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Luis Acosta
11 – 12 – 2017
Examen Parcial
Introducción
Se trasluce que la intención de Spinoza (Spinoza, Capítulo I [Del método], 1986) fue
criticar la manera en como el pensamiento hegemónico occidental concibe a la idea de
la ¨verdadera política¨ como algo categóricamente distinto a la práctica (el hecho que
actualiza el conocimiento dado). Es así que en el tratado se sostiene que todo lo que
concierne a la dimensión política se ubica en el reino de esta práctica y no en las
abstracciones y teorías de quienes versan sobre dicha dimensión.
Aquí, es importante destacar que al ser esta una obra posterior a la Ética (1980) en ella
está contenidos y juegan el papel de axiomas las formas epistémicas y ontológicas que
deja establecidas en la obra precedente. Todo esto para mostrar la logicidad y conexión
del pensamiento de Baruch Spinoza en sus obras.
Desarrollo
En cuanto a los afectos, Spinoza (1986) parte enunciando que cosa no son. Ésto es: un
afecto no es un vicio1, como se sostenía desde la tradición de pensamiento idealista. Al
respecto de los filósofos2, como detentores de dicha tradición se postula:
En este punto es importante recalcar la postura crítica del autor hacia esta tradición de
pensamiento, a través de del cuestionamiento del idealismo se reacciona frente a una
lógica que opera a nivel virtual, es decir, de una construcción abstracta apartada del
hecho práctico. Así, los afectos no son tomados en cuenta ya que pertenecen al mundo
de lo práctico y no entran en las consideraciones teóricas que modelan el deber ser
hegemónico al que se opone el autor.
Es así como se entiende que para Spinoza (1986) de fundamental importancia a los
afectos, dado que estos se encuentran en la práctica (en el hecho), en lo que realmente
es, y no en el ideal (lo que debería ser). Entonces, el autor termina por definir a los
1
Aquí, Spinoza (Capítulo I [Del método], 1986) con el término ¨vicio¨ denota todo aquello que, en la
tradición de pensamiento hegemónico occidental, queda fuera del pensamiento racional; y por lo tanto,
no nos es pertinente para esta lógica de corte idealista.
2
Spinoza (Spinoza, Capítulo I [Del método], 1986) no ve a los filósofos como idóneos para la
administración del régimen, dado que dichos pensadores gastarían su tiempo más en el mundo teórico
abstracto que en la realidad concreta y practicada. En cambio, un político idóneo es quien vela pos el
sostenimiento de un régimen que tiene como objeto perdurar en el tiempo. Para gobernar según el
autor hay que ser consciente de que los seres humanos no se mueven únicamente por la razón, por
tanto un político administraría el régimen no sólo por la razón, sino que contemplará también las
pasiones.
afectos humanos ¨no como vicios de la naturaleza humana, sino como propiedades que
le pertenecen como el calor, el frío, la tempestad, el trueno y otras cosas por el estilo a
la naturaleza del aire¨.
Al respecto de la naturaleza que constriñe a los seres humanos Spinoza (1986) postula,
que ésta orilla a estos seres a un relacionamiento sostenible, lo él llama ¨concordia¨. El
mantenimiento de este tipo de relaciones sociales y culturales contemplaría los vínculos
entre ser humano y ser humano, así como los que existen entre el ser humano y el medio
material3.
Teniendo en cuenta esto, llega a la conclusión que el ser humano se deja guiar por sus
pasiones: amor, ira, miedo. Siendo los contenidos afectivos los que están presentes de
manera axial en la configuración de las formas de relacionamiento y mantenimiento de
dichas relaciones; y por lo tanto, de la vida misma.
Es así que el ser humano se muestra como dependiente de las relaciones con pares y con
el medio material para su perpetuación en el tiempo. Éste en su afán de seguir
existiendo obra según su naturaleza, lo que lo expone a las naturalezas de sus pares; es
entonces, que la obra limita y se cruza con las obras y potestades de los otros. Por lo
tanto, puede decirse que ¨los hombres, en efecto, son de tal índole que les resulta
imposible vivir fuera de todo derecho común¨ (1986, pág. 80). Es así como es posible
establecer que es parte de la naturaleza humana el vivir en ¨concordia¨ sólo a través de
este derecho común.
La experiencia europea, como realidad vivida por Spinoza (1986), categoriza a los
¨otros¨ (que no forman parte de la construcción del imaginario de desarrollo histórico
europeo) en un sentido cronológico dónde el la noción del enunciador hace las veces de
modelo al cual se debe tender, un estadio que todos los grupos humanos deben alcanzar.
Un modelo de estructuración de la sociedad desde el cual se concibe al mundo, la
naturaleza y al cuerpo desde una perspectiva instrumental.
La experiencia4 como forma de conocer el mundo está atravesada tanto por variables
como la legitimidad y autenticidad de la interpretación del individuo como por el
sistema mismo en que una particular forma de experiencia es válida y otra no lo es. El
problema está en la forma como se emplea a la experiencia en el proceso de
construcción de conocimiento y validación. Se supondría que tal validación responde a
una lógica implacable, sin embargo los hechos muestras que esta validación está
conducida por múltiples factores que son tangenciales a la lógica; y que, sin embargo,
pueden hacer que la misma lógica se trastrueque en pos de la consecución de un fin
específico.
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Spinoza defiende que: ¨puesto que todos los hombres, sean bárbaros o cultos, se unen en todas partes
por costumbres y forman algún estado político, las causas y los fundamentos naturales del Estado no
habrá que extraerlos de las enseñanzas de la razón, sino que deben ser deducidos de la naturaleza o
condición común de los hombres¨ (Capítulo I [Del método], 1986, pág. 83). Es así que: para el autor no
tiene sentido que las causas y fundamentos naturales del Estado se extraigan de las enseñanzas de la
razón o la teoría, sino que deben ser deducidas de la naturaleza de los seres humanos, es decir, de la
reflexión sobre la experiencia.
ser humano; ésto con el afán de aprehender todo esto que excede al ser humano
humano.
Se llega a establecer, desde la postura de Spinoza (1986, pág. 80), que sólo la revisión
de la experiencia práctica humana permite llegar a conocer todos los regímenes o
formaciones socio-culturales que se le han ocurrido y conducen a los seres humanos
desde que son tal. Entonces, el autor sostiene esta idea diciendo: “estoy plenamente
convencido de que la experiencia ha revelado todas las formas de regímenes que se
pueden concebir para que los hombres vivan en concordia, así como los medios por los
que la multitud debe ser dirigida o mantenida dentro de ciertos límites” (1986, pág. 80).
Por tanto, el ser humano se guiará por el derecho natural, en las situaciones que lo
permita. Tomando en cuenta que Spinoza (1986) para hablar sobre derecho común le es
necesaria la política realista: del dominio de lo práctico, que es en donde se ejerce y se
actualiza la estructura de relacionamiento humano.
Es así que resulta evidente que una configuración sociocultural (un régimen) responderá
a la voluntad y a la acción de los grupos mayoritarios (hegemónicos) sobre los
minoritarios (subalternos), ya que se defiende que cuantas más personas se agrupen,
más derechos y poder podrán canalizar hacia la realización de un proyecto que les
permita mantener la vigencia de una estructura particular a través del tiempo. En el caso
del Tratado político (1986) se versa sobre el Estado. Cabe destacar que esta forma
específica de Estado es asumida como axioma dado que es la que nos muestra la
experiencia del ser humano.
Para Spinoza (1986) postula que los seres humanos están necesariamente sometidos a
los afectos. Además, él afirma que estos mismos seres son de tal índole que les resulta
imposible tratar de perdurar a través del tiempo fuera de todo derecho común, ejercido
en la práctica pública.
Es de esta manera que se puede hablar de una Estado pensado, a nivel de lo que debería
ser; mismo que no nos ayuda a analizar la verdadera dimensión política, sino sólo de la
teoría de lo político. De igual manera, surge la necesidad de versar sobre el Estado
practicado que se encuentra en la dimensión política y es en donde se actualizan
naturalmente5 los derechos comunes de cara a las circunstancias socioculturales y del
medio material.
La multitud de seres humanos se rige más por las pasiones que por la razón, pues el
conocimiento, que viene dado por percepciones adecuadas, es algo muy raro entre los
hombres; estos al formar la sociedad se guía más bien por un sentimiento de utilidad o
idea inadecuada (incompleta o parcial) de lo que les es útil, y es esta vaga percepción lo
que les impulsa a limitar su derecho natural individual a un poder o derecho común; y
este es un sentimiento en el que coinciden todos, es decir, es un sentimiento común.
Las formas de control de lo político el autor las vincula a la de multitud. Esta multitud
no es sino un conjunto de individuos dotados cada uno de ellos de un derecho natural
subjetivo. Para este dominio de lo político la experiencia ya ha revelado todas las
posibles formas de regímenes.
Del estado de naturaleza y desde el derecho natural como poder de cada uno, y como
derecho y poder de la naturaleza, surge el estado político bajo la representación de la ley
y el derecho común como de verdadera utilidad.
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Aquí, con el término ¨naturalmente ¨ se denota la marcha de la naturaleza propia del ser humano.
Según Spinoza (1986) es un hecho que los seres humanos no viven únicamente guiados
por la razón sino que, como ya se ha dicho, son los afectos los que llevan a un individuo
a actuar de tal o cual manera. Es por esto que la existencia y el obrar humano están
guiados tanto por la razón como por los afectos; ambos elementos son parte de nuestra
propia naturaleza y, en esa medida, nuestras acciones, ya si están guiadas por la razón,
ya por los afectos, no hacen sino manifestar la potencia de cada hombre. El derecho
natural está, por tanto, determinado por ambos factores, lo que significa que si nuestros
actos son racionales o afectivos estaremos obrando consecuentemente en armonía con la
naturaleza.
Así el estado natural, y la ley suprema de la naturaleza ( que buscar la conservación del
propio ser a lo largo del tiempo) expresada en el concepto de potencia, se actualiza y
adaptada a unas circunstancias socioculturales y materiales y al conocimiento; de modo
que, en la potencia se realiza desde la guía de la razón y las pasiones, pues como postula
Spinoza (1986) el apetito propio de la potencia busca la conservación y perfección del
ser y puede ser guiado tanto por las pasiones tanto como por la logicidad de la
estructura en la que se practican.
A la formación del Estado lo llama política, y su cuerpo practicado sociedad. Los seres
humanos que tienen los mismos derechos que sus pares; sin embargo, en la práctica se
ve que las potencias ejercidas por diversos seres de este género existen abismales
desigualdades.
Cada ser humano, tiene tantos derechos como poder, cuanto más poderosa es un grupo
humano, menos poder tiene una persona. Para mantenerse material y
socioculturalmente, ésta debe estructurarse de tal forma que todo fuera uno, ya que si
otorgara poder a cada uno, cada uno viviría con sus reglas, teniendo un poder
independiente lo que debilitaría el poder social, y el estado se disolvería.
Por tanto el individuo no es autónomo, quedando dentro de la sociedad, donde tiene que
acatar la voluntad de la mayoría en potencia efectiva, es decir, la voluntad de la
hegemonía. Además una sociedad es autónoma, cuando no depende ni jurídicamente, ni
económicamente de otra.
Es fundamental entender como Spinoza (1986) habla del Estado, debido a que es aquí
donde se muestra más claramente los fenómenos propios del quehacer político, por lo
tanto común y público. A este respecto, se habla sobre una contradicción contenida en el
deber ser del estado frete a lo que realmente es. Esto se muestra claramente cuando el
autor postula:
Entonces, se tiene que el Estado (pensado y practicado) es un régimen que vela por el
mantenimiento de la ¨concordia¨ y estabilidad con el fin de perpetuarse a través de
tiempo. Sin embargo, el Estado ideal según el autor no lleva a un estadio de estabilidad
y por ello está conducido hacia la desestructuración de las relaciones, lo que presenta
una contradicción con el propósito de perdurar, dado que el ser humano no puede vivir
sino es en relación con otros, es decir, en constate relacionamiento.
En cuanto a la autonomía del Estado, se defiende que las leyes deben ser dictadas por
los más altos organismo del Estado, y decidir que situaciones están, o no, en
concordancia con lo expuesto por el derecho. Dichas leyes las considera fundamentales
para el desarrollo de una sociedad, ya que sin ellas, como ya se ha señalado
anteriormente, dicha sociedad no existiría.
Finalmente, se puede establecer que las tensiones entre la mayoría y las minorías operan
de manera dialéctica de cara a los problemas o nuevos fenómenos a entender y resolver.
Esta dialéctica del ser humano encuentra resolución apelando a la unión de seres
humanos y a una determinada organización de los asuntos públicos. En definitiva,
proponiendo, reclamando y apelando a la estabilidad y seguridad de un determinado
Estado político. Un Estado político constituido sobre la base material de la naturaleza o
condición común del el género humano; Ésto es, sobre la base del derecho natural.
Conclusión
Las soluciones que la epistemología de Spinoza (1986) arbitra respondan siempre a una
lógica dialéctica. A una dialéctica entre la materia y la forma o a una dialéctica entre los
agentes y los fines. Además, constituye la materia en la propuesta de este autor el
Estado de naturaleza, la multitud y el derecho natural de los individuos. Y la potencia de
esta base material es la que condiciona poderosamente a las formas, a los agentes y a los
fines.
El derecho político surge como una adaptación o conformación del derecho natural y
por tanto es una parte de este, ya que fuera de la naturaleza (orden eterno o
concatenación de las cosas singulares o modos bajo leyes eternas) no hay nada, y esto es
una caracterización genérica de lo que es el derecho político, y esencial, en cuanto pone
de manifiesto el fundamento natural del derecho político.
Entonces, se puede decir que se piensa la política a partir de un punto de partida donde
los derechos naturales del ser humano son primeramente cercenados en aras del bien
común estos derechos terminan convirtiéndose en una realidad merced a la creación del
Estado y como sabe darle a cada uno lo suyo dejando los asuntos de la seguridad como
competencia exclusiva del Estado y la libertad de espíritu como virtud privada de los
entes de derecho común. La libertad de pensamiento, en el mundo contemporáneo es
escaza, precisamente por creer que la misma compromete la seguridad del Estado.
Spinoza, B. (1986). Capítulo I [Del método]. En Tratado político (págs. 77-83). Madrid:
Alianza Editorial.