Ley 100

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La ley 100 técnicamente es un modelo que buscaba organizar el sistema de seguridad social en
Colombia, elaborada durante el Gobierno de Gustavo Gaviria. Buscaba estandarizar los
modelos de atención a la salud, el aseguramiento en regímenes de pensiones y riesgos laborales,
y programas complementarios, así como la organización de las estructuras orgánicas de
funcionamiento del sistema desde el nivel central del gobierno nacional, hasta las instituciones
de orden local en cada Municipio o distrito.

Sin embargo, hoy después de 25 años desafortunadamente no podemos decir que haya un
balance positivo, enfrentándonos a un sistema de salud que solo esta ordenado en las leyes,
pero en la realidad, vulnera cada día los derechos de los ciudadanos con falta de atención,
barreras para la prestación de servicios, faltas de oportunidades en los tratamientos y peor en
un cáncer llamado corrupción.

La Ley 100 como tal, bajo postulados que nadie discutiría en su bondad, ha traído más
desventajas que ventajas a la población. Si bien se argumenta que la Ley 100 aumentó la
cobertura, se puede cuestionar su eficacia pues no alcanza a llenar de ninguna manera las
necesidades reales de la población y quienes logran acogerse a ella no encuentran la calidad
necesaria y posible para buscar la salud, promover su mantenimiento y prevenir las
enfermedades.

Mi visión con respeto a esta ley es pesimista, ya que no le ha servido al pueblo en lo que
pretendía servirle; además, porque ha desviado su objetivo central, cual es el de brindar una
salud integral a la población; opino todo lo contrario de lo que piensan los legisladores para
quienes el concepto de salud tiene que ver única y exclusivamente con la atención médica y no
con la mejoría en las condiciones ambientales, de nutrición y educación, absolutamente
necesarias para que la salud, como sumatoria de estas se dé, se mantenga y acompañe en el
diario vivir a los colombianos. Con la Ley 789, que se aprobó en diciembre de 2002, se buscaba
reducirles los gastos a las empresas para que pudieran generar más empleos. Hoy, casi diez
años después de que entró en vigencia, se dice que hay que revisarla porque sí se redujo el
costo de los empleados, pero no se aumentó el trabajo formal