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Trastornos de la afectividad y de las emociones

La palabra “afecto” viene del latín (participio del verbo “afficere”) y significa “afectar” o “algo que
está actuando”. El afecto es un estado que influye en el organismo y la mente del individuo, puede
ser agradable o desagradable, activar o dejar apagado. El término afecto hace referencia másal
sentir interior que a la influencia de factores externos, es decir que se refiere al estado de ánimo
interno del individuo en un momento específico. El concepto de afecto está estrechamente
relacionado con el de emoción: esta segunda se entiende como una reacción afectiva intensa a un
estímulo.

La emoción es una reacción afectiva intensa, un impulso a actuar, una condición psicológica y
biológica de respuesta a ciertos estímulos internos o externos al organismo. Siegel (1999, p.123)
describe la respuesta emocional de esta manera: “el cerebro y otros sistemas del organismo, en
respuesta a ciertos estímulos, entran en un estado de vigilancia que determina una respuesta de
orientación inicial. Esta reacción activa mecanismos cognitivos que no requieren una evaluación
consciente de agrado o desagrado por parte del individuo; en algunos microsegundos, el cerebro
procesa la información recibida desde el interior y el exterior, a través de la activación de
determinados circuitos neuronales y la inhibición de otros. Estos procesos permiten evaluar si un
estímulo es positivo o negativo, activando así una respuesta de aproximación o escape. Los
circuitos activados a partir de esta primera evaluación bueno/malo llevan el individuo a una
ulterior elaboración de los flujos de energía, así que la respuesta inicial de orientación de la
atención se convierte en acción“. En la misma dirección Greenspan (1997) define la cognición
como la capacidad de crear conexiones o “puentes” entre un sentimiento y su representación
mental, a través de un mecanismo de “doble codificación” de la realidad externa, en la que cada
información sensorial activa una emoción correspondiente.

Desde la hipótesis de una interconexión profunda entre procesos emocionales y cognitivos nace la
“hipótesis del marcador somático” de Bechara y Damasio (2005). Según estos autores, la
activación emocional asociada a una experiencia tiene efectos sobre funciones mentales
complejas como la toma de decisiones y la memoria episódica. A lo largo del desarrollo individual
(y del proceso de aprendizaje asociado) determinados estados somáticos se asocian a clases
específicas de estímulos. De esta manera, frente a situaciones puntuales, el cuerpo entrega una
señal en razón de sus experiencias anteriores.Así, resulta que el procesamiento cognitivo está
influido por un funcionamiento previo de tipo bio-regulado que, a nivel consciente o inconsciente,
influye en las decisiones del individuo y en sus respuestas al ambiente. Esta influencia se daría en
dos tiempos; primero se asocian las respuestas somáticas con las emociones primarias (Ira, asco,
miedo, alegría, tristeza, sorpresa) para luego, mediante el aprendizaje social, asociarse a
emociones secundarias más complejas. Esto permitiría un amplio rango de asociación y una
variada gama de estados somáticos, para la gran variedad de estímulos a los que el individuo
puede enfrentarse.

La emoción es entonces una disposición a la acción asociada a un estado fisiológico transitorio. Las
emociones, experimentadas por el individuo en diferentes situaciones a lo largo de la vida, tienden
a configurarse según patrones típicos, confluyendo en la organización de la personalidad. Así que
un patrón emocional tiende a ser relativamente estable en el tiempo, en respuesta a un tipo
específico de estímulos, constituyendo un rasgo emocional del individuo (Larsen & Buss, 2008).

Trastornos de la afectividad o del estado de ánimo

La afectividad o estado de ánimo es el tono emocional de base del individuo que puede deslizarse
a lo largo de dos continuum:

Polo positivo - negativo: desde sentimientos de extremo bienestar psíquico (felicidad y placer)
hasta sentimientos de profundo sufrimiento (desplacer, tristeza y aflicción).

Alta - baja activación emocional (arousal): desde una altísima activación interna hacia una muy
baja activación emocional.

En condiciones normales se verifican continuos movimientos e integraciones de la afectividad a lo


largo de dichas dimensiones. En caso de patología del estado de ánimo, se pueden establecer
condiciones de desequilibrio hacia los extremos, que perduran durante periodos prolongados.

Por un lado, el tono afectivo normal se define como eutimia (ni alta ni baja activación emocional)
mientras que los trastornos del estado de ánimo (o de la afectividad) se pueden dividir en
cuantitativos y cualitativos. En los trastornos cuantitativos se manifiesta un aumento o
disminución del tono emocional, mientras que en los trastornos cualitativos se manifiesta una
alteración de la calidad general del tono emocional del individuo.
Trastornos de la afectividad y de las emociones por aumento del tono afectivo (alta activación
emocional)

Euforia. Estado afectivo generalizado de bienestar, optimismo y alegría que caracteriza la


conducta del individuo. Se vuelve patológico a medida que disminuye el juicio de realidad (ej. no
ver errores o peligros).

Exaltación. Estado afectivo caracterizado por un aire de satisfacción, intensa confianza en sí


mismo y sensación de grandeza (ej. manía o en algunas ceremonias religiosas).

Éxtasis. Estado afectivo caracterizado por alegría excesiva e incontenible con suspensión de la
actividad voluntaria y de las funciones sensoriales.

Expansividad. Expresión desinhibida de sentimientos a menudo asociados a una hiperevaluación


de sí mismo.

Irritabilidad. Estado afectivo caracterizado por fácil aparición de ira e hiper-reacciones de


ansiedad.

Hipertimia (Hipomanía y Manía).

Hipomanía: Síndrome caracterizado por euforia (excitación) y gran abundancia de ideas. Se


trata de un estado eufórico y de sobreexcitación diferente a la euforia normal que se experimenta
en situaciones placenteras. En este sentido, la hipomanía se caracteriza por un tono del humor
alegre, expansivo, de optimismo exaherado, desproporcionado respecto a la situación y, a
menudo, sin una motivación razonable que le provoque

Se acompaña de taquipsiquismo (aceleración de algunas funciones psíquicas), hiperactividad


motora y se puede transformar en irritabilidad e intolerancia hacia los demás. No llega al nivel de
gravedad de la manía y no implica sus graves distorsiones de la realidad. Se caracteriza por los
siguientes síntomas:

Disminución de la necesidad de dormir;

Pensamiento acelerado;

Distractibilidad;

Aumento de la actividad finalizada (social, laboral, etc.);

Alta autoestima;

Logorrea (compulsión por hablar sin cesar);

Hiperactividad psicomotora.
Manía: Síndrome caracterizado por exaltación (exasperación de la euforía/excitación) y que
puede llegar al éxtasis. Se caracteriza por un estado de grave exaltación del humor y de las
actividades motoras. El pensamiento está tan acelerado que se puede producir el fenómeno de las
fugas de ideas, con nexos asociativos superficiales y elementales que no confieren una lógica
normal y consecuencial al discurso. También el lenguaje resulta acelerado, con logorrea,
neologismos y ensalada de palabras.

Se pueden presentar ideas de omnipotencia, delios persecutorios, de influencia, místicos y


otros relacionados con un estado del humor muy elevado. También se pueden presentar pseudo-
alucinaciones auditivas. El individuo no presenta consciencia de enfermedad y percibe un estado
general de bienestar. Normalmente, los estados maníacos son episódicos en patologías afectivas
unipolares (estado maníaco) o bipolares (alternados con periodos de depresión). Si la manía toma
características no congruentes con el tono del humor, con aspectos disociativos o delirios se habla
de trastorno esquizoafectivo.

Manía reactiva: reactiva a situaciones de duelo.

Manía delirante: con delirios congruentes con el tono del humor.

Manía estuporosa (o acinética): a la gran excitación y actividad del individuo se asocia


mutismo y parada psicomotora.

Manía confusa: el pensamiento acelerado y dificultades en enfocar la atención conducen a


la desorganización de la consciencia.

Manía depresiva: es un estado mixto caracterizado por irritabilidad e intolerancia a los


estímulos ambientales alternado con un estado depresivo.

Manía improductiva: es un estado mixto en el que la euforia y la hiperactividad motora se


traducen en un hacer que se concluye en nada. A menudo el individuo habla poco y presenta
escasos contenidos del pensamiento.

Manía furiosa (o disfórica): se caracteriza por excitación psicomotora, mal humor e


irritabilidad que puede llegar resultar en conductas agresivas.

Ansiedad. Estado de alarma y de antelación de un peligro inminente e indefinible. Se asocia con


sentimientos de inseguridad e impotencia. Mientras que el miedo es un sentimiento de respuesta
a un peligro externo real, la ansiedad es una reacción de miedo y activación intensa del organismo
en ausencia de una amenaza real. La ansiedad se puede expresar a través de síntomas más
psíquicos (ansiedad psíquica) o más somáticos y vegetativos (somatizaciones).

La ansiedad psíquica se manifiesta principalmente a través de inquietud, miedo a morir,


miedo a volverse loco, despersonalización, hipocondría, aprensión, sensación de que el tiempo
corre rápido.
La ansiedad somática se manifiesta a través de un alta activación del sistema nervios
simpático (algunos síntomas somáticos de la ansiedad se incluyen en el DSM-IV entre los
trastornos somatomorfos).Los trastornos de ansiedad se pueden dividir en primarios y
secundarios.

Los trastornos de ansiedad se pueden subdividir, en función de sus desencadenantes, en


trastornos primarios y secundarios: los trastornos de ansiedad primarios no están relacionados
con un evento directo o una causa específica, mientras que los trastornos secundarios se
desencadenan a partir de eventos traumáticos de tipo afectivo, enfermedades y uso de sustancias.

Trastornos de ansiedad primarios:

Crisis de angustia (Panic Attack). Se caracteriza por fuertes y breves crisis de ansiedad, de
tipo psíquico o somático, donde aparece miedo a morir, volverse loco o perder el control (apogeo
de 10 minutos y duración total de menos de 1h). En el 60% de los casos se asocia a agorafobia, en
el 20% a ansiedad generalizada, en el 20% a una fobia específica, en el 50% a depresión, en el 15%
a Trastornos Obsesivo Compulsivo y abuso de sustancias. El miedo a que se presente una crisis a
menudo genera un estado de ansiedad anticipatoria en el que el individuo vive con miedo,
aprensión y tensión ante la posibilidad de una nueva crisis.

Estado de ansiedad generalizada. Es un estado de inquietud y ansiedad persistente (casi


diario durante 6 meses) relacionado con diferentes eventos o actividades. El individuo se percibe
inseguro, tenso, cansado, irritable, con dificultad de concentración y trastornos del sueño.

Crisis de ansiedad por despersonalización. Se trata de crisis de ansiedad psíquica o somática


relacionada con experiencias de despersonalización en las que el individuo se siente separado del
cuerpo, irreal, extraño o raro.

Crisis de ansiedad psicótica (con miedos delirantes o pre-delirantes). Se trata de crisis de


ansiedad psíquica o somática relacionada con miedos que pueden tomar la forma de un verdadero
delirio.

Trastornos de ansiedad secundarios:

Crisis de ansiedad reactiva (o reacción de ansiedad). Es un trastorno que se relaciona con


acontecimientos externos con un fuerte impacto emocional.

Trastorno de ansiedad postraumática (neurosis postraumática). Reacciones disfuncionales y


patológicas relacionadas con experiencias o eventos muy graves, amenazas inusuales para la vida
del individuo o de los demás, claramente identificables en el tiempo.
Trastorno por estrés agudo. Estado de ansiedad de breve duración (menos de un mes) en
relación con un acontecimiento traumático. Se caracteriza por: sensación subjetiva de
insensibilidad y ausencia de reactividad emocional, sensación de despersonalización y
desrealización, amnesia disociativa, reviviscencia repetitiva del hecho, evasión y excitación.

Trastorno por estrés postraumático. Estado de ansiedad de breve duración más prolongada
(más de un mes) en relación con un acontecimiento traumático. Se caracteriza por la aparición de:
reviviscencia repetitiva del hecho (flash back), mayor sensibilidad y evasión de los estímulos
relacionados con la experiencia e hiperactivación.

Ansiedad por dolor somático. Ansiedad causada por anticipación de un dolor físico.

Ansiedad sintomática (o pánico secundario). Secundaria a enfermedades orgánicas o


fármacos.

Ansiedad situacional (o fobia situacional). Se presenta sólo en presencia del objeto o


situación fóbica.

Crisis ansioso-depresiva. Se manifiestan de forma simultánea síntomas de ansiedad y


depresión (menos marcados), se requiere el diagnóstico diferencial con respecto a la distimia.

Fobia. La fobia es un miedo intenso, exagerado y sin motivación aparente ante situaciones,
objetos o acciones. El individuo fóbico en contacto con el estímulo temido, manifiesta una crisis de
ansiedad más o menos intensa y paralizante. El miedo intenso al estímulo fóbico implica la
aparición de estrategias comportamentales como la evitación (distanciarse del objeto-situación
fóbica) y la búsqueda apoyo (de un familiar, de un objeto o fármaco para estar seguro) en el caso
de la agorafobia . Las fobias se pueden dividir en diversos tipos: simples, sociales, situacionales, de
impulsos, límites.

Fobias simples: se trata de fobias que aparecen en la infancia y que se vuelven patológicas en
la edad adulta. Pueden referirse a:

animales (zoofobias): gatos, ratones, insectos (acarofobia),

situaciones: olores, agua, formas geométricas, oscuridad, fenómenos atmosféricos


(astrofobia), sangre, heridas, jeringuillas, heridas, objetos con punta, gérmenes, suciedad,
enfermedades.

Fobias situacionales:

Agorafobia: se relaciona con el trastorno por crisis de angustia (Panick attack) en cuanto se
puede controlar a través de UNA estrategia de búsqueda de apoyo agorafobia (de un familiar, de
un objeto o fármaco para estar seguro). Se trata de un miedo intenso, exagerado y sin motivación
aparente a:
Fobia a los medios de transporte: se relaciona con los medios de transporte y puede estar
asociada a claustrofobia o agorafobia.

los espacios abiertos,

quedar expuesto a la mirada y juicio de los demás.

Claustrofobia: miedo intenso, exagerado y sin motivación aparente a los espacios cerrados.

Acrofobia: se relaciona con las alturas y lugares elevados (ventanas, puentes, viaductos
etc.).

Fobia a la oscuridad (o nictofobia): se relaciona con la oscuridad, el quedarse solo y se


puede asociar al miedo a ladrones o fantasmas.

Astrofobia: se relaciona con situaciones atmosféricas, relámpagos, terremotos, viento etc.

Fobia a lugares específicos: se puede relacionar con edificios o lugares específicos.

Fobias de impulsos: se caracterizan por el miedo de realizar actos agresivos contra uno
mismo o los demás. A menudo se confunden con las obsesiones (impulsivas y compulsivas). Si el
miedo aparece sin la presencia del estímulo fóbico se debe considerar la obsesión. Algunos tipos
son la fobias de impulso de suicidio, de asesinato, de exhibición sexual o de situaciones
vergonzosas.

Fobias límite: se trata de fobias que presentan características límite entre neurosis y psicosis.
Algunos tipos son:

Fobias sociales: miedo marcado y persistente a una o más situaciones sociales en las que el
individuo queda expuesto a personas no familiares o al posible juicio de los demás. Algunos tipos
de fobias sociales son: el miedo a sonrojarse en público (la ereutofobia), a hablar en público, a
estar con personas de otro sexo, a la humillación, etc.

Fobia a las enfermedades (nosofobia): miedo marcado y persistente a contraer una


enfermedad. Se asocia a menudo con hipocondría. Puede tratarse sólo una obsesión fóbica si no
se manifiesta en contacto con situaciones como hospitales, ambientes poco limpios.

Fobia a la suciedad (rupofobia-suciedad o coprofobia- excrementos): se puede asociar con


rituales de limpieza en el trastorno obsesivo.

Dismorfofobia: preocupación exagerada por algún defecto físico inexistente (convicción de


ser feo, de tener la nariz larga, ojos pequeños etc.). Puede ser más o menos delirante.Se presenta
de forma bastante común en la adolescencia y, en edad adulta. Si es delirante, puede caracterizar
el inicio de una esquizofrenia. A menudo se acompaña de trastornos afectivos u obsesivos-
compulsivos.
Fobofobia: preocupación exagerada por la posibilidad de vivir situaciones que causen algún
tipo de miedo irracional.

Pantofobia: Temor irracional y ansiedad por muchas situaciones y objetos.

Trastornos de la afectividad y de las emociones por disminución del tono afectivo (baja activación
emocional)

Anhedonia. Incapacidad para experimentar placer, pérdida de interés o satisfacción por las
relaciones y casi todas las actividades.

Apatía. Estado afectivo de falta de emoción, motivación y entusiasmo. El individuo no


experimenta ni placer ni desagrado, ni felicidad ni tristeza. Se asocia siempre con la abulia.

Abulia. Falta de reacciones voluntarias y de iniciativa.

Sentimiento de falta de sentimientos. Sensación de sufrimiento e insensibilidad durante la cual


el individuo percibe que no tiene los sentimientos habituales hacia sus seres queridos, ni felicidad
por la vida ni tampoco siente el mismo dolor. Todo ello le provoca un profundo sentimiento de
angustia.

Estupor emocional (parálisis de los sentimientos). Estado de vacío afectivo e indiferencia total
hacia todo lo que sucede alrededor del individuo, que no reacciona, permanece inmóvil y confuso.

Depresión. Disminución (más o menos marcada) del tono del humor y de algunas funciones
cognitivas, sentimientos de tristeza, inhibición e ideas de culpabilidad. De manera más específica,
el término depresión puede referirse a cuatro conceptos diferentes:

un síntoma o un estado afectivo específico (tristeza o disminución del tono del humor);

un problema en la estructura psíquica interna del individuo;

una enfermedad específica (trastorno afectivo);

un síndrome, es decir un grupo de síntomas (que coinciden con el tono del humor del
individuo) que caracterizan diferentes tipos de síndromes depresivos.

Los síntomas principales de la depresión son: disminución del tono afectivo y tristeza hasta la
desesperación, pesimismo, dolor moral, baja autoestima (autodevaluación), sentimientos de
inutilidad, sentimientos de culpa, sensación de ser inadecuado, indignidad, incapacidad para sentir
placer (anhedonia), falta de sentimientos (apatía dolorosa), sensación de opresión, a veces intensa
ansiedad, reducción del interés y placer por todas o casi todas las actividades, reducción del deseo
sexual, hipocondría.

A estos síntomas principales se añaden otros síntomas cognitivos, conductuales y físicos


como: falta de voluntad o disminución notable de energía (abulia), sensación de gran fatiga ante
actividades de la vida diaria (astenia), ralentización o agitación psicomotora, ralentización y
pobreza del pensamiento, dificultad para concentrarse, ideas predominantemente negativas sobre
el pasado, pensamientos de muerte, escasa planificación del futuro, rumiaciones sobre
pensamientos negativos, disminución de las actividades y de los contactos sociales, anorexia y
pérdida de placer por los alimentos, posibles atracones, apagamiento perceptivo (hipoestesia) o
percepción exagerada y de molesta de estímulos (hiperestesia), percepción del mundo exterior
como irreal o extraño (desrealización), percepción de uno mismo como “separado” de los propios
procesos mentales (despersonalización), insomnio o hipersomnia, trastornos digestivos o
cardiovasculares, reducción o aumento de peso, delirio y alucinaciones (en la psicosis depresiva),
disminución de la actividad de la consciencia o confusión mental (en la depresión severa).

Cuanto más grave y profunda es la depresión (ej. depresión mayor o psicótica), el individuo se
retira en su aflicción en mayor medida, reduce el contacto con el mundo y con la realidad exterior
(delirios) y sus funciones quedan empobrecidas, hasta llegar a un estado de parada mental y
motriz (o estupor depresivo melancólico). El estupor melancólico es la máxima expresión de la
aflicción depresiva y se caracteriza por inmovilidad, mutismo y una mirada que muestra la
profundidad de la angustia depresiva.

El ejemplo clásico de una depresión no patológica es cuando el individuo pierde a un ser


querido (luto o depresión reactiva). En caso de luto normal, todos los individuos pasan por cuatro
fases típicas:

Negación y evitación del luto.

Protesta (reacción de alarma acompañada de ansiedad, búsqueda de la persona perdida, ira


y culpabilidad).

Nostalgia (sensación de vacío, toma de aspectos del fallecido).

Aceptación (desplazamiento hacia otros objetos).

El fallecimiento de un ser querido y la depresión consecuente (depresión reactiva) puede


llegar a convertirse en duelo patológico con posible evolución a otros trastornos afectivos como la
depresión mayor o la distimia.

Síndromes depresivos:
Depresión normal: es un estado afectivo sucesivo a acontecimientos muy dolorosos o a
situaciones de gran tensión emocional. No se considera una enfermedad depresiva sino una
condición transitoria proporcional a la intensidad de la causa.

Depresión simple: se caracteriza por los síntomas típicos de la depresión (reducción del
tono de humor, inhibición del pensamiento y de la comunicación, ralentización motora).

Depresión ansiosa: se caracteriza por la aparición de los síntomas de la depresión


acompañados de una ansiedad intensa (a veces centrada en el cuerpo y con quejas continuas).

Depresión ralentizada (o estuporosa): se caracteriza por la aparición de los síntomas de la


depresión acompañados una ralentización motora y una disminución anormal de la actividad
mental y de la producción de pensamientos (bradipsiquismo). A menudo se manifiestan
dificultades para pasar de un tema a otro del discurso, tendencia a la rumiación sobre la propia
enfermedad y competencias reducidas de memoria y atención.

Depresión fría: aparición de síntomas depresivos con prevalecencia del sentimiento de


pérdida de la sensibilidad emocional, incapacidad para sentir placer (anhedonia) y la percepción
de uno mismo como “separado” de los procesos mentales (despersonalización).

Depresión delirante: Síntomas depresivos acompañados de delirios y, en algunos casos,


alucinaciones.

Depresión con trastornos cognitivos: Aparicón de síntomas depresivos acompañados de


déficit en las funciones cognitivas.

Depresión confusa: se caracteriza por los síntomas de la depresión con disminución de la


consciencia (estado confusional funcional) y desorientación espacio-temporal.

Depresión secundaria: depresión secundaria a otra enfermedad mental (esquizofrenia,


alcoholismo, demencia, trastornos neuróticos, de personalidad, trastorno post-traumático etc.)
médica (epilepsia, traumatismo, Parkinson, Alzheimer, Corea de Huntington, híper/hipotiroidismo,
artritis, pancreatitis, tuberculosis, hepatitis etc.) o a fármacos o sustancias (neurolépticos,
benzodiacepinas, barbitúricos, reserpina, levodopa, cimedina, contraceptivos orales etc.).

Depresión enmascarada: se trata de una depresión que se manifiesta con síntomas


prevalentemente no afectivos (cognitivos y somáticos) como cansancio, dolor de cabeza, dolor
muscular o de estómago, déficit cognitivos, ralentización del pensamiento. El paciente no es
consciente de su cuadro psicológico. Se puede encontrar en situaciones de:

Pseudodemencia depresiva en el anciano.

Paciente con dolor crónico que no responde a los analgésicos.

Acting en los adolescentes que abusan de sustancias, que tienen muchos accidentes
etc.
Trastornos de la conducta e hipocondría en el anciano.

Depresión atípica: síndrome depresivo con características atípicas (agitación, ideación


paranoide, perplejidad, trastornos de ansiedad, rasgos de personalidad obsesiva, desadaptación
social y relacional). El tono del humor parece muy dependiente de los acontecimientos externos
placenteros y puede verse influido por éstos. El individuo a menudo busca atención y fuertes
estímulos sociales para levantar su estado de ánimo. Hay dos cuadros sintomátics de la depresión
atípica:

con componente ansioso (ataques de pánico, fobias);

con síntomas vegetativos atípicos (aumento del apetito, peso e hipersomnia).

Depresión doble: se caracteriza tanto por la presencia de síntomas depresivos mayores


como de distimia. Se trata de una distimia prolongada, de intensidad leve o moderada, que en
ocasiones puede empeorar hacia episodios depresivos mayores.

Depresiones breves recurrentes: trastorno depresivo caracterizado por múltiples


episodios depresivos de duración menor a las dos semanas.

Depresión agitada: estado mixto que se caracteriza por síntomas depresivos


acompañados de una intensa inquietud, agitación motoriz y conductual. A menudo se asocian
también síntomas vegetativos graves (temblores, palpitaciones, sequedad de boca etc.).

Depresión con fuga de las ideas: estado mixto caracterizado por síntomas depresivos
acompañados de pensamiento acelerado en su máxima expresión patológica (fenómeno de la fuga
de ideas) donde los contenidos del pensamiento se suceden a gran velocidad y mutabilidad,
relacionándose entre sí de una manera superficial, a través de asociaciones rápidas basadas en la
similitud fonética, de contenidos, rimas (el discurso se puede volver totalmente incoherente y
desordenado).

Trastornos afectivos estacionales: descompensaciones afectivas periódicas que se


pueden manifestar en otoño, invierno o verano, con síntomas atípicos.

Depresión post-partum: importante reacción patológica a la maternidad con un cuadro


clínico que se desencadena y se vuelve crónico tiempo después del parto.

Trastorno depresivo no especificado: descompensaciones afectivas que en el DSM-IV se


categorizan en:

Trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica

Trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias

Trastorno del estado de ánimo no especificado


Trastorno disfórico premenstrual.

Trastorno depresivo menor (depresión menor): se trata de una depresión no


especialmente severa que no implica alteraciones en el funcionamiento social y laboral del
individuo. No es reactiva, ni secundaria ni asociada a duelo patológico. A menudo se alterna con la
hipomanía en el trastorno ciclotímico o se puede manifestar ante la maternidad o el ciclo
menstrual.

Trastorno depresivo recurrente.

Trastorno depresivo post-psicótico esquizofrénico.

Trastorno ansioso-depresivo mixto.

Trastorno depresivo de personalidad.

Trastornos afectivos primarios unipolares

Depresión mayor o psicótica (episodio único o recurrente). Se define también como depresión
endógena (depresión melancólica, melancolía) y se caracteriza por síntomas de depresión
profunda (con alto riesgo de suicidio) a los que se asocian síntomas físicos (reducción del deseo
sexual, del apetito, pérdida de peso) y trastornos del sueño. El tono del humor parece
independiente e inmodificable respeto a los acontecimientos externos. Se puede presentar a
través de episodios depresivos mayores repetidos (trastornos unipolares) o alternándose con
episodios maniacos (trastornos bipolares), pueden aparecer síntomas psicóticos congruentes con
el tono del humor (psicosis depresivas) o no presentar síntomas psicóticos (cuatro veces más
frecuente que la depresión psicótica). La forma psicótica es la más grave; tiende a ser crónica, se
asocia a más intentos de suicidio, tiene más comorbilidad con otros trastornos (sustancias, fobias,
etc.), se asocia a más dependencia social, recaídas y a una duración más larga de los episodios de
descompensación. Presenta las siguientes características:

Depresión profunda y grave.

El individuo presenta mayor distanciamiento de la realidad y de las relaciones.

El individuo pierde intereses y placer en casi todas las actividades.

Es periódica o cíclica, con episodios más o menos breves (alternados con episodios de
normalidad, o de manía).

Se presentan alteraciones psicomotoras (parada o agitación intensa).


Se presenta más implicación neurovegetativa (anorexia y pérdida de peso).

Depende poco de los factores externos y el cuadro es constante durante el día.

Los síntomas son mayores por la mañana y el insomnio es tardío.

Hay más tendencia a autoculparse que a culpar a los demás.

No se detectan trastornos de personalidad premórbidos.

En la familia se han detectado otros casos de trastornos afectivos.

Presenta mejor respuesta a los psicofármacos antidepresivos.

Depresión crónica o distimia (neurótica o neurosis depresiva). Estado de ánimo general bajo y
prolongado de tristeza. Igual que en la depresión reactiva, se desencadena inicialmente por
acontecimientos repetidos de duelo (pero no tan relevantes como en la depresión reactiva). En
ocasiones puede estar relacionada con sentimientos de culpa y ambivalencia relacionada con
exigencias de amor, afecto y dependencia. Al contrario que en el caso de la depresión mayor:

Es persistente y prolongada.

No se detectan alteraciones psicomotoras o inhibición cognitiva.

Está más relacionada con factores externos y ambientales.

Los síntomas son variados y de carácter más neuróticos.

Se tiende a culpar en mayor medida a los demás.

Los trastornos neurovegetativos son menos importantes.

Hay un empeoramiento hacia el final del día, apareciendo dificultades para dormir.

Presenta menor respuesta a la terapia antidepresiva.

No alcanza la profundidad de la depresión mayor.

No se detectan delirios, trastornos perceptivos o distanciamiento de la realidad.

Depresión reactiva: estado afectivo sucesivo a un acontecimiento psicosocial doloroso (luto,


separación, fracaso, etc.) con intensidad y duración mayor respecto a la depresión normal. Si se
acompaña de ansiedad se puede definir como una reacción ansioso-depresiva. El individuo es
consciente de la relación entre sus síntomas y el desencadenante. No están presentes otros
síntomas neuróticos (ej. obsesiones, fobias etc.).
Trastornos de la afectividad y de las emociones por alternancia entre aumetno y disminución del
tono afectivo (baja y alta activación emocional)

Disforia. Estado afectivo caracterizado por inestabilidad y cambios repentinos entre un estado
de ánimo triste y eufórico. El individuo presenta un estado de depresión asociada a respuestas
agresivas e irritabilidad.

Labilidad emocional. Inestabilidad del estado de ánimo que alterna de forma inesperada
sentimientos de felicidad y de tristeza como respuesta a estímulos externos, con fluctuaciones
frecuentes en un mismo día (crisis de llanto, risas inapropiadas etc.). Puede ser una manifestación
normal en la adolescencia o en casos de personalidad inmadura. A menudo se encuentra en
patologías orgánicas (Esclerosis múltiple, Demencia, Síndrome Pseudo-bulbar relacionada con
espasticidad muscular, disartria, disfagia y labilidad afectiva).

Ambivalencia afectiva. Presencia simulánea de dos sentimientos opuestos hacia un objeto o


una situación. En el individuo sano los sentimientos llegarán a integrarse entre sí. En la neurosis, el
individuo por la presencia del sentido de culpa, eliminará uno de los dos sentimientos.

En la psicosis (especialmente el esquizofrénico) intentará experimentar el extremo de


ambos sentimientos sin que influyan entre sí.

En caso de patología límite, por el mecanismo de escisión, el individuo experimentará de


manera alternada y en momentos diferentes los dos sentimientos hacia una persona o aspecto de
la realidad.

Fatuidad. Conducta expresiva vacía, sin consistencia, bizarra, incongruente con la situación. El
individuo (típicamente esquizofrénico) no responde al contexto con una afectividad congruente,
coherente y normal o en contrast3 con los contenidos de su pensamiento.

Estados mixtos.

Manía estuporosa: estado mixto que se caracteriza por la presencia de un estado eufórico y
de verborrea asociados con mutismo y parada psicomotora.

Manía acinética: estado mixto que se caracteriza por la presencia de un estado eufórico
acompañado de pensamiento acelerado en su máxima expresión patológica (fenómeno de la fuga
de ideas), verborrea, inhibición motora (hasta el fenómeno del mutismo maníaco) y, en ocasiones,
actos violentos inesperados.
Manía depresiva: estado mixto caracterizado por excitación, irritabilidad ante mínima
estimulación, agitación y fuga de ideas en presencia de un estado de ánimo deprimido.

Manía improductiva: estado mixto caracterizado por euforia e hiperactividad motora sin
metas reales, asociado a un discurso ralentizado, pensamiento pobre y estado de ánimo
deprimido.

Depresión agitada: síntomas depresivos acompañados de una intensa inquietud, agitación


motoriz y conductual. A menudo se asocia también con graves síntomas vegetativos (temblor,
palpitaciones, sequedad de boca etc.).

Depresión con fuga de las ideas: estado mixto que se caracteriza por la aparición de
síntomas depresivos comórbidos a un pensamiento acelerado en su máxima expresión patológica
(fenómeno de la fuga de ideas).

Trastornos afectivos primarios bipolares

Trastorno bipolar tipo I. Episodio maniaco asociado a un episodio depresivo. Para diagnosticar
este tipo de trastorno son necesarios uno o más episodios maníacos o mixtos y no es necesario
que exista un episodio depresivo, aunque frecuentemente se manifieste. Puede ser "crónico", "de
ciclado rápido", "catatónico" y "melancólico".

Trastorno bipolar tipo II. Episodios de depresión mayor y, al menos, un episodio hipomaníaco.
Se pueden manifestar fenómenos psicóticos durante los episodios de depresión (delirio y
alucinaciones) pero no en la fase de hipomanía. Puede ser "crónico", "de ciclado rápido",
"catatónico" y "melancólico".

Ciclotimia o trastorno ciclotímico. Síndrome caracterizado por hipomanía y depresión con


episodios de duración y gravedad menores respecto a los anteriores (bipolares tipo I y II). No se
presentan trastornos graves del pensamiento ni pérdida del contacto con la realidad.

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