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Biblia es una palabra griega que significa libros. Proviene de una ciudad llamada
Biblios, donde se fabricaba el papiro para hacer libros. Hoy día, Biblia significa el
Libro Santo escrito por hombres, bajo la inspiración y dirección de Dios. No es un
solo libro, sino una colección de Libros Sagrados, que narran la historia de la
Salvación, es decir, todo el esfuerzo de Dios para salvarnos, para atraernos a Él y
formar con Él una comunión de vida y de amor.
Estos dos Testamentos no son independientes uno del otro, sino que el antiguo es
preparación para el nuevo y ambos están estrechamente unidos. Ambas Alianzas
constituyen la historia de la salvación, en la cual Dios interviene con sus palabras
y con sus obras en la vida de los hombres para llevar a cabo su plan.
Contiene 73 libros, realizados por diferentes escritores y en distinto tiempo,
aunque todos inspirados por Dios a través del Espíritu Santo De estos 73 libros,
46 son del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento.
La Biblia no es letra muerta o muda. Ella nos interroga, nos interpela, nos anima,
nos acusa, nos enseña, nos amonesta. A quien medita la Biblia le pasará lo que a
aquellos dos discípulos de Emaús, cuyos corazones ardían al hablarles Jesús por
el camino de la vida (cfr. Lc 24, 13-15).
Abrir la Biblia es comprometerse con Dios, que nos habla. No se puede acercarse
a la Biblia como curioso, sino como creatura ante el Creador, como hijo ante su
Padre, como siervo ante el Señor: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. La Biblia
es un libro, no sólo para estudiar, sino para meditar, vivir y transmitir.
“Bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios y la practican” (cf. Lc 11, 28).
LIBROS PROFETICOS
Los libros proféticos son un género de libros “ardientes” e “inflamados”, que pintan
la lucha por la fidelidad a Dios por parte de un pueblo que una y otra vez es
sorprendido con las manos en la masa de su pecado y de su fracaso. Los profetas
se convierten así en los grandes incitadores del pueblo de Dios, los que mantienen
la fidelidad a la Alianza, los creadores de la esperanza en el futuro. Son hombres
inspirados que se adelantan a su tiempo y van creando, poco a poco, nuevas
relaciones entre el Dios vivo e Israel, el pueblo escogido.
Los profetas como “hombres de la Palabra” usan muchos géneros literarios para
transmitir el mensaje de Dios; los principales son éstos:
Son 18 libros que contienen el mensaje y la vida de los Profetas que se Dividen en
Profetas Mayores y Profetas Menores.
1. Isaías
2. Jeremías
3. Ezequiel
4. Daniel.
1. Amós 8. Zacarías
2. Oseas 9. Malaquías
3. Miqueas 10. Abdías
4. Sofonías 11. Joel
5. Nahum 12. Jonás
6. Habacuc 13. Baruc
7. Ageo
¿Qué son los profetas?
Las palabras hebraicas que la Biblia usa para llamar a los profetas son: Nabi,
Hozé, Zoé (vidente). La más frecuente es Nabi: el que habla con vehemencia, bajo
el influjo de una fuerza superior, un inspirado.
En la Biblia también los profetas son llamados como: guardianes del pueblo,
centinelas de Yavhé. Son hombres de fuerte personalidad y espiritualidad,
intermediarios, siervos de Yavhé. Son hombres que, bajo el impulso de Dios,
comprenden lo que está sucediendo y transmiten al pueblo un continuo llamado a
la conversión, y su misión es discernir la voluntad de Dios sobre el presente del
pueblo, para proyectarlo a un futuro de esperanza y de salvación.
ISAÍAS:
Vivió en el siglo VIII a.C. unos años antes del destierro. Es el profeta mesiánico,
cuya palabra golpea y consuela. Le tocó vivir la tiranía de Asiria que conquistó,
primero, el norte de Palestina, y luego, Jerusalén. Es un profeta de ciudad y
participaba activamente en los asuntos de la clase dirigente. Interviene
enérgicamente contra la corrupción de Judá y Jerusalén. El libro del profeta Isaías
ha sido escrito por varios profetas, discípulos de Isaías.
Es un hombre con una cultura muy profunda, rica y erudita. Su estilo es
considerado de lo más puro y clásico. Usa el recurso de los oráculos.
JEREMÍAS:
Vivió en el siglo VII a.C. Profeta muy delicado, dotado de gran sensibilidad; tímido
y emotivo. En el pugnan la necesidad de paz y ternura con la dureza del mensaje
que tiene que anunciar, porque vivió momentos terribles para su pueblo: el período
de la humillación y del exilio. Dos yugos uncían al pueblo: Asiria y Egipto. ¿Cómo
sacudirse este yugo?
EZEQUIEL:
Vivió en el siglo VII a.C. Es el profeta del cautiverio, del exilio a Babilonia, a donde
fue deportado. En su libro, lleno de esperanza y de consejos, busca tener viva la
fe del pueblo. Pero es un profeta de personalidad compleja. Jerusalén estaba en
poder de Babilonia. Y fue aquí donde fue llamado por Dios para que llegara a ser
“bandera y centinela” para la “casa rebelde” de Israel (cap. 1, 2 y 3). Su misión se
desarrolla toda en el exilio, entre los desterrados. Es propenso al abatimiento, a
visiones raras, para nosotros. Pertenece a la casta sacerdotal o levita. Impulsor
del culto, los ritos y el anhelo de santidad.
DANIEL:
Vivió en el siglo VIII, pero el libro se escribió alrededor del siglo II a.C., después
del exilio. Es de carácter totalmente distinto a los anteriores. La primera parte de
su obra consta de narraciones en el período de Babilonia; la segunda trata de
visiones en las que se presentan las grandes fuerzas impulsoras de la historia.
Es el único libro que nos ha llegado escrito en las tres lenguas bíblicas: hebreo,
arameo y griego. Emplea el relato ejemplar inventado con una lección moral y el
género apocalíptico, lleno de alegorías, visiones, imágenes extrañas y grandiosas.
Los personajes y las naciones se transforman en bestias u otros seres fantásticos;
los años y los números son tratados de una manera simbólica, el tiempo presente
y el futuro se mezclan para dar una visión sintética de la historia humana.
AMÓS:
OSEAS:
Un hombre con vasta cultura histórica y religiosa. Habla con soltura y conoce bien
el campo, del que toma sus imágenes poéticas para enseñanzas. Escribe con
gran emoción, bajo la intensidad afectiva de su experiencia de vida.
MIQUEAS:
NAHÚM:
Sabemos poco de este profeta. Nahúm, “aquel que Yavhé ha consolado”, predicó
en Judá. El tema de su predicación es la caída de la ciudad de Nínive. Sin
embargo, esta ciudad es tal vez el símbolo de todo pueblo o ciudad que se opone
a los planes de Dios.
HABACUC:
ABDÍAS:
AGEO:
ZACARÍAS:
El libro de Zacarías no pertenece a un solo autor. La crítica dice que hay dos
autores, pues se nota claramente que hay diferencias de temas, de estilo, de
intereses, entre la primera y segunda parte. Es uno de los libros más difíciles de
interpretar del Antiguo Testamento, pues escribe con imágenes y visiones
surrealistas, que producen desconcierto. La abundancia de visiones y el recurso a
la meditación de los ángeles hacen de Zacarías el precursor del género
apocalíptico en la Biblia. Muchas de las profecías de Zacarías se cumplirán en
Jesús de Nazaret
JOEL:
No sabemos nada de la vida de este profeta. Parece influenciado por los profetas
Malaquías y Abdías.
Aprovecha cualquier cosa de la vida diaria (un cesto de higos, una sequía, una olla
hirviendo, una rama de almendro...) para captar el mensaje de Dios. Es vivo y
vigoroso en su estilo, más propio del período pre-exílico, y parecido al de
Sofonías. Es uno de los profetas-puente entre la profecía y la apocalíptica.
MALAQUÍAS:
Significa “mi mensajero”. Le tocó vivir una época de gran escepticismo, pues no se
habían cumplido las esperanzas suscitadas por Ageo y Zacarías para la
reconstrucción del templo. El desánimo se había apoderado del pueblo y renacían
los antiguos pecados en el culto y en la vida. La reacción de Malaquías es
vigorosa.
Uso del diálogo: el profeta hace una afirmación, los oyentes objetan o niegan la
afirmación del profeta y éste vuelve a justificar la afirmación inicial y saca sus
consecuencias. Nuestro profeta anónimo queriendo responder a los porqués de la
gente desanimada, hace ver el contraste entre la vida del presente y la antigua
Ley del deuteronomio, la Ley de Dios.
JONÁS:
BARUC: