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Me paralice de la impresión cuando sus ojos se fijaron en mí, porque eran sus
ojos, los ojos de mi musa y también su nariz, su cabello y su boca. Y la voz
que salía de su garganta también era ella y todo era mi culpa, voltee hacia el
juzgado por la fuerza de sus miradas y también eran ella todos con cabello
lacio y ojos grandes y todo era mi culpa.
- ¡¡INOSENTE!! Grito una voz de mujer desde el otro lado de la sala y por
alguna razón esta voz me pareció extrañamente familiar –como pueden juzgar
a alguien sin derecho a un abogado- dijo de nuevo la voz mientras se acercaba.
¡¡ Dios!! Pero si era yo misma, era yo aunque con un atuendo diferente que
me así lucir como una profesional desidia y fuerte, ella se acerco a mi, toco
mi hombro, se agacho y me dijo al oído
-resolveré esto-. ¿De que se trataba en realidad? ¿Qué hacia yo en ese
lugar? ¿De que me acusaban esos seres que yo misma había creado?
- La Culpa.
-ahora si que estoy en problemas- pensé pues comencé a considerar que era
culpable, Cristal era mi musa la que había creado del sentimiento de no
poder poseerla pero robarle su alma era otra cosa. ¿No?
La culpa empezó a llorar, las lágrimas caían sobre sus pies sin cruzarse con
ningún obstáculo.
-su cliente conoció a cristal una tarde cualquiera y la melodía de su voz solo
podía compararse con una pieza de schaikoisqui por su dulce inocencia que
atraía a las utopías mas celestiales, ella quedo cautivada pero fue totalmente
conciente que evocando su recuerdo podría sacar las poesía mas hermosa
que jamás había escrito así que su cliente atesoro cada instante que pasaba
con Cristal, copio su andar, su voz, su rostro, su forma de ser en un lado
resguardado de su mente y así cada vez que su pluma tocaba las hojas de
papel estas contenía a cristal en todo su esplendor, pero yo soy el error en
todo esto, yo soy uno de los efectos de esta crearon pues su cliente no pudo
excluirme a mi de su ser al cometer este sacrilegio, cada vez que su cliente
escribía poemas mas y mas hermosos Cristal se iba sintiendo mas y mas
lejana de si misma, poco a poco iba dejando de pertenecerse, mientras su
cliente escribía ella estaba ausente de toda su realidad, sus familiares y
amigos le hablaban y ella respondía solo a veces de manera impersonal,
cuando su cliente dejaba de escribir Cristal volvía a ser ella pero cada vez en
menor grado asta que cierta madrugada desapareció por completo, ella
quedo allí en su habitación con la mirada asía el horizonte y nunca mas
pronuncio palabra ni hizo movimiento alguno y nadie pudo entender que le
había pasado, ahora su cliente la lleva consigo y a creado mil poesía que la
contienen incluyendo este mundo.
Todos en la sala quedaron atónitos y hubo un gran silencio perturbador que
duro unos segundos eternos, yo en el banquillo de los acusados no podía
retener mis lágrimas – pobre Cristal como la había hecho perderse, pero
¿Cómo podía ser? Si yo solo había escrito unos cuantos poemas, Dios!! Soy
un mostró ¿Cómo pude hacer esto? No, no era posible – Pensé mientras el
sentimiento me penetraba en las entrañas, clavaba sus unas en mis viseras y
me desgarraba - si pudiera volver el tiempo atrás y dejarle su alma me
pregunto si habrá una forma de devolvérsela – todo esto paso por mi cabeza
como un rayo y como el trueno de dicho rayo un eco resonó en mi interior,
luego mi abogada salio de su gran impresión ella pareció perdida por unos
momentos.
- yo conocí a su cliente cuando esta tenia 11 de edad una noche cuando esta
veía Tv. en casa de sus abuelos cuando los roces de su pijama se volvieron
exquisitos.
- lo cierto es que si, sus instintos son muy poderosos aunque ella es muy
sensata a veces se le hace imposible controlar los instintos carnales que la
empujan.
-la verdad es que ignoro los motivos que la movieron, lo que puedo decir es
que yo presencie parte de la historia.
- Cuéntenos entonces.
- esa tarde en que su cliente conoció a Cristal si bien es cierto que se voz
atrajo a las utopías mas celestiales hubo otro factor que se gesto también en
sus entrañas, todo su cuerpo pareció embriagado por esa entonación que
semejaba el canto de las ninfas seductoras, la voz de Cristal era pura pero su
cliente era una esponja de pasiones y no pudo evitar transformarla en un
deseo reprimido, soy testigo de que su cliente intento evitarlo, construyo
muros a su alrededor para prohibirse tocarla, pero aunque ato sus manos sus
labios reclamaban un beso y como fue conciente de que esto era imposible,
la atesoro en un lado resguardado de su mente como ya ha dicho la culpa,
allí la amo mas de una vez en las palabras y entre líneas allí en la oscuridad
de las noches de inspiración, profano su cuerpo y embriago de su esencia las
paredes de su habitación donde se construían sus poemas, su cliente cada
vez escribió mas y mas porque cada vez que lo hacia la sentía mas y mas
cercana creyó que esa musa solo era una idealización de algo totalmente
diferente, pero era ella la propia cristal atrapada en sus deseos egoístas, en
sus aspiraciones de rimas perfectas. Y aquí en mis manos poseo una prueba
incriminatoria.
-¿De donde sacaste eso infame, miserable?- grite desde lo mas profundo de mi
estomago, mientras las lagrimas rodaban por mis mejillas, toda la sala quedo congelada,
como catatonicos, el tiempo se detuvo, como si mi voz tuviera una propiedad
paralizadora, mire a todos lados y la escena me produjo un espasmo sombrío, todos allí
inmutables con las miradas claramente descifrables, excepto por una el hombre de ojos
negros al final de la sala que aun continuaban siendo inescrutables, de pronto el giro su
cara hacia mi en un movimiento que amenazaba con ser mecánico, sus abismazos ojos
negros me veían como impersonalmente tuve la sensación de que miraba algo dentro de
mi, que ni yo misma lograba sabe que era, mis pensamientos parecían estar gestando
una idea ambigua. Permanecí en este estado meditativo por un par minutos asta que
alfil llego a mi –SON UNA SOLA PERSONA-esto resonó en mi cabeza como un eco
prolongado, no sabia que quería decir pero la frase no me abandonaba, el continuaba
allí mirándome y como si se hubiese comunicado con mis pensamientos mas
inconscientes, pensé en sentarme y calmarme.
-muy bien, muy bien, si todo esto es cierto entonces UD es cómplice del crimen y es un
ser vil afirmo con ímpetu mi abogada.
-No me complazco al decir esto pero la verdad solo soy un juguete de su cliente ella me
llama y luego por fidelidad yo no la abandono.
La jueza golpeo con su mazo la mesa y mi abogada antes de dejarla pronunciar palabra
se disculpo, inhalo aire fuertemente tratando de recuperar su serenidad.
El deseo bajo del atril sin quitar la vista del juzgado, solo pretendía seducirlo con sus
movimientos y creo que de cierto modo lo logro, en ese momento la jueza hablo para
decretare 30 min. de receso y todos se dispusieron a salir de la sala el juzgado, la culpa,
l deseo, el hombre de ojos misteriosos al que apode la intuición solo quedamos mi
abogada y yo y por primera vez sentí ansias de tocarlas haber si no se trataba de un
espejo, pero algo en ella era muy diferente a mi, actuaba sin escrúpulos muy
decididamente.
-creo que el caso esta difícil, probablemente eres culpable- me dijo con un color de voz
que rebelaba cierta tecnicidad- hay pruebas incriminatorias en tu contra y no he
conseguido ninguna para refutarlas.
-pero tienes que hacer algo no puedes dejar que me condenen sin tener derecho a
redimirme- le dije con angustia, entonces se inclino sobre la mesa mirándome fijamente
como para hacerme entrar en razón.
-Por como van las cosas probablemente lo hagan, pero la verdad desconozco cual será
la condena, yo estoy aquí tratando de evitarlo.
Mientras la conversación tenia lugar, recordé las palabras de mi intuición, SON UNA
MISMA PERSONA, ¿seria esto a lo que se refería? Probablemente eso sea, pensé.
-Que pase la melancolía- ordeno la jueza y de las puertas de la sala emergió un ser de
cualidades netamente femeninas, la sala se impregno de cierto aire de sutil tristeza
con una brisa que recordaba las tardes de lluvia, sus ojos eran grandes y azules casi
transparentes, y su cabello rubio y ligeramente ondulado. Vestía con telas traslucidas
que dejaban adivinar su figura impecable, era un ángel que sufría por haber
abandonado el cielo, algunas lágrimas rodaron por los rostros de la audiencia y el
jurado, mientras otros solo paresias tremendamente inspirados, yo solo me sentí
completamente expresada. Al Melancolía subió a atril con la mirada lavada en el
suelo paresia querer llorar pero no lo hacia estaba siendo consolada.
Mi abogada no pareció afectarle en nada su presencia así que la a bordo de una vez:
- dígame de una vez ¿Qué sucedió?
- Yo conocí a su cliente hace unos cuantos años en medio de un amor del pasado y
una sensación de total vació, era una noche de lluvia y no se escuchaba nada mas
entre la ella que los pensamientos de su cliente que hacían un intento por llamar a
las musas reviviendo y resintiendo los momentos que nunca se consumaron yo
había trascendido y no volví a ver a su cliente desde esa noche en que algo me
llamo a ella, cuando fui a verla estaba en su habitación pero advertí que no estaba
sola, la acompañaba una hermosa musa que daba forma a sus palabras rea una
relación hermosa, inspiradora así que accedí a quedarme por algunas noches, las
ayude a escribir las acompañe asta embriagar paginas completas con mi esencia
había noches en que su cliente quedaba completamente extasiada y deslumbrada
después de los poemas rompía en llanto asta dormirse.
- ¿Quién era esa musa que acompañaba a mi cliente? ¿puede decírnoslo?
Pregunto mi abogada con cierto ímpetu irónico.
- La verdad es que no lo se con precisión, pero esta paresia tener cualidades
propias, no era solo una expresión de la mente de su cliente, era alguien con
personalidad propia.
- ¿la verdad es que UD no lo sabe?
- No se su nombre..
- No mas preguntas su señoría – interrumpió mi abogada con esa actitud tagante y
arrogante que yo odiaba.
-Si; su señoría – contesto – mi testigo probara que mi cliente siempre actuó según una
clínica moral, así que no hay nada de que acusarla si no de ser un ser humano
vulnerable, mi testigo es la Ética.
Esta vez entro en la sala un respetable hombre de mediana edad de unos 35 o 40 años
todo en el paresia estar perfecto, su traje en cada milímetro señalaba perfección su
cabello paresia colocado con suma predisposición sobre su cabeza, tenia una imagen
completamente honorable, mantenía un perfil alto mostrándose con orgullo a toda la
sala, su rostro también era perfecto a pesar de su edad bien afeitado no puede decir
que era elegante solo algo meticuloso yo me preguntaba si el tendría un versión
convincente sobre mi papel en esta historia algo en el me lo afirmaba.
La aptitud se había volcado a una amabilidad intachable abordo al hombre con el mas
afable respeto.
-Yo lo hice, le robe su alma, no hay testigo que pueda negarlo- mi abogada se
acerco para detenerme pero la aparte con un gesto, tras lo cual la jueza me invito a
subir al atril-.
-Tengo 24 años y he cometido sacrilegios toda mi vida, he usado a las mujeres
como imagen para mis musas, pero solo a las inalcanzables beldades, ella se pació
ante mí exhibiendo su belleza una y otra vez ¿como hace el alma del poeta para
olvidarlo? soy culpable de rimar su perfume, de teorizar su voz, de fecundarla en
papel, pude convertirla en la lírica perfecta y es cierto que ahora es mas mía que
de ella.
La conocí con una intención sofista de versos entre mis manos, esperando solo el
momento de soltar la intención y tomar su esencia, me puse con sinceridad la
mascara de amistad y me acerque a ella y allí precisamente en la lejanía de mis
manos y la cercanía de su cuerpo la tomo mi inspiración, su perfume inundo mi
cuarto con versos y ya no pude detenerme, melancólica, deseosa y culpable pero
amarrada por la ética que pregona de respetable, la tome quizás un poco ignorante
de que era ella exactamente ella, no predije que cristal se perdía entre las hojas ,
que era poseída por mis deseos, era ella que de forma etérea rozaba mi piel para
convertirla en un lago de fluidos celestiales, la sentí caminar en mi cuarto algunas
noches mientras la sublime melancolía se apoderaba de mis sentidos, cuantas
veces olvide quien era yo y quien era ella y si la noche se despajaba la imaginaba
mirando el mismo cielo y violaba las leyes del espacio para acompañarla y traerla
a mi lado, soy culpable y espero con humildad mi condena haré lo que sea para
compensarla porque allí en esa soledad donde la poseí aprendí a amarla, amarla
como solo se ama a lo inalcanzable así que espero el veredicto y les pido que no
tengan clemencia conmigo debido a que yo tampoco la tuve, fui ignorante y eso
no tiene perdón.
Un silencio fúnebre se apodero del aire y solo podía sentir los ojos de la intuición
clavados en mí como puñales en roca y me decían – Quema los poemas, Mata los
poemas- una y otra vez rebotaba en mi mente con voz masculina he imponente, -
quema los poemas, mata los poemas- el silencio de la sala se volvió oscuridad y
regrese a la nada de la que había llegado pero esta vez no estaba sola sus caras me
veían me acusaban, gritaban con ecos sordos en mis pensamientos- quema los
poemas, mata los poemas- la corte había hablado esta era mi sentencia, era la
única forma de que ella regresara, luego como una ola de ternura abrasadora sentí
sus manos consolándome para llevarme de nuevo a mi blanca habitación casi sin
muebles pero tan llena de todo, y al abrir mis ojos la note en todo el centro de la
habitación, hay estaba ella tan sencilla, como la diosa de la naturaleza, yo con
cientos de papeles que la contenían en mis manos las rimas de sus caderas eran mi
pecado, mi crimen imperfecto, tome el encendedor mientras vaciaba la papelera y
echaba los poemas en ella y esa beldad ahora tan física como nunca me miraba
suplicante y con la melodía del mas virtuoso de los Ángeles se dirigió a mi en un
ruego avasallante.
- ¡¡no me quemes!!, ahora soy yo quien te lo pido, puedo poseerte cuantas veces
quiera, puedes usarme cuantas veces quieras, soy mas feliz desde que he dejado
mi cuerpo para convertirme en tu musa ya no siento dolor, ni rabia ni desconsuelo
solo puedo sentir nuestra nostalgia-
-Tienes que irte- le dije-tienes que ser libre aunque muchas veces duela tu carne es
tuya y a ella le perteneces.
-no entiendes que esa celda no me deja respirar, me hace perderme en
abstracciones y luego ya no me encuentro.
-lo siento-
Apreté el encendedor, y la llama se reflejaba en sus húmedos ojos.
-¡¡Te quemaras a ti también!!- Grito con una desesperación insoportable y en ese
momento, recordé las palabras de la intuición que se metía en mí como puñales en
mi conciencia
son la misma persona, me había dicho mi intuición y ahora podía comprenderlo
allí estaba su alma pero también estaba la mía, me quede catatonica con el
pensamiento oprimiéndome con un peso insoportable, ella permanecía de pie a mi
lado a la expectativa de mi reacción pero yo no conseguía moverme, yacía en mi
letargo con una cadena de recuerdos bombardeando mi conciencia, esas frenéticas
noches de inspiración se habían apoderado de algo mas que de mi musa, habían
quemado mi humanidad para hacer el carbón que dibujaba las palabras y ahora era
que lo entendía allí estaba ella y yo conviviendo en un idilio de versos, de prosas
de tinta y papeles maltratatados, escudriñaba en mis ideas, conceptos, asta en mis
casuales presentimientos para tratar de encontrar una salida, pero no lo conseguí,
ya la sentencia estaba sobre mi y en estos momentos solo eso contaba, no tenia
idea de que pasaría conmigo al quemar los poemas pero el desenlace ya estaba
escrito y mi humanidad condenada a dejarme para siempre.
Un grito se concentro en la habitación cuando el fuego toco los papeles, su llanto
se volvía insoportable y mis tímidas y tortuosas lagrimas dejaban mis ojos una y
otra vez, de pronto ella salto sobre mis brazos, allí estaba esa fragancia, majar de
mis nostalgias, allí estaba apretando con un sufrimiento inconsolable su cuerpo
contra mi, un cuerpo que paresia tan real, y en ese instante al que el fuego
desvanecía me entregue a ella y sin que las palabras pasaran por mi razón le
susurre al odio -ahora yo soy tuya aunque nunca lo sepas- luego se desvaneció, y
mis brazos quedaron buscándola en el aire, ya los poemas eran solo cenizas y mi
habitación recibía la luz tenue de un vació amanecer, cuando mire hacia mi cama
hay estaba yo con una mirada inerte perdida en el horizonte y una sonrisa
indescifrable en mi rostro, como si la mona lisa me la hubiera regalado.