelectuales de su tiem-
sentamos. po, han dejado testimonio de su existencia, sin
Como recopilación bibliográfica, este texto llegar nunca a descubrirlo, como efectivamente
incluye todas las referencias mencionadas an- sucedió con otros sitios arqueológicos peruanos
tes, muchas de las cuales han sido observadas en el área de Vilcabamba, siendo Machupicchu el
de primera mano. Sin embargo, muchas otras mejor ejemplo de lo que acabamos de mencionar.
han provenido de búsquedas bibliográficas, Dado el largo, aunque discontinuo, conocimien-
tanto de fondos físicos como digitales, para lo to que se ha tenido sobre el sitio desde los ini-
cual se ha recurrido a fuentes convencionales y cios del virreinato, es posible seleccionar lo que
a portales académicos en Internet, como Goo- consideramos son los principales aportes biblio-
gle schoolar, academia.edu, scribd o resear- gráficos sobre Choquequirao, y que constituyen
chgate, entre otras. Creemos que el resultado referencias obligatorias para todo investigador
es bastante certero, pues la mayoría de las re- interesado en este monumento. De acuerdo a
ferencias han sido refrendadas mutuamente esto, vamos a reseñar publicaciones o documen-
entre artículos de investigación, o han sido tos virreinales, de los viajeros del siglo XIX, al-
evaluadas directamente mediante el acceso al gunos de la primera mitad del XX y trabajos pu-
documento. blicados recientemente a razón de los proyectos
Se ha tratado de ser lo más estricto posible realizados por COPESCO. La selección realizada
en la bibliografía, la cual se presenta en un no interfiere con la bibliografía final de este tra-
formato bastante simple. Adicionalmente, bajo, y se hace siguiendo una línea cronológica
no hemos querido obviar referencias e inclu- por la fecha principal de la publicación.
so hemos incorporado artículos que sabemos Las principales menciones y trabajos sobre
han sido elaborados siguiendo procedimiento Choquequirao son:
ilícitos, en desmedro de los investigadores pe-
ruanos1, acto indignante pero lamentablemen- *BUENO, Cosme, 1768. Descripción de las pro-
te frecuente en nuestro medio. Como se verá, vincias del Obispado del Cuzco. Ms.
las referencias sobre Choquequirao, aunque En el siglo XVIII Cosme Bueno, el “Cosmógra-
no son muy numerosas, se iniciaron práctica- fo Mayor del Reino del Perú”, incluyó a Choque-
mente durante la repartición de encomiendas a quirao en la descripción del Obispado del Cuzco,
los conquistadores, durante los primeros años refiriéndose al sitio como un “pueblo de la anti-
de la invasión española, y a partir de aquí han güedad”, con “casas y palacios suntuosos”. Hasta
continuado hasta la actualidad. A fines del siglo el descubrimiento del Memorial de Juan Arias
XX se dio un salto en el conocimiento del sitio, Días Topete, esta se consideraba la referencia
con la liberación de información proveniente más antigua sobre el sitio, siendo en realidad la
de los trabajos de COPESCO, y si la tendencia segunda del siglo XVIII, detrás de las Noticias
a la apertura académica continua, seguramente Geográficas del Cuzco de Pablo José Oricaín
pronto esta bibliografía quedará desactualiza- (1790) y de un manuscrito del Archivo Departa-
da, pero ese es el destino de toda bibliografía mental del Cuzco de 1786 (Duffait 2005)2. Hay
académica. Esperamos, no obstante, que cum- que destacar que, tal como se puede corroborar
pla su tarea y pueda constituir un aliciente que en las demás descripciones virreinales, el sitio
ayude a los investigadores a conocer más de la se menciona como un pueblo particular sin ma-
famosa llacta de Choquequirao. yores implicancias sociales para la región. En
REVISTA HAUCAYPATA 62
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

1951, Carlos Daniel Valcárcel hará una ree- -SARTIGES, Eugene de, 1947. Viaje a las Repú-
dición parcial de la obra, que incluirá la des- blicas de América del Sur (1834). En Dos viajeros
cripción de Choquequirao. La referencia es la franceses en el Perú republicano. Colección de
siguiente: Viajeros en el Perú: 78-104. Traducción de Emi-
-BUENO, Cosme, 1951 [1764-68]. Geografía lia Romero. Raúl Porras Barrenechea (prólogo y
del Perú Virreinal (siglo XVIII). Daniel Valcár- notas). Editorial Cultura Antártica S. A. Lima.
cel (editor). Lima. -SARTIGES, Eugene de, 1970. Las ruinas de Cho-
quequirao. En Arqueología Peruana: Precurso-
*LAVANDAIS, M. E., de [SARTIGES, Eugè- res: 78-84. Duccio Bonavia y Rogger Ravines (se-
nes de], 1851. Voyage dans les républiques de lección, introducción, comentario y notas). Casa
l’Amérique du Sud. Revue des Deux Mondes de la Cultura del Perú. Lima.
21(10): 1019-1059. -SARTIGES, Eugene de, 1999. Las ruinas de Cho-
En 1834 el diplomático francés Eugene de quequirao. En De Vilcabamba a Camisea. Histo-
Sartiges llegó a Choquequirao y realizó una riografía de la Provincia de la Convención: 192-
descripción de la zona arqueológica, en la que 199. M. J. Aparicio Vega (editor). Universidad
destacan referencias a la arquitectura monu- Nacional San Antonio Abad del Cusco. Cusco.
mental, sobresaliendo la mención a lo que el -SARTIGES, Eugene de, 2006. Las ruinas de
autor vino a llamar el “muro triunfal”, un edi- Choquequirao. Boletín de Lima 28(146): 35-43.
ficio con fachada compuesta ubicado en el ex-
tremo sur de la plaza inferior del sitio (figura *DESJARDINS, Ernest, 1858. Le Pérou avant la
1). Sartiges también mencionó cómo la zona conquête espagnole. Arthus Bertrand. Paris.
fue huaqueada por sus colaboradores en bus- Ernest Desjardins fue un notable intelectual
ca de tesoros, práctica ilícita que fue constante francés del siglo XIX, especializado en geografía
en Choquequirao hasta la década de 1980. La e historia, quien, de acuerdo a Romero (1909),
narración de Sartiges incluye anécdotas y epi- fue el primero en utilizar las notas y dibujos de
sodios de viaje, especialmente de la ruta que Leonce Angrand sobre Choquequirao como fuen-
usó para llegar al sitio, la del noroeste que pasa te para su obra sobre la conquista española del
por Yanama. Junto a Leonce Angrand, Sartiges Perú. De hecho, Romero extracta la descripción
es uno de los primeros que asociaron Choque- publicada en la obra de Desjardins, atribuyéndo-
quirao a la resistencia de Manco Inca o a los la completamente a Angrand (Romero 1909: 12-
últimos incas, un mito que se volvió popular en 14), siendo esta la única fuente documental atri-
el siglo XIX y ha perdurado hasta el presente. buida a tal autor publicada hasta la actualidad.
Como se puede ver en la referencia, Sartiges Para el caso de Choquequirao, Angrand casi no
publicó originalmente bajo el seudónimo de ha tenido ninguna repercusión histórica, y recién
M. E., de Lavandais, y no será hasta la primera ha sido ponderado en tiempos muy recientes.
mitad del siglo XX que su trabajo va a adquirir Leonce Angrand, quien fue vicecónsul francés en
popularidad en el Perú, siendo reeditado varias Lima, visitó Choquequirao en 1847, realizando
veces a partir de esta época hasta la actualidad; en el lugar una serie de descripciones, dibujos y
esta vez usándose el nombre original del autor mapas, formando así la primera documentación
como se puede ver a continuación: gráfica que se conoce del sitio; la cual se reali-
zó con bastante precisión técnica para su época
1 Sobre esto puede leerse: VALENCIA GARCÍA, Ze- debemos añadir (figura 2). Lamentablemente,
nobio y Gori-Tumi ECHEVARRÍA LÓPEZ, 2009. como acabamos de mencionar, Angrand no pu-
Las “Llamas de Choquequirao” y la apropiación blicó sus registros, siendo estos aprovechados
intelectual ilícita del arqueólogo frances Patric Le- por otros autores, como Ernest Desjardins, y casi
coq contra los arqueólogos cusqueños y peruanos.
nunca desde una perspectiva arqueológica. Cabe
Accesible en Internet. https://issuu.com/goritumi/
docs/denuncia_lecoq [Consultado el 11 /11/2017, agregar que Angrand fue un reconocido acuare-
22:45 hrs.]. lista, influenciado por la época de la ilustración,
2 DUFFAIT, Erwan, 2005a. Choquequirao en el habiendo recorrido y registrado paisajes, imá-
siglo XVI: etnohistoria e implicaciones arqueológi- genes costumbristas y sitios arqueológicos en el
cas. Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines Perú y otros sitios de América. Los materiales de
34(2): 185-196. Angrand sobre Choquequirao se conservan en
Gori-Tumi Echevarría López y Eulogio Alccacontor Pumayalli 63
Una aproximación bibliográfica a la zona arqueológica de Choquequirao, Cuzco

Figura 1. El “muro triunfal” de Eugene de Sartiges, una fachada compuesta ubicada al sur del Haucaypata o
plaza principal de Choquequirao. Foto Gori-Tumi 2017.

la Biblioteca Nacional de Francia y parte de su del Instituto Histórico del Perú, concluyó que el
trabajo ha sido compilado fragmentariamente sitio fue abandonado desde la época de la con-
en tiempos recientes: quista, que no fue refugio de los últimos incas o
-ROMERO, Carlos, 1909a. Informe del señor que tuvo relación directa a los hechos de Manco
Carlos A. Romero, individuo de número del Inca. Se trata de un trabajo muy adelantado de
Instituto, sobre las ruinas de Choqquequirau. inicios del siglo pasado y con absoluta vigencia
Revista Histórica 4: 87-103. hasta la actualidad. El mismo año de su impre-
-ANGRAND, Léonce, 1972 [1874]. Imagen del sión en la Revista Histórica, el reporte de Rome-
Perú en el siglo XIX. Carlos Milla Batres (edi- ro fue publicado de manera independiente por la
tor). Marcel Bataillon (introducción). Lima. imprenta Barrionuevo, y no será reeditado sino
-ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori-Tumi y Zenobio hasta casi cien años después, aunque de forma
VALENCIA, 2012. Arqueología y arte en dos incompleta:
viajeros franceses del siglo XIX. El caso de -ROMERO, Carlos, 1909b. Informe sobre las
Choquequirao, Cusco. Revista Haucaypata. Ruinas de Choqquequirau. Imprenta Nacional
Investigaciones arqueológicas del Tahuantin- de Federico Barrionuevo. Lima. (figura 3).
suyo 5: 46-61. -ROMERO, Carlos, 2006 [1909]. Informe sobre
las ruinas de Choquequirao. Boletín de Lima
*ROMERO, Carlos, 1909a. Informe del señor 28(146): 46-51.
Carlos A. Romero, individuo de número del
Instituto, sobre las ruinas de Choqquequirau. *BINGHAM, Hiram, 1910. Across South Ameri-
Revista Histórica 4: 87-103. ca. Houghton Mifflin Company. Boston.
El trabajo de Carlos Romero es uno de los más Dos años antes de que llegara a Machupicchu,
brillantes sobre Choquequirao. Se trata de un Hiram Bingham había visitado Choquequirao,
estado de la cuestión sobre este yacimiento ar- alentado por el prefecto del departamento de
queológico, realizado sobre la base de extensiva Apurímac, Juan José Núñez, quien le prometió
información documental, la que incluyó cróni- el descubrimiento de grandes tesoros. Bingham,
cas, visitas, información geográfica y reportes quien permaneció en el sitio del 7 al 10 de febre-
de viajeros hasta esa fecha. El informe de Ro- ro de 1909, narró con lujo de detalles su ascenso
mero, realizado a pedido de Eugenio Larrabure, a la zona arqueológica, describiendo las ruinas y
REVISTA HAUCAYPATA 64
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

el estado general del asentamiento, incluyendo sencia en el lugar. Sin estas lajas no se habría
el hallazgo de nuevas áreas con restos arquitec- sabido nunca de estas vistas, ya que la mayoría
tónicos y otros rasgos en ese tiempo visibles, nunca publicaron registro alguno de sus expe-
como el diseño geométrico de piedras sobre la diciones. Los nombres que Bingham encontró
colina aplanada llamada actualmente “ushno”. marcados fueron: (1) Eugene de Sartiges, 1834,
Su documentación incluyó mapas topográficos (2) José María Tejada y Marcelino León, julio de
y por primera vez fotografías de la zona (figu- 1834 (figura 5). Según Bingham estos personajes
ra 4). La narración de Bingham debería consi- pudieron haber llegado con Sartiges, (3) José Be-
derarse uno de los primeros reportes arqueo- nigno Samanez (“pro presidente Castilla”), Juan
lógicos sobre el yacimiento, ya que incluye un Manuel Rivas Plata y Mariano Cisneros, 10 de
registro textual, fotográfico y planimétrico de noviembre de 1861 y (4) Luis E. Almanza, J. An-
la zona. Lamentablemente, tal como Bingham tonio Almanza, Emilio Almanza y Pío Mogrovejo,
reconoce, su incursión en el sitio estuvo condi- 4 de julio de 1885.
cionada por el oro, y eso demerita su trabajo. Aunque el reporte original de Bingham fue re-
Un detalle interesante en los reportes de publicado con pocas modificaciones en “In the
Bingham es el hallazgo de varias lajas de piedra wonderland of Peru…” (1913)3, el autor hizo
donde los primeros visitantes modernos habían nuevos aportes sobre el sitio al incluir par-
inscrito sus nombres, documentando su pre- te del registro de uno de sus colaboradores

Figura 2. Dibujo técnico de Leonce Angrand hecho en Choquequirao en 1847, donde describe las pacchas y la
callanca con argollas ubicadas al norte del Haucaypata.
Gori-Tumi Echevarría López y Eulogio Alccacontor Pumayalli 65
Una aproximación bibliográfica a la zona arqueológica de Choquequirao, Cuzco

lo cual tiene un enorme valor testimonial


acerca los procedimientos y la forma en que
Bingham realizó sus exploraciones en Perú. El
hecho es que Bingham solicitó a Mr. Kenneth
C. Heald la exploración particular del monu-
mento, quien se encargaría de hacerlo a cuenta
propia y, aunque parezca inverosímil, en tres
oportunidades (Bingham 1913: 548). Bingham
y su equipo literalmente limpiaron el lugar de
materiales arqueológicos, actividad que fue
confirmada por sus ayudantes peruanos (Ba-
rreda 2003)4, algunos de los cuales fueron te-
rriblemente maltratados e incluso baleados por
el norteamericano. Las referencias principales
sobre Choquequirao en Bingham pueden en-
contrarse en:
-BINGHAM, Hiram, 1910. The ruins of Cho-
quequirao. American Anthropologist 12(4):
505-525.
-BINGHAM, Hiram, 1913a. In the wonderland
of Peru. The work accomplished by the Peru-
vian Expedition of 1912, under the auspices of
Yale University and the National Geographic
Society. The National Geographic Magazine
XXIV (4): 387-573.
-BINGHAM, Hiram, 2006. Choquequirao. Bo-
letín de Lima 28(146): 52–61.

*CAMPANA, Enrique. 1934. Choqque-kkirau.


Revista Universitaria 23(67): 27-32. Figura 3. Tapa de la publicación de Carlos A. Romero,
Enrique Campana nunca visitó Choquequirao. Informe sobre las Ruinas de Choquequirao de 1909.
Su trabajo, publicado en 1934, documentó dos
expediciones poco conocidas fomentadas por la
Prefectura de Apurímac, cuyos objetivos fueron las ruinas de desmonte. Al año siguiente invitó a
la búsqueda de tesoros: la del prefecto Julio C. Bingham a visitar Choquequirao.
de Piérola de 1896, quien nunca alcanzó el lu- De acuerdo a Campana la expedición de 1908
gar, y la del prefecto Juan José Núñez de 1908, logró encontrar lajas de pizarra en las ventanas
quien llegó al yacimiento después de más de de los edificios más grandes, las que contenían
“cien días” de exploración y procedió a limpiar las siguientes inscripciones: “Coraceros de Casti-
lla, 1854 - José Benigno Samanez Ocampo. Com-
3 BINGHAM, Hiram, 1913a. In the wonderland of pañeros; tres hermanos Alamanza.- Peones [sus
Peru. The work accomplished by the Peruvian Expe- nombres] 1864” – Una rúbrica i la figura de un
dition of 1912, under the auspices of Yale University ancla en bajo relieve…”. Aparentemente las re-
and the National Geographic Society. The National ferencias de Campana se han tergiversado, pero
Geographic Magazine XXIV (4): 387-573. es importante confirmar que estas lajas fueron
4 BARREDA MURILLO, Luis, 2003. Entrevista al vistas por más de un visitante a Choquequirao,
señor Luis Rodríguez Carpio, arriero y compañero además de Bingham, algunas de las cuales han
de carpa de Hiram Bingham, por Luis Barreda Mu- llegado hasta nosotros (Paz 2000)5.
rillo, catedrático de la UNSAAC. En Machu Picchu
y el Código de Ética de la Sociedad de Arqueología
Americana: Una Invitación al Diálogo Intercultu- 5 PAZ FLORES, Magno Percy, 2000. Informe Anual
ral. Mariana Mould de Pease (editora). CONCYTEC. de Excavaciones Arqueológicas. Proyecto Especial
Lima. Plan COPESCO. Cusco.
REVISTA HAUCAYPATA 66
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

*ALENCASTRE MONTÚFAR, Gustavo, 1966. nocimiento del sitio es sobresaliente además por-
Choqe k’iraw, la ciudad de los cóndores. Cultu- que, a partir de materiales huaqueados, establece
ra y Pueblo 3(9-10): 24-28. un periodo de ocupación cerámico del sitio rela-
En 1964 Alencastre Montufar llegó a Choque- cionado a Killke, que precede al material Inca-
quirao, aparentemente como parte del equi- provincial e Inca imperial del sitio. En 2006 se
po para la visita de supervisión del Patronato reeditó su notable trabajo:
Departamental de Arqueología del Cusco. Dos -ALENCASTRE MONTÚFAR, Gustavo, 2006.
años después publicó un reporte independien- Choquequirao. Boletín de Lima 28(146): 62–72.
te. La más relevante contribución de su trabajo
constituye la nominación de sectores y edifi- *HUERTAS VALLEJOS, Lorenzo, 1973. Memo-
cios hecha in situ, la que precedió en décadas rial acerca de las cuatro ciudades inkas situadas
la sectorización y nominación vigente impuesta entre los ríos Urubamba y Apurímac. Historia y
a partir de la intervención de COPESCO des- Cultura 6: 203-205.
de la década de 1980. Nombres como “Kuntur En el 1973 el historiador Lorenzo Huertas hizo
Marka”, “Palacio Hatun Kancha”, “Intipata”, una contribución importante a la historia de Cho-
“Santuario” y “Sutur Pata”, etc., se asignaron quequirao, al publicar el Memorial de Juan Arias
a lo que hoy se conoce como Plaza superior o Díaz Topete de 1710, en el que se menciona por
Hanan-Sector I, Sector III, Haucaypata-Sector primera vez la existencia del asentamiento como
III, “muro triunfal”-Sector IV y Ushnu-Sector una de las cuatro ciudades Incas ubicadas en la
V, respectivamente (figura 6); lo que permite zona de Vilcabamba, relacionadas a la explota-
comprobar que la mayor parte de las asigna- ción de minerales y otros productos. Como en el
ciones nominales hechas para el asentamiento caso de la mención de Cosme Bueno, hasta entra-
son arbitrarias. El aporte de Alencastre al co- do el siglo XIX, Choquequirao solo fue conocido

Figura 4. Uno de los largos muros interiores de la callanca con argollas, edificio ubicado al norte de la
Haucaypata de Choquequirao y uno de los más suntuosos de la llacta. Foto Hiram Bingham 1909.
Gori-Tumi Echevarría López y Eulogio Alccacontor Pumayalli 67
Una aproximación bibliográfica a la zona arqueológica de Choquequirao, Cuzco

histórica, el artículo se centra en aspectos inter-


pretativos, en especial sobre la funcionalidad de
las edificaciones y su organización espacial. No
obstante de ser un texto inicial-interpretativo,
se podría decir que inauguró una nueva era en
la comprensión del sitio arqueológico, basado en
trabajo de campo sistematizado y con buen finan-
ciamiento. Este es un texto bastante recurrido por
los autores, siendo reeditado, con algunas modi-
ficaciones, al menos en otras dos oportunidades:
-SAMANEZ, Roberto y Julinho ZAPATA, 1995.
El conjunto arqueológico inka de Choquequirao.
Andes 1: 97-114.
-SAMANEZ, Roberto y Julinho ZAPATA, 1999.
El centro ceremonial inka de Choquequirao. Ar-
kinka, 4(46): 80-94.

*RAMOS CONDORI, Florencio Fidel. 1998. Con-


servación de Zonas Arqueológicas del Departa-
mento del Cusco: Una Visión de Turismo de la
Sub Región Inka. Imprenta Edmundo Pantigozo.
Cusco.
En la década de 1960 el investigador Ramos
Condori tuvo a bien publicar los registros técni-
cos de Choquequirao y otros sitios arqueológicos
de la región, elaborados para el Patronato Depar-
tamental de Arqueología del Cusco, que estuvie-
ron orientados a proveer información descriptiva
y planimétrica para la delimitación física de estas
Figura 5. Inscripción en laja de pizarra descubierta zonas arqueológicas. En Choquequirao, esta do-
en Choquequirao y registrada por Hiram Bingham cumentación incluyó la descripción de los ocho
en 1909 y por Percy Paz en 2000. Foto grupos arqueológicos observados en esas fechas,
Eulogio Alccacontor 2000. con datos de ubicación, acceso, linderos, períme-
tro, área, propietarios, entre otros; además un
como un pueblo local y un centro de produc- mapa de delimitación (figura 7); constituyendo
ción enclavado en la cordillera de Vilcabamba, un corpus de datos de inestimable valor arqueo-
sin ninguna relación con los sucesos de Manco lógico. No hay duda que esta es una de las más
Inca. importantes contribuciones al conocimiento del
sitio, especialmente por ser, como dijo el Dr. Ma-
*SAMANEZ, Roberto y Julinho ZAPATA, 1989. nuel Chávez Ballón en el prólogo de la publica-
El conjunto arqueológico inca de Choquequi- ción, un testimonio de valor histórico. En 2005
rao. Cuadernos de Arqueología 1: 17-24. se publicó una segunda edición de la obra con las
Este artículo constituye el principal reporte mismas referencias editoriales.
de los trabajos realizados en el marco del “Pro-
yecto de Restauración y Puesta en Valor del *DUFFAIT, Erwan, 2005. Choquequirao en el
Conjunto Arqueológico de Choquequirao”, rea- siglo XVI: etnohistoria e implicaciones arqueo-
lizado en 1986 por el Plan COPESCO. Este pro- lógicas. Bulletin de l’Institut Français d’Etudes
yecto fue, históricamente, la primera interven- Andines 34(2): 185-196.
ción de envergadura en el asentamiento y sentó El estudio de Duffait está centrado en la época
las bases para un proyecto permanente hasta más tardía del sitio arqueológico, en el momento
entrado el siglo XXI. Aunque el trabajo inclu- de su abandono a partir de la implementación de
yó topografía, planimetría y documentación las políticas virreinales que siguieron a la invasión
REVISTA HAUCAYPATA 68
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 6. Edificios simétricos, de dos pisos, con planta doble y grandes hastiales, corresponden a la zona
residencial de la llacta de Choquequirao, que Gustavo Alencastre Montufar llamó “Palacio Hatun Kancha” en
1966, parte de la primera sectorización de la zona arqueológica. Foto Gori-Tumi 2005.

del Tahuantinsuyo. Usando principalmente la ejecución del catastro de 2004, para la imple-
documentación histórica, el autor concluye que mentación del Plan Maestro; el descubrimiento e
el sitio era ya conocido por los españoles en el investigación de las figuras de llamas en los an-
siglo XVI, siendo incluido en la encomienda denes del sector VIII (figura 8) y; las investiga-
de Hernando Pizarro de 1539. Luego de esta ciones en los grupos arqueológicos de Pikihuasi
asignación el sitio fue reducido al pueblo de (Sector IX) y “Talleres de vivienda” (Sector II1)
Cachora a fines del siglo XVI (Ca. 1590), per- del asentamiento. Este artículo explica dos de los
diendo vigencia como asentamiento hasta su más importantes momentos en la historia de las
abandono definitivo. A partir de estos hechos investigaciones de Choquequirao, los trabajos de
el autor indica que Choquequirao se encontra- 1986, y la gran época de investigaciones ininte-
ba en “tierra de paz” sin relación directa con la rrumpidas que se iniciaron en 1993 y duraron
resistencia de Vilcabamba. Se trata de un tra- aproximadamente hasta 2006; las cuales todavía
bajo relevante, que permite enlazar el pasado esperan una difusión adecuada.
arqueológico del sitio, con su proceso de aban-
dono y mitificación hasta el presente. *ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori-Tumi, 2008. Cho-
quequirao. Un estudio Arqueológico de su Arte
*SAMANEZ, Roberto, 2006. Choquequirao, Figurativo. Hipocampo Editores. Lima.
destino turístico. Boletín de Lima 28(146): 77- Uno de los principales resultados del Proyecto
95. Sector VIII “las Llamas” de Choquequirao, diri-
Veinte años después de sus primeros traba- gido por el arqueólogo Zenobio Valencia, fue ex-
jos en el asentamiento, el arquitecto Roberto puesto por Echevarría López en su publicación
Samanez publicó una semblanza de los antece- de 2008. En este trabajo se propuso la natura-
dentes y las labores efectuadas por el “Proyecto leza artística y el contexto de inclusión histórica
de Restauración y Puesta en Valor del Conjun- de los motivos decorativos, tanto dentro del Sec-
to Arqueológico de Choquequirao”; la cual in- tor VIII, que presenta una secuencia compleja
cluye una reseña de la historia de COPESCO y de crecimiento constructivo, así como en todo
de las principales interpretaciones alcanzadas el asentamiento que abarca más de 12 sectores.
luego de su intervención en el monumento. Análisis formal y arquitectónico son las bases
Según Samanez, el trabajo de 1986 fue la base críticas de este estudio, cuyos resultados son re-
para emprendimientos posteriores, que se ini- forzados con información histórica, lo que le da
ciarían en 1992 con el viaje de preparación para al texto un sentido general para la comprensión
las labores de restauración y de puesta en valor holística de Choquequirao. Se podría decir que
del monumento, y que se realizarían de 1993 este es el estudio inicial con el cual el proyecto
a 2004. El texto reseña también el ingreso del empezó la difusión de sus investigaciones. Entre
Fondo Contravalor Perú-Francia, que permitió los trabajos que ya han sido publicados, se puede
Gori-Tumi Echevarría López y Eulogio Alccacontor Pumayalli 69
Una aproximación bibliográfica a la zona arqueológica de Choquequirao, Cuzco

Figura 7. Plano de delimitación de la zona arqueológica de Choquequirao. Elaborado por Fidel Ramos
Condori en 1968.
REVISTA HAUCAYPATA 70
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 8. El arqueólogo cuzqueño Zenobio Valencia García, autor del descubrimiento de las decoraciones de
llamas en las andenerías del Sector VIII de Choquequirao, uno de los hallazgos más sobresalientes en la
historia de los estudios del Tahuantinsuyo. Foto Proyecto Catastro y Delimitación 2004.

mencionar el análisis de la arquitectura gene- y Sociedad 27: 409-434.


ral del sector, la excavación del único basural Este trabajo constituye parte de las conclusio-
descubierto, y la exploración del camino ar- nes a las que arribó el “Proyecto de Investigación
queológico que atraviesa la zona (Echevarría Histórico Arqueológica del complejo arqueoló-
y Valencia 2008, 2013 y 2017)6. Vale enfatizar gico de Choquequirao, Sector IX”, dirigido por
que el reporte define la naturaleza artística y Homar Gallegos en 2005. La principal contri-
cultural de la escena de llamas, cusqueñas en bución fue, sin duda, el planteamiento de que
diseño y manufactura, y sin ninguna relación el conjunto arqueológico Pikihuasi (Sector IX),
con los Chachapoyas. Según el autor esta obra constituye un centro de producción textil, o un
fue elaborada durante la época del Inca Túpac acllahuasi, cuestión también planteada por An-
Yupanqui (figura 9). gulo (2017)7. El artículo muestra parte del mate-
rial obtenido por las excavaciones y sobre el que
*APAZA HUAMANI, John y Homar GALLEGOS se realizaron las inferencias. Adicionalmente los
GUTIÉRREZ, 2014. Choquequirao y los tejidos autores especulan con la ubicación del sitio, cer-
para los dioses y señores inka. Arqueología cano al llamado “ushno” y a la plaza principal de
Gori-Tumi Echevarría López y Eulogio Alccacontor Pumayalli 71
Una aproximación bibliográfica a la zona arqueológica de Choquequirao, Cuzco

Figura 9. Vista panorámica de la escena de llamas del Sector VIII de Choquequirao, imagen compuesta
diseñada para ser vista en tres dimensiones. Foto Gori-Tumi 2005.

Choquequirao, concluyendo que la producción inicio de la difusión de los resultados de investi-


textil estaba relacionada a las élites religiosas gación, en tan importante sector de Choquequi-
y políticas, dotando al conjunto de un sentido rao.
funcional definido. Se espera que este sea sólo
Relación bibliográfica sobre el sitio ar-
6 ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori-Tumi y Zenobio VA- queológico de Choquequirao
LENCIA GARCÍA, 2008. Arquitectura y Contexto
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Los caminos incas de Pampa Carachi, nuevos hallazgos.


Salta, Argentina
Christian Vitry
chvitry@yahoo.com

Resumen
En los últimos años del siglo XX habíamos concluido el estudio de un tramo de camino incaico
de poco menos de 70 kilómetros de longitud, con varias decenas de sitios asociados, ubicado en la
cuenca de la Quebrada del Toro, provincia de Salta (Argentina). Dicho camino había sido descripto
por el explorador sueco Eric Boman casi un siglo atrás y uno de los parajes por donde transcurre la
vialidad se denomina Pampa Carachi, una planicie levemente inclinada donde el camino atraviesa
en línea recta poco más de 5 km. Una nueva visita al lugar y con la ayuda del Google Earth hicieron
posible comprobar la existencia de un nuevo camino paralelo y otro diagonal al relevado.

Palabras claves: Nuevo camino, incas, Quebrada del Toro, camino paralelo.

Abstract
In the last years of the twentieth century we had completed the study of an Inca road section
of just under 70 kilometers in length and several dozen associated sites, located in the basin of
the Quebrada del Toro, in the province of Salta (Argentina). This road had been described by the
Swedish explorer Eric Boman almost a century ago and one of the places where the road runs is
called Pampa Carachi, a slightly sloping plain where the road crosses a straight line just over 5 km.
A new visit to the site and with the help of Google Earth made it possible to verify the existence of a
new parallel road and another diagonal to the relieved one.

Keywords: New road, Inca, Quebrada del Toro, parallel road.

Introducción fabulosa herramienta que es el Google Earth, por


Hace algunos años dimos a conocer un tramo lo que los mapas del trazado del camino se reali-
de camino inca de casi 70 kilómetros, asociado zaron en función de las coordenadas obtenidas
a una importante e indicativa infraestructura por el GPS sin posibilidad de poder “ver” el te-
en la cuenca de la Quebrada del Toro (Vitry rreno en una escala apropiada y con definición
1999 y 2000). Uno de los sectores que atravie- como hoy se puede hacer mediante el recurso
sa dicha vialidad es un paraje conocido como citado. Entonces nuestro trabajo era más pare-
Pampa Carachi, una extensa planicie inclinada cido al que realizó John Hyslop en la década de
de aproximadamente 4500 hectáreas, con una 1980, donde las fotografías aéreas tenían mayor
longitud norte-sur de 8 Km y 5 Km de este- importancia que las imágenes satelitales (Hyslop
oste y un desnivel altitudinal de unos 600 me- 1992: 246). Recientemente, luego de casi dos dé-
tros, estando la mayor altura localizada al este cadas del trabajo inicial, tuvimos la posibilidad
(3800 msnm), formando parte del piedemonte de retomar los estudios en el área, munidos de
occidental de la serranía del Chañi, y la menor las herramientas cartográficas digitales actuales
al 0este (3200 msnm). En esta planicie loca- y fue grande la sorpresa al observar un camino
lizamos un tramo de camino recto de 5.7 km diagonal que se unía al principal y que oportu-
de extensión en sentido NNO-SSE, donde se namente habíamos interpretado como uno solo.
emplazan siete sitios arqueológicos de filiación Pero eso no fue todo, entre las visitas al terreno
inca. y las prospecciones de las imágenes satelitales se
En aquellos tiempos no disponíamos de la pudo localizar un camino paralelo al principal,
VITRY, Christian, 2018 Los caminos Incas de Pampa Carachi, nuevos hallazgos. Salta, Argentina. Revista
Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 13: 85-94. Lima.
Christian Vitry 86
Los caminos Incas de Pampa Carachi, nuevos hallazgos. Salta, Argentina

Figura 1. Ubicación geográfica del área de estudio.

el cual aparentemente no está terminado de central de la provincia de Salta. Integra parte


construir, pero esto último será motivo de de la región morfo-estructural de la Cordillera
otra publicación cuando se dispongan de los Oriental que forma parte del extremo austral de
elementos necesarios para solventar dicha su- la larga faja andina que comprende la Cordillera
posición. El presente artículo, además de dar Oriental del Perú y las cordilleras Oriental y Cen-
a conocer nuevos hallazgos del sistema vial tral de Bolivia. Dentro del país se extiende desde
inca, constituye una suerte de “fe de erratas” de el límite argentino-boliviano, hasta una latitud
otras publicaciones (Vitry 1999, 2000, 2003a, poco al sur de la ciudad de San Miguel de Tucu-
2003b y Vitry y Soria 2007), ampliando y com- mán (figura 1).
plementando la información original relacio- Los encadenamientos tienen un desarrollo en
nada puntualmente con el sector de Pampa sentido meridional, subparalelos y separados por
Carachi. importantes quebradas como la de los ríos Cal-
chaquí, Luracatao, Toro y Capillas. La estructura
Ubicación básica de la Cordillera Oriental es de plegamiento
El área estudiada se ubica en el noroeste ar- y fallamiento; predomina el fallamiento en blo-
gentino, concretamente en el departamen- que con fallas escarpadas, siendo característicos
to de Rosario de Lerma, provincia de Salta, los pliegues volcados y fallados. Está caracteri-
comprendida entre los paralelos de 24º25’ sur zada por un basamento constituido por rocas se-
y 24º32’ sur, y los meridianos de 65º42’ oeste y dimentarias muy poco meteorizadas del precám-
65º49’ oeste; ocupando espacialmente el sector brico (Turner 1972).
REVISTA HAUCAYPATA 87
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

El paisaje característico es semiárido con pre- la atención es el camino que llaman del Inca, el
sencia de pastizales y cactáceas columnares. cual, entrando por la puna de Jujuy, pasa al Mo-
Desde el punto de vista fitogeográfico, y toman- reno y de ahí se dirige por el Abra del Palomar
do como referencia el esquema propuesto por hacia la Quebrada del Toro, internándose en las
Cabrera (1956), la región pertenece al “Domi- serranías del naciente por el Rosal, pasa por Ca-
nio Andino”, ocupando el sector oriental de la rachipampa y las ruinas de Sococha, Saladillo,
“Provincia Puneña” y manifestando las carac- Abra de Pascha, Fuerte Grande y Fuerte Chico,
terísticas típicas de la “Provincia Prepuneña”, llega hasta Incahuasi y, siguiendo siempre por
que se ubica entre los 3400 msnm (oeste) y los las mayores alturas, toma el rumbo de los Valles
2000 msnm. Al este limita con la “Provincia de Calchaquíes hacia la Puna de Atacama...” (Cor-
las Yungas”. nejo 1936: 24).
El clima es seco y cálido, caracterizado por una Otro antecedente específico e importante es el
elevada irradiación solar debido a la escasa nu- de León Strube Erdmann, quien en su texto Via-
bosidad (excepto en los meses de verano) con lidad Imperial de los Incas menciona la quebra-
un elevado índice de heladas. En términos ge- da del Toro y el Valle de Lerma, considerándolos
nerales se puede considerar clima cálido - mo- importantes ramales de la vialidad imperial, cita
derado para los meses de verano y frío para el los datos aportados por Boman sobre el tramo
resto del año. Las precipitaciones son escasas, Morohuasi – Incahuasi, e incluye en su mapa
de régimen estival y no superan los 70 milíme- como “poco documentados” o “probables” a los
tros anuales. La humedad relativa anual oscila caminos que van más allá de Incahuasi y los que
entre 35 y 50%, por lo que se considera como entran por el norte del Valle de Lerma. Al res-
“seco-húmedo” (Cabrera 1956). pecto el autor comenta: “En nuestra visita a In-
Las altas montañas ubicadas al este de la que- cahuasi y en demanda del campamento del Dr.
brada del Toro, donde destaca la presencia del Keidel (1921), tuvimos la suerte de gozar el pa-
Nevado de Chañi y su serranía, se cubren de norama grandioso que nos ofrecían los flancos
nieve en verano y, a través de sus vegas, pro- de los nevados y la recta impecable del camino
veen de agua durante todo el año a los poblado- incaico por la pampa de Carachi, en dirección a
res de la quebrada. Todo este gran piedemonte Morohuasi.” (Erdmann 1963: 89- 91).
es utilizado para hacienda y pastoreo por los Finalmente, a fines de la década de 1990 y prin-
escasos pobladores actuales. cipios de la del 2000, Pampa Carachi y toda el
área comprendida entre Morohuasi e Incahuasi
Antecedentes arqueológicos de Pampa fue objeto de relevamientos y estudios que resul-
Carachi tan ser los más específicos y concretos conoci-
El antecedente principal y más antiguo en la dos hasta el presente (Vitry 1999, 2000, 2003a,
región es del sueco Eric Boman, quien en su 2003b; Vitry y Soria 2007). Como colofón de los
obra Antigüedades de la región andina de la hallazgos y estudios realizados en Pampa Ca-
República Argentina y del desierto de Ataca- rachi, tenemos los resultados obtenidos por el
ma (1908), mencionó en un acápite titulado arqueólogo Patané Aráoz (2017) en un informe
“Calzadas prehispánicas de Morohuasi a Inca- de impacto ambiental inédito, quien localiza en
huasi y a Payogasta”, el tramo de camino que el sector centro oeste y suroeste de la Pampa si-
parte desde Morohuasi, pasando por Pampa tios de baja visibilidad y gran profundidad tem-
Carachi y llega a Incahuasi, por los faldeos occi- poral. Al respecto comenta: “Se debe destacar
dentales de las serranías del Chañi y de Pascha, particularmente los registros obtenidos en el
para luego ir a Potrero de Linares (Boman 1991 sitio PCEIArq-S3, especialmente las puntas de
y Vitry 2000). proyectil de tipo «triangulares apedunculadas»
El primer investigador en mencionar la Pam- (10000 a 6000 AP; figura 15B), «Perchel o San
pa Carachi fue Atilio Cornejo. En su trabajo Martin», diagnósticas del Holoceno Tempra-
Apuntes Históricos sobre Salta comentó, al re- no (8500 a 7500 AP; figura 15A) y «Saladillo»,
ferirse a la entrada de los conquistadores por diagnósticas del Holoceno medio (5500 a 4000
lo que hoy es territorio argentino, que transitó AP; figura 15C).” (Patané Aráoz 2017).
por este tramo de camino incaico mencionado A la luz de las evidencias materiales registradas
por Boman: “Y una de las cosas que más llama hasta el momento podemos decir que en Pampa
Christian Vitry 88
Los caminos Incas de Pampa Carachi, nuevos hallazgos. Salta, Argentina

Carachi se manifiestan dos momentos prehis- atravesaba seis sitios de diferente porte: Cara-
pánicos, por un lado los grupos humanos ca- chi Norte, Tambo Carachi Norte, Carachi Cen-
zadores recolectores del Período Precerámico, tro, Cementerio Carachi, Tambo Carachi Sur y
11000 a 600 aC y por otra parte toda la secuen- El Cardonal (Vitry 1999 y 2000; Figura 1). Estos
cia de evidencias de infraestructura caminera caminos, si bien en gran parte del tramo Moro-
relacionada con el Qhapaq Ñan que correspon- huasi-Incahuasi tienen buena visibilidad, en los
de al Período Inca (1420 – 1532 dC). lugares llanos pierden bastante notoriedad y en
sectores están prácticamente desaparecidos por
Caminos incas de Pampa Carachi: una la erosión. Respecto las características cons-
revisión y corrección tructivas, se trata de un camino tipo despejado y
Cuando realizábamos la primera descripción amojonado de 3.5 metros de ancho y la particula-
de estos caminos (figura 2) interpretamos que ridad que tiene es que el amojonado lateral no es
el segmento que atravesaba la Pampa Carachi una acumulación de rocas producto del despeje
era uno solo, el cual era casi recto, pues, en el del camino, sino que ha mediado un importante
sitio Cementerio Carachi se quebraba y cam- proceso de selección de rocas con cantos planos y
biaba levemente el ángulo. En su derrotero de tamaños similares, hecho que le da una gran

Figura 2. Fotografía aérea correspondiente a la publicación donde se interpretaba como si fuese un solo cami-
no el que atravesaba Pampa Carachi. Fotograma Zona 2565. Recorrido 105. (IGM).
Tomado de Vitry (2000: 166).
REVISTA HAUCAYPATA 89
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 3. Borde del camino despejado y amojonado donde se nota el trabajo de selección de rocas con cantos
planos que, ubicados contiguamente, delimitan el camino inca. Fotografía de Vitry 2017.

presencia al camino (Vitry 2000: 84) (figura 3). nima y atraviesa Pampa Carachi recorriendo una
Un nuevo proyecto nos permitió retomar las distancia de 5,7 kilómetros hasta llegar a la que-
investigaciones en el área y, en esta ocasión, brada de El Cardonal; en dicho camino recto se
contando con fabulosas herramientas cartográ- distribuyen los sitios Carachi Norte, Tambo Ca-
ficas digitales como lo es Google Earth. Previo rachi Norte, Cementerio Carachi, Tambo Carachi
a la salida al terreno se realizó la rigurosa pros- Sur y El Cardonal.
pección analizando las imágenes satelitales Por otra parte, otro camino que nace unos 750
desde la computadora y grande fue la sorpresa metros hacia el oeste de la misma quebrada El
al observar y comprobar que, lo que años atrás Chuschal y recorre en sentido sureste una dis-
se había interpretado como un camino con un tancia de 3.7 kilómetros formando una diagonal
leve ángulo (Figura 2) resultó ser un camino respecto al camino recto mencionado anterior-
recto con otro que lo intercepta y empalma mente y empalmando en el sitio conocido como
diagonalmente (Figura 4). Cementerio
En este nuevo y real esquema distribucional Carachi (Figura 4). Este camino diagonal parte
de sitios asociados a la vialidad inca tenemos el de una altura de 3340 metros y cuando empalma
siguiente panorama: un camino recto que pro- en Cementerio Carachi se encuentra a una altitud
viene de Pampa Chuschal y su quebrada homó- de 3420 metros y los sitios asociados al mismo
Christian Vitry 90
Los caminos Incas de Pampa Carachi, nuevos hallazgos. Salta, Argentina

Figura 4. Caminos incas que atraviesan Pampa Carachi y distribución de infraestructura asociada a los
mismos. Imagen Google Earth 2017®.

son Corral Carachi Norte y Pampa Carachi El camino “nuevo” tiene la particularidad de po-
Centro. El primero de estos sitios lo habíamos seer un ancho constante de aproximadamente 2.5
registrado poco tiempo después de la publica- a 3 metros, un trazado lineal recto de 6.2 kilóme-
ción del año 2000 y no había sido publicado tros a una altitud promedio de 3330 metros hasta
hasta ahora, aunque los detalles del mismo se- llegar a la quebrada El Cardonal (Figura 6). Las
rán objeto de otra publicación. El ancho de este prospecciones por la zona de la quebrada El Car-
camino es constante y tiene 3 metros, al igual donal y sus alrededores no han evidenciado hasta
que el anteriormente citado posee bordes bien el momento la continuidad de este camino. Por
definidos debido a la selección de rocas con otra parte, se localizaron cuatro lugares con evi-
cantos planos (Figura 5). Sirvan las presentes dencia de cerámica inca en superficie (Figura 7),
líneas como “fe de erratas” de la publicación el camino no posee infraestructura vial asociada,
inicial (Vitry 1999 y 2000). tiene muy baja visibilidad (Figura 8) y se encuen-
tra a unos 800 metros respecto al “principal”.
Hallazgo de un “nuevo” camino Inca pa- Las evidencias nos sugieren proponer, como hi-
ralelo en Pampa Carachi pótesis de trabajo, que este camino se encontraba
Los estudios que estuvimos realizando en el en proceso de construcción cuando fue abando-
área, tanto en gabinete como en el terreno, nos nado debido a los sucesos históricos que estaban
permitieron localizar sitios pequeños, cerámica aconteciendo en el Tahuantinsuyo, de allí que,
inca en superficie y la presencia de un camino de cuando entrecomillamos la palabra “nuevo”, con-
muy baja visibilidad que discurre en forma pa- sideramos que es casi literal, pues posiblemente
ralela al recto descripto anteriormente. Dicho nunca haya sido utilizado y, la ausencia de in-
camino lo observamos en el norte por la mis- fraestructura asociada avalaría en cierta medida
ma zona donde “nace” el camino diagonal en la la hipótesis planteada, pero el tiempo y las investi-
quebrada El Chuschal, aunque dicho empalme gaciones son los que tendrán la palabra definitiva
no pudimos comprobarlo en el terreno aún. de este postulado.
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Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 5. Aspecto del camino diagonal de Pampa Carachi. Fotografía de Vitry 2017.

Figura 6. La imagen muestra el “nuevo” camino paralelo localizado en Pampa Carachi. Imagen
Google Earth 2017®.
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Los caminos Incas de Pampa Carachi, nuevos hallazgos. Salta, Argentina

Figura 7. Fragmentos de cerámica Inca hallada sobre el camino paralelo. Fotografía de Vitry 2017.

Consideraciones finales en el sur de Bolivia (Manzo et al. 2011 y Muñoz


A medida que avanzan las investigaciones en 2012); en Chile (Stehberg y Caravajal 1998 y Ste-
torno al sistema vial incaico van apareciendo hberg et al. 2017) y en Argentina (Vitry 2000: 196
mayor cantidad de evidencias que contribuyen y Martin 2015: 45).
a un mejor entendimiento de la problemática. Para la Argentina el caso más emblemático de
Este quizás no sea el caso de los caminos para- caminos paralelos se localiza en la provincia de
lelos, sobre los cuales no se han producido nu- La Rioja, en un área conocida como Chilitanca o
merosos hallazgos desde lo expuesto por Hys- Pampa del Ajencal, dado a conocer por Schobinger
lop en la década de 1980, quien mencionó los (1966) y complementado por el arqueólogo Sergio
caminos del norte del sitio Tunsukancha en el Martin, quien registró caminos paralelos a am-
departamento de Huánuco y los del área de Jau- bos lados de la sierra de Famatina (Martin 2015:
ja, en la Sierra Central del Perú (Hyslop 1992: 46), aportando además algunas posibles inter-
247). Al respecto tenemos nuevos registros pretaciones sobre la funcionalidad de los mismo.
REVISTA HAUCAYPATA 93
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 8. Aspecto del camino inca paralelo al “nuevo” en Pampa Carachi y cuya visibilidad es muy baja.
Fotografía de Vitry 2017.

Tal como mencionáramos anteriormente, región andina de la República Argentina y del


pensamos que el “nuevo” camino hallado en desierto de Atacama. 2 Tomos. UNJu. S.S. de
Pampa Carachi, se trataría de una vialidad que Jujuy. Argentina.
se encontraba en proceso de construcción y fue
abandonada antes de concluirla. En el área tra- CABRERA, Ángel, 1956. Enciclopedia Argentina
de Agricultura y Jardinería. Fascículo 1, Regio-
mo Morohuasi-Incahuasi hay un sitio arqueo- nes Fitogeográficas Argentinas. Primera Reim-
lógico ubicado a pocos kilómetros al norte, en presión, Tomo II. Editorial ACME. Argentina.
una situación similar de abandono en pleno
proceso constructivo. Aparte de los argumen- CORNEJO, Atilio, 1936. Apuntes históricos sobre
tos esgrimidos en el acápite anterior, hemos Salta. Segunda Edición. Talleres Gráficos Ferrari
hallado una serie de mojones y otros rasgos Hnos. Argentina.
arquitectónicos que estarían indicando lo an-
tedicho y que profundizaremos en un futuro HYSLOP, John, 1992. Qhapaqñan. El sistema vial
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Christian Vitry 94
Los caminos Incas de Pampa Carachi, nuevos hallazgos. Salta, Argentina

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REVISTA HAUCAYPATA 95
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes


del sur de Cerdeña
María Constanza Ceruti
constanzaceruti@hotmail.com

Resumen
Los tofet de Cerdeña son altares funerarios de época fenicio-púnica, construidos sobre
promontorios rocosos de alta visibilidad, en los que se depositaban urnas cinerarias con restos
infantiles carbonizados y estelas de arenisca representando miniaturas de edificios dedicados al
culto. Desde el punto de vista estrictamente temático, el fenómeno de los tofet es interesante como
paralelo de comparación con las ceremonias incas de capacocha, que tuvieron como escenario
a distintas montañas de los Andes, en las que el sacrificio de niños jugó un papel fundamental.
Además, el objetivo del trabajo es llamar a los colegas a una reflexión acerca de las presentaciones
distorsionadas que se hacen sobre estos fenómenos históricos por motivos ideológicos o de
corrección política.

Palabras claves: Tofet, montes, sacrificios, infantes, Cerdeña.

Abstract
The Tophet of Sardinia are funerary altars from the Phoenician-Punic period, built on high
visibility rocky promontories, where cinerary urns were placed with charred children’s remains
and sandstone steles representing miniatures of buildings dedicated to worship. From the strictly
thematic point of view, the phenomenon of the Tophet is interesting as a comparison parallel with
the Inca capacocha ceremonies, which took place in different mountains of the Andes, in which the
sacrifice of children played a fundamental role. In addition, the objective of the work is to call the
colleagues to a reflection about the distorted presentations that are made about these historical
phenomena for ideological or political correctness reasons.

Keywords: Tophet, mountains, sacrifices, infants, Sardinia.

El paisaje cultural de Cerdeña apreciar instrumentos empleados en la confec-


Cerdeña ocupa un lugar estratégico en el co- ción del pan ceremonial barroco, que se hornea
razón del Mediterráneo, que le permitió nu- en ocasión de las sagras para los santos patronos;
trirse desde épocas tempranas del acervo de así como los implementos característicos para el
Medio Oriente, el norte de África y de las cul- bisso (extraído de filamentos del molusco más
turas célticas europeas. A diferencia de las islas grande del Mediterráneo) con el que se decoran
baleares, Malta y Sicilia, la isla de Cerdeña no las mantas que adornan los balcones durante las
fue objeto de los fuertes cambios culturales que procesiones religiosas.
la ocupación árabe trajo aparejados en regio- La región meridional de la isla de Cerdeña man-
nes del sur de Europa desde el siglo VIII aC. Es tuvo desde tiempos antiguos contactos estrechos
quizás, por ello, que las tradiciones culturales con el norte de África, los cuales se intensifica-
sardas sorprenden por la vitalidad con que han ron durante la etapa púnico cartaginesa (600
sido preservadas hasta nuestros días. al 300 aC). Los ecos de las influencias nortea-
En la remota isla de Sant´Antioco, al sudoes- fricanas se manifiestan en rasgos tales como la
te de Cerdeña, se encuentra el Museo Etnográ- joyería de coral o la orfebrería ornamental, que
fico Su magasinu de Su Binu, donde se pueden adornan los trajes típicos de las mujeres sardas,
CERUTI, María Constanza, 2018. Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de
Cerdeña. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 13: 95-111. Lima.
María Constanza Ceruti 96
Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de Cerdeña

notablemente semejantes a los de las esposas tumbas comparten rasgos arquitectónicos y de-
Bereber en Marruecos. Es interesante, desde el corativos semejantes a los hipogeos de la isla de
punto de vista lingüístico, que tanto las tribus Malta, al igual que la importancia atribuida en
de los montes Atlas como las comunidades de esta etapa a las esculturas líticas de las diosas
las montañas sardas fueran designadas por los madres.
Durante la Edad del Bronce (2200-900 aC) se
conquistadores romanos como “bárbaras” (de extiende por toda Cerdeña la civilización Nurá-
allí se desprende el nombre de la región mon- gica, caracterizada por sus construcciones en
tañosa de la Barbagia, que se extiende en el forma de torres llamadas nuraghe, los pozos
centro-este de Cerdeña; así como el gentilicio sacros y las ofrendas de figurinas de bronce en
“bereber” de las tribus norteafricanas). miniatura representando barcas, bovinos, sacer-
La geografía meridional de Cerdeña, en la dotes y oferentes estilizados. Los nuraghe sardos
que se combinan extensas planicies y abruptas se asemejan en forma y función a los talayots de
montañas ha permitido mantener la vigencia las islas baleares; si bien las torres sardas son de
de las sagras, festividades populares de tinte mayor tamaño y presentan corredores, escaleras
religioso que en esta parte de la isla involucran y recintos con cúpulas en su interior. De esta eta-
pa nurágica se conservan, asimismo, conjuntos
carreras de caballos, además de las procesiones megalíticos de función funeraria llamados colo-
con las imágenes de los santos mártires carga- quialmente “tumbas de gigantes” en cuya planta
das en andas por los devotos fieles y precedi- se materializaba la figura de la testa bovina, sien-
das por las traccas, carros tirados por bueyes do que el buey fue considerado un animal sagra-
y adornados con flores y frutos (véase Mastino do en toda el área mediterránea contemporánea,
2007). Tuve la fortuna de encontrarme pernoc- especialmente en la civilización minoica en Creta
tando en Sant´Antioco justamente el día en (véase Ceruti 2012).
que el poblado celebraba la festividad del Santo En la Edad del Hierro (900-600 aC) comienzan
Patrono de la isla, pudiendo acompañar la pro- a consolidarse en Cerdeña los contactos con los
cesión de la sagra y apreciar “de primera mano” etruscos del centro de la península Itálica y con
los Fenicios del Líbano. Las influencias fenicias
la vestimenta típica de los devotos, las traccas contribuyen directamente al surgimiento de una
y la exhibición de mantas bordadas adornando Era Púnica o Cartaginesa (600-238 aC) que se
los balcones. extiende hasta la conquista romana ocurrida en
Entre los elementos culturales más exclusi- el año 238 aC. La investigación que aquí desarro-
vos de la región sudoeste de Cerdeña están los llamos en torno a los sacrificios de niños en las
“fassonis”, botes de totora empleados por los montañas del sur de Cerdeña queda enmarcada
campesinos sardos para desplazarse por las dentro de esta época de influencias Fenicio-Púni-
aguas pantanosas de las lagunas y marismas cas en la isla, durante las cuales que se constru-
en las inmediaciones del golfo de Oristano. La yeron y utilizaron los famosos altares funerarios
existencia de grandes extensiones de pantanos, conocidos como Tofet.
Las necrópolis púnicas en el sur de Cerdeña han
lagunas y marismas en el extremo sudoeste de sido ampliamente reutilizadas durante la épo-
Cerdeña, sumada a la cercanía geográfica de ca romana y medieval, hasta nuestros días. Los
las costas de África determina que esta región hipogeos púnicos en la ciudad de Sant ´Antioco
sarda siga actualmente siendo objeto de epide- (antigüa Sulky fenicia y Sulci romana) fueron
mias de fiebre del Nilo occidental; en tanto que reutilizados en época romana para el sepelio de
hasta mediados del siglo XX dC permanecía to- los difuntos en sarcófagos de piedra o féretros
davía azotada por el flagelo de la malaria. de madera. Desde el siglo IV dC y hasta el siglo
VII dC la comunidad cristiana de Sant´Antioco
Panorama de Cerdeña meridional en la reutilizó los enterratorios hipogeicos como ca-
antigüedad tacumbas, en base a la creencia de que el entie-
rro “ad sanctum” facilitaría el ingreso del alma
La región meridional de la isla de Cerdeña al cielo al momento del Juicio Final. De allí que
conserva manifestaciones propias de la Pre- las catacumbas de Sulci constituyan uno de los
historia Neolítica (6000-2800 aC) y Eneolíti- más significativos recursos arqueológicos de la
ca (2800–220 aC), entre las que se destacan era cristiana en Cerdeña, siendo la iglesia basílica
las tumbas semi-subterráneas excavadas en erigida encima de las catacumbas y consagrada
la roca y caracterizadas coloquialmente como al mártir norteafricano Sant´Antioco uno de los
“casas de brujas” o domus de janas. Dichas templos más antiguos de toda la isla. En épocas
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Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 1. Ruinas de la ciudad fenicio-púnica-romana de Tharros (© Maria Constanza Ceruti).

recientes, las tumbas hipogeicas de filiación Los tofet fenicio- púnicos en el paisaje del
púnica fueron reutilizadas como hogares tro- sur de Cerdeña
gloditas para familias campesinas carenciadas. Los tofet son altares funerarios de época fenicio-
Al término de la presente investigación, acer- púnica, construidos sobre promontorios rocosos
ca de los altares funerarios fenicio-púnicos de alta visibilidad, en los que se depositaban ur-
y los ritos sacrificiales en las montañas del nas cinerarias con restos infantiles carbonizados
sur de Cerdeña, visité personalmente el tofet y estelas de arenisca representando miniaturas
de Monte Sirai, el tofet de Sulky en la isla de de edificios dedicados al culto. Anteriormente
Sant´Antioco, el santuario de Tanit junto a las se aceptaba que los restos incinerados hallados
ruinas de Nora y el tofet en las inmediaciones en los tofet pertenecían a niños sacrificados en
de las ruinas de Tharros. También tuve la suer- honor a Tanit y Baal Hammon, divinidades feni-
te de examinar las colecciones de materiales cio-púnicas a las cuales eran consagrados dichos
procedentes de contextos de tofet, que incluyen altares. Actualmente, la noción de que los carta-
estelas de arenisca y urnas cinerarias de cerá- gineses hayan sacrificado niños en las montañas
mica exhibidas en el Museo Arqueológico Na- del sur de Cerdeña se encuentra cuestionada (y
cional de Cagliari, el Antiquarium Arborense silenciada) por motivos que analizaremos en las
de Oristano, el Museo Arqueológico Giovanni consideraciones del presente trabajo. A conti-
Patroni de Pula y el Museo Arqueológico Fe- nuación recorreremos algunos ejemplos de tofet
rruccio Barreca de Sant´ Antioco. en asentamientos fenicio-púnicos en la parte sur
María Constanza Ceruti 98
Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de Cerdeña

de la isla de Cerdeña y caracterizaremos bre-


vemente los materiales arqueológicos hallados
en asociación contextual con dichos altares fu-
nerarios.

Las ruinas de Tharros y su tofet


Las ruinas de Tharros se encuentran locali-
zadas en las inmediaciones del cabo San Mar-
co, en el extremo de la península de Sinis, que
se adentra en las aguas del golfo de Oristano.
Fundado por los Fenicios hacia el siglo VIII AC,
el enclave de Tharros llegó a constituir uno de
los sitios púnicos más importantes de Cerdeña
(figura 1). Su importancia se mantuvo a lo largo
de la historia, tal como lo testimonian las impo-
nentes ruinas de un complejo termal romano y
una vía pavimentada con losas de piedra; la base
de un templo con columnas dóricas, un templo
de planta semítica y un área de puerto que se
encuentra actualmente cubierta por el mar.
De la época fenicio-púnica data un templo
monumental con tres muros y el tofet erigido
en la cima de la vecina colina de Su Muru Man-
nu, en cuyas inmediaciones se construyó poste-
riormente un baptisterio paleocristiano (figura
2). El tofet comprende un templo fenicio con
un altar sacrificial cartaginés, junto al cual se
depositaron urnas cinerarias pintadas que con-
tenían en su interior restos carbonizados de
niños y animales, acompañados por amuletos.
Las estelas de arenisca erigidas a los pies del
tofet constituían miniaturas que reproducían la Figura 2. Camino a la colina del Tofet en Tharros (©
forma de ciertas construcciones para el culto. María Constanza Ceruti).
Las estelas y urnas del tofet de Tharros se en-
cuentran actualmente en el Museo Municipal exhibe una vasta colección reunida en el siglo XX
Giovanni Marongiu de Historia y Arqueología, por el abogado Efisio Pischedda.
en la vecina localidad de Cabras. La torre, elemento emblemático de la ciudad de
Oristano, es adoptada como eje simbólico inte-
Estelas y urnas púnicas en el Antiqua- grador para la muestra arqueológica del museo,
rium de Oristano la cual ha sido titulada “la ciudad y la torre”. Los
La ciudad de Oristano, situada en la planicie distintos materiales de época fenicio-púnica se
de Campidano, en el extremo occidental de muestran acompañados de sugestivas citas to-
Cerdeña, es reconocida por su planta medieval madas de la Biblia y de los documentos escritos
amurallada, sus cuatro entradas y sus torres por antiguos historiadores romanos. Las vitrinas
entre las que se destaca la torre de San Cris- que exhiben materiales funerarios tales como
tóforo. El Museo Arqueológico de Oristano es máscaras apotropaicas1, jarras trilobuladas o
llamado el Antiquario Arborense, en honor a escarabajos de pasta vítrea quedan vinculadas
Eleonora de Arbórea, una destacada jurista y conceptualmente bajo el acápite de “la ciudad
feminista que ejerció el poder en el siglo XIV,
durante el período denominado “Giudicato In- 1 Las máscaras apotropaicas aparecen en contextos fu-
dependiente”. Situado en un edificio histórico nerarios y se caracterizan por su apariencia temible.
conocido como Palazzo Parpaglia, el museo Tenían como función espantar a los malos espíritus.
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Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 3. Materiales de Tofet en el Antiquarium Arborense de Oristano (© María Constanza Ceruti).

Figura 4. Templo de Tanit en las ruinas de Nora (© María Constanza Ceruti).


María Constanza Ceruti 100
Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de Cerdeña

de los muertos”. Las vitrinas que exhiben obje- de Cerdeña, constituyéndose en la más antigua
tos de culto, tales como estatuillas votivas car- ciudad sarda. Supo conservar su importancia
taginesas hechas en arcilla, incensarios púnicos hasta la época romana, de la cual datan el único
o figurinas con múltiples pechos que represen- anfiteatro romano hallado en la isla y las ruinas
tan a la diosa Cibeles, quedan organizadas bajo de los baños termales, el foro y la basílica, ade-
el acápite de “la ciudad de los dioses”. En tanto más de exquisitos mosaicos.
que las vitrinas que exhiben materiales proce- El santuario de Esculapio, construido sobre un
dentes de contextos de tofet - incluyendo las promontorio que corona una pequeña península
urnas cinerarias y las típicas estelas de piedra que avanza hacia el mar, parece ser de origen pú-
con el diseño geométrico característico de la nico, remontándose en antigüedad al siglo IV aC.
diosa Tanit - se articulan bajo el concepto de En su interior se realizaban ritos de “incubación”
“la ciudad de los hijos e hijas pasados por el o curas por sueño para las que los devotos debían
fuego”, en alusión a las gráficas descripciones dormir en el templo. Se cree que la famosa esta-
de los sacrificios infantiles a Baal que aparecen tua del “durmiente” que se exhibe en el Museo
en la Biblia y en los escritos de los historiadores Arqueológico de Cagliari estaría vinculada con
romanos (figura 3). este tipo de ritos.
Una de las máximas elevaciones en el sitio,
Las ruinas de la ciudad de Nora y su tofet conocida como “la colina de Tanit” cuenta con
Nora fue fundada por los fenicios en el siglo las ruinas de un templo romano construidas
IX aC sobre el cabo de Pula, en el extremo sur sobre las de un templo fenicio (figura 4). Hace

Figura 5. Estelas del Tofet de Nora en el Museo Arqueológico de Pula (© María Constanza Ceruti).
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Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 6. Tofet de Sulky en Sant´ Antioco (© María Constanza Ceruti).

aproximadamente cien años, una marejada Martinelli 2007). La parte más destacada de la
con olas de inusual altura dejó al descubierto el colección está integrada por las estelas proceden-
área de tofet, con sus características estelas de tes del tofet de Nora que conservan el signo de
arenisca y urnas cinerarias. El tofet fue excava- Tanit en bajorrelieve. También se exhiben am-
do por pobladores locales bajo la dirección de pliaciones de las fotos antiguas que ilustran las
un aficionado a la arqueología y los materiales excavaciones efectuadas hace casi cien años en el
recuperados fueron puestos a resguardo en los sitio (figura 5).
museos arqueológicos de las ciudades de Pula
y de Cagliari (véase Bernardini 2007a y Tron- El enclave fenicio de Sulky y su tofet
chetti 1985). La isla de Sant ´Antioco se desprende de la cos-
Por su parte, el Museo Giovanni Patrini se ta sudoeste de Cerdeña, separada por un área de
encuentra albergado en una casa tradicional lagunas y marismas. En una colina que se yer-
sarda en el centro de la localidad de Pula. En gue sobre el golfo de Palmas, en el siglo VIII AC,
la sala principal del museo se exhiben objetos los navegantes libaneses erigieron el enclave de
procedentes de las ruinas de la vecina ciudad Sulky, el cual constituye con alta probabilidad
de Nora, que incluyen vasos áticos importados, el asentamiento fenicio más antiguo en Cerdeña
ánforas púnicas de rescates subacuáticos y has- (puesto que precede en el tiempo al vecino encla-
ta una pluma de oro en la que se ha tallado el ve de Monte Sirai). La dominación romana cono-
rostro de la Gorgona (véase Bernardini 2007b y ció al sitio como “Sulci” y le concedió importancia
María Constanza Ceruti 102
Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de Cerdeña

estratégica para controlar el acceso a los recur- muros bajos de piedra que creaban áreas de re-
sos minerales de la vecina región montañosa de cintos segregados, en las cuales se depositaban
Carbonia. las urnas cinerarias y estelas. Más de 3000 ur-
Los fenicios construyeron una necrópolis en nas y 2000 estelas procedentes de este sitio se
la colina de Is Pirixeddus, con cámaras subte- encuentran actualmente albergadas en el Museo
rráneas excavadas en la tufa y accesibles me- Arqueológico Nacional de Cagliari y en el Museo
diante un corredor con escalones tallados en la Ferruccio Barreca de Sant´ Antioco. Las estelas
roca volcánica. Muchos de los objetos funera- exhiben representaciones de divinidades fenicio-
rios recuperados en las excavaciones arqueoló- púnicas y escenas de sacrificios de animales. En
gicas realizadas en dicha necrópolis se encuen- muchos casos se emplearon vasijas de uso culi-
tran actualmente exhibidos en el vecino Museo nario a modo de urnas cinerarias, las cuales eran
Arqueológico Ferruccio Barreca, el cual ofrece cubiertas con platos o porta-candelas de cerámi-
una de las colecciones de materiales fenicio- ca. Las cenizas y restos óseos contenidos en su
púnicos más completas de todo el Mediterrá- interior eran no solamente de niños sino también
neo. de animales (vacunos y caprinos, entre otros),
El tofet fenicio-púnico fue erigido en otra co- como se explica en la folletería del sitio.
lina vecina que lleva el sugestivo nombre de Actualmente se encuentran in situ algunas urnas
Sa Guardia de Is Pingiadas (“Guardiana de las cinerarias aún enterradas, de las que solamente
vasijas”). Dicho altar funerario, en el que los asoman los bordes (figura 7). La mayoría de las
fenicios y cartagineses depositaban los restos urnas de terracota que se observan en superficie
incinerados de niños, permaneció en uso entre son réplicas modernas de las que fueran oportu-
los siglos VIII y I aC (figura 6). Contaba inicial- namente excavadas. Es por demás interesante

Figura 7. La autora en el tofet de Sulky en Sant´ Antioco (© María Constanza Ceruti).


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Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

que la parte posterior del tofet cuenta con un alejar los espíritus malignos de las inmediaciones
afloramiento rocoso el cual, por su conforma- del lugar de descanso del difunto, contribuyendo
ción y grado de exposición a los vientos es in- también a desalentar la profanación de tumbas.
terpretado como el lugar exacto para la incine-
ración de los cuerpos. Aún pueden advertirse El asentamiento fenicio de Monte Sirai y
en superficie fragmentos óseos de muy peque- su tofet
ño tamaño, correspondientes a los restos cal- El asentamiento fenicio de Monte Sirai fue
cinados de los niños ofrendados a las deidades fundado alrededor del año 750 aC y abandona-
fenicias. do durante la era republicana. El emplazamiento
Por su parte, el Museo Arqueológico Ferruc- del sitio, en la cumbre de una montaña plana ro-
cio Barreca en Sant´ Antioco ofrece una de las deada de precipicios, fue considerado estratégico
colecciones de materiales fenicio-púnicos más por parte de los romanos, puesto que les permi-
completa y mejor documentada de todo el Me- tía dominar la “vía sulcitana” de acceso a las mi-
diterráneo. Los artefactos procedentes del to- nas de cobre situadas en las montañas vecinas.
fet y de la necrópolis púnica de Sulky incluyen Desde sus alturas se divisa claramente la isla de
urna cinerarias, estelas, amuletos, joyería de Sant´Antioco y el golfo de la Palma, además de
oro y plata y jarras de alfarería. Particularmen- las montañas más elevadas de la región de Car-
te interesante resulta la colección de máscaras bonia e Iglesiente.
apotropaicas de arcilla cocida, dotadas de gran- Ocupa la superficie de una montaña dotada de
des dientes y orejas, cuya finalidad era la de una extensa cima plana, la cual resulta llamativa

Figura 8. Tumba púnica hipogeica con diseño de Tanit en Monte Sirai (© María Constanza Ceruti).
María Constanza Ceruti 104
Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de Cerdeña

Figura 9. Templo de Astarte en Monte Sirai (© María Constanza Ceruti).

al ser observada desde el tofet de Sulky, en la terraza sobre-elevada y accesible tras el ascen-
vecina isla de Sant´Antioco. Monte Sirai es una so de dos gruesos escalones de piedra (figura 9).
ciudad fenicio-púnica fortificada, compuesta Dicha estructura religiosa fue construida reutili-
por el poblado de Monte Claro, una acrópolis, zando para tal fin la torre de un antiguo nuraghe
las necrópolis fenicia y púnica, las antiguas Do- de planta simple.
mus de Janas y el consabido tofet. El poblado El tofet de Monte Sirai está en una colina-san-
de Monte Claro cuenta con amplios sectores de tuario en el sector noroccidental de la localidad
arquitectura doméstica, con recintos construi- arqueológica, habiendo sido fundado hacia el
dos con ladrillos secados al sol y basamentos de año 360 aC. Se orienta en dirección noroeste y se
muros de piedra. La arquitectura funeraria en ubica en la cúspide del promontorio. Las cenizas
el vecino valle de las necrópolis se destaca por de los niños eran contenidas en urnas de terra-
las trincheras de incineración labradas en la cota las cuales eran depositadas en grietas al pie
roca madre en época fenicia y por los elabora- del tofet, cubiertas de un bol o plato de cerámica
dos hipogeos púnicos. Dichas cámaras subter- y frecuentemente acompañadas por estelas figu-
ráneas excavadas en la tufa volcánica y selladas rativas (figura 10). Las urnas y estelas cubrían
originalmente con grandes losas de piedra con- una superficie de aproximadamente 600 m² a los
tenían ofrendas funerarias de cerámica, joyas, pies del pequeño templo construido sobre el pro-
objetos de bronce, platos, jarras y collares de montorio de roca natural. Los materiales arqueo-
pasta vítrea. En la tumba número 5 se observa lógicos (estelas y urnas) procedentes del tofet de
una columna en la que se ha representado en Monte Sirai se encuentran albergados en el Mu-
bajorrelieve el signo de la diosa Tanit (figura 8). seo Cívico Arqueológico Villa Sulcis, en la vecina
El único espacio público dentro de la planta ciudad de Carbonia. Según la folletería explicati-
del sitio es una pequeña plaza que precede va, el tofet era el lugar elegido para depositar “las
al templo de Astarté, construido a modo de cenizas de niños que habían nacido muertos o
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Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

que morían durante la primera infancia, sin arenisca y urnas cinerarias de terracota, en cuyo
haber tenido oportunidad de ser integrados interior se conservaron los restos de los cuerpos
ritualmente a la comunidad de los vivos”. infantiles calcinados en el fuego, acompaña-
dos frecuentemente por restos incinerados de
Consideraciones animales y amuletos. El principal ejemplo está
Los fenicios fundaron numerosas ciudades en constituido por el tofet de Salambó en Cartago,
el sur de Cerdeña entre los siglos IX y VII aC, el cual ha sido declarado Patrimonio Mundial de
las cuales alcanzaron su apogeo en época Pú- la Humanidad por la UNESCO. Las excavaciones
nica (siglo VI a III AC). Dichos asentamientos arqueológicas allí realizadas permitieron demos-
comprendían una cuidadosa planificación ur- trar una utilización continua del sitio durante
bana para la regulación del espacio, con unida- más de seis siglos, la cual conllevó a que fuesen
des domésticas distribuidas ordenadamente, al depositadas ritualmente alrededor de 20 mil ur-
igual que los espacios públicos y los sistemas de nas cinerarias.
distribución del agua. También estaban previs- Los destinatarios del culto en tofet eran el dios
tas en las inmediaciones de los enclaves feni- Baal Hammon y a su consorte la diosa Tanit o
cio-púnicos las áreas dedicadas en carácter de Tinnit, equivalente de la diosa fenicia Astarte,
altar funerario y necrópolis infantil, que eran cuyo culto estaba vinculado a la luna y la ferti-
conocidas como tofet. lidad. La diosa Tanit era simbolizada mediantes
El tofet es un santuario al abierto dedicado una circunferencia sobre un trazo horizontal y
a las divinidades fenicio-púnicas Tanit y Baal un triángulo o “V” invertido, los cuales aparecen
Hammon. Se reconoce arqueológicamente por frecuentemente representados en las estelas de
sus altares de piedra y por albergar estelas de piedra descubiertas en los tofet (figura 11).

Figura 10. Tofet de Monte Sirai (© María Constanza Ceruti).


María Constanza Ceruti 106
Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de Cerdeña

Los tofet en la isla de Cerdeña se construían Barreca durante la visita guiada al tofet de Sulky.
en emplazamientos de alta visibilidad, aprove- Advertí el mismo abordaje conceptual acerca de
chando las colinas más prominentes, que ofre- la función estrictamente funeraria (y no sacri-
cían vista a las montañas y al mar. El templo ficial) de los tofet durante la visita guiada a las
a Astarté y el tofet ocupan los promontorios ruinas de Nora, donde el énfasis de la explicación
de máxima visibilidad en la aplanada cima del se orientó al proceso de excavación del sitio (Ber-
Monte Sirai. La colina de Tanit también cons- nardini 2007a, Tronchetti 1985). Otro tanto su-
tituye el promontorio de mayor elevación en la cedió durante mi visita al Museo Giovanni Patro-
geografía de la ciudad fenicia de Nora. Al igual ni en Pula (Bernardini 2007b, Martinelli 2007)
que el tofet en Tharros, que ocupa un promon- y durante mi visita al Antiquarium Arborense en
torio de alta visibilidad en las inmediaciones Oristano (Sanna 2007). Ante cualquier pregunta
de las ruinas. Ya entre los cananeos el culto a orientada a vincular a los tofet con prácticas de
Baal tenía por escenario las cumbres de colinas sacrificio de infantes, obtuve siempre una res-
vecinas a las ciudades, las cuales eran concebi- puesta negativa.
das como “lugares altos”. En Cerdeña, la dei- Excepcionalmente, observé en el Antiquarium
dad masculina cartaginesa Sid Baba también Arborense de Oristano que la cartelería explicati-
continuó recibiendo veneración en promonto- va junto a las urnas cinerarias y estelas de los to-
rios rocosos considerados sagrados. Algunos fet incluía citas de pasajes de la Biblia y de histo-
de dichos lugares de culto fueron romanizados riadores clásicos en las que se aludía al sacrificio
como templos dedicados al Sardus Pater, como de niños. La probable función sacrificial asociada
en el caso del templo romano de Antas, en las a los tofet aparecía de este modo mencionada
inmediaciones de Oristano. solamente “en la voz” de los escritos antiguos
La folletería elaborada para el tofet de Sulky
explica que las cenizas infantiles allí deposita-
das correspondían a “niños nacidos muertos o
fallecidos en la primera infancia”. La cartele-
ría en el interior del Museo Arqueológico Fe-
rrucio Barreca, erigido junto al tofet de Sulky,
explica textualmente: “El Tofet era un santua-
rio dedicado a la diosa Tinnit y al dios Baal
Hammon, divinidades fenicias invocadas
para la tutela de los niños. El lugar de culto
era a cielo abierto. El sacrificio que se practi-
caba en el Tofet involucraba a infantes naci-
dos muertos o muertos por causas naturales
antes de la ceremonia de iniciación. Los cuer-
pos infantiles eran transportados al interior
del área sacra y ofrecidos a la diosa Tinnit y
al dios Baal Hammon, divinidades a las que
era dedicado el Tofet y que protegían a los
niños. Los cuerpos eran quemados y los res-
tos eran depositados en un vaso de cerámica
– frecuentemente un recipiente de cocina nue-
vo – el cual luego era depositado en el suelo.
Durante el ritual los padres suplicaban a las
divinidades que devolvieran el alma del niño y
que les enviaran un nuevo hijo. Si así sucedía
y la familia era bendecida con un nuevo bebé,
los padres erigían una estela en recuerdo de la
gracia recibida”.
Dicha argumentación me fue repetida ver- Figura 11. Estela funeraria con signo de Tanit (©
balmente por el personal del Museo Ferruccio María Constanza Ceruti).
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Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

pero no “asumida” en el guion explicativo pro- significa “quemar”. En su tratado De la Supers-


piamente dicho. Advirtiendo mi interés por el tición, Plutarco agrega que los niños eran fre-
tema, los guías del museo se apresuraron a ex- cuentemente comprados para el sacrificio y que
plicarme las concepciones “actualmente acep- las madres debían evitar lamentarse, a fin de no
tadas” acerca del uso estrictamente funerario perder el precio de la venta de la criatura, la cual
de los Tofet como necrópolis para el entierro iba a ser sacrificada de todos modos.
de las cenizas de niños muertos por causas na- Por último, un versículo bíblico del libro de Je-
turales. Uno de los guías, sin embargo, me re- remías ilustra acerca de la conexión de los Tofet
comendó en voz baja leer atentamente las citas con los lugares elevados, los sacrificios de niños
etnohistóricas sobre los sacrificios de niños, y los entierros en las inmediaciones de Jerusa-
advirtiéndome que no sería posible encontrar lén: “Han construido los lugares altos del Tofet
este tipo de apreciaciones en otros contextos en el valle de Ben-Hinnon, para quemar al fue-
museísticos y que en breve, dicha cartelería se- go a sus hijos y a sus hijas, cosa que Yo (Yahve)
ría modificada. no les mandé, ni se me ha cruzado por la mente.
A continuación sintetizo las traducciones que Por ello vendrán días, oráculo del Señor, en que
realicé de las citas en italiano ofrecidas en la no se llamara más Tofet ni valle de Ben-Hinnon
cartelería del Antiquarium Arborense de Oris- sino “valle de la matanza”, y serán enterrados
tano. Comienzo con una cita de Clitarco que en Tofet por no haber lugar” (Jeremías 7, 31-32).
hace explícita la descripción de los sacrificios Al ser prohibido el sacrificio de niños entre los
de niños entre los cartagineses, no escatiman- hebreos por el rey Josías (II Reyes, 23,10), el
do detalles por demás espeluznantes: valle de la Gehena se convirtió en un vertedero
“Clitarco afirma que los Fenicios, y por sobre adonde se arrojaban basura, animales muertos
todo los Cartagineses, cuando deciden obte- y los cadáveres de los criminales ejecutados. La
ner alguna cosa muy relevante, hacen voto de conocida imagen del infierno en la tradición ju-
ofrecer en sacrificio al dios uno de sus propios deocristiana deriva del hecho de que allí ardían
hijos, si llegasen a obtener lo que desean. Tie- permanentemente hogueras destinadas a evitar
nen ellos una estatua de bronce en pie, que ex- pestilencias y epidemias. Además, la cita bíblica
tiende las manos con las palmas hacia arriba, permite explicar el hecho de que los tofet se en-
colocada sobre un brasero donde se quema al cuentren emplazados en las cumbres de colinas
infante. Cuando las llamas envuelven el cuer- vecinas a las ciudades fenicio-púnicas, tratándo-
po, se rigidizan los miembros de la víctima y se de una costumbre que se remonta a la antigüe-
su rostro parece estirado y arrugado como dad cananea, en la que el culto a Baal se realizaba
el de quien ríe; hasta que en un último espas- en las cimas de los llamados “lugares altos”.
mo el infante cae a las llamas”. Clitarco, en su Por otra parte, en su Apologética, Tertuliano
Comentario a la República de Platón, agrega da fe de la continuidad de los sacrificios públicos
también que esa mueca al momento de morir de niños en el norte de África hasta tiempos del
se conoce como risa sardónica, un término que emperador Tiberio, perpetuándose luego en la
resulta aún de uso frecuente en la terminología clandestinidad a raíz de un castigo propugnado a
forense y que a los fines del presente trabajo los sacerdotes cartagineses o kohanim por parte
contribuye a anclar los sacrificios infantiles pú- de un procónsul romano.
nicos dentro de la territorialidad sarda. Recapitulando, no puede dejar de llamar la
En tanto que se atribuye a Plutarco la referen- atención el hecho de que resulte imposible ac-
cia que indica, con respecto a los altares para el ceder a este tipo de nociones tradicionales so-
culto a Moloc Baal, que “el lugar estaba lleno bre el uso sacrificial de los tofet en la folletería
de sonidos producidos por quienes delante de de los numerosos museos y sitios arqueológicos
la estatua del dios percutían tambores y tim- visitados en el sur de Cerdeña (a excepción de la
bales para que no se escuchasen los gritos de cartelería en la muestra en el Antiquarium Ar-
los niños y de las madres”. En este sentido, borense de Oristano, la cual estaba a punto de
es interesante señalar la posibilidad de que el ser modificada). Un folleto acerca del patrimo-
propio nombre de los tofet derive del hebreo nio arqueológico de Carbonia, escrito en inglés e
“toph”, que quiere decir tambor, aunque tam- ilustrado con dibujos infantiles plantea en forma
bién podría vincularse al verbo “taph”, que somera la existencia de dos hipótesis académicas
María Constanza Ceruti 108
Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de Cerdeña

alternativas sobre los tofet: en primer término por causas naturales y que habían sido conside-
se les describe como un lugar de entierro para rados dignos de semejante tratamiento mortuo-
los niños nacidos muertos o fallecidos en la in- rio? Resulta más lógico pensar en la mezcla de
fancia, en el que las criaturas eran simbólica- cenizas de animales y de niños como evidencia
mente devueltas a la divinidad Tanit para que de un destino sacrificial en común. Los sacrificios
ella les otorgase una nueva vida. En segundo infantiles no eran infrecuentes en el mundo me-
término se caracteriza al tofet como lugar don- diterráneo antiguo (Brown 1991). Sin embargo,
de se dispone de los restos incinerados de niños la problemática sacrificial en las últimas décadas
ofrecidos en sacrificio a la diosa para obtener ha tendido a ser soslayada de la discusión aca-
su protección, aunque aclarándose que dicha démica por cuestiones ajenas al interés científico
hipótesis se basa en argumentos esgrimidos (Tatlock 2012 y Taylor 2002).
por historiadores romanos a los fines de des- Al indagar entre los guías de los museos que
acreditar a los cartagineses, con motivo de las albergan colecciones procedentes de contextos
guerras púnicas (Pippolini y Porcella 2007). de tofet, acerca del fenómeno de los sacrificios de
Es cierto que el ritual fúnebre fenicio deman- niños en la antigüedad sarda, obtuve respuestas
daba la incineración de los cuerpos y la depo- por demás creativas, aunque en muchos casos ca-
sición de las cenizas en urnas cinerarias. Sin rentes del necesario fundamento lógico y empíri-
embargo, entre los cartagineses ya no se prac- co. En un caso se me planteó que el sacrificio de
ticaba incineración de los cuerpos de los difun- niños no habría sido “económicamente susten-
tos. El auge de los tofet se produce en plena table” en un contexto de alta mortalidad infantil
época Púnica (desde el siglo VI aC), cuando los como la que se registraba en la antigua Cerdeña,
muertos ya habían dejado de ser incinerados como consecuencia de la malaria y otras enfer-
y pasaban a ser enterrados en cámaras fune- medades endémicas. Sin embargo, la malaria era
rarias subterráneas junto a los restos de otros también endémica en zonas del norte de África
miembros de la familia. Las necrópolis púnicas, como la antigua Cartago, de donde las prácticas
como la de Monte Sirai o la de Sulky, se carac- de sacrificios de niños habrían sido importadas
terizan por las cámaras hipogeas excavadas en a Cerdeña. Por otra parte, las consecuencias de
la tufa volcánica y por los hallazgos de platería, enfermedades como la malaria - que incluyen la
estatuillas de bronce, jarras cerámicas, collares astenia característica de las anemias por falcipa-
de pasta vítrea, entre otros. El entierro semi rum - no fueron impedimento para la realización
subterráneo es también característico durante de obras faraónicas como la construcción de las
la época cartaginesa en el norte de Sicilia, tal pirámides egipcias de Gizah, cuya “lógica” no
como pude observarlo en mi visita a la necró- puede evaluarse desde un punto de vista “econó-
polis púnica de Palermo. Consecuentemente, mico” sino simbólico, tanto en el campo de las
si se disponía de los difuntos cartagineses por creencias religiosas como en el de la legitimación
entierro de los cuerpos en hipogeos subterrá- del poder político.
neos - en tanto que las ofrendas y sacrificios En otro caso (ignorando que soy arqueóloga),
propiciatorios continuaban efectuándose sobre me respondieron que los “estudios” efectuados
promontorios montañosos de alta visibilidad sobre los restos de los niños habían “demostrado”
- la localización de los Tofet remite a una fun- que las criaturas sepultadas en los tofet habían
cionalidad sacrificial u ofrendatoria antes que a muerto por enfermedades u otras causas natura-
una utilización estrictamente funeraria. les. Las dificultades existentes para el trabajo de
Resulta curioso que las cenizas de los niños investigación con restos óseos infantiles son bien
incinerados hayan aparecido mezcladas junto conocidas por los antropólogos físicos y por los
con las de animales, tal como se ha documen- diversos profesionales abocados al campo de la
tado para el caso del tofet de Sulky. Quienes paleo-patología. Resulta virtualmente imposible
se desempeñan como guías de museos suelen intentar establecer fehacientemente causas de
pasar por alto esta asociación, la cual sin em- muerte o enfermedades padecidas en vida sobre
bargo resulta sumamente elocuente a la hora la base de cenizas o fragmentos de restos óseos
de intentar interpretar la funcionalidad de es- infantiles que han sido incinerados. Si en algún
tos altares funerarios. ¿Es que acaso debemos caso excepcional se pudiera efectuar alguna inter-
presuponer que los animales también habían pretación en este sentido, la misma no revestiría
REVISTA HAUCAYPATA 109
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Figura 12. Urnas cinerarias infantiles púnicas (© María Constanza Ceruti).

de relevancia estadística, frente a los millares de los tofet, resulta imprescindible para todo
de urnas cinerarias encontradas en los tofet (fi- intento de interpretación objetiva de la función
gura 12). ritual de estos sitios tener en cuenta la evidencia
En lo que respecta a su potencial para es- contextual arqueológica, el dato etnohistórico y
tudios de antropología biológica o paleopatolo- la referencia etnográfica.
gía, los restos óseos infantiles procedentes de Como se ha visto anteriormente, el dato etno-
urnas cinerarias en altares púnicos deberían si- histórico que se desprende de citas bíblicas y es-
tuarse en el extremo opuesto a las momias con- critos de historiadores clásicos apunta a una uti-
geladas de niños y adolescentes procedentes de lización sacrificial de los tofet en el marco de ritos
santuarios de altura incaicos en los altos Andes propiciatorios para las divinidades cartaginesas.
(véase Ceruti 2012a, 2014b, 2015a y 2015b; Re- La perspectiva contextual en el análisis arqueo-
inhard y Ceruti 2011). Aun en el caso de las mo- lógico sugiere que el tipo de emplazamiento ele-
mias andinas extraordinariamente preservadas gido para la construcción de estos altares fune-
por congelamiento, ha sido un desafío estable- rarios púnicos - promontorios en colinas de alta
cer en forma fehaciente las causas de muerte o visibilidad - es compatible con ritos de sacrificio
enfermedades padecidas en vida (Ceruti 2010 y ofrenda en montañas, que eran frecuentes en la
y 2014c; Wilson et al. 2013). Lo cual nos da la antigüedad mediterránea, remontándose hasta
pauta de la virtual imposibilidad de sustentar los santuarios de altura de la civilización minoica
dicho proceso de inferencia en base a cenizas en Creta (Adams 2004; Davaras 2005a y 2005b;
o fragmentos óseos infantiles calcinados hace Ceruti 2014a) y continuando en la veneración a
más de dos mil años. Es por ello que ante las di- montañas sagradas en la Grecia clásica (Osborne
ficultades en la investigación bioantropológica 1998 y 2002).
María Constanza Ceruti 110
Los tofet fenicio-púnicos y los sacrificios de infantes en los montes del sur de Cerdeña

Por otra parte, sería interesante enfocar el fe- Bereber, que nutre su sapiencia en el dato etno-
nómeno de los tofet en Cerdeña desde la pers- gráfico y la oralidad, no hay motivo de vergüenza
pectiva de los estudios comparados de religio- frente a las manifestaciones devocionales de los
nes. La interpretación “de moda” acerca de las antiguos cartagineses. En cambio los guías de
deidades fenicio-púnicas como “protectoras de los museos y sitios históricos sardos - muchos
los niños” y dadoras de nuevas vidas infanti- de ellos profesionales arqueólogos - adoptan un
les a los padres compungidos por la temprana discurso antropológico en torno al fenómeno de
muerte de un hijo, parece estar más a tono con los tofet que soslaya arbitrariamente evidencias
los conceptos acerca de la divinidad que se ma- etnohistóricas, etnográficas y arqueológicas, en
nejan en contextos New Age de comienzos de un intento de negación de la historicidad de los
siglo XXI. Quizás algún experto en religiosidad sacrificios de niños en la antigua Cerdeña.
mediterránea antigua podría ponderar la facti- Trabajos como el que aquí se ofrece procuran
bilidad de que deidades tan temidas como Baal arrojar luz sobre fenómenos del pasado que tien-
Hammon o Moloch fuesen propiciadas con den a ser dejados de lado en el análisis académico
cuerpos muertos, o si semejante intento podría por motivos diversos. La tendencia creciente en-
ser entendido como una ofensa antes que como tre algunos estudiosos a negar la historicidad de
una ofrenda. fenómenos tales como los sacrificios humanos o
Como aporte etnográfico puede resultar inte- el canibalismo ya ha sido examinada en trabajos
resante referir una anécdota de una visita que previos (véase Taylor 2002; Tatlock 2012; Ceruti
realicé a las ruinas romanas de Volubilis, a los 2012b y 2013). Es mi intención, como investiga-
pies de la cordillera del Rif y los montes Atlas dora en el campo de las humanidades, contribuir
Medios en Marruecos. Me acompañaba en la a que la construcción de la memoria de los pue-
recorrida de las ruinas un anciano Bereber que blos se realice en el marco de una búsqueda com-
se desempeñaba como guía local y custodio del prometida con la verdad y un respeto profundo
sitio. Su sapiencia acerca de la arqueología del por la diversidad de manifestaciones religiosas y
lugar y de la historia del Imperio Romano ex- culturales, más allá del sentimentalismo, la co-
cedía llamativamente a los de los otros guías rrección política, la ideología y las modas preva-
marroquíes. Cuando le pregunte acerca de sus lentes.
conocimientos tan vastos, respondió humilde-
mente que él se consideraba un historiador y Agradecimientos
que había pasado más de seis décadas de su Al Consejo Nacional de Investigaciones Cien-
vida aprendiendo sobre temas del pasado de su tíficas y Técnicas (CONICET) y a la Universidad
pueblo que le parecían fascinantes, aunque no Católica de Salta. A Timothy Taylor, Jason Tat-
había tenido oportunidad de asistir a la univer- lock y Anatilde Idoyaga Molina por las estimu-
sidad. Frente a las ruinas de un templo a Jú- lantes conversaciones mantenidas en torno al
piter situado en un sector prominente del sitio fenómeno de los sacrificios humanos en el mun-
y dotado de un imponente altar sacrificial con do antiguo y a las causas por las que tiende a ser
vista a las montañas circundantes, le pregunté negado o rechazado en ciertas interpretaciones
acerca de la naturaleza de los ritos allí realiza- académicas de moda. A los guías de museos y si-
dos. Su respuesta fue que en ese altar los roma- tios arqueológicos en Cerdeña y Marruecos. Los
nos sacrificaban animales pero no realizaban conceptos vertidos en este trabajo son de exclusi-
sacrificios humanos. “Los que realizaban sa- va responsabilidad de la autora.
crificios humanos eran los cartagineses. Ellos
ofrendaban sistemáticamente a los hijos pri- Bibliografía
mogénitos al dios Baal”.
La absoluta naturalidad en la respuesta del Adams, Ellen, 2004. Power and ritual in Neopa-
anciano Bereber contrasta con la incómoda ar- latial Crete: a regional comparison. World Ar-
chaeology 36 (1). Oxford.
tificialidad en los argumentos esgrimidos para
explicar el fenómeno de los tofet en Cerdeña. Bernardini, Paolo, 2007a. Nora: The Phoeni-
Tanto los guías sardos como el anciano Bereber cian-Punic City. In Patrimonio Culturale Sardeg-
reconocen huellas de su propia identidad en el na. Cagliari.
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REVISTA HAUCAYPATA 111
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

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REVISTA HAUCAYPATA 112
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

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El resumen del artículo (en español e inglés) (1999 [en línea]).
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Debajo del resumen (en cada idioma) debe y ordenada alfabéticamente por el apellido del o
ir un máximo de cuatro palabras claves de los autores citados. Los títulos de las revistas
(descriptores) en ambos idiomas. y los nombres de las instituciones se indicarán
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completos (no sólo sus siglas). Se debe seguir el Internet:


siguiente modelo: TOPIC, John; LANGE TOPIC, Teresa y
MELLY, Alfredo, 1999. Las investigaciones
Artículo en una publicación colectiva: en Namanchugo. El oráculo de «Catequil».
MEDDENS, Frank; BRANCH, Nicholas; Informe presentado al Instituto Nacional de
VIVANCO, Cirilo; RIDDIFORD, Naomi y Rob Cultura (INC). Accesible en Internet http://
KEMP, 2008. High altitude Ushnu platforms www.munihuamachuco.gob.pe/milenario/
in the Department of Ayacucho Peru, structure, huamachuco/2001.html [Consultada el 19-04-
ancestors and animating essence. En Pre- 10, 12: 08 hrs.].
Columbian landscapes of creation and origin:
315-355. (Editado por John Edward Staller). Fuente etnohistórica:
Springer. New York. MOLINA, Cristóbal de, 2008 [1574-1575].
Relación de las fábulas y ritos de los Incas.
Libros: Julio Calvo Pérez y Henrique Urbano (edición,
MATOS, Ramiro, 1994. Pumpu, centro estudios y notas). Universidad de San Martín
administrativo inka de la puna de Junín. de Porres (USMP). Facultad de Ciencias de la
Editorial Horizonte. Lima. Comunicación, Turismo y Psicología. Lima.

Revistas:
McEWAN, Gordon; GIBAJA, Arminda y Los agradecimientos van antes de la bibliografía
CHATFIELD, Melissa, 2005. Arquitectura y no deben exceder las 60 palabras.
monumental en el Cuzco del periodo intermedio
tardío: evidencias de continuidades en la Las notas deben ser a pie de página y deben
reciprocidad ritual y el manejo administrativo estar a tamaño 9, estilo Time New Roman,
entre los horizontes medio y tardío. Boletín de espacio simple y justificado.
Arqueología PUCP, Nro. 9: 257-280. Fondo
Editorial Pontificia Universidad Católica del Agradecemos anticipadamente su participación
Perú. Lima. y difusión.
REVISTA HAUCAYPATA
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Nro. 1. Enero 2011


http://sites.google.com/site/revistahaucaypata/
home/revista-haucaypata-nro-1-2011

¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco?


Rodolfo Monteverde Sotil - Archivos Audiovisuales
del Cuzco (Disponibles en Internet) Sheylah Vásquez
Salcedo - Inca sacred space, platforms and their
potential soundscape. Preliminary observations at usnu
from Ayacucho Frank Meddens y Millena Frouin -
Indiferencia y destrucción: El caso de Patipampa,
un asentamiento Tawantinsuyo en el valle de Pisco-
Ica Eberth Serrudo Torobeo - Metalurgia doméstica
durante la presencia Inka en el valle Calchaquí Norte,
Salta-Argentina Cristian Jacob - Materialidad en una
tumba Inka de los Andes del Sur. El caso de La Huerta,
Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Iván
Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob - Entrevista
al Dr. Ramiro Matos Mendieta Jolie Soto Pérez

Nro. 2. Mayo 2011


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/
home/revista-haucaypata-nro-2-2011

Esculturas zoomorfas talladas en afloramientos rocosos


dentro del Parque Arqueológico de Sacsayhuaman-
Cuzco Rodolfo Monteverde Sotil - Choquequirao,
un asentamiento imperial cusqueño del siglo XV en
la Amazonía andina Gori Tumi Echevarría López y
Zenobio Valencia García - Aproximación a los queros
incaicos de la colonia. Un ejemplar de estilo transicional-
formal del Museo Nacional de Antropología, Arqueología
e Historia del Perú Victor Falcón Huayta - Antes de la
presencia Inca: desentramando la homogeneidad de la
cultura material de las unidades domésticas de Juella en
la Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Santiago
Barbich - Montañas sagradas en los confines del imperio
Inka: Nevado montañoso de Cachi, Salta-Argentina
Cristian Jacob e Ivan Leibowicz - El poderío de la Coya
durante el auge del imperio incaico Alicia Alvarado
Escudero - Entrevista al Dr. Federico Kauffmann Doig
Sheylah Vásquez Salcedo
REVISTA HAUCAYPATA
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Nro. 3. Noviembre 2011


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/
home/revista-haucaypata-nro-3-2011

Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los


valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco Geanette
Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre - Glosas
sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco Federico
Kauffmann Doig - The Late Intermediate Period
egalitarian polities of Ayacucho and Apurímac Frank
Meddens - Producción metalúrgica doméstica en el
Intermedio Tardío. El caso de Juella, Jujuy- Argentina
Ivan Leibowicz y Cristian Jacob - San Marcos, Huagil y
Huaca Doris: tres sitios Inca de la Huaranga de Pacarán,
valle del río Cañete, Lima Milena Vega-Centeno
Alzamora - Proyecto de Investigación Arqueológica
Pacarán 01, valle medio del río Cañete, Lima Favio
Ramírez Muñoz, Guido Casaverde Ríos y Gori Tumi
Echevarría López- Entrevista al Dr. Waldemar Espinoza
Soriano Rodolfo Monteverde Sotil.

Nro. 4. junio 2012


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/
home/revista-haucaypata-nro-4-2012

La Luna como objeto liminal en la concepción del


tiempo indicativo entre los incas Ricardo Moyano
- Construyendo narrativas de la Capacocha Cristian
Jacob e Ivan Leibowicz - Tiana: asiento Inca Victor
Falcón Huayta - Evidencias materiales de dos huacas
del sistema de Ceques cuzqueño: Chincana Grande y
Laqo. Parque Arqueológico de Sacsayhuamán-Cuzco
Rodolfo Monteverde Sotil - Cultos, rituales y paisajes
sagrados en los Andes Centrales, siglo XVII: Apo
Parato, Junín Andrea Gonzáles Lombardi y César
Astuhuamán Gonzáles - Vasijas incas en los confines
del imperio: los aríbalos y platos ornitomorfos de la
Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, Argentina
María Andrea Runcio - Una reseña sobre El Shincal:
Una capital administrativa Inka al Sur del Kollasuyu.
Catamarca, Argentina Guillermina Couso - Entrevista al
Dr. Juan Ossio Acuña Rodolfo Monteverde Sotil.
REVISTA HAUCAYPATA
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Nro. 5. diciembre 2012


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/home/
revista-haucaypata-nro-5-2012

Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de


Pachacamac Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot,
Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel
Tokuda - Proyecto arqueológico Ychsma. Breve informe
metodológico de las investigaciones arqueobotánicas
de la temporada 2012 en Pachacamac, Lima Tatiana
Stellian - El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio
Inca Rommel Angeles Falcón - Arqueología y arte en dos
viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao,
Cusco Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia
García - Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a
través de las fuentes etnohistóricas andinas Reinaldo
Andrés Moralejo - Reseña de la conferencia: Los
incas, propuestas y debates interdisciplinarios Rodolfo
Monteverde Sotil.

Nro. 6. mayo 2013


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/home/
revista-haucaypata-nro-6-2013

Cuzco y Machu Pijchu Manuel Chávez Ballón -


Excavaciones arqueológicas en un “basural” del
Sector VIII, Subsector G, de Choquequirao Gori Tumi
Echevarría López y Zenobio Valencia García - El Usno
de Tamburco: vínculos de una plataforma ceremonial
Inca con el paisaje local en la ruta del Chinchaysuyu.
Apurímac José Luis Pino Matos y Wendy Moreano
Montalván - Huancasragau: un asentamiento Inca
en la cuenca del río Gorgor. Cajatambo-Lima Arturo
Ruiz - ¿Cuándo comenzó “a existir” el arte rupestre
incaico? Victor Falcón Huayta - El incómodo
patrimonio arqueológico en la “modernización” de
Lima: construcción de túneles, la ampliación de la
avenida Javier Prado Este y la afectación de Puruchuco-
Huaquerones Rodolfo Monteverde Sotil.
REVISTA HAUCAYPATA
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Nro. 7. diciembre 2013


http://issuu.com/revistahaucaypata.iat/docs/revista_
haucaypata._nro._7._2013

El Museo Machu Picchu de la Casa Concha, Cuzco


Victor Falcón Huayta - “El sermón del cura”, la
religión Inca y su relación con el cristianismo en
la obra de Cristóbal de Molina Christian Giovanni
Cancho - Incanäni: un complejo funerario Wamalli
con indicios de arte rupestre Inca en el Alto Marañón,
Huánuco-Perú Carlo José Alonso Ordóñez Inga -
Observaciones a las excavaciones de rescate realizadas
por la Municipalidad de Ate-Ministerio de Cultura
en el sitio arqueológico de Puruchuco-Huaquerones,
Lima-2013 Alberto Bueno Mendoza y Gori Tumi
Echevarría López - La procedencia de los ¿collis?:
una propuesta y perspectiva desde el Manuscrito de
Huarochirí, Lima-Perú Antonio Raymondi Cárdenas.

Nro. 8. mayo 2014


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/home/
revista-haucaypata-nro-6-2013

The abandonment process at Tambokancha (Zurite,


Cuzco): Inca actions and rituals of site closure Ian
Farrington - Esculturas zoomorfas del Parque
Arqueológico de Sacsayhuamán, Cuzco: una
aproximación a su entendimiento simbólico Rodolfo
Monteverde Sotil - El ushnu, el qhapaq ñan y las huacas
en el Altiplano del Chinchaycocha. Una aproximación a
las estrategias de apropiación y control territorial Inca,
desde la lectura de los paisajes rituales y la astronomía
José Luis Pino Matos y Wendy Moreano Montalván
- Los calzados utilizados por los Incas para las altas
montañas Christian Vitry - Las fuentes etnohistóricas y
la arqueología de montaña en el estudio de los escenarios
incaicos en altas cumbres Constanza Ceruti - Paisajes
rituales incaicos. Una mirada desde las crónicas
coloniales Ivan Leibowicz, Cristian Jacob, Félix Acuto
y Alejandro Ferrari - Presentación del libro: Inca sacred
space: landscape, site and symbol in the Andes, 2014.
Frank Meddens, Katie Willis, Colin McEwan y Nicholas
Branch (editores). Editorial Archetype. Londres Frank
Meddens.
REVISTA HAUCAYPATA
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Nro. 9. enero 2015


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/
home/revista-haucaypata-nro-9-2015

Más allá y más arriba del Cuzco. En torno a los


ushnus de puna durante el Horizonte Tardío
Gabriel Ramón Joffré - Quilcas en Sillustani,
Puno. Cronología e implicancias Berenguela
Sánchez y Gori Tumi Echevarría - Peregrinación
andina al santuario de alta montaña en la cima
del cerro Sixilera, norte de Argentina María
Constanza Ceruti - Formaciones sociales en el
noroeste argentino. Variabilidad prehispánica en
el surandino durante el Periodo de Desarrollos
Regionales y el estado Inca Verónica I. Williams
- Divulgar para conocer, conocer para querer y
proteger nuestro patrimonio cultural Rodolfo
Monteverde Sotil.

Nro. 10. agosto 2015


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/
revista-haucaypata-nro-10-2015

La arquitectura Inca de los Subsectores IIB y VB


de Huánuco Pampa: excavación, identificación y
registro de sus aspectos constructivos y estructurales
Carlo José Ordóñez - Inkapintay: arte rupestre
de resistencia Inca a la conquista española del
Tawantinsuyu Victor Falcón - La ocupación Inca del
valle de Cotahuasi, Arequipa-Perú Justin Jennings y
Willy Yépez Álvarez - Los caminos rituales del volcán
Llullaillaco, Argentina (6739 msnm) Christian Vitry
- Rocas del Qhapaq Ñan: wankas y mojones en los
caminos duales a las cumbres sagradas de la sierra de
Famatina (La Rioja - Argentina) Sergio Martin - Una
nota sobre el símbolo Chakana Federico Kauffmann
Doig - Evidencias arqueológicas incas en la ciudad
del Cuzco en estado de abandono y bajo amenaza de
daño y destrucción - Rodolfo Monteverde Sotil
REVISTA HAUCAYPATA
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

Nro. 11. junio 2016


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/
revista-haucaypata-nro-11-2016

El conocimiento indígena y los puentes colgantes


de los Andes centrales Lidio M. Valdez - Los Walser
del monte Rosa y los carnavales a orillas del lago
Bodensee: influencias de ritos y creencias alpinos
en la peregrinación andina de Qoyllur rit’i María
Constanza Ceruti - Espacios públicos durante el
Período Intermedio Tardío en Juella, Quebrada
de Humahuaca, Jujuy, Argentina Ivan Leibowicz
- Análisis de arte rupestre en el Qhapaq Ñan:
dominación y conquista ritual Inca en Famatina
(La Rioja, Argentina) Sergio Martin - Quilcas en
el Santuario Histórico de Machupicchu-Parque
Arqueológico Nacional de Machupicchu: análisis y
perspectivas arqueológicas Fernando Astete, José
Miguel Bastante Abuhadba y Gori Tumi Echevarría
López - El Tahuantinsuyo en Pampa de Flores A y
B, valle de Lurín, Lima Jorge Carlos Alvino Loli y
Consuelo González Madueño

Nro. 12. abril 2017


https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/
revista-haucaypata-nro-12-2017

Evidencias arqueológicas de la conquista hispana


y el periodo de transición halladas por el Proyecto
Ychsma en el edificio B4 de Pachacamac, valle
de Lurín (2016) Estelle Praet, Sylvie Byl, Peter
Eeckhout y Milton Lujan Dávila - El camino de
los llanos entre Paramonga y Santa: revisión de los
caminos incas de la costa norcentral del Perú Jack
Chávez Echevarría - Análisis e implicancias de
un remanente del sistema vial Tahuantinsuyu en
Choquequirao, Cuzco, Perú Gori-Tumi Echevarría
López y Zenobio Valencia García - Machupicchu
y sus “personajes” ante las nociones de ucronía y
reivindicación en un país pluri y multicultural como
el Perú Mariana Mould de Pease - Yanque en el
valle del Colca (Caylloma, Arequipa). Historia y
cultura en los siglos XV-XX Mario Sánchez Dávila
- Entrevista al Dr. Peter Eeckhout: director del
Proyecto Arqueológico Ychsma, Investigaciones
Arqueológicas en Pachacamac Rodolfo Monteverde
Sotil
Auspician:
REVISTA HAUCAYPATA
Lima-Perú
febrero 2018
REVISTA HAUCAYPATA
Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo
Index

Editorial 4

List of Collaborators 5

The Inca occupation of the Acarí valley


Lidio M. Valdez 6

Ñaupallacta, a pre-Hispanic town of local and Inca pattern. Upper basin of the
Acarí River, Ayacucho
Marco Taquiri González y Apu Mendoza Pariona 16

Advances in interdisciplinary research in Machupicchu


José Bastante Abuhadba y Alicia Fernández Flórez 34

A bibliographical approach to the archaeological zone of Choquequirao, Cuzco


Gori-Tumi Echevarría López y Eulogio Alccacontor Pumayalli 60

The Inca roads of Pampa Carachi, new findings. Salta, Argentina


Christian Vitry 85

The Phoenician-Punic Tophet and the Sacrifice of Infants in the southern Mountains
of Sardinia
María Constanza Ceruti 95

Editorials Norms 112

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