You are on page 1of 31

Lic.

Juan Carlos Perusso Rodríguez


Montevideo, Marzo de 2018
MONOGRAFÍA

¿La ciudad cambia a la gente o la gente cambia a la ciudad?

Resumen

La estructura edilicia urbana está regida por ordenanzas de gobiernos locales y


nacionales según las pautas políticamente aceptadas en el momento de su formulación,
por lo que son cambiadas a lo largo de la historia. La inmigración ha sido un factor
importante para Montevideo, influyendo en la conformación de distintos barrios. La
convivencia en los mismos, junto a la realidad eonómico-social, generan el
enfrentamiento urbs vs. civitas. Proponeos analizar las diferencias entre los grupos que
se auto identifican como distintos y la forma en que intentan mantener una
cotidianeidad urbana armónica y pacífica.

Palabras clave: historia, inmigración, barrios, urbs vs. civitas, cotidianeidad urbana.

Abstract

The urban building structure is due to rules and laws written by local and national
governments according to politically correct ideas as those accepted at the time of
making the rules, thereby being changed as history goes by. Immigration has always
being an important issue to Montevideo, influencing the built up of different
neighborhoods. The coexistence in the neighborhoods along with the social-economy
reality generate the urbs vs. civitas confrontation. We propose to analyze the differences
between the groups self-identified as different and the way they try to keep up a
harmonic and peaceful urban daily life.

Key words: history, immigration, neighborhoods, urbs vs. civitas, urban daily life.

1
HIPÓTESIS

La ciudad de Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay, concentra el


40.9% de la población total del país (INE, Fase I, 2004) y en la práctica, funciona como
un todo que incluye zonas de los departamentos de San José al oeste y Canelones al norte
y este, en una verdadera metrópolis por su mutua dependencia en todo aspecto. La
realidad que los últimos 50 años ha transformado el territorio estructurado en base a
reglamentaciones locales y nacionales de principios y mediados del siglo pasado,
demuestra incongruencias marcadas en la vida cotidiana de quienes habitan, trabajan,
estudian, visitan, recorren, conviven entre ellos, en la misma.

HISTORIA DE ALGUNOS BARRIOS

El Gran Montevideo incluye un área de unos 35 kms. urbanizada en vinculación a las


rutas que parten del Kilómetro Cero (Plaza de Cagancha, en homenaje a la batalla librada
en ese paraje de San José y ganada por Fructuoso Rivera ante el rosista Pascual Echagüe
en 1839). Las rutas son la 1 hacia el oeste, la 5 al norte, la 6 y 7 al noreste, la 8, Av.
Giannatasio y la Interbalnearia al este.

Una aproximación a la historia de la ciudad y específicamente de cuándo, cómo y sobre


todo, porqué surgieron los distintos barrios puede darnos una idea de la complejidad que
una pequeña ciudad engendra en sí misma y las consecuencias que tienen para sus
usuarios, destinatarios finales de toda la inversión económica, de planificación, de
burocrática intervención en todos sus aspectos.

Según la División Información y Comunicación de la Intendencia Municipal de


Montevideo, “El concepto de barrio – del árabe barri, exterior, propio de las afueras,
arrabal – no tiene significado ni alcance territorial o jurisdiccional precisos; es,
eminentemente, una “dimensión subjetiva” de sus vecinos pobladores” (I.M.M. 2015: 1).
Es el módulo que proporciona carácter propio, original, único al conjunto estructural, los
habitantes y sus relaciones sociales dentro de los límites fijados por la realidad.

2
De la misma fuente surge la siguiente información: las treinta manzanas originales
trazadas por el Capitán Ingeniero Domingo Petrarca entre las murallas, formaron el
primer barrio, la Ciudad Vieja. En 1773 el Barrio del Sur, cerca del Baluarte del Rastrillo
(identificación propia de una ciudad formada como fortaleza en defensa de las tierras
conquistada por España frente a los intentos de Portugal para hacerse de estas tierras) en
las actuales calles Reconquista entre Camacuá y Alzáibar. Hacia 1811 se conoce como
“el baño de los padres”, frente al actual Mercado del Puerto, al sitio donde iban los
religiosos del cercano convento de San Francisco a tomar baños de mar, protegida su
intimidad por una pared de piedra entre el baño y la costa.

El día de fin de año de 1861 se incorporan a la “Ciudad Nueva”, siguiendo hacia el norte
la Aguada, y hacia al este, el Cordón, mientras que en 1834 Antonio Montero pide
autorización para poblar con inmigrantes la falda sur del Cerro de Montevideo,
apareciendo así Cosmópolis por su composición poblacional.

El antiguo varadero de Samuel Lafone se rodea de muy buenas construcciones para sus
obreros, formando el Pueblo de la Victoria, para homenajear a la reina de su país de origen
(Inglaterra), que hoy conocemos como La Teja. En 1842 comienzan a rematarse solares
en el paraje Bella Vista, con avisos publicitarios que alaban su altura y vista pintoresca
de la costa montevideana.

La guerra civil pone sitio a Montevideo por parte de Manuel Oribe en febrero de 1843 y
se destruye lo construido anteriormente por Lafone para despejar el campo de tiro de sus
cañones. Entretanto, se expanden Paso del Molino, Miguelete, Cerrito, Cardal, Buceo,
Aldea, rodeando el casco primitivo al oeste, norte y este. Luego la Figurita, Reducto y
Tres Cruces, mientras el Prado es la zona balnearia estival con importantes construcciones
que aún hoy se mantienen en distintas formas de conservación. La mayoría de estos
barrios surgen como emprendimientos inmobiliarios privados sin equipamiento urbano
excepto algunos caminos de entrada/salida a la ciudad y plazas para venta de productos
agrícolas. En el plano topográfico del agrimensor Pedro Pico de 1846 se incluyen los
apellidos de propietarios de quintas cercanas al Paso del Molino y a las orillas de los
arroyos Miguelete y Morales (zona “balnearia” para mejor soportar el calor veraniego):
Maturana, Reyes, Larrañaga, Viana, Juanicó, Lavalleja (I.M.M. 2015:2)

La sociedad “Fomento Montevideano” crea dos pueblos: Atahualpa en 1868 y Nuevo


París al año siguiente, así como los terrenos del barrio Jacinto Vera, cercano al Goes,

3
En página anterior: mapa Distribución territorial del Departamento de Montevideo, de
Héctor Tierno - https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=17243747 Bajado
25 de octubre de 2017 6:00 pm.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

surgido en torno al mercado de frutos inaugurado en 1866 por el Gral. Flores.


Emprendedores como Francisco Piria y Emilio Reus aprovechan las primeas líneas de
“transways” de caballitos y el cambio mental que “descubre” las ventajas del contacto
con el mar, comenzando el aprovechamiento al máximo de Capurro primero, y la nueva
Rambla desde la escollera hasta el Puente Carrasco, pasando por el Parque Urbano con
su “montaña rusa” y otros entretenimientos mientras crecían los árboles en lo que hoy
conocemos como Parque Rodó. Colon y Sayago surgen al costado de las vías férreas hacia
el norte, en la Península de Punta Brava o de las Carretas surge en 1864 Castro Urdiales,
recordando la ciudad de Santander en España. La llegada del tranvía, de caballos primero
y a partir de 1910 eléctrico permite el desarrollo de Capurro y Pocitos, ésta en tierras con
delineado de la Dirección General de Obras Públicas, mientras que Villa Dolores rodea
el zoológico creado por Rosell y Rius en homenaje a su esposa Dolores y luego donado
al gobierno departamental que aún lo administra aunque sin los animales que pasaron a
otro zoológico en el extremo oeste del departamento.

Carrasco tiene originalmente sólo seis manzanas entre las actuales Bolivia (antes Camino
de la Cruz), San Nicolás y la Rambla, agrandándose con el Hotel Casino cuyas canchas
de tenis dieron origen al Carrasco Lawn Tenis, y es la última zona edificada sobre la
Rambla montevideana(I.M.M. 2015: 1-9).

Barrios Pintos y Reyes Abadie comentan que la “Quebrada de Montevideo Chico”,


prolongación del Cerrito, pasa a alojar un caserío fundado por el Gral. Manuel Oribe
como Villa de la Restauración donde fuera su cuartel general durante el Sitio Grande
(1843-1851), posteriormente llamada “de la Unión”, finalizada la guerra. Cubre el terreno
anteriormente ocupado por cuatro chacras (de Candelaria Durán de Barrado, Juan Xerpes,
Antonio Camejo, Francisco Ramírez) y una estancia (de Sebastián Carrasco, luego
conocida como “Estanzuela de Alzáybar) del siglo XVIII entre el arroyo Cerrito al Río
de la Plata, del camino de Propios (actual Bulevar Batlle y Ordóñez) hasta Maroñas.
Incluían varios molinos de viento, como los de la Llave, del Galgo y de la Sirena, así
como parte de la zonas conocidas como el Cardal, la Aldea, Tres Cruces, Punta Brava,

4
cuyos habitantes el Padrón de Extramuros de 1836 anota como “isleños”. Estos
inmigrantes de Islas Canarias y Portugal a través de Samuel Fisher Lafone eran
labradores, quienes formalizaron el poblamiento de la zona (Barrios Pintos, Reyes Abadie
1991: 9-13).

El decreto fundacional del pueblo “de la Restauración, la nueva población formada en el


Cardal” es emitido el 24 de mayo de 1849 en el Cuartel General en el Cerrito de la
Victoria por Oribe y Bernardo P. Berro (tomado del periódico “El Defensor de la
Independencia Americana” según Barrios Pintos y Reyes Abadie 1991: 27). Incluye
molinos, mataderos, tahonas, hornos (Larravide, Hotrostegui, Pijuan, Basañez),
pulperías, barracas, “calle que va al molino”, “calle del colegio”, cancha de pelota, capilla
y cementerio de la Mauricia, entre otros elementos que pintan su realidad a mitad del
siglo XIX. Finalmente dá origen a su actual nombre el Pacto de la Unión del 11 de
noviembre de 1855 entre los generales Manuel Oribe (blanco) y Venancio Flores
(colorado) que finaliza la guerra civil de la época (íd. 29, 56).

La Unión que hoy conocemos refleja en parte lo que el “Borrador preliminar” de un


equipo de técnicos de la Facultad de Arquitectura plantea en noviembre de 1987 en
referencia a la Av. 8 de Octubre: “La intensidad comercial mayor se da sobre la calle
Stagnero de Munar y Larravide, donde existen comercios en el 100% de los predios de
ambas aceras” (Barrios Pintos y Reyes Abadie 1991: 114-115).

Montevideo fue convirtiendo su Rambla en emblema, su identidad a nivel mundial, como


gancho de atracción turística, demostración del uso abierto a todos sus habitantes de ese
balcón a la playa, al “río como mar”, con servicio de transporte desde y hacia gran parte
de su territorio metropolitano con su terminal en Kibon (Rambla Presidente Charles De
Gaulle) coronada con el cartel Montevideo en grandes letras de hormigón, uno de los
sitios más visitados por turistas y locales todo el año. A su vera, el barrio Pocitos, cuyo
nombre recuerda las lavanderas del siglo XIX que cavaron “pocitos” o cachimbas a la
altura de la actual Buxareo y la rambla, así como los manantiales o pocitos para consumo
y lavado, tiene sus límites aproximados de las calles 21 de setiembre y Buxareo, Rambla
hasta Rivera, siendo determinado legalmente en 1886 como Nuestra Señora de los
Pocitos. “Una crónica de 1910 destacaba a Pocitos como balneario de la burguesía y a
Ramírez como balneario popular” (Corral 2011:140) en tanto la Rambla construida entre
1906 y 1917 desde la Escollera Sarandí al Arroyo Carrasco, límite departamental con
Canelones, aceleró la apropiación tanto recreativa como habitacional para la población
5
de mayores ingresos, densificándose Pocitos con la edificación en altura de la Rambla y
adyacencias para convertirse en el barrio más poblado de Montevideo (70.000
habitantes). La Rambla como monumento histórico cultural, espacio público que atrae y
conecta, con uso público y privado muy variado, en toda época y hora del día y la noche,
punto de encuentro deportivo, político, artístico, religioso, turístico. (Corral 2011:144).

Este breve resumen de la formación urbana montevideana desde sus principios indica los
motivos principales del porqué se han formado barrios diferentes, según la zona, la época
del desarrollo institucional uruguayo, de quienes, como inversores arriesgaron su dinero
pensando en un futuro que les devolviera el mismo con intereses. En algunos casos lo
lograron, en otros se fundieron, a veces arrastrando consigo pequeños comerciantes que
perdieron su capital conseguido con trabajo y sacrificio.

ALGUNAS CORRIENTES DE INMIGRACIÓN

Hay un par de comunidades formadas por grupos de inmigrantes que ha llegado en tandas
a lo largo de años, desde la primer década del siglo pasado hasta hace pocos años. Tienen
en común una desgarradora historia al haber sufrido genocidios en la Europa y Asia
Menor de sus orígenes y han marcado una presencia importante en Uruguay, sobre todo,
por haberse incorporado pacíficamente a la sociedad receptora, aceptado sus pautas sin
abandonar sus tradiciones culturales de origen.

Clifford sostiene que el anterior concepto de cultura como encasillado en escritura


(proceso de interacción abierto) y collage (apertura a lo heterogéneo, yuxtaposiciones
históricas y políticas) etnológicamente debe sujetarse a la “descolonización” de la
influencia europea en América (Clifford 1999:13). El viaje del inmigrante no sólo
significa que lleva consigo su formación mental, su actitud social, sino también el cambio
locativo construye una nueva cultura, nuevos significados a su mirada al mundo nuevo
en que convive al llegar a su nuevo destino. La cultura translocal, antes llamada
aculturación, sincretismo, se forma con contactos históricos, intersecciones regionales,
nacionales, transnacionales (id.: 18).

6
El trabajo de campo nos pone en contacto con actividades hechas por personas de distintos
lugares definidos histórica y políticamente, donde el “viaje” puede ser diáspora, frontera,
inmigración, emigración, turismo, peregrinación, exilio, como formas que cambian, pero
lo que permanece adherido a la persona es su “identidad”: etnia, raza, cultura, clase, casta,
género, opción sexual, medio ambiente e historia personal. Todo este conjunto es el que
acarrea el individuo cuando viaja a una patria elegida o forzada y con el que se vincula,
se comunica con el Otro con el que convive en su nuevo hábitat (Clifford 1999: 20-25).

A continuación tratamos brevemente el impacto de las colectividades armenia y judía en


Uruguay, con información es aportada, entre otras, por Curiel (1994), Di Candia (1994),
Comunidad Israelita (1990), Oxman (1987), Porzecanski (1988 y 1992) para nuestro
trabajo sobre Periodismo Interpretativo (Perusso 1994).

La comunidad armenia no pasa desapercibida en Montevideo por la presencia pública de


algunos de sus integrantes, sus activos centros sociales, culturales, religiosos, deportivos
y por su presencia desde principios del siglo XX en nuestro medio. Como todo inmigrante
procedente de culturas y sobre todo idiomas muy distintos al de su nueva tierra, tuvieron
que aprender a adaptarse y convivir con ese Otro predominante: el descendiente de otros
inmigrantes pero con generaciones de arraigo, el patrón de la vereda (término que hace
referencia a la persona que domina un territorio). “En la calle les gritaban: “¡Rusos!”,
“¡Turcos!”, “¡Judíos!”. Entonces me dice mi viejo: -- Mirá, m’hijo, cuando vas a
aprender un idioma, primero tenés que aprender los insultos” (Álvarez Pedrosián
2016:28).

Y lo hacían con cada llegada de barcos al puerto “iban a ver si venían armenios y a los
que venían los llevaban al Cerro, los ponían a trabajar, les buscaban lugar mientras
aprendían el idioma” (Id.: 29), como forma de integrarlos al nuevo destino de un pueblo
acostumbrado a deambular, a abandonar su patria de origen sojuzgada por vecinos que
intentaron aniquilarlos. Turquía, junto a unos pocos esbirros a su orden, sigue negando la
existencia del Genocidio o Gran Crimen (1915-1922), junto con la Guerra Mundial
(1914-1918), Armenia independiente (1918-1920), luego convertida en República
Socialista Soviética (1920-1991) y nuevamente independiente desde 1992 a la fecha.

Es una colectividad que llega expulsada por el terror turco a una “América, ¿dónde es
América?” se preguntan, que crea un fuerte concepto de proteger al armenio que sigue
sus pasos, a aportarle su exigua experiencia uruguaya, reforzando la pertenencia primero

7
a nivel familiar, luego de la comarca original y siempre, a Armenia. La diáspora provoca
fracturas ideológicas, que se refuerzan durante el período soviético de su patria original,
al existir los pro- y los contra ese sistema, así como también, como todo habitante en
Uruguay durante la dictadura (1973-1985) tuvieron que optar por uno u otro bando. Para
mantener sus pautas culturales crean su propia escuela, sus equipos deportivos como
formación de sus jóvenes, algunos ya nacidos aquí, los que se van a estudiar a la
universidad soviética y por ende, ser dogmatizados en el sistema. El arte y la
comunicación también son incentivados como marca identitaria, escenificando lo
cotidiano de la comunidad, esa dualidad de identidades múltiples: cilicianos rioplatenses
y el Cáucaso armenio, forjando una armenidad en la perspectiva del sur (Álvarez
Pedrosián 2016: índice).

Discriminación suena fuerte, negativa, lo que está mal visto hacer, siquiera pensar, pero
en ocasión de preparar una investigación sobre la colonia agrícola judía en Paysandú,
llamé a la Dra. Lisa Block de Behar1, quien me dijo: “El hecho que usted me llame para
consultarme sobre el tema es, de por sí, una discriminación, en el buen sentido del
término”. Pero es la discriminación bien uruguaya, porque somos el cuarto país en
reconocer la existencia del Estado de Israel en 1948, y seguimos aceptando inmigrantes
de todos lados (cuando no formamos emigrantes desparramados por todo el mundo).
Como recordaba el Dr. Eric Simon2 “la única discriminación que sentí es alguno que me
llamó judío de mierda”, expresión tan común como “cosas de negro”, “gallego
cuadrado” y “petiso compadrito” uruguayeses internadas como el mate, el fútbol, la
siesta y la ahora centenaria La Cumparsita. El mismo Simon me pasó una anécdota
familiar que muestra la discriminación: en su juventud austríaca durante el comienzo del
dominio nazi en toda esa zona, fue víctima de bulling3 y al llegar a su casa llorando, le
comenta a su padre. Este le dice: “Eriquito, la culpa de todo lo tienen los ciclistas y los
judíos”, a lo que Eric le pregunta: “¿Por qué los ciclistas?” y su padre le responde: “¿Y
por qué los judíos?”.

1
Profesora, lingüista, e investigadora uruguaya, especializada en teoría literaria, literatura comparada y
medios de comunicación. Obtuvo el doctorado en 1983, en la École des Hautes Études en Sciences
Sociales de París con una tesis sobre la retórica del silencio, En 2002 obtuvo el "Prize Research Award"
de la Fundación Alexander von Humboldt.
2
Doctor en medicina recibido en Austria, maestro de coros, presidió la Federación de Coros del Litoral,
dirigió la Orquesta Sinfónica del Sodre, fundó y dirigió Youth for Understanding en Uruguay y varios
países sudamericanos. Hablaba ocho idiomas.
3
Maltrato entre pares, especialmente escolares, motivado por ser “diferente”.

8
“Cada pueblo, cada comunidad y cada persona, por pequeños que parezcan, merecen la
suma total, el cien por ciento de su historia. La merecen aunque la olviden a veces.
Afortunadamente hay hombres que saben preparar el futuro y saben también que una de
las maneras esenciales de hacerlo es conservando el pasado, la memoria común”
(Jerozolimski 1987:7)

Producto de pogroms antisemitas y la pobreza imperante en los Cárpatos, Rumania y


Besarabia, la Asociación Judía de Colonización fundada por el Barón Maurice de Hirsch
envía grupos hacia América y en 1913 llega a bordo del Itaúba a Pelotas una joven que
dá a luz el primer retoño americano de fe mosaica: Ermindo Guliak. Entre los elementos
culturales que acompañaban a estos migrantes estaban abrigos de plumas (edredones),
vestimenta religiosa, samovares, candelabros de bronce, cubiertos especiales para carne
(fléishique) y para lácteos (míljique), libros de oraciones y Rollos de la Torá. Unos 400
de ellos llegan por tren brasileño hasta la frontera y cruzan a pie el norte uruguayo en
1915 hasta 7 km. del Pueblo Porvenir en Paysandú, donde comienzan una colonia
agrícola.

Desconocen la ley de 1890 sobre inmigración, la de 1913 que permite “empréstito de


colonización” para la compra de tierras, pero el vasco José Eyheravide Mendisco
(también inmigrante pero conocedor del paño a cortar) vende sus tierras a los gringos
quedando las peores para la Colonia 19 de Abril, como fuera conocida. La langosta hizo
perder varias cosechas mal producidas por la inexperiencia agrícola adecuada a nuestro
territorio y sin asesoramiento adecuado, ni la ayuda de la comunidad judía urbana Ezra,
fundada en 1909, junto al aislamiento y auto-enseñanza de sus costumbres junto al idioma
español vigente en el nuevo entorno plantearon un panorama desolador.

El Presidente José Batlle y Ordóñez hace una visita de cortesía que cosechará por
generaciones el voto al Partido Colorado de los integrantes de la colonia, que hacia 1935
es abandonada por la última familia que, siguiendo las vías del ferrocarril, llegan hasta el
Barrio Reus al norte, donde son nuevamente inmigrantes para recomenzar una nueva
etapa de vida, ahora urbana.

9
CIRCUNSTANCIAS QUE AFECTAN LA VIDA URBANA

Una serie de circunstancias tanto internas como internacionales han por supuesto alterado
la estructura urbana, aumentando el área edificada, cambiando el destino del uso de la
tierra de agrícola a urbana o semiurbana, incentivado la habitación de ciertos barrios por
grupos homogéneos según su fuente de trabajo, ingreso, formación educacional, religión,
procedencia inmigrante. Las Guerras Mundiales trajeron inmigrantes europeos que huían
de la masacre, hambrunas, servicios militares obligatorios, invasiones por otros pueblos
que sojuzgaban a los derrotados. Al mismo tiempo, genocidios como el judío en Alemania
y la Europa dominada por ésta y el armenio a manos del gobierno turco, fueron fuente de
oleadas inmigrantes de esas procedencias. La posguerra, especialmente después de 1945,
muestra una Europa deshilachada, en ruinas y mucha gente decide probar fortuna en
América.

La antigua “Suiza de América"4 parecía ser una ciudad con estructura social integrada,
imaginada como de clase media urbana, identidad en prácticas y consumo culturales y sin
grandes distancias de hábitos y valores (Radakovich 2010: 285). Pero esa imagen
comienza a desvanecerse, primero para quienes ya viven en ella y luego, a veces un poco
tarde, para los inmigrantes que vienen con una idea que rápidamente se desvanece.

Entre los elementos negativos locales tenemos la liberalización del mercado de viviendas
por la Ley de Alquileres de 1974, que dispara el monto de los alquileres especialmente
en zonas céntricas y de la costa, provocando un éxodo interno hacia otros barrios y la
creación de la Ciudad de la Costa, ya en territorio de Canelones. Las industrias
sustitutivas de importaciones que tuvieron su auge entre 1944-1957 por la escasez
provocada por la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, en la era neo-batllista
con base industrialista, pro-agraria y redistributivista. Una vez terminadas estas etapas
bélicas, y con un valor del peso adecuado, resurgen las importaciones de mercaderías
mejores y más baratas de las posibles fabricar en un mercado tan chico como Uruguay y
carente de materias primas básicas (hierro, acero, petróleo).

Esta nueva realidad provoca el cierre de fábricas ante el ingreso de mercadería importada
y el aumento de venta de automóviles particulares, se modifican las condicionantes de

4
“Gold Flows to ‛Switzerland of Americas’ Since Korean War” New York Times 3 de enero de 1951,
consultado el 24 de abril de 2012.
“Uruguay has for most of its history been the ’Switzerland’ of South America…” Thomas J. Knight 1979
Latin America comes of age. Scarecrow Press: 24.

10
vivienda de los dos grupos más importantes de la población urbana: los de activos bajos
y los de activos altos. Quienes pierden su trabajo en fábricas ahora cerradas enfrentan
alquileres impagables con sus ingresos menguados y se trasladan a la periferia, armando
sus viviendas precarias en terrenos públicos o privados, formando asentamientos ilegales
que carecen de estructura urbana: saneamiento, agua potable, locomoción pública, luz
eléctrica, aunque ésta pueden conseguirla ilegalmente colgándose (conectando cables de
la red pública a sus viviendas sin contador de consumo).

Quienes conservan sus trabajos, especialmente aquellos vinculados a nuevas tecnologías


y con conocimientos adecuados, pueden disponer de vehículo propio y pasar a vivir en la
zona costera, originalmente pensada como balnearia para uso estival o de fin de semana,
en forma permanente. La mejor infraestructura vial permite en menos de una hora el
traslado al empleo, estudio, deporte, diversión en Montevideo desde Salinas, Atlántida o
hasta La Floresta y Costa Azul; el transporte interurbano público implica un poco más de
tiempo pero a precios de boleto accesibles.

Retomando el planteo de las circunstancias que han afectado el urbano montevideano,


tenemos algunas reflexiones que pueden ayudarnos a comprender mejor el problema,
como ésta:

“Con el impacto de la globalización a partir de los 90, las discontinuidad


de las políticas urbanas, el crecimiento de la pobreza y el desempleo, la
gestión local no pudo prevenir ni corregir el deterioro ni las
constantes y, en muchos casos toleradas, invasiones privadas de lo público
que, en muchas ciudades latinoamericanas, afectaron notablemente la
calidad de vida, la seguridad y el medio ambiente.” (Perahia 2007:5)

Asimismo tenemos la influencia de la composición humana de la ciudad y entre los


cambios de fines del siglo XX y principios del actual que afectan la demografía uruguaya
están: de la reproducción poblacional tradicional (varios hijos por pareja joven) a la
posmoderna (pocos hijos en pareja adulta), paso de inmigración europea a una de las
emigraciones más altas de Latinoamérica, de una estructura etaria de niños y jóvenes
predominantes a una población envejecida. Esto junto a integrarse a la globalización y

11
los comportamientos “modernos” muestran cambio en la familia, relación entre sexos,
actitudes frente a la reproducción (Pellegrino et al 2008: 11).

El aumento de nivel educativo de la mujer, su ingreso masivo al mercado laboral, mejores


métodos anticonceptivos, mayor edad promedio de formación de pareja, menor cantidad
de hijos, aumento de la expectativa de vida especialmente en la mujer, son todos
elementos que propician un enfoque poblacional que bordea el límite inferior de
mantenimiento del nivel poblacional, en los grupos de mejores condiciones socio-
económicas.

Por otro lado, el aumento de maternidad de adolescentes en los niveles de menores


recursos, implica mayor cantidad de niños en condiciones críticas de habitación,
servicios, salud, educación y posibilidades laborales para ellos y sus madres,
generalmente jefas de hogar solteras, reproduciendo la pobreza y deterioro social.

La cifra de 60.4% de nacimientos extramatrimoniales en 2004 coincide con el 60% de la


población entre 20 y 29 años que viven en pareja sin estar casados (Pellegrino et al
2008:36).

El resultado de la educación en los niños y jóvenes está ligado a su procedencia


sociofamiliar según el nivel educativo logrado por sus padres, reproduciendo la estructura
de desigualdad económica y social según deduce Marrero (2008: 47).

A pesar de nuestro sistema escolar laico, gratuito y obligatorio, quienes terminan los
ciclos educativos difieren según su extracción: los de menores ingresos sólo logran un
80% terminar primaria, 29% enseñanza media y 20% completar 16 años de educación, en
tanto en el quintil superior tiene cifras de 100% en primaria, 78% secundaria y 66% de
llegar a los 16 años de educación según cifras de ANEP (2003). Cuando un padre ha
tenido educación terciaria, sus hijos tienen un 75% de posibilidades de completar los 16
años de educación en tanto aquellos cuyos padres sólo lograron el nivel de primaria,
tienen un 21% de posibilidades de completar su educación formal, coincidiendo con el
63% que abandona a educación media entre los del primer quintil de ingresos, cuando el
promedio en América Latina es del 43% (Marrero 2008:48-49).

Las transformaciones económicas, sociales, político-institucionales y territoriales que ha


sufrido Montevideo en los últimos años plantean cambios en físicos (asentamientos y
procesos territoriales) y en personas (comunidades, grupos sociales focalizados) (Pintos

12
2008: 215). Para encarar estos cambios interactúan organismos sociales de participación
(concejo vecinal), otro de representación política (junta local) y un servicio
descentralizado municipal (CCZ5). Hay programas respecto a infancia, salud, mujeres,
jóvenes, discapacitados, adultos mayores, educación ambiental y vial, desarrollo de
pequeña empresa, políticas culturales, de tierras, viviendas y asentamientos. Toda esa
actividad surge por la variedad de actores y realidades que muestran tensiones en ámbitos
de baja calidad de vida de sus habitantes y se basan en la transformación del hábitat
urbano. La conflictividad entre vecinos enmarcada en el aumento de inseguridad pública,
cambios en los sentidos de pertenencia y rechazo a las nuevas realidades que se sienten
como pérdida de valores (barrio, consumo de pasta base, convivencia, desintegración
social) (Pintos 2008: 240-245).

La encuesta CEVI (Cambios y Eventos en el Curso de la Vida) de 2012 en Montevideo,


analiza los cambios sociohistóricos que han marcado las trayectorias de vida de las
distintas generaciones de montevideanos. El primer cambio mencionado en función de la
edad en que ocurrió dá un 23,5% en el tramo 16-24 años y el siguiente, 20,2% entre los
25-34 años, siendo menos relevantes los porcentajes en personas mayores a 35 años.
Estaría demostrando la relación entre memorias biográfica, sociohistórica, colectiva e
identidad generacional desde “la perspectiva del curso de vida” (Paredes y Oberti
2015:162) Las generaciones mayores vivieron la época de la dictadura y este hecho les
marcó su trayectoria vital pero las generaciones menores recuerdan recuerdos de
principios del milenio y en planos económico, político, social y deportivo, como ruptura
de lo cotidiano de las personas. Las autoras concluyen que recordamos según la
pertenencia a “un grupo social y generacional que inscribe en la memoria biográfica la
identidad colectiva” (Paredes y Oberti 2015:163).

Partiendo del art. 40 de la Constitución que marca a “la familia como la base” de la
sociedad, el sociólogo Gustavo Leal ha demostrado las cifras que han cambiado esta
“familia” en nuestro país durante el último medio siglo. Un 80% de los menores de 29
años viven en pareja no casados, uno de cada cuatro hogares es de una persona sola y el
16.8% de las parejas no tienen hijos (Censo 2011). Esto implica un cambio en la
composición de habitación urbana, una “revolución oculta” (Lema y Draper 2017)

5
Centro Comunal Zonal.

13
En los últimos años ha crecido la realidad de la urbs (espacio de intercambio intercultural
para el logro de intereses individuales utilitarios) como forma urbana moderna en
desmedro de la civitas (espacio hecho por la acción humana para su convivencia) y la
polis (espacio de lo público para la acción política urbana) que son expresiones de la
ciudadanía, resultando en pobreza, desigualdad, fragmentación social, miedo,
inseguridad, aislamiento. El aumento poblacional por inmigración, desarrollo del
transporte que expande la ciudad, impacto de la industria de la construcción, ascensor
permite desarrollo de edificios en altura y la división de la ciudad en centro, ensanche y
periferia, con sus distintos usos, implican ese cambio en la relación estructura-individuo
y sus grupos de pertenencia (Fernández Tapia 2016: 131-136).

URBS vs. CIVITAS

Hay construcciones que, por su mala calidad y por el costo de mantenimiento que sus
usuarios no pueden pagar, se degradan rápidamente (ej. Complejos Euskal Erría,
América), con falta de inserción urbana, anomia sociocultural que aumentan con la
marginación física y social respecto a la ciudad actualizada. Las áreas céntricas están
congestionadas y reducidas a las funciones administrativas y financieras o bien recicladas
para viviendas de valores medios y altos habitadas por sectores acomodados. Esto va
provocando el desarraigo de sus moradores históricos, generalmente auspiciado por las
políticas de inmobiliarias y empresas constructoras, amén de las decisiones
gubernamentales nacionales y locales. Se han incorporado, en los últimos años,
inmigrantes (bolivianos, dominicanos, peruanos, venezolanos) que habitan en forma
precaria partes de la Ciudad Vieja, generalmente marginados de ciertos servicios por su
adscripción a trabajos ilegales o de tiempo parcial legal, aumentando la marginalidad,
pobreza y exclusión. Fernández Tapia considera a los urbs como “no lugares ue llevan a
no ciudades, con segregación espacial y social…identidades difusas y nuevos estilos de
vida. Es el modelo de las ciudades modernas” (2016:138). Al convertirse en el modelo
urbano prioriza la estructura física de la ciudad contra la civitas, espacio ciudadano donde
se construye lo social y cultural en base a las intersubjetividades de sus habitantes,
realidad que sugiere repensar.

14
La urbs propendría el menor acatamiento a la ley o tener conductas éticas (informalidad,
apropiación ilegal de terrenos, evasión impositiva, lavado de dinero, narcotráfico) como
cotidianeidad en el uso del espacio urbano. Podemos preguntarnos si esta ciudad actual
modela al individuo o éste a aquélla, porque si bien la ciudad absorbe al individuo, ése se
aísla, segrega, discrimina, se comporta en forma individualista frente al conjunto que lo
rodea. La urbs limita el derecho a la diversión, consumo, servicios y bienes electivos pero
la civitas dá libertad plena en cuanto polis (Fernández Tapia 2016:141) Éstas implican
un espacio público real con permanencia y vínculos social y político con arraigo, con
valor simbólico para sus usuarios, para salir de la ciudad-cárcel (barrios privados, rejas,
inseguridad, vigilancia omnipresente, transporte hacinado entre la habitación cerrada y el
lugar de estudio/trabajo/diversión cerrados) del encierro voluntario (íd: 148).

El conjunto de cambios económicos globales y sus consecuencias locales ha cambiado el


ámbito ciudadano en la expansión del Montevideo metropolitano al conformar núcleos
nuevos que se apropian del espacio físico y su uso en las zonas más privilegiadas por
servicios y bienestar en tanto también se expanden otras como corrimiento urbano,
exponiendo una conceptualización censitaria del espacio público como tradicionalmente
se ha considerado (Magri Díaz 2014: 96-97). Se urbaniza la zona rural para dar cabida a
clases medias y las más pobres se desplazan hacia la periferia o hacia la zona central
desvalorizada y con edificaciones deterioradas, especialmente en caso de inmigrantes
recientes. Hay un desarrollo estatal en la ciudad y no de la misma, donde el 62% de la
población del país se concentra en apenas el 10% del territorio (Magri Díaz 2014:100)
considerado Área Metropolitana de Montevideo (AMM), donde coliden los
ordenamientos territoriales nacionales y de los tres departamentos afectados: Montevideo,
San José al oeste y Canelones al norte y este.

Ese corrimiento ha formado en pocos años 100 localidades sobre los ejes de las carreteras
de acceso y una serie cada vez más abundante de asentamientos irregulares de grupos
sociales sin capacidad propia de reproducción e inserción social sobre terrenos fiscales y
privados. En esos corredores de localidades más pobladas tienen varis necesidades
básicas insatisfechas (NBI) en infraestructura a cargo del estado (luz, agua, electricidad,
saneamiento) y de los habitantes (evacuación excretas, hacinamiento, materiales de las
viviendas) dando muestras evidentes de tugurización (Magri Díaz 2014:101-102). Ha
habido también cambio de enfoques: cuando en 1996 se consideraba NBI la falta de

15
saneamiento, en 2011 se elimina este indicador y se incluye educación, en tanto el
hacinamiento (más de tres por habitación para pernoctar) es de 80%.

La Revista Propiedades de enero 2013 indica los precios promedio del metro cuadrado
de u$s 569 para Punta Carretas, u$s 434 Ciudad Vieja y entre u$s 78 y u$s 100 en los
barrios centrales, llegando a u$s 34 el metro cuadrado de suelo (id.: 104-105). Al mismo
tiempo el acceso y apropiación de terrenos por iniciativa popular pasa por asentamientos
irregulares auto-apropiados y auto-construidos, las cooperativas de ayuda mutua y ahorro
previo y los planes de vivienda económica del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento
Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA). A pesar de las 45.000 viviendas desocupadas
en las zonas centrales, con toda la infraestructura vigente, son consideradas mercancía en
el sentido inmobiliario y es muy difícil legalmente modificar su destino para personas que
necesitan alojamiento permanente: “El gobierno no puede obligar ni expropiar,
consolidando la situación de abandono edilicio con equipamiento” y desde 2012 en el
Parlamento hay un proyecto de ley sobre propiedades abandonadas que está en veremos
(Magri Díaz 2014: 107).

Los gobiernos progresistas (Montevideo desde 1990 y Uruguay desde 2005) “no han
tenido éxito desde la perspectiva de integración .porque persiste una tensión entre la
orientación ideológica y el ejercicio del gobierno” (Magri Díaz 2014: 114). Continúa el
desequilibrio entre el mercado y las capacidades de los grupos populares para usar el
espacio de la ciudad formal, entonces el desarrollo sigue en la ciudad y no de la misma.

La actualidad metropolitana de Montevideo nos hace acordar al título de un excepcional


trabajo de una antropóloga norteamericana respecto a la realidad de las minas de Oruro,
en Bolivia, producto de un comentario escuchado durante unos rituales locales.
“Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros”…afirmación que sintetiza la
situación de dependencia de los mineros respecto a las minas…obtienen el sustento y el
sentimiento de explotación (Nash 2008:9).

Por su parte, Nadruz (2011:12) toma la definición de Hiernaux “para definir lo urbano
propone tres categorías: lo laberíntico, lo fugaz y lo fortuito, metáforas que pueden emitir
a más de una realidad concreta” y relata los problemas surgidos por la reparación de un
tramo de la Av. 8 de Octubre (una de las principales vías de tránsito montevideanas) al
modificarse los recorridos de los ómnibus sin la adecuada y previa señalización de sus
paradas. Las reacciones de los promitentes pasajeros: dudas, preguntas a los supuestos

16
“conocedores del barrio”, carteles informales, tránsito atascado, comercios beneficiados
y otros dejados sin su público obligado (el de las paradas más concurridas) forman parte
de ese lo fugaz y lo fortuito de la convivencia.

Si agrupamos los 62 barrios de Montevideo en forma multivariada, tomando en cuenta


porcentaje poblacional sobre el total de la ciudad, composición por sexo, tramo etario
podemos tener idea de la segregación residencial y social de los individuos que los
habitan. En base a censos de población y vivienda se determina la desagregación
territorial y por otro lado se agregan datos sobre ingresos y niveles educativos logrados
por los habitantes (Cervini y Gallo 2001: 55-58). Las diferencias de ingresos totales por
grupo familiar, la culminación o no de los 12 años de educación en mayores de 20 años,
tasas de desempleo son elementos tenidos en cuenta para el estudio mencionado y las
conclusiones son las siguientes:

Las personas con ingresos similares tienden a vivir en el mismo barrio; las mujeres de
mayor nivel educativo tienden a casarse con hombres de similar nivel, lo que se refleja
en el ingreso total del hogar (mayor educación implica mejor nivel salarial) y esos altos
niveles educativos de los padres influyen en mantener los mismos para las generaciones
más jóvenes. A menor nivel educativo, mayor hacinamiento (cantidad de habitantes por
núcleo familiar), menor cantidad de jóvenes que asisten al sistema y tampoco trabajan
(ni ni), mayor porcentaje de asistencia médica en servicios públicos, menor disponibilidad
de otros servicios (saneamiento, alumbrado, locomoción, seguridad) mayor
concentración en determinados barrios de la periferia montevideana.

“En los barrios con peores desempeños en todas las variables…residen alrededor de
425.918 personas, un 31.9% de la población total de Montevideo” (Cervini y Gallo 2001:
97) Estos barrios concentran a quienes tienen acceso más restringido a bienes y servicios,
presentan deterioro social con mayor frecuencia de indicadores de fragmentación social,
en tanto los habitantes de los barrios con mayores recursos económicos y sociales tienen
situaciones sensiblemente mejores que el resto (íd.: 97).

Esto nos lleva a coincidir con lo expresado en (J.J. Calvo y A. Pellegrino, 2005) (en
Couriel 2010:21): “…una sociedad fragmentada que se caracteriza por valores de los
indicadores crecientemente diferentes entre los sectores sociales, fragmentación que
también se expresa en una creciente segregación territorial, así como en inequidades
entre los géneros y las generaciones”.

17
Los barrios se incluyeron en 8 grupos: el de peores condiciones (Casabó, Pajas Blancas,
La Paloma, Tomkinson) y el opuesto (Carrasco y Punta Carretas), mostrando un cinturón
periférico de oeste, norte y noreste con segregación mayor, descendiendo hacia el centro
norte y este, culminando con la zona costera, especialmente en sus extremos sur y este
con los valores menores de segregación (mapa en Cervini y Gallo 2001:111).

Las autoras mencionadas consideran que “los barrios montevideanos están compuestos
por personas con características socioeconómicas relativamente similares; sin embargo,
esto no implica que los barrios sean totalmente homogéneos y cerrados (Cervini y Gallo
2001:112).

Interrogar a los ciudadanos (habitantes de lo urbano) sobre los cambios percibidos como
resultado de la realidad social, si ha cambiado su forma de vincularse con los espacios
social y públicos y cómo ve el futuro, es decir sus esperanzas, puede darnos una idea de
lo llamado “subjetividad”: cómo se percibe en tanto miembro de la comunidad (Larroca
2011:9). Cuando vemos formas de exclusión, marginalidad, eso que Loic Wacquant
llama Parias urbanos o “nueva pobreza concentrada en esas áreas estigmatizadas, más
identificada con barrios en particular, donde existe concentración de pobres, de pobreza,
de delito, de degradación de la vivienda, de la estructura, dela moralidad” (Larroca
2011:76)

Chávez (2011:59) define” “Mendigo” es definido como aquella persona que


habitualmente pide limosna, un “indigente” como una persona falto de medios para
satisfacer lo más necesario para vivir, y a un “vagabundo” como aquel que anda
errante” Pero generalmente la acción pública (estado, iglesias, ongs, etc.) se vuelca más
a las poblaciones “normales” e incluso favoreciendo su atención a las estructuras
monumentales y viales del espacio público que al requerido por aquellos tres tipos de
personas antes mencionadas. “Vivir en la calle ha significado renunciar a la vida
privada…formar parte de la ciudad, de una vida pública ajena donde el poder decide qué
hacer con estas vidas que lo que persiguen es su propia libertad” (Chávez 2011: 165).

Muchas veces la única salida económica es la droga, creándose un circuito que perpetúa
la violencia y que identifica a sus participantes y por ende, estigmatiza el barrio donde
viven, ayudando a convertirlo en gueto. Esto ha incidido en las protestas de vecinos y
centros comerciales de Colón ante el realojamiento en sus cercanías de los habitantes del

18
asentamiento 25 de agosto, pensado como alterador del equilibrio imaginado del barrio
consolidado desde generaciones atrás.

“Esto facilita la extensión de la mancha urbana y la densificación de determinadas zonas


por parte de los grupos sociales con activos medios y altos “(Couriel 2010: 39) Hay
encerramientos buscados en las nuevas áreas de habitación por parte de los propios grupos
que las integran, una forma de segmentación que coincide con la laboral, educativa,
residencial, cultural de una sociedad previamente orgullosa de su integración social. La
seguridad o sensación de la misma se piensa perdida al convivir con el otro cercano
físicamente pero lejano en sus pautas de vida, sus valores, sus activos económicos,
sociales, laborales, pero sobre todo, de su forma de vivir la ciudad. Los auto-
encerramientos (barrio privado para los de activos altos, asentamientos para los de bajos
activos) se marginan para conservar en forma interna su homogeneidad socioeconómica.

Ambas instancias propician el vaciamiento del Montevideo central, el que, disponiendo


la totalidad de servicios, tiene ahora alojamientos, edificios industriales, barracas, vacíos
que, con el cierre de sus actividades originales, también expulsan del entorno a quienes
fueran sus ocupantes, trabajadores, clientes.

“Por un lado, se reconocen territorios heredados segmentado


socioespacialmente y se contextualizan las nuevas producciones del espacio
urbano realizadas por actores públicos y privados, a través de su interacción
con ámbitos económicos, sociales y políticos en proceso de trasformación
estructurales. Por otro lado, se identifica una contraposición entre
componentes territoriales integrados-dinámicos y desintegrados-estáticos”
(Couriel 2010:31)

El uso de la estructura urbana difiere según barrio, día de la semana y del mes, horario,
distancia a los locales laborales, educativos, de entretenimiento, la cultura propia del
individuo o su grupo de pertenencia. Una misma calle, un mismo servicio de ómnibus
tiene valores diferentes para quienes lo transitan o utilizan, quienes trabajan en ellos, sus
vecinos y aquellos que sólo los ven a través de los medios de comunicación, generalmente
por casos de delincuencia en los informativos vespertinos.

“Cada grupo de personas transita, conoce, experimenta pequeños enclaves,


en sus recorridas para ir al trabajo, para ir a estudiar, para hacer compras,
pasear o divertirse. Pero son recorridos muy pequeños en relación con el

19
conjunto de la ciudad. De ahí que se pierda esta experiencia de lo urbano, se
debilite la solidaridad y el sentido de pertenencia.” (García Canclini, 1999:
82) (Couriel 2010:35)

COTIDIANEIDAD URBANA

Couriel (2010: 65) plantea cinco paradojas: agudización de la fragmentación sociourbana


en un escenario de crecimiento económico; políticas estatales de vivienda para
poblaciones en territorios carenciados; ampliación de la extensión urbana de Montevideo
en espacios de uso rural; crecimiento de los sectores con activos medios y altos en la
Ciudad de la Costa a pesar de la falta de servicios de infraestructura urbana y el fracaso
del Plan Fénix a pesar de contar todos los servicios urbanos.

Esa separación física de grupos de personas con diferencias económicas es un aislamiento


de grupos vulnerables en la periferia, especialmente al noreste y oeste, respecto a los
espacios habitacionales de los grupos de ingresos medios y altos, generalmente en la costa
montevideana y canaria (departamento de Canelones), hace casi invisible las respectivas
zonas para el otro. Quienes van en auto a sus residencias costeras por las vías naturales
(rambla, avenida Italia) no pasan por zonas ostensibles de pobreza urbana, es decir, que
la pobreza tiene baja visibilidad.

Las distancias socioculturales basadas en lugar de residencia son factibles de


acercamiento, a diferencia de lo que ocurre en ciudades como París con sus pobres
inmigrantes (zona roja) o las ciudades norteamericanas con sus guetos de pobladores
afrodescendientes (zona negra).

“Tradicionalmente, en nuestras ciudades, el Espacio Público fue concebido


como el espacio de la expresión y la apropiación social por excelencia, es el
espacio que alberga el cotidiano transcurrir de la vida colectiva. Es el
espacio que da identidad y carácter a una ciudad, el que permite reconocerla
y vivirla. Es el sitio que conserva la memoria de sus habitantes en sus
espacios naturales, culturales, patrimoniales. Estos espacios presentan
diversidad de formas, dimensiones, funciones y características ambientales.
Sin embargo el espacio público es percibido como un vacío “con forma”, es

20
decir conformado por la edificación y elementos que lo bordean, ya sean
espacios de circulación y tránsito, recreación y deporte, reunión e
interacción social, contemplación y disfrute del paisaje y la naturaleza, etc..”
(Perahia 2007: 1-2)

Otro ejemplo de barrio con estigma generalizada motiva a Courier (2010: 31-32): observa
el barrio Casavalle (según su denominación oficial) vemos compartidos los mismos
índices de precariedad: indicadores de NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas),
alojamiento, infraestructura disponible, existencia y acceso a servicios de educación,
capacidad de subsistencia del hogar como compartidos a pesar de pertenecer a distintas
oleadas poblacionales. La razón es relocalización pero las relaciones sociales previas son
diferentes, mostrando cómo la pobreza urbana fomenta fragmentación mientras se
comparten condiciones físicas, son parte de la estructura real.

Los desalojados del medio rural, de ciudades pequeñas del interior, de los barrios donde
se fundieron fábricas ayudan a crear una inmediatez donde se comparten condiciones
negativas con un bagaje social distinto para cada grupo, familia, individuo, elementos que
desfiguran las huellas históricas del territorio.

Las características que marcan los barrios periféricos montevideanos y metropolitanos,


para Couriel, son: carencia de servicios urbanos, homogeneidad de tejido residencial con
baja densidad, asentamientos, segregación urbano-residencial, auto enclaustramiento,
población joven, migrantes, alta tasa de natalidad, hogares monoparentales, informalismo
y precariedad laboral, rezago educativo en los niños, deserción escolar de jóvenes,
inseguridad ciudadana, comercialización informal de tierras y vivienda, movilidad
restringida, alto costo del transporte colectivo (Couriel 2011: 63).

“Los habitantes de los barrios montevideanos se interrelacionan cada vez más entre
iguales y se segregan de quienes son diferentes. Esto conforma redes homogéneas en las
cuales el flujo de recursos es limitado al intercambio entre pares y limitan fuertemente la
interacción entre las clases (CEPAL 1999)” (Veiga 2008:155). Este autor considera el
deterioro de calidad de vida (acceso a servicios de salud, deserción y empeoramiento de
condiciones de la educación, desigualdades de género y generacional respecto a los
jóvenes, violencia doméstica, drogadicción, quiebre de la familia, sensación de
inseguridad que trae sospecha en los barrios pobres entre los propios vecinos) como la

21
percepción del mismo por los montevideanos como algunas causas de soledad, pérdida
de sentido y vacío existencial (Veiga 2008: 156-157).

Aquellos derechos del Hombre que proclamó la Revolución Francesa (domicilio y


correspondencia inviolables, no injerencia estatal en las acciones privadas de los
ciudadanos, amén de libertades varias) fueron, en el siglo XIX, “expropiados” por la
familia al individuo y ahora éste las reivindica (Barrán et al 1998: 9). Lo que significaba
el “bajo” centrado en la calle Yerbal, lo que Yvette Tronchón llama “grelas, cafishos y
piringundines” es filtrado por la ley, las prescripciones sobre higiene con control estatal
y las cambiantes prácticas sociales de la sociedad montevideana en su conjunto para llegar
a la Ciudad Vieja actual. Hechos económicos, políticos y culturales cambian radicalmente
el comportamiento y enfoque vital de las generaciones adultas de principios y mediados
del siglo XX a las practicados por las que llegan a estado adulto entre 1975 y principios
del siglo XXI. Se modifican las prácticas familiares, sociales y especialmente personales
que llevan a “la fragmentación del ámbito privado la que suscribe la relación entre el
“individuo” y sus múltiples “soledades” contemporáneas” (Barrán et al 1998:13-14).

Uno de los problemas cotidianos que afectan a los habitantes de Montevideo es el


consumo y por ende tráfico, de drogas, especialmente pasta base, atravesando todo el
esquema generacional, educativo, de ingresos, de barrios, es decir, la totalidad de la
población. La dependencia no sólo afecta al usuario sino a su familia, entorno vecinal y
al comercio que sufre reiterados asaltos, a veces con consecuencias mortales, producto d
la necesidad de dinero efectivo para el pago de la droga.

El investigador Marcelo Rossal ha realizado su aporte específico sobre el tema en su tesis


doctoral, aceptada y valorada en forma excelente hace apenas un mes, y de la extraemos
los siguientes conceptos:

“Desde el comienzo de su consumo en Uruguay, en el año 2002, el tratamiento del uso


problemático de pasta base de cocaína ha representado un desafío multifacético y
complejo para las autoridades encargadas de las políticas públicas de drogas.”(Rossal
2017:1). Feldman y Aldrich (1990) señalan cómo desde los años 70 se cuestiona la idea
de subcultura de las drogas: “Collectively, many of these studies challenged the notion of
the existence of 'drug subcultures' and showed that a better understanding of drug-using
behavior might be achieved by studying drug users within particular community contexts

22
where such behaviors occur” (Feldman y Aldrich, 1990: 22)6 (Rossal 2017:6 nota pie de
página).

El mercado de drogas determina la vida cotidiana de los consumidores donde se


intercambian objetos muchas veces de origen ilegal (producto de robos) o ilegales per sé
(la propia sustancia), implicaciones criminalizantes (Rossal 2013). Esta violencia privada,
interpersonal que depende de la coerción ejercida sobre el consumidor por los traficantes.
Rossal trabaja en Malvín Norte a media hora del centro por ómnibus, donde “a nosotros
no nos dejan pasar Av. Italia” mientras otro usuario cuenta “cada vez que cruzo para
allá me paran los botones”7 (Rossal 2017:67). Porque no es una avenida ancha y de
tránsito intenso lo que divide los barrios rico al sur y pobre al norte, sino un campo de
pocas casas, ranchitos de lata, una cañada “en las canchas de fútbol se tejía desde la niñez
una concepción de lo público en la cual lo que no era de nadie era de todos” (Rossal
2017:66).

Respecto a las relaciones entre los vecinos “los estigmas y las jerarquías: cuando había
algún robo se hablaba de algunas de las familias pobres del barrio en la que alguno de
los hijos tenía algún antecedente penal (“los X” o “los Y”) o, cuando no había idea sobre
la autoría posible, algunos hablaban del “pichaje”, como designación general de pobre-
y-delincuente. (Según mi experiencia, la gente políticamente más conservadora hablaba
del “pichaje”, pero la gente “más esclarecida” -así se autodefinían los izquierdistas
otrora- hablaban del “lumpenaje” o los “desclasados” [nota a pie de página] (Rossal
2017:66).

“Los habitantes de los barrios montevideanos se interrelacionan cada vez más entre
iguales y se segregan de quienes son diferentes. Esto conforma redes homogéneas en las
cuales el flujo de recursos es limitado al intercambio entre pares y limitan fuertemente la
interacción entre las clases (CEPAL 1999)” (Veiga 2008:155). Este autor considera el
deterioro de calidad de vida (acceso a servicios de salud, deserción y empeoramiento de
condiciones de la educación, desigualdades de género y generacional respecto a los
jóvenes, violencia doméstica, drogadicción, quiebre de la familia, sensación de

6
“En forma colectiva muchos de estos estudios cuestionan la idea de la existencia de “subculturas de la
droga” y mostraron que una mejor comprensión del comportamiento por uso de drogas se puede lograr
estudiando a los usuarios de drogas dentro de los contextos comunitarios específicos donde ocurren esos
comportamientos” (traducción propia).
7
Botón es sinónimo de milico, policía que se sobrepasa con violencia de su rol legal.

23
inseguridad que trae sospecha en los barrios pobres entre los propios vecinos) como la
percepción del mismo por los montevideanos como algunas causas de soledad, pérdida
de sentido y vacío existencial (Veiga 2008: 156-157).

Aquellos derechos del Hombre que proclamó la Revolución Francesa (domicilio y


correspondencia inviolables, no injerencia estatal en las acciones privadas de los
ciudadanos, amén de libertades varias) fueron, en el siglo XIX, “expropiados” por la
familia al individuo y ahora éste las reivindica (Barrán et al 1998: 9). Lo que significaba
el “bajo” centrado en la calle Yerbal, lo que Yvette Tronchón llama “grelas, cafishos y
piringundines” es filtrado por la ley, las prescripciones sobre higiene con control estatal
y las cambiantes prácticas sociales de la sociedad montevideana en su conjunto para llegar
a la Ciudad Vieja actual. Hechos económicos, políticos y culturales cambian radicalmente
el comportamiento y enfoque vital de las generaciones adultas de principios y mediados
del siglo XX a las practicados por las que llegan a estado adulto entre 1975 y principios
del siglo XXI. Se modifican las prácticas familiares, sociales y especialmente personales
que llevan a “la fragmentación del ámbito privado la que suscribe la relación entre el
“individuo” y sus múltiples “soledades” contemporáneas” (Barrán et al 1998:13-14).

“Los habitantes de los barrios montevideanos se interrelacionan cada vez más entre
iguales y se segregan de quienes son diferentes. Esto conforma redes homogéneas en las
cuales el flujo de recursos es limitado al intercambio entre pares y limitan fuertemente la
interacción entre las clases (CEPAL 1999)” (Veiga 2008:155). Este autor considera el
deterioro de calidad de vida (acceso a servicios de salud, deserción y empeoramiento de
condiciones de la educación, desigualdades de género y generacional respecto a los
jóvenes, violencia doméstica, drogadicción, quiebre de la familia, sensación de
inseguridad que trae sospecha en los barrios pobres entre los propios vecinos) como la
percepción del mismo por los montevideanos como algunas causas de soledad, pérdida
de sentido y vacío existencial (Veiga 2008: 156-157).

Pero últimamente procesos de polarización y fragmentación urbana han dado lugar a una
diferenciación cultural entre las clases sociales, en sectores con necesidades básicas
culturales insatisfechas (Achugar et al 2003). Los eventos económicos de principios del
siglo XXI inclinan los componentes culturales de la exclusión social en las zonas más
pobres de Montevideo, donde un sector integrado globalizado de las zonas más pudientes
tienen acceso a las innovaciones tecnológicas en forma cotidiana, con escaso tiempo
dedicado al consumo televisivo y tiempo libre dedicado a lectura de libros. Por su parte
24
surge el sector de infra-consumo cultural de quienes viven en zonas de menor nivel
socioeconómico: sus medios le impiden acceso a la tecnología excepto a la televisión
abierta, alejadas de los eventos culturales por costo y dificultades de obtener locomoción
para llegar a los mismos.

Sin embargo, intentan mantener parte de las pautas culturales de su origen de clase media,
con una interpretación crítica de los contenidos de la televisión a la que pueden acceder
gratuitamente y conservando la costumbre de la lectura de libros, al menos uno por año.
Esto los diferencia, como “nuevos pobres” viviendo en asentamientos respecto a las
costumbres de los tradicionales habitantes de su nuevo entorno, lo que “no expresa
cabalmente la formación e subculturas propias” (Radakovich 2010:291).

Lo cultural se valora como diferenciación frente a sus vecinos que no se sienten


integrados, y este infra-consumo sin tránsito a otras zonas de la ciudad por carencias
económicas nos hace concordar que” cuando la gente siente que…pertenece a una
sociedad más amplia…entonces no hay cultura de la pobreza, hay sólo pobreza”
(Radakovich 2010: 298-9).

Al msmo tiempo y coincidiendo con la valorización de los espacios públicos “privados”


las zonas “caminables” requieren menor uso de transporte automotor, lo que disminuye
la contaminación ambiental, se asocian a menores índices de obesidad y diabetes al
permitir incorporar más actividades físicas (caminatas, compras a pie ), mayores
oportunidades para mezclarse con otros. Esto implica oportunidades para comercios de
cercanía (generalmente familiares), elementos cuya sumatoria, según Walk Score, un
servicio que mide la “caminabilidad” de distintas zonas “has shown that for each point a
home has towards walkability, its value typically increases by $ 500 to $ 3.000” 8(Charron
2017) (ha demostrado que, por cada punto que acerca a un hogar hacia la caminabilidad,
su valor aumenta entre u$s 500 y u$s 3.000) (traducción propia) (Larroca 2011:79).

8
“ha demostrado que, por cada punto que un hogar avanza hacia la caminabilidad, su valor aumenta
típicamente entre u$s 500 y u$s 3000” (traducción propia).

25
CONCLUSIONES

A modo de reflexión final, la vinculación entre la estructura física de la ciudad, el


entramado urbano de servicios públicos (energía eléctrica, agua corriente, saneamiento,
educación, pavimento, circulación vehicular, seguridad pública, salud, etc.) y las personas
que viven y/o circulan por la misma, es estrecha y en mutua afectación.

Quienes y en qué forma habitan un barrio, una zona de servicios, un área de


esparcimiento, quienes circulan ocasional o diariamente por ellos, modifican su estructura
al “apropiarse” del espacio público y presionando para determinar una convivencia
relativamente pacífica entre los distintos grupos de usuarios. La tendencia a auto-
encerrarse físicamente en enclaves considerados seguros ocurre tanto entre las clases con
mayor poder adquisitivo que se inclinan por la zona costera metropolitana, como las
clases con mayores necesidades básicas insatisfechas que ocupan las partes centrales, las
antiguas zonas agrícolas del noreste, norte y oeste del Gran Montevideo.

Estas pautas de convivencia urbana tienen una tendencia al cambio para adaptarse a las
nuevas condicionantes económicas y sociales, modificando hasta el sentido y uso
histórico de los distintos barrios. La historia urbana es un índice de los acontecimientos
macro a nivel internacional y sus consecuencias locales: guerras, hambrunas,
persecuciones ideológicas, religiosas o étnicas, cambios tecnológicos, nuevas formas de
comunicación, todas afectan lo cotidiano individual, grupal y por ende, barrial.

No hay receta mágica para mejorar la realidad, a pesar de los esfuerzos de poderes
públicos de todos los partidos, de organizaciones comerciales, industriales, sociales,
sindicales, organizaciones no gubernamentales laicas y religiosas, locales e
internacionales, así como de grupos auto convocados a nivel local. Políticas estatales han
tenido distintos resultados, desde buenos a fracasos rotundos, y su valoración depende de
qué vereda el observador ocupe, de sus ideas e intereses personales y grupales.

Un detalle interesante en toda investigación orientada al conocimiento antropológico de


un sujeto de estudio conocido, vivido, sufrido, disfrutado por el observador, tiene la
ventaja del conocimiento directo, con la desventaja de la visión auto céntrica, prejuiciada
propia del ser humano que vive lo que estudia.

----

26
BIBLIOGRAFÍA

Achugar, Hugo et al 2003 “Imaginarios y consumo cultural. Primer encuesta de prácticas,


comportamiento y consumo cultural en Uruguay. Trilce, Montevideo. En Radakovich,
Rosario 2010 “Fronteras simbólicas de la desigualdad en Montevideo: consumo cultural
en una ciudad fragmentada” En Serna, Miguel (Coord.) Pobreza y (des)igualdad en
Uruguay: una relación en debate. CLACSO, Montevideo.
Álvarez Pedrosián, Eduardo 2016 Devenires armenios del Uruguay. Centro Nacional
Armenio del Uruguay, Montevideo.
--- 2014 Cartografías de territorios y territorialidades. Espacio
Interdisciplinario- UDELAR – Montevideo.
--- 2014 La gestación de un territorio o cómo se teje la
convivencia. ALAIC, Lima.
ANEP-Menfod 2003 Estudio sobre los procesos de inserción de los egresados del plan
1996 en la Educación Media Superior. ANEP-Menfod, Montevideo.
Barrán, José Pedro; Caetano, Gerardo; Porzecanski, Teresa 1998 Historias de la vida
privada en el Uruguay. Individuo y soledades 1920-1990. Ediciones Santillana S.A.
Montevideo.
Barrios Pintos, Aníbal; Reyes Abadie, Washington 1991 “Los Barrios de Montevideo”
II. La Unión. Intendencia Municipal de Montevideo.
Bogliaccini, Juan A. 2006 Inseguridad y segregación en Montevideo. Las claves
territoriales de la fractura social urbana. En PRISMA N° 21 Febrero 2006 Universidad
Católica del Uruguay, Montevideo.
Búsqueda Año XLVI N° 1938 5 de octubre de 2017: 22 s/datos.
Calvo, Juan J. y Pellegrino, Adela 2005 “Veinte años no es nada” en CAETANO, Gerardo
(dir.) 2005 20 años de democracia. Uruguay 1985-2005: Miradas Múltiples. Ed.
Santillana, SA, Montevideo.
CEPAL-PNUD 1999 Activos y Estructuras de Oportunidades: Estudios sobre las raíces
de la vulnerabilidad social en Uruguay. Coord. R. Katzman Oficina CEPAL-PNUD
Uruguay, Montevideo.
Cervini, María; Gallo, Mariana 2001 Un análisis de exclusión social: la segregación
residencial entre los barrios de Montevideo 1986-1998. Trabajo monográfico presentado
ante la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de UDELAR para obtener
el título de Licenciado en Economía. Montevideo.
Clifford, James 1999 Itinerarios transculturales. Ed. Gedisa S.A., Barcelona.
Corral, María Rosa 2011 El cuerpo “apropiado” en la Rambla de Montevideo.
Construcción de identidades. En Guigou, L.N.; Álvarez Pedrosián, E. Espacios
etnográficos y comunicación urbana. UCEP-Udelar, Montevideo.

27
Comunidad Israelita del Uruguay 1990 Vida y muerte en comunidad. Ensayos sobre
judaísmo en el Uruguay. Comunidad Israelita del Uruguay, Montevideo

Curiel, Dafna 1994 Diagnóstico y perfil comunitario. No editado, Montevideo.


Couriel, Jack 2010 De cercanías a lejanías. Fragmentación sociourbana del Gran
Montevideo. Ed. Trilce, Montevideo
Charron, David 2017 Walkable neighborhoods provide health, environmental and
financial benefits. En Where We Live. Analysis. The Washington Post. DC Headlines.
Bajado de internet el 9 de octubre de 2017 14:00.
Chávez Sabando, Nila 2011 Poder, espacio público y modernidad. Miradas enfrentadas
en la ciudad. En Guigou, L.N.; Álvarez Pedrosián, E. Espacios etnográficos y
comunicación urbana. UCEP-Udelar, Montevideo.
Di Candia, César Reportaje al cardiólogo Jacobo Hazan En Búsqueda. Año XXIII N°
748: 50-51 7 de julio de 1994
Epstein, Ariela 2011 Caminando por la calle Isla de Flores, Montevideo. Imaginarios
urbanos en la pared. (95-108) En Anuario de Antropologia Social y Cultural en Uruguay
2010-2011. Ed. Nordan-Comunidad, Montevideo.
Fernández Tapia, Joselito 2016 Ciudadanía y desarrollo EN las ciudades del siglo XXI;
¿Polis y Civitas o sólo Urbs? En Andamios. Sep-dic 2016 Vol 13 issue 32: 131-10.
Universidad Autónoma Ciudad de México, México.
García Canclini, Néstor 1999 La globalización imaginada. Editorial Paidós SAICF,
Buenos Aires.
--- 1999 Imaginarios urbanos. Eudeba, Buenos Aires
Georgiadis, Raquel 2011 Ciudad expuesta. Participación vecinal y construcciones
colectivas del modelo urbano en Zaragoza. (25-38). En Anuario de Antropologia Social
y Cultural en Uruguay 2010-2011. Ed. Nordan-Comunidad, Montevideo.
González Espinoza, Daniela 200 Sassen, Saskia. Los espectros de la globalización. En
Revista de Geografía Norte Grande (39:95-6). Universidad Católica de Chile, Santiago.
Gravano, Ariel 2011 Imaginarios barriales y gestión social: trayectorias y proyecciones a
dos orillas. (51-66). En Anuario de Antropologia Social y Cultural en Uruguay 2010-
2011. Ed. Nordan-Comunidad, Montevideo.
Guigou, Nicolás (Coord.) 2014 Ciudades, perspectivas y miradas. Ed.Universitaria.
UCUR, Montevideo.
I.M.M. 2015 Montevideo y sus barrios. Bajado 2 de octubre de 2017
www.montevideo.gub.uy/ciudad-y-cultura/historia -y-costumbres/montevideo-y-sus-
barrios
INE (2006) Relevamiento de Asentamientos Irregulares 2005-2006, Convenio INE PIAI,
disponible en http://www.piai.gub.uy/documentosdatosINE_PIAI.pdf
Jerozolimski, José 1987 Albores del judaísmo en el Uruguay. Israel Nemirosky,
Montevideo.

28
Lacarrieu, Mónica 2007 Una antropología de las ciudades y la ciudad de los
antropólogos. En Nueva Antropología, vol XX, núm. 67, mayo 2007 (:13-39).
Asociación Nueva Antropología A.C., Distrito Federal, México.
Larroca Ghan, Jorge G. 2011 Relocalización de un asentamiento. En Espacios
etnográficos y comunicación urbana. Guigou, L.N.; Álvarez Pedrosián, E. UCEP-Udelar,
Montevideo.
Lema, Daniel; Draper, Guillermo 2017 En Uruguay hubo una “revolución oculta” que
cambió a la familia. Búsqueda Año XLVI N° 1939 12 de octubre de 2017: 48.
Magri Díaz, Altaïr Jesica 2014 Los barrios populares y el desarrollo de la ciudad:
Montevideo y su área metropolitana. En América Latina Hoy, 68, 2014: 95-118.
Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca.
Marrero, Adriana 2008 “Reflexiones sobre la educación uruguaya del siglo XX” En
Nahúm, Benjamín (dir.) 2008 El Uruguay del siglo XX. Tomo III: La sociedad. Ed. Banda
Oriental, Montevideo.
Monreal, Pilar 2016 Ciudades neoliberales: ¿el fin del espacio público? Una visión desde
la Antropología Urbana. En QuAderns-e Institut Catalá d’Antropologia N° 21 Año 2016
pp. 98-112 ISSN 1696-8298 www.antropologia.cat
Mosteiro, Juan Pablo; Sartori, María Paz 2017 Madres adolescentes abandonan estudios
dos años antes de quedar embarazadas; desertan desmotivadas y el hijo les da “estatus”.
Búsqueda Año XLVI N° 1938 5 de octubre de 2017: 15
Nadruz, Juan Andrés 2011 Fenómenos de reapropiación momentánea de la ciudad. La
cultura del desvío. En Guigou, L.N.; Álvarez Pedrosián, E. Espacios etnográficos y
comunicación urbana. UCEP-Udelar, Montevideo.
Nash, June 2008 “Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros” Ed.
Antropofagia, Buenos Aires.
Oxman, Ramón 1987 La Colonia 19 de Abril. Una experiencia de colonización agraria
judía en el Uruguay. En Cuadernos Uruguayos. Ediciones del Nuevo Mundo,
Montevideo.
Paredes, Mariana; Oberti, Patricia 2015 Eventos sociohistóricos en la vida de os
uruguayos. Una perspectiva generacional. En Revista de Ciencias Sociales, DS-FCS,
vol. 28, n° 36, enero-junio 2015: 145-168.
Pelegrino, Adela et al 2008 “De una transición a otra: la dinámica demográfica del
Uruguay en el siglo XX” En Nahúm, Benjamín (dir.) 2008 El Uruguay del siglo XX.
Tomo III: La sociedad. Ed. Banda Oriental, Montevideo
Perahia, Raquel 2007 Las ciudades y su espacio público. IX Coloquio Internacional de
Geocrítica – Los problemas del mundo actual, soluciones y alternativas desde la
geografía y las ciencias sociales. Universidade Federal do Rio Grande do Sul -Porto
Alegre
Perusso, Juan Carlos 1994 La culpa de todo la tienen los ciclistas y los judíos. Trabajo
para Periodismo Interpretativo, Prof. Fernando Beramendi, Liccom. Agosto 1994 no
publicado. Montevideo.

29
Pintos, Graciela 2008 Territorio y políticas sociales en Montevideo. La gestión de lo
social interpretada por la complejidad y la diversidad de actores. En Prisma 22, mayo
2008, Montevideo.
.
Radakovich, Rosario 2010 “Fronteras simbólicas de la desigualdad en Montevideo:
consumo cultural en una ciudad fragmentada” En Serna, Miguel (Coord.) Pobreza y
(des)igualdad en Uruguay: una relación en debate. CLACSO, Montevideo.
Porzecanski, Teresa 1998 El universo cultural del Idisch. 1890-1950. Inmigrantes judías
de Europa Oriental en el Uruguay. Kehila – Comunidad Israelita del Uruguay,
Montevideo
------ 1988 Historias de vida de inmigrantes judíos al Uruguay.
Comunidad Israelita del Uruguay, Montevideo.
Rita, Carla María 2011 Luoghi per ricordare: la memoria dela tragedia a Montevideo.
(67-82). En Anuario de Antropologia Social y Cultural en Uruguay 2010-2011. Ed.
Nordan-Comunidad, Montevideo.
Romero Gorski, Sonnia 2011 Punto de vista antropológico sobre temas de la ciudad. (195-
206). En Anuario de Antropologia Social y Cultural en Uruguay 2010-2011. Ed. Nordan-
Comunidad, Montevideo.
Rossal, Marcelo 2017 Tesis para defender el título de Doctorado en Antropología Tutelar
a los pobres. Entre el paternalismo y la gubernamentalidad del liberalismo avanzado en
la atención y tratamiento a personas que usan pasta base de cocaína en Montevideo.
Recibido por mail de parte del autor 28 de setiembre de 2017.
--- 2013 Dispositivos estatales, moralidades y dones envenenados:
aproximaciones etnográficas a las relaciones de intercambio de pasta base de cocaína.
Tesis de la Maestría en Ciencias Humanas – Opción Antropología de la Cuenca del Plata,
FHCE, UdelaR, Montevideo.
Sassen, Saskia 2003 Los espectros de la globalización. Fondo de Cultura Económica de
Argentina, S.A. Buenos Aires. Título original Globalization and its dscontents 1998 The
New Press.
Tani, Ruben; Nadal Octavio 2011 Entre ciudades y aldeas, el territorio y los autores. Lévi-
Strauss y Malinowski. (83-94). En Anuario de Antropologia Social y Cultural en Uruguay
2010-2011. Ed. Nordan-Comunidad, Montevideo.
Veiga, Danilo 2008 “Sociedad urbana y territorio en el Uruguay” En Nahúm, Benjamín
(dir.) 2008 El Uruguay del siglo XX. Tomo III: La sociedad. Ed. Banda Oriental,
Montevideo.
S/d autor “Distorsión” en la oferta inmobiliaria de Montevideo. El País 3 de octubre de
2017 bajado de internet 09:13.
----

30
ÍNDICE

Resumen 1
Abstract 1
Hipótesis 2
Historia de algunos barrios 2
Algunas corrientes de inmigración 6
Circunstancias que afectan la vida urbana 10
Urbs vs. Civitas 14
Cotidianeidad urbana 20
Conclusiones 26
Bibliografía 27

--------

31

You might also like