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La Navidad se acerca

DA December 04, 2016 Elena G. de White (carta traducida)

“La Navidad se acerca” es la nota que suena alrededor de nuestro mundo de Este a Oeste y

de Norte a Sur. Para los jóvenes, los adultos e incluso los ancianos, es un período de

regocijo general, de gran alegría. Pero ¿qué es la Navidad que demanda tanta atención?

Este día se ha hecho cada vez más importante con el paso de los siglos. Es aceptado por el

mundo incrédulo, y por el mundo cristiano en general, como el día en el cual Cristo nació.

Cuando el mundo en general celebra el día, no muestra honor a Cristo. Se niegan a


reconocerlo como su Salvador, a honrarlo mediante la obediencia voluntaria a su servicio.

Muestran preferencia al día, pero no por quien el día es celebrado, Jesucristo.

Se supone que el 25 de diciembre es el día del nacimiento de Jesucristo, y su observancia se

ha vuelto una costumbre popular. Pero, aun así, no hay seguridad de que estamos

guardando el verdadero día del nacimiento del Salvador. La historia no nos da seguridad de

eso. La Biblia no nos da la fecha exacta. Si el Señor hubiera considerado que este

conocimiento era esencial para nuestra salvación hubiera hablado mediante sus profetas y

apóstoles para que supiéramos todo acerca de este asunto. Pero el silencio de las Escritura

sobre este punto nos indica que nos fue ocultado por el más sabio de los propósitos. En su

sabiduría, el Señor escondió el lugar donde Moisés fue enterrado. Dios lo sepultó, y Dios lo

resucitó, y lo llevó al cielo. La razón de tanto secreto era prevenir la idolatría. Aquel contra

quien [los israelitas] se rebelaron mientras estuvo en servicio activo, aquel a quien

provocaron más allá de la paciencia humana, fue casi adorado como Dios después de su

muerte. Por el mismo propósito él ha escondido el día preciso del nacimiento de Cristo;

para que ese día no reciba el honor que solo debe ser dado a Cristo como el Redentor del

mundo –y el Único que debía ser recibido y en quien se debía confiar por ser el único capaz

de salvar hasta lo sumo a todos los que se acercan a él. La adoración del alma debe dada a
Jesús como Hijo del Dios infinito.
No hay ninguna santidad divina en el 25 de diciembre; y a Dios no le complace que algo

que se relaciona a la salvación del hombre mediante el sacrificio infinito hecho por ello,

deba ser tan tristemente pervertido de su diseño original. Cristo debe ser el objeto supremo,

pero cuando la Navidad es observada, la gloria es desviada de Él hacia el hombre mortal,

cuyo carácter pecaminoso y defectuoso le hizo necesario venir a nuestro mundo. Jesús, la

Majestad de los cielos, el Rey del cielo, abandonó su realeza, dejó su trono de gloria, su

elevado comando, y vino a nuestro mundo para darle ayuda divina al hombre caído, con un

poder moral debilitado y corrompido por el pecado. Él vistió su divinidad con humanidad,
para poder alcanzar las mismas profundidades de la miseria y aflicción humana, para elevar

al hombre caído. Al tomar sobre sí la naturaleza del hombre, él levantó a la humanidad a la

escala del valor moral con Dios. Estos grandes temas son demasiado elevados, demasiado

profundos, demasiado infinitos, para la comprensión de las mentes finitas.

Los padres deberían presentar estas cosas delante de sus hijos, instruirlos, línea sobre línea,

precepto sobre precepto, en sus obligaciones para con Dios, no sobre su obligación para con

los demás, para honrar y glorificarse entre sí mediante regalos y donaciones. Sino que

deben aprender que Jesús es el Redentor del mundo, el objeto de pensamiento, del esfuerzo

arduo, que su obra es el gran tema que debería atraer nuestra atención; que deberían llevarle

a Él sus regalos y ofrendas. Eso hicieron los sabios y los pastores.

Mientras el 25 de diciembre es observado para conmemorar el nacimiento de Cristo,

mientras los niños han sido instruidos mediante precepto y ejemplo que este es un día de

alegría y regocijo, les resultará difícil pasar por este período de tiempo sin prestarle

atención. Puede servir para un muy buen propósito. La juventud debe ser tratada muy

cuidadosamente. Ellos no deben ser dejados en Navidad para encontrar su propio

entretenimiento en la vanidad y la búsqueda del placer, en diversiones que serán


perjudiciales para su espiritualidad. Los padres pueden controlar este asunto al volver sus

mentes y las ofrendas de sus niños hacia Dios y su causa y la salvación de las almas. El
deseo por diversiones, en vez de ser reprimido y arbitrariamente aplastado, debería ser

controlado y dirigido mediante esfuerzos esmerados de parte de los padres. Su deseo de

hacer regalos puede desviarse a canales puros y santos, y puede resultar en algo bueno para

nuestros hermanos al proveer a la tesorería en la gran y grandiosa obra para la cual Cristo

vino a nuestro mundo. La abnegación y el auto-sacrificio marcaron su curso de acción. Que

eso también marque nuestro curso de acción, porque en él está centrada nuestra esperanza

de vida eterna.

La juventud no puede estar tan tranquila y seria como los ancianos, ni los niños tan quietos
como los señores. Aunque los entretenimientos pecaminosos deben condenarse, los padres,

maestros y guardianes de la juventud deben proveer placeres inocentes, que no manchen ni

corrompan la moral. No impongan a los jóvenes reglas y restricciones rígidas que los

llevarán a sentirse oprimidos y a romper las reglas y avanzar por caminos de destrucción y

locura. Con una mano firme, amable y considerada, mantengan las normas de gobierno,

guíen y controlen sus mentes y propósitos tan gentil, sabia y amorosamente que a ellos no

les quedará duda de que ustedes tiene las mejores intenciones en mente.

¡Cuántos padres están lamentando el hecho que no mantuvieron a sus hijos en el hogar, de

que no siente amor hacia su hogar! A una edad temprana ellos sienten deseo por la

compañía de extraños; y cuando ya son suficientemente grandes, huyen de los que les

parece que es una cadena y una restricción innecesaria, y no escuchan las oraciones de sus

madres ni los consejos de sus padres.

La investigación revela que el pecado yace en la puerta de los padres. No han hecho el

hogar como debiera ser: atractivo, placentero, radiante con el brillo de palabras amables,

miradas complacidas y amor verdadero.


El secreto de salvar a sus hijos yace en hacer que el hogar sea agradable y atractivo. La

indulgencia en los padres no atará a los niños ni a Dios ni al hogar; pero una influencia

bondadosa, firme para educar apropiadamente la mente salvará a muchos niños de la ruina.

En Navidad, que pronto llegará, los padres no debieran tomar la posición de que un árbol

ubicado en la iglesia para el entretenimiento de los alumnos de la escuela sabática es un

pecado; porque puede ser una gran bendición. Mantengan en sus mentes temas

benevolentes. En ningún caso asuman que el mero entretenimiento sea el objeto de estas

reuniones. Aunque puede haber algunos que convertirán estas ocasiones en festividades de
frivolidad descuidada, y cuyas mentes no recibirán la impresión divina, para otras mentes y

caracteres estas festividades serán altamente beneficiosas. Estoy completamente satisfecha

de que se propongan substitutos inocentes a las muchas reuniones que desmoralizan.

La Navidad se está acercando. Que todos tengan la sabiduría de convertirla en una

festividad preciosa. Que los miembros más viejos de la iglesia se unan, de corazón y alma,

con sus niños en esta recreación y entretenimiento inocente, al idear maneras y formas de

mostrar verdadero respeto a Jesús al llevarle regalos y ofrendas. Que cada uno recuerde las

afirmaciones de Dios. Su causa no puede continuar sin nuestra ayuda. Que los regalos que

usualmente se han repartido entre nosotros sean ubicados en la tesorería del Señor. Les

presento ante ustedes, mis hermanos y hermanas, un objetivo: la misión europea. Dejen en

cada iglesia pequeñas ofrendas sobre su árbol de navidad. Que el precioso emblema,

“[árbol] perene”, sugiera la santa obra de Dios y su beneficencia para con nosotros; y que la

amorosa obra sincera sea la de salvar a otras almas que están en tinieblas. Que sus obras

estén de acuerdo con su fe. Escuché al Pr. Butler leer una emocionante carta hace un par de

días del Pr. Whitney, de Europa. La buena obra está avanzando allí, pero debería haber sido

hecha hace seis años atrás. Que esta obra no sea obstaculizada. Permítanle avanzar. Si
todos, tanto jóvenes como ancianos, renunciaran a dar regalos entre sí, y renunciaran a los
gastos egoístas de recursos en estas próximas festividades, habría en los cielos el registro

más precioso de la abnegación por la causa de Cristo.

Cada árbol en el jardín de Satanás está cargado con frutas de vanidad, orgullo, arrogancia,

deseos malvados, extravagancia- todas las frutas envenenadas, pero muy gratificantes para

el corazón carnal. Que las iglesias presenten a Dios árboles de navidad en cada iglesia; y

luego que cuelguen cargadas con frutos de beneficencia y gratitud, -ofrendas que vengan de

corazones y manos dispuestas, frutos que Dios aceptará como una expresión de nuestra fe y

de nuestro gran amor hacia Él por el regalo de su Hijo, Jesucristo. Que el árbol esté cargado
con gruta, rica, pura, santa y aceptable a Dios. ¿No tendremos una Navidad como el Cielo

aprueba? Miles de dólares son gastados innecesariamente cada año en regalos. Estos son

recursos perdidos para Dios, perdidos para su causa. Complace a la vanidad, aliente el

orgullo, crea toda clase de insatisfacción, murmullos y que jas, porque tal vez los regalos no

eran lo que uno esperaba, ni del valor que uno quería. La Navidad no es observado como su

nombre implica en que debiera ser. El hombre ha olvidado a Dios en casi todo, y ha vuelto

la atención a sí mismo.

La Navidad no es observada tal como su nombre lo implica. El hombre ha olvidado a Dios

en casi todo, y ha vuelto su atención hacia sí mismo. Él ha abandonado las puras corrientes

de agua viva que fluyen desde el trono de Dios, y han cavado cisternas rotas, que no pueden

almacenar agua. Dios le dio al hombre un tiempo de prueba para que pueda prepararse para

el cielo. El hombre debía contemplar a Dios, quien debía ser la adoración del alma, pero el

talento, la habilidad y los poderes inventivos son ejercidos para hacer al yo el objeto

supremo de atención. El hombre ha apartado su mirada de la Deidad, y ha fijado sus ojos en

lo finito, lo terrenal, lo corruptible.

Satanás está detrás de este trabajo de sacar a Dios de las mentes e interponer al mundo y al
yo para que los ojos no estén puestos en la gloria de Dios. Satanás cautiva y hechiza la
mente. Su sabiduría infernal es usada continuamente para moldear y formar el material con

el que tiene que trabajar, para hacer que Dios es último y menor objeto de devoción.

Los diversos entretenimientos de la sociedad han sido la ruina de miles que, si no fuera por

estas trampas de satanás, podrían ser siervos del Dios viviente. Hay caracteres arruinados

por doquier, que han sido destruidos por los atrayentes placeres de la moda; y aún así la

obra continua. Miles más irán a la ruina por no abrir sus ojos para ser y darse cuenta que,

aunque son cristianos profesos, son amadores del placer antes que amadores de Dios.

Les ruego, mis hermanos y hermanas, que hagan que esta próxima Navidad sea una

bendición para ustedes mismos y para los demás. El nacimiento de Cristo fue despreciado

por los grandes hombres de la tierra. Él era la Majestad del cielo; pero aun así sus súbditos

no asistieron. Su nacimiento no fue honrado por los mismos hombres a quien Él vino a

salvar. Pero este advenimiento fue celebrado por la hueste celestial. Los ángeles de Dios,

con la apariencia de una estrella, condujeron a los sabios en su misión de buscar a Jesús.

Ellos llegaron con regalos y costosas ofrendas de incienso y mirra, para pagar su oblación

al niño rey predicho por la profecía. Ellos siguieron a los brillantes mensajeros con

seguridad y gran alegría. Los ángeles pasaron por la escuela de los profetas, los palacios de

los reyes, y se aparecieron a los humildes pastores, que estaban vigilando a sus rebaños por

la noche, sobre las planicies de Belén. Un ángel apareció primero, vestido con la panoplia

del cielo; y los pastores estuvieron tan sorprendido y aterrorizados que solo pudieron ver la

gloria maravillosa del visitante celestial con un asombro absoluto. El ángel del Señor vino a

ellos y les dijo: “No tema, contemplad, les traigo buenas noticias que serán motivo de gran

alegría para todas las personas. Hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que

es Cristo el Señor. Y esto les será por señal: Encontrarán al niño envuelto en pañales y

acostado en un pesebre”. Sus ojos apenas se habían acostumbrados a la gloriosa presencia


del ángel que ¡Oh! Toda la planicie fue iluminada con la gloria maravillosa de la multitud

de ángeles que llenó las planicies de Belén. El ángel calmó los miedos de los pastores antes
de abrir sus ojos para contemplar la multitud de la hueste celestial que alababa a Dios

diciendo: “Gloria a Dios en las alturas; y sobre la tierra paz, buena voluntad para con los

hombres”.

Entonces los oídos mortales escucharon la melodía del cielo, y el coro celestial regresó al

cielo mientras terminaban su memorable himno. La luz se desvaneció y las sombras de la

noche cayeron una vez más sobre las colinas y planicies de Belén; pero en los corazones de

los pastores permaneció la imagen más resplandeciente que el hombre mortal ha visto

alguna vez, y la bendita promesa y seguridad del advenimiento a nuestro mundo del
Salvador de los hombres, la cual llenó sus corazones con alegría y gozo, mezcladas con fe y

amor maravilloso hacia Dios.

Con una fe sencilla, los pastores se apresuraron a seguir la dirección de los mensajeros

celestiales, para encontrar al bebe rey, no en un palacio, ni siquiera en una posada común,

sino en un establo. Se inclinaron en reverencia al niño rey, sin cometer idolatría. Pero ¡cuán

cierto es que quienes profesan ser amadores de Jesús cometen idolatría”. Su atención,

pensamientos y capacidades están dedicadas a los mortales pobres y finitos. Los parientes y

amigos ocupan la adoración que le pertenece solo a Dios.

Les ruego, mis hermanos y hermanas, que tengan un objeto especial en mente. La misión

europea está en gran necesidad de recursos para continuar su obra. En Suiza están

construyendo una casa editora que es grandemente necesitada, y se carece de recursos para

completar esta obra hasta su finalización. Parece que es imposible suplir esta gran

necesidad por falta de recursos. La obra misionera debe continuar. Ahora, hermanos,

hagamos un esfuerzo especial en Navidad para acercarnos al Señor con regalos y ofrendas

de agradecimiento por el regalo de Jesucristo como Redentor del mundo.

Que nada se gaste innecesariamente, sino que cada centavo sea ahorrado. Satanás ha tenido

sus maneras para manejar estas ocasiones para su conveniencia. Ahora miremos al cielo, en
vez de la tierra. Mostremos mediante nuestras ofrendas que apreciamos la abnegación y el

sacrificio de Cristo por nosotros. Que Dios sea recordado por cada niño y padre; y que las

ofrendas, grandes y pequeñas, sean traídas a la tesorería de Dios.

Usted que tiene recursos, que ha tenido el hábito de hacer donaciones a sus parientes y

amigos hasta que ya no saben que inventar que sea nuevo o interesante para ellos, busquen

poner a prueba su creatividad, al igual que su influencia, para ver cuántos recursos pueden

juntar para el avance de la obra del Señor. Que tus habilidades y capacidades sean

empleadas para hacer que la próxima Navidad sea de intenso interés, dándole la debida
reverencia al Dios del cielo mediante ofrendas voluntarias de agradecimiento. No sigan las

costumbres del mundo. Rompan con eso, y vean su en esta Navidad no pueden juntar miles

de dólares fluyendo a la tesorería, para que la casa de Dios no esté vacía. Puede que no sean

recompensados en la tierra, pero serán recompensados en la vida futura abundantemente.

Que aquellos que por mucho tiempo han hecho planes para el yo, comiencen a hacer planes

para la causa de dios, y ciertamente habrán incrementado su sabiduría. Que la consciencia

sea iluminada, y que el amor de verdad y de Cristo tome el lugar de los pensamientos

idólatras y al amor al yo. ¿No se levantarán, mis hermanos y hermanas en Cristo, y se

ceñirán para el deber en el temor de Dios, y prepararán este asunto para que no esté sexo e

indiferente, sino lleno de regocijo inocente y para que porte la señal del Cielo? Sé que las

clases pobres responderán a estas sugerencias. Los más ricos también mostrarán interés, y

otorgarán sus regalos y ofrendas proporcionalmente a los recursos con los cuales Dios les

ha confiado. Que se registre en los libros celestiales una Navidad como nunca se ha visto,

debido a las donaciones que serán dadas para sustentar la obra de Dios y el fortalecimiento

de su reino.

-Por Elena de White | Traducido por Eric R. | Artículo publicado originalmente por la
Review and Herald el 9 de Diciembre de 1884.

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