You are on page 1of 19

Cómo dejar de procrastinar y

sabotear tu vida sin razón aparente


Por Gabriela González el 10 de octubre de 2014, 23:53
COMPARTIR EN TWITTERCOMPARTIR EN FACEBOOKENVIAR MAILCOMENTAR

Todos llevamos por dentro un procrastinador desalmado que no nos deja


avanzar, algunos son más poderosos que otros, pero nadie puede
vencerlo más que tu mismo.

Imagen: pexels

No fue sino ya bien entrada en mis 20 que descubrí que existía una palabra
para describir la forma en la que había logrado ingeniármelas por años para
no hacer nada la mayoría del tiempo y vivir lamentándome por todo el
potencial que desperdicié: procrastinar. Si bien era capaz de lograr las
cosas haciéndolas a última hora en momentos de pánico y cuando ya no
quedaba más remedio, siempre te queda la certeza de que de haberlas
hecho con calma y aprovechando el tiempo correctamente habría
traído mejores resultados.
Al procrastinador le cuesta mucho vivir la vida de forma organizada, se le
hace difícil completar hasta la tarea más simple porque siempre existe un
“más tarde” o “mañana”, el “no es urgente” “no es tan importante” “puedo
hacerlo luego fácilmente”. En cambio las cosas que traen un gramo de
satisfacción instantánea como ver vídeos de gatitos en YouTube, o ir a
Facebook a entrometerte en la vida de gente con la que no hablas en años
parecen ser más atractivas. Algo que me pasaba mucho en mi antiguo
trabajo era que en lugar de prepararme para salir y recoger todo lo que
debía llevarme, me distraía con el programa más absurdo que pasaban en
la televisión y de pronto parecía lo más entretenido del mundo frente a la
alternativa de tener que hacer las cosas que hay que hacer.

Mientras menos te guste lo que tienes


que hacer, más vas a procrastinar
Ser un procrastinador es vivir con ansiedad y sintiéndose culpable, porque
en el fondo el procrastinador sabe que lo que está haciendo para ignorar
sus tareas y responsabilidades no tiene nada de sentido y bien podría estar
ocupándose de su vida, pero decide “relajarse un rato” porque hay “tiempo
de sobra” y todo siempre puede hacerse después. Al fin y al cabo, esos
GIFs animados si que no pueden esperar.Mientras menos te guste la
actividad que tienes que realizar, es más probable que la pospongas.

De estudiante solía dejar las tareas para el último momento, la noche


anterior, la misma mañana de clases, o hasta en el mismo colegio 1 hora
antes de que llegara el profesor. En la universidad fue peor, no tener a tus
padres preguntando si tienes examen o si hiciste los deberes solo puede
intensificar la procrastinación en alguien que no ha aprendido a administrar
su vida y su tiempo, ¿y quien sabe hacer eso a los 20?

Con los años he descubierto que mientras menos me gusta la actividad que
tengo que realizar, es más probable que la posponga. Cambiar de trabajo y
comenzar a hacer algo por lo que si sientes pasión puede cambiar muchas
cosas en tu vida, tanto que en lugar de procrastinar a veces vas a querer
hacer todo por adelantado y la sensación que eso te deja no tiene precio.
Cuando haces algo que no te gusta, usualmente vas a despertar del letargo
cuando se acerca la fecha limite, cuando entra el pánico de que ya no
puedes postergar más las cosas, y es hacerlo todo en una noche apurado o
perder el trabajo, sacar un cero, o pasar una gran vergüenza.
Las cosas simples también cuentan
No se trata solo de hacer las “cosas importantes”, se trata de hacer todo lo
que tenemos que hacer. Los procrastinadores son como los políticos, les
encanta hablar de todo lo que van a hacer y al final no hacen nada. No se
trata solo de planear, la planificación excesiva puede arruinar tu
productividad, y el que procrastina ama hacer planes, porque hacer planes
no implica realmente lograr nada y solo soñar en lo lindo que se verían esas
listas de tareas marcadas.Los procrastinadores son como los políticos, les
encanta hablar de todo lo que van a hacer y al final no hacen nada.
Sacar la basura cuando hay que sacar la basura, lavar la ropa cuando está
sucia y no cuando ya solo tienes para ponerte una funda de almohada y una
bufanda. Comprar la comida, bañar al perro, lavar el auto, hacer los
deberes, completar las tareas del trabajo, llamar a tu madre. Las cosas
simples son más difíciles aún porque no generan momentos de pánico, el
mundo no se va a acabar por no limpiar la caja de arena del gato hoy
¿cierto? Mientras más fácil se vea dejar algo para luego, más se alimenta el
ego procrastinador.

Prioridades
La lista de tareas puede ser la peor enemiga del procrastinador, si haces
una sola lista para todo lo que debes hacer, es probable que dejes lo que es
verdaderamente importante para después. Si al procrastinador le encanta
planificar, de seguro va a meter hasta “aprender a tejer algún día” en su lista
de tareas. Esto es procrastinación garantizada, dejar de hacer lo que debe
hacerse hoy, para hacer “otra cosa importante” de la lista, solo porque está
en la lista, aunque no tenga ni sentido.A veces simplemente debes dejar de
planificar y solo hacer las cosas.

A veces dejar de planificar y comenzar a simplemente hacer es la mejor


manera de afrontar las cosas. Hacer, y al final del día repasar lo
logrado, una lista anti-tareas que te recompense con la satisfacción de un
día productivo.
Relajarse de verdad

No hay nada que le guste más al procrastinador que decir que va a tomarse
5 minutos, que un descansito ayuda a despejar la mente, que ver un
capítulo más de The Walking Dead nunca hizo mal a nadie. Relajarse de
verdad para despejar la mente es magnifico para aumentar la
productividad, pero el premio no viene primero, el trabajo sí. Cuando
entrenamos a un perro no le damos a comer las galletas antes de que
hagan el truco sino luego, premiarte a ti mismo antes de siquiera lograr un
objetivo solo te condiciona a pensar en que no tienes ni que esforzarte por
la recompensa.
Comenzar a cumplir tareas y entre una y otra premiarte de alguna manera,
te da un boost, empezar a procrastinar desde un principio solo te va a dejar
inmóvil el resto del día. Si solo funcionas bajo un alto nivel de estrés y no es
hasta que llega el momento de gritar de pánico que tu cerebro entra en
modo “ahora si voy a hacer las cosas”, entonces vas a tener que buscar la
manera de darte a tu mismo ese empujón que en otros casos solo el miedo
te da.
Si odias tu trabajo actual tal vez renunciar al él y entrar en pánico sea lo
único que te motive a conseguir uno nuevo. Dejar de procrastinar es
aprender a tomar decisiones y actuar.

http://hipertextual.com/archivo/2014/10/como-dejar-procrastinar/
Supera el hábito de posponer
Publicado en Actitud, Asertividad, Creencias, Emociones, Gestión del
Tiempo, Habilidades, Intuición,Miedo, Posponer, Procrastinación, Valores el 23/1/13

¿Te ha pasado alguna vez que teniendo cosas importantes que terminar, te has puesto a
hacer otras cosas que no aportan ningún valor ni significado?

¿Te ha pasado que después has lamentado haberte entretenido y que podías haberlo
evitado?

"Si realmente quieres hacer algo, encontrarás la manera; si no, encontrarás una
excusa" Jim Rohn

Postergar/posponer significa que dejamos para mañana, lo que probablemente


podríamos hacer hoy: decisiones incómodas, difíciles, pesadas, aburridas, monótonas; tareas
del hogar, del trabajo...; compromisos...etc.

Hay personas que teniendo los recursos, capacidades y oportunidades, eligen postergar una
acción (No quiero decir que siempre que retrasemos conscientemente el desarrollo de una
acción nos acontezca lo que en este post especifico); unas por encontrarse cómodas con este
hábito, otras por miedo a no saber hacerlo o por no sentirse capaces de conseguir el objetivo,
otras por no atreverse a decir NO al no querer hacerlas…, y ante la pregunta ¿lo hago hoy o
lo dejo para mañana?, su opción más frecuente será, “para mañana”.

Hay que saber si el “No hacer”, puede traer peores consecuencias que el “hacer” frente
a una tarea concreta, y eso sólo lo sabemos si tenemos claro cual es nuestro propósito
(nuestro PARA QUÉ), nuestro objetivo, y cuales son nuestros valores, es decir, las razones
por las cuales perseguimos nuestro propósito.

El abandono: sus por qués


“No dejes que lo que no puedes hacer interfiera con lo que sí puedes” John Wooden.

¿Has pensado alguna vez, qué pasar cuando pospones un proyecto (acción) para cuando
tengas más tiempo disponible para dedicarle? Seguro que sí, y sabes la respuesta: se
retrasa, se dilata y suele acabar en abandono.

Nunca solemos tener tiempo, pero encima, ahora tendremos otro proyecto más en mente y
puede que se muera de tanto esperar. Al final inconscientemente nuestro cerebro (el cual ya
almacena bastantes TENGO QUEs) se bloquea y solo ve: falta de tiempo, y/o falta de recursos,
y/o falta de salud, etc.

Los Tengo Qués y los no vale la pena. En muchas ocasiones, cuando consideramos la acción
a realizar como un TENGO QUE, aparece la creencia de “esfuerzo”, o “sacrificio” y el
pensamiento de “no me compensa”. Sentimos que el beneficio es menor que el esfuerzo que
implica. Mientras siga existiendo en nuestro fuero interno la creencia“de no vale la pena”, la
acción quedará postergada.

Pero también en otros momentos sentimos que no queremos hacerlo. Cuando no queremos
hacer algo porque no forma parte de nuestros objetivos, pero no asumimos esta verdad, nos
resistimos a aceptar la realidad. En el fondo nuestro cerebro nos engaña pensando “si me
resisto ganaré”. Pero no es cierto.

Las creencias irracionales


"El tiempo que requiere una tarea crece cuando la interrumpimos y la reanudamos" Ley
de Acosta

Las personas que postergan (de manera continuada) alguna acción, tarea, proyecto… se suelen
sostener principalmente en dos creencias irracionales (generalizando):

 Se ven como inadecuados


 Ven el mundo como un lugar demasiado difícil y exigente
William Knaus, en su libro "Superar el hábito de posponer" propone una serie
decaracterísticas personales (manifestaciones) que son propias de las personas que
tienen tendencia a posponer :

Perfeccionismo. Nuestros niveles de perfeccionismo pueden inducir a que dejemos de lado


nuestros planes. Buscando la perfección se llega a la procrastinación (forma de postergar,
pero que se centra en el día después o mañana) . Como he expuesto en otros post fallar es
necesario, si no fallamos no aprendemos, y por tanto no avanzamos.

El pensamiento “Si lo hago, lo hago bien” para mucho es inofensivo e incluso induce a hacer
las cosas con cuidado y esmero, pero para aquellas personas que tenemos un alto nivel de
perfeccionismo (muchas veces inconsciente) es destructivo, ya que nos exige mucho tiempo,
esfuerzo, estrés y termina por derivar en dos situaciones: “machacarnos trabajando” o dejándolo
para otro momento.

Rabia e Impaciencia. Son señales de que la persona se impone exigencias. La idea irracional
de que "yo tendría que ser capaz de realizar todo este trabajo” precipita otros pensamientos
irracionales como ”¡qué tont/a soy!" (condena), y "¡no me puedo soportar!"(intolerancia)…

Las personas que se exigen altos e irreales niveles de rendimiento, al no llegar (por los motivos
que sean) se rebelan en contra de ellos mismos. Atrapados en un círculo de demandas: enfado-
rebelión, difícilmente con dicha actitud se puede mejorar en el rendimiento.

Ansiedad y Catástrofe. La impaciencia puede derivar en ansiedad, aunque ésta puede


aparecer directamente. La ansiedad pone de manifiesto las dificultades individuales para tomar
decisiones, y la tendencia de buscar garantías de éxito antes de empezar una tarea nueva. Si
el trabajo se va acumulando, se tiende al catastrofismo, sintiéndose cada vez más ansiosos y
saturados. Las personas que lo sienten pueden verse como víctimas indefensas condenadas al
fracaso para quienes los requerimientos de la vida son demasiado duros e injustos.

Sentirse Saturado es común a muchas personas que postergan, que ven como el "trabajo" se
les va amontonando. Existe la creencia de que el trabajo se tiene que hacer a la vez dando
como como consecuencia la aparición de sensación de impotencia, angustia, urgencia y
finalmente desemboca en un estado de inmovilización.

La Indecisión aparece y hace que estas personas se sientan atrapadas e incapaces de


establecer prioridades y desperdician su tiempo lamentándose de su situación en vez de intentar
buscar soluciones.

El valor de los valores


Uno de los métodos (desde mi experiencia como Coach) con el que me ha sido efectivo superar
mi hábito a la postergación, ha sido conectar con mis valores. Tales como:

Honestidad. Hacernos preguntas como…¿A quién pretendo engañar? ¿Qué estoy


evitando? ¿De qué tengo miedo? ¿A qué no me estoy enfrentado?, y responderlas con
sinceridad, nos acerca a tener en cuenta la realidad y a afrontarla, evitanto que nos
autoengañemos. Sabemos que nos estamos justificando. Cuando nos permitimos afrontar la
realidad ya no nos resistimos. La honestidad nos permite pasar a la acción.

Integridad. ¿Qué necesito realmente? ¿Cuál es la respuesta más coherente para


satisfacer esta necesidad? Cuando somos íntegros, hacemos lo que pensamos, sentimos y
decimos. Pudiendo ser coherentes y asertivos. Siendo íntegros, si nos proponemos hacer
algo, lo hacemos; cuando nos marcamos un objetivo, no nos desviamos; cuando definimos una
prioridad, la convertimos en prioritaria. Desde nuestra integridad no permitimos distracciones.

Libertad. ¿Qué estoy priorizando al tomar esta decisión? ¿Qué estoy evitando al tomar
esta decisión? ¿A qué me estoy aferrando? Somos libres para elegir la mejor opción a corto,
medio y largo plazo. Podemos liberarnos del malestar que comporta saber que una tarea sigue
pendiente por propia elección. Desde nuestra libertad, podemos elegir ser la mejor versión de
nosotros mismos al hacer lo que sentimos correcto (recuerda el post: Lo esencial es invisible
a los ojos: Escucha a tu intuición) La libertad me ayuda a no postergar. Me permite pasar
a la acción.

Para cada uno de nosotros aquellos valores que nos definen y que nos ayudan a tomar
las mejores decisiones serán nuestro punto de apoyo para movernos, para pasar a la
acción, para desterrar la postergación de nuestras vidas.

Deja de posponer: 17 Consejos

1. Reemplaza el “tengo que” con “puedo elegir”. Así eliminamos que nuestra mente sienta
que tiene que hacer algo de manera obligatoria. Por ejemplo, si nos sentimos “forzados” por
otra persona para realizar una tarea que no deseas hacer, recuerda que podemos elegir decir
NO (siendo asertivo).

2. Adiós miedo. Se fuerte y supera. No dejes de de avanzar por hecho de sentir miedo a la
hora de afrontar hacer algo nuevo. Tú sabes que no tiene un fundamento racional. Crea el hábito
de realizar acciones, de lanzar proyectos, (haciendo, y después repitiendo, repitiendo y
repitiendo). Así nos enfrentamos a nuestra indecisión, a nuestra baja autoestima (pensamiento
de “yo no voy a ser capaz de…”, “yo no puedo”), al miedo…

3. Fuera al pensamiento de “Todo o Nada” . No pienses que “ si no puedes hacerlo


perfectamente, mejor no lo haces”. En muchas ocasiones una acción imperfecta es mejor que
la inacción perfecta.
Deja de decirte que tienes que esperar hasta que estés “en el estado de ánimo oportuno”, para
ponerte a hacerlo. Conviene actuar con coherencia en el logro de tus objetivos, te apetezca o
no. El entusiasmo se acrecienta con el actuar.

No saques las tareas /acciones fuera de su contexto y proporción. Deja de decirte a ti mismo
que tu carrera, o el futuro de tu negocio, o tu éxito en la vida…, depende del resultado de (X)
acción. Si pensamos de esta manera, nos estamos echando presión, y por tanto cualquier
excusa nos sirve para no hacerlo.

4. Hazte preguntas. Antes de empezar a trabajar en cualquier tarea: "¿Estoy dando el mejor
uso a mi tiempo en este momento? ¿Soy la persona más adecuada para realizar esta
tarea? ¿Estoy usando esta tarea como una excusa para no tener que trabajar en otra cosa
que es más importante? ¿Qué debo hacer ahora?” No tienes que esperar hasta tener un
plan PERFECTO y SUPER detallado de cómo vas a lograr tu objetivo. Planificar y estructurar
está bien para centrar y fijar el objetivo y saber los pasos a dar, pero no podemos saber todos
los pasos que realmente al final tengamos que dar. Preguntas como ¿qué puedo hacer ahora
mismo para seguir adelante, aunque sea sólo un poco?” ayuda a Iniciarnos a la Acción y
superar nuestras debilidades: Miedo, baja autoestima, ladrones del tiempo…,

5. Deshazte y/o dosifica a los ladrones del tiempo. Como visitas y reuniones que se
eternizan, el móvil, mirar continuamente el correo electrónico, las redes sociales… Cuando
vayas a trabajar en algo importante, es necesario desconectarse de todas las distracciones. De
esta manera, dedicas toda tu atención a la tarea concreta.

6. Bloquea un día de la semana, o una hora de cada día, en el que no programes citas, aceptes
invitaciones, o permitas interrupciones. Ese día u hora bloqueada será sagrada para
complementar tareas pendientes.

7. Divide las tareas en partes más pequeñas. Una de las principales razones por las que
postergamos es porque el proyecto o la tarea, es grande y no sabemos por dónde empezar.
Esto nos pesa y nos confunde. Estudios han demostrado que cuando los niños están viendo la
televisión y no entienden lo que ven, miran hacia otro lado. Los adultos hacemos lo mismo
cuando nos sentimos confundidos: si no sabemos cómo empezar un proyecto, “miramos hacia
otro lado” y empezamos a buscar una distracción u otra cosa que hacer. Dividir el proyecto en
pequeñas partes lo convierte en más manejable.

8. Establece plazos para cada subtarea. Supongamos que tu jefe te asigna un proyecto para
entregar en tres meses. En lugar de centrarte en el plazo de tres meses, subdivide el proyecto
en partes más pequeñas y fija un plazo para cada una (confiérele un plazo). De esta forma te
aseguras de que el trabajo fluya, en lugar de dejarlo todo para última hora.

9. Usa un cronómetro. Cuando empieces a trabajar en una tarea que has estado evitando,
establece un tiempo específico (por ejemplo unos 40 minutos) para ejecutarla sin apartar tu foco
de ella hasta que no suene la alarma. Cuando suene el reloj, descansa brevemente (levántate,
anda un poco, bebe agua…) y vuelve a ajustar el temporizador para trabajar otros cuarenta
minutos. Puedes ir interrelacionando tareas (en intervalos de 2) de varios proyectos, o temas
pendientes.

10. Haz un registro de cómo inviertes tu tiempo. Puedes anotar durante toda la semana, todo
lo que haces, y la cantidad de tiempo que dedicas en cada cosa. Te hará ver los con tiempos
muertos o detectarás cuales son tus ladrones de tiempo.

11. Pídele a alguien que te controle. Si tienes problemas para empezar algo, encuentra quien
te controle (puedes pedir a alguien que te solicite el registro de tu inversión de tiempo).

12. Hacer la tarea más agradable. Si la tarea que debes hacer es aburrida, es muy probable
que no la quieras empezar. Si este es el caso, encuentra maneras de hacerla más agradable:
Puede que te ayude a incentivar la acción poniendo música, o trabajar junto a otras personas,
o con menos ruido...

13. Pide ayuda, cuando sientas que lo necesites. ¡Hazlo! No te quedes imaginando que no
te prestarán ayuda. No adelantes acontecimientos. Si no la pides, nunca sabrás si podrán
echarte una mano. Puede que en algún momento no puedan ayudarte. No lo consideres como
un fracaso y que “Nunca más” volverás a pedir ayuda.

14. Delega. Si tienes la posibilidad de delegar, ¡Hazlo! No quieras ser un héroe y llevar todas
las cosas tú solo/a hacia delante.

15. Establece una penalización si no has cumplido la planificación diaria que has estipulado.
Recuerda que tu planificación debe ser coherente y real, y no incluir más acciones de las que
verdaderamente puestas llevar a cabo. Algunos días de prueba te puede ayudar a centrar bien
dicha planificación.

16. Recompénsate. Prométete algo sencillo cada vez que cumplas tu planificación diaria.
Ayuda a reforzar la actitud de que puedes conseguir aquello que te propongas.

17. Dejar espacio en el calendario para el ocio. Puede parecer contradictorio, pero la
programación de tiempo para el ocio es una inteligente manera de dejar de aplazar. Todos
tenemos que dedicarnos tiempo para relajarnos y disfrutar. Cuando sabemos que a X hora
realizaremos una acción que nos gusta (hacer algún deporte), se suele afrontar la jornada
laboral con mucho mejor estado de ánimo que sólo teniendo por delante un duro día de trabajo.

Recuerda por tanto que, nuestro cerebro tiene diariamente un número finito de slots temporales.
Cada tarea pendiente requiere de cierto número de slots cada día, por el simple hecho de
mantenerla en la lista de temas pendientes.

Cuando dicha lista crece, llega un día en el que necesitamos tantos slots para mantenerla, que
casi no podemos hacer nada útil, pudiendo padecer bloqueo mental, ansiedad... Es un aviso de
que tenemos que poner orden a nuestras prioridades.

¡No permitas que esa lista domine tu vida. Domínala tu a ella!

http://blog.fatimabril.es/2013/01/supera-el-habito-de-posponer.html#.VvH3cydQ3Ql
Rompe con el hábito de postergar
todas tus tareas; toma conciencia
¿Sueles dejar para mañana casi todo lo que podrías hacer hoy? Rompe con ese esquema;
organízate y activa tu fase multitarea
Lunes, 10 de enero de 2011 a las 09:33

Realmente, ¿por qué procrastinas? (Cortesía SXC).


Tweet
Lo más importante
 Los expertos recomiendan anotar en un diario las razones que te hacen dejar tus propósitos para otro momento.
 Para el autor William Knaus los pretextos son fabricaciones de la mente y por consecuencia pura ficción.
 El primer paso para evitar la procrastinación es tomar consciencia sobre los vicios que se tienen.

Temas relacionados
 ¿Te rompieron el corazón?; ¡haz 100 sentadillas ya!
 49 trucos para bajar de peso en 2011
 Cómo hacer que dejar de fumar no sea sólo propósito
 10 platillos para comer deliciosamente saludable
 Más dinero y menos deudas: 12 propósitos financieros

Los pretextos son fabricaciones


de la mente y por consecuencia
pura ficción
William Knaus, psicólogo cognitivo

BALANCE / CNNMéxico — Siempre tenemos un pretexto. Nunca tenemos tiempo de hacer


ejercicio, cocinar platillos saludables, irnos temprano a la cama, levantarnos 20 minutos antes
para no llegar tarde a la oficina, arreglar ese cajón o planear una estrategia de trabajo.
En un sondeo realizado a 383 lectores de CNNMéxico, 30% de los participantes aseguraron
que el principal obstáculo para bajar de peso es: No tengo tiempo de hacer ejercicio.
Asimismo, 54% indicó: No me dan ganas de hacer ejercicio.

Expertos compartieron con la revista Balance técnicas para dejar de postergar, procrastinar, o
lo que es lo mismo, dejar las cosas para mañana.
En términos de ejercicio y bienestar, “el cuerpo naturalmente te dirá: ‘no hagas ejercicio, o
haz el mínimo posible, porque te quemarás mis calorías’; sin embargo, desde hace 60 años se
comprobaron los grandes beneficios de activar nuestra propia máquina”, explica el Dr. Terry
Grossman, especialista en tratamientos antiedad.
“Los pretextos son fabricaciones de la mente y por consecuencia pura ficción”, afirma William
Knaus, coautor del libro Overcoming Procrastination (Superando la postergación)
y psicólogo cognitivo.
Para evitar la procrastinación (costumbre de postergar), los expertos recomiendan realizar el
siguiente ejercicio
1. El primer paso es aceptar y hacerte conciente de que tienes un hábito poco
constructivo y que es automático.
2. Una vez identificado, escribe los pensamientos que surgen cuando piensas en ir
al gimnasio o hacer cualquier otro tipo de tarea. También percibe cómo te sientes.
3. Después de hacerlo un par de veces, graba en tu celular o en cualquiergrabadora de voz
el diálogo de tu mente cuando decides dejar algo para después.
4. Escucha lo grabado en un momento en el que haya pasado la incomodidad.
5. Ahora escoge los dos eventos típicos que más dejas a un lado y describe cada actividad.
6. Monitorea tus emociones. ¿Por qué no quieres hacerlo? ¿Qué sientes? ¿Tienes miedo o
resistencia a hacerlo mal? Escribe los pretextos que pones para no hacerlo.
“Ésta es la clave que ayuda a todos los ‘mañana empiezo’ para identificar el malestar y poder
cambiar el hábito”, confirma Knaus.
Para conocer más consejos sobre ejercicio y bienestar visita el Especial Reto Balance.

http://mexico.cnn.com/salud/2011/01/10/rompe-con-el-habito-de-postergar-todas-tus-tareas-
toma-conciencia
4 estrategias para dejar de
procrastinar
A pesar de que la procrastinación puede ser
hereditaria, estás a tiempo para desarrollar mejores
hábitos y ser más productivo.
LO MÁS LEÍDO
5 pasos en el arte de la negociación¿Cómo empezar un negocio (casi) sin dinero?5 apps
que TODO emprendedor debe tener8 podcasts para aprender durante Semana SantaLas
únicas 5 maneras de volverte rico

Crédito: Depositphotos.com

ABRIL 24, 2014

Benjamin Franklin dijo: “Nunca dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.”

Es un muy buen consejo, considerando que viene de un sujeto que era un genio
en la productividad (autor, político, administrador de correos, científico,
inventor, activista cívico, hombre de estado y diplomático).

Reconocer la sabiduría en el aforismo, no nos detendrá para dejar fuera el


regimiento de “no retrasarse nunca más”. (Lo cual no es tan terrible: no somos
robots y dejar un proyecto sin terminar para que podamos ir a la playa cada cierto
tiempo nos hace humanos.)

Eso es por lo que para algunos de nosotros, la procrastinación no es un asunto


ocasional. En su lugar, nos encierra en una tenaza y trata de definir la forma en
que enfocamos todo. Si eres como yo, conoces el cansado ritual de: retrasar
voluntariamente una tarea necesaria hasta que el pánico de una junta para revisar
el trabajo finalmente supera la inactividad. Esto no sólo te puede mandar a una
curva vergonzosa, también es un gigante asesino de la productividad.

¿Por qué somos algunos de nosotros más susceptibles que otros? Como la
mayoría de los rasgos de personalidad, un estudio reciente dice que tiene que
ver mucho con nuestros genes.

Los investigadores en la Universidad de Colorado, en Boulder, encuestaron a 181


pares de gemelos idénticos y 166 pares de hermanos fraternales respecto a sus
hábitos de trabajo. Comparados con los hermanos fraternales, los gemelos
idénticos reportaron similitudes de comportamiento de acuerdo a su habilidad
para establecer y cumplir metas así como su tendencia a actuar impulsivamente.

La impulsividad probablemente tenía una ventaja evolutiva, dijo Daniel


Gustavson, líder del estudio. Para nuestros ancestros, luchar para sobrevivir en un
mundo peligroso y las decisiones hechas con rapidez, era más importante que la
planeación a largo plazo.

La procrastinación podía evolucionar al mismo tiempo que la impulsividad o


“evolucionar como un subproducto de ella” (cuando somos impulsivos nos
volvemos distraídos de las metas a largo plazo). Desafortunadamente en estos
tiempos donde, tanto las metas gerenciales como la habilidad para retrasar la
gratificación son recompensadas, estas dos características genéticas entrelazadas
lastiman en lugar de herir.

Pero antes de que empieces a culpar a mamá y papá de esta inclinación por dejar
todo para el último minuto, recuerda: la mayor parte de las características de tu
personalidad son en parte hereditarias. La última cosa que Gustavson quiere es
que la gente lea su estudio y concluya: “Creo que eso significa que nunca
cambiaré. Cuando la gente ve grandes influencias genéticas en ciertas cosas
piensas frecuentemente que no pueden hacer nada al respecto y eso no es cierto.
Sólo porque algo es hereditario no quiere decir que no se pueda cambiar.

Tom Pychyl, un profesor de psicología en la Universidad de Carleton en Ontario,


Canadá, y autor de “Resolviendo El Rompecabezas De La Procrastinación” está
de acuerdo.

La manera en la que lo ve nuestro sistema límbico es que estamos en una


constante batalla con la corteza pre frontal (una sección que se desarrolló después
por medio de la evolución, responsable de las funciones ejecutivas y el control
impulsivo). Inevitablemente el sistema límbico a veces gana. Es natural
procrastinar, debes darte cuenta que te equivocarás, pero puedes cambiar si de
verdad quieres.

Para todos nosotros que luchamos con los genes que gritan “retrásate, retrásate,
retrásate” Pychyl comparte unas estrategias para ayudar a la corteza pre frontal a
salir victoriosa.

Entiende la verdadera definición de procrastinación


Esto es muy importante, hay varias maneras de retraso que son favorecedoras ya
que la vida es, después de todo, una sucesión constante de compensaciones. A
veces necesitas desaferrarte de un proyecto porque algo más importante surgió.
Eso no se llama procrastinación, sino tomar unadecisión informada.

La procrastinación por otro lado, nunca es positiva. “Cualquiera que piense que
tiene un lado positivo está jugando con la definición”, dice Pychyl.
Algunos de nosotros podemos desarrollar una relación protectora con nuestra
tendencia a procrastinar, pero mientras haya muchas razones para hacerlo,
ninguna es saludable.

Deja de poner excusas


Esto está relacionado con el punto previo de Pychyl. La procrastinación es
un retraso voluntario de un acto favorecedor intencionado y por eso causa
disonancia incómoda que intentamos aliviar con una bola de excusas.

¿Las más comunes? “Trabajo mejor bajo presión.” “¡Esas son tonterías!”
Cualquiera comete más errores si está bajo presión, así ha sido siempre. Lo que
realmente estás diciendo es que lo único que te motiva a trabajar, es una gran
cantidad de presión por terminar y eso es falso.

La procrastinación puede causar que los individuos se enfoquen y esto es debido


a que sus espaldas están pegadas a la pared. La misma atención al detalle es
posible aunque no estés presionado. Aprender cómo alcanzar voluntariamente
un estado de flujo requiere tiempo y esfuerzo, pero es el secreto de la
productividad. Los procrastinadores necesitan darse cuenta que es posible
concentrarse sin la motivación del pánico por las fechas límite, esto toma
práctica.

Minimiza distracciones y ponte fechas límite


Si tienes todas las distracciones posibles con tan solo oprimir un botón, es más
probable que revises Facebook, tu email y de repente pasen tres horas. Las
distracciones por supuesto disminuyen tu productividad, pero para un
procrastinador crónico, son lo peor. Es mejor quitar la mayoría, (bloquear
Facebook, borrar el Solitario de tu escritorio, lo que sea que debas hacer).
Como suma, establece un horario estricto para ti. “La autonomía es buena para
los que no procrastinan pero los que sí lo hacen, necesitan fechas límite”, dice
Pychyl. Para los gerentes lidiando con empleados procrastinadores, Pychyl
recomienda que pongan sus propias metas en términos concretos. Detalles
específicos los ayudarán a tener cierto orden.

No dejes que tu niño interno dicte tus acciones


“No sé dónde aprendemos esto, pero de alguna manera interiorizamos la noción
de que nuestro estado motivacional debe coincidir con la tarea en mano”, dice
Pychyl.

En realidad para muchos trabajos importantes, si no es que para la mayoría,


empezar no tiene nada que ver con cómo nos sentimos.

De cualquier manera a veces rechazamos la noción de la frase esperanzadora:


“me dan más ganas mañana”. Casi nunca lo hacemos así que la tarea se retrasa
nuevamente. Entonces, ¿por qué insistimos en tener la idea de que un trabajo que
repelamos se hará mágicamente menos aversivo en 24 horas?

Tendemos a predecir nuestros sentimientos futuros basados en los presentes


(piensa en ir al supermercado con un estómago vacío en lugar de haber comido
un festín. Lo más probable es que tu carrito esté repleto de comida.) Cuando
decides procrastinar, te quitas algo de estrés y eso te hace sentir bien. Así que
cuando predices cómo te vas asentir mañana, basas tu predicción en tu humor
actual.

Como suma, los escaneos cerebrales muestran que tendemos a pensar en nuestro
futuro ser como si fuéramos extraños, lo que explica por qué estamos
frecuentemente sobreestimando nuestra habilidad/deseo para cumplir una tarea
necesaria pero indeseable dentro de tres semanas.
¿El mayor mito que los procrastinadores deben eliminar? Romper el ciclo de
retraso y decir: “Lo haré mañana”. Una vez que te des cuenta que esto es una
estrategia para evitar hacer las cosas, estás en el camino correcto.

http://www.entrepreneur.com/article/266903

You might also like