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Escogencia.-
A pesar de que el ajonjolí puede dar buenos rendimientos en suelos de diferentes tipos,
es creencia general que es preferible sembrarlo en suelos francos, desde franco-arenosos
hasta franco-arcillosos, descartando las texturas extremas. Para los Llanos Occidentales
esa preferencia tiene una base experimental suficientemente comprobada.
Montilla y Moraour (1970), ensayando durante tres años con variedades ramificadas y
no ramificadas, sembradas en suelos livianos y pesados en tres épocas y dos localidades,
obtuvieron rendimientos promedios de 846,3 kilogramos de semilla por hectárea en los
suelos livianos y de 742,3 en los suelos pesados. El máximo rendimiento absoluto (2015
kg/ha) también fue obtenido en suelo liviano, comparado con 1675 kg/ha que fue el
máximo rendimiento alcanzado en suelo pesado. Asimismo el mínimo rendimiento
absoluto fue de 227 kg/ha en suelo liviano y de 170 kg/ha en suelo pesado.
observaron los menores valores para todas las características en el suelo 3 (arcillo-
limoso). Las características medidas por esos autores fueron longitud del tallo, grosor
del tallo, longitud de la raíz principal, número de raíces secundarias y terciarias. El
ensayo fue realizado con tres variedades, las cuales presentaron todas el mismo
comportamiento.
En base a esas diferencias se podrían distribuir o clasificar los cultivos según sus
exigencias en cuanto a capacidad de retención de humedad de los suelos en los cuales se
los vaya a sembrar. Como punto de partida será necesario conocer la relación entre la
cantidad de materia seca producida por la planta y la cantidad de agua que la planta
requirió para esa producción.
Es conocido que existen grandes diferencias entre las especies en cuanto a esa
característica. Sabemos que en ajonjolí es aproximadamente 1:4 la relación (semillas:
biomasa parte aérea). Si se toma en cuenta también la materia seca producida por las
raíces la relación pasa a ser 1:5. A su vez la relación raíces: parte aérea varia según la
disponibilidad de agua en el suelo. Al disminuir ésta se reduce el desarrollo de las partes
aéreas y se incrementa la formación de raíces. Por esos antecedentes llegamos a la
conclusión que una cosecha de 1000 kilogramos de semilla de ajonjolí supone una
producción de unos 5000 kilogramos de biomasa por hectárea.
Compactación y descompactación
Ajonjolí Maíz
en suelo arado
102 160
altura de plantas cm
en suelo no arado
76 153
en suelo arado
697 2.996
rendimiento Kg/ha
en suelo no arado
580 1.853
kg/ha
Labranza convencional con rastra de discos
570
Arado de cincel hasta 40 cm de profundidad
690
ídem mas cobertura (mulch) superficial
1.120
En otro trabajo realizado en suelos de Turén (Valderrama 1993) fueron evaluados los
efectos del sistema de labranza y de los niveles de fertilización sobre el rendimiento del
ajonjolí. Donde se aplicó subsolado a 30 cm de profundidad fueron observados los
siguientes cambios de las características indicadas abajo:
Como lo demuestran los datos expuestos arriba, los autores de esa investigación
observaron incrementos de hasta 68 por ciento del rendimiento del ajonjolí al producirse
pequeñas variaciones de la dos características mencionadas.
Preparación
4 688 3 887
Arado y comprimido
7 664 6 746
10 733 9 817
4 590 3 921
Arado y no comprimido
7 665 6 908
10 788 9 1.022
4 636 3 998
No arado y comprimido
7 742 6 861
10 788 9 817
4 504 3 1.032
No arado y no comprimido
7 878 6 917
10 802 9 748
Resumiendo esos resultados y promediando los respectivos valores de rendimiento del
ajonjolí, se aprecia una significativa ventaja de los suelos livianos respecto a los suelos
pesados. En los primeros el rendimiento fue 21 por ciento superior.
En los suelos pesados hubo notoria diferencia entre 4 pases de rastra y 10 pases de
rastra, ya que los rendimientos fueron 24 por ciento mas altos en el suelo preparado con
10 pases de rastra. En esos mismos suelos pesados la operación de comprimir arrojó 12
por ciento mayor rendimiento que "no comprimir".
Finalmente los rendimientos mínimos fueron de 746 kg/ha en suelo liviano (tratamiento
" arado, comprimido, 6 pases de rastra") y de 504 kg/ha en suelo pesado "tratamiento no
arado, no comprimido, 4 pases de rastra"). En esta comparación la diferencia en favor
de suelo liviano alcanza un 48 por ciento.
Experimentos como éste tienen que ser repetidos bajo condiciones estrictamente
controladas y tomando en cuenta otras importantes variables que pueden afectar sus
resultados. La información obtenida tendrá que ser analizada y ponderada no
aisladamente sino dentro del sistema de producción vigente en la región y al cual
pertenece el ajonjolí.
Moreno (1985) estudió el efecto de las barreras rompeviento sobre el ajonjolí en Los
Llanos Occidentales y ha resumido en los siguientes datos los resultados obtenidos en
cuanto al rendimiento:
Protección Kg/ha %
El rendimiento del ajonjolí protegido fue 47 por ciento superior al de las plantas que
crecieron sin protección. Ese autor además observó que a mayor protección eran
mayores la altura de las plantas y el área foliar, así como la acumulación de materia
seca. En las parcelas protegidas por las barreras rompeviento la humedad del suelo no
fue superior respecto a las parcelas sin protección. Mas bien la protección mejoró la
eficiencia de la planta en el uso del agua disponible en el suelo.
A los fines de poder agrupar los suelos de esa región de manera específica y concisa,
Rodríguez (1988) propone clasificarlos mediante un sistema de tres clases que están
determinadas por la textura de los primeros cincuenta centímetros de profundidad. Las
clases se definen como tipo 1, tipo 2 y tipo 3, cuyos suelos presentan en sus primeros 25
centímetros cualquiera de las texturas superficiales comunes de estos suelos, desde
arenosa hasta franco-arcillo-arenosa. En la capa de 25 a 50 centímetros los tres tipos se
diferencian así:
Tipo 1: texturas francas finas (FAa, FA, F), también arcillosas finas (Aa, FA, A).
Tipo 2: texturas francas gruesas (Fa y F) con contenido de arcilla menor de 15 por
ciento.
Según el autor de esta clasificación, la misma permite, en combinación con las áreas
climáticas, identificar los aspectos edafoclimáticos de mayor peso y establecer el grado
de aptitud de las tierras. Los resultados experimentales reportados por diversos autores
demuestran que los mayores rendimientos del ajonjolí se han obtenido en suelos tipo 1 y
en siembras tempranas, cuya época se establece a través del balance hídrico para
prevenir que las plantas sufran por falta de humedad.
Cuatro variedades sembradas en suelo tipo 1 (Viento Fresco) y en suelo tipo 3 (Santa
Barbara) alcanzaron los siguiente rendimientos de semilla (kg/ha):
En otros ensayos los rendimientos de un grupo de variedades en los tres tipos de suelo
fueron los que se indican a continuación (kg de semilla por ha):
Compactación y descompactación
Este aspecto no se ha estudiado en las sabanas de las Mesas Orientales. A pesar de que
faltan resultados experimentales sobre cuya base recomendar prácticas de preparación
de tierras, Sánchez y Rodríguez (1985) en cultivos de ajonjolí establecidos en las
inmediaciones de Punta de Mata y El Tigre constataron que el hábito pivotante de las
raíces era detenido al llegar a una capa compactada entre 8 y 10 centímetros de
profundidad. Según esos autores la capa compactada se ha formado por la utilización de
pases exagerados de rastra que pulverizan el suelo hasta esa profundidad y presionan la
capa inmediata inferior. Bajo esas condiciones se reduce drásticamente el suelo
explorado por las raíces con la consecuente disminución de la absorción de agua y de
nutrimentos. Además la pulverización del suelo superficial favorece la formación de
costras que retardan el intercambio gaseoso entre el aire del suelo y la atmósfera y
también reducen la infiltración del agua, aumentando la escorrentía y la erosión hídrica.
Los autores citados concluyen recomendando un programa de arado y subsolado y
limitar hasta el mínimo que sea posible el número de pases de rastra. Como se deduce
de lo expuesto, el problema es similar al que hemos comentado para los Llanos Centro-
Occidentales.