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Jesús aparece en este evangelio como el Mesías Salvador enviado por Dios, el rey de Israel. En
contraste creciente con las autoridades judías se debe a la diversa concepción de la mesianidad:
Jesús no responde a la idea de un Mesías nacionalista, político, liberador del yugo romano y
vengador de Israel. El conflicto se exacerba porque Jesús no forma una secta, sino que se pone
en contacto con el pueblo entero y discute públicamente la autoridad de los jefes.
La actividad mesiánica y salvadora de Jesús se ejerce en la liberación del yugo satánico
manifestado en la enfermedad y la posesión diabólica. Al mismo tiempo es el intérprete
auténtico de la ley divina, de la que propone una interpretación radical, liberándola de la
hojarasca de tradición que la sofocaba. Propone la nueva fidelidad, la nueva relación con Dios,
que revela como a Padre, y el modo de cumplir su voluntad. Enfoca toda la antigua Ley en
términos de amor al prójimo, declarando que en eso consiste el ser hijos de Dios. Toda su
insistencia está en el obrar, en hacer lo que Dios quiere, y, al ser rechazado por Israel, el Mesías
formará la nueva comunidad mesiánica, la nueva nación que produzca los frutos del reino.
Su cristología refleja con insistencia al Señor resucitado: los títulos de Jesús, usados por Mc
con sobriedad, se prodigan en Mt. En ningún otro evangelio se subraya tanto la filiación divina
de Jesús y la paternidad de Dios; a la condición del Hijo responde la de los discípulos, gracias
a él hijos del mismo Padre. Su espiritualidad se resume en vivir como hijos de tal Padre y, por
lo tanto, como hermanos unos de otros.
Característica de Mt es la conexión que establece entre los acontecimientos de la vida de Jesús
y el AT considerado como profecía. Buen número de citas del AT se encuentran sólo en él
(1,23; 2,6-7.15.17-18.23; 4,14-16; 8,17; 12,17-21; 13,35; 21,4-5; 27,9-10), están introducidas
por fórmulas propias y semejantes y se acercan más al texto hebreo.
La figura de los discípulos está idealizada en Mt con relación a Mc: no insiste tanto en su
incredulidad o en su torpeza, a veces sustituye un rasgo desfavorable por otro halagador (Mt
13,16-17; cf. Me 4,13; Mt 14,33; Me 6,52), aunque no siempre (Mt 16,8; Me 8,17; Mt 16,23;
Mc 8,33).
La comunidad de Mt se encuentra en oposición con los judíos de su tiempo, con los que
mantiene una intensa polémica. De ahí sus ataques a la piedad farisea y a la interpretación
casuística de la Ley, que delatan ignorancia del significado verdadero de la Escritura.
Aunque refleja la mentalidad de un grupo judío creyente, Mt no es en modo alguno
particularista; el mensaje de Jesús está destinado a todos los pueblos. Esto está explícitamente
afirmado en la misión final (
28,19), pero aparece ya a lo largo del evangelio (13,38: el mundo; 24,14, etc.). El antiguo
pueblo mesiánico ha sido sustituido por la comunidad cristiana, que incluye lo mismo a judíos
que a paganos (21,43), pero que tiene sus raíces en las antiguas promesas, como lo muestra el
título: Jesús Mesías, hijo de David, hijo de Abrahán (1,1).
El evangelio de Mt es un evangelio eclesiástico; está compuesto para enseñar a la Iglesia a
seguir las huellas del Maestro. Su preocupación eclesial se nota muy particularmente en 21,43:
el reino de Dios se le dará a un pueblo que produzca sus frutos, es decir, cuya conducta y
actividad respondan a las exigencias del reino. Así añade a la parábola del banquete de bodas
el episodio del hombre sin traje de etiqueta, que se dirige a los cristianos indignos (22,11-14).
1
MATEOS J. – CAMACHO F., El Evangelio de Mateo, Cristiandad, Madrid, 1981, Pág. 12-14.
La constante mención del reino de los cielos (el reinado de Dios) subraya la dimensión social
de la acción salvadora divina. Mt, sin embargo, no identifica al reino con la Iglesia: ésta es
testigo de la realidad del reino, anuncia a la humanidad su existencia e invita a responder a su
llamada.
Consideración de mateo en la vida de la iglesia2
El orden tradicional de los evangelios, que otorga el primer puesto a Mt, se encuentra
probablemente ya en el Canon de Muratori, un documento de fines del siglo II proveniente de
la Iglesia de Roma, por los demás referencias, es claro que Mt ocupó el primer puesto en la
estima de la Iglesia primitiva, que recurría a él para conocer las enseñanzas de Jesús.
1. Mateo en la Iglesia posapostólica
Un importante libro de E. Massaux muestra el lugar central de Mt en la Iglesia primera. La
atribución nominal de un texto a este evangelio no se encuentra hasta Apolinar de Hierápolis
(175), pero su influencia literaria en los primeros escritores es indudable. La tendencia a
referirse a Mt se mantuvo e iban aumentando las citas literales y las referencias a las secciones
narrativas, además de a los discursos.
¿Por qué razones gozó Mt de esta consideración? Una razón se basaba en la creencia de que
Mt fue el primer evangelio en escribirse y, por tanto, el que se encontraba más cercano a las
fuentes. El primer evangelio respondía, además, a otra preocupación muy importante de la
comunidad cristiana del tiempo: la relación con el judaísmo. ¿Qué actitud adoptó Jesús ante la
Ley del AT? ¿Y ante la Biblia judía? Esta problemática —que puede resultar extraña a la
mayoría de los lectores de nuestros días- era crucial en los primeros tiempos y está muy
presente en Mt que, como veremos- es una obra judeocristiana.
2. Mateo en los tiempos modernos
Esta preeminencia de Mt fue indiscutida hasta el siglo XVIII. Con el surgimiento de los
estudios críticos se resquebrajó la convicción de que era el primer evangelio y el más cercano
a las fuentes. Cuando surgió la teoría del «evangelio primitivo», del que Mt, Mc y Lc no serían
sino desarrollos secundarios, la posición de Mt como «primer evangelio» quedó radicalmente
cuestionada. Pero la objeción más fuerte vino después con la opinión, extendidísima por la
teoría de las dos fuentes, según la cual Mc es el primer evangelio. Como resultado se ha dado
en el siglo XIX un cambio importante en la consideración de Mt. Era Mc el más antiguo y el
más cercano a las fuentes, lo que era decisivo dada la preocupación histórica del momento.
2
AGUIRRE MONASTERIO-RAFAEL, Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles, VERBO DIVINO,
Navarra, 1992, Pág. 219-227.
1. Estructura geográfico-cronológica
Basar la estructura del evangelio en los datos geográficos ha sido muy frecuente entre los
autores antiguos, pero menos habitual entre los modernos. Es representativo de esta opinión el
plan propuesto por W. C. Alien y L. W. Grensted 8:
1-2 nacimiento e infancia del Mesías
3,1- 4,11: preparación para su ministerio (Me 4,1-13)
4,12-15,20: actuación y enseñanza en Galilea (Me 1,14-7,23)
15,21-18,35: actuación fuera de Galilea (Me 7,24-9,50)
9,1- 20,34: viaje a Jerusalén (Me 10)
21-28: últimos días de la vida del Mesías (Me 11-16,8)
Los defensores de este plan, con frecuencia, parten de la dependencia de Mt respecto a Mc, de
quien toma el esquema geográfico. Si se adopta el punto de vista geográfico, se destaca el relato
de Jesús, que culmina en Jerusalén. Este plan tiene el mérito de poner de relieve el aspecto
narrativo del evangelio.
2. Estructura basada en los cinco discursos
El autor que más ha influido en la investigación sobre la estructura del evangelio de Mt es B.
W. Bacon. Considera que Mt depende de Mc y Q, pero hace una estructura totalmente diferente
y propia. El dato de partida y fundamental es la existencia de cinco discursos. A este cuerpo el
evangelista añadió un preámbulo (1-2) y un epílogo (26-28).
Mt imita la estructura del Pentateuco, en el que -según Bacon- cada uno de los cinco libros
contiene una parte narrativa, que describe las obras poderosas de Dios, seguida de un discurso
de tipo legal. Este autor piensa que Mt es un rabí cristiano, legalista, que pretende combatir el
anti- nomismo existente en su Iglesia, para lo cual presenta a Jesús como el nuevo Moisés que
entrega la nueva Ley a su comunidad.
Merece la pena citar a H. J. B. Combrink que interpreta la estructura basada en los cinco
discursos de una forma tal que haga justicia al desarrollo del relato Su propuesta, que también
ve en el capítulo 13 el centro, es la siguiente:
Combrink añade algo sumamente interesante. Distingue entre las formas de la narración y el
mensaje o trama, es decir, el desarrollo mismo del relato. Desde este último punto de vista
divide el evangelio en tres secciones:
1. La puesta en escena (1,1-4,17).
2. El desarrollo (4,18-25,46).
3. El desenlace (26,1-28,20).