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El Crimen Imperfecto.

Hay estaba yo después de un día de labores he inevitables rutinas


deambulando entre mis pensamientos al lado de un cenicero donde no
cabía una ceniza mas, era un día de esos en que la melancolía atrae al
letargo y vuelve el espacio un poco efímero, hay estaba yo abstraída en
uno de esos poemas existencialistas cuando de pronto mis ojos se posaron
en el horizonte quizás con la intención de robarle unas cuantas ideas al
infinito y después de un momento note que el cielo tomaba un tono violeta
y cada segundo atraía velozmente la noche como violando las leyes de
tiempo, los objetos a mi alrededor se desvanecían, las paredes, los cuadros,
el cenicero encima de la mesa todo perdía su consistencia, asta que
desapareció todo vestigio de materia, estaba flotando en la nada y no era
negra ni blanca no era obscura ni clara solamente era nada. ¿O era toda mi
existencia? lo cierto es que solo yo estaba. ¿O solo eran mis pensamientos?
No, solo era ella la mujer dibujada en mi cabeza.

Y como si hubiese despertado de un sueño para entrar en una pesadilla la


nada con su rostro se volvió materia, una materia hecha de nada y de ella,
era una amplia habitación con bancos como una iglesia, su decoración un
poco medieval un tanto descuidad daba la impresión de que habían
condenado a muchas brujas a la hoguera en ese lugar. Frente a mí, el juez a
la izquierda y el juzgado a la derecha pero ninguno tenían rostros, ni ojos, ni
boca, ni nariz, ni cabello no había nada en sus caras, asta ese momento no
eran nadie, yo en el banquillo de los acusados sentí la afanante necesidad de
darles sentidos a esas extrañas criaturas así que tome un lápiz que conseguí
en una de las mesas y me dispuse a realizar mi mejor obra de arte, los
movimientos de mis manos eran maniacos, no podía controlarme y pintaba y
pintaba sin que pudiera siquiera entender lo que hacia, la inspiración me
utilizaba como una esclava, cuando hube terminado regrese a mí lugar y
tome un poco de aire para reponerme de la excitante compulsión de mis
manos y de pronto la jueza hablo con voz fuerte y señalándome.
- te acusan te robarle el alma a una persona.-

Me paralice de la impresión cuando sus ojos se fijaron en mí, porque eran sus
ojos, los ojos de mi musa y también su nariz, su cabello y su boca. Y la voz
que salía de su garganta también era ella y todo era mi culpa, voltee hacia el
juzgado por la fuerza de sus miradas y también eran ella todos con cabello
lacio y ojos grandes y todo era mi culpa.

- ¿Cómo se declara? Me pregunto la jueza con voz irritante.

- ¡¡INOSENTE!! Grito una voz de mujer desde el otro lado de la sala y por
alguna razón esta voz me pareció extrañamente familiar –como pueden juzgar
a alguien sin derecho a un abogado- dijo de nuevo la voz mientras se acercaba.

¡¡ Dios!! Pero si era yo misma, era yo aunque con un atuendo diferente que
me así lucir como una profesional desidia y fuerte, ella se acerco a mi, toco
mi hombro, se agacho y me dijo al oído
-resolveré esto-. ¿De que se trataba en realidad? ¿Qué hacia yo en ese
lugar? ¿De que me acusaban esos seres que yo misma había creado?

- se acusa a su cliente de haberle robado el alma a una persona.


¿Qué tiene UD que decir a esto?- Pregunto el juez esta vez dirigiéndose a
mi abogada.

-¿y quien la acusa?

- La Culpa.

- ¿La Culpa? Pregunto mi abogada sorprendida – ¿podría yo interrogar a la


culpa?
- Por supuesto, háganla pasar- ordeno la jueza.

Las puertas del juzgado se abrieron y apareció una mujer de muy


baja estatura con una túnica azul pálido sobre su cabeza y todo el cuerpo
cubierto por telas al azar del mis color de la túnica, la mujer tenia los ojos
debajo de la barbilla, era algo muy extraño, no se podían ver sus ojos y
siquiera se sabia si ella podía ver algo mas que sus pies que arrastraban
enormes cadenas que se fusionaban con sus tobillo lo que la hacia caminar
con suma dificultad.

Yo quede petrificada con aquella escena, esa criatura me acusaba


a mi de haberle robado el alma a una persona, el miedo me invadió y
comencé hacerme conciente que toda aquella escena era algo
verdaderamente irracional.

Cuando por fin la mujer después de un largo esfuerzo hubo


llegado al atril, mi abogada se lanzo contra ella con una escrutante aptitud.

-¿UD dice que mi cliente le robo el alma a una persona?

- así es. Respondió la despreciable criatura.

- ¿y que persona es esa? Su nombre es cristal, pero esto es


irrelevante, porque ella es el alma y la esencia de todo este mundo en el que
estamos personificando un papel secundario.

-ahora si que estoy en problemas- pensé pues comencé a considerar que era
culpable, Cristal era mi musa la que había creado del sentimiento de no
poder poseerla pero robarle su alma era otra cosa. ¿No?

-objeción su señoría exijo que la culpa se limite a responder mis preguntas-

-a lugar- decreto la jueza.


-cuéntenos su versión de la historia- Exigió mi abogada con su habitual aire
de superioridad

- Cristal era una muchacha muy alegre y de personalidad exuberante,


tenía una aptitud muy optimista hacia el mundo, su alma era libre indagaba
sobre el universo como un infante que empieza a descubrir lo objetos a su
alrededor, su mundo era extraordinario y mágico como salido de un cuento
de hadas, seres como elfos, gnomos, vampiros, Dioses mitológicos jugaban
un papel importante en su día a día eran canalizados y estampados en su
perspectiva del mundo. Yo se que su cliente hizo mal quizás de forma
inconsciente y esto me hace sentir miserable.

La culpa empezó a llorar, las lágrimas caían sobre sus pies sin cruzarse con
ningún obstáculo.

-su cliente conoció a cristal una tarde cualquiera y la melodía de su voz solo
podía compararse con una pieza de schaikoisqui por su dulce inocencia que
atraía a las utopías mas celestiales, ella quedo cautivada pero fue totalmente
conciente que evocando su recuerdo podría sacar las poesía mas hermosa
que jamás había escrito así que su cliente atesoro cada instante que pasaba
con Cristal, copio su andar, su voz, su rostro, su forma de ser en un lado
resguardado de su mente y así cada vez que su pluma tocaba las hojas de
papel estas contenía a cristal en todo su esplendor, pero yo soy el error en
todo esto, yo soy uno de los efectos de esta crearon pues su cliente no pudo
excluirme a mi de su ser al cometer este sacrilegio, cada vez que su cliente
escribía poemas mas y mas hermosos Cristal se iba sintiendo mas y mas
lejana de si misma, poco a poco iba dejando de pertenecerse, mientras su
cliente escribía ella estaba ausente de toda su realidad, sus familiares y
amigos le hablaban y ella respondía solo a veces de manera impersonal,
cuando su cliente dejaba de escribir Cristal volvía a ser ella pero cada vez en
menor grado asta que cierta madrugada desapareció por completo, ella
quedo allí en su habitación con la mirada asía el horizonte y nunca mas
pronuncio palabra ni hizo movimiento alguno y nadie pudo entender que le
había pasado, ahora su cliente la lleva consigo y a creado mil poesía que la
contienen incluyendo este mundo.
Todos en la sala quedaron atónitos y hubo un gran silencio perturbador que
duro unos segundos eternos, yo en el banquillo de los acusados no podía
retener mis lágrimas – pobre Cristal como la había hecho perderse, pero
¿Cómo podía ser? Si yo solo había escrito unos cuantos poemas, Dios!! Soy
un mostró ¿Cómo pude hacer esto? No, no era posible – Pensé mientras el
sentimiento me penetraba en las entrañas, clavaba sus unas en mis viseras y
me desgarraba - si pudiera volver el tiempo atrás y dejarle su alma me
pregunto si habrá una forma de devolvérsela – todo esto paso por mi cabeza
como un rayo y como el trueno de dicho rayo un eco resonó en mi interior,
luego mi abogada salio de su gran impresión ella pareció perdida por unos
momentos.

-Señoría, hay algún testigo que pueda corroborar la declaración de la culpa-

- Por su puesto tenemos un par de testigos- afirmo la jueza- uno es el Deseo


y la otra es la Melancolía.

En ese momento sentí que me observaban, Una mirada Clavada en mi


nuca, todos lo bellos de mi cuerpo e erizaron y sentí un frió estremecerme
por dentro, voltee de golpe para encontrarme con los ojos de un hombre al
final de la sala, estaba sentado en uno de los bancos en medio de la multitud
sin rostros, sus pupilas eran abismos llenos de conceptos indescifrables,
recuerdo que era muy hermoso pero algo siniestro, no significaba que fueran
diabólicos solo eran unos ojos siniestros, inescrutables eran excesivamente
negros al igual que su cabello que caía sobre su pálida frente, no puedo
sentir que sentí temor al verlo pues solo era un escalofrió que recorría todo
mi cuerpo no se porque causa quizás solo era el efecto de un mal presagio
que mi corazón no podía descifrar.

- Hagan pasar al Deseo- ordeno la jueza.


Nueva mente se abrieron las puertas y no podía evitar preguntarme quien
entraría esta vez por esas puertas, pero esta vez fue aun mas extraña que la
anterior era un ser de sexo indefinido, muy bien arreglado de cabello castaño
que apenas cubría sus orejas, sus ojos no eran muy grandes y sus cejas
estaban muy bien pobladas, tenia labios gruesos de un rosado jugoso que
incitaban a degustarlos, su andar inundo la sala con un perfume exquisito y
sentí ganas de dejarme llevar, se movía con una gracia espléndida todos sus
movimientos era imperturbablemente seguros con gran elegancia tomo el
atril, todos se sintieron cautivados excepto por el hombre de ojos negros que
aun clava su mirada en mi aunque ya no me perturbara.

-¿Dígame UD donde conoció a mi cliente? Abordo mi abogada si perder


tiempo y con una voz encantadora, algo ronca con propiedades de susurro el
deseo contesto.

- yo conocí a su cliente cuando esta tenia 11 de edad una noche cuando esta
veía Tv. en casa de sus abuelos cuando los roces de su pijama se volvieron
exquisitos.

- y UD conociéndola desde hace tanto tiempo, ¿considera que es capaz de


cometer el crimen que se le atribuye?

- lo cierto es que si, sus instintos son muy poderosos aunque ella es muy
sensata a veces se le hace imposible controlar los instintos carnales que la
empujan.

-¿entonces asegura UD que el crimen fue pasional?

-la verdad es que ignoro los motivos que la movieron, lo que puedo decir es
que yo presencie parte de la historia.

- Cuéntenos entonces.
- esa tarde en que su cliente conoció a Cristal si bien es cierto que se voz
atrajo a las utopías mas celestiales hubo otro factor que se gesto también en
sus entrañas, todo su cuerpo pareció embriagado por esa entonación que
semejaba el canto de las ninfas seductoras, la voz de Cristal era pura pero su
cliente era una esponja de pasiones y no pudo evitar transformarla en un
deseo reprimido, soy testigo de que su cliente intento evitarlo, construyo
muros a su alrededor para prohibirse tocarla, pero aunque ato sus manos sus
labios reclamaban un beso y como fue conciente de que esto era imposible,
la atesoro en un lado resguardado de su mente como ya ha dicho la culpa,
allí la amo mas de una vez en las palabras y entre líneas allí en la oscuridad
de las noches de inspiración, profano su cuerpo y embriago de su esencia las
paredes de su habitación donde se construían sus poemas, su cliente cada
vez escribió mas y mas porque cada vez que lo hacia la sentía mas y mas
cercana creyó que esa musa solo era una idealización de algo totalmente
diferente, pero era ella la propia cristal atrapada en sus deseos egoístas, en
sus aspiraciones de rimas perfectas. Y aquí en mis manos poseo una prueba
incriminatoria.

- que descaro el del deseo- pensé- después de apoderarse de mi de golpear a


mi sensatez a la cara, de embriagarme de seducirme ahora declara contra mi
he inclusive trae pruebas.

- ¿y de que se trata esa supuesta prueba? Pregunto mi abogada.

- es un poema lleno de deseo, es una parte del alma de Cristal aquí


justo sobre mis manos.
Mi abogada hizo un gesto impulsando al Deseo a leer el poema.

La soledad se ha vuelto tolerable,


Detrás de tus ojos que miran
Desde algún lugar de mi cuarto.

En este instante se difuminaron las añoranzas,


Los espasmos de mis labios ansiosos
La cara fría del olvido y la muerte.

Tu ausencia tan transparente


Se va a través de los muros
Para hacerte inmortal en este sueño
A pesar del sepulcro inquebrantable.

Te siento dormir en las noches sobre mi regazo,


Para colarte con dulzura entre mis heridas
Para esperar alguna utopía mía.
Y tomar parte en mi mísero infinito de fantasía.

-¿De donde sacaste eso infame, miserable?- grite desde lo mas profundo de mi
estomago, mientras las lagrimas rodaban por mis mejillas, toda la sala quedo congelada,
como catatonicos, el tiempo se detuvo, como si mi voz tuviera una propiedad
paralizadora, mire a todos lados y la escena me produjo un espasmo sombrío, todos allí
inmutables con las miradas claramente descifrables, excepto por una el hombre de ojos
negros al final de la sala que aun continuaban siendo inescrutables, de pronto el giro su
cara hacia mi en un movimiento que amenazaba con ser mecánico, sus abismazos ojos
negros me veían como impersonalmente tuve la sensación de que miraba algo dentro de
mi, que ni yo misma lograba sabe que era, mis pensamientos parecían estar gestando
una idea ambigua. Permanecí en este estado meditativo por un par minutos asta que
alfil llego a mi –SON UNA SOLA PERSONA-esto resonó en mi cabeza como un eco
prolongado, no sabia que quería decir pero la frase no me abandonaba, el continuaba
allí mirándome y como si se hubiese comunicado con mis pensamientos mas
inconscientes, pensé en sentarme y calmarme.
-muy bien, muy bien, si todo esto es cierto entonces UD es cómplice del crimen y es un
ser vil afirmo con ímpetu mi abogada.

-No me complazco al decir esto pero la verdad solo soy un juguete de su cliente ella me
llama y luego por fidelidad yo no la abandono.

Mi abogada pareció perder las cabales - ¡¡Hipócrita!! Exclamo.

La jueza golpeo con su mazo la mesa y mi abogada antes de dejarla pronunciar palabra
se disculpo, inhalo aire fuertemente tratando de recuperar su serenidad.

-No tengo mas preguntas su señoría-

El deseo bajo del atril sin quitar la vista del juzgado, solo pretendía seducirlo con sus
movimientos y creo que de cierto modo lo logro, en ese momento la jueza hablo para
decretare 30 min. de receso y todos se dispusieron a salir de la sala el juzgado, la culpa,
l deseo, el hombre de ojos misteriosos al que apode la intuición solo quedamos mi
abogada y yo y por primera vez sentí ansias de tocarlas haber si no se trataba de un
espejo, pero algo en ella era muy diferente a mi, actuaba sin escrúpulos muy
decididamente.

-creo que el caso esta difícil, probablemente eres culpable- me dijo con un color de voz
que rebelaba cierta tecnicidad- hay pruebas incriminatorias en tu contra y no he
conseguido ninguna para refutarlas.
-pero tienes que hacer algo no puedes dejar que me condenen sin tener derecho a
redimirme- le dije con angustia, entonces se inclino sobre la mesa mirándome fijamente
como para hacerme entrar en razón.

-¿Sabes porque estoy aquí defendiéndote?-

- no estoy segura pero supongo que de alguna forma te condenarían a ti también.


- pues estoy aquí defendiéndote porque tu eres incapaz de hacerlo, estas llena de
culpa y de emociones efímeras que no sirven para nada mas que para volverte un
ser flemático y débil y estoy defendiéndote porque si te declaran inocente no
tendremos que volver a ser tu nunca mas yo ganare.
- Quieres matarme!!
- Que estupideces dices, tu nunca vas a morir si sobreviven tus poemas – dijo ella
un poco alterada- pero necesito tomar el control para que todo marche bien-
entiendes?.
- eso creo- conteste- pero, ¿que si me declaran culpable?

-Por como van las cosas probablemente lo hagan, pero la verdad desconozco cual será
la condena, yo estoy aquí tratando de evitarlo.

Mientras la conversación tenia lugar, recordé las palabras de mi intuición, SON UNA
MISMA PERSONA, ¿seria esto a lo que se refería? Probablemente eso sea, pensé.

Mi abogada se retiro de la mesa y comenzó a caminar de un lado para otro


meditabunda tratando de encontrar una solución a todo, asta que con un severo dijo:
-Tienes que mentir
-No, no lo haré, soy culpable de todo lo que se me acusa, y si cometí este delito de
manera inconsciente lo remediare, no quiero que me condenen pero no mentiré, tengo
que intentar devolverle su alma y no lo haré con mentiras-
El rostro de mi abogada tomo un aire muy serio y dijo.
-entonces atente a las consecuencias, tu eres culpable porque te crees culpable, porque
te sientes así y el hecho de que lo seas o no es irrelevante, todavía falta algún tiempo
para tu declaración así que piensa bien lo que harás, piensa lo que te conviene.
En ese momento entre como en un trance tratando de archivar cada idea en su lugar
pero se me era imposible, todo daba vueltas: la frase de la intuición, ls palabras de mi
abogada y la imagen de mi musa imperturbable en mi mente.
- si me declaran inocente me convertiré en una persona totalmente practica, peo esta
practicidad empañara la intensidad de mis emociones ¿estere dispuesta a pagar este
precio?, pensaba todo esto mientras mi abogada revisaba cientos de papeles los cuales
no tenia idea que eran.
- tengo que mentir- esto era lo que menos estaba dispuesta hacer.
Mis reflexiones se veían interrumpidas por la jueza que regresaba del receso
decretando que se reanudara la sección, poco a poco todos entraron por segunda vez a
la sala y empecé a sentirme extrañamente complacida, sabia que me condenarían
culpable y al pensarlo sentí cierto bienestar con el hecho de imaginar que lo hicieran
quizás eso me liberaría de ese sentimiento de culpa.

-Que pase la melancolía- ordeno la jueza y de las puertas de la sala emergió un ser de
cualidades netamente femeninas, la sala se impregno de cierto aire de sutil tristeza
con una brisa que recordaba las tardes de lluvia, sus ojos eran grandes y azules casi
transparentes, y su cabello rubio y ligeramente ondulado. Vestía con telas traslucidas
que dejaban adivinar su figura impecable, era un ángel que sufría por haber
abandonado el cielo, algunas lágrimas rodaron por los rostros de la audiencia y el
jurado, mientras otros solo paresias tremendamente inspirados, yo solo me sentí
completamente expresada. Al Melancolía subió a atril con la mirada lavada en el
suelo paresia querer llorar pero no lo hacia estaba siendo consolada.

Mi abogada no pareció afectarle en nada su presencia así que la a bordo de una vez:
- dígame de una vez ¿Qué sucedió?
- Yo conocí a su cliente hace unos cuantos años en medio de un amor del pasado y
una sensación de total vació, era una noche de lluvia y no se escuchaba nada mas
entre la ella que los pensamientos de su cliente que hacían un intento por llamar a
las musas reviviendo y resintiendo los momentos que nunca se consumaron yo
había trascendido y no volví a ver a su cliente desde esa noche en que algo me
llamo a ella, cuando fui a verla estaba en su habitación pero advertí que no estaba
sola, la acompañaba una hermosa musa que daba forma a sus palabras rea una
relación hermosa, inspiradora así que accedí a quedarme por algunas noches, las
ayude a escribir las acompañe asta embriagar paginas completas con mi esencia
había noches en que su cliente quedaba completamente extasiada y deslumbrada
después de los poemas rompía en llanto asta dormirse.
- ¿Quién era esa musa que acompañaba a mi cliente? ¿puede decírnoslo?
Pregunto mi abogada con cierto ímpetu irónico.
- La verdad es que no lo se con precisión, pero esta paresia tener cualidades
propias, no era solo una expresión de la mente de su cliente, era alguien con
personalidad propia.
- ¿la verdad es que UD no lo sabe?
- No se su nombre..
- No mas preguntas su señoría – interrumpió mi abogada con esa actitud tagante y
arrogante que yo odiaba.

La melancolía tomo asiento entre el publico al lado del deseo y la culpa y yo no


podía dejar de sentir su presencia esa que colmaba cada parte de mi cuerpo y hacia
perdurar cada segundo como un momento eterno, siempre que había estado en su
presencia había sido un momento de total inercia para cualquier otra emoción porque
solo era consumida por ella, ella era una tristeza soportable de la que no deseaba salir,
anulaba la ansiedad o cualquier otra emoción.

Luego la huesa pregunto a mi abogada si quería llamar algún otro testigo.

-Si; su señoría – contesto – mi testigo probara que mi cliente siempre actuó según una
clínica moral, así que no hay nada de que acusarla si no de ser un ser humano
vulnerable, mi testigo es la Ética.

- Que pase adelante – ordeno el juez una vez mas-

Esta vez entro en la sala un respetable hombre de mediana edad de unos 35 o 40 años
todo en el paresia estar perfecto, su traje en cada milímetro señalaba perfección su
cabello paresia colocado con suma predisposición sobre su cabeza, tenia una imagen
completamente honorable, mantenía un perfil alto mostrándose con orgullo a toda la
sala, su rostro también era perfecto a pesar de su edad bien afeitado no puede decir
que era elegante solo algo meticuloso yo me preguntaba si el tendría un versión
convincente sobre mi papel en esta historia algo en el me lo afirmaba.

La aptitud se había volcado a una amabilidad intachable abordo al hombre con el mas
afable respeto.

- Mis cordiales saludos- digo - ¿podría decirme UD donde se encontraba cuando mi


cliente conoció a cristal?
- Bueno, abogada mi empleo consiste en estar vigilante del buen actuar, llego a
convertirme a veces en la voz de la conciencia así que estaba a su lado cuando
esto ocurrió y aunque se sentía entre ellas un fuerte magnetismo su cliente no
cedió, actuó con su habitual cordialidad pero nada mas, ni demostró su impresión
ni se dejo consumir por las llamas del deseo que estaba presente.
- ¿UD afirma que el deseo intento incitar a mi cliente?
- Si señora aunque su cliente no cedió – respondió solemnemente la Ética.
- ¿de que forma el deseo insito a mi cliente?
- Admito que el deseo no actuó de forma sexual mas bien la incitaba a querer
permanecer por ella a acercarse a su alma a su ser.
- ¿con que fin?
- Con el fin de algún día poder besarla.
- OK, entonces mi cliente no cedió.
- En absoluto
- Ahora, por favor dígale al jurado las razones por las cual el hecho de besarla le era
vedado a mi cliente.
- Porque cristal le pertenecía a alguien más alguien que la dejaba libre para ser
quien era.
- Muy bien entonces alga UD que mi cliente es inocente, porque no hubo
indulgencias en sus actos, respeto el espacio de cristal y lo único que hizo fue
escribir poemas. ¿no?
- Así es.

-¡¡ Soy culpable!! Grite levantándome del asiento

Mis manos temblaban y tuve la sensación de desvanecerme por el peso de todas


las miradas de la sala que se abrían ante mi asalto inesperado.

-Yo lo hice, le robe su alma, no hay testigo que pueda negarlo- mi abogada se
acerco para detenerme pero la aparte con un gesto, tras lo cual la jueza me invito a
subir al atril-.
-Tengo 24 años y he cometido sacrilegios toda mi vida, he usado a las mujeres
como imagen para mis musas, pero solo a las inalcanzables beldades, ella se pació
ante mí exhibiendo su belleza una y otra vez ¿como hace el alma del poeta para
olvidarlo? soy culpable de rimar su perfume, de teorizar su voz, de fecundarla en
papel, pude convertirla en la lírica perfecta y es cierto que ahora es mas mía que
de ella.
La conocí con una intención sofista de versos entre mis manos, esperando solo el
momento de soltar la intención y tomar su esencia, me puse con sinceridad la
mascara de amistad y me acerque a ella y allí precisamente en la lejanía de mis
manos y la cercanía de su cuerpo la tomo mi inspiración, su perfume inundo mi
cuarto con versos y ya no pude detenerme, melancólica, deseosa y culpable pero
amarrada por la ética que pregona de respetable, la tome quizás un poco ignorante
de que era ella exactamente ella, no predije que cristal se perdía entre las hojas ,
que era poseída por mis deseos, era ella que de forma etérea rozaba mi piel para
convertirla en un lago de fluidos celestiales, la sentí caminar en mi cuarto algunas
noches mientras la sublime melancolía se apoderaba de mis sentidos, cuantas
veces olvide quien era yo y quien era ella y si la noche se despajaba la imaginaba
mirando el mismo cielo y violaba las leyes del espacio para acompañarla y traerla
a mi lado, soy culpable y espero con humildad mi condena haré lo que sea para
compensarla porque allí en esa soledad donde la poseí aprendí a amarla, amarla
como solo se ama a lo inalcanzable así que espero el veredicto y les pido que no
tengan clemencia conmigo debido a que yo tampoco la tuve, fui ignorante y eso
no tiene perdón.

Un silencio fúnebre se apodero del aire y solo podía sentir los ojos de la intuición
clavados en mí como puñales en roca y me decían – Quema los poemas, Mata los
poemas- una y otra vez rebotaba en mi mente con voz masculina he imponente, -
quema los poemas, mata los poemas- el silencio de la sala se volvió oscuridad y
regrese a la nada de la que había llegado pero esta vez no estaba sola sus caras me
veían me acusaban, gritaban con ecos sordos en mis pensamientos- quema los
poemas, mata los poemas- la corte había hablado esta era mi sentencia, era la
única forma de que ella regresara, luego como una ola de ternura abrasadora sentí
sus manos consolándome para llevarme de nuevo a mi blanca habitación casi sin
muebles pero tan llena de todo, y al abrir mis ojos la note en todo el centro de la
habitación, hay estaba ella tan sencilla, como la diosa de la naturaleza, yo con
cientos de papeles que la contenían en mis manos las rimas de sus caderas eran mi
pecado, mi crimen imperfecto, tome el encendedor mientras vaciaba la papelera y
echaba los poemas en ella y esa beldad ahora tan física como nunca me miraba
suplicante y con la melodía del mas virtuoso de los Ángeles se dirigió a mi en un
ruego avasallante.
- ¡¡no me quemes!!, ahora soy yo quien te lo pido, puedo poseerte cuantas veces
quiera, puedes usarme cuantas veces quieras, soy mas feliz desde que he dejado
mi cuerpo para convertirme en tu musa ya no siento dolor, ni rabia ni desconsuelo
solo puedo sentir nuestra nostalgia-

sus ojos grandes y hermosos se llenaban de lagrimas, como deseaba abrazarla y


consolarla pero, tenia que hacerlo, tenia que quemar los poemas, no era justo
condenarla eternamente a mi, algún día se hartaría o quizás peor se marchitaría
cuando mis tortuosas emociones regresaran.

-Tienes que irte- le dije-tienes que ser libre aunque muchas veces duela tu carne es
tuya y a ella le perteneces.
-no entiendes que esa celda no me deja respirar, me hace perderme en
abstracciones y luego ya no me encuentro.
-lo siento-
Apreté el encendedor, y la llama se reflejaba en sus húmedos ojos.
-¡¡Te quemaras a ti también!!- Grito con una desesperación insoportable y en ese
momento, recordé las palabras de la intuición que se metía en mí como puñales en
mi conciencia
son la misma persona, me había dicho mi intuición y ahora podía comprenderlo
allí estaba su alma pero también estaba la mía, me quede catatonica con el
pensamiento oprimiéndome con un peso insoportable, ella permanecía de pie a mi
lado a la expectativa de mi reacción pero yo no conseguía moverme, yacía en mi
letargo con una cadena de recuerdos bombardeando mi conciencia, esas frenéticas
noches de inspiración se habían apoderado de algo mas que de mi musa, habían
quemado mi humanidad para hacer el carbón que dibujaba las palabras y ahora era
que lo entendía allí estaba ella y yo conviviendo en un idilio de versos, de prosas
de tinta y papeles maltratatados, escudriñaba en mis ideas, conceptos, asta en mis
casuales presentimientos para tratar de encontrar una salida, pero no lo conseguí,
ya la sentencia estaba sobre mi y en estos momentos solo eso contaba, no tenia
idea de que pasaría conmigo al quemar los poemas pero el desenlace ya estaba
escrito y mi humanidad condenada a dejarme para siempre.
Un grito se concentro en la habitación cuando el fuego toco los papeles, su llanto
se volvía insoportable y mis tímidas y tortuosas lagrimas dejaban mis ojos una y
otra vez, de pronto ella salto sobre mis brazos, allí estaba esa fragancia, majar de
mis nostalgias, allí estaba apretando con un sufrimiento inconsolable su cuerpo
contra mi, un cuerpo que paresia tan real, y en ese instante al que el fuego
desvanecía me entregue a ella y sin que las palabras pasaran por mi razón le
susurre al odio -ahora yo soy tuya aunque nunca lo sepas- luego se desvaneció, y
mis brazos quedaron buscándola en el aire, ya los poemas eran solo cenizas y mi
habitación recibía la luz tenue de un vació amanecer, cuando mire hacia mi cama
hay estaba yo con una mirada inerte perdida en el horizonte y una sonrisa
indescifrable en mi rostro, como si la mona lisa me la hubiera regalado.

Tres meses después se expone en la galería regional una nueva artista


contemporánea, Cristal Marjal ella alega que no conoce el rostro de la mujer que
pinto en sus cuadro pero que desde hace unos meses solo puede pintarla a ella
con estilo exquisito que atrapa a las utopías mas celestiales…

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