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MARÍA CRISTINA ROJAS

SUSANA STERNBACH

ENTRE nos· SIGLOS


Una lectura psicoanalítica
de la posmodernidad

LUGAR EDITORIAL

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Motivo de Tapa:
La c:o11dic:i611 humana, 1935 A Rafael Di Meglio. mi esposo, y a
RENÉ MAGRITTE nuestros hijos Gabriel. ValeTia y Marina.
A Lito. a Sergio y a Pablo Stembach.

Segunda edición

ISBN: 950-9129-96-7
© 1997 Lugar Editorial S. A.
Castro Barro~ 1754 - (1237) Buenos Aires
tt/Fax: 921-51741924-1555
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Impreso en Argentina - Printed in Argentina
Marta Cdstluu l<qja.s
Prólogo
Licenciada en Psicología, U.B.A., 1967. Trabajó en psicoanálisis
de ni11os y en prevención. Entre otras inserciones institucionales inte-
El tema de la posmodernidad
gró el Departamento de Psiquiatría Social del Policlínica Aráoz Aljaro
de Lanus '(1970-1973).
Desde 1979 se dedicó a la temática de la familia y la pareja y pu-
blicó múltiples trabajos en la especialidad. Ca-autora de los libros
"Nuevas dire.cciones en Psicoanálisis: ú1stitución y tarea", Nueva Vi-
Para Walier Benjamín kno ha habido época que no se sintiera. en
sión, 1973, y "Familia e inconciente", Paidós, 1991.
el sentido más excéntrico. "moderna", ni se considerara al borde de
Es miembro lilular de la Asociación Argentina de Psicología y Psi- .
coterapia de Grupo (A.A.P.P.G.J y miembro .fundador -desde 1984-
un abismo. La conciencia lúcida y desesperada, irm1c1·sa e11 una cri-
del Departamento de Familias de esa institución, que presidió en el sis decisiva, es crónica en la humanidad."
Podría decirse que la modernidad tuvo siempre. desde que el
período 1989-91. Es vicepresidente de la Federación Latúwamericana
sueno de la razón J!Sico matemálica hegemonizó la forma de sig11({i-
de Psicoterapia Analítica de Gr.upo (FLAPAG, 1992-94).
car al mundo y al hombre. una recóndita conciencia de inaugurar un
. Docente del Insiiluto de Psicoanálisis de las Cory1guraciones Vin-
culares y del Postgrado de Psicoanálisis familiar de la U.B.A.
_final. De asumir el incalculable relato de un epílogo, en todo caso, es-
Le úllimo quimérico. Eslo es, proLagonizar el remate de una historia.
en lanlo es tación terminal de w1 largo viaje civilizalorio. donde la pro-
mesa a cumplir se confunde con la "muerte del arte -, con la declina-
ción de la realidad encantada de sentidos. con la desgan-adora des-
.Susana Sternbach pedida de lo divino protector: dispositt·os todos estos, a ta manera de
claves sustantivas, para anunciar "los nuevos tiempos ·;-
Por cierto, la edad de oro devenida presente. de_Júliliua libertad y
Licenciada en Psicología (U.B.A., 1975) y Licenciada en Sociología
autonomía del hombre ilustrado, no logró ser cabalmente en unciada.
(U.B.A .. 1971). Desde entonces se ha dedicado al psicoanálisis con
adultos, adolescentes y parejas. sino aludiendo ambiguamente a una época que in::i.uguraba la consu -
Ha desarrollado una nutrida aclividad docente de grado y post-
mación de una historia. Consumación desde un punto de uisLa racio-
nal, secularizador y paradoja!: se arribaba al tiempo de entenderlo to-
grado en diversas ú1slituciones: entre ellas, en la Universidad de Bue-
do y utópicamente actuar la realización plena de lo humano (conoci-
nos Aires. Universidad del Salvador. Asociación de, Psicólogos de Bue-
nos Aires (APBA), Instituto de Investigaciones en Psicoanálisis (IDIEP) miento. justicia, felicidad), pr?ro al unísono se hacía también presente
el tiempo inapelable de la oc{andad, elfin de los mitos y las argumen-
y Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo
(A.A.P.P.G.). taciones teológicas, la pérdida de una criatura espirit ual eleg id a ~/
Es autora de múltiples p11hlicaciones sobre temas de psicoanáli- anidada por Dios.
sis y sobre la articulación cultura-subjetividad. Entonces, horizonte ilimitado y abismo. Conciencia extremada ~;
desamparo. Pnrn Beryamin, analista de la prehistoria de la modern i-
Es miembro titular de la Asociación Aryenlina de Psicología y Psi-
dad, esta última reit eraba la vieja y única ecuación fundan Le del ser
(YJ/erapia de Grupo (A.A.P.P.G.) cuya comisión rlirPctiva integró en el
período 1987-1989. en el tiempo, pero ahoni_µara convertir esafigura bUronte. existencial.
Se desempeña como docente en el Instituto de Psicoanálisis de
en una problemáticafw!dante. La subjetividad moderna constituyen- '
lus Cor\{iguraciones Vinculares de dicha insiilución. te de los sentidos plenos de lo real, transparPnln.dora de la verdad. !

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cle/J(ó pw tlr 11 n.:v(1rsl/Jlu111e11le de /.a crllica a lo dado: del aniquilamien-
lo previo de los sentidos, de la no verdad de las herencias y las pala· Palabras preliminares
bras. En deflnillva, de la absoluta precariedad del mundo. Ese rotun1
do imaginario, reparador de "las fallas", seria para el teórico J. F. Lyo1'
tard la cifra de "posmodernidad" que contuvo el sueño histórico en e{ Cambios intensos, propios de un mundo en vertiginosa trans-
que aún estarnos instalados. Nuevos relatos sustentadores, en el bor4 formación, y fuertemente vivenciados tanto en nuestros consultorios
de perpetuo de la nada. Una suerte de nihilismo irredimible que no se! como en la cotidianeldad misma, fueron generando en nosotras, de
a
creyó sí mismo. modo creciente. inquietudes y curiosidades. Esto dio lugar a una ac-
El lema de la posmodernidad y sus consideraciones en distintos tividad conjunta de reflexión e investigación que nos fue C'omprome-
campos disciplinarios, reordena y actualiza, a su manera, la vieja pro· tiendo cada vez más y desembocó en el texto que aquí presentamos.
blemálica de la subjelividadfwidante de un liempo. y termómetro de Nuestro libro es producto de diversas confluencias. Junto a las
lo~ patologías de ese tiempo. En lodo caso, la refleuón q11e trabaja so· inquietudes mencionadas, en él convergen· nuestros respectivos re·
bre síntomas posmodernos, reúne itinerarios diversos de las teóricas corridos teórico-clínicos en el campo del psicoanálisis. A la vez,
del sl.fjeto, que análisis hermenéuticos, fúosoJia de:! lenguaje, antropo· nuestro interés compartido en la indagación de dimensiones de la
logía, psicoanálisis, estructuralismo y metodologías deconstructoras cultura desde la perspectiva de un psicoanálisis validado como mo-
trabajaron como formus distintas de crítica a la r02ón cartesiano-kan· do de aproximación posible a la cuestión del lazo social. Considera·
liana ilustrada. Desemboques del pensar que hoy se funden con otra mos que dicho análisis forma parle insoslayable de la tarea clínica
travesía, la del arte moderno, que desde bordes conteswtarios, o de- misma.
sutopizados, plantearon como el verdadero quid de la cuestión: la re- A partir de nuestra participación conjunta en diversos espacios
presentación de la realidad. de investigación durante años. fue desde 1991 que coincidimos en el
Discutir el dilema de esa subjetividad wrnsadora y arrasante, peculiar interés temático que se despliega en nuestro e::.clito. Interés
de esa representación matriz para la inteligibilidad de una cultura, re- que nos condujo, durante 1992, a participar en un Seminario sobre
sulla por ende seguir siendo fieles a una herencia. cometer un nuevo Modernidad y Posmodernidad con el licen<:'i::ino Nicolás Casullo, cu-
acto sobre esa silueta metafórica, conciencia, de la historia. La dis ; ya actividad docente nulrió nuestra tarea.
· pu,ta modernidad-posmodernidad resitúa el debate en términos d~ Desde entonces, hemos presentado y pubiicado diversos traba-
nueva tensión entre sl.fjelo·mundo·palabra, donde las ideas hereda , jos conjuntos, que anticiparon, de algún modo, este texto. El clima
das, la cuestión social, la voz estética, elfúosofar interrogativo sobre interesado y polémico, a menudo de fuerte carga aJecUva. generado
la ilusoriedad del saber y la no verdad de la verdad, retornan de dis- en nuestras presentacic:~es y en otras vinculadas al tema. develó el
tintas maneras a la escena rejle:>d.va. El sujeto, como tema, vuelve a¡ fuerte impacto e interés acerca cie las problemáticas aquí e::-..-puestas;
revestirse de lo social histórico, reingresa sin prejuicios al universo dej lo que incentivó la continuidad de nuestras indagaciones.
los procesos cullw'ales. para ser re-leído por lo discqJlinario con objeJ A lo largo de las mismas. agregamos a nuesLro marco concep·
tivós de crítica al saber. · tual psicoanalítico lecturas de textos provenientes de distintas ár eas
Abordar las cuestiones posmodernas tiene como única iegitimi· del conocimiento. Entre otras. la incorporación de la dimensión his-
dad desafiar desde un invento conceptual, nuestras "seguridades" in- tórica amplió nuestra mirada y relativizó creencias propias t.le nues-
Lelectuales, nuestras cosmovisiones asentadas. Un uolve:r a pregun· tro tiempo. Así, se nos i11zo visible en distintas oportunidades hasta
tarsP rfe qué estoy hablando cuando hablo. qué punto muchas de nuestras propias concepciones en relación con
el ser humano, constituían sólo un acontecer en el devenir temµ oral.
Nicolás Casulla A su vez, el cine, la literatura y aportes de otras áreas de la cultura.
constii.uyen telón de fondo de muchas de las ideas aquí vertidas.

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f)Je pn:g.nru 1clu de los mass media, propia de la cultura actual. De es-
ción, hemos escrito nuestras páginas en forma manusc1ila o meca
te modo, lec turas de cllartos y publicaciones peliódicas, que también nografiada. Bares diversos y múlj:¡.ples pocillos de café clleron marco
a conversaciones interminables. La actividad, en muchos momentos
fonmmm parte de nuestros diálogos e intercambios, desfilarán a lo
dificultosa, fue casi siempre apasionante y placentera, e implicó pa-
largo d': este escrito. Ellos dan cuenta de una realidad de época que
se renueva día a día e impregna la cotidianeidad. ra nosotras un fuerte compromiso profesional y personal. Agradece-
mos especialmente a nuestras familias el soporte afectivo que nos
Hemos jerarquizado en nuestro libro la enunciación de proble-
máticas enlazadas con los abruptos cambios de la . actualidad; en ofrecieron y la calidez de los intercambios cotidianos que nutrieron
muchr;s casos, formulamos cuestiones aún sin respuesta, algunas de anécdotas y vivencias un proyecto tan comprometido.
de las r;uales se hallan en investigación por dentro y fuera del ps!- Deseamos, además, agradecer el fuerte estimulo que representó
cr,;:1.n<.il::.:is . El amplio abanico de temáticas que abrimos en estas pa- para nuestra tarea la participación en la Asociación Argentina de
ginas. invita a la prosecución de múltiples líneas específicas de in- Psicología y Psicoterapia de Grupo (A.A.P.P.G.); y en particular a los
dagaciún. ·. integrantes de los Departamentos de Familia, Grupo y Pareja, dirigi-
h : t.anto participantes de una generación formada bajo premi- dos por los doctores Isidoro Berenstein, Marcos Bemard y Janine
sas mu:: diferentes de las que comienzan a perfilarse hoy, nos vimos Puget. Por otra parte. son perceptibles sin duda en nuestro escrito.
inicialmente sacudidas por la remoción de convicciones comparti- las huellas de hitos formativos que cada una de nosotras ha transi-
d3.s. c;r;;dualmente, sin embargo, intentamos situarnos en un posi- tado, así como los ricos intercambios sostenidos con múltiples cole-
cir,;:;irr;:~nt.o que nos permitiera una aproximación, que sabíamos di- gas durante años, y que sería imposible detallar. Todos ellos se en-
ficultr;s:;i , a la realidad en la que estamos insertas . . · cuentran también presentes en nuestras páginas.
Tr::: ta mos de evitar -no siempre, acaso. con éxito pleno- una Deseamos agradecer en particular a nuestros colegas y amigos
visióJJ 1Jnilateral que pudiera desemhocar en ese nostálgico "todo Graciela Bi:mchi, Ricardo Gaspari, Silvia Gomel, Susana Matus,
litrnpr; pasado fue mejor" o en la tentadora idealización de lo nuevo, Norma Mondolfo y Marta Visus, quienes enriquecieron con sus apor-
pur:sl;J ;,,J servicio de anular las contradicciones y atenuar la dimen - tes y criticas nuestro escrito.
sión <l r: conflicto. . Unas últimas palabras para los destinatarios de este libro. Su-
J Jr: es te modo, formó parte de nuestro provecto el sostener un
ponemos que los interrogantes que aquí consideramos. problemali-
espiri 1u crítico; espíritu que, por otra parle, con10 lantos otros, ha- zan a numerosos colegas y a todos aquellos interesados en develar
bíarnos ejercido ya en relación con modalidades anteriores de los aspectos ligados a las vicisitudes de lo humano en la actualidad. Es
vínculr;s y la cultura. La crítica de aspectos de la cultura actual, en nuestro deseo que la lectura de este libro, en su afán de enunciación
una <':pr.ica marcada por la caída de utopías y en la que aún no se vis- de nuevos revestimientos de antiguas cuestiones, estimule inquietu-
lumbran con facilidad alternativas füturas, engendra peculiares re- des y avive intercambios fructíferos.
sisLc11r;i::i.s que la desestiman. Consideramos. en cambio, a la postu-
ra críl ica, en toda época, como aliada a un posicionamiento esperan- LAS AUTORAS
zado, en su carácter inconformista. Buenos Aires. mar¿o de 1994

Nw:stro trabajo conjunto atravesó distintos momentos, no sóln


conccptualc::> sino lambién emocionales. /\.:;i, consonancias y diver-
gencias. lecturas ávidas, comentarios apremiantes; a veces, acucia-
das por una fugacidad t¡ue también parecía imbuir y superar nues-
tra aclividad misma. Irremediablemente premodernas en algunos
aspedos, aún sin el recurso del manejo habilidoso de J:i computa-
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CAPÍTULO I

Cultura y subjetividad:
Un .desencuentro fundante

Participar en tanto habitantes de esta época de los albores de


un cambio de milenio es, seguramente, una ex-periencia privilegiada
que ha tocado en suerte a las actuales generaciones.
Transfonnaciones vertiginosas, aún difíciles de comprender y
significar, caracterizan a estos tiempos. En los niveles político, eco-
nómico o tecnológico asistimos a modificaciones sorprendentes que
a veces nos fascinan y otras nos inquietan , pero que segurament~
eran impen::.ables algunas décadas atrás. A la par, los intensos cami
bios atraviesan también el imaginario social, w y producen importanl
tes mutaciones en la mentalidad de la época.
Mientras que muchos de los fuertes ideales con los que las ge-
neraciones adultas crecieron han caído en desuso, nuevos \'alores y
paradigmas ocupan una escena social e;-, la que, por momentos, no
sabemos cómo posicionarnos. Los viejos parámetros tambalean, pe-
ro aún no \islumbramos con claridad cuáles se;-án los futuros .
La noción misma de futuro parece perder actualmente trascen-
dencia; lo que conmueve. aún. nuestra relación básica con la tempo-
ralidad. Este cambio de milenio genera representaciones ligadas a
"final": así, se habla de fin de siglo, fin de milenio, final de la histo-
ria, final de las ideologías. Punto último de arribo o apocalipsis, lo.
cierto es que, tal como habremos de retomar más adelante. tambi én \
la noción de tiempo está afectada hoy por una radical mutación a ni- i
vel del imaginario colectivo.
A la vez que importantísimas innovaciones científicas y tecnoló-
gicas nos sitúan, casi, en un universo de ciencia-ficción, aconteci-
mientos históricos impensables cierto tiempo atrás nos desconci er-
tan y nos obligan a una nueva mirada sobre algunas de nuestras
convicciones más estables, ancladas en la garantía cultural otorga-
da por anteriores referencias ideológicas.
Momento, por lo tanto, casi de perplejidad, apasionante y fruc-
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tlfcro a IH vez, en tanto nos co11fronla con la niultifacética compleji- das de análisis. Nuevas problemáticas comienzan a surgir, para las
dad del fenómeno humano. . ' ·' · · que nuestros referentes teórico-clínicos anteriores ya no alcanzan.
Nuevas formas de la sexualidad, concepciones diferentes acerca Esto va perfilando cambios en las formas que la subjetividad adopt
de la familia, la pareja, la adolescencia o la parenta!idad, parecen in- ta •v. por lo tanto, fuertes modificaciones en aquello que es social4¡,
troducirse en un mundo en que hasta las representaciones cultura- mente reconocido como síntoma. Desde este punto de visla, _la~1
les del amor y de la muerte comienzan a significarse de modos dife- tfql}$(Qr,maciones en los moti.vos. de cq11sµlta, v.an di1Jujandq el per-
.rerttes. ,tll .de lo que, en cada tiempo y lugar, se entiende bajo las nociones
· Al Interrogarnos acerca de estas cuestiones entramos de llenq g~ _" s.ano~s .:erife_unQ:. De este modo, el "prototipo sano" de este fin
en el análisis de lá historicidad de las significaciones sociales. Ancla-! de milenio -como habremos de desarrollar en uno de los capítulos
da en dicha historicidad, nuestra mirada apunt~ a desentrañar al- del presente texto- va presentando diferencias cada vez más sus-\
gunos aspectos de esla riquísima y por momentos tan sorprendente tanciales con el de comienzos o mediados de siglo; lo que delinea a\
trama sociocultural que nos toca vivir. 'Ifama que se nos insinúa fu- la vez el borde de aquello situable como patología.
gazmente, no sólo por la complejidad de las cuestiones en juego, si- Debemos reconocer que. por otra parte, también nuestra mira-
no porque, además, formamos parle de ella; y estamos, por lo lanto, da como psicocu1alistas se ha ido abriendo a otras cuestiones. No só-
inevitablemente sujetas a los hilos que en su recorrido nos han cons- lo por el enriquecimiento de los aportes de maestros y colegas, sino,
tituido también a nosotras mismas. además, porque ciertas ampliaciones teórico-clínicas, tales como la
En "El porvenir de una ilusión" Freud57 planteaba que" ... en ge~ práctica con familias o parejas. que se agrega a nuestro trabajo en
neral. los seres humanos vivencian su presente como con ingenuil psicoanálisis individual, han posibilitado una complejización en los
dad . .sin poder apreciar sus contenidos; primero deberían tomar dis interrogantes y una inclusión de las dimensiones vinculares y cultu-
tancia ;-espeCto de él, vale decir que el presente tiene que devenir pa rales en nuestras indagaciones psicoanalíticas.
sado. si es que han de obtener de él unos puntos de apoyo para for Es cierto que el psicoanálisis se preocupó desde sus inicios por\
mular juicios sobre las cosas venideras". las articulaciones entre subjetividad y cultura. Sin embargo. a me-
· ¿Cómo dirigir una mirada cuasi-antropológica sobre la cultura nudo las investigaciones se han orientado en especial al mundo in- '
D. la cuaJ se pertenece, y que conforma el suelo de aJgunas de las trapsíquico; descuidando , tal vez por su enorme complejidad. aque-
convicciones más arraigadas, las que seguramente se resisten con llas cuestiones que hacen al lazo social.
fuerza a ser puestas en cuestión? Tarea imposible, ésta, pero que al De todos modos, tanlo la famosa eJ...-presión de Freud acerca de
mismo tiempo nos convoca de un modo particularmente atractivo que "toda psicología es, desde el comienzo, psicología social", como
como participantes de nuestra época. las múltiples articulaciones presentes en su teoría acerca de las ba-
No podemos dejar de mencionar, al respecto, la particularidad ses subjetivas de la religión . de las instituciones sociales o sus for-
de escribir estas líneas desde el pais que habitamos; en el cual cier- mulaciones más amplias sobre el malestar en la cultura, dan cuen-
tas características de lo que habremos de describir como posmoder- ta de una permanente inquietud por no reducir sus conceptualiza-
nidad se combinan con otras que poco tienen que ver con el denomi- ciones al puro ámbilo de una interioridad desligada de lo social.
nado Primer Mundo. A partir de una obra tan fecunda como la freudiana, son múlti-
Conjuntamente con este mulUfacético entrelejido que nos inclu- ples las lecturas y ramificaciones posibles. Hemos optado, para
ye, también nuestra formación y práctica como psicoanalistas nos m..1cstra indagación, por privilegiar la.:; arlicubciones psicoanüE'.'.C'as.
sitúan casi necesariamente frente a la interrogación de estas dimen- entre los planos de la subjetividad, de los vínculos y de la cultura. \
siones .que atraviesan a la subjetividad. Ha transcurrido un siglo aesde los primeros escritos freudianos. -·
Por empezar, la clínica nos confronta ya cotidianamente con im- y más de sesenta años desde la redacción de ''El Malestar en la Cul-
portantes transformaciones en las sintomatologías y en las deman- tura". Son muy otras, hoy, las configuraciones que la escena social
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adopla en-vlrtuct·de las enonne;; transformaciones acontecidas. Hay


quienes refieren estos cambios a una ciisis de la modernidad; otros, los ideales de este fin de siglo. Lejos del tan mentado "final de las
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manifiestan que los mismos no senan más que la exacerbación de lo ideologías'', slogan contemporáneo ligado a ciertas versiones posmo-
moderno, su máxima expresión. En tanto, otros autores han acuña- demas del neoliberalismo conservador en boga, consideramos que.
do el término "posmodernidad" para englobar las nuevas constela- hoy día nuevos ideales reemplazan con fuer.ta a otros que parecen\
ciones q:..ie adopta lo histórico-social en sus múltiples vertientes en haber caducado. Indagaremos estos nuevos ideales, articulándolos<
la actualidad. con algunos de los ejes reguladores de la actual lógica social y con
. Nuestro escrito se orientará, fundamentalmente, a reflexionar las modalidades que adopta la alienación en nuestro fin de siglo.
sobre cuestiones atinentes a fa nueva lógica cultural que nos atra- '\ Nos referiremos, en especial, a la lógica del consumo, propia de·1 ••1 .
Viesa: a la que nos referiremos como posmodernidad, sin que esta . la actual fase del capitalismo tardío, sugiriendo algunos nexos entr~ -X·
denominación implique una consideración valorativa de la misma. A \el consumo como organizador social y a la vez como lógica libidinal.¡
esto debemos agregar que, en nuestro país, las configuraciones de Por último, habremos de plantear nuestras inquietudes con res-
época que habremos de describir a lo largo de nuestro texto cohabi- pecto al lugar del psicoanálisis en la actualidad. ¿Debemos conside-
tan, a veces incluso en forma antagónica, con discursividades pro- rar al psicoanálisis, acaso, como una especie en vías de extinción,
pias de la modernidad, o aun pre-modernas,
cial~. . según los sectores so- que ha.brá de ser reemplazada por otras teorías y prácticas terapéu -
ticas más acordes al imaginario social propio de la posmodernidad?
La realidad, ya lo sabemos, es siempre mucho más compleja, ¿Constituye, por el contrario, dicha disciplina. en el presenf~ al igual
mullifacélica y contradictoria que cualquier abordaje que podamos qu e hace un siglo, una herramienta para el análisis de la cultura y
realizar de ella. Esto no implica renunciar a iluminar, aunque más una práctica eficaz para curar las afecciones propias del malestar
no sea a través de un destello fugaz, algunas de sus dimensiones. característico de la época?
De entre las muchas problemáticas que este tema sugiere, foca- Tal vez convenga. a este respecto, desplegar algunas hipótesis
lizamos nuestra atención sobre algunas que nos interesan en parti- en relación al Malestar en la Cultura Estas configuran un funda-
cular. Así, entre otras, las repercusiones de esta mutación de época mento teórico importante a partir del cual interrogaremos las formas
sobre el mundo subjetivo y el Vincular, a la vez que sus incidencias qu e adopta el malestar en la posmodernidad.
en el campo de la psicopatología y de la clínica, tal cual se nos des-
pliegan en la actualidad. Enfalizaremos, tanto desde nuestra propia
práctica como desde renovadas reflexiones teóricas, problemáticas EL MALESTAR EN LA CULTURA
actuales de la familia y de la pareja. Estas no son en sí mismas u~
dato natural universal, sino que, en tanto instituciones sociales 1 Hacia 1930 Freud08 formulaba que el malestar es intrínseco a la
con~Uluyen encarnaduras concretas de la realidad simbólico-imagÍ4 cultura misma. dado el antagonismo irremediable entre las exigen-
nana propia de cada etapa histórica. Es esperable, por ende, un~ b as que ésta impone y las exigencias pulsionales. En su escrito se
adecuación de las representaciones sociales de la pareja y de la fa- preguntaba -ni más ni menos- acerca de la felicidad. aspiración
mHia a _los cambios que caracterizan a la posmodernidad. De igual central de los seres humanos; la que sin embargo, decía. jamás se-
modo. la parentalidad, así como el lugar del niño y el del adolescen- ría alcanzable como estado permanente . Diversas vías sustitutivas
te, parecen estar experimentando modificaciones casi impensables podrian ser utilizadas para._evit~-~L.?_~f!jm.i.ento y para la orientación
algún tiempo alrás. A ellas nos referiremos en los capítulos siguien- hacia la dicha buscada, pero estas sólo dai ídfl cuenta de la enorme
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tes, dado que nos parecen nodulares y nos convocan, casi con carác- ~'-ªI) e dad en las formas -para intentar r edu cir un conflicto irresoluble
ter apremiante, desde nuestra práclica clínica en estos momentos. 1
por definición. -·
Es imposible abordar estas cuestiones sin incluir la temática de i Para Freud la cultura -toda cultura- exige para su supervi ~
vencía el sacrificio de las exigencias pulsionales, e impone un mon~,
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Lam e Cf; Jn saUsfacclón a los sujetos que la habitan.· Condición de es¡ manistas que sostenían una apuesta al futuro basada en la razón y
tructura, por lo tanto insensible a las diferentes promesas de felicif ~.!" en el avance de la ciencia.
dad que las variadas propuestas histólicas podrian ofrecer. La pul~ J Llegó la barbarie del nazismo, y poco después el Holocausto e
sión dt destrucción. la agresividad, la culpa y la eficacia del Super- :.,
Hiroshima. Los ideales del Iluminismo y los pilares ideológicos de la .
yo seria1 inherentes a la condición humana misma, y se jugarlan en modernidad -justicia, libertad, razón, igualdad, conciencia- se
el campo de lo social a partir de la articulación antagónica entre pul- fueron haciendo añicos al calor de las bombas, la destrucción y for-
sión de vJda y P.ulsión de muerte. "
~;
\~
~ mas aún inéditas de una violencia facilitada por "el progreso". Si los
¿\'islón escéptica de un Freud atravesado, él. trunbién, por las ri mayores avances científico-tecnológicos podrían estar al servicio de
circunstancias de su época? ¿Mirada lúcida de quien, esperanzado la muerte; y si en espíritus presuntamente cultivados y evoluciona-
aún e-:-. l;i fuerza de la razón descreía, sin embargo, de los ideales dos podían coe>..istir la inteligencia y la sensibilidad con actitudes de
utép:c',-lrJlalizadores que se gestaban por aquel entonces? barbarie y violencia extremas -como aquel ámante de la música de
füí.ii:l 1930 gobernaba Hoover en los Estados Unidos y Stalin Wagner que dirigía ejecuciones en masa-: ¿cómo continuar soste-
adquirí;; r:reciente poder en la URSS. La situación en Alemania, con niendo esperanza alguna en el avance del ser humano y en el senti-
Ve:: :-:>Jr:nburg como presidente y Brüning de Cai1ciller, se presen- do de la historia? Para peor, la pregunta inevitable: ¿es que los ho-
taba ti:nsil. En medio de una tasa de desocupación en 'imparable cre- rrores de este siglo simplemente irían desmintiendo las ilusiones de
cimiemrJ, e;! poder de los nacionalsocialistas era cada vez mayor. Las la modernidad, o se tratarla, acaso, de su correlato inevitable?
elecc:-,~:':'; parlamentarias de septiembre de 1930 les dieron un ¿Es que la modernidad pecó, en lodo caso, de una suerte de in-
abrurE<irfor aurnenlo de escaüos en el Reichstag, insinuando ya el genuidad en su idealización de la razón, a la que consideró omnipo-
asceny, rlr· HiUer al poder. Para ese entonces el sistema capitalista tente? ¿O, en cambio, la violencia seria la contracara lógica de idea-
mu!1é:~J sr: hallaba. por entero. sumido en una profunda crisis fi- lizaciones masivas en las que el lazo social -que fuera ~~ veces. a lo
nru1cit:-<i ;1 partir del crack de Wall Street en 1929. El contexto en el largo de la historia, intercambio solidario y creativo- devino masifi-
que f~':url redactó "El Malestar en la Cultura" no era, pues, dema- cación alienante v tanática?
s;;:jo '.-::,fagueflo
Pero volvamós a Freud. Si el malestar en la cultura es int1insel
C2~i preanunciando lo que sobrevendria poco tiempo después, co a toda forma cultural, no hay época que no produzca sus propias
en es: t ':scrito anticipalorio Freud planteaba que "... tampoco fue un formas de sufrimiento. A la vez, el hiato inevitable entre las aspira~.
azar 1:;r;r¡11 1prensible que el sueüo de un imperio germánico univer- ciones pulsionales y sus posibilidades de realización genera. en su ·.
sal pidir:ra como coni.plemento el antisemitismo"; a la vez que se pre- misma discordancia, un movimiento de búsqueda y avance. :
gumabél ..... con preocupación qué harán los soviets, una vez que ha- El malestar, por lo tanto, no cc.racleriza sólo al sufrimiento; si-'
yru1 liquidado a sus burgueses".
no que también promueve el movi!i.i.!ento insistente de un deseo que
El f;<:ligro del fascismo y el del stalinismo no le ocultaban, sin es, por definición , búsqueda de una satisfacción qL:c no se alcanza a
ernbar~r; , que tampoco la democracia de masas estaba exenta de sus completar jamás. Marcha progrediente. entonces, motor de una di ~
formas dr: malestar. "Nos acecha -sugería Freud con preocupa- mensión creativa que acontece a partir de lo faltante. ~Li:n<l_l.estqr y
ción- el peligro de un estado que podriamos denominar "miseria .el deseo . son compañeros de ruta dado que se constUuyen en causa ••·
psicológica de la masa"; y agregaba que "la actual situación de la cu!- de un recorrido.incesante ..
. tL::-a de los Estados Unidos proporcionarla una buena oportunidad Por lo tanto, y sobre la base de dicho malestar universal e irre-
para es1.udiar ese perjuicio cultural temido ... " -· ductible -fuente, como hemos visto, de sufrimiento pero también
.-\ lrJ largo del decurso del resto del siglo, las prevenciones de motor de deseo y complejización- consideramos que, de lodos mo-
· Freud parecieron confirmarse, y aún superar esa lucidez escéptica dos, bs configuraciones que el mismo adopta no son idénticas para
que. sin e111bargo, ne• había renunciado todavía a ciertos ideales hu- cada cultura. Así, cada época genera formas específicas de malestar.
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<'OI J í'IH( lv1w, IH'Hl 11·1u11<'11tc, a 11,Hl µroblcmáUcas que le son lnheren-
tt:1;1. . . '.:· ;,, ' la modernidad y ambos difieren qui7.á esencialmente del joven suje-
I:.:n la modernidad, los Ideales Lotalizadores engendraron sus se- ·~ to posmodemo. Su concepción del mundo, sus modos de sentir y
cuelas de totaJJtarismos, fenómenos de masas y violencias múltiples. aun las maneras de enfrentar las grandes cuestiones humanas, liga·
En cuanto a las configuraciones de época actual, en nuestro escrito das al sexo y a la muerte, son diversos.
abordaremos algunos aspectos que se nos hacen cada vez más visi- Si los enigmas que definen nuestro tiempo son los mismos que
ble:., propios del malestar que la posmodernidad va generando entre desde hace miles de años se expresan en ftlosofias y mit0logías, la
sus contemporáneos. J~ posición del hombre ante ellos ha ido variando a lo largo del decur-
Del desarrollo anterior, el lector podrá inferir que nuestra pers-
t so histórico. La relación con la naturaleza -que fuera la divinidad
pecLiva dista: de. suponer como posible una superación absoluta de misma- se ha modificado sustancialmente, desde los días de la ca-
toda forma de malestar. verna y el nomadismo hasta el actual imperio de la técnica. Esta
j De todos modos, y aun sosteniendo esta concepción universal ·configura un modo de enfrentar el poder del enigma. en una época
~el malestar, no dejamos de tomar en consideración el hecho de que \Carente de religiosidad. El desarrollo tecnológico intenso y vertlgino-
/10 frvJas las culturas funcionan de modo idéntico en este sentido, y fº· crea por instantes la ilusión de dominio absoluto del orden natu-
,que existen, sin duda, periodos en que el malestar ineludible se ve ral: éste, por su parle, se resiste e impone sus límites implacables:
:ampliamente reforzado por otros malestares engendrados por esa la finitud de toda vida y las catástrofes naturales que periódicamen-
'c ultura en particular. Los regímenes totalitarios, la violencia estatal, te desbordan la QIDnipotencia·tecnológtea.
la pobreza, marginalidad y condiciones de vida penosas en general, Las determinaciones de época penetran hasta los reduC'!os máS1
propias de distintos países y épocas dan cuenta, como es obvio, de íntimos de la subjetividad: así, el cuerpo y la sexualidad mismos se \
niveles que exceden el .malestar al que Freud se refiriera. hislorizan. Cada momento sociohistórico define ciertos modos pre- \
Nos incumbe y compromete la <'0mprensión de ambos niveles dominante;:, de relación del ser humano con el cuerpo propio y el
del malestar, desde una perspectiva critica que intente dar cuenta de cuerpo del otro. En todos ellos. ~l. im.Mif!artº soci<l!mo~~l.a los cuer- '·Y
la complejidad de la realidad dada. Perspectiva ·que sustentamos a pos y se expresa a través de los mismos. No obstante. la relación con: · ···
partir de conceptualizaciones provenientes del corpus teórico psicoa- la corporeidad 'asl COIDO Jos modos·dél éi.fuor, son percibidos C'OmO al-
nalítico; cuyo sustrato conceptual nos posibilit<1 pensar un sujeto\ \ go natural e inmodificable a través de los tiempos.
· humano articulado en forma indisoluble con la historia y sus deter- , De esta manera, las determinaciones históricas tienden a per-
minaciones. 1• manecer encubiertas, y los postulados vigentes se proponen en cada
Analizaremos, entonces, el malestar en la posmodernidad. Con- época como la realidad misma o el ser inmutable de las cosas.
sideramos que nuestra época, a la par de su intento de resolver al- La sexualidad humana se distancia radicalmente y sin retorno
gunas de las problemáticas inherentes a la modernidad, está gestan- de la animal , dado que se funda en la prohibición del incesto . que le
do formas de insatisfacción que le son caracteristicas. Así, en el act da su específica significación. Dicha regla, de carácter universal co·\
tual contexto sociotemporal, las configuraciones que el malestai¡ mo Levi-Slrauss ·~enunciara, crea un orden nuevo: el de la cultura,:
adopta indican, a la vez, el perfil de las nuevas discursividades cuH quP se separa de la naturaleza de modo irreversible a partir de s ti
turales y las formas de sujeción que las mismas presuponen. l instauración. Cada cultura singular, por su parte, da contenidos di-:
feren tes a las regulaciones del parentesco y la sexualidad que la re-
gla impone. De tal modo , el tabú del incesto supone la existencia de
CULTURA, TRAMA VINCULAR Y SUBJETMDAD mujeres prohibida~ y permitidas; al tiempo que cada cultura desig-
na qué mujeres serán ubicadas en cada una de esas categorías.
Poco se asemeja, es cierto, el señor del medioevo al burgués de En nuestra cultura la prohibición afecta solamente a las muje-
res más próximas del grupo conyugal: madre, hija, hermana. Es im-
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' .• -· ::q::zx.__
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!!f#i!C::iXU.W
co y natural deviene, desde el comienzo mismo, cuerpo erógeno de~,1
posible slnleUzar en pocas líneas la diversidad de respuestas que los
distintos sistemas socüiles'Mri dado a la aplicación del tabú univer- .:~: sarticulado de la raigambre del instinto.
En cuanto a los modos del amor, el ser humano ama según:sü
sal, ya sea en lo que hace a la definición de Ja mujer prohibida como cultura de pertenencia lo establece. Pero piensa que el modo en qu e
respecto a las formas de organización familiar y reglas que rigen la se posiciona ante los afectos, el sexo y el amor es ahistórico: por en-
constitución de las alianzas. Por otra parle, tales resoluciones eslán de, único e imperecedero. Condenado a la investidura y búsqueda
entramadas en los modos específicos de cada organización social. , del otro para sobrevivir, el sujeto es portador inevitable de afectos;
Estas diferencias se señalaron a partir de múltiples investigaciones j~ los discursos propios de cada época y lugar le propondrán .cómo,
antropológicas realizadas en las más disimiles comunidades. cuándo y cuánto amará u odiará; eslo es, le sugerirán las vicisitudes
Es posible, sin embargo, que los habitantes del Occidente mo-
posibles del amor. De tal modo, él podrá ser caballero respetuoso de
derno sostuvieran con fervor al matrimonio monogámico como la
las estrictas reglas del amor cortés o quizá, un desamorado mando
institución familiar por excelencia, seducidos por mitologías que pre-
burgués. Ella morirá por amor en pleno Romanticismo o encarnará
sentaban a la alianza monogámica como el grado más elevado y ple-
no de organización familiar, propio del mundo reconocido como «ci- una fría y solitaria mujer de negocios del siglo XX. ,
Una inmersión tal en la perspectiva histórica nos va tornanqo
vilizado".
concientes de la relatividad y contingencia de las vicisitudes de
En Jo que hace a la sexualidad, ésta configura un dispositivo¡ nuestros sentimientos y formas de vi'Vir. Además nos permite perc'i-
histórico, como señala Foucaull. "Se trata más bien de la producción bir que cada .,..,,;:,.,• •"'f'"'.lllm·i;l:'!>Jii~~"'~:s·'·"".h, ¡~tArie.ir.lad.....:'1li.'"-'t'lJ.r.~·
"'""""'l'íl'...:·,.V&t·
iwil.!.il••
~~~,™~·-~.~~'iWi -.~B.:!i::~l~~~C~"!;!M'W-~';f. "~~D.~r..~c ..~...:~-i:.t~~..,
misma de la sex-Úalidad a la que no hay que concebir como una es~
pecie dada de naturaleza que el poder intentaría reducir, o como un
dominio oscuro que el saber intentaría. poco a poco. descubrir". 'G : , • v ¡y --- - , fü."zy~tW:e.+'it!Jl.~tli&'-
\ El disposilivo de alianza se edifica en torno de un :;islema de re-
·. ·g las que definen lo permitido y lo prohibido, lo prescriplo y lo ilícito. ~©1i'eiW'i0~m'Jll.~'Ílñ.1}'Qliéfidima:gliJiam~'itlr~ñsmitfd'1l:~W'.tl'A'.§~ti:l§t'ª~j~-
Habiendo subsumido al dispositivo de sexualidad durante largo 1::i- '" n:e~ Como se desprende de las consideraciones anteriores. rn la in-
liempo, perdió importancia a medida qu e los nrocesos económicos y , .:. ,
dagación qu e exl)onemos en esle libro tomarnos en cuent a concep-
las estructuras políticas dejaron de hallar en el ün instrumento ade-
1 ¡
cua(!() o un soporte suficiente. De este modo, el dispositivo de sexua- lualizaciones teóricas provenientes de distintas disciplinas. Pero es
el psicoanálisis el que cor.lfigura el _eje..de nues\ro posicionamien to
lidad se erige en forma autónoma a partir del siglo XVUI; si para el teó1ko. Como teoría de la multicausalidad, el Psicoanálisis incluveJ
dispositivo de alianza Jo nertinente es el lazo entre dos personas de
eslatulo definido, para el de seX'..;;::Jidad lo pertinente son las sensa-
ia dimensión de la cultura y de la historia. que consUluyen un a yer-!
ciones del cuerpo, la calidad de !0~ placeres. la naturaleza de las im- tiente en la sobredeterminación del fenómeno psíquico .
i La aproximación psicoanalítica es sólo una de las múltipl es lec-
presiones, por tenues e imperceptibles que sean. Al mismo tiempo,
también este dispositiyo se vincula a la economía. pero a través de \ turas posibles de aspectos del complejo universo de la cultura: no
sutiles mediaciones; la principal es el cuerpo -cuerpo que produc ~ pensamos al Psicoanálisis como una cosmovisión que pudiera dar
cuenta del mundo en su globalidad. Este consliluye una form a de
y que consume-. La sexualidad eslá por ende en expansión, ligad~
aproximación necesariamente parcial, la que privilegiamos. porque1
a dispositivos de poder r ~cientes. Se relacionó desde el origen con:
uria intensificación del cuerpo; con su valoración como objeto de sa-1 hace a nuestros intereses y formación. l::SJe_on_aPS.icQ.aJlalilica,.ade '
ber y como elemento en las relaciones de poder. ' JE~~...ns>. .s ~i::~ci\lq~ ¡¡J .análisis de.lo .patológico; des<::amos en es le sen-
La historización de los dispositivos de alianza y semalidad se , tLd.oie-ªfüID..ª.L§:!:!..Y?.:füi~~.~I\..Üilll~i~l§...deJa .c.ull ura ..Sen .m.úlli ples y
apoy;i Pn una condición estructural del ser humano: su constitución ) helerogéne.a?.J.ª .?- s.obreclei~®i.n<¡W!S!D~S. -que ..j uegan .en ..la -conslit u-
en tramas relaciorniles que lo sujetan y en las que el cuerpo biológi-/ ción de una subjetividad que nunca p.odrá ser explicada desde una
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'·- ·- .._..,......
-1 1
!

Jri J)l~rnpccUvl\ , t oustdcramos ,que la arUculaclón entre subjetMt


dad y cuJLurQ puede abrir vtstbiUdad sobre aspectos esenciales de l~
l Dada la condición carencial del infans, el encuentro con el otro
conformación subjetiva. . 1 r
t¡natemo es definitorio para SU Supervivencia . <ÍC!~fl.IT()llo. Ahora
f>ien, quienes lo reciben son sujetos pulsionales y deseantes, porta-
Como ya dijéramos, las interpretaciones de la propuesta freu- .~ores de una historia singular, familiar y social que trasmiten sin sa-
diana y las elaboraciones posteriores que la amplían y precisan son

~
versas. Entre ellas, acordamos con perspectivas psicoanalíticas¡ !berlo. Entre quienes anticipan su advenimiento se destaca la madre
-o quien detente esa función que aquí llamamos wmadre"-. Ella
ue proponen una subjetividad construida por y en la cultura, desa- :· ofrece al infans un universo de alimento, palabras y contactos cor-
·. aigada del universo natural e indiferenciado que caracteriza al res-¡ T
~o de los seres vivos. · porales que da sostén a su desvalimiento. Pero el vínculo madre-hi-
. Se trata de un sujeto anudado en haces vinculares que lo con¡- jo se entreteje a su vez en una urdimbre en la que ella es al mismo;
. forman, constituido así a partir de la marca de la cultura, cuya int tiempo esposa, hija y hermana; portadora pues de un discurso del\
tervención define al ser viviente como humano. Este. nace y se cons cual no es autora exclusiva. .
tiluye como tal en el seno del vínculo primordial. Nacido prematura- En ejercicio de su función y sobredeterminada por dichas redes/
mente. requiere la asistencia específica materna para estar vivo, y a la madre da al hijo los fundamentos para la constitución de un inf
la par configurar su humanidad. Esta extrema y vital dependenci~ conciente que aún debe fundarse. La narcisi1~ción del infans lo ant
imprime en su aparato psíquico una marca estructural, que lo conl, Ucipa como ser pleno, promueve su unificacion libidinal y anticipa
dena a la investidura de algún otro y a un inteijuego deseante en e~ su constitución yoica, que es por otra parte una de las salidas del es~
que anhelará la imposible saturación de la falla primordial. Tal bús4 tacto de desamparo. De este modo, t;lr<;>_~~.conforma . como. producto\
queda constante es una característica propia del sujeto humano. de u11a_reJación identificaloria .de-naturaleza especular. en la que él
· .ELPsic0análisis ha .reconocido. lªrgªme.nte.Ja.jer.arquía. del.vin- mismo se.re.ce>n.oce a .partir de la alienación .en la mirada y el djscµr;
.!;.lJ.!Q.. 12.r.imQi:.d.i.ªL~.nJa .c.o.n~t.tuccLón..deLsuj.e..to....En relación con dicha '~<:i .<lel otrn, Esle yo, resultado del fenómeno identificatmi'J, es coex-
temática distintos autores psicoanalíticos destacan el papel de la rensivo a la constitución del narcisismo, estructura fundante, e in-
·111adre en el momento inicial del psiquismo. Como punto de partida, ieriorización de una relación en la que algo del orden del yo ideal pa-
Freud formula el concepto de desamparo, definido por Laplanche y .rental e;icuentra su posibilidad de encarnarse.
Pontalis"·· como el estado del lactante que, dependiendo por comple- .Es remarcable que la _pqlstón plisma, concepte límite entre lo
to de olra persona para la satisfacción de sus necesidades, no pue- .P.§.íqui¿ci·y)9 'sói:riaüéo,: .también se.configura .como Jal en el-en.ouen-1
de realizar por sí mismo la acción específica adecuada que ponga fin tr.o. con .el.olJ:.0~ A diferencia del lnstinkt, preformado y hereditario, el\
Trieb freudiano implica un desvío del instinto que lo transgrede,
•t a la tensión interna. Implica así ¡:jara el infans la omnipotencia de la
madre. dando lugar a un nuevo dominio, propio de lo humano., 4Jmpqsi!)i-
Vemos de esta manera cómo el factor biológico de la prematun, lidad que el i!J.fans padece, de satisfacer las exigencias pulsionales v
dad da lugar a las primeras situaciones de peligro y a la necesida ci,~sciJYgar fo. tensión sin mk(.liación de un otro, determina la deperi-
de ser protegido y amado, que ya nunca abandonará al hombre, lle dmc::iarespecto al Otro primordiª-1. Al mismo tiempo. al responder al
vánJulo en forma constante e inevilable a la búsqueda del otro. reclamo , quien ampara interpreta la apelación e impone su palabra.
· En el momento constitutivo, madre e hijo conforman una unidad !De este modo, ~),¡lj~~•G!:'ª~~Jf~jª~~~ll!l,~§,~m:~~t~!.\~~~.e§.~n l' .:::-.'
que semeja inseparable; la operación diferenciadora y singularizante\ lt~lit~g}~fü!~i*m.!!t~U~~mi,;~Dt1~~.1i8,1S'iili\'rlí'.tlf{)ñEd:ttli~JllQQ~:tm¡.9~12 r,
de la separación confronta al sujeto con la falta. De aquí en más, el P:!.ralelamente, la madre libidiniza al !nfans. D!b11j~ en su cue;-
ser humano intentará su recubrimiento. ilusionando recuperar una po los trazos de sus zonas erógenas y limita a la vez la búsqueda de
f11íUca completud perdida. Al mismo tiempo, la angustia ligada al de- ?atisfacción pulsional que sus pi uµios cuidados originan. La repre1
1>amparo inicial constituye el prototipo de toda angustia posterior. ~ión ya operante en la madre o en quien desempeñe la función mar
terna .. crea las condiciones para la represión originaria, que produ~
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¡mlqttlcn. iegan tres dimensiones: una•..,g_~Si;~l-~.~!?1· marcada por la fusión Yl

1
l.!:n el vl11culo p1imordial nge una asimetria radical; sin embar-
go, aun c:.iando es el niño quien se construye, el otro término del vín-
cu.Io también se modlfica .. ~l hijo es portador, desde.el .comienzo, de
SJyrtas c01u..Uciones productoras de cambiosenel entorno; se genera
E ilusión de plenitud, ineludible en el en.·c·u· en·t r··º. con el otro por la\
. arca del desamparo primordial. Otra,""~ti!!h2!.!!r.ª· campo del deseo\
~ del lenguaje, marcada por la castración y el reconocimiento de la\
!á.Iteridad; y la tercera dlmensión, el orden de la ;;¡atisfacción pulsio- 1
así un particular modo de .Q!álogo, en el cual uno de los ~os aún no !" l
,nal, fuertemente enraizada en la corporeidad.
111
'
¡tiene palabra .. Por otra parte, el vínculo primordial se vera conmovi- ~· Volví en do al grupo primordial: la familia, decíamos. funciona co~·
Jdo a través del ejercicio de una función paterna ligada al pasaje a la mo correa de trasmisión de ideales y modelos identificalorios. así co
1lriangulación su bjetivante. mo de valores y significaciones del mundo sociocultural: y promue
A partir de estas cónceptualizaciones refelidas a la construcción ve la construcción de formas subjetivas congruentes con los mismos.
del sujeto, se hace manifiesto que no tratamos de poner en relación Además, cada familia acota la oferta cultural, y selecciona sectores
dos términos -cultura y subjetividad- pensados en su génesis en de la realidad que trasmite a los descendientes a modo de propues-
'ornia independiente. ~idm~t!JiFli~~J~~(W(,1:(f0'l~. ta fundam.ental.
~~~~~""-~~~f:Jli!lf¡~~· \. ¡ Las modalidades de la parentalidad, por su parte, tampoco so
imperecederas. Las formas de narcisización del nuevo ser, el proyec
El sujeto, engarzado en las fallas y aperturas de la trasmisión\ lo idenliflcatorio que padres y antepasados formulan para sus des
inlergeneracional, que ex-presan la incomplelud de la herencia cul- ~endientes y el bai'io de lenguaje en el cual el infans se sumerge des
tural , aprehende lo trasmitido y se ve habilitado para la creación. De \ de el encuentro inicial, se modifican con las condiciones sociohistó
La! modo hace propio lo recibido, y lo singulariza. Si el discurso ficas. La práctica de la lactancia, por ejemplo, se transformó en ca
LransmiUdo se postula sin fracturas, totalizador, los alcances de la da época. La edad del destete ha ido variando sensiblemente, así co-
transcripción se ven limitados, arrastrando quizá a la subjetividad mo la jerarquización de la leche materna o artificial. De igual mane-
en las tramas antiguas y reiteradas de una reproducción no creati- ra, los ritmos alimenticios, con o sin horarios determinados por el
va. adulto: la costumbre de acunar al bebé v mecerlo o no en los brazos

~
La cultura se inscribe en el sujeto a través de los grupos e ins\- maternos. las actitudes más o menos rígidas y precoces en relación
iluciones: rn.1 0 d. e ellos, p1imor. dia.l, es el grupo familiar, intermedia\ con el control esfinteliano, son algunas de las múltiples formas del
io en el momento constitutivo del psiquismo infantil, como hemos cuidado materno constitutivo y erogeneízante, que varían de uno a
eñalado.' Dichas configuraciones del lazo grupal y social -pareja, otro liempo. Dichas variaciones -así como otras más profundas, co-
familia, instituciones- se hallan en íntima conexión a su vez con las mo por ejemplo la entrega del hijo a la nodriza para su crianza en
discursividades que cohabitan en cada época. Es decir, también la~ . épocas pasadas- dan lugar, segun pensamos, a diferencias en as-
formas que adoptan los vínculos son modeladas por la trama simbó-\ pectos sustanciales de la constitución subjetiva.
lico-imaginalia de cada cultura. ' ~L.QL~~~E~~ --~~1!1iJi.8:L@J!f!Jm...YLDª~tmient9 .Q.e..G.9'Qª. .füJjgLQ"" Y, Jq
El término "vínculo" en nuestro marco referencial se separa de lr.:il1§.ti::. de.s.d~." ª.nJ~§..9~....§.Y..ªdxenimiento. Despliega en relación con él
sus usos coloquiales: en relación con esto, creemos que es necesario deseos, mandatos y ex-pectatívas, determinados no solamente por las
explicitar el sentido que le asignamos. Ente~demos por "~'.!D.~hllP:: modalidades peculiares del funciouamifx1lo inconciente de dicha es-
~.'.2.~. . 8.:Fbi!";tJl.ªciém. entre.füJJeior?LHg?-.Q\lrn.m1esQnf9rrnª .µn.ªS9~}.Plgja tructura familiar, sino relacionados con la aspiración inherente al
estructu.ra. con niveles. concienLes e inconcientes. Sus manifeslacio- idealio de cada época de col1stituír subjetividades acordes con sus
ñes Visibles son las interacciones o relaciones observables, a las que contenidos en vigencia. ~. 91Ü\IJI<i, .e.$Pfül.«:le mela sujeto que la ha-
podemos considerar índices sustitutivos de dichas complejas estruc- )Jita.d cumplimi.ento .de. !'lJJs.expect.aiivas de..cQPti:rJ.~i.c:t.a9; A cambio,
24 25

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le· olt·1•1·1• 111111 p«1. l<•11 c•11<•l11 q11 c ucucro. ltlcnUdad y a la par un sostén mientos. La imposibilidad estructural del recubrimiento de la de- '
:q11 lv11Ic11 tc ul qu e hrludnn las funciones parenl~es a l¡j. _su~jeti:1-
;1.
\i\:J manda fundamenta:(!sta perspectiva, sustentada, por lo tanto, en el
dad. · - - ¡ carácter insaturable de una condición deseante que es irrepetible y \
;~.
··· Pese a tal aspiración de armonía entre el sujeto y la cultura, dii singular.
. cha articulación es por definición conflictiva, dada la renuncia ~ul-l En tanto el psiquismo se construye ~en ocasión de" y no "a cau-
sional. que las restricciones culturales imponen. JE_~t~ .?i,~~~l}l~ ol sa de" H, en una articulación transformadora de las múltiples deter-
,malestar fundante, del qq!! ya nos ocupáramos, se presentifica en la ;~ minaciones que constituyen la trama inicial, consideramos que a lo
tEfad6ii siñfomal'deriíombre con su mundo en .todos losmómenfos 11: Jargo de toda la vida Ja construcción ·subjetiva habrá de continuar re-)
de. la histolia. Siguiendo a Freud, el precio de lá humanización, liga- ·:~
!formulándose conOictlvamente. El intetjuego entre la reproducción!
do a la inclusión en la cultura, parece insoslayable. Quizá sea la exi- de lo dado y la creación de lo nuevo seguirá insistiendo, en una ten-
gencia superyoica, vinculada al masoquismo y el sentimiento de cul- sión en que pulsión de muerte y pulsión de vida habrán de expresar-
pa, la que sostiene precisamente dicho costo estructural. se corno conflicto fundante.
La contextualización de vínculos y subjetividades en los discur~ Mantenemos en esta indagación Jos basamentos de Ja metapsi-
sos sociales consutuye desde nuestra perspectiva ur.::: ampliación de cología freudiana: su concepción del aparato psíquico y articulado-
la comprensión psicoanalítica del sujeto y sus grupos, sin descono- res nucleares de la teoria tales como Inconciente, Narcisismo, Edipo
cer por ello el universo de singulalidad propio de cada ser humano. 1 y Castración. pi_cbg~ er:il1D:ciados ..Qé;lJ1C,ller,:it"1 c:le .una ~.~lr:vcturación
l<'«> j,,..,d,.,,J....h-~.-'\,,,. ..,;,i,."''' " ' ,;l,,._.,,~•.l.a. ,A,;i "1,1<1..11:11.i.a.r.l.a. d.<>•.,d~,C · ·«, ,.,_.,,_.,.,l&"A'>1"1""""''"'·
~~~~~~~.,:lmM1J;iuf!aN~.1\&~~!l~~til'.e'J1~t psíquica que permanece más allá del devenirtemporal. Esto implica
!Wtliií~~~-~-~tliil.U®'~~!~1'ª1~yilll'©5.~ ¡ una furición simbólica que posee universalidad como conjunto de re-
~.-. ¿Cómo explicar de otro modo la proliferación de la histe- l glas y operaciones que trascienden los contenidos propios de cada
ria en la sociedad que dio a luz el Psicoanálisis o la epidemia de adic- t cullura. No obstante. son éstos los que dan caracteres diferenciados
ciones y anorexias que hoy padecemos? Es nuestra práctica clínic~ 'l las formas subjetivas y patológicas propias, sí, de cada cultura, tal
misma -con pacientes individuales, familias y parejas- la que no~¡ como antes definiéramos en relación con el tabú del incesto univer-
cue::;Uona e induce la puesta en relación de lo vincular y lo social con sal v las formas diversas de Ja familia v la sexualidad.
el mundo infrapsíquico. ·Sin embargo, las conceptualizaciones del P::;icoanálisis, como
¡ En este sentido, proponemos que el campo psíquico se constru- las de otros cuerpos leórtcos. no son estáticas. Nuevos paradigmas
·!¡ ye a través de una red de determinaciones y que, al mismo tiempo, científicos sacuden hoy hasta el zócalo, pensado como inamovible,
ya. a partir del encuentro inicial, el infans metaboliza activamente la de las ciencias exactas o más "duras", como la física misma. La es-
' propuesta familiar y social. Nos apartamos, desde este punto de vis- tructura se confronta con ei azar v la indeterminación. mientras
ta. de explicaciones causales de orden lineal y de aquéllas que enfa- nuevas conceptualizaciones en relación con la temporalidad con-
tizan un solo orden de determinaciones en la construcción de la sub- mueven nociones consideradas estables. Pensamos que los fenóme -
jetividad. Al referirnos a una trama de detenninaciones incluimos en nos ligados a la instalación de una nueva lógica de la cultura. así co-
ella lo contradictorio, ya que la consideramos sede del juego conílic- mo las sorpresas y hallazgos del desarrollo tecnocientifico, tendrán
Uvo inherente a la condición humana. Incluye determinaciones com- incidencia también en las conceptualizaciones psicoanalíticas, dada
plejas y a menudo antagónicas, en las que el valqr de lo azaroso y lo su profunda e inevitable repercusión en el aparato psíquico.
contingente ejerce también sus efectos. 1_ Nuestra concepción del Inconciente incluye el registro vincular'\
En cuanto a la concepción de la actividad metabolizadora por ~ el social. Si el sujeto se constituye en relación al Otro, atravesado :
parte del sujeto incipiente, ésta rescata el valor de singularidad ope- por la marca cultural, nos seria difícil sostener la noción de un in- .
rante en la apropiación de la oferta sociofamiliar y destaca que la \ fOnciente puramente relegado a lo inlrapsíquico. Nos basaremos. \
constitución subjetiva no es mero reflejo icónico de sus condiciona- por lo tanto, en la idea de un Inconciente que no nos habita como ·
26 27

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~

:sc11cta dud tt, ~h 10 qu e Insiste como operatoria de condensaciones y \ abre paso a lo azaroso, el acontecimiento que desborda la posibili-

'
desplazamientos; singular pero no solipsista; atemporal pero histó- dad prédictiva de la estructura.
rlc.o a la vez. 'ran lejos de una concepción inna.Usta como de la no- Hemos querido, en este capítulo, presentar los fundamentos
ción de un lnconclente colectivo, entendemos aj Ig~prc~ente, e.orno ;i teóricos que constituyen los ejes siempre Implícitos en la indagación
e,sa alleiidad que nos constituye y nós' habita, propia y evéUlescente y análisis de las temáticas que presentaremos a continuación. Des-
a la vez, !rrepetible en su singularidad, pero sólo posible engarzada cripta la compleja determinación de un fenómeno humano inabarca-

·~·
en tramas .r.elacionales .atravesac;la.s. ,pm: los_códigos de la cultura. ble desde una sola mirada, nos centraremos en la consideración de
También el narcisismo, segun ya anticipáramos, constituye en nues- r·
las articulaciones· posibles entre aspectos ligados a la subjetividad y
l!.-ª. . f:P!:.QJ.~Jmac!ón teónca, µna estructura inserta en el campo rel_a- la dimensión de la cultura.
cional , dada su construcción a través de la identificación especular. En lo que sigue, fonnularemos cuestiones atinentes a Ja tan
El infans adviene a un mundo familiar y social en el cual las re- controvertida cultura del fin de siglo.
glas del parer;tesco y el Edipo mismo, como· estructura presubjetiva,
lo anteceden. La constitución subjetiva producida en su inclusión en
dicha trnma, es en cambio un proceso singular, que se historiza. Di-
cho proceso se liga al atravesamiento de la castración; ésta constitu-
ye una condición estructural que habilita al hombre para el acceso
a la subjeUvación . Basada en la lógica de la incompletud, propia del
devenir humano, conmueve los andamiajes del narcisismo, se sim-
boliza a partir del complejo nuclear de las neurosis e implica la cas-
tración propia y la del Otro.
La inslalaclórt de la castración, siemp:e parcial y fragmentaria,
rescata al niño de la alienación primordial, a través del ejercicio de
una función paterna que lo habilita como sujeto deseante. Esta le-
galidad simbólica. relativa a la presencia-ausencia del falo, instituye
la prohibición ligada a la ley fundamental, y sienta las bases para la
salida exogámica y el ingreso a la cultura. En su carácter más irre-
ductible. la castración remite a,la imposibilidad radical del goce ab-
soluto; es decir, a una carencia que es condición de estructura más
allá de los recubrimientos imaginarios v de los alcances simbóli-
cos.
Eclipo y castración no se agotan en la escena empírica y sus per-
sonajes circunstanciales; importan ante todo las funciones que és-
tos encarnan. No obslante, aquéllos tampoco resultan irrelevantes:
reducir el drama edípico a un interjuego de funciones de una estruc-
tura io clesp~ja de aspecLos que hacen a la riqueza y diversidad de la
\ida sul~jeUva y social .
La introducción de la dimensión histórica en la estructura acró-
nica y formal, en su encarnadura singular, da lugar a la puesta en
juego de los distintos órdenes de determinación y al mismo tiempo

28 29

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CAPÍTUW Il

Posmodernidad y lógica del consumo


.,,
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LA POLÉMICA CULTURA OEL FIN DE SIGLO


l-·
Arribamos al siglo XXI en medio de profundas lransformaciones
obseivables en todos los niveles de la cultura. Durante el decurso de
,~l.
este siglo la humanidad ha participado y asistido a enormes cam-
1.f.'
bios, tanto en lo histórtco-social y en lo macroeconómico como en los
planos científico. ideológico y tecnológico. Mientras premisas filosó-
ficas sostenidas durante prolongados períodos históricos comenza-
ron a tambalear, desde las artes y las ciencias Jos anteriores pará-
metros también se vieron sacudidos en sus bases mismas.
Ya desde el siglo XIX, Einstein o Frege en el campo de las cien-
cias exactas, Marx en el de la leoria política. las corrientes estructu-
ralistas en la linguística y en la antropología, Freud y el descubri-
miento del Inconsciente, el surrealismo y olras corrientes artísticas,
conmovieron profundamente el previo universo estable de las convic-
ciones compartidas.
, Hoy nos encontramos habitando un mundo crecientemente cen-
trado en la informática, regido por los medios de comunicación de
:masas y basado en la lógica del consumo. Importantísimos avances
en la ciencia y la tecnología nos colocan al borde de lo que hace po-
co hubiera semejado un universo de ciencia ficción: el mundo tele-
mático, la realidad virtual, la posibilidad de la reproducción en serie
de embriones humanos; todo lo que toma casi inimaginable la vida
dentro de cincuenta o cien años. La aceleración notable de los tiem-
pos y lo vertiginoso de los cambios acentúan la sensación de estar
frente a una mutación social global, cuyos alcances aún no nos re-
sultan ni medianamente accesibles.
Algunos autores han denominado posmodernid::td a la nueva
!
,era que el mundo occidental está transitando, en alusión a un mo-
mento claramente delimitado, posterior a la modernidad. El términd
posmoderno señalarla, así, el agotamiento de los grandes enuncia-.

31

;~: •'

.,
·~
ción dejarla entrever cierta tendencia actual a caracterizar este pe-
do:1 dt• 111 llltH lt•wttlnd qt 11• p m1 ! 11J111·011 uu dcvcnlt .emandpador para
l11H soclc<l11duHy lu f)l'1rn 11 1ctln rnclonaJ de la verdad, a la par que pro-
puslcrou la l<ku de un prot,rreso garantizado por un desarrollo cien-
:,j

riodo como final de todas•las cosas (fin de la historia o de las ideolo-
gías) y comienzo de ninguna. Significativamente. Castoriadis -criti-
co implacable de la cultura actual- prefiere referirse como a una
Llfico Indeclinable. Olros aulores, en cambio, prefieren hab!::ir de la "retirada al conformismo" a nuestro presente, a la vez que corno
nu eva modernidad o de la modernidad actual, al entender que el :.;

presente no implicaria una ruptura con lo anterior, sino por d con- •,)~
"época crítica" a la moderna.
.j¡¡' Es fácil desprender de estas consideraciones que el debate mo·
trario, su con(:jnuidad esperable, su verdad.ero apogeo. Daremos lu-
gar brevemente a estas diversas concepciones en la propia palabra :l1.:: demidad-posrnodemidad se encuentra fuertemente a,travesado por
componentes valorativos ligados a la celebración o a la denostación
de sus autores.. con el fin de ilustrar los términos de un debate que ..
.~
de los cambios acaecidos. Sin embargo, el esfuerzo por evitar una
hoy. atraviesa el pensamiento contemporáneo. polarización ideológica -de carácter ineludiblemente reduccionis-
El término posmodernidad ha sido utilizado sobre lodo por
aquéllos que ven en lo posmoderno una liberación del yugo totaliza- ·~r-­
ta- de parte de los estudiosos del tema es permanente.
;:. Así, Jameson sostiene que "en lugar de caer en la tentación d .....
dor de la modernidad, y por lo tanto un momento propiciatorio liga-
do a la diversidad, la pluralidad, la coexistencia pacífica de las dife- o bien denunciar las complacencias del posmodemismo como u
rencias. Al respecto, Lyolard es elocuente: "Los siglos XIX y XX nos .síntoma final de decadencia, o de alabar a las nuevas form:l s com
han proporcionado terror hasta el hartazgo. Ya hemos pagado sufi- las precursoras de una nueva utopía tecnológica y lecnocrática, se
cientemente la nostalgia del Lodo y de lo uno, de la reconciliación del ria más apropiado evaluar a la nueva producción cultural a partir d
concepto y de lo sensible, de la experiencia transparente y comuni- la hipótesis que implica una modificación general de la cultura mi
cable" .'''' ma en el interior de la reestructuración social del capitalismo tardí
También Vallimo se refiere a la mulliplicación de las visiones del como sistema" .'2
Ha! Foster," refiriéndose a las características de la posmoderni-
mundo promovida por una sociedad posmoderna en que los mass
rnedi:l desempeñan un papel determinante, y se pregunta: "¿Debe- dad, remarca la no univocidad de la misma, asignándole 1
tanto una
riamo'.:; contraponer a este mundo la nostalgia de una realidad sóli- vertiente de resistencia como una de reacción. Follari," a la vez, en
da. unitaria, estable y con autoridad? Una nostalgia de tal índole co- una tónica similar, refuerza la idea de una posmodernidad de carác-
rre continuamente el riesgo de transformarse en una actitud neuró- ter impugnador y contestatario, coexistente con otra faceta. compla-
tica. en un esfuerzo por reconstruir el mundo de nuestra infancia, ciente y adaptativa a nivel socio-cultural.
donde las autoridades familiares eran a la vez amenazadoras y afian- Estas polifacéticas cuestiones se enriquecen aún más si consi-
zadoras" . 1'ª deramos las características de las transformaciones aludidas en su
Desde una postura muy diferente, Habermas 1º rescata el pro- inserción en los países lalinoamericanos, muy diferentes, como es
yecto transformador de la modernidad, proyecto de la Ilustración li- obvio, de los países industriales avanzados que han conslituido Ja
gado al desarrollo de la ciencia, Ja moralidad y el arte, el que, según cuna de la posmodernidad. El implante de las nuevas discursivida-
soslienP . se hallarla aún hoy inconcluso y propenso a su verdadera des, surgidas de condiciones sociales productivas propias del llama-
realización. La posmodernidad expresaria para este autor la actual do Primer Mundo, en Jos países subdesarrollados, necesartamente
alianza con una premodemidad que tendería a volver a foja cero un implica especificidades y notables diferencias. No es lo mismo Ja pos-
ímpelu innovador moderno a set retomado. modernid~d opulenta que el subdesarrollo posmoderno.
Castoriadis, por su parle. descree de ªel lanzamiento y el éxito No obstante. y pese a las diferencias. ciertas caracteristicas de
de las marcas "posindustrial" y ··posmodemo"; dado que éstas darian los países subdesarrollados tienden ::. producir. curiosamente. efec-
cuenta de Ja patética incapacidad de nuestra época para pensarse tos convergentes con el imaginarto posmoderno. Así. según Follari.
como algo positivo, en su definición de "pos-algo". 31 Dicha denomina- Ja crisis socio-económica con su secuela de pobreza y falta de pers-
33
~2
,, ..
.'):

pcc (tv11 1:1 íu lurns , prnc.lucc cous~cu encias similares a las del mundo fico que no han encontrado aún sus límites. Esto culmina eD el si-
.,. glo XVIII, siglo de la Ilustración que dio lugar a los enunciados mo-
"cool" del capitalismo avanzado. Al respecto, el'autorsugiere que "es-
ta mentalidad de desesperanza y de "dejar pasar", de admitir que i1 dernos esenciales, que se fueron expandiendo desde entonces con
hay que concentrarse en el momento porque el futuro no promete, intensidad hasta lograr en nuestro siglo XX una hegemonía que
es paradójicamente similar a la de los que practican el hedonismo abarcó todas las áreas de la cultura.
frente al hartazgo de posibilidades ofrecidas". Y agrega: "el efecto es ·:
En cuanto al país en que vivimos y, más globalmente, a nuestro
muy similar: individuación, falta de solidaridad, ausencia de teleolo- \.: continente, éste no por poco desarrollado y alejado de las fuentes del
gía, aferramiento al presente, desencantamiento del mundo". ·~ poder permanece ajeno al debate modemidad-posmodern~dad que
En cuanto al presente texto; tal como anticipáramos, preferimos hoy nos ocupa. Nicolás Casullo sostiene que "el dilema nos abarca
mantener el térinino posmodernidad, sin que ello implique una rotundamente. Si la conquista y colonización ibérica consolidaron
apuesta a favor de la misma, ni la coincidencia con la idea de un valores y utopismos premodernos de aquella Europa para quien fui-
"post" entendido como meseta de un presente perpetuo. Es la diful mos "la mayor novedad" de los nuevos tiempos, luego el siglo XIX in-
sión ya generalizada del término posmodernidad la que nos sugier corporaría, en América Latina, las primaveras y los veranos de la
su utilización, a los fines de dar cuenta del momento actual de nues modernidad". ' '-
tra cultura. y de la mutación en el espíritu de época que intentare Para Amértca Latina la modernidad fue siempre "crisis agudiza-
mos abordar desde nuestro marco referencial psicoanalítico. Deja- da, y racionalidad exasperada entre discurso y realidad". Sin embar-
rnos a los especialistas la continuación del debate acerca de si nues- go, sus discursividades atravesaron tanto las gestas emancipadoras
. tro presente es expresión de la ruptura con la modernidad, o tal vez como nuestra historia más reciente; y el devenir de nuestro presen-
la exacerbación de la misma. Por otra parle, consideramos que la te se halla marcado a su vez por la confrontación de vivencias y pos-
magnitud de las transformaciones aludidas nos autoriza a dar una tulados que la actual lógica de la cultura implica.
denominación específica al momento presente . Contextualizamos los Aproximadamente a finales de la década del cincuenta las dis-
cambios de la cultura dentro de un momento sociohistórico y econó- cursividades propias de la modernidad comenzaron su crisis, y die-
mico definido de Occidente, caracterizado por la pregr..ancia del neo- ron lugar a radicales mutaciones tanto en el campo de lo económi-
liberalisrno conservador y de Ja economía de mercado; momento que, co, lo científico. Jo artísli' o y lo filosófico, como en la vida social co-
por otra parte, constituye una probable transición entre dos tiem- lidiar1a de la época. La década del sesenta. con su revolución sexual
pos. sin que aún se vislumbre con claridad la conformación del y su propio movimiento ideológico y cultural. marcó la culminación
mundo futuro. de una etapa. El apogeo de las luchas sociales y, entre nosotros. la
Pasaremos a continuación· a describir algunas caracteristicas brutal represión, sellaron los años setenta; y muchos autores ubica-
centrales de este periodo histórico social, así como sus diferencias ron la década del ochenta como el nacimiento propiamente dicho de
con la denominada modernidad. la posmodernidad.
La mayor parte de los historiadores sitúa el comienzo de la con- La modernidad fue la época de la razón, el culto por lo nuevo, el
dición moderna en el Renacimiento europeo; reconocen sin embargo enfoque progresivo de la historia y las grandes utopías. Pero se vio
que sus características se van profundizando y difundiendo con pos- conmovida en relación a su propia imposibilidad de dar cuenta de
terioridad. Verdadera revolución individualista, la incipiente moder- fuertes fenómenos irracionales generados en la sociedad, tales como
nidad promueve el rescate de un saber que la Edad Media oscurecie- los hechos catastróíicos vinculados a la Segünda Guerra Mundial.
ra Y postula una subjetividad creadora, liberada de ataduras religio- En aquel tiempo de creciente secularización. el desencanto de las
sas. creencias religiosas. fue correlativo a una ilusión de plenitud huma-
La razón, nueva divinidad, se despliega en el siglo XVII, destie- na basada en las potencialidades de la razón como instrumento pa-
rra oiras creencias e impulsa un saber critico y un desarrollo cientí- ra la emancipación del hombre. El sujeto moderno perdió, quizá. a

34 35

==~ ...
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\~".
Dios; pero profesó una enorll)e fe en .el ser humano mismo. A lo lar- al debilitamiento de la noción de una hlslolia unitalia en progresivo
go de este siglo esa fe se Yio profundamente sacudida, desmitifican- avance. La posmodernidad rechaza la concepción previa de una his-
·do con crudeza la anterior imagen idealizada del hombre racional. ·' '
tolia unitaria, organizada alrededor de un eje que conlleva la Idea de·
Cuando al mismo tiempo quedó demostrada la incapacidad de la tJ un progreso entendido como evolución hacia un modelo único de
Ciencia y la Revolución para saciar otras expectativas previas, co-
m.enzó una ciisis que dio lugar a la condición posmoderna. A partir
de lo cual, ya perdida la esperanza de plenitud racloual, la verdad ,1..
hombre y de sociedad. Esta concepción supone la entronización de
la histolia y el modelo de hombre de Ja Europa Central. Al respecto,

~
alter Benjamín sostuvo, en 1938, que la hisloria como curso uní·
comienza a relativizarse, no hay certidumbres: sólo múltiples -casi . _· arlo es una representación del pasado construida por los grupos so-
infinitas- son las verdades y las respuestas.
Lyotard se ha referido exhaustivamente a la ruptura de las ver- t ales dominantes. 1u Consideramos pr_obable_que la decepción colec-
tiva con respecto a las grandes utop1as pohticas de diverso signo,
dades totalizadoras -:-'ligadas a narraciones y utopías unitarias, ta- .. gestadas durante este siglo, se relacione con dicha dilución de la
les como las de la emancipación de la humanidad-, definiendo a la j· idea de totalidad.
condición posmoderna en base a este aspecto. El autor denomina\ ~ Esto ha afectado sin duda las nociones de progreso y aun de
condición posmoderna al estado de las transformacicines que han. 1 proyecto a todo nivel. Si las grandes propuestas para el futuro me-
afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las -1" diato han fallado y si las certezas más fém. as se han disuelto con
artes a partir del siglo XIX. Sitúa estas transformaciones en relación ·· tanta facilidad, la cat:~goría misma de futuro comienza a entrar en
a la crisis de los relatos: "simplificando al máximo se tiene por pos- crisis. El porvenir radiante de la modernidad cede paso a un futuro
moderna la incredulidad con repecto a los metarrelatos"."2 Para Lyo- incierto, oscuro, por el que no vale la pena Juchar. Concepción ésta
tard es, por ende, el saber mjsmo el q11e cambia..fil~at.uto..en.la.. _ que impregna, como habremos de desarrollar a lo largo de este libro,
osmodernidad, dado que pierde el carácter de verdad l~itimada, la propia subjetividad.
propia del tiem"'j)t> antenor. Pas'l'i"asT alOññarparteO'e'jüegosTefen-
Para el hombre medieval el sentido de la vida estaba en el más¡··
guaje" múlliples y diversos, propios del lazo social. Al mismo tiempo, allá; en tanto para el individuo de la modernidad se hallaba en la vi-
el sabt>r parece constit.uírse para Lyotard en la m1.ru;.UlaLCY.eJ:Za...de
da misma, dotada de un sentido prospectivo basado en la realización
proq!:;!,~1Q!L~!JJª.S•.§.QSL~~Q,f!,~...av.a~¡¡tgg.g,, Pero cambia sin duda de del mañana. El hombre posmoderno, en cambio, de::icree del porve-
esCHuto: el saber de los " grandes relatos" o aun la adquisición del nir y del sentido proyectual: le basta con vivir el presente.
coriocimiento como parte de la formación del espíritu, es hoy reem- La liquidación de las vanguardias como producto de la era pos-
plazado por un saber entendido como mere.ancía lnformacional, sa- ·¡ moderna es significativa con respecto a la dimensión temporal. Du-
ber de proveedores y usuarios, de modo tal que deja de ser un fin en l rante el período anterior, las va.nguardias artísticas. políticas e inte-
sí mismo perdiendo su "valor de uso": se produce para ser vendido. lectuales expresaron el afán por estar siempre un poco más adelan-
La ruptura con la razón totalizante se relaciona para Lyotard te de lo vigente. Como dice Habermas, "la vanguardia debe encontrar
Con el pluralismo inherente al lenguaje y acentúa el carácter parcial
una dirección en un paisaje por el que nadie parece haberse aventu-
de discursos y legitimaciones. No obstante, si todo se reduce a me-
rado todavía."70 Movimientos protolípicos de la modernidad. las van-
ros "juegos de lenguaje" queda afectada la idea misma de significa-
guardias señalan la posibilidad del cambio y se rebc!;.m contra las
ción. También ésta pierde entonces su carácter unitalio, y da pie a
funciones normativas de la tradición. La extinción de las vanguar-
mull.ipliridad de sentidos. Situación ésta. 4ue, a nuestrn juicio, libe- dias implica tanto una democratización, en la que desaparece la
ra del apresamiento en el signo unívoco, pero en su extremo puede
frontera tajante entre el arte culto y la cultura de masas. --el arte
desembocar en un vacío de signiúcación tal, que todo sentido ame- publicidad- como una cierta pérdida del espíritu critico-transfor-
nazara perderse.
mador en relación a lo instituido. A diferencia de otras epocas, no
Por lo demás, la ruptura con la idea de totalidad es correlativa son hoy solaml"nte las lúcidas individualidades atormentadas y
36
37

Ji
·~ ..
('t1t·1-111 011 ndorus de la::; vanguar,dias las .que Viven a conciencia la cii-
18 de In mode'i"nldad. En esta discutida nueva edad que se configu- liferación del imaginan o social a nivel planetario. Impone.·..n, , .Pº.r otrl:·,
ra en dicho marco, el conjunto social se halla impregnado de Viven- f/ parte, una cultara basada en la imagen, lo que modiftca,,,.hasta la
cias Vinculadas a las ciisis de valores y de los conoc;:imientos y sabe- mismas formas de percepción de la realidad. Ciertos autores relacio
res que sustentan la Vida, Vivencias que conforman hoy el propio es- nan este culto de la imagen con una tónica cultural cada vez más
pín tu de época . . alejada de las profundidades, en aras de la inmediatez de lo visible:
· Si bien. el término posmodernidad fue refelido durante cierto ~a preponderancia del~.e cow,oral. propia de nuestra época, se-
i ~;;f
tiempo sobre todo a estilos estéticos en el plano artístico.o en el cam- .v,·:
ria uno de los exponentes de esta tendencia. Baudrillard'5 enfatiza
po arquitectónico, hoy día es considerado por diversos autores como[ este aspecto ligado a la mostración de la imagen -<:orrelativa a una
un estado de la cultura ligado a importantes transformaciones eco- ilusión de visibilidad total- aludiendo a nuevas formas sociales de
nómicas mundiales. control que propenderían a la extraversión forzada de toda interiori-
En cuanto al desarrollo político y económico, los comienzos de dad, y darían lugar a una verdadera obs.c.enidad-·Ele+a..tFans13ai:encia.
los noventa nos encuentran en pleno auge de lo que algunos auto- Desarrollaremos este punto con más detenimiento en el capítulo III.
res denominan capitalismo tarc!io o describen como triunfo del neo- Como el lector podrá apreciar a partir de estas brevísimas des-
conservadorismo liberal ligado al capitalismo multinacional. Hay cripciones, mucho y muy diverso es lo que los distintos autores en-
quienes -como Fukuyama- ven en esta etapa histórica un pur1to tienden bajo el rótulo de posmodernidad. A lo largo de nuestro tex-
de ambo que marcaría el final de los grandes conflictos históricos, to , iremos desplegando distintas perspectivas; en particular, dado
el tan mentado "fin de la historia". 61 Otros . en cambio, consideran es- nuestro interés desde el psicoanálisis, las Interrelaciones posibles.
te momento como una etapa más en la historia humana y vaticinan
nuevas modificaciones en 1m futuro más o menos lejano.
Lyotard relaciona la condición posmoderna con cambios a niv~
económico; pero los liga, sobre todo -como ya enunciáramos- co
ientre esta fuerte mutación epoca! y las formas subjetivas y vincula-
1.'es favorecidas por la misma. Esto. en un doble sentido: la produ~
ción de subjetiVida.d a partir de las lógicas culturales y, a la vez,
necesaiio anidamiento de estas últimas en el orden fantasmálico
el dife. rente estatuto que adquiere el saber bajo la forma capitalist deseante de la subjetividad. Complejísimo entretejido, sin duda
actual. Se refiere en especial a la importancia de las empresas mul acerca dPl que intentamos abrir algunas cuestiones.
Unacionales, que traen aparejados nuevos modos de circulación de A esta altura ya se advierte que ciertas características han de dt.-
capitales, a Ja vez que transformaciones sustanciales en la naturale- ferenciar las formas de subjetividad acordes a los tiempos posmoder
za del saber. En la época de la tecnología informacional y telemáti- nos, de aquéllas propias de épocas anteriores; si bien aún no se di
ca, éste adquiere una importanóa inédita com9 factor de poder y co- bujan con claridad entre nosotros y en igual medida las distintas
mo instrumento de decisiones a nivel internacional; así se conVierte novedosas perspectivas sociales ya señaladas. La oscuridad y la in-
en mercancía informacional indispensable. definición ligadas al posible destino de las mutaciones sociales cons-
91
Lipovetsky, por su parte, se refiere a la posmodernidad comoª/ tituyen. por otra parle, un rasgo peculiar de nuestro presente, mo-
u.na mutación sociológica global. Esta mutación gira en torno de un menl'o de transición entre dos tiempos.
gran organizador: el consumo, que absorbe a los indiViduos en la ca- Liberado de valores y convicciones que coercionaron al hombre
rr.era por el nivel de Vida, en una nueva fase "cool" y no ya "hot" de moderno, y configuraron el sufrimiento propio de la época, el habi-
!as sociedades capit;:iJisLa:;.
tan te de la posmodernidad descree de las grandes finalidades a lar-
·1· . En estrecha relación con el mundo del consumo y de la publici- go plazo. Se rebela también contra aquellas creencias que conduje-
dad, los medios masivos cobra,¡ un papel cada vez más preponde- ron a Ja renuncia personal y al sufrimiento, que esencialmente in-
'
rante en la posmodernidad. Entre otras cosas, posibilitan la masiví- tentará eludir. No vale la pena. quizá, el sacrificio individual por f1~
. dad de una comunicación que se constituye en vía regia para la pro- ' nes utópicos que tantas veces se han mostrado inalcanzables o des-
38 virtuados. No dará la vida por ideales, cuando muchos de ellos ha

39

.,.
1 . -~.. •== .. w.::
"~ q,. \ ( e, ~ ( e~

"¿Qué te trajiste?". El shopping surge como templo contemporá-
mostrado su fr:icaso , El futuro es hoy y no exhibe progreso respecti neo de una nueva ilusión, promesa de."realización" promocionada
dél pasado. En relación con este desencanto, se diluye la idea de qu , J¿ desde marquesinas y vidrieras, perfilandó"\m nuevo sujeto social, ,al ,.
lo nuevo superará a lo anterior; El abandono de la provectualida 7·
~j.eSl.adJ:LConsumidor"
41

conlleva cierlo nihilismo vital. La vida es hoy, sin memoria de pasa


que Finkiellrraut denominara . //
En aras de esta promesa, vehiculizada durante años por las
do ni deseo de un después. sonrientes publicidades televisivas, un muro, otrora emblema de
De tal modo, el hombre prototipico de la época hace de su ego\ fuertes luchas político-ideológicas, fue hace poco derribado por mi-
un dios, encarnado en un cuerpo considerado soporte centr¡ll de la les de personas que ansiaban participar del banquete de la abun-
propia Identidad. Liberado de la creencia en su propia univocidad dancia consumista de los privilegiados. Las imágenes que cierlo
-situacióna la que el psicoanálisis contribuyó a partir de su postu- tiempo atrás circularon por el mundo, mostrando a ciudadanos de
lación del Inconciente o de la pulsión de muerte'- el hombre posma¡ países del Este pacientemente instalados, durante horas, en pos de
derno se aferra menos que sus antecesores a la ilusión de su ser ra1
cional. La noción misma de sujeto racional, vigente desde la époc ! una hamburguesa, fueron sorprendentemente elocuentes al respec-
cartesiana queda cuestionada, abriendo paso a nuevas dimensione to. En otras partes del mundo, en países como el nuestro, ricos y
en la consideración de la subjetividad. pobres ven multiplicarse en las pantallas de los televisores la inci-

~
· Este sujeto será proclive a ligarse a los ideales cortoplacista1 ante satisfacción de quienes, además. habrán de encarnar los mo-
que la época le propone; entre otros, a aquéllos que se hallan en co~ elos identificatortos vigentes, al igual que los ideales sociales pro-
nexión con el universo del consumo, fuertemente promovidos en la ueslos como acceso a la felicidad. Si algunos pocos pueden proveer-
actualidad. e de muchos de los bienes ofertados, la mayoria sólo puede acceder
Dado que éste se ha constituido en uno de los organizadores una satisfacción por delegación; ilusionando, tal vez, ese estado de
centrales de la actual lógica cultural, hemos privilegiado su ::!.nálisis / plenitud que las imágenes exhiben. y sabiendo, al mismo tiempo ,
entre otros vectores posibles. Nos aproximaremos a continuación ~ / que se trata de una dicha preparada para otros. A su alcance esta-
la temática del consumo en tanto regulador social, a la vez que in rá, en todo caso, una porción ínfima del menú desplegado, porción
dagaremos los pilares subjetivos e inconcientes que dan cuenta d por la que a menudo se luchará palmo a palmo, hasta consumir
su eficacia, -valga la paradoja- buena parte de la propia vida en su consecu-
ción, Y si no, resta en lodo caso el consumo de la imagen televisiva,
o la lectura ávida de aquellas publicaciones que exhiben la vida de
LA LÓGICA DEL CONSUMO

~
Se trata, pues. del consumo entendido como una lógica regula7 \~-
los exitosos y privilegiados,
Hoy día el consumo forma parte oe nuestra cotidianeidad, S~ ora de lo social, vigente y eficaz, más allá de las posibilidades con\ ·7'·
bemos de las enormes diferencias cuantitativas y cua!ilalivas qu
median entre quienes no logran acceder a un consumo mínimo lig retas de acceso a los bienes en circulación.
"Los Estados Unidos se organizan alrededor de sus centros co-
do a la subsistencia elemenlal y quienes, desde el sitial de los privi merciales, Los visitamos con más frecuencia de la que vamos a la
legiados , ostentan los sofisticados niveles de un consumismo exacer iglesia, y nuestros adolescentes pasan m!Ís tiempo allí que en la ca-
bado, sa o en la escuela. Cabe mencionar que un 93% de las adolescentes
hu ct algunos -unos pocos, en el caso de nuestro país- todo pa- norteamericanas dicen que ir de compras es su actividad favorita",
rece encontrarse casi al alcance de la mano; en una entronización ("Shopping": el nuevo espacio público, Clarin 22, 10,92).
• del lerier que incluye también el consumo de bienes tan poco tangi-
bles como los viajes, el ocio o la educación. Tener que se constituye!
Esta lógica, ya vigente a comienzos de siglo, se consliluye en \
uno de los organizadores centrales de las sociedades posmodernas \
en soporte protético del ser. ·
41
40

a .._,. . ,"f' ..,., , _ =z. -- & - .E . E.1 ....,, .J i.. 4 ,,]


• 11 '.''". 1t ft'u 11•111 1 111 1·1.·.111 111111111 dr 11u•1e •11 d11 J>J. opl11 de lu nctunl fa::ie ca~ / "La niñez también está cambiando de una fonna impresionante
j1ll1dl11l11; y 1H• 111rnl1•11l1111111•1 mlp11t'1Jlo l111pllclto de que el consum ..,/ , y muy significativa. Los njf!ps .<;le hoy tienen su cultura. Desde el
·rln 111 v/11 1OHlll )H11·11 d 11t•t•c1io u IAsu Usfacción. · · ' punto de visto económico su relevancia puede verse si se considera
ICJ ~<.:r )11111111110 hn b111:icudo, a lo largo de toda su historia y a tra- que, a pesar de lo mal que va la economía, el gasto publicitario de

t l;c¡ de vurlndn::i cs lni leglas, hallar la felicidad; las s. ociedades actua-


:H proponen un modelo básicamente incorporativo para su obten-
,,.~fl. Presupuesto. éste, de transmisión ciertamente precoz, que forf
rn;, parte de las redes constlt':1tivas i~i.ciales en las ~das de l~s sujej
.·~
;~
las corporaciones de objetos dedicado a los niños es el único rubro
que continúa en ascenso. El niño tiene un poder adquisitivo enorme
-aunque por vía parental- el niño es hoy un actor". (Luis Rojas
Marcos, encargado de la Salud Mental de New York. Página 12.
lrt1. De este modo se naturahí'..a y disimula su caraeter eontingent~
di:. condición socio-histórica. 26.11.1993).
En el campo de la constitución subjetiva. necesariamente la
, Hemos vislo que cada época histórica favorece determinada~¡~· ferta precede a la demanda. dado que los otros primordiales inclu-
r1rmas de subjetividad y de funcionamiento psíquico y vincular. La~
· Tl'IUtuciones. en especial la familiar en el comienzo de la vida, se en-
(:argan de vehiculizar la trama simbólico-imaginaria de la época al
11
: :lén nacido. A partir del desvalimiento inicial, éste habrá de con-
t
. en al infans en un mundo de significaciones preexistentes que lo
· onforma. Consideramos que esta_..~.i.tt.i_<;i,C.iótt~lJJ,letui;aL.adopta..hoy,...
car.acterísfü~as,.p,e.hl,.,\lW.JS, en relación con una .e,J1:af.;er.b.ació11~de. la
.oferta,,enJa cual el ~2~\,g~filt,W.E.E.Ll:1.2~.S.W.§o, al igual que la imagen
fr1rrnarse en estrechísima dependencia con respecto al mundo de los televisiva -a la que, como sabemos, infinidad de pequeños dedican
r11 r ls. §.t. trata, como dijéramos en el capítulo inicial,~
1
buena parte de sus horas- duplican y potencian el aporte de signi-
~; taclQ.l\•.IDJ.dlliples. . deLeuuwJJ.ci..Q.u.es•..relaUy.ª~1.W.LQ~ªJa,.constel.a - ficaciones provistas por el medio familiar. Por cierto que Larnañ~
U.u.n..ó.~.$.~9.XJ.~t.Ü:Ulti.UW..,,,~J/Jll.Q•.al.más..ampJL~t.~~igo,,~¡;J,,,gl,. oCJJ~as"mar.,. oferta no es banal. considerando que recubre parcialmente desde el
!.;.;,1.:i.Jamás".pQ,g¡;á,..,~.Y.,g~t.g,g~... .
inicio la discontinuidad entre presencia y ausencia que es condición ·.
La impronta del consumo es hoy central en la transmisión del\ para el advenimiento al mundo represenlacional y simbólico.
<:r'Hligo social. siendo incorporada por lo tanto tan tempranamente ¿Simple variación cultural de aquello que Winnicott" 9 denomi-
rp tr: pasa a formar parte de la trama idenlificatoria inicial. Situaci?n \
r:s l;1, que posee una diversidad de implicancias. Por lo pronto, segun .
lw111os anticipado. no se trata meramente del consumo de objetos. El
.S!.!.S.t,J.ml§JJ2Q_~;'.".~~.~1th.2YJ.ruJJ.u..al.clá§i~llfaiJ!;b.ismo,.deJa,, m.er,canCla"
f ara el objeto transicional , o tal vez, saturación por vía de la cullu·
a de un espacio polencialrnenle creativo? ¿Qué diferencias median
entre el fort-da del niño del carreleL y el actual pequeño ciudadano
expuesto al universo mass-mediálico ya a poco de haber llegado al
.'.~~lll.LU...aLun.il1.er.s.o.,de~la,, ,socie.dad.•de...c.o.1Js.umo,,.La1.Gu.aJ.•.e.ias-HtWa·'algY- mundo? Temática. sin duda, que merece ser investigada por su com-
u.;.tli..dé.cadas.at,.i::á.s?''..si"'bten ·las·-Faí0es,El.e·+a0misma.. esta.ban·ya·en··ges~ plejidad y por las profundas repercusiones sobre la vida subjetiva
f <ti.:J..fui.d.e.s.c.l.e...comi©.lil>!le€»Ele~Io~ Hoy día lo que algunos autores de- que supone.
0111i nan la aooteosis del consumo, a la que sitúan como propia de Este ofrecimiento anticipado y persistente se prolonga para cier-
;1ctual fase del capitalismo tardío, abarca casi todas las áreas de tos niños de las clases acomodadas con una formación bajo la cual
[ 1:xistencia. El G.QD.filJmo..de..Ia..ii;nag,en, por ~jemplo, forma parte de
la posibilidad del juego espontáneo se restringe. Esto forma parle de
1 1·0Udianeldad del ciudadano actual a partir de la más temprana n consenso social que promueve Ja convicción , en los adultos. de
i111:1ncia. Es sin duda muy distinta la vida de un niño pequeño, en
· · 11111·stra socie~C!.•.~L.5.9J!§);;!,!!!Q.~.i.J.i~l~§RhC,lª*JJ.lo, a la del pequeño
l1;il¡Jtantecfe1pocas anteriores; si tomamos en cuenla la oferta cons-
1;1111 e de imágenes televisivas. entretenimientos y juguetes sofistica-
t ue la felicidad de sus hijos será directamente proporcional al con-
urno que puedan proveerles. Colegios de doble escolaridad y una
propuesta sobreabundanle en materia de eslimulación; insi.ilucio-
nes bilingües o Lülingües que prornocinn:m, además, el aprendizaje
'Clos que constituyen un llenado anUcipatorio complementario de la de la computación, junto con la recreación, los talleres artísticos, la
ol<ori a de sentido familiar.
,;educación sexual" o el laboratorio de ciencias. En el innegable afán
4 :¿
43

'·'
ptH 1~11 ll1t111l111 lod11 llpn di' !111¡cll1•(u<leH, la oferta sin brecha ni respi- parece reinar el supuesto de una saciedad absoluta de la demanda~
.~-
ro l nu 111!\>111111 t'll rn·1111loucH l}usln a los más pequeños en receptácu- en desmentida de un deseo que ésta jamás podrá recubrir. La con
lo de uuu ubm1duuclu form aUva casi equivalente a la de un televisor tlngencia de un objeto que a través de sus múltiples desplazamien-
con canales para lodos los gustos. Sin duda, cada una de estas ac- tos metonímicos no podrá paliar la carencia estructural, también
tividades constituye un elemento importante en la formación del n.i¡- queda disimulada bajo esta lógica social que parece proponer tant
ño. Es la simultaneidad a veces extenuante y su anticipación respec el objeto mismo como su posibilidad de obtención.
to de la demanda, aquello que consideramos un fenómeuo que me La obsolecencia aeelerada forma parle de esta organización de
recé ser examinado por su inclusión en la lógica del corisumo. .
Cuando al ritmo aludido se le agregan las actividades comple-
la cultura. Profundamente intrincado con el cambio en los paráme-
tros temporales, al que nos refeiimos ya, el consumo se hace cad4
~I 1 mentartas para los fines de semana y los horarios extra-escolares, la vez más vertiginoso. l}l_rr..ü~ID.Q..li~!JlUQ..~sum.o,.,inodalid..ad~c.oli\
.I' saturación será ya casi absoluta. En los cumpleaños infantiles se q~_a~nJa.,.que..JPJl..Q§.,QQ,~J:m.llamos .ü1cluidos,,;dado,, q.ue, es"intrinse­
1

t· '
tiende hoy a "animar" a los niñ.os de modos cada vez más sofistica- G.ª.Jl nµestra .época, .s.e .pc<:it~D.S.i~LlJ,w.Q9J,1¿gS![,J.~!J...SPS,extr:emos...a.\ter­
~ 1
dos y con IiLnos crecientemente hipomaníacos. A lo que se agregan \iaderas bulimias consumis.t.as. De este modo, aquello que es fu ente
' 1
colonias de vacaciones para el verano, el universo de los video games de confort y placer para quien puede saUsfacer sus aspiraciones en
y, por supuesto el televisor para los ratos "libres". Posiblemente. és- este sentido, deviene compulsividad impostergable. Trátese, com
te sea el entretenimiento básico y en ocasiones única compaüía pa- decíamos anteriormente, de objetos o de imágenes. de informacione
ra los menos pudientes; aquéllos cuya escolaridad, por otra parte, o de ocio programado, Jo cierto es que la categoría de lo siempre no
habrá de transitar en nuestro país más del lado de la carencia de es- vedoso parece reinar en este mundo en que lo efimero se constituy
tímulos que de su exceso. en la modalidad que adopta el consumo como ordenador permanen .
De todos modos, y atendiendo a la lógica implícita en estas ca- te. La institución de la ~t~~~dilf>.es un exponente central d
racteiisticas de la cotidianeidad actual, se nos hace visible la com- esta lógica en que parece hasta posible.J.)h~ene¡;'""y.,,consum~r-aqu-ello
plejidad de las modalidades culturales contemporáneas. Nos pre- 2l!,.e_9,Y!LJlQ.,.§~..J.ie1u;.,. Cumplimienlo alucinatorio, casi. y escenific~
.
guntamos acerca de las conexiones entre esta ~turacióH··eensuF11~s­ ción. ~oci. al de una.v,or~cidad sa. lisfecha~~~~!!:~t§o~~f'
~,..eLfellOO:!.w,0-del·-abtffF-i-l'Riento, de apaiición frecuente en la clí- ~u~e~i~$01i11m.lff~\l'm'fa'eief.i'i!álmf011\ll.1ll .
nica. quizá un equivalente encubrtdor de la angustia en los momen- En cuanto·a la inlormación, su creciente profusión y vertigino-
tos en que el ofrecimiento continuado se interrumpe. ~dad es ~ireclame~t~ proporcional a la indiferencia con .~ue se la ~e-
Y; por lo demás: ¿no evoca esta descripción, acaso, la problemá- 1be y olvida. Es rap1damente reemplazada µur nuev¡;¡:; mformac10-
tica de las adicciones, cada vei más frecuentes en, las sociedades ac- nes" que habrán de correr idéntico desuno , en una ú.1existencia des-
tuales?~•~~~1:1~:t:m!!'.]\?j¡ll\\IID'\ttl>'m1iílf.t:'f'~R~IPA\r.'ll!i~ll!'AA!flf;W*"" provista de jcrarquización. Cóctel indiscriminado y excesivo. en que
~
'tanto una guerra como el casamiento de un personaje del jet-set
pueden cobrar idéntico valor -siempre y cuando anticipen la nove-
dad- culminando en una indiferencia por s a ~uración.
· "El exceso de información equivale al ruido" ... "La censura no s~
8áltiia~~~~m-~~~~. Como su- ejerce más por la retención o la eliminación. sino por la profusión:
geiia Fellini en su última película "La voz de ia Luna". i.al vez hasta para destruir una novedad, es suficiente hoy lanzar otra justo des-
la Luna misma pudiera ser alcanzada y aprisionada desde un mun- 2,ués" , sostiene Umberto Eco.3'
do tecnológico y pragmático. En tal caso, se la despojarta de su ladd ,' ~o,,;,.,,¡.
· .''. -...1.-o"'. ..,..·1:1.:n·;;y
~w~'.i;~~~g._~~~~f;\~13. · ¡,¡ \tí.
···- ,. ."'.1'l!l!I!!.,,..1
., .....~.·,..,...,,.
' ~1'lU:'.1.a:~~~lt:W;~La:~lt.
.. °-''1·1'""·"1"l:fl111í'Fl'!t,'\'I'
. .'"'."'°""'"".'."'""''.' "'i1<"."'".'ILUllÓl ~=p.VN~~s- .·"''""ª
.·•
oscuro y enigmático, tan vinculado al deseo. 1 tmte:g•;p~,\\i.lm~ · ~i'M~~~~1a~ll:~1~~1;m:-
Señuelo de esta sociedad del consumo generalizado, en la que 1 1:Mtraxili'itl'e_¡¡¡r~a.~srae1~~ré1mt Insaturabilidad de un deseo que la re-

44 45

. ' -· ·~ .... ..
llnl11111111111111111 '. '' 1h•lt•111llU11do 1 111<H1w11lo 1 mchu· cu olro vida 111cjor1.. faltaron comida, o juguetes o el mejor colegio?" Estas fonnulaciones,
1 1111"1 1tll1\ , < >l 11u1 11oc •lrd11dt•H 1111 11 fuctlllado olras Lanlas coarlada no por trilladas me~9~ ,revel~,doras, ~delantan ya una cuestión: -~~~
PHrn 1d1•rn 11 11 · i•l l1l11to frniducll blc entre el placer esperado y el halla ·~
~; ,,.,,,..t,p,n¡;l"'..,<c;:,::i,1~9ri:ill1P.:lJi·"'lr.:~:g;§'lll.W:Qíi'l'
~-~~1:2m,y,i,itW."-""""'~ . •.. "'~~m¡¡gmesa<~d,.:11
. ,,,,, ....... i . '· ,.,,,..JJ< ... M... ~,,,'.<.!!M··
>!:lcm=e:~~-
. 1¡.~"''
.. ... . ~ "''li-­
1!11~~. "11,
dt>. . t
P1 u.:i; blcu, 1.-J ugcrtmos qu e bajo la organización del mundo acf ~ El psicoanálisis nos enseña que el sujeto humano no es un me-
tu al, en c.special bajo las variantes del neoliberalismo capitalista y d o sujeto de necesidad. La condición deseante, propia de la humani-
la cultura de la posmodernidad, es el universo del consumo genera ~ación , implica el intento permanente y fallido a !a vez de saciar lo
llzado el que contiene una de las formas actuales de intolerancia co ~

nsaturable. Es por esto que~ como causa y motor de toda
lectiva a lo insaturable del deseo humano. . úsqueda y creación ...,se-h.al-la~liga..cto_a.la..allgustia ,. dad.o..~
.Eac.:Hüacióo. ~QCÜU. Pata la 1mif.{.n:m.t~.i.~~n- ·1 .a...c.QDfrQntsJ:..Qll.~a. La castración, en tanto remite a una
tos v l"' hr.m""'º d ~t~s~,i;n:s:
·• íil . • ve . ¡., •t..,.e!lfil,QtkmRJJl~_...,
,.,,¡..;,,º,., rle

*
~..,c;J,,, ~~u~wg .. .
'alta imposible de saturar, es el horiwnte sobre el cuaj el eje angus-
8!.!~~~~~;:~.~.~.9 IJ~. ~.S.~
, ., ~~·~!,a.J,?,,.~s~m.~t.~
1 :t.•U~.
.. P."f::
1 . · Q§.,."ll.®r.t:.
~xo.cax:_e""',u.i;u.v,,ei,:$.Q..,µ,~u1~,w¡¡,, y nos pan ea a cues ion
condiciones subjetivas en que esta lógica echa sus raíces.
~d
. e· ~as
1·ª 'a-deseo se despliega.
Múltiples son los recursos para eludir la carencia. ¿No constitu-
yen acaso la represión, el desmentido y la forclusión, como lo ilustra
La problemática del consumo anuda interrogantes que provie- la clínica, intentos vanos de soslayar la falta?
nen de distintos campos refen~nciales, los que remiten a múltiples La insistencia del deseo y su imposibilidad de realización plen<\
determinaciones.
. t,,,..,.,_,,,1_!:..__ 1 •
ilflfi~illtlll''l!.til.
. __ • "~···
l~~:''m·Jill!Ifmmmi!ll:ra;f;m~§&M~~$'
,¡ " ·" ·
~!~·$i~t;Jib'J.é'~I
~.:t~)~t.~· .. ·:' 1' . "'·"·"··"'·"•·""'•'" ' ~· ···'· ' " 1 también se expresan en lo social. Como hemos visto, Freud denomi1
nó a esto Malestar en la Cultura.~"" ·- ..-.. ... .. . .__ _ , __ •-L.·--- ··~~ u..i•h11 1..,,,
ll~""§'
' ...~. l~~ei;iliJi¡;¡,,~e-·
'.~~""':..i.,~;:¡ " • • .,ua~¡¡~ · . les,· ~~.-Mí - . ··.::tl;I,
f·"il~IV'."11'''1 ~li"'''-''' '."~$.'A-f~~···•. ,' "''~"''°'. '·--···
ta'lil.1ij\j'.€IB~'allt§ :a~ '· "· · ~: · · · ~~- ··· . ., ~~~:olii~Mo~ Por un instan-
. . " ·•
·-·· ----~ ... -. - - -................. '-4'-'" Si bien,
'-'VA..l~u1.1.1.u·.
como hemos sugerido·, las discursividades sociales pregnantes en ca- te parece entonces presentificarse una satisfacción que , sin emba.r-
da época atraviesan las subjetividades y las conforman, la construci go, pronto cederá paso a una nueva insistencia deseante, incluida en
ción subj~!iva es altamente compleja y nunca podría ser explicad, la Cadena metonl·m1·ca · ~@~~!1~~*'~ . r.p1;,-.,,rwu,,f,"1tac1;::rl">+•;:i:,;r1:~·aCr.,,;n;;>i"'';;1e,
i~ilh~l~Jtlir.~1'il~~,·~~·~,;,. ..•e ·"c::t«"' ITTlf'""
7i:~::~ '"'"''~·,,;,,,.<:fi<
~*1'lA~~11!ft~·~w·
meramente como réplica de aquello que la cultura ofrece. diV~FS"""-e;¡;m1el?:m'.
-~;~~~~~1.~~~r~~~i41'!~~~)."~. l!>it-J\\cl'J;9,ry ·1.~1>.l,;¡-:"1'P.<;>'é'"''ll'/.;
T.i'1,"'~t-e<>.#c
U.tn.-;;~!~~Q-, "™'~..d_ oll:n))tPtQ · 5:. m ,et,,,,,,,,nhle ,ce •
,,,-.:t,Y-',.. ~-':k · ... .\'. ... a~.\~.'t.;:.Q!J;;~,,~\!kt· .ft

~
Es así que, también en la era del consumo .generalizado, las mo- '"'""P.\O';i>wl;l.;i;ij\'HWd·e:·,~m'h~'PaQt;miici;l m;¡j:t;11;1p,~<>,lll•te
·i,.¡¡"'1~~:V..Jt\l~JP. .t\:Y:f-,.,•;.it't,i~1,i:. ·ti~)~J:t>:r.-~ftª~~~ .
?alid.ades e intensidades de é.s te no serán idénticas en todos los s3- "Ya fue" . "Déme otro". "¿Qué más te compraste?". En esta sutil
etos: las diferencias que median entre el consumo y su exacerbació inagotabilidad, la era del consumo promociona sus objetos, mientras
en el consumismo -verdadera adicción en algunos casos- d quienes seleccionan, eligen y con::. ... ::nen, ejec11fm sin saberlo la ra!··
cuenta de la distancia posible entre las propuestas sociales y su in dical divergencia entre necesidad y deseo: nn consumimos lo que ne ·
corporación diferencial por parte de los sujetos. 137 cesitarnos sino aquello que -como bien sa'uen los publicitarios- e
Desde esta perspectiva. interrogaremos a continuación las 1"31- . señuelo para un deseo que relanzará la búsqueda a partir Je cad
..,,, ..,,.h,."' "'··'.h 'P. U.>.r.a.o.. d .¡.,.,,."»•t;Tt5l1,l~_,,..,.,..,_'A"l!r.l>J!m;~«ll1¡;¡¡'1;"1l~.\\1'41"."'.J.,,;i,!i>'i.'""~~IY,.¿¡t\l>'.l!~O;';íf,'«I!<
~~~~]l\~ .'

.......-~fftl!jitlOS"l'.i'i1~~'"f-l!l'lllWd!ta:t>tlf!olllt
· °'

satisfacción fallida.
~J ..,,..-,..,..;u¡¡,:¡:t¡.ft~,~
1e1fi1B'iiUf'~011~.tüJ:@(9il:il: ~~~-~~.:.wA.~r.i.?l"lW.'jpi<.s~;sw.¡;¡•
wm1'N.~~~1,"'h'l~uaa-mtia~lM· f.;'1'<1:a;,.
11J:l(pA'il'.U_~~-Fí.:~' . ~1;551 ·· "En verdad no era esto". "Quiero aquél otro". "Déme el de más
i•ái';;l¡l'!'i\m"'b¡i;¡~w,fl!'Jiv.1ilOOS1,1r,ra,j,c;:.
. i¡n,<>.--- .
allá, el último modelo". ~a:Ji!iiiflfs6íiiW~1011d.e§.1t'M1~:1~~enQ~?Hifl~­
Bi.!();Yifüi:~~<leitas!il}1GSi:tiiliél-a'.t1e&ff:Q~T<Si:WeG'i0'i.í11~la~0@íe'füi~:Res~tfü:fuce
ct;a;nnu,1~aetda;m~~'©'~>'.M;l'~c,.,~;¡¡¡;;;:t'lw;:u'f.ríllilt11 F.c;tp s:óJ.l<'.l!)ft:§!~/t'tteat.a;bte:tco-
Consumo y Subjetividad
1l}'SiJ~•ani!Jllai~mn1eE-.- ------- - __
gaj\0!.'rlia:~v.ilFl'OOil~~Jiit.Fm:n;aí~'leI~~Ft§\lfm'.i!§mi~aál1lftélft~fi©:se'1gryl)'fie~~
"Déme dos". "¿Qué te falta, hija, no te dimos todo, acaso? ¿T~ !~~Y~'ese~jM1iJgfill~¡\'fsmu~r!íi.m'IDííF1-al!:.€.iiiialllie~.iiS\\iijceto~*'má~i\C!taeiiet.e:gt¡¡
46 47

''· .
al margen de la regulación actual de la cultura- se desliza, hoy, en
ocasiones, a la categóría de nuevo objeto de consumo. i:ir, Este aspec-
to constituye, como habremos de retomar en nuestro último capitu-
lo, tal vez uno de los mayores riesgos por los que transitan hoy nues-

. 1 ~-~~~M"á'~~astta­
Miiª tra teoría y nuestra práctica: quedar incluidas en una lógica del con-
sumo que podría diluirlas a través de la banalización, forma resis-
ma En el consumismo, c-.omo adicción socialmente promovida, y en tencial' contemporánea en reladón a la apuesta freudiana.
el · · · · l~ón, aquello que obedece >-·
a una cierta lógica social se encarna en los sujetos; quienes, bajo el . ';1
señuelo del deseo responden, obedientes, a la demanda social.
tlt Punto éste de intersección entre cultura y subjetividad, que da
( cuenta de algunas de las modalidades bajo las cuales3B~\::Ji1ª.w~Q.C::a
. iO~OllSlillliffl1il«~tl1ím'IXNíá:S~'.ip,©r
\1 1cU1111~~'ta'l"'S@ft~e~W-ff• como he~
mos sugerido, del deseo, esta lógica opcional y flexible permite ilu-
sionar una libre elección, disimulando sus imperativos básicos. 135
Como en aquel conocido cuento de Cortázar, los sujetos, atra-
pados en los carriles del consumo, se reconocen y se nombran a tra-
vés de sus objetos. "... Taunus les ordenó a gritos que volvieran a sus
coches". "... De todos modos podia contar con Porsche". "... Estirando
el brazo izquierdo. el 404. buscó la mano de Dauphine, rozó apenast.
la punta de sus dedos ... " 3\ Objetalización de los sujetos, quienes
queuan así reducidos a la vacuidad e inocuidad de un producto má
o menos lujoso ofrecido al consumo. ·
Si en cualquier época los ideales sociales üenden, en su encar-
nadura absoluta, a la abolición de la palabra singular, en la nuestra,
la adhesión acriUca a los actuales modos de organización social pa-
rece pasar centralmente por el universo de la,satl..u;;ac.iótl~stw~'í·

l
No desconocemos que ninguu sujeto escapa a las legalidades
culturales del tiempo que habita. Sabemus, también, que en cual-
quier época habrá quienes queden incondicionalmente adheridos
idearto cultural; en tanto otros ~ujetos podrán posicionarse en un
· 'apropiación interrogativa de la propuesta del contexto. en una rela '

~
va y si.empre frág.il posibilidad de singularización. No asig.namos~
d-<}l"<
or ende, mayor importancia a cuáles sean los objetos consumidos:
egún hernos visto, es posible hoy consumir no sólo mercancías, si-
o también imágenes, educación, ocio, candidatos políticos o infor- '~~
ación. Consideramos relevante, en cambio, el posicionamiento
subjetivo frente a las propuestas de la cultura.
También ei psicoanálisis -que, como es obvfo, no puede quedar
49
48

. '\ ..
CAPÍTULO III

Ideología y alienación en la cultura actual

y~'
i '<'n\'0-c\ o sv\o~~n ve
En un período histórico que se mira a sí mismo desde una pers-
pectiva temünal, proponiendo Ja inexister:icia de ideales e ideologías.
"l. ¿deberíamos referirnos también a una post alienación? ¿Implicará Ja
tan promovida caida de Jos ideales el final de las alienaciones carac-
lerísUcas de Ja modernidad? Y, en la! caso. ¿significaría además el
ingreso en un período histórico más allá del conflicto?
En relación con estas cuestiones, hemos seleccionado un párra-
fo del tan difundido trabajo de Francis Fukuyama, destacado repre-
sentante del neoliberalismo conservador. titulado. " ¿El fin de la his-
toria? " (*) Sus palabras expresan con elocuencia algunas concepcio-
nes predominantes en el momento actual:
"Quizá estamos siendo testigos no sólo del fin de Ja Guerra Fría.
o del pasaje de un período particular de Ja historia de post guerra,
sino del fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la his-
toria ideológica de la humanidad y la universalización de Ja democra-
cia liberal occidental como la forma final de gobierno humano. Esto
no quiere decir que ya no habrá más acontecimientos para llenar las
páginas de Asuntos Extranjeros de los anuarios de relaciones inter-
nacionales, porque la victoria del liberalismo ha ocunido principal-
mente en el reino de las ideas o las conciencias y es aún incompleta
en el mundo real o material. Pero hay poderosas razones para creer
que este ideal será el que gobierne el mundo material en el largo pla-
zo."
Pensamos que estas afirmaciones, que parecen desmentir Ja
existencia de ideologías y de Ja historia misma, fomrnn parte a su vez

(•) f. Fukuyama publicó por primera vez "" <.rliculo '"¿El fin de la historia? "
en la revista norteamericana The National Inlerest. en 1989. Fukuyama era en ese
momento director delegado del cuerpo de planeamiento de política del departamen-
to de los Estados Unidos y ex analista de la RAND CORPORATION.

51

'
dt• 11u
dl111·1u m1 111 nrcnclo por las ideologías pregnantes en el período
ldtml. Pnrit füudarnentar nuestras consideraciones sobre el tema, :~~ "".":.,-- - tintos autores y corrientes teóricas, a partir de su invención hace
h1u·cmos 1m rccorrJdo por la problemática de la dimensión ideológi- más de un siglo por Destutt de Tracy. El marxismo, en particular, le
ca de la cultura . .A. nallzaremos luego el tema de la alienación y las dio tan fuerte pregnancia dentro de su teoría que numerosos auto-
mitologías predominantes en el mundo de hoy.
res -Foucault, entre ellos- explícitamente han prefertdo soslayar la
utilización de este término reemplazándolo por otros.
·.':i;

ACERCA DE LO IDEOLÓGICO \c.,'.: En nuestro texlo nos refertmos a lo ideológico, fundamental-


;!( .
mente, en tanto discurso en el que lo social ha dejado sus huellas.
Desde una perspectiva que lo sitúa, por lo tanto. como inherente a
Quienes hoy día enuncian con certera con\icción nuestro ingre-
so a una era supuestainent~ caracteii?..ada por el final de las ideolo-
cualquier discursividad social. -no existe posibilidad de discurso
por fuera de estas marcas-- la consideración de lo ideológico no~
gías, se refieren a menudo a las discurslvidades totali7.antc::; propias ofrece un punto de articulación entre lo subjetivo. lo vincular y lo so\
de la era moderna. Sin duda, y tal como hemos sugerido en nuestrj cial. útil para nuestras indagaciones.
apartado sobre Ja posmodernidad, las creencias sociales totalizado Por lo pronto. SkJ.:1.9.º-.Propio de todo_cii§<::urso GYIJµral.Joicieol9+ ..
ras que consutuyeron los andamiajes discursivos de la modernidad, gico cgh~~iºI1ª-ªJos sujetosyes uno de los soportes del lazo social¡
han caducado. Un ciertó desencanto ha sucedido a las exhauslivida- NOes enlon~~~ P?:Siblt: de desaparecer ~~--~~_l_ucl, _c.l~_g:i9_diJi<::_fü;i9.1Jt;S.
des del imaginario social precedente y, por lo tanto, también un fuer- s'bcióculfurales. Situadó: :asr;· enüñiCdfrnensión _coexlensiva al lazo
le descrédito con respecto al universo de las utopías sociales o los social mismo, . cumple una función de sostén imprescindible en el
ideales proyectados a largo plazo.
p{ano ·de 19 si.ibjetivo y a niv~l. sqciaL __Qe estas consideraciones se
· ¿Implica esta tendencia a lo fragmentario y a lo efimero real- desprende. ya, nuestro desacuerdo con cualquier pretensión de ha-
mente el final de toda ideología? No lo consideramos así, y, por el ber anibado a un más allá de las ideologías o de la histolia.
contrano, pensamos que nos hallamos hoy bajo el reinado de otras Pero avancemos un paso más. Si bien lo ideológico es inheren-
ideologías, muy diversas en sus contenidos y modalidades, aunque te a cualquier enunciado social, en ciertas discursividades cobra una
no por eJlo menos eficaces que las anteriormente vigentes.
pregnancia tal que esto nos autortza a referimos a ellas como dis-
Estas nuevas ideologías, emergentes en la posmodernidad, se ~Q.ld.e,Q,,lQgi,Go propiamente dicho. Nos internaremos. por lo tañlü,
hallan profundamente entrelazadas con el auge actual de la econo- en esta úllima concepción. teniendo en cuenta que se trata de una
mía de mercado, propia del neoliberaJismo conservador en vigencia. tendencia presente, en mayor o menor medida. en todo di~cur.s..o..
Si bien en este texto no es nuestro objetlvo formular apro.ximaciones

~
Definiremos entonces a Jo ideológico como a una cierta modali-
sociológicas o económicas. no podemos dejar de mencionar el asen- ad del discurso, en la que éste se presenta como absoluto, oculta
tamiento materia] de las discursiVidades ideológicas en boga, indiso- as condiciones de producción en que se halla sustentado, y promue-
ciables -{;Orno en cualquier época- del campo· socioeconómico e
histórico. e un efecto de creencia. Siguiendo en este aspecto 1ormulaciones de
...f:JJ.s,eo.~:V.-er,ónl!~.diremos que no se trata, meramente, de determina-
Efectuada esta salvedad, nos acercaremos brevemente a nues- dos contenidos que pudiéramos calificar de ideológicos, sino de ruJ..:,
tra concepción de lo ideológico. Fundamentaremos su carácter es-
~IB§.lJlQdaJidades..enl¡¡,~tI}~Ci~ción.
tructural, y por ende su imposibilidad de anulación bajo cualquier !..o ideológico puede, pó71oT'áñto, investir cualquier materta sig~
configuración sociohistónca. Perspectiva que, por lo tanto. considera nificante -verbal y no verbal- promoviendo en LanLu cnunciació
el supuesto arribo al "fin de las ideologías" o de la histolia apenas co- un efecto de verosimilitud análogo a la naturalidad con que creemos
mo un nuevo nombre que adopta hoy la pregnancia de lo ideológico. reconocernos cuando observamos nuestra imagen en el espejo y su-
El término ideología ha sido utilizado de modo diverso por dis- ponemos, así, saber quienes somos.
52 La dimensión ideológica impregna, entonces, al discurso de ese

53

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·. . • • 1 - • ,, ' •


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• ~- . .- . §z:
.• su. .d
1
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.~: :1
~aré.cter de racionalidad y niUdezt en los enunciados que le oto[:gaJ,.,,,,
apariencia de simple testimonio de una verdad supuestamente im
presa en la realidad empírica. Dimensión de lo ahistórica y de lo au
toevidente, naturaliza sus enunciados y oculta su genealogía. Por 1
que el discurso ideológico es básicamente afirmativo, no dando lug
a la negatividad o a la interrogación, dimensiones de la falta a nivel 1 ~' 1
discursivo. ~~
. . Recordemos a Fukuyama: "... esto es cl punto final de la histo- :•t:r
ria Ideológica de la humanidad y la universalización de la demacra-
cía liberal occidental como la forma final de gobierno humano".
·'· 11
1
. Al pretender objetivi·d·· ª ·d y univ.ocidad, el..dis..c.w:so..a~pr:edcmünio \
,idenló.gi.c.o..es un Q!;.G.!.lf.s.9...fil.r¡._§).ij,ci;.Q,}J ocultar las condiciones de su •/ J}a!íl~Ji6il.is-~~d,1¡ude~$~k\il1;9,¡ ,Q_ .ti¡da.l(l:tiinmn-siámí~N>logreai. es, sobre
·41.0gl(;;a;"'~l'l'O: -OU.V' .,_. ...... - - -

propio engendramiento, es un discurso sin memoria, y en el cual el lodo, la ilusión de un ~n©iia'©.011i<Ol'l'lfl.ip0keNteY~t!litalft1~tieñO!\'tl~n


. futuro parece despojado de imprevi.sibilidad. .sa,b.@w(11116~\lll!IW@F0."8Fl@@Bi~4l<©€l©Sd@s~s'etlÜU!@S~I!Js~SGl~B~!J~
·" ... pero hay poderosas raiones para creer que este ideal será el\ -g~-a'l!l<t.~el'ig~ñorá"ttB"e'i.'ññfóftar; puede encarnarse en un sistema de
que gobierne el mundo mateiial en el largo plazo". ideas. en un texto, en determinadas representaciones sociales o en
Si el lenguaje, por definición, es ausencia y en tanto tal. desli- el imaginario social compartido cuando se pretende soslayar la in-
. zamlento permanente, la dimensión ideológica pretende conjurar la
amenaza de la incertidumbre de la palabra a través de la cristaliza- Lugar de lo absoluto: ¿no evoca esto. acaso. ese•+\!lga;~fil;eJ.§1«d:®
complelud.
ción de sentidos, en una i!:!lposible pretensión de coincidencia de la
•rtf@ll'gi'.5é'~'•ntffittiifürque
Freud denominaraAlSen:tiimitilit~~~
y
que describiera como u~orf~~?~lil'Wii~ª'1.QO­
palabra consigo misma y con aquello que se denomina realidad. 13~
S~i1~1$iít!l:~©itlgi~ue'~~W'3mel'Tt~'ff~~if~<i{in"1*~1:"5ff5fi\1~l~O­
~
. No se trata. por lo tanto, de contenidos más falsos o más verda-
ros; sino de un posicionamiento en la enunciación referido, sobre ..} ~~'C"@fi'l.Tm~étB~1~n~~m'i'fil'"Iitfütl7ália~11~1'a"'Vl~i'ffeftte ¡f,'
do, al plano de la falta en relación al saber. ~s6~J~~
tti'ft'l;,: a11 Sl'l't"''""'~~~aU!&:ll<taf~ol
mor11áfei.ia:~ehnar'i0i.Sis~:ai!J: 1~6J!ld~swsp@l11fsién~~t©cl~~s&0 ·~
~~~~~tüiíili!Uííi~~IWdí~~íifil;~&.:'~~iiJ.i8nlj¡.~¡~ .ttem1'lll1Bíiln~~~iWD_.WJ~:;
Si bien el hecho mismo de l~alal;)r.a,Jml<aihd&"l&'~es:H3}~l·i:cl'ac0""€i'tl
I~ m~l lüad ~ifbrntt . &ilaimiismRta~~n­
~.~1!1;

;t@"' .g0@ewiil> i<m:i:l>e<d°e"COnsideramos que, en tanto el "tlI'~ffl's~&'Si:el'i1·pa·. .
f:liG,l.Q. la dimensión ideológica es aquella véi'Uente discursiv
l8'-ff _eMüs St'JT'!~~ \!mma; il Hrttw'K!r'8~'8!l&j~111aila~oo-
en qu e este goce, tan imposible como eficaz. intenta hacerse oír. E .
así qu e la creencia ideológica. anulando la diferencia y la singul ari-
¿Por qué fascina lo ideológico? ¿Cuáles son las raices subjetivas dad del deseo, proporciona goce: y es. en última ins tancia, .e¡¡.@.@Jia(i)i;a..
que dan cuenta de su efectividad? Freud, hacia 1927, sentaba tal vez
las bases para una teorización al respecto, al localizar la eficacia d~ @l.'l"":l·~.F<ffl's~tr~l'1Fdré~tr1i~füit.
Hemos definido al discurso ideológico como a un discurso sin
las representaciones religiosas en la añoranza de un padre no cas-\ memoria; discurso pretendidamente atemporal, que oculta las deter-
lrado."1 minaciones que lo han constituido. Como psicoanalistas sabemos
El psicoanálisis nos enseña que los su_j e ~os humanos eslamo1 que r ecuerdo y olvido son dos resultados posibles de toda operación
inexorablemente sujetados a una falla estructural, condición de re mnémica. Sabemos. también, -en esto, en parte, consiste la cura-
prf'sión, desmentido o forclusión. El amplio espectro de la psicopa que recobrar trozos del pasado. darles un sentido. establecer nexos
lología individual, al igual que el psicoanálisis de lo vin<:'ular, lo ins-
55
54

..'l,

. ~ ...
causales. son funciones necesarias para el Yo,. .l'/Q. 9ay elaboración\
sin memoria. La posibilidad de simbolizar y de resignificar nuestra
,.,
'{~tl~·
ejercidas en nombre de las obediencias debidas de tumo dan cuen-
ta de aspectos de esta articulación.
histori.a y sus condiciones de posibilidad nos abre a la subjetivación ti Esto no significa, por cierto, que nuestro destino inexorable sea
de nuestra propia experiencia y nos permite singularizarnos en la sumisión gozante al absoluto ideológico. Si ésta evoca un posicio-
nuestra continuidad y en nuestras diferencias con nosotros mismos namiento tlil:alleiSis.i:a<Jligado a las vertientes tanáticas del Yo-Ideal, son
en el devenir del tiempo. posibles, t?.mbién, desujeciones parciales a las exhaustividades ideo-
También a nivel social, la memoria o la amnesia son dos desti-
}:;i lógicas. En este sentido, la posición subjetiva puede virar hacia fun-
\~
nos posibles de la elaboración de las experiencias coleclivas. Interro- .'f(, ci.onamientos más acordes ál Ideál del Yo, en su carácter abierto y
gar los discursos sociales en sus condiciones de posibilidad, re-his~ relativizador. ·
torizarlos, dar cuenta de las determinaciones de sus enunciados Hemos at?ordado lo ideológico en tanto discursividad cultural y
nos permite situar a la historia como lugar y objeto de experiencia como posicionamiento subjetivo. Ambas vertientes, necesarias para
dar sentido a enunciados que, de otro modo, estamos condenados · ; i"-·
,,.,, una conceptualización de lo ideológico, se articulan en forma indiso-
repetir. ciable. A la vez. hemos aludido a dos modalidades posibles de ads-
Pero el psicoanálisis también ha dado cuenta de la relación en- cripción a lo ideológico, caracterizadas 'por la apertura y el cierre.
tre lem. .poralidad y castración. La temporalidad está profundamente¡ Debemos, todavía, agregar que consideramos a la dimensió1
ligada a la aceptación de lo faltan te; en última instancia, de la muer- ideológica no sólo como inevitablemente .impresa en el transcurri
te. La dimensión ideológica, congelando al discurso en el tiempo, la- humano y cultural; sino además, corno soporte subjetivo y social.
pona la pérdida intrínseca al plano de lo temporal en una eterniza- posibilitador de un lazo colectivo que seria imposible sin las garan
ción del discurso ligada al goce de una fusión sin límites, océano tías otorgadas por las creencias compartidas. los ideales vigentes 1
mortífero de acceso a un supuesto paraíso jamás perdido. los momentos de fusión ;ilrededor de los imaginarios colectivos.

~
. Los seres humanos somos sujetos ideológicos, pi oclives a la se- A partir del rodeo que hemos efectuado, consideramos que
ucción de discursos que nos fascinan en una operatoria que toca nuestra époc.a. bajo enunciados ciertamente diferentes a los de pe-
os resortes del 1~--de la idealización y del goce. El discurstj ríodos anteriorPs, nos indica, bajo el viejo señuelo de la naturalidad.
ideológico. de un modo incestuoso y endogámico, provee, al decir d~ nuevas propuestas ideológicas; a la vez que propone otros ideales.
Finkielkraut41 , el calor materno del prejuicio y los preceptos mayonf reforrnulando algunos propios de períodos anteriores. Nuestro posi-
l~os. Lo cual, en un extremo, desemboca con facilidad en forma~ cionamiento singular frente a la actual propuesta de la cultura irn-
1~1I1enos visibles de violencia; las que, en aras de la afirmació~ plic<lr~ una adscripción más o menos cercana a los funcionamientos
1~~ niegan cualquier vestigio de alteridad. m · ~dfil$.,trá'5'1 predominio de Yo-Ideal, o bien más abierta y reiaUviza-
En "Un mundo Feliz" Aldous Huxley nos recuerda que "... un duld., cercana al Ideal del Yo.
Estado totalitario realmente eficaz sería aquél en el cual los jefes po-
líticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gober-
nar una población · de esclavos. sobre los cuales no fuese necesario LA CUESTIÓN DE LOS IDEALES
ejercer coerción alguna por cuanto amarian su servidumbre".
Tal vez justamente el fenómPno social del totalitarismo, en su Hemos definido la posición ideológica corno la sujeción, ignora-
· necesaria justificación ideológica ejemplifique, bajo un modo extre- da. a la idea, al ideal y al ídolo. La ideología, por tanto, incluye la di-\
1110, la articulación entre poder, creencj::t y goce. Cualquier régime1~ mensión de los ideales. aun cuando no sea reductible a ella. uos-~
c?n pretensión totalitaria debe asentarse en discursividades ideoló~ . -.ia~.~u.~,u;-ª~hl~~~ml!iki~lógio.a';l lsoa,J.nG.-eDPo- \
g1cas que aniden en el goce a la sujeción a una gran maquinaria., de. roa~@g;i;a\llllW~1!1'0j~tiv:0"eI'l-r.eS''tr~"ª~elll<l·aa*>kl.,GQUJ,ªs,..dJ,m,msio~~ \1
la cual los sujetos serían meros engranajes; las ·violencias múltiples , c~h~~Yi@!l!'lde~~a~l"'1'd'eW""fi'el""~~'tY'i.~ñ'i'éra"'fte~s'fíi'S"'v~tf'mtes
56 57

,_
·~.·

. '\..
· .
Al respecto plantea Roberto Follari43 que " ... lo posmodemo
~·-•'**'*!wlv....U~qw~¡ga vP.1•~·eepeeu1~sta.. nunca podría darse entre nosotros en estado puro, no puede incor-· . . . . , ..·~
,, ~·~,.:\' \.~ ! , ·~·

~g~e¡~,e~laet0l'l'ldeseant~fre­ pararse sin modulaciones, porque no nos tocan las situaciones so-:
~tt~I'n1m~SfjlT~'~a~a ciales que lo han originado. No estamos en el paraíso fatuo del con~
.afa;i.!11.JJ.i¡n:;i~..,,...,.¡...,,.,.,....,.~no.'-:t--.,.,.
~---"l"'-p10.
· sumo inútil, no hemos llegado a hartamos de los excesos de la pro-l
Si bien es cierto que en todas las épocas los ideal~Q!!!QYid~s ductividad y el industrialismo, no se nos ha perdido la naturaleza ni
12.oi:J~. ·c:ufüira 1mP.~fil@I~~- ~~@~,tfrfdªct~§j' Tó"á vlñ~los, hay mo- la automatización ha encerrado todas nuestras rutinas·. Pero agre¡
_..J!lentos:.:y-lUgares .en-que-eh:onJunro-deIOS'1dea:les es más resH'i · - :,,. ga: "sin embargo; habitamos grandes metrópolis_ donde el smog y la
voy adoQl<!..~-ª!"-ª=~~:r:.!.9.taji7,ar:¡t~. hª~ta llegar a... aparecer C!omo si for- impersonalidad son omnipresentes ..... ; contamos con la informática
mase parte de una supuesta nalurale7.a humana. Lós Ideales devie- operando en la producción y la administración .... ; receptamos las
--nen,· erilóncés;eiraoso1UTofricüeslioiialjle~· r.::ígados en tal ~aso a las comunicaciones por satélite, vivimos la imposición de\ Yideo". Y. más
.. tertienles e · I t'ta''nadel Yo Ideal, unifican y homogeinizan a los su- adelante: ~no queremos decir que se eslé afectado igualmente, ya
elos sociales, a la vez que condenan a la exclusión y marginalidad que la situación socioeconómica estructural en que el fenómeno se
ualquier desestimación de sus enunciados. Así, cuando la· fe cris- sitúa es diferente. lo que ofrece sue.lo para una lectura diferencial.
tiana. en la Edad Media deviene persecución y matanza de herejes; o Pero. a su vez, diríamos lectura diferencial del mismo fenómeno".
los baluartes del nazismo en nuestro siglo, con su destrucción de to- Apoyadas en las anteriores consideraciones, na& adentraremos
do aquello no coincidente con sus creencias e ideales . . en \a descripción de algunos de losJ.Q.~aj.-~li que. según consideramos,
Espíritu potencialmente totalitario del ideal; que engendra, se van imponiendo hoy con creciente celeridad, y cuyo análisis nos
cuando deviene tal, alguna forma de violencia; ésta sólo cede cuan- parece, por lo tanto, oportuno.
do su carácter absoluto se atenúg,, eo oolY.D,<;:l.Q.U.fil!!L~!!J.Q..illiÍ.§.J,;~cc.a:
~-de~..deLYo. En la mayor parle de las sociedades coexislen.I
. . !f·"
:. .V
en una te11:>ión dialéctica, las vertientes más dogmatizantes con lasl a) Los Ideales Ligados al Consumo
menos restrictivas. t :i.J
Parece osado sostener que en esta época, que se postula a sí ~~?amente anclados en lo que ya hemos~''.""~.~ ·
misma sin ideales, también éstos puedan manifestar su vertiente
b~. -· - . · ~~~~
dogmática. Y, no ob~Lante, consideramos que, si bien profundamen-
te heterogéneos a los de la modernidad en algunos de sus conteni- .. • . ', ' ~ -·~-A~t~~-ff~~
. d~~lo..§.Jct~ que se perfilan como p:-opios de la cultura ad~al) , ~n una paradójica-~~j~~ .
pueden en ocasiones adoptar ..carac.te~~~~i;:-,í;J.s. Es justa- quienes terminan por ser consumidos por esta lógica hoy impuesta
. mente porque se nos aparecen bajo la inocencia de lo universalmen-
te válido "per-se", de lo tautológicamente natural, de aquello vivido Bt:e*1'1fS"l'i@it!ai'@s~s~~'ª'~~~!i!:.~fi~fi'0ll'@sm@:cl1;11a;i'Sta~rtt<l11>
como única. ·
~.Jlo-
sin distancia crítica, que los nuevos ideales, producto sin duda so- ,~'"..~te~~~--ó~a~~1\fl~'§'F~de la que ya nos ocupára·
.. . .... . ..
ciohislórico, ejercen su actual eficacia.
No desconocemos el hecho de que los ideales de este fin de siglo
son múltiples y a menudo conlradiclonos, a la vez que conforman
mos.·De este modo. la tendencia a la adquisición ck objetos u otros
,:-
lbienes menos tangibles, se convierte en aspiración cl'ntral y perma
\nente. Esto se ve, sin duda. favorecido por la actividad pub\ici~ari
-
un abanico profundamente entremezclado con los previos. Tampoco
ignoramos que muchos de estos ideales, originarios de los países in-
dustriales avanzados, sufren importantes modificaciones a nivel de
los países no industrializados que los importan, y cohabitan con una
de los medios. que impregna la vida cotidiana e irnl11ee a la renova
ción p~rmanente de objetos efímeros, cuya incorporaeión encarna l 1
realización misma del ideal.
amplísima gama de valores propios de épocas anteriores. 50

58

' .·
1:
·j

Lu Pl'l'1dl t11• Jlgu~ó11 del co11s1~rno con lo lnmedla.to de la satisfac ·¡ parece imbuir el actual espíritu de época. 138 El intento de superar las
pesadas coerciones impuestas por algunos ideales de la modernidad
'Ión, uos J11troctu cé ·C'l o lleno en la temática de la temporalidad. ;':1;
'{1 da lugar a menudo a una levedad que intenta eludir cualquier ries-
b) Los Ideales Ligados al Aquí y Ahora go de apasionamiento y esquiva las profundidades en aras del culto
a la imagen y a la superficie. Esta mayor ligereza atenúa, a la vez, la
obediencia a mandatos sociales y exigencias que tiranizaron al hom-
Profundamente relacionados con la caída de las utopías, del
-~· bre burgués, cargándolo de culpas y responsabilidades.
··. sentido prospectivo de la historta y de la proyectualidad, ]Qs nuevos
En los vínculos, ciertos atrapamientos endogamizantes o ·1~
1.'·~1',.

ideales preconi~ vigmcia de un presente a la vez fugaz yeterño: ~:


·1t:.
" mismo tiempo, se articulañ1ñ1IiñarneñteCOñTa1ogica·~aeicoñsu­
amores que matan", más propios de la modernidad, parecen ir c
diendo paso a una atenuación de los. afectos que a veces deviene su
o, dado que lé! renovación cada vez más vertiginosa de los objetos.

. _"
perficialidad, dando lugar a problemáticas que van desde el aburri-
as imágenes o la información ilustra esta voracidad por lo siempre
ctual, donde la cultura de lo efirnero se liga al descarte de lo pasa- miento hasta las sensaciones de futilidad , ~J.encia.A.Y~.Í.º·
º y a la indiferencia en relación al futuro. Es posible que estas mo- Algunos autores se 1·efieren a este~~d!t.~
dalidades de la temporalidad constituyan una respuesta a otra épo- ----~~1~a.tiilfii~Q.a­
'lil~~~- 1
que se manifestaría
ca que, en aras del futuro, sacrificó el presente. Al superar estas res-
bajolafo.r.madeu. n. ª~
.· UtmH~~~.-~.·~
. · ·. ,,!!~
. ' .§~
. . ... ~a.d.
tricciones previas, los nuevos ideales habilitan para una vida en que¡
el momento sea algo digno de ser vivido y rescatan la posibilidad del
y:~~fM.,l~lSlir~~~~@r~~\\l'~§f@~'1t~i0:.'''f:ñ'
placer, el ocio y la experiencia del día a dia. tre ellas. hasta a la sujeción misma a los ideales actuales, encubier · ·.
ta, bajo el supuesto de una subjetividad que se supone desligada d ·
Cuando se enfatiza el culto de la Inmediatez, esto tiene fuertes
implicanclas en lo subjetivo y en lo vincular; en particular en la dia- lazos y ataduras.
léctica Yo Ideal/Ideal del Yo -corno habremos de desarrollar más Tal vez los ideales del éxito y del pragmatismo a ultranza tan en
adelante- ya que la atenuación de la iitiilfJ!l!B~splf0tjl~~e boga -y a los que nos referiremos más adelante- se inscriban den-
aCee'ar,a la :ílimweiiío ~:~lilBg~: tro de estos ideales de la levedad y de la imagen, donde el irnperali-
~ . .. . ~~Af'§i'a vo de1 ""'-1-,
~·.
.. "· .~.1 ' ..
,,.. . ..,,•.,.,n,,~.-1·~
'"""""'' •r
~ . . ··.d~n,J..a:.•~"'''""'=-';¡1;...,.._.¡.,._.,.,1;..,.,,..,,,,.~i,\¡
l\'.iWGil~~~~~~~º·
En cuanto a la esfera de ·los yinculos, es probable que las ideo-
logías del R.quí y ahora se articulen con fuertes mutaciones en los
ideales relativos a la pareja y a la familia, y aún en las concepciones el) Los Ideales Ligados al Mw1do de la Imagen
vigent.;s acerca de la sexualidad y del amor. Valga como ejemplo la
tasa cada vez más baja de natalidad que se da actualmente en los Sociólogos. semiólogos y analistas políticos parecen coincidir
países centrales avanzados, no ajena a la mencionada dilución del hoy en que el mundo atraviesa una enorme transformación vincula-
da a la ~~mil'~ª' equiparable tal vez a la que traje-
futuro yde la idea de los hijos como una de las sedes posibles de la
trascendencia y del proyecto vital.·En el próximo capítulo ampliare- ra aparejada la invención de la imprenta. Si ésta produjo una verda-
u16s estas cuestiones. dera revoiución a nivel de la cultura, a través de la expansión social
de la lectura; los cambios que ~~eaeiilmmawwn­
t~c!~.~~~~M~~~tíilii~p:-~
e) Los Ideales de la Levedad r~~~~~'1'lii~!li~l!lmil\5!;1Sl1i~~·OS
sl!5~~!@'§~~~-1lLas Fo11ff':IS~Y~1e"15~ión
Una cada vez más soportable levedad del ser y de los vínculos de ésta se hallan, cada vez~,di*-~por e~-~'flff!l
60 61

..,,,
que acompaña la desacralización de las modalidades acartonadas
propias de otras generaciones, el universo deJa i:núsica estridente al
ritmo del video-clip, la escasa importancia otorgada a la transmisión
generacional, aunada a un cierto descrédito de lo que podríamos de-
nominar "experiencia de vida", confonnan un abanico elocuente de
la actual exaltación de Jos valores juveniles.
En otras sociedades, el excesivo apego a la tradición y a una an-
cianidad venerada como sabiduría per-se, promovió el sometimiento
de los jóvenes a las generaciones anteriores, con sus consecut.>.ncias
de coerción y dogmatismo al servicio del mantenimiento del statu-
'!l!UO. La idealizació~ de lo juvenil es acor~e. en cam~io. ('On un ;1 épo-
ta de transformaciones aceleradas. En esta se estimula el cuidado'
de los atributos de Ja juventud y se tiende a prolongar las posibi\ida-~;
des vitales. Al mismo tiempo, el transcurso temporal como tr:insild
inevitable hacia la vejez y la muerte es denegado en la exalléWión d~
una temporalidad detenida.
Esto no significa, necesariamente, un verdadero reconol'imien-
lo para los jóvenes. Pese a la idealización de que éstos son hoy obje-
to ,. el lugar que se les asigna en lo social es deficitario: el desrmpleo,
la falla de oportunidades y la desinvestidura de los proyecto~ y del
futuro en general. dan cuenta de esta problemática. que habremos
de retomar en nuestro apartado sobre la adolescencia.

J) Los Ideales Ligados al Pragmatismo


Ser ante todo pragmático es la consigna que se impone hoy día.
Para estar v~nieote.a.cJ;.ualizado,,..1;.SJ,1e.c~sar.io.sei:..,pr-áB~. 1~0. all
lamente eficiente, y poseer cierta capacidad para la a('ción inmedia
la, atributos lodos al servicio de los ideales sociales del éxito Y ctel di
e) Los Ideales Ligados a la Juventud nero, entretejidos con la lógica del consumo a la que ya he1i1os alu
dicto anteriormente.
Nos hemos refertdo a la impregnación de los ideaies de la ima1 Frente a modalidades propias del apogeo del espíritu burgués,
gen en los cuerpos, Estrechamente ligados a estíJ. lógica imperantcl que postergaban las realizaciones e imponían la planificación Vital.
se promueven hoy valores que preconizan las características juveni~ relegando siempre al futuro logros y placeres, los ideales Je hoy día\
les Lanto en lo estético -el cuerpo casi adolescente- Gomo en la co!- autori.,3.n la realización inmediata y el placer aquí y ahora.
lidianeictad. Cierta ligereza frente a la vida -lo profundo equiparaL En una entrevista publicada hace un tie11ípo, el licenciado Nico-
hle a "ponerse denso"-, la valoración de lo espontáneo e informal lás Casullo, especializado en cuestiones atinentes a la posmoderni-
dad. sugería que el eje de la verdad-falsedad, hasta hace poco vtgen-
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- 1

. '\.

r
~
te. ~e 1111 <Jct:1 plu%ado hacia el •más actual del ~Xito~so. Lo cual¡
parece hallursc ligado a un pragmatismo corto¡)lacista a ultranza, alj @~ª~tw:~~mrá'él6f.t~es~f.úllf~­
servicio de un ext Usmo convertido en valor soberano. . ~~~tlí~~· Según formulaciones . <J.e
Esto posee muy fuertes implicancias para nosotros psicoanalis- ®---~, el &1i1jtt~m-é1emtanl:aW:ón..'i'JU1:uulilm~tli0JJli,(!1JavéW-cf~ll~s
o:¡retíael~~ff,j][etm1llil:es~1~ñ~i©l'it.y1$Tfra't!á~lliln~!i.hasseganda;~0F1-
tas, dado que plantea cuestiones en torno a la temática de la ley, de
la transgresión y de la culpa. En cuanto a la transgresión, nos pre- ;n¡~Witli!lijm~IféllGiaiSJ;lbJetiMai~'''ª11.t:it'It•llem:.1:&~1;§Jngy!f.Yi.&~~JJiSi-
1Die-~ól'Gl!.em~tfo?Kt0~10fíl!ls~~fé'fflfei0l'l<EpFim0F.Gi ~0WllA.iay.
guntamos si uno de los detenninantes de la corrupción, hoy parti-
culcµinente extendida en todo el globo, podria ser esta cultura del f!J~'miltgmtrota:l<te:lusl~i'j'etGrain.~e.tlllaa'l'.8lieRaciómí\'.@©Nstd<ttt-
~JQ@_.f..Qfil_~ -o a ~1ª..de-tGdGS<:, que en parte valida, de modo . iljfl, condición necesaria y propiciatoria para la construcción de un
er humano cuyos andamiajes de sentido se fundan invariablemen-

J
implí.cito, las mo. druiCfades transgresivas. A este respecto, tal vez unr.
de los rasgos más llamativos del fenómeno actual de la conupció · e en el campo del Otro. A lo largo de la vida esta operatoria, aliena-
sea una cierta ·con~~nsualidad con respecto al mismo a nivel de ión-separaclón, continúa reproduciéndose en una insistencia . sin
.imaginario colectivo, un cierto "acostumbramiento"; a punto tal, qu • n.
algunas modalidades transgresivo-perversas pasan casi a formd..i~ ~~f-~f'gfff~desde otra perspectiva, se ha referido a la .al~­
parte .de la llamada normalidad. .0.a<?iélru-!@.©FR0lblll'l\l:Q\<€10"'l@~~GS;¡,;p.GSibffi.8"'de~G!l}"dla"&snSílGOnseoo en-
Sin duda, los ideales que. acabamos de describir forman parte ciasrceW:tifii1.l(f•mt@Ff&.mí:a,w;.á1Ji.~!W•~.9lL~~~LP~U§,~l!1l ~P to y la

~
de una gama más amplia, articulada como hemos visto con las ac- Jiígtl1l~itl. Para esta autora la alienación no esredü'Ct1'81e ~~alti­
tuales discursividades ideológicas, ligadas, en lo económico, al neo- o de Ja psicosis, de la perversión o la neurosis e implica la adhesión
liberalismo conservador. Algunos de los ideales hoy vigentes ya se asiva e incondicional al pensamiento ya pensado por otro -sea és·
fueron gestando en épocas anteriores; muchos constituyen una res- un texto, una persona o una institución-.
puesta a las restricciones producidas por los ideales previos. Así, es ~-~~15,fmi~~im•~~nm~~m.:~!111<9:~sifl)lilri·
rn~ 1 º
3
rl~ -· •.• n;,imJ,\l:!i.l:a1Ulta!ill!.Vin~ll11'a:~~a -
probable que ciertas sujeciones engendradas p.or la modernidad se ,, m

vean hoy liberadas en aras de una mayor ílextbilidad, tolerancia a la taW~4lli': Así, la tendencia a
diversidad o coneXión con el presente. No obstante. como hemos matar el pensamiento, presente al mismo tiempo en dos o m8s suje-
planteado. este afán superador, paradójicamente, genera nuevas su- tos, propendería a la desaparición de todo conflicto y a anular el su-
jeciones concomitantes a la hegemonía de los ideales que se van im- frimiento que conlleva el pensamiento singular. De esta manera, la
poniendo en nuestro presente., álffitf&ril~«@ñ~~l~plIDJDii't'lper.rs1ü!nii'.el!li0_;-s1~·~·aJ.iati~~i.~W.iiJ~i;~t'l'e~ñ'es­
En estrecha relación con dicha hegemonía; se perfilan las nue- \fia't!l~~i!í5ml que, si bien ~~J'étm.'~a~slaj,e~lll~f>'t~s~FV~al!'ffff§mo
vas características que adopta hoy la alienación, a las que habremos ~Wnflli>!i.dcll!'.doleirr.fdexlai.«liiferefrci~~"Ol~~~.1a1Esta situación, a me-
de referirnos a continuación. nudo claramente detectable por un observador ex1erno, permanece
no obstante desconocida por los participantes; es decir, "'!:l'.l'l~a<(!l~ y
ta1.ier:rard~()'t'~a'15'~~m@!lll©9@stmi. .
FORMAS ACTUALES DE ALIENACIÓN Se trata de una tendencia universal que se manifiesta en distin-
ta medida y da cuenta de ciertas modalidades vinculares, a la par
Consideramos a la alien.IDfuL.c.umo..uria.ronEliGión.. estrueb:tral, que ilustra modos de ligazón del sujeto a las instituciones y a la cul-
tanto si la enfocamos de<>de la cultura como rli>c:;de una mirada pues- tura en general.
ta en la subjetividad. Tan irreductible como el malestar propio de la Desde este punto de vista, la temática de la alienación nos in te-
cultura admite a su vez diversos revestimientos, siendo inherente al - resa en particular; dado que, según pensamos, ella constituye una
lazo social. dimensión de la vida humana en la cultura y es una de las formas
posibles que adopta, con diferentes contenidos y gradaciones, el Ja-
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. '
·. ..
:i:o l.iOdal. Ln 11 lt t'llllefó11 cu dlsrymsos que dan cuenta del mundo y
Ay! Utopía.
sus c uc ~ Uoncs , por Jo lanto, excede la singulartdad y es una vertien-
~$ cabalgadí.lra
te en algún grado Ineludible del ser humano; el que por tanto, es que nos vuelve gigantes en miniatura
f "allenus", o sea, "el que no se pertenece". · ·
Ay/ Utopía
En relación con esto y en cuanto reconocemos a la alienación dulce como el pan nuestro
como condición estructural, hemos de dar cuenta de las configura-
de carla día.
ciones que ella adopta en este fin de siglo, las que sin duda contras-
tan con aquéllas propias de la modernidad.
,,
.··~~ . ......... .
Ay! Utopía
En dicho período histórtco se desarrollaron utopías que impreg-
naron la vida· de la época. La palabra utopía fue utilizada por Tomás incorregible
que no liene bastante con lo posible
Moro en su obra "Sobre el Estado Optimo y sobre la desconocida is-
la Utopía'', de 1516. Esta obra fue escrtta en el período posterior al Ay! Utopíá
que levanta huracanes
Descubrimiento de América, que marcó el nacimiento de una nueva
etapa histórica en la c11al coinciden el Renacimiento Europeo y la de rebeldía . .
aventura de la colonización de un "Nuevo Mundo". La Isla de Tomás JoAN MANUEL SEHRAT.
Moro posee virtudes ligadas al desarrollo de fuertes lazos comunita-
rios; se destacan el desprecio por el dinero, el valor del trabajo y ~
sostén de las normas éticas. Utopía, del griego u-topos, "no lugar" Y dice García Márquez, en sus diálogos con Nahuel Maciel"':
alude a una organización social perfecta, espacio de realización inal
canzable. Refiere también a un proyecto futuro equivalente a un ;'. .. el ser mismo de la Utopía es considerado como una esperan-
fantasía que no podría llegar a concretarse.
No obstante, la modernidad diluyó de la utopía el matiz de im- za ... "
"N.M.: -¿En qué consistiria la fecundidad de la ulopía?
posibilidad y el sueño devino meta proyectada al tiempo futuro, con G.G.M.: -Consistiría en su capacidad de abrir posibilidades. Si
caracteres de ideal. Así. la línea de demarcación entre los sistemas ser hombre significa tener Utopía, Ja función utópica parece inheren-
utópicos y las temias político-sociales se hace dificilmente discerni-
ble. La utopía consutuyó entonces para el hombre político de la mof te a Ja condición humana."
dernidad un verdadero proyeclo vital; ella propu~o otro tiempo posil El siglo XX enuncia, ademá:;, otros modos de concepción del fu-
ble y dio así significación a Ja vida, al orientar el posicionamiento del turo que difieren de la mítica descripta. Así, Aldous Huxley escribió
· hombre en el mundo. La figura de la utopía no es sin embargo pri- '' Un mundo feliz" y Orwell publicó" 1984'', obras que muestran, en-
vativa del hombre moderno. Desde la más remola antigüedad, las tre otras expresiones destacables de la ciencia ficción, una concep-
creencias religiosas y las revueltas sociales muestran sus huellas, ción del futuro muy diferente del optimismo social. Presentan u~
expresi(m de la tendencia humana a proyectarse en un futuro para- porvenir signado por Ja máquina. el totalitarismo y la deshumaniza
. disiaco. Para el hombre moderno, éste debía concretarse a largo o ción; se modifica de este modo Ja proyección prospec tiva de la ulo
mediano plazo pero en este mundo, lo que marca una diferencia
· esencial Cvl1 el homure del medioevo, 4ue ubicó dicho Paraíso t:u un pía, que deviene pesimismo.
El hombre de la época se alienó en las utopías, cantadas o cri-
más allá no terrenal.
ticadas, caducas o perennes. Por otra parte. alguna de ellas adqui-
¿¡ futuro para algunos comienza a toi'narse ominoso mientras rieron en momentos crílicos, un corle totalitario , un autoritarismo
los poetas cantan aún a la utopía social, como lo hacen todavía hoy implacable que, en algunos casos, implicó la acción casi pura de la
BenedelU, Serrato García Márquez.
pulsión de muerte . La guerra. los ataques nucleares, la carrera ar-

JI! 66 67

> "\ ,
0íewq0ease"eftl'8Ea~0~ijiim:0~onl!Citlllla~fflicl;i..1il@-s~líl.tidei..el lla-
mamentista, el fracaso de algunos regímenes considerados utópicos :mado "sentido de la vida" se desustancializa a la par que la continui-
y la violencia y represión ligadas a las luchas sociales -como lapa-
dad histórica se diluye en un presente eterno y fugaz. Al diluirse e~
decida ·en nuestro país en el periodo 1976-83- parecen dar por tie-
sentido prospectivo de la existencia personal, se instala un "corto){)
rra con piedras angulares de Ja mentalidad moderna.
placismo" de proyectos, generalmente ligados al consumo de objetos
La posmodernidad impugnará en su desencanto las ideologías Por su parte, G. Vattimo destaca como rasgo peculiar de la pos-
previas, al promover el rescate de las parcialidades y la multiplicidad modernidad, el final de la historia concebida como proceso unitario,
de sentidos, más allá de los discursos totalizantes y unívocos. En re- es decir, ordenada alrededor de un centro único --el año O del naci-
lación con esto, autores que se ocupan de la posmodernidad desig· miento de Cristo, por ejemplo-. Historia de los pueblos de la zona
nan a la caída de ideales y utopías como momento de desalienación "central": el Occidente, lugar de la civilización por fuera del cual que-
y libertad.
darían los pueblos "primitivos" o "en vías de desarrollo". La filosofía
"Una posmodernidad que se realizara como forma de raéionali- del siglo XIX y XX ha mostrado el carácter ideológico de tal concep-
dad social más ligera, menos lóbregamente dominada por el realis-
mo de la razón calculadora y de la ascética capitalista, burocrát;ica o . ción de la historia.
Al mismo tiempo, el filósofo italiano señala que la crisis de la
revolucionaria-leninista, propone una utopía digna del máximo ·res-
idea de historia unitaria entraña la de la idea de progreso; éste se
peto, y capaz quizá de estimular también nuestro empeño ético-po-
lítico," dice Gianni Vattimo! 43 concibe sólo asumiendo como crtterto un determinado ic;leal de hom-
bre que fue el hombre europeo moderno. Vattimo reinvindica la caí-
Frente a la decepción en cuanto a la racionalidad y el carácter
progresivo de la utopía -habida cuenta de las catástrofes sociales da de estas ideas pues cree -y quizá sea ésta su propia utopía- que
de la época- el hombre inicia un viraje en busca de nuevos valores se abren así posibilidades a la emancipación humana.
"El ideal europeo de humanidad se ha ido develando como un
y objetivos vitales. Se aleja al mismo tiempo de. concepciones e idea-
ideal más entre otros, no necesariamente peores, que no puede, sin
les que devir:.ieron en ocasiones formas extremas de alienación, o
trajeron aparejadas muerte y pesadumbre. En ese camino, deja de violencia, pretender erigirse en la verdadera esencia del hombre, de
lado la dimensión del proyecto, tan ligada a la utopía, se sacude pe- lodo hombre. "1n
,.,t.¡ sados lazos y genera, a la vez, nuevas problemáticas.
Si el sujeto de la modernidad se hallaba con frecuencia apresa-
C) do en redes discursivas unívocas y cristalizadas~-~~~~o­
La dimensión de proyecto, implicada en la ilusión solidaria Y ei· ~~~~~-· también en relación con cierta di-
~ la utopía científica, dio sentido a la vida del hombre moderno. El de
sencanto del mundo y la caída de la dimen<:ión proyectual produce lución de la interioridad que se extertoriza en un "no hay nada que
entonces un vacío con el cual se enfrenta agudamcr1.te la condició decir". En su universo la conversación cede paso a la imagen y a la
posmodern::i Este vacío, que a menudo cobra la forma de la indife sonoridad, en tanto la palabra pierde relevancia como resorte de la
rencia, conlleva a veces la imposibilidad de sentir. con profundidad. subjetividad y el pensamiento.
El espíritu de época propugna una vida confortable, serena y menos La indiferencia parece tocar también otros aspectos: la afectivi-
sufriente, logros éstos del hombre actual. dad se neutraliza en una levedad apenas tibia en que el mundo y los
· La búsqueda moderna de la plenitud y del sentido cede paso a olfOS son parcialmente desinvestidos. ~"@~.-@-i'f!1ilmlra'i.l,l~lll'8.
un posicionamiento ligero ante la vida; se pGfila un sujeto indiferen- moo-~í!<~NOOJi)~filll~~~<a,~iJl1t!l!lm;~a:Si"ln~­
te, con una modalidad leve y apática, desprovista de pasiones inten- ~s-0ilíJilt~~~g~~!{:)¡(¡!it~Üll~M'.{Wijj,\~~on
. sas. habitante de un universo "cool", en el que se desliza una exis- ª~~§1~~.s;~~$líllit~~J:~ii
~¡,¡w~ia'S.frl'iátJ mismo tiempo se aílojan los lazos de los grupos e ins-
tencia que "no comporta ni tragedia ni apocalipsis" 91 • Promueve, por
el contrario, un talante poco crispado, carente de dramaticidad. tituciones -la familia, por ejemplo- y esto puede afectar la inclu-
~e"'e~W'gi~~~~1~~~~1!t. Va-
sión del sujeto en la sucesión intergeneracional y el sentido de per-
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68

.....,~ - - - -····
- . ':w • . .• • ,
.. zxc; 4 fil __ J ·· ~ · a ""3~Zi ,.]


tenencia .;¡.QriA.Q¡¡ilerSjsJ.i""rauAA™Mia..d.e..p¡¡iliQJilir ~QRil~ip"Qlll'&
IU. .~~e1--s~~et!t~~1M>lii<>.
¿Es esto posible, acaso?
"Para conservarse vivo (el Yo) está condenado a preservar un
relación de investidura con su propio cuerpo, con el Yo de esos otro
cuyo deseo se revela siempre autónomo y a veces antagónico al su
yo, con esa realidad que nunca corresponderá totalmente a la repr
sentación que él desearía de ella". "... Pensar, investir, sufrir; los de'
plimeros verbos designan las dos funciones sin las cuales el Yo ~ ~-l~"tfM,
¿No se hará oír la presencia muda de la pulsión de muerle en
}~ podría adven.ir ni preservar su lugar sobre la escena psíquica; el te '" algunas de estas formas subjetivas que propugnan la desligadura
'" cero, el precio que deberá pagar para Iograrlo."9
>\, parcial del vinculo, una languidez indiferente y una sonriente vacui-
.,
. Elfi~wW"9~t~~
~FÍ¡~~~~~'Sffl"lm1~.lt~~P0S'O .&~~~~~uija.,.-fcl>
dad desafectivizada? De esle modo, ~~~-o
,,.
~ ·.
~· Pensamos que las ~s. por ejemplo, expre-
san en su ~'fftl dado que •a!l0gB~fl4il.rt8·
..u~aiiieg4a~'ª:i&lwil~.9~$1~0l!l~-~
·~ ~n.."iM\
~a~--¡¡;Q.~~
"4 --..w<""""""..._ .,1_ • O

~
i .f f .- 'l .... , .• ··

-=•uv·c~l"'el"mUinento 1mpeno- En relación con las cuestiones desarrolladas, consideramos


( ~~. que, si bien ciertas sujeciones propias de la modernidad se han des-
La sociabilidad se ha tornado así desapasionada y se erosiona
mantelado. la posmodernidad engendra -y no podria ser de otra
el sentimiento de pertenencia a grupos; Jos otros están, pero los vín-
postularemos,.~v~Ji¡-
manera- nuevos alrapamientos y. como
culos son leves, como Jo es el ser. Familia, pareja y amigos implican
~~~~a~~s
escasos compromisos recíprocos, en lanlo cede la tendencia a la es-
tabilidad de las relaciones. Parecen privilegiarse los anhelos indivi-
~~~"l'~tos. No todos los autores concucrdª
exactamente con esta propuesta. Jameson. por ejemplo, sugiere que .
duales por sobre Jos compromisos vinculares. Este proceso !mplic la alienación del sujeto ha sido sustituida por la fragmentación del
en ocasiones una deslibidini ción v un descompromiso emocion mismo. 7J Baudrillard. por su parte, enuncia que no estamos ya en el .
cuyo vacío, · · ·· , · ~~lllffitt!ffl'fl
drama de la alienación, sino en el éxtasis de la comunicación. H
1~¿Insoporlable levedad del ser? Lo cierto es que formas
Acordamos con aspectos de los desarrollos de estos autores en
sexualidad operatolia, adicciones varias, sensaciones de embol~' cuan lo a las modificaciones de la alienación en el mundo actual. Pe-
miento o hasUo, depresiones y lodo aquello que se ha dado en Jl· #
ro desde un punto de vista psicoanalítico y basadas eh la concepción
mar la481~,efl.@lm~parecen conformar el nuevo suflimienlo po · de la alienación que al comienz.o enunciamos, pensamos que ésta
moderno.
persiste bajo nuevas configuraciones en la actual posmodernidad.
. Por otra parte. debiéramos preguntarnos si la tendencia a la evi- dada su formulación como condición estructural constitutiva del
.tación del dolor psíquico no se articula hoy con el desencanto de an-
Liguas propue::;tas y la desesperanza propia de una época de transi-
ción que no vislumbra aún su futuro. En una situación difícil pero ~~Q!LeQ\o.r;<'".'_!~~-'?l'~~~~-<!!!ceJ!9J_c\i~_J>.L"''"'ª
psiquismo.

esperanzada, ~· . . · , . . .. .. ~¡JS1!tn!9ilimt Un rasgo que la separa radicalmente de la modernidad es qu~


Cuando no se perciben las fonnas de salida, el dolor psíquico devi se trala de una alienación "en Uempo presente" -~'ª que como señala
ne poco soportable y puede conducir a formas por lo general pato! ·
mos . las discursividades en vigencia no dan cuenta del mañana si.
gicas de evasión o evacuación, destinadas a eludir el trabajo psíqu . no que apoyan la desconsideración del tiempo futuro . La perspecli-
co inherente a la elaboración. ·
7l
.1¡1 .70
·, .

. '\.

I" '·'
v i; P..9.~n;qg~m a. 1nu:od1,.1cc así.un.nuevo.acercamiento..a.la dimen~~Q!!i.
d~.LU,~.m.P.9· Ya hemos hecho referencia al modo en que l~itW@§l!l-
aii~M~~~~itemnlf•~os,
iJiliéttO?'~~~~o. Una "aliena-¡
ción en presente" implica la necesariedad del serlo ya. Es ahora o\
nunca. No hay posibilidad de postergar las realizaciones consonan-
tes con la expectativa cultural.
. En el pasaje del Yo Ideal al Ideal del Yo se perfila, a la par que¡
k
erci~::=~~~~á~~
t:a por su relación con la necesidad de encarnadura inmediata y que,
un . •i·. . · .· "·e ''" " •,,, ,,: ''.Y' -el Yo no coin.cide ya con el.ideal- la i~au-\
.gurac1on del futuro como sede de un ideal prospectivo al que siem- ' e no realizarse. desencadena una crítica implacable contra el yo: la
pre se tiende, como un hcirtzonte, sin alcanzarlo jamás. Dicho ideal - .,;endencia ya seüalada al debilitamiento de los lazos parentales y so~
ales, junto a la alienación en ideales que se absolutizan, promue-
se encarnará como proyecto y como experiencia por hacer: el inves-
timiento del tiempo futuro se liga a la espera, en su doble acepción
de intervalo y de esperanza. Esla...dime-Bsiéfi~..s.e~~e.-.fil-~¡;eyoota~
l ren en la subjetividad el reforzamiento de la instancia superyoica
utopunitiva. ...
ideniificatGi:i-0-l-· aquello que el Yo espera devenir, ligado al cambio co De este modo, si la ct'"~Jha devino &'S~tmiay ~
mo instrumento de una prima de placer fütura, condición necesaria ~adquirió así~ -. . n el id.ea!. pasmad.emo apa-
para el Yo.' · rece·-~~il\-pl!!ll11»1S'll~m~ll~·--~--
Si a nivel del imaginario social. global el futuro parece un an~­
~-Por otra parte, y e~s
·
crortismo, también e!Jdeal del Yo como instancia prospectiva se con con las «tJ.tiQF4'1.3i0lil~S'flQiFFt~Pi<©!ieS
- - • • ' - --~11&1.iüi!Ñíll~@!?)Q¡Jíl<~n
mueve y tiende a diluirse en aras de uúfuncioi1'amienlo psíquico qu al vez no sea azaroso el én-

~
rivilegia el vivir tl presente, descreyendo tanlo del pasado como de
uluro. /'J desvanecerse el iqeal como anhelo difeiido, puede vers fasis con que rnucnos e::>LUmoso::; ue ra posmodernidad aluden a un
erlurbada la dimensión del Ideal del Yo induciendo el predominio
~~" propio de la época. Culto de cuerpos cuidados. be- !
el Yo Ideal. llos y uniformizados alrededor de un único cuerpo posible, el cuerpo ·
. En cuanto al ~. Freud 5" di_rá que, en el antagonismo irre~ ideal; con.sumo hipersaturante de los objetos, predominancia de la ·
mediable entre exigencias pulsionales y cultura, ésla última logrará imagen y la apariencia.
inleiioiizar sus restricciones por la via del mismo. En un plano indi- LaSal@~a.entre ~~~erte son
bien conocidas por los psicoanalistas. Narciso ¡;;uere al ent.r~garse, .' ,
sociable del relativo a la función del ideal. ~LS.upery.o..ser.á..unai:tiGu~­
l~c!.Qr.. pnyi_Legtado entre lo.individuaI-y--10--soei-al--A través de la inter-
fascinado, a su propio reílejo:..,¡~~'t"8'i'§l.~~~1~1812~WG\~11i!l(!fif<t~tl:eiill.., -~::.
~tarn~sll~~elílo:1'eiilli(;l'~m~m~M'@a~«~~mw.sg~~~-e.
tialización de los preceptos culturales disminuirá la necesidad de la
compulsión externa , las restricciones de la cultura serán efectiviza- Si la confrontación del sujeto con la falta -castración simbó~
das y se logrará la cohesión de los sujetos y su ajuste al engranaje ca- abre paso a su constitución como sujeto de deseo, la subjeti
social. dad alienada de la época, podría, en cambio, deslizarse hacia la anu
En relación con eslo. pensamos que~~al1>S~1ifie'· \ \ación deseante a través de la desinvestidura del futuro y el atrapa
• • . • . •• ~~ l
miento fascinado en ia iinagen.
. . •
1~l!e'.!ll'gie:~e~ _¿,De qué modo peculiar se hará presente la pulsión de muerte,
. . . .. . ~l'.Jl(i)~~~~~P.J~J!lllal nunca ausente a lo largo de la historia humana, en los nuevos suje-
~Situación ésta, que acontece en toda época, adoptando confi- tos de la posmodernidad? ¿Cómo emergerá la pulsión muda en este
1.(uraciones específicas en cada una de ellas. modo de existencia que anula el ideal prospectivo en aras de un
73
72

..
La problemática agudadela~a. si bien insoluble en cier-
' .~~
.,

den ser objeto de producción y consumo y... aparecen como in-úti-


les y, por tanto, in-existentes". 4
La pretensión de anular lo enigmático no se juega únicamente
en la dimensión temporal. Otra de sus ilusiones concierne al YniY~f.:L
1
to grado si acordamos con la concepción freudiana, se ve sin duda §o tecnocientifico, al que se atribuye la posibili.ciª.9. c:l.~._oomlnw:..,~n
lnlensificada o reducida por distintas variables que hacen a las for- forma total la natu~9J.~.Z..?-' . Y' de este modo, . o~9~gar_ potencia al ser
mas sociales en vigencia en cada época histórica. Asi, el autoritaris- h_µriiano. Efdesarrollo científico y tecnológico conformaiíaüh poder
1¡1·
mo irracional, expresión extrema y patológica de concepciones mo- eri sí"ñiEimo. iigado aI prngreso y a la mejoría de las condiciones de
dernas, engendró guerras y violencia de estado, modos de destruc- vida v del ser humano.
<:ión no privalivos de tal fase de la historia por otra parte. Hoy es po:¡ l Cuando este poder se autonomiza y el hombre no puede ya con-
;;ible peusar a la violencia social en relación con una sociedad en la, ~rolar ni decidir el devenir de sus avances, se constituye en un po-
. cual se generaliza··un" sls1eifüf~onómico que acrecienta las difereni (ier anónimo, nueva forma de enajenación. Los efectos de las inves-
rjas. promueve pobreza y marginalidad, y estimula un hiperconsu.:, tigaciones se suceden y precipitan más allá de lo anticipado por los
rno inaccesible para amplios sectores. propios científicos. En ese caso la tecnociencia decide de algún mo-
En forma aparentemente contrndictoria con la desmentida del do "por sí misma": dificilmente alguien podrá predecir con exactilud
futuro, las prácticas ocultistas que prometen develar lo que vendrá, cuáles serán Jos próximos descubrimientos y aún menos definir pre-
r·videncian la persistencia de un enigma presente para el hombre de viamente el uso final de cada hallazgo. Castoriadis señala al respec";
1odos los tiempos. Impávido e indiferente, el sujeto posmodemo pa- to lo increiblemente paradójica que es la situación del hombre con-
rece contemplar la nada muy lejos de la anguslia existencial sartrea- temporáneo: "mientras más "poderoso", más "impotente": mientras
11a. El tiempo para él semeja transcunir en gran medida en un pre- más sabe, menos sabe."" 1
sente continuo, sin origen ni final. Sin embargo, suele retornar:::. al- Por otra parte, la sociedad actual festeja la casi desaparición del .
.i;un modo de religiosidad y actividad mística; así, el auge de las sec~"·n.<. ,,, •:· ' espacio de lo privado. Los medios parecen exhibirlo todo y lo que no
l;1s. la videncia y las prácticas mágicas dan un toque profundamen- , .,._,,,_\ ' '-::;. pasa por la imagen quizá no exista. Esta se propone casi como la ,
Ir: irracional al momento actual, que marca la diferencia con la ra- ·" única realidad. "Pomografia microscópica del universo"; enuncia
<ionalidad a ultranza del período anterior. Baudrillard, i.; quien se refiere a una "obscenidad" vigente en Ja ilu-
Esto nos lleva a seüalar otro rasgo diferencial de la alienación sión de que todo puede ser mostrado. Exhibición que, según pensa-
actual, que se caracteriza por p~etender la abolición de aquellos mos, tiPnde a su vez a la anulación del enigma .
. <:nig1nas acerca <le los cuales el ser humano se ha cuestionado a lo Dice este a-...:tor: -... la distinción interior/exterior, que describía'
liJrgo de loda su existencia. Hoy, las certezas dan cuenta del presen- acertadamente !a escena doméstica de los objetos y la de un espacio
1e ,Y la indiferencia da cuenta del ma!'iana. A la vez, esta indiferencia simbólico del sujeto, se ha borrado en una doble obscenidad: la ac-
frcnle al tiempo que vendrá parece anular todo cueslionamiento dd tualidad más íntima de nuestra vida se convierte en pasto habitual '
mundo de hoy, que cobra la apariencia de inmodificable y final. Po de los mass media, pero también el universo entero acude a despl e- '
ól ra parle, la anulación del enigma es un modo particular de oscu garse innecesariamente en nuestra pantalla doméstica" .
t<:cimiento de la dimensión de la falta, en la que se articulan el de
seo y la singularidad. ·
Del diario Clarín. 20.9.93:

1 "En este escenario, construido so·b· re las cenizas .de las utopía.s
<k las viejas preguntas metafísicas, deambulan::i un hombre sin
.111·g1nas.
. ~-...nti--~~..~~
:..~:- P"''"'f""'ll<l'WJ~"l'm'D1e:i·<reiesei.,~M....,..,.,'l"...,~lll"'1"ttwP1'a"'1eg'1"i:r-
~~" dice Rafael Argullol: "Los enigmas esenciales no pue-
;<La idea surgió en Gran Bretaña y ahora es éxito en los EE. L L.
Familias, parejas y grupos de estudiantes entre otros aceptan que se
pongan cámaras en sus casas para que los detalles de la intimidad
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75

·-:.. ..
1 i lr11 u:;lbrn1 m.1clés¡>u6s en u11a lclcnovela documental."" ... filmarlo
en la piel ele los verdaderos prolagonisl:as del drama. Sin técnica, sin
arle, sin actores, sin escuelas, la T.V. encuentra el modo de volverse
moderna los mass media desempeñan un papel determinante; éstos
caracterizan tal sociedad no como una sociedad más transparente:
más iluminada, sino como una sociedad más compleja, caótica in-
cada día más real, y así, sin querer, un día inventó un género ... " cluso: y que en ese "caos" relativo residen nuestras esperanzas de
De igual modo, los programas televisivos ponen de moda la "cá- emancipación.
mara sorpresa" o la pesquisa de "bloopers'', que ubican las cámaras "Quizá se cumple -dice- en el mundo de los mass media una
en el mundo de la privacidad, antes cerrado a la irrupción de lo aje- [.:; profecía de Nietzsche: el mundo verdadero, al fmal se convierte en fá-
no y renuente a toda exhibición. Todo puede ser fllmado: la agonía bula". Pero esto no le preocupa: si por el multiplicarse de las imá-
M ...

del accidentado, un suicidio o el dolor del duelo se televisan. Care- genes del mundo perdemos el "sentido de la realidad", quizá no sea
143
cen, como la semalidad misma, de la intimidad que en otras épocas ésta. después de todo, una gran pérdida".
requerían. Aun emulando el "reality show" de EE.UU .. se vio reéien No obstante, advierte que el efecto de los media, liberador dé'
temente en nuestro país que un hombre declaró públicamente ser una pesada realidad, no está garantizado, ya que ellos pueden tor-
culpable de asesinato y se entregó en un programa televisivo (A.T.C., narse también la voz del autoritarismo o quizá de la banalidad este-
29.11.93). reotipada del vacio de significado. Pero al mismo tiempo enfoca la os-
Todo semeja transparente y visible en el mundo massmediático cilación del mundo posmoderno como chance de un nuevo modo de
actual , sometido a la cruda ley de la información y la comunicación. ser (quizás, al fin) humano. Diferentes perspectivas, cotno hemos
;pbscenidad de lo que ya parece no tener secretos, lo demasiado vi- visto, con respecto a una problemática que, sea cual fuere nuestra
;sible. Quizá uno de los aspectos más conmocionantes de la obsceni- posición, no puede dejar de conmovernos por su enorme actualidad
dad sea que ella exhibe lambiéncon crudeza aqt,1ello negativo y hos- y repercusión.
til del ser humano que se consideraba debía permanecer encubierto Para continuar con las formas de la alienación actual, mencio- i
o, en todo caso, c:merger transformado. Así, la exhibición de lo mor- naremos que la ruptura con ciertos paradigmas tradicionales, la des-i
t.ífero y de actos viola torios de reglas culturales básicas -incesto. ca~.. mentida del futuro y el cambio abrupto -transición entre viejas Y'
nibalismo, etc.- invade hoy, casi sin metaforización alguna, las imá, nuevas concepciones- determinan zonas sin respuesta, áreas dJ
genes de los medios, y va familiarizando al espectador con el horro, ; vacío que se articulan a su vez con fallas del sostén y el sentido dli
, Pensamos que dicpa obscenidad sólo crea· la ilusión de que to- la vida ..
kio ha sido visto y se han develado los secretos. De
tal manera, como A continuación nos referiremos a algunas mitologías que consi-
l~ijéramos, propicia a su vez e~ no confront::irse con el desconoci- deramos propias de esta época, la que se autodefine como habiéndo-
-,:lmiento humano. las superado. Pensamos, además, que ellas esconden fuertes para-
Por otra parte, la pregnancia de la imagen en el mundo produ- dojas.
ce ampliaciones y transformaciones a las que nos hemos referido en Entre las mismas. mencionaremos en primer término la cues-
el apartado sobre los ideales del mundo de la imagen. Apoyándono$ tión del individualismo y la subjelivación. La posmodernidad, conli¡
en esas consideraciones señalaremos que cuando el sujeto se pasi ~ nuando con la r~volución individualista propugnada ya por la elap<\
viza ante la imagen, ésta irrumpe con violencia, mece los pensamienr1. anterior, acentúa la tendencia al rescate de la dimensión personal )J
tos adormeciéndolos; barre con angustias e in.terrogantes, funcioi a la realización vital del individuo. En relación con esto, jerarquiza el
nando como discurso alienante, el discurso de ese Otro completo qu é: placer. la libertad y las opciones singulares.
. t d. ".'""'...<Kt·•""';lril'l!lflf~ilif,..~"'.r"""""N!l'""""l'tf<.':'A!OfMi',!"11tlliil~'íl'·1(11'1J."1<~m~
restaña las heridas que la falta instala. La alienadóh en el mundo d~ Cier as l§~"""'w111>a~....,t",··""-""".zra!J;'"'.,.'.l~)J!....l<I "'"Ha•a>i1:s1'Ml;J'<l:t''i©l'ª "tt:.._
la imagen constituye así un rasgo peculiar de la época. zw,~ue implica una -h~~~t~.iml:tt. Esto ~¡ponf
~~~~~~M~'<liii~til~-~~---~~~
Por su parte, Vattimo, enfoca esta cuestión desde una visión
más optimista: sostiene que en el nacimiento dé. una sociedad pos- ,._. .,,,,,,~·
IJ)@.<o0..&v,.., " ~~~·
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nocido en su alteridad. "
1iM··.1te ''+;,,eesl9uµ.w4 i'1r ¡.Ue~~bie.nhair.
·"; De modo similar, la aparente heterogeneidad y respeto por las
Se propone como categoría predominante un hombre que haga diferencias, exhibidos en el ~--- característico de la época, pa-
consigo mismo lo que le plazca, libre de todo lazo de amor u obliga- · -- - - · ,!_ - -

ción. Esto conlleva la levedad descripta en los vínculos, tendiente a


atenuar o disolver los lazos familiares y sociales. Sin embargo, para-
dojalmen_te, la subjetividad se desdibuja, .en relación con el descuido
~-
de la interioridad. En casos extremos, la adhesión adictiva a las imá-\
genes de.los medios reemplaza la propia capacidad de pensar e ima-J
ginar. La transcripción transformadora del mundo puede verse así
dificultada, derivandó en reproducción no singularizada.
·..fDt;li"fiebmii~e implican recíprocamente; el au-
ge de técnicas de e.x-presión -búsqueda de medios de comunicación
del individuo con el mundo- implica un~JJt«81Como­
~~"&a. en cuyo intelior hay sentimientos que pueden, o no,
proyectarse al exterior. Al mismo tiempo, requiere técnicas especia-
les para la introspección y conexión con su propio interior, que le re-
sulta también difícilmente accesible.
El sujeto de la posmodernidad exhibe un espíritu menos totali-
tario qu~ sus antecesores modernos. '·,- -:.. ; '' '-">;f:,,·r-!·~"· <~':":."· ·"~ ~.,, fé-
. ~~ª
. . -- - ..--- -~--~lm..$e. Parale-
lamente, un despliegu e de sociabilidad confortable y complaciente
. oslrar que nade:: es criticable en el º.tro. Sin embar::g~sta
p. arece m
~ 1a"i'!r
~~ada uno tiende a reali-
~-···,,·~·1~"""'~tg..---:-:}:os aaü1Tüs-ii'ii1Taii~a l6s]ove- .
~ · ,
.. . · · .
......!i;=- a noc1 ~5rcf~Fo'cfue nes en ropajes y actitudes ,borro.~se el límileintergeneracio~·
zar. con cier!.::. frecuencia, el interés propio, lo cual en su exacerba- nal. Operaciones, dietas y gimnasio mediante. los padres semejará1 ·.
ción , se po1w de manifiesto en la vigencia pregnante de la corrup- a veces hermanos mayores de los hijos. Lo masculino y lo felllenin
ción. El interés por la cosa pública se subordina en muchos casos al a su vez se aproximan, liberados de las rígidas convenciones qu e an-
interés singular. · tes los discriminaban . El "unisex" abarca no solamente vestimentas,
sino también gustos, aclividades. modales y acliludes.
En relación con lo antedicho, proponemos que la4.r..Fa7.©1;ruret©1• in-
La homose:xualidad y la lransexualidad son aceptadas y co-
I•
1·· 11111Mm . . . ¡¡~a:r.@nilll1' mienzan a integrarse en la sociedad: otras formas de sexualidad an-
!
. .. _. .• . ., .· .····· El ~T.lI:f.lQa<0>6>::d,.,,......,,., ,,.n,.,J; .,
. . ·~~!On ..
tes consideradas marginales son toleradas. Así, swingers. sadoma-
no trae, así , necesaliamente, aparejada una m::i.yor profundización
en relación a la subjetividad, sino que putde tratarse del~ - soquistas y otros, pueden üuscar partenaires a través de los wedios
de difusión. De este modo , disr1 lfSividades de mayor permisividad
~. .. . ·· · · . · · .· n.E, loman la vida más llevadera y no condenan a la marginalidad ya a
yo -en su alienación y especularidad- es así el gran protagonist ·
de la cultura; y el otro deviene parcialmente descatectizado y deseo grupos antes pP-rseguidos y reducidos a la clandestinidad.
Por último, la desujeción de algunos ideales previos, se recubre
78
79

.... ...,

r
l1 oy con uua cierta mllologia de la libertad, la que oculta las nuevas CAPÍTULO IV
formas de la suj eción. Tal como ocurre en las adicciones, en las que
circula el mito de una libertad que, sabemos, es paradojalmente es-
.clavizante, también en otras fu:eas la libertad esconde hoy sus de- Familia, pareja y adolescencia
pendencias. Así, por ejemplo, la ficción de una elección casi infinita
de las posibilidades del consumo de bienes o de imágenes, cuando la
sujeción a su lógica nos impele a esa y no a otra .forma de satisfac-
ción.
. "Aun CIJando la encapuchen, vos sabés dónde está la verdadera Vivimos una época critica y turbulenta: lln de siglo y de milenio,
elección. Están intentando confundirte, pero a tu elección en la vida en el que las generaciones adultas se ven sacudidas en su identidad.
real, no pueden censurarla", reza la promoción de una ultra conoci- Emergen nuevas formas de discurso social y entretejidos en las mis-
da marca de gaseosas, aparecida en Clarin el 1-11-93. mas, como ha quedado establecido en capítulos anteriores, los vín-
Ilusión de libertad, allí donde las reglas de juego imperantes no culos adoptan a su vez nuevas modalidades predominantes.
son interrogadas en sus fundamentos. Se diluye, por lo tani~ 1-,.. ). Si las formas de la subjetividad se articulan con la historia y sus
~\?'.§!i.'§&NM.®;aJ§rJf~itiífü'ilf•lmJl¡¡riiW!t'a~.é
tieterminaciones, de igual modo, las configuraciones vinculares res-
~~;!il0tólfli~~r1em111~11Jl)'!\1!!1'li~i6i'.!1~niif.©~(IJ~e'é'Jmo··nustraCióD ·con remporanea ~onden al espíritu de la época. Tomaremos como punto de partida
llll'.~~tli1roVá'¡í'fl.\llfs1i®:ffii•.~r&'l.\i\ll'lí:i~l@.imíl;m(4~Fllf€, tal vez desde lo más remoto de para la consideración de estas cuestiones. esa matriz vincular pri-
la otra escena social y subjetiva, somos nosotros mismos los objetos mordial que es el grupo familiar, en el que se constituye la subjelivi·
de un control cuyas raíces desconocemos. dad; y analizaremos algunas caracterislicas de la familia de la mo-
dernidad , así como las transformaciones qu e ella sufre en el mundo
actual. Luego nos ocuparemos en particular de la pareja y por últi-
mo del adolescente de hoy.

LA FAMILIA EN LA TARDÍA MODERNIDAD

Mucho antes aún de su llegada al mundo alguien dirá al niño


quién es, y formulará los enunciados que darán base y punto de par-
tida a su constitución subjetiva. Cuándo nacemos, en qué lugar, en
cuá1 siglo, familia y grupo social, corresponden a ese orden azaroso
y no electivo que nos aliena en lanto seres de naturaleza que adve-
1

nimos humanos.
¡ Quien nace no es en sí; adquiere nombre, sentido y particulari-
dad a partir de un medio social que define ciertas exigencias y ex-
pectativas para los individuos que lo habitan en cada epoca y luga:i .
Es así 2::::110 cada cultura específica constituye subjetividades y mo-
idalidades vinculares acordes con sus valores, idéa1es y significacio·
:µ es predominantes. El grupo familiar funciona como correa de tras-

80 81

•\ .- ;¡•
misión o grupo intermediario entre sujeto y macrocontexto en el pii-
mer momento de la vida. ser que requiere entretejerse en la trama familiar y sociocultural, pa-
En este punto se hace necesario aclarar que la idea de familia, ra constituirse humano. · '" ,.. ''. '
en el contexto del Psicoanálisis, excede el sentido coloquial que de~ De este modo, nos referimos a un niño no simplemente en inte-
signa a la familia visible o manifiesta. El concepto de estructura fa- rrelación con la cultura o receptor de su incidencia, sino constituido
miliar inconciente, formulado por I. Berenstein 11 refiere a un conjun- y siempre entramado en las redes socioculturales a través de una
to de regulaciones. orden inconcient~ eficaz ,que organiza y da senti- pertenencia mediada por grupos e instituciones. De esta manet.a.~l·
do a las rela~iones familiares observables. Conjunto integrado por ~l11\tooilM0!GS@V!ioo.UimlÜlfl~Jillí)@i!0Ill'0Sii~~811@i~i~~061!liÜ­
cuatro términos, que son a su vez cuatro tipos de relaciones: d~ «~~8S~m~ÑSl'lbra~miGMl.mtmt@¡j¡Jitlj~a­
alianza, consánguineidad. filiación y avuncular. liidae.
Dicha estructura funciona como un operador que mediatiza y a El grupo inviste así al niño desde antes de su advenimiento al
la vez genera las significaciones culturales que llegan al sujeto en espacio familiar y cultural y continuará amándolo en tanto éste ·
fonna piivilegiada desde el entorno exogámico. Determina además la abaste-1,ca las expectativas de continuidad. La pertenencia a un grn-
amplitud y cualidad de las identificaciones registradas en ese grupo po, es decir~~ · , · ·
como existent~s y posibles, y el grado y tipo de contacto de los inte- ~©lllóf>~1ll4~11l@N~,<a@Jl~itii(¡13~f©~~~,aitt111llll\!A1Íl\!l~'OO~U111íil~'
grantes con el mundo del afuera familiar; mundo exogámico contra- «M.~a<l!Mm4~ml\l!l'(jf'll!l@o'SGsit!í~llii.111~1!l!i~w~tsaem~
puesto a los lazos endogámicos familiares. · (l~~~a.J&D~~el'iiS"~l8.-~~~~QU:¡¡¡.ai.
La estructura familiar inconciente, operador simbólico, adquie-) -llW~~íñ.tG'ffltOW~~~<:t~~ra .
re distintas conformadones en sus múltiples encarnaduras concre..1 Sabemos que el niño reclamará. a poco de andar, su autonomía
tas y posibles. Presenta además distintas configuraciones manifies-l ser él mismo; si es posible, sin perder por ello pertenencia y amor
tas en épocas y lugares diversos. En tanto estructura acrónica y for- Poco a poco, la familia irá detectando sus nuevas posibilidades y ge-
mal, permanece como modelo teórico que permite la lectura de dis- nerará un espacio que lo habilite para el gradual ejercicio de una au ·
tintas familias. Sus diversas configuraciones, en. cambio, ingresan tonomía que se ampliará a medida que el niño crezca. En múltiple::
en la historicidad. grupos familiares. los pasos de crecimiento y transformación de lo::
Nos resulta dificil aun dentro de una misma época hablar de ''Ja" hijos acarrean crisis, desequilibrios y trastornos leves. que se supe ·
familia o "una" familia, ya que los modos de funcionamiento, eslilos ran a través de la elaboración psíquica del paso del tiempo y de \:\
y particulaiidades son diversos de acuerdo con múltiples factores. separación que éste trae aparejada.
Entre ellos, consideramos la zona geográfica que la familia habita y Sin embargo, en algunas familias este proce~n de crecimiento S<'
particularmente el grupo socioeconómico de pertenencia. Esto hace ve seriamente dificultado por una intolerancia mayor, a veces extre·
a la vez imposible caracterizar "un" niño o "el" niño, ya que sin du- ma, al desprendimiento y la independización. De esle modo, las c1i \
da entre el pequeño que habita una humilde población rural o la ca- sis se "resuelven" en ocasiones a través de patologías psíquicas, QLH\
lle y aquel hijo sobreesUmulado de los grupos sociales de mayores restablecen en un nuevo nivel de precariedad el equilibrio perdido t
ingresos, entrenado en computación, idiomas y deportes, las diferen- · Cuando esto sucede el sujeto, según sus posibilidades psíquicas.
cias son extremas. buscará su salida más allá de la imposición del grupo familiar o des·
El discurso familiar Cúiltiene los enunciados identificatorios que 1ruirá aun su pensamiento renunciando a la mis;r;idad, para man ·

. ubican al niño en el mundo. Pero sus propuestas no están por lo ge ~ tener esa extraña y posesiva forma de amor que dichas familias brin
neral desgajadas de los enunciados del entorno; en todo caso, la fa~ dan <i ... sus miembros. La ruptura vincular parece configurar así el /
milia jerarquiza ciertos aspectos en su trasmisión, regulando así la núcleo de lo evitado en los vínculos estables. ~ 11

oferta que, desde el exterior, llegará en forma piiorüaria al pequeño


Se perfila de este modo esa condición propia de la humanización
82 .
1 8:1

..
1 ~·~ ...
amor materno. que deviene Instinto inevitable y genético. desconsi-
q1 m t lt•ll11c t 111
"l:lujclo vlnculru"', en lanlo construído en el vínculo derado en su dimensión de producción cultural. Se constituye una
pd uwrdt11l, cuya marca instlluye el deseo y el irreversible pasaje del familia sacralizada, a ia par que reducida al nivel conyugal y se es-
Instinto a la pulsión, es decir, al imperio del orden cultural. Sello ini- pera que ella ofrezca sólo afecto, a.rmorúa y comprensión.
cial que lo condena de por vida a la investidura y al vínculo, según . Dicha forma de vida familiar. que dio al hijo seguridades y pers-¡
hemos explicitado ya en el capítulo inicial. · pectlvas, originó los extremos psicopatológicos ya descriptos. expre-l
La crianza de los hijos exige al discurso familiar cierto grado de sados en vínculos indiscriminados, poco tolerantes con la dlferencial.
cierre endogámico, destinado a la constitución y amparo de la des- y la singularidad. Familia de la modernidad. centrada en la crlanz~'.·
cendencia. Cuando dicha tendencia es extrema, se ve obstaculizado de los hijos y proclive a su encierro más allá de una primera etapa¡
el crecimiento, que se semantlza como ataque o infidelidad. De tal de cierre y fusión, necesaria para fundar la vida psíquica de los re-;'
modo, el desmembramiento exogámico, es decir, la salida de los hi- cién llegados. Familia a veces endogámica. con escasa apertura aln
jos para conformar nuevas familias, se significa en estos grupos co- entorno sociocultural y consagrada a la continuidad de un argumen- .
mo no vínculo y la separáción adquiere representaciones ligadas a to incuestionable heredado de aquéllos que portaron la misma san- ·
muerte o mutilación. · gre. En ella reinó, como patología, la violencia de la homogeneidad.
. Nos referimos a familias en las que predomina el encierro nar+: de las discursividades unívocas y omnipresentes que suponen la eli-
cisista, .lo que supone en ciertos casos una secuencia de tragedias: ¡ minación subjetiva por indlscriminaclón y apresamiento en la trama
muerte, psicosis, violencia, se reiteran entonces en una temporali-
familiar.
dad detenida, interminable, que privilegia hasta el absurdo a veces
la conservación del vínculo por sobre todo y a cualquier precio. Es-
tas modalidades, ligadas al bloqueo de la articulación familia mun- Patologías y Violencia Familiar
do exogámico, aparecen con diferencias de grado y cualidad en múl-
tiples familias a las que nos hemos aproximado durante años en la
clínica cotidiana. Vemos así cómo algunos grupos exacerban el cie-
rre; y esto configura una forma de violencia que la estructura fami-
liar, propensa a la anulación de las singularidades, ejerce sobre sus
miembros. ·
En lo que hace al lugar específico del niño, éste padeció las más ')

· diversas fon.nas de violencia a lo lar~o de la his~oria. ~-~


~~~¡,, , , ., ., . . . ,. . ~ •. . · ~~q
con .. · , ···. · · · . · ·. · ~t~~ílll
0 ·ir¡if}~~~1!~~-~~Así, His Md
jesty the Baby; como Freud 51 lo designó, adquirió prestigio en tanto
ser capaz de encarnar el proyecto futuro familiar, dando continuidad
y trascendencia ª. sus progenitores. De este modo; los descendiente'
fueron fuertemente demandados como continuidad de un discurs
familiar que a veces pretendía sostern~rse sin fractura ni modifica .
ci.ón a tr:!'.'és de las generaciones. Esa familia lncl11ja la autoridad de
padre y una madre dedicada en tiempo completo a la atención de Su
Majestad. 114
Por entonces -f':Sto comienza en el siglo XVIII..;,_ se enaltece el

84

. '\,., ·. "
. dJerui.8'lflijrudá'.~.-í~s· todo aquello que el ideal familiar sobreimpuesto y rígidamente com- '
~~~~~~~~~~t~~~~~~a11~a4!~iAQJJ..,.~~ partido no abarca.

~
Estos grupos cobran cara la pertenencia y amenazan además
Piera-Küta@i'lé"f.PórSltpmt1fr'bP~rf~~os formas de on el desconocimiento y la exclusión de aquél que opte, desee o to-
viol encia: primaria y secundaria. Designa como violencia primaria: e en cuenta aspectos del mundo extertor que la familia rechaza o
"lo que en el campo psíquico se impone desde el exterior a expensas f SCotomiza. Estas rigldas convicciones van acompañadas de la pro-
de una primera violación de un espacio" ... 1 . ¡ pibiclón, por lo general implícita, de adherir a significaciones dife-
Se trata de Una violencia necesaiia, que la madre ejerce en lanl Jrentes o producir algo original.
to portavoz de un discurso ambieutal cuyas prohibiciones y conmii El derecho, garantizado a priori en la mayor parte de las fami-
naciones transmite al infans en .forma predigerida y premoldeada
lias, de que cada miembr9-Jllanlenga .pensarnimtQS.~-~~r.e_to.s..constk-.
por su propia psique; designa así los límites de lo posible y de lo ií~·
J utivos de-su-¡Jrivacidau;--s-e pierde en estos grupos, en los cuales. por
. cito. Primera violencia, fundante, que la psique del infans vivirá en;
btra parte, aparecen fQunas de.perv(}r.sión-y.psiGGsis. En ellos se pli-
·el momento de su encuentro con la voz materna. Esta forma de vio-\ pa a cada sujeto de todo derecho de eleccióp entre lo dicho y lo no
!encía se halla ligada a la impresión de significaciones en el aparato
Jlicho y se lo condena a la transparencia ante la mirada de los otroS¡
psíquico en vías de consUtución, lo que la propone como _~.9..U~fü~lÓlL.• familiares. Ser "transparente", renunciar aun a la opacidad del pro-¡ ...,\ /
de ~Str\td:\lJ:a.deLap.arato .psiqu.ic.o.misin!l. No es el concepto del que pio pensamiento, sostiene la omnipotencia de los otros y la propia dii - ··:.~
nos ocuparemos específicamente bajo el rótulo de violencia familiar,
lución como sujeto. En relación con esto, el descubiimienl.o de que
ya que se trata de un proceso constructivo, verdadera ligadura de la,
pulsión de vida. La definición que más arrtba formulamos, -que in~ el discurso familiar puede enunciar tanto lo verdadero como lo falsol
es para el niño tan significativo como el de la diferencia de los sexo$
duye el despliegue de un poder extremo tendiente a la dilución del~
y Ja finitud: es necesario destronar a los padres y antepasados comq
subjetividad- se corresponde en cambio con la violencia secundaria
de Aulagnier. Esta representa un exceso perjudicial e innecesario de portadores de la verdad absoluta. 108
La violencia del discurso no es directamente observable en su
la primera, área conflictiva en la que se plantea precisamente el pro7
blema del poder. ' contenido manifiesto, como lo es en cambio el maltrato corporal . Sin
embargo, no por sulil y a veces inadvertida resulta de menor efica-
\ Las familias que ejercitan una modalidad discursiva violenta cia y poder de desvastación. Las condiciones psicológicas ele su pro-
¡persisten en la intromisión en la psique de sus miembros, quienes
ducción tienden a permanecer tan encubiertas como las del golpe
con frecuencia no son reconocidos en sus posibilidades singulares
mismo. De igual manera, las determinaciones socioculturales de la
de elaboración. Trat~dos, por ende, como el infans, sus in1Pgrantes
se ven sometidos a una pura posición de objeto, que los condena a violencia vincular requieren un esfuerm de develacióntj}tell!illi®'0·~
~lií~..a~a~&~.l!!!~"~"mr"""'"l.b"'·"'"t-.ri" ,,,. ,,... •• - .
perturbaciones del pensamiento y la palabra propios, así como a la • • , : J.

invasión de la angustia ligada a la desubjetivación.


Dichos grupos familiares emiten un manqª_tg_g~ igq¡¡Jdaq e)p- n Iamilias en que la autoridad arbitraria inunda los- sentires
ctiferenGia~ióI1 ~arac.tenzando a la realidad=coii dogmas incuestiona-·
bles. Sus miembros han de pensar de igual manera los grandes te- singulares, suele: ser un sujeto determina~~-
..,.¡..,.,,¡.,.,,.".,....l"'d""'"ll'o"""l;¡¡ffi~!:l~"""'"'"'"""'"'...ti.iir.1.,.-~~........_"""°'"~"""~:llll~
. ,~-ffi&~~~~'ilimlt11~r~
11; J.s de la humanidad y a;,m las pequeñas sutilezas Cotidianas. Ma{ · ..,.¡.w.;;~!ll:lillli11lmfi'ñ'¡f¡¡l~m--,;tl\Yl•~.•t<>;ra,l nd.m,1,e ¡.¡i,w&¡ b
l~w.Jl,.""'l">'l!~-.-s~1'l~~~ n em argv',,
nejan ideales absolutos, los que devienen violentos en tanto eliminan¡j
la posi~:!idad de opción; el proyecto vital es fijado para cada miem ~ es preciso seii.alar que él mismo se encuentra sometido a una histo~1
ria transgeneracional vincular que lo envuelve tanto como a sus "víci ,
bro por la telaraña familiar. El absolutismo de creencias y principios
timas" supuestas, pero en posición diferente; se trata de un texto Jj
lleva implícita además otra manifestación violenta: la denigración de
¡- argumento que los determina y constituye un más allá de los d(!seo~
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' sostener así la abstinencia psicoanalítica e incluir lo nuevo y diferen-
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singulares. Así, quien semeja eµ el orden manifiesto la encarnadura
te; sorteando los obstáculos del prejuicio y la sorpresa que pudieran
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de la ley misma y esgrtme su deseo en apariencia único y triunfan-
te, a partir del ·análisis del discurso se dibuja a su vez como objeto convertimos en apoyatura de las pautas sociales y familiares en las
de la repetición, ', • 1r'· 1 ·r:1 ~~: '-", J¡<··''~"·:.,~ir'>J~·:/~rc~,',,.t,hi'~iiu1 ~l~~~ r:M:}~-ii 1~. ~ ~ ..11 '.f * 'J~
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que nosotros mismos nos conformamos.


Una rápida recorrida por los motivos de consulta predominan-
--El. . .. . ·~.-·•.• 1O
·'·. ·. ·.''iii.lll.'11llll'.'""'
111.wui1ha;U ¡· tes en la clínica de niños en los últimos veinticinco o lreinla años,

; ~i~' nos da una perspectiva de los cambios en la posición del niño en la·
12
descrip a por Bateson y configura una modalidad específica del
discurso violento. La'paradoja -"te ordeno que seas independien- .- .;~·¡': familia y en los criterios consensuales de salud y enfermedad en ca-
te"-, encierra al destinatario en un doble mensaje dilemático.e da época. Antes, se consultaba por el niño travieso o rebelde, que no
,'',f'J,_¡',~'1 :.'~~J~" ~-,~f·,t.~:~• 1 :::~\\f' i 'i'-;¡'!'~~.IJ \}'1\«a,', ~ (1lf,,l~ L:?_ • l -• ,1 Q ;¡: :tJl~f!~~.,r:~e ~ se ajustaba a las reglas familiares y escolares. Años después. comen-
~¡t;¡¡.il,~(ll¡:f ~ /-,111~~fr,,1, 1 ¡;.,:l!,lF.l~'¡ci~t..,~ ¡ ~r;;.. i"';'.n-ttf.~" 111•• ~"¡l.,}'I. l hl",~ r, 1'"':1t •
¡ I i'!r -~,' ¡ •I" :¡,~ 1• f,/ ' ' J1' 'I• l•f ' 1¡ j\ ¡\l>,lo,;.,<\(f¡IP.(:'~.;r~~I" ~1!,,~~ "} zaron las consultas por el otro hijo. más silencioso y sumelido. Ya no
preocupaba el hijo violento, s.ino el que no sabía defenderse y se
l~a&,
.\~ ; mostraba pasivo y bondadoso. Hoy, se agregan a éstas las consultas
, por ejemplo, -en relación con por el rebelde, visualizado a la vez como creativo. libre y autónomo.
us padres, ya que aquél, como hemos dicho, nada teme tanto como Pero se ha tornado ingobernable. Vemos así el atravesamienlo del \
pérdida del amor de las personas significativas. grupo familiar por el espíritu de época del que venimos ocupán- ~
En relación con su dependencia y desvalimiento, el niño se an- donos. 1.15
gustia ante la posible pérdida de una asistencia que lo dejaría des- Las familias con adolescentes consultan hoy por la desorienta-
protegido ante toda clase de peligros; esto torna incuestionable al ción de los jóvenes y sus dificultades para insertarse en el mundo.
emisor. Dicha incuestionabilidad p'Jede ir acompañada de la confu1 Las elecciones se postergan y también con ellas el ingreso a la adul-
slón y enloquecimiento del receptor; así, en familias atrapadas en un \ tez. ¿Cómo elegir e¡,¡ un mundo que no toma en cuenta el mañana?
uso permanente de este tipo de mensaje. se generan serias pertur- 1 Por otra parte. ¿ofrece acaso nuestro medio, marcado por los ajus-
baciones psíquicas. tes propios del neoliberalis1no, oportunidades claras de inserción en
el mundo productivo?
El estudio y el trabajo requieren además una dosis de esfuerzo
TRANSFORMACIONES DE LA FAMILIA ACTUAL y disciplina que parecen más propios de la etapa histórica que fina-
liza que de la actual posmodernidad, caracterizada por una Instan-
La consulta clínica familiar tanto en. lo privado como en lo ins- taneidad que se desentiende, casi indiferente, de lo que vendrá. Se '.
titucional, drviene hoy un caleidoscopio de diseños múltiples, expre- intensifican, en relación con esto, las consultas por fracaso y deser- ~
1
sión de las distintas discursi'.'idades que coexisten en nuestro me- ción escolar del adolescente. En tales familias los propios padresl
dio. Ellas se expresan en familias aun portadoras de las pautas des- aparecen confundidos y desorientados, lo que les impide contener al
criptas que podríamos denominar tradicionales y otras, en las que se joven.
dan vlnculaciones diferentes y novedosas. ;' La familia de estos tiempos del SIDA y la informática , parece así
L?. clínica de hoy, como el mundo que nos toca vivir, presenta ¡::aractertzarse por su falta de respuestas, por la dificultad de los pa-
escenas y matices diversos. Tenemos el privilegio: doloroso y excitan- ~dres para orientar a los hijos cuando las propias creencias euLt'aron
te a la vez, de atravesar dos tiempos y ello ha conmovido nuestro ser (en crisis y la historia perdió el sentido que obtenía de la idea del pro-
social y profesional, lo que nos compromete a la revisión y amplia- ~reso hacia un mundo mejor. Los padres enfrentan la vacilación de
ción de nuestras teorías y prácticas. Esto implica la necesidad del re- convicciones básicas que dieron cuenta de su ubicación vital y se
conocimiento de la dimensión ideológica de nuestra escucha, para ven afectados por la caída de ideales que sustentaron su identidad.

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Jlor otro ludo, el desarrollo tcc~ológico veloz e'impredictible en sus te desangraron a gran parte de la humanidad.
cfcelos y prosecución, da lugar a fenómenos tales como las nuevas Esto genera resistencias diversas a ciertas modalidad.es de un
modalidades de engendrar a un ser vivo y otros hallazgos que, sin progreso no siempre sentido como tal. Es ~n conexión con esta cla-
duda, modificarán radicalmente J::i vida familiar; fenómenos a los se de cuestiones, entre otras. que el adulto se halla, como señala-
que .el adulto no ha podido aún dar significación ni metabolizar. Las mos, conmovido en sus referentes. ¿Cómo transmitir al hijo estos
novedades abruptas y casi cotidianas exceden a veces las mentes. hechos aún cargados de incertidumbre y sin sentido? Y en nuestro
.¿¡:~;:, caso: ¿cómo prever la eficacia psíquica de transformaciones de tal
Así por ejemplo, los hallazgos de la ingeniería genética desafian las &;tl, 1
imaginaciones·más febriles. . ,¡;. ,;,
:·.\r 1 magnitud? En tanto las propias respuestas vacilan y no dan ya
Generaciones anteriores -y no tan antiguas, por cierto- pade- cuenta de una realidad cambiante y sorpresiva, los adullos ven en-
cieron el tabú de la sexualidad, que cerró sus bocas alannadas fren- torpecida la tarea de trasmisión intrínseca a la crianza del cachorro
te a la pregunta. por otra parte ineludible, del niño acerca de los be- humano y la posibilidad de ofrecer ciertas convicciones y respuestas
bés y los modos de la concepción. Liberados hoy de tal traba, sin em- que introduzcan a los descendientes en el complejo mundo de las
bargo, las actuales formas de fertilización, que separan la procrea- elecciones singulares.
ción de la escena sexual de la pareja parental, complejizan nueva- La trasmisión intergeneracional de significaciones asegura la
mente la respuesta. La técnica amplía posibilidades, y a la P.ar siem- continuidad de la cultura: "La historta trasmitida -dice el historia-
bra desconcierto y polémica. No sólo es posible originar la vida e in- dor L. A. Romero- es uno de los más poderosos instrumentos para
125
sertarla .luego en el vientre materno, sino que esto permite la mater- la reproducción de una sociedad" .
nidad más allá del límite de edad que la menopausia imponía a la La familia juega en la trasmisión un papel primordial; y aporta
mujer. a sus descendientes un recorte singular de aquello que la cultura
La implementación en amplitud de estas técnicas, ¿no trastoca- propone en cada época y lugar, así como el armado de una historia 50
ría de algún modo el ordenamiento de las etapas vitales y la relación familiar, trama significativa que da cuenta de un origen. Freud se-
entre generaciones? ¿No favorece esto en el ser humano el desplie- ñaló lo necesario e inevitable de dicha trasmisión para asegurar la
gue de la fantasmagoría contenida en las teorías sexuales infanti- continuidad y el encadenamiento de las generaciones; constituir un
les?"(' Por otra parte, recientes descubrimientos convierten ya en po- eslabón de una cadena brinda pertenencia e identidad.
sibilidad real .la idea expresada en forma repelida en la ficción de La familia ha sido presentada por la cultura como un recinto
crear seres humanos en serie y a medida. privado, casi sacralizado. Espacio en apariencia desencajado de la
"El anuncio de que se puedyn hacer copias idénticas (clones) de trama social, a la vez que alejado de las determinaciones políticas y
embriones reavivó la polémica sobre los límites éticos de la ciencia" económicas. De este modo, se constituye en "célula básica de la so-
. . "Los científicos argentinos se oponen al experimiento" "Según los ca- ciedad" y puede ser trasmisora esencial, aunque inadvertida. de
tólicos es una manipulación infame" "Nada se descarta para ser ma- ideologías.
má", son algunos de los títulos periodísticos presentados en Clarín, La trasmisión de las significaciones es una de las figuras de Ja
31/ 10/93. repetición en la familia 107. Todo grupo familiar trasmite a sus descen-
El descubrlmienlo produce en las mentes un efecto ominoso, dientes un argumento que cada generación recibirá y adecuará en
que se liga casi inevitablemente con conocidas fantasías literarias. mayor o menor grado al mundo en que le toque vivir. Cuando se tras-
tales como la desplegada por Ira Levin en "Los niños del Brasil". 00 La miten creencias constitutivas de un código incuestionable, éste re-
. factibilidad de construcción de seres idénticos conlleva la idea de fu - sulta difirilruente transformable y se descontextualiza respecto del
. sión, pérdida de singularidad, indiscrimfriación . Evoca nociones de entorno. Las significaciones no contextualizadas en tercera genera -
autoritarismo, manipulación del otro y mejoramiento de la especie - ción tienen la posibilidad de funcionar como significados cristaliza-
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o construcción de una raza superior- que en un pasado aún recien-
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dos. A cslo se hcm referido Lidz -:( otros, con la denominación trasmi- do esto tiende a intensificar la dimensión de la irracionalidad. Cuan-
sión de la ilTacionalidad. 16 . • • do tales factores ahondan en exceso las fallas de la transmisión, se
Pero al mismq tiempo la trasmisión, aunque ineludible modali- puede generar déficit en el sostén, con la consiguiente emergencia de
dad de la repetición, en tanto se abra a la resignificación simbolizan- angustia y cualidad potencia:! traumática; viéndose así afectadas en
te aparecerá como discurso de vida. Sólo deviene mortífera cuando ciertos casos las bases mismas de la identidad. Recuperamos en es-
conforma un discurso totalizante; sin fisuras, lo que implica destino, te punto la idea del armado histórico como posibilidad de enlace del
116
fatalidad. acontecimiento traumático. .
Es en las fallas· de la trasmisión que se abre el espacio de la Por otra parte, el predominió unificante del neolibera:Iismo con-
creatividad, como señala René Kaes 74 • La trasmisión psíquica se ins- servador, tanto en lo económico·como en lo ideológico, detennina la
cribe en el fenómeno del aprés-coup, como reinscripción de lo tras- inexistencia de un estado protector e intensifica a ultranza las mo-
mitido. Cuando el discurso familiar tiende a impedir la trasforma- dalidades extremas de la violencia social, que implican el desampa-
ción, obtura las fallas y tolera solamente la repetición de lo igual. Su ro a la vez fisico y psíquico, expresado en la insatisfacción de las ne-
fisura, por ende, se articula con la apertura de un espacio para la cesidades más básicas. El hambre, el sufrimiento y la ignorancia
creación en cada generación. La historia trasmitida es siempre en configuran así un destino ineludible para muchas familias de nues-
cierto grado mítica e inadecuada a:I contexto presente; son los apa- tro mundo.
ratos ·psíquicos receptores los que tienen -o no- la posibilidad de La familia, abierta y fragmentada, va cesando en a:Igunas de sus
transcribirla; es decir, singularizarla conformándola. fracturados en funciones básicas: esto podría implicar la transferencia de las mis-
la actua:Iidad los discursos sagrados, los jóvenes se ven habilitados mas a otros sujetos sociales, pero como éstos no están aún clara-
para la producción de lo nuevo y diferente. El hijo de hoy disfruta de ·mente definidos, se produce cierto efecto caótico. Las instituciones
una libertad de elección y una atenuación del autoritarismo paren- sustitutivas, como podrían ser las educacionales y recreativas, por
tal poco imaginables en la etapa antertor, cargada de verdades úni- su parte, son ineficacz:s a causa de la disolución de formas comuni-
cas y absolutas. tarias solidarias y protectoras. El protagonismo va quedando reduci-
Pero es a partir de la apropiación de las raíces trasmitidas, ejes do por ende a la individualidad.
de su identidad, que el sujeto enfrenta y semantiza lo nuevo. Es fácilmente observable en nuestro medio cierto desprestigio y
La época ·actua:I, signada por el cambio brusco y permanente, caída en desuso de estilos famili:lfes propios de generaciones ante-
excede a veces las posibilidades inmediatas de semanlización. En re- riores. Aparecen enunciados que exhiben una fuerte modificación
lación con esto, el sostén cultura:! puede verse afectado y la discon- del discurso ideológico, en relación con los fundamentos mismos de
tinuidad generar desconocimiento, en lugar de pertenencia e identi- la familia y su funcionalidad social. Ellos parecen decretar cierta de-
dad. Las subjetividades se ven así amenazadas de desvalimiento. sintegración de la familia ampliada y exaltan la aulonomizarión pre-
Postulamos pues, en relación con la trasmisión intergeneracional de coz; así como la menor intensidad y estabilidad de los vínculos del
significaciones propia del grupo familiar, que ésta se ve afectada por parentesco.
la transformación .acelerada y por la menta:Iidad posmoderna que ya La crítica social a los enunciados que fundamentan una institu
se perfila entre nosotros. La incertidumbre acentúa las fa:Ilas de la ción, -en este caso la familia- pone de manifiesi.o cambios cultu-
trasmisión, que se ve también recortada por las mencionadas dificul- r? les y promueve nuevas transformaciones. Es a b vez trasmisora y
tades de significar lo novedoso y diferente. La menta:Iidad de ép0ca, constructora de creencias. Posee, además, una eficacia inductora
además, no llena fácilmente el vacío, ya que en ella circulan verda- por su :r:.~iteración y presencia, en especial en los medios de difusión,
des en lodo caso relativas y múltiples; y el futuro, desinvestido, re- que hoy día se introducen en la intimidad de las familias más diver-
sulta oscuro e imprevisible. La trasmisión puede resultar poco ade- sas geográfica, e_<;:onómica y cultura:Imente.
cuable a un contexlo sociocultural que con rapidez deviene otro; to- La importancia pregnante de los mass-media, que definen la era

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aclual. conltibuye a la planetati~ación de la cultura, y da lugar a la merclales telefónicas desde un sillón del living. mkntras mamá ve
expansión Inevitable de modelos e ideales de los países desarrolla- televisión en su dormitorio, la hija mayor escucha música en su ha- .
dos, los que afectan de modo diverso a los distintos grupos sociales. hitación y el más pequeño se instala frente a la computadora. De es-' ·
Una m~eva lógica de la cultura se vislumbra en los. sectores medios te modo. cada miembro de la familia parece conertnrst' con una rea-
y grupos de élite; sin duda su incidencia es desigual -y tal diferen- lidad que, al excluir a los otros, atenúa la dimensión de lo compar-
cia se halla también abierta a la investigación- en las familias que, tible, acentuando la diversificación de las significartones singulares.
casi en los márgenes del sistema, transitan los tiempos del cólera. Si hay en la casa dos o más televisores o va.-.;os equipos musicales,
Si ya la modernidad tendió en sus últimos tramos a confonnar como es frecuente cuando el poder adquisitivo lo permite, cada
. una familia conyug;;tl aislada de las otras y de la familia ampliada, la miembro de la familia elige· su propio espectáculo y l'l 1..'011.Junto se di-
· · posmodernidad profundiza dicha tendencia. Su individualismo a ul- luye, convertido en una suma de lndividualidatks q1 ie buscan no
tranza propone además cómo ideal a un sujeto tempranamente des- rescindir jamás la propia elección en función del law grupal.
Jigado del enipo nuclear y aun a veces de todo vínculo estable. En El futuro no tan mediato, por otra parte, nos prnmete una so-
relación con esto, en las grandes urbes de los países desarrollados
ciedad de la información que seguramente revoludonará aún más
se registran fuertes cambios en los paradigmas que rigen a la páre-
los modos de vida cotidianos.
j a y la familia. Hay menor tendencia a constituir una alianza matri-
"La llaman la droga del año 2000. Desde el ldt'\'isor se tendrá
monial legalizada y perdurable, así como mayor i1,1cidencia del divor-
acceso a videos, juegos, compras. educación, pelieula~ a elección, te-
cio y la pareja sin hijos o con un único hijo, postergado en función léfono con imagen e información enciclopédira" "1\1 ,~o está claro.
de otras situaciones vitales consideradas prioritanas ..
cuando la 1V interactiva se masifique. nada sera lg11a\. La tecnolo-
El Federal Bureau of the Census de Estados Unidos -infonna gía habrá dado un nuevo paso sobre la vida colidlnna, para bien o
Página 12 29/8/93- determinó en 1989 que 7 millones de nortea- para mal. Sólo que esta vez vida fami!i?J y soc~al. 1•spacio laboral y
mericanos con edades entre 25 y 44 años ocupaban viviendas uni-
tiempo libre se modificarán bajo el mismo compas" ll :1a1in 6/ 11/93) .
personales. No hay dudas que la tendencia al hogar unipersonal va
Por otra parte, la participación de todos los l11t1•grantes de la fa-
en aumento, si se tiene en cuenta que en 1970 la cifra .equivalente
milia, aun los pequeños, en múlliples actividades 1'11 l'l mundo exter-
fue de 1,6 millones. Pero también en nuestro país se visualizan ya
no, genera una suerte de vacia...'iliento de la emprrsa familiar, antes
tendencias en igual sentido: el Censo Nacional de Población de 1991
sostenida en gran medida por la presencia consla111t- 1' incondicional
informa que un 7,8 % de los 2,9 millones de habitantes de la Capi-
tal federal ocupa viviendas unipe:tsonales. de la madre en el hogar.
Kenneth Gergen (Clarín, 26/9/93) sugiere qui• la familia gira al-
Es decir, la familia, antes centrípeta y proclive .al cierre y la en-
dogamia, presenta hoy una tendencia centrífuga. El grupo tiende ;-i rededor de ciertos ejes ligados al desarrollo tecnoh\~11·0 de la comu-
nicación. Citando a Baudrillard, afirma que cada 111ll'll1bro de la fa-
la apertura precoz y a veces a la fragmentación. Esto incluye la co-
milia es hoy "una terminal de mú!Uples redes" y propll11e que esto ha
nexión predominante de cada uno de los miembros con el mundo ex-
de producir efectos muy importantes en la calidad <ll'\ vínculo fami-
terior. así como la salida más temprana de los hijos al espacio social .
liar y por ende en la subjetividad, idea que sin d11da rnnverge con las
j' Los medios. la consulta clínica y la vida cotidiana dibujan hoy
1-. que venimos desarrollando a lo largo de este libro.
una nueva escena familiar. Imaginémonos ·ingresando por la noche.
El di'>Grcio, por su parte. da lugar a la exisle1wla de numerosas
sin ser vistos, a la vivtenda de una familia argentina correspondien-
familias uniparentales. conformadas con mayor t'n·1·11encia por ma-
te a grupos sociales medios, ¿encontraremos quizá un_a familia ro-
dre e hijos; en las que puede generarse un pcdn 111atemo mayor,
clea11do al televisor, como era ya habitual. en los· últimos treinta
viéndose además favorecida la constitución de u11 d;i11 fraterno e in-
aI1os? ¿O la! vez debamos recorrer las distintas habitaciones para vi-
discriminado. Se intensifica a veces la presencia de personajes de la
sualizar a los habitantes? Probablemente, papá anuda relaciones co-
familia de origen de la madre u otros extrafamilian~s que suelen ha-
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cerse cargo del ordenamiento y qeterminación de la vida familiar. De cuencia de la pareja sin hijos o con un único hijo tardío. postergado
este modo la·Telación madre-hijo puede constituitse en núcleo bási- por la jerarquización de otros intereses -ligados al coµsumo o el de-
co familiar, con los consiguientes efectos psíquicos ligados a la ine- sarrollo laboral- en los países del norte, seria un ezj)onente extre-
xistencia de figura masculina en la crianza. mo de la parcial caída de la investidura del espacio familiar y, más
Noticias provenientes del hemisferto norte informan además que específicamente, del lugar del hijo como proyecto futuro, capaz de
un número cada vez mayor de mujeres opta por convertirse en ma- ·ofrecer continuidad a la propia existencia.
dre soltera, aun recurriendo a la fertilización asistida o la adopción E:n las antípodas casi de los grupos encemmtes, otros suscitan
para tener un nii'lo. Las "madres solteras por elección" pasan así a nuevos interrogantes: ¿qué sucedería si el hijo fuera apenas enlaza-
engrosar las filas de las familias uniparentales, pudiendo indiscuti- do en la trama familiar y su nacimiento no constituyera un proyec-
damente cortfigurar un subgrupo diferenclado dentro d(! las mismas. to de trascendencia? ¿Qué seria de "His majesty the baby" destrona-
"En este modelo de familia aislada y discontinua cada madre in- do a poco de su coronación?
dividualmente. careciendo del marco de contención que en las otras Son los cambios que se registran en las configuraciones familia-
culturas brinda la comunidad, tendrá que hacerse cargo de la rela- res los que motivan estas novedosas cuestiones, y no precisamente
ción con su hijo" dicen Alberli·Méndez. "Asignarles a las mujeres aquellos casos ya reconocidos en el psicoanálisis, en que la carencia
-y no se refieren únicamente a las familias uniparentales- esta de narcisización inicial conduce al bebé a la muerte o el autismo. El
responsabilidad absoluta, con la justificación de que están "natural- retiro libidinal parcial que el hombre y en especial la mujer -antes
mente" dotadas para hacerlo, las coloca en un Jugar cercano a la de considerada fundamento afectivo de la familia- han realizado res-
la heroína de los mitos, de ahí luego su idealización desmesurada". 3 pecto del lazo familiar; nuevas concepciones acerca del proyecto, la
Los nuevos matrimonios originan grupos familiares integrados estabilidad y el compromiso recíproco en la relación de pareja; cier-
por la nueva pareja, los hijos de matrimonios anteriores y los hijos ta devaluación del hijo como promesa de trascendencia y una ten-
en común. Esto ha cre?.do nuevas formas vinculares que aún debe- dencia a la separación prematura hijos/padres. conforman nuevas
mos Investigar cuidadosamente y que la cultura misma no ha podi- modalidades vinculares promovidas por las discursividades actua-
do todavía definir con claridad. Textos de distintas procedencias
les.
· enuncian las más diversas denominaciones para estos grupos fami- No obstante. el hijo es en ocasiones fuertemente idealizado: se
liares; se los llama familias nuevas o extendidas o segundas familias. le atribuyen un saber y un poder que exceden las posibilidades del
· También reconstituidas, ensambladas, transformadas o expandidas. niño. Quizá los padres, fascinados por el pequeño ser que suele po-
Muchas designaciones, para un fenómeno que la propia cultura de- seer una rebeldía y aparente autonomía de la que ellos mismos -so-
be aún significar. Del mismo modo, en estos grupos no es sencillo metidos a una crianza más restrictiva-. carecieron. esperen de él
saber cómo referirse a la mujer del papá o al hermano del m;:irido de muchas respuestas. Se tornan así, sin quererlo. poco continentes. Al
mamá, salvo por su nombre de pila. Falta de denominación que da mismo tiempo, el temor al autoritarismo los convierte en padres lais·
cuenta de un momento de cambio en el cual no se han definido afec- sezjaire. lo que deja a los niños sin límite ni respuesta.
tos y actitudes esperables, así como lo prohibido y lo prescripto pa- De tal modo. el hijo resulta paradojalmente sobreexigido en el
ra cada uno de estos vínculos. Estos grupos plantear.1 además inte- sentido del apuntaiamiento de la parentalidad, en tanto los padres
. resantes cuestiones a la definición de los límites del gmpo familiar. pierden responsabilidades y derechos ligados a la crianza. La fun-
Simultáneamente, la mujer inviste el mundo de lo no familiar y ción parental puede atenuarse en tal medida que los vínculos fami-
la a.u toridad paterna se debilita. El hijo ya no parece ser el proyecto liares resulten simétricos y fraternizados; constituyéndose un verda-
vital por excelencia; la parentalidad implica renuncias en las liberta- dero clan sin clara discriminación de funciones. en el cual se obser-
des individuales que no resultan aceptables con facilidad en una va en ocasiones un franco dominio de los hijos.
época teñida por eI individualismo al que nos hemos referido. La fre- Es ésta una sociedad que realza la juventud, elevada a r.atego-

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ría de ideal_;. ~.e ~enigran de esta, manera la arruga y la expeiiencia. tendientes a saciarlo y entretenerlo en forma permanente. El hijo,
En relación con esto, en algunas familias los padres toman a ios fü- t: l realzado nuevamente como continuidad de los egos .parentales. ha
jos como modelo, imitando su jerga, vestimenta y modos de ser y de de quedar ubicado por fuera del conflicto, más allá de cuálquier pri-
pensar; de este modo, el modelo antes ubicado en los antepasados vación o sufrimiento.
puede localizarse en los hijos; se torna así oscura la diferencia entre En ocasiones, estas modalidades vinculadas al hiperconsumo
generaciones.
se combinan con un abandono parcial, en el cual la oferta abundan-
En relación con esto, se estimula también a. los niños en la ad- te de objetos intenta sustitulr carencias libidinales y fallas en el sos-
quisición temprana de hábitos de independencia; no siempre acor- tén. Condenado a una satisfacción sin frustraciones que lo pasiviza,
des con lo esperable para cada edad. El desprendimiento precoz de el hijo se ve confinado al lugar de la demanda y se dificulta la emer-
la vida familiar; la eficacia agresiva en todos los ámbitos y cierta do- gencia deseante.
sis de rebeldía, trasgresión y competitividad son rasgos deseables del Ponemos en relación estas modalidades de crianza -más difun-
hijo dela época. Su conjunción con la pérdida de autoridad del adul- didas en los sectores medios de la sociedad- con algunos rasgos
to genera una nueva categoría, el niño ~inmanejablew. hijo idealizado que se evidencian en niños y adolescentes actuales: abulia, apatía,
y temido que deviene tiránico e hiperdesarrollado a 'Ja vez que falto aburrimiento crónico, falta de iniciativa. Esta objetalizaclón del hijo
de sostén e identidad. -llevado, traído. colocado, entretenido- se ve inserta en la lógica
La parcialdesinvestidura de los vinculos, la parentalidad "light", misma del consumo. Sienta las bases, además, para la subcultura
de decaída autoridad y proclive a otorgar a Jos hijos un poder de elec- de la adicción, ligada a la intolerancia a la espera y a una pretensión
ción por encima de sus posibilidades, genera un .abandono parcial de saturación absoluta de la falla a través de los objetos.
que configura una forma actual de la violencia familiar. De este mo- Es de particular interés señalar que las fronteras familiares se
do, la violencia, que no parece privativa de un período histórico, tien- loman hoy más difusas y permeables; las determinaciones propias
de su emboscada y emerge con características novedosas tras los in- del grupo pierden preponderancia y el argumento vital no parece
tentos de cada época de sacudirse el yugo de la anterior. 109 provenir tanto de la tradición familiar como de Ja cultura misma, en
Liberados así del pesado lazo familiar, los hijos pueden verse pa- la cual los mass media ocupan un lugar pregnante ligado a la tras-
radQjalmente esclavizados por los mandatos que emiten los medios misión. ·
de comunicación; por el consumo o por la droga y el alcohol, recu- La c;ultura, fundada en el tabú del incesto y promotora de la se-
biertos bajo el manto ilusorio de una libre determinación. La familia paración de los hijos del mundo de lo incestuoso, es sede de la fun-
declina funciones que otras instituciones no pueden aún asumir y ción paterna simbólica que instala la castración. El entorno social,
esto colabora a la falta de sostén y orientación propia de la época. sin embargo, no ofrece solamente propuestas ligadas a tal función.
Los niños parecen, pues, perder un derecho: el de ser cuidados En tanto complejo y contradictorio, comprende también dimensiones
como niños. Su venerable Majestad deviene pequeño ser desprovis- objetalizantes, Jugares de encierro que promueven el apagamiento
to y abandonado, maltratado por una exigencia prematura de adul- deseante y desfavorecen la subjetivación. De este modo, ciertas di-
tez y libre elección, encHmadura fiel de los ideales de una época que mensiones del mundo del afuera familiar, reiteran en su eficacia mo-
se define sin ideales. Afectadas las raíces de este modo, el niño rir.- dos de violencia equivalentes a los que hemos analizado en relación
" tual afronta una verdadera crisis de identidad.
· En algunas familias estos modelos de funcionamiento adquie-
con las familias endogámicas.
El envio precoz dei hijo a ld cultura, cuandu se sustenta C!'l un
ren olras especificidades, como la tendencia a una forma de áparen- deficit parcial de narcisizaci ón, no facilita Ja elaboración psíquica del
te sobreprotección que tiende a resolver en fonilq. anticipada las po- pasaje a la exogamia. correlativo a la simbolización de !:.. castración.
tenciales demandas infantiles. Lafamilia atosiga así al niño con una La posibilidad de instalación de la misma y de su tolerancia como
sobreoferta de objetos y actividades ligadas al universo del consumo, marca de alteridad y finitud, se sostiene sobre una operación de alie-
98 99

. . ..
muerte en el marasmo de \OS niñOS hosPltaUzadOS· En relación con
esto. vemos que si el \azo rsmiliar y social no orrece ugaduras pu\slo·
.Il.ªf!Q.9: Esto implica que una sal,ida apoyada en carencias ~arcisis­ nales eróticas al sujeto en crecimiento. probablemente \o deje llbra·
fas y libidinales no operaria en el sentido de la subjetivacton1 sino do a \a autodestrucción. expresión misma de \a puJslón de muerte .
que podría determinar vacíos en zonas importantes del psiquismo.
De este modo, la amplitud y libertad de las opciones, siempre sobre-
determinadas por complejas tramas, cuando no hay bases de sus-
aliviar \a tensión 1nterna. Como Green~
y a [ormas de beterodestrucclón que para FfeUd Sifíall tentativas de
señal•· \a desligadura pul·
sional favorece \a emergencia de [ormas de destrucción que no su·
tentación que den zócalo a las opciones, puede aparecer en lo mani- ponen \a 1ntr1ncaclón de las dos pulsiones. desfa'10Tecid• en estos
fiesto en actitudes juveniles de desortentación y falta de iniciativa; casos por \a fisuri de \as 1unctones parentales que hémos namado
las que a ve.ces culminarán en elecciones a predomii11~ tanático. [orma actual de abandono. Esto coristltuiri• una de \as lineas de
· En tales casos, aquello que en lo manifiesto podría aparecer co- trasmisión de la v\o\entia. 1nc1dlendo probablemente en ciertas !or· ··
109
mo una forma de autonomía deseante, configura en cambio una mo-
dalidad del individualismo extremo y el aislamiento estimulados por mas Af m1smodeuemPº•
actuales comosocial.
la violencia dijéramos. se refuerza \a tnvestidura
la época, lo cual c.onduce al reforzamiento de la investidura del pro- narcis\sta del propio yo como objeto. coneetamOS esto con esas [or·
pio yo como objeto, y da lugar a formas narcisistas presentes tanto mas de narcisiSIDO. señaladas por autores que esWdiaU \a posmo·
en el prototipo sano como en las patologías propias del fin de siglo. dernidad y propOUen al yo como e\ gran protagonlSta de \a cultura
Si el sostén pareJ?.tal no promueve la semantización de la masa
de estímulos que el niño padece, ésta funciona a la manera del trau- Hemos trabajado durante anos predominantemente en relación
actual.
con patologias que podriamos llamar •de exceso": este es. ramillas
ma, inaugurando una forma de violencia no constructiva que ame-
naza Ja configuración de las barreras represivas. Lo que así en la psi- excedidas en \a mtensldad en[ermiZ> de sus v\nculos: conflictos re·
que permanece por fuera de fas cadenas significantes, puede emer- \aclonados con \os dlfici\eS momentos de deS\legue y salida exogámi·
ger bajo la forma de acción violenta o palabra desprovista de simbo- ca. En \as m1Smas. la 1ntervención analltlca operó en el sentido de la
lización, o sea en función '.'iolenta. desalienaclón. Una dirección posible de\ proceso pslcoanalitiCO [ami·
Los medios exhiben, entre otras pinturas de época, personajes liar implicó \a discrifllinación y \a disolución de certezas atrapantes.
malvados, matones indiferentes, l<i..1 inconmovibles como un "termi- La [amilia de \a posmodernidad nos presenta en cambio. entre
nator''; tan "malos" que parece dificil pensar que una madre Jos otras prob\emáUcas nuevas. patologias "de déficit". relacionadas con
abrazó alguna vez. Personajes siniestros, sometidos q. un amo aún fisuras en \a ttain• endogámica inicial. Esto se articula con \a caid•
más cruel; seres cuyo único goce parece ser el crimen y su ansia la parcial de ta investidura de\ espacio [amlliar y del hijo como provee·
esclavitud misma; ante todo, ané¡nimos y marginales, sin la identi-
dad que ofrece Ja pertenencia a una familia o a un grupo social. Ca- Déficitdeldemanan•·
to central trasmisión. de mvestidura e 1ntens1dad en \OS vincu·
·
da uno de ellos, prototipo extremo y caricaturesco casi de formas ac- los iniciales. déficit parcial que ha de ser yecuuarmente di[erenüado
tuales de violencia, en una época que elude el sentimiento y el dolor de aquél que delinea \os caminos del auusmo. lntervenclones para li·
psíquico. Este "malo" fue quizás alguna vez un niño sin sostén, gar. "alienantes". en el senlido de una alienación [undante y cons·
quien busca ligaduras a predominio tanático en la sociedad delicti- 1ruc\iva. TransitaJUOS asi de \a v\o\encia del discurso familiar horno·
va o convirtiéndose mañana tal vez en puntal de nuevos regímenes gene>zante a \a mdi[erenci• y el abandono parciales. nuevas formas
autoritarios que den respuesta a su hambre de pertenencia. 116
El debilitamiento, abandono y desinvestiduras a las que nos re- de \aEl malestar
violenda en \a [amili• -lai
familiar. 'º""ºFreud lo rormu\ara para e\
ferimos , suponen una falta en ese atrapamiento endogámico indis- malestar en \a c·c\\ura- es intrinseco a su estructura misma. La [a·
pe11sable en la primera fase de la vida y tan lesivo si continúa más milla se organiZa alrededor de una prohibición: e\ tabú del incesto.
.ali<\ de lo necesario. Dicha falla es generadora de violencia, tal .como 101
Spit1. lo describiera ya hace años al mostrar la autoagresión y la

100

. ' -" ·.
Ht• l1 1tl11 dt· 1111 11 111 11 r1•¡ 1 co11s lltuVva qu e la separa de un goce impo- aproximación entre matrimonio y amor, tendencia que se va acen-
Hll>Jc, 11H (11 m l, ligado a ·un más allá de la castración. Esto la confma ... \ i •.
_.·)1 tuando y difundiendo,en .el siglo XIX para constituirse en hegemóni-
a l orden clel deseo, es decir, de la insatisfacción. En relación con ello '...''!.r 1 ca durante el XX: se. llegan así a descartar totalmente otras determi-
se perfila un in sol u ble malestar que asume diversas apariencias en
diferentes lugares y épocas históricas. 11 ~ · ·
*~¿ naciones en la elección de pareja conyugal. En apariencia, desde lue-
go, ésta se hallaría siempre motivada en forma exclusiva por el sen-
Por su parte, las transfonnaciones en las modalidades de lapa- timiento; otras motivaciones serían consideradas censurables por el
reja, así como las vicisitudes de la adolescencia actual, merecen ser ./:~\ consenso cultural. Este amor que sustenta la relación matrimonial
.1'tf'.1... ,
1
considerádas en sus particuláridades. Destinaremos a ello las si- habría, por añadidura, qe ser eterno y sostenerla par loda la vida.
gµientes páginas.
;¡~:•. Puget-Berenstein 105 enuncian cuatro parámetros definitorios de
la pareja matrimonial; ellos son: cotidianeidad, proyecto vital com-
partido, relaciones sexuales y hmdencia monogámica. En la actuali-
LA PAREJA, HOY dad tienden a modificarse ampliamente los contenidos de algunos de
>i:L
. ñt~
~.4~ · dichos parámetros, que analizaremos a continuación.
Como ya quedara planteado en !:is consideradones anteriores Una primera cuestión importante es que hoy muchas parejas
sobre la familia, las modalidades de la pareja sufren hoy profundas prefieren la convivencia sin formalización legal; se trata tanto de pa-
modificaciorn~s. De igual manera, las fonnas del encuentro entre los rejas jóvenes como de aquéllas constituidas a partir del divorcio. Es-
sexos, y quizá la propia definición de pareja, tienden a reformularse. ta relación puede ser -o no- la antesala del matrimonio civil. La
En el siglo XVI, señala Flandrin ' 2 , había cantores del amor pla- convivencia "sin papeles" goza actualmente de una aceptación social
tónico y cantores del amor puramente carnal. La cultura religiosa i,mpensable algunas décadas atrás: se denomina "vivir en pareja" a
condenaba todas las formas de la pasión amorosa y !a cultura laica, lo que antes fuera designado despectivamente como concubinato,
. expresada en leyes y proverbios, tendía sobre todo a limitar el peso forma de convivencia, por otra parte, considerada propia de los sec-
del amor en la formación del vínculo conyugal. Las alianzas matri- tores caracterizados como marginales respecto de las pautas de la
moniales debían ligar familias y asegurar la transmisión de la heren- mentalidad burguesa. Dado que la generalización de dichas formas
cia; de modo que el matrimonio por amor amenazaba con subvertir de relación es reciente en nuestro medio, iremos adquiriendo gra-
el orden social. Durante la Edad Media los teólogos reafirmaban es- · 1
dualmente la posibilidad de investigar la eficacia psíquica de tal
ta idea, apoyándose en el aforismo de San Jerónimo: "Adúltero es transformación; lo que vale lambién para otros cambios incipientes
también el que ama con excesivo ardor a su mujer". A posteriori se entre nosotros.
va dando una liberalización dentro de las relaciones matrimoniales, La cotidianeidad "es un organizador de los ritmos de encuentros
que favorece la fidelidad.
y no encuentros de la µareja; susceptible de transformarse en desen-
Sin embargo, junto a las estrictas reglas del matrimonio, el me- cuentros". 105 No cabe duda que estos encuentros se concretizan hoy
dioevo genera el amor cortés. Elegido libremente y· separado de la 1
en forma diversa; un ejemplo novedoso serían las parejas coloquial-
procreación, éste debió declararse casto para ser tolerado. A partir mente designadas "cama afuera", que organizan una relación defini-
del siglo XII se sostiene como ideal una pasión siempre desligada del da como estable sobre la base de la 110 convivencia en la misma ca-
vinculo matrimonial. Amores intensos y desgraciados han hecho so- sa, y cada una de las cuales define con singularidad los tiempos y
ñar desde entonces a mu(;iias generaciones. Aun para el período his- espacios del compartir. Dado que el encuentro puede no ser cotidia-
tórico que unifica amor y conyugalidad es imposible erradicar la lla- no, se aproxima a la frecuentación , definida por Puget-Berenstein
i
ma de un amor reiudo, a veces, con toda posibilidad de realización y como parámetro del vínculo de amigos. Estos cambios , y oLros, po-
!_ otras, consumado en un vínculo condenado a la extinción. nen a prueba la propia definición de pareja y su especificidad, lapa-
· En el siglo XVIII comienza a darse en la cufü1ra dominante una reja matrimonial.
102
103


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En lo que hace al proyecto vital compartido, éste lleva hoy la lución sexual de los años sesenta; nos ocuparemos de algunos a~­
marca del cortoplacismo propio de la época, que se expresa de mo- peétos del tema más adelante. Hoy, además, el vínculo amoroso e~­
dos diversos; entre ellos, en la aceptada disolución del vínculo antes table entre homosexuales es también designado como "pareja" y en
pensado para toda la vida, más allá del deseo y la satisfacción que algunos paises se lo acepta ya como matrimonio, habilitado para kt
ofreciera a los miembros de la pareja. La disoludón del vínculo con- adopción y crianza de los niños. Por supuesto, los parámetros def. ·
yugal fue consid.erada, y lo es aún hoy en amplios sectores argenti- nitorios con que nos hemos manejado hast::i ahora corresponden ,t
nos, como índice de un "fracaso" con respecto a un proyecto de re- . la pareja heterosexual, única definida por la cultura moderna com1
lación para toda la vída. . pareja conyugal. En relación con esto, la nueva clínica, que incluye
A pesar de su antigüedad y difusión en el mundo occidental, el ya como posibilidad entre nosotros la consulta de parejas homose-·
divorcio legal ha sido sólo recientemente reconocid.o. en nuestro país, xuales, nos confronta con el requerimiento de revísión de conceptu« ·
en forma tardia respecto aun de otros paises latinoamericanos. Viví- lizaciones para la aproximación adecuada a las nuevas situacione:::
mos una verdadera fase de transición y cambio profundo en este as- Con respecto a la tendencia monogámica, dicen los antropól ..1 •
pecto, ya que algunas parejas tienden a esbozar un proyecto acota- gos Alberti-Méndez 3 :
do, que no se vería afectado de igual modo por una separación ya in- "Actualmente, si bien se sostiene Ja fonna del matrimonio 11ll1
cluida como posibilidad en el contrato matrimonial. nogámico, éste ya no existe en su expresión tradicional, porque ccn
"El modelo paradigmático de proyecto futuro para una pareja Ja legitimación de los divorcios, que supone una forma de poligami:i
pasa por la creación de hijos, reales o simbólicos". 105 "sucesiva" y la pérdida de valor de la fidelidad matrimonial irrum¡.'('
Para la mayor parte de las parejas de la modernidad, el proyec- desordenado un nuevo modelo que ofrece resistencias institucion.i
to central se concretó en la formación de una familia. Como ya dijé- les porque no condice con la idealización del amor romántico y b
ramos, el lugar del hijo en el proyecto tiende a cobrar menor impor- idea de familia "propia" de la "naturaleza humana''. ·
tancia que en el pasado; t~ndencia ésta ostensible, menos eri. nues- No podemos además dejar de considerar el profundo efecto qu('
tro medio que en paises europeos que disminuyeron notablemente la la salida de la mujer al mundo productivo exlrafamiliar fue generan
lasa de natalidad. do en el vínculo de la pareja. Se produce con frecuencia una ecorh'
Podríamos además señalar, avaladas en observaciones clínicas, mía compartida; a veces, la mujer aporta mayores ingresos que d
que parejas actuales, habilitadas por ideales de la época, tienden a hombre. En relación con esto, se atenúa una vertiente del poder
conservar el vínculo mientras éste no interfiera los proyectos indiví- masculino, sostenida en gran medida sobre el pilar económico. ALI
duales, muchas veces anteriores al mismo. Simultáneamente, los vez, la mujer tiene acceso a Jos distintos espacios de la cultura, de::;·
proyectos compartidos se subordinan a los objetivos singulares. Es- pliega desarrollos intelectuales y creativos y participa en el espacio
to se ve también favorecido por la posibilidad de la mujer actu::i.1 de público, ocupando lugares aun en los sectores que le eran más inac·
generar proyectos extrafamiliares. cesibles, como la política.
En lo que hace a las relaciones sexuales. otro de los parámetros , La independencia económica habilita a la mujer también par:1
que definen la conyugalidad, éstas continúan siendo prescriptas. Se elegir la continuidad o discontinuidad de la vida matrimonial. En el
espera además hoy que sean plenas, frecuentes y satisfactorias y se pasado, y todavía hoy día en ciertos medios, debía permanecer en un
las considera un pilar fundamental del vínculo. Implicar! la e:Kpecta- vínculo insatisfactorio por su dependencia económica y en cumplí
Liva de que la mujer obtenga placer y que las relaciones sexuales ma- miento de expectativas culturales vígentes en relación con la estal1\
trimoniales contengan una sexualidad polimorfa y pasional, que an- lidad matrimonial. En tales situaciones de dependencia econórnic:1.
tes se adscribía a las relaciones extra-matrimoniales. la mujer sólo parecía poseer el dudoso poder de la indefensión.
Sin duda, el universo de la serna!idad, definido por cada cultu- También al hombre se le prohibió en momentos anteriol'l's
ra. ha vivído fuertes modificaciones, en especial a partir de la revo- abandonar el hogar conyugal del que debía ser único sostén; la intl

104 Hl!i

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1
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d!'lld11d 1u 11t11 •1dli u1 l'l't1 t oh-mdn ¡111lc11lras uo allcrara la continuidad la idealización extrema de una figura femenina que, supuestamente,
lll l\ ll hllOJllOJ. llevarla adelante en forma acabada todas las funciones asignadas y
Al mismo Ucmpo que la paridad económica. el ingreso de la mu- elegidas, a la vez que se sentiría, a la vez dichosa y ~realizada". ¿Otra
j er al mundo laboral da lugar a una mayor participación del hombre de las dimensiones que hacen a la exigencia de los ideales de la cul-
en el ámbilo intrafamiliar, hasta entonces considerado un feudo fe- tura?
menino. Eslo modificó también la tradicional distribución de funcio- Vemos así un proceso de cambio que redefine a la pareja, des-
nes ligadas a la parentalidad: el hombre ganó en participación, per- centrándola de la reprqducción como proyecto esencial que alentaba
diendo al mismo tiempo ciertos .baluartes ligados· a una autoridad su constitución misma¡ redistribuye el poder en la reladón matrimo-
antes intrínseca a su rol. La relativización del poder masculino en la nial y conlleva al mismo tiempo la reformulación de las categorías de
esfera de lo familiar se confirmó en medidas tales como la patria po- lo femenino y lo masculino.
testad compartida, que reconució nuevos derechos femeninos. Con respecto al lugar de la mujer, en el ámbito de la sexualidad
Paralelamente, intensas modificaciones en el área de la sexuali- son claras y profundas las rnodificaciol'\es que se han venido dando,
dad -difusión de los métodos de antlconcepción, pérdida del valor en especial a lo largo de este siglo que concluye. El tabú de la virgi-
, de la virginidad- transforman la concepción misma de pareja: lapa- nidad, quizá pensado como universal, ha dejado de tener vigencia
reja sexual va separándose de la pareja reproductora y a menudo de para amplios sectores. Hoy día, incluso, muchas adolescentes aún
la conyugalidad. Estos factores y otros, promueven una redistribu- vírgenes consideran vergonzante dicha condición. Es eviüente lam-
ción del poder, así como cambios en las expectativas culturales rela- bién que la sexualidad ya no está confinada para la mujer al único
cionadas con el hombre y la mujer. , ámbito del lecho conyugal; la posibilidad de relaciones prematrimo-
Por otra parle, la coexistencia de ideales previos con las nuevas niales o el estar en pareja sin sanción legal es socialmente aceptada,
actitudes, parcialmente definidas y validadas, plantea conflictos. Ca- La infidelidad femenina también goza de mayor tolerancia. como lo
da miembro de la pareja aporta a la vida conyugal modelos adquiri- ponen de manifiesto su mención y tratamiento por parle de los me-
dos durante la crianza. Estos definen ciertos funcionamientos vincu- dios; aun cuando la relación de amantes sigue definiéndose por su
lares como preferenciales e incluyen, además, algunas expectativas clandestinidad.
. hacia la función de cada uno de los sexos, En virtud de los cambios Todo esto indica una validación para el placer sexual de la mu -
acontecidos, hoy con frecuencia dichos modelos son parcialmente jer, de quien antes se esperaba, sobre todo , que acompaflara pasiva-
desvalorizados por la pareja, atravesada por los nuevos valores y de- mente el placer masculino en la inslilución-matrtmonio, La acepta-
finiciones. Suele configurarse un sistema dereproches que incluye ción del orgasmo clitoridiano y vaginal constituye a la vez una am-
contenidos referido$ <'I, ia incompatibilidad entre el modo de vida que pliación de las posibilidades femeninas del goce,
.ellos organizan y determinadas pautas anteriores a las que no han Adolescentes y mujeres jóvenes demueslran en la actualidad
renunciado por completo. De este modo, una ruptura profunda de la una iniciativa contrapuesta a la "timidez" ex-pectante de otros tiem-
continuidad generacional da forma nueva a los conflictos, A la vez, pos, lo que reformula a la vez los modos de la seducción, Si anterior-
tanlo el hombre como la mujer suelen padecer por no satisfacer con mente éstos se centralizaban en un juego de miradas e insinuacio-
,,
simultaneidad ideales anteriores y actuales, con frecuencia recípro- nes que habilitaban al hombre para el acercamiento. hoy día mu -
1
1- '
camente exrh 1yentes. En relación con esto pueden-verse inmersos en chas jóvenes "encaran" al varón sin esperar que éste tome la inicia-
verdaderas situaciones dilemáticas o de sobreexigencia. tiva.
En el caso de la mujer, es usual entre nosotros que trale de Ana Fernández 10 señala el tránsito de la heteronomia a la :rnto-
abastecer todas las demandas, cumpliendo con las modalidades de nomía erótica con la consiguiente redefinición de los lugares de la
i!. . las mujeres de anteriores generaciones e intentando a la par un de- actividad y la pasividad, a l;i, vez que de los objetos y sujetos de de-
sarrollo personal extrafamiliar. Los medios, por su parte, favorecen seo. Situación ésta que conmueve andamiajes centrales del imagina-

106 107

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rio colectivo concernientes a la ~elación entre los sexos. Las fuertes "El yo se hace cada vez menos exigente y más modesto y, en
modificaciones en el posicionamiento femenino impactan en ·1a mas- cambio, el objeto deviene cada vez más magnífico y precioso, hasta
culinidad, algunas de cuyas modalidades se redefinen a la vez. Es- apoderarse de todo el amor que el Yo sentía por sí mismo". En rela-
tas cuestiones plantean en la pareja prob!emátlcas diferentes de las ción con esto agrega: "En todo enamoramiento hallamos rasgos de
de otras épocas, tales como ciertos imperativos ligados al goce simul- humildad, una limitación del narcisismo y la tendencia a la propia
táneo de los sexos. El encuentro sexual, amenudo antes vivido co- ., !:, minoración". &i
. mu prueba de rendimiento sólo para el sexo masculino, se amplía Nos planteamos entonces que el enamoramiento, así definido,
·hoy también a la mujer en su requeriníiento de eficacia. · · . · parece poco compatible con el individualismo extremo y las formas
En cuanto a la anticoncepción, ésta tuvo fuerte incidencia en la de narcisismo propias de la época. Por otra parte, sostener la esta-
liberación femenina y en los cambios en las prácticas de la sexuali- bilidad de un vínculo y formular proyectos vitales compartidos, im-
dad. Restringió, además, otra vertiente del poder masculino, ya que plica un grado importante de renuncias personales y concesiones re-
los únicos precarios métodos conocidos de prevención del embarazo cíprocas, poco valorizadas por las discursividades vigentes. El vincu-
dependían en gran medida de la voluntad masculina, por ejemplo, la lo "light" caracteriza a la pareja actual en el sentido de la atenuación
práctica del "coitus interruptus". · de obligaciones recíprocas. Así, en comparación con la etapa ante-
La libre sexualidad del fin de siglo, pública y polimorfa, se osci.~­ rior, los vínculos son más laxos y de más fácil disolución. El futuro
rece sin embargo con la aparición del Oagelo del SIDA, el que unifor- no es lo prioritario, puede -o no- darse; importan en todo caso el
miza también a los sexos, esta vez bajo el signo del miedo, e incluye bienestar actual de la relación y el deseo de estar juntos.
nuevamente .la dimensión de riesgo -ahora mortal- en una sexua- La tendencia al aislamiento, en especial en las grandes ciuda-
lidad liberada de antiguas restricciones. Como las viejas pestes me- des, tiene efecto en la dificultad del encuentro entre los sexos; de ahí
dioevales, más allá de avances médicos y tecnológicos, el SIDA rein- tal vez la apalición de organizaciones que ofrecen oportunidades a
. traduce en la cotidianeidad una muerte que desafia, por ahora, va- "solos" y "solas" en lo que hace al inicio del conocimiento mutuo. Pa-
cunas y antibióticos, así como todas las formas del progreso cientí- rece más fácil hoy el encuentro sexual que la continuidad de una re-
fico. El SIDA, como los escapes nucleares, las amenazas bélicas y los lación que abarque diversas áreas vitales compartidas. Si antes se
desastres ecológicos, convierten a la muerte en una presencia indis- profundizaba el conocimiento recíproco y se abría un espacio de in-
cutible para el hombre de una época que intenta desconsiderarla. timidad que "culminaba" en la sexualidad, hoy la propuesta con fre-
No podemos dejar de señalar en este punto, por otra parte, que cuencia se invierte.
los descubrimientos actuales qtje permiten nuevas formas de con- La modalidad "cool", que tiende a la evitación del sufrimiento.
. cepción podrían terminar de separar la sexualidad de la reproduc- induce a veces al desprendimiento del otro antes que éste pudiera
ción al habilitar a la mujer para concebir aun con independencia de convertirse en una fuente de abastecimiento que lo tomara dificil-
un vínculo amoroso o hasta estlictamente sexual. mente sustituible. Es nuestra hipótesis que se trata de estrategias
para evitar un dolor posible, intrínseco por otra parte a la relación
amorosa, tal como enuncia Piera Aulagnier:
·Modos del Encuentro entre los Sexos "Cada uno de los dos Yo se revela ante el otro y es reconocido
por el otro como fuente de un placer privilegiado y también como de-
Nos hemos referido ya en la primera parte de este capítulo a la tentador de un poder de sufrimiento igualmente pnv1it:giado." "Caua
cn·ciente tendencia a la vida solilaria en la actualidad, aun en la po- uno de los dos Yo reconoce que el poder de placer siempre es propor-
. blación que transita la edad fértil, antes usualmente dedicada a la cional al poder de suflimiento, lo reconoce y acepta los riesgos." s
formación de una familia. Múltiples cuestiones parecen jugarse, pues, en esta suerte de
Freud describe que en el enamoramiento: aligeramiento del amor que marca al hombre posmoderno. Aunqu e

108 109

'\ ..-
..
:I
a su modo, el amor se presentifica, muchas v~c~;? . sin ser buscado o
por el contrario como búsqueda permanente e insatisfecha. Nueva- Es cierto que la pareja conyugal hiperestabilizada prototip."("c\ de
mente pensamos que el sujeto se liga a ideales diversos y contra- ¡ la modernidad, tendió a convertir al encuentro amoroso en un.t ins-
puestos que lo reducen a veces a situaciones sin salida. 1 titución formal y rtgidificada. Dio lugar en muchos casos a verJadt>-
"¿Dónde estás, amor de mi vida, que no te puedo encontrar?" es ras modalidades caracteropáticas vinculares, convirtiendo la Y:d.a t'n
el título de un film del cine argentino actual que parece enunciar en común en una tediosa sucesión de rttuales despojados de la c:':'tttt'll-
sí mismo esta problemática de una época de transición y contradic- sión deseante. 21
ción, en la que el "amor" es. buscado y a la par evitado: De esta ma- · Nadie podría asegurar que los vínculos acotados sean me;,,~s o
nera las relaciones suelen ser intensas y efimeras; a veces, verdade- peores que las formas anteriores, ni tampoco adivinar la ev0i\1dón
ros encuentro's fugaces que perduran lo que el interés sexual mo- futura de la pareja. En todo caso, éstos son los nuevos modos dt' rt>-
mentáneo. Otras, víncufos de frecuentación esporádica definida por lación entre los sexos, los que caracterizan a esta época así C\'(\\\) d
"las ganas" de alguno de los integranles de la pweja y sin compro- matrimonio burgués caractelizó a la antelior.
misos preestablecidos en lo que hace a la continuidad o el compartir. Por otra parte, en el terreno específico de la sexualidad, rt~i.· hoy
"Las tendencias se:x11ales coartadas ·en su fin son las que crean esa tendencia a la mostración a la que ya nos refiriéramos en d ca-
entre los hombres lazos más duraderos". ~El amor sexual está desti- pítulo III, articulándolo con la función del enigma. Pensamos ,¡uc Ll
nado a extinguirse en la satisfacción. Para poder durar tiene que es- ilusión de haberlo visto "todo" contlibuye, también en este ca&'. <\al-
tar asociado desde un principio a componentes puramente tiernos, gún modo de apagamiento deseante.
esto es, coartados en sus fines o experimentar en un momento dado De tal manera, si en la modernidad la clislalización en l:n ,·in-
una trasposición de este género. " "' culo-institución opacó la sexualidad, a su vez la pretendida ;tt1t1la-
La pareja de hoy ve facilitado por la cultura el encuentro se:x'Ual ción de lo enigmático, fundada eri la imagen que lo exhibe todc. ¡ntt'-
pleno y sin trabas y en camblo los que Freud denominó lazos tiernos de favorecer hoy la inhibición del deseo. Distintos medios se rct\\'ren
pierden vigencia como ideal social; esto dificulta fundar y sostener a una inhibición del deseo sexual -ID&.- informando acerca dt' \'11·
una relación que incluya múltiples sectores compartidos. De este cuestas que muestran la baja frecuencia y calidad de las rel<h'ilHH'S
modo, se produce un corrimiento en las propuestas culturales, que se::rnales de muchas parejas. tanto en nuestro país como en ()u·us.
estimulan hoy lo que antes fu era prohibido, a la vez que devalúan la Sin duda, son a la vez otros los factores que juegan en la d\'lt'r-
ternura, de valor acentuado en épocas anteriores. minacióri de un fenómeno de tales caracteristicas. el que, pcr ut ra
Juglares de la juventud, no obstante, reinvindican "el amor des- parte, pocas veces fuera antes indagado en forma masiva, ya que tal
pués del amor", en franca exhibición de las fuertes contraposiciones índole de encuestas era inexistente. Las limitaciones socio (C,)t1órni-
enceJTadas en la época. Así lo ·hace, entre nosotros hoy, Fito Páez: cas en múltiples ámbitos, en otros el énfasis en el cumplimiento ck
realizaciones materiales exigidas por ideales actuales, dese111¡H·1\a;;
El amor después del amor, tal vez, un papel considerable que restringe la actividad sexual. La st'xt1ali-
se parezca a este rayo de sol dad hoy se estimula y amplifica, comienza a edad más tempr;11\;t '>'
y ahora que busqué, llnaliza más tarde, pues mucho se habla también de ia se:-.1ialidnd
y ahora que encontré de los adultos mayores; mientras tanto, vemos que en amplios sec-
el perfume que lleva ui dolor · tores se \e parcialmente desinves~!da a favor de otros intereses o ac-
en la esencia de las almas tividades.
dice toda religión, En relacié:''. con los adelaJ1tos técnicos, tiende a veces a s;d 1sL1-
para mí es el amor después del amor cerse en forma preponderante á través de la imagen, que todo lo
nadie puede y nadie debe vivir sin amor. muestra y facilita. Videos pornográficos ai alcance de la mano. ('ana-
les condicionados en la televisión por cable, e innovaciones tal<·~; co-
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mo la del "sexo virtual", con computadoras y teléfonos, favorecen tal ·,f.LV
mientes sexuales como la homosexualidad. Es también comprensi-
tendencia. · {nt-:.t ble que se acepten conductas llamadas "perversas" cuando ellas po- : . ...,
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En un mundo caracterizado por la pregnancia de la imagen, la nen en relación a unos adultos que las consienten y tienen inclina-
:~r. ciones complementarias. No obstante, lo que no podria ser tolerado
mirada se jerarquiza como desencadenante del encuentro. El ojo,
. fascinado. es apresado en la imagen de una superficie corporal que por una ética que no tenga su raíz en prejuicios sociales, es la vio-
ha de adecuarse en grado máximo al cuerpo-imagen promovido por lencia sexual impuesta por uno o más participantes a otro o varios
los medios. Esto configura una versión posmodema.del amor a pri- .-'.~~:- otros, constreñidos por la fuerza o bajo amt:na?..a a servir a la satis-
mera vista que unió ya el trágico destino de Romeo y Julieta. Amor
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•·:;·,.,. .' 1 facción sexual ajena. El caso extremo es, desde luego, el del someti-
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contrapuesto, por otra parte, a modulaciones planteadas por otras . ·.1: miento sexual de los niños". 67 ·

épocas aún clásicas, como el Principe Sapo y el romance de Bella y En el mundo actual la categoría de perversión se modifica. Se
Bestia, que exaltaron una interioridad capaz también de embellecer destaca ya en textos de diversos- orígenes, también en algunas pro-
lo visible. Ideal expresado más recientemente en aquel "Lo esencial ducciones psicoanalíticas, el carácter arbitrario de la norma sexual
es invisible a los ojos" de Saint-Exupéry. 121 expandido fuertemente y en consecuencia de la anomalía constituida por la perversión. La
hace no tantos años. homosexualidad ha dejado de ser considerada <'Orno tal; otras prác-
El exhibir fabrica la ilusión de dar por tierra con "ese oscuro ob- ticas sexuales antes clandestinas devienen consensualmente lolen-
jeto del deseo". Pese a esto, y por encima de tales ilusiones, la sexua- bles. "La mujer del látigo", por tomar sólo un ejemplo de los vari0$
lidad humana se constituye y sostiene sobre la represión, lo que sus- posibles, hizo ya su ingreso en los medios, tornándose su figura fa-
tenta algún modo de vigencia de la opacidad, más allá de la liberali- miliar para el gran público de las más diversas edades.
zación que una época pueda dar a sus costumbres. , Es claro, pues, que los cambios sociales no pueden dejar de ori-
El juego pulsional mirar/ser mirado, cobra relevancia en un ginar fuertes replanteos dentro del psicoan'1lisis. En tal cuestión nos
mundo que favorece la conformación de una verdadera oposición hallamos actualmente comprometidas.
dual entre protagonistas y espectadores. La polaridad exhibicionis-
·mo/voyeurismo se incentiva; todo tipo de cuerpos, todo tipo de pa-
rejas o grupos en situaciones sexuales se muestran y se ven; la mas- LA ADOLESCENCIA DE FIN DE SIGT ,Q
turbación misma, que perteneciera al ámbito de la soledad, hoy se
. exhibe. Creemos que la mostración incesante de detalles corporales La adolescencia ha sido clásicamente descripta como un pe-
y la exhibición sexual no pueden ;dejar de producir efectos en la sub- riodo de crisis. transición entre niñez y adultez, época de intensos
jetividad. Por un lado, la exhibición de partes del cuerpo ligadas a la duelos y sufrimientos. I\ ia vez, se la ha considerado momento de
erogeneidad, tiende a fragmentar -como en el film pornográfico, he- búsquedas ·esperanza<1as y rupturas fecundas con las generaciones
rencia de la modernidad- la imagen integrada imagfriaria de un yo anteriores, propiciatorio para la constnicción de nuevas alternativas
siempre anticipado, del cual sea posible enamorarse y que se torne personales y sociales.
fuente de fantasía e interioridad. La cruda exhibición del detalle se- Fran\,oise Dolto ~1 ha acuñado la metáfora del "complejo de la
xual, aparece así reñida con las investiduras fantasmátlcas de la ilu- langosta" para referirse a ese momento vulnerable y trascendental
sión amorosa, que ha conhibuido históricamente a los relieves y pro- de la vida en qui; un cambio de caparazón ocurTe, dando lugar a un
fundidades de la interioridad. Se enfatiza, de este modo, la pulsión reposicionamiento identificatoiio que expresa la dificil conjugación
en cuanto tal y er. ::_is diversas formas de expresión eróticª . en tan- entre permanencia y cambio, continuidad y transformación. Muta -
to el objeto se torna fácilmente sustituible. 1 ción ésta en que se halla implicada la muerte de la infancia para la
En cuanto a la perversión, Green formula: "Es de todo punto in- posibilidad de acceso a la vida adulta. La autora se refiere a ella co-
negable que ya no consideramos perversiones a ciertos comporta- mo a un segundo nacimiento, recordando a su vez las palabras de
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1{011111w1 11 1: "Noccrnoi:>. por decirla así, en dos veces; una para existir J ,f::·. cenefa por la modalidad "soft", propia de nuestros días? En todo ca-
y lu otra para vivir". 30 it!it 1 so, observamos con frecuencia que las discrepancias entre.padres e
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En nuestro medio, algunas décadas atrás, Knobel y Aberastury hijos se juegan, sobre todo, en el terreno de la cotidiáneidad: hora-
describían algunas características de este período, a las que denomi- rios. salidas y hábitos en general. Mucho menos los adolescentes oh-
naron "síndrome de la adolescencia normal". 2 Se refetian a ciertos jetan las concepciones de vida, ideologías o creencias de la genera-
rasgos prototipicos de la adolescencia, relacionados con lo~ tres due- (/,\ 1 ción anterior, a las que tampoco oponen nuevas propuestas. De mo-
los que ya Aberastury había propuesto como inherentes a la crisis
propia de ese período vital: el duelo por el cuerpo infantil perdido, el ,~~':' - do análogo, no parecen cuestionar en profundidad las modalidades
culturales de la época, que tanto preocuparan a las generaciones an-
duelo por el rol y la identidad infantiles y el duelo por los padres teriores, proclives -para bien o para mal- a la transformación del ·
idealizados de la infancia. Los autores no dejaban .de señalar la pro- mundo.
funda crisis que el devenir adolescente desencadertaba, al mismo Si el momento adolescente no es una mera vicisitud biológica o
tiempo, en el medio parental y en el mundo adulto en general. Perio- evolutiva, sino un acontecer cultural: ¿cómo es ser adolescente, hoy?
. do, por lo tanto. de fuerte conflicto entre las generaciones, y disputa '.' 1
¿Cómo operan las intensas transformaciones de fin de milenio en los
en tomo a la posibilidad de los más jóvenes de diferenciarse de sus adolescentes actuales? ¿Qué lugar tienen éstos en el mundo contem-
mayores insertándose en lo social. La transformación parcial dei poráneo, muy diferente del otorgado a generaciones anteriores?
mundo ya existente, con el agregado de nuevos trazos generaciona- Propondremos una somera descripción de algunos rasgos que
les al devenir temporal, sería el efecto de dicha disputa. considerarnos frecu entes entre los adolescentes de la posmoderni-
La adolescencia parece así hallarse marcada por la intensidad dad. De ningún modó pretendemos sugerir una generalización qu e
del conflicto y de las pérdidas, a la vez que por la. inauguración del considerarnos seria abusiva: no existe la adolescencia en bloque, si-
futuro personal y del ingreso en la contemporaneidad desde lo his- :10 los adolescentes, muy diferentes entre sí según la extracción so-
tórico-social. · · cial y el entramado singular y familiar propio de cada uno. Por otra
No obstante, cada época marca cori características peculiares parte, tampoco el discurso de la posmodernidad aparece como úni-
este momento vital. La noción misma de adolescencia es, como sa- co en nu estro país: tal vez ni siquiera como hegemónico. Este discur-
bemos, Una creación cultural no existente en todas las sociedades. 1
so, también en su encarnadura significante entre los adolescentes,
Es así que, también en este fin de siglo, la adolescencia adquiere en coexist~ con muchos otros. propios de la modernidad, y hasta ante-
parte ribetes diferenciales. Para .muchos adolescentes "hoy no hay riores a la misma en algunos sectores sociales. Conviven así , junto
drama". Ayer "ya fue" y el futuro parece estar lejos. En el p;~s~nte la 1 a las nuevas enunciaciones, otras que corresponden a la persisten-
consigna es "zafar", "transar" y despreocuparse, en una aparente
atenuación de una problemática adolescente muy alejada, en sus
·¡ cia de formas anteriores, subsistentes con características peculiares
en paises subdesarrollados. De todos modos, interrogar las nuevas
formas manifiestas, de la fuerte pregnancia emocional propia del 1 discursividades en los adolescentes, nos resulta útil para aproximar-
"síndrome normal". En cuanto al conflicto intergeneracional, éste nos a ciertas cuestiones que comenzamos a registrar actualmente en
parece adoptar hoy formas más cercanas a la incomunicación indi- la clínica y nos demandan nuevas conceptualizaciones teóricas.
ferente que a la batalla acalorada. Dolto sugiere que "el conflicto ge- Para introducir esta temática. habremos de apelar a continua-
neracion::i 1va no es lo que era. Los jóvenes huyen de los aduiLus, pe- ción a la descripción ficcional de un adolescente de hoy:
ro no se enfrentan con ellos. Hoy vemos a observadores neutros, que Fabián es un adolescente prototípico de la clase media urbana
no tienen much0 que hacer". 36 Al mismo tiempo, el autoritarismo y argentina. Nació en 1978, cuando todavia sonaban, estridentes, los
rigidez propios de otras épocas, ceden paso a modalidades de inter- festejos del Campeonato Mundial de Fútbol. A dos años de la inau-
cambio más flexibles. guración del llamado "Proceso de Reorganización Nacional", Fabián
¿Se habrá visto impregnada hasta la misma crisis de la adoles- advino a un mundo en que el silencio y el terror impuestos por la
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dl<.: IHd11rn cocxls liau con enormes transformaciones a nivel mundial, esquema corporal y horarios absolutamente noctámbulos parece. en
luu lo en lo tecnológico como en lo político-social. Para ese momen- ,;¡: su aspecto, actitudes y hábitos cotidianos,,hallarse ciertamente lejos
to, ya el hombre había pisado por primera vez la Luna. Franco, Mao- ·r:.
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de las descripciones clásicas de la adolescencia.
Tse-tung y también Perón en nuestro país, habían muerto. Algunos ~~~ Tal vez menos idealista que sus antecesores. Fabián se conecta
años atrá.s habí<t cesado. por fin, la guerra de Vietnam. . de un modo básicamente pragmático con algunos ideales concretos
La infancia de Fabián füe, seguramente. en muchos aspectos di- y cercanos en el tiempo. En cuanto a éste, le importa sobre todo la
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ferente de la de sus antecesores: para aquel entonces hacía ya años '":N vivencia de su presente. relegando el pasado al desván de los "ya fue"
h.~~. y mostrando una aparente indiferencia por el porvenir. Más apático
que un conocido humorista daba a conocer en nuestro medio una ti-
ra cómica que habria de reflejar la realidad desde la óptica de una que revolucionario. más desencantado que apasionado, sus modelos
niña -Mafalda- quien , junto con su grupo de amigos, plasmaba identificatorios son efímeros. cambiantes, y por lo general ligados a
una inteligente representación ·del mundo infantil y adulto de ese la lógica del consumo, del espectáculo y sobre todo del éxito. Este
momento. Coincicjentemente. fuertes transformaciones acontecidas adolescente del zapping se conecta con una oferta identificatoria que
en los modos de la crianza inducían a padres y .adultos a actitudes proviene en forma predominante de figuras televisivas o musicales
más permisivas con respecto a los hijos. Esto., que redundó en un -Pergolini, Tinelli, Charly García o Madonna- las que parecen sus-
mayor respeto por las individualidades infantil~s y por la inteligen- tituir la alicaida propuesta del profesor de historia o aun la del líder
cia y capacidad pensante de los pequeños, a la vez planteó nuevas político desvalorizado. Sus grupos de pertenencia a menudo conver-
problemáticas, ligadas esta vez a la cuestión de los límites; tema que gen en relación a su adhesión a los mismos grupos musicales. que
se convirtió en central en las novedosas publicaciones destinadas a parecen nuclearlos como fans.
padres y educadores. Inteligente y cuestionador, Fabián está lejos de sacralizar un
Fabián creció apretando botones. en uua era ya signada por los mundo adulto atravesado por una profunda crisis de valores e idea-
avances de la computación y por el lugar cada vez rhás preponderan- les y a menudo carente de respuestas para sus interrogantes.
te de la televisión en los hogam;;. Hoy día, sus quince años lo en- Su libertad sexual es sin duda amplia: el camino desde el en-
cuentran cursando el tercer año de un bachillerato que, al igual que cuentro inicial a la primera relación es a veces casi inexistente. El
otros, no ha podido esquivar los emui::ltes de un deterioro educacio- contacto corporal no requiere el conocimiento y la palabra previos, o
nal al que se suma el desencuentro entre los códigos del alumnado tal vez.las arduas tareas de la seducción paso a paso. como en épo-
· y las concepciones modernas y aun pre-modernas de la institución cas anteriores. De esle modo. el encuentro sexual, que antes a me·
educativa a !? que asiste. nudo fuera culminación del crecimiento de una relación. suele ser
Si bien parecido en algunos aspectos al adolescente medio de un hoy origen de ésta. En lugar de muchas de las restricciones relacio-
par de décadas atrás, fabián dista de asemejarse a aquél, incluso en nadas con la sexualidad, han surgido otras. Centralmente. las refe·
muchas de las problemáticas que debe enfrentar. Su antecesor ge- ridas a la problemática del SIDA, que impregna de temores la posi-
neracional hubo de librar férreas batallas para intentar liberarse de bilidad de encuentros en los que el contacto se ve ineludiblemente
los yugos de una familia excesivamente endogamizante, combatir rí- signado por algún nivel de desconfianza. Observamos que la infor-
gidos mandatos parentales y múltiples tabúes sociales, hasta lograr mación sexual recibida -mucho más amplia. abundante y "sin ta-
autonomizarsc de proyectos anticipados para él, como si fuese mera búes" que en épocas anteriores- se ha debido focalizar, sobre todo,
prolongación del deseo familiar. Modalidad de la violencia familiar a en la dimensión del riesgo: "tenés que cuidarte" . El placer del en-
la que ya hiciéramos referencia y cuya atenuación fue trascendental cuentro, significativamente, ha sido mucho menos abordado por pa-
para las nuevas generaciones. dres. "expertos" escolares, y medios masivos. Por lo demás, e:; 11oy
Otras son sin duda las cuestiones que desvelan a este adoles- posible para Fabián iniciarse sexualmente con una novia o compa-_
cente act 11al. Fabián, con su pelo largo, walkman casi incorporado al ñera. -a diferencia de sus antecesores, cuyo camino casi obligado
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:m t•I ddiu l cou alguna prosUtuta- ; dado que la virginidad como pacios de opción al hijo adolescente, ayudándolo a configurar su
vaJor soberano para las jóvenes solteras parece haber quedado des- propio lugar en un mundo por momentos insólito, incierto y cam-
terrada en· la actualidad. biante. No obstante. el padre utópico de la película, aun sepultado,
La difusión de la droga tampoco es tema menor: aun si Fabián sigue produciendo efectos. Posee un tipo particular de presencia
no es consumidor, la cercanía de la misma le es evidente y conoce su marcada por la caída de los ideales que sustentó y por su propia im-
jerga desde hace tiempo. Más expandida y menos sintomatizada, la posibilidad de transformación y supervivencia dentro de una nueva
ingesta· abundante de alcohol forma par:te casi obligada .de las sali- lógica de la cultura. En cuanto a "Tango Feroz", este film recrea una
das con su grupo de pares. época en la que los jóvenes, padres de los actuales adolescentes, po-
Pero tal vez uno de los aspectos más angustiantes para Fabián seían Ideales hoy desactualizados.
y para tantos otros, sea el futuro. Futuro que adopta la forma nebu- Fabián, corno tantos otros, necesita encontrar "un lugar en el
losa de la incertidumbre y de la falta de posibilidades. Es probable mundo" . Anhela historizarse, historizando, a la vez, a la generación
que Fabián se imagine a sí mismo.viviendo un estado de postadoles- precedente. Intenta situarse como eslabón de la cadena generacio-
cencia prolongada en un mundo que, junto con la promesa de cre- nal; condición simbólica ésta imprescindible para proyectarse hacia
ciente libertad para los jóvenes, parece condenarlos a la dependen- el futuro. De este modo, es probable que nuestro personaje ficcional,
cia económica con respecto a la casa parental. "Libertad dependien- condensación tal vez forzada de modalidades en parte presentes en
te" para los jóvenes de los sectores medios en nuestro país, los que· muchos de los adolescentes de hoy, estuviera abierto y profunda-
como fabián pierden múltiples prerrogativas económicas si preten- mente necesitado de una pertenencia que es inherente al proceso de
den autonomizarse de las familias de origen. Sin duda, esto no ocu- construcción de la propia identidad, tarea central de la transición
rre de igual modo en los sectores de menores ingresos, en que la ado- adolescente.
lescencia -y a veces la niñez- concluyen abruptamente con los re- Seria tal vez importante agregar que no casualmente hemos si-
querimientos de inserción laboral en un mundo hoy carenciado de tuado a Fabián en los quince aii.os. Es posible que un joven de vein-
posibilidades. te no comparta ya muchas de las modalidades descriptas, y por otra
Consumidor precoz -desde pequeño elegido como destinatario parle tampoco sabemos cómo habrá de transcurrir la adolescencia
de las publicidades- y productor posiblemente tardío, Fabián se de quienes hoy cursan su niñez: el lapso entre generaciones parece
pregunta por momentos si su desvalorización del futuro y de los pro- tomarse cada vez menor, por lo que una diferencia de cuatro o cin~
yectos no consliluirá, acaso, el rostro oculto de un temor a no poder co ali.os marca a veces enormes modificaciones en el transcurrir ado-
insertarse en un mundo que no parece generar demasiados espacios lescente. Otra de las dimensiones. qui7..á, de la velocidad en la tem-
para albergarlo. ' poración actual y del ritmo vertiginoso en las transformaciones pro-
Fabián considera que la relación con sus padres no es especial- pio de nuestra época.
mente mala, a la vez que registra con sagacidad la crisis que éstos A través del recorte imaginario realizado en el parágrafo ante-
parecen estar atravesando. Intuye que para ellos la transmisión de rior, hemos esbozado algunos entrecruzamientos entre la problemá-
la propia experiencia -aún en vías de significación- se toma difi- tica adolescente y ciertas formas actuales de un discurso social atra-
cultosa. Sin embargo, este déficit de transmisión es a veces una ca- vesado por los nuevos ideales de la posmodernidad.
rencia para Fabián. Es probable que los f>xitos de films como "Un lu- A continuación habremos de abordar algunas cuestiones ati-
gar en el mundo" o " Tango feroz" -que contaron a Fabián entre su nentes a dichos entrecru:~2.mientos.
multitudinaria platea juvenil- den cuenta de esta búsqueda. La pri-
mera d.e estas películas argentinas expresa con claridad y dramatis-
mo la falta de respuestas adecuadas a los nuevos contextos por par-
le de una familia "moderna"; y su dificultad, por ende, para abrir es-
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Adolescencia: ¿Estado o Transifión?
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do, la castración simbólica, que opera rescatando al joven de su


mundojncestµoso y narcisista, lo habilita hacia un futuro a transi-
Tal como hemos señalado, la adolescencia ha sido tradicional- ' tar en tanto sujeto deseante.
mente caracterizada como un período de duelos: duelo por el yo in- ¿Pero qué ocurre con los adolescentes, en una época en que, co-
fantil, duelo por los padres de la infancia, por el cuerpo del niño. A 1
mo hemos señalado, la dimensión del proyecto es reemplazada des-
la. par, conocemos desde el psicoanálisis la importancia a otorgar a de lo colectivo por un cortoplacismo pragmático que descree de cual-
la reactualización de la conflictiva edípica en esta etapa de la vida, quier ideal prospectivo? ¿Cómo transitar los duelos ineludibles de la
caracterizada por la posibilidad biológica de la genitalidad y de la re- adolescencia en una cultura que convoca a evitar el contacto con la
producción. Momento eri que el deseo y la prohibición se conjugan propia interioridad? ·
en la insistencia de una repetición marcada por lo nuevo; abriendo En el tercer capítulo hemos sugerido que la devaluación de la di-
el campo al hallazgo del objeto por fuera del circuito familiar endo- mensión proyectual afecta también al Ideal del Yo de los sujetos, al
gárl1ico. promover un cierto repliegue hacia funcionamientos más acordes al
La mutación adolescente, signada de este modo por pérdidas Yo Ideal, sede narcisista de la satisfacción inmediata. Cuestión que
que son condición propiciatoria para la circulación desean te, se liga posee implicancias particularmente significativas en la adolescencia,
desde lo metapsicológico a la castración simbólica. La prohibición dado que los duelos en relación al pasado, y la elaboración de pro-
del incesto y la imposibilidad de realización plena del goce fusiona!, yectos concernientes al porvenir, también quedan dificultados en
se asientan en una lógica de la triangulación y de la incompletud que aras de la encarnadura inmediata del ideal. Tal vez la circulación de
habrá de trazar los senderos de un deseo por siempre insatisfecho. ciertos significantes en boga -tales como "genio·~. "diosa", "ídolo"-
Desde el punto de vista identificatorio, este atravesamiento ha- da cuenta de esta tendencia; al igual que cierta promoción social del
bilita al adolescente para la salida exogámica, y, más ampliamente, estado adolescente, representado como situación de bienestar y sa-
para la búsqueda de su lugar en el mundo. Fiera Aulagnier se ha re- tisfacción en sí mismo, que deberla perpetuarse o al que se deberla
ferido extensamente a la importancia del proyecto identificatorio retornar desde la adultez.
-aquello que el Yo espera devenir- relacionándolo con la posibili- De esta manera, ciertas propuestas culturales concernientes a
dad de asunción de la prueba de la castración. La renuncia a los la adolescencia operan en el sentido regresivante de la vuelta al nar-
atributo.s de la certeza instala una diferencia entre el Yo actual v el cisismo, coartada elusiva de la castración, en un momento signado
Yo de un tiempo futuro. Así "... el yo ren~ncia a convertir el futuro en por la n'ecesidad de elaboración psíquica de la reedición edípica y el
el lugar en el que el pasado podria retornar, parajnvestir ideales fu - desprendimiento del núcleo de origen.
turos y un proyecto idenlificatorio tan singular como aún incierto en A la vez, el enaltecimiento e idealización del estado adokscente
su posibilidad de realización ", 7 coexiste en la actualidad, significativamente. con la indeterminación
El Yo es sede, por lo tanto, de una renuncia; a la vez que de una de su lugar asignado para el íui.uro en lo social. Así es que a menu-
expectativa concerniente a su propio devenir. La renuncia concierne do el, adolescente es idealizado en tanto tal pero ignorado en los re-
a un trabajo de duelo; la expectativa, a una espera, en el doble sen- querimientos propios de su momento vital.
tido: intervalo y esperanza con respecto a un futuro posible. 130 Am- Este aspecto constituye a nuestro parecer una de la paradojas
bos aspectos son inherentes a la posibilidad de cambio: sin trabajo más serias que deben enfrentar los adolescentes en el presente; pa-
de duelo no hay asunción de la pérdida; y sin esperanza no hay in- radoja que genera problemáticas ir.éditas, aún no suficientemente
vestidura del tiempo futuro. Por lo demás, estos aspectos se relacio- conceptualizadas. En los últimos tiempos, los medios mencionan,
nan con un acceso a la temporalidad y a la diferencia de sí mismo a cada vez con maycr frecuencia, el crecimiento del suicidio adolescen-
si mismo en el devenir del tiempo; diferencia esencial ligada, al mis- 1
te. Al respecto, una estadística de la Policía Federal Argentina, pu-
mo tiempo, a la dialéctica entre Yo Ideal e Ideal del Yo. De este mo- 1
blicada por Clarín, señaló que en 1993 ia cifra del suicidio adoles-
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cente aumentó un 25% en relación con el año anterior. Fenómeno de


intenso dramatismo, cuya explicación, por su especificidad, excede tidura general qel tiempo futuro. Tanto el niño como el adolescente
~\\ encarnan, como es sabido, un porvenir que habrá de trascender el
el marco de estas, nuestras páginas. Pero en relación con el .cual
afloran interrogantes precisamente vinculados con el lugar que fami- nmndo actual. Por lo que la mayor o menor asignación de un espa-
lia y sociedad dan hoy a sus jóvenes. · cio futuro investido, expresa también el posicionamiento de las ge-
En cuanto a la idealización del ser adolescente, baste con obser- neraciones adultas con respecto a su propio devenir temporal y a la
var las publicidades, mashramente destinadas a los jóvenes y prota- aceptación de sus sucesores en la vida. Vale decir, de su propia con-
gonizadas en su máyoría por adolescentes en posición de disfrutar
. del producto ofertado -marca de su pertenencia a los grupos de al-
'~'.r . ·¡ dición de seres fmitos,. en quienes la castración ha operado.·
No es casual ·que diversos autores hayan señalado la importan-
·

. to poder adquisitivo-- y supuestamente de la mejor ·etapa de la vida. 1 cia de los litas de infciaclón en diferentes sociedades. Marca del in-
Alain l<lnkielkraut, sugiere al respecto que "... exlasiadamente el greso en la adultez, el rilo de iniciación indica la ruptura con el mun-
Yo se disuelve en el Joven .... en nuestros días la juventud constitu- do familiar endogámico -más ailá de las formas concretas que éste
ye el imperativo categórico de todas las generaciones". Y agrega: "el pudiera adoptar en cada cultura- y la aceptación del joven como
largo proceso de conversión al hedonismo del consumo, emprendido participante activo por parte de la sociedad. Estos ritos indican, por
por las sociedades occidentales, culmina hoy con la idolatría de los ende, la separación del joven de su universo incestuoso, y el cumpli-
valores juveniles: el Burgués ha muerto, viva el Adolescente!". 41 miento del mandato exogámico del tabú del incesto; en un anuda-
Dicha exaltación de la juventud es, bajo una de sus vertientes, miento real, imaginario y simbólico de la dimensión castratoria.
sin duda liberadora, ya que implica el cuestionamiento de los rígidos La ausencia de ritos de iniciación en la actualidad puede ser
mandatos provenientes de generaciones anteriores. No obstante, considerada como síntoma social en un sentido amplio, expresión tal
conlleva otras sujeciones. Estas se ligan a una profunda falta de re- vez de la falta de asignación futura ya descrtpta para los jóvenes de
conocimiento de la adolescencia como tal; y a la representación so- hoy. A la vez, parece sugerir una adolescencia prolongable en el
cial de una adultez despojada de productividad y bienestar, hacia la tiempo. Representación social, por lo tanto, de una etapa de la vida
cual no valdria la pena proyectarse. que en nuestra época es considerada como un estado deseable que
Santiago Kovadloff es claro al respecto: "la exaltación sin mati- se ilusiona imperecedero; a diferencia de otras culturas que la repre-
ces de los atributos juveniles no es más que la contracara del temor sentan claramente como un pasaje hacia un momento ulterior. Esta
a la adtiltez, del espanto anle la vejez y de una formidable incom- situación se conecta con la indiferenciación generacional, cada vez
prensión de la adolescencia y de lá infancia". "Idealizar a los jóvenes más evidente en nuestra cultura. a la que ya hemos hecho alusión;
es, en realidad, condenarlos al silencio. Acariciándoles el lomo con otra de las expresiones tendientes a soslayar la diferencia temporal,
·la mano tersa de la adulación. se les impide tomar Ja palabra. Decir marca de castración y de muerte.
qué les ocurre y cómo se ven desde su propio punto de vista". 77 Unas palabras más, concernientes a nuestro país, en el que
¿Estrategia actual de la cultura para esquivar el inexorable de- consideramos se conjugan el imaginario posmoderno y una crisis so-
venir temporal que conduce a la muerte? Perdida la ilusión religiosa cio-económica que sin duda afecta profundamente los proyectos de
de supervivencia en el más allá, tal vez las nuevas coartadas prome- jóvenes y adultos. Las repercusiones de esta combinatoria no son
ten, en cambio, alejar la castración y la muerte a través de una ju- desestimables: si bien el proyecto idenLificatoiio es singular, no po-
ventud r.ternci. demos desconocer su ligazón con un espacio exterior que acepte al-
Pero según decíamos, esta concepción de la adolescencia como bergarlo, ya que no existen proyectos en el vacío. La posibilidad de
estado ideal no es ;,¡ás que la contracara de la no asignación. Con- anticipación de los mismos no es ajena a la oferta social.
sideramos que esta falta de un lugar en el mundo social adulto pa- Tal vez el campo de la educación pública constituya uno de los
ra las generaciones venideras, es, a la par, expresión de la desinves- exponentes más crudos de esta conjugación. Si consideramos la ta11
mentada crisis de la educación en nuestro país un síntoma social,
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resulta claro que la poca inversión a nivel de recursos de todo Upo La partida adolescente se juega, entonces, sobre la base de un
en aquello que concierne a la formación y el estimulo de los adoles- bagaje anterior que, sin embargo, no excluye el valor de las jugadas
centes, tiene a su vez relación con el lugar poco libidinizado que és- actuales. Y el mundo que el adolescente encuentra en sus múltiples
tos -como representantes del futuro social- ocupan en la aCtuali- inte11tos exogamizantes posee una importancia no desestimable en
dad. Es así que, en una dificil convergencia, nuestros adolescentes su procesamiento de esta etapa tan esencial de la vida. Si bien la
habitan una época que descrel" del futuro, al tiempo que viven en un cultura promueve siempre la salida exogámica, en tanto ofrece alter-
país en que la inserción laboral misma es sumamente dificultosa. nativas y aperturas con respecto al grupo originarto, bajo algunas de
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Combinatoria actual, propia- de lo que podríamos denominar nues- sus vertientes puede sin embarga no propender a un verdadero cor-
tro subdesarrpllo posmodemo. te. Del mismo modo que el ejercicio real de la paternidad no garan-
Hasta aquí, algunas de las características de la adolescencia ac- liza su función simbólica, la salida del adolescente al mundo social
tual en nuestro país. Como al referirnos anteriormente a los cambios tampoco asegura, en sí misma. la subjetivación y simbolización de la
en la niñez, hemos descripto profundas transformaciones para el castración. Esta salida puede darse a nivel t>rnpírico, sin represent;ir
transcunir adolescente. Así como en otras épocas los adolescentes una transformación en el plano del psiquismo.
debían, sobre todo, desamarrarse de ideales familiares y sociales que Es evidente que la selección del tipo de oferta social y las moda-
les adjudicaban un lugar prefijado por las anteriores generaciones lidades de inserción en el mundo exogámico. habrán de depender en
para poder crear su proyecto singular, noy día nos encontramos. a gran medida de la tramitación edípica de cada adolescente, así como
menudo, con otro tipo de problemática: casi una ausencia de lugar del modo de funcionamiento peculiar de ese operador simbólico que
asignado, cierta falta de respuestas, modelos. e ideales, propia del es la estructura familiar inconsciente. Pero, al mismo tiempo, no po-
momento socio- histórico que estamos atravesando. demos desconocer la importancia de las modalidades culturales de
Estas modalidades. ligadas a la idealizacióu del presente y al va- cada época, en las que se harán presentes tanto la vigencia de la ley
ciamiento del futuro, se entraman, como hemos señalado, con una simbólica como las tendencias a su desconocimiento. Una sociedad
oferta consumista no ajena a la lógir;i de las adicciones. Lo cual pro- que no ofrece un lugar claro al joven en crecimiento, que lo reenvía
mueve, con frecuencia, la objetalizac!6n pasivií',ante de los adoles- de modo constante a una adolescencia sin íin, y tiende a la objetali-
centes al obstaculizar su subjetivación e inserción activa en el mun- zación por vía de una cultura adictiva basada en el consumo como
do. organizador central, posiblemente cumpla de un modo ciertamente
Eslá claro que estas consideraciones no invalidan el amplio fallido con aspectos relativos a la legalidad simbólica. ·
abanico posible (''1 la apropiación singular de las propuestas cultu- De todos modos, el referimos a estos órdenes de determinación
rales de época. En este se11Lido, desearíamos enfatizar la existencia no deja de tomar en consideración los aspectos siempre sorprenden-
. de distintos órdenes de determinación, presentes desde nuestra tes e inesperados, para las generaciones adultas, del transcurrir
perspectiva en la conflictiva adolescente. Pur una parte aquella com- adolescente. Nivel de lo imprevisible e innovador que -afortunada-
pleja red de determinaciones provenientes de las experiencias infan- mente- abre alternativas ante cualquier intento determinista o pro-
tiles de cada st.tjeto: red que incluye la ·historia singular, articulada nóstico con respecto a su devenir a partir de la mirada adulta.
en la estructura universal del Edipo, del complejo de castración y de El análisis de las configuraciones vinculares propias de nuestra
la estructura de parentesco. Esto dará cuenta del bagaje identifica- época, cuya matriz esencial es la familia por su papel de intermedia-
torio y fantasmático con que cada adolescente llega a esta etapa de ción en la constitución subjetiva, nos conduce a la consideración de
la vida, y la procesa de modo singular. Por otra parle, los efeclos que 1 las formas de subjelividad gestadas en el fin de c:i.glo. A la vez, estas
los encuentros y las vivencias actuales producen en el sujeto adoles- i cuestiones nos abren al campo de la psicopatología y sus esp ecifici-
~ente, movilizan y activan con mayor o menor intensidad determina- dades en la actualidad.
1
dos aspectos de su estructuración previa.
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124 125

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CAPÍTULO V
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Patologías del fin de milenio
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PSICOPATOLOGÍA y FA5PÍRITIJ DE ÉPOCA
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Así como infinidad de Doras y Hombres de las Ralas poblaron
los primeros consultorios vieneses. anudando en su sintomatología~t.
todo un espíritu de época, de igual modo hoy día las consultas pre- 1
dominantes se entraman en las actuales discursividades sociales.
No se trata, por cierto, de que las histerias o las obsesiones hu-
bieran desaparecido. Pero es evidente que no sólo ellas ocupan hoy
el epicentro privilegiado de nuestra clínica. A los cuadros neuróticos
clásicos se han agregado en los últimos tiempos numerosas consul-
tas por problemáticas denominadas pre-neuróticas o de borde. las
que plantean cuestiones a la teoría y práctica con que trabajamos: y
llegan, incluso, a interrogar los límites mismos del psicoanálisis.
Las epidemias de anorexias y bulimias, las adicciones. las con-
sultas por parte de pacientes infectados con HN, algunas formas de
violencia, así como las enfermedades psicosomáticas y cierto tipo de
depresiones, dan cuenta de problemáticas que exceden con amplitud
las sintomatologías más frecuentes en otras épocas.
También en el terreno vincular, la clínica nos enfrenta hoy. co-
mo ya hemos desarrollado, a configuraciones hasta hace poco nove-
dosas: parejas en que se ven afectados anteriores parámetros liga-
dos a la estabilidad, el proyecto vital compartido y aun el de la coti-
dianeidad; parejas homose:x"Uales; familias constituidas a partir de
uno o más divorcios; o problemáticas en la niñez y adolescencia, li-
gadas a la separación precoz del medio familiar.
En lo que hace a los cuadros psicopatológicos que se presenlarn
hoy día a la consulta, resultaría difícil dilucidar si se trata de enti- '
., dades nuevas, o si es que nuestra escucha se ha ampliado en los úl- :

127

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111111111 1111rn1, ul luclulr cu Hucs lras conccptualizac~ones y ~n nuestra ~~0n~ . De modo análogo, ciertas patologías, dt
l )J'~cl l<.:tt padccJmJ entos que el psicoanálisis otrora no considerara
t'Olll O de su lncum. bencia. Está claro que las úlceras, o las adicci·º l
'~, elevada Incidencia en la actualidad, y que comprometen al cuerpo e .
su dimensión no significante, también se insertan en un mundo qu ,
n es y las anorexias no con'stituyen un invento reciente. Sí lo es, co~ ~ff deberá otorgarles alguna significación.
moya hem.os sugerido, su enorme protagonismo en la escena social ~:.,,
Desde esta pe~~ · · · '.-.
y, a Ja vez; Ja consideración de estas patologías como ~enfermedade ~- ·
:1~fi~,
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.del. alma'' 80 , por ende, pertinentes al psicoanálisis. . ~A la vez, cada cultura habrá de reconocer como patologías só-
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Esto ha ido llevando a reformular importantes cuestiones ati'\' l; t,. lo a algunas, entre el amplio espectro de todas las existentes.
nentes a nuestros dispositivos y modos de intervención. La inclusión\ ·.: ~ En su conocido trabajo · · · ' ·: .· · · ·. -, '
del frente a frente en el trabajo analítico con pacientes para quienes ~@aw~nfatizó la histoJicidad social del eje salud-enferme-!
no cabría Ja indicación del análisis de diván; la insuficiencia o ina- dad. La variación en las concepciones acerca de la locura a lo largol
decuación de la interpretación verbal metaforica basada en la aso- de las épocas, y sus disímiles moc;los de tratamiento, dan cuenta de
ciación libre con pacientes que presentan un marcado déficit en la ... , ., .
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1
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dicha historicidad. Así, la <t:aVé"'ctélOSt&--:OS--;:)'Que en el Renacimien-


capacidad asociativa y de simbolización; el tipo de .transferencia que to enviaba a éstos a una eX1Sreñ"Cia.. erra:nie;'como forma de exilio ri-
111 .
se despliega en el trabajo analítico, diferente de la transferencia neu- tual ligado a la purificación por el agua; o, incluso, la relativamente
1
! ·. rótlca, nos plantean problemáticas hoy insoslayables. reciente constitución de la locura como enfennedad menlal a finales
. En nuestro último capitulo, -que habrá de ocuparse del Psi-
i del siglo XVIII. ~~-lilllmf~ma~-
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U.a. La invención social de la internación de Jos focos sena, p or ·j
coanálisis en Ja posmodernidad- ahondaremos en estas cuestiones,
Por otra parte, es evidente que la referencia globalizante a "las'!
adicciones, anorexias o psicosomatosis, constituirla una generaliza* ejemplo, una de las respuestas dadas por el siglo XVII a la crisis eco- .·
ción a todas luces abusiva, si no tomáramos en consideración las es~ nómica de Occidente . El descenso de .:;alarios y el elevado desempleo
pecificidades del caso singular, nunca reductible a una categoría no{ produjeron para ese entonces un elevadísimo número de pobres, ctd
sológica. socupados y vagabundos, los que representaban un peligro social \
Dada la temática que nos convoca, abordaremos los aspectos que el confinamiento podía amenguar. El encierro es, por lo tanto, '
. que hacen al campo psicopatológico desde nuestro recorte peculiar; una creación institucional propia del siglo XVII. medida económica y \.
vale decir, sus conexiones con el. actual espíritu de época. Conexio- i, precaución social acorde a las necesidades de la época. :
nes que dan cuenta de una historicidad de las formaciones psicopa- A partir de las observaciones precedentes, :'':''W(~'f:fi','"1'i, '"· •q1'"! .. L.f.Q
tológicas que no invalida las raigambres estructurales universales t;Qml~c:á.r.af.l.hi-11,..,,..1~nw11tm~.tillli.'ill~mJ.i!iii!'i«.i'll'i'\l':«aA l l d
~~·"""'"~""l"~~~m< · a vez, as e1
propias del ser humano. finiciones psicopatológicas se posb1l;m en el seno de teorias , tam-
Continuamos redescubriendo día a día en los pacientes y en no- bién gestadas dentro de marcos históricos. Es innegable que las his-
sotros mismos las eficacias del Inconsciente y los avatares del Ec:li- tertas existían ya mucho antes de Freud; sin embargo, la escucha y
po: el sueño, el lapsus, el síntoma. forman parte de una división teortzaciones que el psicoanálisis produjo. la crearon como matriz
subjetiva que subsiste más a!!á del cambio histórico. Sin embargo,\~~ clínica, modelo teórico cuyo desciframiento se hizo posible a través
como ya hemos planteado, los modos de despliegue de estas forma- de la palabra. Es cierto que el psicoanálisis debe mucho a la histe -
ciones subjetivas no resultan ajenos a los códigos de la cultura. ~ ria. Esta estimuló desde el inicio algunos de los interrogantes cuya
~íM\iftli&~ . ·. .. , · · ., " · . . indagación daria lugar a sustentos conceptuales básicos de la teoria.
~~~ ..lftlliil--~~ .. lilll8!ti--"*'~~~·~ ···~-~!···~«~­ Pero de igual modo, recíprocamente, las histerias adeudan al psicoa-
·~~~@lélÚ1l.IiliW.~stt1!Wl\ nálisis su novedosa escucha y posibilidad de cu:ra.
"11:~~~.!li\lli:~'li'!l~l\!!'~$!~~--·.:;;;~,.,,...1 ,..,..,,..¡, . .
~p¡¡l@¡w¡L.vaj·mñl@a@MiPitw"'iÜWWa~i~~-· --l.Jl'lit:!>~l!l'll.!9''"'''"'"'l'l"tt~~ 1l'!!H'F'd~~Ff~ll.1il!J~i5~'t\!JetltU!WA:lQ&~~
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cientiflcas echan luz sobre algunas zonas de lo real, mientras dej4 @MiM.nlSilSilQalr&i!BidwWwsMia·'ee¡;ptiiiQQ~-
otras en la oscuridad. . .. . . . .. . -~~a.liilit!
g, como habremos de analizar a continuación.

.
t. El psicoanálisis iluminó, sin duda, aspectos esenciales de la
~.
subjetividad, anteriormente ignorados. En el campo de la psicopato- · Dicho prototipo incluye una amplia gama de rasgos favorecld~
logía logró dar cuenta con profundidad de determinadas matrices por la cultura, entre los cuales cada sujeto podrá .. optar"; incorpor
clínicas a partir de sus ejes conceptuales centrales. A la vez, descu- algunos de ellos en distintas gradaciones y dejará otros de lad.

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brió las dimensiones psicopatológicas de la vida cotidiana, sin redu- e este modo, los sujetos concretos no se ajustan jamás en form
cir su mirada al ámbito de la enfermedad reconocida como tal. Las cabada a los "tipos" posibles de su épcc;i, ya que la singularidad,
consideraciones acerca del lapsus o el chiste ampliaron la indaga- or supuesto, desborda cualquier prototipo.
ción psicoanalítica al conjunto de la vida de los hombres en el mun- En el apogeo de la mentalidad burguesa, caracterizada por ras ~
do de la cultura; se diluye con esto la frontera tajante entre sanos y gos tales como la valoración del esfuerzo, la austeridad y la pregnanJ,
enfermos. . cia del futuro, encor:trnmos um. ¡implia incidencia de la neurosis ob~
La "roca viva", por otra parte, delimitó los topes a las posibles\ sesiva. Algunos rasgos de (;:ii cuadro, en sus polifacéticas formula1
pretensiones omnipotentes de la cura psicoanalítica, al demostrar la ciones, son altamente cong1 utntes con los ideales propios del cspíj
inviabilidad de una reducción a cero del conflicto.~ ritu burgués; por ejemplo. la tendencia en las obsesiones a poslert
~~-~· gar el placer hasta algún momento siempre futuro, o la sobreesUma'
. i~~=~ ción del orden, el ahoITo y la disciplina de trabajo.
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ción de enunciados que trascienden a las subjetividades, al garanti-


··i( zar la vigencia de una ley no arbitraria, hoy día las formas i1Qp1.mes\
de corrupción generan nuevas modalidades de autorttarisnio' y uso\
~busivo del poder. Es así que la fWlción paterna, ejercida a través de '\
sto fepresentantes a su vez sujetados a la ley, adquiere carácter simbó- "
en.era a veces formas diversas de corrupción, algunas de ellas con- ¡. (ico. Este se ve destituido cuando, quienes se identific:1n con la regla
sideradas socialmente aceptables. . fiisma, ·la colocan al servicio del propio ejercicio del poder, o de sus
:.:·i intereses individuales.
· ·. .La COfl}lJ?,Ción, existente en todas las épocas y cuyas determina-
('l!'t-'"''"'lll~1,. , cionesexceCieñeTmarco de explicación psicoanalítico, adquiere hoy ''"<»~""' e o. Asimismo, formas actuales de~<?..t~l!@ cotidiana se ven habili-
una..;:~H9_a~ó1:.!l~~J~...tr.an§.&_r.E:~ ~ E~~~...P~uli.!V..J!d~te. Se . ... ladas por concepciones que consideran preferencial en los sujetos
torna muéfias veces gQ-:iafo.maniflefil;[]\noiiiiñfil..e11...!2!.~L<!.da. De es- cierta dosis de agresividad y competitividad, tanto como una buena
te modo, el antiguo "ladrón de guante blanco", figura propiaae dis- capacidad de defensa y aun de ataque. Mientras que la pasividad,
tintas sociedades, se multiplica hoy en versiones posmodemas. Al- como el ser generoso y tolerante, suelen ser fuente de escasa valori-
gunos de sus exponentes más exitosos pueden llegar a exhibirse en zación.
los medios con impunidad, sin que el origen de sus fortunas sea Además, la mostración directa y constante~. a la
puesto en cuestión o interrogado. Incluso, en otros casos, la riqueza que ya nos refiriéramos, favorece el acostumbramiento y la reitera-
mal habida no despierta la censura sino la admiración hacia el ción de la misma, a través de la~~. Si bien el horror de la
transgresor exitoso: "Harán un show en Río de Janeiro para recor- guerra, las matanzas, la delincuencia, asolaron a la humanidad des-
dar los 30 años del robo del siglo. Estará el jefe de la banda que ro- de sus orígenes, hasta confundirse con lo "natural", que parece in-
bó u$s 7.000.000 de un tren inglés"'. "La BBC realizará el 8 de agos- trinsecc al ser human · - · · .., · · ·~
to en Río de Janeiro una "cumbre de ladrones", en la que participa- ~l~s medios de difusión confrontan al
rán como invitados de honor los autores del robo al tren postal Glas- pectador con muerte, sangre y destrucción permanentes; disminu-
gow-Londres; los productores del programa viajarán a Río con algu- !en en su insistencia la sensibilidad y posibilidad de reacción del su-
nos integrantes de la banda, donde vive desde hace 23 años Ronnie to frente a lo que otrora fuera causa de rechazo y dolor. Si bien lo\
Biggs, cerebro del grupo." (Clarin 1/7 /93) medios reflejan formas actuales de violencia, a la vez contribuyen a
. El pragmatismo es consonante con la caída de utopías moder- la trivialización de un fenómeno que, por impregnación, deviene ilu-
nas e ideales que enfatizaban la;solidaridad en el lazo social y la I1ro- soriamente natural. En tal caso no se reconocen sus determinacio-
yección futura de un accionar que -al menos en lo manifiesto- de- nes sociohistórtcas, las que permanecen encubiertas. . ,,-..
bía regirse por normas morales 'i éticas ..Estos ideales, que dieron lu- El prototipo podrá optar también por mostrarse casi indiferente \•\Ó 1. \; .:>:.._-c,-
gar en ocasiones a una moral caracterizada por la hipocresía, fueron
reemplazados por otros que, bajo la cobertura del. ']nfil:_de..lasideo_.-_. __.
]9._gí9,.§J_privilegian la eficiencia y el éxito a toda costa a la vez que con-
t ·.
.te su vida y la de los otros; atenuará sentimientos solidarios, al
empo que podrá permanecer casi insensible ante la muerte misma.
' ' . . ·· --·: ' lit~

. solidan, en ocasiones, formas masivas de desconocimiento de la le¡ . . ·. NiL .,;]~ i;;,,;;, .";'~·~ c'I~: _¡;,;;,,1;. :;·¿Qt,~··i[~ j;"~dt~ 'om[1}W@ ·h~ •',·ata." En c~anto "a las 're- ,, t.¡· ' .:;, '-~ \. fe')
galidad. Tal gPneralización del fenómeno transgresivo, encarnado en¡ laciones humanas que establezca, las nuevas discursividades prego- l
nan y validan u~ que implique escasos com-
1
, · ,
-. ·~~.. it ..
las formas más diversas de corrupción que tiñen a diario la escena
so.cía! en la actualirl::i.d, implica un fuerte trastorno de la legalid. ad¡ promisos y obligaciones. Esto supone una -------- ,,~...,,,,_,.. ,,."·i •·;•·HJ.,,\,,·:) "éil -~dtl

simbólica y repercute sobre los cimientos mismos del~-filijr- que da lugar a l4ii "
. \jjisbvntre el sujeto y la cultura. ·
Si la legalidad, bajo su carácter simbólico, conlleva b acepta- .1
sdeex ema esta modalidad de encuentro---~J~jp.
i._~¡~~~Mno

132 133
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.' · . _ --...........__~ •.- ..:. .:...w-t-"'·: ~~- ...· i;
la transferencia que se desarrolla con espontariéfá'aci . . \
-·- ..---- Por otra parte, el narcisismo no es sólo mortifero, tal como el
propio Green ha señalado, al referirse a un narcisismo doida. Su~-~­

~·' f.
~¡¡ - ~--· '"
dimensión erótica se refleja en el momento actual, entre otros, en la ,·
investidura de la salud y la belleí'..a, así como en la valoración del pla- ·, ,
M "~ . -=-·---·--~
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-5ttee•wwltft'átRa SI ¡~g ii Tª***' ••-Y el "psi". al que con~~, ~~~"i)de
idera su.jeto a todas las técnicas corporales y verbales de liberació J~h ' ~~~~
'~=:'.:~ -;::;; . ., . _,.,. ,.....,..._,,~··----·-'---,) i ,1 ,~,
·,,1
·-.r ·

,: . el yo, a fin de adecuar cuerpo y personalidad a los modelos de épo ' w~jiJ!
~ a. Destaca que el surgimiento del individuo puro.: aislado, sólo ob- · Por su parte, el imperativo de~d conduce también a ex- :\ V'~<(;:~:·~''··"·

t
sesionado por sí mismo, lo torna más vulnerable, capaz de desfalle-1 ernos patológicos, en aquellos casos en que el cuerpo se ve sometí-
cer y hundirse en cualquier momento. Propone al mismo tiempo que º a torturas constantes a fin de borr.ar las marcas del transcurso
el yo, promovido al rango de "ombligo del mundo", h~ sido pulveri- emporal.
z:ado en tendencias parciales según el mismo proyecto de desagrega- En otra de sus facetas, • · .. ,. ~~tl\\1t1~
•" ~ . P- . ..

\ ción que hizo estallar los lazos sociales . • • ¡ -

~ ---
Dentro del psicoanálisis, .distintos autores enfatizan su preocu- ,
pación por las temáticas ·ugadas al narcisismo y sus articulaciones
patológicas. Green w. con sus formulaciones sobre el,mrcisismo n~~
e;
<'~(';'i1
gatt::.g,,_da acceso. a la conceptualiz..ación de ~ias..r.egi::esi:v.as,...fa- ...l.r
rtrdas en. la base misma de la constitución subjetiva. Consideramos -~­
que los rasgos indifercr: '. ~s que la época propugna para el prototipo ~~e
sano, lindan en tanto parciales deslnvesUduras del objeto, con di- - . d . Hoy, el manda-
chos cuadros que concentran la iibido en el propio yo . __ ·ene a veces _~~
to austero de la burguesí_a devi .. · ~~. ~-.
.;.. Kohut '". a su vez:. desde otra aproximación psicoanalítica, se \.. , ~~~

\
ocupa del tratamiento de los que denomina "trastornos narcisistas '\'-- o \ , s "\ ~\~,f;.<¡.-,~. -
~'""""'f~ .. .· . .. • ., ·1s ,.¡
~-1J.RW.Q•.Hf;l t1
de la personalidad''. Dichos trastornos presenta.u, según el autor se- ~d.el..c.~~r esti:~l!I&..9.~~.!dIIB--QL"i~Q--~l2.~1~.~.<?.-~9.~.1!~. ~!... 1
ñala, síntomas transitorios. tales como sentimientos de vacío y de- mismQu disimulada en la supuesta unicidad del prototipo sano ae) 111
. presión muy sutiles, períodos de embotamiento y pasividad mani- cualquier época. Vertiente cruel del Superyo -heredero del Ello pa- \ 1
,, úestos o encubiertos, tendencias perversas o incapacidad para for - ra Freud, figura "obscena y feroz:" en la formulación de Lacan- que l\ 1
mar y conserv. ar relaciones significativas. Considera, por tanto, quj ordena un goce antinómico al deseo. sometimiento a ese Otro abso-
el diagnóstico no debe fundars e en la evaluación de la sintomatolo- luto e intrusivo también representado por la cultura y sus manda- 1
gía a('t: 1.~al ni aun en la historia vital. sino en la naturaleza misma de tos .. ., . .' . . . .-
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llMI' t1~"el!t<' 8(!~éryó •QU~ Olfdel'U\ '~. g~~.fL~a- .::i~·
dl1ll.140rm.11.de placer y .•Hb:1t~ieleoc.IM,iaOOr:d¿&VlláS1~ta- '?.-. médico-farmacológicos posteiiores dieron existencia a las sustancias
tóxicas hoy difundidas, elaboradas a partir del principio activo de los
--~=~:~j:~.
grna.os~.·JM:<.u!l>-"""'""11.1~"'ª
~'1:~~cfü!ta1t~'~f~~l(i~'
·.~P. ..~ .•, ,,,.,.,,,.i.i.,w ''d·M.ll.!• •'!!trá.'1('$J:!'j'if~
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vegetales que la antigüedad conociera~ra~l'~á:ll.tpt©B:ülilc.W~ de
~Ar~Pli~miletwn .; ·.·· lR~;i;.~oo
..· ~m~
.· ·~Qt1g@~1~.f:>~iJ1lRi~{áJ;..mia-
P-f"l.< Lfo, '• - cr.a:>:d!"' ,,.,,J,il><>AiÁn, - • ~;<;;¡¡¡¡,¡¡~~~~Ji!lll(,;\l""'
...í.'W~~~L.,
sí, la acUcción a la imagen televisiva o a la música sonora e inun · ~~fí{§lff,$1l'll¡a;i;~.W,,~~~lmelW'-pV, ·S'@t:11<~1'.1~le<i"'ll'111,
.,3ante, el consumismo y la ingesta de alcohol en el denominado "be- I\,~~11WSibi:ltril.at~s.mllU.l~Ma'S'.
Las drogas actuales, qu1micamentc
. •.e dof social", tanto como la toma constante de sedantes, psicofár- elaboradas, son más potentes y dai'i.inas. a la par que algunas de
acos y anorexigenos, se ubican en una difusa frontera en la que se ellas tienden a generar, con mayor rapidez, una intensa dependen-
· nfunden aquello designado como "sano", es decir. socialmente cia fisica. ·
·• eptado, y lo "~nferm.o"'. no v3:1idado y excluido. . Es claro, pues, a partir de esta breve historia. que no es la no-
•..J~ ~.-n<>·•~if.ilP:J·::i~mªr.H:,.,.t,;.,,,.,..,i'fth;r.rd~nteQ»"'"U""aQ<f(:)S .menP1r.inareQ. de vedad de la problemática la que nos lleva a tomar en cuenta a la dro-
~J:f.~M~~~~. ,;i~·"<.."*g.~~-'l!Jv:.$+,~W-A''i...~¡..-~~ '~:f~O: .,.'r'b.· ... ~:.f1':':~..•~~~~ _,..,,, .:\ .' , ·~ - 't:c-
l~~eotldJ.JineJíila~<gaijii:
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·· eneia~v,;,oon:S,tit~
"~ IVPTI.~Nn n,co-
.. '·~ ... , ·~, ~"'~Ít"'º~~. ~.tW-
gadir.ción, sino el impacto de la difusión de la misma en el presente,

t~~~~rf;~ellt~~P~gt~:r~~:~~~:l~~~~;i~~;~~a~ócsti~~
así como su articulación con el espíritu de época. Proponemos. en
este sentido, una il.l'li.~4~ª®&,~~~-~~~ta~~t€1'clli~~~~y
desde momentos precoces de la vida, al pretender la saturación pe¡ '
manen te de la carencia. ··
Consideramos que las adicciones, junto a las anorexias y las en- lij1!le"S'i'11l!l1'.4.i'a:Sl!titt.1JelW(lj~•rrretl'1~s.
fermedades psicosomáticas, configuran signos peculiares del actual La mística del consumo impregna los paradigmas en vigencia 1
momento histórico; exponente claro de formas de malestar, que s promueve una ilusión de plenitud inmutable a partir de la incorpd
arraigan y fortalecen en un espíritu de época marcado por la pér ración. De esta manera, la fantasmagoría vinculada a las toxicoma
da de antiguas convicciones y por nuevas discursividades que no s'' nías, que garantiza el mayor de los goces a partir de la ingestión d
perfilan todavía con clalidad como soportes de la .subjetividad. ciertas sustancias químicas, se inserta en dicha lógica que desde ha
ce ya muchos años ha ido imponiéndose a nivel social~so:~~.iª:
~"""""'"'""' H:ilffolM'l"'"''h>ilr""'-·:¡;¡-¡r1""";,;;.,..,....-,.1~0,0;'7A>l!'"';'W'!=:¡1J=
~~~~!if~1:1x•~u""""l"'-a~e¡-l!lr1·"'.r """V
LAS ADICCIONES, O LA OBLIGATORIEDAD DEL CONSUMIR
..•,.,,. . '""l ""''- """"'b. " '' .. ....
' ~ -.=,¡¡;w,,~,.-~.,
i>J.ll!!l1ga!Fl)i~~,~;llll!W~mi1!.lls.e11um·1:utiiálL~"'"1mpti;:,1""fe"'neraeseu
...
,!l!k!¡¡¡¡]¡ii ' ' ,' -
nu-
f'rtauo. La-'fl)~-ión sustituye, de este modo, a lat!ell~b@l!'lroi©l.ilf. •
El consumo de drogas div.ersas parece ser tan antiguo como la A través de estas estrategias parece diluirse el temor al futu~
f humanidad misma. El opio y la marihuana constituyeron las prime-
ras sustancias tóxicas de cuya utilización la historia tuvo registro; ya
abolido el deseo, sólo hay la irrupción urgente y fugaz del emba ..
pulsional, la instantaneidad del "flash". El tiempo se congela, ere " ~
la A:nligua China dio noticia de Ja: existencia del primero, mientras el do una ilusión de no transcurso v eternidad. ~@«i,l.wi@Qr.la.JaasJ.a.,la li-
,! hachís era mencionado en Las Mil v Una Noches. lilEeJi6biiem'"1lFWcl~"W~eI"t~n~m1i;@l_,G¡~1'~t@~:a.di@l~a.:~'e'1~o­
Distintas mitologías, como la ·grecorromana, encierran alusio- f)i~i'.tw'd. De este modo, la fuga hacia la muerte -por sobredosis,
nes a plantas que producen ensueños y alejan el dolor. La pipa de accidente o conductas de riesgo y desafío-- constituye otra forma de
las hierbas mágicas aparece en los mitos y narraciones de culturas
estucl1adas por Lévi-Strauss &< , ligada muchas veces a los Iitos del ~a adicción representa la posibilidad tanaucJ~
ejercicio y trasmisión del shamanismo. de escHpt:> de sentimientos de fracaso e impotencia. generados a par .
La coca, oriunda de América, fue utilizada por los incas y sólo tir de ideales homogeneizantes y absolutos. Presentifica además. 1 .
se conoció en Europa a partir de los conquistadores. Los desarrollos tendencia a la 1;,'d.tfüj9.n..cteLg9Jqr_p,~,tgy_iso propia del mundo de hoy.
De modo paradoja!, como hemos cónslaeracfO'"ya"·eñ'"ef'a'..T'iYíffsis ·
136.
' 137

. . ,,.
dar las convicciones de los otros, situación propia de los grupos que
ele In lógica del consumo, ésta introduce una aparente posibilidad de Marcos Bernard ha descrtpfo como grupos burocratizados. :¡¡;¡
'~ ..~ •, ... ' • '!". '• :-·.
elección entre los objetos más aiversos, pero en forma no manifiesta El adicto plantea así problemas de aislamlenlo Bocial y afectivo:\
• ... lleva hasta el límite la soledad en el acto de un s1.:1J!12~!.!J:gular!
impone un consµmo definido cómo vía d · . • , 1 sai
• . , '. ~:~ ." . -\
~ente a la m_uerte yel ~
tisfacción.
~
~~.El adicto configura así uria trágica carica- l~~~· En relación~on eslo, y~rª·( ·
tura de la obligatoriedad del consumir. · Ocamp9 señala que la im~nacept.aóle que el toxicomano devue1-
ve, no es otra que la expresión caricaturesca y dramática de un ideal ·'
l, ..
La subcultura de la droga, por otra parte. se expande en la cul- ·
tura global; su jerga y creencias se extienden más allá de los grupos totalitario de goce, al que nos hemos referido en el parágrafo anle- ·
de adictos, esparciéndose la convicción de que ningún poder puede
regular la vida del sujeto y determinar sus elecciones. De este modo, rtoc ·
En lo que hace a la sexualidad del toxicómano. ésta también se
permanecen encubiertas las formas actuales de sometimiento al dis- desjerarquiza. ya que nada es comparable al flash. Por otra parle, el cJ2...i's\,P
ur30 social predominante. · .·
efecto de algunas drogas desplaza. mientras dura, al cuerpo sexua-

tconsumo; como la dro~a


· La publicidad será la encargada permanen1f' de promover un ,
. araíso ligado al cigarrillo, el alcohol, el chocolate u otro objeto de ~
implícita. Dichos objetos ofrecerian al con-\
sumidor un. g9s;~_f¡Ja, ~i;ez.,il:np.westo,,y, ,soñado . y conslituirian las.Jd.ª§·
do. El cuerpo, en cambio, se hace presente con intensidad y dolor en
el momenlo de ia carencia de la sustancia tóxica. En grados avanza-
dos de la adicción, la se}.t.ialidad va tendiendo a desaparecer, ya que
la droga adquiere exclusividad en el plano de la satisfacción .
ew.a.::.Ser.:. E:s decir, para encarnar la identidad siempre gozosa y fe- · Con referencia a la relación del adiclo con la droga, Piera Aulag-
liz que los medios promocionan. nier8 la incluye dentro de la.relacLón,pasJQUal. Con este ~érmino. de-
¿Es la propuesta actual, de esta manera, desafiar aquella adver-
~ne una !.Tl.~.c?~~~.-eE}t_ci~t~!.. <?.91~2.-~{r!:.ª. ~9.!::Y.~E.l,i«}.2...P~L<Lel Yo..en
1 1
tencia freudiana acerca de lo imposible de una felicidad que anula-
ra toda insatisfacción? ¿Es a la vez el intento de elevarse por sobre
una ineludible mortalidad?
~en_te exc usiva (ie to. o placer y .. a ?\ (),9~sp.\'0.a.99J1Qr.~L~r..el.Le- ,.1 . )~i:-,,
gistro?~.la~ nece~;t<iades; es decir, ~~ ?,l.acer se h.~:~?Fl).~ d9 !)~cesida,?· '- "'C:~\',~\:1.;;:.\,.,~
El Yo. sugiere, desplaza sobre la oroga la ac\.¡v1dad pensanle en ·
\
No obstante, frente a la oferta desmesurada .de la droga en
nuestra sociedad, factores singulares y familiares hacen que algunos ¡.
cuanto acción y él mismo se coloca en el sitio del que contempla y.
¡goza de lo que produce esa actividad. Se genera así una parucula~
t jóvenes, y no otros, se conviertai1 en adictos. Es conocido que hoy escisión del Yo en la qu~ ~ste, activo en la búsqueda del objeto dro[ e\~\e
numerosos adolescentes pasan por la eX:pertencia de la droga e in- ga, se piensa pasivo frente a lo que el Dios droga le ofrece para pen} ~'>1,.­
dudablemente muchos quedan füern de ese universo de la trampa y
lo ilusorio. Universo, por otra parte, de fuerte pertenencia, pero en el
sar. Un dios que parece darlo lodc, pero al mismo tiempo es devora! ·~
dor y destructivo; exige como ofrenda el deseo , la pulsión de vida. y
cual el vínculo central e insuslituible es con la droga misma. Quie-
por fin. la vida misma. En relación con esto. incluimos a la droga en-

1~ nes lo soslayan, sin embargo, suelen observar con fascinación, a la


par que con horror, a aquéllos que se consagran al Gran Goce y se-
mejan desafiar todos los imposibles.
Los integrantes de ese mundo se reconocen nó solamente por su
tre las formas de alienación más extremas en que el hombre actual
se halla inmerso.
J . Me Dougall 00 , po;· su parte, propone a la sexualidad misma
como droga, y la incluye en la solución adictiva cuando se trata de.
vocabulario sino también por sus creencias y visión del mundo, Ii- la búsqueda de una descarga sexual compulsiva. Caraclertza corno\
gurosamente compartidas. En los grupos, sin embargo, los otros no \ "sexualidad adictiva" a los diferentes tipos de relación sexual en la
son relevantes en sí mismos, ~ino por su relación con el tóxico, que ···· que es el ~éfüy no el otro quien se inviste. La pareja sólo desempe-
se eleva de esta manera por sobre las subjetividades objetalizadas . ña un papffsecundarto como sujeto: ~l otro ,es_rr,i~~ un objelo de ne-
··-··--"·"···· · · : ..
.· Cada uno de los integrantes del grupo tiene por única función vali-
139
138

\L ~ .. .
e
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h E G . ) .
.
propone a la adicción corno expresión de la parte psicótica de la per-
ccMldntl qu e un objelo de deseo; o, un objeto de consumo, antes que \
un ser humano. Esto puede darse entre hétero u homosexuales, así sonalidad. . .
Desde distintas perspectivas y abordajes, individuales, familia-
como en la que denomina "neosexualidad", es decir, la sexualidad de
res y grupales. así corno desde las más diversas escuelas psicoana-
quienes ponen en escena actos rituales con frecuencia de naturale-
líticas y psicológicas, se abre hoy la consideración y el intercambio
za fe Uchista o sadornasoquista; puesta en escena solitaria que se
siénte a veces corno una necesidad sernejarite a la de la droga. l sobre las adicciones. Estas afectan severamente a la humanidad y
en los últimos años se propagan velozmente también en la Argenti-
En el mundo de las toxicomanías el sujeto ilusiona toda~ las }.
na; semejan una plaga que, sin embargo, parece intrínseca ala lógi-.
realizaciones, creyendo conjurar la angustia ineludible que conlleva 1~
la falta estructural de objeto. Construye otro planeta, una dimensión ca de la cultura actual.
en la cual el objeto que puede recubrir la falta existe y se concretiza:
sólo hay que alcanzarlo e incorporarlo cada vez que amenace la
irrupción de lo intolerable. LAS ANOREXIAS, O EL CUERPO CONSUMIDO
. Al huir del dolor y la elaboración psíquica -consigna de la épo- La descripción de la anorexia mental en las mujeres jóvenes
ca-, el drogadicto privilegia el dolor fisico y el riesgo de muerte, que proviene de hace poco más de un siglo. La primera mención de la lla-
parece conocer y desconocer con simultaneidad. La carencia de la
droga lo confrontará con una experiencia horrorosa y extrema, vin-. mada "consunción nerviosa", sin embargo, data de 1694; pero fue-
ron Laségue, en 1873 y Gull, en 1874, quienes describieron la enfer-
culada al acostumbramiento físico. En este recorrido, al no confronf
larse con su carencia de ser, el adicto va renunciando a su subjeti\ medad bajo la denominación, respectivamente, de anorexia histérica
vidad deseante. Se apoya en un imaginario social que favorece el pa-li y anorexia nerviosa. Se destacaba ya entonces su aparición en la
saje de la care~!:;ia .al vaci9, vacío que puede entonces ser llenado, tal adolescenc!?. y su preponderancia casi exclusiva en mujeres.
corno señala(GeberoviGh. G5 Freud encontró rasgos anoréxicos en algunas de sus pacientes
histéricas, como Emmy de N. '~ En el Manuscrito G propuso, ade-
.

a
En cuanto la psicopatología de la adicción, este autor tratad~
más.: "La neurosis alimentaria paralela a la melancolía es la anore-
delimitar los rasgos constantes que harían de la toxicomanía una or-
ganización psicopatológica autónoma, la que se distinguiría tanto de xia. La famosa "anorexia nervosa" de las niñas jóvenes me parece
la estructura perversa corno de Ja melancolía. Si para algunos e ¡ (luego de una observación detenida) una melancolía en presencia de
7
adic.to es un perverso, para otros la adicción no puede .s er encuadra- ¡ una sel\.-ualidad no desarrollada". '
Podríamos pensar, sin embargo, que uno de sus aportes esen-
da dentro de una entidad nosológica. 'Cevasc:o y BülªCfo21'1 liensan.I
que el perverso conlleva una fijeza en el objeto 'sostén de su goce,l ciales a la consideración del cuadro sería la teorización en relación
mientras que en la adicción este objeto es más lábil. Para Vera\ con la pulsión de muerte.
Ocampo, a diferencia del masoquismo perverso, en el cual se ha ope- , A posteriori, el Psicoanálisis y la Medjcina continuaron ocupán-
rado una transformación de la finalidad activa en pasiva, lo que irn- ; dose de esta patología, casi siempre transitando caminos divergen-
plica la búsqueda de otro como "objeto" de la pulsión, el toxicómano: tes. El interés por la anorexia se incrementa cuando ésta se difunde
se encontraría fijado en la posición intermedia del masoquismo re -Í hasta adquirir ribetes epidémicos. Es así que, aunque datan de la
ílejo, ?.,.!:1,tQ~gresivo, debido a la negación de la pérdida del objeto. 1 Edad Media las primeras menciones de esta enfermedad, es en la ac-
~as :.C'oincide en que esta estructura de persoµalidad no tiene
tualidad que el término anorexia y junto a él la bulimia nerviosa, se
posibilidad de alojarse fácilmente en un molde diagnóstico ni admi- tornan familiares no sólo para los profesionales sino para el conjun-
te una denominación única que la recubra. Algunas pueden ser in- to social .
suficientes, afirma, como depresiones, perversiones. psicopatía, bor- Los medios, por su parte, conceden trascendencia a estos cua-
derlines, y otras excesivas, como la psicosis.<Kalin_a 5, por su parte, dros de incidencia elevada y tienden a ponerlos en relación con idea-
141
140

'\ .. .-
1 s::s . w ==-- = · ~" ~~
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den, aunque en muy pequeño porcentaje, a la población masculina.


les de época que consideran a lq. belleza ligada a una delgadez a ve- · En tanto cada época histórica. como señaláramos, califica con
ces extrema. Estas definiciones culturales se constituyen en ideales rótulos diversos a un modo semejante de funcionamiento subjelivo,
que en ocasiones se absolutlzan; establecen entonces con rigidez
aquellas mujeres del medioevo que morían en los conventos a causa
una delgadez a ultranza y determinan la marginación de la obesidad,
de sus ayunos piadosos y eran santificadas, en el apogeo del ideal
considerada vergonzante.
cristiano. equivalen quizá a la paciente anoréxica hoy considerada
. El ideal absoluto impone la denigración de lo diferente y se con-
enferma de gravedad. Si aquélla murió por un ideal, al entregarse a
vierte en fuente constante de destrucción; esto tiende a liarse bajo
los brazos de Dios, y alejarse de su cuerpo impuro, tal vez ésta se .
distintas modalidades en tocia época. En tal medida, el ideal confi-
aliene en ideales de diferentes contenidos, ¿Buscará ser ella misma
gura una de las formas de la violencia de la cultura, más por su for- una "diosa", más allá aún de la autoconservación y la sexualidad?
mulación inexorable. que diluye la posibilidad de opción, que por su Sin embargo y a pesar de estas consideraciones generalizables
propio contenido. Contenido que, por otra parle, fluctúa notable-
en algunos aspectos, sólo las articulaciones entre la dimensión ma-
mente de una a otra época. Las pautas estéticas y los valores difie-
ren de tiempo en tiempo; de este modo, quizá hoy las bellezas que crocontextual y una historia familiar y subjetiva, podrán dar cuenta
de cada anorexia en particular, ya que la singularidad excede siem·
Rubens inmortalizó serian internadas en clínicas de adelgazamien-
to. pre las estadísticas. .
El cuerpo evanescente de la anorexia, leve, parece despegarse
La función del ideal como absoluto conlleva sometimiento acri-
de la mortalidad misma. Carente de formas que denuncian tanto el
tico; se formula como creencia rígida y homogeneizante, verdadero
discurso sacralizado en el cual la posición del enunciador se propo- crecimiento y la sexualidad como el paso del tiempo ¿implica además
ne como incuestionable. Los propios medios proponen discursivida- junto al goce del límite una fantasía de vencer la muerte?
Expresión extrema de lo mortífero, la anorexia afecta el susten-
des que a veces se tornan violentas, como ciertos mensajes de índo-
le paradojal que encierran al destinatario en un dilema sin salida: to nutricio que sostiene la vida. Al mismo tiempo, y contradictoria-
"Sea tan esbelta como yo, consuma el mismo chocolaten. "El cigarri- mente, sugiere quizás en el observador una suprema omnipotencia,
llo da el máximo de placer. No olvide que mata" . · ya que, quien no come, parece situarse más allá del plano de la ne-
El ejercicio reiterado de Ja paradoja en un vinculo asimétrico ge- cesidad universal e ineludible. De este modo. no sólo quien padece
nera violencia, apatía o graves perturbaciones del pensamiento; las anorexia se diferencia de los otros, sino que genera a la vez cierta ad-
paradojas que el entorno sociocultural plantea al sujeto suelen ser miración en el entorno, ya que supera tentaciones que a otros aver-
vehiculizadas, como en los ejemplos antedichos, por la publicidad. güenzan y descalifican. Se crea así Ja ilusión de que ella no necesita
como los demás mortales la provisión exterior para subsistir: ¿con-
Estos discursos paradojales expresan la pulsión de muerte y son
tracara de la adicción, que se somete a los designios del objeto? ¿O
modos de utilización del razonamiento para instaurar el poder sobre tan esclavos como el adicto, ya que la no incorporación les resulta
los demás. 11 ª .
La delgadez. impuesta por los ideales actuales, no se vincula so- tan coercitiva como a aquél el consumir?
Negativismo de la anorexia, que contrasta particularmente con
lamente al vigente criterio de belleza sino que. al mismo tiempo, es
un rasgo peculiar de los grupos sociales privilegiados, lo cual cobra el mundo del consumo y la saturación en que se inserta; mundo en
un valor muy alto en un?. sociedad en la que el ascenso socioeconó- cuya lógica la obligatoriedad es consumir. El rechazo de la oferta del
mico (asentado sobre el tripode éxito, dinero, poder) es un valor cen- entorno, sin embargo. no libera ni autonomiza a la anoréxica. sino
tral que debe ser alcanzado con rapidez a cualquier precio. En épo- que la va sumiendo gradualmente en una posición de máxima obje:
cas pasadas, en cambio, la ingesta abundante y la obesidad configu- lalización, encarnadura de lo inerte y desvitalizado. Erigida en obje-
raban índice de riqueza. En relación también con.los factores señala- to ideaJ de la era del consumo, es ella misma finalmente quien se va
dos, al incrementarse los casos de anorexia-bulimia, éstos se extien- consumiendo.
143
142
-......., ~ -----:i -· - ' --,~. --.,, ) ··' -=j

No podremos hablar, no obstante, de "la" anorexia sino, en todo mados fantasmáticos, indisociables de las redes intersubjetlvas y de
caso, de cada anorexia, ya que se trata de una patología que puede · ;1~;~, los códigos sociales vigentes.
revestir distintas gradaciones y cualidades. Se plantea también en
este caso el tema de la ubicación diagnóstica del cuadro. Algunos
'~
)~
Si los síntomas conversivos hicieron hablar a los cuerpos en la
época de Freud, cuando la sociedad hacía de las restricciones sexua-
autores -Nasio por ejemplo- sitúan a la anorexia en el marco ge- les un emblema de la femineidad ideal, hoy día las anorexias y buli-
neral de la11histeria, pues se tratarla de un "sufrimiento típicamente
~t
mias constituyen una respuesta a la época en que los cuerpos se ha-
histérico". Otros, Baravalle, Jorge y Vaccarezza en el libro de-re- llan homogéneamente sometidos a dietas y gimnasios. También en
ciente aparición que Nasi0 prologa la consideran como ún síntoma ' t~f
las adicciones, patología pregnante en la actualidad, según hemos
que puede aparecer en diferentes estructuras -neurosis, psicosis, ... desarrollado, la corporeidad se encuentra comprometida.
perversión-. ·
En cuanto a las enfermedades psicosomáticas. llama la aten-
Para Lacan "Es el niño al que alimentan con más amor el que ción su auge, paradojalmente contrapuesto a los ininterrumpidos
rechaza el alimento y juega con su rechazo como un deseo (anorexia avan<'es en el campo de la medicina, y al lugar central que el cuerpo
mental)". "A fin de cuentas, el niño, al negarse a satisfacer la deman- --<:orno señaláramos- ocupa en las sociedades actuales. Situación
da de la madre, ¿no exige acaso que la madre tenga un deseo fuera ésta, que nos ha llevado a interrogar los posibles nexos entre psico-
de él, porque éste es el camino que le falta hacfa. el deseo?". 81 somatosis y facilitación cultural.
Desde esta perspectiva, la anorexia constituiría una tentativa de Hemos encontrado que ciertas características alentadas por el
diferenciación respecto de una madre que se anticipa a la formula- actual espíritu de época, ligadas a rasgos subsumidos en lo que de-
ción de la demanda y obtura el deseo a través de la satisfacción de nomináramos el prototipo sano, poseen sugerentes correlaciones
la necesidad .. Nos hemos referido, por nuestra ·parte, anteriormente con algunas de las problemáticas que afectan al paciente psicosomá-
a modalidades familiares actuales ligadas a la anticipación perma- Uco. En especial, la relación distante con la propia emocionalidad, el
í'''
nente e insertas a la vez en la lógica del consumo que podrían, cree- pragmatismo extremo y una relación con la corporeidad escindida
mos, articularse con esta perspectiva.
del universo representacional. Desde este punto de vista, considera-
La anorexia plantea la cuestión de un deseo que no llega a arti- mos a la nuestra, una época facilita.dora de las respuestas corpora-
cularse en un discurso. Un cuerpo que rehúsa irigresar en las cade- les al conflicto, aun en su lucha contra la enfermedad y la muerte.
nas significantes, queda fijado en un goce ligado a la pulsión de Vayamos, pues, al terreno de las psicosomatosis: diversos auto-
muerte. Cuando se presentifica en la clínica da lugar a problemas res coinciden en la descripción de ciertas características básicas,
nuevos, requiere modos específicos de acceso y se sitúa en los bor- propias de aquellas patologías denominadas psicosomáticas. Se tra-
des de la clínica psicoanalítica, en el límite mismo de la transferen- taría de manifestaciones corporales que irrumpirían, sobre todo, en
cia. ·Como otros cuadros preponderantes hoy, cuestiona los ejes de sujetos con poca conexión con su propia conflictiva psíquica y que,
nuestra función analítica.
apegados a la realidad exterior concreta, presentarian un marcado
déficit a nivel de la fantasmatización y la simbolización. Conformis-
mo, sobreadaptación y sometimiento a las reglas. caracterizan a es-
LAS ENFERMEDADES PSlCOSOMÁTICAS: CUERPO SUFRIENTE Y tos sujetos excesivamente "normales" en su funcionamiento aparen-
LEVEDAD
te, donde la sintomatología corporal surge a menudo como una aje-
nidad sorpresiva para un aparato psíquico "despejado de los rr.cnsa-
Son bien conocidas, a partir del psicoanálisis, las múltiples ar- jes del <'u erpo". 98
ticulaciones entre
55
identidad, ("el yo como proyección de una super- Las soluciones a la problemática psicosomática se encomiendan
ficie corporal") erogeneidad y relación al Otro. Se trata de un cuer- entonces al especialista, de quien se espera que resuelva pragmáti-
po puJsional y desean te, marcado por el lenguaje e inserto en entra- ca y eficazmente el desorden pé1ra volver a establecer rápidamente el
144
145

,
. . ..
·.
equiliurio anterior. También la ci.ira -al. igual que el res~o .de las ex- mecanizada y carente de emoción, hasta la idea de una "vida opera-
periencias vitales- es reducida a una tramitación funcional en que toria" que incluirla todos los aspectos vitaies en una existencia casi
el compromiso subjetivo se encuentra ausente. En efecto, una cier- robotizada. 91
ta despreocupación y descompromlso emocional recorren la vida de Bajo esta modalidad, el sujeto parece estar "presente pero va-
estos sujetos, cuyos vinculas y contacto con la realidad se muestran cío", al funcionar en la pseudoadecuación a las demandas de una
bajo la fonna de la distancia y el pragmatismo extremos. realidad que no puede ser interrogada o puesta en cuestión. Presen-
Esta suerte de pobreza emocional ha sido ampliamente descrip- cia ausente que, en casos extremos, evoca, como hemos sugerido, la
ta por diferentes psicoanalistas, quienes se ha.11 referido a ella en tér- lnstrumentalidad de un robot en tanto pura ejecución desubjetiviza"
minos de "desafectación" 9 ª y "alexitlmia".1» La primera implica la re- da. El hacer constante, como único modo de ser. busca, así, disper-
. currencia a mecanismos defensivos arcaicos para mantener una ba- sar cualquier huella de conflicto; constituyendo verdaderas expresio-
. rrera desvilalizada, que disperse los afectos lo más rápidamente po- nes actuadas.~·" El cuerpo sería, desde esta perspectiva. la otra sede
. sible. En estos casos, se propone para la expresión el cuerpo sufrien- alternativa de la expresión que no ha podido acceder a la palabra.
te. Sami-Ali 1 ~8 , por su parte, se ha referido extensamente a Ja repre-
La dispersión afecLiva también se ejecuta a través de la acción, sión de 10 imaginario como problemática propia del enfermo psicoso-
modalidad en que el hacer permanente busca la desaparición del mático. Refiere el término "imaginario" a aquello que concierne a la
afecto, hasta lograr la pulverización de todo resto de sentimiento vida onírica y a la capacidad de fantaseo y ensoñación. Sostiene que,
profundo. La desafectación en acción, como la denominara Me Dou- en quienes la represión prohibe todo acceso a la vida de los sueños,
gall º", constituye una respuesta al alcance de cualquier sujeto cuan- se instalaria una disposición caracterial que abstrae lo subjetivo,
do el afecto amenaza con desbordarlo. Pero en otras ocasiones, co- produciendo una su~jetividad sin sujeto. Según el autor se trataría
mo hemos visto, sólo es el cuerpo mismo el que entra en acción. La de una patología de la adaptación, propia de aquellas personalida-
corporalidad es, entonces, la encargada de ejecutar en lo real la tra- des que actúan sobre todo conforme a las normas socioculturales. El
mitación de un dolor psíquico que no resulta subjetivable. paciente psicosomático, reproductor por excelencia de la cultura, re-
Estas descripciones se emparentan con otras, realizadas por in- prime toda seüal de un imaginario que necesariamente lo singulari-
vestigadores de la Escuela Psicosomática.de Paris, quienes acuñaron zaría; al tiempo que su cuerpo permanece como reducto único de la
ya hace tiempo el término "alexitimia", para referirse a aquellos cua- expresión de Jo sofocado.
dros en que los pacientes no poseen palabras para nombrar sus En cuanto a las raíces de estas patologías que se afincan en los
emociones. Dicha ausencia de r~gistro del mundo emocional, y su cuerpos, los distintos enfoques teóricos parecen coincidir en remon-
.incapacidad para la puesta en palabras, es correlativa a un empo- tarse a las experiencias tempranas de la vida. Se suelc::n describir,
brecimiento del lenguaje, que adquiere carácter formal y desafectivi- así, vínculos en que el hijo ha debido sobreadaptarse precozmente a
zado, Vacuidad de la palabra, ligada sin duda a la modalidad opera- las demandas maternas, a menudo en aras de la muy temprana ad-
toria de pensamiento también estudiada por estos autores, y carac- quisición de una autonomía funcional poco acorde con sus posibili-
terizada por el déficit en los niveles imaginario y simbólico. dades. Habríase tralado, pues, de vínculos pseudoadecuados y su-
· El pensamiento operatorio alude a un modo deslibidinizado del puestamente aconfliclivos, ligados a una enonne carencia afectiva y
pensar, ligado al accionar concreto y característico de un lenguaje al desamparo en los aspectos matemos ligados a contención y sos-
pragmático -de mero valor instrumental- careute de emoción e im- tén en reiación al hiju "real".
plicación personal. 95 El término operatorio se ha ampliado, llegando En virtud del recorrido realizado, podríamos relacionar estas
a abarcar múltiples áreas Vitales, además de las referidas al pensa- problemáticas con lemprai.1as fallas en la subjetivación, las que ge-
miento. Desde descripciones acerca de una sexualidad operatoria, es neran una forma de ser en que la subjetividad parece hallarse au-
decir, satisfactoria aparentemente y, sin embargo, también ejecución sente. Esto condenaría a una vida operatoria, carenciada de los ni-
1

l. , 146 147
"

~ ' · · 4 ' •' ...


otros. Esto podría promover una acomodación obligada al mundo y
1 vclc8 f1rntusrn állcos y simbólicos .que canu;terizan a la singularidad.
El conflicto parece entonces no encontrar otra Vía de retorno que lo : 1•
. ~:
una desconexión profunda con respecto a una vida emocional que
deberla atenuarse, hasta adoptar una modalidad ~soft" a tono con la
real de Ja propia corporalidad. época.
I.,a palabra desubjetivizada -discursividad que es puro enun- La promoción social del cuerpo como envase sin interioridad, la
ciado sin sujeto de la enunciación- da cuenta de este posiciona- valoración de la superficie y de la imagen, a la vez que la obturación
miento sin implicación subjetiva, en que el desli~iento significan- inmediata del deseo a partir de la lógica del consumo, constituyen
te es mínimo, y los niveles metafórico y metonímico se hallan casi algunos de los actuales entrainpamientos de la cultura posmod!'ma
ausentes. El lenguaje parece, entonces, reducirse a la ejecución de para tendencias sobreadaplativas presentes en todas las ·épocas.
sentidos que n.o pueden ser transformados en significación propia. Pensamos entonces que, bajo las formas anteriormente descriptas,
Este lenguaje , cristalizado en su convencionalidad, es sede y expre- la llamada era del vacío. en su banalización y aligeramiento de la vi-
sión de la compulsión a la repetición, propia de la pulsión de muer- da subjetiva y relacional, podría facilitar la expresión psicosomática,
te. así como otras problemáticas que afectan la corporalidad, ya anali-
La predominancia de lo tanático en estas patologías se hace car- zadas.
ne en la implosión corporal, llegando en sus extremos a producir la Curiosa paradoja de una época que, paralelamente a la enorme
muerte prematura. Pero, aun en casos más leves, la tendencia mu- producción de sofisticada tecnología médica. no cesa de producir un
da de Tánatos se presentifica como cristalización e inercia, como de- elevadísimo número de enfermos. A la vez, el discurso médico res-
seo de no deseo, desinvestidura en que la subjetividad deseante que- ponde en ocasiones de modo especular a las patologías de la corpo-
da anulada a favor de una existencia que evoca la inmovilidad de la reidad, al intentar asistirlas exclusivamente a través de terapias bio-
piedra. Esta petrificación en vida nos recuerda formas del narcisis- lógicas, y desconocer sus compromisos psíquicos. A este respecto, es
mo negativo, ligadas a la inexistencia, la anestesia y el vacío, que sig- observable hoy una cierta tendencia a la sobremedicación , viejo-nue-
nificativamente se hacen oír cada vez con mayor frecuencia en la clí- vo intento por reducir el complejo universo de la psicopatología a
nica. problemas químicos.
t:s justamente a partir de la clínica misma, que hemos esboza- Adicciones, anorexias y psicosomatosis no agotan de ningún
do nuestras hipótesis teóricas sobre las conexiones entre psicosoma- modo la polifacética escena clínica que hoy se despliega ante noso-
tosis y cultura. A este respecto, y por supuesto, sin desconocer que tros. Ade1nás de las neurosis, perversiones y psicosis, ya reconoci-
la enfermedad corporal forma parte inevitable de la condición del ser das con anterioridad, nos convoca en la actualidad un conjunto de
viviente, hemos encontrado algunas correlaciones significativas en- problemáticas ubicadas en los bordes mismos de la nosología psico-
tre la modalidad psicosomática descripta y ciertas caracteristicas patológica.
alentadas por el actual espíritu de época. Esto requiere una complejización que incluye reformulaciones
En este sentido, consideramos que ciertos rasgos propios del ya conceptuales, a la vez qu e interroga los alcances de la escucha y los
descripto prototipo de la posmodernidad, tales como la tendencia a modos de la intervención psicoanalítica. Ejes estos que configuran
.· cierta dilución de la intelioridad; o el pragmatismo de la acción y la cuestiones esenciales para el devenir del Psicoanálisis en la posmo-
relevancia de la superficie corporal, parecen bordear, de algún mo- dernidad.
do, las modalidades operatorias de pensamiento, lenguaje y relación
ya ciásicamente desciiptas por la Escuela Psicosomática de Paris.
Al mismo tiempo, la relación distante con la propia vida emocional
-desafectación, alexitimia e indiferencia-, podria verse favorecida
en parte por ideales sociales fuertemente vigentes que, como ya he-
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mos desarrollado, enfatizan la levedad del ser y de la relación con los
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CAPÍTULO V1

El psicoanálisis en los umbrales de un ,. ·'· ,


nuevo milenio

En este capítulo nos proponemos interrogar la posición del psi-


coanálisis, disciplina vinculada a lo humano, respecto de las nuevas
lógicas de la cultura; así como abrir cuestiones ligadas a la eficacia
de las nuevas discursividades en la teoría y la clínica actual. Toma-
remos para ello como punto de partida ciertas consideraciones gene-
rales que ponen en relación la producción teórica y la práctica clíni-
ca con el contexto sociohistórico en el cual se generan y desenvuel-
ven.
Las teorías r:-ientíficas surgen en un entorno histórico y social
definido, que posibilita en cada caso su existencia. Su creación, por
ende. no obedece en forma exclusiva a la genialidad de sus fundado-
res, sino que echa sus raíces en un suelo de redes sociales; éstas
configur:m a la vez marco y anticipo indispensable para cada descu-
brimiento.
Recién' en los albores del siglo XX el inconciente fue descubier-
to, teorizado y por prtmera vez escuchado, a partir de la puesta en
marcha de un novísimo y peculiar dispositivo terapéutico. Sin duda,
aquel otro fin de siglo poseía caracteristicas fuertemente diferencia-
das tanto del medio en el cual , luego, el psicoanálisis hubo de difun-
dirse, cpmo del momento actual, en los umbrales mismos del siglo
XXI.
!•·
En conexión con eslo, como hemo~ idü esbozando a lo largo de
capítulos anteriores. es que nos cueslionamos acerca de los efectos
de las discursividades sociales, y en particular las de este entresiglo,
sobre las conceptualizél.ciones teóricas y la práctica psicoanalíticas.
Al mismo tiempo, consideramos de importancia el análisis de la di-
mensión de la cultura en sus articulaciones con la persona misma

151

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dl'I 111 11 dl u (11, dttdo que, Jucxorablcmcnle, quienes ejercemos el que- de determinaciones, relativos tanto a la producción .de sentido como
huc1•r pslootuiol!llco nos vemos'lmpregnados por el espíritu de épo- a su reconocimiento. ·
; ll. gslns cuestiones, a las que pretendemos dar apertura, no son trt- ~¿Por qué Das Kapital o el Cours de Lingüistique Général? ¿Por·
vlalcs: lo Ideológico constituye una dimensión ineludible de la escu- qué la conciencia histórica identifica tales y cuales textos y no
cha psicoanalítica y el desconocimiento de las conexiones cuyo aná- otros?" se pregunta Verón. A lo cual podríamos agregar: ¿por qué
lisis proponemos puede favorecer formas a veces poco manifiestas de justamente la Interpretación de los Sueños en el año inaugural del
la resistencia del analista. nuevo siglo? ¿Por qué la vuelta del '20 en Freud, o el irresoluble Ma-
lestar diez años después?
El descubrimiento del inconciente, producido en la Viena del
CONDICIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN Y RECONOCIMIENTO 900, si bien profundamente relacionado con realidades y pensa-
. DE LA TEORÍA PSICOANALÍTICA mientos de ese otro fin de siglo, colocó al mismo tiempo al psicoaná-
lisis en oposición al espíritu de la época. Sus conceptualizaciones,
Sostiene Eliseo Verón 1' 7 que el problema de lo cientillco, al igual producto de la razón misma, operaron sin embargo en contra de la
que el del conocimiento en general, se plantea en el seno de una racionalidad moderna. El propio Freud pudo decir de si mismo, en
cuestión más abarcativa, concerniente al campo de la producción la Gradiva, que su obra "la Interpretación de los Sueños", aparecida
social de sentido. Así considerado, también aquello que refiere almo- exactamente en el año límite entre los dos siglos, 1900, lo ubica, jun-
mento del surgimiento de una ciencia, se encuentra inserto en una to con la antigüedad y la superstición popular, en contra de la cien-
red interdiscursiva ligada a ciertas -y no a otras- condiciones so- cia positiva. 93 Al postular un mundo oculto de determinaciones
ciales productoras de sentido. constitutivo de un ser humano pensado hasta entonces como sinó-
Los textos fundacionales -la Interpretación de los Sucflos cons- nimo de conciencia, tanto como cuando devela el universo silencia-
tituiría uno paradigmático- no serian reductibles, por ende, a la so- do de la sexualidad, Freud convulsiona la Viena del 900. Se atreve a
la Inspiración de sus autores; sino que, como toda práctica de pro- teorizar acerca de aquello que en el sujeto excedía la racionalidad,
ducción de conocimientos relativa a un campo determinado de lo verdadero Dios de la época; mostrando así la huella del Romanticis-
real, tendrian carácter histórico. Se tratarla de complejos procesos, mo, movimiento que reinvidicara el afecto y la irracionalidad dejados
·urdimbre de múltiples conjuntos .discursivos; o, en las palabras del de lado por el Iluminismo.
mismo Verán, "red inlerlextual que se despliega sobre un periodo Freud tomará nota del impacto revulsivo que el psicoanálisis
temporal .dado". En .esta medida, Jos textos inaugurales no poseerían produce en su época, y dejará testimonios de ello en su obra. En for-
la unidad de un acontecimieulo, i::lesg::ijado del contexto al que per- ma explicita, en 1917, 52 señalará que el narcisismo universal, el
tenecen. Los determinantes de su nacimiento exceden, por lo tanto, amor propio de la humanidad, ha recibido tres graves afrentas pro-
al texto en sí mismo y se hallan contenidos en sus condiciones de venientes de la investigación cientillca: la primera, a partir de la re-
producción. volución copernicana, que desaloja a la Tierra del centro del Univer-
Apoyadas en esta perspectiva, diremos que las razones por las so; luego, la que derivó de los estudios de Charles Darwin, ubicando
cuales se funda el psicoanálisis, en el pasaje entre uno y otro siglo, al hombre en la escala animal. Y por último, la promovida por el psi-
no se encuentran en el propio discurso freudiano, sino en las rai- coanálisis. En relación con ésta, afirma: "Ahora bien, Pc;os dos escla-
g::im hrPs sociales aludidas. recimientos: que la vida pulsional de la sexualidad en nosotros no
A la vez, cualquier fundación depende de un múltiple proceso dt puede domeñarse, y que los procesos anímicos son en sí inconcien-
reconocimiento social : "una fundación es inseparable del reconoci- tes ... equivalen a aseverar que el yo no es el amo en su propia casa.
miento retroactivo del hecho de que, efectivamente, ocurrió" . 147 De Ambos, reunidos, representan la tercera afrenta al amor propio, que
este modo, se constituye como punto de intersección de dos órdenes yo llamarla psicológica".

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. . Al señalar al hombre una fa~eta de la impotencia de la razón, se terreno que abonará la propuesta freudiana. * Esta se genera en Vie-
'" ' : · ·Convierte de algún modo en pionero de algunas de las discursivida- na. la vieja ciudad imperial que concentraba por el 900 los destellos
d es que hoy cobran pregnancia. Es así que el apogeo de la razón en- de la intelectualidad europea. Sus brillos y apogeo coincidieron. pa-
gendra aun la sin razón. De este modo. el psicoanálisis escinde el su- radojalmente. con la decadencia del imperio de los Habsburgo; se
jeto racional. e inaugura concepciones que contrtbuyen a dar portie- planteaba así una contradicción entre la expansión de la capital y la
rra con el decálogo de la subjetividad moderna. Sin embargo, algu- desintegración del Imperio.
nas postulaciones del corpus psicoanalítico mantienen. en fonna in1- Muchos de los artistas e intelectuales que convirtieron a esa
.. plícita. los presupuestos de la racionalidad. Así, el Mconócete a ti mis- Viena en extraordinario centro cultural. provenían de otros lugares .
mo". vinculado a la ampliación del mundo representacional precon- Así, entre otros. la propia familia Freud.
clente, supone la promesa de un saber que redundará en algo me- En Viena florecía la pintura de Gustav Klimt, quien. hacia fin de
·.. jot. siglo. se dedicó a pintar mujeres desnudas, algunas de ellas en pos-
Saber y progreso se entrelazan, de esta manera. en un inteijue- turas ligadas a la histerta. Fue llamado "el pintor del inconciente";
go no tan contrapuesto al ~spíritu de época, e íntimamente conecta- su expresión artística representó también la unión de Eros y Tána-
do con un despliegue en la temporalidad cronológica que supone la tos, verdadera temática de la época.
dimensión proyectual. No obstante, el Mprogreso" implícito en el Psi- En música, el ya maduro SchOnberg creaba las bases de la mú-
coanálisis no conducirá a la plenitud de la razón, sino a la incomple- sica moderna y coexistía, entre otros. con Leopold Mahler y los gran-
lud misma; de allí, lo innovador y revulsivo de su propuesta. des de la opr.reta. Ellos se entrecruzaban con críticos como Karl
Por otra parle, la moral sexual de ese tiempo se hallaba aún pla- Kraus, cuya palabra se destacaba en periodismo y lilerat1 ira, y Adolf
gada de restricciones de corle victoriano y se conmociona con la es- Loas, en arquitectura y artes aplicadas, considerados los últimos pu-
tocada freudi<:t:1a: su concepción de la sexualidad infanlil, expuesta ritanos de Austria. Wittgenstein en la filosofía, Musil en la literatu-
en los Tres Ensayos, en 1905, produce a su vez intensas reaccio- fd., eran otras de las muchas figuras destacables de la época.
nes. Viena vivía un "alegre apocalipsis", las diferencias entre las cla-
Ariés-Duby G señalan que, hacia 1860, se abre la hislorta con- ses sociales eran enormes y el desarrollo económico se sostenía so-
lempor;inea de la sexualidad. la cual sacude la cultura tradicional y bre un estrato de población que vivía casi en estado de esclavitud.
transforma el ám hilo de la imagen erótica. El burgués comienza a Del lado de la pobreza y el resentimiento, vagabundea, entre otros,
sufrir por los rígidos preceptos de una moral que lo aleja del placer. Adolf HiUer, llegado a Viena en 1907, con aspiraciones artísticas
La sexualidad popular, brutal y l\bre. aviva la tentación de la fuga so- frustradas.
cial. El código romántico del amor se va disolviendo; se atenúan en Bruno Bettelheim 21 propone que la élite cultural vienesa eludió
la mujer los sobre.saltos de la trasgresión y la seducción se banaliza. los sucesos negativos del vasto mundo y se esforzó por descubrir y
Al mismo tiempo, aparecen sexólogos que lanzan nuevos interdictos, conquistar la interioridad del hombre. En relación con esto, la in-
esta vez desde la patología. sobre ciertas prácticas sexuales hasta trospección se jerarquiza y el brillo del yo opaca la exterioridad.
entonces sólo condenadas por la moral. Por otra parte, se intensifica el interés por las patologías psi-
Paralelamente, Flail.drtn ' 2 hace nol.ar que fue en el curso de la
Era Moderna cuando nació la literatura pornográfica. bien distinta
• Ya Pn 1832. Car! Gustav Carus (1789-1869\. medico naturalista y pintor,
de los cuentos galantes de la Edad Media o el Renacimiento. Sostie- dice en carta a Goethe: "'Hay una región de la vida del alma en que realmente no
ne que con su existencia y estatuto, está literatura de lríisgresión da penetra jamas un rayo de conciencia: podemos pues llamarlo el inconciente abso·
. fe del endurecimiento de la represión sexual. luto. Frente al inconciente absoluto tenemos el inconciente relativo. es decir. ese
Conmociones que, en su despliegue, preparan el contradictorio sector de una vida que ya ha llegado de hecho a la conciencia. pero que temporal-
mente ha vuelto a ser lnconciente."

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~·. ·.-: quiátrtcas: la propia emperatriz, Isabel, considerada la mujer más ·'·
inconfundible durante el decurso del siglo.
bella de Europa, padece una histeria grave con periodos anoréxicos. :::~&~:
Rodolfo, heredero del trono de Francisco José, se suicida en Mayer- . :!;'fl · Al mismo tiempo, su difusión generalizada ha contrtbuido a la
ling junto a su amante: escenifica, de tal modo, la unión del sexo y 1' impregnación masiva de una comprensión diferente de aspectos li-
la muerte, temática que encontrará más adelante su formulación en gados a lo humano. Esto ha ensanchado en gran medida perspecti-
la teorización freudiana. Weininger, un joven filósofo que ,se suicida- ,, ,(, vas y modos de vida. Su divulgación ha traído a menudo aparejada
r
rá a los 23 años, pu plica "Sexo Carácter", visi(m pe~imista del~ se- ·: <\ j,
xualidad que a su vez tiene influencia en las concepciones de la epo~ · ''~'
la posibilidad de interrogar lo instituido, al cuestionar .valores y
creencias ligadas ·a lá subjetividad, a .la trama vincular -como cier-·
ca. Sexo y mµerte se enlazan con intensidad en el espíritu vienés, y tas modalidades de la crianza- y a la cultura misma, a partir de su
también en el propio Freud, impregnado por la mentalidad de época. inclusión en sectores de la vida social por fuera de los ámbitos es-
Un fuerte incremento de tensiones sociales en la dispar socie- trictamente terapéuticos. Gradualmente incorporado á la escuela, o
dad VtenP.sa preanuncia la catástrofe que se desencadenará con el a los medios masivos, ha ido ocupando lugares de saber otrora .ad-
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asesinato de Sarajevo, el que termina con la vida del otro sucesor del judicados a abuelas u otras figuras representativas de la vida fami-
' trono. Estalla entonces la Primera Guerra Mundial. Era ésta una liar y social. En ocasiones, dio también lugar a ideologías convali-
11i

guerra sin esperanzas. Einstein, que entonces contaba 35 años y di- · dantes del espíritu de época, alejadas d~ las conceptualizaciones teó- 1
...."ti rtgía el organismo de investigación de física teórica de Alemania, la ricas, pero aparentemente sustentadas en las mismas. Así por ejem-
¡. plo, ciertas consideraciones pregonadas en los medios en nombre del
definirá como "increíble" y se lamentará por pertenecer a la "corrom-
•!~· pida" raza humana. A partir de la guerra estallarán luego los conflic- Psicoanálisis, tendientes a Ja regulación de las relaciones familiares
tos sociales. Se hunde la monarquía y, al decir de Waissemberger 148 , de época.
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la Viena floreciente está en agonía. En la actualidad, los comentarios tanto psicoanalíticos como
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Freud, a su vez, es testigo del irracional enfrentamiento de los psicológicos en general, impregnan a diario publicaciones y periódi-
pueblos llamados "civilizados", y esto abre nuevas cuestiones que no cos, canales televisivos y librerías. Forma de divulgación que acre-
dejan de reflejarse en su teoría. El fin de la guerra coincidirá con la cienta la relevancia de dichas perspectivas en diversos ámbitos de lo
postulación de la pulsión de muerte y· con las otras transformacio- social, modificando las pautas de la cotidianeidad. Forma.u ya parte
. nes concomitantes que la teoría manifiesta en el viraje del año 20. del código social compartido formulaciones múltiples y variadas liga-
Tampoco el contexto de "El Malestar en la Cultura", aparecido das a "lo psicofógico". En el caso de la niñez, por ejemplo, un impor-
en 1930, era tranquilo y halagl)eño, tal como analizáramos ya en el tante consenso valida hoy explicaciones que ponen en relación even-
primer capítulo; enmarc:;rrá una visión del mundo y su futuro que tuales problemáticas de conducta o aprendizaje con situaciones de
podría considerarse teñida de escepticismo. orden familiar, tales como separaciones, nacirr>Jentos o muertes. A
Pero no sólo la invención de una ciencia, sino también su per- menudo reduccionistas y simplificadoras, este tipo de explicaciones,
manencia o superación se sustentan en redes sociales de sentido sin embargo, dan cuenta de una mirada inexistente en aquellos
que las exceden. A la vez, el desarrollo científico posee efectos no otros tiempos en que los eventuales conflictos eran remitidos a fac-
desdeñables sobre la cultura misma. ¿Quién podría negar la inci- tores congénitos, hereditarios, o aún, al mero capricho del azar. De
dencia del psicoanálisis en el pensamiento del siglo que culmina? este modo, las perspectivas "psi" conmocionan las anteriores acos-
Sm duda su creciente desarrollo y ~resistencias mediante- su b..;mbradas 1espuestas fatalistas e impulsan la búsqueda de nuevos
fortalecimiento, han convertido al risicoanálisis en un exponente in- sentidos que, al ser develados, posibiliten cambios. Pasaje trascen-
negable de la contemporaneidad. Su entrelazamiento con otras cien- dental, sin duda, de lo tautológicamente natural e inmodificable a la
cias de la época, su fructifero diálogo con las artes y la filosofía, su construcción de redes de significación que, al contextualizar los con-
relevanda entre las ciencias "humanas", le han otorgado un papel flictos, impugnan su supuesto carácter inexorable.
También e.n otros aspectos, resulta innegable el protagonismo
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dd Ji11 1<· ow 1 ~ 1t 11t s du ranle el tranScurso del siglo. Tanto sus concep- . ginarto social que se ya perfilando como propio de la posmoderni-
139
luull1.11c1oncs como la práctica misma de la cura, a la par que su in"· dad? Preguntas éstas sin respuesta certera, pero que sin embargo
scrción en la cultura, han contribuido a abiir puertas al contacto insisten hoy en cuar1to congreso, jornada o encuentro entre psicoa-
con una vida interior con frecuencia desconsiderada por múltiples nalistas tiene lugar en nuestro país.
vertientes de la época. Intentaremos a continuación introducir algunas cuestiones que
Estrechamente ligado al individualismo en acentuación, al enfa- hacen ;:i las transfonnaciones teóricas y clínicas que consideramos i¡
tizar la importancia del espacio psíquico y cu.estionar racionalidades i'/\' se planteal) hoy día. · ·
concientes y autosuficiencias yoicas, el psicoanálisis destaca la pers- ' r.j:~1 · 1
pectiva de un ~ombre inacabado y da lugar a la interrogación y el l
contacto con la vida interior. TEORÍA Y TRANSMISIÓN
Entretanto, y atendiendo al complejo entretejido interdiscursivo
ciencia-cultura al que nos venimos refiriendo, se nos hace evidente En nuestro apartado sobre la familia hemos señalado la necesa-
que, en innumerables aspectos, las condiciones sociales de produc- riedad de la transmisión intergeneracional para la pennanencia de
ción y de reconocimiento en lo que al psicoanálisis respecta, se han la cullura, ya que la misma brinda sostén y pertenencia a sus miem-
modificado de un modo sustancial en el transcurrir de estos últimos bros. También nos hemos referido a aquellq que algunos autores
.cien años. han denominado la transmisión irracional de las significaciones. Ba-
En cuanto a las primeras, nos hemos ya referido exhaustiva- jo esta modalidad, en la que los miembros de una generación no lo-
mente a la mutación cultural global que el mundo occidental está gran adecuar las significaciones que la anterior transmite a su pro-
atravesando, a la par que a la incertidumbre sobre las caracteristi- pio contexto vital, Uenden a producirse severas patologías. Son co-
cas futuras que la vida humana podria adoptar. En lo que refiere a nocidos !_os trabajos sobre el desencadenamiento de psicosis en
las condiciones sociales de reconocimiento, consideramos que las miembros de una tercera generación que repiten, sin transformación
mismas se encuentran vinculadas con una demanda social que tam- alguna, significaciones transmitidas a partir de las dos anteriores;
bién ha sufrido sustanciales modificaciones. las que, si bien consonantes con el contexto experiencia! previo, re-
Como acabamos .de sugerir, a lo largo del siglo el psicoanálisis sultan inadecuadas y profundamente irracionales para las actuales
se ha visto legitimado, entonces, como temia del sujeto y como prác- generaciones, habitantes de un contexto diferente.
tica de la cura. En nuestro país, en particular -y por razones de or- Desde esta perspectiva, la transmisión de.una a otra generación
den sociológico que aquí no trat::l,remos-, ha ocupado durante las puede patologizarse cuando acontece como mera reiteración; si bien
últimas décadas un lugar preponderante para vastos sectores pobla- constiluye una imprescindible vía de continuidad en tanto no obtu-
cionales. Sin embargo, en los últimos años se han ido perfilando al-
re la potencialidad innovadora de las nuevas generaciones. Estas po-
gunos cambios de envergadura en cuanto a la cantidad y calidad de
drán, entonces, imprimir su propio sesgo al legado recibido, al ade-
la demanda social ligada a la cura; al tiempo que, como hemos vis- cuarlo al propio contexto.
to, se han ido esbozando nuevas problemáticas en la clínica. Investigaciones más recientes acentúan la imp01 tancia de la po-
Esto plantea cuestiones nodulares al psicoanálisis y a quienes sibilidad transformadora en relación al campo de sentido provenien-
lo practicamos. ¿Cuál es la validez de nuestro instrumental teórico- te de anteriores generaciones. En esta línea, Kaes 7~ se refiere a un
clínico, hoy? ¿Son suficientes nuestras herramientas conceptuales doble movimiento en la transmisión psíquica, el qu e incluye la con-
previas, o qué reformulaciones se hacen necesarias a nivel de la teo-
tinuidad y la discontinuidad, la fundación y la ruptura. En relación
ría, de la práctica y del dispositivo terapéutico? ¿Constituye, acaso,
a estas consideraciones, dirá que la transmisión acontece bajo dos
el psicoanálisis una especie en vías de extinción, y habrá de ser
regímenes posibles: la transmisión-transformación y la transmisión-
reemplazado por otras alternativas terapéuticas más acordes al ima- inercia.

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Desde nuestro punto de '-;ista, ambos aspectos forman parte de


una dinámica de la transmisión jugada en la dialéctica alienación- caciones en el plano del conocimiento. Nos referíamos entonces, a
. separación, propia del acontecer subjetivo. Es la discontinuidad en- ciertos fenómenos que suelen darse a Iúvel de las comunidades cien-
tre el sentido propuesto y la emergencia del sentido propio, como así tíficas, cuando el avance del conocimiento se estanca en la reitera-
también la discriminación temporal entre pasado y presente -la di- ción o el glosamiento de teorías que se repiten sin nuevas elabora:-
ferencia entre generaciones-, lo que posibilita entonces una trans- ciones; convirtiendo los ámbitos científicos en anidamiento de sabe-
cripción ~ingulaiizada d.e lo recibido. . res dogmáticos. También en lo que hace al conocimiento, aquello que
En cuanto a los dos regímenes de la tral)smisión mencionados ·. ; es elaborado bajo ciertas condiciones productivas habrá de ser inte-
· por Kaes, dichas formulaciones sin duda nos evocan las dos vertien- rrogado y refoÍ"mulado en nuevos contextos: si esto no ocurre, se ge-
tes de la repetición para el psicoanálisis. Así, la transmisión-inercia nera dicho efecto irracional en la transmisión 1 ~º-
convoca a la repeUcióh de lo idéntico, característica del Wiederho- En cuanto al Psicoanálisis y a su futuro desenvolvimiento, estas
lungszwang freudiano de la pulsión de muerte; en tanto la transmi- cuestiones son acuciantes para quienes lo ejercemos en el momento
sión-transformación se liga a la repetición en su aspecto de -diferen- . actual. En virtud de lo antedicho, es claro qµe consideramos al cor-
cia, la que despliega siempre un aspecto creaqor. Esta última, por pus psicoanalítico un conjunto teórico que, como cualquier otra ra-
otra parte, implica una posibilidad de brecha entre las generaciones, ma del conocimiento, se encuentra siempre abierto a nuevas consi-
deraciones. ·
sólo factible bajo la operatoria de la castración simbólica.
La conocida cita en que Freud recuerda la frase del poeta "lo que Si a esto agregamos la cantidad y calidad de las transformacio-
has heredado de tus padres, adquiérelo para poseerlo" 50 da cuenta nes globales acontecidas, de las que ya diéramos cuenta, se nos ha-
de que sólo se hereda verdaderamente lo recibido a partir de su ce evidente que sólo una suerte de pacto denegativo 75 iritrateórico
apropiación activa. La posibilidad del descompletamiento del Otro es nos lleva.ria a compactarnos alrededor del ya-dicho en psicoanálisis
así condición necesaria para una transmisión que posibilite una via por nuestros antecesores teóricos Tal pacto, al servicie de la cohe-
transformadora, respetuosa de la diferencia en el plano temporal. sión entre miembros de la comunidad psicoanalítica, se sostendria
.Ya realizado este breve recorrido por la cuestión de la transmi- como una alianza inconciente tendiente a excluir aquello que pudie-
sión, diremos que estas puntualizaciones valen también en lo que ra hacer peligrar la unidad y la garantía de un saber proveedor de
pertenencia.
respecta a las generaciones científicas. Si la transmisión del conoci-
miento es el basamento imprescindible de ulteriores elaboraciones, A lo largo de la historia del psicoanálisis, al igual que en otras
éstas se tornan posibles cuando. a la vez, se acepta la insuficiencia disciplinas, se fueron perfilando tendencias contrapuestas en rela-
del ya-pensado y se incluye de este modo la posibilidad transforma- ción con los postulados centrales de la teoría. Unas, proclives al cie-
dora. De lo contralio, también la cii>n~ia se descontextualiza y sus rre y dogmatismo, se constituyeron· en baluartes de la repetición,
contenidos corren riesgo de cristalizarse, tomándose profundamen- empeñadas en una confirmación teórica sostenida sobre la exclusión
te irracionales . .Los actos fundadores -a los que nos hemos referido de cualquier cuestionamiento. Otras, propensas a una apertura que
desde la perspectiva de la semiosis social- serían, desde esta mira- dejó de lado fundamentos del cuerpo teólico, condujeron a formas de
da focalizada en la transmisión entre generaciones, una respuesta a eclecticismo o simplificación que diluyeron la propuesta freudiana.
las hiancias en la transmisiór!. Junto a éstas, se desplegaron tendencias, representadas por nume-
En trabajos anteriores nos hemos referido a los riesgos -en rosos psicoanalistas, destinadas a la búsqueda constante de Uii ri-
parte inevitables- de las alienaciones dogmatizantes en las teorías. guroso trabajo de elaboración y reelaboración de los conceptos fun-
Planteábamos allí la necesariedad de una reelaboración constante dantes; así como a la construcción de nuevas formulaciones que am-
en relación a la tarea teórico-conceptual, dado que de no realizarla pliaran el cuerpo teórico. Muchos de estos desarrollos han constitui-
quedaliamos sometidos a una transmisión irracional de las signifi- do aportes esenciales para la progre~ión del psicoanálisis, y susten-
to rnnceptual para las nuevas generaciones psicoanalíticas. Esta ta-
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111t dw1ccn o. uu cstra disclpllníl desde su invención, convoca hoy


l'l'li. de confrontación con la angustia, que semejan poco compatibles con
n forma quizá apremiante a numerosos psicoanalistas de distintas las modalidades diversas de evitación del dolor psíquico que hemos
corrientes y con disímiles pertenencias institucionales. La profusión examinado ya en distintas oportunidades. A la vez, el dispositivo
y calidad de trabajos psicoanalíticos presentados en nuestro pciis en analítico promueve una investidura intensa y peculiar, la que carac-
los últimos años dan cuenta de estas inquietudes. teriza al vinculo transferencial, eje de la clínica psicoanalítica; pro-
Dichos escritos refieren tanto a precisiones de ejes teóricos no- puesta e investidura quizá reñidas con la indiferenci::\ y el descom-
dulares, como a conceptualizaciones que intentan dar respuesta a promiso postulados por ciertas discursividades para los vínculos.
los interrogantes que la dinica promueve hoy. Otras propuestas ... El psicoanálisis marca, además, la discordancia del hombre
-entre las que incluimos el presente texto-, intentan abordar cues- consigo mismo, en tanto habitado por el discurso y el deseo del Otro.
liones que conedan subjetividad y cultura a partir del psicoanálisis El ser humano no es. por lo tanto, su propio centro y debe investir a
mismó. Líneas de investigación, todas ellas, tendientes a ampliar y los otros en la búsqueda imposible de recubrir su incompletud.
complejizar la teoria psicoanalítica. Es predsamente esta apropia- Constituye una afren~a narcisista, tal como dijéramos en las pala-
ción activa de la teoria, a la vez.que la consideración de su inserción bras del propio Freud, y a la vez cuestlonadora de toda omnipoten-
en las nuevas condiciones sociales de producción y de reconocimien- cia del ego.
to, aquello que, desde aportes provenientes de líneas diversas, con- En. tapto teoría de la castración. confronta al ser humano con
tribuirá a mantener su vigencia, hoy, a más de un siglo de su crea- una falta nunca totalmente saturable; esto parece poco compatible
ción. con el consumismo, cuya propuesta de satisfacción total a través de
adquirir e incorporar desmiente la imposibilidad del "llenado" de la
carencia cle ser.
LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA. HOY Más acordes con la demanda de la época, otras formas terapéu-
ticas parecen hoy dar cuenta del sufrimiento humano. Algunas prác-
Temía y clínica se articulan de modo inseparable: hoy, esta úl- ticas se combinan con un fuerte misticismo y escenifican un retorno 1

tima nos confronta con cuestiones ya acuciantes, y promueve de es- a creencias barridas por la racionalidad de Occidente en la moderni-
te modo una ampliación en nuestra escucha. Dicha ampliación, a la dad. Otras, vinculadas al ocultismo, extienden la sabiduría del tera- 1 11
vez, nos coloca en la necesidad de dar cuenta teórica de las transfor- peuta tanto al pasado como al futuro.
maciones en nuestra práctica. También está claro que las reformu- En algunos sectores de la psiquiatría, es observable una ten-
laciones conceptuales realizadas c;lentro del campo del psicoanálisis dencia a la sobremedicación, que relacionamos, por un lado, con las
repercuten sobre dispositivos y modos de intervención. modalidades adictivas de la época y por otro, con la tendencia a aca-
El dispositivo analítico, que implica la proyectualidad, parece llar el dolor en forma inmediata que hemos señalado. Si esto se ge-
poco acorde con aspectos de una demanda social que supone una neralizara, ¿correríamos el riesgo de retornar a períodos pre-freudia-

\l nueva posición subjetiva ante la dimensión de la temporalidad, ca-


racterizada en gran medida por la desconsideración de lo porvenir.
Por otra parte, este dispositivo se define en la propuesta de una
profunda conexión con la propia interioridad, recorrido que convoca
nos, en los que la enfermedad mental, como el dolor de la histeria,
no podían ser escuchados? Si la histeria de angustia deviene sola-
mente "pánico", generado, cual la gripe, por un virus misteriosamen-
te tratado con anti depresivos y sedantes ¿será nuevamente desde-
un autorreconocimiento siempre inacabado de la propia palabra. ñada la escucha del síntoma histérico? Tal escucha es complemen-
¿,Cómo conciliar dicha oferLa con aquellas tendencias de la cultura to imprescindible y a veces modo exclusivo conuciuo de llegar al fon-
que proponen un espíritu liviano y huyen a veces hacia la exteriori- do de esos miedos y dolores enigmáticos, incomprensibles en el te-
dad? rreno de lo manifiesto.
La experiencia psicoanalítica, además, conlleva ciertos modos No cuestionamos la validez de toda terapia no psiCOél !!alítica.

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dutlo que algunas de ellas han abierto nuevos campos y déU1 cuen_ta ción sensorial parcial que el diván supone, hoy una de las amplia-
de otros aspectos del acontecer humano. Desde nuestro posiciona- ciones posibles del dispositivo para el acceso a tales entidades clíni-
miento en el seno del psicoanálisis, en cambio, diferimos con aque- cas, es el trabajo "cara a cara·, que pone en juego una nueva dimen-
llos tratamientos que, al poner en juego la sugestión, tienden a sa- sión, la de la mirada. Esta incorporación se da tanto en el ámbito del
tisfacer la tendencia intrinseca del aparato psíquico a encontrar un psicoanálisis individual como en los análisis vinculares -familia,
Otro que ofrezca todas las respuestas. Esas prácticas imponen, con pareja, grupo- los que implican además otro modo de ampliación
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mayor o menor sutileza, un sistema de pensamiento e ideales que. del dispositivo hacia lo multipersonal. La situación analítica frente a
pretende excluir todo conflicto, pero al mismo tiempo no estimulan frente da lugar a una más amplia inclusión de lo no verbal, ya que
la capacidad asociativa y la singuJarización de la actividad pensante la mirada rescata modalidades expresivas y significantes de la cor-
del paciente, 16 cual constituye a veces una nueva forma de aliena- poralidad.
ción. Posibilidad presenté, por otra parte, en el ejercicio de cualquier Julia Kristeva considera al psicoanálisis como discurso capaz de
práctica terapéutica y también en el propio psicoanálisis. sobrevivir a la "nueva religión", la de los medios de comunicación so-
Este prescribe para el lugar del analista un corrimiento de lapo- cial. Piensa que la expe:riencía de la palabra que proporciona, puede
sición transferencia! que lo ubica en el lugar del Otro primordial, y ensanchar la econom1a imaginaria del sujeto, siendo éste un "antí-
· tiende a generar un lugar diferenciado, el de analista, descentrado doto" al '.'desenfreno imaginario" inducido por los medios. Sugiere a
de la demanda y de la pura repetición. Sin embargo, las formas te- su vez que las terapias "sin diván" pochian, acaso, favorecer el acce-
rapéuticas alienantes tenderán a darse en tanto el terapeuta, cual- so a un "ensanchamiento imaginario indispensable a toda escucha
quiera fuese su formación, se posicione en un lugar de saber com- analitica•. 19
pleto: dé cuenta de dolores e interrogantes y derrote dudas e incer- Consideramos que la ampliación del mundo representacional,
tidumbres a partir del propio saber supuesto. De este modo, la sub- en sus alcances imaginarios y simbólicos, es inherente ::i la propues-
jetividad deseante del paciente se desdibuja y aliena en "soluciones" ta psicoanalitica y cobra especial relevancia en ciertas patologías,
que, aunque a veces semejan rápidas y eficaces, no provienen de los hoy vigentes en la clínica, caracterizadas por la pobreza y escasez de
propios recorridos. las representaciones. Esto, con frecuencia, forma parte de cuadros
El dispositivo analítico, que surgiera en el ámbito del tratamien- que, sin definirse en el terreno de las psicosis, presentan fisuras eD
to individual del adulto neurótico, fue expandiéndose luego a otros la constitución de una subjetividad con importantes puntos de des-
campos: el psicoanálisis de niños, el de las psicosis y más reciente- fallecimiento.
mente, el de los procesos analíticps multipersonales. En los últimos En tales casos, el analista habrá de generar modos específicos
años, la escucha analítica registra nuevas ampliaciones; de este mo- de encuentro y prestará aun las propias representaciones a un apa-
do, _abarca hoy patologías que antes parecían inaccesibles desde su rato psíquico que debe todavia constituirse. Trabajará así -a seme-
marco teórico, tales como las llamadas "patologías <;le borde", formas janza del analista de niños pequeños- no sólo en el armado de una
no neuróticas que se despliegan por fuera de las cadenas significan- historia sino también en la construcción de una subjetividad.
f Ps, Estas semejaban dificilmente abordables por el psicoanálisis, Ya en 1967, Winnicott 1 ~ 9 se refirió a que en el desarrollo emocio-
como expertencia fundamental de la palabra. Por otra parte, en tan- nal individual el precursor del espejo es el rostro de la madre. El be-
to e.stos cuadros se juegan en el límite mismo de la transferencia, se bé se ve a sí mismo en dicho rostro. ?ero cuando no recibe de vuel-
hace necesaria la descrtpción y conceptualización de modalidades ta lo que da, mira y no se ve a sí mismo. Esto genera consecuencias:
transferenciales que permitan la aproximación psicoanalítir;:i ;:i pato- enfr~ otras, la atrofia de la capacidad crea..:iura y la perturbación del
logías que, por su propagación en la actualidad, impulsan las am- intercambio significativo con el mundo. En base a esto, el autor
pliaciones señaladas. plantea su concepción de la clínica psicoanalítica: "La psicoterapia
Si Freud inauguró sus teorizaciones en el marco de la depriva- no consiste en hacer interpretaciones inteligentes y adecuadas; en
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general es un devolver al paciente, a largo plazo, lo que éste trae. Es ca a modos de intervención verbal y no verbal, que poseen eficacia
un derivado complejo del rostro que refleja 16 que se puede ver en él". ·".!J. más allá de las cadenas significantes.
. Años antes, también Lacan.s' había dado cuenta de la importan- Al respecto mencionaremos, entre otros, los aportes de Lacan
cia trascendental y fundante de la experiencia especular en la cons- vinculados a las llamadas intervenciones en lo real. Asimismo, la ex-
titución subjetiva. Constitución del yo, alienación y especularidad tensión clínica y teórica generada en campos vinculares, que ofrece
que se entraman dando sustento a una subjetividad que deberá to- a su vez modos de intervención eficaces para abrir acceso a patolo-
davía: singularizarse. gías no neµróticas. .
.ht Consideramos que-en las pátologías de las que estamos ocupán- Continuemos ahora en la consideración de las reglas que con-
donos, la mirada del analista puede constituir un sostén libidinal y forman el dispositivo analítico. Más allá del setting, se nos aparece
narcisista que permite fundar y proseguir la experiencia analítica. La la regla fundamental, estructurante de la situación analítica. El par
inclusión de la mirada --cuya abolición es privilegiada en el disposi- asociación libre-atención flotante ha de sufrir a su·vez transforma-
tivo analítico con pacientes habilitados para los juegos del desplaza- ciones en su extensión a nuevas dimensiones psicopatológicas, ta:!
miento y la condensación- configurarla una intervención "alienan- como en trabajos anteriores hemos propuesto para los distintos dis-
te" en el sentido de la alienación fundante y constructiva, sobre la positivos vinculares. 11 º 11 ~ Sus reformulaciones podrán ser concep-
cual sea posible la operación de la separación. tualizadas en profunda articulación con la operación clínica misma.
· Green, por su parte, jerar'1uiza, en su concepción acerca de la La regla de abstinencia, base y sostén del dispositivo analítico,
cura la extensión de la función de representación. Es decir, la capa- implica el abstenerse de saber y el rehusarse ante la demanda de
cidad del paciente de poder representarse lo que sucede dentro de él amor del paciente. Dicha regla, y el reconocimiento de la transferen-
y entre él y sus objetos importantes. "El resto, creo que es algo que cia, constituyen los principios insoslayables de la clínica psicoanalí-
le concierne a él, y no a nosotros". Su postura teórica se aleja de es- tica.
te modo de lo adaptativo al medio como parámetro de normalidad o En relación con la fundamental regla de abstinencia, se desplie-
cura. 111 ga en el psicoanálisis la idea de neutralidad. El reconocimiento de la
La experiencia del psicoanálisis no se define, pues, por las re- inserción del analista en la cultura, así como la consl<frración de la
glas de un setung tradicional que se convirtiera a veces en baluarte dimensión ideológica ineludible de su escucha, amplían las posibili-
intocable de ciertas posiciones analíticas. El dispositivo analítico ex- dades de. una "neutralidad" que nunca será total. Pensamos que la
cede el selling; ésle, que regula tiempo, dinero y espacio, es el aspec- idea de una complela neutralidad, se vincula con subsistentes con-
to de mayor variabilidad. En tanto por sí mismo no define a la situa- cepciones modernas que supon~n una objetividad absoluta de la
ción analítica, es posible estructi.irar encuadres diversos, adecuados ciencia, idea hoy cuestionada por nuevos pMadigmas, los que toman
a la peculiaridad psicopatológica de cada situación y a la vez al con- en cuenta el factor subjetivo hasta en disciplinas no humanas.
texto en el cual la intervención psicoanalítica se despliega, -ámbito A la vez, el analista propuesto por algunas líneas del psicoaná-
hospitalario, por ejemplo-. Así, el setting deviene a su vez una ope- lisis como pantalla proyectiva o puro reflejo de la transferencia del
ración creativa del analista, lejos del ritual formal que constituirla su paciente, relacionado con la concepción de la contratransferencia
rigidificación. cognitiva, supondria también -por supuesto, más allá de lo explíci-
En tanto cada encuadre encuentra sus topes y genera peculia- to- una posibilidad de superación por parte del analista, merced a
res formai:-iones, dicha creatividad facilita d acceso a dimensiones largos análisis, de la escisión inconciente. Como si pudiera integrar-
diversas de una psicopatología inabarcable desde un solo enfoque o se la subjetividad escindida, y así ·agotarse" un inconciente que con-
modalidad, pudiendo incluir también aquellas entidades que se des- figura, en cambio, una de las formas de alienación ineludible de la
pliegan en el accionar mismo, por fuera de la palabra. En tales ca- condición huma...1a. 112 Ningún análisis podria reducir al analista real
sos se torna necesaria la extensi.ón de la interpretación psicoanalíti- a una función simbólica que permitiera que la situación analítica

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quedase estructurada como una superficie, sólo por la transferencia . 1 . yor frecuencia formas inadvertidas de complicidad ideológica, que ·· ·.·
del paciente. Implicación ésta il<lsorta qüe reconduce, nuevamentei i}!t'' constituyen modalidades resistenciales propiciadas por el analista
a la. concepción racionalista del hombre, propia de la modernidad. ' l mismo. Un factor, pues, que aparece como resistencia del analista,
En lo que hace a la transferencia, ya sugerimos la necesidad de · es la tendencia de éste a autorratificarse como poseedor del saber
reformulaciones que amplíen la éoncepción de este concepto nuclear · que el paciente, en la transferencia, le atrtbuye. Esto implica la ten~
de la clínica analítica, para dar cuenta de modalidades específicas :~;•;, tactón, ligada al implacable narcisismo, de completarse, al encarnar
t:ansferenciales genera~a~ en ~ª~?logia~ no sintomales. En tal sert.~'•i?;í;, . en forma efectlva a quien conoce la verdad. Esto es,. resistencia a en-
tido, dentro del Psicoanálisis, distintas lineas han·elaborado modos'~t~ frentar la propia.escisión y a cuestionar ideologías -y referentes. 112
de aproximaci~n a cuadros poco accesibles con antertoridad. Uh · ~""·' No es posible, por tanto, dejar de lado la propia reíerencia del
ejemplo posible lo da Kohut iG, autor que ha modelizado distintos ti- analista a lo ideológico. Si en el capítulo III analizamos los planos de
pos de transferehcia narcisista que lo habilitan paÍa el diagnóstico y la dimensión ideológica en sus fuertes articulaciones con la subjeti-
operación con los que denomina trastornos narcisistas. ,·. /; vidad, nos tocaría ahora interrogar, en su especificidad, nuestro pro-
Nos. hemos referido anteriormente a la levedad en los vínculos 't"' pio posicionamiento en relación con dichas dimensiones y con nues-
que la era del mercado propicia. Al considerar la temática de la tra inserción en el ámbito clínico. En este sentido, tomaremos en
transferencia, nos preguntamos si el vínculo transferencia! podrá consideración esa forma particular de la resistencia del analista, li-
permanecer ajeno a la impronta ''.light" de nuestro tiempo. Es indu- gada a sus propias adhesiones a discursos a predominio ideológico,
dable que, si toda trama vincular inmersa en la cultura de hoy lleva sean éstos sociales; teóricos o institucionales. Resistencia que tien-
[' sus marcas, el vínculo transferencia! no ha de quedar exento. Deja- de a clausurar la especificidad de cada momento clínico, al transfor-
mar la escucha en acuerdo o repulsa, y derivar la incertidumbre de 1
mos formulada esta cuestión, que nos plantea multitud de inquietu-
de.s e interrogantes, abiertos a la investigación. Modos transferencia- lo singular (!'r} generalización abusiva. En estas situaciones, la inter-
les marcados por la levedad requieren ser conceptualizados y pues- pretación deviene una forma de violencia.
tos en relación con aquellas formas transferenciales .masivas y fusio- El plano de lo ideológico es soporte mudo y eficaz de una cohe-
nales propias de las patologías a predominio nardsist::.. sión anclada en los destinos del goce. La función del analista en tan-
· Es a partir de estos temas trascendentes que hacen a la clínica to simbólica, supone, desde este punto de vista, un posicionamiento
del Psicoanálisis de hoy, que nos adentraremos más puntualmente
en otras cuestiones que tocan a su vez a la persona del analista.
subjetivo que implica la renuncia, nunca total, al goce de lo ideoló-
gico. La situación analítica, por tanto, interpela al analista en forma 1
constante en relación con los diversos y peculiares destinos del goce
en su propia persona. Cada encuentro analítico constituye, pues, ún
LA PERSONA DEL ANALISTA camino que conlleva del lado del analista, la necesidad del alravesa-
miento del goce fusiona!. Condición ésta insoslayable para la gradual
El analista, en tanto ser humano habitante de un fin de milenio emergencia de la subjetividad diferenciada del paciente. Así, el cami-
concebido más como final que como umbral de un otro i:::iclo históri- no de la cura inherente a la aventura compartida de cada psiconáli·
co, vive la mutación de los tiempos. Se ve así sujetado a la remoción sis, es correlativo al reconocimiento de una alteridad que implica a
. y recambio de las discursividade~ eu las que creció y a la vez se for- la persona misma del analista. 134
mó profesionalmente. En este punto se abre la dimensión ética, en un camino qu e, en
Suele hoy encontrar disonancias entre sus propias concepcio- tanto conlleva el alravesamiento del goce fusiona!, posibilita Ja emer-
•• nes sobre el mundo y las de sus pacientes. En tal caso, se ve facili- gencia del deseo y de la singularidad. Singularidad, que, a la vez, im-
1
tada en ocasiones la percepción del nivel ideológico que atraviesa su plica un mayor reconocimiento de la alteridad y de la diferencia.
1 Estas dimensiones, jugadas y procesadas dentrq del espacio
escucha. La q¡monia de concepciones, en cambio, habilita con ma-

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transferencial en la .propia relación analítica, implican 1.:on Intensi- ma constante, por la cualidad estructural del narcisismo.
dad al analista. Su función supone por ende para éste, una dificil po- Pero, ¿qué acontece hoy al analista, cuando en el paciente apa- ·· ·
sición, amenazada siempre por la angustia. En tanto la expertencia rece un vacío sin palabras, o una acción desligada de todo encade-
. del psicoanálisis cónvoca al paciente a cuestionar sus modelos y namiento asociativo, y ~l acudir a la teoría resulta insuficiente para
creencias previos, en forma correspondiente también el analista se responder las cuestlon.e s que la clínica misma le sugiere? Estos mo-
::i8oma al borde del enigma y de la angustia. En este punto, analista . mentos pueden generar en el analista situaciones, por cierto gene-
y paciente pueden constituir in:advertldamente un sostén n¡rrcis~sta .. ralmente transitorias, de desvaliJpientq.
recíproco que atenúe el pensamiento y el dolor psíquico. Tentación En r¡'!lación con esto, queremos señalar que, si bien hemos
puesto el acento hasta acá en la tentación siempre presente de la ·!

!
ésta rtunca ausente, a lo largo del proceso analítico. ·
Hace tiempo ya, enfatizamos el rtesgo ineludible de que el reco- alienación en la teoría y el pensamiento de Jos otros. consideramos,
rrido· analítico deviniera un tedioso encuentro entre dos o más prac- no obstante, que la participación en grupos profesionales o institu-
ticantes del mismo ceremonial.,131 Hoy quizá debemos alertarnos en ciones no dogmática<1, genera fenómenos de pertenencia y conten-
relación con la posibilidad de que el quehacer psicoanalítico se vea ción, Jo cual facilita eljuego de la productividad grupal y estimula a 1

· "aligerado", dada la inclusión de pacientes y analistas en un mundo la vez el pensamiento singular. Esto, en tanto tales grupos, concier.-
que pregona en forma constante la despreocupación y evitación de tes de .Jo~ tiesgos y la complacencia de una ilusión grupal sostenida
la angustia. · sobre acuerdos perennes, tiendan a abril' cuestiones e interrogar las
También ha sido siempre posible, por otra parte, que el analis- convicciones compartidas.
ta buscara refugio en los momentos dificiles de la clínica en el saber El analista vive hoy una severa crisis. Por un lado, teorías y
teórico amparador. Esto dio lugar, en ocasiones, a una forma parti- prácticas habituales resultan insuficientes para la atención de pato-
cular de alienación, observable en distintas disciplinas: la alienación logías predominantes en la clínica cotidiana. Por otro lado, como ser
en una teoría concebida como completa y no perfectible. Esto supo- humano, se ve conmocionado por innumerables vectores analizados,
ne un posicionamiento alienado ante los conceptos, a veces encar- seguramente en forma incompleta, en las páginas precedentes.
. nados t>n un "líder", -Freud, Klein, Lacan o sus representantes, se- Al mismo tiempo, la incompatibilidad de la propuesta del Psi-
gun lugart:s y épocas- que garanti7,a una segura identidad. Dicha coanálisis con la demanda social actual y las profundas transforma-
posición tiende al cierre y al dogmatismo e invalida la ampliación o ciones económi(::as que nuestro país viene padeciendo hace ya años,
transformación teórica, así como la posibilldad del Psicoanálisis de afectan las fuentes de trabajo. Los sistemas de salud no siempre se
expandirse a nuevos ámbitos. De tal modo. el discurso cientifico de- interesan en el sostén de prácticas de salud mental, prolongadas y
viene sagrado, y sus adeptos se erigen'en custodios de los dogmas. por cierto más costosas que los tratamientos puramente biológicos.
Esta situación, que reconduce a la idea del "fanático" al cual nos De este modo la exclusión de las psicoterapias verbales de muchos

1
hemos ya referido, no es sin embargo privativa de estos tiempos, da- sistemas de cobertura de salud, configura una modalidad más de
do que constituye una de las múltiples formas de satisfacción de un maltrato social, que trataría de validarse a través de la demostración
narcisismo que tiende a sostener el ideal de completud, encarnado de la ineficacia de las mismas. No desconocemos, por cierto, que di-
en discursividades portadoras de todas las respuestas. ficultades semejantes afectan hoy prácticamente a todas las ramas
1 La alienación en la teoría da lugar a la irracionalidad de las sig- de la medicina, en tanto el desamparo social es padecido por la po-
l- nificaciones, ligada a la trasmisión-inercia, que constituye una ver- blación paciente y asistente en todas las áreas ligadas a la salud. Es-
tiente de la repetición. En tanto el narcisismo deViene tanático por to desalienta también a jóvenes profesionales !>Sicólogos o médicos,
¡-i su ligazón con la pulsión de muerte, la alienación extrema en la teo-
ría configura un modo de anulación .del pensamiento propio y la sub-
que ingresan, junto a otros trabajadores de la salud, en institucio-
nes en qu<" su tarea es pobremente retribuida, a pesar de su eleva-
1
j elividad creadora. Riesgo, por otra parte, presente para todos en for- da implicación con el bienestar del ser humano y el compromiso so-

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su reemplazo como teoría y práctica? ¿Implicarla esto. acaso. que.
impregnado por la actual consle\actón cultural. el PslcoanállsiS pu-
cial que ello representa. • diera convertirse en una teoría y práctica adaptativa?
En ciertos sectores sociales de nuestro país, el Psicoanálisis se Más allá de un devenir histórico cuyo decurso nadie po<lría pre- ,
1
prestigió de tal modo, que su ejercicio confirió un status de elevada decir. consideramos a la ree\aboradón conceptual como tntríl\SeCª al \\\ .
· consideración. El analista fue visualizado _;_Y todavía lo es, .en mu- 1
psicoanálisis mismo. Este posee hoy. desde nuestra perspecttva. y \
chos casos-, como dueño de un saber especial sobre la vida de los
otros. En los últimos tiempos parece, sin embargo, percibirse cierto
deterioro .de tal· posición. Creemos que esto responde a rasgos de
aunque a contramano de diversos aspectos del imaginarlo colectivo
Es-
del ac.lual fin de siglo. mucl;io. para decir y máS para mvest.1gar.
to. en tanto ablertn a \a comp\ejizaclón de sus enunciados Yal inler- 1"~:'\'
_'

. época y variaciones sociales que afectan no solamente af analista, si- cambio con otras discip\lnaS y con el vasto mundo dé la cultura. \o !
no también a. representantes de múltiples áreas del pensamiento. que constituye un camino sin duda Inabarcable, pero a la vez alta- , \ ·.
Ellos poseen en este momento menor valorización o, al menos, sus-
citan un interés inferior ·al previo. menteEnconvocante.
el dificl\islmO trayecto entre pennanencla y transfonnación. ¡.\
No obstante, y a pesar de su crisis, que no hemos qi1erido ate- apoyaiura e innovación. algo del orden de esa articulación transfor-
nuar en la descripción ligada al analista de la actualidad, el Psicoa- madora a nivel conceptual, coniliclOn del avance cientilico. puede es- :\'
nálisis no se ha detenido. Desde hace ya años, diferentes líneas bowrse. Pero si bien \a repetición temosa de un psicoanálisis in- l ·.
. cuestionaron la tendencia a la alienación en teorías y prácticas ce- transfonnado podría dertvar en dogma y alienación. dejando al ins- 1
. rradas e inmutables; se ampliaron la escucha y los modos de opera- trumental psicoanalilico en parle por fuera de \a cultura actual. la \i l
ción, dando cabida así a patologías antes inabordables. Se abren ca- adecuación acritica a \a demanda social nos baria transitar el riesgo :'
da día líneas de investigación que intentan contextualizar las con- de \a muerte de\ psicoanálisis y su derivación en una posible 1deolo- '
ceptualizaciones psicoanalíticas sin perder por ello los ejes centrales
·de su cuerpo teórico; investigaciones advertidas, por otra parte, gia deEnépoca.
este sentido. no dejamos de observar que \a respuesta espe- ¡i,,
acerca del riesgo de la refundación de un Psicoanálisis "leve", adap- cular a una demanda social consonante con aspectos ligados al es-
tado a los valores de la época. Nuestro libro parte, en gran medida, piritu posmodmio. uende a producir situaciones en que diversas
de la observación y reflexión acerca de esta crisis y pretende inscri- vertientes dentro de ta pslcologia. y aun del psicoanálisis mismo. se
birse en dicha línea indagatoria. deslizan hacia una ldeologi"'clón que \os Incorpora como a tantos
Sostener nuestro lugar de analistas implica un permanente objetos de consumo, triviales e inocuos, de la época.
cuerpo a cuerpo con la incertidumbre y la diferencia. En clínica, con- El psicoanálisis osciló, desde sus mismos comienzos, entre ver-
torneamos vivencias angustiosas, al asomarnos al déficit primario de tientes mas revulsivas o más adaptaclonislaS- Nació. como ya enfa-
las psicosis, el dolor cifrado del síntoma neurótico, el vacío y la ac- tizáramos. revolucionando pilares básicos de la sociedad de su épo-
ción mortífera y sin palabras. Cuando esto se conjuga con una men- ca. a partir de sus postulaciones acerca del tnconclente. de la sexua-
talidad de época que pregona la felicidad y el bienestar sin cuestio- lidad tnfantil o de \a pulslón de muerte. Psicoanálisis por tanto de-
namientos y además, con los obstáculos descriptos para la práctica, velador de \o reprimido en el sujeto. pero a \a vez también de \o es-
ne nos será fácil quizá; sortear la tentación de vernos inmersos en
algún saber "a la moda de hoy". cindido
'Nodesaben
la cultura del anterior
que vengo fin de
a traerles la siglo.
peste', pronosticaba Freud
mientras arribaba a \os Esta.les UnidOS- Sin embargo, \a peste fue
en gran medida conjurada. a través de versiones aligeradas del des-
PSICOANÁLISIS, OTRO TIEMPO POSIBLE cubrimiento freudiano. las que \o ecnmodaron en parte a \os valores
socialmente aceptados. A partir de entonces se lo promovió a menu-
¿Podría la necesidad de contextualización del psicoanálisis traer 173
aparejado el abandono de sus postulaciones, o, en última instancia,

172

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Esto. en un mundo caractertzado cada vez más por la actualidad de
lo efünero; y en el que. por otra parte. la palabra se ve creclentemen·
. do -como luego mostrara Klein. o criticara ácidamente Lacan- a la te devaluada en aras de la pregnancla de la imagen v1sual y auditi·
categotia de instrumento de una adaptación social ligada a versio- va. .. ... ..
nes consonantes.con la mentalidad vigente, las que propugnaban un En lo que hace al tema de la cura. quizá éste sea el más defini-
Yo cas.i libre de conflictos, habitante tal ve-¿ ideal para una sociedad · damente comprometido con los ideales y valores de cada época. De
del consumo, el rendimiento y la eficacia. · nuestras consideraciones se desprende ya que todo proceso analili·
Las innumerables confrontaciones y debates en el serio de las ¡ co uene lugar en un conlexto sociocultural que lo enmarca y atravie·
comunidades psicoanalíticas en todo el mundo, a lo largo del desa- ·d~( sa. sus recorridos y eficacia no podrán. pues, pennan- ajenos a
. rrollo. del psicoanálisis, dan cuenta no sólo de divergencias y oposi- 1'·· las expectativas y desestimaciones del mismo. No obstante, la con·
ciones teóiico-conceptuales, o de luchas por el poder en el ámbito de cepctón de la cura en psicoanálisis está \ejOS de ser pragmática; de-
las instituciones, aun cuando sin duda esto también fuera una cons- secha la adaptación acriUca de los sujetos a los ideales de la época
tante en los múltiples despliegues del saber psicoanalítico. Constitu- y. por el contrario, Interroga las nociones de éX\lO y eficacia sociales
yen, además, un exponente de las contradicciones en el ámbito mis- per se. dada su 1ntr1ncable cercani• a los func1oruunienlOS narcisls·
mo de un psicoanálisis ora convalidante de lo social, ora.radicalmen- tas o a las tendencias sobreadaptatlvas de las neurosis. las que oclu· 1\
te cuestionador de dimensiones de la cultura. yen el deseo bajo la respuesla a demandas y exigencias.
Aun a sabiendas del interjuego permanente entre ambas ver- Tampoco podria -ya hemos insistido sobre est<>- caracterizar·
tientes, seguimos considerando a la propuesta freudiana, como un se al psicoanálisis como una teoria "\eve"; la cura conlleva un inevl· \
cuerpo teórico que también contribuye a la puesta en cuestión de as- table acercamiento a la angustia. en tanto cuestiona las certezas yoi·
pectos de la cultura, cuando Jo instituido deviene cristalización iner- cas·Ydesarticula los signúicados cristalizados. confrontando al suje·
cial. · lo con las dimensiones de lo prohibido y de lo imposible. propias de
No se trata, por cierto, de una cuestión ideológica: son los fun-
da.mentos mismos de la leoria los que interrogan el lado oscuro de la castr2.ción
Todo estosimbólica.
contribuye, sin duda. a una cierta devaluación del
sujetos y discursos sociales . En tanto sustentado en una lógica ba- psicoanálisis en la actualidad. y a su parcial reemplazo por propues·
sada en la castración, el psicoanálisis descree de cualquier preten- tas alternativas que prometen soluciones más acordes co« las confi·
sión totalizante, también a nivel del lazo social. Esto es lo que lleva guraclones que \os discursos sociales hoy vigentes adquieren . En el
a Pierre Legendre 87 a definir al psicoanálisis como uná contra-dog- u1umo periodo observamos. asi. un ¡ncremento pers\Stente de la \n·
máUca, que plantearía problemas a toda forma del poder, cuando és- gesta de fármacos. indicados o no por especialistas. factores diver·
te tiende a absolulizarse, a menudo en sus interrelaciones con el sos conducen a este uso y abuso d< medicinas en forma constante.
campo del saber. En tanto teoría' basada en la incompletud, impug- En lo que hace al campo especifico de la salc>ó mvnial, la ulllización
na por lo tanto al ideal cuando deviene absoluto, · sea cual fuere su inadecuada de sustancias que alteran la emoclonalldad está en bo·
contenido. 138 Si cada momento histórico plantea sus estrategias pa-
. ra velar toda falta, este carácter del psicoanálisis, .interno a su lógi- ga. Un reciente arlículo publicado por el diario Clarín. se refiere a
ca teórica misma, lo torna, efectivamente, revulsivo en cualquier una droga denominada Prozac. SegUn el periódico. en los Estados
época. Unidos es un verdadero "boom": cinco mftlones de personas la usan
También hoy, y en virtud de cuestiones ya planteadas a lo largo contra la depresión. aunque tambi<« se le atribuyen efectos para el
.i - '
· de rn.,iestro escrito, el psicoanálisis parece ir en muchos aspectos a tratamiento de ataques de pánico. o. aun. problemas de timidez. Uli·
contrapelo de las nuevas constelaciones culturales. Como práctica lizado ya en forma casi masiva. ha stdo calificado como "la pildora
ligada a la cura, promueve el advenimiento del sujeto deseante, a mágica", por su amplio accionar sobre la vida emocional.
partir de diferentes dispositivos que permiten la emergencia de lapa- 175
labra singular en un contexto temporo-espacial adecuado a tal fin.

171
~I
·i

:.
Se discute todavía si dichas drogas, tales como el éxtasis, son
Sin duda el progreso manifiesto de la neurobiología, que permi- dañinas para el organismo; .pero de todos modos, tal como los me-
te la producción de fármacos novedosos de alta eficacia es uno de los dios informan. ya han ingresado en .l a coudianeidad. Aun siendo ino-
p1lares que sostiene una esperanza vigente. Esta reviste de magia y cuas ¿cuál es el sentido de su utilización? ¿A dónde nos conducen
omnipotencia al comprimido, qué aparece como contrapuesto a las estos fármacos. que pretenden anular sentimientos, agresión y una
más diversas formas del miedo y del dolor. amplia gama de emociones qui1.á hoy consideradas perjudiciales?
Para Ju\ia.Krtsteva la neurobiología constituye la gran competi-
~El
60
Por otro lado, factores ligados a la economía inciden poderosa-
. mente en esta cuestión, tal como hemos señalado en relación con los dora del psicoanálisis del futuro: comprimido o la palabra". Di-
sistemas de salud. Por su paite, fuertes ·intereses ligados a su pro- cha competcricta --y nos refertmos. por supuesto. al uso abusiVO de
ducción, incentivan la compra excesiva de productos medicinales la psicofarmacologia y no a su uu111.actón cuando es indicada- no
con la colaboración de algunos medios publicitarios. es trivial. Como ya planteáramos. la reducción indiscriminada del
Al mismo tiempo, la sociedad de la producción y el consumo re- conflicto y la promoción de una fácil solución para el dolor psíquiCO
quiere individuos asintomáticos que superen con rapidez sus tras- a través del ingerir, llevan implícitos la desubjeUvación y el descono-
tornos a fin de permanecer en el proceso productivo. No podeip.os.
además, dejar de conectar el fenómeno del hiperconsumo de fárma- cimiento.
En relación con estas cuestiones de tanta trascendencia en el
cos con la lógica del consumo y la cultura de la adicción, a las que ámbito de la salud mental. es nuestra hipótesis que en la dicotomía
· hemos ya considerado en su estrecha articulación. comprimido-palabra. se halla en juego un debate más profundo: la
Un mundo que tiende a evitar el sentimiento y el conflicto, a la palabra del Otro o el advenimiento. trabajoso. de ta palabra propia.
vez que huye del contacto con la inleriortdad, configura un terreno Se juega aquí uno de los lineamientos centrales de la cura psi-
fértil para la promesa química, que supuestamente dará por tierra, coartalílica: el sostener la idea de una palabra inagotable en su pro-
no sólo .con la tristeza y el dolor sino también con.miedos, inhibicio- ductividad. contrapuesta por ende a ciertas visiones contemporá·
nes y timideces. Todo ello con la inmediatez que el espíritu de época neas que proponen soluciones pasiviZantes.
pregona. Situación que. a su vez. torna al psicoanálisis profundamente
"¿Is Freud dead?" es el título de Time del 29/ 11/93, en relación aclual en sus basamentos nodulares. Así, mantiene su vigencia en
a un articulo que fuera luego retomado por la Revista Noticias del tanto teoría del sujeto. al posibilitar el acercamiento al inconciente.
5/ 12/93, bajo el titulo "¿Y si Freud se equivocó?" Entre otras cosas, esa alteridad constitutiva. En cuanto a los articuladores centrales de
plantea~ .. "el éxito sostenido de las drogas en el tratamlen,lo o alivio la teoría, la metapsicología freudiana y los conceptos de Narcisismo.
de trastornos mentales, desde la depresión a la esquizofrenia. Apro- Compkjo de Edipo y Castración -entre otros- permanecen como
ximadamente unos diez millones 1 de estadounidenses, por ejemplo, los pilares básicos sobre tos cuales la teoria trabaja y se complejlza.
loman estos medicamentos". "Según la opinión de muchos exper- En ia clínica. y tal como acabamos de analizar. la regla fundamen-
tos ... no habrá seguro que cubra la terapia verbal de Freud". Frede- tal. la •bstinencia y el eje resistencia/transferencia. constituyen el
rik K Goodwin, -cuyo apellido resuena como una sugerente con- soporle teórico que sustenta las inteivenclones en \os diversos abor-
densación significante- director del Instituto Nacional de Salud dajes o dispositivos terapéuticos implementados.
. Mental, dice: "está claro que el psicoanálisis clásico, no estará cu- Es. entonces. a partl.r del mismo conjunto teórico psicoanalítico
l~- · bierto. Y no estará cubierto porque no hay pruebas reales de que y de su lógica interna. que se nos hace posible y necesario dar cuen-
li' funci~ne". ta de las problemáticas propias de las más recientes constelaciones
Se promocionan, además, hoy, píldoras, ya no solamente anti- que el malestar adopta en la cultura actual.
depresivas, sino difundidas bajo la promesa de modificación o "me- Para esta tarea, y tal como enfatizáramos a lo largo de nuestro
joría" de rasgos de la personalidad o el mundo emocional: "carácter libro, el psicoanálisis interroga toda discursividad con ambición to-
a la carta", como lo titulara Página 12 del.28/2/94. 177

176

·. .. . ..

¡
t1iJJz11 ut c. Indagando tambJén, por lo tanto, el "sentido común" a ni-
vel l.JOClal. De allí, Llnalmente, su carácter revulsivo; promotor de la
vacilación de certezas e ideales que impregnan Ja escena social ac- A MODQ PJ2 .9IERRE Y APERTURA
tual, y atraviesan a sujetos e insutuciones. Esto vuelve a validar los
alcances de un psicoanálisis que no se agota en la clínica misma, Anibamos ya al final de nuestro recorrido. Final que constitu-
aunque ésta constituya uno de sus pilares esenciales, Su cuerpo teó- ye, al mismo tiempo, una apuesta al desarrollo de ulteriores elabo-
rico contiene la posibilidad de contnb.uir junto,a otras disciplinas al raciones psicoanallticas que pongan en juego una palabra inagota-
análisis del lazo social. Lo cual implica pensar un psicoanálisis que da, apta para nuevas prnducciones. En un mundo cambiante, im-
excede a la .psicopatología
tidianeidad . y se amplia en tanto psicoanálisis de la co- pregnado de representaciones ligadas a final -en las cuales también
el psicoanálisis podría quedar subsum1do-, intentamos, al igual
Hoy, esta posibiliqad permite interrogar los modos actuales de que numerosos colegas, la reapertura de problemáticas inherentes a
alienación en el imaginario social contemporáneo, que obturan la nuestra praxis. Convocatoria, entonces, a la continuidad de la pala-
singularidad deseante a partir de recubiimientos tales como la satu- bra en un contexto que por momentos nos enmudece.
ración adictiva, la triVialización y la cultura de lo efimero. Al mismo Una determinada mirada acerca de la articulación entre subje-
liempo, surgen ciertas formas de resistencia al psicoanálisis que les tividad y cultura ha constituido nuestro punto de partida cc::icep-
son concomitantes. En este sentido, tanto la investigación psicoana- lual. Ella incluye lo vincular, dimensión insoslayable en su entrecru-
lítica como su práctica, intentan recrear, una vez más, la función del zamiento con sujetos y sociedades. Nos apoyamos en el cuerpo teó-
enigma -tan cercano al deseo-, en esta época centralmente habi- rico del psicoanálisis, habilitado para una lectura específica de las
tada por un hombre que ilusiona anularlo, prototipo sano cuyas for- discursiVidades culturales consideradas en su dimensión inconcien-
mas de malestar, sin embargo, no cesan de retornar. .te, en la que se entraman vinculos y subjetividades.
Verdadera encrucijada, pues, para un psicoanálisis, que a con-
~· tracoi.nente de la cultura del fin de siglo, no implica una renuncia a
· Nuestro sustrato conceptual refiere, por ende, a un sujeto inser-
to en la historicidad, sujetado a las vicisitudes del imaginario colec-
la esperanza. Por el contrario, considera que la decepción correlati- tivo a través de los tiempos, aunque acotado por determinaciones es-
va a la confrontación con la castración y la finitud, habiiita para los tructurales. Un malestar insoluble, así como lo insaciable del deseo
juegos del deseo y para el establecimiento de ligaduras eróticas y dis- humano, conforman los topes que la castración impone a hombres y
criminadas que Jiagan trama Vincular y social.
sociedades, más allá de las contingencias históricas.
Habitamos años de transición entre dos tiempos. Uno, anterior.
que parece concluir en forma abrupta, ahonda las fisuras en la
transmisión intergeneracional y produce crisis y reacomodamientos
en las viejas y nuevas generaciones. Momento de asombro y perple-
jidad; también, sin duda, oportunidad para cambios y para un apor-
te creador de la cultura.
En cuanto al tiempo por venir, aún no se vislumbra el escena-
rio ::;uciocultural del próximo siglo: esto opaca la dimensión de futu-
ro e induce, en ocasiones, un escepticismo teñido de desesperanza.
Sensaciones que cohabitan con otras, más ligadas a la curiosidad y
a lo excitante de un devenir cuyos próximos hitos resultan impredic-
tibles.
Este tiempo de transición adopta caracteristicas peculiares. a
178 las que nos hemos referido bajo un nombre también específico: el .de
posmodernidad, momento considerado por algunos autores como

179

.' ..
sociedad adictiva en sus diversas expresiones. La ambición de recu-
uu a fase peculiar dentro de l"' propia modernidad. No constituye brimiento de la carencia desafia a veces todo limite. Aparecen así for-
nuestra época, por tanto, un mero hiato entre pasado y futuro. mas en ocasiones masivas de desconocimiento de la ley y un cierto
La lógica del consumo, el papel preponderante de los mass-me-
dia, la informática y los descubrimientos lecnocientificos constantes, aval colectivo de modalidades transgresivas.
En tanlo la subjetividad se gesta en el seno de ese mediador pri-
conforman algunos de los ejes alrededor de los cuales emergen dis- vilegiado que es la familia, las nuevas formas subjetivas no pueden
cursividades culturales, articuladas con formas subjetivas y configu- dejar de correlacionarse con fuerles transformaciones en la familia
raciones vinculares novedosas. ·Discursos ideológicos inéditos, a la actual. Incorporadas ya a partir del nacimiento, o aún antes, a tra-
vez que nuevas formas de alienación, caracterizan a estos tiempos. vés de la fantasmátiéa parental, las nuevas discursividades se encar-
Contraponemos estas ideas a las aludidas nociones ligadas a fmal. nan en forma imperceptible para sus protagonistas y producen su-
Hemos puesto en relación la alienación en discursos ideológi- jetos congruentes con el espíritu de época. Ciertas configuraciones
cos, no s'ólo con las formas subjetivas sino también con el eje salud- familiares actuales presentan modalidades vinculares entramadas
enfermedad y en particular con el perfil aproximado de lo que en ca- en la lógica del consumo. Formas de saturación consumista tienden
da cultura definimos como prototipo sano. En nuestra época, el per- a acallar, entonces, el deseo ya a parlir del comienzo de la vida, a tra-
fil del "sano" incluye. entre otros rasgos, pragmatismo, eficiencia e vés de la satisfacción -con objetos e imágenes- de una oferta cons-
individualismo; una sociabilidad indiferente, a Ja vez que un contac- tante anticipada a la formulación de la demanda. Objetalización de
to leve con la propia interioridad y con los otros. Estos rasgos lindan los sujetos que se inaugura en la niñez y se continúa en la adoles-
con ciertas patologías predominantes en la época, entre las cuales cencia y la adultez, restringiendo en su extremo al hombre al lugar
consideramos relevantes adicciones, anorexias y psicosomatosis. En
todas ellas se destaca el cuerpo como lugar del sufrimiento, y una cle consumidor.
Por otra parte, en la actual lógica de la cultura, los bordes del
concomitante evitaclón del dolor psíquico. núcleo familiar se toman más tenues y difusos, a la vez que las pro-
Al articular en nuestro texto el campo de la psicopatología con puestas culturales irrumpen con fuerza a través de los medios y
el vasto ámbito de la cultura, enfatizamos que la aproximación psi- otros agentes portadores de discursividades ideológicas. Si bien esto
coanalítica al espacio social resulta insoslayable par'a nuestra com- favorece el despegue de los hijos de la matriz endogámica, hemos
prensión del acontecer humano. Aproximación entrelazada, a la vez,
planteado que ciertas áreas de la cultura. en lugar de estimular la
en forma indisociable con las estrategias en la clínica. De allí la ne- subjelivación, reproducen modos de alienación y sujeción equivalen-
cesariedad de reformulaciones teórico-clínicas que planteáramos en tes a la violencia de la endogamia familiar. De este modo, la familia
este capítulo. , . de tendencia centrípeta y endogámica, va cediendo paso a conforma-
En cada momento histórico se generan modalidades particula- ciones novedosas, ligadas a una apertura precoz al mundo. Tenden-
r~s de alienación tendientes a velar la falta, opacando así la dimen-
cia centrífuga que no garantiza la elaboración de dicho proceso y ge-
sión descante. En nuestra época, la tendencia al apagamiento del nera nuevas problemáticas y situaciones clínicas antes infrecuentes.
deseo se vincula a cierta pretensión de abolir lo' enigmático, así co- En cuanto a las representaciones sociales del vinculo de pareja ,
mo a la dilución de la proyectualidad.
éste se descentra en forma creciente del pilar de la reproducción, an-
En cuanto al enigma, la era actual favorece ·1a ilusión de una
tes basamento de su misma constitución . Lo cual plantea cuestiones
mostración total y sin límites, ligada al papel de los medios, que tien-
diferentes al posicionamiento de los géneros y a. los modos del en-
den a la vez a la construcción misrn a de la realidad. La desconside-
ración del futuro , otra de las dimensiones del desconocimiento de lo cuentro entre los sexos .
Convergen, pues, en nuestra época, el universo del consumismo
incógnito, se enlaza con la saturación promovida por la lógica del y Ja saturación adictiva con ciertas configuraciones vinculares . así
consumo; ésta ilusiona ofrecer el objeto cuya posesión anulará la fal- como con modalidades subjetivas y psicopatológicas ensambladas
ta. Dicha lógica se aproxima cada vez más a la configuración de una
181
180

¡" .

l
..,, ..
.. ,... .~: -
en las forrnas actuales del discurso social. BIBLlOGRAFlA
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. bio, la insuficiencia del ya-pensado y la posibilidad de transforma- otros temas; Ed. Nueva Visión.
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AULAGNIER. · Ed.. Buenos
ginas, sugiere la posibilidad de apertura o continuidad de múlliples
líneas de lnvee~igación e intercambio. Destacamos el valor del.a con- Aires. 8.1977.-
-- Los destinos del placer. Ed. Petrel. Barcelona. 1979.
fluencia de un psicoanálisis cuya mirada se focalií".a en dimensiones 9.- - "Condenado a !nveslir". Revista de Psicoanálisis; Tomo XLI. 2/'J. 1984
de la culli1ra, con aquella producción teórica que deviene de la espe- 10. - - El aprendiz de historiador y el maestro brujo: Amorrortu Ed .. Bue-
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periencia clínica actual plantean, con frecuencia, cuestiones de una psicoanaUtica; Paidós. G.:
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