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Resumen de lectura #2.

Ahorrar o invertir

Para entender mejor el tema, hay que dejar claro el significado de ahorrar, que es guardar
parte de los ingresos para alcanzar metas financieras y poder reaccionar en momentos de
crisis. Por lo general, cuando hablamos de la palabra ahorrar, involucramos el control de los
gastos y tiempo a corto plazo para realizar inversiones. En cambio invertir, hace referencia
a tomar algo del dinero de nuestro capital con el objetivo de hacerlo crecer, comprando
“cosas” que podrían aumentar el valor, como las acciones, bienes, o acciones en un fondo.

Sin embargo existen muchos factores que nos impiden diferenciar las ventajas entre ahorrar
e invertir. Digamos, por ejemplo, que necesitas tener acceso a tu dinero en todo momento
(llamamos a eso liquidez) para hacer frente a imprevistos. En ese caso, una opción
conveniente para ti sería un instrumento de ahorro, pues ante alguna emergencia podrías
disponer inmediatamente de tus recursos. Dicho esto, las personas tienden a pensar que al
guardar su dinero en una alcancía, debajo del colchón, haciendo un préstamo familiar o
jugando una “tanda”, se evitan riesgos de la pérdida de su dinero en vez de ir y tenerlo seguro
en un banco, esto realmente es falso, ya que al momento de tener un bien o conservar nuestro
capital (dinero) de manera física, existen mayores riesgos de una pérdida parcial o absoluta
de ese bien poseemos, bien puede ser que alguien se lo lleve, o que se pierda en una catástrofe
natural.
La ventaja de depositar tus ahorros en un banco, es que este dinero queda protegido por el
Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB), cuya función específica es
garantizar los depósitos de los pequeños y grandes ahorradores. Al momento que se deposita
el dinero en el banco en una cuenta de ahorro. Lamentablemente, los intereses que el banco
te otorga por guardar tu dinero están por debajo de la inflación, (es el aumento general de los
precios), por lo tanto conforme vaya pasando el tiempo, tus ahorros te alcanzarán para
comprar menos cosas (tu dinero se devalúa). En cambio desde el aspecto de la inversión, se
encuentran las ventajas y las desventajas. Una de las ventajas de invertir, es que tu dinero
puede generar hasta el doble de ganancias que obtendrías comparada con una cuenta de
ahorros. De este modo se evita que se pierda poder adquisitivo. Es recomendable que nunca
inviertas la totalidad de tu patrimonio, se puede presentar la desventaja que sería un riesgo
implícito: ya que en lugar de generar ganancias, ese dinero puede disminuir.

Todo esto se puede definir por etapas, una vez que se ha ahorrado una cantidad específica,
se puede decir que el paso que sigue es generar ganancias con ese dinero; en ese momento se
está hablando de una inversión a corto, mediano o inclusive a largo plazo.

La relación entre ahorro e inversión comienza cuando debes elegir entre


varias opciones para guardar tu dinero.
Empezar por el principio
Una recomendación para empezar a ahorrar es hacer un presupuesto: un ejercicio útil es
registrar por escrito todos tus ingresos y tus gastos a lo largo de un mes. Eso te permitirá
identificar cuáles gastos puedes reducir o eliminar. Una recomendación es que ahorres al
menos el 10% de tus ingresos, de forma que al llegar a cierta cantidad puedas invertirla.
Una forma sencilla de empezar a ahorrar es abrir una cuenta de ahorro en un banco. Este tipo
de cuenta te permite depositar o retirar dinero en las sucursales de la institución financiera,
en los cajeros automáticos o incluso en algunos negocios que actúan como corresponsales
(supermercados, farmacias, oficinas de telégrafos). La ventaja es que puedes retirar tu dinero
en cualquier momento, pero la tasa de interés probablemente no será muy alta.

Otro instrumento muy generalizado es la cuenta de cheques: ésta también te permite acceder
a tu dinero cuando lo necesites. Además, puedes usar cheques o tarjetas de débito en lugar
de efectivo para pagar en comercios, y los fondos se deducen automáticamente de tu cuenta.
Considera que muchas cuentas de cheques requieren que tengas en tu cuenta una cantidad
mínima para mantener la tasa de interés, y si no lo haces tendrás que pagar una comisión.

Entre más tiempo tengas para conseguir tus metas, menos esfuerzo te
costará alcanzarlas.

Trazar el camino
No basta que visualices tus objetivos: también es necesario que definas el camino por el que
quieres llegar hasta ellos y cuánto tiempo tienes para hacerlo. De acuerdo, es muy probable
que necesites asesoría en este punto: no te será difícil conseguirla siempre y cuando estés
consciente de cuáles son tus metas a corto, mediano y largo plazo, pues en función de ellas
deberás definir el tipo de inversión que debes contratar. También te sugerimos que tomes en
cuenta si tus metas financieras responden a necesidades o a deseos. Por ejemplo: no es lo
mismo invertir para pagar la universidad de un hijo que acaba de nacer, que invertir para
comprar un mejor coche el año entrante.
Además el tiempo es un factor importante porque las inversiones tienen periodos de
rendimiento y de pérdidas en ciclos que pueden durar incluso años, de allí que la
trascendencia de identificar tus metas a corto, largo y mediano plazo.
Para ello, es necesario conocer algunos conceptos importantes que ayudarán a enfatizar lo
anterior:
Monto: es la cantidad que estás dispuesto a invertir. Es importante que tengas muy claro este
punto, porque de esto depende que tengas acceso o no a algunas opciones de inversión.
Riesgo: es la probabilidad que tiene un producto de inversión de sufrir variaciones
importantes en su valor. Dicho de otro modo, es la posibilidad que tienes de perder dinero.
Hasta en las inversiones más cautelosas hay riesgo. Por ejemplo: en los pagarés, en los que
conoces de antemano cuánto vas a ganar, el riesgo es que obtengas un rendimiento real
negativo, es decir, que el crecimiento de tu dinero esté por debajo de la inflación.
Rendimiento: es el dinero que ganas al invertir. Entre mayor sea el riesgo, es posible
conseguir mayores rendimientos.
Horizonte de inversión: es el período durante el cual tu dinero estará invertido. En términos
generales, entre mayor es el plazo, mayor será la ganancia. Llamamos corto plazo a los lapsos
menores de seis meses, mediano plazo a las que contemplan lapsos de hasta cinco años y
largo plazo a las inversiones que consideran lapsos mayores a cinco años.
Cetes: son pagarés que emite el gobierno. Digamos que cuando adquieres un Cete le estás
prestando dinero al gobierno para que pueda pagar sus compromisos, y a cambio te llevas
una ganancia o interés. Generalmente los cetes se colocan a plazos de 28 y 91 días, aunque
hay de plazos mayores: seis meses y un año. Estos títulos no devengan intereses, sin embargo,
la tasa de interés está implícita en la relación que existe entre su precio de compra, el valor
nominal del título y su plazo a vencimiento.
Sociedades de inversión: antes, para poder invertir en el mercado de valores de forma directa
se necesitaban grandes cantidades de dinero y además conocimientos. Hoy en día las
sociedades de inversión permiten que esta opción esté al alcance de todos. Estas sociedades
reúnen el dinero de varias personas para comprar distintos tipos de instrumentos y así
conforman lo que se conoce como portafolios de inversión.
Depósitos a plazo: mediante un contrato bancario, ingresas determinada cantidad de dinero
a un banco a cambio de un interés, y te comprometes a mantener los fondos depositados
durante un plazo determinado. Este tipo de depósito no cuenta con liquidez, pero el interés
que devenga es más alto que el que obtendría tu dinero en una cuenta de ahorro e incluso en
un pagaré. Su rendimiento se encuentra cercano al de los cetes, pero al igual que estos últimos
se sitúa por debajo de la inflación.
Aportaciones voluntarias a tu cuenta de ahorro para el retiro: a pesar de que no es una
opción muy generalizada, ahorrar en tu afore puede darte mejores rendimientos que canalizar
tu dinero a un fondo de inversión. La tasa de rendimiento promedio de las Siefores Básicas
1 (en la que se invierten los ahorros de las personas cercanas al retiro, es decir, de 56 años
o más) fue de 7.62% en los últimos 3 años (al cierre de marzo) y el de las Siefores Básicas
2 (para jóvenes de 26 años o menores) fue de 6.97%, ambas muy por arriba de las opciones
de inversión y ahorro que analizamos. No obstante sólo una de cada diez personas con cuenta
de ahorro para el retiro realiza aportaciones voluntarias a la misma.

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