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El hijo del pobre, a quien la ira de los cielos ha vuelto ambicioso, cuando empieza
a observar en torno suyo admira la condición del rico. Encuentra que la cabaña de
su padre es demasiado pequeña para él y fantasea con que debería vivir más
cómodamente en un palacio. No le gusta el tener que andar o padecer el
cansancio de montar a caballo. Ve cómo sus superiores son transportados en
diversos medios y se imagina que en uno de ellos podría viajar con menos
incomodidades. Se considera naturalmente indolente y está muy poco dispuesto a
esforzarse; opina que un vasto séquito de sirvientes le ahorraría muchas
molestias. Piensa que una vez logrado todo esto se sentaría tranquilamente y no
haría nada, limitándose a disfrutar con la noción de la dicha y sosiego de su
situación. Está encantado con la imagen distante de esa felicidad. En su fantasía
parece la vida de unos seres superiores, y para alcanzar esa meta se dedica para
siempre a la búsqueda de la riqueza y los honores. Para acceder a las
comodidades que esas cosas deparan se somete en el primer año de su empresa,
es más, durante el primer mes, a mayores fatigas corporales y mayor desasosiego
espiritual que los que habría sufrido en toda su vida si no las hubiese
ambicionado. Estudia para poder distinguirse en alguna profesión. Con infatigable
diligencia trabaja día y noche para acumular más méritos que los de sus
competidores. Después trata de sacar esos méritos a la luz pública y con análoga
constancia solicita cualquier oportunidad de empleo. A tal efecto le hace la corte a
todo el mundo: sirve a quienes odia y es obsequioso con quienes desprecia.
Durante toda su vida lucha por la idea de un reposo artificial y elegante que quizás
nunca consiga, pero en aras del cual sacrifica una tranquilidad real que está
siempre a su alcance, y si finalmente en su extrema vejez lo logra, descubrirá que
desde ningún punto de vista es preferible a la modesta seguridad y contento que
abandonó por él. Y entonces, en el trance postrero de la vida, ajado su cuerpo por
fatigas y enfermedades, amargada y encrespada su mente por el recuerdo de mil
injurias y frustraciones que imagina haber padecido por la injusticia de sus
enemigos o por la perfidia e ingratitud de sus amigos, entonces es cuando
empieza a caer por fin en la cuenta de que riqueza y pompa son meras baratijas
de frívola utilidad, que no sirven para procurar el alivio corporal y la paz espiritual
más que las cajas de tenazuelas del aficionado a las chucherías, y que al igual
que ellas resultan más molestas para la persona que las acarrea que cómodas por
las ventajas que puedan proporcionar.
Smith hace una distinción entre dos niveles de virtudes. Las “comerciales” o “más
bajas” (prudencia, justicia, industriosidad, frugalidad y constancia) y un nivel
primario de virtudes (benevolencia, generosidad, gratitud, compasión, amor,
amistad, etc). En la parte económica, se trabaja en los niveles bajos de virtud.
Expresado en los terminos mas estrictos de nuestro tema, los humanos son
egoístas (self-interested), una caracteristica que no es necesariamente sinonima
del sentido que esta palabra tiene en el lenguaje comun [castellano; en ingles,
selfishness']. El hombre ≪economico≫ de Smith, en La Riqueza de las Naciones,
no es diferente de su hombre ≪moral≫ en The Theory o f Moral Sentiments.
Ambos son criaturas movidas por el egoismo. En The Theory o f Moral
Sentiments, la simpatia es aquella facultad humana que refrena el egoismo,
mientras que en La Riqueza de las Naciones la competencia es la facultad
economica que limita el egoismo. De hecho, la competencia asegura que la
persecucion del egoismo mejorara el bienestar economico de la sociedad. En la
epoca de Smith esta era una idea liberal, porque implicaba que una sociedad sin
extensos controles gubernamentales no degeneraria en el caos, como podria
suponerse. El monopolio, por otra parte, representa el egoismo desenfrenado y la
consiguiente destruccion de bienestar economico. Aunque a todos los vendedores
de bienes y servicios les gustaria cargar los precios mas altos que fuese posible
por sus mercancias o habilidades, generalmente no pueden hacerlo, a menos que
tengan algun privilegio de monopolio, lo que en el tiempo de Smith era concedido
por el gobierno. La competencia, o la ausencia de monopolio, obligara a todos los
vendedores a reducir sus precios (dentro de unos limites) para atraer mas clientes,
y el resultado natural de dicha accion es el de reducir los precios al consumidor y
mejorar el bienestar economico. Para el economista, algunos de los pasajes mas
memorables de Smith contienen invectivas contra los privilegios de monopolio. En
una de sus perdurables expresiones, Smith declaro: ≪Las gentes del mismo oficio
pocas veces se reunen, aunque sea para divertirse y distraerse, sin que la
conversación acabe en una conspiracion contra el publico o en algun arreglo para
elevar los precios≫ (La Riqueza de las Naciones, pp. 209-210). En otra parte
observo: ≪El monopolio es un gran enemigo de la buena gestion, la cual no puede
extenderse sino mediante la competencia libre y generalizada que obliga a cada
uno a recurrir a ella a fin de defender sus propios intereses≫ (La Riqueza de las
Naciones, p. 226).
Resumen video Solving the Adam Smith Problem Morality and Free Market
Capitalism
El interés en RN es visto como la prudencia, una virtud que solo puede ser
entendida revisando TSM. La prudencia en ambos libros es vista como la
frugalidad, industria, etc. Hacer lo que es correcto en recompensa a uno mismo.
Por qué actuar prudentemente? Pero el principio que anima al ahorro es el
deseo de mejorar nuestra condición, un deseo generalmente calmo y
desapasionado que nos acompaña desde la cuna y no nos abandona hasta
la tumba. En todo el intervalo que separa esos dos momentos es probable
que no haya un sólo instante en que las personas se encuentren tan perfecta
y plenamente satisfechas con su situación que no abriguen deseo alguno de
cambio o mejora de ninguna clase. El medio a través del cual la mayoría de
la gente aspira a mejorar su condición es el aumento de su fortuna (RN, II, 3).
La aprobación de la propiedad está fundamentada en la imaginación y el uso de la
simpatía: Cuando las pasiones originales de la persona principalmente
afectada están en perfecta consonancia con las emociones simpatizadoras
del espectador, necesariamente le parecen a este último justas y apropiadas,
y en armonía con sus objetos respectivos (TSM, I, 3). la prudencia nos da el
significado de su admiración pública, la cual es nuestro más fuerte deseo. La
felicidad es “tranquilidad en 2 sentidos”: En todo el intervalo que separa esos
dos Momentos (la vida y la muerte) es probable que no haya un solo instante
en que las personas se encuentren tan perfecta y plenamente satisfechas
con su situación que no abriguen deseo alguno de cambio o mejora de
ninguna clase (RN 2,3). La paradoja de la felicidad: la perversión de la
imaginación significa que estamos trabajando por la riqueza, la cual nos da
progreso en la sociedad, pero no nos acerca a la felicidad. La tensión entre el
interés propio y la simpatía desaparece cuando consideramos el uso de la
simpatía como la fundación de la prudencia.
Argumentos en contra:
Acorde con Skarzynski, “Smith fue un idealista, durante el tiempo que vivió en
Inglaterra bajo la influencia de Hume y Hutchenson. Despues de vivir en Francia
por 3 años y tener contacto con el materialismo prevaleciente ahí, se volvió
Materialista. Eso explica la diferencia entre TSM y RN.
Hay 2 Smiths. Uno inmaduro y otro maduro.uno dice que la gente se mueve por
benevolencia y el otro, solo por amor propio.