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El vecindario limeño en las décadas de

1920-1940.
The Lima’s neighborhood in the decades of 1920-1940.

Manuel Zanutelli Rosas 1

Resumen Acequia de Islas, Picantería, Nievería, Cabezas,


Chicherías, Callejón Largo, Chupajeringa,
El autor nos introduce en la parte céntrica de la Borriqueros, Colchoneras, Chacarilla, Doña
ciudad de Lima con sus más interesantes casas y
establecimientos así como los distinguidos personajes
Elvira, Del Huevo, Recogida, Mantequería
que vivieron y trabajaron allí. Es la Lima que fue en de Boza, Matajudíos, Mondonguería, Hierro
las décadas anteriores a la gran migración provinciana Viejo, Panteoncito, Callejón de los Clérigos,
hacia la ciudad capital. Callejón de Sombrereros, Peña Horadada,
Pilitricas, Mesa Redonda, Faltriquera del
Palabras claves: Lima, ciudad, vecindario, cercado. Diablo, Puente de Sogas, Remuzgo y, entre
otras, Siete Pecados.
Abstract

The author introduces us in the downtown of Lima city En 1940 Lima-Cercado tenía 269 738 habitantes,
with its more interesting houses and establishments toda la provincia 562 885 y el departamento
as well as notable people that lived and worked there. 828 298. En sus calles estrechas, de casas con
It is the Lima city that was in the decades previous to balcones siempre adornados con macetas
the great rural migration towards the capital city. de geranios, se trataba de conservar algo del
tiempo viejo que se iba, que se estaba yendo.
Keywords: Lima, city, neighborhood, downtown.
Calles y residentes
ima, pequeña aún, era una especie de

L “gran aldea”, como llamó el argentino


Lucio Vicente López en el último
tercio del siglo XIX a la que sería más tarde la
En Trapitos Nº 251, segunda cuadra de la
avenida Abancay, vivía el hacendado Ernesto
Barreda y Pardo; y, hacia la acera de enfrente,
imponente ciudad de Buenos Aires.
en el Nº 270, Margarita Ponte Ribeiro e hijas.
Calle socorrida, todo estaba como a la mano:
La vieja capital limeña conservaba los nombres
una vidriería, la tienda del herbolario chino Situ
antiguos de sus calles: extravagantes o raros para
Nam, la pulpería del italiano Pedro Giacoletti
la época y que tanto llamaron la atención de los
(centro de reunión de viejos pisqueros) y la
extranjeros que arribaban a estas tierras, como
Societá Italiana di Esportazione al Pacífico.

1 Autor de varios libros y numerosos artículos sobre la historia del Perú, el periodismo y las costumbres del país.

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La tercera, Compás de la Concepción, merece un En un folleto con información sobre estos


comentario. Según el Anuario Nacional de 1922 aspectos de cultura popular, Folklore de Lima.
en el N° 312 tenían sus estudios los abogados Visión y síntesis, dijo Julio Baudoin Laos que
Isaac Alzamora y Alejandro Delgado, además “se formaban jaranas de padre y señor mío”,
del diplomático Víctor Andrés Belaunde y el y cantaban:
historiador en cuestiones económicas César
Antonio Ugarte. Eran inquilinas unas señoras Al son de la tambora
de apellidos Alayza Mendoza y Toledo Elías. Y al dómine del compás,
En el N° 350 residía Augusto Paz, célebre por A que no me quemas el anca,
sus jaranas criollas con José Ezeta y Alejandro A que no me quemas el anca
Ayarza (“Karamanduka”), fundadores del A que no me quemas el alcatraz.
grupo “La Palizada”.
En el otro lado de la ciudad, como quien va
La sexta correspondía a Sagástegui; en ella al puente Ricardo Palma, se encuentra el
residían el magistrado Juan José Calle y el jirón Amazonas, llamado así no se sabe si
abogado José Antonio Encinas, docente en la como homenaje al “río-mar” o a las presuntas
especialidad de derecho en la universidad de selvícolas guerreras que habrían existido en la
San Marcos. La inmediata o próxima, Pileta montaña. En su primera cuadra realizaba sus
de Santa Teresa, era como la anterior, muy actividades el litógrafo Teodoro Scheuch, y
popular por sus encomenderías, lecherías, donde aún está el cuartel de San Francisco, se
herreros y hojalateros de trabajo hábil a precios hallaba una Compañía de Ametralladoras del
moderados. ejército. Fue en ese cuartel donde en julio de
1872 asesinaron al presidente José Balta.
El callejón de La Bandera Blanca

Quedaba ubicado en la novena cuadra


de la avenida Abancay; era poblado por
negras retintas que celebraban, con los
esposos, cumpleaños, corcovas, bautizos y
confirmaciones. Augusto Ascuez recordaba
en los últimos años de su vejez: “Allí hacían
los grandes frejoles con yuca: la hacían hervir bien,
luego la pasaban y la mezclaban a los frejoles; ese es
el estilo a la cayetana”. Trajo a su memoria lo que
solían comer en sus prolongadas reuniones, la
tripulina, “cocimiento de choncholíes, asaduras,
molleja y corazón, picado todo menudito, aderezado
con pimienta, ajos y cominos” Y agregó: “Cuando
todo esto hervía bien, se le agregaba culantro picado,
y, según la cantidad una botella de vino. Todo esto
debía hervir en vino, sin echarle agua”. (1)

Foto. Teatro Francisco Pizarro, Plazuela de Santa Ana


1 La República, 30 de abril de 1982. (hoy Plaza Raimondi).

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Viejas casonas vivía el poeta y tradicionista José Gálvez, autor


de Una Lima que se va, obra editada en 1921; y
El Rastro de San Francisco, frente a en la “J” la familia del contralmirante Toribio
Desamparados, era un corto trecho de casonas Raygada, fallecido el 15 de febrero de 1916, al
con portones claveteados y llamadores de cabo de toda una vida dedicada al servicio de
bronce, una senda llena de recuerdos, muy la marina.
fructuosa o útil para viandantes y vecinos
porque había zapaterías, dulcerías, mueblerías, En la tercera del antiguo jirón Arica, calle del
ferreterías y hasta una fábrica de chocolates (la Panteoncito, tenía su consultorio el médico-
de Cavenago y Cortázar). Ejercían su profesión cirujano arequipeño Benjamín Mostajo, y en
los médicos Max Barriga y Daniel Mackehenie, Belaochaga otros distinguidos facultativos:
éste último patólogo de la generación de el cirujano y clínico Francisco Graña y el
Carlos Monge y docente en la Facultad de San especialista en enfermedades venéreas Luis
Fernando; y, el retratista Rodrigo Álvarez. Al Arias Schereiber.
comenzar la cuadra siguiente había una botica.
Ocupaba la casa N° 451 en la calle del Milagro Un poco más allá, en la colindante o fronteriza,
el político Amadeo de Piérola. Allí había que corresponde a la calle Bravo, se estableció
vivido su padre don Nicolás, mandatario de la la firma norteamericana “Fred T. Ley y Cía”,
República en dos ocasiones. En una laude de que desde 1920 tenía una oficina en Lima.
bronce hay una leyenda que lo recuerda. La obra de esta empresa fue muy amplia.
Construyó los edificios Minería (de general La
Más adelante, en Colegio Real, se hallaba Fuente), Wiese (de Núñez y Filipinas), el hotel
la casa del coronel José Luis Salmón, quien Bolívar (de la plaza San Martín) y, entre otros,
en 1929, con el grado de general, asumiría la el hospital Arzobispo Loayza (de la avenida
cartera de Guerra. En esa arteria desarrollaba Alfonso Ugarte).
sus funciones el Estado Mayor General del
Ejército. Salmón fue padrino de matrimonio El abogado Víctor Larreátegui (1878-1942)
de Felipe Pinglo, letrista y compositor de vida habitaba en una casa de Palacio de Justicia,
desordenada, fallecido en el Hospital Dos de conocida también con el nombre de Aduana.
Mayo el 13 de mayo de 1936. Larreátegui tendría un triste final, al enloquecer
y encerrarse en su domicilio con el propósito
En el jirón Arequipa, pero en Pregonería de San
Marcelo, tenían su hogar personas conocidas;
una de ellas, con dimensión nacional, era
nada menos que el contralmirante Manuel
Villavicencio 4, célebre por haber roto el 17 de
marzo de 1880 el doble bloqueo que la armada
chilena puso al puerto de Arica.

Una Lima que se fue

En el departamento “D” del Pasaje Los


Huérfanos, del muy antiguo Jirón Azángaro,

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de no salir nunca más. Uno de sus antiguos


servidores se acercaba a través de una ventana
para hacerle las compras que consideraba
necesarias.

Los cines de barrio

En los Barrios Altos funcionaba el cine Viterbo,


conocido después con el nombre de Cinelandia.
Popular, de muy precaria traza o aspecto,
sin embargo tenía numeroso público; se
proyectaban películas de argumentos simples,
destinadas a un amplio sector de personas,
como La sangre manda, “hablada y cantada Foto. Av. La Comena, Lima. (Archivo Marilú Cerpa).
en castellano” (año 1935, agosto); Madres del
mundo, con Alberto Galán (junio de 1948); y No Criolla”. Eran salas de muy modesta condición.
te ofendas Beatriz con Alma Rosa Aguirre, Abel En el Rímac estaban el Electra en la antigua calle
Salazar, Manolo Fábregas y Domingo Soler Malambo, rebautizada como Francisco Pizarro,
(1954). el Royal de la calle Libertad y el Perricholi del
jirón Trujillo, donde en 1951 actuó el cantante
También estaban el Apolo, en el sector del argentino Alberto Castillo. El Rambla del jirón
Chirimoyo, correspondiente a la 9ª cuadra del Paita y un cine popular, el Rialto, situado en la
jirón Puno; el Astor en la avenida de los Incas primera cuadra del jirón Ayabaca, completaban
o Sebastián Lorente, el Delicias en la calle de el círculo de entretenimiento.
la Huaquilla, el Cinelandia ya citado, el teatro
Lima en la calle Manuel Morales, donde era Por los bajos precios de la entrada (0,50 platea
inquilino de una modesta vivienda Abelardo y 0,30 galería) la concurrencia siempre era
Gamarra “El Tunante”, maestro de criollismo numerosa.
y peruanidad. Alguna vez escribió: “Solo la
honradez y la verdad pueden levantar a este país”. El Callejón del Buque
Murió el 9 de julio de 1924(2). El Mazzi en la Plaza
Italia, antes Santa Ana, y entre otros el Royal Era una edificación de varios pisos que el
en la calle Libertad y el Diana en la avenida de tiempo se encargó de desaparecer. Existió
Los Próceres. hasta el 4 de agosto de 2016. Quedaba en la
calle de la Peña Horadada, arteria donde en el
En 1929 se estrenó en el teatro Apolo el vals siglo XIX tuvo su casa el naturalista Antonio
de Felipe Pinglo “Rosa Luz” por el músico y Raimondi.
cantante chalaco Alcides Carreño(3) y el 18 de
julio de 1939 Jesús Vásquez fue reconocida en Los Barrios Altos siempre fue una zona
el mismo teatro como «Reina de la Canción característica de Lima. En la Plazuela Buenos
Aires, situada en la parte posterior del Hospital
2 Su partida de defunción se halla en la Parroquia de Dos de Mayo, había una pileta en el medio
Cocharcas. que los muchachos utilizaban como punto de
3 Obra citada.

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reunión. Un centro musical, el Carlos A. Saco,


aglutinaba a los aficionados al cantar criollo.(4)
El 16 de julio era una fecha en el calendario
religioso de los barrioaltinos: la procesión de
la Virgen del Carmen, que se repetía diez días
después y con el tiempo se llamó la Procesión
de la Carmelitana. Armando Guimet de
Mendiburu compuso un vals en su homenaje
que decía: “De la noche a la mañana, /cada
dieciséis de julio,/hay un jolgorio, un diluvio,/
frente a la Carmelitana,/La Virgen de la Jarana, /
ay, ay, ay,/ por quien bailo marinera”. En otra
estrofa manifiesta: “Mi señora Carmelita,/ Virgen
trigueña, bonita,/se festeja por El Carmen,/se festeja
Foto. Plaza San Martín, Lima. (Archivo Marilú Cerpa).
por El Prado, por las huertas del Cercado”.

El barrio del presidente cuadras: en la segunda, de nombre Botones,


vivía el periodista de combate Glicerio Tassara,
Don Augusto B. Leguía era vecino ilustre fundador en agosto de 1900 del semanario La
de la séptima cuadra de la calle Pando. En Idea Libre, donde escribía Manuel González
una esquina se hallaba la bodega de Mateo Prada. Este vocero sería asaltado el 3 de mayo
Crovetto, y en la otra una pulpería, también de 1902 por Luis Miró Quesada debido a
de Crovetto. Al barrio no le faltaba nada; cuestiones políticas con el lamentable resultado
allí nomás, muy cerca a la casa del primer de un muerto y dos heridos.
mandatario, Diego Huertas, dueño de la El tacneño don Modesto Molina -autor de Hojas
dulcería “Bejarano” vendía el sabrosísimo del proceso, obra referida a la guerra con Chile-
arroz zambito, el siempre solicitado ranfañote, domiciliaba en la calle Velasco, que viene a ser
los inmejorables frejoles colados, el arroz con la primera del jirón Libertad en el populoso
leche, la mazamorra morada -con huesillos, distrito del Rímac.
guindas y pasas- y los muy limeños picarones
nadando en riquísima miel de chancaca. Una El médico-cirujano Sergio Bernales (1881-
marmolería, el taller de fotograbados de 1959), especializado en clínica médica y
Carlos F. Southwell y la imprenta y oficinas de terapéutica, ocupaba todo el lado izquierdo
redacción del diario La Crónica y Variedades se de una casona del jirón Ancash (Trinitarias
encontraban en ese sector. 769); arrendatarios de los departamentos
superiores eran un ingeniero (Miguel Rubio) y
Periodistas, escritores y otros profesionales las hermanas Barreto.

En el Cercado, camino al cementerio Presbítero En las calles siguientes -Plazuela de la


Maestro se halla el jirón Coata, con apenas dos Buenamuerte, Santa Clara, Plazuela de Santa
Clara, Mercedarias, San Salvador, Refugio,
Maravillas- lado a lado, codo a codo, residían
4 Canción criolla de Lorenzo Villanueva y Jorge Donayre Belaunde.
Lima, 1987, pág. 18. boticarios, normalistas, obstetrices, contadores,
modistas, sastres, relojeros, pulperos, militares,

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sacerdotes y vendedores de abarrotes. Pura número, Del pueblo en la segunda cuadra


democracia. Como buen barrio criollo de de Piura, Colón en la esquina de San Lázaro,
obreros y trabajadores de muy variados Unanue entre Matasiete y Chiclayo, Columna
oficios -no clasemediero como Jesús María, en el jirón Trujillo y Raimondi en la cuarta
ni con pretensiones de niveles mayores como cuadra de Malambo.
Magdalena Nueva- al compás de guitarras y
pianitos alquilados, los sábados celebraban el A todas ellas llegaban las señoras en busca
descanso. de jarabes y obleas para combatir la tos y la
gripe causada por el invernal frío limeño. La
El barrio de las farmacias Emulsión de Scott (panacea contra todos los
males) y las pastas dentífricas Pebeco o Ruby
En el distrito del Rímac había las siguientes estaban siempre en la relación de las compras
boticas: San Lárazo, en la esquina de Miranda familiares. La publicidad de aquellos años
con Matamoros, Mesarina en la octava decía que dejaban los dientes blancos y el
cuadra del jirón Trujillo, Acho en Hualgayoc aliento perfumado.
N° 270, Moderna en la esquina de Trujillo
con Marañón, Rímac en la calle Malambo sin Los fines de semana, casi como un rito,
aparecían las mocitas del barrio -Juana Rosa,
Clotilde, Olga María, Zoila Emilia, Auristela-
con el dinero proporcionado por el padre
querendón o el abuelo engreidor y adquirían
Agua de Kananga, eficaz para mantener el
“cutis saludable y lozano el cabello”, Thimolina
Leonard, insustituible en los hogares, y
olorosos jabones españoles.

Una cocinería, del bonachón Hermenegildo


Guardamina, era el lugar de reunión -charla y
buen yantar criollo- de los vejetes del barrio.
Colmaban su apetito con unas sabrosas
caiguas rellenas, o con un plato de locro
con camaroncitos chinos, tocino y pellejo
de chancho, al lado de un cerrito de arroz a
la jardinera. Eran frecuentes las ensaladas
de cebolla, rodajas de tomate, pepinillos,
rabanitos y aceitunas verdes; y, en fin, la sopa
apucharada o los siempre solicitados frejolitos
chinos revueltos con carne. Herreros, zapateros,
gasfiteros, solían caer, de tarde en tarde, en la
Casa de Préstamo del italiano Marco Olivieri
en el N° 425 de esa calle, o en la de más allá de
Carlos Marchese. Donde nunca “caían” era en
Postal. Jirón Carabaya, Lima. (Archivo Marilú Cerpa).
la Caja de Ahorros de la Beneficencia, porque
sencillamente no tenían cómo ahorrar.

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Un peluquero japonés, un sastre y un taller de XIX para realizar otra clase de trabajos. Chan
modas, donde se confeccionaban “vestidos al Siu Yue, por ejemplo, era vidriero (calle Puno
gusto más exigente” eran también populares. N° 384), pero además aumentaba sus ingresos
El vecino de más relieve se llamaba Julio con la venta de oleografías, molduras para
Espinoza, quien sacando pecho, como para marcos, guardabrisas y hasta colocaba lunas a
que todos escuchen y no se olviden, decía ser domicilio.
“ex presidente de los obreros del Perú”.
En el caso de los japoneses, desde su arribo
Los que vinieron de Italia al Perú en 1899 a bordo del Sakura Maru,
desarrollaron diversas actividades en el
Los laboriosos italianos estaban por todas campo y en la ciudad, trabajaron en talleres
partes, siempre atentos a la marcha de fotográficos propios e invirtieron sus horas
sus empresas. Giacoletti y Manassero en vidrierías, tiendas de abarrotes y con el
importaban y vendían conservas, galletas, tiempo adquirieron tierras que convirtieron en
cerveza, caramelos, chocolates, vino, fruta prósperos fundos.
de California, queso, mantequilla, pastas. Su
establecimiento principal quedaba en Nicolás La empresa Morimoto, fundada en 1904,
de Piérola con Quilca. Como ellos, desde las ejerció sus actividades comerciales desde la
primeras horas de la mañana y casi sin tiempo muy central calle de Baquíjano; y Tomita, que
para el descanso o el reposo, realizaban también solía traer mercadería desde el Japón,
igual actividad sus connacionales Bucciardi, estaba en la calle de Judíos N° 240 desde 1916.
Calcagno y Vaccari. Eran muy populares las
bodegas que administraban Juan Rainuzzo Bares, cenas y chifas
en la calle Pobres y Corazón de Jesús, y la de
Rampini y Galliani en Virreyna. El Morris Bar (Boza N° 847) era visitado con
frecuencia por jóvenes, hombres maduros
Otros inmigrantes y no pocos viejos. Caían por allí periodistas,
poetas y escritores bohemios, funcionarios
Existía la Maison Alexander, “de modas y de los seis o siete bancos que había en Lima,
novedades”, como guantes finos, collares, artistas, viajeros y curiosos. El negocio, decía
perfumes, ropa interior y “toda clase de objetos Luis Alberto Sánchez (5), era “atendido por el
de fantasía” en La Merced N° 680. Quien propio míster Morris, un gringo cojo que había
deseaba comprar joyas iba donde Francisco ejercido como barman en las minas de Cerro
Banchero de Lechugal N° 793. O, si después de Pasco y acogía a los mejores bebedores de
de una entretenida caminata por el jirón de la Lima.
Unión deseaba tomar helados, ingresaba a la
que había sido la botica Remy en ese tiempo En los restaurantes que llamaban cenas, se
conocida como Botica Francesa. Ya eran marca vendían las muy sabrosas patitas con maní,
de garantía los productos D’Onofrio -helados el inigualable cau-cau, los frejoles con pellejo
y chocolates-, las galletas de Arturo Field y el de chancho y tocino y los seviches de bonito,
sifón y el Ginger Ale de la fábrica “Las Leonas” de pejerreyes o de cualquier otro pescado,
de los hermanos Nosiglia.
Había también chinos, muchos chinos que
empezaron a dejar el campo a fines del siglo 5 Los Burgueses. Lima, 1987, pág. 9.

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El San Joy Lau (calle del Capón N° 755) era


el más conocido por su constante publicidad
en periódicos y revistas: “El preferido de
las personas de buen gusto”. Y se agregaba:
“Almuerzo, lunch, comida y cena a la moda
china”.(6)

En este paseo por la ciudad llegamos a otra


clase de restaurantes como La Cabaña, situada
en el Parque Zoológico, el Grill del hotel
Bolívar, el Trocadero de la octava cuadra del
jirón de la Unión y el Crem Rica.

Iniciando la década de 1950

A partir de 1950 la universidad empezó a


concitar el interés de mayor número de jóvenes.
Las carreras preferidas eran letras y derecho.
En el primer caso para ejercer la docencia, y
en el segundo con el propósito de lograr una
ubicación expectante en la administración
pública. El “abrir” un estudio de abogados si
no se contaba con relaciones políticas o sociales
era un riesgo que muy pocos asumían.
Los muchachos (hombres y mujeres) que
Postal. Jirón de la Unión, Lima. (Archivo Marilú Cerpa).
deseaban una colocación acudían a las
academias con el propósito de aprender a
escribir a máquina o tener estar preparados
que eran sazonados con limón, sal, cebolla en educación comercial. Pero conseguir un
y ají, acompañados con yuca, choclos y empleo era difícil porque el país, escaso
dulces camotes sancochados. También solía en industrias, ofrecía poco. Los bancos, las
prepararse comida italiana, sobre todo en agencias de aduana, las empresas navieras y
las familias que tenían ascendencia de esa el Terminal Marítimo significaban fuentes de
nacionalidad: tallarines en salsa de tomate o trabajo en el Callao, pero su limitada capacidad
verdes servidos con asado o con un bisteck de absorción no resolvía el problema.
apanado, y en no pocas ocasiones ravioles o la
infaltable polenta. Abajo el Puente

A los chifas de la calle del Capón, de tan grata El jirón Trujillo -el jirón de la Unión del viejo
presencia en Lima desde la década de 1920, barrio del Rímac- con sus diez cuadras, se
se les consideraba “restaurantes exóticos” o llenaba de viandantes los fines de semana,
“restaurantes chinos”.

6 Revista Oriental N° 2, mayo de 1931.

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con el propósito de comprar o pasear. Se El transporte público estaba a cargo de


podía “subir” a la ciudad, pero no siempre empresas de ómnibus de líneas urbanas e
se consideraba necesario. Además en esos interurbanas y tranvías con asientos de cuero y
años no existía como ahora la diversidad de cobrador uniformado. Este importante servicio
lugares adonde ir y, en consecuencia, todo cubría las necesidades de la población con
se desarrollaba en el entorno. Un bautizo, un líneas de la Exposición-Descalzos; Exposición-
cumpleaños, un matrimonio, eran ocasiones Malambo; Malambito-Cocharcas; Plaza de
para salir de la monotonía, de la cotidianidad. Armas-Plaza Bolognesi; Magdalena-Cinco
El domingo la parroquia de San Lázaro Esquinas; Matienzo-Santa Clara; Exposición-
era colmada por una feligresía de señoras Viterbo; y La Victoria-Zárate. La comunicación
con mantilla acompañadas por viejos telefónica no estaba aún tan extendida en la
conservadores de sombrero y chaleco. En población; contaban con ella las empresas,
ese tiempo las parejas eran infaltables en las algunas casas de comercio y las farmacias.
misas de mediodía, lo que significaba una
oportunidad para el reencuentro. Solo cuando Esa fue la Lima que sin ser antañona tenía
el enamorado era “consentido” se le permitía aún señorío, prestancia, la limeñidad que se
el acceso a la sala y en algunas oportunidades, esfumó arrasada por las fuertes corrientes de
invitado a comer. la inmigración.

Con respecto a la comida, el poeta y escritor


Federico Flores y Galindo resaltó la comida Correspondencia:
peruana, tan venida a menos por la clase manuel.zanutelli@yahoo.com
dirigente muy afecta a la comida francesa, y
escribió: Si pido costillitas de carnero,/en limpio
plato me traerá a la mesa/el mozo que me sirve sin
cuidado…/Cuando miro la yuca en blanca fuente/al
lado de la carne y del camote,/el choclo tierno con el
caldo ardiente,/ la papa sancochada con el mote,/ mi
estómago se inclina reverente… (7)
Curiosamente, en la Guía Azul (Lima antigua
y moderna), publicada por Edith Palma (nieta
del tradicionista) se apunta (o se advierte):
“Las viandas peruanas, o sean las criollas, son la
base de los menús de los restaurantes de segunda
categoría”.(8) ¡Increíble que se expresara así!
Como si doña Edith no descendiera de una
persona de muy modesto origen que sobre la Edifico Giacoletti (der.) y Teatro Colón (izq.). Cruce de Jirón
base de su esfuerzo personal ocupa hoy un de la Unión con la Av. La Colmena.
lugar preferente en la historia del Perú. (http://www.facebook.com/limantigua)

7 Flores y Galindo, Alberto. Salpicón de costumbres nacionales.


Lima. Ed. UNMSM, 1966.
8 Palma, Edith. La Guía Azul (Lima antigua y moderna). Lima:
Ediciones Front; 1940.

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