You are on page 1of 3

Sara Facio y Alicia D'Arnico, 25 años de

fotografía

Primero quieren escribir un tratado de historia del arte; pero topan con
una cámara, e intuyen que el arte también pasa por allí, y que la historia que
escribirán con luz es otra. Es la historia de
nuestras vidas. Desde el principio buscan lo que encuentran, y aprenden a
capturarlo. La Escuela Nacional de Bellas Artes y un viaje de estudio por
galerías europeas les dan una severa cultura: ojo sabio, libre, alerta. El que
transmite la revelación. Porque eso es, en definitiva, una buena foto: la que nos
revela un secreto que no podemos aprehender por otro medio. Una verdad
revelada, y no sólo para santos o profetas.
En el estudio de la calle juncal -dos salitas y un insondable subsuelo-
los premios internacionales abarrotan paredes y estantes. Pero no se trata del
llano ambiente del comercio fotográfico. Reina un clima de taller vivo, que,
contemplado a esta distancia de cinco lustros, vira a colores de leyenda.
La inalterable hospitalidad de las dueòas lo convirtió en un refugio para
protagonistas y aspirantes, provincianos y extranjeros, clientes y extraviados.
Un sitio tan frecuentado por tantos, que
podemos incurrir en la ingratitud de considerarlo demasiado familiar. Allí no
hay sed ni tiempo para las autocelebradas copas de nuestros vates: no es una
puta. Pero por urgente que sea el trabajo ("Las chicas pueden hacemos 150
copias y un mural de 3 m para el estreno de pasado maòana..."), siempre hay
lugar para un cafecito muy conversado.
Sara y Alicia se transforman en espontáneas confesoras de actores vacilantes, de
modelos ambiciosos, de perseguidos políticos, de poetas que acarician sus fotos
de contratapa, de cantantes que posaron guitarra en mano y siguen cantando por
pura amistad.
El estudio también es escuela para curiosos: allí aprendimos una materia
descuidada por la cultura académica, y a menudo ignorada por los mismos
fotógrafos: el arte y la historia de la fotografía.
Facio y D'Amico han edificado -libre sobre libro, revista tras revista- la
más completa biblioteca fotográfica del país •y de sus
alrededores? Por ella conocemos a los grandes maestros: Julia zando por casa, y siguiendo por la América latina y el mundo. Traen a
Cameron, Edward Steichen, Alfred Stieglitz, Cartier Bresson, Dorothea Buenos Aires importantes muestras de fotógrafos franceses, italia-nos,
Lange, August Sander, Lewis Hine, o a nuestros precursores: el espaòoles, sudamericanos. Participan en congresos internaciona-les,
peruano Martín Chambi, el mexicano Álvarez Bravo, el argentino editan un libro de Fotografía Argentina Actual, sacuden embaja-das y
Fernando Paillet. agitan polvorientas asociaciones, despiertan a funcionarios y persuaden
Las anfitrionas siempre tienen tiempo para abrir un libro y remirarlo a burócratas... Pero detengámonos un poco. En estas reseòas, todo
amorosamente para nosotros. Aprendimos que un maestro no es parece fácil, brotado de la magia, o amparado por una colosal Fundación
necesariamente alguien que sorprende por el argumento de sus norteamericana o un Ministerio de Cultura. Editan, llevan, traen,
fotos, por la fama del personaje retratado, porque ganó premios o organizan, sacuden; pero... •cómo?
porque "su técnica es irreprochable". Los maestros nos confirman el Al estilo argentino: a pulmón. Cuentan con las energías y la solvencia de
sentido de revelación por el misterioso encanto subjetivo de sus la fotógrafa Orive; pero carecen de la infraestructura de una oficina
imágenes, y descubrimos, además, que muchos de ellos son apasio- comercial: secretaria, cadete, mandadero. Sin abandonar el trabajo
nados humanistas, críticos de sociedades perversas, y aun víctimas del específico -que, al ser elegido, no resulta rentable como para aunar esa
propio mal que denunciaron, como el abnegado W. Eugene Smith. estructura-, se dedican, entre otras cosas, a redacción de artículos,
Y es entre los humanistas donde hay que ubicar a nuestras grandes ensayos y ponencias; correspondencia internacional, vigilancia de
maestras Sara Facio y Alicia D'Amico. Desertaron de concur-sos y trabajos de imprenta, clasificación de postales, propa-ganda y prensa,
salones, rechazaron el lucro a cualquier costo, no se petrificaron enmarcado de fotos, embalaje de libros y su trans-porte al correo,
en una estética complaciente, y quizá pudieron adoptar como lema el contabilidad, trámites de Aduana, facturación, distri-bución en librerías,
verso de Quevedo: "Vivamos, sin ser cómplices, testigos..." Recién burocracia bancaria e impositiva, recepción de clientes y visitantes,
inaugurado el estudio, de regreso del periplo europeo, deciden enviara atención del teléfono, viajes varios...
París una muestra de fotografía argentina. Este gesto es precursor de No es raro que en sus ratos de ocio Alicia redacte un volante
otros que retomarán después, hasta convertirse en incansable usina de feminista, y Sara, trepada a una escalera, dé una mano de pintura a la
intercambio fotográfico universal. galería. (Para descanso del lector y en honor a la verdad, aclaro que
En este estudio, la generosidad y el amor a la profesión proyec-tan desde hace un aòo cuentan con una joven secretaria...)
mayores luces precisamente en los aòos más sombríos: estos últimos Era, como dije, ocasión de dedicarse a lustrar los propios laureles. Alicia
desgraciados tiempos, en que muchos creadores sobrevivien- y Sara figuran desde hace tiempo en las grandes enciclopedias, en las
tes debieron recortarse y arrinconarse. A Sara y Alicia les prohíben a más serias antologías internacionales. Sellos de correo reproducen sus
última hora la presentación del célebre libro Buenos Aires-Buenos Aires fotos; otras integran colecciones en Chicago, París, Tokio, Nueva York.
(porque incluía textos de julio Cortázar); se ven obligadas a destruir o Y el prestigio de ser profeta en su tierra no las confunde: son
esconder imágenes comprometedoras (fotos de la campaòa del apasionadas de la fotografía, no sólo de sus fotografías. Por eso ponen
presidente Salvador Allende); con el Apagón disminuye el trabajo en ebullición la dispersa colmena de los colegas. Gracias a ellas, en los
remunerado; desdichas privadas colman el siniestro clima general... ámbitos culturales del país se empieza a tomar en serio la fotografía, no
Pero allí no cala el desánimo, y precisamente entonces, en lugar de como pasatiempo ni como villa miseria de la pintura, sino como arte
retraerse, emigrar o dedicarse a lustrar sus ya sólidos laureles, se contemporáneo por excelencia. Recobrada la democracia, se le abren
empeòan en pilotear una empresa destinada en gran parte a la difusión de puertas de museos y salas oficiales. Facio y D'Amico encendieron la
la fotografía ajena. llama, que cundió. en sana emulación, y el país florece hoy de muestras
Asociadas a María Cristina Orive, organizan la Editorial Foto-gráfica La fotográficas. Fueron promotoras de esta inquietud, del esclarecimiento
Azotea: postales y libros distribuidos en firme en el exterior y a duras de profesionales y espectadores. Es bueno seòalarlo, porque las
penas en el país. Es un comercio tan lucrativo como el del editor de patriadas femeninas suelen resultar desaparecidas de la historia con tanta
poesía; pero los pocos maravedíes recaudados los invierten en solventar facilidad como el botón magnético borra el videotape.
otras ediciones. Fundan el Consejo Argentino de Foto-grafía, y Esta serie de fotografías sintetiza veinticinco aòos de caudalosa
promueven un'movimiento solidario entre colegas, empe- creación. Dije que las fotógrafas cuentan nuestras vidas, no porque
sean cronistas puntillosas o abunden en retratos, sino porque en su
punto de vista hay mucho de una particular sensibilidad criolla. La
síntesis, el reflejo, la insinuación suelen valer más que el efectismo
o la búsqueda de maquillados esplendores.
Por eso, porque se trata de nuestra vida de americanos de fin del
mundo, me cuesta apartarme y caber en la distancia del espectador
crítico. Apenas puedo decir que el mérito de estas fotógrafas es la
intensidad. Que su visión es dramática, y al mismo tiempo serena. Que
desde un principio se concentraron en el rostro y la figura humanas,
desechando trucos experimentales o naturalezas muertas. Que traducen
en una sola cara el dolor de un pueblo, y permiten reconocer un
momento histórico. En un solo claroscuro develan la angustiosa alegría
del mundo del espectáculo. En una breve serie, todo el esfuerzo y la
levedad de la danza. En otra, la búsqueda de identidad de algunas
mujeres, que eligieron su retrato y se indagan a través de la cámara en
mano ajena. Que famosos y anónimos merecen el mismo sobrio y
armonioso tratamiento. Que tienen el humor de dedicarse a veces al
desnudo masculino. Que los días oscuros pesan en sus fotos con un
involuntario desequilibrio de sombras sobre luces. Que ese antiguo
Buenos Aires no es un rescate de arquitecturas condenadas, sino el
marco melancólico de sus intemporales habitantes.
Pero donde quizás aciertan con su más profunda verdad es en las
imágenes del libro Humanario. Pobres congéneres deportados al
infierno de nuestros Institutos Siquiátricos -por así llamarlos-, que
Facio y D'Amico recorrieron con el corazón pesado, para realizar un
estudio tendiente a llamar la atención de los encargados de aliviar
semejante estado de injusticia. Ya no hablamos aquí de revelación, sino
de transfiguración. Un niòo en gris, angélico en su ambigua sonrisa.
Personajes de tragedia o de farsa, seres yacentes a la espera de la
resurrección. Las imágenes son bellísimas, pero no debidas a una
intención estetizante que enmascare el horror. Son bellas por piedad,
por ausencia de patetismo, por amoroso respeto a la persona caída en
el más inicuo de los desamparos.
Esta colección de veinticinco aòos de fotografías no es sino una
síntesis. No significa una etapa terminada, ni nostalgia de lo ya
realizado, ni ostentación de reliquias y presencias. Es un pórtico
abierto a futuros entusiasmos, a la sabiduría de la madurez.
Sara Facio y Alicia D'Amico trasponen este aniversario para
volver, como siempre, con nuevas obras salvadas ya de incompren-
sión u olvido.
Prólogo de Libro-Catálogo. 1985.

You might also like