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CERVEZA, SIDRA Y PERADA
PRINCIPALES CORRESPONSALES
Ingeniero químico.
N . ° 1 1
P O B E L DOOTOIt
MADRID -i^i
JilBKEEÍA EDITORIAL
DE B A I L L Y - B A I L L I E R E É H I J O S
1899
ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR \"^
CAPÍTULO PRIMERO
(') Los egipcios, los galos, germanos griegos y romanos sabían pre-
parar la cerveza; denominábanla cerevisia, de Ceras y « s (fuerza), cuya pa-
labra se ha transformado en cerveza Según Herodoto, la invención de la
cerveza se deba á Isis, mujer de Osiris, rey de Egipto. Adquirió fama en fa-
bricar este líquido la ciudad de Pelusa, situada en una de las bocas del Ni-
lo. En Inglaterra se adicionó el lúpulo á la cerveza desde el año 1524.
(N. del T.)
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líquido azucarado, como nuestro vino de uvas, y se distinguen
esencialmente de la cerveza en que el alcohol procede de la fer-
mentación de un almidón ó de una fécula cualquiera, previa-
mente transformada en azúcar fermentescible. La gran variedad
de bebidas que se incluyen en esta definición general es todavía
más considerable. Además de la cebada con la adición de lúpulo
que empleamos en Europa, todas las semillas farináceas que pro-
ceden de gramíneas ó leguminosas sirven de base a cualquier
cerveza.
Los rusos tienen el kwas á base de centeno y otras bebidas
análogas á base de mijo, adicionado ó no de miel; el mijo y la ce-
bada, mezclados con pimienta, miel, hierbas amargas ó aromáti-
cas, se emplean en África para componer diversas cervezas; los
pueblos del Asia emplean sobre todo el arroz, adicionado.de
sorgo, cebada ó trigo, pero lo más frecuente es usarle solo y so-
metido á diversos tratamientos. El tipo de estas bebidas es el
saleé japonés y de Corea. En América, el maíz reemplaza al arroz.
Por último, numerosas sustancias sirven de igual modo para pre-
parar bebidas feímentadas, no dejando de incluir en las clases
anteriores las raices de manioc, las batatas, las del Pipe?- metis-
ticum ó haiva, las de algunos Dracama, los tallos del Schinus
molle y los del mismo cáñamo.
La fermentación de algunas de estas sustancias se consigue de
una manera bastante singular. Así se observa que. los arauca-
nos déla América Meridional, y muchos naturales del archipié-
lago Polinesiano utilizan la acción de la diástasa salival para
preparar una bebida, los primeros con el maíz, los segundos con
el Icaiva.
Las mujeres de la tribu se reúnen al rededor de una especie
de calabaza común, y tomando cada una de ellas una pequeña
porción de producto, lo masca para impregnarlo con saliva y es-
cupe todo ello en la calabaza. El almidón se sacarifica por la ac-
ción de la saliva; el aire se encarga de llevar el fermento, y pa-
rece ser que puede emborracharse á voluntad con el brebaje ob-
tenido. Es fácil comprobar el poder sacarificante de la saliva
mascando por algunos minutos la miga del pan, y no se tarda
en advertir un manifiesto sabor azucarado. .
No hemos encontrado mejor que los araucanos el camino
de la acción diastásica utilizando la cebada germinada, y el úni-
co medio es algo menos molesto. Los indios de la Guyana mas-
can de igual manera el pan de casave hecho con la fécula de
manioc; los de Cordilliéres, las vainas de algarroba y los tallos
amargos del Schinus molle. * .
Para concluir con las bebidas extranjeras, debemos citar el
kéfir y el koumis del Turkestán, que tienen por base la leche
fermentada, y sobre todo la leche de yegua. El primero se ha in-
troducido recientemente en terapéutica. Es una especie de lí-
quido lechoso, cuyo sabor ligeramente acídulo y su gran propor-
ción de gas carbónico le hacen bastante agradable para el con-
sumo. Es á base de leche de vaca y se prepara por medio de un
fermento ó kéfir, que tiene el aspecto de esferitas blancoamari-
llentas de superficie granulosa. Este fermento es una curiosa aso-
ciación de dos microorganismos, délos cuales uno es una leva-
dura, el Sacharomices micodermade las flores del vino, y el se-
gundo una bacteria, el Dispora caucásica.
Después de esta digresión algo larga, volvemos á la de las be-
bidas que forman el objeto de este libro. La cerveza, cuyo con-
sumo caracteriza sobre todo las razas anglosajonas, es de un mo-
do más marcado que el vino una bebida industrial. Casi es ocio-
so dar una definición de ella; es un líquido que se obtiene fer-
mentando una infusión de semillas amiláceas germinadas, aro -
matizada con el lúpulo, Pero es conveniente notar que otra di-
ferencia importante separa la cerveza del vino; mientras que este
último se consume cuando ha terminado toda la fermentación,
la cerveza, por el contrario, todavía se halla viva y en fermenta-
ción secundaria cuando se usa. Parece que á través de la histo-
ria no. han cambiado sensiblemente los gustos, porque si los
egipcios y griegos la preparaban, los principales bebedores de
cerveza fueron los galos, los germanos, los.escandinavos, todos
los habitantes del Norte, y el nombre de bracear parece ser que
procede de bránza, denominación que daban los galos á la semi-
lla que, servía para preparar la cerveza.
No parece que se empleó desde un principio el lúpulo, de
suerte que la cerveza primitiva debía ser muy alterable; se cree
que el uso de esta sustancia se remonta al siglo v;i, en cuya
época los alemanes conservaron el primer puesto en el arte de
fabricar la cerveza
(') Pueden definirse en general las cervezas diciendo que son infusiones
fermentadas de cebada germinada, con la adición conveniente de lúpulo.
(N. del T.)
— 6 —
La producción de esta bebida, que excede hoy con mucho á la
del vino, tiene lugar, con importancia variable, en todos los paí-
ses de Europa y en la América del Norte. Inglaterra, Alemania,
los Estados Unidos, Austria, Bélgica, Francia, Rusia, Holan-
da, Dinamarca, Suecia, Noruega, Suiza é Italia se colocan su-
cesivamente en orden de importancia. La producción de I n -
glaterra, comprendiendo en ella Escocia é Irlanda, fué en 1896
de 55 millones de hectolitros próximamente. Alemania ha
traspasado esta cifra, pues su producción en 1896 fué de
60.695.000 hectolitros. El consumo por habitante fué aumen-
tando sucesivamente, y hoy llega por año á 115 litros por tér-
mino medio.
En Francia, la producción en 1896 alcanzaba cerca de 9 mi-
llones de hectolitros, y ha aumentado muy poco en el espacio de
diez años el consumo anual por individuo, que es próximamente
23 litros. Esta cifra es el término medio de cantidades muy des-
iguales, pues el consumo alcanza en los Ardennes y el Paso de
Calais 150 litros, 250 en el Norte, y desciende á 1 litro en los
departamentos vitícolas ó productores de sidra.
L a importancia de las fábricas es bastante variable; es mayor
que en todas partes en los Estados Unidos, en que 3.000 fábri-
cas producen próximamente 50 millones de hectolitros de cer-
veza, y en Austria, donde se fabrican 18 millones de hectolitros
en 2.500 cervecerías. En Bélgica, la producción de 11 millones
de hectolitros se distribuye entre 2.800 fábricas. Hay en Fran-
cia próximamente 3.000 fabricantes. Inglaterra cuenta más de
15.000 y Alemania casi el doble. Ninguna explotación vinícola
tiene cantidades semejantes, y aunque se fabrica todavía, sobre
todo en Bélgica y Alemania, cerveza al caldero, destinada al con-
sumo exclusivo de la familia, puede decirse que la inmensa ma-
yoría de las cervezas se obtienen en fábricas de gran producción,
utilizando todas las ventajas mecánicas y químicas modernas, y
teniendo en cuenta problemas delicados y complejos, planteados
y en parte resueltos por el estudio de los fermentos, de su vida
y acción. Hoy tiene lugar un activo movimiento científico en de-
rredor de estas cuestiones, y se ha comprendido que para obte-
ner el máximum de utilidad de los servidores caprichosos, que
son los microorganismos, era necesario no dejar á la acción mis-
teriosa del empirismo las necesidades de la lucha comercial, que
no permiten ya las cervezas de fabricación, que se traducen en
pérdidas. Numerosos trabajos han surgido desde hace veinte años
en este orden de ideas, trastornando las antiguas nociones, le-
vantando alguna vez polvo inútil de ciencia vana, pero aportan-
do también preciosas ideas acerca de la constitución de las sus-
tancias azucaradas, la acción de las diástasas, de las levaduras,
de las bacterias, de los mohos; introduciendo principalmente en
la fabricación, que ha permanecido mucho tiempo abandonada á
la casualidad, los métodos rigurosos de laboratorio. Francia, aun
cuando no haya sido gran productora de cerveza, ha estado en
este asunto en un lugar honroso, pues las condiciones de su fa-
bricación han experimentado el estímulo de la concurrencia de
la producción extranjera, y ha sido además, gracias á Pasteur,
el mayor foco de ideas y de nuevas prácticas referentes á las in-
dustrias de fermentación.
Antes de pasar al estudio de su fabricación, debemos definir
las cualidades físicas y composición de la cerveza. .
En realidad existen tantas cervezas como fabricantes; cada
marca se distingue, como las de los vinos, por las condiciones de
sabor que le son propias. Desde el punto de vista del color, ofre-
cen todas las tintas entre el pardo oscuro y el matiz amarillo
muy claro. Este último parece ser el que hoy se prefiere para el
consumo, que exige sobre todo una cerveza muy limpia y trans-
parente, con mucho brillo, sabor fresco y acídulo, vinosa, dulce-
amarga, con el aroma especial debido al lúpulo y al malta. Una
cualidad especial de la cerveza es la sensación particular de sa-
tisfacción que cansa cuando se la bebe, lo cual se denomina la
boca de la cerveza. Esta cualidad se acentúa tanto más cuanto
mayor es su riqueza en extracto seco, y se debe, según Low y
Michel, á dos dextrinas particulares (acrodextrinas a y ¡3), que se
producen en el mosto'á temperatura poco elevada, 52°,5. El va-
lor de la cerveza depende de su riqueza en alcohol, muy variable
según su procedencia, y que generalmente está comprendido entre
3 y 5 por 100. Por último, generalmente se exige de la cerveza
que produzca una espuma fina y persistente. La producción de
esta espuma es un asunto bastante discutido, al menos en su me-
canismo interno, y parece cierto, sin embargo, que debe atri-
buirse á la presencia en la cerveza de algunas peptonas ó albu-
mosas, cuyo tipo es la peptona obtenida por digestión artificial
de la carne, de la albúmina de huevo, de la caseína por la pep-
sina. Otro elemento indispensable de la espuma es la fuerte pro-
8
porción de ácido carbónico (anhídrido) que retiene la cerveza
durante su fermentación secundaria y que obliga á conservarla,
ya en botellas ó en barriles, sacándola de estos últimos bajo la
presión del anhídrido carbónico.
Además del alcohol, del ácido carbónico (anhídrido) y de los
diversos cuerpos que acabamos de enumerar, contiene otros mu-
chos la cerveza que hacen muy compleja su composición, y tanto
más difícil de establecer cuanto que, como hemos dicho, está to-
davía viva cuando se consume. La cebada le cede, con los detri-
tus y las peptonas, un poco de maltosa no descompuesta y algu-
nas sales como el fosfato de potasa..El lúpulo le comunica un
sabor amargo, bajo la forma de una esencia oleosa; la fermenta-
ción alcohólica es causa de que contenga un poco de glicerina y
ácido succínico; también se encuentran en ella indicios de áci-
do acético, propiónico y láctico, que le comunican su ligera aci-
dez normal. Se llama riqueza total e) peso por litro de todos los
elementos constitutivos, á excepción del agua, y riqueza en ex-
tracto el peso por litro de todas las sustancias no volátiles. Las
cervezas secas contienen poco extracto y mucho alcohol; las cer-
vezas ricas ó grasas se caracterizan sobre todo por su sabor ó va-
lor en extracto. Algunas cifras, tomadas de numerosos análisis de
cervezas hechos por A. Girard, demostrarán más claramente esta
diversidad de composición. É n t r e l a s cervezas francesas se ob-
servan las condiciones más diversas, según las regiones. Hoy las
exigencias del consumo han obligado á la mayor parte de las
fábricas á trabajar según los procedimientos alemanes ó austría-
cos; pero se hallan todavía en el Norte cervezas acídulas, como
en Bélgica, y en muchas cervecerías, una excelente cerveza espu-
mosa y muy fina, poco alcohólica y bastante ligera, cuyo tipo es
la cerveza de Lyón. Fabricada ésta muy en grande y disfrutando
de justa fama, no es desgraciadamente susceptible de una larga
conservación, y muchas cervezas de pequeñas fábricas pueden
consumirse agrias y deterioradas si su salida no es rápida. Se
produce igualmente en Francia cierta cantidad de cerveza infe-
rior, llamada de familia:
Alcohol. Extracto.
nes). " •
Cuando la dureza está determinada exclusivamente por el bi-
carbonato de cal puede llevarse bastante más allá, pues la ma-
yor parte de esta sal se precipita por ebullición.
Alguna vez se atribuye á las aguas duras el poder de dar mos-
tos coloreados. Como han consignado Morris y Morritz, las cer-
vezas inglesas son pálidas, aunque se obtienen con aguas en ge-
neral muy duras. E n muchos casos la presencia del sulfato dé
cal es favorable, y los mismos autores le atribuyen la propiedad
de producir con más facilidad un mosto claro, de fractura
limpia.
Algunos análisis demostrarán mejor la influencia relativa-
mente pequeña del valor en sales minerales. Dos aguas que, se-
gún Thausing, han producido una y otra resultados excelentes,
diferían, en cuanto á su composición, en los siguientes límites
(las cifras expresan miligramos por litro):
l
Sílice °№ — ~
Materias orgánicas. . . . . . . . . M»
Las aguas tienen en este caso un ter cer destino. Sir ven par a
la alimentación dé las calder as de vapor, par a cuyo uso las aguas
duras son par ticular mente per judiciales, pr oduciendo incr usta
ciones. Los car bonatos de cal y de magnesia, el sulfato de cal,
el aluminio, el óxido de hier r o, son los constituyentes or dinar ios
de estas costr as sólidas; per o las sustancias gr asas pueden tam
bién entr ar en su for mación, saponificándose por la ebullición á
una pr esión deter minada. El r emedio es en gener al bastante fá
cil cuando se tr ata de aguas simplemente calcár eas. Añadiendo
una lechada de cal hasta la r eacción calcár ea, se hace pasar el
bicarbonato al estado de car bonato de cal insoluble. Si el agua
es además selenitosa, hay que emplear la cal apagada mezclada
con car bonato de sosa. Nos r efer imos al volumen destinado al
agua, r especto á la descr ipción de los numer osos depur ador es
Chevalet, Howatsoo, Desr umeaux, etc., fundados en la aplica
ción de estos diver sos, medios.
BILLÓN,—TOMO X I . — 2
— 18 —
No vamos á extendernos en el empleo del agua en vapor en
la fabricación de la cerveza, pues el estudio de los generadores
<- ^cac.wn
l
de la cervc- I ^ disolución de gelatina como en los v i n o .
za ya formada ) °
(JV. del T.)
9 o
gracias á las rejillas que forman el fondo de las cajas, que nue-
den levantarse por la parte media.
El maltaje neumático da resultados matemáticos y produce
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una notable uniformidad, pues todos los granos se hallan en las
mismas condiciones. Permite fabricar el malta en todas estacio-
nes, siendo fácilmente regulables la humedad y temperatura del
aire. Pero á consecuencia de su regularidad, suprime todos los
caracteres exteriores de aspecto, olor, etc., que permiten al fabri-
cante de malta ejercitado conducir la operación de un modo
conveniente por el procedimiento ordinario del germinador. En
lugar de simplificar la tarea, los métodos mecánicos exigen ma-
yor atención, y como necesitan una instalación costosa y dejan
inutilizados los espacios de las antiguas fábricas de malta, no se
propagan con la rapidez que pudiera creerse.
Algunos constructores han adoptado un término medio, te-
niendo los germinadores un piso de palastro perforado y verifi-
cándose la vuelta de la cebada mecánicamente por diversos apa-
ratos, como el volteador de Weinig y Solm, de cuatro paletas
dobles, puestas sobre una cruz que gira, avanzando en uno ó en
otro sentido.
Cuando la germinación ha avanzado bastante se detiene el
desarrollo del embrión, sustrayendo rápidamente al grano la
humedad indispensable. Esta operación puede hacerse en un
secador, donde se extiende el malta en capas de 3 á 5 centíme-
tros, que se mueve de tres en tres ó de cuatro en cuatro horas. El
secador debe estar bien ventilado, calentado por medio del ca-
lor perdido en la fábrica ó simplemente bañado por el aire seco.
A medida que pierde el malta su exceso de humedad se desecan
las radículas y caen. Las que quedan adheridas se destacan fácil-
mente por medio de un depurador hábilmente combinado que
las separa por aspiración. Este malta desecado al aire no expe-
rimenta modificación alguna química y no tiene más aroma que
el de la cebada germinada.
Es raro que se emplee para la fabricación de las cervezas el
malta simplemente desecado, como se hace con ventaja en la in-
dustria de la destilación. Las necesidades de las dos industrias
son en efecto muy distintas. En último caso, se preocupan ante
todo de encontrar en el malta la mayor cantidad posible dediás-
tasa, para sacarificar la cantidad de granos crudos que se le adi-
cionan; en el segundo, esta cantidad de diástasa es siempre sufi-
ciente y se busca principalmente el aroma. Se consigue esto con
el auxilio de la torrefacción practicada en un tostador, donde se
calienta el malta previamente desecado á temperaturas bastante
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elevadas para que se oscurezca más ó menos profundamente la
masa de los granos. Eesulta de aquí una especie de carameliza-
ción de las sustancias azucaradas que se forman durante la ger-
minación, con destrucción de una parte de las diástasas, y al
mismo tiempo que el color, se modifica profundamente el aroma
del malta.
La acción de la tostación está sometida á reglas importantes,
y hay que recordar en este caso la gran alterabilidad de la diás-
tasa que se calienta cuando está húmeda. Es muy útil no some-
ter el grano á la temperatura de la torrefacción, que debe dese-
carse gradualmente, sin exceder de 40°. Por lo demás, no hay
que tener en cuenta solamente la diástasa; si se lleva á una tem-
peratura de 75°, por ejemplo, el almidón de los granos reblande-
cido por la germinación y húmedo, dará engrudo, y éste, dese-
cándose, se transforma, como es sabido, en una masa dura, vitrea
y córnea, no dejándose penetrar en modo alguno por el agua.
Los granos de este modo congelados, sometidos ulteriormente al
braceado, se conducen casi como cuerpos extraños insolublés y
es una pérdida para la producción. Hay también una considera-
ción que hay que tener en cuenta: el aroma y el color de un
malta no están íntimamente unidos uno á otro; el primero se
obtiene por alteración y transformación compleja de los azúca-
res del malta, sustancias muy sensibles á la acción del calor; el
segundo resulta de la alteración mucho más profunda de la cu-
bierta y del almidón, y no es necesario que exista para que el
malta sea aromático. Pero si el malta no está seco en el mo-
mento de la tostación, toma color muy fácilmente; de suerte que
si se funda la observación en la marcha normal, verdadera sola-
mente para el malta seco, hay el riesgo de no alcanzar más que
un aroma muy inferior al que corresponde de ordinario al color
obtenido. Este inconveniente, como observa con razón Fernbach,
es hoy de gran peso, en que l a a ñ c i ó n á las cervezas pálidas se
extiende cada vez más y se usan por consiguiente maltas claros.
Si se tuestan estos maltas húmedos, aumentando muy poco el
.color, no tendrá más aroma todo ello.
Este grave inconveniente, de dar maltas insípidos, con sabor
dé granos crudos, muy ricos en diástasa, procede de que el tra-
pajo de las malterías, realizado para producir maltas coloreados,
no permite depositar mucho tiempo el malta á las bajas tempe-
raturas de desecación, lo que exige mucho más tiempo y perj u-
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dica por tanto á la producción, en el estado actual de las manu-
facturas.
Las testaciones siguen á la desecación, ó con frecuencia la
reemplazan. Los tostador •ifican se componen de
dos partes esenciales, que son: el sitio donde se expone el produc-
to y el foco calorífico. Este es generalmente, como su nombre in-
dica, una especie de torre de muchos departamentos ó planos
superpuestos, sobrepuestos de una especie de linterna de airea-
ción, donde se coloca un pequeño ventilador que activa el tiro.
Se ha renunciado ya á construir de ladrillos ó de piedra la su-
perficie de estos planos, reemplazados ventajosamente pórtelas
metálicas de cobre ó de palastro perforadas. El procedimiento de
calefacción es generalmente una corriente de aire caliente; pero
para algunas especies de malta se emplean los tostadores ó to-
rrecillas llamados de humo, calentados directamente por los ga-
ses de la combustión. El hogar de mamposteiía, colocado en la
parte céntrica, está sobrepuesto por una especie de techo incli-
nado, á fin de que las raicillas de la cebada no caigan en él; se
marchan por dos conductores, dirigidos al referido techo, y pol-
los que el aire frío afluye del exterior, para mezclarse con los
productos de la combustión. El hogar se calienta por medio del
cok de llama corta y sin humo, pero puede serlo también con
leña en el verdadero tostador de humo, cuando se busca el sa-
bor especial comunicado de este modo al malta. La fábrica del
hogar se ensancha hasta el primer plano en una especie de ex-
tenso cesto invertido, y la cebada se coloca sobre la rejilla perfo-
rada de este plano en una capa más ó menos espesa.
Si no se busca el aroma del humo de la leña, son preferibles
los tostadores de aire caliente. Existe un gran número de dispo-
siciones, y una de las más antiguas es la de Leicht. El tostador
es doble, y está formado de dos porciones simétricas. El hogar
se halla en un departamento inferior de cada mitad, y el aire que
se ha calentado por su contacto, antes de llegar al piso en que el
malta está distribuido, atraviesa un doble conducto horizontal,
calentando una cámara intermediaria ó. cámara de aire caliente;
sube en seguida verticalmente y circula todavía por una serie de
canales de palastro antes de salir por la chimenea, cuyo conduc-
to está en espiral. Esta marcha del aire, en lugar de ser indepen-
diente por cada torrecilla, puede estar combinada por un siste-
ma de registros con la marcha del aire que procede del segundo
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foco simétrico, pudiendo las cámaras de aire estar unidas á v o -
luntad, de tal suerte que se pueda,
en un momento dado, secar en uno
de los tostadores y tostar en.otro,
mientras que al día siguiente la
operación se practicará en sentido
inverso.
Generalmente no se adopta esta
disposición complicada; se prefiere
superponer dos ó aun tres planos,
cujas temperaturas se gradúan. La
calefacción se hace entonces á fuego
desnudo, ó por medio de un calorí-
fero combinado con el hogar. L a
perfección existe en la facilidad con
que se regula el aire caliente y su
circulación. La cámara superior es-
tá sobrepuesta de un ventilador po-
deroso, y el palastro perforado de las
planchas puede pesarse por seccio-
nes, para hacer pasar el malta de
uno á otro en el momento oportu-
no. En las fábricas de malta ameri-
canas, donde los germinadores se
instalan en muchos pisos, la cebada
germinada, después de una primera
desecación en el suelo, es arrastrada
por una barredera mecánica. Esta
es atraída por un cable que se arro-
lla en un torno. Delante de él se
hace que vaya la masa de cebada
sobre una rueda con cangilones que
la deja caer en el platillo ó plano
superior del tostador. Con una t o r
BILLÓN.—TOMO X I . — 4
CAPÍTULO III
BRACEADO
Mg. 11.
una alta presión que viene del generador, se detiene en dicho va-
por en el espacio anular y se escapa por un segundo tubo. Se pue-
de, en caso necesario, poner tres cubiertas de vapor semejantes y
se produce la agitación por un árbol horizontal de paletas. Ade-
más de la facilidad de emplear el vapor tal como se produce sin
tener que reducir su presión, utiliza este sistema mejor el calor
estando colocado en el interior del líquido y gasta menos el fondo
suprimiendo el agitador de cadena.
Un tercer tipo de construcción, bastante original, utiliza los
tubos de vapor para producir la agitación y está menos genera-
lizado que los anteriores. Los tubos están, como en la caldera
anterior, formados de una cubierta y de un tubo interior más
pequeño; pero todas las cubiertas, en número de cincuenta, están
colocadas sobre un tubo grueso vertical, y todos los tubos que
penetran en él son del mismo modo ramificaciones de un tubo
central. Este contiene á su vez un tubo interior para dar salida
al agua de condensación, y atraviesa la tapa de la caldera un sis-
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tema convenientemente dispuesto para que pueda girar al rede-
dor de un eje vertical.
Las calderas de vapor de un tipo cualquiera se disponen de
preferencia sobre pies y no en una fábrica de manipostería, que
dificulta su inspección. Se rodean de una cubierta mala conduc-
tora del calor, como madera ó corcho, etc.
E n la mayor parte de las nuevas fabricaciones se disponen to-
dos los aparatos en forma de cascada, es decir, que el. malta en
bruto entra por la parte más elevada, mientras que la cerveza
fabricada se halla en la parte más baja; cada etapa de la fabri-
cación está instalada en un nivel inferior á la anterior, no hay
necesidad de usar bombas y la manipulación está muy reducida.
Estas ventajas son efectivas cuando se calienta por medio del
vapor.
He aquí cómo se practica el braceado por infusión, al menos
en su forma primitiva: se eleva el agua del empastado á 50, 60
ó 75°, según las estaciones, y se dirige este agua caliente en can-
tidad suficiente á las cubas para empastar el malta por agita-
ción. Conseguido este resultado, se hace llegar el resto del agua
caliente por el doble fondo de la cuba, de manera que resulte de
una forma gradual la temperatura de sacarificación, que es ha-
cia 70°. Se mantiene entonces á esa temperatura durante algún
tiempo, siguiendo, con el auxilio de las indicaciones de la solu-
ción de iodo, la marcha de la sacarificación. La coloración por
el iodo, al principio azul subida, pasa primero al pardo; luego al
rojo, y por último desaparece con el almidón, cuando éste se ha
transformado totalmente en maltosa, isomaltosa y dextrinas di-
versas. La operación exige próximamente una hora. Al cabo de
este tiempo se trasiega el mosto, dirigiéndolo de ordinario in-
mediatamente á la caldera. Se hace entonces en la cuba una se-
gunda infusión, rociando el residuo de cebada con agua hirvien-
do y dejándole durante media hora á 70° próximamente. De or-
dinario se hace una tercera impregnación, que se trasiega á un
depósito especial y sirve para la cerveza de inferior calidad.
La loción perfecta de los residuos de las cebadas es bastante
difícil de conseguir por su gran viscosidad. Se obtienen buenos
resultados haciendo que llegue el agua á estos residuos de cebada
en forma de lluvia fina, con el auxilio de aparatos como el de la
cruz escocesa, fundada en el principio del torniquete hidráulico
y formada de cuatro tubos horizontales en forma de cruz, cerra-
B1LL0N.—TOMO X I . — 5
— 66 —
dos en su extremidad y perforados lateralmente con una línea de
pequeños agujeritos en el mismo lado. Todo ello está unido á un
tubo de llegada del agua y puede girar al rededor de la juntura;
de suerte que el agua, saliendo por los agujeros laterales, comu-
nica al sistema un movimiento de retroceso que se traduce por
una rotación en sentido inverso de la salida.
Existen numerosas modificaciones al método, respecto al nú-
mero de infusiones, á la cantidad y á la temperatura del agua
empleada. Puede operarse á temperatura descendente, haciendo
la primera parte á temperatura elevada para descender á la de
la sacarificación; pero el contacto con el agua muy caliente des-
truye mucha amilasa, y sólo pueden tratarse de esta suerte los
maltas muy abundantes en ella. El trabajo depende también del
material que se emplea; resulta más fácil, como hemos expuesto
anteriormente, con el uso de una cuba doble:"una sin falso fon-
do, que sirve para el batido; otra con falso, fondo, de donde se
extrae la masa después de un tiempo suficiente, á fin de que se
repose y pueda el mosto clarificarse atravesando la capa de re-
siduo que se ha depositado. En el caso de una sola cuba, hay
que elegirla estrecha y detener el trasiego en el momento que
el mosto sale turbio, para verificar entonces la segunda humec-
tación. En este trasiego las primeras porciones pasan turbias,
porque están constituidas por el líquido del falso fondo; se las
vuelve suavemente á la cuba y se vuelve á empezar hasta la fil-
tración perfecta. Si el residuo es muy compacto, se revuelve con
la pala ó mecánicamente; con frecuencia basta una corriente de
agua á presión determinada que llega por la parte inferior. El
mosto claro que procede de operaciones sucesivas se dirige á la
caldera del lúpulo por un gran canal abierto ó cerrado, de cobre
estañado, calentado de preferencia por medio del vapor exte-
riormente para no enfriar el mosto. En el caso en que esté cerra-
do, debe llevar este conducto llaves de trasiego y tubos indicado-
res de vidrio, á fin de que pueda apreciarse el estado de limpieza
del mosto. Las cebadas, una vez lavadas y apuradas, se arrojan
con frecuencia á una fosa, donde se alteran y fermentan, produ-
ciendo de esta suerte una vecindad nociva para la cerveza. Es
preferible recibirlas en una caja de hierro en forma escalonada,
donde puedan llegar los carros y cargarse pasando por la parte
inferior. Este sistema, muy usado en América, es fácil de realizar
con la disposición en forma de cascada.
— 67 —
El método por decocción es más complicado que el de infu-
sión, al mismo tiempo que le es inferior en el concepto de eco-
nomía y producto, pero da cervezas muy finas, que tienen ya de
antiguo una merecida reputación.
O
Tubedevapeup—f~ •[ ¡g@=
U=J*. . .Ti
'AudmrUe-fimë.
Al'intérieur^
Sortie delà •
vapeur condensée
siste cuando el oxígeno disminuye, pero se hace cada vez más dé-
bil y se limita á sustentar I03 glóbulos de levadura existentes; és-
tos resultan, sobre todo, fermentos á partir de este punto, y esta
nueva fase oculta la primera sin hacerla desaparecer. Los traba-
jos publicados desde Pasteur no parece que han hecho otra cosa
más que estas confusas nociones.
Cuando se habla de la levadura de cerveza es necesario enten-
der siempre esta palabra en plural, porque hay muchas varieda-
des de ella cuyas propiedades son distincas. Existe un gran in-
terés práctico en peder distinguir y separar estas diversas v a -
riedades, ya para elegir aquellas que parezcan más convenientes
á un trabajo determinado, ya también para eliminar aquellas que
sean nocivas. Esta preparación de las levaduras puras ha venido
á ser una verdadera rama de las industrias de fermentación, que
presta actualmente grandes servicios, ya en las fábricas de des-
tilación, ya en la vinificación, ya en la fabricación de la cer-
veza. Resultado de los trabajos de Pasteur, la obtención de las
levaduras puras ha constituido el principal objeto de las inves-
tigaciones de Hansen, y aun éste niega que Pasteur haya jamás
trabajado con especies rigurosamente puras. Aunque esto no
aparezca demostrado, es lo cierto que se deben á Hansen en gran
— 109 —
parte los conocimientos actuales sobre las diversas especies de
levadura, su estado natural y propiedades.
El cultivo inicial se hace en una cámara húmeda. Es un pe-
queño anillo de vidrio unido á una lámina plana de la misma sus-
tancia, y que forma de este modo un circuito que se mantiene hú-
medo por medio de algunas gotas de agua. La cámara se cierra
por medio de una pequeña lámina de vidrio, en cuya superficie
inferior se hace el cultivo en una gota de líquido nutritivo. La
clausura se hace hermética por medio de un poco de vaselina,
con la que se barnizan los bordes raspados del anillo. Se dispone
de un baño de maría á 30 ó 35° y se preparan dos matraces de
cuello adelgazado, estériles, cerrados con algodón y llenos hasta
la mitad de una solución al 5 por 100 de gelatina en mosto con
lúpulo.
Una vez liquidada esta gelatina al baño de maría, se hace la
siembra con la levadura fresca y vigorosa por el siguiente proce-
dimiento: se diluye esta levadura en agua destilada hasta que se
haya enturbiado ligeramente, y según la riqueza en célula de-
mostrada al microscopio se sumerge más ó menos en ella un
hilo de platino quemado, que se dirige entonces á la gelatina nu-
tritiva, operando rápidamente para evitar todo contacto. Se agita
la gelatina para diseminar bien las células, y por medio de exá-
menes sucesivos se determina si la siembra ha sido suficiente.
Para esto se toman gotas siempre del mismo grosor y se colocan
en pequeñas laminitas cuadriculadas para examinarlas al micros-
copio. Se añade, según el caso, más células ó más gelatina,hasta
que los ensayos sucesivos respondan á lo que ha demostrado la
experiencia ser más conveniente. Se puede entonces depositar so-
bre las laminitas de las cámaras húmedas la gota de gelatina
cultivada; se deposita cada laminita desde luego sobre una pe-
queña campana á fin de que la gota se extienda y se fije, y este
resultado obtenido se coloca esparcido sobre el anillo engrasado
de la cámara húmeda, .previamente esterilizado. Si se ha operado
bien, los diversos cultivos que.contiene cada gota no deben to-
carse; puede seguirse su desarrollo bajo el microscopio, siempre
que sea posible, .á 24 ó 25°, y elegir aquellas que se desarrollen
bien.
'. Se trata entonces de transportar los cultivos puros al líquido
nutritivo. Se ha preparado cierto número de matraces Pasteur
de dos tubuladuras, una de las cuales está dos veces encorvada,
— 110 —
estirada y cerrada por medio de un tapón de amianto, y la otra
cerrada por un tapón de vidrio que penetra en un extremo del
tubo de caucho. Estos matraces están llenos hasta la mitad con
mosto estéril de lúpulo, y es conveniente disponer muchos en la
experiencia para que sirvan mutuamente de comprobación.
Por otra parte, se han anotado en la cámara húmeda, por me-
dio de puntos blancos y negros, los cultivos que parecen proceder
de una célula única. Se destaca entonces la laminita asi marcada
y se la vuelve. El punto negro ó blanco, visto por transparen-
cia, indica el sitio elegido; se sumerge en él un hilo de platino
sostenido con una pinza quemada, y destapando con la otra maco
el matraz se deja caer en él el hilo y las partículas de cultivo
adheridas. Si se han tomado bien todas las precauciones, cada
matraz contendrá un cultivo puro procedente de una célula única,
que se podrá entonces estudiar de un modo distinto y seguro.
Este es el procedimiento de los laboratorios; cuando se desee
obtener de una manera industrial levadura pura, se recurre á los
aparatos que en primer término se deben á Hansen y Kühle. Se
llena un depósito de aire comprimido por medio de una bomba
impelente. Por otra parte se coloca un recipiente análogo en un
nivel más elevado, que sirve para recibir el mosto; se esteriliza des-
de luego por medio de una corriente de vapor, y se deja en segui-
da entrar el aire comprimido á través de un filtro de algodón.
Se introduce el mosto hirviendo en este depósito, enfriado por
medio de un tubo circular que distribuye el agua por las pare-
des y aireado por medio del aire esterilizado en cantidad conve-
niente. Por último, un tercer cilindro sirve para la fermentación,
y no difiere del anterior sino por un tubo de nivel y una pe-
queña tubuladura para introducir la levadura pura. Esta se i n -
troduce de una vez y el aparato trabaja en seguida de un modo
continuo. Para esto se llena de mosto el cilindro de fermenta-
ción hasta una marca determinada, y habiendo añadido la leva-
dura Be deja fermentar durante diez días. Se trasiega, dejando
entrar el aire á través de un filtro. Desde que sale algo de poso
se añade mosto, se agita y se trasiega en dos veces 27 litros de
mosto y levaduras mezcladas. Bastan estos 54 litros para sumi-
nistrar levadura á 8 hectolitros, mientras que la levadura no
trasegada permite volver á cargar 220 litros en el aparato, y así
sucesivamente.
j El aparato Hansen-Kühle se ha modificado por numerosos au-
— 111 —
tores. Los Sres. Joergensen y Bergh, por ejemplo, superponen los
dos vasos de levadura unidos por un agitador común El mosto
que llega hirviendo al vaso inferior se cultiva en el vaso supe-
rior. Este aparato, aun cuando es muy completo y continuo, es
también de una gran complicación y un precio muy elevado, y
además su manipulación es difícil, como los mismos autores re-
conocen.
pero que por otra parte pierde muy fácilmente por una tempe-
ratura demasiado elevada, sobre todo si se prolonga mucho, las
cualidades que se buscan. E n el caso de los barriles, la única so-
lución práctica consiste en introducir la cerveza, después de la
pasteurización, en barriles esterilizados, y es el objeto que se pro-
ponen los numerosos aparatos, entre los cuales el de E u h n es uno
de los más perfectos.
Es un cilindro de metal plateado interiormente, muy largo,
atravesado por un hacecillo de tubos horizontales, que se distri-
buye el mismo en una envoltura que rodea al aparato. Todo está
montado en una especie de morrillos y puede oscilar al rededor-
de su eje. Por la parte inferior llega la cerveza que procede de
los toneles enfriada y filtrada cuidadosamente. Una vez lleno el
aparato, se cierran todas las llaves y llega el agua calentada á 75°
que atraviesa los tubos interiores y sale por la envoltura exte-
rior. En diez minutos se eleva la temperatura á 65°, á cuyo gra-
do queda por espacio de un cuarto de hora haciendo oscilar el
cilindro. Al cabo de este tiempo llega el agua fría, que elimina el
— 144 —
agua caliente y ocupa su puesto. En diez minutos la tempera-
tura de la cerveza vuelve á descender á 15°, ó aun á 2 ó 3* con
el agua helada. Se trasiega entonces la cerveza á los barriles pre-
viamente esterilizados y en comunicación isobarométrica con el
esterilizador. Gracias á la igualdad de temperatura y al plateado
del aparato no se produce precipitado alguno, y los ensayos he-
chos con este aparato parece que han dado los mejores resulta-
dos. En diversos casos se ha observado un sabor de agua cocida,
por otra parte poco persistente, y algunas perturbaciones ulte-
riores en la cerveza; pero estos inconvenientes resultan de los es-
casos conocimientos que se poseen de las alteraciones posibles de
la cerveza por el calor, y sin duda también del manejo imperfecto
del aparato.
El primer perfeccionamiento que se ha introducido en la colo-
cación de la cerveza en barriles es el de la bomba de aire, que
permite que llegue el liquido de la cueva hasta el mostrador de
venta. Este método tiene el inconveniente de expender las últi-
mas porciones del tonel muy desprovistas de anhídrido carbóni-
co, y por consiguiente de espuma; también ha sido un gran
perfeccionamiento la introducción de aparatos de anhídrido car-
bónico en la marcha de la operación. Estos aparatos consisten en
un recipiente productor de anhidrido carbónico, cuya presión
reemplaza la del aire. El productor puede ser, ya un vaso en que
el anhidrido carbónico resulta de la reacción de un ácido sobre
un bicarbonato, ya simplemente uno de los recipientes de anhi-
drido carbónico líquido que hoy se hallan con facilidad en el co-
mercio. El empleo del ácido (anhidrido) líquido es más costoso
que su fabricación por medio de aparatos de reacción, que cons-
truyen con una gran exactitud las casas Guéret, Oubain, etc.;
pero el uso de estas botellas de anhidrido carbónico es tan cómo-
do y tan fácil, que cada vez se generalizan más. Basta poner el
barril en relación con la botella, provista de una llave interrup-
tora, en la cual el ácido carbónico líquido vuelve á pasar al esta-
do gaseoso á una presión determinada y mucho menor. Por otra
parte, estando el barril en relación con la llave de la fabricación
superior, sube la cerveza por presión y se encuentra saturada de
gas carbónico hasta el fin. Muchas fábricas que surten con su
cerveza los puntos de venta instalados por ellas, tendrían la ven-
taja de utilizar con este objeto el gas carbónico de las cubas de
fermentación que se deja perder. El ensayo se ha hecho con éxito
— 145 —
en algunas cervecerías inglesas. Consiste en disponer en la cuba
de fermentación, algo por cima del nivel de las espumas, una re-
guera por la que se desliza el anhídrido carbónico en virtud de
su peso, y puede recibirse en un recipiente inferior con el auxi-
lio de un tubo vertical colgado sobre la reguera. Recogido el ácido
en el recipiente, se comprime á 70 atmósferas; después de haber
sido lavado y liquidado de esta suerte, puede entregarse á la in-
dustria. De este modo se recoge la cantidad considerable de 2 k i -
logramos de ácido (anhídrido) por hectolitro de cerveza; lo cual,
á razón de 5 francos los 100 kilogramos, no tarda en represen-
tar una cifra importante, por pequeña que sea la fabricación.
Pasaremos ahora á la cuestión de la cerveza en botellas. Estas
pueden destinarse á la exportación, y en ese caso no servir más
que una vez en la cervecería de expedición; pero lo más frecuente
es que las botellas vuelvan después de vacías, se limpien y llenen
de nuevo. En los dos casos deben poder soportar la pasteuriza-
ción, ser sólidas y servir la mayor parte del tiempo posible, pues
la totaldad de ellas representa para las fábricas un capital de
los más importantes. Estas exigencias llevan consigo cierto n ú -
mero de condiciones contradictorias: una botella gruesa se deja
recocer más difícilmente que otra de paredes delgadas, y, por otra
parte, si está mal recocida no soporta la calefacción de la pasteu-
rización; lo mismo sucede si presenta ángulos muy salientes. El
color subido del vidrio influye en la buena conservación de la
cerveza, pero dificulta apreciar la perfecta limpieza. Por último,
la manera de cerrarlas hay también que tenerlo en cuenta; el
empleo de tapones de corcho, incómodo para el consumidor, muy
costoso para el fabricante, puede además comunicar alguna vez
á la cerveza un sabor desagradable. Estos inconvenientes han
dado por resultado las botellas de sistema tapadas por medio de
un anillo de caucho, que sujeta un tapón de porcelana, v i -
drio, etc., comprimido contra el cuello por medio de una especié
de cerradura de hilo de acero subido sobre el cuello y que tiene
allí su punto de apoyo. La limpieza fácil de este tapón, su curio-
sidad, su duración relativamente larga, han sido motivos para
que se adopte con frecuencia; pero del mismo modo que el método
anterior, tiene este encorchado el inconveniente de dejar la bote-
lla á disposición de los falsificadores, que utilizan el rótulo y el ta-
pón para colocar en ella con el nombre del fabricante un producto
inferior. El problema se ha planteado entonces como la cuadra-
B1LL0N.—TOMO X I . — 1 0
— 146 —
tura del círculo de la limonada, que consiste en encontrar la
clausura barata, sin usar y que imposibilite vuelva á llenarse de
nuevo por nadie que no sea el fabricante. Este reto á la astucia
de los falsificadores no parece haber concluido, pero ha recibido,
sin embargo, una solución parcial en la botella de bola, en cuyo
cuello estrechado hay una pequeña esfera de vidrio, que se apoya
mediante la presión interna del anhídrido carbónico contra un
anillo dé caucho, y de este modo se cierra la botella. Esta
exige para llenarse de nuevo un tirador de modelo especial que
no está en manos de los vendedores al por menor. El fraude se
ha heclío de esta suerte bastante difícil; pero la botella de bola
es muy Costosa, no soporta ya la pasteurización, es difícil de lim-
piar y de uso bastante incómodo. Con sus ventajas é incon-
venientes, se emplean estos diversos tipos de botellas en cerve-
cería.
El lavado de estos vasos que vuelven á la fábrica después de
un tiempo más ó menos largo es una de las operaciones más de-
licadas y difíciles de practicar de una manera perfecta en gran
escala. La primera operación es el bañado, que tiene por objeto
reblandecer las impurezas. En las grandes instalaciones se puede
emplear un pozo, provisto de una especie de cadena sin fin, en
la cual se dispone la batería de botellas, ó también una serie de
grandes artesas llenas de agua montadas sobre ruedas, que reci-
ben las botellas y se calientan por medio del vapor. Estas artesas
conducen las botellas humedecidas á la limpieza propiamente di-
cha. Esta puede efectuarse á la mano ó por medio de una de las
numerosas máquinas de lavar que se han ideado con este objeto.
Unas, que se mueven mediante el pie ó la mano, se componen
de brochas montadas al rededor de un tubo central inyector de
agua; otras, que marchan en general por medio de un motor, in-
yectan en la botella, bajo una presión más ó menos fuerte, gra-
nalla de acero ó de porcelana. Otros tipos llevan brochas inter-
nas y externas, y las botellas se tienen en la mano, etc.; existen
pocos modelos cuyo funcionamiento sea irreprochable.
El lavado ó limpieza es la última operación. Se hace general-
mente con el auxilio de aparatos que inyectan en la botella un
chorro de agua limpia cuando se apoya el cuello del tubo inyec-
tor, ó lociones en que esta inyección se hace á la vez en un gran
número de botellas. Después que han escurrido lo basiante se
llevan las botellas á la fábrica para llenarlas. Esta operación se
practica con dos categorías distintas de aparatos: unos en los que
la cerveza entra en la botella mediante la presión atmosférica,
utilizados en el caso de las cervezas no espumosas, y otros en los
que se evita toda pérdida de gas trabajando por contrapresión,
siendo estos últimos mucho más complicados.
Entre los primeros, el más sencillo es una llave provista de un
tubo de cancho que se sumerge hasta el fondo de la botella ó
una llave múltiple. Estas maneras de trasegar exigen un tiempo
bastante largo; se reemplazan con.frecuencia por trasiegos múl-
tiples, en los cuales la cerveza deja de salir cuando la botella está
llena. Para esto la cerveza llega á un nivel constante en un de-
pósito que lleva sifones, cuya rama corta puede cerrarse apoyán-
dola contra la pared en el estado de reposo. Bajando el sifón, se
llena la botella á un nivel que corresponde al del depósito. Este
género de aparatos es muy práctico, sobre todo cuando se cons-
truyen de manf ra que puedan girar al rededor de un eje. Si lleva,
por ejemplo, seis sifones, se puede establecer un rodeo para que
la última botella esté llena cuando la primera empiece á llenarse.
Es el modelo de la trasegadora Borel, cuyo rendimiento es con-
siderable. La cerveza, gracias al sifón que se sumerge en el fondo
de la botella, llena ésta sin producir espuma y desaloja con re-
gularidad el aire; así es que estas trasegadoras son preferibles á
aquellas en que el aire sale por un tubo concéntrico y atraviesa
en definitiva el depósito de donde se deriva la cerveza.
Cuando se quiere conservar á la cerveza todo su gas carbónico,
que tiende á escaparse al extraer el aire, á consecuencia de su
tensión demasiado grande ó dé la temperatura del local, se recu-
rre á los tiradores isobarométricos, donde la presión en la botella,
y la del barril son iguales y las dos superiores á la tensión del
anhidrido carbóuico en la cerveza que se va á trasegar. Todas las
máquinas de este género llevan, pues, dos distribuidores: uno de
gas comprimido, otro de cerveza Llega la cerveza á una especie
de calzada ó depósito, más elevada que las botellas que van á
llenarse. Una llave de escape de aire, regulada con la mano ó por
medio de un flotador, permite mantener én esta calzada una al-
tura constante de cerveza. Comunica por la parle inferior con el
tonel de trasiego y por otra parte con.las llaves de distribución;
por su fondo pasan igualmente los tubos de vuelta de .aire que el
líquido expulsa de las botellas, cuyo aire se acumula en la parte
superior de la calzada.
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Las llaves de distribución comienzan á poner el aire de la cal-
zada y el de la botella en comunicación, y después dan paso á la
cerveza. Si se produce en el barril una presión de aire ó anhídri-
do carbónico, es fácil comprender que esta presión será la misma
en la calzada ó depósito y en las botellas, que se aplicará á las
llaves mediante una disposición cualquiera adecuada. Modelos
perfectos de estos tiradores, con algunas modificaciones de deta-
lle, se han establecido por diferentes constructores, como Gueret
hermanos, Oubain hermanos, .Puvrez, etc. Las mismas casas es-
tablecen disposiciones especiales que permiten llenar las botellas
de bolas. Se colocan éstas poniendo el cuello en la parte inferior
sobre la llave del tirador. El aparato está dispuesto de tal modo
que haciendo girar la botella y su sostén hasta la posición hori-
zontal, se abre la llave para equilibrar la presión; al terminar la
rotación llega la cerveza á su vez y llena la botella. Invirtiendo
de nuevo el aparato, la bola desciende sobre la rodaja de caucho
y obtura el cuello.
Por último, las máquinas tiradoras están combinadas frecuen-
temente con una cortadora mecánica, para llenar las botellas de
tapón de corcho. En los modelos bien construidos de cortadoras,
el corcho de diámetro superior al del cuello se comprime lateral-
mente entre dos rodillos y una especie de gatillo, de manera que
esta compresión regular se produzca en una cavidad cilindrica de
diámetro reducido. Un vastago cilindrico desciende entonces so-
bre él y le introduce en el cuello; pero para no producir compre-
sión de aire exagerada por cima del líquido, se coloca un punzón
entre el tapón y el cuello, que deja salir el aire y se retira al mis-
mo tiempo que el vastago atacador cuando se levanta la palanca
del cortador.
El complemento de estas operaciones consiste en la pasteuri-
zación. Los aparatos en práctica operan con frecuencia á la pre-
sión ordinaria, y podrán salirse los tapones, que deben fijarse por
medio de uno de los innumerables sistemas conocidos, desde
el simple atado con bramante hasta el uso de fijatapones más ó
menos complejos. Este sistema no es el mejor, pudiendo llegar á
ser muy fuerte la presión en las botellas cuando alcanzan 65 á
70° y llegan á estallar; es preferible, como ha hecho Gauckler, de
quien tomamos muchos de estos detalles, servirse de un aparato
cerrado, especie de autoclava en la cual puede mantenerse una.
presión igual á la que se ejerce en las botellas. Este método de
— 149 —
pasteurización es muy práctico y permite la expedición délas
cervezas muy espumosas y muy finas, que se conservan perfecta-
mente.
Con frecuencia se completan estas manipulaciones con un cap-
sulado que se efectúa por medio de diversas máquinas, y en el
Corle horizontal.
PASADAS
, el cuadro de la com-
posición de un mosto de manzanas:
Agua S00,00
Azúcar alcoholizable 173,00
Acido tánico 5,00
Mucílago ó pectina soluble 12,00
Ácidos libres (málico, tartárico, eic), expresados en ácido sulfúrico. 1,07
Materias salinas (sales de cal) 1,75
Acido péctico, materia colorante, aceite graso, etc 2,18
Albúmina y fermento 5,00
1,033 61 3,72
6 1,040 79 4,82
7 1,0475 99 6,03
8 1,055 119 7,25
9 1,063 141 8,60
10 1,0705 161 9,82
11 1,078 181 11,04
12 1,086 202 12,32
13 1,894 223 13,60
14 1,102 245 14,94
PÁGINAS