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Aceptar la validez de esta premisa es pertinente si ellos pretenden lograr que sus empresas
continúen siendo viables y exitosas, cuando afronten nuevos y más complejos ciclos de
negocios, y compitan con empresas más pequeñas y ágiles, que ya están logrando
conmover a los mercados por su habilidad para interpretar las necesidades de sus clientes, y
por su capacidad para satisfacerlas introduciendo una gama de productos y servicios
innovadores, que además les permitirá capturar una creciente participación de mercado.
Tampoco es cierto que la inversión sostenida en Tecnología de última generación sea por si
sola, factor clave de generación de valor diferencial de negocios a través de la innovación.
La innovación la generan personas implicadas, talentosas y comprometidas que trabajan
con líderes que asumen riesgos en pos de una visión de negocios. Hablamos de personas
motivadas por un significativo sentido de propósito, y que aprenden en un ambiente laboral
positivo, como corresponde a una cultura empresarial que promueve la creatividad
individual y la colaboración.
Detentar una posición de claro liderazgo de mercado no es condición suficiente para que la empresa de hoy conserve su rol de líder en un
futuro escenario de negocios basado en nuevas premisas, y dinamizado por competidores que están pugnando por destacar y crecer,
cuando introducen al mercado, innovadores productos y servicios.
Abundan en la historia reciente, experiencias de empresas que habiendo sido líderes en sus
días de auge y gloria, cometieron la ligereza estratégica de obviar la necesidad, pertinencia
y relevancia de continuar innovando, lo que significó el inicio de su angustioso declive, y
determinó en algunos casos, su posterior desaparición.
El rol de la Cultura Organizativa en la gestión de la innovación
Empresas como IBM, Google, Apple o 3M, que han destacado por su superlativa capacidad
para innovar en mercados altamente competitivos, tienen como atributo común de su
vocación innovadora, el desarrollo de una cultura organizativa cuyos valores, principios,
estilo directivo y procesos promueven el hecho innovador como referente obligado de toda
práctica vigente en la organización.
El auge de las redes sociales aplicadas al ámbito empresarial, la ubicuidad del acceso a la
Internet, y una nueva actitud del colaborador favorable al aprendizaje autónomo,
colaborativo y distribuido, han facilitado la construcción de redes de generación y
transferencia de conocimiento, que han demostrado ser muy eficaces, para la generación de
un flujo de innovación de interesante valor diferencial de negocios.
Comenzando por el tren directivo, toda la organización está plenamente consciente de que
en el proceso de innovación empresarial, suelen ocurrir errores vinculados a premisas e
hipótesis cuya pertinencia y validez han de ser confrontadas, evaluadas y validadas, una y
otra vez.
Solo así es posible generar la necesaria hibridación de ideas y promover el rico contraste de
enfoques, que hacen posible el desarrollo exitoso de proyectos de sesgo innovador, a cargo
de equipos multidisciplinarios de alto desempeño, cuya diversidad, más que un factor que
agregue mayor complejidad a la gestión de proyectos, ofrece pautas para la acción creativa,
coordinada y con sentido de propósito.
La capacidad de una empresa para innovar puede multiplicarse cuando se dispone de una
ágil y flexible arquitectura organizativa que promueve la construcción de un rico y versátil
espacio para entablar conversaciones y promover interacciones con profesionales de
distintas disciplinas que pueden estar dispersos en diferentes localidades geográficas.
Tan importante como construir una cultura que efectivamente promueva la gestión de la
innovación en el ámbito empresarial; es el imperativo estratégico de desarrollar una gestión
de personas, capaz de potenciar la creatividad, instigar el compromiso, fomentar la
implicación y fortalecer la motivación de quienes aportarán sus talentos distintivos para
desarrollar un diferenciador competitivo a través de la innovación.
Son 6 las actividades que una práctica actualizada de gestión de personas puede desarrollar
para alcanzar el imperativo estratégico de construir una cultura innovadora. Veamos:
a. Líderes,
b. Equipos,
c: Individuos.
Con relación a los líderes que gestionan equipos de alto desempeño al servicio de la
innovación, es clave desarrollar programas de formación que enfaticen el desarrollo de
competencias relevantes a sus habilidades para comunicar, negociar, influir en otros, y
desarrollar su visión estratégica. Es también pertinente, desarrollar líderes emocionalmente
inteligentes, de esclarecido pensamiento estratégico, y con capacidad y disposición para
formar y motivar a sus colaboradores.
Respecto a los equipos, es pertinente definir los atributos que caracterizan a un equipo de
alto rendimiento a cargo de un proyecto de sesgo innovador, e incentivar los valores,
promover las dinámicas, definir los objetivos, caracterizar los indicadores de gestión y
establecer la visión, para posibilitar que un grupo de personas con diferentes experiencias,
funciones e intereses trabajen coordinadamente en pos de un objetivo inspirador, y de gran
importancia tanto para ellos como para la empresa.
IV. Identificación de los roles críticos para el desarrollo y fidelización del talento
Conociendo los comportamientos que describen los patrones de éxito identificados para
cada uno de los roles claves en la gestión de la innovación empresarial, se definen los
planes de desarrollo, se establecen los mapas de talento, se activan los planes de sucesión, y
se aplican los sistemas de incentivos, para motivar, comprometer, implicar y retener al
talento clave para el desarrollo exitoso de los proyectos de innovación empresarial.
V. Comunicación Interna
Para ello se requiere de una función de Recursos Humanos de mayor influencia estratégica
y con suficiente peso directivo, para apalancarse en la premisa de que la innovación la
construyen personas creativas, motivadas al logro y comprometidas a la empresa, para
beneficio de personas exigentes, que en su rol de clientes, demandan de mejores y nuevos
productos y servicios.
Es en esta relación causa-efecto que aparenta ser trivial, donde emerge una función de
Recursos Humanos, bien posicionada en el ámbito directivo, con esclarecida visión
estratégica y excelente conocimiento de las motivaciones que impulsan la creatividad
humana y la orientan al servicio de la innovación empresarial.
Con este aval, Recursos Humanos estará en condiciones de establecer una diferencia
definitiva en favor de la competitividad de una empresa, que ahora afronta los complejos y
retadores escenarios de negocio que promete la Economía del Conocimiento.
En una empresa que desarrolla la innovación empresarial como pivote para la generación
de valor diferencial de negocios, Recursos Humanos asume un rol de indiscutido
protagonismo en la gestión de proyectos de transformación que modifican la arquitectura
organizativa, introducen cambios sensibles en los procesos empresariales, y desplazan a las
personas de sus rutinarias zonas de confort.
Cuando la función de Recursos Humanos goza de suficiente apoyo directivo para asumir el
timón del cambio organizativo, ganará acceso a las mejores condiciones para conciliar los
requerimientos de una cultura innovadora al servicio de la ejecución estratégica; con los
talentos, creatividad y compromiso de personas, cuya motivación, implicación e iniciativa
justifican la razón de ser de cualquier empresa orientada a la plena satisfacción y deleite de
sus clientes.
No cabe duda de que hay tantas versiones acerca de lo que se entiende por innovación
empresarial como culturas organizativas y estilos directivos proliferan en una gama amplia
de empresas.
¿Tiene sentido ignorar las transformaciones que introducen las nuevas tecnologías
sociales a la dinámica operacional, de mercado y de negocios que caracterizaran a las
organizaciones exitosas de la Economía del Conocimiento?