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Universidad Católica Andrés Bello

Postgrado de la Facultad de Derecho


Especialización en Derecho Administrativo
Teoría de la Intervención Económica
Prof. Gustavo A. Grau Fortoul

INTERVENCIÓN ECONÓMICA DEL ESTADO MEDIANTE


LA LEY CONSTITUCIONAL DE PRECIOS ACORDADOS

“La esencia del estatismo es tomar de un grupo a fin


de dar a otro. Cuanto más se pueden tomarse más
puede darse."
“El culto del Estado es el culto de la fuerza. No hay
amenaza más peligrosa para la civilización que un
gobierno de incompetentes, corruptos u hombres viles.
Los peores males que la humanidad haya tenido que
soportar fueron infligidos por los malos gobiernos”
“El socialismo y el intervencionismo. Ambos tienen
en común el objetivo de subordinar incondicionalmente
el individuo al Estado.”
Frases de El Estado omnipotente
Ludwig von Mises.

Alumno:
Omaira Emperatriz Mengo Patiño
C.I. 11.678.628

0
A manera de introducción

En principio debe advertirse que el presente trabajo es una vista muy pequeña de
como el Estado puede Intervenir en la economía, pasando una actividad específica por el
tamiz de las estructuras vistas en clase como son el Esquema Institucional Básico de
Derechos, Límites y Garantías, cuando es una actividad que se permite realizar a la luz
del artículo 112 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, o bajo
condiciones especiales y específicas cuando se habla de la prestación de los llamados
Servicios Públicos, en el ejercicio de la Actividad de policía, o cuando nos encontramos
en presencia de la las Relaciones Especiales de Sujeción, según lo visto en clases.
Ahora bien, casi todas las economías en la actualidad se desarrollan bajo el
llamado sistema capitalista, donde el mercado es el principal instrumento de asignación
de los recursos, dando respuesta a las tres cuestiones básicas de qué, cómo y para quién
producir, no obstante existen economías que propugnan por modelos económicos
disímiles bajo la premisa política de que aquel es un sistema que se aleja de la igualdad y
de la repartición equitativa de las riquezas y sus beneficios.
Cabe destacar, que en cualquiera de los sistemas políticos que se estudien el
sector público tiene un importante protagonismo y está muy presente en la economía, ya
que la intervención del Estado siempre ha tenido lugar preponderante en el
funcionamiento de las sociedades actuando en ocasiones como simple guardián del orden
social, garantizando mediante el sistema institucional y jurídico la libertad para realizar
contratos y la propiedad privada de los medios de producción o ya de lleno interviniendo,
como agente dentro del propio sistema bien sea desde su actividad controladora o en el
plano de productor, distribuidor o importador de bienes y servicios.
Ello así, la intervención del estado en la economía puede ser desde un simple
a complejo control, de forma más directa en el comportamiento de elementos básicos de
la economía como la producción, la importación, el consumo, la oferta o hasta el ahorro,
para lo cual existen innumerables herramientas con las que el estado interviniendo puede
moldear la economía más o menos a su gusto.

1
Dentro del elenco de las herramientas más comunes con las que cuenta el Estado
tenemos los impuestos, los subsidios, controles de precios, tasas de interés, actividad de
policía y el gasto público.
En ese orden de ideas, no resulta descabellado afirmar que la libertad de dedicarse
a la actividad económica de su preferencia no comporta una regla de “abstención” estatal,
sino que por el contrario el estado por medio de los Poderes Públicos interviene en la
economía a los fines de proteger o salvaguardar esa libertad de empresa.
Históricamente, se puede decir se han librado batallas ideológicas y otras no
tanto, por el reconocimiento de los derechos de propiedad y de libertades de explotación
económica, pero el ideario es que el Estado como garante en el orden económico debe
tener como fin la promoción de la libertad de empresa, la libre y sana competencia, la
protección de la propiedad privada y el incentivo a la producción, sin abandono de la
tutela de los bienes de interés general y de los fines del Estado.

DESARROLLO

En nuestro país, la “Constitución de la República de Venezuela”, de 1961,


consagraba, bajo el capítulo de “Derechos económicos”, el régimen económico al señalar
lo siguiente:

Art. 95. El régimen económico de la República se fundamentará en principios de


justicia social que aseguren a todos una existencia digna y provechosa para la
colectividad. El Estado promoverá el desarrollo económico y la
diversificación de la producción, con el fin de crear nuevas fuentes de riqueza,
aumentar el nivel de ingresos de la población y fortalecer la soberanía económica
del país.

Art. 96. Todos pueden dedicarse libremente a la actividad lucrativa de su


preferencia, sin más limitaciones que las previstas en esta Constitución y
las que establezcan las leyes por razones de seguridad, de sanidad u otras de
interés social. La ley dictará normas para impedir la usura, la indebida elevación de
los precios, y en general, las maniobras abusivas encaminadas a obstruir o restringir
la libertad económica.

Luego en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, prevé similar


disposición en su Capítulo VII, sobre los derechos económicos, en el cual se lee:

Artículo 112. Todas las personas pueden dedicarse libremente a la actividad


económica de su preferencia, sin más limitaciones que las previstas en esta
Constitución y las que establezcan las leyes, por razones de desarrollo humano,
seguridad, sanidad, protección del ambiente u otras de interés social. El Estado

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promoverá la iniciativa privada, garantizando la creación y justa distribución de la
riqueza, así como la producción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades
de la población, la libertad de trabajo, empresa, comercio, industria, sin perjuicio de
su facultad para dictar medidas para planificar, racionalizar y regular la economía e
impulsar el desarrollo integral del país.

De las referidas normas se desprende el reconocimiento de derechos como la


libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad; así como las garantías de la
producción de bienes y servicios, y la distribución de las riquezas, este emplazamiento
aunque resulte paradójico, deviene de la restricción de esa libertad económica, que de
conformidad con lo que señala la misma norma deberá estar sostenida por razones de
desarrollo humano, seguridad, sanidad, protección del ambiente u otras de interés
social.

En ese orden de ideas, sostiene el profesor Juan Domingo Alfonzo Paradisi, que
existen tres factores que comprenden el derecho a la libertad económica:
1.-La libertad de ejercicio en el mercado,
2.-La libertad de acceso al mercado,
3.-La libertad de cesar en la realización de esa actividad cuando lo desee. 1

Estos tres aspectos básicos están siendo afectados desde la instrumentación de


controles que invaden el derecho a la libertad económica en su esencia, siendo que el
Estado venezolano como Estado Social de Derecho y de Justicia (artículo 2 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela) está obligado a garantizar a
toda persona conforme al principio de la progresividad y sin discriminación alguna, el
goce y el ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de sus derechos, la
garantía de ese goce y ejercicio es obligatorio para todos los órganos y entes del Poder
Público, llamados a preservar el orden y la paz social, por tanto no puede escindirse la
responsabilidad de sus funcionarios cuando estando llamados a proteger esos derechos
sean ellos quienes los vulneren.

No debemos olvidar, que la institución de la responsabilidad patrimonial, penal,

1
Alfonzo Paradisi, Juan Domingo, Análisis Jurídico Ecoómico y Financiero de la Ley Orgánica de Precios
Justos y de la normata complementaria. Fundación de estudios de Derecho Administrativo. Caracas 2014,
p.19.

3
civil y administrativa se aplica a todos los funcionarios públicos y al Estado, con
fundamento en preceptos constitucionales, de conformidad con lo señalado en el
Artículo 139 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual
establece que: “El ejercicio del Poder Público acarrea responsabilidad individual por
abuso o desviación de poder, o por violación de esta Constitución o de la ley”.

Por su parte, el artículo 140 ejusdem consagra en pleno, el principio general de


responsabilidad del Estado, cuando prevé que: “El Estado responderá patrimonialmente
por los daños que sufran los particulares en cualquiera de sus bienes y derechos,
siempre que la lesión sea imputable al funcionamiento de la Administración Pública”.

Ahora bien, no cabe duda que la responsabilidad patrimonial del Estado es un


principio del Estado de Derecho, pero además en el caso venezolano se encuentra
reconocida expresamente en diversas disposiciones Constitucionales, además de los
artículos 139 y 140, como por ejemplo el artículo 6, relativo a los “Principios
Fundamentales”, donde se establece que “…el gobierno de la República Bolivariana de
Venezuela y las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático,
participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de
mandatos revocables…”, el reconocimiento constitucional del derecho a la igualdad
ante la Ley (Art. 21), el derecho a la tutela judicial efectiva (Art. 26), el derecho a la
propiedad (Art. 115), el principio de la legalidad (Art. 137) , la existencia de la
jurisdicción contencioso administrativa (Art. 259).

Este punto, respecto de la responsabilidad de los funcionarios y del Estado en


atención a la vulneración de los tres aspectos principales de la libertad económica que
ya mencionamos, como derecho a desarrollar la actividad de nuestra preferencia, será
de seguro tema en muchos otros trabajos y discusiones una vez superada la etapa súper
intervencionista actual.

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Por otro lado, es lógico entender que la intervención de los Poderes Públicos en el
orden económico es posible sólo a los fines de satisfacer determinadas causas de interés
general, que en todo caso legitimarían la intervención estatal en la economía, lo que
podría traducirse en que las limitaciones a esa libertad de empresa o dedicarse
libremente a la actividad lucrativa de su preferencia, encuentra su asidero en la
adecuada tutela de bienes de relevante interés general, que se puede consolidar a través
de las normas constitucionales, que sobre bases de normas generales habilitan a esos
poderes para intervenir en la economía.

Ahora bien, como es sabido desde esa estructura “socialista” y “respetando las
formas” que tiene el actual sistema político no deja de observarse como la
Administración ha asumido una intervención global y total en el sistema económico,
soportando dicha intervención en la “funcionalización social de la libertad del pueblo”
soberanía y no intervención extranjera.

Ello se evidencia por ejemplo desde el mismo mal llamado “poder popular”, desde
cuyas instancias lejos de propugnar por descentralizar y organizar de manera efectiva y
eficiente el poder, son autorizadas estructuras no previstas en la constitución,
organizadas y financiadas desde el Poder Ejecutivo Nacional cuyo objetivo es el
socialismo y el programa político del Gobierno, en contravención directa a la propiedad
y las formas empresariales tradicionales para evitar el crecimiento del sector privado
libre y autónomo.

Esto sólo es posible ya que la Administración bajo el sistema político actual, es


concebida como un instrumento del Estado Socialista, centralizador, que creando
estructuras nuevas como empresas de propiedad “social” (que al final son empresas con
figuras de derecho privado a las cuales se les otorgan privilegios y prerrogativas
propias de estructuras del estado) y las “misiones”, que no sustituyen a la organización
estatal tradicional (ministerios, entes, etc.) cuyo único fin es centralizar más aún el
poder y fortalecer el Ejecutivo en detrimento de los poderes de control.

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Cuando hablamos de Intervencionismo en sentido amplio nos referimos a toda
acción de la administración pública dirigida a regular la actividad de otro ámbito
público o privado, estableciendo las normas o realizando actividades en relevo de los
agentes que naturalmente lo harían, asumiendo su rol y limitando su autonomía.

El término de intervención, el término es más empleado en el terreno económico


como la afectación de la actividad económica privada por parte del Estado o de
cualquier otra estructura de la administración pública, desde donde la acción del
gobierno interrumpe las fuerzas del mercado y de la economía mediante de
regulaciones, políticas económicas o subvenciones.

De otra parte, se dice que las empresas estatales que operan en el mercado no
constituyen una intervención, sin embargo en el caso venezolano, a esas empresas se
les otorgan beneficios y privilegios que desequilibran la balanza del libre comercio y la
competencia leal, y de otra pare veremos como la Administración utiliza los entes de
fiscalización y de control, para cerrar toda posibilidad de escape del sistema, lo que
además de haber generado un retraso, genera un impacto en todos los sectores de la
economía, en el caso específico estaremos analizando el impacto que representan los
controles impuestos por la Ley de Precios Acordados en una breve comparación con su
Ley Precedente que es la Ley de Precios Justos, lo que además agrava la situación y el
impacto social al hablar de un tema de necesidad básica como lo es la alimentación y
otros productos considerados de primera necesidad.

Ahora bien, con la idea de equilibrar la libre iniciativa con la protección del interés
público, podemos señalar que la propia Constitución en su artículo el artículo 117
establece que:
Artículo 117. Todas las personas tendrán derecho a disponer de bienes y servicios de calidad,
así como a una información adecuada y no engañosa sobre el contenido y características de los
productos y servicios que consumen; a la libertad de elección y a un trato equitativo y digno.
La ley establecerá los mecanismos necesarios para garantizar esos derechos, las normas de
control de calidad y cantidad de bienes y servicios, los procedimientos de defensa del público
consumidor, el resarcimiento de los daños ocasionados y las sanciones correspondientes por la
violación de estos derechos.

De la norma transcrita se colige el establecimiento constitucional del derecho de


todas las personas a disponer de bienes y servicios de calidad, pero además de la

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necesidad y la protección de la información sobre el contenido y las condiciones de
esos productos (lo que no llama poderosamente la atención ya que siendo el Estado el
llamado a Garantizar el cumplimiento de dichos preceptos no se explica cómo entran al
país productos alimentos de primera necesidad contaminados vencidos con la
frecuencia que lo hacen), y estableciendo el derecho a la libertad de elección respecto
de esos bienes y servicios, para lo cual se delegó el establecimiento de «Los mecanismos
necesarios para garantizar esos derechos, las normas de control de calidad y cantidad
de bienes y servicios, los procedimientos de defensa del consumidor, el resarcimiento de
los daños ocasionados y las sanciones correspondientes por la violación de estos
derechos».

Dicha materia había sido regulada por el Decreto con Rango Valor y Fuerza de Ley
de Precios Justos, Nº 2.092 de fecha 8 de noviembre de 2015, publicado en la Gaceta
Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 40.787 Extraordinario de fecha 12
de noviembre de 2015, en la actualidad esa protección a los consumidores y usuarios
estará prevista en la Ley Constitucional de Precios Acordados, publicada en Gaceta
Oficial Nº 6.342 Extraordinario del 22 de noviembre de 2017.

En la Disposición Transitoria de esta nueva Ley se prevé que el incumplimiento de


los Precios Acordados será sancionado de conformidad con lo previsto en el Decreto con
Rango Valor y Fuerza de Ley Orgánica de Precios Justos, hasta tanto se cree el Sistema
Integrado de Seguimiento y Control para el Abastecimiento Soberano y Cumplimiento de
Políticas de Precios.

De esta disposición se puede colegir la creación de un nuevo Sistema de Control


distinto al actual llevado por la Superintendencia Nacional para la Defensa de los
Derechos Socioeconómicos de Venezuela (SUNDDE), creada según lo establecido en el
artículo 10 de la Ley Orgánica de Precios Justos promulgada en enero de 2014 vía
Habilitante (Gaceta Oficial N°40.340), lo que no señala es si ese nuevo sistema será
competencia de la Sundde o por el contrario se integrará ella al Sistema.

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Por otra parte de la referida disposición se desprende que se siguen manteniendo las
sanciones en base a Unidades Tributarias previstas en la Ley de Precios Justos, multas
calculadas sobre la base de Unidades Tributarias, de 500 a 30.000 UT aplicadas a las
infracciones genéricas, previstas para la trasgresión de derechos de los usuarios y
consumidores (artículo 47), de 500 a 10.000 UT aplicadas al expendio de alimentos o
bienes vencidos (artículo 48), pero además , en este último caso si se tratase de alimentos
o medicinas vencidas que impliquen el riesgo de la vida o de la salud prevé prisión de 7 a
9 años; establece además de 8 a 10 años de prisión por la especulación (artículo 49), de 6
a 8 años de prisión por la importación de bienes nocivos a la salud (artículo 50), de 5 a 10
años por alteración de la calidad o su destrucción (artículo 51), de 8 a 10 años por
acaparamiento, de 3 a 5 años por reventa, entre otras penas y delitos previstos en esa
norma.

Más allá de la validez del “Poder Originario”, (lo cual no es tema de la actual
presentación) no se justifica en modo alguno el rango “constitucional” que se le ha
querido otorgar a esta Ley, la misma resulta aún más confusa y contradictoria que la Ley
de Precios Justos, además a la transgresión del principio de reserva legal que operó desde
la Ley anterior que regulaba los precios de los bienes y servicios, se insiste en este nuevo
instrumento y se presenta nuevamente un esquema de control de precios, que aun cuando
lo aprobado en la Ley de seguro va necesitar reglamentación y aclaratoria, en ese sentido
se establecieron criterios para el establecimiento de los precios, sin embargo, sigue
siendo de atribución de la SUNDDE, la modificación o determinación del precio, de
acuerdo con lo establecido en su artículo 26, determinar cualquiera de las modalidades de
precio de un bien o servicio, o efectuar su modificación, de oficio o a solicitud del
interesado, con carácter general o particular.

Como se mencionó anteriormente, la Ley Constitucional de Precios Acordados


(LCPA), señala los lineamientos para la fijación de precios de los bienes y servicios, y lo
hace en los siguientes términos:

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Programa de precios acordados

Artículo 7. El programa de precios acordados se rige por los siguientes lineamientos:


1. El Programa de Precios Acordados promueve la celebración de convenios voluntarios sobre
precios, calidad, abastecimiento, distribución y suministro de bienes y servicios priorizados, así
como mecanismos para su evaluación y seguimiento, entre el Ejecutivo Nacional y los sectores y
actores del área productiva, de distribución y comercialización.
2. Los sectores y actores del área productiva, distribución y comercialización que integran los
distintos circuitos económicos de los bienes y servicios priorizados serán corresponsables en el
cumplimiento de los precios acordados mediante el diálogo y la negociación.
3. La productividad y las cantidades producidas se consideran elementos fundamentales
para establecer la estructura de costos en los precios acordados. Los precios así acordados
permitirán que las ganancias sean producto de una combinación de productividad,
volúmenes de producción y distribución, más el margen comercial propio de cada unidad de
producto o servicio.
4. Se estimulará y reconocerá en el precio acordado aquel bien o servicio que tenga mayor
componente nacional respecto a los insumos o bienes importados.
5. Los precios serán acordados en función de su eficiencia para asegurar el acceso de las
personas a los bienes y servicios, el costo de reposición y la ganancia ordinaria a estos efectos,
en el marco del Programa de Precios Acordados.
6. El precio acordado de los bienes y servicios priorizados será de obligatorio cumplimiento para
todas las personas naturales y jurídicas.
7. Los precios acordados serán revisados y actualizados regularmente según el
comportamiento de la economía y en los plazos que se convengan.
8. Las materias primas para la elaboración de los productos que sean definidos como bienes
priorizados deben ser destinadas a la producción de los mismos.
9. Los sectores público, privado y comunal promocionarán, publicarán y difundirán los precios
acordados, especialmente a través de los medios de comunicación social.
10. Solo quienes hayan celebrado convenios de Precios Acordados serán beneficiarios
de los estímulos derivados de estos acuerdos.

La redacción de la norma deja mucho que desear, más allá de lo incompresible de


la misma, por ejemplo en el artículo 7 parcialmente trascrito, este programa de
precios “acordados” comprendería e incluiría toda variable de decisión y resultado
como los precios, las cantidades, la calidad, materia prima, origen de las materias,
clasificación de prioridad o no, materias destinadas a la producción de productos
priorizados, etcétera; pero además resulta aún más restrictiva ya que para desarrollar
cualquier actividad económica en nuestro país respecto de los productos que el propio
ejecutivo determine como “priorizado” o esencial se estaría imponiendo una nueva
restricción y/o necesidad de una licencia especial.
Debemos recordar que el artículo 10 del Decreto con Rango Valor y Fuerza de
Ley de Precios Justos atribuía a la SUNDDE, fijar los criterios y normas para el

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establecimiento del Precio Máximo de Venta al Público (PMVP), del productor o
importador, y a nivel de distribuidor y de comercio al detal.

No obstante, y como ya lo adelantamos previamente el Estado venezolano por


órgano del Ejecutivo se reserva con esta nueva Ley “Constitucional” la exclusividad
de la competencia en materia de fijación de precios acordados, lo cual es una
intervención mucho más directa a todo el aparato productivo de bienes y servicios en
el área que de manera unilateral él determine es priorizado o esencial, mediante lo
previsto en su artículo 8, el cual es del siguiente tenor:

Artículo 8. El Ejecutivo Nacional, a través del órgano que este determine, convocará las
negociaciones de Precios Acordados con la participación de los órganos y entes del Estado
competentes en la materia, así como los sectores público, privado, comunal, y de las
trabajadoras y trabajadores, a través de los Consejos Productivos de Trabajadoras y Trabajadores,
relacionados con la producción, distribución y comercialización de los bienes y servicios
priorizados. Los convenios del Programa de Precios Acordados serán celebrados
directamente entre este órgano y las personas naturales o jurídicas que desarrollen
estas actividades económicas. La Vicepresidencia Ejecutiva de la República asumirá la
Secretaría Técnica de las negociaciones de Precios Acordados.

Ahora bien, la Ley Orgánica de Precios Justos permitió hasta cierto punto
desarrollar el término de “autoregulación” donde las empresas soportadas en su texto y
en la Providencia Administrativa Nº003, acumulando los respectivos soportes físicos y
contables, etc., de las operaciones de adquisición de materias primas o en el caso de
aquellos que adquieren bienes para la prestación de servicios o podían ir ajustando sus
precios de acuerdo a sus costos sin requerir autorización previa de la Sundde ni de la
Vicepresidencia de la República.

En estos casos, la fijación del precio por parte de ese productor o comerciante,
quedaba sometida a una eventual evaluación ex post del cumplimiento de los criterios y
las disposiciones referidas a la formación de estructuras de costos unitarias y de los
precios regulados, de acuerdo a las providencias y a los procedimientos dictados en el
seno del ese ente regulador.

Por el contrario, cuando se trataban de los productos cuyo precio regulado provenía
de una Providencia Administrativa específica, se producía un congelamiento de precios
hasta tanto el ente competente no actualizará el precio regulado (lo anterior no significa

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que en ocasiones las propias autoridades hacían vista gorda a la comercialización a
precios superiores a los precios regulados, porque de lo contrario colapsaría a cero la
oferta).

Un ejemplo de lo anterior, lo observamos en la providencia Nº 082, dictada en


noviembre de 2017, mediante la cual se fijó el Precio Máximo de Venta del Productor
y/o del Importador, el Precio Máximo de Venta del Distribuidor/Mayorista y el precio
máximo de venta al público del rubro Crema Dental a nivel nacional, donde incluso ya
estaba utilizando la nomenclatura de los precios acordados, y se previó que los precios
de venta al público de crema dental serían de la siguiente forma:

RUBRO PRESENTACIÓN PMVPI PMVDM PMVP


50 ML 1214 1336 1469
CREMA
100 ML 2189 2408 2649
DENTAL
150ML 3140 3454 3799

Leyenda:
PMVPI: Precio Máximo de Venta del Productor y/o del Importador
PMVDM: Precio Máximo de Venta del Distribuidor/Mayorista
PMVP: Precio Máximo de Venta al Público

Desde el punto de vista pragmático, este tipo de imposiciones tiene consecuencias


nefastas: desaparece el producto de los anaqueles casi de manera inmediata de aquellos
locales donde se prevé la supervisión del ente regulador tales como cadenas de venta
establecidas como supermercados o farmacias de renombre, pero además más allá de
las sanciones se observan todo tipo de irregularidades como la venta descontrolada en
la economía informal de dichos productos que luego de clasificarse de “priorizados”
pasan a ser de casi imposible acceso, eso sin contar con que aparecen en el mercado
productos del mismo rubro de carácter importado con precios que superan con creces a
los previstos en dichas regulaciones y sin ningún control sanitario, perdiéndose
entonces el sentido de la regulación y del “control” del precio “acordado”.

Lo mismo ocurre en otros rubros como el papel higiénico, o toallas sanitarias,


reguladas en las Providencias Nros. 83 y 85 del mismo mes de noviembre de 2017, los

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cuales luego prácticamente desaparecieron del mercado y al reaparecer, los precios no
se corresponden con los regulados en atención a que no están dentro de las categorías
que en dichas providencias se señalaron o porque simplemente las propias autoridades
hacen de la vista gorda a la comercialización a precios superiores a los precios
regulados, porque de lo contrario colapsaría a cero la oferta.

En consecuencia, por medio de la nueva Ley Constitucional de Precios Acordados


podrá el ejecutivo imponer precios, cantidades, calidad, composición del bien o
servicio, así como el tipo de oferta que pueda presentar la empresa regulada, espacio
alguno para ajustes automáticos o con cierta libertad sin la previa aprobación por parte
de la Vicepresidencia de la República, lo cual no sólo interfiere con la velocidad de
respuesta del mercado sino con la libre competencia e influye directamente en la
comercialización de los bienes y/o servicios.

En otras palabras, pasará a ser un control discrecional que dependerá únicamente


de la capacidad del mecanismo regulatorio y de la Vicepresidencia de la República para
ir ajustando los precios en el tiempo y de conformidad con las necesidades que él
indique son prioridades o no el problema fundamental de esto es que los rezagos en la
revisión de los niveles de precios fijados administrativamente, terminan destruyendo
los márgenes de los productores y oferentes, reduciendo los incentivos a la oferta, lo
que genera de manera inequívoca una estanflación mayor el de márgenes producto de
la inflación de costos que destruirá los incentivos y la oferta.

Por otro lado, esta nueva Ley “Constitucional” de Precios Acordados indica tomará
en consideración los cotos que implican la producción de bienes y servicios, lo que
podría interpretarse como que al fin se tomará en consideración el principio de la
relación entre productividad y rentabilidad, lo cual no es lo mismo, pero es que
adicionalmente toda regulación basada en costos es de bajo poder de incentivos, creando
incentivos perversos en favor de problemas de riesgo moral, al otorgar beneficios de
competencia desleal.

12
Ello así, no es que se indique que no deben existir controles, por el contrario una
política de control que en efecto tutele la productividad y la eficiencia, la competencia
leal y sana, respetando la propiedad y los principios de ganancias y rentas, debe
convertirse en un mecanismo de alto poder de incentivos para la inversión y despegue
productivo.

La determinación de los precios de los productos, no puede solamente estar


orientada en los costos, debe estar basada en las otras variables de mercado como
tiempos y esfuerzo para reposición, recuperación, fuerza de trabajo y costos de materiales
y servicios para la producción, así como las proyecciones de mercados y las inversiones
en cuanto a avances tecnológicos, de producción y mantenimiento a futuro, la
instrumentalización de estos conceptos en esquemas regulatorios tan intrusivos y
sustitutos de los mercados, resulta en un verdadero caos, que trae como consecuencia
que se atrofien los niveles de producción y se sancionen a aquellas estructuras que
producen en mayores proporciones de acuerdo a sus producciones sin determinar que
esa rentabilidad queda atada respeto de la inversión que se requiere.

En ese orden de ideas, los economistas advierten que el criterio previsto en esta
nueva Ley constituye nuevamente un reconocimiento y que la regulación de precios
basadas en costos es arbitraria cuando existen significativos costos conjuntos y comunes
que no son tomados en consideración para fijar los precios lo que se complica más aún,
cuando lo unes al criterio respecto a la consideración de los márgenes de ganancia de
forma sectorial o por actividad económica, si bien contaría con sentido, no será sencilla
su instrumentalización.

En ese, sentido señala la nueva Ley “Constitucional” de precios acordados


establece lo siguiente respecto de los costos:

Análisis de costos
Artículo 9. El análisis de los costos de los bienes y servicios priorizados se regirá por los
siguientes lineamientos:
1. Los sectores privado, público, comunal, y de las trabajadoras y trabajadores del área de la
producción, distribución y comercialización, presentarán sus estructuras de costos, mediante
una notificación formal de costos y precios ante la Vicepresidencia Ejecutiva de la República,

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para ser analizadas en las negociaciones de Precios Acordados, a través de Sistema Informático
de Administración de Precios.
2. El Sistema Informático de Administración de Precios Acordados dependerá de la Secretaría
Técnica de las negociaciones de Precios Acordados, estará efectivamente articulado con las
políticas públicas de producción, distribución comercialización, importación y administración de
divisas. El suministro de información al Sistema será de obligatorio cumplimiento para los
sectores público, privado y comunal.
3. Cuando existan costos conjuntos en la producción de determinados bienes finales, el precio
de los subproductos derivados de un producto principal serán definidos y establecidos en las
negociaciones de precios acordados.
4. El Estado establecerá la tasa de cambio para la estimación de las estructuras de costos,
cuando corresponda y según el peso relativo que tenga el bien o componente importado en la
estructura del producto respectivo.
5. A los efectos de la presente Ley Constitucional, se entenderá como costos de reposición el
análisis de los inventarios y su valorización será un elemento clave en la negociación de los
Precios Acordados. La valorización de los inventarios serán reconocidos a los costos promedios
ponderados, al método de valoración de inventario conocido como P.E.P.S. (Primero en Entrar,
Primero en Salir) o mediante otro método determinado en los convenios de Precios Acordados
que garantice el cumplimiento de las finalidades de la presente Ley Constitucional.
6. El margen de ganancia ordinaria debe ser el resultado del estudio sectorial y su aplicación
debe ser diferenciado según la naturaleza, estacionalidad, productividad, envergadura de los
actores, región o localidad, así como la oportunidad de la producción y la distribución.

Finalmente, pero no menos arbitraria la nueva Ley “Constitucional” de precios


acordados establece que será competencia del Ejecutivo Nacional (se reserva para sí la
misma), la incorporación de bienes o servicios al Programa de Precios Acordados así
como el establecimiento de sus precios, lo que nos indica es que todo, absolutamente
todo quedará sujeto a discreción del Poder Ejecutivo en cuanto a la fijación de sus
precios, ganancias, controles, licencias sin ningún otro fundamento más allá del que
considere respecto de su “importancia estratégica” para satisfacer necesidades, lo cual
es como decir que lo único que no podrá ser del control de Ejecutivo será el aire que
usted respire, pero si así lo decidiere y lo considerase estratégico podría incluso
comercializar su uso en alguna medida.

La mencionada competencia quedó prevista en los siguientes términos:

Incorporación de bienes y servicios


Artículo 11. El Ejecutivo Nacional se reserva la competencia de incorporar al Programa de
Precios Acordados cualquier bien o servicio, considerando su importancia estratégica para
satisfacer necesidades del pueblo.
Competencia del Estado en materia de fijación de precios
Artículo 12. El Estado se reserva la competencia de establecer los precios de los bienes y
servicios priorizados cuando así lo requieran circunstancias especiales o el interés general y
social.

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La administración pública venezolana, desde hace ya casi dos décadas, se ha
encargado de coartar la libertad de industria y comercio, en cada uno de sus aspectos
fundamentales, podemos encontrar como ejemplo claro la violación de la libre y sana
competencia desarrollado de forma específica, además, en el artículo 113 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sino que además se ha encargado
de establecer controles más rígidos y arbitrarios que desarticulan por completo el aparato
productivo, pero además en incurriendo en conductas de abuso de posición de dominio,
ha logrado establecer controles solo para sectores específicos propugnando por una
estatatización más profunda, y donde sus propias empresas disfrutan de una posición
dominante donde podrían imponer, con absoluta independencia de sus competidores,
precios y condiciones de comercialización supra competitivos a sus clientes y
distribuidores, afectando todas la fuerzas del mercado mediante normas regulatorias
intrusivas de los derechos más fundamentales, ya que en este caso estamos hablando de
productos de primera necesidad como los alimentos, medicinas, productos de aseo, etc.

Conclusiones
Como todo sabemos, el derecho de libertad económica consiste en el
reconocimiento para todas las personas de la libertad para desarrollar o dedicarse a la
actividad económica de su preferencia, sin más limitaciones que las previstas en el propio
texto constitucional y en la ley que regule la materia.
Ello así, viendo las cosas desde el esquema básico la libertad es la regla y las
limitaciones la excepción, y cuando existe una violación o perjuicio a ese derecho se

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activan las garantías que buscan el resarcimiento del daño a la situación jurídica anterior
a la situación lesiva.
Ahora bien, en nuestro ordenamiento jurídico-constitucional se reconocen dos
categorías principales de limitaciones al derecho de libertad económica: las limitaciones
legislativas y constitucionales y las limitaciones establecidas mediante reserva
constitucional o legal, las cuales no pueden transgredir el contenido esencial del derecho,
so pena de estar invadiendo lo que conocemos como núcleo duro.
No obstante, vemos como la administración pública venezolana, en concreto el
Poder Ejecutivo, se ha encargado de coartar la libertad de industria y comercio, en cada
uno de sus aspectos fundamentales, pero además haciendo invasiones a Reservas y
distorsionando todo el aparato productivo desde el control, bien desde el control
cambiario como los controles fiscales, y el de fijación de bandas de precios y ganancias a
los productores de bienes y servicios de manera discrecional bajo apariencia de formas
de legalidad.
Ello así, observamos como desde un punto de vista legal, el Estado ha establecido
estructuras que le permiten actuar con la condición de sujeto económico, acceder, actuar
y participar en el mercado, como oferente o demandante, y de influir con beneficios que
lo ponen en posiciones de poder sobre el resto de los actores económicos, pero además
establece controles extremos y discrecionales que le permiten controlar todo el aparato
económico.
Aunque, sean necesarios controles para evitar exceso y especulación en algunas
economías, en la nuestra precisamente esos controles son los que han generado excesos
de burocracia corrupción, inflación y escasez, si bien se requiere un control e
intervención del estado para evitar que algunos actores económicos cometan excesos y
perjudiquen a otros no puede ser el extremo restrictivo al punto de destruir la iniciativa
privada y la inversión, esta nueva ley de precios acordados, empodera aún más al
Ejecutivo vulnerando todas las garantías de las libertades económicas y de la propiedad
privada.
En teoría, el estado debe crear un marco que garantice unas condiciones ideales o
al menos aceptables para todos los actores económicos, de lo contrario se crea un
conflicto que lleva a la ruina a toda la economía, lo que estamos viviendo es

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consecuencia de los extremos controles por casi dos décadas y la solución no son
regulaciones más duras o con controles más discrecionales.

Bibliografía Consultada:
ALFONZO PARADISI, Juan Domingo, Análisis Jurídico Económico y Financiero de la Ley
Orgánica de Precios Justos y de la normativa complementaria. Fundación de estudios de Derecho
Administrativo. Caracas 2014, p.19ARAUJO-JUÁREZ, José. Derecho administrativo. Parte
general. Caracas, Ediciones Paredes, 2007.

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BREWER - CARIAS, Allan R. La Constitución de 1999. Caracas (Venezuela): Editorial, 2000.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela N° 36.680, de fecha 30 de diciembre de 1999, reimpresa por error del
ente emisor y publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5.453 del 24 de marzo de 2000.
Enmienda Nº 1 publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5.908 del 19 de febrero de 2009.
DICCIONARIO LAROUSSE ILUSTRADO, Paris, 17 rue del montaparnasse y boulevard raspail,
114.
DICCIONARIO JURÍDICO ESPASA, Fundación Tomás Moro Ilustrado, Espasa Calpe C.A., Vía
de las dos Castillas, 33 Complejo Ática Edificio 4, Pozuelo de Alarcón, Madrid, España.

Decreto con Rango Valor y Fuerza de Ley de Precios Justos, Nº 2.092 de fecha 8 de noviembre
de 2015, publicado en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 40.787
Extraordinario de fecha 12 de noviembre de 2015.

Ley Constitucional de Precios Acordados, publicada en Gaceta Oficial Nº 6.342 Extraordinario


del 22 de noviembre de 2017.

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