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Protocolo de proyecto de trabajo final de historia del pensamiento cristiano I

Desde la perspectiva de Adriano Alessi hay un hecho que se debe recuperar y es que, a pesar
de los problemas a los que se ha sometido el fenómeno religioso, tales como el ateísmo y el
agnosticismo, hay algo fundamental que se mantiene, y este es la persistencia que se tiene
del fenómeno religioso.

La modernidad ha cambiado la forma de vida del hombre, incluso su forma de religiosidad,


sin embargo, esta, como se llega a creer erróneamente no está extinta, sino que ha ido
evolucionando de igual forma que su forma de pensar.

La religión, marcada por la cultura, se encuentra en declive debido a que se vuelve obsoleta
en cuanto no responde a las necesidades de la cultura en la que se encuentra, es por esto que
la religión tiene necesidad de adaptarse a la nueva cultura contemporánea en la que se
encuentra.

El hombre que no vive sumergido en un puro Vorhandensein, experimenta un ansia profunda


de trascendencia, intuye que el puro dato de hecho, aunque vaya acompañado del aplauso
general, ni es ni puede ser suficiente para apagar su sed de verdad.

Comprende que la existencia humana no se puede conducir siguiendo los parámetros de una
praxis que solo busca la eficiencia, sino que exige un camino serio de búsqueda de la verdad.

La búsqueda de la verdad no está marcada por la mirada del espectador desinteresado. El


desinterés, al menos en su acepción de indiferencia, constituye una actitud extraña para quien
se encuentra movido por la pasión por la verdad, porque, o no se busca realmente la verdad
o, si se es consciente de aquello hacia lo que se va, no es posible quedarse indiferente ante la
majestad y la belleza de la meta a la que se aspira.

La verdad alcanzada no sacia sólo al apetito de la razón, sino que también apela de modo
esencial, aunque indirecto, a todas las potencialidades del hombre. Dentro de esa totalidad es
posible distinguir una doble polaridad emergente. A un lado se encuentra el hombre en la
integridad de su ser, de su realidad corpórea dotada de interioridad. En el otro lado, a través
de una oposición que no hay que exagerar, se sitúa el conjunto poliédrico de las realidades
cósmicas.
Conocer la realidad significa, de hecho, atrapar su esencia más profunda, significa llegar a
las causas que lo hacen inteligible.

La ciencia cognitio rerum per causas conocimiento de las cosas por sus causas, conocimiento
fundamentado y riguroso que, sin embargo, puede tener diferentes grados de comprensión.

La filosofía scientia rerum per causas ultimas ciencia de las cosas en sus últimas causas, el
intento fáctico de adentrarse con humildad, y a la vez con decisión, en las capacidades de
captación humanas hasta el corazón mismo de la realidad.

La religión se puede definir inicialmente como conjunto de actitudes existenciales que el


hombre experimenta ante una o más divinidades que percibe como realidades eminentemente
sagradas.

Religioso es todo lo que hace referencia al orden de lo sagrado, de lo eminente, de lo que se


sitúa más allá, de lo que constituye el último más allá de las aspiraciones mismas del corazón
del hombre.

La filosofía de la religión no es filosofía religiosa. La primera modalidad la constituye la


disolución de la filosofía dentro de la instancia religiosa. Filosofía y religión concurren para
dar vida a una filosofía religiosa, es decir, una forma de sabiduría universal en la que el
adjetivo religioso informa completamente al sustantivo filosófico.

La filosofía de la religión no es la religión filosófica. Desde el punto de vista teórico, esta


concepción se puede definir como el intento, más o menos explícito y consciente, de negar
la existencia autónoma del dato religioso. Desde esta perspectiva, la religión se entiende
como producto derivado, manifestación subalterna de la ciencia filosófica.

El hecho religioso como dato histórico cultural. Filosofía de la religión tiene como campo de
investigación el hecho religioso entendido como dato histórico cultural. La filosofía de la
religión no se identifica ni con la elaboración racional filosófica ni con la propiamente
teológica sobre dios, sino que su atención se dirige al hombre religioso, al creyente en cuanto
sujeto de específicas experiencias.

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