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No teníamos mucho. Solo una tierra seca y difícil. [mirando a los ojos, pausado]
La minerA: Era de su abuelo [sin levantar los ojos, suspirando con dolor]
El minerO: Era nuestra… hasta que llegó el terrateniente y nos sacó a patadas [mirándole fijo a
Ernesto]
El minerO: Entonces tuvimos que dejar a nuestro hijo con la familia y empezar a viajar [mirando
hacia abajo, al fuego].
Para encontrar trabajo [hace contacto de los ojos y otra vez los baja hacia el fuego].
La minerA: Porque somos comunistas [levanta los ojos por primera vez y los mira, esperando su
reacción]
El minerO: Ahora vamos a la mina. Si tenemos suerte, encontraré trabajo allí [optimista].
Parece que está tan peligroso que ni se fijan de qué partido es uno.
La minerA: ¿Ustedes andan buscando trabajo? [con la cara levantada, mirándoles curiosamente]
Ernesto: No, nosotros no estamos buscando trabajo [igual de solemne y sintiendo el peso y la
ridiculez de su respuesta dadas las circunstancias]
La minerA: ¿No? [se sorprende y se queda mirándolos] Entonces, ¿por qué viajan?
Alberto: [no dice nada, se siente culpable, le mira a Ernesto como si estuviera pidiéndole ayuda]
Ernesto: [agarrando las fuerzas y el aliento] Viajamos por viajar [tentativo, listo para ser juzgado]
La minerA: Benditos sean… [con una sonrisa ligera, pero sincera] Bendito sea su viaje.
S308 - Diarios de motocicleta DIÁLOGOS Y DRAMATIZACIONES
Ernesto: Buenas tardes. [va pasando, apenas mirándole a los ojos al leproso]
Leproso: [se sorprende al ver la mano sin guante, se queda mirándole la mano, luego al Dr.
Bresciani]
Ernesto: [sigue con la mano extendida y tratando de interpretar el silencio y la mirada del
leproso]
Leproso: Doctor… ¿Qué no les explicó las reglas? [en voz baja, pausada y con reproche]
Dr. Bresciani: [le da señal afirmativa con la cabeza y con una sonrisa sutil en los ojos]
Ernesto: [sigue con la mano extendida y una mirada más determinada que antes]
Leproso: [le aprieta la mano con mucha fuerza sin decir nada, se ve contento]
Ernesto: Mucho gusto. [medio-sonriendo, como que celebrando una victoria interna personal]
Leproso: Encantado. [le aprieta la mano a Alberto con una sonrisa grande]
Dr. Bresciani: Papá Carlito es jefe de la comunidad. Son médicos argentinos. [los presenta]
Madre: Doctor Bresciani, estos señores llegan y ¿creen que pueden proceder como les parece?
[con voz de reproche, muy seria]
Dr. Bresciani: Madre Sor Alberto, estos señores tienen buena experiencia médica de Córdoba y
Buenos Aires [con voz respetuosa y pausada, controlando su aliento]
Madre: Eso no les da ningún derecho para proceder así y romper las reglas [con un poco de
burla en su voz, con una mirada desafiante]
Dr. Bresciani: ¿Qué le parece que esta discusión la dejamos para más tarde, ¿sí? [con voz dulce,
tranquilizante]
Dr. Bresciani: Gracias, madre, usted muy compresiva. Vamos. [dulce, pacífico y con respeto; toma a
Alberto y Ernesto por los hombros para indicar que ya se van]
Ernesto: Con permiso [en voz baja, incómodo por el regaño y la desaprobación de la madre,
también sigue al doctor]
Dr. Bresciani: Es la madre superiora [en voz baja, alejándose de la madre y mostrándoles camino a los
amigos]
Alberto: Creo que quiere conmigo [con voz juguetona, mirándole a Ernesto]
Ernesto: Creo que sí [lo apoya en la broma a las espaldas del Dr. Bresciani]