You are on page 1of 6

La Voluntad General de Rousseau

Introducción

El presente trabajo tiene la intención de explorar en las palabras que Jean Jackes Rousseau
le dedico a la Voluntad General (VG), en la más emblemática y traducidas de sus obras, El
Contrato Social. Allí Rousseau afina su pluma y despliega su erudición, específicamente
sobre la VG en el Libro Segundo, Capítulos I, II, III y Libro Cuarto Capítulo I.

Es nuestra pretensión analizar las características de la VG, basadas en las descripciones de


Rousseau a lo largo de su obra junto a los escritos de importantes pensadores que lo
estudiaron e intentaron dilucidar su pensamiento. Al decir de Shelldon Wolin. “la voluntad
general era la expresión suprema de la comunidad de Rousseau, la conciencia colectiva
era la forma más elevada de de la vida psíquica; obedeciéndola, el individuo se elevaba de
su simple egoísmo, o lo que Rousseau había denominado voluntad particular”1

Atributos de la Voluntad General

La Voluntad General es inalienable, titula Rousseau en el libro Segundo capítulo I del


Contrato Social. La VG tiene la exclusiva facultad de dirigir las fuerzas del Estado que
lleva como fin lograr el bien común y evitar los intereses o voluntades particulares (el
egoísmo, al decir de Wolin). Dirá Rousseau que los intereses comunes de esos diferentes
intereses es lo que constituye el vínculo social, porque de lo contrario no habría sociedad.
Es así que la VG no puede ser enajenada porque es el ejercicio de la soberanía, al igual que
tampoco puede ser representada más que por cada hombre por sí mismo.

La VG tiende a la igualdad. Al ser el fin de la sociedad el bien común, no pueden


prevalecer los intereses particulares que tienden a las preferencias de cada uno y quebrantan
la igualdad, beneficiando solo a un pequeño sector. En la VG se encuentra igualdad y
equidad. La igualdad permite la conservación de la sociedad misma, porque si dejamos de
compartir los intereses que nos unen e imperan las voluntades particulares el vínculo social
se rompe.

1
Sheldon Wolin, Perspectiva y Política, continuidad y cambio en el pensamiento político universal,
Amorrortu Editores, España, 2008, pág 400.
Esta igualdad es creada a través de las leyes, teniendo la VG la potestad exclusiva de hacer
las leyes. No debemos olvidar el lugar destacado que Rousseau otorga a las leyes. El solo
hecho de transgredirlas producía la exclusión de la calidad de ciudadano. Dice Rousseau
“Todo malhechor, al atacar al derecho social, resulta por sus fechorías rebelde y traidor a
la patria, le hace la guerra….la conservación del Estado es incompatible con la suya, es
preciso que uno de los dos perezca, y cuando se ejecuta al culpable es más como enemigo
que como ciudadano”2 Las leyes deben ser generales y universales, porque solo así
responden al interés común: “toda función que se refiera a un objeto individual no
corresponde al poder legislativo”3.

Ligada a la cualidad de inalienable, está la de ser indivisible. Rousseau no admite ningún


tipo de representación del cuerpo ciudadano, tampoco permite la existencia de grupos
parciales o facciones. Nos dice que cuando “éstas se forman a expensas de la grande, la
voluntad de cada una de esas asociaciones resulta general en relación al Estado. Entonces
puede decirse que no hay tantos votantes como hombres, sino solamente tantos como
asociaciones”4. La presencia de grupos parciales rompe el esquema de Rousseau, por lo
que dentro de su lógica es inadmisible. Lo que también se quiebra es el principio de
inclusión que prescribe la VG, por lo que ningún hombre puede quedar afuera de las
decisiones y las facciones serian una de las causas por las que esto suceda, ya que reinarían
las preferencias particulares de los grupos.

La VG no se equivoca, o como expresa el Capítulo III del Contrato Social, ¿Puede errar la
Voluntad General? Rousseau nos dirá que la VG es siempre recta y siempre tiende a la
utilidad pública. Lo que admite es que al pueblo puede engañárselo y solo en este caso elige
lo incorrecto. Las sociedades parciales o facciones, pueden hacer que la VG se equivoque,
al mostrarnos un interés particular como general. La VG tiene tal grado de infalibilidad que
Rousseau afirma: “Si cuando el pueblo suficientemente informado, delibera, no tuvieran
los ciudadanos ninguna comunicación entre ellos, del gran numero de pequeñas

2
Rousseau, Jean-Jacques: Del Contrato social. Pág 63
3
Ibidem, pág 66
4
Ibidem, pág 57
diferencias resultaría siempre la voluntad general, y la deliberación sería siempre
buena”5.

La VG respecto del soberano y del ciudadano es absoluta, al obligarse cada individuo


obtiene más libertad, porque obedeciéndose a todos, no está obligándose más que así
mismo, y él es el autor de las leyes que va a obedecer. De este esquema se infiere que cada
uno queda sometido a las condiciones que impone a los demás. Dice el filósofo ginebrino:
“….preguntar hasta dónde llegan los derechos respectivos del soberano y de los
ciudadanos es preguntar hasta qué punto pueden éstos obligarse con ellos mismos, cada
uno con todos y todos con cada uno”6

Le ha sumado varias críticas a Rousseau el postulado que determina que la VG no se


equivoca. Parados en las instituciones democráticas, es inevitable preguntarnos, qué sucede
con la diversidad de opinión, qué sucede con el que no está de acuerdo. Rousseau nos
responde, y simplemente nos dice: ese individuo está equivocado. Ya había advertido
Rousseau la idea de “ obligar a ser libres”, porque “el que niegue a obedecer a la VG será
obligado a ello por todo el cuerpo; lo que no significa otra cosa sino que se le obligará a
ser libre; pues tal es la condición, que dando cada ciudadano a la patria, le garantiza de
toda dependencia personal; condición que constituye el artificio y el funcionamiento de la
máquina política y que es lo único que hace legitimas las obligaciones civiles, las cuales
serían, sin esto, absurdas, tiránicas y expuestas a lo más enormes abusos”7

El ciudadano se equivoca, porque de lo contario no tendría los beneficios de la igualdad, la


equidad, el interés general, las leyes, la libertad; por ello se lo obliga a ser libre y se le
impide negarse a obedecer la VG, porque seguramente ha sido tentado, engañado, inducido
a responder a su propia voluntad y es deber de la VG regresarlo al buen camino. Existe un
pasaje que refleja de una forma aún más precisa lo que estamos esbozando:

“Y cuando vence la opinión contraria a la mía, ello no prueba otra cosa sino que me
habría equivocado, y que lo que yo creía que era la voluntad general no lo era. Si hubiera

5
Ibidem,Pag 57
6
Ibidem, Pag 61
7
Ibidem, Pag 40
vencido mi opinión particular, yo habría hecho otra cosa distinta de la que quería, y es
entonces cuando no habría sido libre”8

Pensemos lo que en palabras de Wolin, expusimos al comienzo, la VG en el pensamiento


rousseauniano no es nada menos que la conciencia psíquica de la vida colectiva. Rousseau
le otorga un rol central dentro de su pensamiento, al depender de ella, la conservación del
Estado mismo. Todo lo que dijimos entonces acerca de quien no responde a la VG está
equivocado, no hace más que proteger la VG, porque de lo contrario se desmorona el
edificio rousseauniano, por lo que es razonable en esta lógica la idea de “obligar a ser
libres”.

Aquí aparece otra cualidad, la VG asegura la libertad, ayuda a ser libre al individuo.
Someterse a la VG vuelve libres a los hombres.

Nos dice en el capítulo I del libro IV del Contrato Social, que la VG es indestructible. Por
todas las características señaladas, la VG es sólida y fuerte, pero si llegamos a la ruina del
Estado y las voluntades particulares de los individuos han prevalecido, ¿qué sucede con la
VG?, ¿se corrompe, se extingue? El mismo Rousseau se encarga de responder en forma
categórica y nos dice: “No, sigue constante, inalterable y pura; pero está subordinada a
otras que pueden más”9. De aquí se deriva que es indestructible e incorruptible. Digamos
que se encuentra suspendida mientras dura esta circunstancia de crisis, más no perece.

La VG no es la opinión de la mayoría o al menos no se identifica con ella solamente. En las


deliberaciones si bien se hace un cálculo de los votos, no se pregunta si aceptan o rechazan
algo, sino si ese asunto es consecuente con la VG, por lo que se hace una valoración
cualitativa. No es la mayoría porque ya dijimos que el pueblo se puede equivocar cuando
se lo engaña. La VG, entonces es mucho más que la mayoría.

Conclusión

A estas alturas, podemos preguntarnos ¿qué es a fin de cuentas la Voluntad General?, es


una idea reguladora, es un mecanismo para tomar decisiones?, ¿se asemeja por sus

8
Ibidem, pág 135
características a la idea de Democracia Deliberativa?, ¿es el equivalente al Poder
Legislativo? Algunos filósofos contemporáneos, como Da Silveira piensan que no se trata
de un modelo abstracto, sino de un proyecto político que presenta múltiples dificultades
para su aplicación, alguna de ellas, la complejidad de la sociedad, la inutilidad de someter
asuntos urgentes al proceso de la VG, la cantidad de habitantes que dificulta la
participación directa de los ciudadanos, entre otros.

Pensamos que la VG es una idea fundamental dentro de la estructura de pensamiento de


Rousseau, que explica la idea de comunidad, articulando un mecanismo para eliminar los
intereses particulares que obstaculizan el bien común. La VG o “yo común”, explica al
igual que el Leviatan de Hobbes, la idea de una entidad superior a los hombres que
posibilita la conservación de la sociedad.

La VG conduce al goce de la libertad, y ello no es tarea sencilla. Esto se debe a que


Rousseau, en contraposición a otros pensadores como Hobbes, interpela a los ciudadanos a
meterse en el barro de la política, a involucrarse en los asuntos de forma directa, sin
representantes y perseguir la libertad, porque ésta no se consigue fácilmente. De aquí su
admiración por la polis griega, cuya gran ocupación era su libertad, al decir de Rousseau.

Creemos que cada pensador debe ser analizado e interpretado en su contexto; en el caso de
Rousseau, situándonos en el siglo XVIII, en los albores de la Ilustración, y ya palpitando la
Revolución Francesa ( 1789); haciendo pie aquí, no podemos dejar de valorar sus
interesantes e invaluables aportes para la filosofía política y sobre todo para la
construcción, junto a otros pensadores contractualistas o iusnaturalistas, de una teoría
racional del Estado. En este trabajo solo nos hemos detenido en la Voluntad general, pero el
recorrido por sus obras, como el Emilio o Discurso sobre el origen de la desigualdad entre
los hombres, constituye un material de una profunda riqueza para la humanidad.

Bibliografía

 Borón, A. (comp): La Filosofía política moderna. De Hobbes a Marx. Eudeba.


Buenos Aires, 2000.
 Rousseau, Jean-Jacques: Del Contrato social. Discursos. Alianza editorial. Madrid,
2002.
 Dotti E., Pensamiento Político Moderno, Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía,
Editorial Totta, 1994.
 Bobbio Norberto, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, Diccionario Político,
Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2005
 Wolin Sheldon, Política y Perspectiva, continuidad y cambio en el pensamiento
político universal, Amorrortu Editores, España, 2008.

You might also like