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TECNOLOGÍA

El estado de los drones en 2016


Por Nicolás Rivera 13/02/16 - 20:03

Los drones son uno de los objetos de moda del momento. Estas son las legislaciones, los problemas de la industria
y el futuro de la misma.

La industria de los drones ha sido sujeto de un crecimiento notable durante los últimos años. Además del aumento de
popularidad entre los consumidores, la vinculación de esta serie de productos a proyectos de gran calibre encabezados por
empresas como Amazon o Google le ha proporcionado una mayor visibilidad y ha destapado un futuro repleto de posibilidades.

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Los campos de aplicación de los drones son infinitos

Amazon, por ejemplo, ya trabaja con drones para repartir sus envíos de una forma más eficiente y veloz. Empresas de
cartografía recurren con frecuencia a este tipo de productos para perfeccionar y evaluar los mapas que desarrollan. Compañías de
seguridad aprovechan las múltiples virtudes de estas pequeñas aeronaves para ofrecer unos niveles de seguridad más elevados
que nunca en espacios muy amplios. Y, por si esto fuera poco, algunos cuerpos del ejercito de los EE.UU., entre otros, ya hacen
uso de drones para planificar y realizar ataques a los enemigos de una forma más silenciosa y eficiente.

A un nivel más bajo, los drones también son empleados con frecuencia por estudios de cine y fotógrafos con el objetivo de
capturar escenas aéreas muy complejas y exóticas. Y es que resulta más versátil y económico adquirir un dron para grabar una
escena de 15 minutos que subir a un helicóptero con una cámara bajo el brazo.
concept w | Shutterstock

Ante tales posibilidades, la industria del dron ha sufrido un aumento progresivo de ventas durante los últimos años. Solo en 2015,
la firma Juniter Research estima cuatro millones de unidades vendidas alrededor del mundo. Según sus predicciones, durante
los próximos cuatro años, el crecimiento será constante hasta alcanzar los 16 millones en 2020.

Otro estudio realizado por Tractica asegura un crecimiento exponencial en los ingresos generados por la venta de drones, los
cuales alcanzarán valores de cuatro billones de dólares anuales (4.000 millones de euros) en 2025. En esta predicción, Tractica
posiciona a EE.UU. como el principal mercado, seguido de cerca por Asia y Europa, respectivamente.

En 2015 se estiman cuatro millones de unidades vendidas. Para 2020, esa cifra debe aumentar hasta los
16 millones anuales

No obstante, la industria de los drones tiene un largo camino por delante antes de asentarse como un recurso
estandarizado. El primer paso es la correcta legislación de estos vehículos aéreos no tripulados, la cual es inexistente, inválida o
parcialmente confusa en algunos países del mundo, dejando vía libre al espionaje y a la violación de la privacidad, entre otros.

Las legislaciones actuales sobre drones son restrictivas e ineficientes

En los Estados Unidos de América, por ejemplo, la legislación respecto a los drones se divide en dos partes: los drones comerciales
y los drones de consumo. En el primero de los casos, la legislación aplicada es la misma que para cualquier otro aparato comercial
que circule por el espacio aéreo del país. En el segundo de los casos, en cambio, se regulan bajo las mismas leyes que las
populares avionetas a escala. Ante esta situación, compañías como Google han mostrado públicamente un serio rechazo,
reclamando al gobierno estadounidense una nueva normativa adaptada específica para este tipo de vehículos.

En Europa la situación no es muy diferente. Las compañías implicadas en esta industria reclaman nuevas normativas que
otorguen una mayor flexibilidad operativa, a la par que preserven la seguridad y la privacidad de los usuarios. Y es que,
considerando el exponencial crecimiento de los drones y su fundamental papel en algunas industrias del futuro —como la
mensajería o la cartografía—, se postula como un paso esencial el desarrollo de una normativa adaptada a los riesgos y las
necesidades de este tipo de aeronaves —en lugar de aplicar la normativa genérica—.

Dron militar.

En España, la legislación actual se separa en dos caminos, en función del fin con el que volemos el dron. Si se trata de un dron
de consumo, la normativa fijada por AESA determina lo siguiente:

Contacto visual permanente. Altitud máxima del vuelo: 120 metros del atura.
Solo está permitido su vuelo en zonas habilitadas, como zonas de vuelo de aeromodelismo o lugares despoblados. El vuelo
sobre núcleos urbanos y grandes concentraciones de personas está prohibido, al igual que su utilización de noche.
Está prohibido su utilización en aeropuertos, aeródromos o similares.

En caso de utilizar el dron con fines comerciales, la normativa se resume en lo siguiente:

Es requisito imprescindible registrarse en AESA, contar con un seguro específico, tener el certificado médico en vigor y
demostrar conocimientos teóricos y prácticos sobre la aeronave.
Solo está permitido su vuelo en zonas habilitadas, como zonas de vuelo de aeromodelismo o lugares despoblados. El vuelo
sobre núcleos urbanos y grandes concentraciones de personas está prohibido, al igual que su utilización de noche.
Está prohibido su utilización en aeropuertos, aeródromos o similares.
En caso de superar los 25kg de peso, debe disponer de un certificado de aeronavegabilidad.

Estos puntos enunciados por AESA restringen en gran medida la operatividad de los drones y la expansión de esta industria
en el territorio español. De hecho, con la normativa fijada actualmente, sería imposible la expansión de programas como
“Amazon Prime Air”, pues el gobierno nacional y AESA consideran ilegal el vuelo de estas aeronaves sobre núcleos urbanos o
grandes masas de gente. En México y otros países latinoamericanos, la normativa fijada por las autoridades es relativamente
similar.

Dada esta situación, la creación de una normativa más progresista, permisiva y adaptada a las particularidades de estas
aeronaves se hace esencial para el correcto avance de esta industria. Por desgracia, la protección de la privacidad y la seguridad
de los habitantes dificultan dicha tarea, por lo que los gobiernos y las compañías involucradas tendrán que continuar las
conversaciones hasta llegar a un punto común en el que tanto la seguridad como el avance de la industria estén asegurados.
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