You are on page 1of 2

Exposición comunidades imaginadas

Buenos días profesor y compañeros de clase, mi nombre es Israel Cabrera y voy a


exponer sobre el sexto capítulo del libro titulado comunidades imaginadas del
autor Benedict Anderson. Benedict Anderson fue un estudioso del nacionalismo y
de las relaciones internacionales, y uno de los más reconocidos especialistas sobre
la Indonesia del siglo XX. Nació en Kunming, China el 26 de agosto 1936 y murió en
Java Oriental, Indonesia el 13 de diciembre del 2015.

En el curso del siglo XIX, y sobre todo en su segunda mitad, la revolución filológico-
lexicográfica y el surgimiento de movimientos nacionalistas intraeuropeos, que no
solo eran producto del capitalismo sino también de la elefantiasis de los estados
dinásticos, crearon diferentes dificultades culturales y por ende políticas, para
muchos dinastas

La revolución lexicográfica de Europa creó y difundió gradualmente la convicción


de que las lenguas eran una propiedad personal de grupos muy específicos, y
además que estos grupos, imaginados como comunidades, tenían derecho a su
lugar autónomo en una fraternidad de iguales.

A mediados del siglo, todos los dinastas estaban usando alguna lengua vernácula
como lengua de estado, y en virtud del prestigio rápidamente de la idea nacional
en Europa, se observaba una tendencia, entre las monarquías euromediterráneas,
a virar hacia una nacional.

De particular importancia en la teoría de Anderson es su insistencia en el papel de


la literatura impresa y su difusión. El surgimiento del nacionalismo está para él
estrechamente conectado al aumento del número de libros impresos y al
desarrollo técnico de la imprenta en su conjunto. Según Anderson, una nueva
nación emergente se imagina antigua a sí misma.

El “nacionalismo oficial” puede entenderse como un procedimiento para combinar


la naturalización con la retención del poder dinástico.
Se desarrolló después de los movimientos nacionales populares que proliferaron en
Europa desde el decenio de 1820.

Anderson señala tres ejemplos de nacionalismos oficiales. El primero es el proceso


de rusificación que se convirtió en la política dinástica oficial durante el reinado de
Alejandro III (1881-1894), sin embargo, mucho antes de esas épocas ya habían
aparecido en el imperio los nacionalismos ucraniano, fines y letón; y la primera
medida de rusificación fue reprimir a dichos nacionalismos. No obstante la
revolución de 1905 fue prácticamente un enfrentamiento entre no rusos y la
rusificación de los trabajadores, campesinos e intelectuales radicales contra la
autocracia. El segundo ejemplo es de Victoria de Sajonia, reina de Inglaterra con
su nacionalismo oficial londinense o también llamado anglicanización el cuál había
eliminado todo nacionalismo específico de lengua vernácula. Hablando en el
contraste de las 13 colonias de Londres en el siglo XVII, en 1834 Thomas Babington
Macaulay, político británico, fue presidente del Comité de instrucción pública que
se encargaba de convertir en ingleses a los indios habitantes de las colonias.
Macaulay dijo: Ningún hindú que haya recibido una educación inglesa se apegará
con sinceridad a su religión. Creo firmemente [y siempre he creído] que si se siguen
nuestros planes educativos no habrá un solo idólatra entre las clases respetables
de Bengala dentro de 30 años. Sin embargo esos nuevos individuos ingleses no
tenían los privilegios ni podían participar en las actividades que podía hacer un
inglés real nacido en Inglaterra, es decir que vivían subordinados a los ingleses
reales. El último ejemplo fue el de Japón que después de 1854, la confianza en sí
mismos y la legitimidad interna de los Bakufu se vieron amenazadas por el
occidente invasor, es decir trata del derrocamiento del régimen cuando los Bakufu
gobernaban Japón y además Japón estaba voluntariamente aislado con murallas.
Pero una vez en el poder, los rebeldes a quienes recordamos ahora como los
oligarcas Meiji- descubrieron que su proeza militar no garantizaba
automáticamente la legitimidad política. Es ahí donde Japón incluye la
circunscripción y desarrolla su armamento bélico, con sueños de convertirse en una
potencia militar. Si es permisible que la clase obrera se una para derrocar a la
autoridad mediante el derramamiento de sangre, debiera aprobarse
incondicionalmente el derecho de Japón a perfeccionar su ejército y su marina y
hacer la guerra para rectificar fronteras internacionales injustas. En nombre de la
democracia social racional, Japón reclama la posesión de Australia y de Siberia
oriental.

Habiendo considerado estos tres casos diversos de nacionalismo oficial, es


importante destacar que el modelo podría ser aplicado con timidez por algunos
Estados sin grandes pretensiones de poder, mientras fuesen Estados cuyas clases
gobernantes o dirigentes se sintieran amenazados por la difusión mundial de la
comunidad nacionalmente imaginada.

A fin de cuentas, son siempre las clases gobernantes --ciertamente la burguesía,


pero sobretodo la aristocracia- las que lamentan durante largo tiempo los Imperios,
y su pena tiene siempre carácter teatral.

You might also like