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Setiembre y las decisiones

El día fue lento, usualmente me despertaba, desayunaba, arreglaba lo que tenia que
hacer, alistaba a Killary para ir al colegio, pensaba en mi vida mientras la peinaba,
pensaba en su día de colegio, en qué cocinaría ese día, o si comería fruta en vez de
almuerzo porque no tenia ganas de cocinar.

Este día era diferente, después de siete años de una relación me encontraba en una
depresión no exteriorizada, había aumentado de peso, eso me decían mis jeans y el
espejo. No estaba bien, tenia que hacer algo...

Hacia meses había conocido a un chico por Couchsurfing para que le mostrara mi
ciudad, caminar qué sé yo, algo como: "Esta es mi ciudad, los sitios turísticos son
estos... " y llegamos a la conclusión de que nos gustaban las estrellas. El me dijo:
"Podemos ver las estrellas en Chile, en Atacama" y yo le respondí un "Si, claro, como
no" en forma de cortesía , pero también disfrutando la idea en mi cabeza de un futuro
viaje, algo incierto y deseado hace tiempo, ademas, ¿¿Quién no quiere viajar??

Poco a poco se fue armando un plan, él fue armando un plan de viaje, me explicaba los
lugares para ver, lo que quería hacer, y me preguntaba que qué me parecía, yo estaba
asombrada de como las cosas se daban, la facilidad de como los planes fluían sin
esfuerzo, claro, yo no hacia mucho, él era la cabeza.

Cantaba de vez en cuando oraciones a mi madre, de un posible viaje, el típico: "Madre


¿y si me voy por unos días?" o me iba a mi cuarto a mirar qué cosas utilizaría, que me
servia y que no, qué podía regalar, conservar, botar...

A la par, la depresión quería ganar terreno en mi cabeza, y las noches se conformaban


en llanto y recuerdos de momentos felices, el silencio te trae los buenos recuerdos que
te lastiman como el limón en una herida.

Faltaban pocos días, aun no compraba el pasaje, no tenia la mochila lista, tenia miedo,
solo había caminado dos veces con este chico, en verdad no sabia quien era, ¿Eso
importaba? , Después de siete años aun sigo sin saber quién es con el que viví tanto
tiempo, viajar con alguien que no conocía era un riesgo que quería tomar, era eso o
terminar deprimiendo-me en una habitación...

Puno

Quedamos en vernos en Puno.

Compre el pasaje le mismo día, aun no creía en que me iba verdaderamente de viaje,
era como si mi cuerpo se moviera muy independientemente de mi alma, como si
hubiera perdido la conexión entre ambos en algún punto de la depresión.

Estaba ya en el autobús, pensando en si de verdad me encontraría con él, de que si no


era simplemente una broma y yo una boba por creer que así seria.

Pensaba en el plan B, plan B incluía pasear un rato por Bolivia, la paz, escribir, pensar,
caminar, ayunar, qué sé yo.

Llegue de madrugada a puno, un hombre en el terminal al verme sola me ofreció un


tour y de paso aproveche para pedirle prestado el celular porque no habían teléfonos
públicos en el terminal del bus. Llame al teléfono que él me había dado,

Contestó, estaba en Puno, estaba cerca, me dijo que vendría en 40 minutos.


Espere tomando café en un termo que había llevado, pensaba en si estaba bien,
pensaba y mis ideas se iban, se escondían detrás de cualquier excusa, la negación de la
emoción, aplanamiento emocional, no sentía nada, estaba en el limbo.
Miré mi mochila, la veía absurdamente grande, me sentía boba, y si el traía una
mochila más pequeña que la mía me iba a morir de pena, de verme como la chica que
no supo qué llevar… no llevaba mucho, llevaba dos jeans, dos pares de zapatos,
sandalias… dos faldas, en fin, trate de resumir mi vida de poco glamour a unas cuantas
prendas negras, grises, negras y negras, lo único que traía de color era mi ropa interior.

Llego, estaba casi con la misma ropa con la que lo había conocido, chaqueta color
caramelo, unos jeans desgastados, y su súper mochila, ¡Era más grande que la mía!,
pude respirar, él consideraba el viaje tan real como yo.
Nos abrazamos, y de inmediato fuimos a por un bus, un minibús fue lo que tomamos
rumbo a la frontera.

Empezamos a hablar en el minibús, no tuve que esforzarme mucho, el tema fluía,


gracias psicología, era como una entrevista, el me hablaba sobre su vida, y yo le
preguntaba más o menos sus gustos, que para tranquilidad mía, eran similares.
Encontré que al no le molestaba estar en silencio y que también era bastante arisco
como yo, rehuía al contacto físico directo de abrazos.
El es alemán y yo peruana, así que en este caso yo era la rara.
La latina rara.
Después del intento fallido que tuvo mi compañero de asesinar al pequeño conductor
con su súper mochila, nos fuimos caminando a la oficina de migraciones donde estaban
los bolivianos sellando los pasaportes.
Las pocas oficinas que vi en Sudamérica, son pequeñitas, esta de Bolivia estaba
ordenada, y con más luz que las demás.

Era fin de semana la ciudad estaba de fiesta, estábamos nosotros al medio de ovejas y
llamas, mucha comida, truchas, canastas de panes en el suelo, ruido, faldas
voluminosas, estábamos en Bolivia.

Buscamos un desayuno típico en un mercado, después de cambiar dinero.


Probar alimentos nuevos siempre es divertido.
Las mesitas se extendían en una plaza, frente a un mercado aun desierto, las señoras
nos ofrecían sus platos, sus desayunos, nombres que no había escuchado antes. Una
dijo quinua, eso activo mi cerebro, a mi me gusta la quinua en todas sus formas, yo
quería quinua, y para mi agrado, mi compañero estaba de acuerdo.
Nos sentamos en una banquita de madera, la señora extrajo de debajo de la mesa unos
platos y sirvió con maestría unas porciones abundantes de quinua, la gente comía
alrededor, y ellos nos miraban con cierta risa en sus ojos, turistas, para ellos éramos
turistas, bueno mi compañero brillaría siempre como gringo en toda Sudamérica.
La quinua era salada… y la leche tenia sal… mi quinua con leche, no era el cereal con
leche que pensé, era mas como un plato de fondo muy extraño. Comí con sorpresa, al
comienzo me costo procesar el sabor, pero al final terminé comiendo la quinua salada
hasta el punto en que mi estomago no quiso mas.

Un bus nos llevo a Copacabana


Todo este trayecto nos resulto bastante barato, Bolivia es después de todo un tipo de
paraíso para los mochileros, hay mucho que ver y todo cuesta poco si es que sabes
escuchar el precio para los turistas

Copacabana es una hermosura a la vista, el lago azul del Titicaca es tranquilizador, me


gustaba ver el cielo azul confundirse con el azul del lago.
Alquilamos una habitación en una especie de posada cerca a la plaza donde nos dejó el
bus.
Los dueños eran unos viejitos extraños.
Dejamos las cosas y nos fuimos a conocer la ciudad.
Es extraño como el lago te hace pensar en la playa, el azul, estamos condicionados a
sentirnos con ganas de tomar sol, pero por el contrario Copacabana es una ciudad fría
del altiplano, hermosa y fría.
Estuvimos en la Iglesia de la virgen de Copacabana, la amplitud que existe en la
construcción que precede a l ingreso es interesante, es como un deja vu si vas por allá, a
mi me daba la impresión de algo galáctico, me sentía en una especie de película.

Cuando la noche tenía ganas de aparecer caminamos buscando miradores, un lugar


lindo donde pudiéramos ver el ocaso.
Esto de viajar con alguien me parecía algo nuevo, nuevo y bueno, sobretodo porque el
demostraba ser una persona muy organizada.

Fuimos a los puntos más altos de la ciudad, disfrute mucho lo bien que se sentía
escalar, cansarse para luego poder admirar un bello paisaje.
El viaje había iniciado.
Atrapamos nuestro primer ocaso en un mirador que en un momento me pareció un
cementerio, la subida tenía que ver con algo católico, un lugar de oración, me parecía
un santuario. La fè de la gente transforma los lugares en algo mágico y a veces macabro,
pienso que es porque al creer en algo casi siempre niegas o construyes un miedo a lo
opuesto. y eso se siente en los santuarios, todo parte de la magia de fe.
El viaje había iniciado.

La isla del sol es mágica, tiene unas ruinas, el camino, la diferente gama de colores que
encuentras cuando caminas es

La paz
Llegamos a la paz un poco tarde, como a las cinco de la tarde, o más, mientras
bajábamos caminando del terminal el cementerio, podíamos ver como la ciudad
empezaba a despertar al mundo nocturno.
La paz es como un gran embudo, al menos la veo así, la parte central, un embudo de
color ladrillo.
Nos quedamos en un hostel que nos ofrecía un trago gratis por noche, este hostel está
ubicado en una parte central de la zona comercial, de noche esta todo silencioso y
parece peligroso.
Para suerte mía mi compañero de viaje es un hombre alto, fuerte y de paso karateka.

Esa noche dormimos en una habitación de 20 camas, no había más gente que nosotros
así que opté por agarrar una manta de otra cama.La paz es una ciudad fría.

El primer día paseamos por toda la parte comercial de la paz, los mercados, las cosas
típicas de turistas, la calle de las brujas, los fetos de llama que brotan de los marcos
como racimos oscuros de una creencia ancestral, el pago a la tierra.
Las costumbres altoandinas arraigadas a la creencia de la pacha mama se sienten más
en Bolivia que en Perú, si bien compartimos la misma sangre, Bolivia esta mas
orgullosa de sus raíces incas que el propio Perú.
Es algo que admiro de la gente de Bolivia, las cholitas y el orgullo que tienen de ser
cholitas.
La ciudad se divide en dos, la parte afrancesada, europea y la parte indígena, así como
también está el sur donde puedes ver súper mansiones con rasgos europeos.
El trafico es algo que hay que tener en cuenta en Bolivia, no recuerdo haber visto algo
mas desordenado, no existen paraderos, cualquier esquina, tienda, es un buen lugar
para pedirle al conductor que pare. Los conductores bolivianos son muy agradables y el
transporte público es muy barato.
Así que si te encuentras en la paz y quieres cruzar la autopista, es mejor que corras, tu
vida no vale nada en el asfalto.
Existe algo que me llamo la atención y estuvo en los planes de mi compañero el tomarse
una foto con ellas, las cebras.
Las cebras son las encargadas de enseñar a los peatones y a los conductores el uso de
las reglas de transito mediante cartelitos o con su simple presencia, esto es como una
cereza al pastel del caos automovilístico, me encanta, es como una armonía distinta.

Se pueden ver muchos edificios lindos, la desventaja es que estos no han tenido mucha
mantención y se encuentran la mayoría en mal estado, aunque esto también le da un
encanto a la ciudad.
Los mejores descubrimientos de la paz, fue la ensalada de fruta que es baratísima, el
Api y el pastel. Las noches frías de la paz las sobrevivimos bien gracias al Api, una
bebida morada y caliente.

Sucre
Después de gastar nuestros ojos con todo lo que pudimos ver en la paz, fuimos al
terminal de buses, a ver qué nos esperaba.
Si estás en el terminal recordaras a las mujeres que gritan, Potosiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii,
Potosiiiiiiiiiiiiiiiiii, sale bus a Potosiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, Copacabana-Copacabana-
Copacabana-Copacabana… y así vas aprendiendo un buen número de ciudades que
puedes visitar en Bolivia.
Consultamos varios precios hasta quedar satisfechos con uno, nuestro bus salía de
noche, nos íbamos a Sucre, capital de Bolivia.
Esperamos afuera a que fuera tiempo de subir al autobús, esto demoraría un rato,
estaban en una especie de paro de transportistas, así que nos fuimos a buscar algo
caliente.
Cerca al terminal se encontraba una señora que vendía Api con pastel, esta señora tenía
como incorporado todo a su falda, a ella misma, la diminuta mesita donde ponía los
platos, la cocina, los vasos, parecía que si ella se levantaba, se levantaría con todas las
cosas.
La noche estaba fría y tuvimos que esperar por lo menos 2 horas después de la hora a la
que supuestamente teníamos que abordar.
El viaje fue uno de los viajes más fríos que pasé, se me congelaron los mocos en cierto
punto que, pienso, llegamos a una temperatura bajo cero.

Llegamos al medio de platillos, bombos, disfraces cortos, ritmos nuevos y mascaras


asombrosas.
No había hospedaje, todo estaba abarrotado por el día festivo, felizmente, después de
andar y andar, encontramos un lugar muy cómodo y céntrico, un hostel de esos en
donde dormimos en una habitación de 6 personas.

Lo bonito de esta ciudad radica en el color blanco que tienen los edificios y las casas en
el centro.
De nuevo Bolivia me regala la impresión de un lugar que guarda una playa, el color
blanco me hacía pensar en un lugar cálido tipo caribe.

El tiempo que estuvimos en la ciudad, la gente no paró de bailar. Los dos días que
estuvimos nos acostamos antes que los bailarines pararan de bailar.

Aquí conocimos al que sería nuestro primer miembro del couchsurfing, un boliviano
muy divertido que nos contagió su entusiasmo por el vino blanco y el arte. Bebimos
vino en una plaza, caminando, jugamos futbol con una pelota desinflada mientras se
ocultaba el sol y esperábamos a nuestro amigo boliviano que apareció después con una
botella mas de vino.
Conversamos acerca de la ciudad, de Bolivia, de Perú, del odio que no existía entre
nosotros como partes distintas e iguales de América del sur.
Nuestra conversación termino en una calle comercial de sucre donde un taxi nos
devolvió al hostel.
Esa noche fuimos a ver un documental bastante crudo sobre la minería, si bien conozco
algo del tema, desconocía que existían niños que trabajaban en la mina para poder
sobrevivir, este documental marco mi perspectiva sobre la vida, sobre las creencias. En
este documental los niños hablaban de Dios y del Diablo como algo natural, como dos
fuerzas comunes, en realidad de como es, su percepción de la vida era abrumadora.
Ellos cuando estaban en el exterior se encomendaban a Dios, al ingresar a la mina, ellos
se encomendaban al Tío, el Diablo.
Contaban con toda naturalidad que era él quien los protegía en la mina, que debían
creer en él para estar a salvo, incluso tenían monólogos con la estatua del demonio
como lo haría cualquier católico con la estatua de un santo.
Los mineros y su duro trabajo, sin duda fue un documental que me revolvió las tripas,
justo cuando ellos hablaban del desgaste físico, de lo toxico que era trabajar en la mina
para unos niños tan pequeños.

Días festivos
Casas Blancas, hostel
Trajes
Alcohol
mineria

Potosí
Día anterior nos habíamos enterado de que existía un tren para ir a Uyuni, ir en tren
sonaba bien, debíamos salir temprano del Hostel.
Atrapamos un taxi, cuadramos el precio y nos fuimos a buscar ese tren… llegando nos
dijeron que no había pasajes, que todo estaba ocupado, todos los asientos tomados, que
tendríamos que buscar otra manera de ir a Uyuni, estaba el bus, que tomaba tres horas
o menos, pero teníamos el entusiasmo de ir en tren…
Mientras lidiaba con la sensación de haber perdido algo, me quede conversando con la
señora que vendía fruta en la estación, ella me dijo que es posible subir si es que
hablaba con el conductor y este aceptaba, porque la gente se va bajando en el camino y
el tren llega vacio a Potosí.
Hablar, bueno estaba dispuesta a hablar con el conductor y a convencerlo, somos solo
dos personas, no creo que sea imposible subir a dos personas más.
Se acercaba el tren, que no era un tren, era en realidad un vehículo adaptado para hacer
de tren, era diminuto.
Ni bien llego el bustren, me acerqué al conductor, este accedió, no fue tan complicado
como pensé. Ingresamos al bustren, nos sentamos, fue una buena idea ingresar un poco
antes, después me sentí en una lata de atún…
El viaje fue larguísimo, hubiera muerto de aburrimiento si no fuera por los paisajes tan
bonitos que se podían apreciar. La gente empezó a bajarse en lugares que a simple vista
eran terrenos vacios, me asombraba como podían vivir tan alejados de todo…
Y como dijo la señora que vendía fruta, el bustren llego solo con cuatro pasajeros a
Potosí, nosotros y dos franceses.
El olor a pollo frito es algo persistente en Bolivia, al menos en lugares comerciales,
siempre encontraras una “tienda amiga” o “pollo con papas”
De nuevo la mochila al hombro a buscar un hospedaje, tomamos un taxi que nos llevo
al centro de la ciudad, de ahí era un poquito más fácil ubicar un hostel. Encontramos
uno, barato, de color amarillo, guardamos nuestras cosas y salimos a buscar Api,
haríamos el tour del Api.
Potosí es una ciudad que está cargada de muchas construcciones importantes, se nota
que en un momento fue una ciudad importante, de riqueza joven.

Visitamos el museo de la moneda, también un museo de piedras preciosas que estaba


muy bueno, pero recomiendo mas el museo de la moneda por su valor histórico. En
este museo se encuentra la primera bandera de Argentina y una colección bastante
importante de monedas que circulaban en América latina y Europa, así como también
la maquinaria con la cual se elaboraban dichas monedas, desde las más simples, hasta
las más elaboradas, este museo me dio una sensación de nausea, los indios en estos
lugares eran tratados como mulas…
Se pueden apreciar también muchos artilugios de plata que te dejan sorprendido por la
maestría con la cual trabajaban la plata y la pureza de la misma.

El aire me faltaba un poco, estaba cansándome al caminar, de pronto alguien dice,


demonio de los andes… la chaqueta, o polera como le digo yo, que traía puesta ese día,
tenía la frase el demonio de los andes, me voltee para saber quién era el dueño de la
voz.
Un hombre caminaba a la par de una niña de cinco años, el hombre me miraba de una
manera divertida, era su manera de conocer gente por lo visto, conocer gente en la
calle.
Nos contó muy animoso que era artista, que si queríamos ir a su casa-taller a ver sus
cuadros y quizá un matecito de coca, yo que en mi condición de soltera no hubiera
aceptado, acepté esta vez porque iba acompañada, a ambos nos resultaba divertido
aceptar una invitación de alguien extraño, aparte este señor, traía a una niña, es difícil
tener miedo a un hombre con una niña.
Su casa/taller quedaba en una calle de piedras, el lugar era encantador, su nombre
artístico lo olvidé, quizá mi compañero lo recuerde, algún día le preguntaré.
Bueno, nuestro anfitrión nos invitó un mate de coca que como nunca agradecí en el
alma, yo me estaba muriendo por la altura, extraño porque mi ciudad está un poquito
más abajo 3400, en fin, hablamos mucho de indigenismo, de arte, de música, de viajar.
El me regaló una idea bastante clara de la humanidad: Estamos hechos de carne, sangre
y hueso, siempre la misma composición.
Su visión era claramente andina y para agrado mío le gustaba mi ciudad.
Nos ofreció su casa, que seamos sus invitados, que cocináramos la cena, etc, etc.
Al menos en América del sur eso es parte de la emoción, muchas veces sabemos que la
invitación cuando te la hacen es de pura cortesía, de boca para afuera, y eso sucedió en
este caso.
Nuestro anfitrión acotó después, cuando deshizo la invitación de una manera enredada,
que a hasta al mejor cazador se le escapa la liebre y con esta frase nos despedimos de
Potosí.

Uyuni.
Estábamos en el terminal de potosí, Uyuni no estaba lejos, llegaríamos de noche,
teníamos el tiempo suficiente para encontrar un hospedaje.
El viaje fue amenizado por un vendedor de maca.
El vendedor venia preparado con un compendio de fotos suyas al lado de plantaciones
de este producto, en varias facetas, desde la siembra hasta la cosecha, limpieza, etc, era
bastante divertido verlo fotografiado en distintas poses ofreciendo la maca.
La selección de música también fue un plus para hacer nuestro viaje más entretenido,
escuchamos los hits de los 90, incluida la canción estrella de Titanic, my heart will go
on…
Llegamos a Uyuni como a las nueve de la noche, el clima estaba… ufff ¡¡¡Me
congelaba!!!
Encontramos un hostel barato, barato y sin calefacción, teníamos que despertar
temprano, nos acostamos a dormir en unas camas que ojalá hubieran tenido más
mantas.
Al día siguiente fuimos a buscar un tour, o más bien los tours nos vinieron a buscar. En
Uyuni es fácil conseguir un tour para el salar, creo que es más fácil y barato conseguir
un tour para tres días que para un día.
Encontramos un buen precio, 700 bolivianos por tres días y pagamos 50 bolivianos más
por el traslado a San Pedro de Atacama.
Partíamos a las 10 de la mañana.
Nos fuimos al mercado a desayunar algo que nos quitara el frio.
Café, un café.
La señora que nos servía el desayuno era bastante amable, algo que me causo un poco
de risa por la expresión de mi compañero fue que la señora inocentemente pregunto de
donde éramos, él dijo, de Alemania y la señora dijo: Ah!, yo susurre Perú y ella dijo
¿¿¿¿Peruuuuuuu???? ¿¿¿¿Eres de Perú???? ¡¡¡Qué bien!!!
Mi compañero se quedo sorprendido y yo también, yo pensé que la señora se
sorprendería mas por el país más lejano, supongo que mi compañero pensó lo mismo.
Momento de abordar el cuatro por cuatro.
El auto venia ya con pasajeros, todos hombres, un señor bastante mayor iba adelante, el
contaba que le gustaba mucho viajar, que su familia ya estaba acostumbrada a que el se
fuera de viaje en sus vacaciones.
Bajamos en el cementerio de trenes, ahí cambiaríamos a otro grupo.
El cementerio de trenes es un lugar espectacular para un adulto, es que de verdad
puedes jugar escalando los trenes, o simplemente observándolos, los objetos que tienen
capacidad de movilidad cuando están desarmados cobran cierta importancia, como si
el poder moverse, aunque no sea por su cuenta, les otorgara una especie de vida.
Cementerio se aplicaba bien, los trenes se veían muertos, muertos bajo un cielo azul
espectacular.
Al retornar nos encontramos con el nuevo grupo, estaba conformado por dos franceses,
una inglesa, una irlandesa y nuestro conductor (guía/mozo/cocinero/cantante) se
llamaba José.
La primera parte del trayecto es como atemporal, la sensación particular de desierto,
estábamos en un desierto de sal.
El tema de conversación mutuo no existía al inicio, yo me limité a traducir las canciones
de reegatoon a mi compañero para divertirme.
Llegamos al hotel de sal, estaba bien, simple y bien.
Me ardía la cara. El reflejo del suelo, la sal y el sol se notaba ahora en mi piel, estaba
más negra, mi compañero estaba rojo.
Al dia siguiente partiamos temprano

Sal, frio, luz, frenchis, chicas, reegaeton vistas hermosas

San pedro de atacama


Bicicletas, empanadas, vino, abrazo, terremoto, fiestas, los mejores buses de
sudamerica, estoy lejos de todo, nadie me puede tocar.

Antofagasta
Empanadas, gatos, perros, casa de madera, Antofagasta es la ciudad mas fea de chile no
hay nada.

Santiago de chile
Humo, cigarros, calles ordenadas, amplias, el negro se imprime en todas las personas
Viña del mar
Temblor, piso alto vista espectacular, vino, vino

Valparaiso
La ciudad zombie

Mendoza
La vista de la sierra, dormir en el suelo, colchonetas rescatadas de la basura, el host
mas gracioso
Argentinos, mates, criollitos, cerveza

Cordoba
Hostels, Gabriel

Buenos aires
Pablo, Belen, cementerio

Colonia del sacramento


Ciudad para enamorar a cualquiera, menos a nosotros.

Montevideo
Caos, gente en el suelo, miedo, mate, mate, mate, mate, enfermo

Concierto de la vallesta
Vino con frutilla y borre cinta

Buenos aires
No me dejes buenos aires sin que haya escuchado un tango en tu suelo,
Necesito volver a la matriz, yo no me equivoco, necesito Alemania

Concepcion del uruguay


Calor, lluvia, perdidos, amante de los alemanes, nueces, casa, comodidad

El dorado
Chico loco, egocéntrico, ojo morado, maquillaje

Iguazu
Maquillaje, la mejor sensación, te produce risa

Curitiba
El mejor museo de arte

Rio de Janeiro

Belem do para

Paty do alferes

Belem

Oyapocke

CAyenne

Saint laureant
Paramaribo

Curacao

Aruba

Bogota

Lima
El retorno a Perú fue extraño, no sabía si llorar o sonreír, me sentía derrotada y en
parte feliz, derrotada porque no había resistido mucho tiempo sola en Colombia (factor
dinero) y porque sentía que el viajar era irrepetible.
La radio del taxi, el acento limeño me causaba gracia, que nunca me identificaran como
compatriota, mi acento nunca fue peruano y mis rasgos no concuerdan con las postales
de indígenas, si bien mi piel delata mi sangre cobriza, mi altura modifica la percepción.
Miraba pasar los letreros, la contaminación visual limeña, recordando chile, argentina,
Brasil, Bolivia, la Guayana, suriname, aruba, colombia, sintiéndome sin un brazo o sin
una pierna porque mi compañero ya no estaba a mi lado, después de pasar tanto
tiempo, ahora eran días de distancia.
Me subía el ánimo escuchar las viejas canciones, los clásicos de la música peruana.
Pedro Suarez, los nosequien y los nosecuantos.
Pensaba en todo, llegando a la conclusión de que ahora tengo muchas historias para
contar y las tengo que escribir para no olvidarlas.
Una señora se alarmò cuando le dije que nadie me iba a buscar ¨¿¿y de noche??¨- Acotò
ella- ¡¡ Què peligroso!!
Cuando dijo peligroso, se me dibujo instantáneamente una sonrisa en el rostro, esa
palabra había rebotado mucho en mi viaje, la había soltado yo alguna vez, y mi
compañero se reía, y me decía, siiii todo es peligroooso de manera sarcástica.
El miedo reina en latinoamerica, miedo a conocer, miedo a descubrir.
Tome un taxi al precio que yo quería, que podía pagar mejor dicho, el cambio en el
aeropuerto fue terrible.
El taxista amable, ofreció cambiar de emisora, para mi cualquiera estaba bien, todas
sonaban igual ahora.
Llegue a casa de Isa, la chica que muy amablemente había dejado las llaves de su casa
en una maceta custodiada por un algo navideño que no recuerdo.
Entrar a su casa fue un consuelo hermoso, la navidad, el ambiente cálido de casa no
tiene precio, el mejor hotel no te da ese gusto.
Esta casa o mejor dicho departamento, era donde mi compañero de viaje había vivido
un año atrás , me encontraba pues ahora casi como recogiendo sus pasos, viviendo el
eco de nuestra coincidencia en el mundo, era como si me tocara desgastar el recuerdo
de su estadía acá.

Había comprado mi pasaje para Cusco en Bogotá, calculando una semana mas o menos
para repensar en retornar, retornar es difícil… me daba miedo regresar a la rutina, me
espantaba.
Lima.
Perú se deja ver criollo, ruidoso, desordenado, con la música chicha, la cumbia, las
tiendas, la palabra fácil de los vendedores, el bocinazo de cada conductor neurótico, el
niño que vende caramelos en las esquinas, los buses, la calle, las mujeres que preparan
la comida como si el día se precipitara de manera inmediata…
Lima explica sin esfuerzo la idea sudamericana de progreso lento, de zafarse de las
leyes, de jugar al jefe, de hacer lo que le venga en gana, con tal, hay que ser pendejo no
màs.
Ahora Peru me traga de una manera absoluta, me abruma, me mata.
Necesito una solución, un plan que me aleje de este país
A rezar a todos los dioses

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