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Argumentos a favor

En ambos libros se puede dilucidar la parte positiva y


negativa del amor propio, lo cual hace imposible que se
contradigan.

No es nuestro tema inquirir sobre si esta propensión es uno de los principios


originales de la naturaleza humana, de los que no se pueden dar más detalles, o
si, como parece más probable, es la consecuencia necesaria de las facultades de
la razón y el lenguaje. La propensión existe en todos los seres humanos y no
aparece en ninguna otra raza de animales, que revelan desconocer tanto este
como cualquier otro tipo de contrato. Cuando dos galgos corren tras la misma
liebre, a veces dan la impresión de actuar bajo alguna suerte de acuerdo. Cada
uno empuja la liebre hacia su compañero, o procura interceptarla cuando su
compañero la dirige hacia él. Pero esto no es el efecto de contrato alguno, sino la
confluencia accidental de sus pasiones hacia el mismo objeto durante el mismo
tiempo. Nadie ha visto jamás a un perro realizar un intercambio honesto y
deliberado de un hueso por otro con otro perro. Y nadie ha visto tampoco a un
animal indicar a otro, mediante gestos o sonidos naturales: esto es mío, aquello
tuyo, y estoy dispuesto a cambiar esto por aquello. Cuando un animal desea
obtener alguna cosa, sea de un hombre o de otro animal, no tiene otros medios de
persuasión que el ganar el favor de aquellos cuyo servicio requiere. El cachorro
hace fiestas a su madre, y el perro se esfuerza con mil zalamerías en atraer la
atención de su amo durante la cena, si desea que le dé algo de su comida. El
hombre recurre a veces a las mismas artes con sus semejantes, y cuando no tiene
otros medios para impulsarles a actuar según sus deseos, procura seducir sus
voluntades mediante atenciones serviles y obsecuentes. Pero no podrá actuar así
en todas las ocasiones que se le presenten. En una sociedad civilizada él estará
constantemente necesitado de la cooperación y ayuda de grandes multitudes,
mientras que toda su vida apenas le resultará suficiente como para ganar la
amistad de un puñado de personas. En virtualmente todas las demás especies
animales, cada individuo, cuando alcanza la madurez, es completamente
independiente y en su estado natural no necesita la asistencia de ninguna otra
criatura viviente. El hombre, en cambio, está casi permanentemente
necesitado de la ayuda de sus semejantes, y le resultará inútil esperarla
exclusivamente de su benevolencia. Es más probable que la consiga si puede
dirigir en su favor el propio interés de los demás, y mostrarles que el actuar según
él demanda redundará en beneficio de ellos. Esto es lo que propone cualquiera
que ofrece a otro un trato. Todo trato es: dame esto que deseo y obtendrás
esto otro que deseas tú; y de esta manera conseguimos mutuamente la
mayor parte de los bienes que necesitamos (aquí podemos ver que un
mendigo estará mucho mejor en una sociedad comercial que un rey en una
sociedad no comercial). No es la benevolencia del carnicero, el cervecero, o
el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino el cuidado que ponen
ellos en su propio beneficio. No nos dirigimos a su humanidad sino a su propio
interés, y jamás les hablamos de nuestras necesidades sino de sus ventajas. Sólo
un mendigo escoge depender básicamente de la benevolencia de sus
conciudadanos. Y ni siquiera un mendigo depende de ella por completo. Es verdad
que la caridad de las personas de buena voluntad le suministra todo el fondo con
el que subsiste. Pero aunque este principio le provee en última instancia de todas
sus necesidades, no lo hace ni puede hacerlo en la medida en que dichas
necesidades aparecen. La mayor parte de sus necesidades ocasionales serán
satisfechas del mismo modo que las de las demás personas, mediante trato,
trueque y compra. Con el dinero que recibe de un hombre compra comida. La ropa
vieja que le entrega otro sirve para que la cambie por otra ropa vieja que le sienta
mejor, o por albergue, o comida, o dinero con el que puede comprar la comida, la
ropa o el cobijo que necesita. (RN. Smith NO condona al egoísmo. El amor
propio no es ignorar las necesidades de los demás sino todo lo contrario.
Para Smith, la avaricia el egoísmo son VICIOS. La benevolencia y el amor
propio son dos caras de la misma moneda)

Por más egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente


en su naturaleza algunos principios que le hacen interesarse por la suerte de
otros, y hacen que la felicidad de éstos le resulte necesaria, aunque no
derive de ella nada más que el placer de contemplarla. Tal es el caso de la
lástima o la compasión, la emoción que sentimos ante la desgracia ajena cuando
la vemos o cuando nos la hacen concebir de forma muy vivida. El que sentimos
pena por las penas de otros es una cuestión de hecho tan obvia que no requiere
demostración alguna, porque este sentimiento, como todas las otras pasiones
originales de la naturaleza humana, no se halla en absoluto circunscrito a las
personas más virtuosas y humanitarias, aunque ellas quizás puedan
experimentarlo con una sensibilidad más profunda. Pero no se halla desprovisto
de él totalmente ni el mayor malhechor ni el más brutal violador de las leyes de la
sociedad. (TMS. Aquí se establece que los seres humanos son egoístas, pero
pese a eso, son capaces de tener benevolencia. Smith no categoriza al
egoísmo como algo absolutamente positivo o negativo. Entonces, el
egoísmo o amor propio tiene tanto aspectos sociales como no sociales.
Como un vicio no social, la gente puede competir aun a expensas de las
demás personas. Pero por otro lado, el amor propio puede significar que la
gente puede querer obtener lo que es considerado bueno y deseable en la
vida diaria, en lo cual está incluida la acumulación de riqueza. Tener amor
propio no necesariamente niega la posibilidad de ser humanitario o
benevolente. Uno no cancela al otro. Smith establece que los seres humanos
actuando con amor propio, a través de una mano invisible pueden no tener
inicialmente la intención de beneficiar a los demás pero aun asi terminan
haciéndolo. La metáfora de la mano invisible fue usada en los 2 libros

Cuando un patriota se esfuerza para mejorar cualquier sección de la política


pública, su conducta no surge invariablemente de la pura simpatía con la felicidad
de quienes recogerán los beneficios de la misma. Cuando un hombre de vocación
política aboga por la reparación de las carreteras no lo hace comúnmente porque
se sienta solidario con transportistas y carromateros. Cuando el parlamento
establece primas y otros estímulos para ayudar a la industria del lino o de la lana,
su proceder rara vez deriva de la pura identificación con quien se viste con telas
baratas o finas y menos con el industrial o comerciante. (TSM, seguido del
pasaje de “la mano invisible”. Aquí se ve una parte económica de TSM que
es similar al famoso pasaje del panadero).

Un niño pequeño carece de autocontrol, pero cualesquiera sean sus emociones,


temor, pesar o ira, siempre procura por la vehemencia de sus gritos llamar en todo
lo posible la atención.de su niñera o sus padres. Mientras permanece bajo la
custodia de estos protectores parciales, su enojo es la primera y quizá la única
pasión que le enseñan a moderar. Por su propia tranquilidad, ellos se ven forzados
a menudo a atemorizarlo mediante ruidos y amenazas para que por miedo suavice
su mal genio, y la pasión que lo incita a atacar es restringida por la que lo instruye
a cuidar de su propia seguridad. Cuando ya tiene edad de ir al colegio o de
mezclarse con sus pares, pronto se percata de que carecen de una parcialidad tan
indulgente. Naturalmente desea ganarse su favor y evitar su enojo y menosprecio.
Incluso su propia seguridad lo lleva A intentarlo, y rápidamente comprende que
sólo puede lograrlo si modera no sólo su enfado sino también todas sus demás
pasiones hasta el nivel que probablemente acepten sus amigos y compañeros de
juegos. Ingresa así en la gran escuela de la continencia, reflexiona sobre cómo ser
cada vez más amo de sí mismo, y empieza a ejercitar sobre sus propios
sentimientos una disciplina que la práctica de la vida más prolongada rara vez
resulta suficiente para conducir hasta una perfección total (TMS, Del amor a la
alabanza, y a ser loable; y del pavor al reproche, y a ser reprochable) el amor
propio juega un rol positivo en el desarrollo de las virtudes y en el
mecanismo a través del cual los comportamientos morales y virtuosos son
reforzados. Se puede ver que en ambos libros el amor propio juega un rol
fundamental y genera resultados positivos, tanto en el área individual, como
en la social, lo cual es cierto cuando el amor propio se presenta con
moderación.

La riqueza de las naciones presenta una animadversión


hacia los abusos del amor propio en varios de sus
capítulos.

El interés de los empresarios en cualquier rama concreta del comercio o la


industria es siempre en algunos aspectos diferentes del interés común, y a veces
su opuesto. El interés de los empresarios siempre es ensanchar el mercado pero
estrechar la competencia. La extensión del mercado suele coincidir con el interés
general, pero el reducir la competencia siempre va en contra de dicho interés, y
sólo puede servir para que los empresarios, al elevar sus beneficios por encima de
lo que naturalmente serían, impongan en provecho propio un impuesto absurdo
sobre el resto de sus compatriotas. Cualquier propuesta de una nueva ley o
regulación comercial que provenga de esta categoría de personas debe siempre
ser considerada con la máxima precaución, y nunca debe ser adoptada sino
después de una investigación prolongada y cuidadosa, desarrollada no sólo con la
atención más escrupulosa sino también con el máximo recelo. Porque provendrá
de una clase de hombres cuyos intereses nunca coinciden exactamente con
los de la sociedad, que tienen generalmente un interés en engañar e incluso
oprimir a la comunidad, y que de hecho la han engañado y oprimido en
numerosas oportunidades.

Para las pasiones egoístas y originales de la naturaleza humana, la pérdida o la


ganancia de una parte muy pequeña de interés propio parece tener una
importancia, excitar una alegría o una pena mucho más apasionadas, un deseo o
una aversión mucho más ardientes, que preocupación de otro con quien no
tenemos ninguna clase de relación particular. Su interés, siempre y cuando esté
vigilado desde su estación, jamás se puede poner en la balanza con el nuestro,
jamás nos puede impedir que hagamos cualquier cosa que pueda tender a
promover el nuestro, por muy ruinoso que eso pueda ser para él. Vamos a
suponer que el gran Imperio de China, con todas sus miríadas de habitantes, de
pronto fuera devorado por un terremoto y vamos a considerar en qué forma un
hombre caritativo en Europa, que no tiene ninguna clase de conexión con esa
parte del mundo, se vería afectado al recibir la noticia de esa terrible calamidad.
Me imagino que primero expresaría enfáticamente su pesar por el infortunio de
ese desgraciado pueblo, que haría muchas reflexiones melancólicas acerca de lo
precario de la vida humana y de la vanidad de todos los esfuerzos del hombre,
que así podía quedar aniquilado en un momento. Además, tal vez, si es un
hombre de especulación, haría muchos razonamientos concernientes a los efectos
que ese desastre podría tener para el comercio de Europa y para el comercio y los
negocios del mundo en general. Y cuando hubiera terminado toda esa excelente
filosofía, cuando todos esos sentimientos humanistas se hubieran expresado
claramente, continuaría con sus negocios o su placer, tomaría su reposo o su
distracción con la misma facilidad y tranquilidad como si ese accidente no hubiera
sucedido. El desastre más frívolo que pudiera caer sobre él le ocasionaría una
alteración más real. Si fuera a perder su dedo meñique el día de mañana, no
dormiría esta noche; pero puesto que él jamás los vio,roncará con la más profunda
seguridad sobre la ruina de cien millones de sus hermanos y la destrucción de esa
inmensa multitud parece simplemente un objeto menos interesante que ese
mezquino infortunio suyo.

Smith también critica la negatividad del interés y amor propio en la forma en


la cual el sistema educativo imperante para su época, hacia que los
profesores se esfozaran solo en la medida de su reputación y no por dinero,
lo cual resulta a la larga en detrimento del beneficio de la sociedad.

También en TSM se pueden ver situaciones similares, pero mientras que RN


menciona situaciones más realistas, en TMS se mencionan situaciones
imaginarias

El hijo del pobre, a quien la ira de los cielos ha vuelto ambicioso, cuando empieza
a observar en torno suyo admira la condición del rico. Encuentra que la cabaña de
su padre es demasiado pequeña para él y fantasea con que debería vivir más
cómodamente en un palacio. No le gusta el tener que andar o padecer el
cansancio de montar a caballo. Ve cómo sus superiores son transportados en
diversos medios y se imagina que en uno de ellos podría viajar con menos
incomodidades. Se considera naturalmente indolente y está muy poco dispuesto a
esforzarse; opina que un vasto séquito de sirvientes le ahorraría muchas
molestias. Piensa que una vez logrado todo esto se sentaría tranquilamente y no
haría nada, limitándose a disfrutar con la noción de la dicha y sosiego de su
situación. Está encantado con la imagen distante de esa felicidad. En su fantasía
parece la vida de unos seres superiores, y para alcanzar esa meta se dedica para
siempre a la búsqueda de la riqueza y los honores. Para acceder a las
comodidades que esas cosas deparan se somete en el primer año de su empresa,
es más, durante el primer mes, a mayores fatigas corporales y mayor desasosiego
espiritual que los que habría sufrido en toda su vida si no las hubiese
ambicionado. Estudia para poder distinguirse en alguna profesión. Con infatigable
diligencia trabaja día y noche para acumular más méritos que los de sus
competidores. Después trata de sacar esos méritos a la luz pública y con análoga
constancia solicita cualquier oportunidad de empleo. A tal efecto le hace la corte a
todo el mundo: sirve a quienes odia y es obsequioso con quienes desprecia.
Durante toda su vida lucha por la idea de un reposo artificial y elegante que quizás
nunca consiga, pero en aras del cual sacrifica una tranquilidad real que está
siempre a su alcance, y si finalmente en su extrema vejez lo logra, descubrirá que
desde ningún punto de vista es preferible a la modesta seguridad y contento que
abandonó por él. Y entonces, en el trance postrero de la vida, ajado su cuerpo por
fatigas y enfermedades, amargada y encrespada su mente por el recuerdo de mil
injurias y frustraciones que imagina haber padecido por la injusticia de sus
enemigos o por la perfidia e ingratitud de sus amigos, entonces es cuando
empieza a caer por fin en la cuenta de que riqueza y pompa son meras baratijas
de frívola utilidad, que no sirven para procurar el alivio corporal y la paz espiritual
más que las cajas de tenazuelas del aficionado a las chucherías, y que al igual
que ellas resultan más molestas para la persona que las acarrea que cómodas por
las ventajas que puedan proporcionar.

La TMS subraya la importancia de la simpatía en los juicios, no en las


motivaciones.

Smith hace una distinción entre dos niveles de virtudes. Las “comerciales” o “más
bajas” (prudencia, justicia, industriosidad, frugalidad y constancia) y un nivel
primario de virtudes (benevolencia, generosidad, gratitud, compasión, amor,
amistad, etc). En la parte económica, se trabaja en los niveles bajos de virtud.

Seggún Buckle, Smith cortó la parte de la simpatía en su análisis del hombre en


RN y al hacer esto, se pudo ver al hombre en su análisis completo e integral.

No se debe confundir simpatía con benevolencia. Lástima y compasión son


palabras apropiadas para significar nuestra condolencia ante el sufrimiento
ajeno. La simpatía, aunque su significado fue quizá originalmente el mismo,
puede hoy utilizarse sin mucha equivocación para denotar nuestra compañía
en el sentimiento ante cualquier pasión. Aquí podemos ver que la simpatía no
es solo sentir compasión o lástima, sino que funciona ante cualquier pasión.
Significa “sentir con”.

Expresado en los terminos mas estrictos de nuestro tema, los humanos son
egoístas (self-interested), una caracteristica que no es necesariamente sinonima
del sentido que esta palabra tiene en el lenguaje comun [castellano; en ingles,
selfishness']. El hombre ≪economico≫ de Smith, en La Riqueza de las Naciones,
no es diferente de su hombre ≪moral≫ en The Theory o f Moral Sentiments.
Ambos son criaturas movidas por el egoismo. En The Theory o f Moral
Sentiments, la simpatia es aquella facultad humana que refrena el egoismo,
mientras que en La Riqueza de las Naciones la competencia es la facultad
economica que limita el egoismo. De hecho, la competencia asegura que la
persecucion del egoismo mejorara el bienestar economico de la sociedad. En la
epoca de Smith esta era una idea liberal, porque implicaba que una sociedad sin
extensos controles gubernamentales no degeneraria en el caos, como podria
suponerse. El monopolio, por otra parte, representa el egoismo desenfrenado y la
consiguiente destruccion de bienestar economico. Aunque a todos los vendedores
de bienes y servicios les gustaria cargar los precios mas altos que fuese posible
por sus mercancias o habilidades, generalmente no pueden hacerlo, a menos que
tengan algun privilegio de monopolio, lo que en el tiempo de Smith era concedido
por el gobierno. La competencia, o la ausencia de monopolio, obligara a todos los
vendedores a reducir sus precios (dentro de unos limites) para atraer mas clientes,
y el resultado natural de dicha accion es el de reducir los precios al consumidor y
mejorar el bienestar economico. Para el economista, algunos de los pasajes mas
memorables de Smith contienen invectivas contra los privilegios de monopolio. En
una de sus perdurables expresiones, Smith declaro: ≪Las gentes del mismo oficio
pocas veces se reunen, aunque sea para divertirse y distraerse, sin que la
conversación acabe en una conspiracion contra el publico o en algun arreglo para
elevar los precios≫ (La Riqueza de las Naciones, pp. 209-210). En otra parte
observo: ≪El monopolio es un gran enemigo de la buena gestion, la cual no puede
extenderse sino mediante la competencia libre y generalizada que obliga a cada
uno a recurrir a ella a fin de defender sus propios intereses≫ (La Riqueza de las
Naciones, p. 226).

Resumen video Solving the Adam Smith Problem Morality and Free Market
Capitalism
El interés en RN es visto como la prudencia, una virtud que solo puede ser
entendida revisando TSM. La prudencia en ambos libros es vista como la
frugalidad, industria, etc. Hacer lo que es correcto en recompensa a uno mismo.
Por qué actuar prudentemente? Pero el principio que anima al ahorro es el
deseo de mejorar nuestra condición, un deseo generalmente calmo y
desapasionado que nos acompaña desde la cuna y no nos abandona hasta
la tumba. En todo el intervalo que separa esos dos momentos es probable
que no haya un sólo instante en que las personas se encuentren tan perfecta
y plenamente satisfechas con su situación que no abriguen deseo alguno de
cambio o mejora de ninguna clase. El medio a través del cual la mayoría de
la gente aspira a mejorar su condición es el aumento de su fortuna (RN, II, 3).
La aprobación de la propiedad está fundamentada en la imaginación y el uso de la
simpatía: Cuando las pasiones originales de la persona principalmente
afectada están en perfecta consonancia con las emociones simpatizadoras
del espectador, necesariamente le parecen a este último justas y apropiadas,
y en armonía con sus objetos respectivos (TSM, I, 3). la prudencia nos da el
significado de su admiración pública, la cual es nuestro más fuerte deseo. La
felicidad es “tranquilidad en 2 sentidos”: En todo el intervalo que separa esos
dos Momentos (la vida y la muerte) es probable que no haya un solo instante
en que las personas se encuentren tan perfecta y plenamente satisfechas
con su situación que no abriguen deseo alguno de cambio o mejora de
ninguna clase (RN 2,3). La paradoja de la felicidad: la perversión de la
imaginación significa que estamos trabajando por la riqueza, la cual nos da
progreso en la sociedad, pero no nos acerca a la felicidad. La tensión entre el
interés propio y la simpatía desaparece cuando consideramos el uso de la
simpatía como la fundación de la prudencia.

Argumentos en contra:

Acorde con Skarzynski, “Smith fue un idealista, durante el tiempo que vivió en
Inglaterra bajo la influencia de Hume y Hutchenson. Despues de vivir en Francia
por 3 años y tener contacto con el materialismo prevaleciente ahí, se volvió
Materialista. Eso explica la diferencia entre TSM y RN.

Hay 2 Smiths. Uno inmaduro y otro maduro.uno dice que la gente se mueve por
benevolencia y el otro, solo por amor propio.

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