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DIFERENTES CONCEPTOS.
El pecado personal es aquel que es cometido día tras día por el ser humano.
Por haber heredado la naturaleza pecaminosa de Adán, cometemos pecados
individuales y personales – todos ellos, desde la aparentemente inocente
mentirilla, hasta el homicidio. Aquellos que no han puesto su fe en Jesucristo
deben pagar el castigo por estos pecados personales, así como por el imputado
pecado de herencia. Sin embargo, los creyentes han sido liberados de la
condenación eterna del pecado (el infierno y la muerte espiritual). Ahora
podemos elegir si cometer o no pecados personales, porque tenemos el poder
de resistir al pecado a través del Espíritu Santo que mora dentro de nosotros,
santificándonos y dándonos la convicción de nuestros pecados cuando los
cometemos (Romanos 8:9-11). Una vez que confesamos nuestros pecados
personales a Dios y le pedimos perdón por ellos, somos restaurados a un
perfecto compañerismo y comunión con Él. “Si confesamos nuestros pecados,
Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”
(1 Juan 1:9).
Pelagianismo: El pecado de Adán no tiene otro efecto sobre las almas de sus
descendientes, que no sea el que su ejemplo pecaminoso influye a aquellos que
lo siguen para pecar también. De acuerdo a esta opinión, el hombre tiene la
habilidad de dejar de pecar, si simplemente elige hacerlo. Esta enseñanza es
contraria al número de pasajes que indican que el hombre es inevitablemente
esclavizado por sus pecados (aparte de la intervención de Dios) y que sus
buenas obras son “muertas” o sin valor para merecer el favor de Dios (Efesios
2:1-2; Mateo 15:18-19; Romanos 7:23; Hebreos 6:1; 9:14).
Si Jesús pagó el precio por nuestro pecado, ¿por qué todavía sufrimos
las consecuencias de nuestro pecado?
“Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel
a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos
han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte,
tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos.
¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les
parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su
santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de
gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en
ella han sido ejercitados.” (Hebreos 12:5-11).
Dios muestra Su amor por corregirnos, y/o usando disciplina para llevarnos a
donde Él quiere que estemos. ¿Qué hace un buen padre cuando ve a su hijo
apartándose de la senda correcta? Él le devuelve al camino por medio de la
disciplina. La disciplina puede manifestarse en muchas formas, dependiendo de
la gravedad del delito. Si un niño nunca es disciplinado o nunca sufre las
consecuencias de su acción incorrecta, nunca aprenderá lo que es correcto.
Por lo tanto, por amor Dios disciplina a los que son Suyos. Si nunca hubieses
sufrido las consecuencias de su pecado, ¿cómo podrías saber cuando haces
bien o mal? El salmista dice: “¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo,
los que devoran a mi pueblo como si fuera pan? ¡Jamás invocan a Dios!"
(Salmo 53:4). También, en Salmo 10:11 leemos, "Se dice a sí mismo: «Dios se
ha olvidado. Se cubre el rostro. Nunca ve nada.» Si Dios no nos impusiera
consecuencias, no aprenderíamos de nuestros errores ni cambiaríamos nuestras
acciones. Dios disciplina solo a los que son suyos, y Él hace esto por amor a
nosotros, no para dañarnos o derribarnos. Es la manera de Dios de decirnos,
“Mi hijo, te vas al revés y es hora de dar la vuelta y hacer lo correcto.” Si no
somos corregidos cuando nos erramos, entonces seguiremos haciendo mal.
Dios ha pagado la pena por nuestros pecados para que no tengamos que sufrir
la muerte segunda, que es el lago de fuego (Apocalipsis 20:14). Debido a Su
amor por nosotros, Él nos disciplina y nos trae a la relación con Él que Él desea.
Por tanto, la próxima vez que te sientes que estés sufriendo las consecuencias
de tu pecado, recuerda que Dios te está disciplinando por amor.
Por último, los actos de desobediencia a las leyes de Dios a menudo resultarán
en consecuencias temporales que no tienen nada que ver con la disciplina de
Dios. Por ejemplo, un asesino que viene a Cristo y se arrepiente de todo su
pecado recibirá el perdón de Dios en el sentido eterno, y disfrutará de la
completa comunión con Dios por la eternidad en el cielo. Sin embargo, la
sociedad en que él vive todavía exigirá que pague el precio por su crimen en un
sentido temporal. Tendrá que pasar toda su vida en prisión o incluso ser
ejecutado por sus crímenes. Pero incluso en estas situaciones, él puede ser
grandemente usado por Dios mientras espera su redención final y gozo eterno.
Respuesta: Para mejor responder a esta pregunta, vamos a ver dos potentes
pasajes de las Escrituras. El primero se encuentra en el libro de los Salmos:
"Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras
rebeliones." (Salmo 103:12 ). Uno de los trucos más eficaces que Satanás
intenta con los cristianos es convencerlos de que nuestros pecados no son
perdonados realmente, a pesar de las promesas de la Palabra de Dios. Si
verdaderamente hemos recibido a Jesús como Salvador por la fe, y todavía
tenemos una sensación incómoda preguntando si hay o no un perdón cierto,
esto puede provenir de influencias demoníacas. Lo odian los demonios cuando
la gente es rescatada de su alcance, y tratan de sembrar semillas de duda en
nuestras mentes de la realidad de nuestra salvación. En su vasto arsenal de
trucos, una de las herramientas más grandes de Satanás es recordarnos
constantemente de nuestras transgresiones pasadas, y las utiliza para probar
que Dios no podía perdonar o restaurar. Los ataques del diablo lo hacen un
verdadero desafío para nosotros simplemente descansar en las promesas de
Dios y confiar en Su amor.
Pero este Salmo también nos dice que Dios no sólo perdona nuestros pecados,
sino que los quita completamente de Su presencia. ¡Esto es algo profundo! Sin
lugar a dudas, esto es un concepto difícil de captar para los seres humanos, por
eso es tan fácil para nosotros preocuparnos y preguntarnos sobre el perdón en
lugar de simplemente aceptarlo. La clave reside en simplemente renunciar
nuestras dudas y nuestros sentimientos de culpabilidad, y descansando en Sus
promesas de perdón.
Otro pasaje es 1 Juan 1:9, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad." ¡Qué increíble
promesa! Dios perdona a Sus hijos cuando pecan si sólo vienen a Él en una
actitud de arrepentimiento y piden perdón. La gracia de Dios es tan grande que
puede limpiar el pecador de su pecado para que se convierta en un hijo de
Dios. Incluso cuando tropezamos, podemos ser perdonados aún.
Al mismo tiempo, debe ser observado que no es bíblico para una persona pecar
habitual y continuamente como un estilo de vida y todavía ser un creyente (1
Juan 3:8-9). Por esta razón Pablo amonesta, “Examinaos a vosotros mismos si
estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros
mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? (2
Corintios 13:5). Como cristianos, tropezamos, pero no vivimos una vida de
pecado continuo, sin arrepentimiento. Todos nosotros tenemos debilidades y
podemos caer en pecado, aun cuando no lo queremos hacer. Incluso el apóstol
Pablo hizo lo que no quería hacer por el pecado que obraba de su cuerpo
(Romanos 7:15). Como Pablo, la respuesta del creyente es odiar el pecado,
arrepentirse de ello y pedir la gracia divina para superarlo (Romanos 7:24-25).
Aunque nosotros no necesitamos caer debido a la suficiente gracia de Dios, a
veces lo hacemos porque confiamos en nuestra fuerza insuficiente. Cuando
nuestra fe se debilita y, como Pedro, negamos nuestro Señor en palabra o en
vida, aún así todavía hay oportunidad de arrepentirse y ser perdonados de
nuestros pecados.
Otro de los trucos de Satanás es hacernos pensar que no hay esperanza, que
no hay ninguna posibilidad de que podamos ser perdonados, sanados y
restaurados. Él intentará hacernos sentir consumidos y atrapados por la culpa
para que no nos sentemos dignos ya del perdón de Dios. Pero, ¿desde cuándo
éramos dignos de la gracia de Dios? Dios nos amó, nos perdonó y nos escogió
para estar en Cristo antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4-6), no por
nada que hicimos nosotros, pero “a fin de que seamos para alabanza de su
gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.” (Efesios 1:12).
Nosotros siempre debemos tener en cuenta que no hay lugar donde podemos ir
que la gracia de Dios no nos puede alcanzar, y no hay ninguna profundidad a la
cual nos podemos hundir que Dios ya no es capaz de sacarnos. Su gracia es
mayor que todos nuestros pecados. Si estamos recién empezando a vagar, o ya
estamos hundiéndonos y ahogándonos en nuestro pecado, la gracia puede ser
recibida.
Entonces, esta blasfemia tiene que ver con acusar a Jesucristo (en persona, en
la Tierra) de estar poseído por el demonio. Hay otras maneras de blasfemar
contra el Espíritu Santo (tales como mentirle, como en el caso de Ananías y
Safira en Hechos 5:1-10), pero la acusación contra Jesús fue la blasfemia que
era imperdonable. Este pecado imperdonable contra el Espíritu Santo, no puede
ser duplicado en la actualidad, porque Jesucristo no está en el mundo, sino
sentado a la diestra de Dios.
Mucha gente teme haber cometido algún pecado que Dios no perdona ni
perdonará y sienten que no hay esperanza para ellos, sin importar lo que
hagan. Nada le gustaría más a Satanás, que mantenernos trabajando bajo este
malentendido. La verdad es que si una persona tiene este temor, él/ella sólo
necesita venir ante Dios, confesar ese pecado, arrepentirse, y aceptar la
promesa del perdón de Dios. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9).
Este verso nos asegura que Dios está pronto a perdonar cualquier pecado, sin
importar qué tan atroz sea, si es que venimos a Él arrepentidos. Si hoy te
encuentras sufriendo bajo el peso de la culpa, Dios está esperándote con Sus
brazos abiertos en amor y compasión por ti para que te acerques a Él. Él jamás
decepcionará ni dejará de perdonar a aquellos que lo hagan.
La Biblia enseña claramente que Dios es amor, así como que Dios muestra
amor. Primera de Juan 4:8-9 dice: “El que no ama, no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en
que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.”
Misterioso pero verdadero es el hecho de que Dios puede perfectamente amar
y odiar a una persona al mismo tiempo. Esto significa que Él puede amarlos
como a alguien que Él ha creado y puede redimir, así como odiarlos por su
estilo de vida incrédulo y pecador. Nosotros, como seres humanos imperfectos,
no podemos hacer esto, sin embargo debemos recordarnos a nosotros mismos
que debemos “amar al pecador, pero odiar el pecado.”
Respuesta: La Biblia habla de los recursos que tenemos para vencer nuestra
pecaminosidad:
(1) El Espíritu Santo – El Espíritu Santo es un don que Dios nos ha dado (a
Su iglesia) para ser victoriosos en el vivir cristiano. En Gálatas 5:16-25, Dios
hace un contraste entre las acciones de la carne y el fruto del Espíritu. En ese
pasaje, somos llamados a caminar en el Espíritu. Todos los creyentes ya poseen
el Espíritu Santo, pero este pasaje nos dice que necesitamos caminar en el
Espíritu, dejando bajo Su control nuestra voluntad. Esto significa que
deberíamos llevar a la práctica lo que el Espíritu Santo nos induce a hacer en
nuestras vidas, en lugar de seguir los deseos de la carne.
(2) La Palabra de Dios, la Biblia – 2ª Timoteo 3:16-17 dice que Dios nos ha
dado Su Palabra para equiparnos para cada buena obra. Esto nos enseña cómo
vivir y qué creer, nos revela cuando hemos escogido senderos erróneos, nos
ayuda a regresar al sendero correcto, y nos ayuda a permanecer en ese
sendero. Como nos comparte Hebreos 4:12, la Palabra es viva y eficaz, y capaz
de penetrar en nuestros corazones, para arrancar los problemas más profundos
que humanamente hablando no se pueden vencer. El salmista habla acerca de
este poder que puede cambiar vidas en Salmos 119:9, 11, 105 y otros
versículos. A Josué se le dijo que la clave del éxito para vencer a sus enemigos
(una analogía para nuestra batalla espiritual) no era olvidar este recurso, sino
más bien meditar en la Palabra día y noche, de manera que pudiera cumplirlo.
Él lo hizo, aún cuando lo que Dios le ordenó no tenía sentido militar, y esta fue
la clave para su victoria en Su lucha por obtener la Tierra Prometida.
(3) La oración – Este es otro recurso esencial que Dios ha dado. Nuevamente,
este es un recurso que los cristianos mencionan pero no lo ponen en práctica,
le dan un uso muy pobre. Tenemos reuniones de oración, tiempos de oración,
etc., pero no encontramos el uso que le daba a ella la iglesia de la antigüedad,
como puede ver en estos ejemplos en Hechos 3:1; 4:31; 6:6; 13:1-3, etc. Pablo
repetidamente menciona cómo oró por aquellos a quienes ministró. Nosotros
tampoco utilizamos de la manera correcta este gran recurso que está a nuestra
disposición. Pero Dios nos ha dado promesas maravillosas concernientes a la
oración (Mateo 7:7-11; Lucas 18:1-8; Juan 6:23-27; 1ª Juan 5:14-15, etc.). ¡Y
nuevamente Pablo incluye esto, en su pasaje referente a cómo prepararse para
la batalla espiritual (Efesios 6:18)!
Respuesta: Para un hijo de Dios nacido de nuevo, no hay pecado que sea
imperdonable. Todo pecado fue perdonado en la cruz, para aquellos que
pertenecen a Cristo. Cuando Jesús dijo, “Consumado es.” (Juan 19:30), Él
aseguró que el castigo por todos los pecados fue pagado en su totalidad. La
palabra traducida como “consumado” es la palabra griega tetelestai. Esa
palabra se usaba de diversas maneras. Era utilizada para estampar el sello de
“pagado” en un recibo, y también era el sello que se ponía sobre los cargos
contra un criminal, una vez que había cumplido su sentencia. Un tetelestai era
clavado en la puerta de la casa del criminal, para comprobar que realmente él
ya había pagado totalmente por sus crímenes.
Sin embargo, hay una condición para que Dios perdone el pecado. El hombre
debe venir a Dios únicamente a través de Jesucristo. “Jesús dijo: Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6).
El perdón de Dios está disponible para todo el que venga a Él (Juan 3:16), pero
para aquellos que no creen en el Señor Jesucristo, no hay perdón ni remisión
de pecados (Hechos 10:43). Por tanto, los únicos pecados que Dios no
perdonará en esta era de la gracia, son los pecados de aquellos que mueren sin
antes haber puesto su fe en Jesucristo. Si una persona pasa por la vida aquí en
la tierra, y nunca aprovecha la provisión que Dios ha hecho a través del Señor
Jesucristo, pasará la eternidad separado de Dios y por lo tanto, sin haber sido
perdonado.
El “Si” al principio de 1 Juan 1:8 y 1:9 es una tercera clase de “si” en el griego,
y significa “tal vez si, tal vez no.” Aquí hay una condición; si “confesamos.” Esta
palabra en el griego es homologia, que significa “decir la misma cosa, o citar el
caso.” Homo significa “mismo” y logia significa “palabra.” Significa que
concordamos con Dios en que hemos pecado. Pero todos los pecados fueron
perdonados en la cruz, y como creyentes nacidos de nuevo, todos nuestros
pecados han sido perdonados. Y porque ese es un hecho legal, necesitamos
caminar en luz y en comunión, porque esa es nuestra posición en Cristo Jesús.
“Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan
1:7). Eso no nos da una licencia para seguir pecando. Antes bien, los creyentes
nacidos de nuevo que están caminando en luz y comunión con Dios, serán
prontos para confesar su pecado, para mantener una continua y clara comunión
con el Señor.