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Relaciones.

Estudios de historia y sociedad


ISSN: 0185-3929
relacion@colmich.edu.mx
El Colegio de Michoacán, A.C
México

Schaffhauser, Philippe
Reseña de "La dicotomía emic/etic. Historia de una confusión" de Aurora González Echevarría
Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXXI, núm. 121, 2010, pp. 257-269
El Colegio de Michoacán, A.C
Zamora, México

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res Eñas

R e l a c i o n e s 1 2 1 , i n v i e r n o 2 0 1 0 , v o l . x x XI
r eseña s

Aurora González Echevarría, La dico- La gran idea de Pike era indicar un nue-
tomía emic/etic. Historia de una confu- vo rumbo hermenéutico por el cual
sión, Barcelona, Biblioteca A/socie- encaminar el programa de la antropo-
dad, Anthropos Editorial, 2009, 143 p. logía.
El libro de Aurora González Eche-

S i bien la antropología es una acti-


vidad de traducción cuyo fin es,
mediante etnografías y construcciones
varría contribuye, por tanto, en colmar
un vacío en este campo de discusión e
importa saludar aquí el carácter tan
teóricas, producir conocimientos sobre pertinente como oportuno de la re-
realidades culturales diversas para dar flexión que nos ofrece la antropóloga
cuenta de su universalidad, es tam- española. En efecto la dupla concep-
bién un lenguaje que se ramifica en tual emic/etic si bien ha permitido
distintos campos de aplicación aten- poner en orden ciertas representacio-
diendo objetos de estudios numerosos nes antropológicas en torno a cómo
y variados. En tanto que herramienta reconstruir la posición del otro como
para la realización de su quehacer, el sujeto cultural inscrito en una realidad
lenguaje antropológico, en sus distin- determinada, acarreó, con el paso del
tas expresiones y tradiciones naciona- tiempo (es decir con la generalización
les o paradigmáticas, posibilita tanto del uso de tal binomio) y como suele
como entorpece el desarrollo de la suceder con cualquier aportación teó-
misma. El libro de la antropóloga es- rico-conceptual, una serie de proble-
pañola Aurora González Echavarría mas de interpretación que empezaron
que aquí se presenta y comenta es un a tornarse cada vez más profundos y
claro ejemplo de lo anterior. Cobra la de alguna manera insolubles. Después
forma de un ensayo que discute los de Pike, muchos sesgos ha generado la
usos y desusos de los conceptos “etic” puesta en circulación del par concep-
y “emic”. Se trata de una discusión tual emic/etic en el lenguaje antropo-
que principia en la década de los cin- lógico. El gran mérito de la autora es el
cuenta del siglo pasado, años en que el haber despejado el campo del debate
misionero-lingüista Kenneth Lee Pike de sus trabas y confusiones al darse a
(1912-2000) acuña dichos conceptos. la tarea de rastrear la historiografía de
los conceptos cuyos orígenes se remon­

De un código cultural a otro, de un sis- tan, según el propio Marvin Harris, a
tema normativo a otro. comentarios de 1927 del etnolinguista

Lo que Clark Wissler, citado por Mar-
vin Harris (1982: 62), denomina “el patrón Edward Sapir sobre problemas etno-
universal”. gráficos y cómo superarlos (Harris,

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r eseña s

1978, 493). En este sentido este ensayo La presente reseña crítica seguirá
contribuye no sólo a enriquecer la eru- los siguientes pasos: 1) resumir el libro
dición de los antropólogos y sociólo- de Aurora González Echavarría; 2) en-
gos sino a alentar la reflexión antropo- tablar con ella y los autores que convo-
lógica en general, pues el problema de ca en su reflexión un diálogo guiado por
la relación emic-etic no es sino otra lo que llamaría yo la necesaria contribu­
vertiente del problema del objetivismo ción de toda la comunidad de antropólogos
y del subjetivismo en la construcción e investigadores que tocan temas inserta­
(o producción) del conocimiento en dos en la(s) tradición(es) antro­pológica(s)
ciencias sociales: esto es, el problema al debate crítico que solo posibilita la
epistemológico sobre cómo hacer cien- orientación del quehacer antropológi-
cias sociales ya sea desde una concep- co; y 3) finalmente sacar un balance
ción nomotética y explicativa o herme- conceptual-teórico de tal diálogo.
néutica y comprensiva. Es indispensable dejar en claro
En lo que a mí respecta considero que mi intención no se guía por respe-
que la solución de esta aporía estriba tar de modo ortodoxo la propuesta de
en el despedirse de la concepción etic/ Pike e ir midiendo las alteraciones que
emic o al menos –como se comenta haya sufrido en el medio académico
más adelante– en dar la espalda a la de la antropología profesional, sino
concepción y empleo que de dicho bi- poner mi granito de arena al participar
nomio conceptual hace Marvin Harris. en esta discusión y entablar un diálogo
El problema que plantea la relación con los autores convocados por Auro-
entre una perspectiva emic y un posi- ra González y con otros más relaciona-
cionamiento etic no es más que una de dos con el tema, esto es, con la inten-
las tantas expresiones de la problemá- ción de encontrar una salida a ciertos
tica sobre la interioridad y la exterio­ usos rígidos de la dupla emic /etic. Pa­
ridad a la cual ha vertido una serie de ra lograr este designio centraré mi aten­
sig­nificativos avances filosóficos del ción en la propuesta de los siguientes
Wittgenstein de las Investigaciones, al autores presentes en el texto de la an-
distinguir entre problemas reales y tropóloga española o cuya presencia
problemas de lenguaje, esto es, la nece­ es implícita aunque no menos impor-
sidad de establecer una clara distin- tante. Se trata del lingüista miembro
ción entre sustantivo y sustancia y al del Instituto Lingüístico de Verano
rechazar toda posibilidad de darse un Kenneth Pike, de los antropólogos
lenguaje privado funcionando por de- Marvín Harris y W. H. Goodenough,
cirlo así en circuito cerrado. del filósofo Gustavo Bueno por un la­

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do y del antropólogo Clifford Geertz y pología del parentesco que es particu-


del filosofo wittgensteiniano Gilbert larmente apropiado para reflexionar
Ryle por otro. Además, es preciso acla- sobre el carácter de la distinción emic/
rar que si propongo esta reseña para etic, pues las categorías vernáculas
toda la comunidad de investigado­res para determinar y asignar funciones y
de nuestra casa de estudio y pa­ra to- vínculos de parentesco a miembros de
dos los lectores de esta revista no es una comunidad determinada no dejan
fruto del azar. Corresponde en parte a de cuestionar al antropólogo-etnógra-
la reflexión que se generó en un semi- fo sobre la caracterización real o ideal
nario de socioantropología dedicado a de dichas construcciones sociales.
las formas contemporáneas de etno- Empecemos por el lado de la etimo­
centrismo que tuvo lugar en la univer- logía: El par conceptual etic/emic es
sidad francesa de Perpignan Via Do- una categoría lingüística. Define pri-
mitia, entre 2005 y 2007 (Scha­ffhauser mero dos ramas de actividad específi-
2004 y 2006). ca de esta disciplina: la fonética (de ahí
No muy extenso pero sí muy den- el aféresis “etic”) y la fonología o fo­
so en cuanto a la calidad de la reflexión némica (de ahí la abreviatura “emic”) ;
que al lector se le suministra, el libro la primera consiste en el estudio de los
de Aurora González se conforma de sonidos humanos articulados inde-
ocho secciones cuya extensión total es pendientemente del valor cultural y
de 143 páginas. Repasa desde sus ini- simbólico que pueda cobrar dentro de
cios la historia de la discusión sobre lo una cultura determinada y la segunda
emic y lo etic, hasta las últimas contri- tiene que ver con la articulación, esto
buciones vertidas a este debate por es, la estructuración, entre sí de dichos
parte del filósofo Gustavo Bueno en sonidos que conforman modos de des-
torno a su teoría del cierre categorial. cripción del mundo y representacio-
González Echavarría centra su análisis nes del mismo de acuerdo a una forma
y encauza, en buena medida, sus co- de vida cultural dada. Tal distinción
mentarios hacia el campo de la antro- de enfoque se debe al lingüista Kenne-
th L. Pike (Ducrot y Todorov 1983, 52).

Como bien lo señala la autora, Gustavo Se inserta, además, en una teoría gra-
Bueno es quien posibilitó el encuentro entre matical sobre los enunciados: la tagmé­
Marvin Harris y Kenneth L. Pike en la uni-
versidad de Oviedo en 1985 (González Echa- mica. Esta teoría fundada en el carác-
varría 2009, 123). Si bien tanto uno como co-
nocía la obra del otro nunca habían podido 
Elaborada por Pike a mediados de la
hasta esa fecha dialogar cara a cara sobre sus década de los sesenta, dicha teoría contem-
concepciones de lo emic y etic. pla tres niveles de análisis: uno léxico, cuya

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ter “trimodal” de las lenguas (i.e. do y, en este sentido, a las otras cultu-
fo­­nológico, gramatical y lexical) no tar­ ras. En este sentido y conforme al pen-
dó en despertar interés entre otras di­sci­ samiento de Pike se desprende que
plinas de las ciencias sociales –particu- cada lengua cuenta con un punto de
larmente en antropología– de modo vista “emic” estrechamente relaciona-
que la distinción emic/etic vino a ca- do con una forma de vida cultural de-
racterizar otras formas de lenguaje e terminada y frente a ella se presenta
interacciones no estrictamente lingüís- un punto de vista otro, lejano, distan-
ticas, pues empezó a funcionar tanto te, llamado etic, definido más que
como metáfora para calificar e interpre­ nada por su exterioridad, es decir por
tar la producción del conocimiento su “in-competencia cultural” o super-
según la posición adoptada por el etnó­ ficialidad (o fisicalismo extremo) en
grafo-etnólogo como para servir de relación al sistema cultural de que se
re­curso heurístico para la reflexión y trata. Dicho de otro modo, existe una
producciones teóricas de hechos cul- distancia cultural que separa un punto
turales. Ward H. Goodenough (1956) y de vista de otro, pues la dimensión
Marvin Harris (1978) son los principa- emic remite a una competencia cultu-
les antropólogos que han retomado la ral de la cual carece la dimensión etic.
distinción emic-etic con tal de remozar En esta tesitura, es importante señalar
las bases epistemológicas de la etno- que los conceptos etic y emic son con-
grafía en el marco de los estudios del siderados muy a menudo como refe-
parentesco y del materialismo cultural rentes a concepciones opuestas. Por
respectivamente. tanto no es un caso fortuito si en el tí-
Pike busca dar cuenta de una posi- tulo del ensayo de Aurora González
ción que describiría una suerte de inte- aparezca una diagonal en vez de un
rioridad de las lenguas naturales a guión para evocar estos conceptos. Es
partir de la cual se representa al mun- más, Marvin Harris considera que
existen dos clases de antropólogos:
aquellos que son “emic” (como W. H.
unidad mínima es el morfema; otro fonoló-
gico, cuya unidad mínima es el fonema; y Goodenough según Harris y al cual
otro gramatical o morfológico, cuya unidad critica) y otros que son etic, lo cual per-
mínima es el gramema o tagmema. mite a Harris afianzar su teoría mate-

Más adelante veremos porque es im-
portante para la discusión considerar este rialista de la cultura. Los primeros
guión y de reflexionar sobre la pertinencia producen descripciones emic en tanto
de la escisión del quehacer antropológico en que los otros descripciones etic (Harris
dos grupos de actividades, en el marco de la
llamada nueva etnografía.
1978, 493-519).

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Pike, nos dice la autora (González logía comprensiva. Bajo este plan rec-
Echevarría 2009, 23), considera que el tor para la producción del conocimiento
punto de vista etic, siendo por natura- sociológico es importante colocarse en
leza, ingenuo y desfasado, constituye, el lugar del otro y por decirlo mirar al
en términos gnoseológicos, el punto mundo desde su silla. La pretensión
de partida de la pesquisa antropológi- epistemológica y ética es cardinal, por-
ca en tanto que el punto de vista emic, que el paradigma comprensivo se anto­
por decirlo así, sería la meta a alcanzar ja como una potente maquinaria teóri-
para el antropólogo, en el sentido de co-metodológica para sobreponer las
que cualquier cultura constituye un tendencias etnocéntricas (y a veces et-
código, más o menos secreto y accesi- nocentristas) que atraviesan el camino
ble y cuyo reto para la antropología es de la reflexión antropológica sobre la
lograr su cabal desciframiento. De ahí diversidad cultural. Como lo refiere la
que conforme avanza el contacto y la autora citando a D.M Schneider acerca
relación que traba el investigador con de su crítica de los estudios del paren-
el medio cultural que pretende explo- tesco, hasta qué punto el programa
rar y documentar, logra acercarse cada antropológico del parentesco no es si­
vez más al punto de vista de los nati- no una encubierta expresión del etno-
vos, pues se deja influir más por la su- centrismo que impera en el pensa-
puesta emicidad que entraña la cultura miento antropológico, en el sentido de
observada. Según Pike, la relación etic- que no es tan evidente que la sangre
emic es procesal, describe un continuo sea el factor cultural más importante en
que es el necesario proceso de apren- la vida de los hombres en sociedad
dizaje de otra cultura con tal de dar (González Echevarría 2009, 21). En es­
cuenta del ethos de los sujetos cultura- ta discusión las palabras importan, su
les que la conforman y la representan orden, su uso cobran relevancia de
al mismo tiempo. acuer­do a la orientación que se le de a
La concepción de Pike hereda en tal o cual concepto. Dicho de otro mo­
parte la tradición filosófica del verste­ do la concepción de Pike considera el
hen planteada por Wilhelm Dilthey punto de vista emic como una capaci-
para caracterizar lo que el filósofo idea­
lista alemán llama las ciencias de la

Como si se tratara de una ejemplifica-
ción más de la función poética de que nos
men­te en oposición a las ciencias de la habla Román Jakobson, es común encontrar
naturaleza. La propuesta de Dilthey en la prosa de los antropólogos la combina-
fue prolongada por Max Weber desem­ ción emic/etic y menos frecuente la forma-
ción etic/emic, como si imperara la idea de
bocando en el paradigma de la socio- interioridad sobre la de exterioridad.

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r eseña s

dad cultural, una comprensión del aymara, corso o mormón. Su cultura


mundo y hasta cierto punto una prag- se vuelve prácticas sociales interiori-
mática cultural en el sentido de que los zadas. En cambio al antropólogo le
ac­tores –es decir los sujetos culturales– cuesta muchísimo más trabajo enten-
son competentes para vivir, compren­ der y sobre todo interpretar qué tipo
der y hasta justificar el mundo cultural de interacción cultural se requiere para
en que se posicionan. Para legitimar aproximarse a la posición cultural que
su permanencia semiótica en él, dichos ocupa su interlocutor sujeto cultural,
sujetos pueden darse el lujo de acudir pues tiene que colmar, en muy poco
al registro de la evidencia platónica tiempo, una enorme distancia que
que es: el así es culturalmente acotado, pone en evidencia su extranjeridad con
pues lo que es harto normal aquí no lo respecto al medio que pretende estu-
es tanto cruzando el río o bajando el diar y cuyo código cultural aspira re-
cerro y estando en otro entorno cultu- construir. He ahí la posición de Pike y
ral. Lo emic habla por sí mismo, pues evidentemente a los ojos de él la perti-
no requiere la presencia de un intér- nencia de la dupla emic/etic. Además,
prete disfrazado o no de antropólogo. cabe recordar que Pike formó parte del
Conforme al pensamiento del se- Instituto Lingüístico de Verano y por
gundo Wittgenstein, el comprender no tanto era lingüista y misionero. Cobró
es, sin embargo, una actividad sino incluso experiencia al lado de los mix-
una capacidad que tiene que ver con tecos de Oaxaca cuya lengua estudió.
un adiestramiento cultural, es decir un Entiendo que si Pike considera que la
conjunto complejo de socializaciones relación etic-emic remite a una distan-
adquiridas a través de múltiples inte- cia simbólica que se necesita recorrer
racciones paulatinamente instituidas, mediante un proceso de aprendizaje
es decir, corporeizadas por el sujeto. Sa­ del código cultural del otro, es porque,
pir escribió, en algún momento de su en tanto que misionero, una de sus
fructífera carrera como etnolingüista, principales preocupaciones proselitis-
un artículo que procura mostrar que tas era asegurarse el dar con la cultura
respirar es ante todo un acto cultural, del otro entendida ésta como una tela-
codificado por un sistema de reglas raña de significados, interacciones y
que moldean la fisonomía del cuerpo. representaciones tejidas por los pro-
Accediendo al rango de sujeto cultural pios sujetos culturales, y todo esto con
al actor, quien termina siendo el infor- tal de lograr una evangelización exito-
mante del etnógrafo, no le cuesta traba­ sa la cual descansaría, antes que nada,
jo alguno ser esquimal, kachin, yaqui, en una traducción impecable de la Bi-

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blia de acuerdo al código cultural del tido común y sus prenociones cuya
otro. De cierto modo hay en Pike una superación posibilita la construcción
concepción instrumental de las cate- de un lenguaje sociológico depurado
gorías emic y etic que facilitan la labor de toda verdad mitológica. En este
del misionero. En este sentido la lin- sentido Harris es un apóstol de la rup-
güística de Pike es una lingüística apli- tura epistemológica que caracteriza el
cada, y pretendo que no puede consi- programa epistemológico de la filoso-
derar su concepción sobre la relación fía bachelardiana de la formación del
entre lo emic y lo etic pasando por alto es­píritu científico. Si bien, la labor del
este sesgo. an­tropólogo consiste en recoger el pun­
Como bien lo plantea Aurora Gon- to de vista nativo implica para ser con-
zález, Pike y Harris discrepan sobre la siderada tal el cobrar una distancia
concepción y el uso de los conceptos con los sesgos culturales que producen
etic y emic, es decir, respetando la ge- los sujetos culturales insertos en las
nealogía de estas ideas, Harris se aleja estructuras sociales cuyo orden desco-
de un uso ortodoxo de la dupla emic/ nocen a diferencia del antropólogo
etic acorde al planteamiento de Pike. que es precisamente la principal direc-
Considera, el teórico del “materia­ ción hacia la cual encamina su investi-
lismo cultural” que el punto de vista gación. Por ende, para Harris el punto
emic, es un concepción si bien nativa de vista etic produce descripciones
también ideal y subjetiva y repleta de etic, es decir objetivas o, al menos, más
prejuicios. La crítica de Harris del objetivas, más fiables que las descrip-
punto de vista emic, es decir la crítica ciones emic enmarañadas en la subje-
para con los antropólogos que hacen tividad, valores y juicios de los actores.
converger el objeto de su investigación Lo interesante de esta polémica entre
hacia esta dimensión, no está muy ale- Pike y Harris es que tanto los argumen­
jada de las añejas recomendaciones tos de uno como los del otro tienen por
del Durkheim de Las reglas del método bisagra una misma ilusión ontológica
sociológico (1972) que enfatizan la nece- sobre lo que es el conocimiento de las
saria desconfianza con respecto al sen- culturas. Pike las considera como un
código cultural que se necesita desci-

Esto es, la principal tarea a la cual se frar como si fueran un recinto que ha-
han dado a conocer los misioneros del Insti-
tuto Lingüístico de Verano. bría que franquear para descubrir y

He ahí la critica que hace Harris a Goo- tocar el sentido profundo de cada cul-
denough en la sección XVIII “El problema tura. Harris las tiene por un objeto po-
del informante bien informado” (Harris
1978, 506-507).
sitivo que se puede observar desde

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r eseña s

afuera, es decir objetivamente. En esta para otro tipo de proyecto teórico. En


tónica, el problema del significado está vez de acercamiento al punto de vista
estrechamente relacionado con la idea emic plantea un indispensable aleja-
de interioridad y, de alguna manera, no miento de él. Una distancia objetiva.
es del todo descabellado pensar que, Esta precaución es para Harris indis-
en la concepción de Pike sobre lo etic y pensable para construir en terreno es-
lo emic, se vislumbra la distinción table las bases de una nueva antropolo­
saussureana entre el significante y el sig­ gía que calificaría yo de neopositivista
nificado, siendo el primero una suerte e incluso hasta cierto punto de beha-
de envoltura representacional de tipo viorista, en el sentido de que separa
etic y el segundo la interioridad de la los hechos culturales observables de su
cultura como dimensión emic. En este intencionalidad individual y colectiva.
sentido el punto de vista etic es no es- Al igual que Broderick Watson, funda-
tructurado en tanto que el emic lo es. dor del behaviorismo psicológico, Ha-
He ahí el mito de velo que impide rris no está muy lejos de considerar
ver directamente lo que las culturas son: que los hechos culturales son observa-
conjunto de signos vivientes. He ahí bles o no son tales. Es más considera
también la idea que toda cultura pa­ra el desde la perspectiva de su materialis-
antropólogo inocente (Barley 1997) es un mo cultural que la infraestructura da
sistema sacro-secreto, lo cual implica la pauta tanto a las estructuras como a
que detrás de la observación de la rea- las representaciones súperestructura-
lidad como es yace el significado de la les de las mismas. Reduce considera-
misma. La antropología consiste, lue- blemente el papel de las ideas frente al
go entonces, en quitar el telón de fon­ peso de la realidad, pasando por alto
do que asegura la integridad simbólica que la realidad no es sino la confronta-
de cada cultura y protege su identi- ción de las ideas cultu­ralmente situa-
dad. He ahí finalmente el paso hacia la das con el mundo, es de­cir, primero
propuesta por una nueva etno­grafía que nada, con el entorno inmediato. Se
(Kaplan y Manners 1979, 300-312) sus- podría decir hasta cier­to punto que si
tentada en la directriz epistemológica bien la concepción y el uso de la dupla
de las etnociencias y el ne­ce­sario resca­ emic/etic de Pike es idealista, la de
te e incorporación de los conocimien- Harris es, en cambio, realista.
tos y saberes locales y tra­dicionales a Pese a sus abismales diferencias,
la disciplina antropo­lógica. pues una tiende a ser hermenéutica
Frente a ello, Harris concibe la rela­ (Pike) y la otra es nomotética (Harris)
ción emic/etic bajo otros supuestos y las concepciones de Pike y Harris,

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comparten, no obstante, una misma lismo de la interioridad y exterioridad.


ilusión que consiste en pretender Esta representación topológica es la
­lograr una antropología empática y bisagra que permite hacer girar todas
alocéntrica por un lado y positivista y las variaciones a partir de la distinción
externa por otro, al tiempo que la an- emic/etic. Wittgenstein ha criticado la
tropología al igual que cualquier tipo interioridad considerándola un mito
de proyecto de conocimiento es, ante (2000). Dice el autor del Tractatus que
todo, una interacción, lo cual implica es imposible inventar una lengua, por-
una transformación de los interac- que equivaldría a inventar una cul­
tuantes y del objeto de su interacción. tura. Del mismo modo es imposible
Lo curioso en ambas posturas es que en inventar una cultura, puesto que equi-
Pike el punto de vista etic corresponde valdría a inventar lo que es lo humano.
a una posición ingenua, no informa- Si nos despedimos de esta concepción
da al tiempo que para Harris corres- se desploma por completo el peso con-
ponde, por contrario, a la postura del ceptual de la distinción entre lo emic y
científico antropólogo que tiene la ca- lo etic, pues en realidad se trata de dos
pacidad muy singular de encontrar momentos del proceso de producción
lógica, orden y sentido a los hechos del conocimiento antropológico. Exis-
culturales, de lo que precisa­mente, se- te más bien una dialéctica entre el acer-
gún Harris, son totalmente incapaces camiento al objeto de estudio y el ale-
los sujetos culturales, actores circuns- jamiento de él. Por ende me parece que
tanciales. Sin embargo, insisto tanto entre Pike y Harris no hay antagonis-
una como otra concepción comparten, mo alguno sino una variación sobre
además de la ilusión a la que aludo una sola creencia –entendida ésta
arriba, una concepción de la cultura como postulado incomprobable– se-
ontológica de la cultura que consta de gún la cual el fundamento categorial
una parte interna y otra externa. Toda de lo emic y lo etic remite a una dife-
la argumentación de Pike y Harris, y rencia real entre la interioridad y la ex-
por más que maticemos los usos que terioridad. Es más, Harris prolonga el
tanto uno como otro hacen de los con- idealismo de Pike partiendo de una
ceptos de etic y emic, estriba en el dua- concepción ingenua del punto de vista
etic a una concepción informada y re-

Se parte del supuesto que el otro, como flexiva del punto de vista etic, median-
sujeto cultural, SABE o sabe mucho más que el te el estudio del punto de vista emic
investigador, lo cual se corrobora sin mayor
problema puesto que es este último el que que constituye el umbral epistemoló-
hace las preguntas e investiga la vida de aquél. gico de la antropología.

265
r eseña s

Sin embargo, la observación de los Pike considera que detrás del acto
hechos culturales rara vez conduce a (actón) hay que encontrar el significa-
una descripción estrictamente emic ni do cultural para que el acto sea cultu-
tampoco etic, sino a una observación, ral lo cual significa que son dos opera-
más o menos, pertinente de ellos. Esto ciones distintas y procesales. Parecería
es, conforme a un protocolo de obser- incluso que la descripción emic de los
vación para estudiar un fenómeno procesos culturales terminase confun-
particular relacionado con un univer- diéndose con la descripción densa11 que
so cultural determinado en el cual está plantea Clifford Geertz (1987, 19-40).
más o menos bien insertado el obser- Pero no es tal ya que Pike considera que
vador. He ahí la discusión que inicia (o lo emic es la quintaescencia de una cul-
se reinicia) con Gilbert Ryle (2005) en re­ tura, al tiempo que Geertz considera
lación con la observación y descripción una cultura como entramado de rela-
de un guiño que es también la con­trac­ ciones en las cuales se inserta el propio
ción de un ojo. ¿Es entonces el guiño investigador. En Geertz, la descripción
un acto que se puede observar y des- densa es un recurso metodológico
cribir como meramente físico y luego para el trabajo de campo, mientras que
agregarle una intencionalidad cuando, para Pike lo emic es el blanco de la in-
a través de él, se trata de comunicar vestigación antropológica. Harris. Por
algo a alguien? Es decir en términos su parte, apunta a pensar que el signi-
procesales, ¿primero está el sujeto ficado cultural se desprende en buena
quien hace el gesto y luego comunica medida del acto en el entendido que
algo, es decir, primero está su cuerpo de dicho significado los sujetos cultu-
que “físicamente” produce algo y lue- rales no tienen conciencia ni tampoco
go está su mente que, a través de la pro­ acceso. La posibilidad de describir una
ducción de su cuerpo, actúa? ¿O cómo cultura, de modo etic o emic, esto es,
está eso? Es muy difícil separar o des- remoto o próximamente al lenguaje,
componer la acción en unidades mini- valores y juicios de los sujetos cultura-
males, actones,10 y luego atender el les, no significa que la cultura se des-
pro­blema de la intencionalidad que doble o tenga dos caras, cual más, cual
guía cada actón. Uno va de la mano menos auténticas. El problema de la
con otra, sin que sea por tanto la mis- etnografía estriba en el grado de fami-
ma cosa.
11
También calificada a veces por ciertos
10
Cómo pretende hacerlo Marvin Ha- autores de espesa o profunda, esto la thick
rris citado por Aurora González (2009, 45- description en oposición a la thin descrip-
65) tion, superficial.

266
r eseña s

liaridad que alcanza el investigador un conjunto de relaciones sociales, cul-


para trabar relaciones de confianza turales, religiosas, familiares, fundado
con sus informantes, en el entendido en un aproximado acuerdo social so-
que ni hay que desconfiar de ellos por bre gustos, valores, creencias y emocio­
el hecho que no hayan leído a Claude nes colectivos, y correspondiente a un
Lévi-Strauss, Max Weber, Emilio Durk­ territorio real e imaginario. Por tanto,
heim o Pierre Bourdieu ni tampoco el hablar de punto de vista emic en
hay que pensar que son portadores de opo­sición a un punto de vista externo
verdades que van a deslum­brar al an- y llamado etic, es pretender y lograr
tropólogo. La antropología es además circunscribir una cultura en un recinto
de todo lo que puede ser una actividad cuyo significado es impermeable a las
relacional, humana e incierta. interacciones con el exterior. Esta con-
Otro punto que parece importante cepción da pie, además, a una repre-
señalar aquí es que el ensayo de Auro- sentación relativista, es decir como
ra González, si bien sigue teniendo entidades inconmensurables, de lo
consecuencias significativas para la que son las culturas. Es obvio señalar
evolución de la reflexión antropológi- que muchas culturas son en realidad
ca, se ubica en un periodo de la discu- varias culturas, varias tradiciones, va-
sión antropológica que corresponde a rias experiencias colectivos, varios co-
una etapa de crisis conformada por el nocimientos y creencias que confluyen
fin de ciertos grandes paradigmas y se interrelacionan para dar lugar a la
(como el estructuralismo o el marxis- existencia de etnias, regiones, naciones
mo) y el surgimiento desordenado de o federaciones.
la crítica postmoderna y relativista. En Asimismo, el hablar de punto de
este sentido, lo que nos permitió ver la vista etic, es considerar que la exterio-
llamada globalización y sus muchos ridad es una ontología (una esencia)
efectos que atañen al campo de la eco- cuando se trata de una situación por la
nomía, de la religión, de la familia y de cual transita el investigador. Además,
la política y de las identidades cultura- los seres humanos y en particular la
les, es que la concepción de una cul­ comunidad de investigadores somos
tura como un recinto perfectamente intérpretes. Siempre atribuimos moti-
deslindado y acotado por hábitos y vaciones y significado a los actos de
creencias propios de unos sujetos de- los demás por más equivocados que
terminados corresponde a la minorías estemos para descifrar lo que están
de los casos que consideramos en tan- ­haciendo. Como bien dice Donald
to “culturas”. Una cultura es también ­Davidson (2001, 137-188) la interpreta-

267
r eseña s

ción radical empieza en casa. El prin­ experiencia antropológica entendida,


cipio de caridad acuñado por W. V. O. como bien dice Rodrigo Díaz Cruz, a
Quine y Davidson (Delpla 2001), que manera de la exploración de una dis-
atribuimos a los actos de otros,12 termi- tancia. Dicha exploración es parte de
nan por derrumbar la tesis sobre la se- un proceso, pues ser antropólogo es
paración entre el acto y la intención. aprender cómo viven, sienten, creen,
Ambos van de la mano y por más ex- actúan, piensan, conciben, trabajan su-
traña que sea la ceremonia que esta- jetos culturales. En términos situacio-
mos presenciando no podemos pensar nales, son dos perspectivas que alum-
que esté desprovista de intencionali- bran las dos caras de una sola moneda.
dad, motivaciones y rumbo simbólico. Son complementarias y nada más.
En este sentido, el punto de vista emic, Finalmente, el libro de Aurora
como centro de expresión de la racio- González Echevarría nos permite una
nalidad del otro en tanto que sujeto vez más darnos cuenta que es impor-
cultural, no es independiente del valor tante distinguir entre un concepto, tal
que el observador le atribuye. Siempre como el binomio emic / etic que expli-
la locura es una excepción. Lo anterior ca o interpreta cierta clase de hechos o
significa que la interpretación de las cul­ de fenómenos, del valor atribuido a él
turas no se realiza mediante dos eta- cuando se es lingüista-misionero o an-
pas: de los hechos brutos y positivos tropólogo empeñado en sacudir a sus
(aquello que acontece) a la simboliza- colegas del estado letárgico de crisis
ción de los mismos. Se hace de manera en que se había sumido la antropolo-
simultánea, pues lo etic y lo emic defi- gía postestructuralista.
nen un grado de familiaridad con la
realidad cultural que se observa y una
dialéctica del proceso de producción Referencias bibliográficas
del conocimiento antropológico. En consultadas
términos procesales son dos polos en-
tre los cuales se construye cualquier Barley, Nigel, El antropólogo inocente,
Barcelona, Anagrama, 1997-2004.
12
Principio según el cual la interpreta- Bouveresse, Jacques, Le mythe de l’inté­
ción de los actos de los otros se acompañan riorité. Expérience, signification et
siempre del beneficio de la duda que opera a
su favor y obliga al antropólogo a considerar langage chez Wittgenstein, Editions
que cualquier problema es un problema de de Minuit, coll. Critique, 1976.
traducción. En este sentido el principio de Davidson, Donald, De la verdad y de la
caridad es una suerte de antietnocentrismo
metodológico.
interpretación. Fundamentales contri­

268
r eseña s

buciones a la filosofía del lenguaje, de réhabilitation de l’ethnocen-


Barcelona, Gedisa, 2001. trisme”, 2006, 9 p., Texto no publi-
Delpla, Isabelle, Quine, Davidson. Le cado.
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E ste libro cumple exitosamente con
todo lo que se propone. La crea-
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Schaffhauser, Philippe, “Une impres- con cuatro redes sociopolíticas y eco-
sion de déjà vu ou les conditions nómicas interrelacionadas. Las redes

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