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“Este tipo de proyectos son claves en la reducción de los índices de pobreza extrema que
aquejan a la población más vulnerable del país y, en ese sentido, resulta claro que uno de los
sectores donde más se percibe la desigualdad social, que generan las necesidades básicas
insatisfechas, es justamente el campo colombiano”, afirmó también el ministro Vargas Lleras y
recordó que ello impacta negativamente otros indicadores como la salud y la nutrición.
Con los proyectos demostrativos se buscará generar modelos para llevar adelante un programa
más amplio de abastecimiento de agua y manejo de aguas residuales en zonas rurales, que
podrá ser apoyado con un préstamo de US$60 millones del BID al gobierno colombiano y que
prevé intervenciones en localidades rurales de los departamentos de Cauca, Nariño, Antioquia,
Bolívar, Córdoba y Guajira.
“Esperamos crear modelos sustentables que se puedan replicar en otras zonas de alta pobreza
del país donde urge incrementar el acceso y mejorar la calidad del servicio”, dijo Rafael de la
Cruz, representante de BID en Colombia.
Flavin, un reconocido líder a nivel mundial en materia de energías renovables y autor de varios libros,
hizo énfasis en que es necesario realizar un cambio profundo en la matriz energética mundial para
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. “La bionergía es una oportunidad fantástica para
reinventar la agricultura, las técnicas de reforestación, crear una nueva industria y nuevos empleos”,
dijo, y aseguró que América Latina debe asumir junto con Estados Unidos, Brasil y China un papel de
liderazgo en este proceso”.
Igualmente explicó que la industria de los vientos ó eólica, hoy genera en Estados Unidos un 25% más de
energía que el año pasado. Iowa y Dakota del Sur por ejemplo generan el 20% de su electricidad por
medio del viento y se espera que todo el país llegue a ese 20% para el año 2030.
Más de 400 fábricas producen componentes eólicos en Estados Unidos y más del 60% de las turbinas
instaladas se genera internamente. Son 5.000.000 de personas las que están empleadas por los
combustibles renovables y esta cifra va en acenso.
Una de las grandes excusas de los estados para no invertir en este tipo de energía es el costo de la
tecnología para la producción pero si un país cambia el paradigma, abre su legislación y sobre todo
invierte a la investigación científica y tecnológica en cuestión de 10 años puede perfilarse como un
excelente productor de bioenergía. Y la tendencia va hacia allá. Si no lo hacen, en unos años tendrán
que empezar a importar bioenergía de otros países. “No se puede seguir manteniendo el debate
alrededor de los combustibles fósiles cuando el mundo está cambiando”.
Uno de los temas centrales, no sólo de la conferencia de Flavin sino de los expertos en clima estuvo
relacionado con la propuesta de que Colombia promueva políticas públicas para utilizar otras fuentes de
energía además de la hidroeléctrica, proceso en el cual la ciencia, la tecnología y la innovación,
desempeñan un rol esencial en la transformación del pensamiento y de la cultura.
La crisis financiera actual es una oportunidad para “revertir la arquitectura de la economía mundial,
pero también para incluir en la agenda pública las inversiones en energía renovable como un factor
determinante para combatir el calentamiento global y buscar un cambio de paradigma que le de cabida
a nuevos modelos de desarrollo.