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VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
1. La violencia es una y es múltiple
La violencia en la sociedad está presente en muchos escenarios y aún así parece que no se ve. El
problema no es sólo que se va volviendo casi imperceptible, es que además no se quiere sentir ni
pensar.
"Pensamos muy poco la violencia, dice el Dr. Saúl Franco, con los agravantes de que genera la
sensación de que es inútil desgastarse en su análisis. No obstante, es necesario romper el cerco
del sentido común, de lo obvio, de las resistencias y el dolor de pensarla para poder avanzar de la
comprensión a la acción.". Sólo saliendo del pesimismo que genera el creer que la violencia es
en esencia intransformable, inevitable y omnipresente, se podrán encontrar espacios para sentirla
y pensarla.
La violencia ni existe en abstracto ni son hechos aislados. Son actos reales, concretos, acciones
potenciales o amenazas que implican una preparación y tienen una dirección (van dirigidos a
alguien). No es entonces esa fuerza humana bruta de la que siempre se ha hablado, azarosa e
inevitablemente puesta en acción.
La violencia es toda forma específica de fuerza que lesiona, destruye y mata; es un proceso, un
conjunto de posibilidades, de estrategias, decisiones, hechos y efectos.
Una gran tentación cuando se hacen intentos de pensar la violencia, es apelar a que es parte
constitutiva de las personas, parte de la "naturaleza humana", dicen. Esta posición remite a la
inmutabilidad, a una esencia humana sin historia, sin tiempo, sin sociedad. Existe otra posición
que en vez de hablar de "naturaleza humana", habla de condición humana -recordando a las
personas que estudian el problema de la violencia- que el ser humano crea y vive en una cultura
que va construyendo un ordenamiento económico, político y social que lo va moldeando.
El sistema cultural en que vivimos se caracteriza por ser un sistema de poderes de unos sobre
otros/as. Y no es que exista sólo un poder como tal; lo que existen son diferentes formas de
ejercerlo (diversas manifestaciones y expresiones) sobre otros más débiles y dependientes.
Ejercer el poder es tener la posibilidad de decidir e intervenir en la vida de otros/as con hechos
que obliguen, circunscriban, prohíban o impidan que otras/os hagan uso de sus libertades,
creatividades y poderes.
"El problema -dice Argelia Londoño- no es la ausencia o carencia de poder por parte de unos y
otros, el problema real es el de los contenidos de su ejercicio, los nortes hacia los cuales se
dirige, los móviles de las acciones que logra desatar, los fines que persigue."
Muchas personas ejercen diferentes poderes en sus relaciones con las otras personas porque
tienen más edad, mayor experiencia, conocimientos, poder económico, el poder de conservar sus
vidas (satisfacen deseos y necesidades). Esta forma de vincularse no se traduce en daños
necesariamente. Al contrario, esos poderes pueden convertirse en recursos, en poderes para
acompañarlas a crecer, para sostener sus vidas. Pueden convertirse, como lo dice la Dra. Marcela
Lagarde, en "poderes del amor", en poderes que convocan la vida.
El problema no es tener más poder, sino abusar de él, ejercerlo sobre y contra el derecho que
tiene todo ser humano y humana a crecer en libertad con respeto a su integridad.
En sus diferentes manifestaciones, la violencia siempre es una forma de ejercicio del poder de
dominio mediante el empleo de la fuerza física, psicológica, económica y política en la que
predominan valores clasistas, racistas, etarios, sexistas y homofóbicos. Las relaciones entre
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clases, razas, edades, sexos y personas heterosexuales y homosexuales son relaciones marcadas y
construidas por el poder del que se "cree" superior sobre aquel designado como inferior.
"Para que la conducta violenta sea posible, tiene que darse una condición:
La existencia de un desequilibrio de poder, que puede estar definido culturalmente o por el
contexto, o producido por maniobras interpersonales de control de la relación... En el ámbito de
las relaciones interpersonales, la conducta violenta es sinónimo de abuso de poder, en tanto y en
cuanto el poder es utilizado para ocasionar daño a otra persona. Es por eso que un vínculo
caracterizado por el ejercicio de la violencia de una persona hacia otra se denomina relación de
abuso."
La violencia intrafamiliar
"La princesa se convirtió en una mujer muy risueña que ya nunca volvió a estar triste. Al fin
encontró a quien amar, podría cumplir con su sueño: tener una preciosa y numerosa familia.
Solo se imaginaba a su príncipe y a los niños alrededor de la hermosa mesa del palacio
riéndose y amándose para siempre. "
Desde edades muy tempranas se cuentan historias como éstas que van construyendo mitos sobre
el amor y la familia. Mitos que hablan de fusión, incondicionalidad, reciprocidad, cuidado y
eternidad en la relación con él o los otros.
Pareciera que es más fácil buscar la causa del "fracaso" en sí mismo/a que poner en duda el mito
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y reconocer cuánto engaño, cuántas mentiras se han construido de generación en generación que
posibilitan seguir ocultando y perpetuando tamo abuso en las relaciones familiares.
Este mito de que todas las familias son espacios seguros, de amor incondicional y recíproco,
instancias de paz y bienestar, se desvanece cuando se hacen visibles los abusos cotidianos que
están viviendo miles de niños, niñas, adolescentes, mujeres y personas mayores.
La Asociación Americana de Psicología plantea que más allá de la condición legal o de vínculos
sanguíneos se ha comprobado que la violencia tiene mecanismos y efectos similares cuando
ocurre en cualquiera de las siguientes relaciones familiares:
Cuando nos atrevemos a desmontar este mito de la familia, reconocemos que el hogar llega a ser
para muchas niñas, niños, adolescentes, mujeres y personas mayores el lugar más peligroso. La
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violencia intrafamiliar está presente y ya es imposible ocultarla.
La violencia en las familias se da cuando un miembro/a de la familia con más poder abusa de
otro con menos poder. Este desequilibrio de poderes esta generalmente dada por el género (si es
una mujer u hombre) y por la edad.
La violencia intrafamiliar es cualquier acto u omisión llevado a cabo por miembros de la familia
y cualquier condición que resulte de esos hechos, que priven a otros miembros de iguales
derechos y libertades así como hechos que interfieran con su desarrollo y libertad de elegir.
Algunos especialistas en atención a este serio problema refieren que para poder definir una
situación de violencia en la familia, la relación de abuso debe ser crónica, permanente o
periódica. Por lo tanto, no se incluyen situaciones de maltrato aisladas. El riesgo de aceptar al pie
de la letra este indicador es que cuando se indaga la presencia de abuso, las personas afectadas
pueden tener otro concepto de periodicidad y, por ejemplo, considerar que "No; él no me grita y
golpea seguido, sólo una vez por semana, o cuando le pagan la quincena."
Las personas que tienen menos poderes con respecto a la/s que se les han asignado más poderes
son las más afectadas por la violencia en la familia.
Sabemos que este desequilibrio está dado en la mayoría de los casos dentro del hogar por la edad
y el género. Así identificamos a cuatro grupos vulnerabilizados por su edad y su género que
generalmente son los más afectados por la violencia en la familia: niños y niñas, adolescentes,
mujeres adultas y personas mayores.
Se sabe de casos de abusos cometidos contra hombres adultos por parte de diferentes miembros
de la familia (hijos/as, esposas, parientes). La dinámica que se genera es compleja y poco se ha
estudiado ya que todavía es impensable para muchos hombres aceptar y hacer público el abuso.
Es necesario profundizar en este problema pero en el presente módulo se prioriza en los grupos
más vulnerabilizados por su edad y su género.
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2. Violencia intrafamiliar contra niñas y niños
La violencia en la familia contra las niñas y los niños es un claro ejemplo de la desigualdad, la
inferiorización y expropiación de derechos que vive la niñez en esta sociedad.
En este sistema de poder de unos sobre otros/as, las niñas y los niños están en clara situación de
desventaja. Es normal y esperado que muchos/as decidan por ellos/as, intervengan sobre sus
vidas, los/as normen y dirijan, porque se ha hecho creer que su nivel de desarrollo físico, afectivo
e intelectual no les posibilita dirigir y organizar sus vidas solos.
Muchas personas ejercen un gran poder sobre las niñas y los niños porque tienen más edad,
mayor experiencia, conocimientos, poder económico y, sobre todo, porque tienen el poder de
conservar sus vidas (satisfacen deseos y necesidades). Esta forma de vincularse no se traduce en
daños necesariamente. Al contrario, esos poderes pueden convertirse en recursos para
acompañarlos/as a crecer, para convocar con ellos la vida, pueden ser, parafraseando a la Dra.
Marcela Lagarde, "poderes del amor".
El problema no es tener más poder, sino abusar de él, ejercerlo sobre y contra el derecho que
tienen a crecer en libertad y con respeto a su integridad.
Hablar de la "inmadurez" infantil y de su vulnerabilidad como un elemento que explica por qué
hay que dirigir a los niños y niñas así como la evidencia de que muchas personas tienen mayores
poderes que ellos/as, ha servido para justificar y ocultar que muchas veces se asume en la
relación con las personas de menor edad el derecho a ejercer el poder de dominio contra ellos.
Este poder permite a muchos/as someterlos, inferiorizarlos, imponerles hechos, ejercer el control
total y por supuesto arrojarse el derecho a enjuiciarlos, sentenciarlos y perdonarlos. En otras
palabras, a intervenir en sus vidas.
Muchas personas que se vinculan con las niñas y los niños (madres, padres, maestras/os,
cuidadoras y otros), viven una síntesis entre los poderes del amor y los poderes de dominio. Por
eso son tan complejas las relaciones y tan marcadas por la ambivalencia: porque las personas que
se suponen aman, dan un sitio en el mundo, acogen y cuidan; en otros momentos, tienen el poder
de abusar.
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Siguiendo la definición de la Fundación Paniamor, abuso es todo comportamiento originado en
una relación de poder que lesiona los derechos de un menor. Se entenderá por abuso o maltrato
infantil en la familia cualquier acto u omisión llevado a cabo por miembros de la familia y
cualquier condición que resulte de dichos actos que priven a las niñas y los niños de iguales
derechos y libertades e interfiera con su máximo desarrollo y libertad de elegir.
Abuso físico
Concepto:
"El abuso físico ocurre cuando una persona que está en una relación de poder con un menor (en
este caso algún miembro de la familia), le inflinge daño no accidental provocando lesiones
internas, externas o ambas. El castigo crónico no severo también constituye abuso."
Tipos de lesiones:
Daños en la piel y en los tejidos superficiales
Daños en el cerebro
"Síndrome del latigazo" (cuando se sacude al niño o la niña con mucha fuerza) Daños en
los órganos internos
Lesiones en el esqueleto
Fracturas
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Abuso por descuido
Concepto:
"El abuso por descuido incluye acciones u omisiones de los padres o guardianes. Ocurre cuando
la persona o personas que tienen a su cargo la guarda y crianza de un menor no satisfacen sus
necesidades básicas teniendo la posibilidad de hacerlo. Este abuso priva al menor de
protección, alimentación, cuidados higiénicos, vestimenta, educación, atención médica,
supervisión o le deja en total estado de abandono."
Abuso emocional
Concepto:
“El abuso emocional es toda acción u omisión que daña la autoestima o el desarrollo de un
menor." Es toda acción u omisión cometida contra una niña o un niño que daña su integridad
emocional, la concepción y el valor de sí misma/o o la posibilidad de desarrollar todo su
potencial como ser humano."
Abuso sexual
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Concepto:
"El abuso sexual es todo acto en el que una persona en una relación de poder involucra a un
menor en una actividad de contenido sexual que propicia su victimización y de la que el ofensor
obtiene gratificación. Incluye: abusos deshonestos, exhibicionismo, acoso sexual, exposición o
participación en pornografía, prostitución, sexo oral, sodomía, penetración genital o anal con un
objeto, violación e incesto."
Se entiende por incesto en este Módulo el abuso sexual cometido contra un menor por parte de
una persona que violó el lazo de confianza que existía con ella, y no el abuso sexual cometido
exclusivamente por personas que tienen una relación consanguínea con ésta. No es extraño
recibir denuncias de ofensores sexuales que eran amigos cercanos de la familia, maestros,
entrenadores, líderes, entre otros.
Para el estudioso del abuso sexual David Finkelhor, el término abuso sexual infantil ha pasado
por diferentes revisiones y refiere que una definición muy utilizada es aquella que lo describe
como "la actividad sexual (ya sea actos únicos o durante períodos extensos) que involucra a un
niño y que ocurre en una relación que se considera explotadora en virtud de la diferencia de
edades o por la relación de responsabilidad de cuido y protección que existe con un niño, y/o
como resultado de la fuerza, amenaza o intimidación."
Este importante investigador llama la atención sobre el hecho de que algunas personas restringen
las definiciones oficiales de abuso sexual a:
Los contactos con los adultos, excluyendo el sexo forzado propiciado por otros niños
o adolescentes
El problema de estas restricciones según este autor está en que excluyen:
Las serias violaciones y abuso continuo que sufren muchos niños/as de parte de otros
hermanos, vecinos y compañeros de la escuela.
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¿PORQUE SE MALTRATA A LAS NIÑAS Y A LOS NIÑOS?
Las raíces históricas de la concepción de la niñez como seres inferiores, irracionales, sin
control de impulsos, entre otros.
La obediencia como valor esperado de la niñez, asociado a “buen niño” o “buena niña”.
La necesidad del castigo físico o emocional, la necesidad del dolor como medio para
“educar”,”corregir” la desobediencia.
La “alcahuetería” como sinónimo de falta de fuerza en las madres y padres para educar a sus
hijos e hijas. La persona “alcahueta” (la que no castiga) es rechazada socialmente.
Diferencia creada entre castigo y maltrato, estableciéndose una dicotomía entre los que
castigan (se hace con “cierta” suavidad, aunque hay que ser firme y duro) y los maltratan (los
que se les pasa la mano.
Diferencia entre “yo la/el que castigo” y los otros que son los que maltratan, a “los que se les
va la mano”.
La cólera como estado emocional asociado a frustración, que desencadena maltrato más que
solo el castigo.
La existencia de una tipología de conductas del niño y de la niña que justifican el castigo:
desobediencia, malacrianza, tremendo/a, mentiroso/a, que no ayuda, que no estudia, entre
otras.
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La fundación Paniamor llama la atención sobre otros aspectos que competen a la
vulnerabilización del niño y la niña y que facilitan que se dé el abuso:
La falta de información de los niños y las niñas sobre sus derechos, su cuerpo y formas
seguras de enfrentar situaciones abusivas.
La posición social que ocupa la niñez: Relación de dependencia entre los menores los
adultos encargados de su cuido; su falta de poder.
La falta de credibilidad en los primeros síntomas de abuso y los pedidos de auxilio que hace
el niño y la niña.
El silencio, secreto en que se mantiene el abuso. Nadie percibe las señales de auxilio.
“Nunca hago las cosas bien. Si cocino y no tiene hambre, se enoja porque no está listo para
comer. Si me espero para cocinar mas tarde, me acusa de que lo estoy abandonando y que no me
importa. Se enoja de todo. No se le puede dar gusto...
Decidí ir a la escuela a mejorar mi Ingles, tal vez así no estaríamos tanto tiempo juntos y no
pelearíamos tanto. Bueno, pues cada noche que me arreglaba para ir, se enojaba y no me decía
una palabra, o me gritaba y me acusaba de que yo tenía un novio en la escuela.
No tengo muchas amigas, sabe, cuando mis amistades de la iglesia vienen, se pone tan grosero.
El me interrumpe, me dice que no sé de lo que estoy hablando y que me calle. Me da tanta
vergüenza y me siento tan humillada. Ya no viene nadie a visitarme y si vienen es cuando saben
que el no esta y se van rapidito...
El me dice cosas groseras, me insulta y eso me duele mucho. ¿Sabe? Don Nacho se enoja mucho
porque ya no duermo con él. Pero. ¿Cómo me voy a acostar con un hombre que me acaba de
insultar y humillar?
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A veces deseo que se vaya, hasta que muera, yo sé que no debo de sentir así, pro estos
sentimientos son difíciles de negar. Sé que me voy a ir al infierno por esto. Hablé con el padre de
la iglesia acerca de esto. Me dijo que debería tratar de comprender más a mi marido y hacerlo
feliz. Me dijo que yo le debía de dar las gracias por muchas cosas; mis hijos nunca tuvieron
hambre y nunca anduvieron descalzos y a mí nunca me faltó nada. Después de esa vez que hablé
de mi problema no se lo volví a contar a nadie. (Piedad)
Este relato recrea la historia de miles de mujeres que en su cotidianidad experimentan diferentes
formas de violencia que incluso muchas pueden vivirse como situaciones “normales” y hasta
“naturales” entre las parejas o entre otros vínculos afectivos. Lo más serio de interpretar de esta
manera algunas formas de violencia contra las mujeres en sus relaciones afectivas de confianza o
eróticas, es que se reduce “la violencia a los registros de episodios sangrientos y letales (si se
llegan a registrar. Como si la vida se alterara con su liquidación y no con esa inmensa variedad
de formas de entorpecerla, entristecerla, hacerla menos feliz, placentera y productiva.”
La violencia y/o el abuso sexual contra las mujeres en estas relaciones es un claro reflejo de
cómo la democracia más simple y elemental - como dice Argelia Londoño - que es la que existe
entre dos personas, lejos de ser algo obvio, es mas bien parte de un sueño. Un sueño para muchas
mujeres que no se saben con el derecho, o no saben como pedir y construir relaciones de
encuentro, dialogo y negociación.
Al igual que la violencia contra los niños y las niñas, la violencia intrafamiliar contra las mujeres
es un reflejo de la desigualdad e interiorización (se les ha dicho que son incapaces, minoría,
incompletas) que se ha construido para las mujeres en esta sociedad de poder de unos sobre
otros. Las mujeres – se dice - por su “inferioridad o inmadurez” deben de estar bajo la tutoría de
otro, superior, seguro, fuerte y poderoso (padre, hermano, novio, esposo) que les acompañe y,
sobre todo, resuelva la vida.
Es de esta forma como se va construyendo una dinámica en las que ellas aprenden que deben
obedecer y hacer cumplir las ordenes y los mandatos que les den. Se han convencido a las
mujeres y a los hombres que ellos definirán la dirección, representaran, custodiaran, enjuiciaran,
y controlaran la vida de las mujeres.
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“La violencia específica que se ejerce contra las mujeres es posible no solo por la condición
social subalterna de esta con respecto al varón, sino también porque la mujer ha hecho suya la
subalternidad; aprisionada por la cotidianidad no logra cobrar distancia de la misma para
interrogarla y reproduce, como un tic tac, los legados del pasado.”
Se entenderá por violencia y/o abuso sexual contra las mujeres en las relaciones familiares, como
cualquier acto u omisión así como los repetidos abusos físicos, psicológicos, sexuales y/o
patrimoniales llevado a cabo por una persona de la familia con la cual se mantiene una relación
afectiva, de confianza y/o erótica y cualquier condición que resulte de dichos actos que privan a
las mujeres de iguales derechos y libertades e interfiera con su máximo desarrollo y libertad de
elegir. Es también importante tener presente que en estas situaciones de abuso sin una
intervención se corre el gran riesgo de que la violencia aumente en gravedad y en frecuencia.
Existe una serie de mitos alrededor de la violencia hacia las mujeres que posibilitan seguir ocultando, perpetuando, y
obstaculizando la adecuada atención del problema:
Mito 1
Nada justifica la violencia. Ninguna persona tiene derecho de hacer uso de la violencia
contra otra. Esta afirmación “La mujer busca el maltrato”, exime al agresor de controlar
sus propias acciones y apunta a la víctima como responsable y merecedora del abuso.
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Mito 2
A muchas mujeres se les dificulta poner límite y pedir ayuda para detener la situación de
violencia contra ellas porque:
Han aprendido que amor esta asociado con espera y sacrificio. Si esperan y tienen
paciencia algún día todo cambiará.
Se les ha adecuado para creer que si no están con alguien no son nada. Un refrán
popular dice que: “Mejor solo que mal acompañado”. Siendo las mujeres educadas para
convertirse en seres de y para otros, en personas que dependen de la mirada de otros
para existir, el refrán se transforma en “ Mejor acompañada aunque este mal
acompañada.”
Sienten miedo a perder el cariño de amigos o familia si llegan a contar lo que pasa o
toman la decisión de poner límite al abuso.
Tienen que enfrentar una serie de pérdidas y es muy duro y da mucho temor perder: la
“seguridad” (aunqueno exista realmente ninguna) que le da estar con alguien: el rol de
esposa que le da un estatus en esta sociedad y la fantasía que protegió por tantos años de
la pareja idealizada.
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No visualizan redes de apoyo.
Mito 3
Si aguanta, él cambiará
Mito 4
Es la Voluntad de DIOS
DIOS simboliza todo lo bueno y justo, no permitiría la injusticia y opresión en contra de sus
hijas e hijos.
Mito 5
Si él trabaja, trae lo que se necesita a la casa y trata bien a los hijos y a las hijas, no se
puede pedir más.
Nada justifica hacer uso de la violencia, toda persona merece ser tratada con respeto,
justicia y amor.
Mito 6
Varios estudios muestran que menos de un 10% de los casos de violencia son ocasionados
por trastornos mentales del agresor. Por el contrario, lo que si ha confirmado son los serios
daños psicológicos que se dan en las mujeres que viven situaciones constantes de abuso:
Agudos cuadros de depresión, angustia, insomnio u otros.
Mito 7
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Tomar licor puede facilitar y servir de pretexto para hacer uso de conductas violentas contra
las esposas o compañeras, pero no las causa. Muchos alcohólicos no agreden a sus
compañeras y muchos que agreden no consumen licor. Además, ¿ porque los que consumen
licor no son igual de violentos con las personas que los rodean cuando están tomando?.
Laceraciones
Quemaduras
Muerte
Fracturas
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integridad emocional, la Ridiculizar
concepción y el valor de si
Manipular, explotar
misma o la posibilidad de
desarrollar todo su potencial Comparar
como humana y es causada
por una persona con quien Distancia afectiva
mantiene una relación
Dejarle de hablar
afectiva, de confianza o
erótica. Gritos
Culpabilizar
Criticar
Celos
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Impiden que ellas controlen los embarazos
Abuso sexual El abuso sexual es todo acto Burlas y críticas con relación al
en el que una persona que comportamiento sexual de la mujer.
tiene una relación afectiva de
Asedio sexual en momentos
confianza o íntima con una
inoportunos.
mujer sea o no su pareja, la
involucra en una actividad de No toma en consideración las
contenido sexual que propicia necesidades y sentimientos sexuales
su victimación y de la que el de la mujer.
ofensor obtiene gratificación.
Es toda imposición de acto en Tocamientos no gratos.
orden sexual contra la
La insulta diciéndole "puta", "frígida".
voluntad de la mujer.
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para el hombre.
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por otras personas que no les permiten
opinar o decidir sobre ellos.
El fatalismo.
Actitud con que muchas personas asumen el problema de la violencia intrafamiliar al
considerarla como algo inevitable, casi natural, que no tiene posibilidad de alteración e
intervención.
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La banalización.
La reduccionismo policivo
La socialización en la desigualdad.
Una socialización que asigna a las personas posiciones de superiores o inferiores y las explica
como “parte de la naturaleza humana”.
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La maternidad es instintiva, no hay nada que aprender, la naturaleza le va diciendo a las
madres que hacer.
El amor todo lo puede, mueve montañas.
Solo hay que esperar lo suficiente.
Si se sufre en la tierra no hay que preocuparse porque le espera el paraíso.
A quien se disciplina con dureza se le hace bien.
El ciclo de la violencia.
La psicología norteamericana Lenore Walker ha trabajado desde hacia varios años tratando de
identificar esta compleja dinámica de la violencia contra las mujeres, niñas, niños, adolescentes y
personas mayores. Ella se dedicó por varios años a escuchar los relatos de 600 mujeres víctimas
de violencia intrafamiliar en varios refugios, así como de 200 que habían cometido homicidio
contra sus agresores y, a partir de sus relatos y observaciones, construyó en 1989 una teoría que
nos ayuda a conocer y comprender la dinámica en la que entra el agresor, su ciclo definido de
agresión.
La Dra. Walker reconoció que las mujeres agredidas (podríamos pensar que lo mismo le sucede a
niñas/os, adolescentes y personas mayores, aunque no se han hecho estudios específicos con
estas poblaciones) no están constantemente siendo agredidas, ni ésta es inflingida al azar.
Identificó un ciclo definido en el agresor de acumulación de tensión, seguido de un episodio de
explosión, que termina en la mayoría de los casos con un episodio de tregua amorosa.
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La violencia contra muchas mujeres, niñas, niños y personas mayores quede presentarse por
ciclos de agresión regulares o separados por diferentes periodos.
Una mujer puede referir que cada fin de mes cuando a su marido le entregan el salario ella “ve
venir la golpiza” una niña puede contarnos cada vez que tiene exámenes su padre la agrede
diciéndole constantemente “para que estudia si usted no sirve para nada”. Otra mujer puede
llegar a pedir ayuda porque presiente que se acerca un episodio de agresión mas fuerte “es que
estoy embarazaba, él se pone nervioso cuando estoy así, eso me pasó con los tres embarazos
anteriores, me han tenido que internar... de los golpes que me daba se me querían venir los
chiquitos. El es bueno, solo hace eso cuando está muy nervioso y está tenso, yo creo que se
asusta cuando estoy así”.
Aunque parezca raro, los ciclos de agresión pueden aparecer desde que las relaciones se inician
(noviazgo o nacimiento de las/los hijos) o después de muchos años.
Es muy importante comprender cómo estos ciclos de agresión se van prestando y configurando
ya que posibilita a reconocer en que etapa del ciclo se encuentra la persona ofensora y que nivel
de riesgo puede estar viviendo la persona afectada.
Según la Dra. Walker, el ciclo de agresión parece estar compuesto por tres fases distintas, que
varían como ya se explicó antes en tiempo e intensidad. Lo que se va generando en cada fase va
a diferir “no solo según las personas, sino los años de violencia, su gravedad y el grado de
deterioro psíquico (síndrome de indefensión aprendida) que sufre la mujer”... y podríamos decir
que sufren las niñas, niños, adolescentes o personas mayores.
Primera fase.
La etapa de aumento de la tensión.
Esta es reconocida como la etapa de los incidentes menores de agresión. Muchas mujeres,
niñas/os, adolescentes o personas mayores que se encuentran viviendo esta fase enfrentan las
agresiones tratando de clamar a su ofensor de diferentes formas:
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Siendo chineadoras, condescendientes.
Anticipando sus deseos.
Alejándose
Tratando de comprender la vida difícil que tuvo o tiene el ofensor
Tratan de hacer lo que el otro desea
“Le sigue la corriente”
En esta etapa las mujeres agredidas (y muy posiblemente las niñas/os, adolescentes y personas
mayores también, aunque no se haya investigado a profundidad) no están en capacidad de
valorar lo que esta pasando porque su energía la están dirigiendo exclusivamente a evitar que el
daño sea mayor, es decir, se pase a la siguiente fase de la explosión violenta.
Busca estrategias para sobrevivir a los abusos, al terror y a la falta de control es la propiedad en
esta fase, por esta razón se identifican en muchas mujeres agredidas y en general en las otras
personas afectadas por la violencia intrafamiliar, la utilización de mecanismos de negación, la
racionalización y la minimización. Veamos cómo se manifiestan estos mecanismos:
La negación. Aceptar una realidad dolorosa es difícil y nos protegemos muchas veces, “cerrando
los ojos” ante lo que pasa con la esperanza de que cuando los abramos, ya el dolor no estará allí.
En esta fase muchas mujeres, niñas/os, adolescentes y personas mayores tienden a negar lo que
pasa y los sentimientos que les están generando tantos abusos: “No es nada, tengo que entender
que estaba tenso”; “Que si me pasa algo”, no todo esta bien solo estoy algo cansada”.
La racionalización. Otra forma de defenderse ante tanto dolor es tratar de buscar explicaciones
que justifiquen el abuso en factores externos o en características negativas de la persona
afectada. “Fue un accidente, el plato se le resbaló”, “Sé que no quería pegarme pero le fue mal en
el trabajo”, “es que yo no hice bien la tarea”, “Él tiene razón de enojarse tanto, yo no soy muy
ordenada, ni buena cocinera”.
La minimización. Esta estrategia de sobrevivencia se relaciona con las anteriores; Las personas
afectadas tenderán a minimizar lo que pasa. “Solo, rompió mis juguetes, pudo haberme pegado
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pero no lo hizo”, “El está cambiando, pudo haberme gritado y solo tiró la comida al suelo sin
decir una palabra”.
Conforme pasa el tiempo las persona afectadas por la violencia intrafamiliar empiezan a
reconocer que los accidentes menores de agresión se van transformando en abusos mas graves y
que negarlos, disimularlos o justificarlos ya no es suficiente; presienten que una explosión más
violenta de agresión se acerca y no van a poder hacer nada para evitarla.
La Dra. Lenore Walker en su trabajo de investigación con tantas mujeres agredidas reporta “Los
incidentes menores de agresión se hacen mas frecuentes y el enojo resultante dura por períodos
largos de tiempo. La mujer agredida es ahora incapaz de restaurar el equilibrio, tal como las
hacía al comienzo de la fase... Exhausta, debido a la tensión constante, ella generalmente evita al
trasgresor, temiendo que, inadvertidamente, pueda provocar una explosión”.
Segunda fase.
El incidente agudo de agresión.
Esta fase se caracteriza por una fuerte e incontrolable descarga de violencia física y emocional.
La pérdida de control del ofensor y su enorme grado de destructividad es lo que distingue esta
fase.
El ofensor enceguecido por su rabia (generada en la mayoría de factores externos y no por el
comportamiento de las víctimas, aunque lo usan como pretexto) está convencido de que debe dar
su merecido a su mujer, hija/o, nieta/o, hermano/a, abuela/o. Aunque justifican que su intención
no era hacer daño, cuando terminan de dar la lección, las victimas están seriamente lesionadas
físicas y emocionalmente.
Las personas afectadas por la violencia intrafamiliar con frecuencia reconocen que esta fase se
acerca. Esta espera lleva a convertirse en una verdadera tortura, generando gran ansiedad,
depresión y síntomas psicosomáticos como insomnio, pérdida de apetito, comer compulsivo y
una gran fatiga.
Tan fuertes son los sentimientos de terror y ansiedad que genera la espera de esta segunda fase,
que se ha identificado en los resultados de algunas mujeres, niñas/os, adolescentes una tendencia
a “provocar” la explosión de la violencia sin que se den cuenta de lo que están haciendo. Es
“preferible”enfrentar una vez la golpiza que vivir en la tortura de la espera. Saben que después
de la tormenta tiene que venir la calma.
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Según refiere la Dra. Walker esta segunda fase es la más breve de las tres, llega a durar de 2 a 24
horas, aunque algunas mujeres niñas/os, han reportado “un continuo reino del terror” por mucho
mas tiempo.
Y como viven esta fase las personas afectadas
Se sienten atrapados/as, incapaces de huir
La mayoría no tiene ninguna posibilidad de retirarse, solo tratan de no provocar más al
ofensor y esperan a que pase la explosión.
Algunas veces se disocian, como si lograran salirse de sus cuerpos para no sentir.
La acompaña un sentimiento de incredulidad, “esto no puede estarme pasando, es una
pesadilla”.
Al igual que las victimas de desastres, después del incidente agudo de agresión las
personas afectadas sufren un colapso, un choque emocional que suele durar de 24 a 48
horas y se caracteriza por indiferencia, depresión, aislamiento, negación, impotencia y
una gran incredulidad que pueden ayudarla.
La mayoría de las personas afectadas no van a buscar ayuda en este momento a menos que estén
muy gravemente heridas. En el caso de las niñas y los niños pequeños pueden ser la misma
persona ofensora u otros familiares los que curan las lesiones o los llevan al hospital.
En este momento se genera un distanciamiento entre la persona afectada y el agresor que puede
convertirse en la oportunidad de tomar la decisión de buscar ayuda, irse de la casa y, en casos
muy graves, aislarse más hasta suicidarse.
Tercera fase.
La tregua amorosa, la reconciliación.
Al distanciamiento le sigue la reconciliación. Esta tercera fase se convierte en un periodo de
calma que se caracteriza por un comportamiento cariñoso y de arrepentimiento por parte del
ofensor.
La persona ofensora sabe que ofendió y teme que lo dejen de querer o le abandonen, por esa
razón tratara por todos los medios de convencer a la víctima que no lo volverá a hacer, que va a
cambiar. Uno de los problemas más serios en esta fase es que genera una dinámica interminable
en la que el ofensor solo promete cambiar, a diferencia de la persona afectada de que cede a sus
necesidades, derechos y recursos.
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En esta fase cualquier iniciativa que se quiso tomar para poner límite a la situación de abuso se
abandonará.
Y ¿Porque cambia de actitud las personas afectadas en esta etapa de tregua amorosa?
El comportamiento cariñoso seguido de tanta violencia hace entrar a las victimas en
profundos estados de confusión.
Se siente un gran miedo de represalias futuras sino se cede.
Se recibe en esta fase el cariño y el cuidado añorado.
El agresor busca a otras personas que presionen a la víctima para que lo perdonen.
Estas personas la convencerán de que ella es culpable del rompimiento del hogar, sino
acepta las disculpas del ofensor.
Se le hace sentir que es responsable de lo que le pase al ofensor. Como éste necesita
ayuda ella se la tiene que dar. Amenaza con matarse si lo deja.
La persona afectada necesita creer que ahora si ya no va a sufrir más abusos. Necesita
creer que el amor y el cuidado sí existen en su casa.
Prevalece la idea de que las personas que se aman pueden vencer los problemas mas
graves.
No se sabe con certeza el tiempo que puede llegar a durar esta fase, pero si llega a ser más larga
que la segunda fase,” La mayoría de las mujeres comenta la Dra. Walker reportan que antes que
se den cuenta, el comportamiento cariñoso y la calma, dan lugar otra vez a los incidentes
pequeños. Se repite la fase uno de aumento de la tensión y un nuevo ciclo de comportamiento
agresivo empieza.
EL CICLO DE LA VIOLENCIA
LA TRAMPA
¿Por qué la mujer no se va?
Evita
ACUMULACIÓN Provoca
DE TENSIÓN
Miedo
Confusión
Ilusión Angustia
Lástima Ansiedad
Culpa Miedo
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Desilusión
Miedo
Odio
Impotencia
Soledad
Dolor
Renegociación
DISTANCIAMIENTO
Mujer Hombre
Cede en sus Solo promete
derecho y cambiar.
recursos
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