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Rafael Fermoselle
Política y color en Cuba
La guerrita de 1912
Marifeli Pérez-Stable
La revolución cubana
Julián Orbón
En la esencia de los estilos
José M. Hernández
Política y militarismo en la
independencia de Cuba
(1868-1933)
Rafael Rojas
José Martí: la invención de Cuba
Marta Bizcarrondo
Antonio Elorza
Cuba / España. El dilema
autonomista (1878-1898)
Octavio di Leo
El descubrimiento de África
en Cuba y Brasil (1889-1969)
Alejandro de la Fuente
Una nación para todos
En 2003 Fidel Castro arribó a los 77 años de edad y casi 45 años de Robin D. Moore
gobierno autocrático continuo en Cuba al momento en que la Revo-
lución enfrenta el deterioro económico más severo desde 1993, cuan- Música y mestizaje
do la crisis de los noventa tocó fondo. La difícil situación es agravada
por el creciente aislamiento internacional de la isla caribeña en reac- Enrico Mario Santí
ción al encarcelamiento de 75 disidentes pacíficos, así como las fuer- Fernando Ortiz:
tes críticas del dirigente cubano a la UE. Este libro, el quinto del contrapunteo y transculturación
autor sobre Cuba publicado en España y basado en documentación
copiosísima, fundamentalmente obtenida de Cuba, analiza los ante- K. Lynn Stoner
cedentes y efectos de la actual crisis socioeconómica y explora las pers- De la casa a la calle
pectivas de salida de dicha situación.
Carmelo Mesa-Lago
Haga su pedido a Economía y bienestar social
en Cuba a comienzos del siglo XXI
Editorial Colibrí
Apartado Postal 50897 • Madrid, España Roberto González Echevarría
Telf. / fax: 91 560 49 11
La Gloria de Cuba
e-mail: info@editorialcolibri.com
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buena letra
por tanto, ha predominado sobre la lógica de que sin profundas reformas, tanto políti-
económica, a pesar de que ello ha provocado cas como económicas, Cuba nunca saldrá
un deterioro de la economía y del bienestar de la penuria. ■
social (sic). Pero la dirigencia no es afectada
por estas consecuencias nefastas de sus accio-
nes, ya que está protegida contra dichos efec-
tos por las prebendas del poder». A partir de
un análisis económico riguroso, Mesa-Lago Odisea cubana en 9 innings
aporta los elementos de juicio que permiten
entender cuanto ha sucedido en los últimos Pablo Díaz Espí
dieciocho meses. Nadie le pide cuentas a la
nomenclatura castrista y, en definitiva, está
interesada en que no despunte un proceso Roberto González Echevarría
de cambio en que alguien les pida cuentas. La Gloria de Cuba. Historia del béisbol en la Isla
Editorial Colibrí, Madrid, 2004
Son la antidemocracia. De ahí la lógica 720 pp., ISBN: 84-932311-6-9
represiva que culmina en las detenciones, los
juicios y las condenas del pasado año.
El reseñado esquema interpretativo es des-
plegado en el capítulo tercero, con el fin de
analizar en profundidad lo ocurrido en los
últimos quince años, con la crisis, su supera-
E n algún momento de la traducción
al español de The Pride of Havana. A His-
tory of Cuban Baseball, desapareció el artículo
ción parcial y el nuevo estancamiento. Dentro indefinido presente en el título original. Un
de la dificultad que presentan las fuentes desacierto —a primera vista— en este libro
cubanas, Mesa-Lago intenta operar a partir de escrito con una intensidad emocional y una
datos cuantitativos sobre la evolución de la visión tan evocadora del pasado, que de nin-
economía en su conjunto, así como de los gún modo podría tratarse de la Historia de
principales sectores. Por todos lados, la evolu- nada, sino tan sólo de una historia: en este
ción favorable de mediados de los años 90 ha caso, la del deporte nacional cubano vista
ido a parar a un punto muerto, con la excep- por Roberto González Echevarría. No en
ción del regalo de Chávez, representado por balde, el propio autor nos advierte de que
las condiciones de venta del petróleo venezo- por mucha erudición y empaque académico
lano, que reproducen la vieja situación de que pueda haber en algunas de sus páginas,
dependencia de la urss. Así tiene Fidel la no hay detalle en este libro de detalles «que
oportunidad de estrangular lo que queda de no haya sido acariciado antes por el senti-
sector privado, como los paladares, los taxis miento que por el intelecto».
particulares o los alquileres de habitaciones Sin embargo, sucede que escribir la Histo-
en casas. La granja colectiva impone su ley, a ria de la pelota cubana es algo así como una
la hora de bloquear, si bien ello no impide empresa imposible. Ni siquiera —tratándose
que la desigualdad se dispare. El abanico de del más individual de los juegos colectivos—
los salarios pasó de 829 a 1 en 1995, y de sería factible repasarla exclusivamente desde
12.500 a 1 en 2002. Sobre ello incide además el Espíritu, como nos recordara Borges que
la lotería de las remesas del exterior, con una proponía Paul Valéry, refiriéndose a una his-
media de 121 dólares por habitante al año, toria de la literatura hecha sin mencionar a
lógicamente en el marco de extremas diferen- ningún escritor ni a ninguna obra.
buena letra
cias según el cubano en cuestión tenga o no No sólo sería imposible abarcar a pleni-
relaciones con el extranjero. tud el entramado del béisbol cubano por
Mesa-Lago trabaja según el criterio de forti- haber convivido, en sus orígenes, los hechos
ter in re, suaviter in modo. El panorama es deso- con la leyenda y la historia con el mito; por
lador. Únicamente cabe la esperanza de que haber sido la de pelotero una profesión de
en el interior del sistema surja esa conciencia, nómadas y buscavidas desde los tiempos de
personificada en un grupo de economistas, la Colonia; o por el crisol de ligas y novenas 283
encuentro
buena letra
que paralelamente florecieron desde las pri- andadura personal, su historia, en esta odisea
meras décadas del siglo xx; sino también, y cubana que se ha propuesto contarnos. La
como ocurre hoy con todo lo que atañe a la otra, la Historia, la comienza con el cuestio-
Isla, por el parteaguas de 1959. namiento del mito del Palmar del Junco,
Al ser el más abstracto —se trata del único donde según la versión oficial se disputó el
deporte de equipo en el que no gana quien primer partido de béisbol en la Isla, en 1874.
llegue primero a una meta o culmine una Hay, además, una conjunción apasionante:
invasión al campo contrario con una pelota o el hecho de que el béisbol haya florecido en
un objeto parecido—, el béisbol es el juego Cuba en los años 70 del siglo xix, época en
de las estadísticas y las plusmarcas. Y desde los que cuajan la cultura y la conciencia naciona-
inicios de la década de los 60, éstos son ingre- les. En el período de entreguerras, la pelota,
dientes que han ido yendo cuesta abajo en con su espíritu decadente, surge como algo
Cuba, mediante torneos disparatados, equi- moderno y democrático, opuesto al retrógra-
pos formados y desaparecidos sin arraigo ni do régimen colonial español y a su barbarie
solera, pelotas y bates de las más dispares cali- taurina; da sus primeros pasos junto a los
dades y cualidades y, sobre todo, debido a una decisivos movimientos artísticos del momento
política que impide a los jugadores naciona- —el Modernismo, en poesía; y el danzón—,
les participar en las ligas del mundo donde bajo cuyo influjo se desarrollaban las veladas
juega lo que más vale y brilla de sus contem- literarias y los bailes después de los partidos.
poráneos. Durante más de cuarenta años, el Son años en los que las principales publica-
béisbol cubano ha estado solo. Los récords ciones culturales se definen como órganos de
nacionales son tan relativos, que han termina- la literatura y el sport (El Fígaro, en su primera
do por significar casi nada. Más allá de las edición de 1885, se proclama el órgano del base-
fronteras de la Isla, se trata de un deporte que ball), mezclando en sus páginas artículos, poe-
vive de anécdotas extradeportivas y del rédito mas y box scores. Difícilmente, nos recuerda el
de antaño, de la gloria, la picardía y hasta del autor, exista un país en el que deporte alguno
glamour de equipos desaparecidos. haya jugado un papel tan importante en la
Visto así, la supresión en la versión espa- toma de la conciencia nacional como el béis-
ñola del artículo indeterminado presente en bol en Cuba. Los Padres Fundadores nortea-
el título original, más que un desliz, puede mericanos no se ejercitaron nunca en el arte
que sea una premonición. Y es que este libro, de las bolas y los strikes. En la Isla, muchos
tan cargado de épica como de rigor, tan peloteros se unieron a la causa independen-
coherente en la forma y el lenguaje con el tista; uno de sus pioneros murió mártir de la
tema que narra, podría convertirse, perfecta- patria en la cárcel española de Ceuta, y otro,
mente, en la mejor Historia del deporte nacio- Wenceslao Gálvez y del Monte, otrora short
nal, en cuanto que reaviva y confirma, una stop del Almendares, fue el autor de la que
vez más y en pleno siglo xxi, la mítica fragan- probablemente haya sido la primera historia
cia que siempre lo acompañó. del béisbol jamás escrita, en el año 1889.
Uno de los momentos cruciales del deve- Esta odisea nacional, publicada ahora por
nir de la pelota en la Isla fue la final de la la Editorial Colibrí, abarca desde 1864, cuan-
Liga Cubana de 1947, disputada en el Gran do el estudiante Nemesio Guilló regresó a La
Stadium —hoy Estadio Latinoamericano— Habana procedente de un college en Mobile,
entre la novenas del Habana y el Almenda- Alabama, con el primer bate y la primera
res. Más de medio siglo después, es como si pelota, de los que se hayan tenido noticia en
buena letra
ningún cubano hubiera dejado de ir al la Isla, hasta nuestros días. A lo largo de los
campo ese día, como si el 25 de febrero de nueve innings del libro, e iluminados por un
1947 la isla entera se hubiera convertido en haz tremendamente revelador, transcurren
una inmensa grada, con el home plate ubicado los avatares del béisbol profesional, el semi-
en el barrio capitalino del Cerro como epi- pro, el amateur, los de las ligas azucareras, las
centro. Dicho pasaje es el escogido por series del Caribe, la relación de Cuba con la
284 Roberto González Echevarría para iniciar su Liga Mexicana y su influencia en las Negro
encuentro
buena letra
Leagues de Estados Unidos, cuyo primer equi- el accidente del cual se ocupa este libro. La
po profesional llevó nada más y nada menos mujer, que perderá la vida, carga lo que en
que el nombre de Cuban Giants. Miami llaman una libra de pan cubano.
Dos ideas atan el conjunto: el carácter Lleva húmedo el pelo, recién salida de la
moderno y democrático del béisbol en sus ini- ducha y del mercado. Es viuda y su familia
cios —lo que explica el sesgo político que se extiende hasta tres hijos cuarentones y
mantiene hasta hoy— y el elemento norteame- dos nietos, más las nueras.
ricano presente en la esencia misma de nues- Los tres hijos escriben novelas y dedican
tra cultura, tan arraigado que ha sido capaz de las reuniones familiares a leer en voz alta sus
sobrevivir a casi medio siglo de política hostil. obras, a discutirlas, a fantasear acerca de
La Gloria de Cuba es también un retablo de ellas. De tanto en tanto, la madre abandona
homenaje a todos esos nombres que han los enredos de Vidas tronchadas, telenovela
alcanzado categoría de héroes en el imagina- cuya trama sigue, para meter baza. En alguna
rio nacional: Pedro Formental, José de la revista ha leído que los editores rechazaron
Caridad Méndez, Martín Dihigo, Adolfo la novela de Marcel Proust y tuvo él mismo
Luque, Changa Mederos, El Duque Hernán- que costearse una primera edición. (El dato,
dez, Rafael Palmeiro y tantísimos otros. En aún sin haber leído página de Proust, le sirve
medio del desolador panorama de la literatu- para jalear a sus muchachos).
ra y el periodismo deportivo cubanos, Asiste en primera fila a la presentación de
adquiere una dimensión similar a los 700 un libro de su primogénito y a la hora del brin-
jonrones de Barry Bonds o a los 262 hits dis- dis discurre sobre las excelencias de la obra y
parados en la más reciente campaña de las sobre la precocidad literaria del autor. Recala
Grandes Ligas por el japonés Ichiro Suzuki. con toda la familia en el restaurante Versailles
Se trata de un libro que apasionará lo mismo donde, entre dos mordidas a su sandwich
a estudiosos del tema cubano que a los faná- cubano, anuncia a sus hijos escritores: «Uste-
ticos de la habanera esquina caliente, en el Par- des lo que necesitan es un Gran Tema».
que Central; a todos los que estuvieron en el A ella va a tocarle dictaminar y cubrir esa
Gran Stadium del Cerro aquel día de 1947 y necesidad, ya que en otra reunión de familia
a los que, nacidos más de medio siglo des- pedirá que, a su muerte, los tres se unan para
pués, juegan hoy en cualquier rincón del escribir un libro que la tenga como protago-
país, con un trapo como pelota y un palo nista. «No una cosa lloriqueante diciendo
como bate, al béisbol o a cualquiera de sus mentiras de lo buena que yo era y todo eso»,
hijos bastardos: quimbumbia, carabina, taco, les advierte. «Tres hermanos escritores uni-
cuatro esquinas, correíto, el quemao… ■ dos en un libro sobre la pérdida de la madre.
¡Eso es un Gran Tema! ¡Nadie se atreverá a
ignorarlos nunca más!». (Los hermanos pro-
meten cumplir tal deseo y libro semejante, si
no ese mismo, existe bajo el título Habanera
Arreglos de muerte fue, compuesto por los tres Abreu).
Testigo de las reuniones literarias de sus
Antonio José Ponte descendientes, la madre diagnostica en ellos
la falta de tema relevante y hará coincidir su
desaparición futura con el tema buscado.
Juan Abreu (Nada más proustiano. Para colmo, alcanza
buena letra
Y quien narra Accidente: «cuando habla- nasio al sótano de torturas, aunque sin lle-
ban de filosofía, mencionaban siempre gar a la altura de aquel libro, emprende
(como momento cúspide de la historia de aquí los trabajos de luto por una madre.
esa disciplina) las palabras de Luz, enuncia- Retratada alguna vez por el hijo pintor, el
das cuando Lucas tenía diecisiete años, en retrato de la madre pudo haberse atribuido
ocasión de la partida de éste al Servicio Mili- (se nos dice) a Velázquez, a Goya, a Ingres o
tar Obligatorio». a Lucien Freud. Terminará, sin embargo, 287
encuentro
buena letra
destruido por el propio autor, borrado por no llega a comprender», dice en su poema
la aplicación de una gruesa capa de rojo. «Epílogo» el autor de Las flores del mal.
Uno estaría tentado a comparar sus brocha- Por semejantes trillos, la poesía de Ricar-
zos aniquiladores con las piezas iniciales de do Alberto Pérez.
Accidente. Pero, afortunadamente, éstas no La literatura cubana tiene en aquellos
alcanzan a borrar la figura que Abreu ha poetas que han tropezado con la nieve en
conseguido, comparable a la del whistleria- sus disímiles formas, su centro canónico. El
no Retrato de la madre del artista núm. 2 de siglo xx cubano le debe más a Julián del
Arístides Fernández colgado en el Museo Casal que al otro Julián: José Martí. El autor
Nacional de Bellas Artes en La Habana. ■ de Versos libres se «revela», cuando lo hace,
desde lo oscuro: ahí cuando su patria es la
noche. Zequeira, Heredia, Zenea y los
mayores poetas del pasado siglo —Poveda,
Florit, Lezama, Piñera, Diego, Padilla...—
Trillos urbanos: Una asoman desde «la misteriosa dulzura del frío
habitación desdoblada en que se penetra por secreta vocación»,
para decirlo con Lorenzo García Vega. La
Pablo de Cuba Soria historia —con minúscula— de nuestra Isla
la encontramos en los grandes poemas, y no
sólo / precisamente en una carga al mache-
Ricardo Alberto Pérez
te. La Historia —con mayúscula— es la del
Trillos urbanos eterno ciclo absurdo al que están / estamos
Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2003 condenados sus hacedores. El único
70 pp., ISBN: 959-10-0825-2 momento en que ambas historias se encuen-
tran, quizás, es aquel —de vez en vez—
donde lo efímero y lo permanente se cru-
1no zan, como quería Matsuo Báshó, poética-
Se necesita algo —siquiera leve— de fatali- mente. La llamada generación de poetas
dad en el espíritu para intentar la poesía, la nacida en Cuba en los años 60 y 70 del siglo
grande poesía; siempre desde el misterio. xx, en sus voces más fuertes, y que publican
(Fatalidad en tanto accidente, en tanto a partir de los 80 y los 90, han irrigado las
broma / juego). El peregrinaje del hombre arterias de nuestra poesía con dejos desabri-
en la tierra comienza por la expulsión; dos —aunque lúdicos, todo juego entraña la
luego lo poético no tiende a zurcir el hueco, angustia—, con la fatalidad existencial y
sino que pretende el origen, anterior a los espíritus desengañados dignos de la expre-
sucesos. De ahí que el grande poeta irá sión poética. (Le devolvieron la vitalidad
siempre a contracorriente de la Historia: que había perdido en las dos generaciones
triunfan las revoluciones y los caudillos, y anteriores; con algunas excepciones como
sabe la trampa; se alzan las grandes ciuda- el ya citado Heberto Padilla, la zona elegía-
des, y sabe el dejo desabrido que atraviesa ca de Roberto Fernández Retamar, algunos
sus calles. (Imposibilidad de encarnación). poemas del primer Fayad Jamís, Lina de
Así la ciudad es el espacio por antonomasia Feria, momentos de Raúl Hernández Novás,
del poeta moderno. (Espacio de caída histó- Ángel Escobar, y otros que ahora olvido qui-
rica donde el poeta elige una posibilidad zás por olvidables). Así aparecen voces
buena letra
otra de subsistencia). Así Baudelaire, trashu- como las de Juan Carlos Flores, Reina María
mante —sin un centavo y huyendo de sus Rodríguez —por edad no pertenecería a
acreedores, corrige Walter Benjamin—, va de esta generación, pero sí por aliento poéti-
buhardilla en buhardilla parisina con lo co—, Rolando Sánchez Mejías y los demás
amargo y el ludens poéticos. «¡Te quiero, ciu- poetas pertenecientes al grupo Diáspora(s),
dad infame! Cortesanas, /bandidos, también Sigfredo Ariel, Emilio García Montiel, Car-
288 brindáis placeres /que el profano ordinario los Augusto Alfonso, Antonio José Ponte,
encuentro
buena letra
Damaris Calderón, Alessandra Molina, José Ahora en Trillos urbanos su poesía se vuel-
Félix León, Gerardo Fernández Fe... ve aún más áspera, y la contención electiva
—como diría Ezra Pound de la poesía de T. S.
2os Eliot— es mayor, dándole una sobrepujanza a
En la imagen de una habitación desdoblada los poemas que en sus libros iniciales se per-
se contiene el último cuaderno de poemas día por momentos. (Contención de lenguaje;
de Ricardo Alberto Pérez: Trillos urbanos contención política). Ahora la escritura se
(Letras Cubanas, La Habana, 2003). Una desprovee de ornamentos sin ceder la intensi-
habitación que se va ramificando cerebral- dad del misterio, y gana en presión lúdica.
mente, hasta dejarnos el mapa de un traza- El cuaderno está dividido en dos partes:
do citadino. Palabras que el poeta mastica, «Ferdinando Prenom» y «Trillos urbanos»; las
traga, hace digestión (mala o buena: es dos expresiones de la habitación que se desdo-
igual), y sube entonces por el tubo digestivo bla. En la primera asistimos al regodeo interior
hecha reflujo gástrico «fabricado con un (cerebral) de la palabra; luego, en la parte
poco de bilis». Poesía martillada por demo- segunda, asistimos a la palabra que es trillos en
nios que se hacen a carcajada y fatalidad. la urbe. No obstante, ambas establecen vasos
Ya en la ópera prima de Ricardo A. Pérez, comunicantes entre sí. (Recuerdo el verso de
Geanot (el otro ruido de la noche) (1993), y en su Cavafis: «siempre la ciudad irá en ti»). Como en
segundo libro Nietzsche dibuja a Cósima Wagner Geanot y Nietzsche dibuja..., en el presente libro la
(1996), se vislumbran los rasgos característi- cultura europea sigue siendo el centro referen-
cos de su poética. Versos de honda raíz filosófi- cial y reflexivo, lo que ahora Brasil, el país de
ca —«hacia la casa velada del espíritu»— que futuro, como diría Stefan Zweig, se incorpora al
apuntan a un imaginario cultural en el que, espectro: «ya pasé por São Paulo: /vi mendigos,
desalentado, el sujeto lírico busca sosiego en moribundos, /una ciudad que gira en un tiem-
la propia escritura, la reflexión sobre ella. Ver- po atípico, /dentro de ella reposaba algo de
sos sobrecargados, de filiación neobarroca, Pound /muy cerca de la enorme catedral».
donde no hay lugar a proposiciones pueril- (Futuro que en Ricardo A. Pérez es eterno
mente alentadoras acerca del destino huma- retorno, para no abandonar al filósofo de Basi-
no, y donde el terror y la aspereza lúdica sos- lea. Futuro que no impidió el suicidio de
tienen el discurso lírico: «Un turista no cesa Zweig). Se incorpora no como mera alusión,
de fotografiar /a otro turista paralítico: ese sino como deudor de la mejor poesía brasileña
doble reposo (el ontológico, y el de la figura- que va desde un Mario Quintana a un Paulo
ción) /me hace reflexivo. /(qué lindo el viejo Leminsky, pasando por un Haroldo de Campos.
Aleixandre en su silla de ruedas)». Estos pri- Vuelvo a la habitación.
meros cuadernos señalan la búsqueda de un El primer desdoblez, como ya señalé, es
centro generador en el que la poesía ES justa- ante todo cerebral. Los eventos / personajes,
mente allí donde historia y escritura se cru- transcurren / actúan de manera introspectiva,
zan. Como dice Reina María Rodríguez en la para luego fijarse, con frialdad, en lo exterior:
nota de contraportada de Nietzsche dibuja a «Los bueyes son cerebros de musgo, /en la
Cósima Wagner: «sus textos reciclan los residuos labranza /escalan otra evolución». Cada
de múltiples sustancias para encontrar —o tra- poema se detiene en pasajes / elementos con
tar de encontrar— la salvación en la escritura cierta aspereza —«La mosca verde acompaña-
y en aquella belleza que se oculta tras el ba /mi última lectura /en la vieja letrina»—,
encuentro de dos momentos históricos y para- marginales —«He procurado sitios marginales
buena letra
lelos». Reciclaje además de la gran tradición /(barra pesada); /da emoción como pudre la
de la poesía cubana y occidental, con guiños madera, /como pudre el ser, /y renace»—,
conscientes de ruptura. Movimiento pendular. contrapuestos a lo que tradicionalmente se
Así Federico Nietzsche, cáustico y romántico, entiende como bello. (La hermosa carroña de
dibuja a la esposa de Ricardo Wagner, en Baudelaire). Ver detrás del traje reluciente, las
tanto el poeta se preocupa por el deterioro de esta inmundicias. Ver, incluso, más allá: «Leozinho
muchacha (enferma). pertenece a lo feo /pero tiene su manera de 289
encuentro
buena letra
ser rey». Precisamente ahí radica la fatalidad Flores. (Aunque es justo señalar que ya
de espíritu; el poeta sabe que la garza que caga anteriormente el libro Cabezas, de Pedro
las cabezas de los bueyes es la exacta materia Marqués de Armas, y la antología Memorias
del poema, y una carcajada suelta entre líneas. de la clase muerta, trajeron aires oxigenan-
Así leemos «Cagado de tiñosa» y «Letrinas». tes). En ambos el desengaño deviene sostén
Ahí el poeta regodeándose en la naturaleza del poeta y su escritura. La poesía, alternati-
fisiológica de los eventos —lo nietzscheano va ante una especie dominada por los vaive-
que todavía sostiene su poesía. nes de una Historia siempre en caída. El
El segundo doblez —el más logrado, poeta (animal solitario y juguetón, margi-
creo— hurga el espacio de ciudad, por esos nal) lo sabe, por ello aprende que lo útil es
trillos urbanos que le roba a Caetano Veloso, la intensidad de su ojo. Por ello escapa, here-
siempre desde la hopalanda lúdica del este dero —ya sea por trillos cerebrales o por tri-
escriba. Palabra que «transcurre en el tiempo llos urbanos: da igual— de los acreedores, y
donde los pájaros emigran». (¿Qué tiempo es acepta el juego —fuera o dentro: también da
ése? El de los pájaros que emigran. «A rose is igual—, como Charles Baudelaire. ■
rose is a rose»). El perenne éxodo, para ser de
ninguna parte. Poemas como «Esperando un
mensaje de Pound, en La Habana», «Andrei
Tarkovski», «Wallace Stevens, las mariposas» y
«Ensayo crítico sobre las manos de mi padre» Rupturas y
son dignos de figurar en cualquier antología reconfiguraciones: nuevos
grave de la poesía cubana. (Aquella donde el
buscador de versos lindos diga «¡qué mierda términos para un debate
es esto!». Ahí la gravedad antológica). Poemas
estructurados a golpes / versos secos: «En mi sobre cultura cubana
infancia cazaban ratones /con una torpe
máquina /de dar muerte. /La cabeza queda- Dianna C. Niebylski
ba comprimida /a una superficie de madera».
Así como quien golpea un metal, y sabe que el
golpe es lo confortable, al igual que la usura... Enrico Mario Santí
Bienes del siglo. Sobre cultura cubana
ah, la usura: ¡qué placentera! Fondo de Cultura Económica, México, 2002
De último. La confrontación poeta versus 435 pp., ISBN: 968-16-6698-4
poder —político, etc.— subyace en toda poe-
sía. Este libro no es la excepción. Siempre la
palabra poética estará en conflicto en cual-
quiera de las formas de dominación humana.
Así, por ejemplo, escuchamos «la música /de
un hombre /entre discursos envejecidos», y
B IENES DEL SIGLO. SOBRE CULTURA CUBANA,
el último libro de Enrico Mario Santí
es, ante todo, una impresionante muestra
descendemos «como insectos /por el cuerpo de erudición literaria y prestidigitación críti-
de Pound». El poeta sabe que la suya escritura ca. También es una demostración candente
es posible salvamento. Las variaciones del de la necesidad de repasar los datos históri-
poder son las costillas de la Historia; la poe- cos pertinentes antes de lanzarnos a reescri-
sía, el vientre de la otra: con minúscula. bir o reimaginar la Historia (sea ésta de
Así la poesía de Ricardo Alberto Pérez, sus individuos, hechos o textos). Finalmente, la
buena letra
Trillos urbanos: cuaderno de explosión psíquica, colección de ensayos de Santí es una invita-
certeramente inacabado, de humor virulento. ción al debate: al debate histórico, por cier-
to, pero, más que nada, al debate crítico,
3res tan ausente en las últimas décadas de nues-
El pasado año 2003 la Isla se oxigenó poéti- tros congresos y revistas académicas.
camente con dos libros: este que reseño, y La realidad del exilio sirve tanto de sinéc-
290 Distintos modos de cavar un túnel, de Juan Carlos doque como de metonimia en el volumen.
encuentro
buena letra
No es sorprendente, por lo tanto, que todo el (entre otros, el liberto Juan Francisco Man-
material crítico incluido aparezca signado zano, el presbítero abolicionista Félix Varela
por la dicotomía —o el contrapunteo si se y la «performática» Condesa de Merlín).
quiere— entre la poética y la política, dicoto- Sobresalen en esta parte un ensayo breve
mía que, por otra parte, marca todo escrito sobre Cirilo Villaverde y uno extenso sobre
sobre cultura cubana a partir de la Revolu- Martí. El primero, «Cecilia Valdés, c’est moi»,
ción. La interrogante que sustenta este con- es un ejemplo agudo —borgiano en su des-
trapunteo no es, sin embargo «qué creer» o treza inductiva— de la crítica literaria como
«a quién creer,» sino «desde dónde y cómo ejercicio hermenéutico en el mejor sentido
logramos afirmar o reafirmar esa creencia». del término. Comparando la primera edi-
La amplitud temática, genérica y teórica ción de la famosa novela de Villaverde con
de los ensayos que componen el volumen las posteriores, Santí propone que la relación
—ensayos que, según el mismo autor, se fue- entre Villaverde y su heroína termina siendo
ron gestando a lo largo de casi tres décadas el extremo opuesto de la relación que Flau-
de labor crítica— hace que resulte imposible bert tuvo con la suya. Mientras que el escri-
comentarlos a todos. Más útil me ha parecido tor, en la célebre frase que sirve de título al
subrayar ciertas constantes que funcionan ensayo, proclamó su evolución no del todo
como principios estructurantes de las distin- voluntaria en la infeliz Emma, Santí propone
tas partes del volumen, haciendo hincapié en que el Villaverde del final de su novela se
aquellas contribuciones cuya lectura conside- hace a un lado para dejar que sea Cecilia, la
ro esencial, no sólo para especialistas en lite- famosa mulata, quien finalmente escriba por
ratura o cultura cubana de los siglos xix y su boca. Se trata de un caso de ventrilocuis-
xx, sino para especialistas en literatura y cul- mo similar al que practicara Unamuno con el
tura hispanoamericana en general. Dividido timorato de Augusto en Niebla o, según el
en tres partes, el volumen recoge, además de mismo Santí, como el de Cervantes en su
una multitud de ensayos, observaciones de simbiosis con su protagonista al final del Qui-
tipo preliminar, propuestas para futuros pro- jote. Lejos de ser un mero juego derridiano,
yectos críticos y revaloraciones sobre impre- el ensayo insiste en la seriedad de su propia
siones anteriores, o posdatas. Varios de los tesis, cuyas repercusiones son importantes y
ensayos breves llaman la atención por la sorprendentes a la vez. Según esta lectura de
novedad o la agudeza de la tesis. Por otra la novela, Villaverde, ciudadano del siglo xix
parte, muchos de los ensayos más extensos, y heredero de la Contrarreforma, consciente
compuestos con frecuencia de media docena o inconscientemente, se persuade de que
de partes y de diversas perspectivas históricas sólo permitiendo que la voz de su mulata se
y críticas, merecen una atención más deteni- imponga o imprima sobre la del narrador, su
da, no sólo por el minucioso trabajo crítico- novela puede presentar un punto de vista
analítico que los sustenta, sino por ser mode- mucho más abierto que cualquiera atribuido
los de la práctica del debate crítico por la hasta ahora a un escritor decimonónico his-
que el autor aboga con tanto ahínco a través panoamericano. De hecho, el argumento del
de este amplio volumen. crítico hace del gesto de Villaverde un gesto
poscolonial avant la letre.
I. el destierro (literal El extenso trabajo sobre José Martí, tam-
y figurado) como bién incluido en esta primera parte, se pro-
divisa nacional cubana
pone el ambicioso objetivo de abrir camino
buena letra
La preocupación con el destierro forzado, hacia una lectura de Martí que supere la
ya como amenaza, ya como realidad, ya vena «utópica y redentora» responsable,
como mentalidad adaptada pero ambivalen- según el crítico, de haber limitado drástica-
te, es el denominador común de esta prime- mente las lecturas del poeta y ensayista. Par-
ra parte. Subtitulada «Una modernidad», tiendo de la necesidad de repasar la ensayís-
esta sección recoge seis ensayos sobre perso- tica martiana con vistas hacia el carácter
najes claves de la historia cubana colonial abiertamente móvil del pensamiento del 291
encuentro
buena letra
autor, Santí estipula que una lectura no con- versión oficial de la historia cultural cubana
dicionada por la crítica martiana reinante de confundir y censurar los hechos (detrás
—una lectura «desacralizadora» del multifa- de las vidas públicas de los escritores discu-
cético autor—, llevaría al descubrimiento de tidos) y de ese modo dar cabida a lecturas
un pensamiento político marcado por el incompletas o ingenuas de los textos litera-
signo de una profunda «Diferencia», diferen- rios, así como de eventos y debates cultura-
cia que no es sino «el componente central de les. No es de sorprender que en esta parte
la Modernidad» (p. 103), según el crítico. del libro se intensifique el componente
político de la crítica literaria. Se intensifica,
II. para(d)isos perdidos por lo tanto, el tono polémico. Detrás de la
La segunda parte del libro, cuyo subtítulo insistencia en la necesidad de establecer un
da nombre a la colección, está compuesta terreno de debate, uno en el que ambos
de siete ensayos y abarca un período históri- lados del conflicto estén dispuestos a poner
co que va desde la Primera República hasta todas las cartas sobre la mesa, se evidencia
fines de los 60 (momento en que empiezan la convicción del ciudadano y del intelec-
a sentirse las primeras grandes decepciones tual a quien le ha sido negada la palabra —y
con el régimen revolucionario, según el crí- el oído.
tico). Hay valiosos aportes críticos en los
ensayos sobre Hernández Catá y Fernando III. mal(es) del siglo
Ortiz (sobre este último, Santí tiene más La tercera y más multiforme sección del
que decir en otras ocasiones). La plurivisión libro («Isla en dos») recoge ensayos sobre
que sustenta el extenso ensayo sobre Leza- escritores, cineastas y otras figuras de la cul-
ma Lima es una demostración admirable de tura cubana contemporánea fuera y dentro
agudeza hermenéutica. Al mostrar cómo la de la Isla. También recoge una serie de
perspectiva deconstruccionista puede resca- anécdotas profesionales («De Hanover a La
tar a lo censurado de la historia crítica y Habana,» «Periodismo y literatura,» «Jimé-
cómo el dato histórico-biográfico ardua- nez Leal») que dan cabida y explican el situ
mente reconstruido puede multiplicar los ideológico desde el cual habla el crítico. A
beneficios de la deconstrucción analítica, el primera vista, lo que resalta de esta parte,
crítico logra aunar dos perspectivas normal- además de la gran concentración o conden-
mente consideradas poco compatibles. A sación analítica característica de estos ensa-
estas capas interpretativas se suma el diálo- yos (breves en general), es la vehemencia
go entre el crítico de antes y el crítico de con que están escritos. Todo esto hace que
ahora. El resultado es tan original como sor- esta última parte se lea con la rapidez y la
prendente: al someter sus tempranas lectu- curiosidad con que leeríamos una novela de
ras psicoanalíticas y deconstruccionistas de intriga. El leitmotiv aquí es la convicción de
Lezama Lima a una perspectiva histórica que detrás de los bienes desaprovechados
que es a la vez generacional e intensamente del siglo xx cubano está el mal de la trai-
personal, Santí presenta un Paradiso menos ción; mejor dicho, la resaca de tantas heren-
barroco, más accesible que el que acostum- cias y creencias traicionadas. Son muchas las
bramos a encontrar en la crítica. Podríamos traiciones expuestas en estos ensayos: la trai-
decir que el crítico pone el dedo en la llaga ción de Gutiérrez Alea hacia Néstor Almen-
de las supuestas «erratas» técnicas y en los dros, la de Lunes de Revolución (y varios de
debatidos «espacios en blanco» psicoanalíti- los escritores del Boom) hacia Cabrera
buena letra
cos en la novela, y al hacerlo nos ofrece nue- Infante; la de la Unión de Escritores hacia
vas vías de acceso a esta comentada y, sin Arenas; la del régimen revolucionario hacia
embargo, poco debatida novela. Ochoa; la de un grupo de intelectuales
Si el tema del destierro actúa como prin- cubanos hacia el otro grupo. Mientras que
cipio estructurante de la primera parte, la la traición ocasionada por el temor o la con-
idea del «falso testimonio» sirve de princi- vicción (por errada que sea) se acepta como
292 pio ordenador de la segunda. Se acusa a la parte de la realidad en un mundo político
encuentro
buena letra
ca del crítico puede costarle lectores (y perlas muy finas. Una antología personal la
futuras reseñas). Espero, sin embargo, que que nos propone Abreu —«la selección res-
la invitación al diálogo a que nos anima ponde, más que a cualquier otro motivo, a
Santí permita remontarnos sobre estas mis gustos personales», escribe en la nota
diferencias partidarias y aceptar su reto a introductoria—, que se propone dotar de
ser partes del debate, ya sea éste teórico, visibilidad a los escritores menos leídos de
literario, o ideológico. ■ la literatura cubana. 293
encuentro
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Ya era hora. Miami es la única isla, de escritores, completan lo mejor, de entre los
entre el vasto archipiélago del exilio, que veintitrés textos antologados, de estos Cuen-
cuenta con una literatura verdaderamente tos desde Miami. E incluso los menos afortu-
propia, autorreferencial, completa. Una lite- nados, como los de Rodolfo Martínez Soto-
ratura madura, rondada por la marginali- mayor o Marcia Morgado, sirven al retrato
dad y las pasiones más disímiles; una litera- de conjunto, aunque sea para matizar el
tura que se ha ido alejando de la mera entusiasmo.
enunciación de la nostalgia o la colección La nómina, habrá notado el lector aten-
de postales patrias que seguramente pro- to, no incluye a una buena parte de los
pugnaban aquellas tres mil poetisas que narradores más importantes y reconocidos
espantaron a Arenas, para lanzarse a cons- que vivieron y murieron en la ciudad flori-
truir la memoria literaria de una ciudad que dana. Fuera quedan, en efecto, Enrique
se parece, en los textos de esta antología, a Labrador Ruiz, Carlos Montenegro, Lino
cualquier otra urbe menos al Miami de car- Novás Calvo, el propio Reinaldo Arenas o
tón y pasquín que vocean periódicos y Lydia Cabrera, por ejemplo. Y es que Cuen-
micrófonos de todas partes. tos desde Miami apuesta claramente por los
Otro es el Miami de casi todos estos cuen- escritores menos leídos y evita que los acom-
tos. Otros son los perfiles íntimos que narran pañen figuras de valor reconocido y, en
Esteban Luis Cárdenas, Alejandro Armengol, algunos casos, enraizados ya en el canon de
Leandro Eduardo Campa, Lorenzo García la literatura nacional. Con ello, Juan Abreu
Vega o el propio Juan Abreu, en relatos que se priva de haber hecho una antología defi-
bastan para hacer de este libro una necesi- nitiva de la literatura cubana de Miami,
dad y un regalo de muy buena literatura. Los pero consigue su propósito, a todas luces
asomos de una picaresca en los magníficos militante: un tomo que, con la excepción de
relatos de Campa —las lecciones de su Curso Lorenzo García Vega, carece de nombres
para estafar no tienen desperdicio—, la magis- asentados en el trasiego crítico y la mera lec-
tral frialdad con la que Cárdenas narra un tura y que, sin embargo, ostentan una esta-
episodio de una, si se me permite el oxímo- tura literaria que pocos podían imaginar.
ron, encantadora sordidez, están entre lo Una reunión de escritores que, en su mayor
mejor. También la mirada de María Valero, parte, hacen de la ciudad el espacio de su
que mueve los márgenes de la sensibilidad literatura; escritores a quienes rondó la mal-
del desterrado en lo que parece un corto- dición y que hicieron de la beligerancia
metraje de Jim Jarmusch. De Fernando contra los usos sociales y literarios del
Villaverde, uno de los narradores más Miami cubano una obra, más que una ban-
importantes de la literatura cubana, ha ele- dera; escritores que han hecho de su lengua
gido Abreu un relato magnífico, como de un reducto de intransigencia ante las posibi-
Carlos Victoria, cuyo excelente recuento de lidades más amplias del dreaming in cuban,
una amistad sirve también para situar al privándose de ensayar la suerte de un Óscar
lector ante los avatares de una literatura Hijuelos, un Jerzy Kosinski, un Andrei Maki-
que ya tiene su propia historia íntima, su ne o, en tono mayor, la de un Nabokov o un
propia memoria, sus muertes. Con dos rela- Conrad, para jugarse el destino literario con
tos cada uno, están representados Arman- sus lectores naturales, aunque constataran
do de Armas y el malogrado Guillermo muy pronto que ni las tres mil presuntas
Rosales, cuya suerte editorial en Francia poetisas compran libros, ni sus hermanos
buena letra
gracia o desgracia de un gerundio, los deberes plástico en las rifas sindicales. Tales eran las
y derechos de las preposiciones. Insolentes, gratificaciones por el servicio prestado a las
indiferentes, los irreverentes alumnos publica- sucesivas campañas de depuración ideológica,
ban sus dementes poemarios, sus candentes que cada tres o cuatro años nuestros ideólo-
ensayos, sus sorprendentes relatos sin impor- gos se sacaban de la manga para mantener
tarles un diente las maldicientes cacofonías. viva la hoguera de la Revolución, una revolu-
A medida que me voy poniendo viejo, ción, por cierto, y no lo niego, que había
entiendo a mis queridísimos y rigurosos maes- enseñado a leer a decenas de miles de compa-
tros, y cuanto más me les igualo más los admi- triotas para luego decirles que no; no, qué va,
ro, sobre todo cuando debo descolgarme de no podían leerlo todo.
un párrafo a otro y, ante el abismo de la pala- Suerte que, por esos años, el servicio de
bra, siento tanto vértigo que retrocedo de transporte público funcionaba con acepta-
adjetivo en adjetivo, hasta ampararme tras una ble puntualidad (aún existía el lujo capitalis-
página de Dostoievski o Proust o Kafka o Con- ta de «la confronta») y, bueno, a fin de
rad o Pérez Galdós o Carpentier o Lezama o cuentas, ellos (Prats, Saínz, Arcos) eran
papá, el viejo Eliseo, mi fantasma de la guarda. pequeños hijos de pequeños burgueses
José Prats Sariol es la mejor excepción que (Pepe, compañeros, vive en un castillo de
confirma la regla, y al mismo tiempo la des- madera en el pequeño burgués barrio de La
miente. Erudito, infatigable, agudo, desde Víbora, rodeado de buena pintura, libros de
muy temprano ocupó un sitio a la vanguardia pasta dura, y tiene un tocadiscos rca Víctor
de una generación de jóvenes profesores que, donde, a la noche, toca el piano Debussy) y
desde el podio universitario, comenzó a sus imaginarios críticos no pasaban por
«intervenir críticamente»(entre comillas) en Leningrado, Varsovia o Bucarest, sino más
la disparatada República de las Letras de bien preferían las nieblas de Londres, los
nuestra Isla, entonces entregada, por manda- cafecitos al aire libre de París o las librerías
to político, a los agentes del «realismo socia- de viejos en Nueva York. Tenían, pues, lo
lista». Pepe Prats, Enrique Saínz, Jorge Luis que tenían que tener: un ventilador. Un
Arcos, entre otros, no se resignaron a sus puesto bajo en el escalafón. Así se llamaba,
malas suertes y acercaron las lupas y los bistu- así le decíamos: el escalafón.
rís a la obra de nuestros «sabios de la tribu»: Pero Pepe Prats no sólo oía a Debussy o
por ejemplo, Lezama Lima y los origenistas leía por vigésima vez Paradiso de Lezama,
de pura e impura sangre (Fina, Cintio, Eliseo, dejándose seducir por los flotantes aromas
Virgilio, Gastón), convencidos de que en esa de una natilla habanera. No. Pepe Prats a
huérfana zona de la literatura cubana se nadie dijo que escuchaba a Debussy en su
escondían, refulgentes, muchas claves secre- castillo de madera, lejos de los reflectores,
tas del alma y la agonía nacionales. Esa voca- para escribir una novela de seiscientas pági-
ción, esa pasión, los «orilló» de las tribunas nas, y hacerlo a solas, sin esperanza alguna
más apetitosas de la nomenclatura, por decir- de publicación, sin miedo a comas ni gerun-
lo de alguna manera, y para muchos escritor- dios ni preposiciones. Luego la publicaría en
zuelos oficialistas, Prats, Saínz, Arcos y pandi- México porque en Cuba, al saber la noticia,
lla, servían de poco a «la causa», por lo tanto le tuvieron pavor a su brevísimo título: Mariel.
no debían esperar ningún reconocimiento, La sola palabra Mariel pesaba más que las
ninguna compensación: no representarían a otros ochocientas mil que el profesor Prats
la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, ni Sariol había necesitado para dejar testada su
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al Ministerio de Cultura ni muchísimo menos incansable fe en esa misma islita que, por
al Partido, en viajes de intercambio con los tanto amor, prefería mejor desdeñarlo. Prats
países socialistas, en especial la hermana volvió a su castillo, en compañía de Maruchi,
Unión Soviética, ni merecerían un Lada 1600 su esposa, y los dos, cada uno en su propia
(a lo sumo, un Polaquito, en la octava o nove- sombra, siguieron pensando, escribiendo, en
na ronda de asignaciones), ni un departa- la luna de ese mundo moral, tan ignorada y
296 mento en Alamar, si acaso un ventilador de maltratada. Mariel fue un ave rara. Mariel era
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una balsa a la deriva. El día que se publique no hace suyas ciertas o inciertas posiciones
en Cuba, me gustaría presentarla en el teatro extremistas del exilio cubano. Todo lo contra-
de la Escuela de Letras de la Universidad de rio, y he ahí su grandeza: el pasado se evoca
La Habana, si es que ese amado recinto no se con cariño, con una piedad auténtica, a ratos
convierte antes en una loma de escombros. suavizada por un chorrito de humor, siempre
Años después, supimos de Las penas de la bienvenido; el presente se asume como viene,
joven Lila. Hace cuatro días, me llevaron una sin pedirle demasiado a la suerte: la gratitud
copia fotostática de la tercera novela de Prats es virtud; y el futuro, por su parte, se traza en
Sariol (la segunda, Guanabo Gay, espera su dependencia de los reencuentros, es especial
turno sin impaciencia), y sólo tuve dos el encuentro con el silencioso Valerio, en
noches para leerla y llegar a tiempo a Puebla, alguna noche de Europa. No les cuento más,
a esta sala. De las dos noches, me sobró una, para que se desvelen a gusto, pero sí les ade-
porque la joven protagonista comenzó a con- lanto que no es fácil, y mucho menos frecuen-
tarme sus penas, carta a carta, y pronto supe te, encontrar un texto tan equilibrado y al
que esa balsera culta y buena hembra, esa mismo tiempo tan conmovedor, sin que al
maestra de inglés sin prejuicios ni moralinas conmovernos hagamos concesiones al melo-
fatuas, la ocurrente y memoriosa Lila Borre- drama. La remitente se aferra a los detalles
ro Pierra (ah, las hermanitas Borrero, nues- del recuerdo como un náufrago a una tablilla
tras Bronté, sobrevolaban por mi recámara de salvación. Dice Lila: «Acabo de matricular
mientras leía y leía sin parar y no sé por qué exilio./ Mañana en algún rincón/ otro
me acordaba de Julián del Casal y Severo Sar- extranjero batirá su pañuelo».
duy, tan distintos y en el fondo tan iguales), Prats Sariol nos entrega una novela episto-
esa cubana exiliada en Atlanta, Georgia, esa lar y lo hace con cabal conocimiento del
poetisa asesinada el 13 de agosto del 2000 en género, del cual sin duda debe ser un adicto,
la primera página de la novela que cuenta su epistolar y policíaca a la vez, pues el enigma
vida, ella, Lila, había sido mi amiga aun sin de los asesinatos de Lila y de Virginia Her-
conocerla —ni en la Isla, donde ella y yo nández, su compañera y cómplice de vida,
compartíamos, por lo que ahora sé, amigos y viene a esclarecerse en la última línea del
escenarios; ni en el exilio, ese territorio relato —algo que sólo las muy buenas nove-
ancho y ajeno donde a los cubanos nos mata las consiguen sin falsos trucos—. Ahora que
poco a poco la cabrona nostalgia. lo pienso, ¿saben qué?, no me cabe la menor
Como lo siento, lo digo: la lectura de Las duda de que Las penas de la joven Lila es una
penas de la joven Lila resulta una aventura sen- novela que bien puede encantar a jóvenes lec-
cillamente inolvidable. Soy, lo reconozco, un tores. Esta sospecha me lleva de la mano a un
lector cómplice, cautivo, pues anduve por tema espinoso: el de la literatura cubana
esas calles donde siempre había un ojo obser- escrita fuera de la Isla pero dentro del juego.
vándote, por esos barrios de arboledas Lo prohibido siempre encanta, en parti-
matronas, esas plazas bendecidas por los ven- cular a los jóvenes, porque la juventud
davales de los nortes, y padecí idénticas des- misma (me refiero a la cubana, sin ser una
ilusiones y también le tendí la mano a lobos condicional exclusiva) está muchas veces
rojos disfrazados de blanquísimos corderos. amarrada a una cadena de negaciones
Confieso que me partió el alma la amorosa absurdas, entre ellas la tontería de vetar un
resurrección de aquella Habana de nuestras libro en nombre de la salud mental de una
sueños e ideales, recreando cada pesadilla o sociedad supuestamente pura. Como si la
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cada desengaño por un personaje, Lila, que pureza fuese algo demasiado trascendente,
un día huyó en una balsa y hoy carga a su dogma que Nicolás Guillén se ocupó de des-
hijo sobre sus hombros, como un trofeo, qui- mentir en uno de sus poemas más tóxicos.
zás el único de su azarosa existencia. Ideólogos sin imaginación muchas veces pre-
Al revivir los episodios, en cartas a un vete- fieren ignorar a prohibir. Así te borran de los
rano amor (Valerio, que vive y vive bien en la diccionarios de literatura, no divulgan los
Isla que aún defiende, a su manera), el autor éxitos de sus «oponentes diversionistas», por- 297
encuentro
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que si «no lo sabe nadie, no existes», y termi- presumir de justicieros o de cínicos, lo cual
nan por meterte en el mismo saco donde es un disparate de calculables consecuen-
excomulgaron sin pruebas a un agente de la cias: primero lograrán la roña, después el
cia, a un vendepatria o a un neo-anexionista. olvido. Lo más dramático es que los abusos y
La buena literatura del exilio corre en la Isla los desastres pueden ser ciertos, lo son de
de mano en mano, por canales secretos, y esa hecho, mas la denuncia queda desacreditada
circulación le otorga una energía inesperada; por la burda manipulación de la verdad y la
se podría concluir que, al ser proscrita, se contraproducente exageración de la menti-
activa la bobina de la curiosidad, y aunque ra. La literatura, la de realeza, no apunta
nuestros libros llegan de contrabando, en con escopetas de perdigones hacia esos
franca desventaja, a la larga esa misma condi- patos disecados que se empolvan, mustios,
ción acaba por concederles un privilegio no en los estantes de nuestro Museo Natural de
necesariamente merecido: el de la altanería. Historia; la letra impresa debe procurar la
En ese ir y venir, algunos colegas quieren caza de alto vuelo, y siempre habrá que
vender gato por liebre, la verdad sea dicha. intentar el disparo a partir de los principios
Los gatos tienen siete vidas. Las liebres, elementales de la balística: la voluntad de
no. Algunos escritores del exilio suponen soplar la cerbatana con gran aliento, la
que con sólo eslabonar un inventario de correcta alineación entre la pupila, la boca
desastres y de abusos tienen garantizada la de la flauta y el pájaro (todo lo vivo destella),
miel del triunfo, y esperan «hacer zafra» al para conseguir así la parábola perfecta de
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ese dardo de dos filos que es la palabra: ya teridad, se ocupó de construir la suya al
libre, surcará el cielo de una hoja de papel. detalle. Pues bien, es tiempo de que la críti-
Lo dijo José Lezama Lima: lo importante no ca ponga entre comillas toda la obra piñe-
es el blanco sino la flecha. riana e indague minuciosamente en los sig-
La flecha. Bien lo sabe Prats Sariol. Yo no nificados de la misma por encima de los
le tengo miedo a los adjetivos. Su novela es propios designios de su autoría y, por
una dicha. Una fiesta. Una conmoción. Ya se supuesto, de las batallitas y los prejuicios
me hace tarde. Vienen por mí. Debo llegar a locales —entiéndase en la Cuba de dentro y
Puebla, a tiempo. Así que remato estos apun- de la diáspora—. Esa será la única forma de
tes con un abrazo a mi querido Pepe, siempre incorporar—léase hacer cotidiano, viable,
sabio, siempre sorprendente. Termino con productivo—, al interior de la sensibilidad y
una imagen imposible: a la luz de un rayito el pensamiento cubano contemporáneo la
de sol, en una oscura celda de la cárcel de dialéctica autocrítica que es lo que, en última
Canaleta, provincia de Ciego de Ávila, Cuba, instancia, el autor de La vida tal cual (1961)
Territorio Libre de América, un poeta preso nos entrega en su afán autobiográfico.
le escribe una carta a Lila Borrero y le comen- El libro de Espinosa se inscribe entonces
ta sus versos. Mejor que no sepa, no le digas, bajo la idea de que la biografía de los auto-
que Lila ha sido asesinada, ni que un maricón res es un factor indispensable en el estudio
cojonudo vengó su muerte, como todo un de sus textos literarios. ¿Cómo separar de su
hombre. Al poeta aún le faltan diecinueve obra los intríngulis existenciales del sujeto-
años de cautiverio. Gracias por tu novela. Se escritor —cualquier escritor o artista— cuya
encapricha por ti, Eliseo Alberto. ■ materia de trabajo por excelencia es la natu-
raleza humana? En el ensayo que Espinosa
parafrasea con su título, Piñera hacía esta
misma propuesta en 1955 con respecto a la
influencia de la (homo)sexualidad en la vida
¿Y de mi Cuba qué? de Emilio Ballagas. Este fue un proyecto críti-
co que, en oposición a las veladuras origenis-
Jesús Jambrina tas, la revista Ciclón comenzó a estimular en
los años 50 como parte de la modernización
del campo cultural en la Isla. Casi cuarenta
Carlos Espinosa Domínguez años después y a pesar de haberse reconoci-
Virgilio Piñera en persona do a nivel teórico —e histórico para Améri-
Editorial Término, Colección Ideas
Denver, 2003
ca Latina— el valor de la propuesta de Piñe-
287 pp., ISBN: 0-930549-26-0 ra en aquel polémico ensayo, todavía hoy en
la Isla mucha de la crítica profesional y aca-
démica —por no mencionar la netamente
Carlos Espinosa Domínguez impresionista, que es mayoritaria— se resis-
Virgilio Piñera en persona te a aceptar completamente que la vida de
Ediciones Unión. Colección Contemporáneos
La Habana, 2003
un autor, en todas sus dimensiones (ideoló-
382 pp., ISBN: 959-209-516-7 gica, de clase, orientación sexual, raza y reli-
gión, entre otras que puedan ser pertinen-
tes), es parte inseparable de su existencia y
por ende de su escritura misma. O peor, de
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artista plástico sólo se han publicado frag- difícil darse cuenta de que para Virgilio
mentos en revistas. Ni hablar siquiera de Piñera esa relación —sin restarle cualidades
permitir la venta de la de Reinaldo Arenas. a las que tuvo con otros amigos y amigas
Y es que Virgilio Piñera en persona se lee suyos en esa época— encerró un marcado
principalmente como una biografía, en la simbolismo personal y político. Frente a la
medida en que se sigue una cronología, se exclusión institucional a la que fue someti-
300 cotejan los hechos con diferentes fuentes, se do, el escritor encontró en La ciudad celeste,
encuentro
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tres— quienes no sólo exponen sus expe- nó (con la trascendencia), así como cierta
riencias como amigos del escritor, sino que, sublimación dolorosa, cierta inconformidad
desde los años que siguieron a la muerte del con la manera en que sucedieron las cosas:
mismo, ya avanzaron valiosas opiniones que «…aunque estuve en la exhumación de sus
aún hoy ayudan a poner en perspectiva la restos tres años después, nunca creí que Vir-
obra en cuestión. Arrufat, por ejemplo, con gilio hubiese muerto de verdad. Parece que
la sabiduría que caracteriza sus observaciones de tanto oírle hablar de su inmortalidad, yo 301
encuentro
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llegué a creérmelo. Siempre espero que un directamente los temas sexuales—, Piñera
día toquen a la puerta y cuando abra, sea él reveló en sus percepciones una conceptualiza-
que trae un pie de la dulcería y me diga con ción ética y estética acerca de este asunto.
su sonrisa habitual: «¿Y de mi Cuba qué?». «Tres elegidos» (1945), «Ballagas en persona»
Si pensamos en el ajetreo social en el que (1955), «La gran puta» (1960), «Sexualidad y
vivió el autor de Aire frío (1959) en sus sesen- machismo» (1960), La vida tal cual (1961) y
ta y siete años, las intervenciones de personas «Fíchenlo, si pueden» (1976) contienen, junto
que lo conocieron son relativamente pocas a Paradiso (1966) y Oppiano Licario (1977), de
en este libro. Pero es mérito de Espinosa el Lezama Lima, entre otros textos de los 60 y los
haber logrado reunir un grupo de ellas, 70, una clara reflexión de cómo la sexualidad
incluidos sus familiares, lo suficientemente y el erotismo —en sus diversas orientaciones
próximas para dar una imagen coherente y genéricas y gradaciones discursivas— se articu-
cercana del escritor en cada una de las épo- lan dentro del sistema cultural de una nación,
cas que le tocó vivir: José Antonio Portuon- lo cual es uno de los retos epistemológicos de
do, Francisco Morín, Abelardo Estorino, nuestro tiempo en cualquier parte del mundo.
Rine Leal, Guillermo Cabrera Infante, Ana Por el testimonio de Antón Arrufat en este
María Muñoz Bach, Fina y Juan Gualberto libro, sabemos cuánta influencia tuvo la
Ibáñez Gómez (Yonny), etc. En honor al herencia judeocristiana en los años iniciales
espíritu polémico de Piñera, hubiese sido de la Revolución y cómo ello contribuyó a la
adecuado incluir alguna que otra opinión exclusión de Piñera y, en general, de los
discordante o algunas posibles reconsidera- homosexuales, las lesbianas y las conductas
ciones después de pasados tantos años. «impropias» de entonces, de una participa-
Por ejemplo, Cintio Vitier —la controver- ción más amplia en los destinos del país. Por
sia más o menos visible entre estos dos escrito- él también sabemos que el autor de El No
res es una de las más ricas de la historia de la (1965) apostaba «por menos sexo y más
literatura cubana y sus resultados están por obra» —¿hay una contradicción entre uno y
investigarse en profundidad—; Gastón otra?— no obstante, leída cuidadosamente, la
Baquero, que sobrevivió a Piñera por varios obra de Piñera se revela en muchos sentidos
años y a quien este último criticó fuertemente como un forcejeo brutal entre la carne y el
cuando «se pasó» al periodismo en la década espíritu. No sucede lo mismo que en otros
de los 40 —Arrufat se refiere a ello en este escritores donde, siguiendo a Freud, pudiera
mismo libro—; Eliseo Diego, de quien habría decirse que la sublimación sexual justifica la
que pensar algunos versos —pienso en escritura, sino que en Virgilio la conciencia
«Dicen que soy reciente, de ayer mismo/ que del cuerpo se empasta con la escritura, con-
nada tengo en qué pensar, que baile/ como virtiendo a esta última en una dificultad cons-
los frutos que la demencia impulsa» («El tante, como dijo el autor en algún momento:
segundo discurso: aquí un momen-
to»,1949)— en franca respuesta a varios de Porque no se lucha por la escritura sino en su
La isla en peso (1943), y que a la altura de contra. Desconfiar de aquellos escritores que afir-
1992, recordaba a Piñera como al único ser man encantarle la literatura. Llegar a dominar la
humano que en vez de sangre, llevaba letras escritura, obtener esa alquimia de entrarla en la
en las venas. Autores cuyas poéticas batallaron corriente sanguínea de nuestro cuerpo, es el
con la iconoclastia de quien, quizá, fue su combate que todo escritor debe plantearse. Escri-
contemporáneo más activo a nivel estético. bir simplemente es un oficio como otro cualquie-
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En tanto lector, me hubiese gustado saber ra, en cambio escribirse, he ahí el secreto.
más sobre las opiniones de Piñera acerca de la
sexualidad como influencia vital en la literatu- Luego yo eché de menos un poco de
ra y no es sólo por voyeurisme —sí, no voy a cháchara mundana sobre el tema de la
cometer la ridiculez de negarlo— sino tam- sexualidad y su traducción en literatura, algu-
bién porque, como en el resto de los temas na anécdota como la de Cabrera Infante en
302 que abordó —y hoy sabemos que sí abordó Mea Cuba (1992), en la que relata cómo
encuentro
buena letra
sobre el acto mismo de escribir. «La guerra nación, vértigo moderno de rock a la
de los escribas», «Argumento» y «Derecho medianoche, que es a su vez el surrealismo
al limbo» argumentan sobre el querer ser de una vanguardia rejuvenecida. Desfila,
del texto y los escritores. Cierra este grupo por otra parte, el análisis psicológico de
«El éxito del tigre», que no es el mejor Esperanza, esa vida que le robó el orden
cuento de la colección, pero que resulta cubano (plan de trabajo, autocrítica, sancio-
representativo de esa construcción de un nes, incumplimientos y asambleas), con un
mundo muy del autor, poblado por criatu- refinamiento de «Conejito Ulán». No se le
ras híbridas entre el homo sapiens, la zoología escapa al autor, en el encadenamiento
y la botánica. Se puebla la narrativa de narrativo, el nivel psíquico de esta segunda
tigres y madrelfines que escapan a la lógica, llamada que va por el subconsciente. En el
mutaciones genéticas de García Méndez fondo, se nos está diciendo que «sólo vivi-
con adobo de «Sensitiva» y «Romerillo», mos una vez» y que la segunda oportunidad
títulos de otros dos cuentos. Poniéndolo al es la memoria de la primera que perdimos:
día, me recuerdan la desasosegante película así hizo el castrismo con los cubanos.
Adaptation, estreno reciente con guión fílmi- Algunos de los cuentos de la colección
co de Donald y Charlie Kaufman, inquietan- son muy difíciles, hasta el punto que me
te laberinto sobre la escritura, la floricultura recuerdan la narrativa de Labrador Ruiz
y la adaptación de las especies. El libro nos con su Trailer de sueños. No se llega a tales
lleva de un desconcierto al otro, y de natura- grados de hermetismo en El éxito del tigre,
leza parecida es «Domador de girasoles», pero algo hay porque el autor sigue la línea
uno de sus aciertos más refrescantes, un de nuestro barroco metafórico, del que
triunfo de la imaginación que finalmente nunca nos vamos a desprender a pesar de
confirma su prioridad absoluta frente a la las incursiones naturalistas, incluyendo las
política, el didactismo, la lucha de clase, el de García Méndez. Ciertamente, a veces al
castrismo, el comunismo y el exilio, deján- autor se le va la mano («Sensitiva», «Rome-
donos como única realidad la de la belleza, rillo») en el proceso de complicarnos la lec-
la de la fantasía, la de lo que no tiene expli- tura. Cuando leemos: «Primero fue, para los
cación y no es ni siquiera metafórico. Es ligones de pupitre, un mogote de esos que
realmente un giro de girasol hacia una nunca se sabe por dónde escalar: paredes
luminosidad creacionista donde el girasol verticales de caliza. Y los alpinistas profesio-
vale en sí mismo dentro de esta floricultura nales de muchachas nuevas, le daban vuelta
literaria que es la mutación del libro. buscando un asidero, para encaramarse en
Al mismo tiempo, hay otros niveles de sus labios», nos quedamos con la boca abier-
una rica intimidad dentro de una atempora- ta sin entender ni pío, hasta que llegamos
lidad que libera el espacio narrativo, como poco después a «La raspadura» y a «las ban-
es el caso de «Memorial de Samarcanda», dadas de moscones a su alrededor, dándole
donde se entremezclan el refinamiento de vueltas como si Dios hubiera fabricado a
las relaciones individuales y las que sostie- Teresa con puro dulce de coco». Entre la
nen el narrador y el protagonista con el raspadura y el dulce de coco ponemos pie
tiempo. No se queda atrás «Segunda opor- en tierra cubana: navegamos por el eros
tunidad», ese viaje psicodélico de Esperanza nacional, nota lúbrica que va y viene por
que es un abrir y cerrar de sorpresas, una páginas cargadas de sexualidad, como
aventura de la protagonista por el tiempo marca de fábrica de lo cubano entre las
buena letra
perdido (realmente perdido) de una fiesta piernas. Sin perder nunca su conciencia de
tardía a la que fue invitada cuarenta años estilo, hay páginas de mucha lujuria («Auto
atrás y a la que no asistió, y que siguiendo el de fe») que nunca descuidan la escritura.
principio de un cartero que llama dos veces, Sin embargo, ni la sexualidad ni el herme-
se repite para hacer un recorrido por imá- tismo representan lo mejor en esta colec-
genes y situaciones que se suceden en un ción, sino el desgarramiento que nos lleva
304 tiempo suprarrealista, discoteca de la imagi- de una sacudida a la otra.
encuentro
buena letra
Fidel (o de Norberto) como «cerillo» en vez alguna sombra fantasmal o un súbito destello
de «fósforos» como decimos los cubanos. diabólico. Incluso de día parece una casa pro-
Parece que hubo un amago de «traducción» vista de ojos y con una boca triste que viene a
del texto para adecuarlo al español peninsu- ser la doble escalera de la fachada con sus dos
lar, deformando así la naturaleza de una barandillas como comisuras caídas.
prosa que, por razones obvias, debió conser- Los feos pilotes que la sostienen en el aire
var todo el sabor de la cubanidad. Página tienen algo tétrico, es como si allá abajo, en
190: «antes de que se lo cargaran». Ese «car- las sombras, pudieran suceder hechos terri-
garan» es un coloquialismo típicamente bles. Esos pilotes elevan la construcción, los
peninsular que no se entiende en el resto tejados a dos aguas, la afilan, dándole al con-
del ámbito lingüístico castellano (unos 400 junto cierta apariencia gótica. El gótico en el
millones de hablantes). Topónimos como trópico entraña una contradicción.
«Marianao» se convierten en «Mariano». A medianoche, si uno se encuentra con
Con frecuencia leemos «campo Columbia» ese caserón a oscuras, sin duda se da un
en lugar de «campamento», etcétera. susto de muerte. Ahí nació, como dice Nor-
En la entrevista antes mencionada, Nor- berto, esa «terrible combinación entre un
berto Fuentes opina que Fidel Castro no va a comunista y un gángster de la Universidad
escribir su biografía («no tiene tiempo para de La Habana». Ahí empieza el relato de
eso»). Pienso que si lo hiciera, no sería abso- Norberto Fuentes, este libro maldito que se
lutamente sincero, así que hay que agradecer lee de una sentada. ■
que Norberto se haya apropiado de la vida
de Fidel prestándole a éste su voz, con lo
cual, desde un punto de vista estrictamente
literario, estético, Fidel Castro salió ganando.
En cierta forma este libro es también un No para olvidado
bildungsroman, por cuanto describe el proce- Tristán de Jesús Medina
so de formación de Fidel. Su infancia, su
juventud, el colegio de Belén, la época de Antonio José Ponte
gatillo alegre en la universidad, Cayo Confi-
tes, el Bogotazo, los primeros contactos con
dirigentes comunistas, sus mujeres, sus Tristán de Jesús Medina
curiosas conexiones con la santería, el asalto Retrato de apóstata con fondo canónico.
al cuartel Moncada, México, el Granma, la Artículos, ensayos, un sermón
Sierra Maestra... todo en orden cronológico Selección y prólogo de Jorge Ferrer.
aunque con algunos saltos hacia adelante. Editorial Colibrí, Madrid, 2004
Hay una serie de anécdotas inéditas —o 278 pp., ISBN: 84-932311-5-0
poco conocidas— que enriquecen lo ya sabi-
do sobre el personaje. La documentación
gráfica no tiene desperdicio. A mí me
impresionó sobremanera la casa natal del
protagonista en Birán, página 65.
L a fama del sacerdote bayamés tristán
de Jesús Medina fue, durante buen
tiempo, de naturaleza problemática. Consis-
Ya había oído algunos cuentos sobre ese tió principalmente en aparecer, junto a
caserón de madera, pero nunca la había visto. otros endemoniados y soberbios, en el
En cuanto vi la foto, pensé en la casa de la censo de heterodoxos españoles levantado
buena letra
en este libro uno de esos sermones exigidos Medina nos entrega, además de juicios
por Lezama, y lo acompaña de artículos y sobre la poesía de éstos, su particular visión
ensayos del mismo autor. No se trata, lamen- de la administración sentimental de la fami-
tablemente, de la más famosa de sus oracio- lia inglesa: «Hirióme al principio la frialdad
nes religiosas, al parecer perdida sin remedio: con que semejante sistema aparenta conge-
el sermón por Miguel de Cervantes pronun- lar la sangre y la vida; pero no tardé mucho
308 ciado en la Iglesia de las Trinitarias en 1861. en reconocer las propiedades tonificantes
encuentro
buena letra
de un frío, que lo que primero hiela y enca- laúd, y le ha dejado una sola; sí, una sola
dena son los fervores volcánicos y las lágri- cuerda tiene su lira...».
mas conjuntamente inútiles». Y lanza esta otra observación sobre Zam-
Resultaba sin dudas un cubano metido en brana: «cuando en medio de una oda le
el ambiente de las novelas de Jane Austen. asalta el recuerdo del poco aprecio que va a
Fue viajero capaz de recorrer la historia italia- merecer del mundo para el cual la escribe,
na (Florencia, capital de Italia) y su arte: Beato se enfría, se enoja, y el primitivo pensamien-
Angélico y Miguel Ángel. Gozó, sobre todo, de to, la idea madre no llega a expresarse, y
fortuna al ocuparse del arte musical, pasión entonces el poeta hace correr la pluma, se
que extendió hasta los predios de su narrati- entretiene en ideas fáciles, sin examinarlas,
va. Y Roberto Friol opina que ningún narra- sin escoger entre ellas, porque el objeto es
dor cubano, salvo Carpentier, ha mostrado acabar cuanto antes. Por eso los sonetos son
relación tan íntima y constante con la música. sus mejores composiciones...».
De todo lo recogido en este libro, son sus Diez de los catorce textos compilados por
piezas sobre arte las de interés más durade- Jorge Ferrer no habían sido publicados ante-
ro. Reflexiones sobre la patria («¡Maldito riormente en libro. Resultaban accesibles
amor a la patria, que sólo vive de odio al solamente a aquellos que, con suerte, practi-
extranjero y que considera como extranje- casen ejercicios de inmersión en las viejas
ros a las cuatro quintas partes de los ciuda- colecciones de revistas y periódicos. Es repro-
danos!»), sobre la libertad política o el siste- chable entonces que trabajo tan cumplido
ma carcelario, conser van más dudosa haya olvidado las referencias bibliográficas
potencia de reclamo. No exentas de primo- de cada pieza, las fechas de publicación. (Del
res, sin embargo. Como cuando, en un sermón descubierto brinda detalles biblio-
ensayo dedicado al trabajo, compara a los gráficos el Diccionario de la Literatura Cubana
corales con arañas de los fondos oceánicos. aparecido en 1984. Otros ejemplos de orato-
Retrato de apóstata con fondo canónico saca a ria religiosa, la oración por Cervantes y una
la luz el único caso de crítica literaria sobre por militares muertos en campaña, han sido
coterráneos que le conozcamos: su acerca- muy vagamente refenciadas allí).
miento a la antología Cuatro laúdes. O sea: a Amén de los textos de Medina, en el pró-
Ramón Zambrana, José G. Roldán, Rafael logo de Retrato de apóstata con fondo canónico
María de Mendive y Felipe López de Briñas. el lector hallará el más exhaustivo esbozo
Pero, lamentablemente, sólo se incluyen biográfico del autor escrito hasta la fecha.
aquí los fragmentos dedicados al primero y Viudo desde muy joven, sacerdote católico,
al tercero de estos poetas. (Deberá hojearse exiliado aunque no por razones políticas,
el tomo de narraciones editado por Friol republicano y abolicionista, frecuentador de
para dar con la versión completa). la masonería, al menos en dos ocasiones le
Irreverente y dotado de una cortante cla- fue retirada su licencia para predicar. La pri-
ridad expositiva, Tristán de Jesús Medina ha mera vez por impugnar el dogma de la eter-
sido ubicado por el prologuista de este libro nidad de las penas, la segunda, por alabar
en la estela del autor de El Regañón y El Nuevo en un sermón la belleza física de María.
Regañón, Ventura Pascual Ferrer. Más cerca De ambos tropiezos lo disculpa José
de nuestro tiempo, cabría emparejar sus ata- Lezama Lima gracias al atenuante de haber
ques críticos a los de un Virgilio Piñera. mostrado en esas faltas una «innegable raíz
«¿Por qué el señor de Mendive es tan cubanísima». (La cubanidad, al parecer,
buena letra
«capilar». Al abordar «algunos de los aspec- una obra poco voluminosa, pero contun-
tos menores de la vida de cada día», este dente. Los dos poemarios que ha publicado
libro «se adentra en una zona mucho más hasta ahora (La cara de la guerra, en 1972, y
confusa y contingente, que Michel de Certau Poemas del 42, en 1988) son textos sólidos
ha llamado «las prácticas y procedimientos que han bastado para asegurarle un sitio en
silenciosos que esgrimimos en el diario la evolución de la poesía cubana de los últi-
vivir»»; «zona donde no hay grandes héroes mos decenios y le han merecido aparecer
ni villanos, sino hombres corrientes y anóni- con suma dignidad en prestigiosas antologías.
mos… confundidos en el sordo fragor de los Moro ha demostrado que la prisa no es una
procesos ordinarios» (pp. 17-18). Me hubiese de sus prioridades en lo que respecta a su
gustado que Iglesias se planteara las implica- labor poética. Durante los dieciséis años
ciones de la tan celebrada tesis de Benedict transcurridos desde la publicación de su
Anderson en su Imagined Communities: Reflec- segundo poemario, los lectores hemos
tions on the Origin and Spread of Nationalism, en aguardado en vano la salida del tercero.
relación al resultado de sus propias investiga- Para sorpresa de todos, ella ha respondido
ciones (cita a Anderson para observar que, en 2004 con un libro inesperado, una nove-
pese a la importancia que le da éste al «papel la. Se trata de En la boca del lobo, su primera
de la letra impresa y en particular de la pren- incursión conocida en el género narrativo.
sa periódica en el surgimiento de los lazos de La obra obtuvo por unanimidad el Premio
solidaridad que conforman la comunidad de Novela Corta convocado por el Ayunta-
imaginada de la nación», ella ha puesto el miento de Villanueva del Pardillo (en Espa-
énfasis en actos patrióticos «destinados a ser ña, donde la autora reside desde 1970) y
mirados y escuchados más que leído», debi- nos narra el drama de un grupo de cubanos
do a que en los años de que trata, casi el 70 que huyen de su país en una balsa rudimen-
por 100 de la población de la Isla era analfa- taria y sobreviven en alta mar cinco días,
beta. Quede tal discusión esperemos para un hasta perderse en lo desconocido, en la
próximo libro. noche oscura como la boca de un lobo, en
El uso de la palabra «metáfora» en el la inconciencia o el delirio, y desde luego
título del libro no me parece apropiado; en la muerte. Una obra sagaz, habilidosa,
«representaciones» creo que hubiese expre- que captura y obsesiona como el leit-motiv de
sado mejor lo que Iglesias estudia. Y se echa un sacrificio wagneriano.
de menos un índice onomástico. En conclu- «Lo que se dejó atrás se le deja a la muer-
sión, un libro indispensable. ■ te», se dice a sí misma Bárbara, uno de los
personajes principales, al tratar de atenuar
en su mente el valor de lo que ha perdido al
abandonar su casa y su vida para entregarse
a un viaje tan peculiar e inseguro. Esa frase
La boca del lobo resume también el carácter de la aventura
es implacable que emprenden los demás personajes: el
intento de escapar supone una renuncia a las
Reinaldo García Ramos posesiones y conductas anteriores, una inci-
neración del pasado; todos ellos redefinen su
memoria respectiva, los objetos queridos y
los seres recordados. «Un viaje de exiliado o
buena letra
Lilliam Moro
En la boca del lobo de emigrante es una despedida a una parte
Ed. Verbum, Madrid, 2004 de nuestra vida» —sigue pensando el mismo
158 pp., ISBN: 84-7962-287-3 personaje de Bárbara—, «es un tirón brutal
que sufrimos para darnos de cabeza contra la
falacia más dañina que el hombre ha inventa-
sacrificios, por el cual la vida se convierte en opresivo, en ese océano sin salida, tan oscuro
una interminable tregua, en la que se inmo- como la boca de un implacable lobo, y nos
la lo único que realmente posee el ser damos cuenta de que en verdad lo que la
humano, el Presente». Para escapar a la alie- autora ha hecho es sumergirnos en la encru-
nación impuesta por un férreo sistema polí- cijada ancestral de toda una nación: quedar-
tico y al encierro facilitado por la condición se en una isla bajo un gobierno opresivo o
geográfica del país, cada personaje se muti- arriesgar la vida tratando de escapar.
la; rompe con lo mejor y lo peor de su vida Lo más disfrutable de la estructura de este
hasta entonces. Lo que deja atrás muere esa relato es precisamente ese crescendo sutil, ese
primera muerte elemental, pero al efectuar cambio sinuoso de tonalidades, que va pasan-
ese rompimiento el personaje se prepara a do con crueldad del lento moderato al andante
asumir, si es necesario, la segunda muerte, y se entrega por último a un asfixiante lar-
la final y absoluta del cuerpo y de la con- guetto funerario (recordé por momentos cier-
ciencia. Y ese segundo movimiento es, a mi tas composiciones de Richard Strauss, en par-
entender, la médula de esta novela. ticular sus poemas sinfónicos). Primero, el
Bárbara concluye su reflexión de manera lector tiene la impresión de que, con la
esclarecedora: «El único Futuro que posee- misma imprevisión de los oleajes, la narra-
mos, al que se puede acceder con toda segu- ción y la balsa dan cabezazos y no saben por
ridad, el que no podrá ser escamoteado por dónde encaminarse, como si desde el princi-
ninguna ideología, por ningún dios, por pio la brújula que traen los viajeros se hubie-
ningún amor, es la muerte». Y todos aceptan ra roto. Luego, poco a poco, entendemos
esa inmolación; la aceptan con exaltación, con angustia que esa desorientación está
sólo por tener, aunque sea por unos breves implícita en el sentido mismo del relato: el
días, la dignidad de haber podido decidir conflicto narrado es la demostración en el
sobre la propia existencia al menos una vez. plano imaginario del extravío nacional, de la
Estamos ante un libro impregnado de liber- pérdida colectiva de rumbo.
tad y muerte, de búsqueda ciega de libertad En cuanto al estilo, los mejores momen-
y de aceptación ciega de la muerte. Un libro tos de este libro no son, a mi modo de ver,
dedicado, como se aclara al final, «a todos los narrativos en sí, sino los líricos, los pasa-
aquellos que huyeron de Cuba cruzando el jes en que los personajes buscan su alma res-
Estrecho de la Florida en cualquier material pectiva, el sentido final de sus pequeñas
flotante. A los que han llegado, y a los que vidas, y pasan revista a los recuerdos, a las
nunca llegaron». motivaciones diversas que han tenido para
El escenario en que este drama esencial se entregarse a ese suicidio disfrazado de
desarrolla es, nada menos, el mar. Un mar huida. Esta apreciación debería constituir
ambivalente, expresión de vida y renovación para la autora un elogio, desde luego, por-
incesantes, amenaza insondable que rodea que reconoce que ella es —en definitiva y
una isla y se convierte en barrera natural y ante todo— una poeta, y por ende se mueve
misteriosa. Un mar que seduce, atrae, sostie- con familiaridad en los universos intangi-
ne y mece; un mar que devora, ahoga, invade bles donde la emoción se vincula con la
y borra. Moro captura al lector sutilmente imagen literaria y crea un tercer espacio
desde las primeras páginas y lo va arrastran- autónomo. Casi se podría decir que, por ins-
do con los aspectos más positivos de ese mar. tinto creativo incontrolable, Moro pone
Al inicio, nos parece estar ante una simple demasiado peso en esos monólogos de los
buena letra
la conciencia de sus personajes que descri- en su próximo libro y rasgarse las vestiduras y
biendo sus gestos y acciones en el mundo sacar a la luz ese dolor en todas sus dimensio-
físico; pero el tema, desde luego, pedía esa nes traumáticas. Además, aunque ciertos
especie de simplicidad anecdótica, ese autores cubanos han tratado el tema de las
devastador vacío de mar y cielo, esa conti- umap (Unidades Militares de Ayuda a la Pro-
nuidad opresiva de amaneceres y atardece- ducción), en cuyos campos de trabajos forza-
res. Tal vez ese desequilibrio era necesario, dos se intentó reprimir a los hombres homo-
o constituye incluso un acierto. A mitad del sexuales, nadie ha escrito con conocimiento
libro, uno de los personajes mira a su alre- inmediato sobre el tema de las becas castris-
dedor y la autora comenta, como un corifeo tas y el lesbianismo en los años 60, ni sobre
de Eurípides: «Cada uno se acomoda sobre las depuraciones de mujeres por ese motivo y
las tablas lo mejor que puede para ver pasar toda aquella falsa moralidad que las nuevas
la nada, lo que no sucede». Para ver pasar la autoridades pretendían profesar en lo que
nada: una constatación absolutamente rea- respecta al comportamiento femenino.
lista del material narrado y una premoni- Ahora bien, este libro se quedaría cir-
ción del inevitable desenlace. cunscrito modestamente a la trágica aventu-
Pero si bien la capacidad evocativa de ra de un pequeño grupo humano, si no
esta escritora se expande con mayor facili- fuera porque en el relato intervienen de
dad en las introspecciones que en los inci- pronto las deidades del panteón afrocuba-
dentes del mundo «objetivo», en ciertos no. Con gran habilidad, Moro convoca a los
pasajes de particular complejidad esos dos orishas de la Regla de Ocha o Santería a
procedimientos se combinan satisfactoria- entrar en su relato, para que observen y juz-
mente. En los flash-backs que la autora inter- guen lo que acontece a los personajes. Esas
cala aparecen momentos de pericia en la entidades sobrenaturales proyectan la
narración factual que se injertan en la acción en una dimensión insólita. Del
exploración interior de los personajes. Men- mismo modo que los dioses griegos partici-
cionaré, por ejemplo, el pasaje de las pági- pan en las peripecias y pasiones de los poe-
nas 50-51, en que Bárbara se entrega a su mas homéricos, y al hacerlo llevan a un
homosexualidad, en un encuentro con otra plano mitológico los incidentes de lo que de
muchacha en el campo, durante una tor- otra manera sería sencillamente una guerra
menta, cuando ambas participaban años intrascendente, los orishas afrocubanos
atrás en la campaña de alfabetización des- entran en este libro para elevarlo a un esce-
plegada por el nuevo gobierno. No cuesta nario primigenio y dar a la acción un carác-
ningún trabajo admitir que esas dos páginas ter épico, abarcador. La intervención colate-
están logradas desde el punto de vista de la ral y casi lúdica de estas deidades se efectúa,
narración en sí; pero también hay que des- además, con una espontánea vitalidad, a
tacar que se presentan como un recuerdo veces con notable sentido del humor. Esos
procesado en la mente, es decir, interioriza- fragmentos, ante todo, le dan al libro una
do, como una incorporación del acontecer beneficiosa frescura: son paréntesis en que
al ámbito espiritual del personaje. Al refle- el lector se distancia respecto del drama
xionar sobre la brillantez puramente narra- central, aprende algunas cosas sobre el pan-
tiva de ese fragmento, me atrevo a decir que teón afrocubano y las disfruta como leyenda
tal vez en ese universo sensual resida la clave pura (al modo de Lydia Cabrera y sus Cuentos
de la próxima novela de la autora; tal vez negros); pero enseguida hay que destacar tam-
buena letra
sea esa experiencia la que Moro debería tra- bién que esa intervención de los orishas colo-
tar más ampliamente en el futuro. En esas ca la narración central en un ámbito arquetí-
dos páginas, la voz narradora se sube las pico que la engrandece: esos balseros son, y
mangas y nos muestra las muñecas sangran- no huelga subrayarlo, todos los demás balse-
tes, pero con cierto pudor; al admirarla en ros; son ellos en sus vidas primarias y son
ese gesto, los lectores avezados sienten la también el resumen de los innumerables
tentación de exhortarla a pasar al proscenio cubanos que han intentado ese viaje y han 315
encuentro
buena letra
muerto en el fondo del mar o han llegado, Cuando uno llega a la última página, en la
providencialmente, a su destino. que «Olokun abre una enorme boca por
La decisión de la autora de propiciar esa donde sale un sonido que no se escucha»,
intervención de los orishas en su libro fue ese corolario elemental, en su grotesca
muy acertada. El texto cobra un mesurado obviedad, queda sembrado para siempre en
carácter paródico y un nuevo vigor cuando el alma del lector. ■
los orishas comentan, con amor e indiferen-
cia al mismo tiempo, la tragedia que esos
prófugos viven («país de locos», dice uno de
ellos). O sea, los balseros son individuos de
un relato determinado, pero se transforman Changó
así en símbolos de una nación. Recordemos con conocimiento
que en los ritos afrocubanos el contacto de
cada persona con su dios es directo, de pro- Luis Manuel García
tegido a protector; los seres humanos son,
de hecho, «hijos» de tal o cual deidad. En
este relato los dioses se ocupan de los náu- Tony Évora
fragos como si éstos fueran hijos descarria- Música cubana. Los últimos cincuenta años
dos, encarnaciones de un destino que nadie Alianza Editorial. Madrid, 2003
puede alterar sustancialmente, y ven los 439 pp., ISBN: 84-206-2024-6
errores de esos individuos con paciente
comprensión, pues saben que los «hijos» no
pueden efectuar una lectura trascendente
de los hechos. Un buen ejemplo podría ser
el siguiente diálogo: «—Los hombres se
extralimitan siempre —dice Obbatalá. —Los
M ÚSICA CUBANA. LOS ÚLTIMOS CINCUENTA
años tiene una virtud cardinal de
acuerdo a sus propósitos: la amenidad. Y
hombres deben extralimitarse, porque sólo amenidad significa no sólo lenguaje potable
cuando se pierden dentro de su propia sin- y capacidad narrativa; significa también, en
razón pueden encontrar la Verdad —dice el este caso, que uno encuentra las causas y los
mono blanco». Señalemos, de paso, que al efectos, los antecedentes y las consecuen-
final de esta edición se incluye un glosario cias, en suma, la dramaturgia de la historia.
muy útil de vocablos relacionados con los Equivale a sabia combinación de la anécdo-
ritos afrocubanos. ta biográfica, los pormenores de la intrahis-
En resumen, el lector se va a encontrar toria y los grandes acontecimientos que, por
con un libro extraño, que se impone con fuerza, afectan también a los músicos y a su
lentitud y sagacidad. Moro va llevando al obra, algo especialmente válido en el caso
lector con astucia hacia los fragmentos fina- de la Cuba del último medio siglo, donde la
les, que a mi entender son los más logrados Historia ha determinado millones de histo-
dramáticamente, pero en ese transcurso rias personales y cotidianas. Y ahí es donde
trata de utilizar solamente componentes queda, a mi juicio, la única arista de este
directos, plenos, sin alardes de pirotecnia. A libro que atenta contra su minuciosa factura
riesgo de crear en el lector esa sensación de y ofrece un costado vulnerable: la sobrepoli-
estancamiento o desorientación que señalé tización de la historia musical cubana. Son
antes, la autora se ciñe con austeridad a los excesivas las alusiones a los perversos efec-
buena letra
elementos menos rebuscados; no quiso, evi- tos del castrismo sobre las vidas y obras de
dentemente, «endulzar» el camino con estri- nuestros músicos. Y no es que el autor falte
dencias fáciles, sino precisamente subrayar la a la verdad o exagere los hechos, que posi-
aridez, la relativa simplicidad o desnudez del blemente hayan sido más terribles. Lo que a
conflicto central: la disyuntiva entre aceptar mi juicio no está a la altura del resto del
la opresión cotidiana o arriesgar la vida para texto es la frecuencia de esos paréntesis y su
316 tratar de conocer otras formas de la realidad. carácter adjetivo más que objetivo, sin que
encuentro
buena letra
ritmos africanos. El libro complejiza cubana. Los últimos cincuenta años, la crónica
mucho más la narración de las fuentes, para todos los públicos de una historia
donde hay ingredientes tan diversos entrañable, que es de cierta manera la histo-
como la canción italiana, spirituals, soni- ria de todos los cubanos, dictada por algún
dos norteafricanos y del Cercano Oriente orisha propiciatorio, que a juzgar por las
pasados (o no) por Andalucía, el aporte mitologías que ruedan por la Isla, de música
de los 200.000 coolíes chinos acarreados deben saber un trecho largo. ■ 317
encuentro
buena letra
Él, no obstante, prefiere llamarla «Jane la en un rictus doloroso. Hay lúcidas reflexiones
petite», pues cree que Juana Ortiz no se vería sobre esa fatalidad circular que exige a los
bien en los créditos de una obra del séptimo habitantes del país una energía sobrehuma-
arte, y mucho menos en esa gran película na; sobre las obras creadas en medio de una
que iba a salvar al cine cubano del olvido y, lo utopía, que están condenadas a ser un testi-
que era más importante, del ridículo. Juana monio de ésta y, como consecuencia, a morir
es una matancera cuarentona que parecía junto con ella; sobre la maldición que pesa
estar inventada para la alegría. Guiada por la sobre los nacidos en la Isla que los persigue a
fe ciega de su antiguo esposo, fue veinte años todas partes, como un país de plomo que lle-
atrás la primera artista que exhibió en un van encadenado a la memoria. Ante ese deso-
escenario cubano «sus pezones contestatarios, lador panorama, uno de los personajes expre-
problemáticos y emblemáticos... grotowskia- sa que «todo ha pasado a ser una escena
nos». Agradece que Ignacio le cuente sus des- improvisada de teatro experimental: nada de
cabellados proyectos, pues de esa manera ella justificar o de explicar; actuar, sobrevivir, rega-
no ve nada a su alrededor: ni las gentes, ni la tear, violentarlo todo, destruirlo todo».
Habana Vieja maloliente, ni las calles llenas La isla de los quizás es, sin embargo, una
de huecos, ni los balcones que amenazan con novela muy divertida y de lectura muy disfru-
venirse al suelo, ni las interminables colas, ni table. En sus páginas no faltan además mues-
el sol de justicia que reverbera contra el asfal- tras de un humor un poco más ligero y cos-
to, ni la letanía de los vecinos, ni la solemni- tumbrista. Para Ignacio, por ejemplo, el
dad de las conmemoraciones. Mantiene rela- camello es un invento de los bugarrones,
ciones con un francés que es comunista, algo mientras que para «la petite» es la mejor
que allá, piensa ella, es un lujo y no una obli- manera de ponerse al día en lo que a groserías
gación. Por su parte, Ignacio cuando vio por se refiere. Hay, en particular, un par de episo-
primera vez al «cherí» comprendió que lo dios que me parecieron realmente desopilan-
suyo era el «zafari humanitario... y los buenos tes. El primero ocurre en una exposición
tabacos, de cualquier marca, pero cubanos». donde Juana e Ignacio se conocieron, y en el
Juana había sorprendido varias veces a mismo Cano aprovecha para arremeter contra
Ignacio cuando imaginaba que recibía el el falso arte que se disfraza de vanguardia para
Oscar e improvisaba su discurso, tartamudo estafar. Los cuadros que se exhiben han sido
por la emoción. Soñar no cuesta nada, se hechos con los excrementos del pintor, que
decía, y a su amigo «le gustó siempre comer «había transformado sus tripas en un arma
de la que pica el pollo». Pero en esa Isla de cultural, y con los desperdicios se abría paso
incertidumbre, esos sueños eran su modo en el sendero arbitrario de la modernidad».
de escapar a la miseria del presente, de refu- El otro episodio se refiere a un concurso
giarse en un futuro en el que todo sería de travestis al que Juana se presenta, hacién-
mejor. Como él mismo expresa, «si no fuera dose pasar por uno de ellos. El éxito que
por los aplausos, ¿qué sería mi vida en ese alcanza es estruendoso: la besaron, la apre-
edificio sin mañana?». Se trata, es cierto, de taron y se quedaron atónitos cuando le vie-
un futuro inventado e intangible, pero ya es ron los senos. «Pura hormona yanqui»,
tarde para destruirlo y sustituirlo por otro. comenta ella. Pero una noche hizo su entra-
Ignacio, además, por lo menos se ha inven- da en la azotea su exesposo y reveló el enga-
tado un futuro. El resto de sus compatriotas, ño. El incidente terminó con «la petite»
en cambio, vive lamentando el pasado y eva- corriendo con sus plataformas, su antifaz,
buena letra
diendo el presente. ¿Cómo esperan enton- sus mitones y su fusta por las calles mal
ces llegar al porvenir que todos reclaman? alumbradas y llenas de baches de La Haba-
La dimensión crítica con la cual Joel na, perseguida por una jauría embravecida.
Cano aborda la realidad contemporánea de Los homosexuales, machistas en potencia,
Cuba, se traduce en un humor carnavalesco se creían con más derecho que ella a ser
y corrosivo y en un pesimismo amargo, que femeninas por el hecho de tener un pene
hace que la sonrisa termine por convertirse entre las piernas, aunque renegasen de él. 319
encuentro
buena letra
Por eso desean castigarla, por su atrevimien- ese retablo de la Cuba actual que conforma
to de ser mujer. Algo similar mueve a su ex la novela de Cano.
cuando confiesa delante de todos que no es Todo lo anterior constituye una parte
un travesti: no puede admitir que desafíe a insignificante de lo que tan estupendamen-
los hombres allí donde más les duele, en su te se cuenta en La isla de los quizás, en la que
feminidad. su autor prueba poseer tanta imaginación
El final de La isla de los quizás es profun- como talento. Con ella, como escribió un
damente triste. Ignacio, que juró que nunca crítico francés, Joel Cano demuestra además
se iría de Cuba («Tengo el vicio de estar en que «el humor y la burla que transpira cada
contra, y ¿dónde hallaría más aspereza que página de su novela constituyen la mejor
en la isla del Tocororo?»), termina en arma de un creador para liberarse de la
Miami, sin haber filmado más que unos opresión cotidiana de una dictadura». ■
documentales. Juana se va a vivir con su
«cherí» a París, donde se da cuenta de que
la estabilidad no es lo suyo y que le faltan
esas drogas que son la carencia, la incomo-
didad, el hambre, la vulgaridad. A menudo Mambo, zarzuela y salsa
sale a vagabundear por la ciudad, y a veces en el bilingüismo actual
visita a Tomy, un compatriota al que odia y
desprecia. Su apartamento se llena de exilia- Wilfrido H. Corral
dos de diferentes edades y rangos, que
hablan de guaracha, puerco asado, guarda-
rraya y recetas tan suculentas como imagina- Gustavo Pérez Firmat
rias. Eso lleva a Juana por preguntarse: «Los Tongue Ties: Logo-eroticism
míos... ¿Dónde están los míos? Se quedaron in anglo-hispanic literature
en Cuba junto con mis pesadillas». Nueva York, Palgrave Macmillan, 2003
La novela de Joel Cano está llena además 195 pp., ISBN: 140396288X
de referencias y guiños cinematográficos.
En una escena, Juana se baña en la cascada
de 23 y Malecón, como hizo Anita Ekberg
en La dulce vida. En otro momento, llega a
ver a Ignacio con una de esas urgencias que
E s difícil probar lo contrario, y la
reacción inmediata sería recurrir a Bor-
ges, pero los mejores y más numerosos escri-
la hacen tan teatral, y con gestos a lo Raquel tores bilingües hispanoamericanos de este
Revuelta en el primer cuento de Lucía, siglo han salido de Cuba. Digo «salido» en el
cuando pide la gardenia mientras se revuelca sentido de producido e ingenioso, y lo
entre las sábanas, le exige que la acompañe empleo para señalar a la vez las condiciones
al aeropuerto. Ignacio, por su parte, mira la que producen las negociaciones y desen-
realidad con los ojos de un director de cine: cuentros culturales y psicológicos del exilio
«Me puse el traje de las ocasiones serias e lingüístico. De una manera sutil, con erudi-
importantes en plano medio, enfundé mis ción sin levadura, y concentrándose en la ver-
sandalias importadas en cinemascope, arran- sión estadounidense, en su libro más reciente
qué la cortina de terciopelo azul con un zoom Gustavo Pérez Firmat demuestra convincen-
violentísimo, tiré el micrófono sobre la cama temente las brechas del bilingüismo y de
en una secuencia de siete planos, apagué la cómo se lo ha conceptualizado hasta la fecha.
buena letra
grabadora en close up... y abandoné del brazo Gesto temerario si lo hay, resulta que el autor
de la petite mi embajada. Su extranjero nos —cubano de larga residencia y formación
esperaba frente al edificio, rodeado de negri- intelectual en Estados Unidos— es uno de
tos que le pedían chicle en cualquier idioma. contados escritores de allá que, desde cual-
Lo divisé desde la ventana en un plano nou- quier perspectiva, puede ser llamado neta-
velle vague». Gracias a esos recursos cinema- mente bilingüe. Su injerencia en la olla podri-
320 tográficos, se añaden nuevas perspectivas a da de las discusiones en torno al bilingüismo
encuentro
buena letra
y la «capacidad nativa» en dos lenguas como hablante desaventajado con las expectativas
prueba (falsa según él) de bilingüismo tam- del académico. El resultado es un simplismo
bién es temeraria porque, entre los varios (explicado por Pérez Firmat en su inolvida-
secretos que revela y nuevas visiones que pro- ble Introducción) que constantemente
vee, constata que el bilingüismo estadouni- acude al paternalismo y termina en la con-
dense (veta «hispana») ha sido visto como la descendencia. La solución que propone el
provincia de las poblaciones de descenden- autor es indagar en el diálogo o evidente
cia mexicana o puertorriqueña. dialéctica entre la palabra y el erotismo; y
Parte de la amplitud del corpus bilingüe esa clave, genial y productiva, muestra la
se debe a la expansión de lo que se pensó en gran necesidad de traducir este libro al
el siglo pasado como experiencias migrato- español en un momento en que abundan
rias «únicas», como si las de otros latinos no las pontificaciones sobre el tema.
contaran para nada o no tuvieran algo en Tongue ties, título que juega con «trabalen-
común. Así, podría extrañar al provinciano guas» y «lazos de habla», privilegia lo que el
que Pérez Firmat dedique dos de sus siete crítico —experto en los juegos de palabras
capítulos a George Santayana (simbólica- ingeniosos (marca primordial del bilingüe
mente, le dedica todo el primer capítulo) y neto), y autor de una de los mejores interpre-
Pedro Salinas, el tipo de «viejos blancos euro- taciones del choteo— llama los «momentos
peos y muertos» cuya existencia tanto enoja a latinos» en las carreras de algunos de los
los políticamente correctos. Y qué decir de la escritores que discute, como Salinas y Cernu-
privilegiada gran prosista María Luisa Bom- da, indagando en las instancias psicológicas
bal, cuyas pruebas manuscritas de su bilin- de los lazos emotivos con la lengua. Debe
güismo, como concluye el autor en el capítu- notarse que no entiende por latino una esen-
lo dedicado a ella, languidecen en la bóveda cia pegada a un lugar, capital cultural, o a la
de seguridad de un banco chileno. Sí, con polivalencia del término en Estados Unidos.
atención a Richard Rodriguez (sin tilde), el Más bien, se refiere a la presencia de un
mejor ensayista chicano y reconocido estilista «aquí» (anglófono) y un allá» (hispanófilo)
en lengua inglesa, Sandra Cisneros y Judith en las vidas de los autores que comenta,
Ortiz Cofer (los tres escriben exclusivamente muchos de los cuales experimentaron varian-
en inglés), el factor etnia debe ser parte de tes del exilio, desexilio e insilio. Es decir,
cómo calibrar las diferencias entre los escri- quiere describir lo que une a los que habla-
tores mencionados. Pero el autor, crítico cul- mos español (sea cual sea su variante), más
tural, profesor de literatura en Columbia que el trillado y dañino respeto por las «dife-
University, poeta y novelista, sabe que depen- rencias» que nos separan y que caracteriza a
der en esa política de identidad aséptica es los estudiosos teóricos inmiscuidos en esta
borrar otras realidades. polémica. La ironía de la visión académica
El bilingüismo también se trata, a la estadounidense del bilingüismo es que ayuda
larga, de diferencias de clase y no exclusiva- a crear un sistema burocrático que elimina
mente de asociaciones ideológicas que sólo toda evidencia de diversidad en el uso de la
existen en el imaginario de ciertos profeso- lengua, y reduce a todos los hablantes a seres
res universitarios. Pérez Firmat lidia elegan- intercambiables, cuyas diferencias no tene-
te y diplomáticamente con ese asunto, y un mos que aprender.
hilo y subtexto de Tongue ties es que el tras- Poco ilustra mejor la posición de Pérez
fondo social no borra o supera el talento Firmat ante esa ironía como cuando relata,
buena letra
Sin embargo, no todo es sentimentalis- que algunos atribuyen al efecto rítmico que
mo y guasa. Lo atestiguan las entrevistas lograba el percusionista de la orquesta Che-
realizadas a Electo Silva —el hombre que pín-Chovén—, lo que los lleva a establecer
levantó con tesón y talento la Coral Univer- elegantemente algunos axiomas pondera-
sitaria y el Coro Madrigalista—, y a Harold bles: «Hemos preferido entrar a esa maleza,
Gramatges, el Quijote delgado, barbudo y porque la grandeza no es acéfala, ni el silen-
con gafas, que perteneció a la primera cio un fruto apetecible». Aunque es justo
generación que siguió a la obra de Roldán aclarar que nunca aparecen en condición
y García Caturla, los que abrieron el pano- de jueces, sino de cronistas.
rama de nuestra música sinfónica contem- Basado en su mayor parte en grabaciones
poránea. —aparentemente, muchas preguntas se
¿Quiénes faltan? Entre otros, el trovador quedaron sin contestar—, el texto principal
Walfrido Guevara (que sí recogió Helio del libro va intercalado con toda una serie
Orovio en su compilación 300 Boleros de Oro, de explicaciones, compuestas en cuerpo
uneac, 1991, y que brevemente menciona el menor, que aclaran muchos detalles y hacen
flautista José Loyola en su obra En ritmo de menos extensa la obra.
bolero, uneac, 1997). Walfrido Guevara «El lector encontrará una misma historia
(1916) fue el autor de boleros decididamen- contada de manera diferente, con la óptica
te arrabaleros y amorosamente trágicos que que la vivió cada cual en su momento (…)
cantaba La India de Oriente, es decir, Luisa Entre otras, está la versión de Compay
María Hernández, acompañada del trío La Segundo en cuanto al armónico de nueve
Rosa. La fuerte voz de esta mujer, nacida en cuerdas, que replica Reinaldo Hierrezuelo
1920 en El Cobre y, después de Santiago, con su versión de que lo creó Rigoberto
triunfadora en La Habana, y más tarde exi- Hechavarría, Maduro, pero con diez cuerdas
liada en Miami, es indispensable para imagi- y llamado por éste armonioso o pianolo»,
nar las décadas de los 40 y 50. señala Radamés Giro en el prólogo, para
Por supuesto, habría resultado una tarea agregar: «También está la polémica sobre el
imposible incluir a todos los que de una ritmo pilón, el son de Castellanos, del cual
forma u otra contribuyeron a crear en el la familia Valera Miranda difiere de lo que
siglo xx «el sonido de Santiago», que es hasta ahora se ha dicho».
como debería definirse el aporte de aquella Ese es también el caso del supuesto estri-
región indómita. La misma que produjo billo de Carlos Puebla (que era de Manzani-
tantos héroes como músicos autodidactas. llo): «Se acabó la diversión, llegó el Coman-
Lo cual me lleva a una cuestión que los dante y mandó a parar...», sobre la que Félix
musicólogos profesionales criollos nunca Valera Miranda (nacido en 1939 y miembro
han querido abordar, quizá por su carácter de una centenaria familia musical de aque-
peligrosamente paradójico. ¿Cómo se expli- lla zona) explica una historia que escuchó
ca que el bolero y el son lograran forjarse relatar de niño: «Cuando el cabo Mónico
en medio de las batallas que recomenzaron Valera llegaba a una fiesta, daba con el para-
en 1895? Mientras unos caían bajo las balas guayo (uno de los tantos nombres que reci-
enemigas, otros seguían cantándole a la be el machete1) en la mesa, y los músicos le
amada su lamento o se dedicaban a desarro- cantaban temas alegóricos a su llegada, para
llar cadencias soneras. Cosas de Cuba. que no hubiese problemas con él». La cosa
Con todo lo que contiene de valiosa rese- era así: «Se acabó la diversión, el cabo Vale-
buena letra
mucho en la mitad occidental del país, sus paredes descascaradas, sin pintura hace
sobre todo por la presencia en La Habana siglos, pero pudiera ser cualquier calle de
del viajero incansable que fue Sindo Garay. Cuba. Me quedo mirándolos por un rato y
Pronto, un bando de trovadores tendió a ali- me parece reconocer la escena, como si yo
nearse junto a Manuel Corona, y otro grupo misma la hubiera vivido muchas veces,
al lado de Sindo, lo que generó controver- como si fuera yo una de esas niñas.
sias y las famosas respuestas de canciones de Alzo los ojos y recuerdo a Jacqueline en
un autor a otro. Hay que apuntar que el len- los inicios de los 90, cuando coincidíamos
guaje poético que introducen los jóvenes en los recitales de poesía, en los concier-
autores de Son de la loma recuerda bastante tos o las peñas, que cada vez eran menos,
al de los amados pioneros de la canción o en el cuarto alquilado de 12 y 23. Allí
cubana. Los principales barrios santiagueros oíamos la versión de Eleanor Rigby de
en que se movieron aquellos primeros trova- Escorpions o canciones de la trova vieja o
dores —a rascar cuerdas de tripas y a labrar- nos anochecía en medio del apagón; allí
se un espacio— fueron siempre San Agustín había siempre un poco de borra hervida
y Trocha, la Plaza de Marte y las zonas de El que sabía remotamente a té. Y cuando
Tivolí y Los Hoyos, famosas también por sus regresaba a la casa, que no era mi casa
derroches carnavalescos, que allá solían lla- sino otro cuarto alquilado que costaba la
mar «el componente». mitad de mi sueldo, el sopor era el mismo.
Termino citando del encomiable y bien Y el hambre llenaba todos los rincones,
organizado trabajo de Cedeño y Suárez: como un hartazgo de hambre. Porque el
«Cuna de la trova, el bolero, centro defini- hambre fue la marca más indeleble de
dor del son y capital coral, Santiago de esos años, cuando podíamos ir como
Cuba puede considerarse reservorio y proa nómadas de una casa a otra, de una pro-
de la música cubana: una potencia musical vincia a otra, de una borrachera a otra,
dentro de otra potencia musical». ■ pero siempre con el estómago vacío.
Escenas para turistas es un diario intermi-
tente y discontinuo —hay cuentos titulados
«Martes, 23 de junio», «Jueves», «Septiem-
bre»—, en el cual un mismo personaje-
Diario de narrador —una mujer joven— cuenta y
la desesperanza reflexiona la vida miserable de cierto sec-
tor de la juventud cubana a principios de
Odette Alonso Yodú los 90. Un hecho histórico nos ancla exac-
tamente en la época: la visita a Cuba del
papa Juan Pablo II y el ambiente que rodeó
Jacqueline Herranz Brooks
al acontecimiento: «En la plaza habrá gra-
Escenas para turistas das para observar el espectáculo (...) Las
Editorial Campana, Nueva York, 2003 mismas gradas que las del carnaval (...) veo
135 pp., ISBN: 0972561110 algunos carteles que (lo) anuncian (...)
con la letra similar a la de una citación
para un primero de mayo (...) Como los
precios de los hoteles subieron y los pasajes
T engo entre mis manos ESCENAS PARA también, muchos comentan que es un
buena letra
turistas, el libro de cuentos de Jacqueli- buen negocio (...) Que si para bien de la
ne Herranz Brooks (La Habana, 1966) que economía que si para cambio político...»
acaba de publicar la Editorial Campana, en («La ascensión», p. 35).
Nueva York. En su portada, sobre fondo Los veintiséis cuentos son, más que rela-
negro, desfilan, borrosos, un grupo de pione- tos, anotaciones, pinceladas. Como buena
ros cubanos, con su uniforme rojo y su paño- fotógrafa, Jacqueline enfoca uno a uno los
leta. Parece una calle de La Habana Vieja por detalles que irán conformando el todo. Y 325
encuentro
buena letra
como buen diario, en estas instantáneas se de la vida en el campo cubano; «El palo del
repiten los personajes y los escenarios. Sin aura» da cuenta del aburrimiento cotidiano
orden ni concierto, porque cuando se vive de las ciudades de provincia; «Policíaco nor-
en un monótono caos, da igual lo que suce- mal» y «Baracoa» son un muestrario de toda
dió primero que lo que venga después. Así la gama de actividades ilegales que se reú-
van y vienen las amigas, las amantes, la casa nen alrededor del turismo.
destartalada de la madre y las otras casas La relatividad de todo lo aparente toma
también destartaladas, el calor, la droga y la cuerpo especialmente en «Descripción del
peste en todos los rincones. La peste de los cayo» y «El Cayo», hilados como casi todas
cuerpos y de la ropa que no pueden lavarse las historias del conjunto. «Una música rica
por falta de agua, el vaho de los baños, el suena delante pero es el fondo. Alguna
hedor de los animales que crían los vecinos gente pasa por detrás que puede ser el fren-
en los apartamentos para tener algo que te. Un grupo de hombres jóvenes, sentados
comer, la grasa negra donde se fríe el huevo en el parque, gritan (...) se sienten prisione-
y se cocina lo poco que hay para llevarse a la ros porque siempre hay un espacio mayor
boca. La peste y el asco, que ya no es una que se cierra sobre un espacio más peque-
náusea, sino un estado cotidiano al que tam- ño. El agua, por ejemplo...» («Descrip-
bién se acostumbra uno y va por la calle con ción...», pp. 54-55). Y ahí no termina la rela-
cara de asco, como si fuera lo más normal tividad: unos extranjeros han tomado fotos
del mundo, porque ese rictus es ya nuestra a los muchachos del parque «e irán contan-
propia cara. do por el mundo lo que suponen de nos-
«Es duro sobrevivir en la inmundicia» otros (...) Seguramente hacen la historia de
(página 20), dice el personaje, y describe a un lindo cayo pequeño donde vieron gente
su madre «en medio de una sala rota, ella tranquila disfrutando apaciblemente del sol
misma deshuesada y seca» (p. 13) y, en la que tienen todo el año en el parque» (pp.
cola de la panadería, a los «viejos del barrio 55-56). Mientras, en «El Cayo», con el
quienes han perdido, casi todos, los dientes, mismo tono, se termina de construir la ale-
el pelo y gran parte de la memoria emotiva, goría de la Isla mayor y del mismísimo
mientras el hambre los hace maldecirse unos mundo: «Vivir aquí puede —podría— ser la
a otros cuando se rasgan a ver quién llega pri- paz de muchos (...) Pero esta permanencia
mero a alcanzar la bolita semicruda de hari- impuesta por el destino, que los ha hecho
na» (p. 13). Y describe los cristales rotos, «las nacer aquí, los aplasta. Quieren largarse
cazuelas negras y abolladas» (p. 13), las pare- (...) Por eso se lanzan contra cualquiera. Se
des desconchadas, sin marcos ni puertas de rajan» (pp. 57-58).
los edificios (p. 49), la hierba y la basura Otro viaje narra «Para los interesados, al
invadiéndolo todo, a los «turistas o nativos final, hay ranas»; éste a un rincón de la cor-
aturistados por el uso del dólar» (página dillera de los Órganos donde sobrevive una
50), el viaje en un camión lleno de puercos comuna de curanderos míticos que se habían
que se cagan, sangran y chillan entre los mantenido por años alejados del devenir
pasajeros («La terminal») y a ella misma político del resto de la Isla. En el cuento, la
que, siempre hambrienta, casi siempre dro- narradora lo cuestiona todo con una con-
gada, se aplasta «contra la mierda y no tundente ingenuidad: la certeza del amor y
encuentro más salida que burbujear dentro el desamor, el movimiento dialéctico de la
de ella» (p. 13). espiral ascendente, las formas de propie-
buena letra
Pero para poder conformar esta guía dad, de justicia y de tiranía, la magia y el
turística nacional de la precariedad, la pro- esoterismo, la imposibilidad de la conviven-
tagonista se convierte también en una cia entre especies distintas y el supuesto
«turista nativa» y emprende un viaje por el aprendizaje que es la vida, porque «hay
interior de la Isla. Como parte de ese peri- cosas que me han dicho de varias maneras
plo, «Guáimaro» es un cuento desolador, y que aparentemente no están bien expli-
326 que describe la sinrazón y el vacío existencial cadas» (p. 95).
encuentro
buena letra
El cine y la crítica cinematográfica se P.M. provocó también miedo entre los inte-
convirtieron en campo fértil de dichos lectuales. Miedo a escribir y no ajustarse al
enfrentamientos. Para los dirigentes del parecer o sentir del discurso de poder y ser
icaic, el Free Cinema Inglés y la New Wave marginado.
francesa eran impugnables, entre otras razo- Puesto en evidencia el entramado exis-
nes, porque estas tendencias no contribuían tente entre literatura y sociedad, entre ideo-
328 a expresar el acontecer social ni los intereses logía y cultura, el espíritu de vanguardia y el
encuentro
buena letra
Los buscavidas de Mírala antes de morir ¿(A+B+C)+D? Nunca fue bueno en álgebra.
encuentran refugio en la clínica; el Medicare
los ha salvado del infierno. Cada falsa con- El crimen se distribuye uniformemente
sulta trae aparejado un estipendio por pres- por todo el espectro social, toma una gama
tar sus cuerpos a la rutina de un examen infinita de valores y de estados.
médico. La visita al doctor —otro matasanos Escatología miamense: la urbe ha sido
330 recién llegado de Cuba— se convirtió en descrita como isla «paradisíaca», rodeada
encuentro
buena letra
por un mar océano poblado de monstruos que sufrió severas mutilaciones: en eso no
que el navegante debe sortear. Durante la son muy diferentes de Sister, de Doris Weiss-
travesía el balsero se ve perdido, el Norte no man o de Aliusha. Desde una condición
resulta tan evidente; a lo lejos se divisa la dañada reorganizan su obra asumiendo las
sombra de un país fabuloso, la punta de un limitaciones de la producción tardía, la mal-
inmenso iceberg, la silueta de un continen- formación lingüística y las inevitables lagu-
te, de un país de Jauja que él llama Yuma. nas intelectuales. Casi todos han retomado
Debe de ser un lugar frondoso, florido, un la escritura luego de un desastre personal
jardín. Pero al final del viaje el navegante (la cárcel, el destierro, la purga, el ostracis-
sólo encuentra otro océano, un pantano mo), y a los cincuenta, a los sesenta años de
poblado de leviatanes, un marasmo impene- edad, comienzan de nuevo.
trable e inhóspito —con una franja de roca Chago recrea la suya desde un modesto
y arena que se llama Miami—. Otra desilu- estudio de la Sagüesera, rodeado de gatos
sión: al fondo de la última calle comienza el domésticos y apartado de la farándula: su
país de los Miccosukees, el trillo se interna tarea parece haberse reducido a la observa-
en lo profundo de una ciénaga sin fin. Esta- ción resignada del espectáculo que lo rodea.
mos en plena calle Ocho. Atrás quedaron los años 60 y el grupo Los
El artista va a vivir a repartos en ruinas, Diez, que lanzó su carrera literaria en Santia-
remanentes de otra civilización perdida —la go de Cuba. Del kitsch de cdr —con que vol-
civilización de los anglosajones— que huía vió a reinventarse en los 80, al amparo de
a su vez, abandonando la ciudad al paso Antonia Eiriz— sólo quedan un par de coto-
de los invasores cubanos. En los territorios rras de papier maché colgadas en las paredes.
abandonados floreció una cultura parási- Le ha costado trabajo —me dice durante una
ta. El idioma en que se expresa esa cultura visita a su apartamento— reproducir la
no se habla más allá de los límites de Fla- atmósfera de este pueblo engañoso. «Mucha
gler. Innumerables novelas y poemarios película vieja, muchacho. Hace falta ver
ven la luz allí cada año: ninguno sobrevi- mucho clásico… ahí está la clave».
ve; nada llega a oídos del mundo exterior. Tal vez los clásicos del noir le hayan ense-
A pesar de ser una ciudad menor, y acaso ñado a reproducir, efectivamente, la bidi-
insignificante, a menudo Miami fue com- mensionalidad de los bajos fondos y le agu-
parada con Sodoma y destruida con la zaran el espléndido oído que tiene para el
imaginación. Berltold Brecht jugó con la small talk. Pero la obscena desolación de sus
idea de escribir una pieza sobre la Apoteo- libertinos viene del cine porno. El único cri-
sis y caída de la ciudad paradisíaca de Miami. men auténtico que comete Sister es acuchi-
El boceto de su Mohagony, la gran Babilo- llar a una muñeca inflable, en una escena
nia, estaba basado en reportes verídicos que parece inspirada en In Ever y Dream
sobre el paso del ciclón del 26 por el sur Home a Heartache, un clásico de los 70 —la
de la Florida. década que nos trajo a Linda Lovelace en
El compromiso antirromántico —al que Deep Throat y a John Holmes en La autobio-
el género policiaco presta su seductora grafía de una pulga.
urgencia— es característico de la literatura La canción (I bought you mail order/ Your
miamense actual. Al contrario del tono nos- skin is like vinyl/ The perfect companion/ You
tálgico del exilio, y de la literatura académi- float my new pool/ Deluxe and delightful/ Infla-
ca que se cultivó en los primeros talleres table doll/ My role is to serve you….) aparece
buena letra
literarios (Pura del Prado, Rita Geada, en el álbum For your pleasure, de Roxy Music,
Ángel Casas: lo que podría llamarse el laúd y sirve de testamento a una época que dejó
del destierro, anclado en el prerrafaelismo de creer en sucedáneos erógenos. La muñe-
previo a la aparición de Reinaldo Arenas y ca de polietileno exhala sus últimas palabras
la generación del Mariel), los escritores entre los brazos del policía: «Se le prendió
actuales desdeñan la lírica y van directamen- del cuello. La mordisqueó. Fuck me, son of a
te a la narración. Es la literatura de gente bitch, fuck me (…) En medio de juegos de 331
encuentro
buena letra
agua, abrazos y zambullidas, Sister continuó En todas sus novelas nos encontramos
apretando controles. La voz del maniquí se con la representación de la vida de perso-
transformó en un ronquido masculino». najes desgarrados, desasidos de las normas y
Igual que el lenguaje —el paisaje o la vida comprometidos con ellos mismos, en con-
misma—, el coito se mecaniza. La máquina traposición con el resto de la sociedad, que
se ha convertido en la Amada. Como en el aparece retratada como asfixiante y exi-
largo monólogo interior de esa otra Metrópo- gente en sus expectativas. En las novelas de
lis —Miami— que es en el fondo Mírala Iglesias Kennedy es frecuente encontrarnos
antes de morir, la autómata eructa obscenida- con un protagonista que quiere distinguirse
des mientras se descoyunta en el arrebato del resto y no ser parte de una masa, sino
de un trance inducido por la aceleración de que prefiere ser un elemento disonante, con
una ciudad que se debate entre la nostalgia sus propias características. Esto le sirve al
de sus desarraigados y los últimos desma- autor para hacer un análisis de la sensación
dres del capitalismo posindustrial ■ de desarraigo. Así se resalta el concepto de
individualidad como reafirmación del autor,
es decir, el ser individual por encima del ser
social. Al mismo tiempo, conduce a una crí-
tica social que va más allá de la situación
Las trampas política, la cual sirve de marco para el des-
de la ideología arrollo de la acción. Por ello sus obras
tienen un tinte biográfico, ya que exploran
Belén Rodríguez Mourelo una dimensión personal desde la perspec-
tiva de sujetos sociales que no sienten la
necesidad de serlo, o que más bien
Daniel Iglesias Kennedy
entienden la necesidad de pertenecer de
Espacio vacío forma diferente. De ahí, la expresión de
Editorial Betania, Madrid, 2003 angustia y desasosiego ante las presiones
589 pp., ISBN: 84-8017-207-X familiares, vecinales y de la sociedad en
general. De ahí, el viaje espiritual y físico en
el que se embarcan sus personajes, siempre
en busca de una razón que les ayude a justi-
ficar y a sobrellevar las condiciones de vida
y desastrosas que produce la tozudez ideoló- con complejo de persecución, que tacha de
gica, idea en la que insiste Iglesias Kennedy diversionistas las actividades del escritor,
a lo largo de su obra, y en esta novela en como si de un entretenimiento se tratara.
particular. Además, se expone el retrato de la vida
El vacío al que nos convoca ahora el diaria, del carácter cubano, de las deficien-
autor en su publicación más reciente es cias rutinarias.
aquel creado por lo absurdo de las ideolo- Por otra parte, la novela se entretiene en
gías. En este espacio que queda exento de describir de manera profunda la odisea de
razón discurre el devenir del protagonista, un exiliado una vez llegado a otro destino,
el mismo autor, quien retoma una trayec- en este caso España, y el laberinto burocrá-
toria iniciada ya en sus obras anteriores, en tico y persecutorio al que se ve sometido, sin
las que se impone el compromiso con la dejar de lado la incomprensión y el des-
libertad del intelectual y la huida de esos ajuste del hombre y del artista. El entorno
conceptos tan manidos que, en realidad, no madrileño aparece reflejado con fidelidad y
representan más que atavismos: las trampas asienta el carácter del autor, que narra su
a las que nos somete la creencia a ciegas en trayectoria con fluidez y con una punzada
una doctrina, el vértigo espiral del abuso de misterio que no nos deja abandonar la
del poder, la falacia del concepto de patrio- lectura. El cambio de voces narrativas se
tismo, la bajeza de la venganza y la traición, sucede de primera a tercera persona y, oca-
y las incógnitas de la amistad interesada, sionalmente, a segunda, transportándonos
pero ante todo, la lucha de un hombre por con vivacidad a lo largo de las páginas de la
conseguir un destino digno y libre, un novela.
hombre «que sólo pretendía una cosa sen- Espacio vacío entrelaza la intriga, la trai-
cilla: marchar a un lugar lejano donde con- ción, la amistad, el amor, la asfixia, la huida
vertirse en un ser invisible» y escapar de «la y la supervivencia en una narración extensa,
asfixia de sobrevivir en un país proletario pero tremendamente seductora, que utiliza
con unas normas, unas exigencias y una dis- el autor como testimonio de una realidad
ciplina compacta que lo empujaban al sofocante. Con un estilo y una prosa impe-
borde de la extenuación». cables, como es común en él, Iglesias Ken-
Ambientada en los últimos años que nedy intercala episodios de gran humor, de
pasó el autor en Cuba, desde finales de los esos que hacen al lector sonreír entre
años 70 a principios de los 80, la narración dientes al sentirse cómplice de la ironía
expone las intrigas de un sistema empeñado sugerida y, simultáneamente, enriquece la
en la uniformidad de pensamiento, en el narración con anécdotas históricas y litera-
control del intelectual, en la supresión de la rias que amenizan la lectura. A la vez, el
individualidad y en el espionaje de artistas y autor reflexiona sobre el hecho mismo de la
extranjeros. El Daniel escritor se funde en escritura y nos ofrece un testimonio valiosí-
el Daniel protagonista, que trabaja para el simo sobre las fuentes de las que bebe,
Aparato mientras espera la oportunidad de sobre la concepción y creación de sus otras
huir del país, descubriendo los negocios obras, del proceso de configuración y creati-
sucios del contrabando de drogas y per- vidad, incluso de las críticas recibidas y de
sonas que dirigen los hermanos De la sus opiniones personales. Por todo ello, la
Guardia, información que transmite a los novela lleva el subtítulo de «novela testimo-
americanos y que da lugar a uno de los nial», porque el testimonio aparece de
buena letra
pertenecer a esa literatura cubana que se riencia vivida desde el deseo de alejamiento
da en la diáspora, sino además por su estilo de una realidad opresiva, que reclama la
cuidado, por su prosa pulida, por los elección del escepticismo como norma de
intensos conflictos psicológicos con que vida. Espacio vacío es la obra más abarcadora
nutre a sus personajes, por su aguda huida y comprometida de Iglesias Kennedy, y su
del absurdo y por la capacidad irónica y de lectura es, pues, una invitación ineludible
introspección de sus novelas. Se trata de un de la que, con seguridad, disfrutarán todos
autor que reclama la validez de una expe- sus lectores. ■
buena letra
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encuentro