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subliminalmente diferentes sensaciones que se puedan asociar con el producto que se quiere
publicitar. La publicidad subliminal consiste, por tanto, en el manejo de las percepciones
sensoriales y de otras actividades psíquicas de las que el espectador no llega a tener conciencia
porque el estímulo no se asocia directamente con el mensaje esperado, es demasiado breve o
tiene poca intensidad.
El lenguaje que se emplea en los mensajes publicitarios presenta una serie de rasgos
distintivos, que se ponen al servicio del propósito persuasivo. Entre estos rasgos destacan los
siguientes:
La concisión. Para que el mensaje se transmita de una forma rápida y eficaz, ha de emplearse
un estilo condensado. Ejemplo: “Tu vida avanza; tu seguridad, también. “
La originalidad. Con el fin de llamar la atención del receptor, se acude con frecuencia a
recursos expresivos: metáforas, antítesis, paradojas, dobles sentidos… En el siguiente eslogan,
por ejemplo, se emplea metafóricamente la expresión «hacer” zapping”»: “Cada tres años, haz
«zapping» con tu coche. “
La inconsciente, que se apoya en los instintos y en los deseos más íntimos de la persona para
dirigir sus acciones.
Los anuncios de publicidad son mensajes constituidos por signos de diversa naturaleza, tanto
lingüísticos como no lingüísticos, que varían según su canal de transmisión:
Para diseñar y escribir un anuncio hay que tener en cuenta una serie de factores:
1. A quién va dirigido.
Un anuncio deberá convencer al consumidor del producto que compra, por lo que habrá que
insistir en el precio adecuado, la calidad demostrable, una presentación atractiva y dar la
sensación de originalidad o novedad.