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Adolescencia y modelos de identificación.

Entre la globalización y el nuevo siglo (Balardi)

1. El nuevo contexto: tiempos de cambio

Vivimos en tiempos de cambio intenso y vertiginoso. El marco se puede resumir a la globalización,


que afecta a todas las dimensiones dela vida humana. La generación del conocimiento también ha
disparado, cada vez en un contacto más estrecho con el mundo productivo. Ingresamos así en un
modo de consumo dinámico, voraz y omnipresente, las nuevas configuraciones impactan en las
familias, sus dinámicas, sus posibilidades y sus proyectos. Las identidades territoriales pasaron de
ser (modernidad) territoriales y mono lingüísticas, las actuales (posmodernidad) pasan a ser
transterritoriales y multilinguistica. La característica identitaria más relevante en la del consumo,
los excluidos a su vez refuerzan su territorialidad articulándola con las nuevas exigencias del
consumo que se apropiara a como dé lugar.

Los medios de comunicación son agencias privilegiadas de socialización, promocionan


constantemente el consumo. Las pantallas se han convertido en la principal fuente de experiencias
e información para organizar su mundo (en competencia con la escuela y la familia). Estos
procesos se enmarcan en la caída de los grandes relatos de la modernidad, que organizaban la
racionalidad histórica alrededor de proyectos políticos; hoy el único gran relato parece ser el
mercado. Somos iguales en tanto ciudadanos, no como consumidores; la necesidad se impuso
sobre la libertad.

Se promueven los valores del mercado: competencia y productividad. Aparecen los modelos de
vida más light. “Hace la tuya” aparece como incentivo a la satisfacción inmediata. Se orienta la
instrumentalización de la vida, hacia un mundo definido por bienes, reales o simbólicos. El
paradigma eficientista pasa a ser el valor dominante por el que se miden las cosas. Las personas
también son clasificadas en ganadores (existen) y los perdedores (los que no existen). Los
perdedores para existir deben buscarle la vuelta al asunto, planteando el destino final del esfuerzo
(como valor) donde existe una suerte de alienación a lo dado.

Estamos en una época donde se pierden los valores históricamente instituidos, expresa un cambio
de época. Así muchos adolescentes pueden parecer más realistas que los padres, porque
preguntan sobre le margen posible de sus logros, sin llegar a ser cínicos, navegan entre la
simulación de sujetos críticos y personas funcionales. La incertidumbre del futuro pasa a ser una
preocupación casi general. Los jóvenes tienen menos vocación para cambiar el mundo y luchan
más por integrarse a él. Se cruzan así la joven clase media, con el joven piquetero. La mayoría de
los jóvenes expresa menos interés por los temas públicos que en otro tiempo pero no porque no
experimenten disconformidad, si no que la expresan de otra forma: rock, rap, murga. Junto a ello
se observa el incremento de la violencia, la exclusión, el descreimiento colectivo, consumismo
exacerbado y el adelgazamiento de la perspectiva solidaria.

2. Adolescentes en plural: los unos y los otros

Pensar en adolescencia nos lleva a imaginar en sujetos prototípicos con características estáticas.
Pero ahora, en una sociedad que se juveniliza, los rasgos tradicionales no alcanzan para
nombrarlos. Se desestructura la juventud hacia arriba (mayor exigencia de acreditaciones
educativas, dificultad de insertase en el marcado y la dificultad por salir del hogar paterno) y hacia
abajo (por las demandas tempranas, iniciaciones precoces y el desarrollo de culturas consumistas
preadolescentes). Tenemos entonces en convivencia adultos juvenilizados junto a jóvenes
adultizados por necesidad. También encontramos como problema el embarazo adolescente cuyo
mayor factor es la expectativa que les genera sentirse queridas y de tener alguien a quien querer,
así como lograr un cambio de status al ser madre (cosa que está lejos de concretarse).

Las distancias de quienes comparten una edad cronológica se transforman en brechas. La


adolescencia está lejos de ser un sector social homogéneo, sumado a la enorme segmentación
cultural que existe. El amplio abanico de quienes discurren por estas edades los hay desde
semejantes hasta casi irreconocibles. Ya no es posible hablar de adolescencia en singular, quienes
hoy están asumiendo responsabilidades adultas, están por un universo comunicacional juveniliza
que facilista su constitución en tribus juveniles diferenciadas.

3. Modelos de identificación. Identidad, tecnología y consumo.

Las nuevas tecnologías reorganizan la sociedad, la influencia de los medios de comunicación es


enorme. Junto al advenimiento masivo de las pantallas y la primacía de la imagen, se exigen
individuos de buena imagen. Se busca producirse de modo virtual, mediante quienes puedan
acceder a un menú desplegable. Aparecen nuevas exigencias: belleza corporal, cuidado del
cuerpo, exhibición de masas, teleprecencia, etc. En la omnipresencia de la dimensión narcisista, el
otro queda reducido a su aparición, con la misión de confirmar nuestra imagen. Los modelos se
han convertido en modelos de identificación para muchos adolescentes.

No se puede ignorar la presencia de bulimia y anorexia, trastornos recurrentes en épocas donde se


exige cierta imagen. Se tiene en cuenta las individualidades del sujeto, pero en la segregación de la
neurosis no hay patología sin historia del sujeto, ni tampoco si historia social. Estamos en
presencia de nuevos valores: tener un buen cuerpo, ser fuertes y poderosos. El énfasis esta puesto
en ganar y poco importan los medios, hasta instrumentalizar a otra persona cuenta. Los jóvenes
expresan en encuestas no tener modelos para seguir, porque cuando el joven es tomado por la
sociedad como modelos de ser, tienen dificultades en hallar modelos.

Los adolescentes enfrentan un periodo histórico crecientemente conflictivo para integrarse


creativa y constructivamente a la sociedad, pero que no se les facilita. Se estimula la juventud
como valor en sí mismo; mostrando su raíz ilusoria, alimentando frustraciones y generando un
sentimiento de inseguridad ante las crecientes dificultades de integración. Las nuevas
generaciones viven la tecnología como entorno y medio ambiente. La instantaneidad y el reino del
presente representan su lugar de residencia dinámica. El tiempo y espacio si viven de forma
diferente. Se produce un nuevo entrelazamiento online, surge la necesidad de estar conectados
con una nueva percepción acerca de lo público y lo privado. Son muchos cambios que dan nuevas
modalidades de vida y relación.

4. Consumación o consumo

Participamos en una sociedad construida predominantemente en procesos de consumo. La


diferencia entre jóvenes y adultos consiste en que los primeros están obligados a constituir su
identidad alrededor de este contexto, mientras que los otros fueron socializados en otro tiempo
aun que están tensionados por la fuerte demanda juvenil.
Se estimula la posesión como valor, signo de éxito, se supone que tal consumo nos haría libres y
felices. Si en el consumo se construyen las identidades ya no se trata de tener, si no de ser. El
sujeto mismo está en juego, por lo que no deben extrañarse el consumo compulsivo, formula de
las adicciones. Se consume de manera implícita, naturalizada, veloz y vorazmente, la publicidad
empuja a lo nuevo. Las nuevas identidades se construyen entre pares sin impares, es un tiempo de
ausencia de adultos y ya no se pueden contrastar por ende. El adulto fuerte ahora es adulto
liquidado.

5. El cambio en las relaciones de género y generacionales

Respecto al ámbito del saber, existen modificaciones en la relación entre estas y las distintas
generaciones. El saber no está solo del lado de los adultos, especialmente del lado de la
tecnología. Las relaciones de saber y poder se vienen modificando. Los adultos se sienten
vulnerables ante todos los cambios de la sociedad, no tienen todas las respuestas, a veces ni
siquiera pueden ofrecer alguna. Los jóvenes empiezan a ver que incluso la experiencia ya no es
modo adecuado de enfrentar los hechos, por lo que las relaciones horizontales crecen en
importancia.

Se ve otro cambio respecto a las relaciones de género, los medios ahora reproducen a niñas
heroínas, preadolescentes que lideran grupos mixtos, con un rol activo no subordinado. La
posibilidad de identificarse con nuevos modelos va diseñando un nuevo panorama en las
relaciones de género.

Hasta hace poco los adultos se oponían firmes a los hijos y estos se rebelaban (con causa), hoy
acompañan más que orientan. Frente a esto el acto rebelde se convierte hacia el propio cuerpo
(tatoos, piercing). Antes la disconformidad se expresaba con rebelión, hoy con desconexión, los
jóvenes viven en un mundo paralelo donde no tienen a quien confrontar. Los jóvenes hoy son más
libres de lo que fueron sus padres. Antes la juventud no navegaba en la incertidumbre, hoy lo hace
en aguas turbulentas. Poseen más información para la vida, pero más restricciones materiales y
simbólicas, cuya salida es a veces la realidad virtual.

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