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bien, por lo que se refiere a la persona de un jefe en el que ha y,,claro está, tienen a favor suyo todos los elementos

ntos tradicio-
depositado toda su confianza. Así pues, en todo caudillaje, es nalistas internos. Los pequeños burgueses electorales, y muy
éste el factor "carismático". particularmente los electores rurales, van tras el nombre de
En muy diversas medidas, esta es la forma que se ha im- los notables, el cual les es familiar y en el cual tienen su con-
puesto en los distintos partidos y países, y siempre en lucha fianza, en tanto que recelan del desconocido; si bien cuando
continua frente a los notables y parlamentarios, los cuales éste llega a triunfar habrán de darse a él tenazmente en lo
defienden, a su vez, su propia influencia. futuro.
Inicialmente, este sistema imperó en los partidos burgueses Consideremos ahora algunos de los ejemplos importantes
de los Estados Unidos de América del Norte; después se impu- de esta contienda entre las dos formas estructurales de refe-
so en los partidos socialdemócratas, especialmente en Alema- rencia y de la aparición de la forma plebiscitaria, a cuyo es-
nia. En evolución que conduce hacia la forma expuesta se tudio se dedicó especialmente Ostrogorski. Comenzaremos
experimentan de continuo retroceso, cuando no existe un cau- por Inglaterra. Hasta 1868 allí se trataba de una organiza-
dillo reconocido por la generalidad o cuando sí existe pero tiene ción de partidos en manos casi meramente de notables. En
necesidad de hacer concesiones a la presunción de los notables el campo figuran los fortes, que se apoyaban en el párroco
del partido y a sus intereses. anglicano del lugar, así como en gran parte de los maestros
Sin embargo, el principal riesgo consiste en la probabili- de escuela, pero muy especialmente en los mayores terra-
dad de que la máquina del partido caiga bajo la dominación tenientes de cada uno de los county; en tanto que los whigs,
de los funcionarios a cuyo cargo está el trabajo regular. Se- a su vez lo hacían en los predicadores, no precisamente con-
gún el parecer de ciertos círculos socialdemócratas, su parti- formistas, allí donde los había; en el administrador de co-
do ha sido víctima de esta burocratización. No obstante, a los rreos; en artesanos tales como el herrero, el sastre, el cordelero,
funcionarios les resulta fácil inclinarse ante la personalidad es decir, en todo aquel que puede influir en política, dado
del jefe cuya actuación sea demagógica, ya que sus intereses, que trata con muchas personas. Por lo que respecta a las ciu-
tanto materiales como espirituales, se encuentran vincula- dades, los partidos estaban divididos en base a las distintas
dos a la tan ambicionada toma del poder por su partido, apar- opiniones económicas y religiosas o se dejaban llevar, sim-
ta de que, en sí, les complace mucho trabajar para un jefe. plemente, conforme a la tradición familiar de cada quien.
Cuando, además de los funcionarios, están de por medio al- Pero, en cualquier caso, siempre eran los notables quienes
gunos notables que ejercen influencia en el partido, resulta ejercían como titulares de la empresa política. En un plano
mucho más difícil el triunfo de un jefe, como suele aconte- superior estaban situados el Parlamento, el Gabinete y los
cer en la mayor parte de los partidos burgueses. Efectiva- partidos, con el leader correspondiente, el cual era precisa-
mente, estos notables tienen puesta su vida, como ideal, en mente el que presidía el Consejo de Ministros o encabezaba
los pequeños puestos que ocupan en calidad de miembros la oposición. Todos los leader tenían junto a ellos a un polí-
de la presidencia o de distintos comités. Su actitud se debe tico profesional, cuyo papel era el de mayor importancia en
al resentimiento frente al demagogo, en tanto que homo no- la organización del partido. Recibía el calificativo de "fusti-
vus, a la certeza que da la superioridad de la experiencia par- gador" (whip), y tenía en sus manos el patronato de los car-
tidista, la cual objetivamente es de mayor importancia en gos, de manera que los cazadores de puestos debían dirigirse
muchas ocasiones; así como a la obsesión ideológica porque a él, pues era, consecuentemente, el que trataba estas cues-
no vayan a quebrantarse las antiguas tradiciones del partido, tiones con los diputados de cada distrito. Entre éstos co-
menzó a surgir poco a poco un nuevo tipo de político profe- fundo. Es así como se ve ampliado el número de empleados
sional, al paso que en ellos se recurría a los agentes locales, pagados por los comités locales relativos a las elecciones, y
que en un principio no recibían ninguna remuneración y que con ellos queda formado el cuadro de un 10% del electorado
asumieron una postura en algo parecida a la de nuestros hom- y de una sucesión de medianeros principales, pero con dere-
bres de confianza. Sin embargo, surgió a la par, en los mis- cho a cooptación, actuando en calidad de promotores de la
mos distritos, una figura de empresario capitalista, llamado política del partido. Este movimiento se vio impulsado vigo-
el election agent, que respondía a una necesidad inevitable rosamente por los círculos locales, sobre todo interesados en
tras haberse promulgado la nueva legislación orientada a con- la política del municipio, fuente, en todas partes, de las posi-
solidar la integridad de las elecciones. En efecto, con esta bilidades materiales más substanciosas, los cuales realizaban
legislación se pretendía controlar los gastos electorales y la aportación económica más importante. La incipiente ma-
oponerse al poder del dinero, para cuyo fin los candidatos quinaria, que ya no estaba dirigida desde el Parlamento, pron-
se veían obligados a declarar lo que les había costado la elec- to hubo de librar batalla con aquellos que hasta entonces
ción, ya que éstos, además de enronquecer con tantos dis- habían gozado del poder, en especial el whip, pero su triunfo
cursos, estaban forzados a vaciar la bolsa más aún de lo que fue tal, apoyada en los interesados locales, que sobrevino el
acontecía entre nosotros. Asimismo, con la nueva legislación, sometimiento del whip hasta pactar con ella. De resultas se
el election agent hacía un buen negocio con el candidato, al produjo la centralización del poder en manos de unos cuan-
cobrarle una cantidad global. A la hora de distribuir el poder tos, terminando por estarlo en las de uno solo, situado en la
entre leader y notables del partido, lo mismo en el Parla- cúspide del partido.
mento que en el país, la mejor parte siempre se la había Así vemos, en efecto, que en el partido liberal se establece
llevado él tratándose de Inglaterra, en calidad de condición el sistema en conexión con el ascenso de Gladstone al poder.
ineludible para que se le permitiera hacer una política per- La prontitud con que esta maquinaria logra triunfar sobre los
sistente y de gran estilo. Sin embargo, a pesar de todo, tan- notables se debe tanto a la fascinación de la gran demagogia
to los parlamentarios como los notables seguían teniendo gladstoniana como a la fe ciega de las masas en el principio
una enorme influencia. Este era el panorama que presenta- ético de su política, pero, principalmente, el carácter ético
ba la antigua organización de los partidos; por un lado la eco- de su personalidad. De ahí que surja en la política un ele-
nomía de notables y, por otro, una empresa, también con mento de cesarismo plebiscitario, dictatorial en el campo de
empleados y empresarios. la batalla electoral. La nueva situación no había de tardar en
Desde 1968, tomó impulso el llamado "Caucus-System", pri- ponerse de manifiesto. En 1877 (?) al ponerse en marcha,
mero con motivo de las elecciones locales de Birmingham, por primera vez, con motivo de las elecciones nacionales, es
más tarde para todo el país, sistema al que le dieron vida ya resonante el triunfo del caucus, dando por resultado la caí-
conjuntamente un sacerdote conformista y José Chamber- da de Disraeli justo en los momentos de sus grandes éxitos.
lain, en circunstancias propicias con la democratización del La maquinaria se encuentra hasta tal punto enfocada caris-
voto. Con la mira puesta a conquistar las masas, fue necesa- máticamente en dirección a la persona del jefe que, al plan-
rio crear un grandioso aparato de asociaciones en apariencia tearse la cuestión delHome-ruk, todos sus elementos, de un modo
democráticas y establecer una agrupación electoral en cada rotundo, en vez de preguntarse si se compartía objetiva-
suburbio, así como sostener todo este aparato en un movi- mente el parecer de Gladstone, dicen sin más "le seguiremos,
miento permanente, burocratizándolo todo hasta lo más pro- haga lo que sea" y cambiaron su actitud para acatar sus man-
datos, dejando así en el abandono a Ghamberlain, su propio Veamos ahora cómo se produce la selección del caudillo.
creador. Primeíramente, ¿cuáles son las facultades que cuentan? Ade-
El aparato de personal que requiere esta maquinaria es más de las cualidades de la voluntad, decisivas para todo en
considerable. En la actualidad, las personas que viven en este viaje, aquello que aquí cuenta es, en especial, la fuerza
Inglaterra, de manera directa, de la política de los partidos, del discurso demagógico. Su estilo ha ido transformándose
sobrepasa la cantidad de dos mil. Es extraordinario tam- notoriamente desde las épocas de Cobden, en que se dirigía
bién el número de quienes colaboran como interesados o a la inteligencia, pasando por las de Gladstone, en cuya apa-
como cazadores de puestos en la política, sobre todo en la rente sobriedad de "dejar que los hechos hablen por sí so-
política del municipio. Al político caucus no sólo se le ofre- los" era un especialista, hasta nuestros días, al extremo de
cen posibilidades económicas, sino también las de satisfacer movilizar a las masas valiéndose con mucha frecuencia, de me-
su vanidad. Ascender a "J.P.", inclusive a "M.P." se vuelve dios puramente emocionales semejantes a los que emplea
anhelo natural de superambiciones (normales) y es conce- el Ejército de Salvación. Resulta lícito calificar la situación
dido de gracia a quienes pueden hacer gala de esmerada actual como "dictadura basada en la utilización de la emoti-
educación: losgent/emen. Tanto como un honor supremo re- vidad de las masas". Al mismo tiempo, sin embargo, el tan
lumbra la dignidad del Par, en especial para los grandes sumamente complicado sistema de trabajo en comisión del
mecenas; y no se debe olvidar que el estado financiero de Parlamento inglés, da la posibilidad de que colabore todo
los partidos depende de los donativos anónimos en un 50%. aquel político que quiera participar en la dirección de la
¿Cuáles han sido los efectos de este sistema? En la actuali- política; es más, lo obliga a ello. Todos los miembros que
dad, exceptuando uno que otro miembro del Gabinete (y al- en algo se distinguen, habiendo desempeñado el puesto
gunos originales), los miembros parlamentarios son como durante los últimos decenios, tienen en su haber este au-
borregos votantes, disciplinados a la perfección. Los dipu- téntico y muy eficaz trabajo formativo. Así, la práctica de
tados en nuestro Reichstag por lo menos solían simular que los informes y la crítica que se lleva a cabo durante las sesio-
laboraban por el bien del país, siendo que cada quien apro- nes de tales comisiones, convierten esta escuela en una efec-
vechaba su pupitre para despachar la propia correspondencia tiva selección, de la cual quedan excluidos los simples
privada, mientras transcurrían las sesiones. Los gestos de demagogos. Esta ha sido la situación en Inglaterra. El Cau-
esta índole no son necesarios en Inglaterra. Ahí el miembro cus-System, sin embargo, no resulta más que una forma un
del Parlamento no tiene más que votar, cuidándose de no tanto debilitada de la estructura moderna, si la comparamos
traicionar al partido, y de acudir cuando el whip lo convoca con la organización de los partidos norteamericanos, en la cual
para proceder de acuerdo con lo que hayan dispuesto el Ga- el principio plebiscitario se acuñó de un modo en especial tem-
binete o el leader de la oposición. De existir un jefe con recia prano y puro. De acuerdo con el pensamiento de Washing-
autoridad, diríase que la maquinaria del caucus se mantiene ton, Norteamérica debió haber sido una comunidad
en el país poco menos que sin conciencia propia, entregada ente- administrada por "gentlemen". Ahí un gentleman de aquel
ramente a la voluntad del jefe. Asimismo, se encuentra por tiempo era asimismo un terrateniente o un individuo educa-
encima del Parlamento el dictador plebiscitario, que arrastra do en un Colegio. En efecto, así era en los primeros años de
con él a las masas, mediante la maquinaria, y considera a los la independencia, de esa nación. En cuanto se iban constitu-
parlamentarios como simples prebendados políticos añadi- yendo los partidos, a los miembros de la Cámara de Repre-
dos a su séquito. sentantes se les despertaba la aspiración de convertirse en
dirigentes políticos, a semejanza de lo acontecido en Ingla-
terra durante la dominación de los notables. La organización
I trón que se ajusta mejor a las elecciones consideradas verda-
deramente importantes para la distribución de los cargos, esto
de los partidos era muy débil. Hasta 1824 subsiste la misma es: la elección presidencial y la de los gobernadores de Esta-
situación, aunque antes de esta década de los veinte empezó do. En tanto que corresponde a las "Convenciones nacionales"
a formarse la maquinaria partidista en algunos municipios, establecer los programas, son los partidos los que designan
ya que la nueva evolución también tuvo aquí suj semillas, y los candidatos, sin que los parlamentarios intervengan en ab-
es precisamente con la elección de Andrew Jackson, candi- soluto. Se trata de congresos de los partidos que, con toda
dato de los campesinos del Oeste, como Presidente, que las formalidad, se encuentran integrados, muy democráticamen-
viejas tradiciones son arrojadas por la borda. te, por asambleas de delegados, los cuales han recibido, a su
La dirección de los partidos en manos de los principales vez, el mandato de las "primaries", esto es, de las asambleas
parlamentarios termina definitivamente poco después de de los electores del correspondiente partido. Los delegados
1840, al retirarse de la política algunos de ellos, tales como en dichas primaries son previamente elegidos por referencia
Calhoun y Webster, debido a que el Parlamento, ante la al nombre de los candidatos a la Jefatura del Estado. En el
maquinaria partidista, ha perdido casi todo su poder en el seno de cada partido se desata la más enconada de las luchas
país. El hecho de que en Norteamérica se haya desenvuel- por la "nominafion". Bajo el control del Presidente quedan
to con tanta rapidez "la máquina" plebiscitaria se debe a siempre los nombramientos en número de trescientos o
que allí, y sólo allí, el jefe absoluto del poder ejecutivo y el cuatrocientos mil con respecto a los funcionarios, previa con-
patrono, lo cual viene a ser lo más importante, sobre todo, sulta con los senadores de cada Estado, los cuales, por tal
es un Presidente elegido plebiscitariamente que dispone motivo, son también políticos poderosos. No es el caso, por
de todos los cargos actuando casi con entera independencia el contrario, de quienes constituyen la Cámara de Repre-
frente al Parlamento, dada la "división de poderes" esta- sentantes, que no cuenta con el patronato de los cargos, así
blecida. De ahí que la propia elección presidencial es la como tampoco de los ministros, los cuales, debido a la división
que brinda un valioso botín de prebendas y cargos, en cali- de poderes, no son sino auxiliares del Presidente que ha sido
dad de premio por el triunfo. El spoils sysfem, al que Andrew legitimado por la elección popular ante todo el mundo, com-
Jackson eleva a la categoría de principio sistemático, no hace prendido el Parlamento, en cuya virtud les es dado ejercer
sino aprovecharse de las consecuencias de tales circunstan- sus cargos con entera independencia, tanto si gozan de la
cias. confianza de éste como si no son merecedores de ella. Mien-
¿Qué representa en la actualidad, para la formación de tras el spoils sysfem se mantenía así, resultaba técnicamente
los partidos, este spoi/s sysfem, es decir, esta atribución de todos factible en Estados Unidos, dado que la juventud de la cul-
los cargos federales al séquito del candidato triunfador? Sen- tura americana permitía sobrellevar una pura economía de
cillamente, significa el hecho de enfrentarse entre sí aque- aficionados. Es indudable que la administración, al encon-
llos partidos que carecen por completo de convicciones, meros trarse a cargo de trescientos o cuatrocientos mil hombres de
grupos de cazadores de cargo, con programas mutables, ela- partido sin requerir de otras cualidades que aquellas que los
borados para cada elección, sin más objetivo que una posible acreditaban útiles a su propio partido, debía estar plagada,
conquista de votos; programas cambiantes en cada ocasión, forzosamente, de grandes defectos y, de hecho, la adminis-
en una medida para la cual no es posible hallar analogía en tración en América del Norte se caracterizó por una corrup-
ninguna otra parte. Tales partidos están cortados por el pa- ción y un derroche sin par, que sólo era posible pudiera
por el contrario, en la alta sociedad resulta despreciable este
soportar un país con posibilidades económicas que aún se
"profesional". Su objetivo es sólo el poder mediante el cual
consideran ilimitadas. obtener el dinero, aunque también por el poder mismo. A
Con semejante procedimiento de la máquina plebiscita-
la inversa del leader inglés, el boss norteamericano actúa en la
ria, vemos en primer plano la figura del boss. Y, ¿qué es el
sombra. Es muy raro que se deje oír; podrá sugerir al orador
boss? Es un empresario político capitalista, el cual reúne los
lo que debe decir, pero él guarda silencio. Por lo general no
votos por su cuenta y riesgo. Para eso pudo haberse valido,
desempeña ningún cargo, salvo el de senador en el Senado
en su iniciación, de sus contactos como abogado, o como pro-
Federal, ya que en esta calidad puede participar, constitu-
pietario de una taberna o de otro negocio cualquiera, o aun
cionalmente, en el patronato de los cargos; y es con frecuencia
en su calidad, tal vez, de prestamista. Así comienza a exten-
que el boss acuda en persona a dicha corporación.
der sus redes hasta que consigue "controlar" un número de-
Ante todo, la distribución de los cargos se realiza confor-
terminado de votos. Entonces entabla relación con los bosses
me a los servicios prestados al partido. No obstante, en
más cercanos y, a base de asiduidad, astucia y, en especial,
muchas ocasiones son conferidos a cambio de dinero e in-
de discreción, llega a captar la atención de aquellos que le cluso existen precios establecidos por cargos determinados.
antecedieron por esta vía y da principio su ascensión. Al par- En suma, el sistema es similar al que prevalecía en las mo-
tido le resulta indispensable el ¿capara su organización, dado
narquías europeas, incluidos los Estados de la Iglesia, du-
a que él se cuida de centralizarla y se constituye en fuente de
rante los siglos XVII y XVIII.
los recursos financieros más importantes. Ahora bien, ¿de qué
El boss está desprovisto de principios políticos definidos,
modo los obtiene? En parte, por medio de las contribuciones
carece de convicciones; a él sólo le interesa la forma en que
de los miembros; sin embargo, es lucrativa la recaudación de
puede obtener los votos. Tampoco es raro que se trate de un
un porcentaje del sueldo de cada uno de los funcionarios que,
individuo sin cultura, pero correcto e irreprochable en su vida
tanto a él como a su partido, les son acreedores de los puestos
privada. Tan sólo, por lo que se refiere a la política, su ética
que tienen. Además, recibe el producto del cohecho y aun
se acomoda a la moral media de la actividad que rige en su
de las propinas. A todo aquel que pretende infringir, sin ser
castigado, alguna de las muchas leyes, le es necesaria la con- momento, a semejanza de lo que muchos de los nuestros hi-
cieron,,en épocas de acaparamiento. Le tiene sin cuidado ser
nivencia del boss y debe pagar por ella, de lo contrario le es-
peran consecuencias muy desagradables. Pese a todo, estos despreciado en sociedad como "profesional", es decir como
política de profesión. La circunstancia de que no desempeña
medios no son suficientes para completar los fondos reuni-
dos por la empresa. El boss se hace asimismo indispensable ni quiera ocupar los cargos elevados de la Unión, es una ven-
como perceptor de las sumas de dinero procedentes de los taja para que resulte factible, a menudo, la candidatura de
grandes magnates financieros, que sólo a él entregan, ya que, hombres con inteligencia, ajenos a los partidos, notabilida-
tratándose de fines electorales, en absoluto habrían de con- des incluso (y no solamente de notables de los partidos, como
fiarlas a ningún funcionario a sueldo ni a persona alguna que esté ocurre entre nosotros), cuando el boss cree que habrán de atraer
obligado a rendir cuentas públicamente. El boss, que se carac- votos. La configuración de tales partidos carentes de convic-
ciones, cuyos jefes son despreciados en sociedad, ha permiti-
teriza por su máxima discreción en lo tocante a dinero, es por
do, precisamente, que hombres capaces hayan llegado a la
antonomasia el hombre que se mueve en los círculos capita-
Presidencia, los cuales no la habrían alcanzado nunca entre
listas que financian las elecciones. El típico boss no es sino un
nosotros. Claro está que los bosses se enfrentan con uñas y
sujeto totalmente gris, al que no le interesa el prestigio social;
dientes a cualquier outsiderque pueda representar algún pe-
ligro con respecto a sus fuentes de poder y de dinero; pero
I der paulatinamente y obligará, asimismo, a que la estructura de
la dirección del partido sea modificada en un sentido imposi-
ble de predecir por ahora.
nada tiene de sorprendente que, ante su rivalidad por el fa- Hasta lo presente, las condiciones fundamentales de la
vor de los electores, se vean forzados a la defensa de aquellos empresa política en Alemania se consideraron como sigue: en
candidatos que se presentan en calidad de adversarios de la primer término, la incompetencia del Parlamento, lo cual trajo
corrupción. por consecuencia el hecho de que ningún jefe permaneciese
Aquí tenemos, pues, una empresa de partido, de gran soli- en él ,por mucho tiempo. En tales condiciones, ¿qué podía
dez capitalista, organizada rigurosamente en todos sentidos hacer allí un hombre? Al presentarse el caso de una baja en
y que se apoya también en clubes consistentes y, a su vez, alguna oficina de la administración, era posible que al fun-
organizados de manera jerárquica, de la misma índole del cionario del cual dependía el puesto se le dijera: "En mi dis-
Tammany-Hall, que tienen como fin la obtención de utili- trito cuento con una persona de gran inteligencia que podría
dades económicas valiéndose del dominio político de la Ad- desempeñar perfectamente ese cargo, déselo usted". Y se lo
ministración, especialmente de la municipal, que en América concedía con facilidad. Pero eso era casi todo lo que un parla-
del Norte se considera el botín más cuantioso. mentario alemán podía hacer para dar escape a su instinto de
Esta estructura vital de los partidos fue posible gracias a la poder, suponiendo Ique lo tenía. En segundo plano, sobresa-
acentuada democracia que predominaba en dicho país, como le la gran importancia que el funcionario especializado tenía
nueva nación, y dado el enlace entre los dos términos es pre- en Alemania, peculiaridad que condiciona también a la pre-
cisamente a lo que se debe que hoy en día estemos con- cedente. En esta materia, nos correspondía el primer lugar
templando la expiración paulatina de tal sistema. Ya no es en el mundo. Claro está que, como natural consecuencia, de
posible que esa nación pueda ser gobernada sólo por dilettan- tal importancia se desprendía la aspiración de ese funciona-
tes. Hace quince años, los obreros norteamericanos, ante la rio no sólo a ocupar un puesto de tal nivel, sino también uno
pregunta de por qué se dejaban gobernar por políticos a los
ministerial. En el Landtag bávaro fue donde al plantearse
cuales consideraban despreciables, respondieron: "Preferi- hace algunos años la polémica acerca de la introducción del
mos tener como funcionarios a gente a la cual escupimos, régimen parlamentario, se dijo precisamente que si los mi-
que crear una casta de funcionarios que sea la que nos escu- nisterios debían ponerse en manos de los parlamentarios ya
pa a nosotros". Este era el antiguo parecer de la "democra- no habría quien, estando capacitado, quisiera ejercer como
cia" norteamericana, en tanto que el de los socialistas, ya en funcionario. Esta administración de funcionarios se substraía,
aquel tiempo, era totalmente distinto. La situación resulta
además, de un modo sistemático, a un control semejante al
ya insoportable. Ya no es suficiente la administración de di-
que en Inglaterra ejercen las Comisiones parlamentarias, im-
lettantes; la Civil Service Reform está creando de continuo pues- pidiendo así que, salvo una que otra excepción, se constitu-
tos vitalicios, dotados de jubilación, dando por resultado que yeran jefes administrativos auténticamente eficaces en el seno
los funcionarios que desempeñan los cargos tienen formación
del Parlamento. Podemos señalar como una tercera peculia-
universitaria, con tantas aptitudes como los nuestros e igual-
ridad la de que en Alemania, a la inversa de lo que se sucede
mente insobornables. Ya existen casi cien mil cargos que no
en América del Norte, teníamos partidos políticos con con-
son parte del botín electoral; antes bien, dotados de derecho a vicciones, los cuales afirmaban que, por lo menos con bona
jubilación y a los cuales se es merecedor mediante exámenes fldes subjetiva, era una "concepción del mundo" lo que sus
de capacitación. De este modo el spoils system habrá de retroce-
miembros simbolizaban. Entre estos partidos, el partido del éstas lo siguiesen siempre y que, dentro del partido, no existi-
Centro (Zentrumspartei), así como la Socialdemocracia, eran rá ningún poder capaz de oponérsele seriamente. Con su
los dos más importantes, surgidos, sin embargo, con la deli- muerte, todo esto se terminó, y tras ella vino la dominación
berada intención de subsistir como partidos minoritarios. Los de los funcionarios, pues tanto los sindicales como los secre-
dirigentes del Centro, en el Imperio, nunca trataron de ocul- tarios de partido y los periodistas se hicieron cargo de los
tar que estaban en contra del parlamentarismo por causa del puestos clave, quedando el partido sojuzgado a la inclinación
temor a encontrarse situados en calidad de minoría, y trope- del funcionario. En realidad se trataba de un tipo de funcio-
zar entonces con mayores obstáculos para obtener el acomo- nario por excelencia honesto, excepcionalmente honesto, si
do de sus cazadores de puestos a base de presionar al gobierno, establecemos cpmparaciones con la manera como actúan los
tal como lo habían hecho hasta entonces. En cuanto a la social- funcionarios en otros países; y pensamos, sobre todo, en la
democracia, por principio era un partido de minorías, ofreciendo facilidad con que los funcionarios norteamericanos se dejan
trabas al parlamentarismo, dado que de pactar con el orden sobornar a menudo. Sin embargo, en el partido surgieron tam-
político burgués podía mancharse y quería evitar esto a toda bién, con aquél, las consecuencias de la dominación de los
costa. La circunstancia de que ambos partidos propugnaran funcionarios a las que antes nos referíamos.
su propia exclusión del sistema parlamentario imposibilitó la A partir de 1880, los partidos eran ya meros gremios de
introducción de éste al máximo. notables. Claro está que, de cuando en cuando, los fines propa-
Entretanto, ¿cuál era la suerte de los políticos profesionales gandísticos de cada partido los inducían a ganarse personas
en Alemania? Pues, que carecían de poder y de responsabili- con talento, carentes de filiación partidista, para poder pre-
dad, ya que únicamente podían jugar un papel muy secun- gonar "nosotros contamos con tales y tales nombres". De ser
dario como notables, dando por resultado el hecho de que posible, se evitaba que dichas personas acudieran a las elec-
estuvieran animados, en los últimos tiempos, del peculiar es- ciones, y únicamente eran lanzadas sus candidaturas en caso
píritu de corporación de todas las profesiones. Tratándose de ser ello imprescindible, ya que era condición del interesado,
de un individuo que no fuera como ellos, le resultaba impo- el cual no se dejaba conquistar de otro modo.
sible ascender lo suficiente en el círculo de aquellos nota- En el Parlamento regía el mismo espíritu. Nuestros parti-
bles, en cuyos puestos ponían sus vidas. En cada uno de los dos parlamentaristas continúan, como siempre, siendo gre-
partidos, sin exceptuar el socialdemócrata, podríamos citar mios. No hay discurso en el pleno del Reichstag que no haya
muchos nombres que servirían de ejemplo en esta tragedia sido censurado antes de pronunciarse, lo cual se hace evi-
con respecto a la carrera política, ya que a sus portadores, por dente con facilidad por lo inaudito de su tediosidad. Tan sólo
estar precisamente dotados de cualidades para ser jefes, los puede hacer uso de la palabra aquel que está inscrito como
notables les cerraban el paso. Todos nuestros partidos han orador. Resulta difícil imaginar nada tan contrario a la cos-
seguido por esta vía, que los ha conducido a integrarse en las tumbre inglesa y, asimismo, si bien por razones fundamen-
corporaciones de notables. talmente opuestas, a la costumbre francesa.
Pongamos como ejemplo a Bebel, cuya inteligencia, por En la actualidad, de resultas de tan imponente colapso, al
modesta que fuera, lo mantenía en calidad de caudillo, debi- que se ha dado en llamar revolución, se encuentra todo en vías
do a su temperamento y limpieza de carácter. Al hecho de de transformación. Es posible que así sea, mas no es seguro.
ser un mártir y de nunca haber defraudado la confianza de las En un principio hubo intentos de instituir otros aparatos
masas —por lo menos en opinión de ellas— se debe a que partidistas de diferente índole. En primer lugar, aparatos de
aficionados. Tal intento parte, a menudo, especialmente de Gladstone, merced al caucus. Tal es precisamente el precio
estudiantes de las distintas Escuelas Superiores, que creen des- que paga el caudillo por la dirección. No nos queda más
cubrir en alguien cualidades de jefe y se dirigen a él para de- que escoger entre la democracia caudillista, mediante la
cirle: "nosotros habremos de hacer el trabajo necesario por "maquinaria", o la democracia sin que medien los caudi-
usted; diríjanos". llos, esto es, una dominación de "políticos profesionales"
En segundo lugar, están los aparatos de hombres de nego- de vocación, carentes de esas cualidades íntimas y carismá-
cios. En ocasiones ha ocurrido que cierto grupo de personas ticas que forjan al caudillo. Todo esto constituye lo que
se ha fijado en un individuo en quien suponen cualidades de dentro de un partido, en las contiendas de hoy en día, se
jefe y le han pedido que, mediante una cantidad estipulada llama "el reino de las camarillas". En Alemania, actualmen-
para cada elección, se haga cargo de obtener votos. Si alguno te, esto es lo únicp que tenemos y, para que prevalezca en lo
de ustedes me pidiese decir honradamente cuál de estas dos futuro, al menos para el Reich, deberá verse propiciado por la
índoles de aparatos, desde un punto de vista técnico-políti- reconstitución del Bundesrat, el cual habrá de limitar, nece-
co, me parece más digno de confianza, creo que habría de sariamente, el poder del Reichstag, debilitando su importan-
responder que prefiero el segundo. En todo caso, ambos cia como lugar apropiado para la selección de caudillos. La
fueron como burbujas que se forman con la misma rapidez subsistencia del sistema se considera asegurada, además, por
que estallan. Los aparatos existentes volvieron a compo- la representación proporcional, del mismo modo como exis-
nerse y siguieron su tarea. Dichos fenómenos no fueron más te actualmente en forma definitiva. Se trata de una institu-
que síntomas de que tal vez surgirían otros aparatos en cuan- ción característica de la democracia sin caudillos, debido a
to apareciera un caudillo capaz de lograrlo. Pero ya la repre- que no sólo favorece la astucia de los notables, propia de
sentación proporcional, con sus características técnicas, era chalanes, para colocarse, sino también debido a que, para
obstáculo para su desarrollo. Únicamente llegaron a surgir lo futuro, ofrece la posibilidad de obligar a que incluyan a
un par de dictadores callejeros que pronto se eclipsaron. Y sus funcionarios en las listas. Con esto se da origen a un
estas dictaduras sólo fueron organizadas por la firme disci- Parlamento apolítico, en el cual no hay cabida para un real
plina de su séquito; de ahí el poder de tales minorías, que en caudillaje. La única posible válvula de escape para la ur-
la actualidad están en vías de desaparecer. Pero vamos a dar gencia de contar con una efectiva jefatura, podría ser el Pre-
por hecho que esta situación cambiara. Entonces, debería- sidente del Reich, siempre que su elección no sea por el
mos tener en cuenta que, conforme a lo dicho, la dirección Parlamento sino plebiscitariamente. Sería también factible
de los partidos a cargo de jefes plebiscitarios es determinan- el surgimiento y la selección de una jefatura en base a la
te para la "desespiritualización" (Entseelung) de sus partida- tarea realizada, si en las grandes ciudades, como ocurrió en
rios, podríamos decir de su proletarización espiritual. A fin Estados Unidos de América, en especial allí en donde se tuvo
de que el aparato sea positivo para el caudillo, ellos han de la intención de luchar formalmente contra la corrupción, sur-
obedecer ciegamente, convertirse en una máquina, en el giera un dictador municipal elegido plebiscitariamente y a
sentido norteamericano, sin que pueda perturbarlos vani- quien le asistiese el derecho a organizar su equipo con total
dad alguna de notables ni pretensiones de opinión propia. independencia. Esto ameritaría una organización adecuada
Sólo así, dado que la organización del partido tenía este ca- de los partidos conforme a este tipo de elecciones. Pero la
rácter, fue posible la elección de Lincoln; así como, de acuer- hostilidad pequeño-burguesa que se deja sentir en todos
do con lo ya expuesto, fue lo que ocurrió en la elección de los partidos, y sobre todo en la socialdemocracia, alrededor
del caudillaje, permite apenas entrever, sombríamente, la
futura configuración de los partidos y, con ella, el logro de
í ponde determinar la categoría de hombre que se requiere
para ser merecedor del derecho a poner la mano en la rueda
tales posibilidades. He aquí la razón por la cual hoy en día no de la Historia.
puede decirse aún de qué modo vaya a configurarse en lo Podemos decir que, decididamente, son tres las cualida-
venidero la empresa política como "profesión" y, todavía des de mayor importancia con respecto al político: pasión,
menos, vislumbrar el camino que ha de conducir a los políti- sentido de responsabilidad y mesura (Augenmass). En cuan-
camente dotados hacia las posibilidades de encararse con una to a pasión, con el significado de/?oj///f/¿/<2/3'(Sachlichkeit),
tarea política capaz de satisfacer. Para aquel que, dada su si- de vehemente entrega a una "causa" (Sache), sea dios o al
tuación patrimonial, está forzado a vivir "de" la política, se diablo que la gobiernen, mas no en el sentido de esa dispo-
ofrece la alternativa de convertirse en periodista o funciona- sición interior llamada generalmente por mi malogrado
rio de un partido, dos característicos caminos directos; o bien amigo Jorge Simmel una "excitación estéril", propia de una
la opción de conseguir un puesto adecuado, ya sea en la ad- determinada clase de intelectuales, en especial rusos —claro
ministración municipal o en las entidades que propician in- que no debe incluirse a todos—y que, de igual modo, juega
tereses, que bien pueden ser sindicatos, cámaras de comercio, en la actualidad un papel de suma importancia entre nues-
cámaras de agricultores o artesanos, cámaras de trabajo, aso- tros intelectuales, en este carnaval, para cuyo embelleci-
ciaciones patronales, etc., etc. En cuanto al aspecto externo, miento se le aplica el arrogante nombre de "revolución".
no hay nada más que decir; sólo hemos de subrayar que los Se trata de un romanticismo de lo intelectivamente atracti-
funcionarios de los partidos comparten con los periodistas el vo, que gira en el vacío y carece del menor sentido de res-
odium que provocan los "desclasados". Por desdicha, a unos ponsabilidad objetiva. De hecho, no todo está resuelto con
siempre se les llamará "escritores a sueldo" y a los otros "ora- la sola pasión, por más que le sienta francamente. La pa-
dores a sueldo", para quienes se consideraran indefensos, en sión no hace político al hombre, si no se entrega a una "cau-
su fuero interno, ante esa situación y no acertasen a darse la sa" y no se vale de la responsabilidad para dicha causa, como
respuesta conveniente a tales acusaciones, les está cerrado estrella que guíe la acción. Para ello es necesario (y en esto
ese camino, el cual, en todo caso, lleva en sí grandes tenta- consiste la cualidad psicológica determinante que requiere el
ciones y tremendos desengaños. político), tener aptitud para dejar que la realidad penetre en
¿Qué satisfacciones íntimas puede obtener a cambio y cuá- uno, sin que deje de mantenerse retirado ni pierda la entere-
les son las condiciones que ha de tener aquel que emprenda za. En otras palabras, es indispensable conservar la distancia
ese camino? A primera vista, proporciona una sensación de con los hombres y las cosas. De lo contrario, si "no se sabe
poder. La idea de que goza de una influencia para con los guardar distancias" se comete uno de los pecados mortales
hombres, de que es partícipe en el poder sobre ellos y, en de todo político, y el olvido de una de esas cualidades habrá de
especial, la impresión de manejar los hilos de los trascenden- condenar a la impotencia política a nuestra actual generación
tales acontecimientos históricos, lo llevan por encima de lo de intelectuales.
habitual. Entonces, se le plantea la cuestión acerca de cuáles La solución del problema está en hallar el modo de que la
son las cualidades que habrán de permitirle estar al nivel de pasión vehemente y la mesurada frialdad vayan unidas en un
ese poder, por más limitado que fuere en su caso concreto, y mismo espíritu. La política se lleva con la cabeza y no con
de la responsabilidad a la que le obliga. En este punto llega- otras partes del cuerpo o del espíritu. Sin embargo, esa en-
mos ya al plano de la ética, ya que es a ésta a la que corres- trega absoluta a una causa únicamente puede tener su origen
en la pasión y nutrirse de ella, si se trata de una auténtica
actitud humana, lejos de ser un juego veleidoso del intelec-
1 la responsabilidad que le incumbe por las consecuencias que
pueden acarrear sus actos, pendiente sólo de la "impresión"
to. Así pues, sólo con la asiduidad en guardar la distancia, en que está produciendo. El hecho de carecer de finalidad ob-
el más amplio sentido de la palabra, se puede llegar a la enér- jetiva lo hace propenso a ir tras la apariencia deslumbrante
gica domadura del alma, característica del político apasiona- del poder en vez del poder auténtico. En cuanto a su falta de
do que lo distingue del simple dilettante político, de "estéril responsabilidad, ello lo conduce a disfrutar del poder por el
agitación". La fuerza de una personalidad política estriba, poder, sin tener presente su finalidad. Aun cuando el fin in-
antes que nada, en ser poseedor de tales cualidades. Para evitable de la política es el poder, o, con más exactitud, pre-
lograrlo, el político debe vencer cada día y en cada momen- cisamente porque lo es, y el anhelo de poder es una de las
to a un adversario muy trivial y en exceso humano, esto es, fuerzas que la impulsan, no existe otra deformación más da-
la común vanidad, tan frecuente, esa enemiga mortal de ñina que la fuerza política de las baladronadas de poder di-
toda entrega a cualquier causa y de toda mesura, que en chas como un advenedizo o vanagloriado en la complacencia
este caso es la mesura frente a uno mismo. La vanidad está del sentimiento de poder; es decir, en general, toda adora-
muy extendida; es posible que no haya quién pueda libe- ción del poder que en cuanto tal. El simple "político de
rarse de ella. Es como una enfermedad profesional que in- poder" (Machpolitiker), el cual, entre nosotros, es asimismo
vade los círculos académicos y científicos. Sin embargo, objeto de un devoto culto, puede actuar tal vez con vigor; sin
existe una diferencia, ya que en el hombre de ciencia, pre- embargo no lo hace, en efecto, más que en el vacío y sin nin-
cisamente, por mucha antipatía que cauce su manifestación, gún sentido. Sin duda alguna, los críticos de la "política del
no resulta del todo dañina en el sentido de que, por lo regu- poder" (Machtpolitik) tienen toda la razón en esto. Hemos
lar, no estorbe la tarea del científico. Por el contrario, en el podido observar que, en el repentino desmoronamiento in-
político los resultados son otros, puesto que le resulta apre- terno de ciertos representantes característicos de tales actitu-
miante valerse del ansia de poder como instrumento. Y así, des, es mucha la fragilidad y mucha también la impotencia
de hecho, el "instinto de poder", como se le suele llamar, se oculta tras sus reacciones, espectaculares pero del todo va-
encuentra entre sus cualidades naturales. El pecado de su cuas. Estas actitudes son el resultado de una mezquina y su-
profesión contra el Espíritu Santo se comete en el instante perficial indiferencia ante el "sentido" de la acción humana, la
en que deja de supositivo (unsachlicK) este afán de poder; es cual nada tiene que ver con la conciencia de la trágica maqui-
decir cuando deja de estar enteramente el servicio de la nación en que se asienta la trama de cualquier tarea humana
"causa", tornándose pura exaltación personal. En suma, sólo y en especial de la política.
hay dos pecados mortales en el campo de la política: la ca- Es una verdad que se impone y un hecho fundamental de
rencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad la Historia —cuyos motivos no han de ser analizados ahora—
que no siempre, pero sí muy a menudo, coincide con aquél. el que con frecuencia, diremos mejor generalmente, el resul-
La vanidad, la excesiva ambición de aparecer lo más posi- tado definitivo de la acción política conserva una relación
ble en primer plano, es lo que más induce al político a co- absolutamente inadecuada, e incluso, a menudo hasta para-
meter uno de esos dos pecados y hasta los dos al mismo dójica, con su sentido natural. No obstante, esto no autoriza
tiempo. Y más aún por cuanto el demagogo se ve forzado a a prescindir estar en ese sentido al servicio de una "causa",
considerar el "efecto", con lo que corre siempre el riesgo si se pretende que en la acción haya una solidez interior.
ya sea de convertirse en comediante, ya de tomar a la ligera Sea cual sea la causa para el servicio de la cual busca el
poder y se vale de él el político constituye ya una cuestión la razón y atribuirle a ella no sólo las culpas sino también la
de fe. Pueden asistirle propósitos nacionales o humanitarios, desdicha. De un modo semejante actúa el competidor que
sociales, y éticos o culturales, seculares o religiosos; es posi- alcanza el éxito en una lid erótica, razonando que el rival
ble que sienta arrebatos por una confianza absoluta en el debe valer menos que él, puesto que resultó ser el venci-
"progreso", sea cual fuere su sentido, o que rechace con do. La situación es asimismo igual en el caso de una gue-
frialdad cualquier otra creencia de esta índole; es posible rra, cuando el vencedor se deja llevar por el miserable vicio
también que pretenda encontrarse al servicio de una "idea" de empeñarse en que siempre tiene la razón, pretendiendo
o que, por principio rechace semejantes pretensiones y sólo que ésta se encuentra de su parte y de que por eso ha ven-
quiera estar al servicio de fines materiales de la vida cotidia- cido. Es la misma, también, de aquel que se encuentra bajo
na. Después de todo, lo que importa es que nunca debe de- los horrores de la guerra y, entonces, en vez de confesar
jar de existir la fe en algo; de lo contrario, si ésta falta, cualquier sencillamente que ya no era posible resistir más, la necesi-
éxito político, inclusive así sea en apariencia el más sólido, lo dad de su propia justificación le obliga a sostener que la lu-
cual es absolutamente justo, lleva en sí la maldición de la cha se hacía insoportable debido a que era por una causa
moralmente mala. O bien, la de aquellos que, habiendo re-
futilidad.
Con lo dicho estamos ya frente al último de los problemas sultado vencidos en la guerra, después de perdida tratan de
acerca de los cuales nos propusimos ocupamos hoy, esto es, averiguar quiénes son los "culpables", lo cual no son más
el ethos de la política como "causa". que comadreos de mujeres. Realmente, lo que siempre da
¿Cuál es el papel que la política ha de jugar, aparte de sus origen a una guerra es la estructura de la sociedad. La postu-
objetivos en la economía ética de nuestro modo de vida? ¿Cuál ra mesurada y viril es la de decir al enemigo: "Hemos perdi-
es, digamos, el sitio ético que aquélla ocupa? En lo tocante do la guerra, ustedes la han ganado. Esto es algo ya resuelto.
a este punto chocan entre sí ideas fundamentales del mundo; Ahora hablemos de las consecuencias que es necesario sacar
en último término, hay que elegir entre ellas. Enfoquemos de este hecho con respecto a los intereses 'materiales' que se
de frente esta cuestión, que en fechas recientes ha sido plan- encuentran en juego y a la responsabilidad con vistas a lo
teada de nuevo y, a mi modo de ver, en una forma de discu- "futuro"', que es lo más importante y lo que incumbe al ven-
sión enteramente equivocada. Sin embargo, antes que nada cedor antes que nada. De no ser así, todo resulta indigno y se
debemos liberarnos de un falseamiento totalmente trivial. paga antes o después. Una nación puede perdonar el perjui-
Queremos decir con esto que la ética puede aparecer en oca- cio a sus intereses, pero nunca el que se hace en contra de su
siones con un carácter fatídico. Aquí van algunos ejemplos. honor y menos aún el que se infiere con el clerical vicio de
Difícilmente podrán ustedes hallar a un hombre que haya empeñarse en tener siempre la razón. A medida que transcu-
dejado de amar a una mujer para entregarse a otra, sin que se rran los decenios, no habrá documento que salga a luz sin
autoconsidere obligado a justificarse exponiendo que la pri- que se levante de nuevo el indigno clamoreo, al odio y la ira;
mera no era digna de su amor, o bien que lo decepcionó, o cuando sería preferible que por lo menos "moralmente" se
dándose alguna que otra razón por el estilo. Esto es falta de permitiera que al terminar la guerra ésta quedase para siem-
hidalguía. En vez de enfrentarse simplemente al hecho de que pre sepulta. Ésto sólo puede lograrse por medio de la objeti-
ya no ama a su mujer, de que ella está forzada a soportarlo, vidad y la hidalguía y, principalmente, de la "dignidad"; mas
recurre al procedimiento tan poco caballeroso de tratar de nunca mediante una "ética", pues ello no constituye sino
crearse una "legitimidad", en cuya virtud intenta merecer una acción reprobable por ambas partes. Una ética que, an-
tes de preocuparse de lo que incumbe realmente al políti-
co, a lo futuro y a la responsabilidad ante ese futuro, divaga
I la que hoy en día sostienen, en su mayoría, los representan-
tes, de la ética, a la cual se la considera supuestamente nue-
en cuestiones —políticamente estériles por insolubles— acer- va, contra sus adversarios? Se responderá que la noble
ca de cuáles han sido las faltas cometidas en tiempo pasado, intención. Mas de lo que se trata aquí es de los medios. Tam-
no hace más que incurrir en culpa política, si es que existen bién los debatidos adversarios están en la creencia, con total
los yerros; actitud que lleva a prescindir de la ineludible con- buena fe en su fuero interno, que en sus propias intenciones
versión de todo el problema, por muy materiales que sean hay nobleza. La lucha es siempre lucha: "Quien a hierro
los intereses, los del vencedor tras las mayores ganancias mata, a hierro muere", ¿Qué decir, pues, del Sermón de la
posibles, tanto morales como materiales, o las esperanzas del Montaña? El Sermón de la Montaña, ética sublime del Evan-
vencido de obtener ventajas a cambio de reconocer su culpa. gelio, es mucho más digno de consideración de lo que conci-
Si existe en el mundo algo de "abyecto", lo encontramos, ben quienes se remiten a sus ordenamientos. No es para tomarlo
aquí como resultado de hacer uso de la "ética" como medio a la ligera. Su ética puede afirmarse que es al espíritu lo que
para "llevarse la razón". la casualidad a la ciencia, pues no es materia que pueda de-
Así pues ¿cuál es la relación auténtica que existe entre éti- jarse o tomarse al antojo. Se le acepta o se la rechaza entera-
ca y política? ¿No tienen nada en común la una con la otra, mente, este es justamente su sentido. Actuar de otro modo
como se suele asegurar? Por el contrario, ¿es cierto que hay resulta trivial. Meditemos, por ejemplo, en la parábola del
una sola ética valedera tanto para la actividad política como joven rico, de quien se dice: "mas él se fue triste, porque tenía
para otra cualquiera? Se ha pensado muy a menudo que estas muchas posesiones". El mandato evangélico es incondicionado
dos últimas afirmaciones se excluyen mutuamente, es decir, y unívoco: da a los pobres cuanto tienes... Esto es: todo. Para
que una o la otra pueden ser efectivas,'mas no las dos. ¿Acaso el político este es un consejo falto de sentido, socialmente
existe con absoluta certeza alguna ética en el mundo capaz hablando, en tanto no sea impuesto a todos. Por consiguien-
de imponer normas de "idéntico" contenido a las relaciones te, se acogerá a los impuestos confiscables, al mero y simple
eróticas en el plano de lo comercial, familiar y de las profe- hecho de confiscar, en otras palabras, a la coacción y las dis-
siones, así como a la relación con la esposa y también con la posiciones reglamentarias contra todos. No obstante, en nada
verdulera, el hijo, el competidor o el acusado? ¿Puede creer- se asemeja ésto a lo que postula el ordenamiento ético, y en
se que, para las exigencias éticas que se dirigen a la política, eso consiste su verdadera esencia. Otro mandato nos obliga
es totalmente indiferente el hecho de que ésta se valga del también a "poner la otra mejilla", sin condición alguna, sin
poder, medio privativo de acción tras el cual se encuentra la que consideremos si al abofeteador le asiste el derecho de
"violencia"? ¿Acaso no está a la vista que los resultados obte- pegar. Se trata, pues, de una ética de la indignidad, excepto
nidos por los ideólogos bolcheviques y espartaquistas son para los santos. Con esto queremos decir que, de hecho, si en
idénticos a los que obtiene cualquier dictador militar, debido todo se es un santo, por lo menos si se lleva en sí la intención,
a que se valen por igual de este instrumento de la política? si se lleva una vida como la que llevó Jesús, los Apóstoles,
¿En quién o dónde se distingue pues, si no es en la persona San Francisco de Asís y otros como ellos, entonces esta ética
del jefe del poder y en su dilettantismo, la supremacía de los tiene pleno sentido y es auténtica expresión de alta digni-
consejos de los obreros y soldados, de la dominación ejercida dad; mas de lo contrario, no es así en absoluto. Lo que nos
por cualquier otro gobernante del antiguo régimen? ¿Qué ordena la ética del acosmismo es "no resistir el mal con la
diferencia hay entre la polémica de esos otros demagogos y fuerza". Sin embargo, lo que rige para el político es el orde-
namiento opuesto: debes resistir al mal mediante la fuerza;
1 será posible liberarse en muchos decenios. Sin embargo, la
de no ser así te haces responsable de su triunfo. Aquel que ética absoluta no se pregunta siquiera por las consecuencias.
quiere vivir apegado a la ética del Evangelio debe negarse a Hemos llegado ahora al punto determinante. Es preciso
tomar parte en una huelga, considerándola una forma de coac- que veamos con claridad que toda acción éticamente dirigi-
ción, afiliándose en cambio a un sindicato "amarillo". Y, muy da puede acoplarse a dos máximas cuyos fundamentos difie-
particularmente, no ha de hablar nunca de "Revolución". Así ren entre sí irremediablemente: es posible orientarse de
pues, esta ética está lejos de enseñar que la única guerra legí- acuerdo con la "ética de la convicción" o conforme a la "ética
tima sea necesariamente la guerra civil. La obligación moral de la responsabilidad" "gesinnungsetlisch " older "uerantwortung-
de un pacifista que proceda conforme al Evangelio consiste sethisch". Naturalmente, no es que la ética de la convicción
en negarse a tomar las armas o bien en arrojarlas, tal como sea igual a la falta de responsabilidad, ni que la ética de la
ocurrió en Alemania al responder a lo recomendado con ob- responsabilidad sea semejante a la falta de convicción. No se
jeto de poner fin a la guerra y, así, a cualquier otra contienda. trata de esto en absoluto. Mas, ciertamente, entre un modo
A su vez, el político considerará que la única forma de conse- de proceder conforme a la máxima de una ética de la convic-
guir el descrédito de la guerra para el futuro "previsible", ción, cuyo ordenamiento, religiosamente hablando, reza: "el
sería una paz de compromiso, a fin de que se sostuviese el cristianismo obra bien y deja los resultados a la voluntad de
status quo. De ser así, los pueblos se preguntarían qué objeto Dios", y el otro de obrar según una máxima de la ética de la
tuvo la guerra y ésta sería calificada de absurda, lo cual ya no responsabilidad, tal como la que ordena tener presente las
sería posible, puesto que para los vencedores, por lo menos previsibles "consecuencias" de la propia actuación, existe una
para una parte de ellos, ha de haber sido políticamente pro- insondable diferencia. En el caso de que ustedes intenten
ductiva. Única responsable de todo esto habría sido la acti- explicar a un sindicalista, así sea lo más elocuentemente po-
tud que los hizo ineptos para toda resistencia. Luego, como sible, que las consecuencias de su modo de proceder habrán
se agote el cansancio, quedará desacreditada la paz, mas no la de aumentar las posibilidades de la reacción y acrecentarán la
guerra. Consecuencia lógica de la ética imperiosa, absoluta. tiranía sobre su clase, dificultando su ascenso, no será posi-
En suma, y para terminar, forzoso es decir la verdad: la ble causarle efecto, en el caso de que ese sindicalista se man-
ética omnímoda se nos impone sin condiciones. De ahí que tenga inflexible en su ética de convicción. En el momento
hayamos tomado la resolución de que todos los documentos que las consecuencias de una acción con arreglo a una ética
sean de conocimiento público, principalmente aquellos que de la convicción resultan funestas, aquel que la llevó a cabo,
inculpan al propio país, y, después, en base a esta publica- lejos de considerarse comprometido con ellas, responsabiliza
ción unilateral, confesar asimismo bajo dicho aspecto las pro- al mundo, a la necedad de los hombres o la voluntad de Dios
pias culpas, incondicionalmente, sin que importen los por haberlas hecho así. Por el contrario, quien actúa apegado
resultados. El político reparará entonces en que, actuando a una ética de la responsabilidad toma en consideración to-
de tal modo, no se favorece a la verdad, antes bien se la en- das las fallas del hombre medio. Tal como opina Fichte, no
turbia con las arbitrariedades y el desenfreno de las pasiones. le asiste derecho alguno a dar crédito a la bondad y perfec-
Advertirá que sólo llevando a cabo una bien planeada y total ción del hombre, considerándose que su situación no le per-
indagación por investigadores imparciales, pueden obtener- mite imputar a otras aquellas consecuencias de su proceder
se frutos; y que otra manera de comportarse puede acarrear, que bien pudieron serle previsibles. Siempre se dirá que ta-
para la nación que así procede, consecuencias de las que no les consecuencias deben achacarse a su proceder. A la inver-
sa quien se rige por una ética de la convicción sólo siente la vicciones socialistas, que se puede rechazar un fin que obliga
responsabilidad de que no vaya a flamear la llama de la pura a valerse de tales medios?
convicción, la llama, por ejemplo, de la reprobación de las in- No obstante, ésta es la postura del bolchevismo, del es-
justicias del orden social. Prender la mecha una vez tras otra es partatismo y, en general, del socialismo revolucionario. Por
el fin por el cual se actúa y que, desde el punto de vista de un consiguiente, resulta extremadamente irrisorio el hecho de
probable triunfo, es totalmente irracional y tan solo puede que estos sectores censuren moralmente a los "políticos del
considerársele en calidad de valor ejemplar. poder" del antiguo régimen por valerse de los mismos me-
Con esto tampoco llegamos a la solución final del proble- dios, no obstante que la condena de sus fines se encuentre
ma. No hay ética en el mundo que pueda substraerse al hecho plenamente justificada.
de que para alcanzar fines "buenos" haya que recurrir, en En lo tocante a la santificación de los medios por el fin, se
muchos casos, a medios moralmente dudosos, o por lo menos presenta aquí inevitablemente el quebrantamiento de cual-
arriesgados; tanto más cuanto que son posibles las consecuen- quier moral de la convicción. Por lógica no queda, en efecto,
cias laterales moralmente negativas y hasta existe gran pro- otra posibilidad que la de condenar toda acción que se valga
babilidad de que así sea. Es más, ninguna ética del mundo es de medios moralmente peligrosos. Ciertamente, es natural.
capaz de precisar, ni resolver tampoco, en qué momento y Ahora bien, en el plano de las realidades, observamos de
hasta qué punto los medios y las consecuencias laterales continuo cómo aquellos que proceden conforme a la ética
moralmente arriesgadas quedan santificados por el fin mo- de la convicción se convierten con acelerada rapidez en pro-
ralmente bueno. fetas quiliásticos; vemos, por ejemplo, a quienes han predi-
La política tiene como factor determinante la violencia. cado repetidamente "el amor frente a la fuerza" acogerse en
Todos ustedes pueden fácilmente calcular la intensidad de seguida a la fuerza, a la fuerza "definitiva" que traerá implí-
la tensión que, en el plano de la ética, existe entre medios y cito el aniquilamiento de la total violencia a semejanza de
fines. Basta con recordar, por ejemplo, el caso de los socialis- nuestros oficiales que, al emprender una nueva ofensiva,
tas revolucionarios (tendencia Zimmerwald), los cuales se decían a los soldados que era la última, la del triunfo defini-
regían, durante la guerra, apegados a un principio que se apo- tivo, tras la cual vendría la paz. Para quien actúa de acuerdo
ya, dicho de un modo descarnado, en estos términos: "Si he- con la ética de la convicción resulta intolerable la irracionali-
mos de escoger entre algunos años más de guerra que nos dad ética del mundo. Se trata de un "racionalista" cósmico-
traigan así la revolución, o bien una paz que entorpezca su ético.
venida, es preferible que se prolonguen estos años más de Al respecto, todo aquel que haya leído a Dostoievski re-
guerra". Ante la pregunta acerca de lo que esa revolución cordará sin duda la escena del Gran Inquisidor, en la cual se
podía traer consigo, cualquier socialista científicamente edu- plantea este problema en términos muy profundos. Si trata-
cado habría respondido que en absoluto cabía la idea del paso mos de introducir en un receptáculo la ética de la convicción
a una economía socialista en el sentido que para él tiene el y la ética de la responsabilidad, nos resultará imposible, así
vocablo, antes bien, que se reconstituiría una economía bur- como tampoco es posible determinar éticamente los fines que
guesa, con lo cual se habría logrado solamente eliminar los pueden santificar tales o cuales medios cuando pretendemos
factores feudales y los restos dinásticos. ¡Y para el logro de hacer alguna concesión a este principio.
tan pequeño resultado se prefieren "unos años más de gue- F.W. Forster, colega por quien profeso en lo personal gran
rra"! ¿Acaso no podría decirse, aún con la firmeza de las con- estima dada la indudable sinceridad de sus convicciones, aun-
que considerándolo como político me resulta inaceptable, está
1 humanos vivimos insertos en distintos ordenamientos vita-
persuadido, en su célebre libro, de que ha de salvar está difi- les regidos por leyes que difieren entre si. En el politeísmo
cultad recurriendo a la simple tesis de la cual se desprende helénico vemos que se ofrecía sacrificios tanto a Afrodita
que de lo bueno sólo puede derivarse el bien, y de lo malo como a Hera, a Apolo como a Dionisos, porque se conside-
únicamente lo malo. Si así fuese no surgiría, claro está el pro- raba que no había nada de sorprendente en los conflictos
blema; pero es inaudito que semejante tesis puede todavía entre aquellas deidades. En el ordenamiento hindú cada
salir a la luz en la actualidad, a dos mil quinientos años des- profesión era objeto de una ley ética especial, de un dhar-
pués de los Upanishadas. Y si repasamos el curso de la histo- ma, en cuya virtud cada una permanecía separada de la otra,
ria universal, así como también si hacemos el examen, con todas en castas diferentes. El ordenamiento las situaba en
toda imparcialidad, de la experiencia cotidiana, vemos clara- determinada jerarquía fija; ningún nacido en ella podía es-
mente que se nos está mostrando lo contrario. Todas las reli- capar más que por el renacimiento en la nueva vida inme-
giones del mundo se apoyan en su desarrollo sobre la base de diata. De este modo quedaban a distancias diferentes de los
que la vida es el reverso de lo que sostiene dicha tesis. sumos bienes de la salvación religiosa. Así se tenía la posibi-
El problema inicial surgido de la teodicea estriba en cómo lidad de formar el dharma de cada casta, ya se tratara de asce-
es posible que un poder supuestamente infinito y bondado- tas o brahmanes, de rateros o prostitutas, pasando por todas y
so al unísono, haya podido crear este mundo irracional de cada una, conforme a la legalidad inherente privativa de cada
inmerecido sufrimiento, de injusticia con impunidad y de profesión. En el Ehagavata pueden ustedes dar con la guerra,
irremediable insensatez. Así pues, o no es todopoderoso, o en el diálogo que sostienen Krischna y Arduna, ubicada en-
carece de bondad; o quizá la vida está regida por principios tre la totalidad de los ordenamientos vitales. "Haz la obra
de equilibrio y de sanción, de modo que en la tarea de que- necesaria", así reza el dharma de la casta de los guerreros,
rer interpretarlos únicamente puede ayudar la metafísica, a con respecto a la labor obligatoria, lo objetivamente esen-
no ser que estén substraídos eternamente a nuestra inter- cial acorde con los propósitos de la guerra. Por lo que se re-
pretación. Todas las manifestaciones religiosas han estado fiere al hinduísmo, ella no es ningún obstáculo en la salvación
impulsadas por la fuerza de esta cuestión de la irracionali- religiosa, antes bien la refuerza: el guerrero hindú, muerto
dad. Tanto la doctrina del karma como el duelismo persa, el con heroicidad, tenía el cielo de Indra absolutamente asegu-
pecado original, la predestinación y el Deus absconditus, han rado, del mismo modo que para los germanos lo estaba el
surgido todos de esta experiencia. Los cristianos primitivos Walhalla. En cambio, le habría resultado despreciable el nir-
sabían también, ni más ni menos, que los demonios gober- vana, tanto como para los germanos lo era el cielo del cris-
naban el mundo. Asimismo estaban convencidos que todo tianismo y sus coros de ángeles. Tal particularidad propició
aquel que se daba a la política, mejor dicho que se valía del a la ética hindú un tratamiento del verdadero arte de la
poder y la violencia era porque tenía un pacto con el diablo. política, falta de quiebras merced a que se concreta a se-
Por consiguiente, la realidad es que en su dinamismo ya no guir las leyes que a ella se refieren y hasta las refuerza. El
es lo bueno lo que sólo produce el bien y lo malo el mal, "maquiavelismo", tendencia en verdad radical, en el senti-
sino que, a menudo, suele ocurrir a la inversa. No darse cuen- do que se suele dar a la expresión, está sin duda represen-
ta de esto en el plano de la política es pensar puerilmente. tado en la literatura hindú por el Arthasastra de Kautilya,
Todas las éticas surgidas de las corrientes religiosas se han perteneciente a épocas anteriores a nuestra Era y contem-
adaptado, de diferentes maneras, al hecho de que los seres poráneo probablemente a Chandragupta. Junto a él, nos re-
sulta mera ingenuidad "El príncipe" de Maquiavelo. Como rra, al hacer que aquella recayese sobre los hombros de la
es notorio, la ética, de la que el profesor Forster se encuentra autoridad, a la que es obligado obedecer sin que por ello el
muy cerca, considera en sus "consilia evangélica" una ética individuo resulte culpable. La doctrina de Calvino, a su tur-
especial destinada a aquellos a quienes Dios les ha concedi- no, asumió la fuerza como medio básico de legitimidad para
do el carisma de la santidad. Entre éstos se cuentan, además la defensa de la fe; esto es, consideró la guerra de religión
del monje, que no debe derramar sangre ni perseguir bene- tan necesaria, para su justificación, como en su tiempo lo
ficios, el caballero cristiano, y el ciudadano devoto, a quie- fue para el Islam: una necesidad vital. En este punto puede
nes sí les está permitido tanto lo uno como lo otro. En el advertirse que no es la pérdida de la fe, advenida en el cul-
hecho de aplicar escalonadamente la ética y de integrarla to renacentista por el héroe, la que ha dado origen a los
en una doctrina de la salvación, queda al descubierto que problemas de la ética política. La historia de todas las reli-
aquí se es menos consecuente, comparándola con la de la giones acota que se han valido de la fuerza, con variada for-
India, pero eso no podía ni debía ser de otro modo ante las tuna, siguiendo la misma conducta que se acaba de exponer.
hipótesis de la fe cristiana. Dada la corrupción del mundo a La peculiaridad genérica de los problemas éticos propios de
consecuencia del pecado original, era fácil introducir la vio- la política está condicionada únicamente por los recursos es-
lencia en la ética, como medio de oponerse al pecado y a las pecíficos dados en la violencia legítima puesta al servicio de
herejías que ponen en peligro el alma. Todas las exigen- tal o cual conjunto social. De esta suerte, quienquiera que
cias acósmicas consignadas en el Sermón de la Montaña co- utilice este arbitrio, no importando cuál sea el fin, de acuer-
rresponden a la ética pura de la fe y del Derecho natural que do con sus necesidades políticas, queda condenado a res-
las sustentan, basadas en prescripciones definitivas a través ponder por las consecuencias que de ello se deriven, y caer,
de las cuales mantuvieron, a pesar de todo, su vigor revolucio- esta condena en forma muy especial sobre quien luche por
nario para emerger decisivamente a la superficie de las con- su fe, sea ésta religiosa o no. Observando la escena contem-
tiendas en casi la totalidad de los tiempos de virulencia social. poránea encontramos que aquel que desee instaurar en ella
De aquí dimanaron, en forma indudable, las sectas tanto ra- la justicia absoluta, tendrá que usar delpodery de los partida-
dicales como pacifistas, entre las cuales se nos presenta la de rios que lo sigan, condcnsados en una organización que, para
Pennsylvania con su doctrina instauradora de un Estado que funcionar, necesita de artículos o premios espirituales y
omitía para sus fines el uso de la fuerza frente a los fenóme- materiales. En la actualidad, la lucha de clases exige que se
nos exteriores. En la práctica, la hipótesis hecha realidad ofrezca como premio espiritual la satisfacción de los renco-
cayó en un derrotero dramático cuando, al advenimiento de res y de los anhelos de venganza y, especialmente la satis-
las luchas conducentes a la independencia, la secta de los facción potencial del resentimiento y de la pseudoética que
cuáqueros se vio en la incapacidad de recurrir a las armas, reclama sus propios fueros, aunque esto entrañe difamar al
que les habrían dado la victoria en el conflicto decisivo por adversario y la acusación de ser agente de herejías. Como
el triunfo de sus ideales, al revés del protestantismo tradi- medios materiales deberá tener a su alcance el ofrecimien-
cional que, asumiendo una actitud opuesta, legitimó el re- to del triunfo mediante la aventura conducente a la apro-
curso de la violencia para el sostenimiento del Estado, piación del botín y las prebendas conexas al uso del mismo.
justificando ese recurso como emanado de una institución El triunfo del líder está condicionado por entero al funcio-
divina y legítimamente autoritaria. Lutero no cargó sobre el namiento de la organización y de los móviles suscitados en
individuo, en particular, la responsabilidad moral de la gue- ella, antes que a sus propios recursos. Es, pues, condición
sine qua non la seguridad en la consecución de los premios
ofrecidos a los seguidores que le son adictos, ya se trate de
1 designio, los grandes virtuosos del amor al prójimo y del
bien acósmico, de Nazaret, de Asís o de los palacios reales
guardias rojos, rufianes o agitadores. Dadas estas premisas, de la India, no se inmiscuyeron en los medios políticos, no
el éxito de sus propósitos no queda al alcance de su mano, a actuaron dentro del poder. Su reino no era de este mundo, a
menos que quiera servirse de esos motivos falsamente éti- pesar de haber tenido éxito dentro de él. Platón, Karatajev
cos y esencialmente abyectos adoptados por sus seguidores y los santos dostoievskianos están copiados a sus imágenes.
a los que, por lo demás anima una fe altruista representada Quien busque la salvación de su alma y la redención de las
por su persona y por su causa. La "legitimación" del anhelo ajenas no la encontrará en los caminos de la política, cuyas
de venganza, de las ansias de poder, del botín y de los gajes metas son distintas y cuyos éxitos sólo pueden ser alcanza-
no es más que un recurso justificativo de la sinceridad de la dos por medio de la fuerza. Los genios o los demonios de la
fe (no debemos engañarnos, aquí la interpretación mate- política viven en pugna interna con el dios del amor, así se
rialista de la historia no es tampoco un recurso que se acepta trate del dios cristiano en su evocación eclesiástica; y esa
y desecha a voluntad, sin que obedezca los designios de los pugna puede convertirse en cualquier momento en insolu-
conductores de la revolución). El problema se presenta, ante ble conflicto. Esta experiencia la conocían los contemporá-
todo, como una expresión de la revolución emocional, im- neos de la hegemonía eclesiástica. En sucesivas ocasiones
poniéndose de nueva cuenta como una constante cotidiana caía el interdicto papal sobre Florencia y su connotación
tradicional. Siempre los héroes de la fe y la doctrina que significaba para la época y las almas de los hombres un po-
sustentan acaban por esfumarse y, lo peor por transformar- der más fuerte que la "aprobación fría" del juicio moral kan-
se en factores constitutivos de la fraseología de los demago- tiano, en opinión de Fichte, sin que ello, impidiese que los
gos y de los manipuladores de la política. Tal metamorfosis florentinos dejasen de combatir a los Estados de la Iglesia.
se produce con celeridad visible en el curso de las contien- Una muestra de esa situación se encuentra en un bello pasaje
das ideológicas, debido a que éstas son conducidas y están de Maquiavelo, perteneciente, si la memoria no me engaña,
inspiradas por líderes indudables y auténticos profetas re- a las "Historias florentinas", en el que el autor pone en boca
volucionarios. Ahora bien, dado que en toda organización, de uno de sus héroes el elogio a quienes colocan la grande-
sujeta a liderazgos, la única condición del éxito es la del za de la patria por sobre la salvación de sus almas.
empobrecimiento espiritual, la cosificación y, en definiti- Si cambiando la terminología dijeran ustedes "futuro del
va, la proletarización del alma en aras de la "disciplina de socialismo" o "paz internacional" en lugar de "ciudad natal"
partido", la corte victoriosa de un dirigente político suele o "patria", tendrán el viejo problema completamente ac-
transformarse de esta manera, con facilidad pasmosa, en un tualizado. Todo lo que se persigue mediante la acción/>o//-
grupo común y corriente de cortesanos con influencia. Los tica y los medios violentos que ella utiliza con apego a la
profesionales de la política, o los aspirantes a serlo, necesitan ética de la responsabilidad, supone un peligro para la "salva-
obligadamente tomar conciencia de estas paradojas morales ción del alma". Tratándose de la consecución de una finali-
y de su responsabilidad, teniendo en cuenta la deforma- dad de esta naturaleza en el campo ideológico y mediante
ción que en ellos mismos puede operarse bajo la presión una pura ética conceptual, esa finalidad puede resultar per-
inflexible de sus seguidores. Insisto en que quien se dedica judicada al grado de desacreditarse por muchas generacio-
a la política establece un pacto táctico con los poderes satá- nes, debido a que entre sus medios no se tuvo presentes las
nicos que rodean a los poderosos. Para substraerse a este consecuencias inherentes a la responsabilidad. El que obra
de esta manera no tiene conciencia de las potencias diabóli- conmovedora la actitud de cualquier hombre maduro, de no
cas puestas en juego ni de que tales potencias son inexora- importa cuántos años, que siente con toda su alma la responsa-
bles y, por consiguiente, capaces de originar resultados bilidad por las consecuencias y actúa conforme a la ética co-
adversos que afecten tanto a sus propósitos como a la salud rrespondiente y que, llegado el caso, es capaz de decir: "no
de su alma, ya que frente a ellas se encontrará, de no verlas, puedo hacer nada más, aquí me detengo". Siento que esto es
completamente indefenso. "Más sabe el diablo por viejo que algo realmente humano y me cala hasta lo más profundo. Esta
por diablo"; "el demonio es viejo; hazte viejo para poder en- situación puede, en efecto, desafiar a cualquiera de nosotros, a
tenderlo". No se trata en estos refranes de la edad cronológi- condición de que no estemos muertos. Desde este punto de
ca del demonio. Nunca me he sentido abrumado en un vista, la ética de responsabilidad y la ética de la convicción no
discusión por las fechas de nacimiento. El simple hecho de son términos opuestos entre sí; son elementos complementa-
que alguien tenga veinte años y yo pase de los cincuenta; no rios que deben concurrir a la formación del hombre auténtico,
me induce, en definitiva, a pensar que ello constituye un éxito a la formación del hombre que pueda tener "vocación política".
ante el que tenga que temblar de pavor. Lo decisivo no es el Llegado aquí, estimado auditorio, me permito emplazarlos
número de años desde el nacimiento, sino la capacidad ade- para que hablemos nuevamente de este tema dentro de diez
cuada para hacer frente a las realidades de la vida, a soportar- años. Si para entonces, como desdichadamente tengo muchos
las y a estar a su altura; si bien es verdad que la política se motivos para temerlo, continuamos dominados por la reacción
hace con la cabeza, esto no quiere decir que se haga solamen- sin que se haya realizado algo o quizá en absoluto nada de lo
te con la cabeza. En ello tienen razón sobrada quienes de- que con seguridad muchos de ustedes, y yo también, como lo he
fienden la ética de la convicción. Sin embargo, nadie puede reconocido con frecuencia, hemos deseado y esperado (quizá,
sentenciar si hay que proceder conforme a la ética de la res- con toda probabilidad, esto no habrá de aniquilarme, pero su-
ponsabilidad o de acuerdo a la ética de la convicción, o cuán- pone, claro está, un grave cargo saber que así ha de ocurrir);
do conforme con la una o de acuerdo con la otra. Lo único para entonces, digo, me gustará mucho saber qué "ha sucedi-
que puedo afirmar es que cuando, en estos tiempos de ex- do" interiormente con muchos de ustedes que por ahora se
citación que ustedes no creen "estéril" (la excitación no es sienten auténticos "políticos de convicción" y que, como ta-
esencialmente ni siempre una pasión auténtica), veo que les, participan en la embriaguez de la revolución actual. Para
aparecen de súbito políticos de convicción vociferando en entonces sería muy bello que todo ocurriera de tal modo que
medio del desorden: "el mundo es necio y abyecto, pero yo se pudiese aplicar lo que Shakespeare dice en el soneto 102:
no; la responsabilidad por las consecuencias es ajena a mí y
corresponde a aquellos para los cuales yo trabajo y cuya ne- "Entonces era primavera y tierno nuestro amor,
cedad o cuya abyección yo podré extirpar", empiezo por Entonces la saludaba cada día con mi canto
discutir la consistencia interior (inneren Schwergewichts) que existe Como canta el ruiseñor en la alborada del estío
en el trasfondo de esta ética de la convicción. Me imagino Y apaga sus trinos cuando va entrando el día".
que en nueve de cada diez casos doy con odres llenos de
viento que no saben bien a bien lo que están haciendo y Sin embargo; el panorama no es éste. Tenemos frente a
que se inflaman con sensaciones románticas. Humanamente nosotros algo que no es alborada del estío, antes bien noche
esto no me interesa mucho ni poco y puedo decir que tampoco polar de oscuridad dura y helada, cualesquiera que sean los
me conmueve en absoluto. Es, por el contrario, infinitamente grupos actuales que triunfen. Donde no hay nada, efectiva-
mente, no es sólo el emperador el que pierde o carece de dere-
chos, sino también el proletariado. Cuando esta noche se acla-
re poco a poco, ¿quiénes de aquéllos vivirán dentro de la
primavera que hoy aparentemente florece con tanta opulen-
cia? ¿Y qué habrá pasado para entonces en el espíritu de to-
dos ellos? Habrán caído en la amargura o en la grandilocuencia
vacua o se habrán sometido simplemente al mundo y a su
profesión, o habrán elegido una tercera vía, que no es la me-
nos transitada, la de la huida mística del mundo que adoptan
aquellos que tienen dotes para ello o que (y esto es lo más
común y lo peor) siguen esta ruta para ponerse a la moda. En
cualquiera de estos casos, sacaré la conclusión de que no han
estado a la altura de sus propios actos, de que no han estado
a la altura del mundo tal como realmente es, ni a la altura de
su tiempo. Objetiva y verdaderamente, ellos carecieron, en
sentido profundo, de la vocación política que creían poseer; y
que hubieran procedido en mejor forma ocupándose lisa y lla-
namente de la fraternidad humana y de su trabajo cotidiano.
La política estriba en una prolongada y ardua lucha contra
tenaces resistencias para vencer para lo que se requiere, si-
multáneamente, de pasión y mesura. Es del todo cierto, y así
lo demuestra la Historia, que en este mundo no se arriba ja-
más a lo posible si no se intenta repetidamente lo imposible;
pero para realizar esta tarea no sólo es indispensable ser un
caudillo, sino también un héroe en el sentido estricto del tér-
mino. Incluso todos aquellos que no son héroes ni caudillos
han de armarse desde ahora, de la fuerza de voluntad que les
permita soportar la destrucción de todas las esperanzas, si no
quieren mostrarse incapaces de realizar inclusive todo lo que
aún es posible. Únicamente quien está seguro de no doblegar-
se cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra de-
masiado necio o demasiado abyecto para aquello que él está
ofreciéndole; únicamente quien, ante todas estas adversida-
des, es capaz de oponer un "sin embargo"; únicamente un
hombre constituido de esta suerte podrá demostrar su "voca-
ción para la política".

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