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que expresa el tiempo de la espera, de la purificación, de la vuelta al
Señor, de la consciencia de que Dios es fiel a sus promesas. Este
número no constituye un tiempo cronológico exacto, resultado de la
suma de los días. Indica más bien una paciente perseverancia, una
larga prueba, un período suficiente para ver las obras de Dios, un
tiempo dentro del cual es preciso decidirse y asumir las propias
responsabilidades sin más dilaciones. Es el tiempo de las
decisiones maduras". (Benedicto XVI. Audiencia 22-2-12)
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viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la
soledad.
cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la
droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles
pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida
completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y
rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido
Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos…
haciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás. No es
una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de
la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como
verdadero, para confundir el corazón del hombre. Cada uno de
nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón
si se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas.
Tenemos que aprender a no quedarnos en un nivel inmediato,
superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro
interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y
ciertamente sirven para nuestro bien.
Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de
todos los males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y,
por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con
nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y
sus Sacramentos [3]. Todo esto se transforma en violencia que se
dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras
«certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de
paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a
nuestras expectativas.
El amor se enfría también en nuestras comunidades: las señales más
evidentes de esta falta de amor son: la acedia egoísta, el pesimismo
estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras
fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de
lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero[4]”.
(Papa Francisco. Cuaresma 2018)
1. Romperás de una vez por todas con lo que tú bien sabes que Dios
no quiere, aunque te agrade mucho, aunque te cueste “horrores”
dejarlo. Lo arrancarás sin compasión como un cáncer que te está
matando. “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina
su vida? (Mc 8, 36)
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2. Compartirás tu pan con el hambriento, tus ropas con el desnudo, tus
palabras con el que vive en soledad, tu tiempo y consuelo con el que
sufre en el cuerpo o en el alma, tu sonrisa con el triste, tu caridad con
TODOS. Examinarás esto con cuidado cada noche. "En verdad os
digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis." (Mt 25, 40)
3. Dedicarás un buen tiempo todos los días para estar a solas con
Dios, para hablar con Él de corazón a Corazón. Será un tiempo de
agradecer, de pedir perdón, de alabarle y adorarle, de suplicar por la
salvación de TODOS. Este tiempo no es negociable. “Sucedió que por
aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la
oración de Dios.” (Lc 6, 12)
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ella, justa o injustamente, esté arrepentido o no. Un perdón que no
será sólo tolerar o soportar sino que ha de brotar del amor sincero y
sobrenatural. Los perdonarás uno por uno, primero en tu corazón y
luego, si te es posible, también con tus palabras. No permitirás que el
rencor ni el resentimiento envenenen tu corazón. “Padre, perdónales,
porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34)
10. Anunciarás a los hombres la verdad del Evangelio. Les dirás sin
temor que Dios los ama, que se ha hecho hombre por ellos y ha
muerto en la cruz para salvarlos. Les mostrarás que sólo Él los puede
hacer plenamente felices. Les harás ver que la vida que tiene su
origen en Dios, es muy corta, se pasa rápido y que Dios es su destino
final; vivir por Dios, con Dios y en Dios es lo sensato y seguro. “Y les
dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación».“ (Mc 16, 15)