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En Anibal Puente
Ferreras: Psicología Contemporánea básica y aplicada. Madrid, Ed. Pirámide
CAPITULO 18
EMOCIÓN
1. Antecedentes filosóficos
2. Posiciones evolucionistas
3. La tradición psicofisiológica
3.1 Teoría periferalista de James
3.2 La tradición neurológica. Activación general: Teoría central de Cannon
3.3 Estructuras neurológicas centrales
3.4 Implicaciones de las teorías de James y Cannon
4. Teorías neurofisiológicas: la neurociencia y el cerebro emocional
5. Teorías conductistas
6. Perspectiva cognitiva de las emociones
a. Procesos de valoración cognitiva
b. Atribución de causalidad
c. Control de evaluación de los estímulos
d. Imágenes mentales
e. Procesamiento de información emocionalmente relevante
7. Concepto de emoción
8. Clasificación de las emociones
8.1 Las dimensiones de las emociones
8.2 Emociones específicas
8.3 Emociones primarias vs secundarias
8.4 Emociones negativas vs emociones positivas
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9 Algunas áreas de desarrollo actual de la psicología de la emoción: Emociones y salud
e inteligencia emocional
9.1 Emociones y Salud
9.1.1Trastornos psicofisiológicos
9.1.2.Psicopatología de las emociones
9.2 Inteligencia emocional
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LAS EMOCIONES
Todos sentimos emociones, todos nos emocionamos pero ¿qué es una emoción? Sin
emociones la vida sería afectivamente gris, plana, no seríamos capaces de responder
efectivamente ante situaciones de emergencia, seríamos incapaces de hacer multitud de
actividades imprescindibles para la vida adaptativa, especialmente tendríamos serias
dificultadas para tomar decisiones personales, sociales e incluso éticas. A pesar de haber
sido tildadas como la parte “irracional” del ser humano, una vida sin emociones sería
causa importante de comportamientos irracionales. Para elegir entre varias opciones
(situación cotidiana para el ser humano), por ejemplo si tuviéramos que decidir con
quién y dónde pasar nuestras vacaciones, las emociones nos permiten descartar de
forma rápida aquello que no nos gusta, que no nos atrae haciendo que nuestras
preferencias emocionales conviertan a esta decisión en una tarea relativamente sencilla.
Sin emociones, sin preferencias, sin recuerdos emocionales, sin un criterio emocional
que nos redujera drásticamente las alternativas, esta elección se convertiría en una tarea
interminable de análisis de pros y contras. La emoción puede convertirse en una amiga
que nos ayuda a guiarnos en nuestro día a día, aconsejándonos en la elección de las
actividades más “racionales”.
Para la Psicología, la emoción es el concepto que sirve para describir y explicar los
efectos producidos por un proceso que conlleva muchos elementos y momentos:
analizar las situaciones que resultan significativas; interpretar dichas situaciones en
función de la historia personal; la expresión de las emociones, su comunicación; la
preparación para la acción, la movilización de la conducta; y la activación fisiológica
que conlleva.
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Esta variedad de elementos hace que la emoción haya sido estudiada desde perspectivas
muy distintas, con intereses distintos, pero que lejos de ser contrarias, se convierten en
complementarias, dando sentido a un concepto complejo que abarca tantos elementos:
neurociencias, psicología evolutiva, psicología social, psicología cognitiva, psicología
de la personalidad o incluso la psicología clínica.
Un recorrido por las distintas teorías de las emociones debe ser abordada a nuestro
juicio siguiendo las distintas perspectivas: (a) evolucionistas: con Darwin como
principal punto de referencia; (b) psicofisiológicas: seguidoras de la tradición de James;
(c) neurológicas: cuyos desarrollos teóricos arrancan de Cannon; (d) conductistas: que
enfatizan procesos de condicionamiento como Watson pusiera de manifiesto a
principios de siglo; y (e) cognitivas: que han ido otorgando relevancia a una gran
variedad de procesos cognitivos implicados en la respuesta emocional. En la actualidad,
unas de las más representativas.
1. Antecedentes filosóficos
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que roza el ridículo. La pasión se opone a la razón, y nos hunde en las tinieblas y nos
pierde en el desvarío”
La idea estoica impregnó los siglos venideros. En la Edad Media se pensaba que en el
alma coexistían una parte concupiscente (deseos y apetitos) una irascible (origen de las
pasiones) y una racional que luchaba constantemente por dominar a las anteriores.
En el siglo XVIII, los afectos pasaron a considerarse como objeto de estudio importante
de lo mental otorgando por primera vez desde la filosofía un valor positivo y motivador.
A partir del siglo XIX, con el nacimiento de la psicología como ciencia independiente
de la filosofía, el estudio y consideración de las emociones cambia de forma radical.
Desde entonces la revaloración del papel de las emociones se ha dado gracias a las
aportaciones de filósofos, biólogos, fisiólogos, psicólogos o investigadores en general
que desde las distintas disciplinas científicas han ido conformando un entramado de
teorías sobe las emociones que le han ido dando el estatus que merece como proceso
adaptativo, destacando especialmente las aportaciones desde la psicología cognitiva.
2. Posiciones evolucionistas
Una de las características principales de las emociones, como bien han puesto de
manifiesto las teorías evolucionistas, es la función adaptativa de las emociones, tanto
como facilitadoras de la respuesta apropiada ante las exigencias ambientales, como
inductoras de la expresión de la reacción afectiva a otros individuos. Así, por ejemplo,
el sentimiento de ira facilitaría la conducta de ataque y su expresión podría servir para
amedrentar a otro individuo en una situación comprometida, mientras que el miedo
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favorecería la huída o la inmovilidad corporal defensiva y su expresión externa podría
ser útil para apaciguar una reacción intensa por parte de un agresor
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3. La tradición psicofisiológica
La importancia de las variables psicofisiológicas arranca de la concepción de James
(1884) de que la emoción aparece como consecuencia de la percepción de los cambios
fisiológicos producidos por un determinado evento. En el caso de que no existan tales
percepciones somáticas la consecuencia principal sería la ausencia de cualquier reacción
afectiva. Además, las emociones similares se caracterizarían por un patrón visceral y
fisiológico similar, bien es cierto que dando pie a cierta especificidad individual.
Comencemos por tanto en este apartado haciendo un repaso general a las teorías de
James-Lange y de Cannon como representantes de dos importantes líneas de investigación
sobre las emociones desde la perspectiva psicofisiológica. La primera de ellas postula la
existencia de patrones específicos de respuestas corporales asociados a cada una de las
distintas emociones y la segunda defiende cambios fisiológicos generales, no diferenciados
para cada emoción.
William James, formula la hipótesis contraria a la concepción tradicional. Defiende que las
emociones son consecuencia de los cambios corporales provocados por la percepción de
hechos, y no como se decía, que las emociones aparecían como reacción a la interpretación
de un estímulo relevante, provocando seguidamente las reacciones corporales. Es decir,
para James estamos tristes porque lloramos, enfadados porque golpeamos y asustados
porque temblamos.
Por tanto, según su teoría, la emoción es la percepción del estado corporal correspondiente,
la sensación procedente de los cambios corporales (somáticos y autonómicos) producidos
por la percepción de estímulos externos.
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La secuencia defendida sería la siguiente: (1) los estímulos ambientales excitan los
receptores sensoriales que conducen los impulsos a la corteza cerebral, produciendo la
percepción de los mismos; (2) la corteza envía impulsos a los diferentes órganos,
produciendo cambios en ellos; (3) los cambios corporales (viscerales y somáticos) excitan
los receptores interoceptivos y propioceptivos, conduciendo los impulsos a la corteza
cerebral, dándose entonces el estado emocional. En definitiva, la percepción de estos
cambios corporales es lo que daría lugar a la experiencia emocional. Además de la
especificidad de activación para cada emoción, James destaca que la parte visceral y
orgánica de una expresión emocional no se dará de la misma forma en todos los
individuos, sino que a su vez existen diferencias individuales.
Por su parte, el fisiólogo danés C.G. Lange defendía un proceso similar aunque limitando
los cambios corporales a la actividad vasomotora del sistema nervioso autónomo.
Insertar Tabla 1
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verdaderamente relevante en la génesis de la emoción es la actividad del SNC, los
cambios corporales no cumplen otra función que la de preparar al organismo para la acción
en situaciones de emergencia. La rama simpática del sistema nervioso autónomo moviliza
la energía, mientras que la rama parasimpática cumple una función de conservación de la
energía.
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conductuales. Consecuentemente con estos planteamientos teóricos, a nivel
metodológico los estudios se han caracterizado por la selección de alguna variable
fisiológica (generalmente respuesta electrodermal o frecuencia cardiaca) como
indicadora del nivel de activación general, su registro y el estudio de la relación entre
ésta y las diferentes reacciones emocionales. A su vez, esta concepción motivó
investigaciones que estudiaron las bases neurológicas de la conducta emocional,
demostrando una mayor complejidad de estructuras y vías anatómicas implicadas en el
control de las emociones.
En 1930, Duffy sostiene que los cambios periféricos, tanto en el sistema nervioso
autónomo como en el sistema somático, reflejaban los diferentes niveles de movilización
de energía que acompañaban a los estados motivacionales y emocionales. Posteriormente,
Duffy (1962, 1972) reformula el concepto de activación generalizada e indiferenciada de
Cannon defendiendo la existencia de dos tipos de activación, una de nivel general y otra
específica que será la responsable de que el individuo se ajuste a la situación estimular
concreta. Emoción y motivación son, por tanto, conceptos similares definidos en función
del nivel de activación fisiológico.
Las teorías centrales sobre la emoción irán reflejando los diferentes hallazgos en el campo
de la fisiología, la neurología y la neuroanatomía: tálamo (Cannon), sistema límbico
(Papez, McLean), hipotálamo (Gellhom), sistema de activación reticular (Lindsley),
lóbulos frontales (Arnold). Descubrimientos como la actividad electroencefalográfica
(Berger) y del sistema de activación reticular (Moruzzi y Mogoum) hicieron que los
teóricos de la activación se interesaran más si cabe por las medidas fisiológicas centrales.
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experimentales que repetidamente encontraban correlaciones bajas o, incluso en algunos
casos nulas, entre las medidas fisiológicas, conductuales y subjetivas de activación, e
incluso entre los distintos índices o respuestas dentro de un mismo sistema, el fisiológico.
Son aquí de destacar los trabajos de Lacey (1967).
En los años setenta hay un nuevo resurgir del interés por las teorías periféricas sobre la
emoción. Siguiendo la línea periferalista, los estudios experimentales sobre activación
fisiológica y aprendizaje de respuestas emocionales ponen énfasis en el sistema
nervioso periférico, particularmente en el sistema nervioso autónomo, defendiendo que
esta activación no se limita a proporcionar el aspecto energetizador de la conducta
emocional de forma indiferenciada como postulaba Cannon, sino que cumple una
función importante en los aspectos cualitativos y direccionales de la conducta
emocional. Sin embargo, también pusieron en evidencia que los componentes
periféricos, por sí solos, no pueden explicar la complejidad de la emoción, tal y como
postulaban las teorías periferalistas.
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perteneciente a los reptiles (cerebro reptiliano); (2) un cerebro que aparece más tarde en
la evolución filogenética, perteneciente a los mamíferos inferiores (sistema límbico); (3)
un cerebro de aparición más reciente, más altamente desarrollado perteneciente a los
primates y sobre todo al hombre (neo-córtex)
Tanto Papez como MacLean coinciden en señalar que el sistema límbico es el sistema
emocional que modula tanto la experiencia como la expresión emocional.
Años más tarde, basándose tanto en los trabajos de Cannon y Bard como en los de
Papez, LeDoux (1986) formula una teoría sobre las emociones que analiza los
componentes cognitivo, fisiológico y expresivo/conductual, es el llamado modelo de
circuito neurológico de LeDoux . Algunas de las investigaciones más interesantes en la
última década proceden de los estudios de LeDoux y su grupo (LeDoux, y Phelps,
2008) sobre el condicionamiento del miedo y el papel desempeñado por la amígdala .
La amígdala está formada por muchos núcleos, conectados recíprocamente con el
hipotálamo, la formación hipocampal, la neo-corteza y el tálamo, estructuras todas ellas
implicadas en las reacciones de miedo. La información aferente que proviene de todas
las modalidades sensoriales llega a la amígdala a través de los núcleos baso-laterales y
procede de dos fuentes: a) los núcleos sensoriales del tálamo y; b) las áreas sensoriales
primarias de la corteza. LeDoux (1995) ha puesto de manifiesto que, por ejemplo, en las
reacciones de miedo la proyección del tálamo a la amígdala es especialmente
importante, ya que es más rápida que el input sensorial procedente de la corteza y puede
mediar las respuestas emocionales primitivas de corta latencia y que sirven de
preparación para que la amígdala pueda recibir información más sofisticada sobre la
representación cognitiva de la emoción procedente de centros superiores como el córtex
pre-frontal ventro-medial. De hecho, las lesiones del complejo baso-lateral suprimen el
condicionamiento clásico del miedo, siendo la participación de estos núcleos decisiva
también para el miedo incondicionado innato y para la memoria de los estímulos
sensoriales emocionalmente significativos. Desde el complejo baso-lateral la
información se transfiere al núcleo central de la amígdala, desde donde se establecen la
mayoría de las conexiones aferentes. Desde el núcleo central se establecen dos grandes
proyecciones: a) con el hipotálamo lateral y las regiones del tronco cerebral que regulan
las respuestas autónomas a los estímulos con contenido emocional e intervienen en las
respuestas neuroendocrinas a los estímulos estresantes y, b) con las áreas corticales de
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asociación, en especial con la corteza órbito-frontal y con la circunvolución del
cíngulo. Esta vía es esencial para la percepción consciente de la emoción.
Insertar Tabla 2
Con posterioridad a LeDoux, y siguiendo esta línea, cabe destacar a Damasio (1996).
Tanto Damasio como LeDoux coinciden en distinguir ente emoción y sentimiento
señalando que este último es la parte consciente de la emoción. A su vez, constituye la
percepción directa de un lenguaje específico, el del cuerpo, puesto que los sentimientos
nos permiten prestar atención al cuerpo de forma concentrada.
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Damasio postula que cuerpo y cerebro forman un organismo indisociable que interactúa
con el ambiente como un todo. En la interacción con el ambiente, con la sociedad, se
desarrollan los mecanismos neurales que parten de un organismo diseñado tanto con
estructuras fisiológicas para regular el metabolismo, como con mecanismos básicos para
hacerse cargo de la cognición y comportamientos sociales. Se cuestiona sobre el grado
en el que los procesos racionales y no racionales se alinean con las estructuras corticales
y subcorticales en el cerebro humano. Sugiere que las emociones y los sentimientos son
aspectos centrales de la regulación biológica y proporcionan un puente entre dichos
procesos y estructuras.
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5. Teorías conductistas
Para el conductismo las emociones se concibieron como una forma de reflejo, como
modelos de reacción que incluyen modificaciones de los procesos corporales,
especialmente del sistema digestivo y glandular. Ante el proceso emocional el énfasis se
pone en la respuesta, obviando la subjetividad de la emoción, ya que se supone que no
es observable y sólo se puede evaluar indirectamente. De ahí el escaso interés que
mostró el conductismo por el fenómeno emocional. Watson estudia la conducta
emocional manifiesta y sus causas externas identificando patrones de comportamiento
emocional con patrones de cambios fisiológicos, lo que no posibilita la distinción entre
emociones diferentes, ni entre patrones emocionales y no emocionales. Al limitar la
emoción al comportamiento emocional minimiza uno de los componentes básicos de la
emoción: la experiencia emocional o el sentimiento.
En la década de los veinte, a partir de los trabajos de Watson y Rayner (1920) sobre el
condicionamiento de una fobia en "el pequeño Albert", el miedo se conceptualiza como
una respuesta emocional condicionada negativa, aprendida según los principios del
condicionamiento pauloviano y que se produce por medio de la asociación de una
situación, en principio neutra (EC), con una experiencia desagradable (EI). Tras varios
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emparejamientos el EC adquiere un valor negativo similar al EI siendo capaz de producir
la respuesta emocional de miedo.
Otros muchos autores estudiarán las emociones siguiendo los paradigmas del
condicionamiento clásico y/o instrumental. En esta línea, Mowrer (1939) asume en un
primer momento el miedo como una conducta aprendida por un proceso de
condicionamiento clásico. Posteriormente, Mowrer (1960) reconoce que para explicar la
aparición y fundamentalmente el mantenimiento de gran parte de los miedos que presentan
los humanos no es suficiente con los principios del condicionamiento clásico, motivo por
el que introduce un segundo proceso explicativo, el condicionamiento instrumental u
operante. Así, en su teoría conocida como teoría bifactorial señala la existencia de dos
procesos o componentes en el desarrollo y mantenimiento de la respuesta de miedo. El
componente clásico podría explicar en muchos casos la aparición del miedo, y sería
responsable de la motivación para la evitación del estímulo temido, mientras que el
componente instrumental respondería más bien del mantenimiento de la respuesta
emocional por medio del refuerzo de las respuestas motoras de evitación que la reducen y
que impiden la extinción.
Muchas serán las teorías que años más tarde se formulan siguiendo la línea marcada por
los paradigmas clásico y operante del aprendizaje. Eysenck (1968, 1979, 1985), en su
teoría de la incubación intenta explicar cómo una respuesta de miedo puede ser reforzada
al asociarse la desaparición del EC con la finalización de la RC de miedo, provocando un
incremento en dicha respuesta. Seligman (1971) desarrolla su hipótesis de la preparación
por medio de la cual intenta explicar el porqué ciertos estímulos pueden ser condicionados
más rápidamente que otros. En este sentido, defiende que no todos los estímulos
ambientales tienen la misma capacidad de ser condicionados o asociados a estímulos
incondicionados de miedo sino que, aquellos que filogenéticamente han sido asociados con
amenazas para la especie, serán condicionados más rápidamente y serán a su vez más
resistentes a la extinción.
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6. Perspectiva cognitiva de las emociones
Según algunos autores la emoción es una consecuencia de los procesos cognitivos.
Desde esta línea, las diferencias entre los diferentes acercamientos teóricos estriban en
el papel que le otorgan a los distintos elementos o procesos cognitivos en la génesis de
la reacción emocional como, por ejemplo, la evaluación de la situación y de las
estrategias de afrontamiento, las expectativas y conformidad con normas sociales, la
atribución de causalidad o a las diferencias en procesamiento de la información
emocionalmente relevante. En las aproximaciones cognitivas iniciales de la emoción se
defendía que la reacción ante una situación es de tipo fisiológico, consistente en un
incremento difuso y generalizado de la activación. Posteriormente, la interpretación
cognitiva de dicha reacción fisiológica es la que determinará la cualidad de la emoción
(Marañón, 1924; Schachter y Singer, 1962; Mandler, 1975). En cualquier caso la
emoción necesariamente surgiría como consecuencia de los dos factores: activación e
interpretación cognitiva. La magnitud de la reacción fisiológica determinaría la
intensidad de la reacción emocional, mientras que los procesos cognitivos darían razón
de la cualidad de la misma.
Arnold (1960) señalaría que los procesos cognitivos no surgen solamente después de
haberse producido una reacción fisiológica y como interpretación de la misma, sino que
se produce una evaluación primaria de la situación ambiental antes incluso de la propia
reacción fisiológica. Se trata de una primera interpretación global del estímulo como
bueno o malo (es decir, agradable/desagradable, beneficioso/peligroso, etc.). Más tarde,
Mandler (Mandler, 1982; MacDowell y Mandler, 1989) argumenta que, si bien las dos
variables principales implicadas en la génesis de la reacción emocional son el arousal y
las interpretaciones cognitivas, son estas últimas las que determinan la emoción. El
arousal solamente sería el sustrato. La relevancia del arousal sería muy limitada, ya que
las personas solamente son capaces de distinguir entre un arousal elevado y otro bajo,
pero no el nivel de otras variables fisiológicas concretas, de forma que el grado de
activación ejercería un papel indiferenciado únicamente en el grado de intensidad de la
emoción. Incluso la propia activación podría producirse por una incongruencia en los
esquemas cognitivos (ocurrencia de un hecho inesperado o no ocurrencia de un evento
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previsto). Esta activación, a su vez, instiga a una interpretación cognitiva de la situación
que es la que determinaría la cualidad de la emoción.
Así pues, desde Marañón a Mandler, los autores que defienden posiciones cognitivas
han ido otorgando progresivamente un papel de mayor relevancia a los procesos
cognitivos que el simple etiquetado de una reacción fisiológica, e incluso han destacado
que lo verdaderamente necesario para que se produzca una emoción son los procesos
cognitivos implicados.
De entre todos los procesos cognitivos destacaremos algunos de los más relevantes:
b. Atribución de causalidad
Según Weiner (1980) la reacción emocional puede analizarse siguiendo la secuencia
atribución-emoción-acción. Tras la ejecución conductual acontece una valoración
primaria asociada a las consecuencias agradables o desagradables de la misma. Surgiría
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entonces una primera emoción preliminar. En un segundo momento, y esto es lo
verdaderamente relevante para Weiner, se analizan las causas de dicho resultado. En
función de dicha atribución de causalidad emerge la emoción más elaborada. Dicha
emoción será la que ejerza posteriormente un papel motivacional para la conducta.
Insertar Tabla 4
Cada una de las emociones puede analizarse en función de esta secuencia de evaluación.
Las que han sido estudiadas con mayor profundidad de acuerdo con este esquema son:
alegría, tristeza, vergüenza, ira, asco y miedo.
d. Imágenes mentales
Lang (1977, 1979, 1990) postula que las imágenes mentales pueden entenderse como
una estructura proposicional que incluye componentes perceptivos y semánticos.
Semejante estructura proposicional de la imagen es la que induce las reacciones
fisiológicas que acompañan a las emociones, de forma que puede utilizarse el
entrenamiento en imaginación para el control de diferentes procesos o alteraciones
emocionales, dado que las respuestas fisiológicas inducidas están directamente
relacionadas con el tipo de imagen entrenada.
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Los estados emocionales (tanto normales como patológicos) están relacionados con
patrones característicos de procesamiento de la información emocionalmente relevante
(Mathews y MacLeod, 1994). Así, por ejemplo, la excesiva atención a la información
amenazante puede generar reacciones de ansiedad, de la misma forma que la
incapacidad para eliminar los pensamientos intrusivos negativos auto-referentes genera
episodios depresivos. Las diferencias individuales en el procesamiento de información
emocionalmente relevante constituye el componente cognitivo de vulnerabilidad
diferencial a trastornos emocionales.
Esta última línea de investigación ha dado lugar a modelos que explican el desarrollo de
patología emocional como el modelo de los cuatro factores de Eysenck (1997, 2007)
Insertar Tabla 5
7. Concepto de emoción
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ambientales, que movilicen la energía necesaria para ello y que dirija la conducta a un
objetivo determinado.
Cada emoción cumple su función adaptativa. La función fundamental del miedo es
protegernos, avisarnos de la necesidad de huir o escapar ante situaciones peligrosos. De
la ira destaca la función de defensa movilizando energía para poder llevar a cabo una
acción de defensa o ataque que nos permitan en ocasiones eliminar obstáculos para la
consecución de nuestras metas. La alegría sirve para incrementar la capacidad de
disfrutar, de generar actitudes positivas hacia las situaciones que vivimos y las personas
con las que convivimos, lo que nos ayuda a desarrollar capacidades tan importantes en
el ser humano como la empatía, así como favorecer procesos cognitivos de aprendizaje
y memoria aumentando a su vez la curiosidad. La principal función adaptativa del asco
es producir rechazo, movilizando una respuesta de evitación o escape ante estímulos
potencialmente dañinos para la salud. La sorpresa tiene una función de exploración, nos
ayuda a dirigir los procesos cognitivos a la situación novedosa que nos ha causado
sorpresa para poder explorarla, conocerla y aprender. E incluso la tristeza tienen una
función de adaptación para el ser humano, nos sirve para aumentar la cohesión con otras
personas, reclamar ayuda, apaciguar reacciones de agresión, o incluso para reducir del
ritmo de activación posibilitando en ocasiones frenar nuestra actividad para ser capaces
de pararnos a considerar otras aspectos de la vida.
2. Función social
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estructura y funcionamiento del grupo u organización social se revela en ocasiones
como socialmente necesaria y adaptativa, siendo uno de los casos más claros la
inhibición de la expresión de la ira. Sin embargo, la inhibición de otras emociones
puede producir malos entendidos y reacciones indeseables que no se hubieran producido
en el caso de que los demás hubieran conocido el estado emocional en el que se
encontraba el individuo.
3. Función motivacional
Una emoción puede facilitar la aparición de la conducta motivada, dirigirla hacia un
objetivo y hacer que se ejecute con una cierto grado de intensidad. Esta relación
emoción-motivación también es inversa, en toda conducta motivada se producen
reacciones emocionales.
La función motivacional de la emoción sería congruente con la concepción de que las
emociones pueden ser distribuidas a lo largo de dos ejes de regulación del
comportamiento: la aproximación y la evitación, es decir la existencia de dos
dimensiones principales en la emoción: agrado-desagrado e intensidad de la reacción
afectiva.
Las emociones pueden ser clasificadas atendiendo a sus dimensiones, que tienen
carácter bipolar y que están definidas por tres ejes: (1) valencia afectiva: diferencia las
emociones en función de su tono hedónico. Se extiende desde la condición de agradable
a la de desagradable; (2) activación: diferencia a las emociones en función de la
intensidad de los cambios filológicos. Se extiende desde la calma a la extrema
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activación; y (3) control: permite diferenciar a las emociones en función del grado de
control sobre la situación y/o reacción.
Las dos primeras son las que proporcionan el mayor nivel de discriminación (85%).
Insertar grafico1
El estudio de las emociones específicas o discretas tiene su origen en los datos que
avalan la creencia de que las emociones poseen características distintivas en algunos o
varios de sus elementos entre las que destacan sin duda la propuesta que proviene de la
orientación evolucionista, la cual defiende que se trata de reacciones afectivas innatas,
distintas entre ellas, categorías emocionales primitivas tanto filogenética como
ontogenéticamente presentes en todos los seres humanos, que se expresan de forma
característica y a partir de las cuales se desarrollan las demás emociones. Hacemos
referencia a la distinción entre emociones primarias y secundarias. Defender la
existencia de emociones básicas o primarias supone defender la existencia de
diferencias a nivel fisiológico corroborado por la existencia de una serie de universales
en la expresión emocional demostrados transculturalmente, así como por un patrón
fisiológico que caracterizaría a cada una de ellas. Las diferentes manifestaciones de
actividad del sistema nervioso autónomo estarían en la base de las conductas motoras
apropiadas para las distintas emociones, tales como el miedo, la ira o el asco. Tales
emociones estarían directamente relacionadas con la adaptación del organismo, y por lo
tanto es consecuente que tengan un patrón de actividad autonómica específica, no así
otras emociones tales como felicidad o desprecio. La diferencia entre las mismas no
podría establecerse en términos de gradación en una determinada dimensión, sino que
serían cualitativamente diferentes.
A pesar de proponer aquí la mencionada distinción, con la descripción de sus
características más relevantes, no podemos dejar de señalar que la existencia, o no, de
emociones básicas o primarias, universales, no goza de un consenso unánime sino que
ha dado y sigue dando lugar a algunas controversias ya que los resultados de
investigación no son concluyentes, y la existencia de patrones fisiológicos de respuesta
característicos de cada reacción afectiva es aún, más un ideal que una realidad
indiscutible.
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8.3. Emociones primarias vs secundarias
Según Izard (1991), los requisitos que debe cumplir cualquier emoción para ser
considerada como básica o primaria son los siguientes: tener un sustrato neural
específico y distintivo, tener una expresión o configuración facial específica y distintiva,
poseer sentimientos específicos y distintivos, derivar de procesos biológicos evolutivos
y manifestar propiedades motivacionales y organizativas de funciones adaptativas.
Entre los elementos distintivos sobre los que existe un mayor consenso destacan los
siguientes:
- Las emociones primarias parecen poseer una alta carga genética en el sentido de
que presentan respuestas emocionales preorganizadas que aunque son modeladas
por el aprendizaje y la experiencia están presentes en todas las personas y culturas.
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alterando su conducta. Si observamos a alguien que llora nosotros nos ponemos tristes o
serios e incluso podemos llegar a llorar como esa persona. Y que decir de la risa
contagiosa cuando vemos a alguien reír a carcajadas
Otro dato distintivo es que cada una de las emociones primarias se corresponde con una
función adaptativa y poseen condiciones desencadenantes específicas y distintivas para
cada una de ellas, un procesamiento cognitivo propio y una experiencia subjetiva
característica.
Insertar Tabla 6
Más tarde, fruto de la maduración y de los procesos sociales irán apareciendo las
emociones secundarias. Emanan de las primarias, pero se deben en mayor grado al
desarrollo individual y sus respuestas difieren ampliamente de una persona a otra: la
culpa, la ansiedad, la vergüenza, el orgullo, los celos…
Las emociones secundarias no presentan una única forma de afrontamiento, como sería
el caso de los celos que pueden ir desde destruir al ser amado, hasta el llanto
incontrolado, pasando por los intentos de reconquista. No poseen una forma de
expresión facial característica y universal que es reconocida por todas las culturas. Las
emociones secundarias poseen unos componentes conductuales particulares, que son la
manera en que éstas se muestran externamente. Son en cierta medida controlables,
basadas en el aprendizaje familiar y cultural de cada grupo: expresiones faciales,
acciones y gestos, distancia entre personas, componentes no lingüísticos de la expresión
verbal (comunicación no verbal).
Se clasifican según el tono hedónico positivo, negativo o incluso neutro. Las emociones
negativas son aquellas que implican sentimientos desagradables, valoración de la
situación como dañina y la movilización de muchos recursos para su afrontamiento. Las
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emociones positivas son aquellas que implican sentimientos agradables, valoración de la
situación como beneficiosa y la movilización de escasos recursos para su
afrontamiento. Las emociones neutras son aquellas que no producen intrínsecamente
reacciones ni agradables ni desagradables, que no pueden considerarse ni positivas ni
negativas y tienen como finalidad facilitar la aparición de posteriores estados
emocionales. Sus características definitorias son una mezcla de los demás tipos de
emociones
Insertar Tabla 7
A mediados del siglo XIX, las tres quintas partes de las muertes ocurridas en los países
desarrollados se debían a enfermedades infecciosas. Desde entonces, las mejoras en las
condiciones de higiene, los cambios de hábitos de vida, los avances médicos, el
tratamiento de las aguas y alimentos, los programas públicos de inmunización, la
prevención y el control ambiental, trajeron consigo un considerable descenso de los
fallecimientos por estas causas. Sin embargo, otras enfermedades vinieron a sustituir a
éstas en los primeros lugares de las listas de causas de mortalidad. Enfermedades como
los trastornos cardiovasculares, el cáncer, y, más recientemente, las llamadas
enfermedades inmunológicas y degenerativas crónicas, que en gran medida pueden ser
consideradas como enfermedades relacionadas con la conducta y forma de vida de los
individuos.
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En los años sesenta se comienza a tomar conciencia de la necesidad de intervenir en la
prevención de dichas enfermedades, y con ello de la necesidad de transformar el modelo
médico tradicional en un modelo biopsicosocial que tenga en cuenta, además de los
factores biológicos, los de carácter psicológico y social en la génesis y mantenimiento
de las enfermedades. Independientemente del modelo del que se parta, las emociones
generalmente denominadas negativas, se convirtieron de forma indiscutible en unas de
las principales variables a investigar, tratar y controlar en el nuevo concepto de salud,
asentando el papel que juegan como factores de riesgo de enfermedad.
A pesar de esta doble vertiente, orgánica y psicológica, este tipo de trastornos fue
tratado exclusivamente desde una perspectiva médica. Sin embargo, con el auge de
disciplinas como la Medicina conductual y la Psicología de la salud, fueron cobrando
relevancia una serie de variables relacionadas directamente con aspectos psicológicos.
Tanto la medicina como la psicología han buscado siempre la etiología de estos
trastornos dando lugar a que a lo largo de la historia distintos factores cobraran el papel
de explicación decisiva, hasta llegar a la convicción de que la multicausalidad es la
verdadera etiología, con sus combinaciones entre diversos factores. Esta
multicausalidad, centrada en la consideración simultánea de los factores genéticos,
ambientales, psicológicos y, principalmente, en el peso de la interacción, como
elemento de predisposición del individuo a padecer una determinada enfermedad, es el
27
gran mérito de la investigación psicológica actual en este campo. Ello ha propiciado que
los trastornos psicofisiológicos ya no sean entendidos como un grupo concreto o
distinto de enfermedades, sino como aquellas alteraciones físicas que son precipitadas,
agravadas o prolongadas por factores psicológicos (Casado y Miguel-Tobal, 1995)
Insertar Tabla 8
28
Actualmente, la ansiedad tiende a ser considerada de forma multidimensional. Desde la
perspectiva de la personalidad, el rasgo de ansiedad ha evolucionado desde una
concepción unitaria, en la que se definía como la tendencia relativamente estable a
reaccionar de forma ansiosa, hacia una concepción multidimensional, en la que se
asumen distintas dimensiones del rasgo (rasgos específicos) entendidas como tendencias
individuales de reacción ante distintos tipos o clases de situaciones (p. ej., situaciones
de evaluación, interpersonales, de peligro físico, etc.). Ello implica que además de
existir una tendencia general, que se manifiesta en mayor o menor grado en los distintos
individuos, a interpretar las situaciones como peligrosas o amenazantes y a reaccionar
ante ellas con ansiedad (rasgo general de ansiedad), existen tendencias específicas a
reaccionar de forma ansiosa ante un tipo u otro de situaciones (rasgos específicos).
Desde la perspectiva de las emociones, la ansiedad ha sido entendida como una emoción
universal y, por tanto, común a todos los miembros de la especie; dicha emoción
aparece cuando el individuo percibe una situación como peligrosa o amenazante, con
independencia del peligro o amenaza real, facilitando la respuesta del individuo ante
distintas situaciones de peligro al prepararle para la acción y facilitar el afrontamiento,
lo que le otorga un gran valor adaptativo. La reacción de ansiedad es una combinación
de respuestas cognitivo-subjetivas (p. ej., aprensión, inseguridad, temor, etc.),
fisiológicas (p. ej., aumento de la tasa cardiaca, tensión muscular, sudoración, etc.) y
expresivo-motoras (p. ej., movimientos repetitivos, cambios en la expresión facial,
conductas de evitación, etc.).
29
La ansiedad patológica se va a manifestar de distintas formas: en crisis bruscas y
episódicas, de forma persistente y continua, como consecuencia de una fuerte situación
de estrés, ante estímulos temidos, como consecuencia de ideas recurrentes y/o rituales,
o asociada a otro tipo de trastornos (depresión, trastornos psicofisiológicos, psicóticos,
sexuales, conductas adictivas, trastornos de alimentación, trastornos sexuales, etc.)
(Miguel-Tobal y Casado, 1999).
Insertar Tabla 9
30
- Fobia social: se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa
como respuesta a situaciones sociales o actuaciones en público del propio individuo, lo
que suele dar lugar a comportamientos de evitación.
31
Con respecto a la tristeza, la segunda emoción protagonista indiscutible en la
psicopatología de las emociones, la tristeza, señalaremos en primer lugar que se trata de
una emoción que se produce en respuesta a sucesos considerados displacenteros y que
denota pesadumbre o melancolía. Suele aparecer asociada a acontecimientos que
implican separación, pérdida o fracaso, decepción e indefensión. Cuando la tristeza se
agudiza, se hace persistente, se convierte en una reacción excesiva a los acontecimientos
y/o se presenta sin causa justificada, daría paso a la depresión.
32
deprimido no es un síntoma suficiente para confirmar la existencia de una depresión, ya
que, la depresión-síntoma está presente en la mayor parte de los cuadros
psicopatológicos.
Las cifras epidemiológicas son difíciles de estimar, pues existe una gran disparidad al
contrastar distintos estudios epidemiológicos, como suele suceder en general, pero el
dato siempre concluyente es que la prevalencia de los trastornos depresivos es muy alta,
ocupando el primer o segundo lugar (en pugna con los trastornos de ansiedad) en el
ranking psicopatológico. En términos generales se calcula que entre un 15 y un 20% de
la población general desarrollará al menos algún episodio depresivo grave siendo el
riesgo de padecerlo de un 25 % para las mujeres frente a un 10% para los hombres.
No resulta fácil diferenciar la depresión clínica de los estados de ánimo depresivos más
o menos transitorios y cotidianos. Con respecto a esta cuestión, surge una gran polémica
no resuelta aún que intenta contestar a la pregunta de si la diferencia entre la depresión
patológica y el estado de ánimo depresivo transitorio es cualitativa o cuantitativa. Para
algunos autores ambas categorías están dentro de un continuo, siendo la única diferencia
la intensidad y número de síntomas, sin embargo para otros, se trata de un verdadero
salto cualitativo, de una diferenciación categórica.
Las clasificaciones propuestas por la DSM-III-R y más tarde por la DSM-IV y DSM-
IV-TR son suficientemente exhaustivas y de algún modo recogen la mayoría de las
clasificaciones existentes.
Insertar Tabla 10
Respecto a los síntomas más característicos de la depresión, Beck (1967) presenta una
agrupación en cuatro categorías que consideramos interesante presentar, dada la
33
relevancia que este autor ha tenido y tiene dentro del estudio de la depresión: 1.
manifestaciones emocionales: estado de ánimo disfórico, sentimientos negativos hacia
uno mismo, reducción de la gratificación que se obtiene de la realización de
actividades, pérdida de apego emocional a personas o cosas, períodos de llanto, y
pérdida de alegría; 2. manifestaciones cognitivas: baja autoevaluación, expectativas
negativas, autoacusación y autocrítica, indecisión, y distorsión de la propia imagen
corporal; 3. manifestaciones motivacionales: paralización de la voluntad, deseos de
evitación, escape y retirada, deseos de suicidio, y aumento de la dependencia de otros;
4. manifestaciones neuro-vegetativas y físicas: pérdida del apetito, problemas del sueño,
pérdida de la libido, y cansancio.
34
9.2. Inteligencia emocional
Salovey y Mayer publicaron un artículo en 1990 en el que apareció por primera vez el
término inteligencia emocional que se definía como “la capacidad para supervisar los
sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar entre ellos y
de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propios”
(Salovey y Mayer, 1990, p.189). Pero no fue hasta 1995 cuando emergió y llegó a toda
la sociedad, tras la publicación del best-seller “La inteligencia emocional” del psicólogo
y periodista Daniel Goleman, quien destacaba la relevancia de la inteligencia emocional
por encima del CI para alcanzar el éxito tanto profesional como personal.
En un principio Slovey y Mayer definían la inteligencia emocional (IE) como un tipo de
inteligencia social que incluye: (1) la capacidad de entender y supervisar nuestras
emociones y las de los demás y (2) la capacidad de discriminar entre las emociones y
usar dicha información para guiar nuestro pensamiento y nuestros comportamientos.
Posteriormente y dando más énfasis a los aspectos cognitivos concibieron la IE como
una inteligencia genuina basada en el uso adaptativo de las emociones y su aplicación a
nuestro pensamiento. Esta definición conecta inteligencia y emoción, cognición y
emoción, ya que expresa la idea de que la emoción hace pensar más “inteligentemente”.
Las emociones dejan de ser definitivamente las pasiones que nublan la razón.
35
El modelo de habilidades concibe la IE como un conjunto de habilidades implicadas en
la percepción, el uso, la comprensión y la regulación de emociones, que dependen
fundamentalmente del conocimiento de los procesos emocionales y de las habilidades
del procesamiento de la información emocional. Es, por tanto, una inteligencia genuina
basada en el uso adaptativo de las emociones y su aplicación al pensamiento. Los
impulsores de este modelo son Salovey y Mayer (Salovey y Mayer 1990, Mayer
Salovey 1997) quienes subrayan no sólo la capacidad de percibir y regular emociones
sino también de pensar sobre ellas.
Desde esta línea, la IE hace referencia a la capacidad para razonar sobre las emociones
y, por otro lado, al procesamiento de la información emocional para aumentar el
razonamiento. Postulan que la IE se conceptualiza a través de cuatro habilidades básicas
por lo que se denomina “modelo de las cuatro etapas” que se configura partiendo de los
procesos psicológicos más simples hasta alcanzar los más elevados o integrados. El
nivel más bajo se refiere a la habilidad, relativamente sencilla, de percibir y expresar la
emoción, mientras que el nivel más alto de las etapas se refiere a la regulación
consciente y reflexiva de la emoción.
Las etapas 1, 3 y 4 incluyen razonar acerca de las emociones, mientras que la etapa 2
únicamente incluye el uso de las emociones para realzar el razonamiento.
Jerárquicamente estas cuatro etapas estarían dispuestas de modo que "percibir
emociones" estaría en la base, mientras que el "manejo de emociones" estaría en la
cima, es decir, cada una de las etapas se construye sobre la base de las habilidades
logradas en la fase anterior. Así, las primeras capacidades o las más básicas son la
percepción y la identificación emocional. A medida que el individuo madura, esta
habilidad se refina y aumenta el rango de las emociones que pueden ser percibidas.
36
Posteriormente, las emociones son asimiladas en el pensamiento e incluso pueden ser
comparadas con otras sensaciones o representaciones.
Esta propuesta ha originado una serie de investigaciones importantes, cuyos aportes han
generado instrumentos de medición que hoy sirven como base para muchos estudios
sobre la IE.
Insertar Tabla 11
Son aproximaciones más populares que incluyen atributos personales que están más
comúnmente relacionados con la eficacia personal y el funcionamiento social. Destacan
dos autores: Goleman y Bar-on.
37
Goleman definió la IE como la capacidad para reconocer y manejar nuestros propios
sentimientos, motivarnos y controlar o dirigir nuestras relaciones. El modelo de las
competencias emocionales (Goleman 1998) comprende una serie de competencias que
facilitan a las personas el manejo de las emociones, hacia uno mismo y hacia los demás.
Este modelo formula la IE en términos de una teoría del desarrollo y propone una teoría
de desempeño aplicable de manera directa al ámbito laboral y organizacional, centrado
en el pronóstico de la excelencia laboral. Por ello, esta perspectiva está considerada una
teoría mixta, basada en la cognición, la personalidad, la motivación, la emoción, la
inteligencia y la neurociencia; es decir, incluye procesos psicológicos cognitivos y no
cognitivos
Insertar Tabla 12
Bar-On (1997, 2000), por su parte, ha ofrecido otra definición de IE tomando como base
a Salovey y Mayer. La describe como un conjunto de conocimientos y habilidades en lo
emocional y social que influyen en nuestra capacidad general para afrontar
efectivamente las demandas de nuestro medio. Dicha habilidad se basa en la capacidad
del individuo de ser consciente, comprender, controlar y expresar sus emociones de
manera efectiva.
38
habilidad general para adaptarse de manera activa a las presiones y demandas del
ambiente.
En otro orden, Bar-On dividió las capacidades emocionales en dos tipos principales: (1)
las capacidades básicas, que son esenciales para la existencia de la IE: la
autoevaluación, la autoconciencia emocional, la asertividad, la empatía, las relaciones
sociales, el afrontamiento de presiones, el control de impulsos, el examen de realidad, la
flexibilidad y la solución de problemas; y (2) las capacidades facilitadoras, que son el
optimismo, la autorrealización, la alegría, la independencia emocional y la
responsabilidad social .
Este modelo surge de las distinciones entre los dos conceptos de IE como habilidad y
como rasgo. La teoría presentada por Petrides y Furnham (2001) se refiere a la IE rasgo
o “autoeficacia emocional”, como una integración de autopercepciones y de
disposiciones de carácter emocional. Incluye varios rasgos de personalidad, como la
empatía, la impulsividad y la asertividad. También abarca en forma de habilidades
autopercibidas elementos de la inteligencia social y de la inteligencia personal.
39
TRIQue (Trait Emocional Intelligence Questionnaire). El objetivo que persiguen es
proporcionar una comprensión científica sobre la operativización de la emoción que se
relaciona con diferencias individuales a lo largo de la vida.
Creemos que la investigación en esta área seguirá generando resultados relevantes que
en un futuro próximo aportarán cambios significativos en los principales ámbitos de la
psicología aplicada: psicología clínica y de la salud, psicología del trabajo y
organizaciones, y psicología del desarrollo y la educación.
Insertar Tabla13
40
Tabla 1
Tabla 2
41
Tabla 3
El modelo de Lazarus postula que en la reacción emocional pueden observarse varios
momentos:
a. en un primer momento se evalúan las consecuencias positivas o negativas de una
situación determinada (valoración primaria).
b. Posteriormente se analizan los recursos que se poseen para hacer frente a dicha
situación (valoración secundaria).
Tabla 4
Atribuciones causales y estado emocional evocado en función del éxito o fracaso en la
consecución del objetivo pretendido con la conducta
A. Éxito, consecución del objetivo pretendido
Atribución causal Estado emocional evocado
Esfuerzo Relajación
Habilidad Sentirse orgulloso
Suerte Sorpresa
A terceras personas Gratitud
Dificultad de la tarea Sentirse orgulloso
B. Fracaso, no consecución del objetivo pretendido
Atribución causal Estado emocional evocado
Esfuerzo Vergüenza, culpa.
Habilidad Incompetencia
Suerte Sorpresa
A terceras personas Ira
Dificultad de la tarea Resignación
42
Tabla 5
43
Tabla 6
Tabla 7
Hostilidad
POSITIVAS Amor
Cariño
Humor
44
Tabla 8
Tabla 9
45
Tabla 10
46
Tabla 11
Modelo de las cuatro etapas de Salovey y Mayer (2007). En cada etapas, las habilidades que se encuentran en los
cuadros situados hacia la izquierda, son las que emergen más pronto en el desarrollo y las que aparecen más tarde se
orientan hacia la parte derecha
47
Tabla 12
Habilidades emocionales
Tabla 13
48
Grafico 1
Amor
Felicidad
Alegria
Relajación Humor
Valencia afectiva
Sorpresa Orgullo
Aburrimiento
Culpa
Tristeza Ansiedad
Vergüenza
Hostilidad
Celos
Depresión Asco
-
Miedo Ira
- Activacion +
49
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53
RESUMEN
En el presente capítulo, se lleva a cabo un recorrido por las distintas teorías de las
emociones que incluye las diversas perspectivas: (a) evolucionistas: con Darwin como
principal punto de referencia; (b) psicofisiológicas: seguidoras de la tradición de James;
(c) neurológicas: cuyos desarrollos teóricos arrancan de Cannon y llegan a LeDoux y
Damasio; (d) conductistas: que enfatizan procesos de condicionamiento, como Watson
pusiera de manifiesto a principios del siglo XX; y (e) cognitivas: que han ido otorgando
relevancia a una gran variedad de procesos cognitivos implicados en la respuesta
emocional.
La emoción es un proceso psicológico adaptativo cuya finalidad es reclutar y coordinar
al resto de los procesos psicológicos, cuando determinadas condiciones de la situación
exigen una respuesta rápida y efectiva para ajustarse a los cambios producidos en el
medio ambiente. Las emociones alteran el resto de los procesos psicológicos, cargan de
afecto la percepción, dirigen la atención, activan la memoria, movilizan cambios
fisiológicos, planifican acciones, cargan de sentido la comunicación verbal y no verbal,
motivan a la acción, etc.
Las emociones cumplen tres funciones principales: adaptativa, social y motivacional.
Así mismo, pueden clasificarse de dos formas diferentes: de manera dimensional y de
modo discreto o específico.
El estudio dimensional de las emociones las clasifica atendiendo a dimensiones
generales que definen el mapa de todas las posibles emociones que pueden ser
desplegadas. Puede dar explicación de un número casi infinito de estados emocionales y
proporciona un esquema para delimitar similitudes y diferencias entre emociones. El
estudio de las emociones específicas parte de la existencia de características únicas y
distintivas para cada categoría, definiendo emociones discretas, como el miedo, la ira,
etc.; diferenciándose a su vez entre emociones primarias y secundarias; y entre
emociones positivas y negativas.
54
sistema nervioso afectan a las secreciones glandulares, los órganos y tejidos, los
músculos y la sangre. Son imnumerables los estudios que muestran la relación entre
factores emocionales y trastornos tales como los de tipo cardiovascular, digestivos e
incluso los derivados de un mal funcionamiento del sistema inmunológico, como el
cáncer. El mejor campo de estudio de esta relación ha sido, y sigue siendo, el de los
denominados clásicamente trastornos psicosomáticos, o desde una conceptualización
más reciente, trastornos psicofisiológicos. Los trastornos psicofisiológicos han sido
definidos tradicionalmente como aquellos que presentan una clara evidencia de
enfermedad orgánica, a la vez que una proporción significativa de sus determinantes son
de índole psicológica. Nos encontramos, por tanto, ante trastornos caracterizados por la
existencia de síntomas físicos o disfunciones en varios órganos del cuerpo,
estrechamente relacionados con factores psicológicos.
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En un principio Slovey y Mayer definían la inteligencia emocional (IE) como un tipo de
inteligencia social que incluye: (1) la capacidad de entender y supervisar nuestras
emociones y las de los demás y (2) la capacidad de discriminar entre las emociones y
usar dicha información para guiar nuestro pensamiento y nuestros comportamientos.
Posteriormente, y dando más énfasis a los aspectos cognitivos, concibieron la IE como
una inteligencia genuina basada en el uso adaptativo de las emociones y su aplicación a
nuestro pensamiento. Esta definición conecta inteligencia y emoción, cognición y
emoción, ya que expresa la idea de que la emoción hace pensar más “inteligentemente”.
En los últimos años se han desarrollado distintos modelos de IE, pudendo distinguir
tres categorías: modelos de capacidad o habilidades, como el de Salovey y Mayer;
modelos mixtos como los de Goleman y Bar-On ; y modelos de rasgo como el de
Petrides.
Creemos que la investigación en esta área seguirá generando resultados relevantes que
en un futuro próximo aportarán cambios significativos en los principales ámbitos de la
psicología aplicada: psicología clínica y de la salud, psicología del trabajo y
organizaciones, y psicología del desarrollo y la educación.
56
Glosario de términos
Fenomenología: disciplina que estudia la relación que hay entre los hechos
(fenómenos) y el ámbito en el que se hace presente esta realidad (conciencia)
57
Prevalencia: proporción de personas que sufre una enfermedad con respecto al total de
la población en estudio.
Sistema límbico: sistema formado por varias estructuras cerebrales que gestionan
respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales.
58