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“El Siervo de Jehová”

Ps Alex Donnelly

“LA MISIÓN DEL SIERVO”

Introducción

La palabra ‘Misión’ indica lo que hace el siervo de Dios, mientras que la palabra ‘Ministerio’
indica cómo lo hace.

Pero, ¿en qué consiste la misión cristiana? Tradicionalmente, ha sido entendida como ‘la
proclamación del evangelio del Señor Jesucristo’, o ‘la tarea de hacer discípulos’. En ese caso, el
énfasis ha sido puesto sobre un ‘evangelio espiritual’, en el cual se procura atender a las
necesidades del alma (o del espíritu) del ser humano. Sin embargo, durante los últimos años,
muchos en la Iglesia han definido la misión cristiana de la siguiente manera: ‘ministrando la
totalidad del evangelio de Cristo a la totalidad del ser humano’; es decir, el énfasis ha sido puesto
sobre un ‘evangelio social’.

Cuando estudiamos la Biblia, hallamos que un concepto muy importante en la misión cristiana es
‘el reino de Dios’. Este fue el tema central de la misión, tanto de Juan el Bautista (Mateo 3:2)
como del Mesías (Mateo 4:17) - ¡aunque hubo grandes diferencias entre ellos, en cuanto a cómo
cumplieron esa misión!).

Al estudiar los Cánticos del Siervo, una pregunta interesante es, ‘¿Cuál fue la misión del Siervo?’

Aunque la palabra, ‘reino’ no se emplea en los Cánticos del Siervo, un concepto central que
hallamos en esos Cánticos es el de ‘justicia’ (hebreo, ‘mishpat’)1. Por ser un término tan
importante, lo debemos estudiar en detalle. Pero también debemos prestar atención a los dos
verbos que se usan en relación con este sustantivo – “él traerá justicia a las naciones” (Is 42:1,
3), y “hasta que establezca en la tierra justicia” (Is 42:4). El primer verbo tiene que ver con la
tarea de ‘proclamar’ justicia, mientras que el segundo verbo tiene que ver con la tarea de
‘practicar’ justicia. Estas dos acciones abarcan la misión del Siervo.

1. PROCLAMANDO el Evangelio del Reino

La misión del Siervo es definida claramente en el primer Cántico: “él traerá justicia a las
naciones” (Is 42:1, 3). Pero, ¿qué significa esto? ¿Qué implica?

La palabra, ‘mishpat’, significa ‘una sentencia judicial’ o una ‘decisión con carácter legal’ (ver
Núm 27:21, “juicio”; Deut 16:18, “juicio”); sin embargo, también puede significar aquello que es
‘justo’ o ‘correcto’ – es decir, ‘un orden justo’.

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Este término se encuentra en cada uno de los Cánticos (ver Is 42:1, 3-4; 49:4; 50:8; 53:8).

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Ahora veamos los verbos empleados con respecto a la misión del Siervo. El primer verbo es
‘yatsa’, que significa, ‘hacer salir’. También se traduce como ‘producir’ (Gén 1:12, “produzca”)
o ‘proclamar’ (Is 2:3, “saldrá”). ¡Cristo hace ambas cosas!

a. El Siervo Produce ‘Justicia’ para el Mundo

¿Cómo? El mundo es caracterizado por injusticia (Rom 1:18). Dios reacciona contra esta
injusticia, con ‘ira’; es decir, aplica Su ‘juicio’. Este es el gran problema del ser humano (no la
pobreza, o alguna otra necesidad ‘social’).

Por lo tanto, la misión encomendada al Siervo fue la resolver esta situación. Su tarea era producir
justicia, para un mundo caracterizado por injusticia.

¿Cómo lo hizo? En dos maneras:

i. Por medio de Su vida – una vida de obediencia absoluta a la ley de Dios (Gál 4:4).
Él vino como el ‘segundo Adán’ (1 Cor 15:45), y obró justicia a favor de Su pueblo
(Rom 5:19). Produjo una situación de ‘justicia’ donde no la había, y lo hizo a favor
de las personas a quienes representaba (los escogidos de Dios).

ii. Por medio de Su muerte – una muerte expiatoria y propiciatoria (Rom 5:18). Él
satisfizo las exigencias de la justicia de Dios, a favor de otros.

Esa ‘justicia’, que el Siervo obró a favor de otros, permitió a Dios ‘justificar’ a los pecadores; a lo
menos, a aquellos que ponen su confianza en Cristo (Rom 3:24-26). Este es el corazón del
evangelio (ver Rom 1:17), aunque lamentablemente es un tema sobre el cual se predica muy
poco, y es entendido aun menos, por la mayoría de creyentes.

Hay otro detalle que debemos observar. Esta ‘justicia’, que es producida por el Siervo, está
vinculada con un pacto. Por eso en Is 42:6 Dios dice, “te pondré por pacto al pueblo…”. Este
pacto es descrito en mayor detalle en Is 53, y lo menciona Cristo en la institución de la Santa
Cena (Mat 26:28). Dios estableció un pacto con Adán (un pacto de obras); pero estableció un
nuevo pacto con el ‘segundo Adán’ (un pacto de gracia). Ver 1 Cor 15:21-22 y Rom 5:12-21.

b. El Siervo Proclama ‘Justicia’ para el Mundo

Aunque el texto original de Is 42:1 (en hebreo) dice, “el traerá justicia a las naciones”, es
interesante ver la manera en que Mateo cita este texto (en griego), en Mat 12:18: “a los gentiles
anunciará juicio”. Es decir, habiendo producido una situación de justicia, la tarea del Siervo es
anunciar a todo el mundo ésta ‘justicia’, la cual cubre la falta de justicia ante un Dios santo. Sin
esta proclamación, la producción de la ‘justicia’ perfecta, carecería de sentido.

¿Cómo se proclama esta ‘justicia’? El Siervo lo hace, “por medio de la verdad” (Is 42:3). Este es
un concepto muy importante, especialmente cuando dialogamos con un miembro de la Iglesia
Católica Romana. Aunque la ‘justicia’ que el Siervo logra establecer, es una justicia ‘ajena’,
como dijo Martín Lutero (es decir, no es nuestra, en el sentido de que no la hemos obtenido por
medio de nuestros propios esfuerzos), no por ende es una justicia ficticia. La ‘justicia’ es real, es

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verdadera; es más, es salvífica (es suficiente para salvarnos). Por ende, necesita ser proclamada,
y debe ser proclamada.

APLICACIÓN – Nuestra misión es una extensión de la misión de Cristo. No podemos producir


‘justicia’, porque Cristo ya lo hizo, perfecta y completa; pero sí podemos proclamarla (Mat
28:18-20). Sin embargo, debemos asegurar que nuestra proclamación de la ‘justicia’ sea según la
verdad (1 Tes 2:3-4; 2 Cor 2:17; 4:2).

En primer lugar, debemos recordar que la proclamación del evangelio es más que simplemente la
proclamación de una oferta (con un énfasis exagerado sobre los beneficios del evangelio, y muy
poca referencia a las condiciones que el mensaje de salvación exige). Tomemos en cuenta que lo
que estamos proclamando es un pacto. En otras palabras, es algo realmente serio (como un pacto
matrimonial); no se debe entrar en este pacto livianamente. Se debe explicar en detalle cuál es la
‘justicia’ que Dios ofrece al pecador, para que sea entendida y aceptada (juntamente con todas las
condiciones que Dios impone). Para lograr esto, es necesario todo un trabajo de preparación,
antes de pedir al pecador que acepte el pacto que Dios le ofrece (ver como Moisés hizo esto,
cuando se trató del pacto entre Dios e Israel, en Éx 24:3-8).

Hoy en día se ha ‘barateado’ el evangelio. La naturaleza del pecado, y la obra de Cristo, no son
explicadas con suficiente detalle. Se enfatiza demasiado el amor de Dios, Su misericordia y Su
perdón.

Necesitamos volver al verdadero evangelio con más seriedad. ¿Por qué? Porque solo un
evangelio serio (profundo) es lo que realmente logrará hacer lo que leemos en Is 42:7 (comparar
Is 61:1-3). La obra de salvación es muy seria; sino, no hubiera sido necesaria la muerte del Justo.
Hay cosas muy profundas que Dios tiene que hacer en nuestras vidas, para salvarnos. Por ende,
lo que se requiere es una proclamación profunda y seria del evangelio, para que el plan de
salvación realmente sea entendido, y así hecho efectivo

2. PRACTICANDO el Evangelio del Reino

Consideremos ahora la segunda frase que Isaías emplea para describir la misión del Siervo:
“hasta que establezca en la tierra justicia” (Is 42:4). El verbo (en hebreo) es ‘sum’, que significa
‘colocar’ o ‘poner’. Este verbo se usa cuando Dios colocó al hombre en el huerto de Edén (Gén
2:8), y cuando Dios puso una marca en la frente de Caín (Gén 4:15).

El evangelio de la ‘justicia’ de Dios no solo necesita ser proclamado, sino también colocado
dentro de este mundo de ‘injusticia’.

El mundo en el cual vivimos es un mundo caracterizado por ‘injusticia’: ‘injusticia’ hacia Dios (la
idolatría), e ‘injusticia’ hacia otras personas (toda clase de inmoralidad). La misión que Dios se
ha propuesto cumplir es la de restaurar la ‘justicia’ al mundo; ver dicha ‘justicia’ implementada a
todo nivel de la existencia humana – vidas restauradas a una relación correcta con Dios, y vidas
restauradas a una relación correcta con otros seres humanos.

Esta fue parte de la misión de Israel. Debían ejemplificar la justicia de Dios, en un mundo
marcado por tremenda injusticia. Debían haber sido luz a las naciones, para que ellas se acercaran
a Dios (‘misión centrípeta’). Lamentablemente, fallaron; deshonraron a Dios con su
comportamiento, y ahuyentaron a las naciones de la verdadera fe (Mal 1:11-12).

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Lo que Dios hizo, ante esta situación tan lamentable, fue levantar a un Siervo, que iba a ser el
cumplimiento del verdadero ‘Israel’ (ver Is 49:3). Él iba a ser la luz para las naciones; iba a
proclamar el año de redención y libertad espiritual (Lucas 4:19).

¿Cómo lo hizo? Insistiendo en la necesidad de vivir una vida conforme a los principios del reino
de Dios (ver Mateo 5-7). Juan el Bautista anticipó esto (Lucas 3:7-14), y Cristo lo modeló en Su
propia vida y ministerio.

El mundo no tardó en reaccionar. Aunque algunos creyeron, y se acercaron a la Luz (Juan 1:14;
2:11), la gran mayoría rechazó Su mensaje – prefería las tinieblas, en vez de la Luz (Juan 3:19-
20), y terminó clavando a la Luz del mundo sobre una cruenta cruz.

Si en realidad vamos a dedicarnos a este aspecto de la misión cristiana, entonces ¿cómo lo


haremos? Poniendo en práctica, en nuestra vida diaria, los valores del reino de Dios. Esto abarca
las siguientes áreas generales:

- Una espiritualidad del reino (es decir, tener una relación con Dios que va de la mano con
una buena relación con nuestro prójimo).
- Una ética del reino (vivir según el Sermón del Monte).
- Una compasión del reino (preocupándonos por los necesitados de este mundo)
- Una actitud del reino (preocupándonos por reconciliar a los perdidos con Dios)

Ejemplos: La Iglesia Primitiva, en Jerusalén.


La preocupación de Pablo por los pobres.
Las epístolas de Pedro y Santiago.

Primero, tenemos que vivirlo; luego lo podremos enseñar a otros, y discipular a otros, para que
hagan lo mismo.

A la par que la Iglesia crece en América Latina, este es uno de los grandes desafíos. La Iglesia
evangélica ha llegado a ser 8 a 10% de la población; sin embargo, el impacto sobre la ética de la
sociedad en general ha sido mínima (en ciertos casos, la ética de los países ha caído, en vez de
haber mejorado). ¿Cuál es la ética de los miembros de las Iglesias? ¿Cuál es la ética de los
líderes de las Iglesias?

Aunque sea difícil e incómodo, debemos insistir en desarrollar vidas congruentes con los valores
del reino de Dios. No será una tarea fácil. Is 42:4 indica que el Siervo “No se cansará ni
desmayará” hasta que haya establecido la justicia de Dios en este mundo.

Conclusión

¿A quién está dirigida la misión del Siervo? En primer lugar, al pueblo de Israel (Is 49:5b);
luego, se extiende a nosotros, los gentiles (Is 49:6). ¡Es una tarea enorme! ¿Quién será
suficiente para ello? Dios, pero por medio de nosotros. Debemos sentirnos privilegiados y
agradecidos por ello y tratar de cumplir ésta tarea con excelencia tanto como individuos, y como
Iglesia.

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