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Martín Lutero (Eisleben, Alemania, 10 de noviembre de 1483 – ibídem, 18 de febrero de

1546), nacido como Martin Luder,1 después cambiado a Martin Luther, como es
conocido en alemán, fue un teólogo y fraile católico agustino que comenzó e impulsó la
reforma religiosa en Alemania, y en cuyas enseñanzas se inspiró la Reforma Protestante y
la doctrina teológica y cultural denominada luteranismo.

Lutero se caracterizó por exhortar a que la Iglesia cristiana regresara a las enseñanzas
originales de la Biblia, impulsando con ello una restructuración de las iglesias cristianas en
Europa. La reacción de la Iglesia católica ante la reforma protestante fue la Contrarreforma.
Sus contribuciones a la civilización occidental se llegan a considerar más allá del ámbito
religioso, ya que sus traducciones de la Biblia ayudaron a desarrollar una versión estándar
de la lengua alemana y se convirtieron en un modelo en el arte de la traducción. Su
matrimonio con Catalina de Bora el 13 de junio de 1525 inició un movimiento de apoyo al
matrimonio sacerdotal dentro de muchas corrientes cristianas.

Índice
 1 Primeros años de vida
 2 Su vida monástica y académica
 3 Teología de la gracia de Lutero
 4 La controversia por las indulgencias
 5 Respuesta del Papado
 6 La brecha se ensancha
o 6.1 Lutero a través de los acontecimientos
o 6.2 Los tratados de 1520
 6.2.1 La Nobleza Alemana
 6.2.2 El Cautiverio Babilónico
 6.2.3 La libertad cristiana
o 6.3 La excomunión de Lutero
 7 Dieta de Worms
 8 Exilio en el castillo de Wartburg
 9 Matrimonio y familia de Martín Lutero
 10 La Guerra del Campesinado
 11 La Biblia alemana de Lutero
 12 Transformaciones en la liturgia y el gobierno de la iglesia
 13 Visiones eucarísticas y controversias
 14 Los Catecismos Menor y Mayor
 15 La Dieta de Augsburgo y la cuestión de la resistencia civil
 16 Lutero y los judíos
 17 Lutero con respecto a la brujería y magia
 18 Otros escritos de Lutero
 19 Último viaje de Lutero y muerte
 20 Su legado
 21 Formación del luteranismo
 22 Veneración
 23 Referencias
 24 Véase también
o 24.1 Iglesias Luteranas afiliadas
o 24.2 Otras iglesias luteranas no afiliadas
 25 Bibliografía
 26 Filmografía
 27 Enlaces externos

Primeros años de vida

La Casa de Lutero, donde vivió entre los 14 y 17 años mientras asistía a una escuela
privada en Eisenach.

Hijo de Hans y Margarette Luder, Martín nació el 10 de noviembre de 1483, y fue


bautizado el día que se celebraba la festividad de San Martín de Tours. En 1484 la familia
se trasladó a Mansfeld, donde su padre dirigía varias minas de cobre. Habiéndose criado en
un medio campesino, Hans Lutero ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil para
darle más honores a la familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas en
Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach.

En 1501, a los 18 años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt, donde tocaba el laúd y
recibió el apodo de El filósofo.

Lutero recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, como el segundo de 17
candidatos.2 Siguiendo los deseos de su padre, se inscribió en la Facultad de Derecho de
esta universidad. Pero todo cambió durante una tormenta eléctrica en 1505. Un rayo cayó
cerca de él mientras regresaba de una visita a la casa de sus padres. Aterrorizado, gritó:
«¡Ayuda Santa Ana! ¡Me haré monje!». Salió con vida y abandonó la carrera de Derecho,
vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró en el monasterio agustino de
Erfurt el 17 de julio de 1505.3

Su vida monástica y académica


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El joven Lutero se dedicó por completo a la vida del monasterio, empeñándose en realizar
buenas obras con el fin de complacer a Dios y servir a otros mediante la oración por sus
almas.Su vida se complicó cuando se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las
flagelaciones, a largas horas en oración, al peregrinaje y a la confesión constante. Cuanto
más intentaba agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados.4

Johann von Staupitz, el superior de Lutero, concluyó que el joven necesitaba más trabajo
para distraerse de su excesiva reflexión, y ordenó al monje que comenzara una carrera
académica.

En 1507 Lutero fue ordenado sacerdote, y en 1508 comenzó a enseñar Teología en la


Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de bachiller en Estudios Bíblicos el 9
de marzo de 1508.

El 21 de octubre de 1512 fue "recibido en el Senado de la Facultad de Teología", dándole el


título de Doctor en Biblia. En 1515 fue nombrado vicario de su orden, quedando bajo su
cargo once monasterios.5

Durante esta época estudió el griego y el hebreo para profundizar en el significado y los
matices de las palabras utilizadas en las Escrituras, conocimientos que luego utilizaría para
la traducción de la Biblia judía.

Teología de la gracia de Lutero


Las ansias de obtener grados académicos llevaron a Martín Lutero a estudiar las Escrituras
en profundidad. Influido por la vocación humanista de ir ad fontes («a las fuentes»), se
sumergió en el estudio de la Biblia y de la Iglesia primitiva. Debido a esto, términos como
la penitencia y la probidad tomaron un nuevo significado para Lutero, convencido ahora de
que la Iglesia había perdido la visión de varias verdades centrales que el cristianismo
enseñaba en las Escrituras, siendo una de las más importantes de ellas la doctrina de la
justificación sólo por la fe. Lutero empezó a enseñar que la salvación es un regalo
exclusivamente de Dios, dado por la gracia a través de Cristo y recibido solamente por la
fe.6

Más tarde, Lutero definió y reintrodujo el principio de la distinción propia entre la Ley de
Moisés y los Evangelios que reforzaban su teología de la gracia. Como consecuencia,
Lutero creía que su principio de interpretación era un punto inicial esencial en el estudio de
las Escrituras. Notó que la falta de claridad al distinguir la Ley Mosaica de los Evangelios
era la causa de la incorrecta comprensión del Evangelio de Jesús en la Iglesia de su época,
institución a la que responsabilizaba de haber creado y fomentado muchos errores
teológicos fundamentales.

La controversia por las indulgencias


Homenaje a Lutero en una calle de Heidelberg.

Además de sus deberes como profesor, Martín Lutero sirvió como predicador y confesor en
la iglesia de Santa María de la ciudad. También predicaba habitualmente en la iglesia del
palacio, llamada también "de todos los santos", debido a que tenía una colección de
reliquias donde había sido establecida una fundación por Federico III de Sajonia. Fue
durante este periodo cuando el joven sacerdote se dio cuenta de los efectos de ofrecer
indulgencias a los feligreses.

Una indulgencia es la remisión (parcial o total) del castigo temporal que aún se mantiene
por los pecados después de que la culpa ha sido eliminada por absolución. En aquella
época, cualquier persona podía comprar una indulgencia, ya fuera para sí misma o para sus
parientes muertos que permanecían en el Purgatorio. El fraile dominico Johann Tetzel había
sido reclutado para viajar por los territorios episcopales de Alberto de Brandeburgo
(arzobispo de Maguncia) vendiendo indulgencias. Con el dinero obtenido por dicho medio,
se esperaba financiar la edificación de la basílica de San Pedro en Roma, Italia, y comprar
un obispado para Alberto de Hohenzollern.

Lutero vio este tráfico de indulgencias no solo como un abuso de poder, sino como una
mentira, que, no teniendo base en las Escrituras, podría confundir a la gente y llevarla a
confiar solamente en la mentira de las indulgencias, dejando de lado el sacramento de la
confesión y el arrepentimiento verdadero. Lutero predicó tres sermones contra las
indulgencias en 1516 y 1517. Pero su enojo siguió creciendo y, según la tradición, el 31 de
octubre de 1517 fueron clavadas las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de
Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el
paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica en lo que las
indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus tesis no cuestionaba directamente la autoridad
del Papa para conceder indulgencias.

Las 95 tesis de Martín Lutero7 fueron traducidas rápidamente al alemán y ampliamente


copiadas e impresas. Al cabo de dos semanas se habían difundido por toda Alemania y,
pasados dos meses, por toda Europa. Este fue uno de los primeros casos de la Historia en
los que la imprenta tuvo un papel importante, pues facilitaba una distribución más sencilla
y amplia de cualquier documento.

Respuesta del Papado


Después de hacer caso omiso a Lutero diciendo que era un "borracho alemán quien
escribió las tesis" y afirmando que "cuando esté sobrio, cambiará de parecer",8 el Papa
León X ordenó en 1518 al profesor dominico de teología Silvestre Mazzolini investigar el
tema. Éste denunció que Lutero se oponía de manera implícita a la autoridad del Sumo
Pontífice, al mostrar desacuerdo con una de sus bulas, por lo que declaró a Lutero hereje y
escribió una refutación académica de sus tesis. En ella mantuvo la autoridad papal sobre la
Iglesia y condenó cada "desviación" como una apostasía. Lutero replicó de igual manera y
se desarrolló una controversia.

Mientras tanto, Lutero tomó parte en la convención agustina en Heidelberg, donde presentó
una tesis sobre la esclavitud del hombre al pecado y la gracia divina. En el curso de la
controversia por las indulgencias, el debate se elevó hasta el punto de dudar del poder
absoluto y de la autoridad del Papa, debido a que las doctrinas de "Tesorería de la Iglesia" y
la "Tesorería de los Méritos", que servían para reforzar la doctrina y práctica de las
indulgencias, se basaban en la bula Unigenitus (1343) del Papa Clemente VI. En vista de su
oposición a esa doctrina, Lutero fue calificado de hereje, y el Papa, decidido a suprimir sus
puntos de vista, ordenó llamarlo a Roma, viaje que no se realizó por problemas políticos.

Lutero, que antes profesaba obediencia implícita a la Iglesia, negaba ahora abiertamente la
autoridad papal y apelaba a que se efectuara un concilio. También declaraba que el papado
no formaba parte de la inmutable esencia de la Iglesia original.

Deseando mantenerse en términos amistosos con el protector de Lutero, Federico el Sabio,


el Papa realizó un intento final de alcanzar una solución pacífica al conflicto. Una
conferencia con el chambelán papal Karl von Miltitz en Altenburgo, en enero de 1519,
llevó a Lutero a decidir guardar silencio en tanto así lo hicieran sus oponentes, escribir una
humilde carta al Papa y componer un tratado demostrando sus respetos a la Iglesia católica.
La carta escrita nunca fue enviada, debido a que no contenía retractación alguna. En el
tratado que compuso más tarde, Lutero negó cualquier efecto de las indulgencias en el
Purgatorio.

Cuando Johann Eck retó a Carlstadt, un colega de Lutero, a un debate en Leipzig, Lutero se
unió a este debate (27 de junio–18 de julio de 1519), en el curso del cual negó el derecho
divino del solio papal y la autoridad de poseer el "poder de las llaves", que según él había
sido otorgado a la Iglesia (como congregación de fe). Negó que la pertenencia a la Iglesia
católica occidental bajo la autoridad del Papa fuera necesaria para la salvación,
manteniendo la validez de la Iglesia Ortodoxa de Oriente. Después del debate, Johann Eck
aseguró que Lutero se vio forzado a admitir la similitud de su propia doctrina con la de Jan
Hus, quien había sido quemado en la hoguera.

La brecha se ensancha
Lutero a través de los acontecimientos
Martín Lutero.

De esta forma, no había esperanzas de paz. Los escritos de Lutero circulaban ampliamente
por Francia, Inglaterra e Italia en 1519, y los estudiantes se dirigían a Wittenberg para
escuchar a Lutero, quien publicaba ahora sus comentarios sobre la Epístola a los gálatas y
su Operationes in Psalmos (Trabajo en los Salmos).

Las controversias generadas por sus escritos llevaron a Lutero a desarrollar sus doctrinas
más a fondo, y su "Sermón en el Sacramento Bendecido del Verdadero y Santo Cuerpo de
Cristo, y sus Hermandades" extendió el significado de la eucaristía para el perdón de los
pecados y el fortalecimiento de la fe en aquellos quienes la reciben, apoyando además a que
se realizara un concilio para restituir la comunión.

El concepto luterano de "iglesia" fue desarrollado en su Von dem Papsttum zu Rom (En el
Papado de Roma), una respuesta al ataque del franciscano Augustín von Alveld en Leipzig
(junio de 1520); mientras que su Sermon von guten Werken (Sermón de Buenas Obras),
publicado en la primavera de 1520, era contrario a la doctrina católica de las buenas obras y
obras de supererogación (aquellas efectuadas por encima de los términos de la simple
obligación), mantenía que las obras del creyente son verdaderamente buenas en cualquier
llamado secular (o vocación) ordenado por Dios.

Los tratados de 1520

La Nobleza Alemana

La controversia en Leipzig (1519) hizo que Lutero tomara contacto con los humanistas,
particularmente Melanchthon, Reuchlin y Erasmo de Rotterdam, y que mantuviera
relaciones con el caballero Ulrich von Hutten, quien a su vez influyó al caballero Franz von
Sickingen. Von Sickingen y Silvestre de Schauenburg querían mantener a Lutero bajo su
protección, invitándolo a su fortaleza en la eventualidad de que no se sintiera seguro en
Sajonia a causa de la proscripción papal.
Bajo estas circunstancias de crisis y confrontando a los nobles alemanes, Lutero redactó A
la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana (agosto de 1520), donde encomendó al laicado,
como un sacerdote espiritual, la reforma requerida por Dios pero abandonada por el Papa y
el clero. Por primera vez, Lutero se refirió públicamente al Papa como el Anticristo.9 Las
reformas que Lutero proponía no sólo se referían a cuestiones doctrinales, sino también a
abusos eclesiásticos: la disminución del número de cardenales y demandas de la corte
papal; la abolición de los ingresos del Papa; el reconocimiento del gobierno secular; la
renuncia del papado al poder temporal; la abolición de los interdictos y abusos relacionados
con la excomunión; la abolición del peregrinaje dañino; la eliminación del excesivo número
de días santos; la supresión de los conventos de monjas, de la mendicidad y de la
suntuosidad; la reforma de las universidades; la abrogación del celibato del clero; la
reunificación con los bohemios y una reforma general de la moral pública.

El Cautiverio Babilónico

Lutero escribió polémicas doctrinales en el Preludio en el Cautiverio Babilónico de la


Iglesia, especialmente con respecto a los sacramentos.

En lo que se refiere a la eucaristía, apoyaba que se devolviera el cáliz al laicado; en la


llamada cuestión del dogma de la transustanciación, afirmaba la presencia real del cuerpo y
la sangre de Cristo en la eucaristía, pero rechazaba la enseñanza de que la eucaristía era el
sacrificio ofrecido a Dios.

Con respecto al bautismo, enseñó que traía la justificación sólo si se combinaba con la fe
salvadora en el receptor. Sin embargo, mantenía el principio de la salvación incluso para
aquellos que más tarde cayeran y se reivindicasen.

Sobre la penitencia, afirmó que su esencia consiste en las palabras de la promesa de


exculpación recibidas por la fe. Para él, sólo estos tres sacramentos podían ser considerados
como tales, debido a su institución divina y a la promesa divina de salvación conectada con
ellos. Estrictamente hablando, sólo el bautismo y la eucaristía son sacramentos, dado que
sólo ellos tienen un "signo visible divinamente instituido": el agua en el bautismo y el pan y
el vino en la eucaristía. Lutero negó en su documento que la confirmación, el matrimonio,
la ordenación sacerdotal y la extrema unción fueran sacramentos.

La libertad cristiana

De manera análoga, el completo desarrollo de la doctrina de Lutero sobre la salvación y la


vida cristiana se expuso en su opúsculo La libertad cristiana (publicado el 20 de noviembre
de 1520), donde exigió una completa unión con Cristo mediante la Palabra a través de la fe,
la entera libertad de un cristiano como sacerdote y rey sobre todas las cosas externas, y de
un amor así para con el prójimo.

La excomunión de Lutero
El Papa advirtió a Martín Lutero el 15 de junio de 1520, con la bula Exsurge Domine, de
que se arriesgaba a la excomunión, a menos que en un plazo de sesenta días repudiara 41
puntos de su doctrina seleccionados de sus escritos. Cumplido dicho plazo, se rumoreaba
que Eck había llegado a Meissen con una prohibición papal, la cual se pronunció realmente
el 21 de septiembre. En octubre de 1520 Lutero envió su escrito En la Libertad de un
Cristiano al Papa, añadiendo la significativa frase: "Yo no me someto a leyes al interpretar
la palabra de Dios". El 12 de diciembre Lutero arrojó personalmente al fuego la bula, la
cual tomaba efecto en un plazo de 120 días, y el decreto papal en Wittenberg,
defendiéndose en su Warum des Papstes und seiner Jünger Bücher verbrannt sind y su
Assertio omnium articulorum. El Papa León X excomulgó a Lutero el 3 de enero de 1521
mediante la bula Decet Romanum Pontificem.

La ejecución de la prohibición, sin embargo, fue evitada por la relación del Papa con
Federico III de Sajonia y por el nuevo emperador Carlos V quien, viendo la actitud papal
hacia él y la posición de la Dieta, encontró contraindicado apoyar las medidas contra
Lutero. Este fue a Worms diciendo que "Iría allí aunque hubiese tantos demonios como
tejas en los tejados".

Dieta de Worms
Artículo principal: Dieta de Worms

El 3 de enero de 1521 fue publicada en Roma la bula Decet Romanum Pontificem, por la
que el papa León X excomulgaba a Lutero.10

El emperador Carlos V inauguró la Dieta imperial de Worms el 22 de enero de 1521.


Lutero fue llamado a renunciar o reafirmar su doctrina y le fue otorgado un salvoconducto
para garantizar su seguridad.

Lutero se presentó ante la Dieta el 16 de abril. Johann Eck, un asistente del Arzobispo de
Tréveris, presentó a Lutero una mesa llena de copias de sus escritos. Le preguntó a Lutero
si los libros eran suyos y si todavía creía en lo que esas obras enseñaban. Lutero pidió un
tiempo para pensar su respuesta, el cual le fue concedido. Lutero oró, consultó con sus
amigos y mediadores y se presentó ante la Dieta al día siguiente. Cuando se trató el asunto
en la Dieta, el consejero Eck le pidió a Lutero que respondiera explícitamente: "Lutero,
¿rechaza sus libros y los errores que en ellos se contiene?", a lo que Lutero respondió:
"Que se me convenza mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón
—porque no le creo ni al Papa ni a los concilios, ya que está demostrado que a menudo
han errado, contradiciéndose a sí mismos— por los textos de la Sagrada Escritura que he
citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni
quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni
saludable". De acuerdo con la tradición, Lutero entonces dijo estas palabras: "¡No puedo
hacer otra cosa; esta es mi postura! ¡Que Dios me ayude!"11
En los siguientes días se hicieron conferencias privadas para determinar el destino de
Lutero. Antes de que la decisión fuese tomada, Lutero abandonó Worms. Durante su
regreso a Wittenberg desapareció.

El emperador redactó el Edicto de Worms el 25 de mayo de 1521, declarando a Martín


Lutero prófugo y hereje, y prohibiendo sus obras.

Exilio en el castillo de Wartburg

Castillo de Wartburg en Eisenach.

La desaparición de Lutero durante el viaje de regreso de Wittenberg fue planeada. Federico


el Sabio dispuso que una escolta enmascarada a caballo capturase a Lutero y lo llevase al
castillo de Wartburg en Eisenach, donde permaneció cerca de un año. Le creció una amplia
y brillante barba, tomó el atuendo de un caballero y se asignó el pseudónimo de Junker
Jörg (Caballero Jorge). Durante este periodo de estadía forzada, Lutero trabajó a paso firme
en la traducción del Nuevo Testamento.

La estancia de Lutero en Wartburg fue el comienzo de un periodo constructivo de su


carrera como reformador. En su «desierto» o «Patmos» de Wartburg (como le llamaba en
sus cartas), empezó a traducir la Biblia, imprimiéndose el Nuevo Testamento en septiembre
de 1522. Además de otros escritos, preparó la primera parte de su guía para párrocos y su
Von der Beichte (Sobre la confesión), en la que niega la obligación de la confesión y admite
la sanidad de las confesiones privadas voluntarias. También escribió en contra del
arzobispo Albrecht, a quien obligó a desistir de reiniciar la venta de indulgencias.

En sus ataques a Jacobus Latomus, avanzó en su visión de la relación entre la gracia y la


ley, así como en la naturaleza comunicada por Cristo, distinguiendo el objetivo de la gracia
de Dios para el pecador, quien, al creer, es justificado por Dios debido a la justicia de
Cristo, de la gracia salvadora que mora dentro del hombre pecador. Al mismo tiempo puso
énfasis en la insuficiencia del «principio de justificación», en la persistencia del pecado
después del bautismo y en la inherencia del pecado en cada buena obra.
Martín Lutero predicando en el Castillo de Wartburg, cuadro de Hugo Vogel.

Lutero a menudo escribía cartas a sus amigos y aliados respondiendo o preguntándoles por
sus puntos de vista o por consejos. Por ejemplo, Philipp Melanchthon le escribió
preguntándole cómo responder a la acusación de que los reformistas renegaban del
peregrinaje, del ayuno y de otras formas tradicionales de piedad. Lutero le respondió el 1 de
agosto de 1521: «Si eres un predicador de la misericordia, no predicas una misericordia
imaginaria, sino una verdadera. Si la misericordia es verdadera, debes padecer el pecado
verdadero, no imaginario. Dios no salva a aquellos que son sólo pecadores imaginarios.
Sé un pecador y deja que tus pecados sean fuertes, pero deja que tu confianza en Cristo sea
más fuerte, y regocíjate en Cristo, quien es el vencedor sobre el pecado, la muerte y el
mundo. Cometeremos pecados mientras estemos aquí, porque en esta vida no hay un lugar
donde la justicia resida. Nosotros, sin embargo, dice Pedro (2ª Pedro 3:13), estamos
buscando más allá un nuevo cielo y una nueva tierra donde reine la justicia».

Su habitación en el castillo de Wartburg, en Eisenach.

Mientras tanto, algunos sacerdotes sajones habían renunciado al voto del celibato, en tanto
que otros atacaron la validez de los votos monásticos. Lutero en su De votis monasticis
(Sobre los votos monásticos) aconsejó tener más cautela, aceptando en el fondo que los
votos eran generalmente tomados «con la intención de la salvación o la búsqueda de
justificación». Con la aprobación de Lutero en su De abroganda missa privata (Sobre la
abrogación de la misa privada), pero en contra de la oposición firme de su prior, los
agustinos de Wittenberg realizaron cambios en las formas de adoración y suprimieron las
misas. Su violencia e intolerancia, sin embargo, desagradaron a Lutero, que a principios de
diciembre pasó unos días entre ellos. Al regresar a Wartburg, escribió Eine treue
Vermahnung... vor Aufruhr und Empörung (Una sincera amonestación por Martín Lutero a
todos los cristianos para guardarse de la insurrección y rebelión). Aun así, Carlstadt y el
ex-agustino Gabriel Zwilling demandaron en Wittenberg la abolición de la misa privada y
de la comunión bajo las dos especies, así como la eliminación de las imágenes de las
iglesias y la abrogación del magisterio.

Matrimonio y familia de Martín Lutero

Retrato de Catalina von Bora, esposa de Martín Lutero, por Lucas Cranach el Viejo. 1526.
Wartburg-Stiftung, Eisenach, Alemania.

El 8 de abril de 1523, Lutero le escribe a Wenceslaus: "Ayer recibí a nueve monjas de su


cautiverio en el convento de Nimbschen". Lutero había decidido ayudar a escapar a doce
monjas del monasterio cisterciense en Nimbschen, cerca de Grimma en Sajonia, sacándolas
del convento dentro de barriles. Tres de ellas se marcharon con sus parientes, mientras que
las otras nueve fueron llevadas a Wittenberg. En este último grupo se encontraba Catalina
de Bora. Entre mayo y junio de 1523 se pensó que la mujer se casaría con un estudiante de
la Universidad de Wittenberg, Jerome Baumgartner, aunque probablemente su familia se lo
negó. El Dr. Caspar Glatz era el siguiente pretendiente, pero Catalina no sentía "ni deseo ni
amor" por él. Se supo que se quería casar con Lutero o con Nicolás von Amsdorf. Lutero
sentía que no era un buen marido, ya que había sido excomulgado por el Papa y era
perseguido por el Emperador. En mayo o a principios de junio de 1525 se conoció en el
círculo íntimo de Lutero su intención de casarse con Catalina. Para evitar cualquier
objeción por parte de sus amigos, actuó rápidamente: en la mañana del martes 13 de junio
de 1525 se casó legalmente con Catalina, a quien afectuosamente llamaba "Katy". Ella se
mudó a la casa de su marido, el antiguo monasterio agustino en Wittenberg, y comenzaron
a vivir en familia. Los Lutero tuvieron tres hijos y tres hijas:

 Johannes, nacido el 7 de junio de 1526, quien posteriormente estudiaría leyes y


llegaría a ser funcionario de la corte, falleciendo en 1575.
 Elizabeth, nacida el 10 de diciembre de 1527, murió prematuramente el 3 de agosto
de 1528.
 Magdalena, nacida el 5 de mayo de 1529, murió en los brazos de su padre el 20 de
septiembre de 1542. Su muerte fue muy dura para Lutero y Catalina.
 Martín, hijo, nacido el 9 de noviembre de 1531, estudió Teología pero nunca tuvo
un llamado pastoral regular antes de su muerte en 1565.
 Paul, nacido el 28 de enero de 1533, fue médico, padre de seis hijos y murió el 8 de
marzo de 1593, continuando la línea masculina de la familia de Lutero mediante
Juan Ernesto, que se extinguiría en 1759.
 Margaretha, nacida el 17 de diciembre de 1534, casada con el noble prusiano
George von Kunheim, pero falleció en 1570 a la edad de 36 años; es el único linaje
de Lutero que se mantiene hasta la actualidad.

La Guerra del Campesinado


La Guerra o revuelta de los campesinos (1524–25) fue una respuesta a la doctrina luterana,
la cual influyó fuertemente en la clase baja trabajadora, compuesta principalmente por
campesinos. Esta clase trabajadora retó de manera implícita la autoridad que los nobles
tenían sobre éstos. Las revueltas de los campesinos se habían producido a pequeña escala
desde el siglo XIV, pero ahora muchos campesinos creían erróneamente que los ataques de
Lutero a la Iglesia y la jerarquía de la misma significaban que los reformadores les
ayudarían en su ataque a las clases dominantes. Dado que los sublevados percibían lazos
profundos entre los príncipes seculares y los príncipes de la Iglesia, interpretaban
equivocadamente que Lutero, al condenar a los segundos, condenaba también a los
primeros. Las revueltas comenzaron en Suabia, Franconia y Turingia en 1524, obteniendo
apoyo entre los campesinos y nobles afectados, muchos de los cuales poseían deudas en ese
periodo. Cuando Thomas Müntzer llegó a acaudillar el movimiento, las revueltas
desembocaron en una guerra, que jugó un papel importante en la fundación del movimiento
anabaptista. Inicialmente Lutero parecía apoyar a los campesinos, condenando las prácticas
opresivas de la nobleza que habían incitado a muchos campesinos a rebelarse. Debido a la
dependencia que Lutero tenía en el apoyo y la protección de los príncipes y la nobleza,
tenía miedo de disponerlos en su contra. En Contra las Hordas Asesinas y Ladronas del
Campesinado (1525) incentivaba a la nobleza a que castigara rápida y sangrientamente a
los campesinos. Muchos de los revolucionarios consideraron las palabras de Lutero como
una traición. Otros desistieron al darse cuenta de que no había apoyo ni de la Iglesia ni de
su oponente principal. La guerra en Alemania terminó en 1525, cuando las fuerzas rebeldes
fueron masacradas por los ejércitos de Felipe I de Hesse y de Jorge de Sajonia en la batalla
de Frankenhausen, en la que seis mil sublevados perdieron la vida. En total perecieron
durante todo el conflicto entre cien mil y ciento treinta mil sublevados, según diferentes
estimaciones.

La Biblia alemana de Lutero


Biblia de Lutero de 1534.

Cuando Lutero tradujo la Biblia al idioma alemán, la mayoría de la sociedad era analfabeta.
La Iglesia tenía el control del conocimiento, sus miembros eran estudiosos y educados, en
contraste con la sociedad analfabeta que adquiría sus conocimientos a través de la
transmisión oral, la memorización y la repetición de los textos bíblicos. Lutero hizo posible
el acceso al conocimiento, la información y la educación, desmitificando la Biblia con el fin
de lograr la búsqueda de la verdad. Lutero facilitó la propagación del protestantismo,
siendo la primera persona que imprimió un libro, - la Biblia alemana - la cual tradujo de un
manuscrito sagrado a la lengua materna de esa nación. De esta forma le restó el poder a la
Iglesia católica sobre el pueblo alemán, y precursó la reforma protestante, que ocurrió
gracias a la impresión de la Biblia que Lutero había traducido. La intención de Lutero era
que el pueblo tuviera acceso directo a la fuente sin la necesidad de intermediarios, haciendo
posible la interpretación libre de los textos sagrados y la erradicación del analfabetismo en
la sociedad alemana. La traducción de la Biblia la inició durante su estadía en el castillo de
Wartburg en 1521. Estando escrita ésta en latín medieval, Lutero la tradujo al griego para
posteriormente hacerlo al idioma alemán, con la ayuda de diccionarios en griego, latín,
hebreo y alemán. Éste deseaba traducirla del griego al alemán, con la intención de revelar
las escrituras con exactitud. Inicialmente sólo incluyó el Nuevo Testamento, ya que los
textos originales del Antiguo Testamento no estaban escritos en latín o en griego. El
Antiguo Testamento estaba escrito en caldeo-arameo (idioma que carece de vocales en el
sistema escrito; compuesto por letras consonantes) y solamente los rabinos conocían qué
letras se escribían. Lutero utilizó una edición griega del Nuevo Testamento que
originalmente fue escrita en griego por Erasmo, texto que más tarde fue llamado Textus
Receptus. Durante el proceso de traducción, Lutero visitó pueblos y mercados cercanos con
la intención de investigar el dialecto común de la lengua alemana. Escuchaba a las personas
hablar, para así poder transcribir en lenguaje coloquial. La traducción se publicó en
septiembre de 1522, lo que causó gran conmoción en la iglesia católica. Lutero le dedicó la
Biblia alemana a Federico El Sabio, a quien estimaba grandemente.

Lutero tenía una mala percepción de los libros de Ester, Hebreos, Santiago, Judas y del
Apocalipsis. Llamaba a la epístola de Santiago una "epístola de paja", encontrando que era
muy poco lo que apuntaba a Cristo y su obra salvadora. También tenía duras palabras para
el Apocalipsis, del que decía que no podía "de ninguna forma detectar que el Espíritu
Santo lo haya producido".12 Creía tener razones al cuestionar la apostolicidad de estos
libros, debido a que la iglesia primitiva los catalogaba como antilegomena, lo que
significaba que no eran aceptados sin reservas, al contrario que los canónicos. Aun así
Lutero no los eliminó de su edición de las Escrituras. Lutero incluyó como apócrifos
aquellos pasajes que, encontrándose en la Septuaginta griega, no lo estaban en los textos
masoréticos disponibles en aquel entonces.

Debe puntualizarse que la Biblia de Lutero incluye el texto íntegro de 14 de estos


documentos: la Oración de Manasés, Tobías, Judit, el Resto de Ester, Sabiduría,
Eclesiástico, Baruc, la Oración de Azarías, el Cántico de los Tres Jóvenes, la Historia de
Susana, la Historia de Bel, la Historia del Dragón, 1 Macabeos y 2 Macabeos. Así suelen
usarla desde entonces la iglesia luterana, y los anabaptistas (congregados en granjas
comunitarias rurales). Si bien, siglos más tarde, se hicieron ediciones desprovistas de ellos
en demanda de grupos protestantes tardíos, así como ediciones católicas conservando los
libros. Aquí se ven los textos íntegros de esta Biblia.

La primera traducción completa al alemán, inclusive el Antiguo Testamento, se publicó en


1534 en seis tomos y fue producto del esfuerzo común de Lutero, Johannes Bugenhagen,
Justus Jonas, Caspar Creuziger, Philipp Melanchthon, Matthäus Aurogallus y George
Rörer. Lutero continuó refinando su traducción durante el resto de su vida, trabajo que fue
tomado como referencia para la edición de 1546, el año de su muerte. Como se ha
mencionado anteriormente, el trabajo de traducción de Lutero ayudó a estandarizar el
alemán del Sacro Imperio (desde el cual se construiría la nación alemana en el siglo XIX) y
es considerado como uno de los pilares de la literatura alemana.

Martín Lutero en su Comentario sobre San Juan reconoció que habían recibido la Biblia por
medio de la Iglesia católica apostólica y romana: "Estamos obligados a reconocer a los
papistas que son ellos los que tienen la Palabra de Dios, que la hemos recibido de ellos, y
que sin ellos no tendríamos ningún conocimiento de ésta".

Transformaciones en la liturgia y el gobierno de la iglesia


Lutero revisó la liturgia en su Deutsche Messe (Misa Alemana) de 1526, estipulando cómo
debían ser los cultos diarios y la catequesis. Aun así, se oponía a una nueva ley de formas e
instó a que se mantuvieran las otras liturgias. Aunque Lutero apoyaba la libertad cristiana
en estas materias, también estaba a favor de mantener y establecer uniformidad litúrgica
entre aquellos que compartían la misma fe en un área dada. Vio en la uniformidad litúrgica
una expresión física de unidad en la fe, mientras que la variación litúrgica era un posible
indicador de variación doctrinal. No consideraba una virtud el cambio litúrgico,
especialmente cuando era hecho por personas o congregaciones, pues le complacía
conservar y reformar lo que la iglesia había heredado del pasado. Conservó el bautismo de
infantes, por tradición, en contra de la oposición anabaptista la cual solo admitía el
bautismo de adultos, por lo que condenó a sus miembros.

La transformación gradual de la administración del bautismo se realizó en el Taufbüchlein


(Cuadernillo Bautismal) (1523, 1526).

En mayo de 1525 tuvo lugar en Wittenberg la primera ordenación evangélica. Lutero había
rechazado la visión católica de la ordenación como un sacramento. Un servicio de
ordenación, con la imposición de manos junto con una oración en un servicio
congregacional solemne, era considerado suficiente.

Para suplir la falta de altas autoridades eclesiásticas debida a que muy pocos obispos
adoptaron la doctrina reformadora en tierras alemanas, Lutero sostuvo a partir de 1525 que
las autoridades seculares deberían tomar parte en la administración de la iglesia. Estas
tareas no eran necesariamente exclusivas de las autoridades seculares, y Lutero hubiera
preferido que recayeran en manos de un episcopado evangélico. Declaró en 1542 que los
príncipes evangélicos sólo serían "obispos de urgencia" y preconizó que los poderes
eclesiásticos pudieran ser ostentados por congregaciones cristianas,13 si bien decidió
esperar el curso de los acontecimientos y ver qué hacían los párrocos y estudiosos para que
descubrieran por sí mismos cuáles eran las personas apropiadas. Los resultados de su viaje
a Sajonia (1527-29) le hicieron ver que los párrocos y estudiosos no estaban preparados
para tal responsabilidad, siendo necesario que se mantuvieran las estructuras eclesiásticas
tal y como fueran diseñadas al principio de la Reforma.

Lutero tuvo especial interés por la educación. En sus diálogos con George Spalatin en 1524
se planeó un sistema escolar, declarando que era deber de las autoridades civiles el proveer
escuelas y el velar por que los padres enviaran a sus hijos a ellas. También apoyaba el
establecimiento de escuelas primarias para la educación femenina.

Mientras tanto, las iglesias luteranas en Escandinavia y muchos estados bálticos


mantuvieron el Episcopado Apostólico y la sucesión apostólica, incluso aquellas que habían
adoptado la teología antipapista de Lutero.

Visiones eucarísticas y controversias


La naturaleza de la eucaristía se convirtió en un tema importante en la vida de Lutero.
Rechazaba la doctrina católica de la transubstanciación, pero mantenía la presencia real del
cuerpo y la sangre de Cristo bajo el pan y vino de misa. Apoyaba el significado literal de
las palabras "Este es mi cuerpo", "Esta es mi sangre". Sintetizó sus creencias sobre el tema
en su Catecismo Menor al escribir: "¿Qué es el Sacramento del Altar? Es el verdadero
cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo en el pan y el vino, entregado a nosotros
cristianos para comer y beber, instituido por Cristo mismo". Rehusando definir el misterio
de la Eucaristía con conceptos como la consubstanciación, Lutero utilizó la analogía
patrística de la doctrina de la Unión Personal de dos naturalezas en Jesucristo para ilustrar
su doctrina eucarística "por analogía del hierro puesto en el fuego donde ambos, fuego y
hierro, unidos en el hierro al rojo vivo, se mantienen a pesar de todo sin cambio", un
concepto que él llamó "Unión Sacramental."14

La doctrina de Lutero se diferenciaba de la de Carlstadt, Zuinglio, Leo Jud y Ecolampadio,


quienes rechazaban la presencia real. Carlstadt, Zuinglio y Ecolampadio daban diferentes
interpretaciones a lo estipulado por Cristo: Carlstadt interpretaba el "Esto" de "Esto es mi
cuerpo" como la acción de Cristo apuntándose a sí mismo. Zuinglio interpretaba el "es"
como "significa" y Ecolampadio interpretaba "mi cuerpo" como "un signo de mi cuerpo".
En la controversia que se suscitó, Lutero le responde a Ecolampadio en el prefacio de
Syngramma Suevicum (Escritos Suabos), exponiendo sus puntos de vista en el Sermon von
den Sakramenten... Wider die Schwärmgeister (Sermón en el Sacramento... Contra los
Espíritus Fanáticos) y en Dass diese Worte... noch feststehen (Estas Palabras... Todavía se
Mantienen Firmes), y más exhaustivamente en Vom Abendmahl Christi Bekenntnis
(Confesión con respecto a la Cena del Señor) (1528).

Debido a los peligros de las medidas que se toman de la Segunda Dieta de Espira en 1529
contra el protestantismo, y a la coalición del Emperador con Francia y el Papa, el
Landgrave Felipe deseaba una unión de todos los reformistas, pero Lutero se declaró
opuesto a cualquier alianza que ayudara a la herejía, aunque aceptó la invitación del
Landgrave a asistir a un coloquio en Marburgo (1529) para resolver las materias en
controversia. En dicha dieta el 19 de abril de dicho año, 19 delegados, 5 príncipes y 14
ciudades protestaron contra la derogación de la tregua de tolerancia acordada en la Dieta de
Worms y por eso se les llamó protestantes a los partidarios de Lutero. En Marburgo, Lutero
se enfrentó a Ecolampadio, mientras que Melanchthon fue antagonista de Zuinglio. Aunque
establecieron una armonía no esperada en otros aspectos, no se pudo alcanzar un acuerdo
en la Eucaristía. Lutero rehusó llamar a sus oponentes "hermanos", aunque les deseaba paz
y amor. Lutero estaba convencido de que Dios había cegado los ojos de Zuinglio, por lo
que no podía ver la doctrina verdadera de la Cena del Señor. Con su habitual estilo
polémico, Lutero denunció a Zuinglio y sus seguidores llamándolos "fanáticos" y
"demonios".

Los mismos príncipes habían suscrito los Artículos de Schwabach, respaldados por Lutero
como una condición para la alianza con él. Las bases de Lutero en materia de doctrina
eucarística partían del entendimiento simple y directo de las palabras de Cristo, si bien daba
importancia al sacrificio corporal de Cristo y al hecho de ofrecer ese mismo cuerpo a los
comulgantes en la Eucaristía. Cuando Zuinglio excluyó la posibilidad de la presencia real
por la incapacidad de la naturaleza humana de Cristo para bilocarse o estar en otra parte que
no fuera un lugar concreto, Lutero reafirmó la integridad de la unión hipostática: Cristo no
está dividido y dondequiera que esté es Dios, incluso como hombre. Lutero citaba como
evidencia los tres modos de la presencia según Guillermo de Ockham: "local, circunscrita"
(estando en un lugar a la vez, ocupando espacio y teniendo peso), "definitiva" (desligado
del espacio pero estando donde se precise) y "repletiva" (llenando todos los espacios a la
vez) para introducir la probabilidad de que el cuerpo y la sangre de Cristo estén realmente
presentes en la Eucaristía.15

Lutero sostuvo que la sola recepción de la comunión es inútil sin fe. Insistió en que los
impíos e incluso las bestias que toman y beben los elementos consagrados, comen y beben
la sangre y el cuerpo de Cristo, pero el beber y comer "indignamente" les sería juzgado (1ª
Corintios 11:29). Aunque no compartía la visión de que la Eucaristía fuese sólo una simple
conmemoración, reconoció la existencia de una dimensión conmemorativa. En cuanto al
efecto del sacramento en los creyentes, recordaba con fervor las palabras "fue entregado
por todos vosotros", poniendo así énfasis en la expiación y en el perdón mediante la muerte
de Jesucristo.

Los Catecismos Menor y Mayor


Federico III pidió a Lutero en 1528 que visitara las iglesias locales para determinar la
calidad de la educación cristiana que recibía el campesinado. Lutero escribió en el prefacio
del Catecismo Menor, "¡Piedad! ¡Buen Dios! ¡Qué miseria tan abundante he observado!
La gente común, especialmente en las villas, no tiene conocimiento de ninguna doctrina
cristiana, y muchos pastores unidos son incapaces e incompetentes para enseñar". Como
respuesta, Lutero preparó los Catecismos Menor y Mayor. Se trata de materiales de
instrucción y devoción que Lutero consideraba como los fundamentos de la fe cristiana,
entre los que se encontraban los Diez Mandamientos, el Credo apostólico, el Padrenuestro,
bautismo, confesión y absolución, la eucaristía y oraciones. El Catecismo Menor iba
dirigido a la gente sencilla, mientras que el Mayor a los pastores.

La Dieta de Augsburgo y la cuestión de la resistencia civil


La aparición de un enemigo común a todo el Sacro Imperio (el ejército turco) cambió el
escenario político: ahora Carlos V buscaba la unidad para poder hacer frente a la nueva
amenaza, para lo cual se convocó en 1530 la Dieta de Augsburgo, con el fin de aclarar de
forma definitiva la relación del Imperio con el protestantismo. Lutero, prófugo del Imperio,
permanecía a salvo en Coburgo, inspirando desde allí el discurso de Melanchthon ante el
Emperador. Si bien Martín Lutero se abstuvo de mantener una actitud autoritaria, no le
agradó la delicadeza y la cautela de Melanchthon, porque éste no llegó a plantear cambios
doctrinales, salvo el de la abolición del papado. El Emperador, forzado por la guerra contra
los turcos y contra la Liga de Esmalcalda (un ejército organizado por los príncipes en
defensa del protestantismo), consiguió asegurar la unidad mediante la Paz de Núremberg de
1532, que retrasaba la solución definitiva del problema hasta que se celebrara un Concilio
General. Desde la Dieta de Espira (1529), el problema se había transformado en algo de
suma importancia. La cuestión radicaba en que la Dieta de Espira había decidido en 1526
que de ninguna manera aceptaría la imposición del Edicto de Worms, que permitía matar a
Lutero sin miedo a sanciones. Esa misma Dieta consagraba la tolerancia religiosa bajo el
lema Cuius regio, eius religio (es decir, A cada región la religión de su Señor).
Nuevamente en la Dieta de Espira de 1529, y ante la intención de los católicos de anular la
tolerancia adoptada en 1526, los reformistas emitieron una airada queja de protesta, motivo
por el cual se les llama desde entonces "protestantes". Ahora la Paz de Núremberg
establecía la aceptación de los reformistas en el seno del Imperio. Esta situación se vio
forzada por la situación política del momento, ya que si el Emperador se oponía a la paz,
los príncipes se verían legitimados para realizar o apoyar una resistencia armada contra
Carlos V, cuyo poder empezaba a estar seriamente amenazado por los turcos.

Este contexto político tuvo su dimensión teológica en la llamada cuestión de la


desobediencia civil. Hasta ese instante Lutero sostenía que de ningún modo desobedecería
al Emperador, incluso si su decisión era equivocada. De esa manera se opuso a cualquier
alianza entre los príncipes, ya fuera ofensiva o defensiva. Martín Lutero mantuvo esta
actitud incluso ante la Liga de Esmalcalda. Pero su posición fue cambiando poco a poco al
escuchar la opinión de juristas que aseguraban que, en los casos de notoria injusticia
pública, las propias leyes imperiales otorgaban derecho de resistencia. Fue en 1531 cuando
aceptó la posibilidad de adoptar la desobediencia civil en su escrito Warnung an die lieben
Deutschen (1531), siempre y cuando se efectuara "por las causas correctas". Más tarde, en
cartas escritas en 1539, se retractaría de tales afirmaciones.

Lutero y los judíos


Artículo principal: Antisemitismo de Martín Lutero

Portada del libro antisemita "Sobre los judíos y sus mentiras" escrito por Martín Lutero (1543).

Las opiniones de Lutero sobre los judíos han sido descritas como antisemitismo racial por
unos o religioso por otros.16 En otros casos como antijudaísmo.17

En los inicios de su carrera pensaba que los judíos no habían creído en Jesús a causa de los
errores de los cristianos y de la proclamación de lo que para él era un evangelio impuro.
Sugería que responderían favorablemente al mensaje evangélico si se les presentaba de la
forma adecuada. Cuando descubrió que no era así, atacó con furia a los judíos.

En su Von den Juden und ihren Lügen (Sobre los judíos y sus mentiras), publicado en 1543,
escribió que debían realizarse contra los judíos acciones como quemar las sinagogas,
destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos, «aplastar y destruir» sus
casas, incautarse de sus propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos «gusanos
venenosos» a realizar trabajos forzados o expulsarlos «para siempre». Según la opinión del
Dr. Robert Michael, parece que Lutero también aprobaba el asesinato de judíos.18 Como sea
el caso, lo cierto es que en ese libelo solicita a los estados alemanes que actúen tomando
como referencia estos puntos: "¿Qué debemos hacer, nosotros cristianos, con los judíos,
esta gente rechazada y condenada? Dado que viven con nosotros, no osamos tolerar su
conducta ahora que estamos al tanto de sus mentiras, sus injurias y sus blasfemias… En
primer lugar, debemos prender fuego sus sinagogas o escuelas y enterrar y tapar con
suciedad todo lo que no prendamos fuego, para que ningún hombre vuelva a ver de ellos
piedra o ceniza. Esto ha de hacerse en honor a nuestro Señor y a la cristiandad, de modo
que Dios vea que nosotros somos cristianos y que no aprobamos ni toleramos a sabiendas
tales mentiras, maldiciones y blasfemias a su Hijo y a sus cristianos… En segundo lugar,
también aconsejo que sus casas sean arrasadas y destruidas. Porque en ellas persiguen los
mismos fines que en sus sinagogas… En tercer lugar, aconsejo que sus libros de plegarias
(sidurim) y escritos talmúdicos, por medio de los cuales se enseñan la idolatría, las
mentiras, maldiciones y blasfemias, les sean quitados… En cuarto lugar, aconsejo que de
ahora en adelante se les prohíba a los rabinos enseñar sobre el dolor de la perdida de la vida
o extremidad… En quinto lugar, que la protección en los caminos sea abolida
completamente para los judíos. No tienen nada que hacer en las afueras de las ciudades
dado que no son señores, funcionarios, comerciantes, ni nada por el estilo… En sexto lugar,
aconsejo que se les prohíba la usura, y que se les quite todo el dinero y todas las riquezas en
plata y oro, y que luego todo esto sea guardado en lugar seguro… En séptimo lugar,
recomiendo poner o un mayal o una hacha o una azada o una pala o una rueca o un huso en
las manos de judíos y judías jóvenes y fuertes y dejar que coman el pan con el sudor de su
rostro, como se le impuso a los hijos de Adán."

Estas palabras duras como son, han hecho que muchos eruditos reconsideren la obra de
Lutero bajo una nueva perspectiva, por ejemplo, el historiador jesuita británico Paul
Johnson, declaró que el libelo "Sobre los judíos y sus mentiras" fue el «Primer trabajo del
antisemitismo moderno y un paso gigantesco en el camino hacia el Holocausto». De igual
manera, los historiadores del nazismo no pueden dejar de señalar que cuatro siglos después
de haber sido escritos tales ensayos, los nazis los citaron para justificar la llamada Solución
Final. Incluso, algunos estudiosos como Simon y Schuster han atribuido el Shoa u
Holocausto directamente al antijudaísmo de Lutero.19 En cambio, otros investigadores,
como Uwe Siemon-Netto refutan ese punto de vista como una distorsión histórica.20

Ciertamente, el tema puede estar sujeto a debate; sobre todo, por el enorme peso histórico y
religioso que la obra de Lutero posee. Sin embargo, es innegable que para los filósofos del
nazismo las ideas del reformador allanaron el camino para la creación de los campos de
exterminio. La recomendación luterana de una “áspera misericordia” o scharfe
Barmherzigkeit, que en términos llanos significó “intolerancia absoluta” como "medida
profiláctica" contra el judío fue tomada por los nazis como una apología para su visión del
mundo. Durante el juicio de Núremberg, el general de la SA, Gauleiter de Franconia y
Editor del periódico Der Stürmer, Julius Streicher defendió su causa cuando se le cuestionó
por el antisemitismo de sus artículos, diciendo: “Publicaciones antisemitas han existido en
Alemania durante siglos. Por ejemplo, un libro que yo tenía, y a la postre confiscado, fue
escrito por el Dr. Martín Lutero. Si este libro hubiera sido tomado en consideración por la
fiscalía, seguramente hoy el Dr. Martín Lutero estaría en mi lugar en el banquillo de los
acusados. En este libro, “Los judíos y Sus Mentiras”, el Dr. Martín Lutero describe a los
judíos como hijos de víbora y recomienda prender fuego a sus sinagogas y destruirlos.”21
La fiscalía difícilmente pudo rebatir tales pruebas.22

Desde la década de 1980, algunos organismos de la Iglesia Luterana han denunciado


formalmente los escritos antisemitas de Lutero. En noviembre de 1998, en el 60º
aniversario de la Kristallnacht o la "Noche de los Cristales Rotos" la Iglesia Luterana de
Baviera emitió el siguiente comunicado: "Es imperativo para la Iglesia Luterana, la cual
ella misma está en deuda con la obra y tradición de Martín Lutero, tomar seriamente sus
pronunciamientos antijudíos, reconocer su influencia teológica, y reflexionar sobre sus
consecuencias para así distanciarse de cada expresión de antijudaísmo dentro de la
teología luterana".23
Lutero con respecto a la brujería y magia
Lutero compartía el carácter medieval de rechazar todos los signos que le pudieran parecer
indicios de brujería, considerándola a esta antagónica al cristianismo. Es por ello que los
practicantes de hechicería eran perseguidos tanto en los territorios católicos como
protestantes. Se dice que Lutero compartía algunas de las supersticiones sobre la brujería
que eran comunes en su tiempo, por ejemplo, la creencia de las brujas, con la ayuda del
demonio, podían robar leche simplemente al pensar en una vaca.24 En su Catecismo Menor
Lutero enseña que la brujería era un pecado contra el segundo mandamiento.25

Otros escritos de Lutero

Firma de Martín Lutero.

El número de libros atribuidos a Martín Lutero es bastante alto. Sin embargo, algunos
estudiosos de Lutero creen que muchas de tales obras fueron al menos esbozadas por
algunos de sus amigos, como Melanchthon. La fama de Lutero les daba una audiencia
potencial mayor que la que hubieran obtenido de ser publicados bajo los nombres de sus
verdaderos autores.

La más completa colección de los voluminosos escritos de Lutero es Weimar Ausgabe


(Edición de Weimar), que consta de 101 volúmenes infolio, aunque sólo una fracción de
estos escritos ha sido traducida.

Algunos de sus libros explican cómo se establecieron las epístolas con su canonicidad,
hermenéutica, exégesis y exposición, y muestran cómo se integran los libros de la Biblia
entre sí. Destacan entre ellos los escritos sobre la Epístola a los Gálatas, en los cuales se
compara a sí mismo al Apóstol Pablo en su defensa del Evangelio (por ejemplo, el
comentario en Lutero y la Epístola a los Gálatas).

Lutero también escribió sobre la administración civil y eclesiástica y sobre el hogar


cristiano.

El estilo literario de Lutero era polémico, en parte porque cuando le apasionaba un tema
llegaba a insultar a sus oponentes. Al igual que otros reformadores era muy intolerante con
otras creencias y con los puntos de vista opuestos al suyo26 y esto puede haber exacerbado
la Reforma protestante en Alemania.

Último viaje de Lutero y muerte


El último viaje de Lutero a Mansfeld lo realizó debido a su preocupación por las familias de
sus hermanos y hermanas, quienes continuaban en la mina de cobre de Hans Lutero, que
estaba amenazada por las intenciones del Conde Albrecht de Mansfeld de controlar esa
industria para su beneficio personal. La controversia involucró a los cuatro condes de
Mansfeld: Albrecht, Philip, John George y Gerhard. Lutero viajó dos veces hacia fines del
año 1545 con el objetivo de participar en las negociaciones para llegar a un acuerdo. Fue
necesaria una tercera visita a principios de 1546 para completar las negociaciones. El 23 de
enero Lutero dejó Wittenberg acompañado por sus tres hijos. Las negociaciones
concluyeron con éxito el 17 de febrero. Pasadas las 8 de la tarde de ese día, Lutero sufrió
dolores en el pecho. Al irse a la cama oró diciendo: «En tus manos encomiendo mi espíritu;
me has redimido, oh Señor, fiel Dios», tal y como se oraba habitualmente cuando llegaba la
hora de la muerte. A la una de la madrugada despertó con un agudo dolor de pecho y fue
envuelto con toallas calientes.

Sabiendo que su muerte era inminente, le agradeció a Dios por haberle revelado a su Hijo,
en quien él había creído. Sus compañeros Justus Jonás y Michael Coelius gritaron:
«Reverendo padre, ¿está listo para morir confiando en su Señor Jesucristo y confesando la
doctrina que enseñó en su nombre?» Un distintivo «sí» fue la respuesta de Lutero. Murió a
las 2:45 del 18 de febrero de 1546 en Eisleben, la ciudad donde nació. Fue enterrado en la
Iglesia del Palacio de Wittenberg, cerca del púlpito desde el cual había transformado al
cristianismo.

Su legado

Monumento a Martín Lutero en Erfurt.

Martín Lutero fue el principal artífice de la Reforma Protestante, en la que tuvo un papel
mucho más destacado que otros reformadores. Gracias a la imprenta, sus escritos se leyeron
en toda Alemania y ejercieron influencia sobre otros muchos reformadores y pensadores,
dando origen a diversas tradiciones protestantes en Europa y en el resto del mundo.

Tanto la Reforma protestante como la consecuente reacción católica, la Contrarreforma,


supusieron un importante desarrollo intelectual en Europa, por ejemplo, mediante el
pensamiento escolástico de los jesuitas en el caso del catolicismo. Por su traducción de la
Biblia, Lutero es considerado además uno de los fundadores de la literatura en alemán.

En los territorios luteranos disminuyó grandemente el poder absoluto de los


reyes.[cita requerida] Católicos y protestantes sostuvieron entre sí terribles guerras religiosas.
Un siglo después de las protestas de Lutero, una revuelta en Bohemia provocó la Guerra de
los Treinta Años, un conflicto entre católicos y protestantes que arrasó gran parte de
Alemania.

Formación del luteranismo


Artículo principal: Luteranismo

Cabe destacar que Lutero, personalmente, no fundó la iglesia luterana como una institución,
ni planeaba que sus enseñanzas derivaran en una nueva denominación cristiana. Por el
contrario, expresó, con sus propias palabras, su deseo de que eso no ocurriera, cuando
declaró:

"Ruego por que dejen mi nombre en paz. No se llamen así mismos 'luteranos', sino
Cristianos. ¿Quién es Lutero?, mi doctrina no es mía. Yo no he sido crucificado por
nadie. ¿Cómo podría, pues, beneficiarme a mí, una bolsa miserable de polvo y
cenizas, dar mi nombre a los hijos de Cristo?. Dejen, mis queridos amigos, de
aferrarse a estos nombres de partidos y distinciones; fuera a todos ellos, y dejen
que nos llamemos a nosotros mismos solamente cristianos, según aquel de quien
nuestra doctrina viene".27 28 29 30 31 32

A pesar de ello, en la historicidad de la reforma protestante, se fue designando el apelativo


"luterano" y "luteranismo" para referirse a la doctrina interpretativa y enseñanzas que
Lutero hizo acerca del cristianismo. Este término fue usado de igual forma por la Iglesia
católica para referirse a los simpatizantes de las interpretaciones que Lutero tenía respecto
al cristianismo. No obstante, paulatinamente fueron consolidándose diversas iglesias
autodenominadas luteranas, y con ello se fue formando la denominación cristiana
propiamente dicha.

Se conoce como Reforma protestante, o simplemente la Reforma, al movimiento


religioso cristiano, iniciado en Alemania en el siglo XVI por Martín Lutero, que llevó a un
cisma de la Iglesia católica para dar origen a varias iglesias y organizaciones agrupadas
bajo la denominación de protestantismo.

La Reforma tuvo su origen en las críticas y propuestas con las que diversos religiosos,
pensadores y políticos europeos buscaron provocar un cambio profundo y generalizado en
los usos y costumbres de la Iglesia católica, especialmente con respecto a las pretensiones
papales de dominio sobre toda la cristiandad. El movimiento recibirá posteriormente el
nombre de Reforma Protestante, por su intención inicial de reformar el catolicismo con el
fin de revitalizar el cristianismo primitivo, y la importancia que tuvo la Protesta de Espira,
presentada por los príncipes cristianos alemanes en 1529 contra un edicto del Emperador
Carlos V tendiente a anular la tolerancia religiosa que había sido legalmente concedida a
los principados alemanes.

Este movimiento hundía sus raíces en elementos de la tradición católica medieval, como el
movimiento de la Devoción moderna en Alemania y los Países Bajos, que era una piedad
laica antieclesiástica y centrada en Cristo. Además, la segunda generación del humanismo
la siguió en gran medida. Comenzó con la predicación del sacerdote católico agustino
Martín Lutero, que revisó las doctrinas medievales según el criterio de su conformidad a las
Sagradas Escrituras. En particular, rechazó el complejo sistema sacramental de la Iglesia
católica medieval, que permitía y justificaba prácticas como la "venta de indulgencias",
según Lutero, un verdadero secuestro del Evangelio, el cual debía ser predicado libremente,
y no vendido.

La Reforma protestante dependió del apoyo político de algunos príncipes y monarcas para
poder formar Iglesias cristianas de ámbito estatal (posteriormente Iglesias nacionales). Los
grandes exponentes de la Reforma Protestante fueron Martín Lutero y Juan Calvino.

El protestantismo ha llegado a constituir la tercera gran rama del cristianismo, con un grupo
de fieles que actualmente supera los quinientos millones y que se expande rápidamente en
América Latina, Asia y África.

Índice
 1 Inicios de la Reforma Protestante
 2 Las indulgencias
 3 La Reforma Luterana
 4 La Contrarreforma Católica
 5 La Reforma Protestante en Inglaterra
 6 La Reforma Protestante en Suiza
 7 La Reforma Protestante en Hungría
 8 Referencias
o 8.1 Notas
 9 Véase también
 10 Enlaces externos

Inicios de la Reforma Protestante


Mapa del Imperio con la división en circunscripciones de 1512.

En el siglo XV se produjo una gran crisis en la Iglesia católica en Europa Occidental debido
a los numerosos problemas de corrupción eclesiástica y falta de piedad religiosa. Fue la
venta de indulgencias para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma,
lo que provocó finalmente que la cristiandad occidental se dividiese en dos, una liderada
por la Iglesia católica, que tras el Concilio de Trento se reivindicó a sí misma como la única
heredera válida de la cristiandad occidental expulsando cualquier disidencia y sujetándose a
la autoridad del Papa, y otra mitad que fundó varias comunidades eclesiales propias,
generalmente de carácter nacional para, en su mayoría, rechazar la herencia cristiana
medieval y buscar la restauración de un cristianismo primitivo idealizado. Esto dio lugar a
que Europa quedara dividida entre una serie de países que reconocían al Papa, como
supremo y único jefe de la Iglesia católica, y los países que rechazaban la autoridad de
Roma y que recibieron el nombre de protestantes. Dicha división provocó una serie de
guerras religiosas en Europa.

La Reforma Protestante se inició en Alemania y se explica en gran parte por las


condiciones económicas y sociales que tenía el Sacro Imperio Romano Germánico.
Numerosas ciudades eran muy ricas gracias al comercio, además los burgueses eran
partidarios del humanismo y de reformar la corrupción de la Iglesia católica. Pero el grupo
más importante en Alemania era la alta nobleza; los grandes nobles eran casi
independientes y señores de numerosas tierras y vasallos campesinos, siempre estaban
conspirando contra la autoridad del emperador germánico, que apenas tenía poder sobre
ellos. Pero junto a la alta nobleza existía una pequeña nobleza formada por los nobles más
pobres y los segundones de las grandes casas nobiliarias. A principios del siglo XV, esta
pequeña nobleza estaba completamente arruinada y para recuperar sus ingresos, los
pequeños nobles buscaban una oportunidad para apoderarse de los bienes y las
improductivas tierras de la Iglesia católica. La pequeña nobleza aprovechó las ideas de los
humanistas, que criticaban las excesivas riquezas, pompas y boatos de la Iglesia católica,
para proclamar que ella no tenía necesidad de propiedades e intentar apropiarse de sus
cuantiosas riquezas. Por esta razón, la pequeña nobleza será la primera en apoyar y
aprovechar las convulsiones reformadoras.
Además, existía la figura del Emperador del Sacro Imperio, uno de los poderes universales
forjados en mutua competencia durante la Edad Media (el otro era el Papa), cuyo poder
efectivo dependía de su capacidad de hacerse obedecer en cada uno de los territorios,
prácticamente independientes, y antes de eso de ser elegido por los príncipes electores,
unos laicos y otros eclesiásticos. También disponía de unas funciones de dimensión
religiosa indudable, que le permitía incluso convocar Dietas con contenido organizativo e
incluso doctrinal, como Carlos I de España hizo de hecho durante todo el proceso de la
Reforma Protestante. Para algunos autores, la postura recelosa de los pueblos germánicos
desde la alta Edad Media (Concilio de Frankfurt, 794, frente al Concilio de Nicea II, 787)
se había expresado también en esas luchas entre pontificado e imperio,1 de una forma
incluso protonacionalista, en la que Roma era vista como

« … el último de los imperios paganos de la profecía y la representación del reino terrenal,


en tanto que la monarquía franca –por ejemplo- poseía la superior dignidad de rector y
guía del pueblo de Dios».2

Martín Lutero, pintado por Lucas Cranach el Viejo.

El fundador de la Reforma Protestante fue el monje católico agustino alemán Martín


Lutero, quien ingresa en 1507 en la orden religiosa de los agustinos.

En el convento católico, Lutero prosiguió sus estudios y se convirtió en un experto en la


Biblia y en los autores cristianos medievales; llegó a ser un doctor universitario y se le
contrató para dar clases en la nueva universidad de Wittenberg, que entonces era la capital
del ducado de Sajonia. A partir de la revitalización que vivió el Sacro Imperio Romano
Germánico desde que Otón I el Grande se convirtiera en emperador germánico en el 962,
los papas y emperadores se vieron involucrados en una continua contienda por la
supremacía en los asuntos temporales y terrenales.
Este conflicto concluyó, a grandes rasgos, con la victoria del Papado, pero creó profundos
antagonismos entre Roma y el Imperio Germánico, que aumentaron durante los siglos XIV
y XV. La animosidad provocada por los impuestos papales y por la sumisión a los
delegados pontificios se extendió a otras zonas de Europa. En Inglaterra, el principio del
movimiento para lograr una independencia absoluta de la jurisdicción papal empezó con la
promulgación de los estatutos de Mortmain (1279), Provisors (1351) y Praemunire (1393),
que redujeron, en gran medida, el poder de la Iglesia católica en el control del gobierno
civil sobre las tierras, en el nombramiento de cargos eclesiásticos y en el ejercicio de la
autoridad judicial.

Las indulgencias
En este tiempo estalló un gran escándalo en Alemania a causa de la cuestión de las
indulgencias (documento que exime al alma del paso por el purgatorio). Muchos
consideraron esta práctica como un abuso escandaloso y la culminación de una serie de
prácticas anticristianas fomentadas por el clero católico, pero será Lutero el primero que
expondrá públicamente su opinión contraria a la venta de indulgencias y a toda la doctrina
que la sustentaba.

Para Lutero, la venta de indulgencias era una estafa y un engaño a los creyentes con
respecto a la salvación de sus almas. En 1517, Lutero clavó en la puerta de la iglesia de
Wittenberg sus 95 tesis, en las que atacaba la venta de indulgencias y esbozaba lo que sería
su doctrina sobre la salvación solo por la fe. Este documento es conocido como Las 95 tesis
de Wittenberg y se consideró el comienzo de la Reforma Protestante.

Las 95 tesis se difundieron rápidamente por toda Alemania gracias a la imprenta, y Lutero
se convirtió en un héroe para todos los que deseaban una reforma de la Iglesia católica. En
algunos lugares hasta se iniciaron asaltos a edificios y propiedades de la misma Iglesia
católica. Por sus 95 tesis, Lutero se había convertido en el símbolo de la rebelión de
Alemania contra lo que ellos consideraban prepotencia de la Iglesia católica. Lutero
arriesgaba además su vida, ya que podía ser declarado hereje por la jerarquía eclesiástica y
ser condenado a la hoguera.

La Reforma Luterana
Al principio, la Iglesia católica no dio demasiada importancia a las ideas de Lutero, ni a sus
ataques contra la doctrina de salvación por las obras, pero muy pronto tuvo que reaccionar
ante las noticias que llegaban de Alemania, de que gran parte de la gente estaba desafiando
el dominio de la Roma papal.

Lutero continuó atacando la venta de indulgencias y la doctrina que sustentaba tal práctica
mediante escritos que la imprenta difundía por toda Alemania. Lutero hacía un llamamiento
a la nobleza alemana para que negase obediencia al Papa y apoyase una reforma de la
Iglesia católica alemana; afirmaba también, de acuerdo a su interpretación de la Biblia, que
todos los cristianos eran sacerdotes sin necesidad de ninguna ordenación especial y negaba
la autoridad suprema del Papa sobre la cristiandad universal. Lutero criticaba así mismo los
numerosos sacramentos de la Iglesia católica, reduciéndolos a solo dos, que él pensaba eran
bíblicamente fundamentados y afirmaba también que los poderes civiles debían tener plena
autoridad política sobre la Iglesia católica. Esto iba más allá de la doctrina de la salvación
por la fe y suponía una auténtica amenaza para la Roma papal. Finalmente, el Papa declaró
a Lutero un hereje y lo excomulgó, es decir, lo dejó separado de la comunidad de la Iglesia
católica.

Bula Exsurge Domine de León X, que amenaza a Lutero con la excomunión.

En 1521, el recién elegido emperador Carlos V de Alemania (Sacro Imperio Romano) (rey
de España como Carlos I) convocó una Dieta (asamblea de todas las autoridades del
imperio) en la ciudad de Worms e invitó a Lutero a que asistiera a la misma para explicar
su postura. Muchos advirtieron a Lutero que se trataría de una trampa, pero Lutero estaba
decidido a acudir pese a todos los peligros. La Dieta se celebró y Lutero expuso su doctrina
ante el mismo Carlos V, pero este no quedó convencido por Lutero y, en cambio, hizo una
declaración de lealtad y fidelidad a los principios de la Iglesia católica. A partir de
entonces, la dinastía de los Habsburgo se convertirá en la primera defensora de la Iglesia
católica contra los protestantes. Como los Habsburgo eran también reyes de España, la
defensa del catolicismo se convertiría en una de las bases de la identidad española, durante
siglos.

La Dieta terminó y Lutero se dispuso a regresar a Wittenberg, pero en el camino de vuelta,


fue secuestrado por agentes de Federico III de Sajonia, que quería protegerle y que lo
escondió con nombre falso en el castillo de Wartburg. El duque quería salvar a Lutero de
posibles maniobras de la Iglesia católica, por lo que Lutero tuvo que quedarse en el castillo
y aprovechó ese tiempo para realizar su primera traducción al alemán de la Biblia. Mientras
Lutero estaba escondido, sus partidarios empezaron a interpretar sus doctrinas, en un
sentido que Lutero no había previsto, como producto de la doctrina de Lutero de la
interpretación libre de las Escrituras.
Varios seguidores de Lutero (pronto serían rechazados por el propio Lutero y denominados
"reformadores radicales") comenzaron a decir que se debían destruir todas las pinturas,
estatuas e imágenes religiosas, que los sacerdotes tenían el deber de casarse, y no solo
afirmaban que la Iglesia cristiana no debía tener propiedades, sino, según sus
interpretaciones de la Biblia, que todos los cristianos debían tener las mismas propiedades y
que, por lo tanto, se debía abolir la propiedad privada y repartir todos los bienes entre los
integrantes de la comunidad cristiana. De esta manera, corrientes radicales que apoyaban
todo esto, como el anabaptismo, fueron criticadas por Lutero y posteriormente combatidas
por católicos y protestantes por igual.

La alta nobleza reunió un gran ejército que derrotó brutalmente a estos protestantes
sublevados en una sola batalla. La represión fue durísima y miles de protestantes fueron
ejecutados con extrema crueldad; entre los ejecutados se encontraba el dirigente más
importante de esta reforma radical, Thomas Müntzer.

Lutero apoyó desde un primer momento a la nobleza, ya que pensaba que su autoridad era
legítima y que su apoyo era indispensable para el triunfo de la reforma de la Iglesia
cristiana. Durante estos años, Carlos V no pudo intervenir en Alemania, pues prosiguió sus
guerras contra Francia y sus campañas contra los turcos, pero en 1529 consiguió un periodo
de paz con Francia que le permitió ocuparse de la situación religiosa en Alemania.

En 1529, Carlos V convoca una Dieta en la ciudad de Spira y en ella intenta convencer a
los nobles que se han convertido al luteranismo, para que se sometan a la autoridad del
Papa, pero los príncipes y señores luteranos se niegan y protestan en la convocatoria de la
Dieta, y a causa de esta protesta los católicos comenzarán a llamarlos con el nombre de
protestantes.

En 1530, Carlos V convocó otra Dieta en la ciudad de Augsburgo y en ella intentó


conseguir que los luteranos y los católicos se pusieran de acuerdo para aceptar una doctrina
cristiana común que superase la división religiosa. Lutero fue invitado de nuevo a asistir,
pero se negó y envió en su lugar a su discípulo Philipp Melanchthon. Los esfuerzos de
Carlos V en la Dieta fueron inútiles, Melanchthon se negó a cualquier acuerdo y en su lugar
los protestantes redactaron la llamada Confesión de Augsburgo, en la que exponían
sistemáticamente todos los principios de su doctrina. Los partidarios del Papa seguirían
pronto su ejemplo, redactando también su compendio doctrinal, de modo que la cristiandad
occidental se había dividido irremediablemente.
El emperador Carlos V en Mühlberg, pintado por Tiziano.

Lutero muere en 1546 mientras Carlos V preparaba en Alemania una campaña contra la
liga de Esmalcalda, defensora del protestantismo. Carlos V presentó su campaña no como
una guerra contra los protestantes, sino como un castigo contra los nobles que se habían
rebelado contra su emperador; en su ejército había, sobre todo, tropas españolas, pero
también nobles protestantes que no se habían unido a la liga y que permanecían fieles a
Carlos V. El ejército de Carlos V derrotó a la liga de Esmalcalda en 1547 en la gran batalla
de Mühlberg. Parecía que el triunfo de Carlos V era total y toda Sajonia fue ocupada por las
tropas del emperador germánico.

Carlos V se proponía ahora encontrar una solución a la división religiosa de Alemania, pero
su triunfo había asustado a todos los nobles de Alemania, tanto a los católicos como a los
protestantes, que temían que el emperador se volviera demasiado poderoso. Todos estos
nobles van a formar posteriormente en secreto una alianza contra Carlos V anulando las
ventajas conseguidas por la victoria de Mühlberg.

En un momento en que Carlos V se encontraba en Alemania sin tropas españolas, los


nobles alemanes se rebelan contra él y el emperador tuvo que escapar hacia Italia, mientras
su poder y autoridad se derrumbaban en Alemania.

Carlos V se vio obligado a aceptar las condiciones de los nobles rebeldes y en 1555 firmó
la paz de Augsburgo. Según esa paz, cada príncipe alemán podía profesar la religión que
quisiera sin que el emperador lo pudiese impedir (eius regio cuius religio), sin embargo,
todos los vasallos de un noble tenían que tener la misma religión. Finalizaba así el sueño de
Carlos V de mantener la unidad religiosa en sus dominios.

La Contrarreforma Católica
Artículo principal: Contrarreforma Católica
Durante casi 20 años, la Iglesia católica había visto cómo gran parte de los católicos se
peleaban entre ellos en Europa y sus obispos, dejaban de reconocer al Papa como Primus
inter pares o como máxima autoridad de la Iglesia católica, y se separaban de Roma incluso
algunos cardenales, en consecuencia, hubo muchos partidarios de Roma que requerían una
reacción de su Iglesia católica, que mejorase sus costumbres y corrigiera los errores que
habían alimentado la Reforma Protestante. A esta reacción de la Iglesia católica contra el
protestantismo se le conoce generalmente con el nombre de Contrarreforma Católica
(aunque escritores católicos prefieren el término "Reforma Católica").

Aunque muchos creían que era necesario reformarse, no sabían el modo de hacerlo. Pronto,
se llegó a la idea de que la mejor solución era convocar a un Concilio donde se pudiesen
discutir las posibles reformas. Carlos V presionaba también a los Papas para que se
convocase ese concilio con la esperanza de que la Iglesia católica volviese a existir
unificada, pero los Papas desconfiaban de las pretensiones políticas de Carlos V en Italia y
no convocaron este concilio sino hasta 1545, reunión que sería conocida como Concilio de
Trento.

Las sesiones del Concilio de Trento duraron casi 17 años, ya que fueron interrumpidas
muchas veces. Varios Papas se sucedieron en Roma en ese lapso y cuando dicho concilio
finalizó, en 1562, ya había muerto Carlos V.

El Concilio de Trento se desarrolló sin la participación de los católicos adherentes al


emergente protestantismo (aunque fue Lutero quien primero propuso la necesidad de un
concilio, en 1518), en muchos casos ellos mismos se negaron a participar, creando así una
nueva Iglesia católica, e intentándose librar de los errores anteriores: se cuidó la formación
de los obispos, se establecieron medidas de disciplina para los sacerdotes y se crearon
seminarios para que los nuevos sacerdotes tuvieran una preparación religiosa adecuada para
poder enseñar una fe católica.

Se reafirmaron todos los puntos de la doctrina milenaria católica frente a las protestantes:

 Rechazo a la idea de la Biblia como fuente única de doctrina (son de igual


importancia la Sagrada Tradición Apostólica y el Magisterio de la Iglesia católica
que junto con la Biblia hacen parte del único depósito de la fe).
 La salvación es por gracia de Dios mediante la fe y las obras juntas (Decreto de la
Justificación).
 La Eucaristía se definió dogmáticamente como la consagración del pan en el cuerpo
de Cristo y del vino en su sangre, que renueva mística y sacramentalmente el
sacrificio de Jesucristo en la cruz.
 La veneración a las imágenes iconográficas y a las Reliquias, muchas de ellas
vinculadas al culto cristiano de María (madre de Jesús) como virgen y a los Santos
fueron confirmadas como práctica cristiana, junto a la existencia del Purgatorio.
Esto tendría una enorme importancia en el desarrollo del arte en las iglesias
católicas europeas, el llamado arte barroco será la expresión artística de la
Contrarreforma Católica, con gran abundancia de imágenes para atraer al hombre
común a la fe católica.
 Se unificaron los ritos de la Iglesia católica Occidental en uno solo, la Misa
tridentina.

La Contrarreforma Católica alimentó un renacer en la Roma papal, impulso que se


manifestó en el reavivamieto de antiguas órdenes religiosas, como la Orden de los
carmelitas descalzos, reformada en España por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la
Cruz, los dos grandes escritores místicos de la Península Ibérica.

Pero la orden religiosa que más ayuda prestó a la Contrarreforma Católica fue la Compañía
de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola, de la que se distinguieron varios teólogos
participantes en el Concilio de Trento.

La Reforma Protestante en Inglaterra


Comenzó con la difusión en la isla de los primeros escritos de Martín Lutero, Ulrico
Zwinglio y otros reformadores continentales. Además, la tradición de John Wyclif,
reformador medieval, probablemente aún ejercía influjo en ciertos sectores de la Iglesia de
Inglaterra.

Enrique VIII ascendió al trono de Inglaterra siendo muy joven y al principio no se interesó
por los problemas de gobierno, que dejó en manos de su favorito, el cardenal Thomas
Wolsey, a quién nombró canciller de Inglaterra. Enrique VIII siempre fue un católico
convencido, y un ardiente partidario de la primacía de Roma sobre la cristiandad, por ello
fue declarado "Defensor de la Fe" (Fidei Defensor) por el Papa León X tras publicar "La
Defensa de los Siete Sacramentos" (1521), donde argumentaba con vehemencia a favor de
las prerrogativas del papado. Por ello resulta curioso el hecho de que la Iglesia de Inglaterra
se haya separado de la Iglesia católica a mediados del siglo XVI, no por aceptar o compartir
las ideas reformadoras de Lutero u otros protestantes, sino que por iniciativa del rey
Enrique VIII.

Enrique VIII se opuso sin embargo a la reforma de la Iglesia de Inglaterra tras decretar el
Acta de supremacía en 1534, por la que el mismo rey se convertía en jefe de la Iglesia de
Inglaterra, no se realizó ninguna modificación doctrinal o litúrgica sustantiva bajo su
gobierno, solo se prohibió a obispos y sacerdotes ingleses tener relación con la Curia
Romana y se expropiaron los bienes excedentes de la Iglesia católica en beneficio de la
Corona Real.

Al sucederle su hijo Eduardo con el nombre de Eduardo VI, con apenas 9 años de edad, se
produjeron los primeros avances efectivos de la reforma de la Iglesia de Inglaterra, pues se
redactó el primer Libro de Oración Común, que introdujo, gracias al trabajo del Arzobispo
de Canterbury Thomas Cranmer, ciertos cambios menores en la doctrina y sobre todo en la
forma de celebrar la misa. Este libro fue la primera expresión concreta de la reforma de la
Iglesia de Inglaterra.

En 1553, Eduardo VI muere a la edad de 15 años, dejando como sucesora a Jane Grey
(coronada el 10 de julio de 1553), quien gobernó solo unos días. Se produjo una breve
guerra de sucesión hasta que se impuso como reina (con el apoyo de la mayoría) María I de
Inglaterra, quien rápidamente abrogó las reformas religiosas introducidas durante el reinado
de Eduardo VI y sometió nuevamente a obediencia papal a la Iglesia de Inglaterra, en
noviembre de 1554.

Restablecido el catolicismo, el Acta de Supremacía y el Libro de Oración Común fueron


suprimidos y se nombraron nuevos obispos, se persiguió a los partidarios de la
independencia de la Iglesia de Inglaterra (ya conocidos como anglicanos) y algunos de ellos
acabaron en la hoguera (no todos eran favorables a la reforma religiosa).

María murió en 1558 a los 42 años de edad y sin hijos, por lo que su media hermana, Isabel
I de Inglaterra fue proclamada reina. Isabel asumió el trono de Inglaterra tratando de
mantener la unidad nacional por sobre las diferencias religiosas, por lo que no mostró
inicial apoyo a ninguno de los bandos en disputa (protestantes y católicos), sin embargo, la
política internacional y especialmente las conspiraciones y rebeliones, la hicieron dar cada
vez más apoyo al bando protestante.

Isabel restauró el Acta de Supremacía, por lo que los obispos partidarios de la supremacía
católica fueron depuestos y sustituidos, proclamó luego el Acta de Uniformidad que
obligaba a todas las parroquias de la Iglesia de Inglaterra a utilizar el Libro de Oración
Común (con aquellos pequeños cambios introducidos por Cranmer) con su texto en inglés y
no en latín. Todo ello dio espacio para la difusión de las ideas de la Reforma Protestante en
Inglaterra, no obstante la moderación que en general siguió teniendo la Iglesia de Inglaterra
al conservar casi intacta su tradición medieval.

Isabel I persiguió cruelmente a los católicos durante su reinado.

La Reforma Protestante en Suiza

La parte central del Monumento Internacional de la Reforma, en Ginebra, Suiza, recuerda


el legado de Guillaume Farel, Juan Calvino, Teodoro de Beza y John Knox.
En Suiza también se van a separar algunos territorios de la Iglesia católica; las ideas de
Lutero llegaron muy pronto a Suiza y aparecieron una serie de predicadores que criticaban
la corrupción de la Iglesia católica y defendían la creación de una "Iglesia" distinta. Uno de
los primeros fue Zwinglio. Aunque compartía muchas de las ideas de Lutero, Zwinglio
quería dar una mayor libertad a su nueva "Iglesia" cristiana y rechazaba el sometimiento de
los cristianos a la nobleza como defendía Lutero. Al final el mismo Lutero criticó a
Zwinglio y se alegró públicamente de su muerte cuando Zwinglio muere en un combate
contra los suizos católicos.

Pero el principal foco de la Reforma Protestante en Suiza va a ser la ciudad de Ginebra,


gracias a la actuación de Juan Calvino que con Lutero es la mayor figura de la Reforma
Protestante.

En Ginebra una serie de reformadores habían asaltado las iglesias y conventos expulsando a
los sacerdotes católicos, pero estos reformadores no sabían cómo organizar la nueva
"Iglesia" que pretendían crear ni tampoco tenían claro qué nueva doctrina querían
establecer, por lo que llamaron a una figura de prestigio dentro del campo protestante, que
supiera cómo organizar la nueva Iglesia y diera un contenido religioso claro, y llamaron a la
ciudad a Juan Calvino.

Este era un francés que había estudiado teología en varias universidades, entre ellas la de
París; aunque al principio acepta algunas de las ideas luteranas, muy pronto piensa que
Lutero ha conservado demasiadas cosas de la Iglesia católica que debían ser suprimidas.
Calvino también opina que el hombre debe acceder a la fe por medio de la lectura de la
Biblia, pero considera que se debían de eliminar todos los sacramentos de la Iglesia
católica, incluyendo los tres que había conservado Lutero. Para él todas las imágenes
debían ser eliminadas de los templos religiosos.

Calvino también pensaba que no debían existir ni sacerdotes ni obispos y que los jefes
religiosos debían ser pastores elegidos por la congregación; pero la teoría religiosa más
importante que Calvino predicó como producto de su libre interpretación de la Biblia es la
Predestinación: según esta teoría el hombre por sí mismo no puede hacer nada para alcanzar
la salvación, ni por la fe ni por las obras, sino que antes de nacer Dios ya ha elegido a un
hombre para la condenación o la salvación y el hombre no puede hacer nada para cambiar
el designio divino. En la sociedad humana se puede distinguir a los hombres elegidos para
su salvación en los que llevan una vida virtuosa y sin pecado y en los que tienen riquezas y
éxito material en la vida, pues eso es signo de la protección de Dios.

Calvino empezó a exponer sus ideas en París, pero como Francia era católica tuvo que huir
del Reino y refugiarse en el extranjero. Ya empezaba a ser conocido entre los protestantes
europeos como un hombre firme y enérgico, un gran teólogo y un buen organizador que
sabía dirigir a los hombres, y por esta razón fue llamado por los protestantes de Ginebra.

Cuando Calvino llega a Ginebra, toma la decisión de que si quiere imponer una nueva
"iglesia" que adopte sus puntos de vista religiosos tiene que controlar el gobierno de la
ciudad; intenta dar órdenes al consejo municipal, que termina por expulsarle de Ginebra.
Sin embargo, la situación en Ginebra continuaba sin aclararse, las autoridades de la ciudad
eran incapaces de organizar una "Iglesia" nueva y Calvino seguía teniendo partidarios en la
ciudad; estos partidarios convencen a las autoridades de Ginebra para que permitan el
regreso de Calvino a Ginebra con la promesa de que no se entrometerá en el gobierno
político de la ciudad. Y las autoridades autorizan el regreso de Calvino a Ginebra en 1541.

Calvino ha aprendido la lección y ha comprendido que no puede manifestar abiertamente su


deseo de controlar políticamente la ciudad; sin embargo, no renuncia a hacerse con el poder
de Ginebra, que para él era indispensable para fundar su nueva Iglesia. Durante doce años
Calvino va a llevar a cabo una paciente labor para ganarse partidarios en el gobierno de la
ciudad, aumentar su influencia en Ginebra hasta que llegase el día en que el gobierno y
todas sus instituciones estuvieran bajo su control. Cuando ya Calvino está a punto de
controlar el gobierno se produce la ejecución en la hoguera del español Miguel Servet.

Miguel Servet era un humanista español típico de la época del Renacimiento, tenía
curiosidad por todas las materias desde la ciencia a la medicina pasando por la filosofía y la
religión. Como muchos hombres de su tiempo estaba descontento con la Iglesia católica y
rechazaba la doctrina católica milenaria. Servet desarrolló sus propias ideas religiosas y
llegó a creer que Jesucristo no había sido hijo de Dios, que sólo tenía naturaleza humana y
no divina; esto era adoptar una corriente de los primeros siglos del cristianismo, que la
Iglesia católica había condenado por herética en el siglo IV y que todos los protestantes
rechazaban con escándalo. Servet fue a estudiar a las universidades francesas y también en
la de París, donde conoció a Calvino. Allí Calvino comenzó a tener un profundo odio hacia
aquel español al que consideraba un peligroso hereje.

A causa de sus opiniones, Servet tuvo que escapar de París, cambió de nombre y se instaló
como médico en Vienne de Isère, localidad cerca de la frontera con Suiza; tuvo éxito como
médico y llegó a adquirir una respetable situación económica y fue en esos años cuando
descubrió la circulación de la sangre.

Pero Servet seguía con sus inquietudes religiosas y escribió un libro sobre sus doctrinas
acerca de Jesucristo, que hizo imprimir clandestinamente en una imprenta secreta.

Pero Servet cometió el error de escribir a Calvino en Ginebra enviándole ejemplares de su


libro, y Calvino en una carta lo denuncia a la Inquisición francesa católica. Sin embargo,
Servet tenía amigos que le protegieron y ayudaron a ocultar su imprenta, y la Inquisición
católica renunció a investigar. Pero Calvino envió las cartas que el propio Servet había
escrito; las cartas eran una prueba irrefutable de que aquel médico era el español Miguel
Servet.

La Inquisición católica condena a Servet a la hoguera pero la noche antes de la ejecución


sus amigos ayudan a Servet a escapar. Servet no sabe la influencia política que Calvino
tiene en Ginebra y comete el tremendo error de intentar refugiarse en esa ciudad, creyendo
que allí estaría seguro. En Ginebra, Calvino lo reconoce y consigue que las autoridades de
la ciudad lo detengan como hereje. Calvino quiere que se juzgue a Servet y se le queme en
la hoguera, pero todavía no controla del todo el gobierno de la ciudad y el juicio de Servet
se va a convertir en un pulso entre Calvino y los gobernantes de la ciudad que se oponen a
él, pero finalmente Calvino se impone y Servet es condenado a la muerte en la hoguera, un
ejemplo claro de la "inquisición protestante", que perseguía y ejecutaba a los que
consideraba "herejes".

La muerte de Servet, alejó de Calvino a una serie de protestantes europeos que se habían
refugiado en Ginebra. Estos protestantes también tenían sus propias ideas religiosas,
sintieron sus vidas amenazadas y escaparon de la ciudad; el más famoso de estos refugiados
fue Sebastián Castellion que desde el extranjero denunció a Calvino por la muerte de Servet
defendiendo la tolerancia religiosa y el derecho del hombre a tener sus propias opiniones;
Castellion es considerado el padre de la libertad de pensamiento en Europa.

Pero la muerte y el juicio de Servet le sirvieron a Calvino para hacerse definitivamente con
el gobierno de la ciudad, los adversarios de Calvino fueron expulsados del gobierno
municipal y algunos de ellos ejecutados. Ahora toda Ginebra obedecía las órdenes de
Calvino.

Calvino quiso hacer de Ginebra la capital religiosa de un nuevo cristianismo y quiso obligar
a sus habitantes a la fuerza a llevar una vida virtuosa y cristiana: se suprimieron todos los
bailes, se prohibieron todas las canciones, se prohibieron todos los espectáculos y
representaciones teatrales, se cerraron las tabernas y se prohibieron las bebidas y las
borracheras, todos debían ser buenos cristianos a la fuerza.

Toda Ginebra se convirtió en una ciudad calvinista dedicada sólo al trabajo y a la oración.
Pero Calvino quería extender toda su comunidad cristiana por toda Europa y en Ginebra se
fundaron escuelas calvinistas para todos los protestantes extranjeros que visitaban la
ciudad; estos extranjeros debían regresar a sus países de origen y enseñar allí la doctrina
calvinista. El más importante de estos extranjeros fue el escocés John Knox, que consiguió
que toda Escocia se convirtiera al calvinismo; en Escocia los calvinistas recibieron el
nombre de presbiterianos. Escocia fue el único país donde el calvinismo se convirtió en
religión oficial, pero también llegó a ser mayoritario en Holanda y hubo importantes
minorías calvinistas en Alemania, Inglaterra y en Francia; en Inglaterra los calvinistas
recibieron el nombre de puritanos y en Francia se les dio el nombre de hugonotes.

La Reforma Protestante en Hungría


Religioso húngaro Ferenc Dávid fundador del Unitarismo en Transilvania.

Conde húngaro Juan Segismundo Szapolyai, Príncipe de Transilvania.

Conde húngaro Gabriel Bethlen, Príncipe de Transilvania.

La reforma se extendió rápidamente por toda Europa, y en particular en el reino de


Hungría, donde adquirió connotaciones políticas muy serias. Los húngaros enfrentaron a
los turcos otomanos durante varios siglos, hasta que finalmente en la Batalla de Mohács en
1526, los musulmanes derrotaron a los húngaros y murió el rey Luis II de Hungría (ya para
la época del rey Luis II, el poder real se había enfrentado a protestantes húngaros que
pretendían contraponer al catolicismo).

Pronto el Reino de Hungría tras la derrota se dividió en tres partes: una al Oeste controlada
por los germánicos, donde Fernando I de Habsburgo, hermano del emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico fue coronado como rey húngaro; una región central controlada
por los otomanos, y una región oriental independiente en la forma del Principado de
Transilvania, donde el conde húngaro Juan Segismundo Szapolyai fungió de Príncipe.
Szapolyai y toda Transilvania, si bien eran independientes, el Estado era vasallo del
Imperio otomano y el sultán decidía qué noble húngaro ocuparía el trono del Principado y
cuáles serían sus movimientos políticos principales.3

De esta forma el nuevo mapa húngaro tomó forma, y Transilvania y sus Príncipes se
convirtieron en las figuras representantes de Hungría, contraponiendo a la dinastía de los
Habsburgo que por otra parte portaba la corona del reino. Juan Segismundo Szapolyai se
convirtió al protestantismo y comenzó a albergar a todos los filósofos y religiosos checos y
germánicos que huían del Imperio Germánico y de los Habsburgo. La estrategia de
Szapolyai y de los posteriores Príncipes de Transilvania fue utilizar al protestantismo como
instrumento contra los Habsburgo fielmente católicos, de los cuales querían deshacerse para
así poder reunificar el reino húngaro dividido bajo la figura húngara de mayor relevancia, el
líder transilvano.

En el año de 1541 se publicó la primera traducción al húngaro del Nuevo Testamento, obra
del monje Juan Sylvester y luego en 1590 el pastor protestante Gáspár Károli publicó la
primera Biblia completa en húngaro, conocida como la Biblia de Károli. Los príncipes
transilvanos promovieron las escuelas protestantes, las cuales eran cada vez más populares
en ciudades como Bratislava, Sopron, Szárlőrinc, Sárvár, de igual forma como los
asentamientos sajones en el Principado húngaro independiente. Al mismo tiempo, el nuevo
movimiento religioso protestante de Juan Calvino, conocido como Calvinismo continuó
con la misión del luteranismo y pronto la región Nor-Este del Reino húngaro se sumergió a
tal punto en la nueva confesión religiosa, que la ciudad de Debrecen era denominada en
aquella época "La Roma Calvinista".

Uno de los pensadores protestantes más significativos fue el pastor húngaro Ferenc Dávid
(1510 - 1579), quien primero profesó el luteranismo y luego el calvinismo, posteriormente
se volvió un gran defensor del anti-trinitarismo, es decir, no aceptaba la existencia de la
Santísima Trinidad, y de esta manera, pronto se convirtió en el fundador del unitarismo en
Transilvania, agregando aún una confesión religiosa más al gran mosaico existente en aquel
tiempo. La diversidad religiosa en el Principado alcanzó tales niveles, que el Príncipe Juan
Segismundo Szapolyai, de confesión protestante, aconsejado por sus religiosos, convocó a
la Gran Asamblea transilvana en la cual se sancionó el Edicto de Turda en 1568. Este
documento rezaba que todas las confesiones religiosas cristianas eran aceptadas por igual
en el Principado húngaro. Así, éste sería el primer Estado en en mundo reconocer la
diversidad de culto cristiano: catolicismo, luteranismo, calvinismo y unitarismo.4

Posteriores príncipes como el barón húngaro Esteban Bocskai (1605 - 1606) y el conde
húngaro Gabriel Bethlen (1613 - 1629) fueron fuertes defensores del protestantismo en
Transilvania y Hungría, catapultando a los húngaros a un nivel cultural, socio-político y
económico de desarrollo a la par con Francia, el Imperio Germánico e Inglaterra. Ellos
condujeron guerras de independencia contra los Habsburgo, e inglusive Gabriel Bethlen
participó en la Guerra de los Treinta Años (1618 - 1648) apoyando la confederación
protestante.5

La situación religiosa en la región central del reino húngaro se inclinaba igualmente hacia
el protestantismo, pues ahí eran raramente vistos los sacerdotes católicos. Los predicadores
protestantes contaban con la protección de los otomanos, quienes en realidad no se
entrometían en los conflicitos religiosos de los cristianos, sino que lo único que les
importaba era que estos pagasen los impuestos a los turcos. Como era de suponerse, en la
región del reino húngaro bajo control germánico, el catolicismo se mantuvo con gran
fortaleza, y si bien los predicadores protestantes eran comunes, la influencia del rey
Habsburgo no permitía su predominancia.

Posteriormente los Habsburgo introdujeron en Hungría la contrarreforma católica, y la


ardua labor de los jesuitas como el cardenal Pedro Pázmány lograron la paulatina
conversión de gran parte de la población al catolicismo (sin embargo, Transilvania
permanecerá, a grandes rasgos, protestante hasta la época actual).

L
AS
95
T
ESIS
M
ARTÍN
L
UTERO
,
1517
Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz,
se discutirán en Witten
berg las siguientes propo-
siciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lute-
ro, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y
Profesor Ordinario de esta última disciplina en
esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no
puedan estar presentes y debatir oralmente con
nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito.
En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
1.
Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo
dijo: "Haced penitencia...", ha querido que
toda la vida de los creyentes fuera peniten-
cia.
2.
Este término no puede entenderse en el
sentido de la penitencia sacramental (es
decir, de aquella relacionada con la confe-
sión y satisfacción) que se celebra por el
ministerio de los sacerdotes.
3.
Sin embargo, el vocablo no apunta sola-
mente a una penitencia interior; antes bien,
una penitencia interna es nula si no obra
exteriormente diversas
mortificaciones de
la carne.
4.
En consecuencia, subsiste la pena mientras
perdura el odio al propio yo (es decir, la
verdadera penitencia interior), lo que signi-
fica que ella continúa hasta la entrada en el
reino de los cielos.
5.
El Papa no quiere ni puede remitir culpa
alguna, salvo aquella que él ha impuesto,
sea por su arbitrio, sea por conformidad a
los cánones.
6.
El Papa no puede remitir culpa alguna, sino
declarando y testimoniando que ha sido
remitida por Dios, o remitiéndola con cer-
teza en los casos que se ha reservado. Si és-
tos fuesen menospreciados, la culpa subsis-
tirá íntegramente.
7.
De ningún modo Dios remite la culpa a
nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y
lo someta en todas las cosas al sacerdote,
su vicario.
8.
Los cánones penitenciales han sido im-
puestos únicamente a los vivientes y nada
debe ser impuesto a los moribundos ba-
sándose en los cánones.
9.
Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en
la persona del Papa, quien en sus decretos
siempre hace una excepción en caso de
muerte y de necesidad.
10.
Mal y torpemente proceden los sacerdotes
que reservan a los moribundos penas ca-
nónicas en el purgatorio.
11.
Esta cizaña, cual la de transformar la pena
canónica en pena para el purgatorio, parece
por cierto haber sido sembrada mientras
los obispos dormían.
12.
Antiguamente las penas canónicas no se
imponían después sino antes de la absolu-
ción, como prueba de la verdadera contri-
ción.
13.
Los moribundos son absueltos de todas sus
culpas a causa de la muerte y ya son muer-
tos para las leyes canónicas, quedando de
derecho exentos de ellas.
14.
Una pureza o caridad imperfectas traen
consigo para el moribundo, necesariamen-
te, gran miedo; el cual es tanto mayor
cuanto menor sean aquéllas.
15.
Este temor y horror son suficientes por sí
solos (por no hablar de otras cosas) para
constituir la pena del purgatorio, puesto
que están muy cerca del horror de la deses-
peración.
16.
Al parecer, el infierno
, el purgatorio y el
cielo difieren entre sí como la desespera-
ción, la cuasi desesperación y al seguridad
de la salvación.
17.
Parece necesario para las almas del purga-
torio que a medida que disminuya el
horror, aumente la caridad.
18.
Y no parece probado, sea por la razón o por
las Escrituras, que estas almas estén ex-
cluidas del estado de mérito o del creci-
miento en la caridad.
19.
Y tampoco parece probado que las almas
en el purgatorio, al menos en su totalidad,
tengan plena certeza de su bienaventuranza
ni aún en el caso de que nosotros podamos
estar completamente seguros de ello.
20.
Por tanto, cuando el Papa habla de remi-
sión plenaria de todas las penas, significa
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Martín Lutero: Las 95 Tesis
2
simplemente el perdón de todas ellas, sino
solamente el de aquellas que él mismo im-
puso.
21.
En consecuencia, yerran aquellos predica-
dores de indulgencias que afirman que el
hombre es absuelto a la vez que salvo de
toda pena, a causa de las indulgencias del
Papa.
22.
De modo que el Papa no remite pena algu-
na a las almas del purgatorio que, según los
cánones, ellas debían haber pagado en esta
vida.
23.
Si a alguien se le puede conceder en todo
sentido una remisión de todas las penas, es
seguro que ello solamente puede otorgarse
a los más perfectos, es decir, muy pocos.
24.
Por esta razón, la mayor parte de la gente
es necesariamente engañada por esa indis-
criminada y jactanciosa promesa de la libe-
ración de las penas.
25.
El poder que el Papa tiene universalmente
sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura
lo posee en particular sobre su diócesis o
parroquia.
26.
Muy bien procede el Papa al dar la remi-
sión a las almas del purgatorio, no en vir-
tud del poder de las llaves (que no posee),
sino por vía de la intercesión.
27.
Mera doctrina humana predican aquellos
que aseveran que tan pronto suena la mo-
neda que se echa en la caja, el alma sale vo-
lando.
28.
Cierto es que, cuando al tintinear, la mone-
da cae en la caja, el lucro y la avaricia pue-
den ir en aumento, más la intercesión de la
Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.
29.
¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del
purgatorio desean se
r redimidas? Hay que
recordar lo que, según la leyenda, aconteció
con San Severino y San Pascual.
30.
Nadie está seguro de la sinceridad de su
propia contrición y mucho menos de que
haya obtenido la remisión plenaria.
31.
Cuán raro es el hombre verdaderamente
penitente, tan raro como el que en verdad
adquiere indulgencias; es decir, que el tal
es rarísimo.
32.
Serán eternamente condenados junto con
sus maestros, aquellos que crean estar se-
guros de su salvación mediante una carta
de indulgencias.
33.
Hemos de cuidarnos mucho de aquellos
que afirman que las indulgencias del Papa
son el inestimable don divino por el cual el
hombre es reconciliado con Dios.
34.
Pues aquellas gracias de perdón sólo se
refieren a las penas de la satisfacción sa-
cramental, las cuales han sido establecidas
por los hombres.
35.
Predican una doctrina anticristiana aque-
llos que enseñan que no es necesaria la
contrición para los que rescatan almas o
confessionalia.
36.
Cualquier cristiano ve
rdaderamente arre-
pentido tiene derecho a la remisión plena-
ria de pena y culpa, aun sin carta de indul-
gencias.
37.
Cualquier cristiano verdadero, sea que esté
vivo o muerto, tiene participación en todos
lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta par-
ticipación le ha sido concedida por Dios,
aun sin cartas de indulgencias.
38.
No obstante, la remisión y la participación
otorgadas por el Papa no han de menospre-
ciarse en manera alguna, porque, como ya
he dicho, constituyen un anuncio de la re-
misión divina.
39.
Es dificilísimo hasta para los teólogos más
brillantes, ensalzar al
mismo tiempo, ante
el pueblo. La prodigalidad de las indulgen-
cias y la verdad de la contrición.
40.
La verdadera contrición busca y ama las
penas, pero la profusión de las indulgencias
relaja y hace que las penas sean odiadas;
por lo menos, da ocasión para ello.
41.
Las indulgencias apostólicas deben predi-
carse con cautela para que el pueblo no
crea equivocadamente que deban ser prefe-
ridas a las demás buenas obras de caridad.
42.
Debe enseñarse a los cristianos que no es la
intención del Papa, en manera alguna, que
la compra de indulgencias se compare con
las obras de misericordia.
43.
Hay que instruir a los cristianos que aquel
que socorre al pobre o ayuda al indigente,
realiza una obra mayor que si comprase in-
dulgencias.
44.
Porque la caridad crece por la obra de cari-
dad y el hombre llega a ser mejor; en cam-
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Martín Lutero: Las 95 Tesis
3
bio, no lo es por las indulgencias, sino a lo
mas, liberado de la pena.
45.
Debe enseñarse a los cristianos que el que
ve a un indigente y, sin prestarle atención,
da su dinero para co
mprar indulgencias, lo
que obtiene en verdad no son las indulgen-
cias papales, sino la indignación de Dios.
46.
Debe enseñarse a los cristianos que, si no
son colmados de bienes superfluos, están
obligados a retener lo necesario para su ca-
sa y de ningún modo derrocharlo en indul-
gencias.
47.
Debe enseñarse a los cristianos que la
compra de indulgencias queda librada a la
propia voluntad y no constituye obligación.
48.
Se debe enseñar a los cristianos que, al
otorgar indulgencias, el Papa tanto más ne-
cesita cuanto desea una oración ferviente
por su persona, antes que dinero en efecti-
vo.
49.
Hay que enseñar a los cristianos que las
indulgencias papales son útiles si en ellas
no ponen su confianza, pero muy nocivas
si, a causa de ellas, pierden el temor de
Dios.
50.
Debe enseñarse a los cristianos que si el
Papa conociera las exacciones de los predi-
cadores de indulgencias, preferiría que la
basílica de San Pedro se redujese a cenizas
antes que construirla con la piel, la carne y
los huesos de sus ovejas.
51.
Debe enseñarse a los cristianos que el Papa
estaría dispuesto, como es su deber, a dar
de su peculio a muchísimos de aquellos a
los cuales los pregoneros de indulgencias
sonsacaron el dinero aun cuando para ello
tuviera que vender la basílica de San Pedro,
si fuera menester.
52.
Vana es la confianza en la salvación por
medio de una carta de indulgencias, aun-
que el comisario y hasta el mismo Papa pu-
sieran su misma alma como prenda.
53.
Son enemigos de Cristo y del Papa los que,
para predicar indulgencias, ordenan sus-
pender por completo la predicación de la
palabra de Dios en otras iglesias.
54.
Oféndese a la palabra de Dios, cuando en
un mismo sermón se dedica tanto o más
tiempo a las indulgencias que a ella.
55.
Ha de ser la intención del Papa que si las
indulgencias (que muy poco significan) se
celebran con una campana, una procesión y
una ceremonia, el evangelio (que es lo más
importante)deba predicarse con cien cam-
panas, cien procesiones y cien ceremonias.
56.
Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa
distribuye las indulgencias, no son ni sufi-
cientemente mencionados ni conocidos en-
tre el pueblo de Dios.
57.
Que en todo caso no son temporales resulta
evidente por el hecho de que muchos de los
pregoneros no los derrochan, sino más bien
los atesoran.
58.
Tampoco son los méritos de Cristo y de los
santos, porque éstos siempre obran, sin la
intervención del Papa, la gracia del hombre
interior y la cruz, la muerte y el infierno del
hombre exterior.
59.
San Lorenzo dijo que los tesoros de la igle-
sia eran los pobres, mas hablaba usando el
término en el sentido de su época.
60.
No hablamos exageradamente si afirma-
mos que las llaves de la iglesia (donadas
por el mérito de Cristo) constituyen ese te-
soro.
61.
Esta claro, pues, que para la remisión de las
penas y de los casos reservados, basta con
la sola potestad del Papa.
62.
El verdadero tesoro de la iglesia es el sacro-
santo evangelio de la gloria y de la gracia de
Dios.
63.
Empero este tesoro es, con razón, muy
odiado, puesto que hace que los primeros
sean postreros.
64.
En cambio, el tesoro de las indulgencias,
con razón, es sumamente grato, porque
hace que los postreros sean primeros.
65.
Por ello, los tesoros del evangelio son redes
con las cuales en otros tiempos se pescaban
a hombres poseedores de bienes.
66.
Los tesoros de las indulgencias son redes
con las cuales ahora se pescan las riquezas
de los hombres.
67.
Respecto a las indulgencias que los predi-
cadores pregonan con gracias máximas, se
entiende que efectivamente lo son en cuan-
to proporcionan ganancias.
68.
No obstante, son las gracias más pequeñas
en comparación con la gracia de Dios y la
piedad de la cruz.
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Martín Lutero: Las 95 Tesis
4
69.
Los obispos y curas están obligados a admi-
tir con toda reverencia
a los comisarios de
las indulgencias apostólicas.
70.
Pero tienen el deber aún más de vigilar con
todos sus ojos y escuchar con todos sus oí-
dos, para que esos hombres no prediquen
sus propios ensueños en lugar de lo que el
Papa les ha encomendado.
71.
Quién habla contra la verdad de las indul-
gencias apostólicas, sea anatema y maldito.
72.
Mas quien se preocupa por los excesos y
demasías verbales de los predicadores de
indulgencias, sea bendito.
73.
Así como el Papa justamente fulmina ex-
comunión contra los que maquinan algo,
con cualquier artimaña de venta en perjui-
cio de las indulgencias.
74.
Tanto más trata de condenar a los que bajo
el pretexto de las indulgencias, intrigan en
perjuicio de la caridad y la verdad.
75.
Es un disparate pensar que las indulgencias
del Papa sean tan eficaces como para que
puedan absolver, para hablar de algo impo-
sible, a un hombre que haya violado a la
madre de Dios.
76.
Decimos por el contrario, que las indulgen-
cias papales no pueden borrar el más leve
de los pecados veniales, en concierne a la
culpa.
77.
Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy,
no podría conceder mayores gracias, cons-
tituye una blasfemia contra San Pedro y el
Papa.
78.
Sostenemos, por el contrario, que el actual
Papa, como cualquier otro, dispone de ma-
yores gracias, saber: el evangelio, las virtu-
des espirituales, los dones de sanidad, etc.,
como se dice en 1ª de Corintios 12.
79.
Es blasfemia aseverar que la cruz con las
armas papales llamativamente erecta,
equivale a la cruz de Cristo.
80.
Tendrán que rendir cuenta los obispos,
curas y teólogos, al permitir que charlas ta-
les se propongan al pueblo.
81.
Esta arbitraria predicación de indulgencias
hace que ni siquiera, aun para personas
cultas, resulte fácil salvar el respeto que se
debe al Papa, frente a las calumnias o pre-
guntas indudablemente sutiles de los lai-
cos.
82.
Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el
purgatorio a causa de la santísima caridad
y la muy apremiante necesidad de las al-
mas, lo cual sería la más justa de todas las
razones si él redime un
número infinito de
almas a causa del muy miserable dinero
para la construcción de la basílica, lo cual
es un motivo completamente insignifican-
te?
83.
Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las
misas y aniversarios por los difuntos y por
qué el Papa no devuelve o permite retirar
las fundaciones instituidas en beneficio de
ellos, puesto que ya no es justo orar por los
redimidos?
84.
Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva pie-
dad de Dios y del Papa, según la cual con-
ceden al impío y enemigo de Dios, por me-
dio del dinero, redimir un alma pía y amiga
de Dios, y por que no la redimen más bien,
a causa de la necesidad, por gratuita cari-
dad hacia esa misma alma pía y amada?
85.
Del mismo modo: ¿Por qué los cánones
penitenciales que de hecho y por el desuso
desde hace tiempo están abrogados y
muertos como tales, se satisfacen no obs-
tante hasta hoy por la concesión de indul-
gencias, como si estuviesen en plena vigen-
cia?
86.
Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya
fortuna es hoy más abundante que la de los
más opulentos ricos, no construye tan sólo
una basílica de San Pedro de su propio di-
nero, en lugar de hacerlo con el de los po-
bres creyentes?
87.
Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el
Papa y qué participación concede a los que
por una perfecta contrición tienen ya dere-
cho a una remisión y participación plena-
rias?
88.
Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría
hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace
ahora una vez, concediese estas remisiones
y participaciones cien veces por día a cual-
quiera de los creyentes?
89.
Dado que el Papa, por medio de sus indul-
gencias, busca más la salvación de las al-
mas que el dinero, ¿por qué suspende las
cartas e indulgencias ya anteriormente
concedidas, si son igualmente eficaces?
90.
Reprimir estos sagaces argumentos de los
laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos
con razones, significa exponer a la Iglesia y
La ruptura de la cristiandad

Con el nombre de Reforma es designado el movimiento religioso iniciado por Martín


Lutero que daría lugar al protestantismo. La división religiosa del continente a que llevó la
Reforma se inició en 1520, cuando el monje alemán Martín Lutero fue excomulgado por el
papa León X por su feroz crítica de la política religiosa de los papas, convertidos en
mercaderes de paraísos y de salvación a buen precio; tres años antes, el propio Lutero había
colgado su diatriba (las famosas noventa y cinco tesis) en las puertas de la iglesia de
Wittenberg. Este suceso aparentemente banal fue el desencadenante de un largo proceso de
ruptura. Pocos meses después, en la Dieta de Worms (1521), la negativa de Lutero a
retractarse ante el emperador Carlos V, convertido en defensor de la ortodoxia católica,
supuso también su proscripción política del Imperio. Los intereses de algunos príncipes
alemanes por frenar el ascenso del absolutismo de los Habsburgo y su deseo creciente de
hacerse con las tierras de los monasterios hicieron el resto.

Lutero ante la Dieta de Worms

Entre 1521 y 1525, la Reforma viviría sus momentos heroicos, de abierta oposición a Roma
y a sus símbolos. El mensaje de emancipación pasó a ser interpretado libremente,
desbordando con creces el marco originario de las doctrinas luteranas. Ejemplo extremo de
ello es la guerra de los campesinos liderados por Thomas Müntzer (1491-1525). De hecho,
el final de este conflicto, que se saldó con la ejecución de los rebeldes, marca un punto de
inflexión en la reforma luterana. A partir de este momento se observará una orientación
más conservadora: en materia religiosa, frenando las innovaciones y libres interpretaciones
de algunos discípulos; en materia social, predicando la sumisión a las autoridades
establecidas (como en el caso de las propias revoluciones campesinas, condenadas
enérgicamente por Lutero); en materia eclesiástica, prestando una mayor atención a los
aspectos organizativos de la nueva iglesia. Finalmente, en este período se produjo la ruptura
total de Lutero con humanistas como Erasmo de Rotterdam, a causa de las diferencias
doctrinales en el tema de la predestinación.
A partir de 1527 la reforma luterana se extendió, conviviendo con otras versiones de la
doctrina reformada como las de Ulrico Zwinglio en Zurich o Martín Bucero (1491-1551) en
Estrasburgo. Zwinglio, artífice de la Reforma en la ciudad suiza, era hijo de campesinos,
clérigo humanista, admirador de Platón y conocedor de Erasmo. Zwinglio inició un proceso
de renovación personal que le llevó a adoptar unas posiciones doctrinales cercanas a las de
Lutero. Siendo predicador en Zurich, luchó a partir de 1521 para que su ciudad y los
cantones confederados se sumaran a sus ideas, cosa que logró en 1523: la misa en latín
quedó suprimida, se retiraron las imágenes de las iglesias y se secularizaron los conventos.

Ulrico Zwinglio

Basilea, por otro lado, era en estos años un centro humanista de singular importancia.
Johannes Ecolampadio (1482-1531) predicó allí las doctrinas zwinglianas desde 1523, y
cuatro años más tarde la ciudad se incorporó a la Reforma. El triunfo de la Reforma en
Estrasburgo a partir de 1529 se debió a Capiton (1478-1521) y, sobre todo, a Martín
Bucero. La Reforma en su versión zwingliana se difundió ampliamente por las ciudades de
Suiza y el sur de Alemania, mientras que las del norte se mantuvieron fieles al primitivo
mensaje luterano. Uno y otro modelo presentaban diferencias teológicas y litúrgicas
importantes, siendo quizás la fundamental la relativa a la eucaristía. Zwinglio negaba la
presencia real de Cristo en ella, convirtiendo el sacramento en una simple ceremonia
simbólica. De esta forma, se abría una fisura en el seno de las doctrinas reformadas.

Los intentos de frenar la relativa tolerancia seguida por Carlos V tras la primera Dieta de
Espira (1526) fueron contestados por los príncipes alemanes reunidos de nuevo en aquella
ciudad en 1529. Príncipes y ciudades reformadas protestaron (de ahí que desde entonces se
les conociera como "protestantes") contra la voluntad imperial de volver a la situación de
1520. Los intentos de llegar a un entendimiento en la Dieta de Augsburgo de 1530
fracasaron, dando paso al enfrentamiento armado.

La lucha contra los príncipes alemanes reformados, unidos en la Liga de Esmalcalda (1531)
por Federico de Hesse, tuvo altibajos debido a las ayudas que aquellos recibían de
potencias como Francia o Inglaterra, adversarias de la hegemonía política que los
Habsburgo trataban de imponer sobre Europa. A pesar de la victoria de Carlos V de
Mühlberg (1547), los ejércitos de Mauricio de Sajonia (1521-1553) derrotaron a los
imperiales en Innsbruck (1552). Esta derrota, además de la abdicación del emperador en
favor de su hermano Fernando y de su hijo Felipe, que se haría efectiva entre 1555 y 1556,
precipitó la llamada paz de Augsburgo (1555), que significaba la renuncia a la unidad
religiosa en Alemania y el fin de los ideales de una sola cristiandad defendidos por Carlos
V.

Carlos V

En la década de 1550 la fisura religiosa había quedado definida, aunque no de forma


concluyente. España, Italia, gran parte del sur de Alemania, Austria, Bohemia, Polonia y
Lituania seguían siendo católicas, aunque las cuatro últimas hubiesen aceptado la presencia
de minorías calvinistas. Gran parte del norte de Alemania era luterana, al igual que
Dinamarca y Suecia. Los cantones suizos eran en parte católicos, pero Ginebra aparecía
como centro del calvinismo. Inglaterra, al cabo de muchas vacilaciones, se convirtió en un
país protestante con una iglesia estatal de signo calvinista. Rusia conservó su fe ortodoxa.
Surgieron nuevas sectas, como los anabaptistas, que discrepaban tanto de la religión
católica como de la protestante, y que, por su oposición a todo principio de autoridad,
serían perseguidos por una y otra. La respuesta católica, auspiciada por el emperador Carlos
V, fue la convocatoria por el papa Paulo III del Concilio de Trento (1545-1563).

La ruptura terminaría generando confusión y violencia. En Francia, la conversión al


calvinismo de determinados sectores sociales en la década de 1560 añadió un matiz
ideológico a la rivalidad existente entre los grandes magnates territoriales (los Guisa, los
Condé, los Borbones) en una época de debilidad del gobierno central. Durante las guerras
civiles que desgarraron el país intermitentemente entre 1562 y 1593, Francia corrió serio
peligro de fragmentación confesional. También en los Países Bajos, a partir de la década de
1560, los intereses religiosos se confundieron con los políticos. Se inició así una rebelión
que se prolongaría a lo largo de ochenta años.

Causas y efectos de la Reforma

Las causas profundas del malestar religioso tenían sus raíces en el propio desarrollo
histórico del Renacimiento europeo. La crisis política de la iglesia bajomedieval y el Cisma
de Occidente (1378-1417) originaron un vacío espiritual y la creciente mercantilización de
las prácticas religiosas. Numerosos humanistas denunciaron el bajo nivel moral del clero,
su escasa preparación, la primacía de los intereses terrenales sobre los espirituales y, en
especial, la venta de indulgencias con las que se conseguía una rebaja de las penas del
purgatorio.

Los anhelos de regeneración de las costumbres religiosas y la búsqueda de una vida


espiritual más intensa y personal fueron abriéndose paso en círculos de religiosos y laicos
como el de los Hermanos de la Vida Común, un grupo próximo a lo que se llamó la devotio
moderna. Numerosos en los Países Bajos y Renania, e influyentes gracias a sus escuelas
(Erasmo y Lutero asistieron a ellas) y a sus libros -sobre todo la Imitación de Cristo (1418),
atribuida a Tomás de Kempis, (1380-1471)-, no desafiaban la ortodoxia abiertamente, sino
que manifestaban sus críticas de forma implícita, prescindiendo de muchos ritos y
preceptos que consideraban superfluos y defendiendo una piedad subjetiva y ascética
basada en la lectura personal y directa de la Biblia. La crítica textual propugnada por los
humanistas vino en su ayuda, demostrando que, aparte del bautismo y la eucaristía,
presentes en los Evangelios, el posterior edificio de los sacramentos (confirmación,
matrimonio, confesión, penitencia, extremaunción, ordenación) era artificial y estaba
llamado a desmoronarse, y con él la necesidad de una casta sacerdotal que lo mantuviese en
pie: la jerarquía eclesiástica entera, desde el papa hasta el último franciscano, se hacía
innecesaria.

A nivel político, allí donde la Reforma triunfó tuvo lugar un proceso de consolidación del
poder establecido. La ruptura con el papado liberó a los gobernantes de su dependencia
respecto a una institución que proclamaba la superioridad de su poder espiritual sobre
cualquier otro poder terrenal. Además, la supresión de las antiguas instituciones
eclesiásticas y la secularización de sus bienes, junto al principio luterano que atribuía al
poder político la organización de sus propias iglesias, favoreció una ampliación del ámbito
de competencias del poder civil: el pastor se convertía así en funcionario del príncipe. La
tesis del sacerdocio universal no implicó la desaparición del ministerio pastoral, sino la
profesionalización de los líderes eclesiásticos a partir de una completa redefinición de su
estatus social y de sus funciones. La labor fundamental del pastor era ahora la predicación
de la doctrina, y el sermón se convirtió en pieza clave de una misa cuya liturgia se
simplificaba y enriquecía a la vez con nuevos elementos como los cánticos, empleándose
las lenguas vulgares como vehículo de comunicación.
La Reforma también tuvo importantes repercusiones sociales. Las doctrinas reformadas, al
hacer hincapié en la salvación individual, estructuraron las prácticas piadosas en torno al
culto doméstico. Las familias se integraban en parroquias en las que el pastor ejercía una
"clericatura atenuada", una tarea de disciplina y control. La primera práctica colectiva era el
culto dominical. La confesión privada al oído fue sustituida por una confesión pública leída
por el pastor, quien también ofrecía una absolución general. La eucaristía se celebraba
cuatro veces al año. Los ritos asociados a la existencia del feligrés (bautismo, matrimonio y
funerales) perdieron toda su carga simbólica.

La teología luterana

El término Reforma, por su suavidad, puede inducir a confusión: la Reforma no fue una
transición ni una serie de cambios programados, sino una verdadera revolución religiosa
con aspectos y efectos políticos; la Reforma rompió la unidad de la Iglesia de Occidente,
produjo nuevas formas eclesiásticas e inauguró una nueva época en la historia de la
espiritualidad cristiana. Sin embargo, la palabra Reforma corresponde a la idea que tuvieron
sus promotores de no ser los fundadores de una nueva religión, sino de restaurar, en un
tiempo en el que ya estaban presentes todos los gérmenes de la edad moderna, el antiguo
cristianismo. Si bien es la resultante de tendencias, aspiraciones e impaciencias
ampliamente difundidas en Europa a principios del siglo XVI, la Reforma recibe un sello
inconfundible por efecto de la personalidad de Lutero.

La formación de Lutero explica algunas de sus actitudes posteriores. Hijo de un minero,


estudió con los Hermanos de la Vida en Común en un ambiente espiritual exigente.
Destinado a ser jurista por voluntad paterna, decidió no obstante ingresar en la rigurosa
orden de los Eremitas de San Agustín (1505). Su brillante carrera religiosa y universitaria
en Wittenberg oculta, según el historiador Lucien Febvre, una profunda inquietud personal:
"Lo que le importa a Lutero de 1505 a 1515 no es la reforma de la Iglesia. Es Lutero, el
alma de Lutero, la salvación de Lutero. Sólo eso." Tras largas reflexiones, la solución
teológica la encontró en las Epístolas de Pablo: la justificación por la fe.
Martín Lutero

La justificación por la fe es la base del pensamiento de Lutero, que rechaza la idea de que
las obras puedan coadyuvar a que el hombre alcance la salvación. Lo que hace
revolucionario el pensamiento luterano es la radicalidad de su formulación y la coherencia
de su desarrollo, que conduce a una negación sistemática, en nombre de Dios, de las
enseñanzas católicas fundamentales y de la propia Iglesia como institución. En efecto, si
sólo la fe justifica, resulta innecesario todo ministerio sacerdotal, con poderes exclusivos
para administrar los sacramentos, que haga de intermediario entre Dios y los hombres.
Lutero sólo aceptaba como verdaderamente instituidos por Jesucristo los sacramentos del
bautismo y la eucaristía. La revelación estaba contenida únicamente en la Biblia, y todo
cristiano iluminado por el Espíritu Santo era capaz de interpretarla libremente. Esta idea,
que rechazaba expresamente la tradición de la Iglesia, ocasionó la publicación de
numerosas Biblias sin comentarios ni acotaciones. Las doctrinas reformadas se sintetizaron
en el lema Sola fide, sola gratia, sola scriptura (Sólo fe, gracia y Escrituras).

Lutero resume en sí el conflicto de la cultura eclesiástica en el bajo Medioevo. Ningún


contacto directo, al principio, con el Humanismo; pero su formación filosófica y teológica
se perfecciona con la "vía moderna" de Guillermo de Occam: una filosofía crítica, no sin
analogías con la kantiana, en la que la unidad de fe y razón queda destruida y la
especulación metafísica se suspende. Dios se envuelve en un misterio abismal, del cual sale
revelándose solamente en la medida en que quiere hacerlo, en la revelación histórica. Dios,
que está más allá de todo concepto de bien o de mal, impone no obstante al hombre una
disciplina; siguiéndola con su mejor voluntad, el hombre puede y debe legítimamente
presumir que le es grato.

El esfuerzo para hacerse grato a este Dios insondable, llevado a cabo con una indudable
seriedad y un vivo sentimiento de lo absoluto, conduce a Lutero a la paradójica conclusión
de que el hombre no puede jamás estimarse positivamente digno de la gracia, y que su
único mérito ante Dios consiste en reconocerse radicalmente pecador, acusándose sin
merced ante Dios y haciendo suyo su veredicto condenatorio. A una tal acusación
incondicionada de sí mismo, Dios contesta con una no menos incondicionada absolución.
Estos pensamientos reciben en Lutero una influencia de apoyo por parte de la mística
germánica, aunque no asimila (por sus premisas críticas occamistas) su fondo especulativo
neoplatónico. El deseo de poner en claro su "teología de la cruz" como una doctrina de
absoluta penitencia interior con respecto a la práctica penitencial de la Iglesia
(indulgencias) conduce a Lutero a la proclamación de las noventa y cinco tesis (1517) y a la
revolución religiosa.

La espiritualidad de la Reforma refleja las exigencias complejas y a veces antitéticas de la


experiencia luterana. Por una parte la concepción intimista de la penitencia, y en general de
la vida religiosa, pone al hombre directamente en relación con Dios, y al desvalorizar
intrínsecamente las obras meritorias, es natural que la Iglesia, como dispensadora de la
gracia, quede privada de motivación y sea abandonada; por otra parte, la actitud crítica,
antirracionalista y anatomista que caracterizó a Lutero se contrapone al intelectualismo y a
la confianza en la persona que aportó el Humanismo.

Lutero en un retrato de Cranach el Viejo (1521)

La Iglesia, como custodia de la revelación, como garantizadora sacramental de la gracia, es


indispensable en su espiritualidad, y Lutero la reconstruye después haberla negado; pero la
reconstruye como un puro cuerpo espiritual, abandonando sus aspectos jurídicos y
administrativos a la autoridad de los príncipes alemanes, los cuales, en el pensamiento de
Lutero, administran la Iglesia, no en cuanto son el Estado, sino en cuanto que ellos son
también "miembros preeminentes" de la Iglesia, investidos, por su posición, de especiales
responsabilidades.

La misma complejidad llena de antítesis se encuentra en toda la concepción luterana de la


vida. Si Lutero abandona el estado monástico (no voluntariamente, a decir verdad, sino
forzado por las circunstancias) y si lo combate como la quintaesencia de las "obras
meritorias", con una polémica violenta hasta la injusticia, no por ello reivindica Lutero la
posibilidad de un gozoso vivir humano. Todo el mundo para Lutero yace en el mal, y el
pecado se insinúa en todas partes, desde la forma sutil de la vanidad y del amor a sí mismo
hasta en las expresiones de moralidad más elevadas.

Por otra parte, precisamente porque el mundo es malo, y en ningún modo es posible crear
en él una isla de perfección, el mundo es aceptado como es: como un campo de batalla, de
ejercitación moral, como una cruz a veces, cumpliendo con fidelidad los deberes (relativos
y siempre discutibles desde el punto de vista de lo absoluto) de los que se compone la vida
humana, y que, cumplidos con religiosa conciencia, como deberes dictados por Dios al
hombre en su particular situación concreta, asumen un valor de "vocación".

La vida se desenvuelve así en dos líneas paralelas: la vida de la fe, en su interioridad y


pureza, y la vida del mundo, con su relatividad pecaminosa. El hombre cristiano, en su
concreción, pertenece a la una y a la otra, sacando de su fe una exigencia superior, un
motivo de control, y al mismo tiempo de desvío de la realidad problemática en que vive; en
esta realidad halla las condiciones concretas para el ejercicio, ascético en el fondo y quizá
doliente, de su fe. Pero la vida vivida en la fe no impide al mundo ser "mundo", insuperable
pecaminosidad, y la fidelidad cristiana en el servicio del mundo no puede jamás asentarse
en la cuenta favorable al hombre en el balance eterno: la única razón de subsistencia del
hombre ante Dios es siempre su inmerecido y gratuito perdón.

Lutero dirige una plegaria en el Castillo


de Wartburg (óleo de Hugo Vogel)

En esta polaridad y ambivalencia está la característica profunda de la espiritualidad


luterana. Es por otra parte difícil que ésta se mantenga íntegramente en la tensión y el
equilibrio de su afirmación y negación. Y así, hay a menudo, ya en Lutero mismo y más en
el luteranismo, una alternancia de estados de ánimo: unas veces de completa negación del
mundo (del que se busca refugio en la interioridad de una vida espiritual autosuficiente y
sin necesaria relación con la vida concreta,) y otras veces de afirmación integral de la vida
en su autonomía relativa, que en un tiempo más próximo a nosotros, a causa de la reducción
del cristianismo al plano de una religiosidad sin pecado original y sin redención trágica, se
resolverá simplemente en el optimismo de la presencia interna de lo divino en el devenir
del mundo.

Esta resolución, cuya paternidad (sea gloriosa o deplorable) Lutero no puede declinar en las
concepciones del mundo moderno, está en todo caso más allá de las intenciones del
reformador. De todos modos hay que reconocer a Lutero el mérito de haber planteado el
problema de la ética con todo su rigor, aclarando la diferencia que hay entre lo moral, lo
útil y lo jurídico. El bien no es la adecuación al contenido de una "ley", y no es tampoco lo
ventajoso para mí o para mi prójimo; más allá de todo legalismo y de todo interés, el bien
es la obediencia incondicional a una voluntad absoluta. La transcripción lógica de la
experiencia luterana será la moral kantiana. Reduciendo a la razón legisladora del hombre
la insondable voluntad del Dios de Lutero (que por otra parte se revela como una libre
voluntad de amor para sus criaturas, poniéndose así como forma y contenido del deber),
Kant empobrece sin embargo en cierta manera la ética luterana de la obediencia a Dios
solo.

El anabaptismo

La Reforma luterana se encuentra, desde su aparición, en antítesis y en competencia con un


movimiento popular de insurrección religiosa, social y política: el anabaptismo. La
hostilidad hacia este movimiento de Lutero (quien tuvo su parte de responsabilidad moral
en su sangrienta represión por obra de los príncipes alemanes) no es debida solamente a
motivos contingentes. El anabaptismo no comprometía solamente la Reforma ante el juicio
de los príncipes, de los que la Reforma tenía necesidad, sino que sobre todo expresaba una
espiritualidad diversa, en la que revivían los motivos dominantes de las herejías
medievales: la aspiración a la renovación de la sociedad, la espera del reino de Dios del año
mil, la inspiración como suprema instancia religiosa y como contraseña de la madurez de
los tiempos.

Con su voluntad de instaurar un orden cristiano, según el modelo del Sermón de la


Montaña, el anabaptismo debía desconocer profundamente, a juicio de Lutero, la
insuperable pecaminosidad del mundo y la diferencia irreductible entre el plano de la fe y el
de la vida concreta. La voluntad del anabaptismo de purificar la Iglesia, transformándola en
una comunidad de adultos bautizados después de una profesión de fe personal, no
concordaba con la profunda y compleja concepción eclesiástica de Lutero, según el cual la
Iglesia, en su profunda esencia, no es "visible" (sólo Dios discierne los que son justificados
por él mismo), mientras que la organización visible de la Iglesia queda siempre sujeta a lo
problemático de las cosas de este mundo.

También el carácter insurreccional del movimiento contradecía no solamente el


temperamento conservador de Lutero, sino su profunda persuasión de que los males de este
mundo han de ser soportados como una cruz y transfigurados en factores de vida interior.
En fin, la apelación al Espíritu Santo, que aparecía, incluso en su realidad concreta,
expuesto a todos los riesgos del subjetivismo, no se compaginaba con el apego a la Biblia
que Lutero había heredado de su formación occamista, y que correspondía profundamente a
las exigencias de su conciencia suspicaz ante todas las voces interiores y los impulsos
incontrolables, en que fácilmente podían enmascararse las insidias del diablo. El
espiritualismo de los anabaptistas presenta en cambio mayores afinidades con la
religiosidad humanista que reconocía en Erasmo su más autorizado representante, y que por
otra parte era opuesta a toda actitud revolucionaria. Hacia ésta, como hacia el anabaptismo,
Lutero puso, con su famosa polémica contra el libre albedrío, un límite infranqueable.

El calvinismo

La Reforma llega a su completa expresión sociológica y eclesiástica y a su sistematización


doctrinal coherente con el calvinismo. El espíritu lógico y jurídico latino de Juan Calvino
(1509-1564); el hecho de que la Reforma calvinista se desarrolló en un ambiente ciudadano
y republicano como el de Ginebra, y que en otras zonas (Francia, Países Bajos) se
encontrara ampliamente empeñada en las guerras de religión; y el mayor radicalismo de
esta Reforma, que no se limitó a corregir el edificio de la Iglesia medieval, como había
hecho Lutero, sino que quiso fundarlo de nuevo sobre el modelo de la Iglesia primitiva
(aspiración común con el anabaptismo), explican la diversa fisonomía del calvinismo.

La Iglesia calvinista, incluso allí donde está en relaciones de íntima colaboración con el
estado, como en Ginebra, es una Iglesia que se gobierna por sí misma, por medio de sus
consejos de pastores y de "ancianos" (consistorios, sínodos), creando de este modo en sus
fieles el gusto y la capacidad del autogobierno. Su ética está determinada por el desarrollo
que asume en la doctrina calvinista la idea de la predestinación. Esta doctrina, que parece
que habría de conducir a un fatalismo pasivo, quitando al hombre todo motivo de obrar, se
trueca en cambio en el Calvinismo en un enérgico impulso a la acción.

Juan Calvino
Los que están persuadidos de ser elegidos de Dios e instrumento de sus planes piensan
cumplir en sus acciones su eterna voluntad, y recíprocamente encuentran en el éxito de sus
acciones una comprobación de su elección. Las obras, eliminadas por Lutero como obras
"meritorias", reingresan en la ética reformada como "signos" de la salvación cumplida. El
dualismo del mundo y del Reino de Dios, que no es substancialmente menos completo para
Calvino que para Lutero, no conduce en este caso a una tolerancia pasiva, sino a una
enérgica actividad dirigida a someter el mundo a la voluntad de Dios, y a obligarle a
reconocer su gloria.

La motivación de esta actividad en el mundo, por otra parte, está desprovista de todo
motivo utópico: el mundo no es substancialmente mejorado por la actividad de los elegidos,
y sigue siendo el mundo del pecado, provisional, transitorio, caduco. El calvinismo no
espera una instauración milenarista del Reino de Dios (como el anabaptismo), y su visión
de la vida perfecta se proyecta decididamente en el más allá (como en el luteranismo y en el
catolicismo); pero igual que el catolicismo, y más que el luteranismo, se interesa por el
problema de una sistematización de la ciudad terrena que tienda favorablemente a los fines
del Reino de Dios.

La ética calvinista se traduce en la vida económica (estimulada por la supresión de la


prohibición medieval del préstamo a interés) en un activismo al mismo tiempo libre y
austero, que considera la vida como un combate, el lucro como un deber, el éxito como una
sanción divina, el lujo como un pecado y la severidad del tipo de vida como un título de
nobleza (puritanismo). Esta concepción de la vida, en los siglos XVII y XVIII,
especialmente en suelo anglosajón, se cruza con otras influencias de origen humanista y
anabaptista, que por una parte conducen a una atenuación de la doctrina de la
predestinación (arminianismo) y por otra a una valoración más favorable de la capacidad
del hombre natural (jusnaturalismo), e inclinan la autonomía de los elegidos calvinistas en
el sentido de la declaración de los derechos del hombre y de la libertad de conciencia.

El devenir de la Reforma

Nacida de exigencias religiosas, la Reforma se entrecruza, en su difusión, con los intereses


políticos y las pasiones nacionales y raciales, polarizando en los Estados germánicos el
estado de ánimo impaciente por la influencia, a veces financieramente gravosa, de la curia
romana, y sacando provecho de la secularización de los bienes eclesiásticos confiscados por
los príncipes, en gran parte en provecho propio. Tal interferencia de motivos determina
diversamente la configuración de la Reforma y de la Iglesia en los estados protestantes, y su
conexión más o menos estrecha con las autoridades civiles.

Una posición aparte ocupa la Iglesia anglicana, brotada de un acto de gobierno regio al que
debe también su fisonomía particular: católica en el rito y en la jerarquía, calvinista en la
doctrina y en la moral. Pero la historia de la Reforma en Inglaterra no se identifica con la de
la Iglesia anglicana, sino que más bien es la historia de la controversia del anglicanismo con
las Iglesias "independientes", de más acentuado carácter calvinista. En Francia, la historia
de la Reforma se inserta en la de las luchas de la nobleza provincial contra el creciente
absolutismo monárquico. De esta situación de minoría combatida y perseguida se deriva la
teoría calvinista del derecho a la resistencia, por parte de los "magistrados inferiores" y de
los estados generales, al arbitrio del soberano. En Italia la Reforma se redujo a un
movimiento de "élites" intelectuales, más o menos íntimamente unido al humanismo. A
este origen cultural deben los reformadores italianos su peculiar fisonomía, que les confiere
una posición intermedia entre Renacimiento y Reforma, y los convierte en precursores
(incomprendidos y combatidos hasta por los protestantes de su tiempo) de la Ilustración del
siglo XVIII (socinianismo).

La época de la Reforma comprende esencialmente los siglos XVI y XVII. En el XVIII


afloran en la sensibilidad europea nuevas tendencias, que aunque sigan buscando su
inspiración en la fe y en la piedad de la Reforma, señalan al mismo tiempo hacia nuevos
problemas y nuevas orientaciones. El predominio de la Biblia en la Reforma quedará
sometido a la crítica de la razón y de la historia; el dogma cristiano se resolverá en la
"religión natural" (Ilustración); la esfera del sentimiento, relegada a un segundo plano por
el objetivismo teológico, eclesiástico y sacramental de la ortodoxia protestante, recobrará la
conciencia de su autonomía, contraponiéndose al racionalismo (Pietismo, Metodismo,
Romanticismo). El protestantismo vivirá en adelante de su controversia con el mundo
moderno, al cual sigue proporcionando importantes temas de meditación espiritual.

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