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Antecedentes
El impacto que ya había causado el gran movimiento independista en América del Sur,
liderado por algunos próceres como Antonio José de Sucre y Simón Bolívar, ya había
inspirado la lucha por la independencia total del yugo español, y donde el ejército
independentista había demostrado superioridad, en cuanto a estrategia y genialidad,
ganando gran parte de las batallas que les tocó asumir, a pesar de la cantidad de
dinero, hombres y armas enviadas por los españoles. Todas estas batallas y pugnas
se dieron en el Alto Perú, ahora Bolivia.
Todos estos movimientos e insurrecciones provocaron el debilitamiento del imperio
español en América del Sur, además de que ya existían hostilidades en algunos
países como Argentina. Sin embargo, tuvo que admitir que se realizaran elecciones
limpias en septiembre de 1810. Aunque el virrey contaba con el apoyo de los liberales
peruanos y españoles, las elecciones que ganaron los liberales no dejaron contentos a
los criollos, ni a peruanos en general, que enseguida comenzaron a atacarlos sin que
hubiese insurrección, pues ya existían los antecedentes de la insurrección de Tupac
Amaru II, revolución indígena Inca de 1780, y la de Pumacahua, que fueron reprimidas
por el gobierno del Virrey Abascal.
"En la ciudad de Los Reyes, el quince de Julio de mil ochocientos veintiuno. Reunidos
en este Excmo. Ayuntamiento los señores que lo componen, con el Excmo. e Ilmo.
Señor Arzobispo de esta santa Iglesia Metropolitana, prelados de los conventos
religiosos, títulos de Castilla y varios vecinos de esta Capital, con el objeto de dar
cumplimiento a lo prevenido en el oficio del Excmo. Señor General en jefe del ejercito
Libertador del Perú, Don José de San Martin, el día de ayer, cuyo tenor se ha leído,
he impuesto de su contenido reducido a que las personas de conocida probidad, luces
y patriotismo que habita en esta Capital, expresen si la opinión general se halla
decidida por la Independencia, cuyo voto le sirviese de norte al expresado Sr. General
para proceder a la jura de ella. Todos los Srs. concurrentes , por si y satisfechos, de la
opinión de los habitantes de la Capital, dijeron: Que la voluntad general esta
decidida por la Independencia del Perú de la dominación Española y de
cualquiera otra extrajera y que para que se proceda a la sanción por medio del
correspondiente juramento, se conteste con copia certificada de esta acta al mismo
Excmo. y firmaron los Srs.: El Conde de San Isidro- Bartolome, Arzobispo de Lima,
Francisco Javier de Zarate- El Conde de la Vega de Ren- El Conde de las Lagunas-
Toribio Rodriguez-Javier de Luna Pizarro-Jose de la Riva Aguero-El marquez de Villa
fuerte ..".
PROCLAMACION DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU
Don José de San Martin proclama y jura la Independencia del Perú en la Plaza Mayor
de Lima con las siguientes palabras:
"...El 28 del mes anterior se juro en esta capital la Independencia del Perú. No he visto
en América un concurso ni más lucido ni más numeroso. Las aclamaciones eran un
eco continuado de todo el pueblo... Yo fui uno de los que pasearon ese dia el
estandarte del Perú independiente... Jamás podría premio alguno ser mas lisonjero
para mi, que ver enarbolado el estandarte de la libertad en el centro de la ciudad mas
importante de esta parte de América, cumpliendo el objeto de nuestros trabajos en la
campaña ... ). En esa misma noche se dio refresco y baile en el cabildo. Ninguna tropa
logro contener la aglomeración de gente y no pudo lucir el ambiguo que se preparo
para los convidados (... ). En la noche siguiente se dio en el palacio del general un
baile, al que asistieron todas las señoras, esto requeriría una descripción particular
para lo que no tengo tiempo. La compostura con que se presentaron aquellas era
elegante... Yo baile mi contradanza de etiqueta con una señora y me separe con mis
amigos a analizar los efectos de la política del gobierno antiguo". (Carta de Tomas
Guido - amigo de San Martin - del 6 de agosto de 1821, a su esposa Pilar Spano).
El Libertador Don José de San Martin
En 1814, como jefe del ejercito del Alto Perú, asumió directamente una postura frente
a nuestro virreinato. El se opuso a continuar la guerra por el camino de Charcas, como
se intento en los días de Castelli y de Belgrano, porque entendía que para hombres de
tierras medias o bajas es muy difícil la lucha en la sierra y en la puna. Su actitud en
ese momento no solo represento una acierto profundo, sino que significo una
revolución, un cambio radical de perspectiva en el rumbo de las comunicaciones entre
Lima y Buenos Aires. Al itinerario tradicional del Alto Perú, el opuso la preparación de
un ejercito solido que derrotara a los españoles en Chile y que permitiera llegar al Perú
por el camino del mar. Tal vez a partir de estas decisiones podemos reconocer el
mayor triunfo de San Martin en toda su vida pues se opone al descubierto el carácter
estrictamente profesional de sus decisiones militares.
San Martin vino a nuestro país porque entendió que la independencia de la América
española era un solo fenómeno histórico. El no se presento únicamente por la razón
militar que invitaba a destruir las fuerzas del Virrey de Lima; este fue solo un efecto de
la realidad de nuestra independencia que se expreso de manera varia. La expedición
libertadora, con el apoyo del capital de O'Higgins y la audacia de Cochrane, fue reflejo
de la unidad americana que se mostraba en esos años.
Los ministerios iníciales fueron tres: Estado y relaciones exteriores, cuyo responsable
fue Juan García del Rio, natural de Cartagena de Indias; guerra y marina,
encomendado a Bernardo Monteagudo, natural de San Miguel de Tucumán, y
hacienda, en manos de Hipolito Unanue, nacido en Arica y único peruano de nuestro
primer gobierno.
Así como la administración civil del Estado tuvo sus cimientos en los días de la
independencia, el ejército y la marina iniciaron sus actividades como instituciones del
país sobre las bases de la organización virreinal. La Legión peruana de la guardia fue
el primer cuerpo del ejército peruano y fue creado el 18 de agosto de 1821. La captura
del buque "Sacramento" en Paita el 17 de marzo de 1821, la instalación del ministerio
de guerra y marina y las normas que aparecieron al respecto en el Estatuto Provisional
señalaron el principio de la Marina de Guerra del Perú.
De igual modo se inicio el recorrido de la vida internacional del país y el dialogo del
Perú en primera persona con otros pueblos del planeta. Salieron de Lima nuestras
primeras misiones diplomáticas, cuyos objetivos capitales fueron el reconocimiento de
la independencia, pero también la gestión de algún empréstito, u otros asuntos
comerciales.
Del tiempo de San Martin es la primera bandera nacional y el primer escudo del Perú.
La Gaceta del Gobierno de Lima del 5 de setiembre de 1821 informo que el día 2, en
el teatro, con las noticias de la posible bajada de las sierra de tropas de Canterac, San
Martin pronuncio unas palabras vibrantes y "el pueblo entonces mando que la
orquesta tocase la marcha nacional, subieron muchos al tablado, cantaron el himno
patriótico". Luego del concurso pertinente, en la noche del 23 de setiembre, se canto
por primera vez en el teatro el himno nacional, en la voz de Rosa Merino, con música
de Bernardo Alcedo y letra de José de la Torre Ugarte.
Pero en esta fecha no sólo es para evocar la memoria del gran libertador Don José de
San Martín, sino que nos debe servir para recordar a todos aquellos hombres y
mujeres que ofrendaron sus vidas en pos del grito de libertad, así tenemos que
recordar a todos los precursores y próceres de nuestra patria que no sólo con sus
ideas combatieron la dominación que vivía nuestro pueblo, sino que además con sus
acciones contribuyeron a fortalecer la conciencia de libertad en cada peruano.En el
presente blog se describe de manera breve a los próceres y precursores que lucharon
para legarnos una nación no sólo con libertad, sino de ejemplo de perseverancia y de
lucha que fue una verdadera Guerra de Reconquista contra el invasor español, lejos
estuvo pues de ser una breve rebelión rápidamente sofocada como se ha querido
hacer creer.
La instauración por decreto del tributo que pagaban los indígenas, la reinstalación en
1814 en España de Fernando VII y las presiones españolas, entre otras, contribuyeron
a la posterior insurrección y la penetración del movimiento independentista en Perú,
con ayuda extranjera.
La primera acción del venezolano fue nombrar a José Faustino Sánchez Carrión como
jefe de gobierno y reunir a sus fuerzas, las cuales llegaron a conformar un ejército de
diez mil hombres. Sumado al ejército bolivariano se encontraban las guerrillas del
centro que fueron asignadas al general Miller. En su intento de ingresar al valle del
Mantaro, el ejército unido se encontró en las pampas de Junín con las tropas
acantonadas de Canterac, librándose batalla el 6 de agosto de 1824. Lo que en un
principio pareció una derrota militar bolivariana devino en victoria gracias a la
intervención del escuadrón peruano Húsares del Perú, guerrilleros convertidos en
fuerzas regulares liderados por Isidoro Suárez. Esta victoria hizo que las tropas
realistas se acantonaran en el sur andino, último bastión fidelista en el Perú.
Bolívar dejó el mando de la tropa a Sucre y se dirigió a Lima para reconquistarla. Allí,
el pánico ante la llegada del libertador se apoderó de los criollos y fidelistas, que se
acantonaron en el fuerte Real Felipe del Callao, incluyendo el ex presidente Torre
Tagle, quien luego moriría en dichas instalaciones. El sitio al Real Felipe por parte de
Bolívar se inició el 7 de diciembre. Por otra parte el virrey La Serna se vio
estratégicamente obligado a dar batalla, para lo cual reclutó un ejército de españoles,
criollos, mestizos y castas, liderado por el general realista Valdés. Luego de unos
movimientos tácticos, los dos ejércitos se encontraron el 9 de diciembre de 1824 en la
pampa de Ayacucho. El ataque de las caballerías realistas fue frenado por las tropas
patriotas en diversas ocasiones, dando la oportunidad de ataque a los generales
Córdova y Miller. El confuso repliegue realista fue el corolario de la batalla. El virrey La
Serna, presente en la batalla, fue herido y tomado prisionero, mientras que los
realistas desertaban en masa. Canterac, en un último intento, trató de retirar sus
tropas hacia el Alto Perú, pero el desorden hizo imposible tal tentativa. La capitulación
de Ayacucho, sin embargo, fue excesivamente condescendiente a los realistas, que
parecían antes vencedores que vencidos.
La pacificación del territorio continuó en el Alto Perú, mientras que en Arequipa la elite
criolla nombraba a un nuevo virrey, curioso dato que revela una vez más la compleja
situación social de la nueva república. Finalmente, la pacificación del altiplano vino de
la mano de Sucre y Gamarra, mientras que el 25 de marzo la asamblea de
Chuquisaca convocada por Sucre constituyó un país independiente con el nombre de
Bolivia, separando definitivamente al Perú de dicho territorio.
El último bastión realista fue el Callao. El sitio al Real Felipe fue duro, así como la
resistencia española en su interior, liderada por José Ramón Rodil, quien tenía bajo su
cargo a 6000 realistas. El hambre, la sed y la peste se sucedieron, así como los
intentos de amotinamiento que fueron aplacados violentamente por los realistas. El
sitio se prolongó por más de un año, y recién el 8 de enero de 1826 Rodil aceptó
negociar. La capitulación fue tan concesiva como la de Ayacucho, y la mayoría de los
funcionarios y militares realistas se quedó en el país. De los 6000 refugiados sólo
sobrevivieron 2400, en su mayoría civiles, miembros de las elites criollas.
Acontecimientos posteriores
Aquel lugar conocido como “el alto Perú”, es lo que hoy en día es Bolivia.
Luego de conseguida la independencia, gestas independentistas migraron hacia
Nueva Granada con sus ejércitos. Estos fueron años de mucha movilización de
población hacia Bolivia y Colombia, hubo también además de desplazamiento de
población, un gran desplazamiento de tropas.
Se acaba por completo la monarquía española en América del Sur y se instaura el
proceso republicano, que implicó cambios en la economía, y que comenzó a
expandirse hacia el comercio internacional, sobre todo hacia las naciones americanas,
e internacionalmente a través de los británicos.
Se conformó el estado republicano, teniendo que asumir una base propia fuera de los
bandos coloniales, además de la creación del congreso republicano y, aunque hubo
que conservar el mismo sistema fiscal con el desarrollo de la nueva republica, el
problema de los impuestos no se pudo solucionar sino hasta mediados del siglo XIX.