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TITULO: La realidad de la resurrección

TEXTO: “Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían” (Lc 24:11)

LECTURA BIBLICA: Lucas 24:1-11

ORACION POR LA OFRENDA: Nuestro Padre celestial, reconocemos que la vida y sus numerosas
bendiciones son dádivas tuyas. Reconocemos que tú das maravillosos y preciosos dones. Ayúdanos a
describir y discernir todas estas bendiciones materiales y espirituales. Enséñanos a ser buenos
administradores de lo que nos das. Que no usemos estos dones en forma egoísta sino que
aprendamos a usarlos desinteresadamente a favor de otros. Al traer delante de ti estos diezmos y
ofrendas pedimos al Gran Maestro que nos guíe al dar y al distribuir estos bienes. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.

INTRODUCCION. Algunos soldados romanos clavaron a Jesús sobre la cruz a las 9 del día viernes. A
las 3 de la tarde había muerto. Algunos amigos vinieron en busca de su cuerpo. Lo envolvieron en
sábanas funerarias y lo colocaron dentro de una tumba. No había tiempo para llevar a cabo los ritos
corrientes. Faltaban pocas horas para el sábado judío. Ningún judío tocaría un cadáver en día sábado
pues quedaría contaminado y no podría participar de las ceremonias religiosas de ese día.
Una vez que había terminado el día de reposo algunas mujeres vinieron con especias y ungüentos.
Era muy temprano el día domingo. Por respeto y amor a su Señor querían llevar a cabo todos los ritos
correspondientes. Al llegar a la entrada de la tumba vieron con asombro que la enorme piedra que la
cubría había sido movida a un costado. Al entrar, temerosas, comprobaron que allí no estaba el
cuerpo de Jesús. Dos mensajeros angelicales les informaron que Jesucristo había resucitado. Ellas
fueron las primeras en descubrir la realidad de la Resurrección.
Las mujeres corrieron de vuelta adonde los discípulos se hallaban y les contaron acerca de la realidad
de la resurrección. La reacción de los discípulos fue extraña: “Mas a ellos les parecían locura las
palabras de ellas, y no las creían”. La palabra “locura” es un término médico que usaban los griegos
para describir la charla desarticulada de una mente afiebrada e insana. Los discípulos no estaban
convencidos de la resurrección.
Muchas personas en estos últimos años del siglo veinte no creen en la resurrección. El relato del
evangelio acerca de la resurrección les parece a muchos una “locura”. Los cristianos no precisan
titubear en afirmar la realidad de la resurrección de Cristo. Leyendo el Nuevo Testamento
descubriremos que podemos hablar positivamente de ese evento sobrenatural.

I. EL TOQUE DE LA EXPERIENCIA PERSONAL


Nada resulta más convincente que la experiencia personal. El ver la tumba vacía y oír a los
mensajeros angelicales convenció a las mujeres. No necesitaban ninguna prueba apologética para
convencerlas a ellas o persuadir a otros de que Jesús vivía.
Los enemigos, y aun los discípulos del Señor, intentaron invalidar la resurrección de Jesús. En primer
lugar los apóstoles consideraron su anuncio como una “locura”. Luego, Mateo relata cómo los
romanos trataron de anular la resurrección de Cristo. “Y reunidos con los ancianos, y habido consejo,
dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo
hurtaron, estando nosotros dormidos” (Mt 28:12,13). Los judíos usaron de la traición para arrestar a

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Jesús, y luego le juzgaron ilegalmente. Trajeron testigos falsos para acusarlo. Y ahora los enemigos
usan del soborno para silenciar las noticias de su resurrección.
Ninguna de las maquinaciones de la gente maliciosa pudieron sacar del medio al Señor victorioso. El
soborno no pudo silenciar las noticias acerca de él. Los guardas romanos no pudieron retenerlo en la
cueva sepulcral. Jesús se presentó vivo a la gente. Ellos experimentaron su presencia personalmente.
El se encontró con ellos; comió con ellos; les enseñó. Estos contactos personales del Señor resucitado
con la gente nos proporcionan pruebas reales y concluyentes de su resurrección.
El hombre moderno sólo puede convencerse de la realidad de la resurrección por medio de una
experiencia personal con Jesús. Cuando las personas abren sus vidas al Cristo viviente y lo reciben
como Señor y Salvador, pueden dar testimonio de esa verdad.
Los seguidores de Jesús en el siglo primero estaban convencidos de la realidad de la resurrección de
Jesús por una experiencia personal y directa. Los discípulos modernos no han llegado a conocer al
Señor por medio de un recuerdo o a través de la repetición de una historia; ellos han tenido un
encuentro personal con el Cristo viviente.

II. TESTIMONIO DE LA ESCRITURA


Otro factor convincente de la resurrección de Jesús es el testimonio de las Escrituras. Cuando las
mujeres vinieron a la tumba, los mensajeros celestiales les recordaron la promesa que Jesús había
hecho al respecto. A través del Nuevo Testamento muchas son las referencias a tal promesa.
El Nuevo Testamento nos da un testimonio unificado. Los cuatro evangelios nos relatan en forma
sencilla los acontecimientos concernientes a su resurrección. Algunos críticos pretenden hacer
hincapié sobre las diferencias de las cuatro narraciones, pero si las mismas se estudian
detenidamente estas variaciones pueden ser explicadas satisfactoriamente. El libro de los Hechos
menciona frecuentemente la resurrección de Jesús. Se pueden citar dos ejemplos. Primeramente,
cuando Pedro predicó en el día de Pentecostés, dijo: “A este Jesús resucitó Dios de lo cual todos
nosotros somos testigos” (Hch 2:32). Luego, el autor de los Hechos registra el encuentro de Saulo de
Tarso con el Señor resucitado: “Yo soy Jesús” (Hch 9:5). En el libro de los Hechos, notamos
numerosos testimonios concernientes al Cristo viviente.
Las epístolas en el Nuevo Testamento dan un testimonio único. Pablo dijo: “Porque primeramente os
he enseñado lo que asimismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día conforme a las Escrituras” (1 Co 15:3-5).
Pedro mencionó la “resurrección de Jesucristo de los muertos” (1 P 1:3). Juan registró las palabras
del Señor: “Yo soy el que vivo, y estuve muerto” (Ap 1:18).
El testimonio en el Nuevo Testamento con respecto a la resurrección de Jesús es único. El relato es
sencillo. No se usa un lenguaje complicado. No se adorna la historia ni se habla de visiones.
Otro factor singular en el relato del Nuevo Testamento es el tiempo en los verbos. Los escritores
bíblicos hablaron de Jesús después de su muerte en el tiempo presente. Un ejemplo notable es el
testimonio de Pablo sobre Jesús: “Y él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia; él que es el
principio, el primogénito de entre los muertos” (Col 1:18).
Hay otros puntos notables en el relato de la resurrección. Por ejemplo, los lienzos fúnebres colocados
cuidadosamente a un lado prueban que el cuerpo de Jesús no había sido robado. Se hace notar
cuidadosamente las cicatrices que evidenciaban al Señor resucitado; estas son pruebas de su

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identidad. Además, su voz y sus gestos fueron registrados por las Escrituras para testificar que el
Cristo que murió sobre la cruz estaba verdaderamente vivo.
Si deseamos aprender más de la realidad de la resurrección de Jesucristo, hagamos un estudio serio
de las Escrituras. La Biblia convencerá a cualquiera de la realidad del Señor victorioso. ¡El vive! La
Biblia así lo dice.

III. LA TRANSFORMACION DE LA GENTE


Cuando observamos cómo el Cristo resucitado transformaba a la gente, no dudamos de la realidad de
la resurrección. Jesús cambió la vida de los discípulos del primer siglo. Las noticias de la resurrección
de Jesús cambiaron la actitud de las mujeres, María Magdalena, Juana y María. Jesús cambia el
carácter de las personas. Antes de la resurrección los discípulos estaban desilusionados y deprimidos.
Estaban llenos de temor pero el Cristo resucitado transformó su temperamento. Jesús puede
transformar los sentimientos de los discípulos modernos. El puede ayudar a la gente a sobreponerse a
sus desilusiones y vivir sin temores. Jesús disipa las dudas. Cuando Jesús apareció a los discípulos,
Tomás estaba ausente. Le contaron de la aparición de Jesús, pero Tomás dudaba de la resurrección;
le parecía algo increíble. Luego de siete días Jesús se ocupó especialmente de Tomás. Las dudas de
Tomás quedaron completamente disipadas. En nuestro mundo actual muchas personas consideran las
noticias del Cristo resucitado como increíbles. Muchos dudan de que Jesús se levantó de los muertos.
Pero es realmente difícil de creer que una historia ficticia que se ha perpetuado a través de los siglos
pueda cambiar en nuestros días la vida de las personas.
El Cristo resucitado da significado y propósito a la vida. Los apóstoles pensaban que Jesús era el
Mesías del Antiguo Testamento. Básicamente el concepto que ellos tenían del Mesías era más bien
político. Cuando vieron que Jesús no iba a restaurar la gloria de Israel a los días de David, la vida
perdió todo significado para ellos. Pero, después de la resurrección Jesús les enseñó cuál era el
verdadero significado de seguirle a él.
El mal más grande que afecta al mundo de nuestros días es la falta de significado en todas las cosas.
El Cristo viviente, puede sin embargo, entrar en nuestras vidas dándoles un significado y un
propósito.

CONCLUSION. La resurrección de Jesús es una realidad. No es una locura. La prueba más grande de
su autenticidad se obtiene cuando abrimos nuestro corazón al Señor resucitado y él comienza el
proceso de cambiar nuestra vida.

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