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Globalización

La globalización se maneja como sinónimo del proceso de internacionalización o mundialización


de la economía, la política, y de las relaciones sociales, regidas y controladas por las grandes
empresas multinacionales y por corporaciones financieras de talla internacional, tal es el caso de
los bancos y organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM).
La globalización interconecta lo local a lo global y lo global a lo local.
La globalización contemporánea tiene un doble sentido: por un lado es un modo de producción
en el que intervienen varios países; por el otro es el intercambio de productos culturales.
En su aspecto positivo, la globalización puede propiciar el acercamiento entre los pueblos, gracias
al desarrollo de las vías y los medios de comunicación. También fortalece el intercambio
económico y cultural, pues es el proceso productivo donde intervienen varios países.
En su aspecto negativo, favorece la explotación de unos países por otros, y la penetración cultural
con fines homogeneizadores, hegemónicos y económicos.
En consecuencia, este proceso no marchado sobre ruedas; sino que desde sus inicios ha llevado
implícito un conflicto: la necesidad de entrar al mercado mundial, sin ser subsumido por las
economías más fuertes. La necesidad cultural de entrar en el panorama internacional y al mismo
tiempo conservar las características propias. Es precisamente frente a esta doble problemática,
donde encontramos resistencias con miras a mantener la autonomía y la autenticidad.
Globalización es supremacía financiera y empresarial transnacional por sobre las economías y
poder estatales, no interdependencia, pérdida de soberanías nacionales en el ámbito económico,
político y social.
Se tiene por hecho que el proceso de globalización inició desde finales del siglo XV con la
expansión de las rutas comerciales y la colonización de América, África, Oceanía y parte de Asia.
Sin embargo, tal proceso se consolida apenas unas décadas atrás con el arribo del neoliberalismo.
Aunque desde entonces el mundo ha estado interconectado, a diferencia del tiempo actual,
había mayor control de las fronteras, las identidades nacionales vivían procesos de consolidación
y se aspiraba al logro de la soberanía nacional, mediante el fortalecimiento de los Estados. En
cambio, la consolidación de la globalización, se han deregulado las fronteras, para abrir el libre
tránsito de mercancías, se han minado los universos identitarios de los pueblos y se ha debilitado
a los Estados; privatizando sus empresas, concesionando a particulares la explotación y
comercialización de los recursos naturales, trasladando la banca a los particulares, quitándole el
control de los puertos, aeropuertos, las carreteras, los medios de comunicación, etcétera.
En la globalización, las instituciones se han convertido en gran medida en instrumentos de
garantía para la operación de grandes empresas, mismas que han llegado a ser incluso más
poderosas que el Estado, siendo ellas quienes se apropian de la riqueza de las naciones y de las
que producen los trabajadores, quienes por cierto, poseen condiciones de trabajo deplorables,
con salarios muy bajos.
Agentes de la globalización
En el mundo de la globalización existen los globalizadores y los globalizados, los primeros son
llamados países de primer mundo, mientras que los considerados emergentes forman el grupo
de los globalizados. Es verdad que en la globalización todos los países inmersos en la relación
comercial y de producción se vuelven dependientes de los demás, pero no todos obtienen las
mismas ventajas. Algunos adquieren grandes beneficios y ganancias mientras que otros se ven
afectados.
El libre mercado abre la competencia entre países que tienen condiciones desiguales, lo cual es
aprovechado por las grandes potencias económicas que cuentan con mayor poder industrial y
tecnológico. La apertura de las fronteras facilita a los países desarrollados introducir sus
mercancías, libres de cargas arancelarias, y a la vez extraer los recursos naturales de los países
subdesarrollados, para la elaboración de los productos que consumen y distribuyen por el
mundo.
La interdependencia como se observa, por más que sea legal y real, no es igualitaria. Pues los
países tercermundistas se hacen dependientes de los productos extranjeros, mientras que los
primermundistas de lo que dependen es de los recursos naturales y materias primas necesarias
para producir y de las cuales carecen. Para garantizar que los países subdesarrollados no creen o
elaboren sus propios productos a base de sus recursos y dejen de comprar a los países
primermundistas existen los agentes de la globalización: Organización Mundial de Comercio
(OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo (OCDE), y tratados y acuerdos como el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), el Acuerdo del Libre comercio de las Américas (ALCA), la Cooperación
Económica de Asia-Pacífico (APEC), entre otros. Ha de destacarse que aunque el FMI y el BM, lo
integran casi dos centenas de países, son controlados por el G-7 o de los más industrializados del
mundo: Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Japón, Canadá, Francia e Italia. Este pequeño
grupo garantiza sus intereses a costa del resto de las naciones.
Los globalizadores, con el argumento de la libre competencia y del libre tránsito de mercancías,
indican que no es conveniente que exista la regulación política de la economía mundializada por
ser, según su perspectiva y una fuente de desarrollo y bienestar para todos los países. Entonces,
los agentes de la globalización se dividen en dos grupos: los globalizadores y los globalizados.
Los primeros lo promueven y obtienen ventajas; los segundos son encausados a ello y se ven
desfavorecidos. De igual forma, en el modelo globalizador sobresalen dos principales actores, los
tratados del TLCAN y las instituciones internacionales como el FMI o el BM y los consorcios
privados transnacionales.

Libre Mercado
La apertura de las fronteras para ejercer el libre comercio, no tiene propiamente el propósito de
facilitar la satisfacción de las necesidades de las naciones, sino brindar condiciones a las empresas
y bancos que garanticen el cumplimiento de sus intereses. El libre mercado exige anular cualquier
tipo de obstrucción ya sea legal, ideológica o cultural.
El libre mercado apuesta por la autorregulación, donde la oferta y la demanda influyen
poderosamente en la fijación de los precios. El libre mercado, entre otras dimensiones, alienta al
consumismo. Con su afán de competencia, las empresas quieren captar la mayor cantidad de
población posible, bombardean al sujeto con un cúmulo desmedido de estímulos para despertar
su deseo de comprar lo que le ofrecen.
El libre mercado es el libre tránsito de mercancías, libre consumo y libre venta, es desregulación
de la producción, de la mercantilización y de la adquisición.
El libre comercio se puede resumir enumerando sus principales premisas: libertad para producir
y comercializar, desregulación, aniquilamiento arancelario, apertura de fronteras, competencia,
régimen de la oferta y la demanda, consumismo y respaldo de instituciones, organismos y
tratados multinacionales.

El Nuevo Orden Mundial.


La categoría de Nuevo Orden Mundial ha sido empleada en diversos momentos históricos para
referir un cambio de paradigma político-económico, no obstante, en ningún otro tiempo se le dio
un uso tan definido como ocurrió a partir de la culminación de la Guerra Fría, marcada por el fin
del conflicto político ideológico entre los Estados Unidos y La Unión Soviética, una vez que se
fragmentó la URSS y cayó el socialismo real, simbolizado en el derrumbamiento del Muro de
Berlín.
Tras concluida la Segunda Guerra Mundial, el orbe quedó dividido en dos concepciones
incompatibles de mirar el mundo, en dos modelos económicos distintos y antagónicos, en dos
formas de organización estatal: el socialismo y el capitalismo. Las características de estos
sistemas, los convirtió en opuestos irreconciliables y la única manera de superar la distancia
política fue mediante la caída de uno de ellos, pues ambos tenían trazado extenderse por todo
el orbe.
Las insondables diferencias provocaron constantes despliegues militares y políticos en busca de
hacer caer al oponente, algunos de estos fueron la guerra de Vietnam (1959-1975) la guerra de
Corea (1950-1953), la invasión soviética de Hungría (1956), la Crisis de los Misiles en Cuba (1962),
entre otros. Pese a la tensión vivida durante ese periodo no se llegó al estallido de una guerra
mundial, más bien los conflictos obedecían a tácticas de avance y defensa, por eso es que recibió
el nombre de Guerra Fría.
Cuando la Unión Soviética se vino abajo, Estados Unidos quedó libre de cualquier oposición
capaza de equipararse en poder, lo cual permitió que se convirtiera en la única potencia del
mundo e imponer desde esa nueva posición protagónica, sabedora de su capacidad militar, una
serie de políticas que favorecieran el cumplimiento de sus intereses extractivos, comerciales,
productivos y financieros.
El nuevo orden mundial se distingue, concretamente por el paso del mundo bipolar al unipolar,
comandado por Estados Unidos. No sólo de trata de la separación de la URSS y la Caída del Muro
lo que distingue a estos tiempo, pues de manera paralela al deterioro soviético se ensayaba y
ponía en marcha la expansión del neoliberalismo, como método para trasgredir las fronteras e
intervenir las políticas económicas de un amplio número de países a lo largo y ancho del mundo.
En el nuevo orden mundial, los países que eran socialistas adoptaron un modelo distinto, sino
que también los ya de por si sustentados en el capitalismo pasaron a una nueva fase: el
capitalismo neoliberal. Este capitalismo a diferencia del anterior emplea de manera exponencial
las tecnologías de la información, desregula los mercados, promueve la globalización, vuelve más
financiera a la economía, agudiza la concentración del capital, multiplica los tratados y convenios
regionales e intercontinentales, crea instituciones internacionales encargadas de velar por los
intereses mercantiles, productivos y financieros de las grandes potencias, particularmente de los
Estados Unidos.
En la nueva concepción organizativa se puso énfasis en el debilitamiento de las instituciones
estatales para someterlas al servicio de los monopolios y los oligopolios, se abandonaron las
políticas de desarrollo social, se despreció lo público y se ensalzó lo privado; con el argumento
de la tolerancia, la diversidad y multiculturalidad se impulsó la colonización cultural e ideológica
occidental particularmente la anglosajona; se aceleraron los avances y los cambios en la
tecnología, las modas y los gustos, lo cual repercutió en la distancia inter-generacional. El
bombardeo de información de sucesos impactantes redujo el plazo de la memoria, se impulsó la
promoción del consumismo y se vivió un proceso de concentración de la riqueza descomunal.
Son los influjos de dicho orden, los que en nuestro tiempo y país siguen rigiendo la vida política
y económica. Aunque ha de apuntarse que en la actualidad el mundo nuevamente está girando
hacia la desglobalización, pero México sigue sujeto a las normas rectoras del libre comercio e
incluso, contrario a lo que pasa en muchos países del mundo como los sudamericanos, ha
intensificado las medidas globalizadoras.

Hegemonía estadounidense
Desde inicios del siglo XX, sobre todo, a partir de la Primera y Segunda Guerra Mundial, Estados
Unidos se fue perfilando como el país más poderoso del mundo, pues ante los acontecimientos
bélicos, Europa quedó muy afectada y perdió paulatinamente la hegemonía que ostentaba hace
siglos.
En la década de los cuarenta, en medio del conflicto armado cuando el gobierno estadounidense
comienza el trazo de las condiciones que, a partir de mediados de los años ochenta, le permitirían
el dominio político, económico y militar sobre los demás países del mundo.
Para ejercer hegemonía no basta ser rico o poderoso se debe lograr control, potestad sobre los
otros, es decir la creación de un organismo a través del cual se obtiene respeto, reconocimiento
y dominio ajeno (Gruppi, 1978).
Por lo tanto para comprender la consolidación de la supremacía norteamericana, se deben tener
en cuenta varios elementos. Entre ellos la pérdida del poder europeo, el diseño de instituciones
internacionales que le permitieron la intervención política y económica en distintos países, un
ejército con la capacidad de imponerse en cualquier parte del mundo, la desaparición de la Unión
Soviética y fin de la Guerra Fría, el poder de esparcir sus modos de vida (el american way of life)
valiéndose del cine, la música, la moda de vestido, la comida rápida,Halloween, etc.
Con respecto a las instituciones internacionales, a partir de 1945 comienza a adquirir forma la
ONU, de la cual se desprendieron el FMI y el Banco Mundial. Posteriormente con el patrocinio de
la ONU, surge el GATT, la OCDE y la OMC, toda esta red conformó la estructura sobre la cual se
promovieron un gran cúmulo de tratados y acuerdos en favor del poder hegemónico de Estados
Unidos.
En lo que toca al modelo teórico económico, EUA adoptó la propuesta desarrollada por Friedrich
von Hayek (1899-1992) y Milton Friedman (1899-1912), denominada neoliberaismo, centrado en
la promoción de las libertades empresariales privadas, en un contexto de desregulación,
desnacionalización y abandono del Estado de áreas de provisión social. Ha de apuntarse que la
escuela neoliberal fue financiada por las grandes transnacionales, principales beneficiadas de las
privatizaciones y de las políticas en contra de los programas sociales, de los contratos colectivos,
del sindicalismo y en general del sistema capitalista de Estado, convertía al Estado en un dictador
económico.
Este sistema justificó las intervenciones desde la plataforma teórica, mientras que desde lo
institucional contaba con la estructura para proceder políticamente, además de tener de
respaldo el poder militar. Así una vez superada la competencia Europea y posteriormente la
japonesa, aunado a la caída del socialismo, principal antagónico militar e ideológico, promovió la
globalización, el libre mercado y la circulación de capitales.
Con la globalización, reestructuró su economía, deteriorada hasta mediados de los ochenta. A
partir de entonces aumentaron sus ganancias mismas que obedecieron a los recursos obtenidos
por sus empresas que operaban en distintos puntos del mundo y por las inversiones privadas
ejercidas en múltiples países.
Pero a finales de la década pasada y en lo que va de la presente, la hegemonía económica, política
y militar lograda por Estados Unidos empieza a verse en peligro por el desarrollo de China y el
poder político y militar de Rusia y el arribo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)
economías emergentes.
Bibliografía.

Angulo, Yolanda. Ética y Valores I. Editorial Santillana, S.A. de C.V., México. 2004. 254p.

Gruppi, Luciano. El concepto de la Hegemonía en Gramsci. Ediciones de Cultura Popular.


México, 1978.

Rodríguez, Pablo y Víctor Iván Gutiérrez Maldonado. Contextualización de fenómenos sociales,


políticos y económicos. Grupo Editorial MX, México. 160p.

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