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Apuntes de Vicens Vives

DEMOGRAFÍA, POTENCIAL HUMANO Y BASE ECONÓMICA

LA POBLACIÓN:
A lo largo del siglo VIII existió una constante corriente migratoria de bereberes que debió formar la
base de la primitiva población musulmana. Sin embargo, los invasores nunca llegaron a formar un contingente
importante dentro de la población.
En los siglos IX y X, la España musulmana (al-Andalus) conoció un sensible aumento demográfico.
Las causas de este aumento se debieron al desarrollo de la agricultura y de las demás fuentes de riqueza.

LOS VENCEDORES:
Se observa una diferencia bien clara entre dos grupos raciales: los árabes y los bereberes. Los árabes
estaban divididos en dos grupos tribales: los yemeníes (o kelbíes) y los maadíes (o caisíes) quienes eran
enemigos. Posteriormente, las oleadas inmigratorias de sirios y persas complicaron aún más esta división
racial.
En principio, los invasores se instalaron en el campo, dejando las ciudades a la población sometida.
Los árabes se establecieron en las mejores tierras, mientras que los bereberes (procedentes de tierras
montañosas) fijaron su residencia (voluntariamente o forzados) en comarcas montañosas.

LOS VENCIDOS:
La mayor parte de la población hispana no huyó ante el avance musulmán. Quizá por la suavidad del
trato o por el insoportable peso impositivo visigodo, sólo se retiraron al norte los partidarios de Rodrigo y
algunos altos funcionarios eclesiásticos.
Pronto se formaron dos grupos: 1) la mayoría de la población, que se convirtió al Islam (los musalima
o nuevos musulmanes), algunos de los cuales eran personas que buscaban ser beneficiados o antiguos siervos
visigodos, que al convertirse (maulas) adquirían la libertad según lo establecido por la ley coránica. Los
descendientes de matrimonios mixtos eran llamados muladíes (“adoptados”), aunque muy pronto esta
denominación englobó a todos los hispanos convertidos al Islam.
2) El segundo grupo eran los hispanos que se mantuvieron fieles al cristianismo y recibieron el nombre
de mozárabes. Al principio eran muy numerosos en las ciudades pero su número fue disminuyendo al
convertirse o emigrar al norte, ya que estaban obligados a pagar un tributo especial: la capitación (estaban
exentos los niños, los monjes, los ciegos, los lisiados, las mujeres, los enfermos y los mendigos). Los
mozárabes fueron obligados a vivir en barrios especiales, a extramuros, donde gozaban de cierta
independencia. Un funcionario nombrado por ellos (defensor o protector) defendía sus derechos ante el
soberano musulmán. Cuando la conquista fue considerada afianzada, se prohibió el uso de la lengua latina y
se obligó a los hijos de cristianos a estudiar en escuelas arábigas. Luego comenzaron a sufrir una persecución
continua que se tradujo en movimientos de resistencia en Córdoba y otras ciudades.
En cambio, la condición de los judíos mejoró con respecto a la que tenían en los últimos tiempos del
gobierno visigodo.
La población no libre estaba conformada por siervos y esclavos: la condición de los siervos labradores
se suavizó notoriamente bajo la dominación musulmana, pudiendo convertirse al Islam. Los eslavos (nombre
común de todos los extranjeros) en su mayor parte procedentes de Europa central y oriental. Podían ser
esclavos personales o del monarca. Estos formaban parte del ejército y de la guardia del palacio.

GRUPOS SOCIALES:
La aristocracia estaba formada mayoritariamente por árabes, enriquecidos por los repartos de tierras.
Dentro de la población libre que no era aristócrata, fue surgiendo una clase media dedicada al
comercio y a la industria (conformada por muladíes y judíos), separándose del resto del pueblo: proletario en
las ciudades y aparcero en los campos.
Los no libres estaban representados por los siervos campesinos, que vivían en una condición semejante
a la de la época visigoda. Los esclavos eran utilizados en actividades domésticas o en puestos de influenca en
la época del Califato.

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LA ARISTOCRACIA DE SANGRE Y DE SERVICIO:
La aristocracia de sangre estableció señoríos semiindependientes, siendo una aristocracia rebelde y
turbulenta. Estos aristócratas eran los jefes del ejército. Esta situación comienza a cambiar con el
advenimiento de Abdderrahman III que combatió y redujo el poderío de la aristocracia de sangre, al tiempo
que creaba una nueva nobleza de servicio para reemplazar a la anterior. Así terminó el papel de la aristocracia
árabe en España. La conformación de esta nueva nobleza estaba dada por eslavos (esclavos) que eran
educados con rigor en el palacio califal.
Los árabes eran tolerantes, el jefe de tribu beduina (jeque) nunca fue un hombre que sintiera la religión
profundamente. El noble árabe siempre mantuvo su indiferencia religiosa, mientras que los bereberes y el
pueblo bajo fueron intolerantes con los cristianos. Los nobles les permitieron ejercer su religión, tener sus
templos y sus costumbres, siempre que pagaran el impuesto correspondiente.

EL DOMINIO DE LA TIERRA:
En un primer momento los musulmanes confiscaron todos los bienes pertenecientes al Estado
visigodo, de la Iglesia y de los particulares muertos en combate o que huían ante el avance musulmán. De este
inmenso botín dedujeron una quinta parte (1/5) que constituyó el patrimonio del Estado (joms). Estas tierras
del estado eran trabajadas por campesinos hispanos que tributaban 1/3 de la renta al Estado.
El resto (los 4/5) de los bienes requisados fue repartido entre los musulmanes, recibiendo la mejor
parte los árabes. Estos no cultivaban directamente los predios sino que los otorgaban en aparcería a hispanos,
mediante el pago de 1/3 a 1/5 de la cosecha. De este modo, el latifundismo musulmán sustituyó al visigodo.
Los bereberes en cambio sí cultivaron por sí mismos las tierras que les otorgaron. Cuando las oleadas
de sirios y persas incrementaron la población musulmana, no se les concedió la propiedad de tierras sino el
usufructo de un tercio de los bienes inmuebles que se les asignaron.
Con el tiempo. Se manifestaron las dificultades del sistema de latifundios y se procedió a una lenta
parcelación de la propiedad agraria con el resultado de mejorar.
Las propiedades de los hispanos que aceptaron el dominio musulmán estaban obligados al pago de un
tributo llamado jarasch.

DESARROLLO DE LA AGRICULTURA:
La agricultura se desarrolló en forma extraordinaria. Esto fue debido a la parcelación de los grandes
latifundios ya que los soberanos musulmanes pronto se dieron cuenta de los inconvenientes y fueron
entregando poco a poco a los cultivadores, el dominio directo de la tierra a cambio de un tributo. El régimen
de propiedad dividida hizo aumentar el rendimiento de los cultivos. La roturación de nuevas tierras, el
desarrollo de regadíos mediante nuevas canalizaciones y el perfeccionamiento de las antiguas consolidaron el
bienestar de las clases rurales.
Esto, unido a la difusión de nuevos cultivos (el arroz, caña de azúcar, algodón, árboles frutales) dio
gran impulso a las actividades agrícolas.

RENACIMIENTO INDUSTRIAL:
El estancamiento de la industria en la época visigoda dio paso a un notorio impulso en la musulmana.
El incremento de la agricultura y el crecimiento de la población trajo un aumento en el nivel de vida que la
industria se encargó de desarrollar. Se fabricaban cueros en Córdoba; tejidos de lino y pieles de castores en
Zaragoza; telas de lana y seda en Córdoba, Málaga y Almería; la cerámica en Valencia; en Toledo las armas.

EL COMERCIO:
Una extensa flota construida en los astilleros de Almería y Sevilla transportaba productos como
algodón, vinos, aceite, aceitunas, higos, azúcar, azafrán, seda, hierro. Importaba tejidos de Siria y Egipto,
libros, joyas y esclavos.
Por tierra se desarrollaba a través de una red de caminos que seguían las vías romanas, conservadas y
mejoradas por los musulmanes.
Los mercados se extendían alrededor de las mezquitas.
El estado monopolizaba la percepción de aduanas. Esta recaudación llegó a constituir la principal
fuente de riquezas del tesoro en tiempos del Califato.
Artesanos y comerciantes se asociaban en gremios, a cuyo frente se hallaba un síndico nombrado por
la administración y responsable de la honradez de los agremiados.

LAS RENTAS DEL ESTADO:


Estaban conformadas por los tributos de los campesinos que trabajaban las tierras del estado (joms),
los impuestos territoriales (jarasch) y personales (capitación). Seguían luego derechos de aduanas, tributos de
vasallaje, diezmos, impuestos percibidos de los reinos cristianos del Norte, etc.

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EL EJÉRCITO:
En un principio era tribal, es decir que cada tribu suministraba un cierto número de hombres, que eran
llamados por un tiempo determinado y pagados con cargo al tesoro público. Estos contingentes eran
mandados por los jeques. Hasta tiempos de Al Manzur coexistieron el ejército tribal y el mercenario, quien
abolió la organización por tribus y formó una nueva, de base regimental.

EL PROCESO POLÍTICO:
Durante el primer medio siglo de dominio musulmán fueron constantes las guerras civiles entre las dos
principales tribus árabes, así como la de estos contra los bereberes.
En 756, Abderrahman I apoyándose en los yemeníes venció en la batallad e Alameda a Yusuf y Somail,
representantes del poder califal.
Abderahman III combatió contra el califato fatimí, conquistando gran parte del magrib y Túnez, pero a
la muerte de éste califa, el Magrib volvía a ser independiente bajo la acción de los almorávides.
En 1121 los almohades se rebelan contra los almorávides y en 1144 estalla una sublevación en España,
que con la ayuda de los almohades acaba con la dominación almorávide en Al-Andalus. De nuevo surgen
reinos de taifas y los almohades deben luchar desde 1146 hasta 1192 para conseguir la sumisión de los
musulmanes españoles. En 1224 desapareció el imperio almohade a manos de los benimerines. Las fronteras
cristianas avanzaron nuevamente hacia el Sur y surgió una nueva etapa de reinos de taifas, aunque esta vez
sólo fueron cuatro: Valencia, Murcia, Niebla y Arjona (base del reino granadino).
A partir del 1238 el reino de Granada se constituyó en el último bastión musulmán en España, quienes
solicitaron la ayuda de los benimerines, quienes fueron vencidos en 1340 por Alfonso XI. Poco después, la
conquista de Gibraltar redujo al reino de Granada a estrechos límites. Sin embargo, pudo perdurar aún un
siglo y medio.

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