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Para la frontera superior del sistema regional, es importante señalar que los aspectos
de continuidad hidráulica son totalmente relevantes, por lo que es conveniente utilizar
sistemas regionales en condiciones libres, donde la frontera superior es el nivel
freático. Una vez obtenida la sección representativa del ambiente hidrogeológico del
sistema, se asignará a cada unidad hidrogeológica o a sus componentes, el valor de
conductividad hidráulica horizontal representativa de cada una de ellas.
Posteriormente, se asignan valores de conductividad hidráulica vertical a aquellas
unidades identificadas como anisotrópicas, con el fin de obtener un modelo
hidrodinámico más real. El siguiente paso consiste en colocar el mayor número
posible de datos de carga hidráulica, con base en información de piezómetros o
aprovechamientos cercanos a la sección analizada. En el caso de pozos ranurados
en toda su extensión, localizar el punto medio del tramo de rejilla para colocar el
valor de carga hidráulica (Custodio y Llamas, 1976). Una vez establecidas las cargas
hidráulicas y las profundidades a las que corresponden, se realiza la configuración de
líneas equipotenciales y de flujo, tomando en cuenta las consideraciones señaladas
para las redes de flujo en planta.
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3.4 PARÁMETROS HIDROGEOQUÍMICOS
Estos cambios ocurren conforme el agua subterránea se mueve desde las zonas
más someras de flujo activo, hasta las zonas de flujo lento en donde el agua ha
tenido un largo tiempo de contacto con el acuífero. Además, la secuencia de
Chevoratev debe de evaluarse desde el punto de vista del tiempo geológico, ya que
intervienen variables diversas como: i) calidad inicial del agua, ii) tipo de roca que
constituye el acuífero, iii) procesos químicos dominantes, entre otros. En algunas
regiones la secuencia de Chevoratev puede ser descrita en términos de la
profundidad de circulación del agua subterránea de la siguiente manera:
Respecto a los elementos traza, uno de los más útiles para la identificación del
tiempo de residencia relativo del agua subterránea es el litio (Edmunds 1986, 1992).
Como lo han demostrado varios estudios experimentales y de campo, el litio se libera
fácilmente de los minerales que componen el acuífero que interacciona con el agua
subterránea. Una vez en solución es una especie muy móvil, ya que en condiciones
de temperatura y presión que prevalecen en los sistemas de agua subterránea, no se
incorpora a la formación de nuevos minerales ni participa en procesos de
precipitación. También tiene la ventaja que las reacciones de intercambio no
ocasionan que pase a la fase sólida y tampoco es afectado por reacciones de
oxidación-reducción. Probablemente la única reacción que afecta su movilidad es la
adsorción en arcillas, pero esto sólo sucede en medios ambientes marinos. De esta
manera, su naturaleza eminentemente conservativa, lo hace una herramienta valiosa
para compararlo con la pérdida o ganancia de otros iones en solución y para la
delimitación de sistemas de flujo de agua subterránea.