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Los suelos y su manejo

En los Llanos Centro-Occidentales

Escogencia.-

A pesar de que el ajonjolí puede dar buenos rendimientos en suelos de diferentes tipos,
es creencia general que es preferible sembrarlo en suelos francos, desde franco-arenosos
hasta franco-arcillosos, descartando las texturas extremas. Para los Llanos Occidentales
esa preferencia tiene una base experimental suficientemente comprobada.

Castellanos (1968) observó diferencias del rendimiento de 192 kilogramos de semilla


por hectárea entre el ajonjolí cosechado en suelos livianos (sistema maíz-ajonjolí) y el
cosechado en suelos pesados (sistema arroz-ajonjolí).

Montilla y Moraour (1970), ensayando durante tres años con variedades ramificadas y
no ramificadas, sembradas en suelos livianos y pesados en tres épocas y dos localidades,
obtuvieron rendimientos promedios de 846,3 kilogramos de semilla por hectárea en los
suelos livianos y de 742,3 en los suelos pesados. El máximo rendimiento absoluto (2015
kg/ha) también fue obtenido en suelo liviano, comparado con 1675 kg/ha que fue el
máximo rendimiento alcanzado en suelo pesado. Asimismo el mínimo rendimiento
absoluto fue de 227 kg/ha en suelo liviano y de 170 kg/ha en suelo pesado.

Avila y Pérez (1989) en tres suelos caracterizados como sigue:

suelo 1 (FAa) suelo 2 (FA) suelo 3 (AL)


Arena
50,7 22,7 2,7
Limo
16,0 48,0 64,0
Arcilla
33,3 29,3 43,3
MO
4,9 6,0 7,6

observaron los menores valores para todas las características en el suelo 3 (arcillo-
limoso). Las características medidas por esos autores fueron longitud del tallo, grosor
del tallo, longitud de la raíz principal, número de raíces secundarias y terciarias. El
ensayo fue realizado con tres variedades, las cuales presentaron todas el mismo
comportamiento.

Algunos suelos tienden a mantener un contenido de humedad mayor en comparación


con otros. Esta capacidad está relacionada con la textura, el contenido de materia
orgánica, la naturaleza del subsuelo y la ubicación de la mesa freática.

En base a esas diferencias se podrían distribuir o clasificar los cultivos según sus
exigencias en cuanto a capacidad de retención de humedad de los suelos en los cuales se
los vaya a sembrar. Como punto de partida será necesario conocer la relación entre la
cantidad de materia seca producida por la planta y la cantidad de agua que la planta
requirió para esa producción.

Es conocido que existen grandes diferencias entre las especies en cuanto a esa
característica. Sabemos que en ajonjolí es aproximadamente 1:4 la relación (semillas:
biomasa parte aérea). Si se toma en cuenta también la materia seca producida por las
raíces la relación pasa a ser 1:5. A su vez la relación raíces: parte aérea varia según la
disponibilidad de agua en el suelo. Al disminuir ésta se reduce el desarrollo de las partes
aéreas y se incrementa la formación de raíces. Por esos antecedentes llegamos a la
conclusión que una cosecha de 1000 kilogramos de semilla de ajonjolí supone una
producción de unos 5000 kilogramos de biomasa por hectárea.

Compactación y descompactación

Estudiando el efecto de la compactación sobre las relaciones hídricas en suelos


representativos de la colonia agrícola de Turén, Florentino (1988), basándose en los
resultados obtenidos en sus trabajos de campo y ensayos de laboratorio, llega a las
siguientes conclusiones preliminares: el suelo presenta una capa de 15 cm de espesor
altamente compactada (densidad aparente = 1,78 Mg/m2) situada a partir de los 10-12
cm de profundidad; la labranza profunda con arado de discos realizada a salida de
lluvias mejoró las condiciones del suelo en comparación con la labranza superficial con
rastra de discos, ya que el rompimiento mecánico de la capa compactada produjo:

 Incremento de la infiltrabilidad del suelo desde 0,50 a 2,5 mm/h.


 Descenso de la densidad aparente desde 1,78 hasta 1,6 Mg/m3.

 Aumento de la porosidad total desde 32 a 40 por ciento.

 Aumento de la porosidad r > 15 desde 7 a 17 por ciento.

 Mejora de la tasa de difusión de oxígeno desde 0,02 a 0.07 g/m2/h.

 Incremento de la conductividad hidráulica desde 0,05 a 0,22 cm/h.

El contenido de humedad en el suelo arado siempre fue menor que en el suelo


compactado (sin arar), sugiriendo que la capa compactada afecta el flujo del agua a
través del perfil, reteniendo mas la humedad. Pero las restricciones de aireación y la
resistencia mecánica del suelo al desarrollo de las raíces en la capa compactada
disminuyen el uso de esa agua por la planta. En el suelo arado la humedad es menor
pero la planta explora mayores volúmenes de suelo y la aprovechabilidad del agua
almacenada es mayor. Además en la época de lluvias (cultivo del maíz) el agua está
mejor distribuida en el suelo arado, mientras que en el suelo compactado la capa
superficial (0-10 cm) presenta sobresaturación que afecta el crecimiento y desarrollo de
la planta del maíz.

La capa compactada fue limitante para la profundidad del enraizamiento. Al disminuir


la resistencia mecánica del suelo por la acción del arado profundo, las raíces exploraron
mayor volumen de suelo. En suelo compactado se observó 91 por ciento de las raíces en
los primeros 6 centímetros de suelo (81 % en suelo arado) y una penetración de las
raíces hasta 6 centímetros (10 cm en suelo arado). Esto en el caso del ajonjolí. En las
plantas del maíz las raíces profundizaron 22 cm en el suelo arado versus 16 cm en el
suelo compactado. El 94 por ciento de las raíces se concentró en los primeros 10
centímetros del suelo compactado mientras que en el suelo arado esa concentración de
raíces fue 70 por ciento.

Algunas mediciones comparativas de las plantas de maíz y de ajonjolí dieron los


siguientes resultados:

Ajonjolí Maíz
en suelo arado
102 160
altura de plantas cm
en suelo no arado
76 153

en suelo arado
697 2.996
rendimiento Kg/ha
en suelo no arado
580 1.853

La conclusión general de la autora sobre las importantes observaciones realizadas es que


el suelo labrado mas profundo presenta condiciones físicas mas favorables para el
desarrollo de las plantas de maíz y ajonjolí en la zona agrícola de Turén.

Los efectos de diferentes prácticas de labranza sobre el rendimiento del ajonjolí en


rotación con maíz arrojaron grandes diferencias como lo demuestran las cifras
siguientes (Florentino y otros, 1991).

kg/ha
Labranza convencional con rastra de discos
570
Arado de cincel hasta 40 cm de profundidad
690
ídem mas cobertura (mulch) superficial
1.120

En otro trabajo realizado en suelos de Turén (Valderrama 1993) fueron evaluados los
efectos del sistema de labranza y de los niveles de fertilización sobre el rendimiento del
ajonjolí. Donde se aplicó subsolado a 30 cm de profundidad fueron observados los
siguientes cambios de las características indicadas abajo:

Espacio poroso total


de 34 a 49 %
Macroporosidad
de 8 a 12 %
Densidad aparente
de 1,69 a 1,39
Resistencia mecánica
de 1,39 a 0,63

La labranza profunda mejoró la penetración de las raíces y la distribución de la


humedad y esos cambios favorecieron el rendimiento del ajonjolí que fue 45 por ciento
mayor en suelo subsolado y fertilizado con diferentes cantidades del abono 12-24-12.

En otras investigaciones llevadas a cabo en tres parcelas de Turén (Coronado y Moreno,


1991) fueron relacionadas la densidad aparente (DA) a 20-40 centímetros de
profundidad y la evapotranspiración real (EVTR) con los rendimientos del ajonjolí,
obteniendo los resultados siguientes:

Parcela nº DA EVTR Rendimiento

g/cm3 mm/día Kg/ha %

471 1,56 0,53 429 100

507 1,60 0,58 640 149

561 1,43 0,77 720 168

Como lo demuestran los datos expuestos arriba, los autores de esa investigación
observaron incrementos de hasta 68 por ciento del rendimiento del ajonjolí al producirse
pequeñas variaciones de la dos características mencionadas.

Florentino y otros (1994) estudiaron los efectos de la aplicación (2,5 y 10 t/ha) de


fosfoyeso (superficial e incorporado) sobre la estructura del suelo y los rendimientos del
ajonjolí. La aplicación de ese residuo redujo la cohesión de la costra superficial y
aumentó la estabilidad de microagregado así como la infiltración y almacenamiento de
agua en el suelo. Resultado de esas mejoras fueron rendimientos del ajonjolí mas que
duplicados en las parcelas que recibieron fosfoyeso respecto a las parcelas testigos. El
efecto del fosfoyeso mejoraría la posibilidad de siembras tempranas, al reducir el
encostramiento del suelo por el impacto de las gotas de lluvia. La posible concentración
de elementos tóxicos en el suelo a consecuencia de la aplicación repetida del residuo
durante ciclos sucesivos del cultivo deberá ser investigada.

Gil (1995), comparando labranza convencional (LC) y labranza reducida (LR), ha


obtenido:

Rendimiento del ajonjolí Kg/ha.

LC 1 pase de rastra pesada (25 cm)7 1145


pases de rastra (15 cm)2 pases de
rodillo

1 pase de rastra (25 cm)2 pases de


LR 1024
arado rotativo (15 cm)

Preparación

Avila (1990) en un estudio comparativo de diferentes prácticas de preparación del suelo


para la siembra del ajonjolí ha obtenido los resultados siguientes:

Suelos Pesados Suelos Livianos

Pases de Rendimiento Pases de Rendimiento


rastra Kg/ha rastra Kg/ha

4 688 3 887
Arado y comprimido
7 664 6 746

10 733 9 817

4 590 3 921
Arado y no comprimido
7 665 6 908

10 788 9 1.022

4 636 3 998
No arado y comprimido
7 742 6 861

10 788 9 817

4 504 3 1.032
No arado y no comprimido
7 878 6 917

10 802 9 748
Resumiendo esos resultados y promediando los respectivos valores de rendimiento del
ajonjolí, se aprecia una significativa ventaja de los suelos livianos respecto a los suelos
pesados. En los primeros el rendimiento fue 21 por ciento superior.

En cuanto a las prácticas de preparación, en ninguna de las dos clases de suelo se


observó ventaja de arar sobre no arar. Mas bien los rendimientos fueron ligeramente
superiores en suelos no arados.

En los suelos pesados hubo notoria diferencia entre 4 pases de rastra y 10 pases de
rastra, ya que los rendimientos fueron 24 por ciento mas altos en el suelo preparado con
10 pases de rastra. En esos mismos suelos pesados la operación de comprimir arrojó 12
por ciento mayor rendimiento que "no comprimir".

En los suelos livianos el resultado mas importante es un rendimiento 13 por ciento


mayor en campos preparados con 4 pases de rastra, respecto a 10 pases de rastra. En
esos mismos suelos las diferencias entre arar y no arar y entre comprimir y no
comprimir apenas alcanzaron 1 y 7 por ciento, respectivamente, en favor de no arar y no
comprimir.

El máximo rendimiento absoluto fue alcanzado por el tratamiento "no arado, no


comprimido, 4 pases de rastra" en suelo liviano (1032 kg/ha). En suelo pesado el
máximo rendimiento absoluto (878 kg/ha) se obtuvo en el tratamiento "no arado, no
comprimido, 7 pases de rastra". Como se ve, aquí también la ventaja del suelo liviano
alcanza un 18 por ciento.

Finalmente los rendimientos mínimos fueron de 746 kg/ha en suelo liviano (tratamiento
" arado, comprimido, 6 pases de rastra") y de 504 kg/ha en suelo pesado "tratamiento no
arado, no comprimido, 4 pases de rastra"). En esta comparación la diferencia en favor
de suelo liviano alcanza un 48 por ciento.

Experimentos como éste tienen que ser repetidos bajo condiciones estrictamente
controladas y tomando en cuenta otras importantes variables que pueden afectar sus
resultados. La información obtenida tendrá que ser analizada y ponderada no
aisladamente sino dentro del sistema de producción vigente en la región y al cual
pertenece el ajonjolí.

Otros aspectos importantes del manejo de los suelos son la tempestividad de su


preparación, la rotación de cultivos, la cobertura y la incorporación de materia orgánica.

Sobre esos temas es escasa la información existente, sobre todo obtenida de


experimentos realizados localmente. Sin embargo Bascones (1967) en suelos de Turén
midió los efectos de la cobertura del suelo mediante el corte de la vegetación espontánea
durante la época de lluvias. Ese autor constató mayor acumulación de reservas de agua
en el perfil. El ajonjolí sembrado en ese suelo a salida de lluvias alcanzó un rendimiento
más elevado en comparación con el rendimiento de los campos donde fue sembrado
después de la cosecha del maíz.

Asimismo fueron obtenidos en Turén resultados interesantes, aunque no publicados,


sobre la incorporación de abono verde al suelo. También en ese caso fueron notorios los
incrementos de rendimiento del ajonjolí.
Es de suponer que los efectos de esas prácticas también se extenderían a los otros
componentes del sistema de producción al cual pertenece el ajonjolí. Concepto que
abarca todo lo que concierne al manejo de ese suelo que tiene que llevarse en forma
integral y coordinada dentro del sistema correspondiente.

Moreno (1985) estudió el efecto de las barreras rompeviento sobre el ajonjolí en Los
Llanos Occidentales y ha resumido en los siguientes datos los resultados obtenidos en
cuanto al rendimiento:

Protección Kg/ha %

alta 1.236 147

media 1.165 139

nula 839 100

El rendimiento del ajonjolí protegido fue 47 por ciento superior al de las plantas que
crecieron sin protección. Ese autor además observó que a mayor protección eran
mayores la altura de las plantas y el área foliar, así como la acumulación de materia
seca. En las parcelas protegidas por las barreras rompeviento la humedad del suelo no
fue superior respecto a las parcelas sin protección. Mas bien la protección mejoró la
eficiencia de la planta en el uso del agua disponible en el suelo.

En la sabanas de las Mesas Orientales


(estados Anzoátegui y Monagas)

Escogencia de los suelos

A los fines de poder agrupar los suelos de esa región de manera específica y concisa,
Rodríguez (1988) propone clasificarlos mediante un sistema de tres clases que están
determinadas por la textura de los primeros cincuenta centímetros de profundidad. Las
clases se definen como tipo 1, tipo 2 y tipo 3, cuyos suelos presentan en sus primeros 25
centímetros cualquiera de las texturas superficiales comunes de estos suelos, desde
arenosa hasta franco-arcillo-arenosa. En la capa de 25 a 50 centímetros los tres tipos se
diferencian así:

Tipo 1: texturas francas finas (FAa, FA, F), también arcillosas finas (Aa, FA, A).

Tipo 2: texturas francas gruesas (Fa y F) con contenido de arcilla menor de 15 por
ciento.

Tipo 3: texturas arenosas, incluyendo "a" y "aF".

Según el autor de esta clasificación, la misma permite, en combinación con las áreas
climáticas, identificar los aspectos edafoclimáticos de mayor peso y establecer el grado
de aptitud de las tierras. Los resultados experimentales reportados por diversos autores
demuestran que los mayores rendimientos del ajonjolí se han obtenido en suelos tipo 1 y
en siembras tempranas, cuya época se establece a través del balance hídrico para
prevenir que las plantas sufran por falta de humedad.

Cuatro variedades sembradas en suelo tipo 1 (Viento Fresco) y en suelo tipo 3 (Santa
Barbara) alcanzaron los siguiente rendimientos de semilla (kg/ha):

suelo tipo 1 suelo tipo 3


Variedad
a b c d x a b c d x
Ven.44
1805 978 982 697 1115 345 327 328 291 323
Maporal
1305 855 740 524 856 535 602 477 345 490
Piritu
1016 657 690 388 688 124 57 30 - 70
Arawaca
1576 822 751 294 861 434 499 98 58 272
promedios
1425 828 791 476 880 359 371 233 231 303

En otros ensayos los rendimientos de un grupo de variedades en los tres tipos de suelo
fueron los que se indican a continuación (kg de semilla por ha):

suelo 1 764,6 promedio de 11 variedades en tres ensayos

suelo 2 626,9 promedio de 11 variedades en tres ensayos

suelo 3 373,3 promedio de 11 variedades en un ensayo

Compactación y descompactación

Este aspecto no se ha estudiado en las sabanas de las Mesas Orientales. A pesar de que
faltan resultados experimentales sobre cuya base recomendar prácticas de preparación
de tierras, Sánchez y Rodríguez (1985) en cultivos de ajonjolí establecidos en las
inmediaciones de Punta de Mata y El Tigre constataron que el hábito pivotante de las
raíces era detenido al llegar a una capa compactada entre 8 y 10 centímetros de
profundidad. Según esos autores la capa compactada se ha formado por la utilización de
pases exagerados de rastra que pulverizan el suelo hasta esa profundidad y presionan la
capa inmediata inferior. Bajo esas condiciones se reduce drásticamente el suelo
explorado por las raíces con la consecuente disminución de la absorción de agua y de
nutrimentos. Además la pulverización del suelo superficial favorece la formación de
costras que retardan el intercambio gaseoso entre el aire del suelo y la atmósfera y
también reducen la infiltración del agua, aumentando la escorrentía y la erosión hídrica.
Los autores citados concluyen recomendando un programa de arado y subsolado y
limitar hasta el mínimo que sea posible el número de pases de rastra. Como se deduce
de lo expuesto, el problema es similar al que hemos comentado para los Llanos Centro-
Occidentales.

Preparación del suelo

La Estación Experimental Monagas del FONAIAP publicó en 1986 un "Manual para el


cultivo del ajonjolí en el estado Monagas" en el cual se describen requerimientos de
precipitación y de suelos, épocas y densidades de siembra, variedades, encalado y
fertilización, control de enfermedades, plagas y malezas y métodos de cosecha. Allí no
se encuentra mención de la preparación del suelo. Por otra parte las condiciones de las
sabanas orientales son diferentes si se las compara con las de los Llanos Centro-
occidentales donde se han realizado los experimentos que hemos comentado en párrafos
anteriores. Los resultados de esos experimentos deberán ser comprobados en los campos
de Monagas y Anzoátegui antes de que las recomendaciones respectivas puedan ser
extendidas a los cultivadores de esas regiones.

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