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Parte Primera
I. Patrimonio y crédito.
1. Nociones de patrimonio
resarcir el daño causado por el incumplimiento que al no resultar cumplida en forma voluntaria
se habilita a los acreedores a ejercer el derecho de satisfacción coactiva o forzada sobre el
patrimonio del deudor[3]. Allí es donde nace la real importancia de la responsabilidad
patrimonial del deudor y de su patrimonio como garantía de los acreedores.
El referido interés de los acreedores es tutelado jurisdiccionalmente a través de los
procesos de ejecución individual y de ejecución colectiva.
Por ello, se ha dicho que la afirmación de que el patrimonio es la prenda común de los
acreedores es doblemente inexacta, pues el acreedor sólo tiene derecho sobre los bienes que se
encuentren en el patrimonio al momento de la ejecución y para poder ejercerlo entra en concurso
con los demás acreedores[4].
Como ya insinuamos, la tutela del crédito es el objeto del Derecho Concursal. Los
distintos períodos de la historia económica se los puede subdividir en edad del cambio, edad de
la moneda y edad del crédito[5].
El crédito es el elemento esencial en la economía moderna, pues permite negociaciones
jurídicas a través del uso de capital ajeno; es decir permite cumplir la contraprestación
obligacional a plazo[6]. Se basa primordialmente en la confianza, en el credere, y si la confianza
se pierde, la consecuencia es la paralización del crédito y allí suele hacer su aparición el
fenómeno económico de la insolvencia o su contrafaz jurídica, el proceso concursal[7]. Y como
se ha sostenido, el crédito consiste en la apreciación general (social) tanto de la actividad oculta
como de la cualidad, facultades, aptitudes personales que hacen confiar en la actividad futura de
un patrimonio y de su buen uso.
Cuando los fines puestos al crearse el crédito no se cumplen y para que el acreedor pueda
ver satisfecho su interés frente al incumplimiento de su deudor, el ordenamiento jurídico debe
proveerlo de elementos procesales que permitan hacerlo efectivo tutelando así su crédito. Así
nacen las facultades y acciones que tiene el acreedor frente a su deudor.
El accipiens tiene a su alcance, en el orden procesal, la posibilidad de requerir medidas
precautorias que recaen sobre el patrimonio de su deudor para asegurar el derecho insatisfecho
(embargo preventivo, inhibición general de bienes, etc –arts. 195 y ss C.P.C.-), asimismo tiene a
su alcance acciones que posibilitarán a través de la coacción el cumplimiento de la obligación
por el deudor en especie (pago –art. 505 inc. 1º CC-) o por equivalente (pago del valor de la
prestación), el cumplimiento por un tercero (pago por tercero –art. 505 inc. 2º CC-), resolución
contractual (restitución de la prestación cumplida por el acreedor –arts. 1204 CC y 216 CCom-)
y la acción por resarcimiento de los daños producidos por el incumplimiento –art. 505 inc. 3º
CC-. Asimismo le corresponde a los acreedores las acciones de integración del patrimonio del
deudor, que son aquellas tendientes a restablecer la composición del patrimonio disminuido por
acción u omisión del deudor (acción revocatoria –arts. 961 y 972 CC-, subrogatoria -art. 1196
CC-, simulación –art. 1196 CC- y de separación de patrimonios –arts. 3422/48 CC-)[8].
Sea cual fuere la órbita en que tenga origen el deber de responder, el titular del derecho
subjetivo lesionado tendrá la facultad de exigir la protección jurisdiccional y actuar en
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consecuencia[9]. El ejercicio de las acciones referidas tienen su culminación, ante el fracaso del
cumplimiento voluntario, con los actos de ejecución forzada que el ordenamiento jurídico legisla
para ser ejercido en forma individual o colectiva, para que con el producido de dicha
enajenación se haga efectiva la prenda común aludida y se paguen las deudas.
A través de la ejecución individual, la forma ordinaria jurisdiccional de ejecución, se le
permite al acreedor a cobrarse su crédito con el producto de la ejecución de alguno de los bienes
componentes del patrimonio de su deudor. La noción de individualidad nace del hecho de que en
este tipo de procesos se enfrenta cada acreedor con su deudor.
Puede ocurrir que ese mismo deudor enfrente varios juicios ejecutivos individuales
iniciados por distintos acreedores, los cuales tramitarán separadamente cuando los bienes sean
suficientes para que todos cobren en forma forzada. También puede darse el caso de que luego
de tramitadas las ejecuciones individuales, cuando los bienes son insuficientes, las pretensiones
de los acreedores converjan sobre el producto de la venta del bien o bienes subastados en uno de
esos procesos, aquí existe “concurso” en el sentido de concurrencia de varios sujetos sobre un
mismo bien[10].
Entonces el fin de la ejecución individual es satisfacer al acreedor a través de la venta
forzada de bien o bienes del deudor, pero cuando existe impotencia patrimonial del deudor
generalizada dichas acciones se tornan estériles y nacen así la acciones de solución de la
insolvencia y las llamadas acciones colectivas.
Se ha dicho que la insolvencia es una patología financiera, por un anormal funcionamiento
del crédito, el insolvente es un sujeto con crédito quebrado, un desacreditado, es decir que si se
cuenta con crédito se excluye la insolvencia[11]. Sin embargo para sostener ello es indispensable
que el crédito siempre esté en directa relación proporcional con la magnitud de la actividad
empresaria, dejando siempre incólume la responsabilidad patrimonial de la misma, en el caso
contrario el crédito agravaría la insolvencia[12].
1. Concepto y caracteres
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podemos subsumirlo dentro del derecho comercial, pues la legislación concursal ha unificado su
actuación y comprende tanto la esfera civil como la comercial.
Tampoco se podría encuadrar al Derecho Concursal dentro del derecho público, pues en la
legislación argentina su actuar dentro de la crisis de la insolvencia se produce siempre a
instancia privada. Aun así no puede desconocerse que el sistema normativo es de orden público
y una necesaria intervención jurisdiccional, pero indudablemente todo ello es a los fines de
resolver una cuestión estrictamente privada patrimonial, en la cual el interés del Estado se centra
especialmente en la tutela del crédito y sus consecuentes, los que forman los principios del
Derecho Concursal.
Podemos decir también desde el punto de vista legislativo, que la ley concursal es
excepcional porque solamente es aplicable para el caso de insolvencia patrimonial, es imperativa
pues sus reglas no pueden ser dejadas sin efecto y prevalece sobre los acuerdos privados, es
sustancial y procesal, porque regula derechos de fondo y legisla el procedimiento para llevarlo a
cabo[14].
No debemos confundir los principios del proceso concursal con los principios del Derecho
Concursal. Entendemos por estos últimos a aquellas ideas fuerzas que dirigen la legislación
concursal, como instituto autónomo regulador de derecho.
Así podemos determinar, que estas directrices del Derecho Concursal, son la escasez, la
empresa como bien valioso y el sometimiento a la realidad económica[15].
Entendemos a la escasez, como la impotencia patrimonial que genera la cesación de
pagos, la insuficiencia de los bienes para hacer frente a las deudas, la insolvencia. Es decir que
ante la crisis del patrimonio, escaso para desinteresar a los acreedores, debe someterse a dicho
patrimonio a las soluciones concursales que permiten distribuir esfuerzo entre los acreedores
para así distribuir pérdidas entre ellos dentro de la litis concursal.
Las empresas, aquella organización de capital y trabajo, deben ser consideradas valiosas
para el Estado. Y ello, sirve de basamento para que se incorporen prescripciones de orden
público dentro de la legislación concursal, de tutela de la empresa, que llevan a ajustar el
mecanismo de solución de la crisis de insolvencia para que se logre la subsistencia de la empresa
o que, en caso ineludible, en que aquella deba desaparecer, morigerar los impactos sociales que
ello produciría.
Finalmente, no podemos apartarnos de la necesidad de someter al Derecho Concursal a la
realidad económica donde el mismo se desarrolla. La interpretación finalista de los sistemas
concursales es indispensable atento la dinámica que existe dentro de todo el derecho
patrimonial. Por ello, sólo podremos interpretar las variaciones del Derecho Concursal si las
analizamos dentro del contexto histórico que le dio origen.
1. La crisis de la empresa
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Seguramente que encontramos colisión entre los principios que reglan la crisis empresaria
y la solución de la insolvencia, respecto a otros intereses protegidos en ella. Así, se enfrentan el
interés del acreedor, entendido individualmente, con el intereses de la colectividad social en el
mantenimiento de la empresa en marcha. Allí fue cuando se advirtió que la solución originaria
de la insolvencia, la falencia o concurso liquidativo, la quiebra, era insuficiente a los fines para
los cuales había sido creada, entendiéndose que la importancia económica de la empresa en
cuestión era directamente proporcional con los intereses multisubjetivos afectados en caso de
que la misma desapareciese.
Así paso a ser la principal preocupación de la legislación concursal la suerte de las
actividades empresariales, reconociéndose que la insolvencia no era sólo un problema entre
deudor y acreedores, sino que tenía afecciones multisubjetivas[23].
En la empresa económica encontramos comprometidos intereses de los trabajadores, los
proveedores, intereses fiscales, clientes e incluso, en la empresa de gran magnitud, pueden
incorporarse intereses demográficos o poblacionales. Existe una interrelación entre la empresa y
el medio donde se desarrolla, que ante su crisis y eventual desaparición produce afecciones a
todos, las cuales tratan de ser evitadas por el Derecho Concursal a través de la mejor solución de
la insolvencia.
Por ello, “los distintos intereses afectados por la insolvencia, las graves repercusiones de
ésta y los plurales sujetos involucrados que aspiran a la tutela legal, la necesidad de realizar
justicia conmutativa, así como los principios orientadores elaborados a través de la historia”
[24], explican la existencia de una legislación especial, la concursal, que responde a los
conflictos intersubjetivos producidos por la insolvencia patrimonial en forma distinta a como lo
hace el derecho común.
Además se busca proteger conjuntamente en la insolvencia, los derechos de los acreedores,
la dignidad de la persona del deudor y la protección de la empresa como entidad social y
económicamente significativa[25].
La protección de los derechos de los acreedores es la problemática principal no sólo del
Derecho Concursal sino de todo el derecho patrimonial desde siempre. Como dijimos, cuando el
patrimonio en crisis es insuficiente para desinteresar a los acreedores allí es donde debe actuar
el derecho que solucionaría tal insolvencia. También para posibilitar la reinserción de la persona
caída en insolvencia a la vida social y profesional es necesario proteger su dignidad y procurar
una rápida rehabilitación del deudor para que vuelva a la actividad económica o social que
realizaba. Finalmente en la insolvencia debe procurarse como ya hemos afirmado la
preservación de la empresa por sus múltiples implicancias.
La tutela de los intereses en la crisis de la insolvencia, se perfilan en diferentes ángulos de
política legislativa económico-jurídica, se puede encontrar un régimen de ingerencia sobre los
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Parte Segunda
Desde la antigüedad, aun antes del nacimiento del Derecho Romano, se registran medidas
en las legislaciones de los Imperios de las orillas del Tigris y Eufrates, para impedir que los
comerciantes sean burlados o burlasen en su trato, disposiciones que eran aplicadas para todo
tipo de deudores, sean comerciantes o no[28].
1. Derecho Romano
El Derecho Romano, por lo general, no es fuente del Derecho Comercial, pues nace a
través de la comercialización de la Edad Media, sin embargo para conocer el origen del Derecho
Concursal si es menester retrotraernos hasta las antigüedades romanas porque es allí
conjuntamente con el desarrollo del derecho obligacional encontramos los orígenes de aquel.
a) Ejecución personal
Así la manus injectio que obligaba al deudor a cumplir bajo la posibilidad de que su
acreedor lo tomara como prisionero para luego matarlo o venderlo como esclavo al extranjero,
otra posibilidad era la paris secando o la concusu membrorum para el caso de existir varios
acreedores, podían repartirse el cadáver sin necesidad que la parte sea proporcional a la deuda en
el primer caso y en el segundo vendido el deudor se repartía el importe obtenido entre los
acreedores.
Luego nace el el nexum que era el sometimiento voluntario y privado de la persona del
deudor condenado o confeso a la voluntad del acreedor hasta satisfacer la deuda. Se diferenciaba
de la manus iniectio por ser contractual[30]. La ley Poetelia Papiria el año 326 AC. abolió la
pena capital y otros medios vejatorios y nace la addictio que le permitía al acreedor llevarse al
deudor a su domicilio y hacerlo trabajar hasta que pagase su deuda. El deudor podía liberarse
jurando tener bienes suficientes para satisfacer la deuda, y así nace el primer atisbo de la
ejecución patrimonial, la bonam copia jurare[31] y a través de la pignoris capio, ciertos
acreedores de naturaleza tributaria, podían por propia voluntad tomar la posesión de bienes del
deudor, sin poder venderla, para compeler su cumplimiento.
b) Ejecución patrimonial
reducción de las deudas aceptando aquel la herencia, que en su evolución llegó a que la votación
favorable de la mayoría obligase a la minoría en el caso de remisión de una parte de la deuda,
naciendo el llamado pacto de non petendo.
2. Derecho Intermedio
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en virtud del hecho simbólico que significaba la ruptura del banco del deudor insolvente del
mercado (banca rotta), equivalente a la clausura del negocio, primera medida que dictaba el
juez. Se conoce en esta época, a través del Estatuto de Lucca, el concordato preventivo[42]
aprobado por mayoría como etapa anterior a la quiebra con convocatoria de acreedores[43].
Sin perjuicio de los adelantos en materia de Derecho Comercial, en los orígenes, en los
Estatutos de Venecia, Bolonia, Florencia y otras ciudad itálicas de donde surgieron las
instituciones falimentarias más innovadoras, se sometía al procedimiento concursal a cualquier
deudor en insolvencia aunque no sea comerciante[44].
Se trataba de un proceso oficioso a instancia de acreedor, que se origina por la existencia
de cesación de pagos, la que se manifiesta en caso de fuga u ocultación de deudor, con
aplicación del principio par omnium conditio creditorum. Se producía ya una especia de
verificación, pues los derechos de los acreedores eran reconocidos en proceso sumarísimo[45].
Según el estatuto que se trate, existía la figura de un administrador o procurador que
ejercitaba las acciones y cobraba los créditos, en otros había un magistratus elegido por los
acreedores que nombraba a un curator que ejercía la administración y representación judicial o
un comité de acreedores con plenos poderes[46].
Se producía la aprehensión total de los bienes por la autoridad, desapoderamiento y puesta
en custodia de los bienes por la masa, período de sospecha, carácter personal y persecutorio,
igualdad de acreedores, verificación de créditos y cese de acciones individuales, liquidación y
repartición del activo y reparto proporcional entre los acreedores comunes[47].
El deudor podía evitar la quiebra cediendo sus bienes produciendo la datio in solutio, pero
sometiéndose a imposiciones que alcanzaron el nivel máximo de humillación a que fueron
sujetos los comerciantes arruinados. Se producía una capitis deminutio que los asimilaba a los
fallidos en virtud de las prohibiciones que se les imponía[48].
Aun ello, seguían existiendo penas infamante, tratándose a los deudores como ladrones, y
tenían muchas incapacidades. Todo fallido fallere era sospechado de fraude decoctor ergo
fraudator. Así, para tratar de evitar estas infamias se crea el concordato, y el salvoconducto que
permitía al deudor salir de la cárcel y volver para proponer un concordato.
Nace también en el medioevo las corrientes publicística y privatista de la quiebra. El
primero, representado por el derecho visigodo, tenía importante ingerencia la autoridad judicial,
siendo importante la colectividad de acreedores y de la comunidad consorcial, se funda esta
corriente en el hecho de que el deudor es un defraudador el Estado tiene a su cargo la represión
del ilícito que importa la quiebra. La corriente privatista, continúa su camino desde el Derecho
Romano con amplio despliegue de los acreedores[49].
4. Derecho Francés
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creditorum, reglamenta el período de sospecha y determina los efectos respecto a la persona del
fallido. La Ordenanza francesa de 1673 no modificó el sistema[50].
En 1807 llega la codificación comercial francesa dictándose el Código de
Comercio ocupando el libro III para las quiebras, reglamentando la actuación de los acreedores,
la verificación de sus créditos, la vinculación de la minoría a la solución de la mayoría en el
concordato, la nulidad de los actos perjudiciales a los acreedores. El código sufre varias
reformas posteriores, siendo las más significativas para nuestra materia, la de 1889 incorpora la
liquidación judicial para deudores de buena fe[51], en 1955 donde se establece un nuevo
régimen completo sobre quiebra y liquidación judicial[52], ya en 1967 se hace una reforma
profunda cambiando el fundamento del concurso francés incorporando la noción de empresa
separada de la de las personas que la dirigen[53]. En 1984, la nueva reforma francesa legisla
sobre prevención y solución extrajudicial de las dificultades de la empresa[54] y finalmente
llega la reforma de 1994 para mejora de la prevención de la insolvencia.
5. Derecho Italiano
6. Derecho español
El Derecho Comercial y también Concursal español, por razones obvias, tuvo fuerte
ingerencia en la legislación del Virreinato del Río de la Plata.
Paralelamente al desarrollo jurídico-comercial de las comarcas italianas, y las ferias
francesa, evolucionaba la materia en España, donde se dicta el primer cuerpo legal que se ocupa
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del instituto de la quiebra, el Código de Las Siete Partidas de Alfonso el Sabio[58], dictado en la
segunda mitad del S. XIII, antecedentes científicamente mejor logrado que los estatutos
italianos[59].
Luego el derecho estatutario italiano superó en influencia al español y tuvo ingerencia en
las Ordenanzas de Bilbao de 1737 separando la quiebra para los comerciantes, apartándose del
derecho español que con base en las partidas, reglaba el concurso como instituto común para
toda clase de deudores.
Sin embargo los principios concursales españoles basados en el sistema publicista de la
quiebra fueron conocidos en el resto del mundo a través del primer tratado sistemático sobre la
quiebra, la obra de Francisco Salgado de Somoza y su Labyrinthus creditorum concurrentium ad
litem per debitorum inter ellas causatam con gran influencia mundial.
Y posteriormente el Código de Comercio español de 1829 tuvo la gran influencia
codificadora napoleónica por lo que su principal fuente fue el Código de Comercio francés
completado por la Ley de enjuiciamiento Civil de 1881. Finalmente el mismo sufrió la reforma
de 1885 que incorpora el concurso preventivo y en 1922 la Ley de Suspensión de pagos que
establece el nuevo procedimiento de convenio del empresario con sus acreedores. El régimen
concursal español subsistió con estas instituciones hasta la reforma producida en el año 2003.
De la Real Cédula de Erección del Consulado de Buenos Aires dictada por Carlos IV en
Aranjuez en 1794, nace nuestro derecho patrio. Dicha norma básica hacía aplicable un orden de
jerarquía de las leyes: real cédula, ordenanzas de Bilbao donde estaba la regulación de la
quiebra, leyes de Indias y Fueros de Castilla.
Estas Ordenanzas de Bilbao de 1737[60] determinaban tres categorías de fallidos, los
comerciantes morosos (atrasos), los comerciantes quebrados inculpable (fallidos) y los
comerciantes quebrados culpables o fraudulentos (alzados). El ordenamiento era persecutoria y
eminentemente penal, se disponía el arresto preventivo hasta la calificación de conducta. Los
bienes desapoderados eran entregados a un depositario hasta que los acreedores reunidos en
junta nombraban al síndico comisario.
Concomitantemente tres provincias adoptaron el Código de Comercio español de 1829
(Mendoza, Corrientes y San Juan).
En 1836 Rozas suscribió un decreto[61] suspendiendo todos los juicios de quitas
y esperas fundándose en los perjuicios causados al derecho de propiedad, a los manejos
fraudulentos y al temor y desconfianza que causaban en el cumplimiento de los contratos. Fue
derogado en 1858.
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La reforma fue apurada por la crisis del año 1890 que tuvo consecuencias desastrosas para
el comercio en general, lo que llevó luego de varios proyectos[66] a sancionar en 1902 la ley
4156[67].
Se suprimen las moratorias, de tanto fracaso en la legislación concursal anterior y nace
para la legislación argentina el concordato preventivo, tomado del la ley belga de 1887 y el
proyecto italiano de Bolaffio, e introdujo el sistema del voluntarismo o privatismo tomado de la
ley inglesa de 1869, el juez tenía sólo una potestad fiscalizadora y por primera vez se tecnifica
la sindicatura estando a cargo de los contadores y es la primera oportunidad en que se humaniza
el procedimiento de quiebra, pero directamente se suprimió el carácter oficial de la quiebra.
Un dato curioso de esta ley es que tomó como fuente a la ley inglesa de 1869, la cual al
momento de sancionarse la 4156, por pésima y con los peores resultados, ya había sido derogada
por la bankruptcy act de 1883.
También esta ley incorpora la adjudicación de bienes como solución preventiva de la
quiebra, la cual junto con el concordato eran resolutorios de la quiebra en el sistema de los
Códigos de Comercio.
En la práctica la formula del voluntarismo, tropezó con dos dificultades: el problema de la
verificación de créditos y las facultades excesiva de la junta de acreedores, aun es igualmente
que una ley con tales falencias estuviera en vigor durante 30 años[68]. Es por ello que antes de
ser reformada se sucedieron un sinnúmero de proyectos de reformas, siendo el más importante el
de 1916 elaborado por los Dres. Juan Carlos Cruz y Félix Martín y Herrera, denominado
Proyecto de Ley Nacional de Bancarrotas conforme nuestra Carta Magna[69].
Sobre la base de un proyecto del por ese entonces senador Dr. Ramón S. Castillo
(profesor, ex magistrado y posteriormente presidente) en 1933 se sanciona la ley de quiebras nº
11.719[70], con base en las legislaciones italiana y francesa.
Se vuelve al sistema del publicismo otorgándoles a los jueces sus poderes originarios a fin
de no evitar fraudes de inescrupulosos deudores y porque no acreedores. Así el legislador
entendía que en las falencias no estaban en juego solamente intereses privados sino que también
intereses estatales y sociales superiores que no pueden dejarse de lado, se convirtió a la ley en
una ley de orden público, siendo su pilar fundamental la defensa del crédito y la conservación de
la empresa.
Las fundamentales reformas son que la verificación de créditos no es resuelta por los
propios acreedores sino por el juez, la quiebra podía resolverse por concordato, liquidación sin
quiebra y avenimiento. Se equilibraron los poderes de los acreedores y del juez.
La novedad más significante fue la introducción del procedimiento para las pequeñas
quiebras. También tuvo importancia el aumento de posibilidades concordataria, ya no
consistentes en quita, espera o ambas sino a cualquier otra propuesta por el deudor, aceptada por
los acreedores y homologada por el juez.
La principal deficiencia que contenía esta ley –por imprevisión- era que si un acreedor pedida la
quiebra de su deudor, éste podía presentarse en convocatoria todas las veces que quisiera,
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siempre que no se haya dictado la sentencia de quiebra, pues se creo la prevalencia concursal
preventiva sobre la liquidativa. Situación esta que fue solucionada en forma tardía por la
jurisprudencia.
Entiendo que aun hoy la ley Castillo, como es conocida la ley 11.719, de gran avance
doctrinario, es la fuente nacional primaria y fundamental de la legislación concursal argentina
actual.
Las bases para la reforma de esta ley se presentaron en el Congreso Nacional de Derecho
Comercial de 1940[71] y se presentaron dos proyectos de reformas muy innovadores llamados
Proyecto de Ley Nacional de Bancarrotas uno en 1950[72] y otro de 1953[73].
Durante la década del sesenta se produce el iter reformatorio de la Ley Castillo, así en
1966 se forma una comisión a tales fines formada por los Dres. Alegría, Fargosi, Halperin
sustituido por Malagarriga, y Quintana Ferreira quienes presentaron el anteproyecto en 1969 el
cual fue sometido a consideración de la doctrina del momento, lo que llevó a presentar el
proyecto definitivo en 1972, sancionado como ley 19.551[74].
Las ideas-fuerza de esta ley fueron la protección adecuada del crédito, la conservación de
la empresa útil, amplitud de la solución preventiva, actuación de oficio de los órganos judiciales,
protección del deudor de buena fe y severidad para el deudor que abusó del crédito, protección
del comercio en general, extensión de responsabilidad, unidad concursal, protección de las
relaciones laborales[75].
Se suprime la liquidación sin quiebra y el régimen de pequeñas quiebras, y se incorporan
el instituto de la continuación de la empresa, se unifican los privilegios, se regula el concurso en
caso de liquidación administrativa.
En 1983 se produce la reforma por la ley 22.917[76] que produce algunos ajusten en la ley
concursal y trayendo como novedades la unificación subjetiva de los concursos para
comerciantes y no comerciantes, la regulación de los acuerdos preconcursales y la nueva
extensión de quiebra.
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Finalmente se redacta el proyecto de reforma concursal del Poder Ejecutivo por iniciativa
del Ministerio de Economía, en el cual participaron los Dres. Rivera, Vítolo y Tombeur
presentado en 1993, que luego del debate legislativo fue promulgado por el Poder Ejecutivo
como ley el 7 de agosto de 1995, vetando el art. 290 sobre aplicación temporal de la ley[77].
La orientación filosófica de la ley se basó en el principio del interés de los acreedores lo
que llevó a la ley a un exacerbado voluntarismo o privatismo[78], que lleva a darle el mayor
protagonismo a los acreedores aun por sobre el poder jurisdiccional.
La intención fue “dar instrumentos para cambiar una concepción: el concurso preventivo
no es exclusivamente el modo de diferir los pasivos sino que: (i) debe ser un período en el cual
la ley brinda al deudor la posibilidad de reestructurar su empresa, para convertirla de una unidad
deficitaria en una unidad superavitaria; (ii) el concurso preventivo puede terminar en la cesión
de la empresa a un tercero lo que se logra a través del procedimiento del salvataje comúnmente
conocido como cramdown”[79].
Sus principales incorporaciones, aparte de las ya mencionadas, fueron revisión de ciertas
regulaciones de los créditos y relaciones laborales, la novación de las obligaciones causadas por
el acuerdo preventivo homologado, regulación del acuerdo preventivo extrajudicial, posibilidad
de categorización de los acreedores y de propuestas alternativas, el concursamiento de grupos,
entre otros.
La ley de relativo éxito ya debía ser reformada por lo que se creó una comisión del
Ministerio de Justicia que en 1997 presentó un proyecto al senado que no llegó a concretarse en
ley.
realiza modificaciones importantes respecto del acuerdo preventivo extrajudicial y otras no tanto
respecto del informe general a presentarse por el síndico y respecto de la continuación de la
explotación de la empresa[84]. También legisla sobre ciertas cuestiones transitorias que produjo
la modificación y derogación de la reforma anterior.
Actualmente se encuentra vigente la ley 24.522 con las modificaciones de las leyes 25.563
y 25.589, provocando los infaltables inconvenientes que provoca la política legislativa seguida
en el país, costumbre ya, de pretender modificar la realidad con las leyes, y es inconcebible que
las modificaciones no obedezcan al acierto o error de una decisión legislativa, tomada a través
de un proceso de consulta y elaboración, sino que resulta de la iniciativa de intereses particulares
que han influido, lobby mediante, en el iter reformatorio local[85].
En una moderna clasificación, podemos separar los sistemas concursales del derecho
comparado en derechos concursales judicialistas y derechos concursales desregulados, como los
dos modos contemporáneos de ver el régimen de la insolvencia, basados estrictamente en
corrientes económicas[86].
a) Sistema judicialista: es aquel que se desarrolla en los países llamados centrales, es decir
los más desarrollados, donde se utiliza a la jurisdicción como herramienta fundamental en la
crisis de la insolvencia. Es protagónico el rol del juez en el procedimiento, donde existe un
importante respecto por la investidura de la magistratura. Aquí encontramos las legislaciones de
Francia, Italia, España, Inglaterra, Estados Unidos, entre otros.
b) Sistema desregulado: es el sistema, antiguamente llamado voluntarismo o actualmente
contractualismo concursal, que se utiliza en los países periféricos o menos desarrollados, que
vieron crecer su legislación de insolvencia entre distintas recomendaciones de organizamos
internacionales, que han impuesto la privación de la jurisdicción dejando paso al
contractualismo privado –acción de los acreedores-, fundado en el congestionamiento del poder
judicial y la falta de infraestructura para una eficiente justicia. La ideología de estos sistemas es
la transaccional, que tiene como fin la obtención de la máxima economía de costos. Podemos
encuadrar en este sistema a la Argentina, y el resto de los países latinoamericanos y también las
legislaciones del oriente sur asiático.
En forma sucinta veremos las principales legislaciones, y entre ellas las más modernas, en
su sistema actual.
1. Francia
Si bien no resulta profunda la reforma, la ley del 94, mantiene el sistema de liquidación
judicial y en la fase preventiva, establece como procedimiento primordial al règlement amiable,
dejando al redressement como una solución excepcional[87]. A partir de 1984 la legislación
francesa se funda básicamente en el principio de prevención de la crisis que provoca la
insolvencia.
También rige en Francia a partir de 1989 el llamado sistema de “sobreendeudamiento de
particulares”, un procedimiento administrativo-judicial que regula la insolvencia de personas
físicas por obligaciones no profesionales.
El sistema concursal francés que mantiene todas estas figuras en el Code de
Commerce de 2000, se basa principalmente en la prevención de la crisis de la empresa en
insolvencia, permitiendo la continuidad de la empresa a fin de mantener su actividad y el
empleo con el único fin de cancelar el pasivo -la prevention et du reglement amiable des
difficultes des entreprises-.
2. Italia
3. España
Hasta la reforma del año 2003, el sistema concursal español estaba constituido por el
Código de Comercio de 1885, la Ley de Suspensión de Pagos de 1922 y la Ley de
Enjuiciamiento Civil para los comerciantes y el Código Civil regulaba el concurso civil para los
no comerciantes.
La ley de 2003, luego de pasar por dos importantes proyectos como fueron el de 1983
llamado Anteproyecto de Legislación Concursal Español y el de 1994 conocido como Proyecto
Español de Ley Concursal, logra la reforma tan ansiada por la doctrina española.
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4. Alemania
Desde el siglo XIX la quiebra venía legislada en Alemania por la misma ley de 1877, con
las reformas de 1898 y de 1957, la Konkursordnung, incorporándose el Vergleichsordnung o
concurso preventivo, recién en 1935.
En 1994 se sancionó la Ordenanza de la Insolvenzordnung la cual entraría en vigencia a
partir del 1º de enero 1999, introduciendo un sistema unitario para la crisis económica de la
empresa, es decir un mismo procedimiento para la liquidación y la prevención. No
necesariamente el proceso de insolvencia recae sobre una persona sino que puede desarrollarse
solamente sobre el patrimonio in malis. Existe un equilibrio entre los poderes del juez y la
participación de los acreedores, entre ambos, en diferentes momentos, deciden la suerte del
procedimiento. Importante es la incorporación que se hace del “plan de insolvencia” que debe
contener una especial reglamentación del sistema de continuación de la empresa a los fines de
solventar la crisis.
La ley alemana vigente resultó ser un adelanto muy importante en la legislación concursal
internacional, con un sistema muy moderno, seguido ahora por otras legislaciones
contemporáneas[89].
5. Inglaterra
La normativa de quiebras del sistema del Common Law a diferencia del resto del derecho,
tiene el mismo origen que el derecho continental, esto es los estatutos italianos del medioevo.
Aunque debe reconocerse que viró su enfoque, debido a las diferencia socio-económicas que la
separan del actual sistema continental.
Tiene vigencia en Inglaterra la Insolvency Act de 1986, la que se funda principalmente en
el discharge, es decir la liberación de las obligaciones luego del concluido el procedimiento de
insolvencia. Este sistema, considerando a la cesación de pagos como un accidente de la
actividad comercial, ha erradicado desde los primeros años de su desarrollo el carácter represivo
que reinó en el derecho continental.
La ley desarrolla una multiplicidad de procedimientos tanto liquidativos como preventivos
y todos tienen su origen en la existencia de los actos de quiebras estipulados para cada caso, que
dejan de lado la enumeración de las leyes anteriores de los acts of bankruptcy y se constituyen
en verdaderos hechos reveladores de la imposibilidad de pago que afecta al deudor.
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6. Estados Unidos
El Bancruptcy Code rige en los Estados Unidos de Norteamérica desde 1978 con la
importante reforma de 1994[90], como ley federal que legisla la insolvencia en cuatro
procedimientos, el liquidativos, el especial para personas públicas municipales, el reorganizativo
o preventivo y finalmente el destinado a personas físicas no comerciantes, todo ante un fuero
especial concursal.
El sistema se basa principalmente en el discharge de origen inglés e incorpora el
importante sistema del plan de reorganización para el famoso Chapter Eleven, o fase preventiva,
que luego fue receptado por la ley alemana y la española. Para lograr aprobar el sistema
reorganizativo es indispensable que el deudor logre la aprobación de un plan que fije la forma de
continuación de la actividad empresaria.
Se encuentra en estudio en 2002 un proyecto de reforma conocido como Bancruptcy
Abuse Prevention and Consumer Protection Act, que mantiene el importante rol del juez dentro
de los procesos de insolvencia.
No puede dudarse más que el Bancruptcy Code norteamericano es el principal referente
de la legislación concursal argentina actual, aunque ha fallado en recoger el espíritu del sistema
anglosajón que, como dice Rivera “considera a la quiebra un efecto normal de la vida de los
negocios en una sociedad capitalista abierta a la competencia y al juego de oferta y
demanda”[91], pues si bien se han realizado varias reformas, invocando ideas-fuerzas
norteamericanas, no se ha podido incorporar positivamente las mismas dentro del sistema global
argentino provocando un verdadero engendro normativo.
7. Perú
La legislación peruana imponía que la crisis que provoca la insolvencia sea saneada
extrajudicialmente, quedando reservado para la sede judicial, solamente la quiebra.
La reforma de 2002 del Perú, conocida como Ley General del Sistema Concursal, impone
un sistema más radical, que judicializa el concurso, creando un procedimiento ordinario que
podrá continuar como de reestructuración empresarial cuando se decida la continuación de la
actividad del deudor o culminar en liquidación a través de un convenio de liquidación decidido
junto a los acreedores. En caso de extinción del patrimonio y existencia de acreedores
desinteresados, se decreta la quiebra, con el único fin de declarar la incobrabilidad del saldo
impago y concluye el procedimiento. En esta legislación la voz quiebra, no se aplica designando
al instituto concursal liquidativo, sino como conclusión del procedimiento por realización del
total de los bienes y subsistencia de pasivo, que produce ciertas inhabilitaciones para el deudor.
También existe la posibilidad de solicitar el deudor la apertura de un proceso concursal
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preventivo, dentro del cual deberá presentar un Acuerdo Global de Refinanciación y en caso de
no aprobarse se abre el procedimiento ordinario.
También se creó luego de 1997 la Comisión de Simplificación del Acceso y Salida del
Mercado, ahora llamada Comisión de Procedimiento Concursales que cumple con la función,
dentro del proceso concursal, de declarar la insolvencia de toda empresa deudora cuando
observe que ella no tiene capacidad de pago, asimismo reconoce la titularidad, legitimidad,
cuantía y prelación de los créditos, y eventualmente puede delegar sus funciones en instituciones
públicas o privadas con reconocido prestigio y personal especializado en legislación
financiera[92].
Parte Tercera
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Los avatares de las economías mundiales han influido constantemente en las legislaciones
concursales de los diferentes países, en algunos sectores aplicando ciertos regímenes
económicos que han tenido directa ingerencia en la política legislativa utilizada respecto de la
crisis empresaria.
No siempre, los resultados han sido los mejores, y a decir verdad, casi siempre han sido los
peores.
Se ha hablado de la “falencia de la falencia”, ello porque lamentablemente, si las formas
ordinarias de protección jurisdiccional del patrimonio o del crédito, según del lado donde se lo
mire, han fracasado, también lo han hecho los sistemas concursales, como forma extraordinaria
de protección. Ya han pasado a ser, los clásicos procesos concursales, quiebra y concurso
preventivo, como sistemas intermedios –entre ordinario y extraordinario- obsoletos para resolver
la crisis que provoca la insolvencia.
Ya se ha reconocido el galopante empuje reformatorio que rige en todo el mundo respecto
de las legislaciones sobre insolvencia, que buscan precipitadamente, en la forma más ingeniosa
posible, sistemas, ahora sí extraordinarios, que permitan salir a la empresa en crisis de su
insolvencia, permitiendo la continuación de la actividad de la mismas y logrando la protección
insalvable de los créditos y porque no también, en un segundo plano, del empleo.
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Innumerables son las nuevas figuras creadas por el derecho comparado, y eso es lo que
ocurre desde el momento en que comienza a desarrollarse el derecho mismo, la creación de
figuras sui generis para solución de problemas planteados por la realidad. El incasable cambio
económico-comercial lleva a las legislaciones a modernizarse constantemente en busca del
mejor sistema que le sirve para la mejor evolución de su economía.
Lamentablemente en la Argentina, siempre se legisló de atrás para adelante, es decir, se
busco que la ley modifique la realidad y no que la misma regle la ya existente. Y así se han
perdido innumerables reformas transcurridas, innumerables buenos proyectos de reformas que
no han tenido la esperada acogida legislativa e varios malos proyectos rapidamente olvidados. Y
ni hablar de la lamentable y vergonzosa ingerencia de los organizamos internacionales en las
últimas modificaciones del 2002.
Pero ello, no sólo ocurre en nuestro país sino que en todos los países del llamado tercer
mundo, que influenciados por movimientos económicos emblemáticos del primer mundo,
transforman sus legislaciones a fin de alcanzar aquellos en cuanto a su desarrollo, sin lograr
entender la imposibilidad del logro en la forma en que se lo busca, no entendiendo que no existe
el “segundo mundo” y el salto del tercero al primero, es muy grande y no tan simple como se
pretende hacer.
En cambio, no es tan negativa la evolución en los países primermundistas, donde
libremente desarrollan sus políticas económicos-jurídicas con el sólo fin de proteger su comercio
y mercado, teniendo en cuenta principalmente la idiosincrasia de sus pueblos, lo que los lleva a
una forma más exitosa de regulación de la crisis de la insolvencia.
Podríamos hacer una innumerable clasificación de los sistemas concursales del derecho
comparado, para así conocer las evoluciones de cada una de las legislaciones, pero lo importante
es saber efectivamente el éxito que tuvieron o tendrán dichos sistemas en la práctica. Ello,
porque indefectiblemente no importa si el sistema es voluntarista o publicista, si hay o no plan
de insolvencia, si hay salvataje o no, si existe el cramdown power norteamericano o el criollo,
sino lo que importa es el verdadero resultado que se obtiene de ellos en cada uno de los pueblos
donde deben ser aplicados.
La crisis mundial del Derecho Concursal, a la cual se pretende salir desde diferentes
frentes, solo podrá ser superada a través de una estudiada política legislativa, teniendo en cuenta
el sistema económico local y también el internacional, pues la globalización imperante en el
concierto mundial, hace imprescindible que se tengan en cuenta dichas influencia o
consecuencias que tendrán dentro de cada una de las jurisdicciones donde se deba aplicar cada
ley. Y porque no también, cuando las consecuencias tomen ribetes extranacionales, una
adecuada regulación de la insolvencia transnacional que haga confluir las situaciones tanto de
los países centrales como de los periféricos.
Y como ha apuntado Iglesias, en un reciente trabajo, la única evolución importante del
derecho crediticio fue el paso de la ejecución personal a la patrimonial y el transito de la
propiedad a los derechos mobiliarios[103].
Entonces, atención, la economía declina, la empresa está en crisis, la infección de la
insolvencia existe, y lamentablemente los sistemas legislativos de solución fracasan.
Indefectiblemente se necesita el cambio, no directamente legislativo, sino ideológico en la forma
de encarar las soluciones para la insolvencia.
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[1]
[1]
[16] Paillusseau, Jean Del Derecho de la Quiebra al Derecho de las Empresas en dificultades R.D.C.O. 17-101-655, traducción de
Antonio Tonón.
[17] Caffé Federico Derecho y economía: un encuentro difícil R.D.C.O. 17-102-759 traducción de Guillermo A. Moglia Claps.
[18] Etcheverry, Raul A. Derecho Comercial y Económico. Obligaciones y contratos comerciales. Parte General Astrea 1994 p. 50.
[19] Rojo, Angel Crisis de la empresa y de los procedimientos concursales R.D.C.O., 1981-269.
[20] Grispo Jorge D. Tratado sobre la ley de concursos y quiebras. Ad-Hoc 1997 t. I p. 36.
[21] Alegria, Héctor en Pajardi, Piero Derecho Concursal Abaco 1991, t. I p. 328/9.
[22] Candelario Macias. María Isabel y Rodríguez Grillo, Luisa E. La empresa en crisis. Derecho actual Ciudad Argentina 1998 p. 31
y ss.
[23] Rouillón, Adolfo A.N. Régimen de Concursos y Quiebras Astrea 11º ed. 2002 p. 36.
[24] Rouillón, Adolfo A.N. Régimen de Concursos y Quiebras Astrea 11º ed. 2002 p. 37.
[25] Rivera, Julio Cesar Instituciones de Derecho Concursal Rubinzal Culzoni 2º ed. 2003 t. I p. 29.
[26] Iglesias José A. Las tendencias del derecho concursal comparado y las reformas a nuestra legislación ED, 13/11/03.
[27] Rojo, Angel Crisis de la empresa y de los procedimientos concursales R.D.C.O., 1981-269.
[28] Ramírez, José A Derecho Concursal Español. La quiebra Bosch 1959 t. I p. 119.
[29] Maffía, Osvaldo J., Maffía María Ofelia B. de Legislación concursal. Introducción histórico-crítica Victor P. de Zavalía 1979 p.
13.
[30] Maffía, Osvaldo J., Maffía María Ofelia B. de Legislación concursal. Introducción histórico-crítica Victor P. de Zavalía 1979 p.
17.
[31] Jaureguiberry, Luis M Antecedentes históricos de la quiebra Castellvi 1961, p. 10.
[32] Provinciali, Renzo Tratado de Derecho de Quiebra AHR 1958, t. I p. 97.
[33] Maffía, Osvaldo J., Maffía María Ofelia B. de Legislación concursal. Introducción histórico-crítica Victor P. de Zavalía 1979 p.
19.
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[34] Gomez Leo, Osvaldo R. Introducción al estudio del Derecho Concursal (Antecedentes históricos y derecho comparado R.D.C.O.,
24-141.
[35] Gomez Leo, Osvaldo R. Introducción al estudio del Derecho Concursal (Antecedentes históricos y derecho comparado R.D.C.O.,
24-150.
[36] García Martínez, Roberto, Fernández Madrid, Juan Carlos Concursos y Quiebras Contabilidad Moderna 1976 t. I p. 31.
[37] Rivera, Julio C. Instituciones de Derecho Concursal Rubinzal Culzoni 2003 2º ed. p. 44.
[38] Provinciali, Renzo Tratado de Derecho de Quiebra AHR 1958, t. I p. 100.
[39] Jaureguiberry, Luis M Antecedentes históricos de la quiebra Castellvi 1961, p. 15.
[40] García Martínez, Roberto, Fernández Madrid, Juan Carlos Concursos y Quiebras Contabilidad Moderna 1976 t. I p. 47.
[41] Rivera, Julio C. Instituciones de Derecho Concursal Rubinzal Culzoni 2003 2º ed. p. 45.
[42] Puede verse en García Martínez, Roberto, Fernández Madrid, Juan Carlos Concursos y Quiebras Contabilidad Moderna 1976 p.
62 y ss las regulaciones del concordato en los diferentes Estatutos de las comarcas italianas.
[43] Rivera, Julio C. Instituciones de Derecho Concursal Rubinzal Culzoni 2003 2º ed. p. 47.
[44] Provinciali, Renzo Tratado de Derecho de Quiebra AHR 1958, t. I p 113.
[45] García Martínez, Roberto, Fernández Madrid, Juan Carlos Concursos y Quiebras Contabilidad Moderna 1976 t. I p. 52.
[46] Ramírez, José A Derecho Concursal Español. La quiebra Bosch 1959 t. I p. 136.
[47] Jaureguiberry, Luis M Antecedentes históricos de la quiebra Castellvi 1961, p. 17.
[48] Maffía, Osvaldo J., Maffía María Ofelia B. de Legislación concursal. Introducción histórico-crítica Victor P. de Zavalía 1979 p 44
[49] Gomez Leo, Osvaldo R. Introducción al estudio del Derecho Concursal (Antecedentes históricos y derecho comparado R.D.C.O.,
24-153.
[50] Jaureguiberry, Luis M Antecedentes históricos de la quiebra Castellvi 1961, p. 18.
[51] Ver Ripert, George Tratado Elemental de Derecho Comercial TEA 1954 t. IV.
[52] Ver Williams Jorge N La nueva legislación francesa sobre arreglo judicial y quiebra Abeledo-Perrot 1959.
[53] Ver Guyénot, Jean Curso de Derecho Comercial EJEA 1975 Vol. III.
[54] Ver. Tonón, Antonio La reciente reforma del sistema concursal francés ED 08/07/85.
[55] Al respecto puede verse Bolaffio León, De la quiebra Vol III Ediar 1954 en Bolaffio-Rocco-Vivante “Derecho Comercial” t. 20,
basado en Il concordato preventivo, secondo le sue tre leggi disciplinatrici, coordinate e coméntate Utet 1933.
[56] Ver el desarrollo legislativo comparado del concordato preventivo en Matienzo, Agustín Nicolas Curso de quiebras Ghio 1927 p.
27 y ss.
[57] Su texto en el apéndice de Satta Salvatore Instituciones del Derecho de Quiebra Ejea 1951 p. 545.
[58] Puede verse su texto en Argeri, Saúl A. La quiebra y demás procesos concursales Editora Platense 1972 t. I p. 77.
[59] García Martínez, Roberto, Fernández Madrid, Juan Carlos Concursos y Quiebras Contabilidad Moderna 1976 t. I p. 56.
[60] Puede verse el texto en Argeri, Saúl A. La quiebra y demás procesos concursales Editora Platense 1972 t. I p. 85.
[61] Su texto puede verse en García Martínez, Roberto, Fernández Madrid, Juan Carlos Concursos y Quiebras Contabilidad Moderna
1976 t. I p. 122.
[62] Puede verse un comentario al libro IV “De la insolvencia de los comerciantes” en Quesada, Ernesto Estudio sobre quiebras
Buenos Aires, 1882 y su texto en el punto XIX del Apéndice del tomo I de Martín y Herrera La convocatoria de acreedores y la
quiebra en el Derecho Argentino Coni 1923.
[63] Rivera, Julio C. Instituciones de Derecho Concursal Rubinzal Culzoni 2003 2º ed. p. 96.
[64] Puede verse un comentario sobre la quiebra en el Derecho Argentino durante la vigencia del Código de Comercio de 1889 en
Obarrio, Manuel Estudio sobre las quiebras Ecyla 1896.
[65] Una comparación con la reforma sancionada, incluido el texto del libro IV del Código de Comercio de 1889 puede verse en
Segovia, Lisandro Explicación y crítica del nuevo Código de Comercio La Facultad 1892 t. III.
[66] Ver proyectos de reforma al Código de Comercio de 1889 en Armengol, Manuel F. Fundamentos y crítica de la ley de quiebras
Tragant 1914 p. 3 y ss.
[67] Una visión crítica sobre la ley ver en Martín y Herrera La convocatoria de acreedores y la quiebra en el Derecho Argentino Coni
1923 y su texto en el punto XXI del Apéndice del tomo I.
[68] Maffía, Osvaldo J., Maffía María Ofelia B. de Legislación concursal. Introducción histórico-crítica Victor P. de Zavalía 1979 p.
85.
[69] Puede consultarse su texto en el punto V del Apéndice de Obarrio, Manuel Estudio sobre las quiebras Ecycla 1926
http://www.bufete-baro.com/pub-docs/DERECHO%20CONCURSAL/GRAZIABILE-Fundamentos-de-Derecho-Concursal.htm 26/28
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[70] Un completo comentario puede verse en Castillo, Ramón S. La quiebra en el derecho argentino Ariel 1940 y su texto comentado
en Loza Eufracio La Ley de Quiebras 11.719 Victor P. de Zavalía 1970.
[71] Sus conclusiones y su informe pueden verse en Satanowsky Marcos Estudios de Derecho Comercial Tea 1950 t. II Fundamentos
del derecho de quiebra.
[72] Puede verse un interesante comentario en Cámara, Héctor El proyecto de ley de bancarrotas LL, 59-974.
[73] Sus fundamentos pueden verse en García Martínez, Roberto Acerca del proyecto de ley nacional de bancarrotas LL, 73-757.
[74] Ver una crítica sobre el proyecto y la ley en Cámara, Hector El concurso preventivo y la quiebra Depalma 1978 Vol. I, 1979 Vol.
II, y 1982 Vol. III.
[75] Un análisis profundo del tema puede verse en Alegría, Héctor Algunas cuestiones de derecho concursal Abaco, 1975 en su
primera parte titulada “Estructura y principios orientadores de la ley de concursos”.
[76] Ver Rouillón, Adolfo A. N. Reformas al régimen de concursos, comentario a la ley 22.917 Astrea 1986.
[77] El iter reformatorio puede verse en Rivera, Julio C., Vitolo Daniel R. Apostillas al nuevo proyecto de ley de concursos y quiebras
Derecho Económico nº 25 y los antecedentes pueden verse en Antecedentes Parlamentarios nº 7 La Ley 1995.
[78] Ver Iglesias, Antonio A. Concursos y quiebras. Ley 24.522 comentada Depalma 1995 p. 21 y ss “La filosofía de la ley”.
[79] Rivera, Julio Cesar Instituciones de Derecho Concursal Rubinzal Culzoni 2º ed. 2003 t. I p. 119.
[80] Ver el efecto de la pesificación asimétrica y sus efectos concursales en Junyent Bas, Francisco, Molina Sandoval, Carlos A.
Reformas concursales. Leyes 25.561, 25.563 y 25.589 Rubinzal Culzoni 2002 p. 9 y ss.
[81] Las críticas doctrinarias a la ley pueden verse, entre muchos otros, en: Grispo, Jorge D. Modificaciones a la ley de quiebra Ad-
Hoc 2002, Graziabile, Darío J. Reformas a la ley de concursos y quiebras. Emergencia económica, entre quitas y esperas. Principio de
desprotección del crédito. Breve crítica DJ, 13/02/02, Truffat, E. Daniel Hoy estoy peor que ayer, pero mejor que mañana. Breve
comentario sobre la novísima reforma de la Ley de concursos 24.522 a través de la ley 25.563 ED, 22/02/02, Dasso, Ariel A. La
reforma de la ley de quiebras en el marco de la emergencia LL, 25/02/02, Maffía, Osvaldo J. La modificación a la ley de concursos
ED, 28/02/02.
[82] Ver Graziabile, Darío J. Las “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional para la nueva reforma de la ley concursal
DJ, 2002-I-1001.
[83] Pueden consultarse: Junyent Bas, Francisco, Molina Sandoval, Carlos A. Reformas concursales. Leyes 25.561, 25.563 y 25.589
Rubinzal Culzoni 2002, Di Tullio, José A., Macagno, Ariel A.G., Chiavassa, Eduardo N. Concursos y quiebras. Reformas de las leyes
25.563 y 25.589 Lexis Nexis 2002 entre otros.
[84] Graziabile, Dario J. El funcionamiento de la ley concursal y afines luego de las reformas introducidas por la ley 25.589 Número
Especial del Suplementos de Concursos y Quiebras “Reformas a la ley de concursos (Ley 25.589) LL, junio de 2002, una visión crítica
ver en Graziabile, Darío J. Breve comentario a la nueva reforma concursal (La de la ley 25.589 porque la de la ley 25.563 ya es vieja)
DJ, 2002-2-721.
[85] Iglesias José A. Las tendencias del derecho concursal comparado y las reformas a nuestra legislación ED, 13/11/03 y Graziabile,
Darío J. Las “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional para la nueva reforma de la ley concursal DJ, 2002-I-1001.
[86] Conf. Iglesias José A. Las tendencias del derecho concursal comparado y las reformas a nuestra legislación ED, 13/11/03 a quien
seguimos en este punto.
[87] Rivera, Julio C. Instituciones de Derecho Concursal Rubinzal Culzoni 2º ed. 2003 t. I p. 59.
[88] Las conclusiones de dicho informe puede verse en Pajardi, Piero Derecho Concursal Abaco 1991 t. I p. 565.
[89] El texto traducido de la ley puede verse en López, Vicente G. La reforma del derecho concursal alemán RDCO, 1985-B-39.
[90] Su texto puede verse en Bankruptcy Code (U.S.A.)-Código de Quiebras de los Estados Unidos de América textoinglés-español ed.
revisada por Favier Dubois, Eduardo (h) Errepar 2002.
[91] Rivera, Julio C. Rivera, Julio C. Instituciones de Derecho Concursal Rubinzal Culzoni 2º ed. 2003 t. I p. 76.
[92] Heredia, Pablo D. Tratado exegético de Derecho Concursal Ábaco 2000 t. I p. 81.
[93] Rojo, Angel Crisis de la empresa y de los procedimientos concursales R.D.C.O., 1981-269.
[94] Alegría, Héctor en Pajardi Piero Derecho Concursal Abaco 1991 t. I p. 305 ver también el desarrollo a partir de fs. 318.
[95] Conf. Maffía, Osvaldo J. Derecho Concursal Victor P. de Zavalía t. I 1985 p. 160.
[96] Tonón, Antonio Derecho Concursal.Instituciones generales Depalma 1988 p. 19.
[97] Panunccio I profili sostanziali de considerare nelle prospettive di riforma della legge fallimentare en Il diritto fallimentare 1982-I-
27 citado por Maffía, Osvaldo J. Metamorfosis de un concepto: de la cesación de pagos a la crisis empresarial LL, 1984-C-775.
[98] Maffía, Osvaldo J. Metamorfosis de un concepto: de la cesación de pagos a la crisis empresarial LL, 1984-C-775.
[99] Maffía, Osvaldo J. La ley de concursos comentada Depalma 2001 t. I p. 14.
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[100] Conclusiones de la Comisión Ministerial Italiana para la reforma concursal, punto 1 Presupuestos y apertura del procedimiento
en Pajardi Piero Derecho Concursal Ábaco 1991 t. I p. 566/7.
[101] Alegria, Héctor en Pajardi, Piero Derecho Concursal Abaco 1991, t. I p. 328/9.
[102] Maffía, Osvaldo J. Manual de concursos La Rocca 1997 p. 69.
[103] Iglesias, José A. Las tendencias del derecho concursal comparado y las reformas a nuestra legislación ED, 14/11/03.
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