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Partidocracia, transfuguismo

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La lealtad dejó de ser el elemento básico que hacen de los partidos políticos bloques
coherentes que los hacen distinguirse unos de otros, para pasar a ser simples membretes que
se acomodan a intereses y aspiraciones de oportunistas.

La partidocracia en México ha llevado a ese ya rutinario transfuguismo, donde se perdió la


esencia ideológica para ser suplida por el rampante pragmatismo de quienes hacen suya la
premisa de que no importan los medios para lograr sus fines.

En las democracias occidentales avanzadas, el trasfuguismo no es común, distinto a la


nuestra donde ésta tiene un sistema de partidos cuya base es el PRI, principal derivador de
tránsfugas y del cual se nutren en mayor medida el resto de los partidos políticos, en donde
las colas de aspirantes a candidaturas son más cortas.

En la historia política electoral reciente de Sonora, ese fenómeno, en el que subyace la


traición, la incongruencia, la desvergüenza y el oportunismo, no es nuevo, con tránsfugas
notables que desertaron a sus militancias por el simple hecho de no conseguir alguna
posición.

Del PRI, uno de los casos más sonados ha sido Javier


Gándara Magaña, quien encandilado por la
posibilidad de ser candidato a la gubernatura, no
aguantó que se le cerrara la puerta y decidió irse al PAN, en donde si bien satisfizo su
aspiración, la ahora gobernadora Claudia Pavlovich le pasó por encima, consiguiendo solo ser
alcalde de Hermosillo.

Hay otros priistas cuyas inconformidades por ser desplazados por otros compañeros de
partido lo llevaron a renunciar a sus filas, aunque sin buscar acomodarse en otros partidos
como es el caso de Víctor Hugo Celaya.

El transfuguismo en el PRI es una constante en posiciones menores como alcaldías, ya que


una revisión somera deja saber de muchos expriistas postulados por otros partidos a
presidencias municipales, algunos de ellos de forma exitosa como fue el caso de Jesús Félix
Holguín en Cajeme.

No entraremos a detalles en un listado bastante grande que demuestra sobre todo esa
constante donde las lealtades se condicionan a satisfacer ansias político-electorales sin
importar cómo, en el marco de una dinámica que ya hizo suya el PAN y en menor medida el
PRD, aunque este último por su condición de partido en extinción.

Actualmente el tránsfuga de moda lo es sin duda


Antonio Astiazarán Gutiérrez, quien le vendió su otrora
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lealtad priista al PAN, a cambio de ir por una curul al
Senado de la República, desplazando de ese dudoso honor a Célida López, panista que por
los mismos motivos hace unas semanas se fue a MORENA, aunque en su caso fue a cambio
de ser candidata a la alcaldía de Hermosillo.

David Figueroa Ortega renunció al PAN junto a otros notables de ese partido, pero en sus
casos no fueron para obtener espacios en otros partidos, sino que como se sabe, en el caso
del primero fue para contender por la vía independiente a la alcaldía capitalina, aunque no
faltarán quienes consideren que no por ello deja de ser tránsfuga.

En su momento la tránsfuga de moda fue María Dolores del Río, a quien no le ha ido nada
mal luego de renunciar al PAN, con la ventaja de tener bajo su absoluto control al Movimiento
Ciudadano en Sonora y en posición de hacer lo que le venga en gana por esos rumbos.

Hay ejemplos que demuestran que el transfuguismo no es la única opción para quienes sufren
el desplazamiento al interior de sus partidos y el mejor que encontramos es Ernesto
Gándara, quien pese a no haber conseguido sus fines en el 2009 ni en el 2015, se mantiene
en la trinchera priista y así ocurrió con Alfonso Molina Ruibal y Gilberto Gutiérrez Quiroz,
quienes en su momento vieron frustrados sus objetivos por candidaturas, pero que no por eso
fueron desleales a sus principios.

Mención aparte merece la ahora gobernadora Pavlovich, quien batalló y trabajó con intensidad
para ir por la alcaldía capitalina en el 2006 y tuvo que aguantar vara, para al paso del tiempo
ser dirigente estatal del PRI, senadora y ahora titular del Poder Ejecutivo de la entidad.

Como sea, penoso el caso del Toñito Astiazarán,


quien de un día para otro abandera por lo pronto, al
menos mediáticamente, al partido que en Sonora es
sinónimo de corrupción e incompetencia y que si todo va de acuerdo a sus planes, será parte
sustantiva del objetivo de descarrilar el liderazgo de Manlio Fabio Beltrones en la entidad,
propósito que suma a otros por el estilo al interior del mismo PRI.

La verdad es que dicha estratagema no es nueva entre priistas e incluso el mismo Beltrones
Rivera ha sido señalado como promotor de descarrilamientos de connotados compañeros de
su partido, por lo que puede decirse que juego que tiene desquite ni quien se pique o sea que
el transfuguismo también se puede disimular y se puede ejercer sin necesidad de renuncias a
militancias.

Habrá que ver si el conflicto en desarrollo en Cajeme sirve de plataforma para el registro de
otro tránsfuga, en este caso Abel Murrieta Gutiérrez, quien está en la víspera de ser víctima
de la democracia interna del PRI y quedarse en el camino en la disputa por la candidatura a la
presidencia municipal frente a Emeterio Ochoa Bazúa.

No sería nada extraño el que la rabieta propia y la de sus mentores lo lleven a tomar
decisiones al estilo del Toñito, aunque quedarían opciones intermedias como es
reincorporarse a sus funciones de diputado federal y luego dedicarse a sus negocios en
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espera de nuevas oportunidades.

Pero se da el caso de que la clase política cajemense es particularmente pasional y muy dada
a los extremos, donde con suma facilidad se polarizan posiciones, pero cuando coinciden se
constituye como fuerza irresistible, que bien puede desfragmentar la representación política
de esa jurisdicción electoral en el primer caso o llevarse carro completo en el segundo.

Para efectos por regiones, en materia de transfuguismo


Guaymas se pinta solo y Astiazarán Gutiérrez sólo viene a
confirmar lo veleidosa que es su clase política, destacando
quien fuera su secretario particular cuando fue alcalde, Manuel Villegas Rodríguez, ahora
diputado postulado por el PAN, desde donde desde hace rato le hacen ascos.

Marcos Ulloa Cadena es otro personaje de esos, primero militante del PRI por ser
descendiente del dirigente cetemista Oscar Ulloa Nogales; luego fue del Partido del Trabajo;
después colaboracionista de Acción Nacional y ahora militante del Partido Movimiento
Ciudadano.

El caso es que el transfuguismo es una derivación del pragmatismo que impone la


partidocracia en este país, esa misma que de forma evidente no coloca el interés social y de
la gente en sus motivaciones primarias, sino que se trata de sujetos tomados como arietes de
liderazgos empresariales, para apuntalar proyectos financieros regionales y que operan desde
distintas siglas partidistas.

El que no se pierde en berenjenales ni pierde tiempo es el precandidato del PRI a la alcaldía


de Hermosillo, Ernesto de Lucas Hopkins, quien este jueves próximo tendrá una reunión con
representantes del sector empresarial de la capital de Sonora y John Pistole, quien fuera un
alto mando del FBI durante la presidencia de Barack Obama y es un reconocido experto a
nivel mundial en temas de prevención y seguridad.

Pistole viene a Hermosillo a invitación del popular Pato, quien como se sabe ha construido
afectos de alto nivel desde que se desempeñó como Secretario de Seguridad Pública y muy
buenas relaciones por los esquemas de coordinación con autoridades de Estados Unidos,
como es el caso de Janet Napolitano, quien con Obama fuera la encargada de Seguridad
Interior del gobierno gringo.

Como ven, “El Pato” ya le entró a uno de los grandes


retos no solo de Hermosillo, sino del Estado y el país,
que no es otra cosa que el diseño de estrategias
prácticas y de aplicación inmediata que le interesan a la gente, como lo es tener seguridad en
sus personas y bienes.

Tal como lo ha dicho en sus intervenciones públicas hasta antes de las llamadas
intercampañas y antes de la veda electoral, su propósito es diseñar un programa de trabajo
que convierta a Hermosillo ahora sí como la capital del Noroeste de México y una ciudad de
vanguardia que responda a las necesidades de la gente y acorde a los retos del siglo XXI.
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