Professional Documents
Culture Documents
Molotov’
Marcuse, Benjamin, Adorno y sus seguidores profetizaron algunos de los
males del presente: el imperio tecnocrático, el consumismo o la
colonización de las mentes. Una gran biografía coral analiza las paradojas
de una filosofía que supo retratar el mundo pero no hizo nada por
cambiarlo
Otros
159
Conéctate
Conéctate
Imprimir
Herbert Marcuse, en un acto en la Universidad Libre de Berlín en 1967. GETTY
CÉSAR RENDUELES
MÁS INFORMACIÓN
Un poso de amargura
En 1962, 20 años después de que Brecht y Eisler se echaran unas risas a costa
del Instituto de Weil, Lukács escribió un virulento texto contra Adorno y otros
intelectuales progresistas. Lukács entendía el compromiso con la causa del
proletariado como un salto de fe —una conversión, en un sentido muy literal—
que conllevaba tensiones y sacrificios personales. Los marxistas occidentales,
en cambio, llegaban a asomarse al pozo sin fondo de los problemas e injusticias
del capitalismo… y allí se quedaban. El Gran Hotel Abismo, decía Lukács, ha sido
erigido precisamente al borde de esa sima para dar acomodo a las mentes
inquietas: “Se vive aquí en la más exuberante libertad espiritual: todo está
permitido; nada escapa a la crítica. Para cada tipo de crítica radical —dentro de
los límites invisibles— hay habitaciones especialmente diseñadas. (…) Toda
forma de embriaguez intelectual, pero también toda forma de ascetismo, de
autoflagelación, está igualmente permitida”.
A los francfortianos siempre se les indigestó el compromiso,
incluso las pocas veces que lo buscaron
Un final para Walter Benjamin. Álex Chico. 256 páginas. 16 euros. Candaya, 2017.
En Gran Hotel Abismo, Stuart Jeffries propone una trepidante biografía coral de
los miembros de la Escuela de Fráncfort —Benjamin, Adorno y Horkheimer,
pero también Herbert Marcuse, Erich Fromm, Leo Löwenthal, Friedrich Pollock
o Franz Neumann—, autores cuyo legado sobrevive a través de un continuo
ciclo de olvido y reivindicación (en la década de los sesenta Benjamin era un
autor muy poco leído y el propio Michel Foucault reconoció que había conocido
tardíamente la teoría crítica). El ensayo de Jeffries es un excelente retrato
intelectual del periodo de entreguerras, no siempre sutil pero sí enérgico y
nada pomposo. Muchos de los artistas y pensadores centroeuropeos más
importantes de la época pertenecían, como los miembros de la Escuela de
Fráncfort, a familias judías adineradas cuya vida burguesa detestaban y con las
que intentaron romper a través de una recepción febril del modernismo. En
esta dinámica edípica, el compromiso político fue casi siempre posterior a la
rebelión artística. Lukács se intoxicó de Dostoievski y Endre Ady mucho antes
de sucumbir a los encantos de Lenin, Adorno llegó a la crítica de la alienación
desde el dodecafonismo y Horkheimer hizo sus primeras armas literarias
escribiendo novelitas románticas.