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PW copies (J.C. DAVIS, Fear, Myth and History. The Ranfers and the Historians,’ Cambridge, Cambridge University Press, | 2002 (1986), chapter 5, pp. 94-125." _ ‘ABSTRACT Los ranters, que florecieron brevemente durante a Revolucién Inglesa entre 1649-1650, fueron vistos como el grupo o el movimiento contracultural mas acabado de la Inglaterra del siglo XVII. Su aparente rechazo de la nocién de | pecado, del inflerno, de fodas las constrieclones morales, de las autoridades y de la limitaciones impuestas desde arriba, les ha ganado Ia fama de exponentes de una cultura popular imeligiosa dispuesta a Hlevar la revolucion hasta sus mismos limites. Haclendo suya una permisividad plebeya, que negaba |a ética protesiante en ei momento de su mayor consolidacién, | jlamaron particularmente Ia atencién de aquellos historiadores que buscaban [en el pasado rastros de una tradicién popular de rechazo a los valores | | hegeménicos burgueses Este libro cuestiona esta perspectiva. El autor sostiene que no existié ningtn grupo o movimiento ranter, en pocas palabras, que los ranters no existieron. En lugar de ello, lo que se proyecté en la prensa sensacionalista fue un mito ranter, sostenide luego por los heresidgratos y por los lideres sectarios. La proyeccién de este milo a comienzos de la década de 1650 deriva de los miedos | potenciados por la crisis revolucionatia y de Ia crisis de autoridad en el seno de los movimientos sectarlos. En este sentido, este libro de Davis presenta un | estudio de caso que echa luz sobre las relaciones entre la construccién de estereotipos y el estallide de “panicos morales”. Ei auior esfudia ios elementos a pattir de los cuales se construyé la Identidad mitica del ranter y analiza luego las proyecciones del mito. En definitiva, un mito de la década de 1650, de gran efecto represivo, tue revivido por los historiadores marxistas de las décadas de 1970 y 1980, como parte del armazén de su produccién historiogrdfica sobre la Revolucién Inglesa. El profesor Davis examina este proceso y propone algunas explicaciones de la fascinacién que dichos historladores sintieron por el fenémeno ranter. Se agrega al final un apéndice con documentos, incluyende el dnico texto central del corpus ranter que habia permanecido inédite hasta ahora. He} * Miedo, mito e historia. Los Ranters y los historiadores. io presente traduccién se realiza exclusivamente para uso interno de los alumnos de Ia Facultad de Filosofia y Letras, de la Universidad-de Buenos Aires Capitulo 5 EXPLICANDO EL MITO RANTER 1, INTRODUCCION En sus patrones de conducta y en él ejercicio de ia polémica, los sectarios de la década de 1450 buscaron explotar de manera voluntaria imagenes de desviacian religiosa y moral. Para entonces ya existia una tradicién de monipulacién de imagenes similares por parte de heresidgrafos como Thomas Edwards, Ephraim Pegitt y Alexander Ross Sus trabajos era enormemente populares, se los lefa con avidez, y tenfan gran influencia en la percepcién del caracter morat y tisico de jos sectarios y én la comprensién de Ia “iégica” de Ia herejia. Estos autores explotaban a su vez otta tradicién de escritura que imbricaba los exces0s fisicos con los morales: Ia literatura de prodigios.’ Para finales de la década de 1640 tanto los escrilores serios como los sensacionalistas venian anticipando un quiebre de la moral vigente y Ia inminencia de un desorden doctrinal Tales imagenes se fundian en el paisaje conceptual de Ia Inglatera modema. Por todas partes se veia la tendencia a extrapolor de la realidad, en una suerte de percepcién anticipada de los males futures. Los papistas, los socinianos, los presbiterianos, incluso los independientes, todos atralan imagenes de excesos ieolégicos, morales, fisicos y sociales. Pero dos cuestiones requieren una explicacion mas extensa en el caso de los ranters. En primer lugar, 2por qué se les airibuyeron las caracteristicas que los hicieron conocidos, cuando estaban disponibles otras imagenes de desviacién -papista, sociniana, etc.? gPor qué habia necesidad de contar con una categoria “ranter"? En segundo lugar, el hiato entre Ia realidad sustantiva y el fendmeno percibido es ian grande que requiere una explicacién especial, A tres o cuatro individuos desorganizados, que momentaneamente coquetearon con algo que puede haber sido visto como un antinomismo mas radical de lo que realmente era, se les atribuyé una influencia que hizo de ellos un grupo, una secta, una coleccién de facciones belicosas, un movimiento de masas. Laurence Clarkson puede haber cumpiido un rol especial como catalizador, pero aun asi se trataba de un individuo altamente idiosincrasico. Tomando como fondo estos débiles lazos que unian a un gtupo de personalidades exdticas, se lanzé una campafia de prensa vitualmente sin precedentes, impulsada por los esfuerzos de un pequerio grupo de imprenteros y editores, posiblemente con cierto grade de apoyo oficial. En el Parlamento se aprobé legislacién para iratar con las herejfas que estos grupos parecian representar, y su imagen continué obsesionando y siendo objeto de repudio por parte otros grupos durante mucho tiempo. Uno puede, por supuesto, inverlir este razonamiento y sostener que Ia misma importancia del furor y sus repercusiones demvesiran la exisiencia de una cieric sustancia detras del fenémeno ranter y de un hecho real detrés de la amenaza que supuestamente representaban. Se trata de un argumento del tipo de los que sostienen que si hubo humo es porque seguramente debié haber fuego. El trabajo de algunos socidloges y de un pufiado de historiadores nos han concientizado sobre la capacidad de los moderos medios masivos de comunicacién para fabricar y dar forma a las noticias, incluso para “suprimir" la existencia de grandes grupos deniro de la sociedad.’ Ello resulta particularmente claro en lo que hace a la desviacién, a las disputas y al conflicto. Can frecuencia jas olas de crimenes, las olas de huelga y varias otras formas de conflicto social han sido creadas mediante estos procedimientos.* En ocasiones fa “ola de crimenes" de los medios ha precedido e incluso generado, de muchas maneras sutiles y compilejas, “estallidos" de “crimenes" realest Mi tesis es que existe abundante evidencia que nos permite considerar bajo esta perspectiva al fenémeno ranter, como una proyeccién que reflejaba ansiedades contemporaneas, el deseo del establecimiento de fronieras morales claras y un ansia de conformismo religioso, Naialie Zemon Davis tiene razon cuando sefiala que “desviado" es una palabra derivada de los modernos sistemas conformistas.s Pero los términos alternativos, como “hereje", pierden sentido en el contexto religioso de fa Inglaterra de las décadas de 1640 y 1650. Seguiré usando por ello el término “desviacién”, porque expresa claramente la demanda de conformismo y ta busqueda de fronteras morales claras. En este sentido, cuanto més grande resulta la busqueda de conformismo, mayor resulta ia busqueda de desviaciones; porque sin desviacién, no ‘existe un conformismo conscienie de si mismo, ni viceversa. Se ha observado que tras una crisis revolucionara con frecuencia emerge una busqueda rabiosa del orden, incluso una nueva forma de conformismo. Esta obsesién alumbra a los enemigos de la revolucién de una manera nueva, puesto que entre ellos se cuenian no sdlo los contrarrevolucionarios reales, sino todos aquellos que no desean llevar la revolucion hasta sus ultimas consecuencias, hacia el exceso, y tal vez, hacia la auto-destruccién. En la desesperada busqueda de conformidad percibimos un combate en pos de Ia identificacién y el discipinamiento de los verdaderos desviados, con el objeto de que la imagen de un conformismo auténtico se establezca més sélidamente, y la revolucion pueda enionces salvarse. En tal circunstancia, la imagen puede preceder a la realidad. Creo que ésta era la naturaieza del periodo 1650-1651, durante el cual se proyecté la imagen ranter. Pero antes de inieniar persuadir a jos lectores de la justeza de mi argumento, debemos introducimos en el universo y en fas implicancias del marco teérico elegido. 2. LA TEORIA: COMPRENDIENDO EL MITO. a. Pdnicos morales y demonios populares En su libro sobre Ia fabricacién de noticias, pénicos morales y demonios populares, Stanley Cohen ha subrayado que una de fas funciones de las noticias es informar a las personas acerca de los contomos normativos de la sociedad. “Nos inforrnan sobre lo bueno y lo malo, sobre fas fronteras més alla de las cuales no deberiamos aventurarnes y sobre los disfraces que puede asumir el diablo"* No se trata de que aceptemos de manera acritica 0 apliquemos de manera mecénica teorias conspirativas pero, al mismo tiempo, debemos ser precavidos cuando se trata de las clasificaciones sobre lo carrecto y lo moralmente desviado, particularmente en periodos en que las fronteras morales estan sufriendo un proceso amplio de revisisn, como ocure en vispera de las revoluciones. Porque, en tales situaciones, la falta de certeza moral puede generar gran ansiedad 0 “panico moral", y la demanda de una reafirmacién 0 redefinicién de la desviacién, el resiablecimiento del caracter e imagen del diablo popular. Seguin Cohen, esta Ultima imagen, en tanto chivo expiatorio, es més probable que aparezca cuando la ambigledad se da en ambos lados del limite moral imaginado.’ Voiveremos sobre esie punio mas adeianie. Un estudio clasico en esta campo ha sido el libro de Kai T. Erikson, Wayward Puritans: A Study in the Sociology of Deviance (New York, 1966}. Erikson toma tres estudios de caso, extraidos del Massachusetts del siglo XVI: la controversia antinémica de la década de 1630; la persecucién de los cudqueros de finales de la década de 1659; y los jvicios por brujeria de la década de 1690. Sostiene que tales descubrimientos © estallidos de desviacién eran un medio para el aprendizaje y conceptualizacion de las fronteras morales amenazadas, en tiempos en que los propésitos y el funcionamiento de la colonia debian redefinirse. Erikson sostiene también que la desviacién y el conformismo puede hallarse incémodamente cerca uno de otro en cuestiones de doctrina® Parte de las funciones del concepto de desviacién es producir distancia insistiendo sobre las divergencias morales De Ia misma manera, los estudios recientes sobre la brujeria en to modemidad temprana han tendido a enfatizer su caracter de imagen controlada de ia desviacién, en un periodo en que jas personas experimentaban una ambigledad intensa y creciente respecio de sus obligaciones sociales para con aquellos ubicados en los mérgenes de Ia, sociedad.’ Los estudios sobre la vida en la ciudad y en el campo en ef mismo periodo han tendido a enfatizar la existencia de una nocién de comunidad moral constantemente reproducida gracias al reforzamiento de sus limites.' Resulta claro que la proyeccién y el castigo de Ia desviacién no era la Unica manera en que dichos limites podian mantenerse y corregirse. Las comunidades inglesas previas al estallido de ia Guera Civil fueron muy afectas a consumir las exhortaciones pronunciadas por predicadores y otros guardianes de la moral colectiva. De la misma manera, los tituales y las costumbres camavalescas teforzaban el sentido de un orden, un standard y unas obligaciones morales que recaian sobre todos los estratos sociales, y todo ello por medio de tituales que se mofaban de los desviades y terminaban honrando a ios comportamientos dentro de Ia norma.’ Lo que si tenemos que reconocer es que, después de 1642, Ia predicacion se volvié demasiado descontrolada y el camaval demasiado inflexible como para manejar fa hidra de la interpretacién que fluia desde la prensa y desde el pllpilo, y que de manera acumuiativa parecia ir socavando todos los consensos doctrinales y morales. Debemos reconocer, de ia misma manera, la existencia de tensiones y ambivalencias que comenzaban a atravesar al Protestantismo mismo, en una era en que no existian practicamente restricciones para la circulacién de ideas. De esta manera, {a insistencia en la experiencia individual de la fe coexistia con un anhelo de unidad; la apertura a los mensajes del espirity coexistia con un deseo de que se respetasen las normas; la busqueda de autenticidad y un desprecio por el formalism sistia con ta admiracién por ta disciplina; el miedo al caos coexistia con el miedo a Ia intolerancia. La necesidad de establecer limites era un, problema de la sociedad toda, pero también afectaba a la conciencia de los individuos. Habia una linea de falla corgada de ambivalencias, propicia a la produccién de ansiedades, especiaimente cuando el mundo parecia inmerso en un acelerado proceso de cambio y fransformacién. No era acaso la resolucién de las ansiedades y la finalizacion de los insegutidades lo que se buscaba dic a dia, mientras el poder revolucionario pasaba de unos grupos a otros? En el caso de los ranters y de Ia teoria sobre ios demonios populares debemos distinguir con cuidado entre la categorizacién como desviadas de ciertas actividades reales (que es lo que Kal Erikson observe en el Massachusetts del siglo XVII] y Ia fabricacién de una quimera, la invencién de dichas actividades (que es lo que Stanley Cohen pensaba acerca de los sucesos acaecidos en Brighton en 1964). Pero antes debemos considerar el férlil suelo de ansiedades de! cual surgieron los pedidos de conformidad y, subsecuentemente, las ansiedades especificas que dieron forma a la imagen de desviacién requerda para 1d redefinicisn de los limites morates. b. Una sociedad ansiosa: ansiedades generales En el famoso capitulo inicial de su Religién and the Decline of Magic, Keith Thomas describe el medio ambiente social de la inglatera modema, La vuinerabilidad de la vida, la prevalencia del desastre, demandaban un escape por medio de la bebida, de los narcéticos o de los golpes de suerte.!? Los mecanismos utiles para neutralizar estos medios se habian visto reducidos en la Inglaterra protestante, cuando la nueva iglesia abandoné las reliquias, Ios santos intermediarios, ja Virgen. los sacramentes y otros rituales similares propios de la Iglesia medieval y del catolicismo modemo. Si es cierto que las supersticiones son las reglas por las cuales un grupo humano intenta generar una ilusién de predictibilidad en un universo incierto, entonces podriamos esperar que io que resulte reprimido en un area aflore necesariamente en otra.!? Y asi parece que sucedié. La creencia en la providencia particular, en demonios, hadas, brujas, talsmanes, profecias, predicciones astrolégicas y encantamientos varios, estuvieron a la orden del dia.'4 Seria desaconsejable, en mi opinién, considerar a estas proyecciones de una sociedad como una clase de neurosis en gran escala. Tales especulaciones psicchistéricas tienen en si mismas una valicez dudosa.15 Sin embargo, se trataba de una sociedad con una clara tendencia a que los grupos € individuos que la conformaban buscaran resolver las ansiedades que ios aquejaban con ios mecanismos que tenian a su alcance. Dado que se trataba también de una era de solemnidad y conflicto religioso, debemos esperar encontrarmes con el hecho de que la imagineria religiosa guarde alguna relacién con estas ansiedades generales. No fenemos mas que fijamos en el antipapismo, para hallar en Inglaterra un ejempic de lo que afirmarnos. Como ha sefialado Robin Clition, a los protestantes no se les ensefiaba a ver al catolicismo simplemente como otra forma de religién, sino como una inversion total de la religion verdadera, “mas repugnante y despreciable que cualquier forma de paganismo".* La imagen de Ia desviacién papista fue un punio de referencia negativo, a partir del cual podian juzgarse las fronieras de la verdadera religion. La ansiedad por ia conservacién de la religion verdadera, fuera y dentro de las fronteras del reino, en ia corte o en la ciudad, disparaban toda clase de temores sobre conspiraciones papistas. Era mas probable que dichos demonios populares papistas surgieran en petiodos de aguda fensién civil; por ejemplo, 1640-1642 1648-1649 y 1679. c. Revoluciones y miedo Grandes eventos provocan grandes incertidumbres; sdlo de manera retrospectiva-adquieren ia patina de-lo inevitable y, en consecuencia, de lo predecibie. Para sus contempordneos, en cambio, solo extienden el rango de Ia fividez percibida, Por ello pueden engendrar miedos colectivos, disparar panicos generales. George Lefebvre, en su cldsico estudio La grande peur de 1789, demuestra cémo las ansiedaces andar del ciclo rural se amplificaron hasta converlirse en panico colectivo a raiz de las incerlidumbres creadas por el accionar de los Estados Generales, y por los miedos y esperanzas altemativas generadas por el colapso de un orden privilegiado.'® Rumores de ejércitos de bandides © de contra-grupos aristocrdticos se desparamaron de manera salvaje y rapida por todas las dreas ruraies. La ansiedad era su motor, y en cierta medida fue también la que le dio forma. En Inglaterra, el periodo 1649-1650 fue testigo de una serle de eventos dramaticos y profundamenle perturbadores, que provocaron no solo incertidumbre sino una Intensificacién en ei grado de incerfidumbre. La ejecucién del rey simbolizaba no sélo el fin de ia antigua constitucién, sino que lambién podia considerarse como un repudio al patriarcado."? La abolicién de la Camara de los Lores, al igual que ia desaparicion de los obispos, podia ser visia como un paso més hacia Ia anulacién de toda jerarquia. Y sin embargo, el Parlamento Rump permanecia, ambivalent en medio de una revolucién ambigua. gHabria tolerancia religiosa® gAlcanzaria al anglicanismo?” gEstaba la monarquia reaimente acabada, 0 Londres 0 los escoceses estarian en condiciones de lanzar una contrarevolucién?2! 2Se mantendria en las areas rurales ef gobiemno local en manos de los estamentos tradicionales o recaeria en manos de hombres nuevos? sContinuaria existiendo el ejército? 2Cual debia ser su rol? gHasta dénde llegaria la proliferaciin de sectas? Después de la baptistas, seekers, diggers... 2qué mas vendria? 2Y cudl éra el significado de este proceso? Todo ésto se ubicaba en la cima de las ansiedades de una sociedad al borde de la subsistencia, atrapada en un ciclo coyuntural de malas cosechas. Primera entre las incertidumbres se ubicaba Ia perspectiva de una “reforma religiosa". de su sentido y de sus objetivos. Desde esta perspectiva, el Parlamento Rump mandaba sefales contradictorias. En septiembre de 1649 tomé la decisién de restringit con gran severidad ia libertad de prensa aunque ia medida tuvo escasa efectividad practica.2 Pero un aio después, en visperas de {a victoria de Dunbar, tomé finalmente la decisién de abolir la obligacién de asistir a las iglesia los domingos.? En un momento de crisis percibida por todos, se nolaban tensiones entre fuerzas divergentes en el frente de la “reforma religiosa” En muchos cuarteles crecia la desesperacién en pos de Ia afrmacién de limites aceptables. d. Ansiedades cruciales: el problema del orden post- revolucionario o de la reforma piadosa Para finales de 1649 estaba claro que. aunque el viejo orden habia desparecido constitucionalmente_ hablando, todavia se mantenio mucho de la fabrica social y del orden politico anterior. La Common Law* continuaba funcionando sin grandes cambios sustanciales. El equiliorio dentro del Parlamento Rump comenzaba lentamente a modificarse gracias al retorno de algunos moderados. Los levellers habian sido aplastados; el Officers’ Agreement, de enero de 1649, habia sido silenciosamente enterado. Ya se hacia evidente el conservadurismo constitucional y social de Cromwell. Pero el problema del orden religioso continuaba, y era aqui donde ia ambivalencia de Cromwell y del Parlamento se expresaba con mayor intensidad. Lejos de disminuir, los problemas derivades de la prelensién de legifimar un orden nuevo sobre bases espirituales se incrementaron en ja década de 1650. Estas dificultades tenian dos dimensiones interconectadas: por un lado, el problema del orden teolégico; por otro lado, el problema del orden moral La legifimidad de una autoridad teolégica superior ya habia sido repudiada con la supresién del episcopado anglicano. El presbiterianismo mismo habia chocado con ie negativa de los demas grupos a aceptar su concepcién eclesial como prescripcién de iure divino. Pero sque pasaria si aparecian personas que repudiaban toda forma de organizacién eclesial? En Ultima instancia, el debate sobre las ordenanzas eclesidsticas y las formas rituales era un debate sobre la teologia y el orden teologico.* Para algunos, el peor aspecto del debate era su exasperante confusién y su capacidad para producir paradojas. En 1650, Francis Freeman hallaba que “los mas altos dirigentes de los presbiterianos son casi antinomisias, los mas allos representantes de los antinomistas son casi independientes", y asi de seguido.?” Los limites se habian estumado. En tiempos de miseria social, contlictos y guerra, sostenia un escritor anénimo, el diablo encuentra mds facil su tarea de sembrar confusion entre los hombres piadosos. E! funciamento de este éxito era el colapso de toda autoridad religiosa.2* Un ejemplo luminoso sobre las tensiones y paradojas visioles en torno a esta situacién puede extraerse de estudio de! problema del formatismo ritual, fal como era percibide en aquel entonces.® En ningun otro lado el dilema aparece mostrado de manera més aguda que en la llamada Blasphemy Act, del 9 de agosio de 1650. Porque esa ley no estaba solamente dirigida contra aquellas opiniones y practicas monstruosas que tendian hacia el “desorden" y la “disolucién de la sociedad humana", sino que tami apuntaba a la supresién del “espiritu profano, la maldad, la supersticién y €! formatismo".% En otras palabras, aunque el Acta ha sido vista como una pieza de legislacién represiva * Legislacién y jurisprudencia vigente en los tribunales pUblicos, que constitula por lo tanto una herramienta de centralzacién politica en tenia preeminencia sobre los distinfos usos y coslumbres locales, a menudo vigentes en ios tribunales sefioriales (nota del traductor). contra aquelios que buscan ja autenticidad espiritual, compartia sin embargo el antiformalismo de escritores como Lionel Lockier y Abiezer Coppe. De manera paraddjica, una ley que parecia tener como su primer objetivo el re-establecimiento del control religioso inclula en su nucleo un repudio a las practicas religiosas formales. Estos contradicciones eran, hasta cierto punto, consecuencia de desarrollos potenciales inherentes al Calvinismo, al que muchos veian como el mas petente sembrador de semillas de antinomismo.s! Cuanto mds se enfatizaba a predestinacién, mas probable era que muchos “glegidos" se sinlieran por encima de las ordenanzas_vigentes, que el Espiritu se sintiera por encima de la Escritura. El problema existia desde los tiempos mismos de Calvino, y la recela para tratar con él habia sido siempre un incremento del Control y de Ia precision doctrinal. Pero en: una época en que todo control parecia haber colapsado, en que hombres y mujeres se sentian viviendo en el final de tos tiempos ~con todas sus inversiones esperables-, en que resultaba plausible una tercera dispensa o revelacién directa del Espiritu Santo, acémo podria evitarse que aquellas tendencias, inherentes quizas a la religion verdadera, lerminaran produciendo excesos de todo tipo? La tolerancia, alguien habia dicho en 1647, conduciria a todas las herejias, incluyendo el aieismo: “abrimes asi una exclusa a toda las formas de la libertad licenciosa"? El colapso del orden teolégico precipitaria ef caos moral. Seguin Thornas Edwards, en pocos afios més se verian “los efectos de estas sectas y de estos cismas, todo terminara en una forma de vida licenciosa y ligero". El presbiteriano escocés Rober Baillie consideraba que el fracaso en él intento de imponer a los ingieses una estructura eclesial estricta tle itablemente al colapso social y moral. En mayo de 1647, Thomas Case sostenia que "Ia mal llamada libertad de conciencia podia derivar en no mucho tiempo en liberlad de estamentos, en liberlad de bienes y en libertad de esposas".* Pero nadie aventajaba a Thomas Edwards, heresiégrafo ejempiar, en su descripcién de los males que la folerancia y la pluralidad teolégica provocarian: “La tolerancia es e! gran designio de! Diablo, su Obra Maestra, su maquina perfecta, por la cual busca en este tiempos establecer su Reino vacilante: es la via mds fGpida, facil, para la destruccién de toda Religion, para dejar el suelo yermo, y abrir las puertas a todo mal; el més trascendente, catélico y fundamental de fos males que puedan Imaginarse para este Reino: asf como el pecado original es el mas fundamental de los pecados, que lleva en si la semilla de todos los demas, de la misma manera Io folerancia lieva en sf la sernilla de lodos los errores y de todos los males”.” Para 1649, una sensacién de inminente desintegracién parecia afiigir aun a aquellos que se habian beneficiado con la tolerancia: las sectas. En los dias funestos por venir, ellas fambién se verian diszmadas.* El temor al desorden dentro de las iglesias y sectas se convirtid rapidamenie en un miedo al desorden social. Los historiadores han enfatizado muchas veces la imporiancia que Ia Iglesia tenia en el mantenimiento del orden social en Ia Inglaterra moderna. Por medio de sus ensefiazas, su prédica, su trabajo pastoral y sus fribunales eclesidsticos, Ia Iglesia era un agente de control y mediacién esencial en pueblos, aldeas y Greas rurales. Desorden en Ia vida personal, repetia con insistencia Richard Baxter, significa desorden social. No resulta dificil comprender esia obsesiva preocupacién por el orden en la Inglatera moderna, También resulta entendible que Io ansiedad surgiera en tiempos de guera civil, cuando colapsan las guias institucionales y doctrinales del orden. Son los mismos temores que John Wesley, apéstol de! metodismo, mostrarfa en el siglo siguiente.” Los furiosos debates sobre las ordenanzas eclesiales, que en las décadas de 1640 y 1650 florecieron en las sectas y entre sus enemigos, crearon en si mismos un sentido de inquietud respecto de ia capacidad real de Ia religion erganizada para controlar, no ya a la sociedad toda, sino a los mismos elegidos, al remanente de los jusios Qué podria entonces reemplazar ala agencia moral de Ia religion institucional, con su capacidad juridica para establecer los limites morales del conformismo mediante ia identificacién de la desviacién? e. El espectro de temores encamnado en e! mito ranter Habia en aquel tiempo, entonces, abundante material para alimentar la ansiedad, en tiempos en que Ia religion parecia evolucionar hacia una proliferacién de formas, y fas paraciojas de las aspiraciones sectarias ¥ i acior habian llegado para quedarse. Cuando volvemos a mirar ios temores que reflejaban los relatos mds serios sobre el fendmeno raniter, observamos aquellas ansiedades cristalizadas y definidas. Edward Hyde consideraba que el antinomismo practico ne era sino una de las manifestaciones del Dragén Rojo, del diablo, exuitante ante el colapso de la autoridad religiosa."” John Tickell pensaba de manera similar en 1651: “la prédica fantastica y descontrolada de |e! ranter] Abiezer Coppe es el mayor pecado de nuesiro tiempo"? Para el bapiisia Samuel Fisher, ef repudio de algunas ordenanzas y Ia aceptacién de otras Gejaba una sensacién de maiestar, que ponia en duda ta legitimidad del proceso en su totalidad. EI equilibrio entre ordenanzas eclesidsticas y gracia individual era delicado. Se temia que algunos pudieran repudiar fas ordenanzas en su folalidad, convirliéndose de dicha manera en algo parecido a un ranter. Thomas Underhill insistia en que los ranters -como también los cudqueros, con los cuales 6! estaba relacionado- no podian repudiar las ordenanzas religiosas sin negar al mismo tiempo Ia subordinacién civil. Los patrones de deferencia mismos eran. para.aquellos.ranters una-suerie de -idolairia* Tales temores rozaban la histeria en los frenéticos listados de sectas -algunos absurdos- 10

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