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mar 11 de nov de 2014 22:21 - Mercados españoles cerrados

El hombre que enseñó a Warren Buffett cómo gestionar una


empresa
Por Javier Mesones | Historias para no quebrar – vie, 7 nov 2014 19:27 CET
Cuando se habla de quiénes son los mentores de Warren Buffett, el considerado mejor inversor del mundo a largo
plazo, siempre se cita a Benjamin Graham y Charlie Munger. Sin embargo, cuando Lawrence Cunningham,
autor del libro Berkshire Beyond Buffett (Berkshire más allá de Buffett), le pidió al Oráculo de Omaha que
escribiera el prólogo, éste le sugirió de inmediato que debía ser su viejo amigo Tom Murphy quien lo hiciera.

¿Y quién es Murphy? Pues ni más ni menos quien, en opinión de Buffett, el mejor director de negocios que ha conocido. “La
mayoría de lo que he aprendido sobre la gestión lo prendió de Murph”, ha asegurado a Cunningham. En The
Outsiders, un libro sobre ocho consejeros delegados cuyo escaso convencionalismo les la ha llevado al éxito, uno de los
capítulos está dedicado precisamente a Murphy –y otro a Buffett-.

En esta obra, Buffett afirma que “Tom Murphy y Dan Burke –su socio- son probablemente la mejor
combinación de dos personas en la gestión que el mundo ha visto e incluso nunca verá”. Durante alrededor
de 40 años al frente de su conglomerado de medios, Capital Cities Communications, Murphy y Burke desarrollaron un
simple conjunto de principios basados en la descentralización, la contratación de los mejores empleados posibles para
otorgarles autonomía y la imposición de rigurosos controles de costes y que llevaron al extremo.

A Buffett le gusta recordar cómo Murphy, desde sus inicios, fue un obsesionado de los costes. Hasta el punto de que
cuando mandó pintar el edificio de las oficinas sólo lo hizo en las dos fachadas que se veían desde la carretera, dejando
como estaban las paredes anteriores, porque, decía, nadie las veía. Buffett también ha valorado siempre el
principio de dar a los empleados grandes cuotas de responsabilidad y la confianza para desempeñar las funciones. En su
firma de inversión, Berkshire, lo ha aplicado a rajatabla.

Buffett demostró su confianza en los métodos de Murphy y Burke cuando en los años 80 invirtió 550 millones de dólares de
los 3.200 millones que Capital Cities pagó por la compra de ABC. Fue el mayor acuerdo no petrolero hasta la fecha y según
cuentan los protagonistas, les llevó cerrar el trato apenas 15 minutos. En 1996, los dueños de Capital Cities/ABC
acordaron su venta a Disney por 19.000 millones de dólares.

En el prólogo de Berkshire Beyond Buffet, Murphy hace referencia a cómo Buffett y él comparten muchos de los valores que
les han llevado al éxito. “Los dos somos defensores de una filosofía de gestión descentralizada: de la cuidadosa
contratación de personas; de empujar hacia abajo las decisiones de la organización; y de establecer principios generales y
resistir la tentación de involucrarnos en los detalles. En otras palabras, no contratar a un perro y tratar de hacer los
ladridos”, señala.

Las relaciones de Murphy y Buffett

Buffett y Murphy cruzaron sus caminos por primera vez en 1969 a través de un compañero de clase del segundo
en Harvard Business School, casi 20 años, por tanto, antes de que hicieran negocios juntos. En aquel momento, Capital
Cities era una pujante pero todavía modesta empresa. Murphy se había unido a esta firma en 1954, con 29 años,
cuando sólo era un canal de televisión local que un amigo de su padre había comprado al borde de la quiebra.

Poco después de conocerse, Murphy trató de fichar a Buffett como consejero, pero éste se negó, aunque le abrió la puerta
para que le llamara en cualquier momento que necesitara ayuda. "Desde ese día, Warren era el mejor director que
tenía a pesar de que, técnicamente, no estaba dirigiendo", ha llegado a decir Murphy, que hoy tiene 89 años.

Estos consejos de Buffett se dejaron notar en algunas de las decisiones de Capital Cities, como evitar las ofertas y
subastas hostiles, las relaciones estrellas con las empresas familiares o utilizar los fondos propios para
financiar las compras, según refleja en un reportaje Quartz. Y, al contrario, Buffett también aprendió de Murphy. Porque en
sus principios, el Oráculo de Omaha trató de gestionar muy de cerca sus empresas. “Recomendaba cuándo y cuánto
comprar azúcar”, señala Cunningham. “Con el tiempo se dio cuenta de que no era una buena idea”, porque “él no iba a
saber todo igual que sus directores”, abunda.

En su libro, Cunningham recoge cómo “Tom (Murphy) era ante todo un gestor en el inicio de su carrera, para convertirse
más tarde en un inversor “, mientras que “Warren (Buffett) ha sido principalmente un inversor la mayor parte de su carrera
para hacerse también en un gerente después”. Y añade: “Creo que ambos comparten ese conocimiento al comienzo de sus
carreras y luego aprendieron lo valioso de cada uno de ellos mientras se movían hacia adelante”.

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