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La fractura
La fractura
Pasado y presente de la búsqueda
de equidad social en América Latina
© bid, intal
Esmeralda 130, piso 16, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
forintal@iadb.org / www.iadb.org/intal
ISBN: 978-987-719-120-2
Introducción / 13
I.
Ciclos y tendencias de la desigualdad a largo plazo
y su reciente disminución en América Latina
Luis Bértola y Jeffrey Williamson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Primera parte
Tendencias a largo plazo / 37
VIII.
La desigualdad racial en Brasil desde la independencia
hasta el presente
Justin R. Bucciferro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265
IX. La expansión del gasto público y la educación masiva
en Bolivia: ¿representó la Revolución de 1952 un cambio
permanente?
José Alejandro Peres-Cajías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301
X. La cara persistente de la desigualdad de género
en América Latina
María Magdalena Camou y Silvana Maubrigades . . . . . . . . 337
XI. Redistribución fiscal en América Latina desde el siglo xix
Leticia Arroyo Abad y Peter H. Lindert . . . . . . . . . . . . . . . . 369
Segunda parte
La reciente disminución de la desigualdad / 433
Biografías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 631
bién analizando en detalle cuál puede ser el impacto de las nuevas tec-
nologías sobre el empleo. Continuamos en dicha línea en el número
40, dedicado a explorar la relación entre China y América Latina, in-
cluyendo un estudio especial elaborado por expertos del mit Lab, que
se refiere a esta temática comparativa entre nuestro continente y los
países asiáticos.
El bid, desde su gerencia social, viene desarrollando una prolífica
actividad en la materia, con importantes lecciones aprendidas deriva-
das de estudios e intervenciones que se han llevado a cabo en las áreas
de mercados de trabajo, género y diversidad, educación y salud, con la
finalidad de analizar y por lo tanto reducir la inequidad y sus manifes-
taciones a lo largo del ciclo de vida.
En este sentido, la región enfrenta dos grandes retos para hacer
frente a la desigualdad: por un lado, garantizar que las distorsiones
macroeconómicas no se traduzcan necesariamente en un aumento de
desigualdad y pobreza; por el otro, que el diseño de las políticas socia-
les ayuden a incrementar la productividad y acelerar el crecimiento a
medio plazo. A pesar de implementar políticas públicas bien intencio-
nadas, si estas no están alineadas con la necesidad de aumentar la pro-
ductividad en América Latina y el Caribe, no conducirán a un camino
de bienestar social.
Este libro que ahora publicamos constituye una continuidad y al
mismo tiempo reafirma nuestro compromiso con la tarea. El desafío
es gigantesco. En América Latina y el Caribe hay 175 millones de per-
sonas que viven en condiciones de pobreza, 122 millones de trabajado-
res informales sin acceso a la seguridad social, y persisten diferencias
abismales en materia de oportunidades de acceso a servicios de salud,
vivienda y educación.
El gasto social tiene que ser una respuesta clave para el desafiante
escenario de bajo crecimiento prolongado mediante la promoción de
mercados de trabajo que funcionen mejor, fomentando la acumula-
ción de capital humano y, en última instancia, cerrando las brechas de
inequidad.
Tras una década donde se multiplicó la clase media y proliferaron
los programas asistenciales, las demandas sociales son cada vez mayo-
res y exigen más de las políticas públicas. Pero la desaceleración de
varias economías de la región y el estancamiento del comercio en los
últimos años creó dificultades adicionales al proceso de inclusión.
Luis Bértola*
Jeffrey Williamson**
15
ficientes agregados de Gini: durante las décadas centrales del siglo xix,
las áreas rurales de Buenos Aires experimentaron una disminución de
la desigualdad debido al enorme aumento en la participación laboral,
mientras aumentaba la concentración de tierras y la relación renta-sa-
lario. En resumen, un bajo coeficiente de Gini puede esconder una so-
ciedad altamente polarizada.
Gran parte del debate acerca de la historia de la desigualdad en
América Latina ahora se ha concentrado en el siglo xx. La nueva cues-
tión planteada recientemente por Williamson (2015) es si América La-
tina no logró unirse a la empinada fase descendente de desigualdad
que experimentó el mundo desarrollado desde la Primera Guerra
Mundial hasta la década de 1970. Nuestro conocimiento acerca de las
tendencias de desigualdad de América Latina sobre este período sigue
siendo limitado. Sabemos mucho más acerca de la creciente desigual-
dad entre las décadas de 1960 y 1990. Para el período que finaliza en la
década de 1960, el problema es que no podemos generalizar a partir de
lo que sabemos acerca de unos pocos países.
Bértola y Ocampo (2012: cap. 1) identificaron tres sociedades lati-
noamericanas, todas con diferentes tendencias de desigualdad. Du-
rante el siglo xx, las sociedades indoamericana y afroamericana pare-
cían converger hacia mercados laborales que se comportaban como el
modelo de oferta ilimitada de mano de obra de Lewis. En estas regio-
nes, el crecimiento dirigido por el Estado y la industrialización pue-
den haber creado nuevas formas de desigualdad: un sector industrial
muy concentrado pudo crear muchos trabajos para trabajadores rela-
tivamente calificados y bien organizados, mientras que un alto por-
centaje de la fuerza de trabajo permaneció marginada realizando tra-
bajos de baja productividad. Las sociedades euroamericanas en el
Cono Sur experimentaron un patrón de crecimiento diferente. En
Uruguay, a la creciente desigualdad de la belle époque le siguió un li-
gero descenso hasta la década de 1930. Más adelante, hasta la década
de 1960, la desigualdad disminuyó de manera significativa a pesar del
auge de las relaciones de intercambio. Contrariamente a lo ocurrido
en auges previos (y contrariamente a la lógica de la caída anterior en
la década de 1930), el entorno institucional y político produjo una re-
ducción importante de la desigualdad: consejos de salarios, proteccio-
nismo industrial, políticas de bienestar y múltiples tipos de cambio
fueron herramientas que favorecieron la tendencia igualitaria de tal
En el capítulo ii, Pablo Astorga presenta nuevos datos que miden la dis-
tribución funcional del ingreso, sobre la base de cuatro grupos según
sus ingresos (tres grupos de trabajadores asalariados y un grupo de ca-
pitalistas) para seis países de América Latina (Argentina, Brasil, Chile,
Colombia, México y Venezuela) durante el período 1900-2011. La pri-
mera conclusión que se extrae a partir de esta nueva evidencia es que
no hay ningún patrón común entre todos los países. Es cierto que la
nueva evidencia de Astorga documenta que en todos estos países hubo
una mayor desigualdad durante las últimas décadas del siglo xx, un
resultado coherente con otras pruebas. Sin embargo, antes de 1960 las
tendencias seculares de la desigualdad varían. Argentina, al igual que
Uruguay (Bértola, 2005), experimentó el aumento de la desigualdad en
das del siglo xx con el clímax del crecimiento impulsado por las expor-
taciones. La Gran Depresión perjudicó principalmente los ingresos de
las élites, mientras que la desigualdad disminuyó después de la Se-
gunda Guerra Mundial al igual que en Uruguay. Tal como sucedió en
Argentina y Uruguay, la desigualdad creció de manera significativa du-
rante la dictadura militar. Después de más de dos décadas de democra-
cia y de gobiernos de centro-izquierda que siguieron a las dictaduras,
la desigualdad ha cambiado poco.
Actualmente Chile muestra niveles muy altos de desigualdad que
se encuentran entre los más elevados del mundo. Este hecho requiere
una explicación. Rodríguez Weber sostiene que las élites han sido ca-
paces de moldear las instituciones económicas y políticas a su favor.
Este poder tiene sus raíces en la alta concentración de riqueza y la es-
tructura oligopólica del mercado que no solo fomenta la gran desigual-
dad, sino que también socava las instituciones democráticas. El poder
de la élite tiene hondas raíces históricas. Desde el siglo xix, los intere-
ses de los terratenientes en el Valle Central han podido controlar a una
débil población campesina que vivía en las haciendas.
El caso mexicano se analiza en los capítulos iv y v utilizando prue-
bas completamente diferentes. Moramay López-Alonso y Roberto Vé-
lez-Grajales aprovechan los datos sobre la estatura de la población
para medir las mejoras y la desigualdad en el bienestar. Por medio del
uso de dos fuentes diferentes (pasaportes y el ejército), observan una
desigualdad social creciente hasta la década de 1930. Las diferencias
entre las regiones eran menos importantes que la desigualdad dentro
de ellas. Desde la década de 1930 la población pobre se benefició con
las campañas de salud pública nacionales, como también por un
(leve) incremento del estado de bienestar y así se redujo la desigual-
dad; antes de ello, la mayoría de la población estaba excluida de los
servicios de salud y no tenía ninguna oportunidad de progresar. Me-
diante el uso de los datos para el período comprendido desde la dé-
cada de 1950 hacia adelante, los autores llegaron a la conclusión de
que la desigualdad es mayor entre las mujeres y que existe una clara
desviación a la baja en la población agraria. En resumen, parece que
la desigualdad en las condiciones de vida se redujo principalmente
durante las décadas centrales del siglo xx. Luego continuó descen-
diendo a un ritmo más lento, pero se mantuvo elevada. En el capítulo
v, Raymundo Campos-Vázquez, Cristóbal Domínguez Flores y Gra-
bajo. Si se supone que una vez que se reduce la desigualdad por moti-
vos étnicos mediante el cambio cultural y el empoderamiento político,
debería resultar muy difícil retroceder hasta los niveles anteriores, de
este modo, la disminución de desigualdad étnica debería ser duradera.
En el capítulo ix, José Alejandro Peres-Cajías se pregunta si la Re-
volución Boliviana de 1952 trajo aparejado un cambio institucional sig-
nificativo en la entrega de la educación. Sus hallazgos se basan en la
construcción de nuevas e impactantes pruebas. Después de la revolu-
ción y hasta la década de 1980, la recaudación de impuestos se man-
tuvo entre las más bajas de América Latina. No obstante, el gasto en
educación como participación del producto interno bruto (pib) mues-
tra una clara convergencia con Chile y Uruguay, dos de los países más
desarrollados de América Latina. Sin embargo, la calidad y distribu-
ción de la educación boliviana no se modificó de manera relevante: el
gasto público en educación fue bajo y los resultados de la educación se
encontraron a menudo entre los peores de la región. Obviamente, la
explicación principal para esto era que el pib per cápita se mantuvo de-
masiado bajo en Bolivia. La pregunta que aún no se ha respondido es si
un mayor esfuerzo en el sistema educativo podría haber mejorado los
resultados del crecimiento en las décadas posteriores a la revolución.
En el capítulo x, María Camou y Silvana Maubrigades exploran la
desigualdad de género en cinco países de América Latina (Argentina,
Brasil, Chile, México y Uruguay). Encuentran una estrecha correla-
ción entre la desigualdad total de ingresos y la diferencia de ingresos
entre hombres y mujeres. Los países con una menor diferencia de sala-
rios según el género fueron los más exitosos en la incorporación de
mayor cantidad de mujeres al mercado laboral en las primeras déca-
das del siglo xx, junto con un logro educativo más alto. Los países con
mayor diferencia de género son aquellos en los que las mujeres fueron
incorporadas al mercado laboral más lentamente y también estos paí-
ses tuvieron una mayor participación de trabajadores indígenas y ne-
gros con quienes primero compiten las mujeres. La brecha de género
en los salarios también aumentó en el período, un resultado coherente
con el relativo crecimiento de la oferta. A pesar de su creciente nivel de
educación, las mujeres todavía están subrepresentadas en las profesio-
nes que reciben elevados salarios.
En el capítulo xi, Leticia Arroyo Abad y Peter Lindert presentan
la historia multipaís sobre la manera en la cual los gastos e impues-
Referencias bibliográficas
Ahmed, Faisal Z., Laura Alfaro y Noel Maurer, “Lawsuits and Empire:
On the Enforcement of Sovereign Debt in Latin America”, en Law
and Contemporary Problems, vol. 73, núm. 4/5, 2010, pp. 39-46.
Alconada Mon, Hugo y Francisco Olivera, “Chevron condicionó el
acuerdo con ypf a la reforma de leyes clave” y “Nueva York y Pa-
rís, las sedes para controversias”, en La Nación, 10 de noviembre
de 2014.
Alfaro, Laura, Noel Maurer y Faisal Z. Ahmed, “Gunboats and Vultu-
res: Market Reaction to the Enforcement of Sovereign Debt”, en
ucla Working Papers, 2010.
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entraron al canje”, en Clarín, 22 de junio de 2014.
Bértola, Luis, “A 50 años de la curva de Kuznets: crecimiento econó-
mico y distribución del ingreso en Uruguay y otras economías de
nuevo asentamiento desde 1870”, en Investigaciones en Historia
Económica, vol. 1, núm. 3, 2005.
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gence”, en José Antonio Ocampo y Jaime Ros (eds.), The Oxford
Handbook of Latin American Economics, Oxford, Oxford Univer-
sity Press, 2011, pp. 26-49.
Bértola, Luis y José Antonio Ocampo, The Economic Development of
Latin America since Independence, Oxford, Oxford University Press,
2012.
Bértola, Luis et al., “Between the Colonial Heritage and the First Glo-
balization Boom: On Income Inequality in the Southern Cone”, en
Revista de Historia Económica, año 28, núm. 2, 2010a.
—, “Latin American Inequality in the Long Run”, en Revista de Histo-
ria Económica, año 28, núm. 2, 2010b.
1. Introducción
Eduardo M. Cuesta, David Doyle, Valpy FitzGerald, Ewout Frankema, Matthias vom
Hau, Peter Lindert, Javier Rodríguez Weber, Carmen A. Romero, Xavier Tafunell, Héctor
Valecillos, Henry Willebald; y a los participantes en las conferencias que tuvieron lugar
en Madrid (XI Congreso Internacional de la Asociación Española de Historia Económica
[aehe], septiembre) y en Oxford (taller en honor del profesor Valpy FitzGerald, noviem-
bre). Mi agradecimiento especial a Jeffrey Williamson por sus valiosas ideas y su aliento.
* Instituto Barcelona de Estudios Internacionales (ibei).
2 La desigualdad de ingresos en América Latina desde 1980 aproximadamente ha
sido estudiada ampliamente. Algunas de las contribuciones clave son las de Morley
(2000); López y Perry (2008); López-Calva y Lustig (2010); Székely y Sámano (2012);
Gasparini, Cruces y Tornarolli (2011); Birdsall, Lustig y McLeod (2011). Urrutia (1975)
analiza estudios de desigualdad y datos en Colombia, México y Venezuela que cubren las
décadas de mediados del siglo.
39
3 Sin embargo, Arroyo y Astorga (2017) presentan evidencias para Argentina, Chile,
4 A nivel país, hay series de desigualdad a largo plazo para Uruguay (Bértola, 2005) y
Chile (Rodríguez Weber, 2014). Estos dos estudios son aportes muy valiosos para nuestro
trabajo.
5 Bértola et al. (2010) construyeron indicadores del coeficiente de Gini (sobre la base
de datos del censo) para Brasil, Chile y Uruguay. Pero, desafortunadamente para nues-
tros fines, esos indicadores difieren y con un solo coeficiente de Gini en el siglo xx (1920),
de manera que no proporcionan una indicación de tendencias.
2. Metodología6
fuentes y gráficos por país sobre participación en el empleo y ratios de ingresos, véase el
documento de referencia (Astorga, 2015a), en particular los anexos b y c.
7 Nuestro método también se encuentra en el espíritu de las tablas de distribución
(con los tres grupos principales: el inferior, 50%; el intermedio, 40%; y el superior, 10%)
utilizadas por Piketty (2014: parte iii). Aunque una diferencia clave es que, en nuestro
caso, el tamaño de nuestros grupos de ingreso varía con el tiempo.
8 La media de años de escolarización por cada uno de los cuatro grupos hacia 2000
ha sido estimada por la cepal como sigue: 11,4 años para el Grupo 1; 11,2 años para el
Grupo 2; 6,5 años para el Grupo 3, y 3,5 años para el Grupo 4.
9 Un ejemplo de clasificación con mayor demanda de datos es el de Portes y Hoffman
(2003), que trabajan con seis grupos definidos por su control sobre las capacidades y el
capital y su incorporación a la economía moderna.
{ }
4
(2) r1 = s1/n1 = 1– ∑ ni ri /n1
2
10 La evidencia a largo plazo en las economías desarrolladas (Piketty, 2014) muestra
primeros años de la década de 1950 y a fines de la década de 1970 es de alrededor del 25%
(prealc, 1982). Estimamos que el Grupo 3 puede incluir un 10% y el Grupo 4, un 15 por
ciento.
12 Los estimados para las tasas de urbanización hacia 1900 son: Argentina, 38%; Chile,
34%; Brasil, 23%; México, 28,3%; y Venezuela, 11%. La primera observación disponible
para Colombia es de 30,9% en 1938. Nuestros cálculos se basan en datos de los censos.
13 Según la base de datos de Barro y Lee (2011), los años promedio de escolaridad y
el porcentaje de participación de la población sin escolaridad en 1950 eran de: 4,9 años
y 15% en Argentina; 2,1 años y 63% en Brasil; 3,7 años y 21% en Chile; 2,3 años y 40% en
Colombia; 2,2 años y 45% en México; y 1,6 años y 49% en Venezuela.
Todas las cifras son el promedio de tres años salvo aquellas para 1900, de dos años. Los porcentajes de la pea hacia 2000
usan referencias de la cepal (2000), salvo Argentina, que usa datos de la Organización Internacional del Trabajo (oit).
Desigualdad funcional en América Latina
49
11/16/16 3:16 PM
50 Tendencias a largo plazo
14 Aunque el porcentaje de empleo del sector público tendía a ser relativamente pe-
queño en las primeras décadas (por ejemplo: alrededor del 5% en Chile y Venezuela), los
salarios que se les pagaba a los funcionarios de alto rango podían ser perfectamente re-
presentativos de los salarios en el Grupo 1.
1900 1905 1910 1915 1920 1925 1930 1935 1940 1945 1950
Brasil
r1: ingreso medio del Grupo 1 comparado con ingreso total por trabajador.
r1 proxy, calculado usando las siguientes ocupaciones representativas:
Brasil: salario de un gerente de fábrica a un trabajador semicalificado (Lobo, 1978).
Desigualdad funcional en América Latina
Chile 1: ganancias por empleadores comparadas con salarios promedio de Rodríguez Weber (2014).
Chile 2: salarios de oficiales de alto rango comparados con salario medio del sector público de Rojas Ponce (1982).
Colombia: salario promedio “vocero y tesorero” a “portero” en ayuntamientos (López Uribe, 2008).
Venezuela: salario promedio de funcionarios de alto rango a salario medio del gobierno (Carrillo Batalla, 2002 y 2003).
51
11/16/16 3:16 PM
52 Tendencias a largo plazo
3. Desigualdad funcional
Damos por sentado que todos los individuos de un grupo ganan el in-
greso medio de ese grupo, de manera que el componente de desigual-
dad intragrupo es cero.15 En otro lugar (Astorga, 2015a), ofrecemos
algunos estimados de desigualdad de intragrupo para períodos selec-
cionados provenientes de varias fuentes (incluyendo la encuesta de oc-
tubre de la oit) para Argentina (1936-1976); Brasil (1911-1937); Chile
(1938-1971); México (1936-1982), y Venezuela (1940-1982). Esta evi-
Williamson (1998). En Brasil solo presentamos el ratio para la región sureste. Para la desigual-
dad intraindustrial calculamos un índice (1996=1) empleando la información original de
Frankema (2012). Incluimos una observación atípica para Chile en 1984. Los dos índices
se grafican sobre el lado derecho de la escala de los gráficos, mientras que los dos coeficien-
tes de Gini están del lado izquierdo. No incluimos la serie de pseudoíndices de Gini de
Prados de la Escosura (2007) porque son mayormente una combinación de los ratios de
Williamson y de los coeficientes de Gini de hogares que se han incluido en los gráficos.
18 Los investigadores que estudian la estructura de salarios de la región sobre la base de
la evidencia de las décadas de mediados del siglo pasado ya destacaron la tendencia de los
países líderes industrializados para levantar el nivel general de salarios en el resto de la
economía, con las industrias del petróleo o la minería (Chile, Venezuela) como ejemplos
típicos (Berg, 1968: 4). En el caso de Colombia, esta observación es confirmada por Cárde-
nas y Bernal (1999), quienes encontraron que durante el período 1976-1996 la liberaliza-
ción del comercio y el cambio tecnológico complementario de las calificaciones tuvieron
un impacto positivo en las diferencias de ingreso por nivel de calificación en el sector ma-
nufacturero y, también, en la desigualdad.
19 Las fuentes son el Banco Central de la República Argentina (bcra) (1976) en Argentina
milar a la participación laboral estimada por Frankema (2010) para Argentina (1913-2000)
con correlación de 0,69 y México (1913-2000) con correlación de 0,68 y coincide parcial-
mente en el caso de Brasil (1920-2000) con correlación de 0,76 en el subperíodo 1950-1980.
21 Los valores relativamente bajos en las primeras décadas parecen reflejar una subes-
timación de ingresos por trabajador en Brasil, mientras que pueden reflejar una sobrees-
timación de salarios en México y Venezuela.
22 Los porcentajes laborales descendentes también son una tendencia común en paí-
1% del grupo de ingresos superiores para el período 1932-1972 y 2002 mediante el uso de
datos impositivos. Esta participación alcanza un pico a principios de la década de 1940,
luego hay una caída significativa desde 1947 hasta 1952, seguida por una disminución
constante hacia 1972. Este patrón es, en general, coherente con las tendencias de nuestro
ratio superior-inferior para el país.
25 Además, la evidencia sobre la dispersión del salario del intragrupo para los grupos
4. Promedios regionales
26 Para Uruguay usamos a Bértola (2005) para el período 1908-1966 y después usa-
mos los valores de coeficientes de Gini basados en las encuestas de hogares del sitio web
de la cepal para completar la serie hasta 2011. Los promedios durante el período 1911-
1921 no incluyen a México.
100
90
80
LA-7_simple
70
LA-7_ponderado
Cono Sur
60
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
0,3
0.5
0,25
0.4
0,2
0.3
0,15
0.2 0,1
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
120
100 0.2
80
60
0.15
40
20
0 0.1
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
0.7
220
0.6
0.5
170
0.4
120
0.3
0.2
70 coef.var._LA7 (lhs)
2 per. Mov. Avg. (B-trend_LA7) 0.1
2 per. Mov. Avg. (W-trend_LA6)
20 0
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
27 El patrón de dispersión interpaíses (no mostrado) para G1% y Gini_w se asemeja
al coeficiente de Gini_b.
5. Conclusiones
Referencias bibliográficas
Apéndice
Argentina Brasil
0.7 1.6 0.7 1.9
1.4 1.7
0.6 0.6
1.5
1.2
0.5 0.5 1.3
1.0
1.1
0.4 0.8 0.4
0.9
0.6
0.3 0.3 0.7
0.4 0.5
0.2 0.2
0.2 0.3
0.1 0.0 0.1 0.1
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
Chile Colombia
0.7 1.4 0.7 1.2
Gini_Rod-Web
1.0
0.5 0.5 0.8
0.8
0.4 0.4 0.6
0.6
0.3 0.3 0.4
0.4
Argentina Brasil
0.7 0.6 0.7 0.6
Chile Colombia
0.7 0.6 0.7 0.6
México Venezuela
0.7 0.6 0.8 0.6
0.6
0.5 0.4 0.4
0.5
0.4 0.3 0.3
0.4
0.3 0.2 0.2
0.3
Argentina Brasil
350 60 200 70
300 50 60
150
250 50
40
200 40
30 100
150 30
20
100 20
50
50 10
10
0 0 0 0
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
Chile Colombia
350 50 140 35
300 120 30
40
250 100 25
200 30 80 20
150 60 15
20
100 40 10
10
50 20 5
0 0 0 0
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
México Venezuela
250 60 350 60
50 300 50
200
250
40 40
150
200
30 30
100 150
20 20
100
50
10 50 10
0 0 0 0
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
1. Introducción1
tehouse.gov/the-press-office/2014/01/28/president-barack-obamas-state-union-address.
79
región. Poco tiempo después del discurso del presidente Obama, Mi-
chelle Bachelet, en su discurso de asunción a la presidencia de Chile,
señaló que la desigualdad era el mayor adversario de su país.3
El presente artículo resume una tesis doctoral sobre la economía
política de la desigualdad en Chile entre 1850 y 2009 (Rodríguez We-
ber, 2014). El objetivo de la tesis es contribuir a la comprensión de la
relación entre la desigualdad y el crecimiento económico a largo plazo.
Se analiza la relación como resultado de la interacción entre las fuer-
zas del mercado y las instituciones. El propósito es destacar las in-
fluencias recíprocas y desentrañar la relación entre el proceso general
y el devenir histórico (con sus particularidades y contingencias). A
esto es a lo que este trabajo alude como “un enfoque de economía polí-
tica de la desigualdad”.
En las secciones siguientes de este artículo se presenta la evidencia
preponderante y los argumentos principales que ameritan un breve de-
sarrollo de la historia económica de la desigualdad de ingreso en Chile
desde 1850 hasta 2009. La segunda sección expone una estrategia meto-
dológica capaz de medir las tendencias principales de la desigualdad de
ingreso a largo plazo y de captar —al menos en parte— la relación entre
las fuerzas del mercado y las instituciones que ha dado lugar a esas ten-
dencias. En la tercera sección, que constituye el cuerpo central de este
artículo, se presentan las tendencias que ha manifestado la desigualdad
de ingreso y se proporciona una síntesis de su relación con el proceso
de desarrollo en general. La cuarta sección concluye con algunas re-
flexiones sobre el pasado, presente y futuro de la desigualdad en Chile.
3 “¡Chile tiene un solo gran adversario, y eso se llama desigualdad!”, Michelle Bache-
7 Por
ejemplo, Haindl (2007), Díaz et al. (2016) y Matus (2012).
8 El
lector podrá encontrar una descripción completa de la metodología en Rodríguez
Weber (2014: cap. 3).
0,800
0,750
0,700
0,650
0,600
0,550
0,500
0,450
0,400
0,350
1860
1864
1868
1872
1876
1880
1884
1888
1892
1896
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
Fuente: Estimación propia. Las estimaciones difieren en sus fuentes y/o supuestos.
9 Cabe observar que el capital extranjero fue muy importante en el sector minero.
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
1865
1890
1915
1940
1965
1860
1870
1875
1880
1885
1895
1900
1905
1910
1920
1925
1930
1935
1945
1950
1955
1960
1970
Fuente: Estimación propia.
10 Se remite al lector a un análisis más exhaustivo de la confiabilidad de los datos es-
0,65
0,6
0,55
0,5
0,45
0,4
1850
1856
1862
1868
1874
1880
1886
1892
1898
1904
1910
1916
1922
1928
1934
1940
1946
1952
1958
1964
1970
1976
1982
1988
1994
2000
2006
(1850-1860) Estimado mediante ratio de extracción
(1860-1929) Tabla social dinámica 1: 1860-1930
(1929-1970) Tabla social dinámica 2: 1929-1970
(1970-2009) Encuesta de hogares en Gran Santiago
Hodrick-Prescott (parámetro de suavización = 100)
Fuente: Estimación propia. Las diferentes líneas y puntos representan métodos distintos
de estimación. Las dificultades de cada metodología y el empalme de estimaciones obte-
nidas a través de diferentes metodologías implican que en el análisis histórico solo se
emplean tendencias de mediano plazo, obtenidas a través del filtro Hodrick-Prescott.
11 Entre 1850 y 1873, la tasa de crecimiento anual para el pib per cápita, exportacio-
nes, importaciones e ingresos fiscales fue de 3,8%, 6,2%, 5,9% y 4,1% (Rodríguez Weber,
2014: cuadro 5.2).
0,6
0,58
0,56
0,54
0,52
0,5
0,48
0,46
1851
1854
1857
1861
1864
1867
1871
1850
1852
1853
1855
1856
1858
1859
1860
1862
1863
1865
1866
1868
1869
1870
1872
1873
Estimado mediante tabla social 1860-1930
Estimado mediante ratio de extracción
Estimado mediante ratio ingreso medio/salario
12 Cabe mencionar que, a diferencia de otros países latinoamericanos, no había una
división étnica entre campesinos y terratenientes chilenos. La población chilena era ho-
mogénea. Es así que, al culminar el período colonial, la población aborigen solo repre-
sentaba el 9,5% de la población total, mientras que los españoles/pobladores de raza
blanca representaban el 74,5% (Newson, 2006: cuadro 5.3).
45%
40%
35%
30%
25%
20%
15%
10%
5%
0%
1880
1881
1882
1883
1884
1885
1886
1887
1888
1889
1890
1891
1892
1893
1894
1895
1896
1897
1898
1899
1900
1901
1902
1903
Utilidades chilenas / PIB minero
Impuestos abonados por sector minero / PIB minero
Utilidades extranjeras / PIB minero
Tasa de crecimiento de la
Población por región (%) población. Tasa anual por
Región período (%)
1875 1885 1895 1907 1875-1885 1885-1895 1895-1907
Norte Grande 0,1 4 6 8 48,9 3,9 4
Norte
Norte Chico 11 10 8 7 0,6 -0,9 0,7
Valle Central 68 61 60 54 0,9 0,9 0,5
Centro
Concepción 13 14 12 11 2,8 -0,5 0,9
Frontera 0,9 4 6 10 13,9 6,1 5,9
Sur Los Lagos 4 5 5 7 3,1 2 4
Austral 3 3 3 3 1,3 0,6 1,1
Total 100 100 100 100 2 1 1,5
Fuentes: Comisión Central del Censo (1908) y Hurtado (1966: cuadro 2). La región del
Norte Grande comprende las provincias de Tacna, Tarapacá y Antofagasta. La región del
Norte Chico comprende las provincias de Atacama y Coquimbo. El Valle Central abarca
las provincias de Aconcagua, Valparaíso, Santiago, O’Higgins, Colchagua, Curicó, Talca,
Linares, Maule y Ñuble. La región de Concepción agrupa las provincias de Concepción,
Arauco y Biobío. La región Frontera comprende las provincias de Malleco y Cautín. La
región de Los Lagos corresponde a Valdivia y Llanquihue, y la zona Austral a las provin-
cias de Chiloé y el territorio de Magallanes.
0,60
0,58
0,56
0,54
0,52
0,50
0,48
0,46
1881
1884
1887
1891
1894
1897
1901
1880
1882
1883
1885
1886
1888
1889
1890
1892
1893
1895
1896
1898
1899
1900
1902
1903
Sin aumento salarial
Aumento salarial equivalente al crecimiento promedio
Estimación real
Trabajadores
Total Élite Trabajadores no calificados Asalariados
calificados
Período $
Promedio Cúspide (1%) Urbanos Rurales Total Total Total
Escudos de
1880-1884 298 7.425 299 121 214 1.735 311
1960
Escudos de
1900-1904 428 8.183 412 231 324 1.811 445
1960
1880-1884/ Crecimiento
43,9% 10,2% 37,7% 91,1% 51,4% 4,4% 43,4%
Tendencias a largo plazo
1900-1904 total
11/16/16 3:16 PM
La Economía Política de la Desigualdad… 95
Entre 1903 y 1913, el ingreso real medio creció al 1,9% anual, mien-
tras que el del 1% conformado por los perceptores de mayor ingreso
(cúspide) ascendió en un 8%, en contraste con el ingreso real medio de
los trabajadores no calificados, que decreció al -1,5% (Rodríguez We-
ber, 2014: tabla 7.1). Como resultado, el ingreso real total se incre-
mentó en un 33%, el del último percentil en un 137%, y el del noventa
y nueve por ciento restante ascendió solo un 17%. En otras palabras, el
1% de mayores ingresos cosechó el 55% del crecimiento total en ese
período. ¿Por qué esta diferencia con respecto al período 1873-1903?
La crisis de 1873 había afectado los ingresos de la élite, pero no su
poder. Su control sobre el Estado era tan absoluto que no sería
inexacto hablar de una “República Oligárquica” (Vial Correa, 2010) o
de un “régimen aristocrático” (Reinsch, 1909).
Una vez superados los efectos de la expansión de la frontera y de
las migraciones internas, la élite puedo convertirse en casi la única
13 Esta vez, el crecimiento fue impulsado primordialmente por el incremento de los
precios. Los nitratos se utilizaron para la industria de explosivos, por lo cual su demanda
aumentó en la década previa a la Gran Guerra.
14 Véanse Acemoglu et al. (2005), Coatsworth (2008), Dobado (2009), Mahoney (2010)
y Bértola (2011).
15 El aumento del índice de precios al consumidor (ipc) fue del 10% en 1905, el 17,3%
45%
40%
35%
30%
25%
20%
15%
10%
5%
0%
1904
1914
1924
1900
1902
1906
1908
1910
1912
1916
1918
1920
1922
1926
1928
1930
Utilidades mineras / PIB minero
Ingresos fiscales / PIB minero
durante este período fue similar a la de las víctimas chilenas durante la guerra del
Pacífico.
90 125
80 120
70 115
Número de huelgas
60 110
Salario real
50 105
40 100
30 95
20 90
10 85
0 80
1901
1904
1907
1911
1914
1917
1921
1924
1900
1902
1903
1905
1906
1908
1909
1910
1912
1913
1915
1916
1918
1919
1920
1922
1923
1925
Huelgas Salario real no calificado
Fuentes: Huelgas: Pizarro (1986: cuadros 2 y 7). Salario real: estimación propia.
2005).
19 La brecha entre salarios rurales y salarios urbanos no calificados se acrecentó du-
0,61
0,59
0,57
0,55
Gini
0,53
0,51
0,49
0,47
0,45
1944
1954
1964
1938
1940
1942
1946
1948
1950
1952
1956
1958
1960
1962
1966
1968
1970
Escenario 1 Escenario 2 Escenario 3 Estimación real (tendencia)
Fuente: Estimación propia. Se remite al lector al texto del artículo para interiorizarse
sobre las descripciones de los diferentes escenarios.
21 Incluso la publicación The Economist admitió que el capitalismo chileno tuvo va-
Referencias bibliográficas
24 Los escándalos que estallaron al inicio de 2015 sobre el rol del Grupo penta —un
grupo empresario que surgió a raíz de las privatizaciones durante el gobierno de Pino-
chet— en el financiamiento político, la evasión impositiva y los sobornos son el ejemplo
más reciente —y evidente— de esta “relación incestuosa entre el dinero y la política”, en
palabras de Marta Lagos (directora ejecutiva del estudio Latinobarómetro). Véase el ar-
tículo periodístico “Executives Are Jailed in Chile Finance Scandal”, en The New York
Times, 8 de marzo de 2015, p. a9.
Moramay López-Alonso*
Roberto Vélez-Grajales**
Introducción
* Rice University.
** Centro de Estudios Espinosa Yglesias (ceey), México.
113
los niveles de vida y cómo esta medida también sirve para estimar la
desigualdad. En la segunda sección, examinamos el período 1850-1950.
La tercera sección analiza las tendencias de la estatura en el período
posterior a 1950. En la cuarta sección se exponen las conclusiones.
1. Fuentes y métodos
1 En Steckel (1983), Brinkman et al. (1988) y Coll (1998) se presentan algunos ejem-
2 Para obtener información más detallada sobre las fuentes y los métodos empleados
3 Para obtener información más detallada sobre las fuentes y los métodos empleados
sión del análisis se basa en la calidad de los datos, tal como se explica en la literatura de
historia antropométrica; siempre habrá inexactitudes en las estimaciones atribuibles a la
calidad de los datos al ser comparados con estudios del período contemporáneo. No obs-
tante, debe tenerse presente que se trata de un riesgo habitual en toda investigación histórica.
Al determinar el alcance y la dirección de los márgenes de error inherentes a los datos me-
diante el empleo de técnicas convencionales, podemos alcanzar un mayor nivel de exactitud.
Análisis de tendencias
Muestras militares7
cuando existe una tendencia de incremento en las estaturas promedio con el tiempo, en
períodos de crecimiento económico.
7 En López-Alonso y Vélez-Grajales (2015) se presenta una exposición detallada sobre
cómo abordar los márgenes de error al trabajar con las muestras militares presentadas
en este trabajo.
Federales Rurales
Variables
Puntos de truncamiento Puntos de truncamiento
independientes
159 cm 160 cm 159 cm 160 cm 159 cm 160 cm 159 cm 160 cm
11/16/16 3:16 PM
Federales Rurales
Variables
Puntos de truncamiento Puntos de truncamiento
independientes
Década de nacimiento
1840
Las regresiones 1 corresponden a toda la población mayor de 18 años, las regresiones 2 corresponden solo a adultos.
Federales: las constantes se refieren a trabajadores analfabetos adultos, sin cualificación y no desertores del norte de México nacidos
entre 1870 y 1879.
Rurales: las constantes se refieren a trabajadores manuales cualificados adultos del norte de México nacidos entre 1840 y 1849.
123
11/16/16 3:16 PM
124 Tendencias a largo plazo
8 Para una exposición más detallada de las sinergias entre la salud, la nutrición y los
cia de estatura indica que los hombres con oficio eran más altos que
quienes no lo tenían. Recibir capacitación en un oficio constituye una
forma de capital humano que se correlaciona de manera positiva con
un mejor nivel de vida biológico.
Muestra de pasaportes
blación más adinerada y los médicos tendían a vivir sobre todo en las
ciudades. La mayoría de las áreas rurales no contaba con médicos, e
incluso en los lugares donde había asistencia médica, la posibilidad de
brindar un tratamiento eficaz continuó siendo muy limitada hasta la
década de 1940. La posibilidad de acceso a la infraestructura sanitaria
y a una nutrición debidamente balanceada fue el factor determinante
de mayor importancia para una buena salud.10
Existe una disparidad regional en esta muestra de la misma natu-
raleza que en la muestra militar. Esto significa que, entre los solicitan-
tes de pasaportes, la estatura de los hombres provenientes del sur y
centro del país era menor que la de sus compatriotas masculinos del
Bajío y del norte.11 Las disparidades se dan entre clases sociales, pero
la brecha tiende a disminuirse con el tiempo; la élite y los empleados
administrativos evidencian una mayor estatura que la de sus compa-
triotas sin cualificación o trabajadores manuales cualificados, pero
existe un patrón de convergencia (véase el cuadro 2).
Lo que puede plantear algún interrogante es el hecho de que las
estaturas de todas las submuestras fueran en incremento. ¿Por qué la
estatura de los trabajadores sin cualificación y los trabajadores ma-
nuales cualificados registra un mayor incremento, mientras que la de
sus compatriotas de la muestra militar sigue la tendencia opuesta?
La respuesta está en la desigualdad entre los diferentes grupos; en el
seno de las clases trabajadoras había diferencias en oportunidades de
ascenso. Había grupos que se beneficiaron con los cambios institu-
cionales, mientras que otros no lo hicieron. Esto se aplica a todos los
grupos: trabajadores manuales cualificados, trabajadores sin cualifi-
cación, campesinos, jornaleros y empleados domésticos. Los solici-
tantes de pasaportes podían viajar al exterior en forma legal, pero los
mexicanos que se dirigían a Estados Unidos estaban lejos de respon-
der a la norma general: estar alfabetizado y contar con certificado de
nacimiento. La muestra de solicitantes de pasaportes podía categori-
zarse como la aristocracia de las clases trabajadoras. Era muy proba-
ble que fueran trabajadores que en efecto se beneficiaron de las trans-
Sin cualificación
Trabajadores
manuales 0,93** 1,22* 0,84** 1,01*
cualificados
Empleados
administrativos 1,21** 0,62** 1,06** 0,41*
cualificados
Élite 2,45* 1,32* 2,33 1,04*
Norte 2,82* 2,53* 2,59* 2,32*
Bajío 2,11* 1,66* 2,04* 1,57
Centro 1,37* 0,81** 1,18* 0,64
Sur
Edad 18
12 “La educación en materia de higiene se promovía mediante libros, revistas, folle-
tos, conferencias públicas gratuitas y populares, al tiempo que algunos médicos e higie-
nistas escribieron sobre la práctica médica o la higiene doméstica, en libros que brinda-
ban información detallada sobre lo que debía hacer cada miembro de la sociedad, a fin
de preservar la salud y prevenir las enfermedades. De acuerdo con la profesión médica,
las mujeres eran las aliadas naturales de los esfuerzos higienistas, especialmente las
madres, porque tenían la misión de la maternidad y la educación de sus hijos” (Agos-
toni, 2002: 22).
2250 174
2000 172
1750 170
Centímetros
Dólares de 1990
1500
168
1250
166
1000
164
750
500 162
250 160
0 158
1820 1850 1860 1870 1880 1890 1900 1910 1920 1930 1940 1950
Cohorte de nacimiento (año)
PIB per cápita Estatura de muestra de militares Estatura de muestra de pasaportes (clase alta)
Mujeres Hombres
Cohorte de nacimiento
1951-1956 (omitido) ... ...
-0,179 -0,083
1957-1962 (0,196) (0,286)
-0,649*** -0,411
1963-1968 (0,187) (0,275)
-0,453*** 0,319
1969-1974 (0,18) (0,265)
-0,123 0,643**
1975-1980 (0,177) (0,27)
0,268 1,157***
1981-1986 (0,187) (0,277)
0,873*** 1,641***
1987-1992 (0,193) (0,274)
Educación
2,268*** 1,767***
Primaria incompleta (0,234) (0,3745)
4,374*** 2,887***
Primaria completa (0,224) (0,359)
5,399*** 3,981***
Secundaria (0,228) (0,36)
6,957*** 6,094***
Preparatoria (0,238) (0,371)
8,255*** 7,16***
Estudios de grado (0,29) (0,412)
9,208*** 7,016***
Estudios de posgrado (1,056) (1,087)
Sin estudios (omitido) ... ...
Residencia actual
Variable dicotómica para -0,898*** -0,805***
áreas rurales (1) (0,109) (0,149)
148,926*** 162,122***
Intercepto (0,244) (0,394)
R2 0,104 0,08
N 19.649 12.797
14 Para los modelos de estimación de la estatura, los valores r2 en las regresiones son
siempre bajos. Esto sucede porque la mayoría de las variaciones en la estatura de la po-
blación adulta es natural (genética) y sin explicación (Komlos y Lauderdale, 2007: 63).
167
165
163
161
Centímetros
159
157
155
153
151
1951-1956 1957-1962 1963-1968 1969-1974 1975-1980 1981-1986 1987-1992
Mujeres Hombres
elevado en 1950 fue más de seis veces mayor que el valor más bajo. En
1990, esta diferencia se redujo, pero todavía fue significativa: una pro-
porción de casi cinco a uno (Komlos y Lauderdale, 2007: 63). En el caso
del alfabetismo, en 1950 la tasa estadual más elevada excedía el doble
de la tasa más baja: 86% contra 39%. En 1990, esta diferencia también
se redujo, pero continuaba siendo significativa: 96% contra 70 por
ciento.
Para este análisis, cabe observar que las encuestas ensa-2000, en-
sanut-2006 y ensanut-2012 no se diseñaron para la obtención de in-
formación retrospectiva. Asimismo, no incluyen información sobre el
lugar de origen (nacimiento). No obstante, las dimensiones tales
como edad, educación y lugar geográfico suelen ser buenos predicto-
res de la estatura de la población adulta. Como resultado, la regre-
sión mediante mco para las estaturas consignadas en el cuadro 3 in-
cluye un conjunto de variables dicotómicas: edad (cohortes), nivel
educativo alcanzado y residencia rural-urbana actual. Los resultados
muestran que las diferencias socioeconómicas que podemos inferir
de las variables educación y residencia repercuten sobre la estatura de
Fuentes: México: estimaciones propias; Colombia: Meisel y Vega (2007); Brasil: Monas-
terio et al. (2006).
10 7%
9
6%
7 5%
6
4% Mujeres (cm)
Centímetros
5 Hombres (cm)
3% Mujeres (%)
4
Hombres(%)
3 2%
2
1%
1
0 0%
Primaria Primaria Secundaria Preparatoria Estudios Estudios
incompleta completa de grado de posgrado
70%
60%
50%
Proporción
40%
30%
20%
10%
0%
Sin Primaria Primaria Secundaria Secundaria
estudios incompleta completa inferior superior Terciaria
Mujeres (padre con formación terciaria) 0% 0% 0% 3% 42% 54%
Hombres (padre con formación terciaria) 0% 0% 0% 2% 31% 67%
Mujeres (padre sin estudios) 14% 16% 32% 23% 13% 3%
Hombres (padre sin estudios) 9% 17% 34% 21% 10% 9%
Conclusión
169
168
167
Centímetros
166
165
164
163
1957-1962
1963-1968
1969-1974
1975-1980
1981-1986
1987-1992
Déc. 1950/1951-1956
Déc. 1850
Déc. 1860
Déc. 1870
Déc. 1880
Déc. 1890
Déc. 1900
Déc. 1910
Déc. 1920
Déc. 1930
Déc. 1940
Cohorte de nacimiento
1850-1950 1951-1992
Referencias bibliográficas
Raymundo M. Campos-Vázquez
Cristóbal Domínguez Flores
Graciela Márquez*
1. Introducción
1 Este capítulo ha recibido el valioso aporte de los comentarios efectuados por los
participantes del seminario “La inequidad en América Latina en el largo plazo”, organi-
zado en Buenos Aires, del 3 a 5 de diciembre de 2014. Asimismo, quisiéramos agradecer
a Jeff Williamson y Luis Bértola por sus agudas sugerencias. Cualquier eventual error es
de nuestra entera responsabilidad.
* El Colegio de México.
147
2 Estos resultados se contraponen con los resultados de los demás académicos, que
muestran un patrón general de “convergencia en las décadas centrales del siglo y una
situación relativamente estable con posterioridad” (Bértola et al., 2010: 219).
3 Véase, por ejemplo: “La evolución de los niveles de vida biológicos de las clases tra-
de vida biológicos de las clases trabajadoras han sufrido un deterioro gradual a partir de
la década de 1870” (López-Alonso, 2007: 102).
4 Esquivel et al. (2003) analizan la convergencia de los idh a partir del año 1950.
García-Verdú (2005) analiza el desarrollo humano a nivel estadual para el año 2000.
Permanyer (2013) calcula los idh a nivel municipal en 1990, 2000 y 2010. Recientemente,
Aguilar-Retureta (2015) documenta la relativa participación del pib per cápita en diferen-
tes estados mexicanos. De manera similar a nuestros resultados, el autor llega a la con-
clusión de que la desigualdad aumenta hasta el año 1940 y luego decrece a un ritmo
constante.
2. Antecedentes históricos
5 Coatsworth (1978), Cárdenas (2003), Sánchez Santiró (2009) y Márquez (2013) pro-
7 Véase
Haber et al. (2008).
8 “Si
por el término ‘revolución’ queremos decir un cambio dramático en las institucio-
nes que organizan la vida económica, política y social, México ha estado —sin duda— en
medio de una revolución desde comienzos de la década de 1980” (Haber et al., 2008: 1).
9 Márquez y Meyer (2010).
3. Metodología y datos
10 Las
tasas de matriculación a nivel nacional correspondientes al año 1895 se estima-
ron mediante mínimos cuadrados ordinarios, empleando datos de 1900 y 1910.
enrolli,t = 11,6 + 0,19Densi,t + 0,368Profi,t – 7,31Dummy
se: (2,19)(0,15)(0,16)(1,37) R2 = 0,65
donde enrolli,t es la tasa de matriculación en puntos porcentuales para el estado i en el
año t, Densi,t es la densidad de población por kilómetro cuadrado, Profi,t es la cantidad
de docentes por cada 10.000 personas y Dummy es una variable binaria que toma el
valor 1 si la tasa de matriculación es inferior a 10% para cualquiera de los dos años, o
bien el valor 0.
11 Las correlaciones de Spearman para los años 1950, 1970 y 1990 son 0,99, 0,96 y
año se descarta en cualquier nivel significativo empleado. La correlación entre las varia-
bles disminuye claramente a partir del año 2000, cuando las tasas de matriculación en la
escuela primaria alcanzaron niveles cercanos al 90%.
12 Específicamente, empleamos datos extraídos del Anuario de Estadísticas por Enti-
se: (4,05)(0,0018)(0,054)(3,93)
(3,93)(3,81)(3,73)(3,87) R2 = 0,71
donde physi,t es la cantidad de médicos para el estado i en el año t, Densi,t es la densidad
de población por kilómetro cuadrado, Morti,t es la tasa de mortalidad y reg1-reg5 son las
variables dicotómicas por región conforme se definieron previamente. Estimamos dife-
rentes modelos de interpolación, pero obtuvimos resultados cualitativamente similares.
14 Las correlaciones de Spearman para los años 1950, 1990 y 2000 son 0,69, 0,67 y
ponen de datos homogéneos que empleen un umbral diferente. Además, no resulta claro
que debamos utilizar un umbral más elevado (por ejemplo, 15.000) para períodos re-
cientes.
16 Utilizamos la misma estimación que en Campos-Vázquez y Vélez-Grajales (2012:
4. Resultados
Coherencia
17 Las correlaciones de Spearman para los años 1970, 1990 y 2000 son 0,73, 0,73 y
Subíndices
Año idh
Urbanización Educación Salud
1895 0,133 0,277 0,164 0,052
1900 0,151 0,283 0,220 0,055
1910 0,155 0,285 0,230 0,057
1920 0,174 0,309 0,290 0,059
1930 0,195 0,335 0,371 0,060
1940 0,231 0,351 0,379 0,093
1950 0,317 0,426 0,504 0,149
1960 0,364 0,507 0,600 0,159
1970 0,435 0,587 0,696 0,202
1980 0,533 0,663 0,784 0,292
1990 0,605 0,713 0,866 0,358
1995 0,629 0,735 0,906 0,374
2000 0,654 0,746 0,909 0,412
2005 0,673 0,765 0,926 0,431
2010 0,703 0,768 0,932 0,485
0,9
0,8
0,7
0,6
IDH*
0,5
0,4
0,3
0,2
0,1
0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Fuentes: idh histórico obtenido de los resultados calculados por los autores. idh* oficial de
1950-1995 obtenido de Esquivel et al. (2003), 2000 de pnud (2003) y 2010 de pnud (2012).
Notas: Calculado por los autores. Incluye todos los idh y valores de idh* de cada es-
tado para el período 1950-2010, incluyendo los años 1995 y 2005. Sobre un total de 256
observaciones. El coeficiente de correlación es equivalente a 0,878 y la correlación de
Spearman es equivalente a 0,868 y significativo al nivel del 1%. La regresión obtenida es
equivalente a idh=0,37+0,61 idh propuesto, con un t-estadístico sobre el coeficiente de idh
equivalente a 29,3 y R2 de 0,77.
aumento, pero a un ritmo más lento. Estos tres períodos están clara-
mente relacionados con los procesos descriptos en la reseña histórica.
En primer lugar, desde 1895 hasta 1940, época que comprende el final
del Porfiriato, la Revolución Mexicana y el período posrevolucionario,
México transitó por mejoras leves a moderadas en los niveles de vida
como resultado del crecimiento económico desigual y políticas socia-
les erráticas. En segundo lugar, desde 1940 a 1980, las tasas de creci-
miento del idh son particularmente elevadas. Tal como hemos expuesto
en nuestra breve reseña de la historia económica mexicana, a medida
que el sector manufacturero se fue convirtiendo en el motor del creci-
miento, el país registró un incremento considerable en inversiones pú-
blicas y privadas, así como el establecimiento del sistema de seguridad
social en 1943, la expansión de la educación primaria universal,
1
0,9
0,8
0,7
0,6
0,5
0,4
0,3
0,2
0,1
0
1895 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 1995 2000 2005 2010
Notas: Cálculos efectuados por los autores. El gráfico incluye la evolución del idh para la
muestra completa en el tiempo utilizando un promedio ponderado para la población de
cada estado y por cada período. El máximo se refiere al segundo valor máximo, ya que el
primer valor máximo siempre corresponde a la Ciudad de México.
Convergencia
Los estudios sobre la convergencia del pib per cápita de los estados mexica-
nos han reconocido un considerable estrechamiento de las disparidades re-
gionales a largo plazo (Esquivel, 1999). La hipótesis de la convergencia ab-
soluta puede apreciarse en nuestras estimaciones del idh y en cada uno de
sus componentes desde 1895 hasta 2010. El gráfico 3 señala las tasas de
crecimiento promedio del idh (en logaritmos) desde 1895 hasta 2010 y el
logaritmo del idh correspondiente al primer año (1895). La relevancia esta-
dística de la pendiente negativa demuestra la existencia de una convergen-
cia absoluta. En forma simular, hallamos un patrón de convergencia abso-
luta en los componentes del idh: urbanización, salud y educación.19
Tal como lo muestran el gráfico 4 y las tendencias de convergencia
de las disparidades regionales, llegamos a la conclusión de que, en lo
que respecta al idh, la urbanización y la educación fueron relativa-
mente estables con anterioridad a 1940. En cambio, la tendencia del
índice de salud evidenció un incremento entre 1920 y 1930, quizás
como resultado de campañas de salud exitosas con un alcance de co-
bertura parcial en el territorio nacional. Todos los indicadores dieron
muestra de un fuerte patrón de convergencia en el período 1940-1980.
La estabilidad del coeficiente de variación, marcada por los puntos co-
rrespondientes al período 1980-2010 en el idh y sus componentes, de-
muestra que la brecha entre los estados mexicanos se ha mantenido en
los últimos cuarenta años. El patrón de convergencia que acabamos de
describir también fue reconocido por Esquivel (1999) al analizar las
estimaciones del pib per cápita a nivel estadual desde 1940 hasta 1995.
Resultados regionales
El idh a nivel regional se calcula como el promedio del idh de los estados
de la región ponderado en función de su proporción relativa en la pobla-
ción. El gráfico 5 muestra el idh regional para cada año de la muestra. Al
igual que sucede con los datos nacionales, cada región evidencia
yer (2007) reconoce un patrón de convergencia en las mediciones del nivel de vida con una
tendencia más marcada en los componentes del bienestar no vinculados con el ingreso.
2,5
Tasa de crecimiento promedio 1895-2010
1,5
0,5
0
-3,5 -3 -2,5 -2 -1,5 -1 -0,5
Fuente: idh histórico obtenido de los resultados calculados por los autores.
Notas: Cálculos efectuados por los autores. La regresión obtenida es equivalente a
Crecimiento = 0,16-0,62idh1895, con un t-estadístico sobre el coeficiente de idh equiva-
lente a 26 y R2 de 0,96. Correlación de rango de Spearman de -0,95.
1,6
1,4
1,2
0,8
0,6
0,4
0,2
0
1895 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 1995 2000 2005 2010
Fuente: idh histórico obtenido de los resultados calculados por los autores.
Notas: Cálculos efectuados por los autores utilizando todos los períodos y estados.
1
0,9
0,8
0,7
0,6
IDH
0,5
0,4
0,3
0,2
0,1
0
1895 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
Notas: Cálculos efectuados por los autores, ponderados para la población de cada estado
y período. Las regiones se definen de la siguiente forma:
Noreste: Coahuila, Chihuahua, Durango, Nuevo León y Tamaulipas.
Noroeste: Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora.
Oeste-Centro: Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Que-
rétaro, San Luis Potosí y Zacatecas.
Centro: Hidalgo, estado de México, Morelos, Puebla y Tlaxcala.
Sur-Sureste: Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y
Yucatán.
A. 1895 B. 1920
IDH IDH
25% inferior (8) 25% inferior (8)
25% -50% (8) 25% -50% (8)
50% -70% (8) 50% -70% (8)
25% superior (6) 25% superior (6)
C. 1940 D. 1970
IDH IDH
25% inferior (8) 25% inferior (8)
25% -50% (8) 25% -50% (8)
50% -70% (8) 50% -70% (8)
25% superior (8) 25% superior (8)
E. 1990 F. 2010
IDH IDH
25% inferior (8) 25% inferior (8)
25% -50% (8) 25% -50% (8)
50% -70% (8) 50% -70% (8)
25% superior (8) 25% superior (8)
Notas: Cálculos efectuados por los autores. México tiene 32 estados, incluido el Distrito
Federal (Ciudad de México).
Datos no disponibles para Baja California Sur y Quintana Roo en 1895 o 1920.
0,25
0,2
0,15
COL
0,1 CAM
SON
AGS COA
0,05
IDH - Media
TAM
NAY NL
SIN DUR JALYUC BCN
0 TAB
TLAX MOR
CHIH
-0,05 QUE ZAC
MEX
SLP PUE
VER GTO
MICH
-0,1 HID
GUE
-0,15 OAX
-0,2 CHIA
-0,25
-0,15 -0,1 -0,05 0 0,05 0,1 0,15
IDH - Media 1895
Notas: Cálculos efectuados por los autores. El gráfico no incluye a la Ciudad de México. Los
estados se indican de la siguiente forma: ags-Aguascalientes, bcn-Baja California, bcs-Baja
California Sur, cam-Campeche, coa-Coahuila, col-Colima, chia-Chiapas, chih-Chihuahua,
dur-Durango, sto-Guanajuato, gue-Guerrero, hid-Hidalgo, jal-Jalisco, mex-Estado de Mé-
xico, mich-Michoacán, mor-Morelos, nay-Nayarit, nl-Nuevo León, oax-Oaxaca, pue-Puebla,
que-Querétaro, qroo-Quintana Roo, slp-San Luis Potosí, sin-Sinaloa, son-Sonora, tab-Ta-
basco, tam-Tamaulipas, tlax-Tlaxcala, ver-Veracruz, yuc-Yucatán, zac-Zacatecas.
por encima del nacional en forma constante a partir de 1895; este he-
cho es comparable con el incremento de estatura de los habitantes de
estas regiones observado en el análisis de López-Alonso y Vélez-Graja-
les en este volumen. En cambio, las regiones del centro, centro-oeste y
sur-sudeste del país han evidenciado menores niveles de desarrollo que
el país en su conjunto. Asimismo, la región del sur muestra los menores
niveles de desarrollo durante todo el período de estudio.
Una de las características más interesantes del gráfico 5 es la compa-
ración entre las regiones del centro y sur-sudeste. Con anterioridad a
1960, la tendencia de desarrollo de las regiones fue prácticamente idén-
tica. No obstante, el idh de la región central registró una mejora con
posterioridad, alcanzando el nivel nacional y el de la región oeste-centro.
El posicionamiento relativo de los estados y la relación entre las
diferencias y el lugar geográfico se ilustran en el gráfico 6, donde los
100%
75%
Porcentaje
50%
25%
0%
1890 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000
Notas: Cálculos efectuados por los autores. Aplicamos la misma fórmula de descomposi-
ción que en Prados de la Escosura (2010: 18). La fórmula resulta de trasladar el diferen-
cial total a la ecuación (1) en logaritmo natural:
()
1
3
1
3 () 1
dlogidh = _ dlogSalud + _ dlogEducación + _ dlogIngreso
3 ()
Por ende, el aporte de cada índice se calcula como cada término de la fórmula precedente
en función del cambio en el q-idh [índice similar al de desarrollo humano].
5. Conclusiones
Referencias bibliográficas
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llan, 2010 [trad. esp.: Informe sobre Desarrollo Humano 2010, Ma-
drid, Mundi-Prensa, 2010].
Introducción
apoyo. He sacado provecho de mis conversaciones con William Summerhill, Luis Bér-
tola, Alfonso Herranz, Ewout Frankema, Leonardo Weller, Mauro Rodrigues, Pedro
Duarte, Rodrigo Soares, Gilberto Lima, Thales Pereira y Gabriel Corrêa, así como de los
comentarios de los participantes de la IV Escuela de Verano del Hemisferio Sur de Histo-
ria Económica en la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay), el 42° Encuen-
tro Nacional de Economía (anpec), el Simposio sobre Desigualdad en América Latina, el
Cuarto Congreso Latinoamericano de Historia Económica (cladhe-iv), la 10o Conferen-
cia de la European Historical Economics Society (ehes) y el Taller sobre Historia Econó-
mica en la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad de la Universidad de
San Pablo (fea-usp). También estoy sumamente agradecido por el apoyo financiero de la
Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (fapesp) y la Coordinação de
Aperfeiçoamento de Pessoal de Nivel Superior (capes).
* Universidad de San Pablo.
2 Estos conceptos e interrelaciones han sido explorados desde el nacimiento de la fi-
losofía en la Antigua Grecia. Véanse las obras de Platón (por ejemplo, La República) y de
su discípulo, Aristóteles (por ejemplo, La Política).
181
Bénabou (1996).
4 Para conocer los efectos de la redistribución sobre el crecimiento, véanse Easterly y
5 Dos breves comentarios sobre la tesis de Engerman y Sokoloff: (i) las teorías presen-
tadas por North, Summerhill y Weingast (2000), que enfatizan la importancia de los ob-
jetivos metropolitanos en contraposición con las condiciones locales, y Frankema (2010),
que avala el rol de las instituciones precoloniales, probablemente se complementen con
la teoría de Engerman y Sokoloff (para un análisis de estas teorías, véase Frankema,
2009: cap. 3); y (ii) consideramos que la validez de la teoría de Engerman y Sokoloff se
da en un marco de comparación entre países y, en consecuencia, estudios tales como
Nunn (2008), Acemoglu et al. (2008) y Dell (2010) no necesariamente se contraponen con
su postura. Asimismo, tal como lo demuestran Nugent y Robinson (2010), puede haber
heterogeneidades con respecto a América Latina.
los inicios del siglo xx, reconocen una correlación negativa entre la concentración de
tierras y la provisión de la educación pública en esa época.
El contexto brasileño
Un poco de historia
El territorio de Brasil fue reclamado por primera vez por los europeos
en el año 1500. El interés de la Corona y de los colonizadores pronto se
canalizó hacia la producción de azúcar, que se convirtió en el principal
producto de exportación de la colonia. Los precios internacionales
eran elevados y el suministro —especialmente desde Sicilia, las islas
del Atlántico como Cabo Verde y Madeira, y Oriente— era escaso y
restringido. En ese tiempo, los principales centros de producción se
situaban en Pernambuco y Bahía. Brasil fue el mayor productor de
azúcar del mundo hasta mediados del siglo xvii —apogeo de la indus-
tria azucarera en el país— cuando la competencia de las colonias de
América Central y de las Antillas se fortaleció (Prado, 1956 [1945]).9
Como era de esperar, las características geográficas fueron deter-
minantes para el éxito de esta industria. Asimismo, si bien no había
un plan general para la industria azucarera, los potenciales problemas
se sorteaban sobre todo gracias a circunstancias favorables. Las técni-
cas de producción, la creación y expansión de un mercado de con-
sumo y la financiación eran cuestiones abordadas principalmente con
los holandeses, que prácticamente controlaban la denominada indus-
tria portuguesa. Debido a las economías de escala, la producción se
basaba en vastas extensiones de tierras de un solo dueño, que recibían
el nombre de latifundios y que se caracterizaban principalmente por
10 De acuerdo con Prado (1956 [1945]), los problemas de desarrollo de Brasil son
11 Entre los ejemplos de los importantes controles administrativos impuestos por la
13 De acuerdo con Prado (1956 [1945]), este fue efectivamente el fin del período co-
para una colonia cuya actividad principal fue la exportación de productos primarios:
la Revolución Industrial, la guerra de la Independencia de Estados Unidos (1775-
1783), la Revolución Francesa (1789-1799), las guerras napoleónicas (1803-1815) y el
levantamiento de varias colonias españolas tuvo un impacto significativo en la oferta y,
por ende, en los precios de bienes primarios respecto de los cuales Brasil tuvo una
capacidad productiva ociosa, por ejemplo, el azúcar, el algodón y el cuero.
15 De acuerdo con Goldsmith (1986), contamos con las siguientes cifras para el creci-
miento promedio del producto interno bruto (pib) per cápita: 1850-1860: 1,4%; 1860-
1870: 1%; 1870-1880: -0,2%; 1880-1890: 0,4%; 1890-1900: -1,7%. Para conocer una dife-
rente postura, véase Leff (1997).
16 Estados Unidos era el principal mercado de los productos brasileños (Prado, 1956
[1945]).
17 Las cifras proporcionadas por Furtado (2006 [1959]) muestran que la producción
fue de 3,7 y 5,5 millones de costales en los períodos 1880-1881 y 1890-1891, respectiva-
mente, y se elevó a 16,3 millones entre 1901 y 1902 (un costal equivalía a 60 kilogramos).
18 Por ejemplo, tras varias denuncias de abusos, Alemania prohibió la emigración a
Brasil en 1859.
19 Las cifras de la cantidad promedio de inmigrantes por década son las siguientes:
20 Las restricciones en materia de oferta en los centros de producción principales, por
Aspectos políticos
22 De acuerdo con Love (1970), la nación continuó siendo 90% rural en los primeros
años de la República. Asimismo, Love (1970) sostiene que el rol crítico desempeñado por
la urbanización se basa en tres puntos principales: (i) la sociedad rural brasileña, por sus
raíces históricas, tuvo una tradición patriarcal más fuerte que la sociedad urbana; por
esta razón, el voto rural era más fácil de controlar; (ii) el sector rural ofrecía mayor opor-
tunidad de manipulación del voto mediante el fraude y la violencia, porque el Estado y
sus mecanismos para garantizar el libre sufragio eran menos eficaces en el campo; y (iii)
el acceso de la población urbana a mayores oportunidades de educación implicó que los
residentes urbanos votaran en mayor proporción que los rurales.
como para que el gobierno dependa del voto del electorado rural. La
esencia de este compromiso es que los jefes locales brindan un apoyo
incondicional a los candidatos “oficiales” en elecciones estaduales y
federales y —a cambio— los estados les conceden a los jefes locales
vía libre en casi todas las cuestiones que le competen al municipio,
incluido el nombramiento de los puestos estatales a nivel local (Leal,
2012 [1948]).
En una sociedad agraria con elevada concentración de tierras,
donde la esfera pública estaba bastante ausente en las áreas rurales, el
coronel solía ser el responsable de mejorar las condiciones locales, es-
pecialmente el suministro de bienes y servicios públicos: escuelas, ca-
minos, ferrocarriles, iglesias y hospitales, entre otros. Por lo tanto, fue
precisamente por esas mejoras (algunas de las cuales solo dependen
de su prestigio político mientras otras podrían requerir aportes perso-
nales o de amistades) que el jefe municipal forjó y conservó su posi-
ción de liderazgo (Leal, 2012 [1948]).
El análisis de Leal enfatizó la importancia de la reciprocidad en el
sistema. Por un lado, los jefes de los municipios y los coroneles, que
decidían las opciones de muchos votantes y, por el otro, la situación
políticamente dominante en el estado, que controlaba el presupuesto,
los trabajos, los favores y la fuerza policial. La debilidad de los munici-
pios fue un factor decisivo para mantener el coronelismo.
Así como el coronelismo regía las relaciones entre los municipios y
los estados, la política de los gobernadores regía las relaciones entre
los estados y el Gobierno federal.23 Leal (2012 [1948]) muestra clara-
mente la contradicción en el sistema: al argumentar que debiera haber
restricciones sobre los poderes de los municipios para evitar la injeren-
cia de las oligarquías locales, la legislación otorgó a los gobernadores
de los estados todos los medios para incentivarlas, aunque para su pro-
pio beneficio, estableciendo oligarquías de estado y la consiguiente po-
lítica de los gobernadores.24 Tanto el compromiso acordado entre los
gobernadores y los coroneles, como el compromiso entre el presidente
23 Era un “sistema donde el presidente aseguraba a los gobernadores de los estados
que sus partidos siempre resultarían victoriosos en sus respectivas jurisdicciones a cam-
bio del apoyo a las políticas presidenciales en el Congreso (que favorecían la agricultura
de exportación) y el apoyo electoral al sucesor del presidente” (Love, 1970: 9).
24 Las políticas de los coroneles dieron lugar al fortalecimiento del poder estadual con
Los datos25
El censo de 1920
forma considerable entre 1920 y 2000. Para evaluar los efectos de la desigualdad sobre el
desarrollo a largo plazo, debimos correlacionar los municipios del año 2000 (2.150 mu-
nicipios) con los del año 1920 (512 municipios). La construcción de las Unidades Terri-
toriales Comparables (utc) se realizó en forma manual sobre la base de informes del
Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (ibge) del origen de cada municipio. El
cuadro 2 presenta la cantidad de utc correspondiente a cada estado.
26 La extensión territorial promedio de los predios rurales se divide entre las siguien-
tes mediciones: (i) menos de 41 hectáreas; (ii) 41 a 100 hectáreas; (iii) 101 a 200 hectá-
reas; (iv) 201 a 400 hectáreas; (v) 401 a 1.000 hectáreas; (vi) 1.001 a 2.000 hectáreas; (vii)
2.001 a 5.000 hectáreas; (viii) 5.001 a 10.000 hectáreas; (ix) 10.001 a 25.000 hectáreas; y
(x) 25.001 hectáreas o más.
Variable Minas Gerais Pernambuco San Pablo Río Grande del Sur
Cantidad de municipios en 1920 178 59 204 71
Cantidad de municipios en 2000 853 185 545 467
11/16/16 3:16 PM
200 Tendencias a largo plazo
11/16/16 3:16 PM
202 Tendencias a largo plazo
27 Para cada municipio, construimos el coeficiente de Gini utilizando la misma fór-
Fuentes: (i) ibge, Censuses [Censos]. (ii) ipea. (iii) Cálculos propios.
Notas: (i) Desviaciones estándar entre paréntesis. (ii) Se trata de estadísticas descrip-
tivas construidas para las utc.
28 Acemoglu et al. (2008) utilizan una estimación de 10 miembros por familia, mien-
tras que Summerhill (2010) construye sus coeficientes asignando 5 miembros por fami-
lia. Construimos el coeficiente de Gini global de distribución de la tierra asumiendo 7,
10 y 15 miembros por familia. Nuestra principal variable es la que utiliza una estima-
ción de 15 personas por familia porque, en teoría, incluye a los familiares y demás
personas que viven en el mismo predio, un elemento importante a principios del siglo
xx en Brasil.
Análisis cuantitativo
30 Observamos que no existe un marco uniforme en la literatura para el análisis eco-
Resultados contemporáneos
31 Las condiciones clave para la congruencia de los mco es la ausencia de correlación
remos el término regresiones simples cuando existe solo una variable independiente de
interés (separadamente de la cantidad de interacciones).
33 En lo sucesivo, las frases pib per cápita o años de escolaridad promedio harán refe-
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10) (11) (12) (13) (14) (15)
Todas las Unidades Territoriales Comparables
Log pib per cápita Log Años de escolaridad promedio Mortalidad Infantil
Gini pe* -0,24 -0,16 -0,19 -0,29 -0,04 0,06 0,05 -0,00 2,90 -0,57 -1,13 -0,56
Gini sp* 1,25*** 1,24*** 0,89*** 0,60* 0,50*** 0,48*** 0,41*** 0,27*** -10,05** -10,41*** -3,50 -1,90
Gini rs* -1,09*** -1,10*** -0,90*** -0,81*** -0,15* -0,15* -0,15 -0,10 10,57*** 10,53*** 11,48 10,97***
Votantes mg* 0,04** 0,05*** 0,03* 0,01 0,04*** 0,04*** 0,02 0,01** -0,37 -0,42* 0,25 0,38*
Votantes pe* 0,06 0,06 0,02 -0,01 0,09*** 0,09*** 0,07*** 0,05*** -2,92*** -2,93*** -1,79*** -1,62**
Votantes sp* 0,01 0,01 0,03 -0,01 0,03*** 0,03*** 0,03*** 0,01 0,56*** 0,58*** 0,20 0,43**
Votantes rs* 0,05** 0,05*** 0,04** 0,02 0,02*** 0,02*** 0,02** 0,01 0,17 0,15 0,19 0,29*
Controles No No No Sí Sí No No No Sí Sí No No No Sí Sí
geográficos
Controles sobre No No No No Sí No No No No No No No No No Sí
educación
Tendencias a largo plazo
Observaciones 440 440 440 440 440 440 440 440 440 440 440 440 440 440 440
R2 1,00 1,00 1,00 1,00 1,00 0,99 0,99 0,99 0,99 0,99 0,94 0,94 0,94 0,96 0,96
11/16/16 3:16 PM
Desigualdad, instituciones y desarrollo… 209
Observaciones 440 440 440 440 440 440 440 440 440
R2 1,00 1,00 1,00 0,99 0,99 0,99 0,95 0,96 0,96
11/16/16 3:16 PM
212 Tendencias a largo plazo
Cuadro 7. Regresiones por mco con controles estructurales: pib per cápita
per cápita a largo plazo para Minas Gerais y San Pablo, aun cuando se
incluyen los controles geográficos y relacionados con la educación;
para Pernambuco, los coeficientes continúan siendo mayormente no
significativos; en lo que respecta a Río Grande del Sur, los coeficientes
permanecen negativos y altamente significativos (columnas 3 y 4).
No obstante, el control de la inmigración para el coeficiente de
desigualdad económica para San Pablo ya no resulta significativo
incluso en regresiones sin mayores controles (columna 1). Si bien
los coeficientes restantes conservan propiedades similares a las
mencionadas anteriormente, este análisis sugiere que los efectos de
Conclusión
Referencias bibliográficas
Prado Jr., Caio, História Econômica do Brasil, 4a ed., San Pablo, Brasi-
liense, 1956 [1945].
Robinson, James A., “Equity, Institutions, and the Development Pro-
cess”, en Nordic Journal of Political Economy, vol. 32, 2006.
Summerhill, William, “Colonial Institutions, Slavery, Inequality, and
Development: Evidence from São Paulo, Brazil”, mpra Paper, núm.
22162, mpra, 2010.
Villela, André, “O Desenvolvimento Econômico no Brasil Pré-1945”,
en Fernando Veloso, Pedro Cavalcanti Ferreira, Fabio Giambiagi y
Samuel de Abreu Pessôa (eds.), Desenvolvimento Econômico: Uma
Perspectiva Brasileira, Río de Janeiro, Elsevier, 2013, pp. 91-128.
Wegenast, Tim, “Cana, Café, Cacau: Agrarian Structure and Educatio-
nal Inequalities in Brazil”, en Journal of Iberian and Latin Ameri-
can Economic History, vol. 28, núm. 1, 2010.
Wooldridge, Jeffrey, Econometric Analysis of Cross Section and Panel
Data, 2a ed., Cambridge, mit Press, 2010.
Eustáquio Reis*
Introducción
225
Geografía e historia
1 La llanura brasileña, situada en las zonas templadas del extremo sur del país, consti-
tuye una doble excepción en la medida en que los suelos sean llanos —con la consecuente
disminución de los costos de transporte— y sumamente fértiles (Bell, 1998). Sin embargo,
los costos comerciales eran elevados en vista de la situación fronteriza y la distancia hacia
los mercados internos brasileños e internacionales. En consecuencia, la cría de ganado
continuó siendo una actividad extractiva hasta mediados del siglo xix.
Esta sección recurre a una serie de mapas y gráficos para ilustrar los
patrones espaciales del desarrollo de Brasil. La cantidad de munici-
pios brasileños aumentó de 642 en 1872 a 5.507 en el año 2000. Por lo
tanto, para un análisis intertemporal coherente, los municipios se
combinan en 432 áreas mínimas comparables (amc) para el período
1872-2000 (Reis et al., 2005; Reis, 2008, 2014; Reis et al., 2011).2 Si
bien las referencias temporales del análisis están principalmente de-
terminadas por los años censales, resultan útiles para brindar una ca-
racterización bastante amplia de las principales fases del desarrollo de
Brasil durante el período (Reis et al., 2002).
2 El mapa excluye al estado de Acre porque en 1872 aún formaba parte del territorio
1872
Miles de Reales Miles de Reales
0 | - - 20 0 | - - 50
20 | - - 40 50 | - - 100
40 | - - 80 100 | - - 200
80 | - - 160 200 | - - 400
160 | - - 320 400 | - - 800
> 320 > 800
1919
R$ (2000) R$ (2000)
0 | - - 90 0 | - - 0,060
90 | - - 180 0,060 | - - 0,120
180 | - - 360 0,120 | - - 0,240
360 | - - 540 0,240 | - - 0,480
540 | - - 1080 0,480 | - - 0,960
> 1080 > 0,960
1950
R$ (2000) Mil R$ (2000)
0 | - -250 0 | - -0,3
250 | - - 500 0,3 | - - 0,6
500 | - - 1000 0,6 | - - 1,2
1000 | - - 1500 1,2 | - - 2,4
1500 | - - 3000 2,4 | - - 4,8
> 3000 > 4,8
Gráficos 2a a 2e
Gráficos 1a a 1e
Año Ingreso per cápita (pib/Población)
Productividad laboral
(pib/Fuerza laboral)
Ingreso per cápita (1980) Ingreso por trabajador en municipios (1980)
2000
R$ Mil R$ (2000)
0 | - -70 0 | - - 2,5
70 | - - 140 2,5 | - - 5
140 | - - 210 5 | - - 10
210 | - - 280 10 | - - 20
280 | - - 420 20 | - - 40
> 420 > 40
3 Cabe observar que esta línea divisoria se asemeja a los límites meridionales de la
desde 1872 hasta 2000 y no a los municipios en cada año censal. Por esa razón, las cifras
sobre desigualdad tienen un sesgo por defecto. Recurriendo a las áreas comparables para
el período 1970-2000, los coeficientes de Gini son 0,5 en 1970, 0,45 en 1980 y 0,41 en el
año 2000, pero no son estrictamente comparables con los años censales previos.
0,9
0,8
0,7
1872
0,6 1919
1949
PIB
0,5
1970
0,4 1980
2000
0,3
0,2
0,1
0
0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,6 0,6 0,7 0,8 0,9 1
Población
donde yi,t= (yi,t / Pobi) es el pib per cápita (o pib por fuerza laboral) en el
municipio i, año de censo t; yi,t es el pib per cápita en el municipio i,
Período 1872-2000
mco -0,006*** -0,005***
aed -0,005*** 0,19*** -0,006*** 0,21***
aer -0,008*** 0,61*** -0,006*** 0,31***
Período 1872-1919
mco -0,004*** -0,009***
aed -0,006*** 0,6*** -0,007*** 0,6***
Tendencias a largo plazo
11/16/16 3:16 PM
Crecimiento de la productividad laboral
Crecimiento del pib
Especificación per cápita
del período Todas las actividades Agricultura Actividades no agropecuarias
Período 1919-1949
11/16/16 3:16 PM
240 Tendencias a largo plazo
5 No se efectúa la desagregación por sectores para el ingreso per cápita por la sencilla
razón de que el censo de 1920 no recabó datos sobre la población rural y urbana, pese a
haber recopilado información sobre la fuerza laboral según las principales actividades
económicas.
Factores condicionantes
de los patrones de convergencia (1920-2000)
log (yi, t/yi, t-n) 1/n = α + β.log (yi ,t-n) + γ.Xi ,t-n
donde: yi,t = yi,t / Pobi (o yi,t / Labi) es la productividad laboral total, ur-
bana o rural (pib/fuerza laboral) o pib per cápita del municipio i en el
año t; yi,t es el pib total, urbano o rural del municipio i en el año t, Pobi,t
es la población total, urbana o rural del municipio i en el año t; Labi,t es
la fuerza laboral total, urbana o rural del municipio i en el año t; Xi ,t-n
es la matriz de las variables explicativas, incluidas todas las variables
exógenas que explican la tasa de crecimiento en estado estacionario de
los municipios brasileños en el período 1920-2000.
Los factores explicativos se enumeran en el listado de la primera co-
lumna del cuadro 2. Incluyen las características principales de los muni-
cipios en términos geográficos (superficie, latitud, longitud, altitud, tem-
peratura, precipitación, tipos de suelos, etcétera), demografía (población,
población extranjera, fuerza laboral), economía (pib por sectores, con-
centración de la propiedad de la tierra, generación eléctrica, superficie
agraria, porcentaje del café en área cultivada), accesibilidad y transporte
(existencia y antigüedad de la estación ferroviaria, distancia al mar, dis-
tancia a la capital, índice de mercado potencial), capital humano y edu-
6 No fue posible ampliar el análisis al año 1872 porque todas las variables condiciona-
les fueron utilizadas para la estimación del ingreso per cápita para este año, por lo cual
quedaron inevitablemente correlacionadas con las variables endógenas.
8 Variables
11/16/16 3:16 PM
(continuación) Crecimiento de la Crecimiento Crecimiento
Crecimiento del pib 246
productividad de la productividad de la productividad
per cápita laboral total laboral rural laboral urbana
1919-2000 1919-2000 1919-2000 1919-2000
11/16/16 3:16 PM
Crecimiento de la Crecimiento Crecimiento
Crecimiento del pib productividad de la productividad de la productividad
per cápita laboral total laboral rural laboral urbana
1919-2000 1919-2000 1919-2000 1919-2000
31 Cant. de votantes registrados en 1914 / Población -0,011 -0,005 -0,07* 0,002
en 1920
44 Porcentaje de áreas con altitud 200 a 499 m -0,002 -0,003 0,002 -0,001
Perspectivas históricas sobre la desigualdad…
11/16/16 3:16 PM
(continuación) 248
Crecimiento de la Crecimiento Crecimiento
Crecimiento del pib productividad de la productividad de la productividad
per cápita laboral total laboral rural laboral urbana
1919-2000 1919-2000 1919-2000 1919-2000
47 Porcentaje de áreas con altitud 1200 a 1799 m -0,007 -0,005 0,006 -0,002
11/16/16 3:16 PM
Crecimiento de la Crecimiento Crecimiento
Crecimiento del pib productividad de la productividad de la productividad
per cápita laboral total laboral rural laboral urbana
1919-2000 1919-2000 1919-2000 1919-2000
11/16/16 3:16 PM
250 Tendencias a largo plazo
2,5
1,5
0,5
-0,5
-1
-1,5
PIB/POB PIB/FLTot PIB/FLRur PIB/FLUrb PIB/FLind
1919-2000 0,16 0,15 -0,06 0,17
1919-1949 0,01 0,01 -0,03 -0,13 -0,34
1949-1980 0,25 0,23 -0,11 0,27 0,58
1980-2000 0,37 0,32 -0,15 0,57 1,61
Gráfico 4a. Impacto de las estaciones ferroviarias en 1920 sobre el crecimiento del in-
greso per cápita (pib/pob) y de la productividad laboral (pib/fl) en actividades y períodos
seleccionados (solo modificando el año de la variable dependiente relegada para cada
período; error estándar de líneas: 1)
0,016
0,014
0,012
0,010
0,008
0,006
0,004
0,002
-0,002
-0,004
PIB/POB PIB/FLTot PIB/FLRur PIB/FLUrb PIB/FLind
1919-2000 0,001 0,001 0,002 0,001
1919-1949 0,004 0,004 0,002 0,007 0,010
1949-1980 0,001 0,001 0,003 0,001 0,001
1980-2000 0,002 0,002 0,007 0,001 0,004
8 Los resultados del análisis de regresión no presentados en este artículo están a dis-
Referencias bibliográficas
Justin R. Bucciferro*
1. Introducción
1 El autor agradece a los participantes del seminario “La inequidad en América La-
tina en el largo plazo” (Buenos Aires, 2014), en especial a Jeff Williamson, Luis Bértola,
Eustaquio Reis, José Peres-Cajías y Moramay López-Alonso, y a la Economic History of
Race, Gender, and Class Conference [Conferencia sobre Historia Económica de Raza,
Clase y Género] (Middlebury, abril de 2015), fundamentalmente a Lety Arroyo Abad,
Catalina Vizcarra, Peter Lindert, Jenny Bourne y Bob Margo. Mi agradecimiento tam-
bién a Renato Araujo da Silva, a los bibliotecarios del Museo Afro Brasil (San Pablo), al
personal de la publicación del Arquivo Público do Estado de São Paulo y al Instituto
Brasileiro de Geografia e Estatística (ibge) por su colaboración para localizar estos ar-
chivos fuente.
* Eastern Washington University.
265
2 Cantidad estimada de esclavos que embarcaron hacia Brasil, de acuerdo con la base
100%
80%
60%
40%
20%
0%
1545 1570 1585 1625 1675 1725 1775 1800 1820 1850 1872 1890 1940 1950 1960 1980 1991 2000 2010
Fuentes: Las cifras anteriores a 1850 son las recopiladas por Bucciferro (2013) (para
1825-1850, estas se refieren a los censos regionales a lo largo de años inmediatos, exclu-
yendo al estado de Ceará); la población y su conformación racial para los períodos desde
1872 hasta 2010 provienen de ibge (http://seriesestatisticas.ibge.gov.br/): “Tendências de-
mográficas: uma análise dos resultados da amostra do censo demográfico 2000”, Río de
Janeiro, ibge, 2004, 2010 Censo Demográfico; Directoria Geral de Estatística, “Recensea-
mento do Brasil 1872/1920”, 1930 [187?]; Censo Demográfico 1940/2010; “Estatísticas do
Século xx”, Río de Janeiro, ibge, 2007, en Anuário Estatístico do Brasil, Río de Janeiro,
ibge 54, 1994.
duos se les hizo una pregunta abierta sobre raza y otra pregunta con
cuatro opciones estándar de respuesta (branca, parda, preta o amarela):
solo seis categorías raciales, incluyendo branca, parda y preta, como
también morena, morena-clara y clara, incluyeron al 94% de los en-
cuestados (Wood y Carvalho, 1988). Aunque morena fue una respuesta
tan común en la pregunta abierta, como lo fue parda en la pregunta
estructurada (el 34% de encuestados en cada caso), su uso es quizá
demasiado general para que funcione como una categoría del censo
(Telles, 1995).4
La identidad racial puede ser intercambiable, sin embargo los es-
quemas empleados en Brasil corresponden a divisiones sociales reales,
formadas por los antepasados al igual que la clase: el “blanquea-
miento” progresivo de la población fue el resultado de la mezcla racial
y de la mayor fertilidad/menor mortalidad de los blancos, no solo el
incentivo implícito para que los pretos y pardos se autoseleccionaran
como pardos y brancos (Ribeiro, 1995). Aunque las categorías actuales
de raza están demasiado simplificadas, reflejan la herencia de los bra-
sileños y son preferibles a una simple dicotomía entre blancos y no
blancos que agrupa conjuntamente a indígenas, africanos y asiáticos.
4 El periódico Folia de São Paulo realizó una encuesta similar en 1995 con resultados
i. La Época Imperial
tos libres en comparación con 19.020 negros/mulatos esclavizados y 8.914 blancos (Ber-
gad, 1996). En 1775, entre las poblaciones juntas de Pará, Río de Janeiro y Río Grande
del Sur, el 45% eran esclavos y el 55%, libres (censos regionales recopilados por Alden,
1963). Sobre el crecimiento positivo de las poblaciones afrobrasileñas en Minas Gerais,
véanse Boxer (1962) y Russell-Wood (1982).
$3.000
$2.500
$2.000
$1.500
$1.000
$500
$0
1857
1861
1867
1871
1877
1881
1887
1891
1897
1901
1907
1911
1855
1859
1863
1865
1869
1873
1875
1879
1883
1885
1889
1893
1895
1899
1903
1905
1909
1913
1915
Tarifa diaria contratación esclavo Ingresos en especie del esclavo
Jornal diario del colono Jornal del colono incluyendo cultivos
Jornal diario del trabajador
6 Hacia 1825 y 1850, los datos son de los censos de estados en Klein y Luna (2010);
1872 y 1890, censos nacionales (ibge). Los datos sobre la población esclava se tomaron
de Stein (1957) y Conrad (1972), según se publicaron en Hasenbalg (1978).
7 La población esclava total de Brasil en 1887 era de 723.419 (Conrad, 1972); entre
1890 y 1899, 734.985 inmigrantes ingresaron a San Pablo (Kodama, 2007; Nogueira,
1973).
8 Hall (1969) describe los jornales en las plantaciones de café en San Pablo: en 1884,
el pago fijo (carpa) era de alrededor de 50 réis por 1.000 árboles más 500 réis por 50 litros
de café; en 1895, era de 90 y 600 réis; en 1904, 60 y 450 réis; y en 1914, 80 y 400 réis, res-
pectivamente. Después de ajustar el nivel de precio (usando el costo del arroz como indi-
cador), llega a la conclusión de que los jornales reales declinaron en más del 50% entre
1884 y 1914.
1.500 kilogramos de café por año, equivalente a 25 bolsas o 100 arrobas, sobre la base
de: Filho (1952): los rendimientos se basan en 3.000 árboles por trabajador; Subrinho
(en Hall, 1969): las cifras se refieren a la década de 1890 en San Pablo; Mello (1977):
basada en rendimientos de esclavos durante el período entre 1850 y 1888; Dean
(1976): basado en 225 arrobas producidas por dos familias adultas; Hall (1969): el
estimado está basado en cifras totales para 1910 a 1914; Klein y Luna (2010): cantidad
de árboles basada en 543 plantaciones durante principios de la década de 1880, rendi-
miento/trabajador de plantaciones de la década de 1820; Oliveira (en Klein y Luna,
2010): rendimiento/esclavo referente a 1854; y Stein (1957): aproximación de produc-
ción promedio por esclavo realizada por dueño de plantación.
(continuación)
Fuentes: Distribución ocupacional por raza y sexo (no mostrada) proviene de los Boletins
de Ocorrências que abarcan el período 1912-1920 en San Pablo, recopilado por Jacino
(2012). Los jornales nominales diarios promedio para el estado de San Pablo son princi-
palmente del Recenseamento do Brasil, vol. v, parte 2 (“Salários”), 1920, complementados
por algunas cifras de jornales nacionales de esta fuente y, en pocos casos, datos anuales de
jornales para la vecina Río de Janeiro en 1920 (sobre la base de 52 semanas de trabajo de
seis días cada una) de Lobo (1978).
10 En el estado de San Pablo, el censo informó que el 82% de la población era brasi-
leña y el 18% era extranjera en 1920; además, la mejor estimación de Fernandes (1965)
del porcentaje blanco-o-mulato en la población total de la ciudad de San Pablo es del 9%.
Cerca del 11% de la población nativa fue por lo tanto afrobrasileña y el jornal promedio
de empleados domésticos blancos brasileños hubiera sido varios puntos porcentuales
más alto que para los trabajadores nacionales.
i. Expectativa de vida
Fuentes: Datos de los censos de 1950 y 1980, tal como fueron presentados por Wood y
Carvalho (1988) y Lovell (1999), quien agrega las cifras de 1960; los datos de 2008 son de
Paixão et al. (2010: 197-199) sobre la base de los censos de 1991/2000 y los microdatos del
Ministerio de Salud de 1997-2000.
ii. Alfabetización
3,5
2,5
1,5
0,5
0
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1970 1980 1991 2000 2010
Fuentes: Recenseamento Geral do Brasil, 1940 y 1950. Microdatos del censo del ibge de
1960, 1980, 1991, 2000, 2010 del Centro de Población de la Universidad de Minnesota,
Series de microdatos de uso público integrado (ipums, International), Minneapolis, Uni-
versity of Minnesota, 2014. Las líneas punteadas corresponden a las tasas de analfabe-
tismo de las cohortes 40-49 a 70-79 años de edad en 1950.
están dentro del 5% de aquellas para las cohortes de entre 20-29 años
de edad en 1940, mientras que los grupos de entre 15-19 y 5-9 años de
edad difieren tanto como el 66 por ciento.
Los niveles de analfabetismo de todos los grupos descendieron
considerablemente en todo el siglo xx: oscilaban entre el 81% para los
negros y el 40% para los asiáticos en 1940, comparado con el 29% para
indígenas y solo el 8% para los blancos en 2010. Este proceso se ace-
leró después de 1980, hubo una baja impresionante en la tasa de anal-
fabetismo indígena durante la década de 1990, aunque en los últimos
diez años el analfabetismo entre los asiáticos aumentó, posiblemente
como resultado de la migración. Los descensos relativos para los blan-
cos superaron los de negros/mulatos entre 1940 y 1980, pero se estabi-
lizaron más adelante y el analfabetismo de los afrobrasileños descen-
iii. Educación
11 Los censos de 1940 y 1950 muestran a aquellos que han completado la educación
elemental, media o superior, mientras que las respuestas estandarizadas después de 1960
incluyen muchas clasificaciones intermedias. La frecuencia con la que se codifican las
respuestas en ciertas categorías cambia, pero esto solo se produjo de manera significa-
tiva en 2010, cuando hubo varias respuestas imprecisas.
1,6
1,4
1,2
0,8
0,6
0,4
0,2
0
1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1970 1980 1991 2000 2010
Fuentes: Recenseamento Geral do Brasil, 1940 y 1950. Microdatos del censo del ibge de
1960, 1980, 1991, 2000, 2010 del Centro de Población de la Universidad de Minnesota,
Series de microdatos de uso público integrado (ipums, International), Minneapolis, Uni-
versity of Minnesota, 2014. Las observaciones de 1910 a 1930 corresponden a cohortes
de 56-60 años de edad en 1960 (Musacchio et al., 2014).
Fuentes: Cifras de las encuestas de hogares pnad; las cifras de 1976 y 1986 se publican en
Silva y Hasenbalg (2000), y las series coincidentes de 1988-1998-2008 en Paixão et al.
(2010).
v. Ingresos
1,5
0,5
0
1886 1900 1920 1940 1960 1970 1980 1991 2000 2010
Fuentes: Microdatos del censo del ibge de 1960, 1980, 1991, 2000, 2010 del Centro de
Población de la Universidad de Minnesota, Series de microdatos de uso público inte-
grado (ipums, International), Minneapolis, University of Minnesota, 2014. Las líneas pun-
teadas se basan en los cálculos del autor.
los censos 1960-2010. El ingreso anual real promedio fue de 111 reales
en 1960; 236 en 1980; 430 en 1991; 645 en 2000; y 749 en 2010.13 El
gráfico 5 muestra el índice del ingreso medio de cada raza contra el de
los blancos (el más alto, en 2010).
Las vías de ingresos relativos después de 1960 son relativamente
fijas: la brecha de ingresos se amplió hasta 1980 y desde entonces se
estrechó, con pocos cambios durante la década de 1990, un registro
normal en comparación con la mejora de los anteriores setenta y cinco
años. El índice de ingresos de indígenas y asiáticos contra el de los
blancos cayó entre el año 2000 y 2010, pero hubo una suba en los in-
13 Ingresos medios expresados en reales de 2010 ajustados por el autor según revalua-
5. Conclusión
años, con la excepción de 2000/2010, cuando hubo una sorprendente caída del 51% en el
ingreso promedio de asiáticos y una moderada reducción del 8% en el de indígenas. Ha-
bía relativamente pocos asiáticos en Brasil en 2000, pero en 2010 su porcentaje de pobla-
ción se había duplicado.
Referencias bibliográficas
1. Introducción
Al ser una de las regiones más desiguales del mundo (De Ferranti et al.,
2004), la inequidad tiene un papel central en la explicación del desarro-
llo a largo plazo de América Latina. Una visión generalizada sugiere que
los altos niveles de desigualdad actuales no son algo nuevo, sino una de
las características sobresalientes de la región desde la época colonial
(Acemoglu et al., 2002; Engerman y Sokoloff, 2012). Según esta litera-
tura, los países de América Latina heredaron sociedades muy desigua-
les en materia de riqueza, poder político y capital humano en la época
de su independencia. Asimismo, se afirma que, debido a su nivel inicial
de desigualdad, los nuevos Estados de América Latina fueron rápida-
mente controlados por pequeñas élites que no tenían ningún interés en
dad de Barcelona a través del programa de becas de Ayuda para el Personal Investigador
en Formación (apif) 2008-2012; y de la Agencia de Gestión de Ayudas Universitarias y de
Investigación de Cataluña por medio del programa de becas be-dgr-2011. El autor le
agradece especialmente a Alfonso Herranz Loncán por su constante apoyo y lecturas
críticas de los borradores. El autor también desea agradecer a Luis Bértola, Manuel Con-
treras, Ewout Frankema, Alejandra Irigoin, Peter Lindert, Mar Rubio y Jeffrey William-
son por sus valiosos comentarios a los borradores. Se aplican las exenciones de respon-
sabilidad habituales.
* Universidad Católica Boliviana San Pablo.
301
6 Según esta opinión, la capacidad de las élites para configurar instituciones económi-
cas y políticas desde la época colonial hasta las décadas recientes ha generado varios
efectos económicos negativos a largo plazo. Una de las últimas contribuciones sobre esta
perspectiva es la de Dell (2010), quien sugiere que la mita (sistema de trabajo minero
obligatorio instituido por el poder colonial español en Bolivia y Perú desde 1573 hasta
1812) puede explicar los actuales indicadores más bajos de bienestar en las zonas donde
se impuso esta institución.
7 El título del libro de Rivera (1984) resume correctamente esta perspectiva: Oprimi-
8 Para
obtener más referencias, véanse: Klein (2011a) y Cajías de la Vega (2015).
9 VéasePeres-Cajías (2014) para comprender las causas y la dinámica de la hiperin-
flación boliviana.
12
2007
2007
Estado
10
benefactor 2007
2007
Gasto en capital humano/PIB
8 Estado
2007 1960 desarrollista
2007
6
1960
Estado 1970
4 mínimo
Estado
2 1960 extractivo
1910
1900 1900
0
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45
Impuestos/PIB
Fuentes: a) Bolivia, de Peres-Cajías (2014); b) Chile: desde 1900 hasta 1989, base de da-
tos Economic History and Cliometrics Lab (eh clio lab), Iniciativa Científica Milenio
Mideplan; desde 1990 hasta 2007, base de datos de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (cepal), www.eclac.cl.; c) Uruguay: Azar et al. (2009); d) datos de países
de la ocde de página web de Peter Lindert (http://lindert.econ.ucdavis.edu/), de la página
web de Sergio Espuelas (https://sites.google.com/site/sergio1espuelas/) y de la base de
datos de la ocde (www.oecd.org).
Notas: Los datos de los países latinoamericanos corresponden al promedio de diez
años; los datos para Francia, España y Estados Unidos corresponden a 1965, 1975, 1985,
1995 y 2007.
10 La recaudación tributaria representa la parte más importante de los ingresos co-
experiencia de las economías más desarrolladas en la segunda mitad del siglo xx (Lin-
dert, 2004).
12 Francia y Estados Unidos han sido elegidos porque son ejemplos representativos de
Fuentes: a) Bolivia, de Peres-Cajías (2014); b) otros países desde 1900 hasta 1989: Brasil: ibge, Estatísticas Históricas do Século xx; Chile:
base de datos eh clio lab, Iniciativa Científica Milenio Mideplan; Colombia: Kalmanovitz (2010); Guatemala: icefi (2007); Perú: Portoca-
rrero et al. (1992); Uruguay: Azar et al. (2009); c) otros países desde 1990 hasta 2007 de la base de datos de la cepal (www.eclac.cl).
Notas: N.d.: No disponible. Debido a la falta de recaudación de impuestos total desde 1882 hasta 1899 y desde 1936 hasta 1939, los
promedios bolivianos en las décadas de 1880, 1890 y 1930 han sido calculados usando cifras totales de ingresos actuales.
11/16/16 3:16 PM
La expansión del gasto público y la educación… 313
13 Desde la década de 1960 hasta el año 2007, mientras que la evolución de la presión
tributaria fue divergente (permaneció más o menos constante en Estados Unidos mien-
tras se expandió en Francia), el gasto público en capital humano alcanzó niveles superio-
res al 10% del pib en los dos países.
14 Los niveles tributarios bolivianos fueron similares a los de Brasil, una de las mayo-
res economías de la región. Sin embargo, Brasil es un país federal y, por lo tanto, la
subestimación de la recaudación tributaria total, definida como la recaudación de im-
puestos del gobierno central, es más alta que en el caso de los países no federales.
11/16/16 3:16 PM
La expansión del gasto público y la educación… 317
15 Debe recordarse que la nueva configuración del Estado encarada por la Revolución
1.000
100
10
1
1900
1903
1906
1909
1915
1918
1921
1930
1933
1936
1939
1945
1948
1951
1960
1963
1966
1969
1975
1978
1981
1990
1993
1996
1999
2005
1912
1924
1927
1942
1954
1957
1972
1984
1987
2002
Fuente: Peres-Cajías (2014).
ceso continuó hasta 1955 y fue impulsado por los desórdenes macro-
económicos iniciales generados por el proceso revolucionario. Después,
el gasto en educación per cápita aumentó hasta fines de la década de
1970. Algunos factores estructurales determinantes pueden explicar
este crecimiento. Además, después del programa de estabilización de
1956, primero la ayuda extranjera y posteriormente la deuda externa y
el crecimiento constante de la economía boliviana permitieron el creci-
miento de los gastos gubernamentales. El aumento del gasto en educa-
ción fue también una respuesta del Gobierno al enorme crecimiento de
la población boliviana durante este período.
Sin embargo, llama la atención que la expansión del gasto en edu-
cación per cápita no fue constante desde mediados de la década de
1950 hasta fines de la de 1970. Esto sugiere la existencia de diferentes
objetivos políticos relacionados con el gasto en educación durante este
período. En verdad, el crecimiento del gasto en educación hasta 1964
estaba estrechamente relacionado con los objetivos revolucionarios y
la voluntad de ampliar los servicios educativos a todo el país (Dirección
Nacional de Informaciones, 1962). En este contexto, aunque la tasa de
crecimiento del gasto en educación disminuyó después del crecimiento
inicial entre 1956 y 1958, esta tasa bastó para recuperar y superar los
niveles del gasto en educación per cápita anteriores a la Revolución.
La evolución del gasto en educación per cápita se aceleró especta-
cularmente entre 1965 y 1967 y fue seguida por un aumento constante
desde 1968 hasta 1975. A diferencia del período anterior, estos cam-
bios estuvieron relacionados con las intenciones del gobierno militar
para consolidar el Pacto Militar-Campesino mediante la expansión de
los servicios de educación a las áreas rurales (Klein, 2011a: 222-228).
La idea generalizada de que se necesitaba más inversión en educación
para fomentar la acumulación de capital humano en el país también
tuvo un papel muy destacado (Ministerio de Educación y Cultura,
1967: 14-22; pnud, 2010: 106). Esta última idea también sería funda-
mental para entender la expansión del gasto en educación desde 1976
hasta 1979.
Más allá de la existencia de diferentes objetivos políticos y diferen-
tes intensidades en la expansión del gasto en educación, el gráfico 2
también confirma que los desórdenes macroeconómicos de principios
de la década de 1980 generaron una nueva crisis del gasto en educación
per cápita. Esto confirma una vez más que la fragilidad fiscal del go-
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
1910
1913
1916
1919
1925
1928
1931
1940
1943
1946
1949
1955
1958
1961
2006
1970
1973
1976
1979
1985
1988
1991
2000
2003
1922
1934
1937
1952
1964
1967
1982
1994
1997
Chile=100 Uruguay=100
cia la relación entre el gasto en educación y el pib con el registro del pib
per cápita para Bolivia y diferentes países de América Latina y la ocde.
Como se ha dicho en la introducción, Lindert (2010) sugiere que los
gobiernos latinoamericanos han invertido sistemáticamente en educa-
ción mucho menos de lo que se esperaría a priori considerando su ni-
vel de desarrollo económico. El gráfico 4 ayuda a evaluar si la expe-
riencia boliviana se encuadra en esta clasificación; también permite
identificar si la posición boliviana cambió después de la Revolución y
el ritmo y la magnitud de este cambio hipotético.
El gráfico 4 destaca nuevamente el impacto de los desequilibrios
macroeconómicos iniciales derivados de la Revolución de 1952. En
efecto, mientras que el nivel de desarrollo económico en 1955 era bas-
tante similar al de 1945 y 1950, el gasto en educación fue menor que
durante esos años anteriores a la Revolución. El gráfico también des-
taca que el gasto en educación en 1960 era aún menor al esperado,
dado el pib per cápita de Bolivia (es decir, inferior a la tendencia inter-
nacional). De este modo, el gasto en educación en Bolivia recién au-
mentó a mediados de la década de 1960 y, al contrario de la hipótesis
de Lindert, este gasto se aproximó al valor que se esperaba en función
del pib per cápita de Bolivia. Sin embargo, el gráfico también muestra
que este nivel relativamente alto del gasto en educación de Bolivia
(según los estándares latinoamericanos y en relación con su pib per
cápita) ha sido compartido por otros países pobres de América La-
tina, tales como República Dominicana. Esto indica que la experien-
cia boliviana no sería la excepción latinoamericana. Esta idea se
puede reafirmar considerando que el gasto público en educación
como porcentaje del pib ha sido sistemáticamente mayor a lo espe-
rado en Cuba,18 Costa Rica, Panamá y Jamaica desde la década de
1960 hasta principios de la de 1980; también ha sido más alto de lo
esperado en Nicaragua durante la década de 1980.
La volatilidad del gasto en educación de Bolivia como porcentaje
del pib y en relación a su pib per cápita desde comienzos de la década
de 1980 hasta comienzos de la de 1990 destaca una vez más el im-
pacto de la inestabilidad fiscal. También resalta que el gasto en educa-
ción de Bolivia ha sido sistemáticamente más alto que el esperado
dio internacional.
8 Jamaica 1980
7 Nicaragua 1985
2005
6 Jamaica 1975
Panamá 1970
Nicaragua 1990
Educación/PIB
5 2000
Costa Rica 1965
1995
4 Costa Rica 1960
1980
Rep. Dom. 1970 1970
3 1990
1965 1975
Rep. Dom. 1965
2 1986
1960
1 1950
1940 1945
1955
0
2,9 3,1 3,3 3,5 3,7 3,9 4,1 4,3 4,5
Log PIBpc (dólares internacionales Geary Khamis de 1990)
América Latina y OCDE, 1960-2005 Bolivia, 1900-2005 Lineal (América Latina y OCDE, 1960-2005)
19 El primer indicador mide la importancia relativa de los subsidios públicos por cada
estudiante que asiste a la escuela primaria en relación con el pib per cápita. El segundo
indicador mide la importancia relativa de los subsidios públicos por cada estudiante que
asiste a la escuela primaria en relación con los subsidios públicos por cada alumno que
cursa estudios terciarios. La justificación detrás de estos indicadores sugiere que cuanto
más alto es el apoyo relativo a la educación primaria, mayor es el impacto redistributivo
del gasto en educación pública.
20 Según Lindert (2010), el valor óptimo para el coeficiente doble para primario ter-
ciario es del 50%. La cifra de Bolivia ha estado constantemente por debajo de este valor.
Además, mientras que el ratio en la mayoría de los países de América Latina es en la ac-
tualidad de alrededor del, o superior al, 50%, en Bolivia este índice sigue siendo de alre-
dedor del 30%. Para comprender mejor los factores de economía política detrás de la
asignación de un porcentaje considerable de gastos en educación terciaria, véanse Rodrí-
guez Ostria (1998), Contreras (1999 y 2003) y Peres-Cajías (2015).
1880 2
1890 5
1900 8
1900 18,5 1910 13
1920 22,5 1920 15
1930 24,9 1930/5 16
1940 27,9 1940/5 21
1950 31,1 1950/5 28
1960 43
1976 63,21 1970 76
1980 84
1992 79,99 1990 95
2001 86,72 2000 110
Fuentes: Elaboración propia sobre la base de: a) índices de alfabetización: desde 1900
hasta 1940 se obtuvieron de Contreras (1999: cuadro 1), desde 1950 hasta 2001 se obtu-
vieron de censos nacionales; b) índice de matriculación total: desde 1880 hasta 1920 se
obtuvieron de Benavot y Riddle (1988: apéndice), desde 1930-1935 hasta 2000, de los
anuarios estadísticos de la Unesco.
Xp
*gpi
Xp + Xs
Xs
*gsi
Xp + Xs
1965 32,53 17,19 12,91 9,05 6,87 5,2 5,64 3,57 2,67 1,88 1,36 1,05
1975 23,52 15,68 13,07 9,58 8,71 6,1 6,1 4,36 4,64 3,61 2,58 2,06
1984 19,67 14,54 12,83 10,26 9,41 7,7 5,99 5,13 5,21 3,91 3,04 2,46
1998 13,79 12,11 11,42 10,44 9,55 8,7 7,39 6,27 6,46 5,25 4,39 3,71
2005 11,47 10,23 9,9 9,42 8,99 8,96 8,56 7,62 7,66 6,46 5,77 4,95
Fuentes: Elaboración propia basada en: desde 1965 hasta 1984, Anuarios Estadísticos de
la Unesco (1973, 1980, 1987); desde 1998 hasta 2007, la página web del Instituto Estadís-
tico de la Unesco (http://www.uis.unesco.org/).
6. Conclusiones
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nance?”, en El Trimestre Económico, vol. lxxiv, núm. 2, 2007 [trad.
esp.: “¿Cómo afecta la tributación a la calidad de la gobernación?”].
1. Introducción
337
2. Enfoque teórico
3. La situación actual
4. Datos y metodología
Fuentes: Organización Internacional del Trabajo (oit), Olivetti (2013). Argentina: censo de América Latina
1960-2000: oit; Uruguay: Fleitas y Román (2010) y censo; Brasil: censo; Chile: Godoy Catalán y Díaz Berr (2011);
La cara persistente de la desigualdad…
México: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi), Dirección General de Epidemiología (dge) y censo.
Período 1990 y 2000, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal), 2013.
347
11/16/16 3:17 PM
348 Tendencias a largo plazo
8 98
Años promedio de escolarización
7 96
94
Ratio mujer/hombre
6
92
5
90
4
88
3
86
2 84
1 82
0 80
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
2010
Ratio M/H Hombre Mujer
10
9 Ch00 Ar00
Ch90 Ar90
8 CRi00 Uy00
Años de escolarización de las mujeres
Pe00
Ar80 Uy90 Bo00
CRi90 Mx00
Ec00
7 Ch80 Ec90 Uy80 Co00
Pe90 Br00
CRi80 Mx90 Pa90 Sa00
Ch70 Pa00 Bo90
6 Ec80 Ar70 Uy70 Co90
Ar60 Pe80 Ho00
Ch60 Ve80 Ve00
5 Pa80 Co80 Ho90 Ve90
Uy60 Ar50 Bra90
Bo80 Ch50 Sa90 Ni00
Mx80
Ec70 CRi60 Uy50
4 CRi70 Pa70
Pe70 Gu00
Ho80 Ve70 Co70
Mx70 Bo70 Gu90 Ni90
3 Ec60 Co60 Pa60 Sa80
Gu80 Pe60
Br70
Ve60 Sa70 Br80
Mx50 Mx60 Ni80
Ho70 Co50
2 Sa60 Br60Ni70
Gu70 Ni60
Br50
1 Gu60
0
0 10 20 30 40 50 60 70
Tasas de actividad de las mujeres
Fuentes: Tasas de actividad: véanse las fuentes del cuadro 1. Años de escolarización:
Barro y Lee (2013).
Promedio AL
Venezuela
Uruguay
Perú
Paraguay
Nicaragua
Honduras
Guatemala 2000
El Salvador 1990
Ecuador
Costa Rica
Colombia
Chile
Brasil
Bolivia
Argentina
aunque el porcentaje era de alrededor del 40% en seis países líderes (grá-
fico 3). La participación de las mujeres aumentó considerablemente en-
tre 1990 y 2000 en Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, Uruguay
y Venezuela. En Costa Rica, Ecuador y El Salvador, las razones detrás de
esta tendencia están más relacionadas con las mejoras en la tasa de acti-
vidad femenina que con la reducción de la brecha de salarios por moti-
vos de género, pero en Guatemala, Honduras, Uruguay y Venezuela la
brecha se redujo considerablemente durante este período (gráfico 4).
En la primera década del siglo xxi, los países con las menores dife-
rencias salariales eran Argentina, Colombia, Costa Rica, Guatemala,
Honduras, Uruguay y Venezuela.
120
100
80
60
40
20
0
a a sil ile mbia a r r a s y rú y la
nti
n livi Bra Ch Ric uado vado emal dura gu
a ua Pe ugua zue
e Bo lo sta Ec al at n ara Parag Ur ne
Arg Co Co El S Gu Ho Nic Ve
1,7 Br70
1,6
1,5
Brecha salarial de género
Uy80
1,4
Ch90
1,3
Pe00 Ho90 Bo90
Arg 70 Uy90 Br90
Pe90 Pa00
1,2 Gua90
Ve90 Ni00 Br00
Sa00 Ch00 Sal90 Pa90 Bo00
1,1 Co90 Ni90
Ar90 Uy00 Ec90
Ve000 Ec00 Co00
CRi90 CRi00 Ho
1 Gua00
Ar00
0,9
0,8
0,3 0,35 0,4 0,45 0,5 0,55 0,6 0,65
hacia el final del período en el cual muchos países tienen similares bre-
chas de género y hay un margen mayor en la tasa de participación.
Las tendencias en las tasas de actividad de las mujeres en los mer-
cados de trabajo de América Latina en la década de 2000 son muy dife-
rentes entre los países. Mientras que la tendencia general es ascen-
dente a lo largo del tiempo, solo en algunos casos el promedio alcanza
el 50%. La heterogeneidad que se reveló en el gráfico 6 podría tener
muchas explicaciones y probablemente está relacionada con las políti-
cas económicas liberales desregulatorias imperantes desde la década
de 1980. Pero las diferencias de género se mantuvieron estables en las
décadas de 1990 y 2000.
Estos resultados también muestran que los aumentos en la partici-
pación de las mujeres en el mercado laboral no necesariamente signifi-
can un cambio sustancial, porque así como aumentan las tasas de par-
ticipación también aumentan la ocupación femenina y la dispersión de
los salarios. Las tendencias de las diferencias de género dependen de la
inversión individual en educación y los beneficios de esa educación. En
los últimos años, los niveles de educación femenina han aumentado en
2,4 Uy40
2,2
2 Uy50 Arg40
Co40
1,8 Uy60
Br70
1,6
Sal60
Uru80
1,4
Ho90 Ch90
Uy90 Pe90 Bo90 Pe00
Arg 70
1,2 Sal90 Ch00 Ni00 Pa00
Gua90 Ve90 Pa90 Br00 Bo00
Ni90 Uy00
CRi90 Ec90 Ve000 Ar90 Sa00 Co90
Ho Ec00 Co00
1 CRi00
Gua00
Ar00
0,8
15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65
Fuentes: Tasa de actividad: véanse las fuentes del cuadro 1. Brecha salarial entre hom-
bres y mujeres: oit y encuestas de hogares.
relación con los de los hombres. Aunque los países han alcanzado ta-
sas altas de participación del mercado de trabajo femenino, es claro
que la igualdad en la educación no basta para asegurar la paridad en
los ingresos entre hombres y mujeres. Una de las razones por las cua-
les han persistido las diferencias de género es que la brecha tiende a
ser más amplia en los niveles superiores de educación. La evolución de
la brecha salarial entre hombres y mujeres es distinta en niveles de
educación diferentes. En el grupo de educación terciaria, la brecha de
género era más amplia al comienzo del período, posteriormente hubo
una pequeña mejora, que muestra el efecto de techo de cristal, mien-
tras que en el grupo con solo educación primaria la brecha se redujo
más durante el mismo período.
La educación de la mujer mejoró de manera considerable en la
década de 1990, pero, tal como vimos antes, el aumento de la tasa de
retorno educativo del nuevo modelo económico fue menos favorable
para las mujeres con mayor nivel de educación. La creciente participa-
70
Perú Chile
60
1990
50
Paraguay Costa Rica 2000
Nicaragua Colombia
Honduras Ecuador
Guatemala El Salvador
70
Perú Chile
60
50 1990
Paraguay Costa Rica
2000
Nicaragua Colombia
Honduras Ecuador
Guatemala El Salvador
Honduras Ecuador
Guatemala El Salvador
70
Perú Chile
60
50 1990
Paraguay Costa Rica
2000
Nicaragua Colombia
358 Tendencias a largo plazo
Honduras Ecuador
Guatemala El Salvador
Gráfico 7 (parte b). Educación y diferencias de género
70
Perú Chile
60
1990
50
Paraguay Costa Rica 2000
Nicaragua Colombia
Honduras Ecuador
Guatemala El Salvador
90
Ingresos mujeres/hombres
80
70
60
50
r
nti
na
livi
a sil
Ch
ile bia Rica ador ado mala duras agua guay Perú guay zuela io AL
Bo Bra lom osta lv e ar a d
Arg
e
Co C Ecu El Sa Guat Ho
n
Nic Par Uru Vene ome
Pr
1990 2000
8. Conclusión
Referencias bibliográficas
Anexo
Niveles de ingresos
Hombres Mujeres
País Bajo Medio Alto Bajo Medio Alto
Argentina 24,6 11 64,4 23,2 17,7 59,1
Bolivia 2,5 16,7 80,8 3,3 17,4 79,3
Chile 4 10,4 85,6 7,6 21 71,4
Colombia 1,8 7,5 90,7 1,6 12,3 86,1
Costa Rica 0,9 5,6 93,5 4,4 5,9 89,7
Década de 1990
Introducción
1 Nuestro mapeo histórico introduce seis casos: Chile, Argentina, Uruguay, Costa
Rica, Colombia y Perú. Otros países son objeto de investigaciones que se agregarán en
publicaciones posteriores. También estamos desarrollando una serie de archivos que
brindan información de respaldo para los gráficos 1-14, estos pueden descargarse del
sitio http://gpih.ucdavis.edu. Los autores agradecen a María Marcela Harriague, Alejan-
dra Irigoin, Joaquin Marandino Peregalli, Bruno Seminario de Marzi, Juan Diego Trejos,
los editores y participantes de la conferencia por sus comentarios constructivos, y a la
Fundación Nacional de las Ciencias de Estados Unidos por el subsidio de investigación
otorgado en virtud de la beca ses 1227237.
* Middlebury College.
** University of California, Davis.
2 Véanse en particular: Frankema (2009); Williamson (2010); los números especiales
completos de la Revista de Historia Económica, vol. 28, núm. 2, 2010; y Arroyo Abad
(2013a). Véase también el conjunto de datos descargables sobre la desigualdad de todo el
mundo, 1820-2000, al que se hace referencia y el cual se explica en Van Zanden et al.
(2014).
369
3 Véase De Ferranti et al. (2004), Lindert, Skoufias y Shapiro (2006), Braceda, Rigo-
lini y Saavedra (2009), cepal (2010, 2012, 2014), Lustig et al. (2011), la base de datos As-
pire del Banco Mundial, Public Finance Review (2014) y el proyecto Compromiso con la
Equidad liderado por la profesora Lustig.
4 Chenery et al. (1974), cepal (1990 y 1992) y De Ferranti et al. (2004). Dentro del
la deducción de impuestos en varios países en la primera década de este siglo. Las fuen-
tes son: Lustig et al. (2011) para cinco países latinoamericanos; Buchele et al. (2013) para
Uruguay; Sauma y Trejos (2014: cuadro 3, caso de referencia) para Costa Rica; y Wang,
Caminada y Goudswaard (2012) para el resto. Véanse estos para los supuestos respecto
de la incidencia fiscal.
Los estimados que estamos comparando aquí se refieren al año 2004, con las siguien-
tes excepciones: Bélgica, año 2000; Australia, 2003; Suecia, Francia e Israel, 2005; Boli-
via, 2007; Chile, 2008; Costa Rica, 2010; y Argentina, Brasil, Perú y Uruguay, 2009. Para
medidas alternativas de los coeficientes de Gini primarios y finales, 1979-2011, véase Solt
(2009 y 2014).
6 Como muchas de las afirmaciones en la bibliografía y en este documento, esta debe
leerse con la salvedad “excepto para Cuba”. La mayoría de las comparaciones han sido
forzadas para mantener a Cuba aparte, por falta de datos suficientes. Señalaremos los
datos de dicho país cuando contemos con ellos.
8 Clements, Faircloth y Verhoeven (2007) han identificado este modelo para las déca-
das de 1990-2000.
Los gobiernos dirigen sus ingresos fiscales hacia tres tipos de gastos:
social, no social y reducción de deuda. Los tres tipos tienen efectos muy
diferentes en la distribución del ingreso. La estimación de esos efectos
requiere que se determine qué niveles de los rangos de ingresos reciben
mayor o menor cantidad de cada tipo de gasto y los ingresos que los
respaldan.
El primer efecto es el de un determinado presupuesto de gasto so-
cial. Ese es el enfoque tradicional de mucha de la literatura sobre inci-
dencia fiscal y se ha actualizado hábil y enérgicamente en la bibliogra-
fía reciente sobre América Latina. Continuaremos con el mismo tema
en profundidad y procuraremos incluir el gasto público en salud y
educación, así como las transferencias sociales, a la vez que incorpora-
remos la incidencia de impuestos en los cálculos de progresividad o
regresividad cuando resulte posible hacerlo.
Para definir nuestras medidas de impacto en los ingresos de ricos,
medios y pobres, comenzamos con la identidad del presupuesto para
el gobierno:
∑S
it +
∑N
jt +Dt =
∑R
kt
donde los porcentajes de los beneficios suman uno, como lo hacen los
porcentajes de los costos de ingresos ( ∑ ∑
q bqit = 1 = q cqit).
9
9 Cada b
qit es el resultado de dos componentes que no están separados en nuestro
documento. Uno es la distribución de “beneficios por cada beneficiario” en cada quintil
y el otro es la “cobertura”, es decir, la cantidad de personas en el quintil que reciben algún
beneficio. La cobertura está incompleta en gran medida en América Latina, y por lo tanto
afecta enormemente la progresividad: “En general, aproximadamente la mitad de la po-
blación en América Latina y el Caribe no está cubierta por ninguna transferencia pública.
En la región, sin embargo, hay una variación significativa en la cobertura, con solo el 23%
de ciudadanos peruanos que no reciben ninguna transferencia pública en comparación
con el 73% de los mexicanos sin beneficios” (Lindert, Skoufias y Shapiro, 2006: 23). De
manera similar, para cada cqit del lado de los impuestos, la carga impositiva de un quintil
es una combinación de las personas que pagan el impuesto recaudado y el porcentaje de
personas que no pagan nada.
10 En escritos posteriores, aplicaremos la misma suposición a los ingresos que finan-
de, un grupo de ingresos por los ingresos del mismo grupo. Para rastrear la historia de
tales medidas, sin embargo, se requiere una serie continua de distribuciones de ingresos.
No existen tales series de tiempo antes de mediados del siglo xx, además de los ocasiona-
les años de referencia. La única excepción es la serie de tiempo de Javier Rodríguez We-
ber sobre la desigualdad de ingresos de Chile (en varios de sus trabajos).
30
Porcentaje de PIB
20
10
1960 1970 1980 1990 2000 2010
América Latina OCDE Estados Unidos Asia del Este y Pacífico India
12 Labaja proporción de la inversión ya ha sido señalada por las Naciones Unidas,
cepal (2012: 117).
13 Para un panorama histórico cuantitativo de la poca disposición de la región para
invertir fondos públicos en escolarización masiva desde 1870, véase Lindert (2010). En
términos de resultados de escolarización, su atraso en comparación con todas las regio-
nes, salvo Asia del Sur, en la participación de los adultos en la educación desde 1950 se
ha mostrado en Reimers (2006), Székely y Montes (2006: 636-641), y Cohen y Soto (2007).
Lo que ahora está quedando claro acerca de los gastos sociales proviene
principalmente de los esfuerzos de investigación de un equipo impre-
sionante del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y,
actualmente, el proyecto Compromiso con la Equidad liderado por
Nora Lustig.16 Aprovechando la gran acumulación de encuestas de ho-
gares realizadas por agencias internacionales desde la década de 1990,
estos equipos han podido asignar los beneficios anuales de los progra-
mas sociales entre los diferentes sectores del espectro de ingresos, desde
el quintil más rico (20% superior) descendiendo hasta el más pobre.
14 En general, tener un gasto promedio menor en educación por niño en edad escolar
también suele estar relacionado con tener mayor desigualdad en aportes a la educación
y los resultados de la educación. Para observar esta tendencia dentro de América Latina,
compárense las cifras del cuadro 1 con la medida de la desigualdad en la participación
educativa que se encontró en cepal (2014: 78 y 79).
15 Aquí, como sucederá nuevamente en lo siguiente, la medida de las pensiones no es
Saavedra (2009), Lustig et al. (2011), Buchele et al. (2013), Sauma y Trejos (2014) y Public
Finance Review (2014).
0,6
Apoyo al gasto en educación = (gasto en educación
pública por persona 5-19) / (PIB per cáptia)
0,4
Fr
Ru Alem Port
Esp Pol
Jpn Ita
Can
Grecia
Cor Estados Unidos Venez
CR
Col Arg
0,2 Jam Brasil
Méx Chile Uru
Guay India
Perú
Guat
Rep Dom
0
0 0.2 0.4 0.6 0.8
Pensión de apoyo = (beneficios del sistema de pensiones
públicas por persona de 65 años o más) / (PIB per cáptia)
América Latina
Argentina 7,4 5,8 0,58 0,24
Bolivia 1,5 7,6 0,28 0,22
Brasil 6,2 5,8 0,74 0,23
Chile 5 4,2 0,45 0,18
Colombia 3,5 4,8 0,53 0,17
Costa Rica 2,8 6,3 0,35 0,24
Rep. Dominicana 0,7 2 0,09 0,07
Ecuador 1,8 4,2 0,24 0,14
El Salvador 1,7 3,5 0,2 0,11
Guatemala 1,2 2,8 0,24 0,08
Guayana 0,1 3,7 0,02 0,1
Jamaica 0,7 6,4 0,07 0,22
México 1,4 5,2 0,18 0,18
Paraguay 1,2 3,8 0,2 0,12
Perú 2,5 2,7 0,35 0,09
Uruguay 8,8 4,2 0,53 0,19
Venezuela 5 6,9 0,77 0,24
Otros países
Australia 3,4 5,8 0,2 0,31
Canadá 4,2 5,5 0,24 0,33
Francia 12,5 5,9 0,59 0,35
Alemania 10,7 5,1 0,44 0,37
Grecia 13,5 4,1 0,6 0,3
India 2,2 3,3 0,4 0,11
Italia 14,1 4,5 0,57 0,34
Japón 8,8 3,8 0,32 0,29
Rep. de Corea 1,6 5,1 0,12 0,28
Polonia 10 5,2 0,61 0,33
Portugal 10,8 5,6 0,5 0,38
Rusia 4,7 4,1 0,31 0,28
España 8 5 0,38 0,37
Reino Unido 5,4 6,2 0,27 0,37
Estados Unidos 6 5,4 0,37 0,28
Vietnam 2,5 6,3 0,35 0,25
“Depende”: regresiva en $.
Programas de gasto Claramente Progresista en Claramente
social progresista participación en el regresiva
ingreso
17 Los casos de subsidios regresivos o casi regresivos a la educación superior abun-
19 Véase Hertz et al. (2008). A esta lista de 42 países, ahora se ha agregado a México, que
se encuentra en el puesto 14, de los 43, de inferior movilidad educativa entre las generacio-
nes (Vélez-Grajales, Campos-Vázquez y Huerta-Wong, 2014), justo por debajo de Estados
Unidos (el decimosexto más bajo). Aún no hemos podido determinar si los procedimientos
de investigación eran los mismos para el estudio mexicano que para los otros 42 países.
menos no para toda la región. En algunos países del sur el gasto social
ha superado el 20% del pib, un umbral que podría definir un “estado de
bienestar”. Más bien, el diseño políticamente implementado de gasto
social e impuestos es en sí mismo una mezcla de “redistribución a ri-
cos y pobres”, con objetivos sociales incompatibles.
grama social o impuesto sobre cada uno de los cinco quintiles de hoga-
res, en Chile y en otros tres países.20
Concentrándonos en la experiencia de Chile desde 1965, el gráfico
3 revela los efectos estimados de diferentes clasificaciones al seguir
dos tipos de ratios. El ratio de los pagos sociales a los hogares en el
quintil de ingresos superiores en relación con aquellos en el quintil
medio o q5/q3 representa (uno más) la “brecha superior” que introdu-
jimos anteriormente; y el ratio de los pagos a los hogares en los quinti-
les medio e inferior (q3/q1) representa la “brecha inferior”. Durante el
régimen militar, el énfasis en el gasto social cambió a favor del 20% de
las clasificaciones de ingresos; y sus ventajas por esos pagos han conti-
nuado desde entonces, aunque están declinando lentamente. El grueso
de este aumento radicaba en el aumento de prestaciones de pensiones
que favorecían a los hogares de más altos ingresos y los movimientos
de pensionados exigen explicaciones.
Desenmarañando las reformas de pensiones de 1979-1981. El sistema
de pensiones que instauró la famosa reforma de pensiones de Chile fue,
y aún es, un enorme porcentaje del pib anual. Para despejar el camino y
entender sus efectos, uno debería comenzar por señalar que no es lo
que a menudo se describe. No se privatizó el seguro social como mu-
chos pueden haber pensado. No había ningún sistema de Seguridad So-
cial que reemplazar, solo había un sistema de pensiones imperfecto e
incompleto para grupos ocupacionales privilegiados del sector formal.
Además, la reforma no privatizó ni liberalizó pensiones exactamente.
Obligó a que los individuos colocaran más firmemente las contribucio-
nes y prestaciones de pensiones en manos del Estado y de los fondos
privados de administración de pensiones (afp) que el Estado designara.
También elevó los compromisos del Estado y los déficits de pensiones y
estos continuarán creciendo hasta 2045. El gasto del gobierno en pen-
siones está lejos de su eliminación; al contrario, se ha disparado.
Es necesario entender la reforma de las pensiones de 1979-1981
como un sistema con estas características clave:
20 Nuestros estimados realmente emplean mayores detalles por programa social que los
que se muestran en el cuadro 5. Por ejemplo, los impactos de las diferentes unidades se
aplican para educación primaria versus secundaria versus terciaria. Véanse los archivos
Excel dentro de la carpeta Government Budget Historical Series en: http://gpih.ucdavis.edu.
3
Ratio
(continuación)
Gasto social promedio como % de pib, precios corrientes
Pensiones
Educación Salud públicas
Otro Total
pública pública no contri-
butivas
Uruguay, gobierno central
1910-1929 1,2 0,96 1,3 0,01 3,47
1930-1939 1,56 1,27 3,99 0,05 6,87
1940-1949 1,48 0,95 4,11 0,03 6,57
1950-1959 1,56 1,12 5,44 0,15 8,27
1960-1969 2,81 1,29 6,73 a 10,84
1970-1979 2,63 1,79 8,48 0,37 13,27
1980-1989 2,37 2,26 10,5 0,54 15,68
1990-1999 2,25 3,02 12,03 0,84 18,14
2000-2008 3,12 3,64 12,69 1,45 20,89
Costa Rica, gobierno central
1936-1939 1,37 0,48 0,22 n. d. 2,06
1940-1949 1,52 0,49 0,3 n. d. 2,31
1950-1959 1,44 0,29 0,39 n. d. 2,11
1960-1969 2,83 0,4 n. d. n. d. 3,23
1970-1979 3 0,32 n. d. n. d. 3,32
Colombia, gobierno central
1905-1929 0,37 n. d. 0 1,12 1,49
1930-1939 0,33 0,27 0 0,95 1,55
1940-1949 0,36 0,16 0 0,93 1,46
1950-1959 0,52 0,31 0 1,33 2,17
1960-1969 1,26 0,45 0 1,63 3,34
1970-1979 2,12 0,91 1,73 1,32 6,08
1980-1989 2,63 0,79 2,55 1,02 6,99
1990-1999 2,5 1,03 4,29 0,95 8,76
2000-2009 3,04 1,88 5,84 0,42 11,19
2010-2013 2,98 1,99 7,36 0,88 13,2
11/16/16 3:17 PM
Gasto social Impuestos Beneficios
menos
Educación Salud Pensiones Todos Directos Indirectos Total impuestos
Quintil 4 0,2 0,3 0,3 0,8 1,9 2,7 4,5 -3,7
Quintil 5 0,1 0,1 0,1 0,3 4,1 2,6 6,7 -6,4
11/16/16 3:17 PM
400 Tendencias a largo plazo
22 Si hubiéramos usado el porcentaje del pib del “subsidio del Estado a la seguridad
social” proporcionado por Cruz-Saco y Mesa-Lago (1998: 69), los estimados hubieran
sido levemente superiores, por ejemplo: el 8,8% del pib en lugar del 8,4% para 1982, y el
6,6% en lugar del 4,8% para 1993.
23 Suponemos que antes de 1955 había déficit neto cero y redistribución cero. Es
decir, asumimos que las pensiones anteriores a 1955 en las cuentas públicas eran exclu-
sivamente contributivas. Acuña e Iglesias (2001) señalan que entonces hubo muchos
contribuyentes por beneficiario, pero que el sistema se derrumbó por la mala adminis-
tración hasta las reformas de Pinochet. ¿Qué podemos hacer respecto de los años 1955-
1981? Parecería natural imaginar una caída en la participación contributiva del 100%
al 0% durante todos estos años. Esto minimizaría el aumento en la redistribución regre-
siva hacia los ricos, ya que los datos oficiales sobre pagos de pensiones registran solo
pagos bajos en estos años y no la acumulación oculta de obligaciones que se reconocie-
ron recién después de 1981. No tenemos elección sino seguir con la información dispo-
nible, utilizando el enfoque de flujo de efectivo y suponiendo que los pagos se realiza-
ron solo a partir de 1981. Mucha regresividad posterior a 1981 se generó en realidad
con anterioridad. Para 1976-1980, interpretamos las “otras funciones sociales” como
totalmente no contributivas y tan regresivas como las pensiones que no son pasis al fi-
nal del siglo. A partir de 1981, aplicamos el déficit de seguridad social de Acuña e Igle-
sias como la parte no contributiva tanto de la seguridad social (previsión) como de
“otros programas sociales”.
1,5
impuestos pagados por ellos, como porcentaje del PIB
Beneficios netos de gastos sociales menos
-1,5
Estimaciones aproximadas
Para quintil de ingresos superiores Para quintil medio Para quintil inferior
El déficit fue inmenso, tomó al menos el 8,4% del pib en 1982 y siguió
siendo mayor al 4% en los albores de este siglo. Claramente, la transi-
ción de un sistema en mal estado y subfinanciado hacia un sistema de
“contribuciones definidas” financiado en su totalidad fue costosa desde
el punto de vista fiscal para Chile, como también lo ha sido para otros
países que imitaron la transición de Chile. En el caso de Chile, no fue
progresista, dado que los beneficiarios del déficit eran, y aún lo son,
Nótese que estos pagos de pensiones y los pagos especiales de “otras funciones socia-
les” continúan fuera de los cálculos habituales de ingresos anuales disponibles o finales
en el año en que el gobierno los paga. Generaron beneficios en años anteriores en el caso
de las pensiones y posiblemente en años posteriores para otros programas.
grupos de ingresos altos, en gran medida los mismos grupos del sector
formal que pagaron menos de lo que correspondía por sus derechos de
pensión antes de la reforma.24
Agregando el lado de los impuestos. Para Chile, tenemos la oportu-
nidad de completar nuestra visión contrafáctica del lado de los im-
puestos. Es decir, existen estudios de cómo se distribuyen los diferen-
tes tipos de impuestos en todos los grupos de ingresos “hoy”, donde
hoy se refiere al año 1996, gracias a Engel, Galetovic y Raddatz (1999).
Su artículo sobre la “desagradable aritmética redistributiva” obtuvo la
distribución de impuestos directos de Chile versus dos tipos de im-
puestos indirectos en 1996, y pudimos aplicar sus distribuciones sepa-
radas a los porcentajes de impuestos directos e indirectos hacia atrás
hasta 1965. Esto produce la distribución de impuestos entre los grupos
de ingresos superiores, medios e inferiores, según se mostró en el grá-
fico 3 y ahora en el gráfico 4. Las dos representaciones muestran que
los años del gobierno militar fueron notablemente favorables para los
grupos de ingresos superiores, mientras que fueron desfavorables para
los de ingresos más bajos en relación con los regímenes anteriores y
posteriores de gobiernos democráticamente electos. Al agregar im-
puestos al cuadro se muestra una razón adicional de por qué: el 20%
obtuvo un relativo descuento fiscal, que fue revertido en gran parte por
el gobierno de la Concertación a partir de 1991, lo cual también está
claro en los gráficos 3 y 4.
El giro de Chile hacia una redistribución más progresista y una
menor desigualdad después de impuestos desde el año 2000 ha sido
ampliamente observado.25 Nuestros gráficos 3 y 4 confirman el au-
mento de progresividad. Los grupos de ingresos medios recuperaron
un efecto fiscal positivo neto durante la década de 1990 y el quintil
más pobre obtuvo una redistribución positiva a partir de 2005. El me-
24 La materialización cuantitativa de esta declaración es que para los pagos a benefi-
ciarios de pensiones fuera del déficit utilizamos los porcentajes del quintil estimados
para las pensiones de Chile que no son pasis en Lindert, Skoufias y Shapiro (2006: cua-
dros 7 y 8).
25 Por ejemplo: véanse los coeficientes de redistribución de Chile en la perspectiva
global de Solt (2009 y 2014). Rodríguez Weber (en el capítulo iii de este volumen) en-
cuentra una nivelación en los ingresos de los trabajadores antes de impuestos desde 1988
hasta 2000, pero no observa ninguna nivelación antes de impuestos después del año
2000. Al combinar su resultado con los otros se sugiere, nuevamente, un giro hacia la
redistribución progresista después del año 2000.
26 Por otro lado, un creciente porcentaje de gasto público no estaba registrado en el
tesoro, tal como los ferrocarriles del Estado, el Instituto Argentino de Promoción del
Intercambio (iapi) y el Banco Nacional Hipotecario.
27 A comienzos del siglo xx, el sistema de pensiones en Argentina solo incluía a los
fijado antes de las presidencias de Perón; sin embargo, el origen de esta idea data de la
época en que Perón fue secretario de Trabajo, entre 1943 y 1945.
30 Nuevamente, véase el gráfico 5. Gaggero (2008) afirma que las élites y sus políticas
período fueron inútiles, pues solo concedieron acceso segmentado y excluyeron el uni-
versalismo.
2
Ratio
0
1870 1890 1910 1930 1950 1970 1990 2010
Estimaciones aproximadas
2009, el efecto fiscal de la inflación está ausente. Debido a su naturaleza regresiva, nues-
tros estimados de incidencia fiscal para fines de la década de 1980 seguramente parecen
más progresistas de lo que probablemente eran.
33 Sobre volatilidad y prociclicidad, la correlación entre el pib real y el gasto social
real está por encima del 0,8 para usar el gasto del gobierno central y total. Al comprobar
los cambios en el pib real versus los cambios en el gasto social real, el coeficiente cae a
0,5. La volatilidad del gasto social real relativa al pib real (medida como la desviación
estándar de los cambios anuales reales) es tres veces superior.
Sobre los cambios en el diseño de la seguridad social, véase Selva e Iñiguez (2009).
34 Cetrángolo y Gómez-Sabaini (2006).
10
Beneficios netos de gastos sociales menos los
impuestos pagados, como porcentaje del PIB
-5
-10
1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
Uruguay, el líder del gasto social durante los últimos cien años
-4
-8
1910 1930 1950 1970 1990 2010
Como sugieren las cifras disponibles del cuadro 4, Costa Rica ha tenido un
crecimiento más constante del gasto social que muchos de los otros países.
En comparación con Uruguay, Costa Rica redistribuye de manera
menos progresista cada año, en el sentido de la reducción del coefi-
ciente de Gini de desigualdad. Sin embargo, a partir de 2003, ha alcan-
zado una mayor igualdad del ingreso final y también del ingreso origi-
nal (mercado, o antes de impuestos). ¿Cómo? El contraste puede tener
muchas explicaciones, incluyendo la fortuna de los países en el comer-
cio internacional. Un elemento de política social parece haber contri-
buido. Al menos desde el año 1900, Costa Rica ha gastado un mayor
porcentaje que Uruguay del producto interno en educación primaria y
secundaria, y la diferencia perdura en este país. La base de conoci-
mientos más grande ha generado más igualdad a largo plazo al igualar
el potencial de rentabilidad básica y, en consecuencia, ha logrado una
mayor reducción de la desigualdad que las pensiones más ambiciosas
y otros pagos de transferencia de Uruguay, aunque los dos hayan exis-
tido desde los albores del siglo xx. Aquí, nuevamente, debemos recor-
dar que las inversiones igualitarias de cada año tienen un efecto a
largo plazo, aunque demorado, sobre la igualdad en comparación con
lo que muestran los gastos de ese año.
En materia de pensiones públicas, Costa Rica comenzó pronto a
desarrollar su sistema. Sus innovaciones institucionales anteriores a
1948 se convirtieron en una característica permanente del marco de la
Para la valoración de las políticas redistributivas actuales de Costa Rica, véase Oviedo et
al. (2015: 23-61).
39 Sobre políticas sociales hasta la década de 1960, véanse Contreras y Cueto (2004) y
Webb (1975). Las políticas de redistribución de riqueza del presidente Velasco incluye-
ron la reforma agraria, nacionalización y cooperativas de trabajo (Figueroa, 1995).
dos países pueden haber sido los únicos países absolutamente progre-
sistas de toda América Latina, aparte de Cuba.
A este patrón de comportamiento algo progresista en programas
sociales e impuestos, le hemos agregado la tendencia de América La-
tina, que puede documentarse fácilmente, para redistribuir hacia la
actual generación de adultos mayores al invertir poco en las genera-
ciones más jóvenes. En las últimas décadas, los países de la región han
derrochado cada vez más el capital económico perdido y el creci-
miento al gastar su capital político en subsidiar a las generaciones ma-
yores con pensiones públicas no contributivas. De los países estudia-
dos aquí, el Cono Sur es el que ha realizado la mayor redistribución,
quitándole a las futuras generaciones, mientras que Costa Rica es el
que menos lo ha hecho. Aunque Perú y Colombia también tuvieron
tendencia a inclinarse hacia las pensiones, lo han hecho con menores
presupuestos generales en relación con el pib y su lado regresivo se ha
manifestado de una manera más convencional.
Esta tendencia a la baja inversión ha caracterizado una historia de
cien años de menor inversión en educación primaria y secundaria. La
propuesta implícita es aprovechar la oportunidad, finalmente, de lo-
grar mayor igualdad y crecimiento más rápido con inversiones más
amplias en competencias humanas. En esta propuesta, nuestra investi-
gación parece estar de acuerdo con la propuesta actual de Augusto de
la Torre y coautores:
Toda la región aún tiene tiempo de reducir los déficits de pensión que
incluso la reforma de Chile no ha vencido aún. La oportunidad se pre-
senta ahora, porque la población de la región todavía es más joven que
la de países centrales de la ocde o de Europa del Este. Sin embargo, es
posible que no haya voluntad política, en vista de qué prontamente ha
crecido el apetito por las pensiones públicas no contributivas desde la
década de 1960 y que el compromiso con la educación pública sigue
siendo lánguido.
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Apéndice
Fuentes de datos y notas para los cuadros y los gráficos
Cuadro 1
Los gastos del sistema público de pensiones como porcentajes del pib
se obtienen de Pallares-Miralles, Romero y Whitehouse (2012: anexos
ii y iii), basados a su vez en la base de datos de pensiones del Banco
Mundial. La última fuente señala explícitamente que sus datos en gas-
tos de pensiones incluían los beneficios de pensiones contributivas y
no contributivas, al contrario de nuestra preferencia por datos de pen-
siones no contributivas únicamente.
Cuadro 2
Cuadro 3
Cuadro 4
Argentina
Ingresos = 1900-1931: Vázquez-Presedo (1971), 1932-1964: afip (2009),
1965-2006: Ministerio de Economía y Producción (2006), 2007-2013:
afip (2010), afip (2011), afip (2012), afip (2013).
Gastos = 1900-1915: Dirección General de Estadística (1915); 1929-
1939: Vázquez-Presedo (1971); 1940-1962: Basados en presupuestos nacio-
nales, InfoLeg (2014) y Domenech et al. (1986); 1965-2006: Ministerio de
Economía y Producción (2006), Oficina Nacional del Presupuesto (2014).
pib nominal = 1900-1932: Ferreres (2005); 1932-2013: Ministerio
de Economía y Finanzas (2014).
Chile
Ingresos y gastos = hasta 2000: Díaz, Lüders y Wagner (2010); 2000-2013:
datos en línea del Banco Central de Chile y el Ministerio de Economía.
pib nominal = Wagner et al. (2000).
Colombia
Ingresos = 1900-1920: Departamento Administrativo Nacional de Esta-
dística (1973); 1920-2003: Junguito y Rincón (2007); 2004-2013: Banco
Central de Colombia (2014). Para los datos detallados sobre ingresos e
impuestos sobre el patrimonio: Anuario de Estadística General, varios
números, y Dirección General de Presupuesto Público Nacional (2014).
Gastos = 1900-1920: Departamento Administrativo Nacional de Es-
tadística (1973); 1920-2003: Junguito y Rincón (2007); 2004-2013: Banco
Central de Colombia (2014). Para información detallada sobre gasto pú-
blico por tipo: Anuario de Estadística General, Banco Central de Colom-
bia (1997), Dirección General de Presupuesto Público Nacional (2014).
pib nominal = greco (1998 y 1999) y Banco Central de Colombia
(2014). Nótese que el pib nominal experimentó un aumento significa-
tivo en la década de 1990 y más del 35% desde 1999 hasta 2000 debido
a un cambio en la metodología. Para la serie de datos, véase en http://
gpih.ucdavis.edu la carpeta para “Gov’t Budget Historial Series” bajo
el encabezamiento: “Latin American Fiscal Redistribution”, el archivo
“Colombia Central Gov’t Budgets 1901-2013”.
Costa Rica
Ingresos = 1870-1958: los ingresos públicos totales y por tipo fueron
proporcionados gentilmente por Juan Diego Trejos. De conformidad
con los cuadros, los datos corresponden al gobierno central según ha
informado Román Trigo (1995); 1959-década de 1970: los ingresos
públicos totales y por tipo según Ramírez (1977); 1970-2013: ingre-
sos públicos totales y por tipo según el Ministerio de Hacienda y el
Banco Central de Costa Rica. Los ingresos de recursos corresponden
a los impuestos sobre plátanos y café, 1997-2012: el total de ingresos
(incluyendo los gobiernos locales y las unidades descentralizadas ex-
cluyendo el sector financiero): Ministerio de Hacienda (2014b).
Gastos = 1870-1958: los ingresos públicos totales y por tipo fueron
proporcionados gentilmente por Juan Diego Trejos. Según los cuadros,
los datos corresponden al gobierno central según ha informado Ro-
Perú
Ingresos = Totales y composición: 1900-1989: Portocarrero, Beltrán y
Romero (1992); 1990-2013: Banco Central de Reserva del Perú (2014).
Gastos = Totales: 1900-1989: Portocarrero, Beltrán y Romero
(1992); 1990-2013: Banco Central de Reserva del Perú (2014). Composi-
ción: 1900-1989: Portocarrero, Beltrán y Romero (1992); 1970-2013: pa-
gos de deuda: Banco Central de Reserva del Perú (2014); 1998-2013:
educación y salud: Ministerio de Economía y Finanzas (2014b), defensa
y pensiones: Ministerio de Economía y Finanzas (2014a).
pib nominal = 1900-1949: Seminario y Beltrán (1998); 1950-2013:
Banco Central de Reserva del Perú (2014).
Para la serie de datos, véase en http://gpih.ucdavis.edu la carpeta
“Gov’t Budget Historial Series” bajo el encabezamiento “Latin Ameri-
can Fiscal Redistribution”, el archivo: “Peru Gov’t Budgets 1900-2013”.
Uruguay
Ingresos, gastos y pib nominal = hasta 1999: Azar et al. (2009); 2000-
2008: datos en línea del Ministerio de Economía y Finanzas.
Cuadro 5
Gráficos 3 y 4 (Chile)
Las fuentes para los datos tributarios y el pib nominal son las que se
incluyen en la lista del cuadro 4. Las estimaciones de redistribución
fiscal han utilizado los estudios realizados por Engel et al. (1999), Lin-
dert et al. (2006) y Lustig et al. (2011), según se cuantifican en http://
gpih.ucdavis.edu, en la carpeta “Gov’t Budget Historial Series” bajo el
encabezamiento “Latin American Fiscal Redistribution”, el archivo:
“Chile Quintile Effects 1842-2013”.
Gráficos 5 y 6 (Argentina)
Las fuentes para los datos tributarios y el pib nominal son las que es-
tán incluidas en la lista del cuadro 4. Las estimaciones de redistribu-
ción fiscal han utilizado los estudios realizados por Gasparini (1999),
Gómez Sabaini et al (2002), Subsecretaría de Coordinación Econó-
mica, Lustig et al (2011), sedlac y unu-wider citadas en http://gpih.uc-
davis.edu, en la carpeta “Gov’t budget historial series” bajo el encabe-
zamiento “Latin American fiscal redistribution”, el archivo: “Argentina
fiscal incidence 1870-2009”.
El nivel de gobierno que se describe aquí varía según el paráme-
tro y el período. Según lo que hemos podido determinar a partir de
Gasparini (1999) y Lustig et al. (2011), la asignación de efectos de
incidencia tributaria de los puntos de referencia más recientes se re-
fiere a los efectos de todos los gobiernos consolidados, no solamente
del gobierno central. Estas asignaciones de puntos de referencia más
recientes se basan en datos de encuestas, sin ninguna distinción
clara respecto del nivel del gobierno que cobra los impuestos o hace
los gastos sociales. Sin embargo, con respecto a los datos tributa-
rios, el alcance del gobierno difiere de la siguiente manera:
1. para 1870-1949, solo datos presupuestarios del gobierno central;
2. para 1950, 1955, 1960 y 1965, de los gobiernos central, provin-
cial y municipal;
3. para 1970-2009, cuentas consolidadas para todos los niveles de
gobierno.
Gráfico 7 (Uruguay)
Verónica Amarante
Antonio Prado*
1. Introducción
* cepal.
435
tiva en la que todos gocen de los beneficios del progreso. Time for
Equality argumenta que la equidad se encuentra en una encrucijada
entre el crecimiento económico, la inclusión social y el reconocimiento
de la diversidad, y promueve un tipo de desarrollo que forja un vínculo
positivo entre una mayor igualdad y ganancias en la productividad,
capacidades y crecimiento sustentable. El documento propone que la
igualdad social y el tipo de dinamismo económico que transforma los
patrones de producción no se contraponen, y que el desafío es encon-
trar sinergias entre ambos. La estrategia de crecimiento debería in-
cluir una menor heterogeneidad estructural, un mayor desarrollo pro-
ductivo y la búsqueda de la igualdad mediante la mejora de las
capacidades humanas y la movilización de energías estatales. La idea
básica es la necesidad de desarrollar sociedades más unidas en torno a
dinámicas productivas, construyendo sinergias sociales y territoriales
positivas y fortaleciendo la protección de los individuos mediante me-
joras en los mercados laborales.
El contenido económico de este enfoque fue analizado más a
fondo en Structural Change for Equality. An Integrated Approach to De-
velopment (cepal, 2012b), y concibe el cambio estructural como el ca-
mino que conduce a una mayor equidad. Desde este punto de vista,
cambio estructural significa poner cambios cualitativos de la estruc-
tura de producción en el centro de la dinámica de crecimiento. La in-
serción global mejorada y el crecimiento virtuoso de la productividad
local y el empleo llaman a una mayor participación de sectores con
conocimientos especializados en la producción global. Esto promueve
el desarrollo de capacidades, conocimiento y aprendizaje en coordi-
nación con la producción y la inversión en toda la economía. Para la
región, el cambio estructural debe efectuarse en dos frentes interco-
nectados: mejorar la participación de sectores con conocimiento es-
pecializados en la producción y el comercio y diversificar hacia secto-
res en los que la demanda local y externa se esté expandiendo
rápidamente, para que la demanda pueda satisfacer la oferta local y
que las importaciones y exportaciones puedan crecer en forma balan-
ceada sin hacer presión insostenible en la balanza comercial. Al cen-
trar el crecimiento en la creación de nuevos sectores y en la difusión
de la tecnológica al conjunto del sistema, el cambio estructural ge-
nera oportunidades de empleo en sectores de mayor productividad, a
la vez que estimula una mayor tasa de participación y una menor tasa
0,6
0,5
0,4
0,3
0,2
0,1
0
1 7 13 19 25 31 37 43 49 55 61 67 73 79 85 91 97
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de datos de ho-
gares realizadas en los respectivos países e indicadores del desarrollo mundial.
Cambios anuales en el
Coeficiente de Gini coeficiente de Gini
Circa Circa Circa 2002- 2009- 2002-
2002 2009 2013 2009 2013 2013
Argentinaa 0,578 0,510 0,475 -1,8% -1,8% -4,8%
Bolivia 0,614 0,508 0,472 -2,7% -1,8% -6,4%
Brasil 0,634 0,576 0,553 -1,4% -1,0% -3,4%
Chile 0,552 0,524 0,509 -0,7% -0,7% -2,0%
Colombia 0,567 0,553 0,536 -0,4% -0,8% -1,4%
Costa Rica 0,488 0,501 0,512 0,4% 0,5% 1,2%
Ecuador 0,539 0,500 0,477 -1,1% -1,2% -3,0%
El Salvador 0,525 0,478 0,453 -1,3% -1,3% -3,6%
Guatemala 0,542 0,585 1,1%
Honduras 0,588 0,554 0,573 -0,8% 0,8% -0,6%
México 0,514 0,515 0,492 0,0% -1,1% -1,1%
Nicaragua 0,579 0,478 -2,7%
Panamá 0,567 0,526 0,527 -1,1% 0,0% -1,8%
Paraguay 0,563 0,512 0,522 -1,3% 0,5% -1,9%
Perú 0,530 0,469 0,444 -1,7% -1,4% -4,3%
República Dominicana 0,537 0,574 0,544 1,0% -1,3% 0,3%
Uruguaya 0,455 0,446 0,380 -0,3% -3,9% -4,4%
Venezuela 0,500 0,416 0,407 -2,6% -0,5% -5,0%
Todos (promedio simple) 0,548 0,513 0,492 -1,0% -1,0% -2,7%
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de datos de ho-
gares realizadas en los respectivos países.
Notas: a Áreas urbanas.
1 Estos resultados se basan en Maurizio (2013). Es necesario advertir que este análi-
sis cubre países con niveles de informalidad relativamente bajos en la región. En países
con economías de altos niveles de informalidad, el salario mínimo puede influenciar más
en los salarios de sectores informales y tiende a mantener barreras de segmentación.
2 Esta variación real se calcula utilizando un índice ponderado de los índices de pre-
300
250
200
150
100
50
I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Fuentes: cepal y Organización Internacional del Trabajo (oit), sobre la base de informa-
ción oficial de los salarios mínimos y el índice de precios al consumidor (ipc) de los países.
3 Para determinar si los trabajadores se ubican por encima, en el mismo valor o por
debajo del salario mínimo, se establecieron los siguientes criterios: (i) por debajo del
salario mínimo, si es menor del 90% del valor legal; (ii) coincide o cercano al salario
mínimo, entre el 90% y el 110% de su valor; y (iii) superior al salario mínimo, si es igual
o mayor al 110% de su valor.
Cuadro 3. América Latina (cuatro países): cobertura del salario mínimo (porcentajes)
11/16/16 3:17 PM
Desigualdad en América Latina 449
Por lo tanto, las diferencias entre los cuatros países respecto de la dis-
tribución de los asalariados según los tramos del salario mínimo se
deben mayormente a lo que sucede con los trabajadores informales, ya
que el porcentaje de trabajadores formales que perciben este monto o
una cifra menor es relativamente similar, y muy bajo, en los cuatro
casos. Entre el 94% y el 97% de estos trabajadores obtienen salarios
que superan el mínimo legal.
Para estimar los impactos de los cambios del salario mínimo en la
desigualdad salarial, se utiliza la metodología propuesta por DiNardo
et al. (1996). Esta consiste en estimar funciones de densidad contrafac-
tuales que permiten evaluar cómo habría sido la distribución salarial
del momento inicial si, manteniendo constantes los atributos de los
trabajadores, el salario mínimo fuera el del momento final. A partir de
esta nueva distribución contrafactual de salarios, se estiman diferentes
indicadores de desigualdad, como el índice de Gini, el índice de Theil o
la relación entre percentiles. De este modo, dado que se están simu-
lando solo variaciones del salario mínimo manteniendo constantes
otras posibles causas de los cambios distributivos, es posible deducir
el impacto distributivo del aumento del salario mínimo comparando
los indicadores de desigualdad observados en el momento inicial con
los que resultan de la simulación.5
Los principales resultados se presentan en el cuadro 4. La primera
y tercera columna muestran el valor inicial y final del salario promedio
(expresado en la moneda de cada país, a precios del inicio del período),
la relación entre percentiles (percentil 90/percentil 10, percentil 50/
percentil 10 y percentil 90/percentil 50), el índice de Gini y el índice de
Theil. La segunda columna muestra la densidad contrafactual, que es
la que habría prevalecido en el inicio si el salario mínimo al momento
5 Véase Maurizio (2013) para más detalles sobre aspectos metodológicos. Una limita-
ción de esta metodología es que no incluye los posibles efectos negativos en el nivel de
empleo. Sin embargo, resulta importante señalar que en este período se produce un ele-
vado crecimiento del empleo en los países estudiados, y un fuerte proceso de formaliza-
ción (con excepción de Chile). La combinación de un sostenido incremento del empleo y
de los puestos formales sugeriría que el aumento del salario mínimo no habría tenido
efectos adversos en esta variable. Por otra parte, solo aquellos individuos con ingresos
inferiores al salario mínimo son afectados por cualquier cambio. La ausencia de efectos
de derrame implica resultados conservadores, ya que podrían existir efectos mayores
siempre y cuando la intensidad de los efectos del salario mínimo fuera decreciente a lo
largo de la distribución.
Desigualdad y formalidad
Cuadro 4. América Latina (cuatro países): impactos distributivos del salario mínimo
11/16/16 3:17 PM
Densidad Porcentaje del
Promedio e Año contrafactual (sin Variación Variación cambio originado
incremento del
Año final por el salario
indicadores de inicial a absoluta Significaciónb relativa
salario mínimo)
(3) mínimo
desigualdad (1) (2)-(1) (2)/(1)
(2) ((2)-(1))/((3)-(1))
11/16/16 3:17 PM
454 La reciente disminución de la desigualdad
6 El caso de Chile difiere de los restantes en que no se observa una reducción sistemá-
tica de los retornos sobre la educación. En particular, la brecha entre los ocupados con
educación terciaria completa y los ocupados con educación primaria aumenta leve-
mente.
efecto marginal
0,6
0,8
0,4
0,4
0,2
0 0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 1 2 3 4 5 6 7 8 9
decil decil
Chile Ecuador
0,6 0,5
0,4
efecto marginal
efecto marginal
0,4
0,3
0,2
0,2
0,1
0 0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 1 2 3 4 5 6 7 8 9
decil decil
Uruguay
1,4
Año base Año final
1,2
efecto marginal
0,8
0,4
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9
decil
4. Género y desigualdad
A. Mujeres
70
Perú
Bolivia
60 Colombia
Uruguay Paraguay
América Latinaa
2012
30
30 35 40 45 50 55 60 65 70
B. Hombres
100
90
Bolivia
Colombia Nicaragua
Perú Paraguay
Panamá
2012
80 Honduras
El Salvador América Latinaa Guatemala
Uruguay Costa Venezuela
Ecuador
Argentina Rica
Rep. Dominicana
Chile
70
60
60 65 70 75 80 85 90 95 100
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
Nota: a Promedio ponderado.
0,8
0,6
0,4
0,2
0
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú
Rep. Dominicana
Uruguay
Venezuela
América Latinaa
2002 2012
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
Nota: a Promedio ponderado.
90
80
70
Perú
Bolivia
Mujeres
60
Colombia
Uruguay Brasil
Paraguay
México América Latinaa
50 Argentina Panamá
Honduras
Chile Costa El Salvador
Rica Ecuador GuatemalaNicaragua
40
Rep. Dominicana
30
30 40 50 60 70 80 90
Hombres
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
Nota: a Promedio ponderado.
A. Ingresos mensuales
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Bolivia
Guatemala
Paraguay
México
Ecuador
Uruguay
Brasil
Chile
Colombia
Argentina
Rep. Dominicana
Venezuela
Costa Rica
Nicaragua
Panamá
El Salvador
Honduras
Perú
50
40
30
20
10
-10
-20
Perú
Bolivia
Ecuador
México
Chile
Brasil
Paraguay
Rep. Dominicana
Colombia
Uruguay
Venezuela
Guatemala
Panamá
Argentina
El Salvador
Nicaragua
Costa Rica
Honduras
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
50
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
Rep. Dominicana
Guatemala
Costa Rica
Bolivia
México
Ecuador
Panamá
Perú
Honduras
Paraguay
Chile
Nicaragua
Venezuela
Colombia
Argentina
Brasil
El Salvador
Uruguay
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
50
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
Panamá
Costa Rica
Honduras
Bolivia
Guatemala
México
Rep. Dominicana
Ecuador
Perú
Nicaragua
Paraguay
Chile
El Salvador
Argentina
Venezuela
Brasil
Colombia
Uruguay
Quintil I Quintil V
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
90
80
70
60
Porcentaje
50
40
30
20
10
0
Venezuela
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú
Rep. Dominicana
Uruguay
Hombres (observada) Mujeres (observada) Mujeres (simulada)
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
Índice de Índice de
País Pobreza Gini Theil
Argentina -1 -2 -4
Bolivia (Estado Plurinacional de) -5 -1 -3
Brasil -3 -2 -5
Chile -3 -2 -5
Colombia -4 -2 -3
Costa Rica -4 -2 -4
República Dominicana -6 -3 -5
Ecuador -9 -3 -5
El Salvador -12 -3 -5
Guatemala -5 -2 -6
Honduras -7 -3 -8
México -4 -1 -2
Nicaragua -12 -4 -7
Panamá -7 -4 -8
Paraguay -6 -3 -6
Perú -6 -1 -1
Uruguay -1 -1 -1
Venezuela (República Bolivariana de) -4 -2 -2
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
como los de desempleo para hombres y mujeres, cerrando entonces la brecha de empleo.
Se tomó la decisión de no presentar estos resultados, ya que fueron muy similares (aun-
que levemente superiores) a aquellos del escenario de cierre de la brecha de participa-
ción. Los hallazgos se atribuyeron principalmente a los bajos niveles de desempleo regis-
trados en el año base utilizado para la simulación (2012).
A.Pobreza
Pobreza
80
70
Pobreza
60
80
50
70
40
60
30
50
20
40
10
30
0
20
Argentina
Bolivia Bolivia
Brasil Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
EcuadorEcuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México México
Nicaragua
PanamáPanamá
Paraguay
Perú
UruguayUruguay
Venezuela
Rep. Dominicana
10
0
Argentina
Chile
Colombia
Costa Rica
El Salvador
Guatemala
Honduras
Nicaragua
Paraguay
Perú
Venezuela
Rep. Dominicana
Base Con brecha de participación laboral eliminada
Base
Índice de GINI
Con brecha de participación laboral eliminada
70
Índice deGini
B. Índice GINI
60
70
50
60
40
50
30
40
20
30
10
20
0
10
Argentina
Bolivia Bolivia
Brasil Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
EcuadorEcuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México México
Nicaragua
PanamáPanamá
Paraguay
Perú
UruguayUruguay
Venezuela
Rep. Dominicana
0
Argentina
Chile
Colombia
Costa Rica
El Salvador
Guatemala
Honduras
Nicaragua
Paraguay
Perú
Venezuela
Rep. Dominicana
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
Pobreza
A. Pobreza
80 Pobreza
70
80
60
70
50
60
40
50
30
40
20
30
10
20
0
10
Argentina
BoliviaBolivia
Brasil Brasil
Chile Chile
Colombia
Rica Rica
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú Perú
Uruguay
Venezuela
Rep. Dominicana
0
Costa Costa
Argentina
Colombia
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Uruguay
Venezuela
Rep. Dominicana
Base Con brecha de participación laboral eliminada
Índice de GINI
B. Índice Gini
70
Índice de GINI
60
70
50
60
40
50
30
40
20
30
10
20
0
10
Argentina
BoliviaBolivia
Brasil Brasil
Chile Chile
Colombia
Ecuador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú Perú
Uruguay
Venezuela
Rep. Dominicana
Rica Rica
El Salvador
0
Costa Costa
Argentina
Colombia
Ecuador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Uruguay
Venezuela
Rep. Dominicana
El Salvador
Fuente: cepal, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los
respectivos países.
5. Comentarios finales
Referencias bibliográficas
Anexo
Coeficiente
Media Mediana Mín. Máx.
de Var.
Asia Oriental y el
38,1 36,7 0,101 31,9 43,5
Pacífico
Europa Oriental y
33,6 33,7 0,144 25,6 43,6
Asia Central
América Latina y el
43,8 44,8 0,104 34,7 52,8
Caribe
Oriente Medio y el
36 36,1 0,091 30,8 40,9
Norte de África
Augusto de la Torre*
Julián Messina**
Joana Silva***
1. Introducción
tencia en la investigación, a Daniel Valderrama por sus aportes de suma utilidad, y a los
participantes de la conferencia regional “La inequidad en América Latina en el largo
plazo”, organizada en Buenos Aires, del 3 al 5 de diciembre de 2014, por sus útiles co-
mentarios. Cualquier eventual error es de nuestra responsabilidad. Las posturas plantea-
das en este artículo pertenecen a los autores y no deben atribuirse a las instituciones a las
que están asociados.
* Banco Mundial.
** Banco Interamericano de Desarrollo (bid).
*** Banco Mundial.
477
2. Hechos estilizados
nómicos para América Latina y el Caribe (sedlac, por sus siglas en inglés) del Centro
de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (cedlas) de la Universidad de La
Plata, Argentina, y el Banco Mundial, Washington dc, http://sedlac.econo.unlp.edu.
ar/eng/.
distribución del ingreso de los residentes de un país. El coeficiente cero indica igualdad
perfecta (todos los residentes reciben el mismo ingreso), mientras que el coeficiente 1 (o
100 por ciento) indica la desigualdad máxima (una persona percibe la totalidad del in-
greso y todos los demás no perciben ingreso alguno).
4 El conjunto de datos se calculó mayormente a partir de los microdatos de encuestas
0,6
0,58
0,56
0,54
0,52
0,5
0,48
0,46
1993
1995
1996
1998
1999
2000
2001
2003
2005
2006
2008
2009
2010
2011
2013
1994
1997
2002
2004
2007
2012
No ponderado Ponderado Combinado
Países sin auge de productos básicos Países con auge de productos básicos
0,59
1,2
0,57
terciaria/primaria
0,55
1
Gini
0,53
0,9
0,51
0,8
0,49 0,7
0,47 0,6
1995
1996
1998
1999
2000
2001
2003
2005
2006
2008
2009
2010
2011
2013
1997
2002
2004
2007
2012
Coeficiente de Gini de Coeficiente de Gini de ingreso Prima salarial por educación
ingresos laborales per cápita de los hogares terciaria/primaria (derecha)
2
Variación en puntos Gini
0
-0.9
-2
-1.1
-2.5 -1.6
-4 -3.4
-3.9 -1.3
-4.7
-6 -5.3 -5.3
-5.6
-8
-7.7 -7.5 -6.4
-8.4 -8.4
-10
Rep. Dom.
Perú
Ecuador
Bolivia
Argentina
Paraguay
El Salvador
Nicaragua
Uruguay
Chile
Colombia
Brasil
Panamá
Guatemala
Honduras
México
2003- 2004- 2004- 2003- 2003- 2004- 2005- 2003- 2003- 2003- 2004- 2006- 2004- 2003- 2007- 2003-
2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012 2012
log(p90/p50)
Año Argentina Bolivia Brasil Chile Colombia Ecuador México Panamá Perú Paraguay El Salvador Uruguay
2011 0,79 0,98 1,07 0,93 0,86 0,85 0,85 0,83 0,88 0,88
2012 0,72 1,00 0,93 0,85 0,96 0,88 0,83 0,79 0,89 0,81
2013 0,73 0,97 0,99 0,91 0,82 0,80 0,82 0,87 0,89 0,79
11/16/16 3:17 PM
log(p50/p10)
Año Argentina Bolivia Brasil Chile Colombia Ecuador México Panamá Perú Paraguay El Salvador Uruguay
1995 0,8 0,92 0,91 1,17 0,91
1996 0,81 0,94 0,78 1,88 0,93
1997 0,84 1,42 0,96 0,95 1,06 1,23 0,92
2011 0,99 0,6 0,47 0,96 0,99 0,83 0,91 1,17 0,8 0,9
2012 0,95 0,56 1.00 0,96 0,89 0,81 0,95 1,14 0,82 0,89
2013 0,96 0,55 0,52 1,01 0,88 0,8 0,96 1,05 0,82 0,85
11/16/16 3:17 PM
488 La reciente disminución de la desigualdad
2,4
2,2
Log (p90/p10)
1,8
1,6
bución de los valores residuales, obtenidos mediante una ecuación de Mincer flexible, que
incluye un término cuadrático para la edad, un conjunto de variables dicotómicas para la
educación y un conjunto completo de los términos de interacción estimado en forma anual.
Argentina Chile
2,10 2,20
1,90 2
1,70 1,80
1,50 1,60
1,30 1,40
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Log salarial (p90/p10) Log residual (p90/p10)
Brasil México
2,60 2,40
2,40 2,20
2,20 2
2 1,80
1,80 1,60
1,60 1,40
1,40 1,20
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
Fuente: Fernández-Sierra y Messina (2015).
Promedio ponderado
Primaria Dif. Secundaria Dif. Terciaria Dif.
Año completa primaria completa secundaria completa terciaria
1990 0,09 0,11 0,06
1995 0,14 0,044 0,12 0,01 0,07 0,01
2000 0,14 0,003 0,15 0,03 0,09 0,02,
2005 0,13 -0,005 0,19 0,04 0,10 0,02
2010 0,12 -0,008 0,21 0,02 0,12 0,02
2013 0,13 0,005 0,23 0,01 0,14 0,01
Total Dif. 0,038 0,11 0,08
Promedio no ponderado
Primaria Dif. Secundaria Dif. Terciaria Dif.
Año completa primaria completa secundaria completa terciaria
1990 0,20 0,14 0,07
1995 0,22 0,01 0,13 -0,01 0,08 0,01
2000 0,18 -0,04 0,15 0,02 0,09 0,01
2005 0,17 -0,01 0,17 0,02 0,11 0,02
2010 0,16 -0,01 0,19 0,02 0,12 0,01
2013 0,16 0,00 0,20 0,01 0,14 0,02
Total Dif. -0,04 0,06 0,07
Secundaria completa
Rep.
El Sal- Argen- Hondu- Para- Costa Colom-
Año Brasil Chile Panamá Domini- Uruguay Perú Bolivia Ecuador
vador tina ras guay Rica bia
cana
Terciaria completa
Rep.
El Sal- Argen- Hondu- Para- Costa Colom-
Año Brasil Chile Panamá Domini- Uruguay Perú Bolivia Ecuador
vador tina ras guay Rica bia
cana
1990 6% 2% 11% 10% 2% 7% 7% - - 7% - - - -
1995 5% - 13% 14% 2% 8% 3% 11% 8% 8% - - - 7%
2000 6% 7% 16% 17% 2% 10% 4% 11% 9% 9% 12% 8% 9% 8%
2005 7% 8% 18% 17% 3% 10% 6% 12% 10% 13% 15% 8% 12% 11%
la historia de la desigualdad…
2010 10% 7% 21% 19% 4% 11% 8% 13% 8% 11% 17% 12% 12% 12%
2013 12% 8% 22% 23% 5% 14% 12% 13% 13% 13% 19% 10% 14% 13%
11/16/16 3:17 PM
494 La reciente disminución de la desigualdad
Conforme a las conclusiones a las que hemos arribado hasta esta sec-
ción del capítulo, los cambios en materia de logro educativo y otras di-
mensiones del capital humano deben haber cumplido un rol en la de-
creciente desigualdad de ingresos laborales durante la década de 2000
en América Latina y el Caribe. No obstante, la tendencia de desigual-
dad decreciente en la región no puede explicarse solamente por el in-
cremento de trabajadores calificados. A nivel macroeconómico, las os-
cilaciones en las tendencias de desigualdad de ingresos laborales entre
las décadas de 1990 y 2000 no son acordes con la mejora constante de
la oferta educativa en todo el período. En otras palabras, la aceleración
del logro educativo de la fuerza laboral durante la década de 2000 no
basta para explicar el rápido descenso de la prima salarial por educa-
ción. Más bien, las variaciones de la desigualdad de ingresos laborales
claramente coincidieron con incrementos más significativos de la de-
manda laboral durante este período.
Las décadas de 1990 y 2000 fueron períodos de tendencias pro-
nunciadas de ciclos económicos y de demanda laboral. Tras una dé-
cada de crecimiento deslucido, la región transitó por un crecimiento
acelerado en la década de 2000 tras el alza de los precios de los pro-
ductos básicos y los elevados índices de crecimiento a nivel global, es-
pecialmente en China y en las principales economías desarrolladas
que conforman el Grupo de los 7.8 Los países exportadores de produc-
tos básicos (mayormente en América del Sur)9 registraron un mayor
grado de crecimiento sustancial durante los años de prosperidad
(aproximadamente 2003-2011) que los países importadores de produc-
8 Los países que conforman el Grupo de los 7 son: Canadá, Francia, Alemania, Italia,
Caribe son: Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Mé-
xico, Paraguay y Uruguay.
7%
Tasa de crecimiento anualizada
6%
5%
4%
3%
2%
1%
0%
-1%
-2%
No exportables /
importables con
bajos salarios
No exportables /
importables con
elevados salarios
Importables /
exportables
No exportables /
importables con
bajos salarios
No exportables /
importables con
elevados salarios
Importables /
exportables
Países con auge de productos básicos Países sin auge de productos básicos
Fuente: Oficina del Economista Jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial
(lcrce, por sus siglas en inglés), sobre la base de sedlac.
Notas: El gráfico muestra el cambio en el promedio simple del salario entre países
para cada sector y nivel de calificación entre 2002 y 2011. Los países con auge de produc-
tos básicos son: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú. Los países sin auge de
productos básicos son: México, Perú y Uruguay. El sector de “Exportables/importables”
incluye los productos primarios y manufacturas. El rubro “No exportables/importables
con bajos salarios” comprende: construcción, hoteles y restaurantes, administración pú-
blica, comercio mayorista, minorista y viviendas particulares. El rubro “No exportables/
importables con elevados salarios” incluye todos los demás servicios. “Poco calificados”
comprende hasta la educación secundaria incompleta y “Altamente calificados” com-
prende la educación secundaria o superior completa.
Asimismo, más allá del auge de los productos básicos y del creci-
miento económico de China en la década de 2000, otros impactos ex-
ternos trajeron aparejado un desplazamiento de la demanda en Amé-
rica Latina y el Caribe en la década de 1990, y un importante cambio
en los patrones del comercio tras su liberalización.12 La mayoría de los
modelos de comercio sostienen que las oscilaciones en los precios de
producción impulsan cambios en la desigualdad salarial. De hecho, las
vinculaciones entre los precios de los productos y los retornos de los
factores constituyen un elemento clave de los modelos de comercio
basados en el equilibrio general. El interés en estas vinculaciones se ha
acentuado a partir del debate sobre “comercio y salarios”, donde se
argumenta que los precios comparativamente inferiores de los produc-
tos con uso intensivo de mano de obra no calificada es una de las razo-
nes por las cuales se produce una disminución del salario de esos tra-
bajadores en países con abundancia de mano de obra calificada
(Bastos y Silva, 2008). El argumento subyacente se basa en el teorema
de Stolper-Samuelson, que supone que la liberalización del comercio
en países donde la mano de obra no calificada es relativamente escasa
contribuye a una caída del precio de las importaciones con uso inten-
sivo de mano de obra no calificada y de su correspondiente retorno y,
en consecuencia, a un incremento de la desigualdad de ingresos (Fal-
vey, Greenaway y Silva, 2010). En cambio, en países donde abunda la
mano de obra no calificada, la teoría predice que la liberalización
traerá aparejada una caída en la desigualdad de salarios.
En consecuencia, estos modelos no resultan lo suficientemente ap-
tos como para explicar cómo fue posible que, mientras el mayor grado
de liberalización del comercio se produjo en la década de 1990, 13 la
desigualdad salarial se mantuvo estancada o se intensificó en América
Latina y el Caribe en ese período (Goldberg y Pavcnik, 2007). Asi-
12 Se ha demostrado que otros factores vinculados con la globalización han contri-
y Comercio (gatt, por sus siglas en inglés) (y, posteriormente, a la Organización Mundial
del Comercio) en 1986 (Revenga, 1997); y la liberalización del comercio de Brasil desde
1988 hasta 1995 (Gonzaga, Menezes Filho y Terra, 2006).
4. Conclusión
14 En lo que respecta a los costos de movilidad de la mano de obra entre sectores,
véanse Hollweg, Lederman y Mitra (2014), Artuc, Lederman y Porto (2015) y las referen-
cias en este capítulo.
15 Además de las fuerzas del mercado que afectan a la oferta y a la demanda de traba-
Referencias bibliográficas
Diego Sánchez-Ancochea*
1. Introducción
511
2 Siguiendo a Amsden y DiCaprio (2012: 352), defino a la élite como “aquella que goza
3 Algunas
de las siguientes discusiones se toman de Sánchez-Ancochea (2009).
4 Enfocarseen los comienzos de los años noventa es más significativo que usar datos
más recientes, porque en el resto del artículo estamos precisamente interesados en los
cambios recientes. De manera ideal, usaríamos datos comparativos de los años sesenta
en el medio de la sustitución a la importación, pero ello no se encuentra disponible.
5 Como discutiremos más adelante en este capítulo, el uso de encuestas domésticas
para analizar la concentración del ingreso en el nivel más alto es problemático. Los gru-
América Europa
Decil África Asia ocde
Latina del Este
1 1,6 2,1 2,6 2,2 2,5
2 2,4 3 3,5 3,8 3,4
3 3 3,7 4,8 5,1 5,3
4 3,4 4,6 5,8 5,7 6,3
5 5 5,5 6,5 7,5 7,3
6 6 6,5 7,5 8,2 8,6
7 7,6 8,6 9 9,4 10,5
8 9 10,5 10,5 10,8 12,2
9 14 13,3 12,4 12,8 14,8
10 48,8 42,2 37,4 34,7 29,1
Riqueza por
Región Cantidada Riqueza totalb personac
Europa 2,8 9,4 3,4
América del Norte 2,9 10,2 3,5
Asia-Pacífico 2,4 7,6 3,2
América Latina 0,3 4,2 14
Medio Oriente 0,3 1,2 4
África 0,1 0,8 8
Mundial 8,7 33,3 3,8
3,5
Chile
2,5
1,5
1
1,5 1,7 1,9 2,1 2,3 2,5 2,7 2,9
46
Participación en el ingreso de los deciles 1-4
42 8
41
6
40
4
39
2
38
37 0
1987 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006 2009 2011
1-4 4-9 10
Ganancias Salarios
totales totales
Salarios de Salarios de
trabajadores trabajadores no
especializados especializados
Impuestos,
transferencias
y servicios
Lustig, 2010; Gasparini et al., 2011; Gindling y Trejos, 2013), puede ser
realmente menos importante explicar los ingresos más altos.
Por último, debemos considerar la redistribución del ingreso, que
depende de los impuestos y del gasto público. Algunas políticas sociales
redistribuyen a favor de los pobres sin erosionar la participación en el
ingreso de los acaudalados. Este, por ejemplo, es el caso de las transfe-
rencias en efectivo condicionales, que en razón de su poca monta gene-
ralmente no requieren un aumento impositivo. Las políticas universales,
por el contrario, son más susceptibles de crear presiones hacia una tri-
butación mayor, limitando más en consecuencia a los ingresos más altos
(Martínez Franzoni y Sánchez-Ancochea, manuscrito sin publicar).
Las fuerzas y las luchas políticas influyen en todos los elementos
mencionados en el gráfico 3. La manera en que se regulan los merca-
dos, se establecen los incentivos a grandes empresas, se trata a los sin-
dicatos y se diseñan políticas sociales y tributarias depende directa-
mente de la fuerza de los diferentes actores. Desafortunadamente, en
todas estas áreas, la élite económica, compuesta por los grupos de altos
nítida cuando se considera la política social. Durante las décadas de 1950 y 1960, los
programas sociales de salud, jubilaciones y educación se expandieron rápidamente, y a
principios de la década de 1970 la seguridad social cubría al 75% de la población econó-
micamente activa (Huber y Stephens, 2012). Un gasto social más alto también resultó en
un mayor aporte a la seguridad social y en una mayor carga impositiva. Sin embargo,
estas políticas fueron ampliamente segmentadas, en principio en beneficio de algunos
grupos dentro de la clase media. El seguro social involucraba a más de diez fondos dife-
rentes con derechos y obligaciones contenidos en más de 2.000 textos legales (Mesa-
Lago, 1978; Segura-Ubiergo, 2007).
8 El estudio de la evolución del capital y las participaciones del trabajo nos lleva a
60
50
40
30
20
10
0
1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Fuente: Elaboración propia a partir de las Cuentas Nacionales de Ingreso, página web
del Banco Central.
Década Banco bci, City National Bank Bancos, farmacia, otras tiendas al por
Luis Enrique Yarur 1,2 Yarur
de 1930 of Florida, Salcobrand menor
Fuentes: www.forbes.com y varias páginas web para información sobre los grupos.
Notas: * En miles de millones de dólares, valuación al 6 de mayo de 2015. Piñera tuvo que vender toda su participación cuando fue
elegido presidente de Chile.
11/16/16 3:17 PM
La economía política de la desigualdad… 527
10 http://www.bloomberg.com/news/articles/2013-01-15/falabella-billionaires-surface-
11 La siguiente discusión se basa en parte en una entrevista con un funcionario de alto
nos y minería), sobre la base de un informe confeccionado por el grupo Boston Consulting.
15 El Departamento de Trabajo solo publica datos de nuevos convenios firmados cada
año. Cada convenio colectivo puede durar entre dos a cuatro años, pero los datos de la
duración promedio no se encuentran disponibles (Dirección del Trabajo, 2014). Si todos
los convenios duraran dos años, solamente el 8% de todos los trabajadores se habría
beneficiado en 2013. Si todos los convenios duraran cuatro años, el 15% de los trabaja-
dores estaría incluido. He elegido como mejor aproximación el promedio de esos dos
porcentajes (11,6%). Los datos de 1990 fueron obtenidos de Leiva (2012).
16 100
90
14
80
10
60
8 50
40
6
30
4
20
2
10
0 0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Fuente: Elaboración propia con datos obtenidos de la Dirección del Trabajo (2014).
Nota: Los puntos representan la relación entre la población sindicalizada y todos los
trabajadores, mientras que la línea continua solo considera a aquellos trabajadores que
pueden afiliarse legalmente. Por consiguiente, excluye a los funcionarios públicos. Las
estadísticas de la ocde muestran una tendencia similar, aunque con valores ligeramente
superiores (por ejemplo, la tasa de afiliación en 2012 es de 15,2 por ciento).
16 Según Landerretche, Lillo y Puentes (2013), más de la mitad de las grandes empre-
de 2000. Entre 1999 y 2004, la participación de las empresas con trabajadores contra-
tistas ascendió del 37% al 63%. En 2011, el 82% de las empresas en el sector eran con-
tratistas (Hughes, 2013).
18 El salario mínimo también ha aumentado menos que aquel en los países vecinos:
entre 2003 y 2009, el salario mínimo aumentó un promedio anual del 2,4% en compara-
ción con el 6,6% de Brasil y un crecimiento de dos dígitos en Uruguay (Organización
Internacional del Trabajo, 2010).
19 Los cambios más recientes sumaron nueve nuevas patologías y llevaron la cantidad
20 A fines de la década de 2000, el sector público gastó apenas un 20% más que el
sector privado a pesar de tener que atender a nueve veces más estudiantes (López, 2011).
El sistema educativo chileno también tiene importantes desigualdades de espacio y los
costos de la educación terciaria siguen siendo altos.
25 50
45
35
Impuestos totales
15 30
25
10 20
15
5 10
0 0
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
Impuestos a las ganancias (% total) Impuestos totales
6. Conclusión
Referencias bibliográficas
Winn, Peter (ed.), Victims of the Chilean Miracle. Workers and Neolibe-
ralism in the Pinochet Era, 1973-2002, Durham, Duke University
Press Books, 2004.
Yotopoulos, Pan, “The (Rip) Tide of Privatization: Lessons from Chile”,
en World Development, vol. 17, núm. 5, 1989.
Martin Andersson
Andrés Palacio*
1. Introducción
1 Los autores desean agradecer a los participantes del Seminario de Historia Econó-
mica, septiembre de 2014, Universidad de Lund, por sus comentarios de la versión ante-
rior de este trabajo y a los participantes de la conferencia “La inequidad en América La-
tina en el largo plazo”, Buenos Aires, del 3 al 5 de diciembre, y también a los editores.
Asimismo los autores agradecen la financiación del Consejo Sueco de Investigación
(#348-2013-115).
* Universidad de Lund, Suecia.
549
region/LAC.
3 Borras Jr. et al. (2012) indican que la presencia de la reciente elevada inversión ex-
cómo los aumentos en precios de productos básicos, incluyendo minerales, pueden vol-
verse beneficiosos o perjudiciales, en nueve países latinoamericanos para el período
1960-1994. Observan que en promedio los países con auge de productos básicos durante
más de tres años no experimentaron un aumento del producto interno bruto (pib) en los
años posteriores, con excepción de Ecuador. Países como Bolivia, Perú, México y Vene-
zuela incluso experimentaron una declinación en su pib durante y después del auge.
5 México en 1917, Bolivia en 1952, Cuba en 1959, Chile en 1965 y Perú en 1971; Ve-
nezuela y Brasil experimentaron intentos menores que pueden resumirse como políticas
de colonización en lugar de reformas agrarias; y Argentina no tuvo necesidad de apli-
carlo porque el sector agrícola era el más avanzado en la economía y el porcentaje de
campesinos sin tierra era reducido.
6 Esta fue una edición especial de 2001 de la revista World Development que incluye
estudios de casos sobre Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y México, entre otros países.
4. Datos y métodos
la bibliografía emplearon diferentes métodos que van desde monedas nacionales cons-
tantes, dólares estadounidenses constantes o dólares estadounidenses ppa, por no hablar
de los períodos.
8 La distribución sectorial está integrada por nueve sectores: agricultura, caza, silvi-
ciente de Gini del sector agrícola, sino que es el coeficiente de Gini del
sector agrícola comparado con el sector no agrícola. El coeficiente de
Gini intersectorial debería estar positivamente relacionado con el coe-
ficiente general de Gini.
El coeficiente de Gini intersectorial se computa de la siguiente ma-
nera:
11 Bolivia, Colombia y Perú ahorraron más en los años de bonanza que el resto, mien-
tras que Chile y Brasil se destacan en el otro extremo con las tasas de ahorro marginal
más reducidas.
12 Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricul-
tura (fao, por sus siglas en inglés), las tierras arables o de labranza comprenden las tie-
rras bajo cultivos temporales (las que dan dos cosechas se toman en cuenta una sola vez),
las praderas temporales para corte o pastoreo, las tierras dedicadas a huertas comercia-
les o domésticas, y tierras temporalmente en barbecho. Las tierras abandonadas como
resultado de la rotación de cultivos se excluyen.
13 La tierra agrícola es el porcentaje de superficie de tierra dedicada a pastos perma-
nentes, arable o que se dedica a cultivos permanentes. Las tierras de pastos permanentes
se dedican durante cinco o más años a forraje, incluyendo pasturas naturales o cultivadas.
los dos conjuntos de datos, pero los resultados que aquí se presentan solo
se basan en tierras de cultivo. Los estimados no varían demasiado.
5. Resultados
14 La tasa de crecimiento del ratio para el período 1960-2010 es del 1,8% (40% en el
ficaciones del ratio tales como manufacturas sobre agricultura, servicios intensivos en
mano de obra sobre la agricultura e incluso sus productividades marginales y excluyendo
a Argentina, cuya productividad agrícola ha sido mayor que la del promedio en la econo-
mía y en la región.
-0,01 -0,005 0 0,005 0,01 -0,01 -0,005 0 0,005 0,01 -0,01 -0,005 0 0,005 0,01
Período X X X
País X X X
Constante X X X X
Notas: En la tabla se incluyen modelos de efecto fijos para nueve países. El significado
estadístico se muestra como * en nivel porcentual de 10, ** de 5, o *** de 1. Los índices
del coeficiente de Gini intersectorial para el período 1960-2010 son de 0,078*** para
Bolivia, 0,092* para Brasil, 0,035*** para Chile, -0,035 para Colombia, -0,019 para Costa
Rica, 0,098* para Perú, 0,069 para México y 0,072* para Venezuela. Los coeficientes para
el período 1995-2010 son 2,04 para Argentina, 0,14*** para Bolivia, 0,10*** para Brasil,
0,05*** para Chile, 0,005 para Colombia, -0,043 para Costa Rica, 0,11* para Perú, -0,024
para México y 0,09** para Venezuela.
6. Conclusiones
Referencias bibliográficas
(0,0024) (1,9) (1,3) (1,6) (3,4) (1,9) (3,6) (1,0) (1,1) (2,5)
Porcentaje de 13,1 45,9 34,6 19,2 33,6 30,3 36,9 28,9 16,7 28,8
trabajo agrícola (%) (4,6) (14,9) (12,9) (6,9) (9,1) (11,5) (8,9) (11,8) (7,5) (14,3)
Tierras arables 26,3 2,2 48,2 2,9 3,1 0,25 3,2 20,6 2,7 12,2
(millones ha) (5,4) (0,7) (13,3) (1,0) (0,6) (0,03) (0,6) (2,7) (0,1) (1,6)
Fuente: El coeficiente de Gini y la redistribución son tomadas de la versión 5.0 de la Base de Datos Estandarizada sobre Desigual-
dad Global de Ingresos para 153 países para el período 1960-2010 (Solt, 2014).
Los datos para estimar el Gini intersectorial, la participación de los servicios de pib y mano de obra agrícola se toman de
Timmer, Gaaitzen de Vries y Klaas de Vries (2014).
Cambio estructural y disminución de la desigualdad…
Tasa de ahorro y tierras arables se toman de los indicadores del desarrollo mundial.
579
11/16/16 3:17 PM
LA FRACTURA galera FINAL 3.indd 580 11/16/16 3:17 PM
xvi. Política fiscal y desigualdad
en América Latina: 1960-2012
Judith Clifton
Daniel Díaz-Fuentes
Julio Revuelta*
1. Introducción
América Latina es una región que ha estado muy afectada por proble-
mas crónicos de cohesión social vinculados con la desigualdad (Huber
et al., 2006; Milanovic y Muñoz de Bustillo, 2008; Williamson, 2010;
FitzGerald et al., 2011; Bértola y Ocampo, 2012). A lo largo de los años,
el grado excesivo de desigualdad en América Latina fue considerado
una anomalía al realizar comparaciones a nivel internacional (Deinin-
ger y Squire, 1996 y 1998). Sin embargo, en las últimas dos décadas, la
desigualdad de ingresos en realidad disminuyó en la mayoría de los
países de la región, aunque aún permanece por sobre la media mun-
dial (cepal, 2010; Cornia, 2012). En este contexto, América Latina ha
emergido como una anomalía positiva, que va en sentido contrario de
las recientes tendencias mundiales que están avanzando hacia una
mayor desigualdad (Hvistendahl, 2014; Ravallion, 2014).
Este desplazamiento histórico de la desigualdad en América La-
tina ha dado origen a importantes investigaciones que apuntan a des-
cubrir las causas de este cambio (De la Torre, 2014; Salazar, 2014;
Székely, 2014). A manera de contribución a esta reciente bibliografía,
este capítulo proporciona nuevos conocimientos en relación con el rol
de la política fiscal sobre la redistribución del ingreso en el contexto de
581
objetado por los investigadores del Fondo Monetario Internacional (fmi) (Berg y Ostry,
2011; Ostry, 2014).
Año
Gráficos por país
internacional entre los científicos, tal como se resume en una publicación especial de la
American Association of Advancement of Science (Asociación Estadounidense para el
Avance de la Ciencia) (Chin y Culotta, 2014).
3. Datos y metodología
1960.
América Latina y el Caribe (sedlac, 2014). Sin embargo, dadas las diferencias entre los
valores de los coeficientes de Gini de ambas fuentes, optamos por usar los datos de la
cepal, ya que en los mismos se corrigen los subregistros de ingresos. Según Montecino
(2011), “la principal diferencia entre los datos de la sedlac y la cepal es que la última co-
rrige los subregistros de ingresos —cuando las amas de casa en una encuesta de hogares
al responder sobre el ingreso informan menos ingresos de los percibidos y, de este modo,
influyen en la medición de la desigualdad—, mientras que la sedlac no lo hace. A causa
de los registros insuficientes en relación con el ingreso, es probable que se obtengan ho-
gares notablemente más pudientes; al no realizar ajustes por registros insuficientes, se
espera que esto conduzca a una estimación más baja y tendenciosa de la desigualdad”.
11/16/16 3:17 PM
Cuadro 2. Matriz de correlación
1999-2012
Gininat PubSpe PubRev lnpibpc Unemp Depend lnPop Open ToT Invest Inf Dem NatRes
11/16/16 3:17 PM
596 La reciente disminución de la desigualdad
4. Resultados
F 10,94*** 11,38***
5. Conclusiones
salud, los impuestos sobre la renta de las personas físicas, los impues-
tos sobre los bienes y servicios y las contribuciones sociales.
Al contrastar el análisis en los niveles nacional y urbano, encontra-
mos que la mayoría de los instrumentos fiscales bajo análisis ejercieron
un efecto mucho más profundo a nivel urbano que a nivel nacional.
Esto significa que las áreas urbanas latinoamericanas son las que están
recibiendo mayores ventajas de la política fiscal contra la desigualdad
del ingreso, en lugar de recibirlas las áreas rurales. Los impuestos so-
bre la renta de las personas físicas, los impuestos sobre los bienes y
servicios, las contribuciones sociales y el gasto público en salud son en
particular importantes para la disminución de la desigualdad a nivel
urbano. En cambio, el gasto público en vivienda, que, según se observó,
era regresivo en las áreas urbanas, fue incluso más intensamente regre-
sivo a nivel nacional. Ciertas políticas fiscales muestran efectos signifi-
cativos en las áreas urbanas, pero tales políticas no son significativas a
nivel nacional. Este es el caso del gasto público en relación con la segu-
ridad social y los impuestos sobre bienes inmuebles, que se encontró
que son regresivos solo en las áreas urbanas.
Además, existen algunas diferencias nacionales interesantes en lo
que se refiere a la reforma fiscal y a las transferencias de política en
toda la región. En términos generales, algunos gobiernos han avan-
zado a fin de profundizar la reforma de los impuestos sobre la renta,
incluyendo la implementación de impuestos sobre bienes inmuebles,
que generan una mayor incidencia tributaria y, a su vez, una mayor
igualdad. Otros gobiernos, sin embargo, se han mostrado reticentes o
no les ha sido posible implementar una reforma real. Para considerar
dos casos extremos, el gobierno brasileño ha implementado con éxito
muchas reformas tributarias progresistas, en particular, el impuesto
sobre la renta. El otro extremo se encuentra en el gobierno guatemal-
teco, el cual se ha mostrado reticente a llevar a cabo una reforma tri-
butaria; en consecuencia, los niveles de desigualdad no han descen-
dido de manera significativa. Se requiere profundizar la investigación
a fin de desentrañar y evaluar las variedades de la reforma fiscal en
todos los países.
Nuestro artículo mostró que la política fiscal en América Latina
ha desempeñado un papel esencial en la reducción de la desigualdad.
Por otra parte, la posterior extensión de la política fiscal cuenta con
un enorme potencial. Las políticas fiscales en América Latina —en
Referencias bibliográficas
Suzanne Duryea*
1. Introducción
Durante los últimos quince años, América Latina y el Caribe han reali-
zado notables avances para reducir la pobreza y mejorar los resultados
sociales. La pobreza extrema se redujo más de un tercio, del 19,3% en
2002 al 12% en 2014;2 y la desigualdad, tal como se mide según el coe-
ficiente de Gini, disminuyó del 0,56 al 0,51.3 Paralelamente, la mortali-
dad infantil cayó de 32 a 18 muertes cada 100.000 niños de 2000 a
2013 (véase un igme, 2014). Para 2013, los índices de escolarización
entre los niños de 6-11 años de edad alcanzaron el 98% y entre los de
12-17 años de edad se incrementaron al 87%.4 Si bien aún existen dife-
rencias entre los niveles de ingresos y los grupos demográficos, los ma-
yores avances para reducir la desnutrición crónica y mejorar los perfi-
Latin America and the Caribbean can Navigate the Global Economy”, bid, 2015. Los au-
tores agradecen a Santiago Levy por sus numerosas sugerencias.
Con contribuciones de Andrew Morrison, Carmen Pagés, Ferdinando Regalia, Nor-
bert Schady y Emiliana Vegas bajo la supervisión de Héctor Salazar.
* Banco Interamericano de Desarrollo (bid).
2 cepal (2014). El índice de pobreza para el 2014 es el previsto.
3 Cálculos de ponderación de población de las encuestas armonizadas de hogares
611
2,4
2,2
1,8
1,6
1,4
1,2
1
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Fuentes: cepal (2014) y fmi (2014). Población ponderada para países con datos de gastos
y pib.
Este capítulo aborda las maneras en las que los aspectos de la política
social en las áreas de los mercados laborales y del seguro social, los
programas relacionados con la pobreza, salud y educación pueden ser
diseñados a fin de proteger las importantes conquistas sociales logra-
das, al tiempo que posicionan mejor a la región para el crecimiento en
el largo plazo. El análisis se focaliza en tres áreas:
• mejorar la eficiencia poniendo el foco en la calidad;
• promover la estabilidad y la protección de los ingresos sin
distorsionar los incentivos de los trabajadores;
• tener precaución respecto de la creación de compromisos
potencialmente onerosos e irreversibles.
Salud
100
90
80
70 65,7
60
52,5 52,1
50 45,6
41,7
40 36,2 38,4
30,5
30
20
10
0
Brasil Colombia El Salvador México
89,37
87,12
84,29
84,37
100
77,90
75,69
71,39
65,06
80
64,47
61,43
56,03
55,06
53,40
53,39
47,40
48,41
49,99
60
41,15
37,37
32,72
32,21
33,10
31,64
40 23,85
21,59
14,44
20
Perú
Argentina
Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
Ecuador
Guatemala
Jamaica
México
Panamá
Paraguay
Uruguay
Coberturas personas extremadamente pobres (%)
% de beneficiarios totales que no son extremadamente pobres
Capacitación
grandes. En otras palabras, el 14% de las empresas pequeñas informaron que usan re-
cursos públicos para actividades de capacitación, comparado con el 19% de las empre-
sas grandes.
Educación
Durante las últimas tres décadas, América Latina y el Caribe han al-
canzado un enorme progreso en relación con la matriculación escolar.
Algunos países de la región también vieron un modesto avance en rela-
ción con el aprendizaje de los estudiantes. No obstante, los estudiantes
de América Latina y el Caribe continúan desempeñándose en el cuartil
inferior en la distribución de las notas correspondientes a las pruebas
estudiantiles en la mayoría de las evaluaciones internacionales, en par-
ticular en el más reciente Programa Internacional de Evaluación de
Estudiantes (pisa, por sus siglas en inglés). En el pisa 2012, el desem-
peño de los estudiantes en los siete países participantes de la región de
América Latina y Caribe estuvo entre los 14 últimos de entre 65 países
(Bos, Ganimian y Vegas, 2014).
El bajo rendimiento en términos de calidad contrasta con los de-
sembolsos presupuestarios. El gasto en educación se ha elevado del
4,2% del pib en 2000 al 5,6% en 2013 (cepal, 2014). Así y todo no hay
evidencia consistente de que el gasto en aportes, tales como infraes-
tructura física, tecnología en el aula, sistema de financiación flexible
de becas educativas o clases con menos alumnos, mejore los resulta-
dos de aprendizaje de los estudiantes. La eficiencia de los docentes es
el recurso principal para mejorar el aprendizaje del estudiante y la cre-
ciente evidencia muestra que el desempeño de los docentes en el aula y
la calidad de las interacciones docente-estudiante determinan los re-
sultados de aprendizaje (Hamre et al., 2014; Araujo et al., 2014). Para
mejorar la calidad de la enseñanza, la región puede desear llegar a
considerar: i) introducir procesos selectivos para contratar a los indivi-
duos con más talento para la profesión docente, y ii) fortalecer los me-
canismos para motivar a los docentes a realizar sus mayores esfuer-
zos, incluidos el desarrollo profesional y el soporte permanentes, así
como los instrumentos para recompensar la excelencia docente. Estos
factores no necesitan implicar un mayor gasto, sino más bien un gasto
mejor orientado.
Paralelamente, las tendencias demográficas en relación con los es-
tudiantes y docentes presentan una oportunidad de aumentar la efica-
cia. Por un lado, la composición en general de los estudiantes conti-
nuará cambiando desde la escuela primaria; por otro lado, alrededor de
un sexto de la fuerza docente alcanzará la edad de retiro en los próxi-
6 Media para 19 países en 2013, del sistema de indicadores del mercado laboral y de
bien esta elasticidad varía de un país a otro, resulta claro que los im-
puestos más altos sobre el trabajo pueden conducir a la destrucción
del empleo formal (Bosch, Melguizo y Pagés, 2013). Tal como se des-
cribe en el Informe macroeconómico para América Latina y el Caribe, de
2015, la disminución de los impuestos laborales puede llegar a aumen-
tar la productividad y el crecimiento en el mediano plazo en parte por
la reducción de la informalidad.
1,2
0,8
% del PIB
0,6
0,4
0,2
0
El Salvador
México
Costa Rica
Belice
Argentina
Brasil
Guyana
Barbados
Bolivia
Colombia
Jamaica
Bahamas
Ecuador
Uruguay
Chile
Brasil
Fuente: Bosch, Melguizo y Pagés (2013).
Referencias bibliográficas
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mejores trabajos. Hacia la cobertura universal en América Larina y
el Caribe, Washigton dc, bid, 2013].
Prólogo
631
Autores
Capítulo i
Capítulo ii
Capítulo iii
Capítulo iv
Capítulo v
Capítulo vi
Capítulo vii
Capítulo viii
Capítulo ix
Capítulo x
Capítulo xi
Capítulo xii
Capítulo xiii
Capítulo xiv
Capítulo xv
Capítulo xvi
Capítulo xvii
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La cartera de proyectos de conectividad e infraestructura
de la unasur
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culturales con impacto regional
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en temas de integración
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número a la relación entre China y América Latina