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Esta torreonense llamó la atención de la comunidad científica por sus

trabajos con las capacidades regenerativas del grafeno, y la convocaron

para un seminario al final de año en Estocolmo, Suecia


SALTILLO
Jueves, Marzo 8, 2018 - 00:09
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DIA DE LA MUJER
S AL T I L L O

Fotos: Francisco Rodríguez


Diana Quiroz Casillas ha dormido tres horas y no recuerda la última vez que comió.
Pero cuando platica, habla con la fluidez y alegría de quien se dispone a ir a una fiesta.
Tiene 22 años, recién terminó sus estudios de Ingeniería en Mecatrónica en el
Instituto Tecnológico de La Laguna (ITL) y en diciembre asistirá al Stockholm
International Youth Science Seminar, durante la semana de los Premios Nobel
en Suecia.

Con el apoyo de su hermana Raquel y asesorada por su madre, la ingeniero


química Sandra Casillas, Diana ganó el Expo Ciencias 2017 en La Paz, Baja
California, donde presentó su proyecto: “Aplicaciones regenerativas del
grafeno”.

En la Expo, las hermanas Quiroz expusieron cómo el grafeno regenera heridas en la piel,
quemaduras, cortadas o inclusive manchas. Sin embargo, el grafeno puede ir más allá.

“Es una forma de carbono, acomodada en otra manera”, menciona Diana


Quiroz sobre esta sustancia. Explica que el carbono existe en distintas formas como el
grafito de los lápices, el carbón para las carnes asadas o como el diamante, pero en todas
tiene distinta estructuras moleculares.

“El grafeno es una sola capa bidimensional de hexágonos, como si fuera una red o un
panal. Sirve para muchas cosas: es 300 veces más fuerte que el acero, conduce la
electricidad 20 veces más que el oro o la plata, puede aguantar las radiaciones, no deja
pasar nada excepto el agua; es muy flexible, es nanométrico, y por eso necesitas una
mínima cantidad para lo que sea”, ahonda Diana.
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Además, el grafeno también puede ser utilizado para combatir muchas enfermedades y
por eso, a su lugar de trabajo, el laboratorio Alquimex, llegan personas pidiendo grafeno
para tratar o quizá tener la esperanza de curar una enfermedad.

HISTORIA LIGADA A LA CIENCIA

La relación de Diana con la ciencia y la investigación se empezó a escribir desde la


preparatoria, cuando entró a un concurso de prototipos. Fue entonces cuando,
asesorada por su mamá, entonces maestra de la Universidad Iberoamericana
Torreón, ganó el concurso y una acreditación para la Expo Ciencias Nacional.

La Expo Ciencias es un programa de la RED Nacional de Actividades Juveniles en


Ciencia y Tecnología, reconocido por el Movimiento Internacional para el
RECREO Científico y Técnico (MILSET). Además, la Expo Ciencias es el evento
nacional selectivo de las delegaciones mexicanas que participan en eventos
internacionales a nivel mundial. De aquí sacó su boleto para el Seminario del Premio
Nobel.

A partir de entonces empezó a hacer equipo con su hermana Raquel, hoy estudiante
deIngeniería Química en el ITL. Recuerda que en la prepa fueron al nacional y “nos
apalearon”, comenta entre risas. “Gané una extraña máquina para hacer nieve
de garrafa”, recuerda.

En 2013 ganaron y acudieron al London International Youth Science Forum a


una estancia de dos semanas en el Imperial College de Londres. En aquel entonces
desarrollaron un aditivo fotovoltaico para pintura y barniz.

De las universidades salen las ideas”


DIANA QUIROZ CASILLAS, INVESTIGADORA
“Es una fórmula que agregas a cualquier pintura y reduce energía eléctrica,
pintas tu casa y produce energía, en lugar de los paneles caros y pesados”,
explica Diana.

Entonces los proyectos fueron como una obsesión. Siguió un “sistema de bloqueo de
automóvil” donde usaron un polímero sensor de alcohol. Los polímeros son
macromoléculas formadas por la unión mediante enlaces covalentes de una o más
unidades.

“Hicimos como plástico que quedó como la funda del volante del
coche. Entonces te subías borracho y se medía el nivel de alcohol, en las manos cuando
lo tocabas y cuando exhalabas, y si se sobrepasaba de la norma mexicana no te dejaba
prender el coche. Además mandaba un mensaje GPS con tu localización a un número
previo para avisar dónde estabas”, explica la investigadora.

Con dicho proyecto ganaron el nacional y viajaron a Portugal. Y los proyectos siguieron.

EL INICIO CON GRAFENO

En el Instituto Tecnológico de la Laguna Diana y varios compañeros comenzaron a


trabajar con el grafeno. En una ocasión metieron el material en una tela para filtro de
agua. Cualquier tela delgada por la que le filtraran agua de la más turbia, del otro lado
salía limpia, transparente. Era un filtro nanométrico de grafeno.

Diana, sus colegas y compañeros conocían poco el grafeno, tanto que ilusamente
pidieron 20 gramos (unas cuatro cucharadas) al laboratorio de química CIQA en
Saltillo. Se los negaron. Descubrieron que un solo gramo llega a costar 150
dólares.
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Diana Quiroz refiere que el grafeno fue descubierto teórica y oficialmente en
2004 por un investigador del MIT, y después dos rusos descubrieron un método para
sintetizarlo, pues originalmente sólo existía en la naturaleza.

Sin embargo, durante un foro de emprendimiento en situaciones de desastre o


emprendimiento social en Estados Unidos, encontraron que el grafeno lo había
teorizado una doctora desde 1970.

Diana cuenta que hace unos años se descubrió que el grafeno no es solo una red
hexagonal, sino que si uno de esos átomos estaba mal, se tomaba uno del ambiente y se
empezaba a regenerar. “Lo usaban para que las pantallas de los celulares se
repararan solas”, expone Quiroz.

Una universidad de República Checa lo empezó a usar para cuestiones


farmacológicas. No se usa tanto porque es caro, pero realizan biopolímeros que aplican
sobre el hueso en caso de alguna fractura y que ofrezcan soporte y tejido para regenerar
el hueso. “El año pasado se descubrió que empieza a regenerar neuronas”,
comenta Diana.

LOS USOS SOLO LOS LIMITA LA IMAGINACIÓN

En Inglaterra hay un Consejo de Grafeno, en Europa hay una venta más libre,
mientras que en México no hay regulaciones en cuanto a grafeno, por lo que todo
material nuevo se trata como grafito exfoliado o como nanopartículas, donde sí hay
regulaciones.

La investigadora menciona que ya hay refrigeradores que en los estantes de plástico


llevan nanopartículas de oro y plata para que no se formen hongos e infecciones y la
comida dure más.

Google por ejemplo, anunció hace unos años el desarrollo de nanopartículas para
el diagnóstico precoz del cáncer, ataques de corazón y otras
dolencias. General Electric trabaja en el desarrollo de baterías de grafeno para mayor
duración. Ya hay suplementos alimenticios con nanopartículas de oro o plata que se
venden en Taiwán; hay cremas para aplicar en la mama con el fin de prevenir el cáncer,
pomadas con nanopartículas de plata para prevenir infecciones.

En Inglaterra, dice Diana que un neurocirujano está haciendo operaciones sobre cerebro
para regeneración de neuronas. En el MIT, un doctor está haciendo lo mismo que
en Alquimex, pero con los soldados de la Armada.

Diana y su familia, y de la mano de su socio inversionista, Ernesto Valenciana Martínez,


crearon entonces la compañía Alquimex en 2016, un laboratorio de nanotecnología que
se enfoca en crear una tecnología para múltiples aplicaciones. Empezaron al crear una
crema para tratar cuestiones dérmicas. En el laboratorio de la universidad realizaron
pruebas las entre ellos mismos, inclusive si tenían una herida monitoreaban el avance.

“Descubrimos (los beneficios) después de que inventamos una nueva forma de hacer el
grafeno”, comenta Diana.

Pese que últimamente la atención se ha centrado en los beneficios médicos del grafeno,
los cuales dice Diana ya hay antecedentes, la investigación de Alquimex va desde el
proceso para hacer grafeno. “Mi empresa tiene la patente”, dice Diana. No es la patente
de un elemento, cosa que no se puede hacer, sino la patente del proceso para hacerlo, los
pasos que seguiste, la caracterización de los materiales, la formulación de los
biopolímeros, los estudios farmacológicos, los ajustes de la fórmula a las cantidades
necesarias. “Es el mínimo de grafeno para que sea costeable pero el máximo para que
surta un efecto. Fue una investigación de dos años”, comenta Diana.

Cada dos meses envían a la UNAM el grafeno para su caracterización, se verifica y


certifica que es grafeno y que tienen cierto tamaño de partícula y pureza.

-¿Cuál es la innovación? –pregunto a Diana.


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-Hacerlo en México y con nuestros productos. Investigar patologías que se pueden tratar
regenerando cierto tejido.

Actualmente en Alquimex venden el grafeno en su forma normal, que es un polvo


negro, las nanopartículas de metales que se utilizan para cosas médicas, de tecnologías,
pantallas táctiles, recubrimientos, pinturas antigrafiti.

Sin embargo, para la mayoría de la gente que se ha enterado del descubrimiento de


Alquimex, acuden al laboratorio, ubicado en el Centro de Torreón, para que los ayuden
en alguna enfermedad, desde heridas hasta cáncer.

Diana dice que no puede hablar sobre los resultados y los beneficios por el proceso de
patente y por protección. Simplemente refiere que muchas enfermedades se quitan
regenerando los órganos, regenerando el tejido.

“Vamos a salir en revistas científicas para que se pueda tomar como base. La ciencia es
para todos. Que alguien alguna vez diga aquí hicieron esto y lo voy a hacer o mejorar”,
comenta.
Quiroz apunta que Alquimex están en un punto medio donde se pueden
tratar varias patologías, pero por cuestiones legales, explica, prefiere no
abundar. Subraya que les gusta ofrecer una solución a la gente.

Actualmente lo están comercializando como suplemento y venden presentaciones de 10


mililitros. “Dependiendo del tejido que se quiera regenerar, lo polarizamos”, dice. Cada
caso se evalúa y se trata, aclara.

La empresa busca expandirse pues la demanda ha crecido. Asegura que se tiene


controlado desde el ámbito de la investigación. “Ha llevado muchos años para que
se tome con la seriedad”, pide.

Recalca que se tienen permisos de suplementos y permisos para vender la


nanotecnología por separado, es decir, la materia prima para que se utilicen en otros
productos.

‘ME VOY A TENER QUE COMPRAR UN VESTIDO’

Diana Quiroz será la única joven latinoamericana en el seminario para jóvenes


del Premio Nobel. Allí presentará su investigación y, agrega, dejará en alto a México
con las buenas ideas.

Refiere que las investigaciones que se presentarán en el Seminario del Premio


Nobel son avaladas por la fundación Nobel, por grandes laboratorios y una
universidad.

“Se siente emoción, voy a tener que comprarme vestido porque todo es de gala.
Tengo emoción de conocer a otros participantes, a la gente de las empresas”, dice Diana.

Sobre el boom que ha tenido la divulgación de su investigación, apunta que han


recibido mensajes de muchas partes del mundo, a los que, añade, no quiere
dejar sin respuesta y por eso últimamente se ha dormido a las 2, 3 de la mañana.
“Dimensionamos y da miedo”, platica. Reconoce que no estaban preparados y que
quisieran atender a todos.

REZAGO NACIONAL

La investigadora considera que existe mucho rezago en México en temas de apoyo a la


ciencia.

En Estados Unidos cuando las empresas necesitan algo, una solución o un


problema, acuden a las universidades y estas buscan a los chicos. Es parte
curricular hacer una investigación.

En México en cambio, cuenta, las universidades no reciben apoyos sobre


todo cuando necesitan salir a justas internacionales.

“Hay obstáculos desde que los universidades no te dejan ni siquiera usas los
laboratorios. Te dicen que está cerrado, que el encargado no está. Te niegan material por
inventario, tienes que pedir permiso a muchas personas, hay mucha burocracia, mucha
envidia también. Los mismos profesores se enojan y te ponen trabas”, comenta Diana.

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