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A continuación se señala el procedimiento para la construcción de una red de flujo en

perfil:

Selección de una sección geológica representativa del sistema y paralela a la


dirección del flujo subterráneo.
Cambio de las escalas de la sección geológica para una mejor exposición e
interpretación de la red de flujo.
Durante la construcción de la sección, identificar las unidades hidrogeológicas y sus
componentes como unidades independientes, delimitándolas en todo su contorno.
Definición de la geometría del basamento que subyace al sistema de aguas
subterráneas, ya que juega un papel muy importante en la distribución de los
sistemas de flujo del agua subterránea.
Establecimiento de los tipos de frontera del campo de flujo de aguas subterráneas.

Para la definición de las fronteras laterales es necesario considerar lo propuesto por


Hubbert (1940), quien sugiere que en una sección bidimensional con un sistema de
flujo en un medio isótropo y homogéneo habrá una simetría suficiente como para
considerar la mitad del sistema de flujo, creándose así limites verticales por debajo
del parteaguas topográfico y del fondo del valle, a través de los cuales no existe flujo
(parteaguas subterráneos). En el mejor de los casos, es conveniente considerar los
límites naturales del sistema. Si el sistema presenta topografía y ambiente
hidrogeológico complejos, los límites laterales generalmente no serán verticales. En
la definición del límite inferior que subyace al sistema de aguas subterráneas
(basamento), se deberá considerar la irregularidad de la superficie del basamento,
situación importante en ambientes con evidencias de tectonismo de tipo distensivo.

Para la frontera superior del sistema regional, es importante señalar que los aspectos
de continuidad hidráulica son totalmente relevantes, por lo que es conveniente utilizar
sistemas regionales en condiciones libres, donde la frontera superior es el nivel
freático. Una vez obtenida la sección representativa del ambiente hidrogeológico del
sistema, se asignará a cada unidad hidrogeológica o a sus componentes, el valor de
conductividad hidráulica horizontal representativa de cada una de ellas.
Posteriormente, se asignan valores de conductividad hidráulica vertical a aquellas
unidades identificadas como anisotrópicas, con el fin de obtener un modelo
hidrodinámico más real. El siguiente paso consiste en colocar el mayor número
posible de datos de carga hidráulica, con base en información de piezómetros o
aprovechamientos cercanos a la sección analizada. En el caso de pozos ranurados
en toda su extensión, localizar el punto medio del tramo de rejilla para colocar el
valor de carga hidráulica (Custodio y Llamas, 1976). Una vez establecidas las cargas
hidráulicas y las profundidades a las que corresponden, se realiza la configuración de
líneas equipotenciales y de flujo, tomando en cuenta las consideraciones señaladas
para las redes de flujo en planta.

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3.4 PARÁMETROS HIDROGEOQUÍMICOS

La utilidad tradicional de los análisis químicos de agua subterránea ha sido la


relacionada con la definición de su calidad para usos diversos. Sin embargo, en los
últimos años esta información se ha comenzado a utilizar como una herramienta
adicional para determinar el origen y la historia del agua subterránea. En estudios
relacionados con la identificación de la vulnerabilidad del agua subterránea a la
contaminación o en la delimitación de zonas de protección para pozos de
abastecimiento, es indispensable definir a que tipo de sistema pertenece el agua
subterránea investigada. En general se puede señalar que sistemas locales de corto
recorrido son más vulnerables y por lo tanto requieren una delimitación estricta y
rigurosa de su zona de protección. Los sistemas de flujo regional, en los que el agua
subterránea tiene un largo tiempo de residencia en el acuífero, son en general menos
vulnerables a la contaminación actual, por lo que de acuerdo con la hidrogeología
local, el establecimiento de zonas de protección puede ser menos estricta, aplicando
de este modo técnicas aproximadas de bajo costo.

Los esquemas tradicionales de determinación de tiempos absolutos de residencia del


agua subterránea en el acuífero generalmente se apoyan en la interpretación de
datos de isótopos radiactivos (carbono-14, tritio, cloro-36). El costo de las
determinaciones es elevado y las interpretaciones complicadas, por lo que se
requiere aplicar una técnica de menor costo y facilidad para evaluar tiempos de
residencia, desde un punto de vista relativo. Entre las técnicas disponibles para
evaluar cualitativamente tiempos de residencia e identificar a que tipo de sistema de
flujo pertenece un agua subterránea específica, está el análisis hidrogeoquímico.
Actualmente la interpretación de la calidad química del agua es de fundamental
importancia en la comprensión del modelo conceptual de funcionamiento de los
sistemas de flujo subterráneo. Como se comprenderá en el próximo apartado, la
definición del modelo conceptual es un requisito ineludible cuando se utilizan
métodos analíticos y numéricos para realizar el cálculo de la delimitación de zonas
de protección de pozos de agua potable.

El número posible de reacciones naturales de interacción agua-acuífero es muy


grande y se incrementa cuando se consideran aquellas que se presentan cuando
existe entrada de contaminación al sistema. Como se estudiará posteriormente, entre
las reacciones más importantes se tienen: i) disolución y precipitación de minerales,
ii) intercambio catiónico y adsorción, iii) oxidación-reducción, entre otras. Aún en
medios geológicos relativamente homogéneos como pudiera ser un acuífero
calcáreo, el cálculo teórico de la composición del agua subterránea es complicado
por la cantidad de operaciones involucradas. En este aspecto, los modelos
hidrogeoquímicos de transferencia de masa pueden realizar los procedimientos
necesarios que involucran cómputo de constantes de equilibrio, correcciones por
actividad y temperatura, combinación de diferentes reacciones, mezcla de aguas.

Adicionalmente, la información que brinda la definición del modelo hidrogeoquímico


conceptual puede utilizarse como una herramienta adicional en: i) la calibración de
modelos de flujo que se utilizan en el cálculo de zonas de protección de pozos y ii) la
definición de parámetros como recarga y condiciones de frontera. Como se señaló
previamente, en la definición de la vulnerabilidad del agua subterránea a la
contaminación es indispensable la definición de las zonas de recarga, tránsito y
descarga de los sistemas de flujo que abastecen de agua subterránea a los pozos.
En este aspecto, la hidrogeoquímica colabora directamente brindando información
que posteriormente debe validarse con base en la distribución de la dirección de las
líneas de flujo subterráneo. A continuación se realiza una breve descripción de las
técnicas hidrogeoquímicas aplicables en la identificación de diferentes regímenes
dentro de un sistema de flujo subterráneo.

3.4.1 Distribución de elementos mayores y traza en sistemas de flujo

A medida de que el agua subterránea se desplaza en la zona saturada, desde las


áreas de recarga hasta las de descarga, generalmente incrementa su concentración
de sólidos totales disueltos (STD). De acuerdo con Tóth (1972), se reconoce que la
concentración de sólidos totales disueltos será relativamente baja en las zonas de
recarga de sistemas de flujo locales de pequeña extensión. Comparativamente, la
salinidad se incrementará a profundidad, en las zonas de descarga o en sistemas
regionales de largo recorrido. Uno de los primeros estudios que muestran la relación
directa que existe entre la química del agua subterránea y su movimiento a lo largo
de las trayectorias de flujo, fue el realizado por Back (1960). La distribución de la
composición química del flujo subterráneo fue reconstruida a partir de más de 3,000
análisis de agua subterránea. Posteriormente, Back (1966) con base en información
de cargas hidráulicas confirmó el patrón de flujo establecido con base en la química
del agua.

El agua subterránea tiende a evolucionar químicamente hacia la composición del


agua marina, por lo que a escala regional es posible observar una evolución en los
aniones principales de la siguiente manera (Chevoratev, 1955):
− − −2 −2 − −2 − − −2 −
HCO ⇒ HCO + SO ⇒ SO + HCO ⇒ SO + Cl ⇒ Cl + SO ⇒ Cl
3 3 4 4 3 4 4
Incremento a lo largo del patrón de flujo

Estos cambios ocurren conforme el agua subterránea se mueve desde las zonas
más someras de flujo activo, hasta las zonas de flujo lento en donde el agua ha
tenido un largo tiempo de contacto con el acuífero. Además, la secuencia de
Chevoratev debe de evaluarse desde el punto de vista del tiempo geológico, ya que
intervienen variables diversas como: i) calidad inicial del agua, ii) tipo de roca que
constituye el acuífero, iii) procesos químicos dominantes, entre otros. En algunas
regiones la secuencia de Chevoratev puede ser descrita en términos de la
profundidad de circulación del agua subterránea de la siguiente manera:

1. Zona superior con agua de tipo bicarbonatada y baja concentración de


STD. -2
2. Zona intermedia con elevada concentración de STD como anión
y SO4
principal.
3. Zona inferior con alta concentración de Cl- y STD.
Con base en lo anterior se establece genéricamente que las aguas subterráneas
evolucionan naturalmente de una facies bicarbonatada en las zonas de recarga, a
facies sulfatadas o cloruradas en las zonas de descarga. Ophori y Tóth (1989)
demostraron que los sistemas de flujo local se asocian con aguas de bajos índices
+2 +2 -
de STD y altos porcentajes de Ca , Mg y HCO3 ; los sistemas de flujo intermedio
con cantidades medianas de STD, y los sistemas de flujo regional con altos índices
+ -
de STD, altos porcentajes de Na y CI , con relación a los sistemas intermedios y
locales.

Respecto a los elementos traza, uno de los más útiles para la identificación del
tiempo de residencia relativo del agua subterránea es el litio (Edmunds 1986, 1992).
Como lo han demostrado varios estudios experimentales y de campo, el litio se libera
fácilmente de los minerales que componen el acuífero que interacciona con el agua
subterránea. Una vez en solución es una especie muy móvil, ya que en condiciones
de temperatura y presión que prevalecen en los sistemas de agua subterránea, no se
incorpora a la formación de nuevos minerales ni participa en procesos de
precipitación. También tiene la ventaja que las reacciones de intercambio no
ocasionan que pase a la fase sólida y tampoco es afectado por reacciones de
oxidación-reducción. Probablemente la única reacción que afecta su movilidad es la
adsorción en arcillas, pero esto sólo sucede en medios ambientes marinos. De esta
manera, su naturaleza eminentemente conservativa, lo hace una herramienta valiosa
para compararlo con la pérdida o ganancia de otros iones en solución y para la
delimitación de sistemas de flujo de agua subterránea.

3.5 MODELO CONCEPTUAL DE FUNCIONAMIENTO DEL AGUA


SUBTERRÁNEA

La conceptualización de los sistemas de aguas subterráneas, es uno de los


procedimientos más importantes para la comprensión, definición y explicación del
comportamiento hidrodinámico del subsuelo. En la delimitación de zonas de
protección de pozos, el conocimiento detallado del modelo conceptual de
funcionamiento del agua subterránea permitirá establecer cual es el método de
delineación de zonas de protección más adecuado, o definir cuales son las
limitaciones que presenta el método aplicado.

En primera instancia, conviene definir dos conceptos fundamentales: sistema y


modelo. El primero es un término que implica la interrelación de mecanismos de un
determinado fenómeno bajo un conjunto de reglas de operación. El segundo que se
refiere a la representación de la realidad, procura explicar el comportamiento de
ciertos aspectos del fenómeno visto como un sistema. Con base en lo anterior, un
modelo conceptual es la representación simplificada del funcionamiento de un
sistema real, en este caso el sistema agua subterránea. Incluye la interrelación de los
mecanismos que interactúan en función de un conjunto de reglas naturales propias
del sistema; además de los efectos antropogénicos, en el caso de que existan. Es
importante resaltar que la descripción a través de un modelo conceptual siempre
será menos compleja que el sistema real que representa. Por facilidad de
representación, un modelo conceptual comúnmente se expresa mediante bloques
diagramáticos y secciones verticales.
Debido a que la reproducción de un fenómeno está en función de los objetivos que
se pretenden, es conveniente concentrar la atención en dos aspectos:

Escala de tiempo y espacio que regirá al sistema global


Detallar el entendimiento de los mecanismos de cada una de las partes específicas
que integran dicho sistema

Lo anterior, siempre y cuando no se pierda de vista el contexto en el que se


desarrolla. Para la elaboración del modelo conceptual de funcionamiento de un
sistema de aguas subterráneas es necesario definir tres aspectos importantes:

Geometría, la que se definirá principalmente con información geológica y


geofísica, una vez definida el área de interés. Incluye la identificación de unidades
hidroestratigráficas.
Parámetros, como son la conductividad hidráulica, rendimiento específico, porosidad,
etc., que se obtendrán con las metodologías más apropiadas, para tener valores
iniciales cuantitativos.
Sistemas de flujo, que se identificarán aplicando todo tipo de información de las
diferentes disciplinas (geología, geoquímica, hidrología, geofísica, etc.); además,
manifestaciones hidrogeológicas de campo: topografía, clima, distribución de cargas
hidráulicas, freatofitas, flujo base, manantiales, pozos brotantes, temperatura y
conductividad eléctrica de agua subterránea, filtraciones o "lloraderos").

Particularmente, se definirán las condiciones de frontera y los sistemas de flujo local,


intermedio y regional, que obviamente incluyen las diferentes zonas de recarga y
descarga, con sus componentes verticales.

Es importante comprender que la conceptualización de los sistemas de aguas


subterráneas se debe realizar de la manera más exhaustiva y cuidadosa, porque de
estas acciones dependerá el grado de certidumbre de los resultados que se tengan
cuando se delimiten zonas de protección de pozos para abastecimiento de agua
potable. En la Figura 3.5 se presenta un diagrama de flujo que ejemplifica los
diferentes aspectos hidrogeológicos que es necesario incluir durante la elaboración
del modelo conceptual de funcionamiento del sistema de agua subterránea
analizado.
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